Archivos diarios: 4/09/23

858 Las Tinieblas del Mundo

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

560a En las cercanías de Gofená

El día señalado…

Mannahém lleva a Jesús hasta una gruta donde lanza un chillido semejante al de un búho…

José y Nicodemo, salen a un corredor rocoso.

Después de los saludos, los guían a un lugar en donde encendieron una hoguera.

Jesús está diciendo:

–              Yo, en efecto, he venido y recojo.

Pero vosotros…

¡Oh, vosotros consideráis siempre maldito…

Incluso aquello que Yo he considerado merecedor de ser recogido!

Nicodemo dice:

–           Eres severo con nosotros, Maestro.

–           Soy justo.

¿Podéis acaso decir, que en vuestro corazón no me censuráis por ciertas acciones mías?

¿Podéis decir que aprobáis, mi pareja misericordia hacia judíos y galileos…

Y hacia samaritanos y gentiles?

¿O incluso más amplia para con éstos y los grandes pecadores;

precisamente porque ellos la necesitan mayormente?

¿Podéis decir que no pretenderíais de Mí,

gestos de violenta majestad para manifestar mi Origen sobrenatural…

Y sobre todo, fijaos bien.

Sobre todo, mi misión de Mesías según vuestro concepto del Mesías?

Decid sinceramente la verdad:

Aparte de la alegría de vuestro corazón por la resurrección de vuestro amigo…

¿No habríais preferido, antes que esta resurrección…

Que Yo hubiera llegado a Bethania dispuesto y cruel;

como nuestros antiguos respecto a los amorreos y los de Basán…

También como Josué respecto a los de ¡Ay y Jericó!

¡O mejor aún…

Haciendo caer con mi Voz, las piedras y los muros sobre los enemigos,

como las trompetas de Josué hicieron respecto a las murallas de Jericó…

Haciendo caer del cielo sobre los enemigos gruesas piedras;

como sucedió en el descenso de Betherón, también en tiempos de Josué.

O como en tiempos más recientes…

Llamando a celestes jinetes que corrieran por los aires;

vestidos de oro, armados de lanzas, formados en cohortes.

Que hubiera movimiento de escuadrones de caballería…

Asaltos por una y otra parte…

Con agitación de escudos.

Ejércitos con yelmos y espadas desenvainadas…

Con lanzamiento de dardos para aterrorizar a mis enemigos?

(gestas narradas en: Números 21, 21-35 Deuteronomio 2, 26-37; Josué 6-8; 10; 2 Macabeos 5, 1-4)

Sí…

Habríais preferido esto;

porque a pesar de que me améis mucho, vuestro amor es todavía impuro.

Y la seducción -en cuanto a desear lo no santo- os la proporciona vuestro pensamiento de israelitas;

vuestro viejo pensamiento.

El que tiene Gamaliel…

Igual que el último de Israel;

el que tiene el Sumo Sacerdote, el tetrarca, el labriego, el pastor, el nómada, el hombre de la Diáspora.

El pensamiento fijo del Mesías Conquistador.

La pesadilla de quien teme ser aniquilado por Él.

La esperanza de quien ama a la Patria con la violencia de un amor humano.

El suspiro de quien está oprimido por otras potencias de otras tierras.

No es culpa vuestra.

El pensamiento puro;

como había sido dado por Dios acerca de lo que Yo Soy,

se ha ido cubriendo a lo largo de los siglos, de estratos de escorias inútiles.

Y pocos saben con sufrimiento, restituir a la idea mesiánica su pureza inicial.

Estando ya cercano el tiempo en que será dado el Signo, que Gamaliel espera…

Y todo Israel con él.

Llegando ya el tiempo de mi perfecta manifestación…

Ahora además…

Satanás trabaja para hacer más imperfecto vuestro amor y más torcido vuestro pensamiento.

Llega su Hora.

Yo os lo digo.

Y en esa Hora de Tinieblas…

Incluso los que actualmente ven o están solamente un poco privados de vista;

resultarán ciegos del todo.

Pocos, muy pocos, en el Hombre Abatido reconocerán al Mesías.

Pocos lo reconocerán como verdadero Mesías;

precisamente porque será abatido, como le vieron los profetas.

Yo quisiera por el bien de mis amigos;

que supieran verMe y conocerMe mientras es de día;

para poder también reconocerMe desfigurado…

Y verMe en las Tinieblas de la Hora del Mundo…

Pero decidme ahora lo que queríais decirme.

La hora avanza rápida y vendrá el alba.

Lo digo por vosotros…

Porque Yo no temo encuentros peligrosos.

José repite:

–               Pues lo que te queríamos decir, era que alguien debe haber dicho dónde estás…

Y que este alguien;

ciertamente no somos ninguno de nosotros, tampoco Lázaro y sus hermanas ni Nique.

¿Con quién más has hablado del lugar elegido para refugio tuyo?

–            Con ninguno, José.

–            ¿Estás seguro?

–            Seguro.

–           ¿Y has dado orden a tus discípulos de que no hablaran de ello?

–            Antes de partir no les hablé del lugar.

Llegado a Efraím, di orden de que fueran evangelizando y de actuar en representación mía.

Y estoy seguro de su obediencia.

–             Y…

¿Estás Tú solo en Efraím?

–             No.

Estoy con Juan y Judas de Simón.

Ya lo he dicho.

Él, Judas;

porque leo tu pensamiento;

no puede haberme perjudicado con su irreflexión;

porque nunca se ha alejado de la ciudad…

Y en esta época no pasan por ella peregrinos de otros lugares.

–            En el Sanhedrín se sabe que estás allí.

Hay quien dice que es lógico:

Dado que te han proscrito en los lugares santos…

No te quedaba otra solución que refugiarte en Samaria.

Todos están muy contentos de haberte podido reducir al silencio…

Y de poder señalarte ante las masas como amante de samaritanos.

Dicen:

“Hemos ganado la batalla y lo demás será juego de niños.” 

Te rogamos que hagas lo posible porque no sea verdad.

–             No lo será.

Dejad que hablen.

Los que me aman no perderán la paz, con las apariencias.

Dejad que el viento cese del todo.

Es viento de tierra.

Luego vendrá el viento del Cielo y se abrirá el entrecielo, apareciendo la gloria de Dios.

¿Tenéis algo más que decirme?

–             Respecto a Tí, no.

Cuídate.

Vigila, sé cauto…

No salgas de donde estás.

–             Te avisaremos si algo sucede…

–            No es necesario.

Quedaos donde estáis.

Pronto vendrán las discípulas.

Y esto sí;

decid a Elisa y a Nique que se unan a las otras, si quieren.

Decídselo también a las dos hermanas.

Como el lugar en donde estoy es conocido.

Los que no tienen miedo al Sanhedrín…

Vendrán, para que mutuamente nos consolemos.

–           No pueden venir las dos hermanas hasta que Lázaro no regrese.

Salió con gran pompa.

Toda Jerusalén ha sabido que se marchaba a sus propiedades lejanas…

Y no se sabe cuándo va a volver.

También tenemos que decirte esto:

Pero su criado ha vuelto ya de Nazareth y ha dicho que tu Madre estará aquí con las otras,

antes de que concluya esta luna.

Ella está bien.

Y también María de Alfeo.

El criado las ha visto.

Pero tardarán un poco;

porque Juana quiere venir con ellas y no puede hacerlo hasta el final de esta luna.

Y también…

Como amigos fieles, aunque…

Imperfectos como dices…

Si nos lo permites…

quisiéramos ofrecerte una ayuda…

Queremos socorrerte, Maestro.

Jesús se niega rotundamente:

–             ¡No!