Archivos diarios: 6/09/23

860 Pontífice Eterno

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

560c En las cercanías de Gofená

Los dos sanedristas toman el camino opuesto por el que vino Jesús.

Mannaém los acompaña para despedirlos, hasta la entrada de la gruta.

Regresando con una cara muy expresiva…

Cuando ya el ruido de sus pasos se ha alejado;

Mannaém dice:

–            ¡Al menos por una vez serán ellos los que violarán la distancia sabática!

¡Y no tendrán paz, hasta que paguen al Eterno lo que creen deberle, con el sacrificio de un animal!

¿No sería mejor para ellos sacrificar su tranquilidad, declarándose abiertamente “tuyos”?

¿No sería eso más grato ante el Altísimo?

Jesús responde:

–            Lo sería.

Pero no los juzgues.

Son masa que fermenta despacio.

Cuando llegue el momento decisivo, muchos que se creen mejores que ellos, caerán…

Y estos dos se levantarán contra todo un mundo.

–           ¿Lo dices por mí, Señor?

Mejor quítame la vida, antes que reniegue de Tí.

–           No me renegarás

En tí hay otros elementos que ellos no tienen y que te ayudarán a ser fiel. 

–           Es verdad.

Soy… Herodiano.

Es decir lo fui…

Porque ya estoy separado del Consejo.

También me he apartado del partido desde que lo veo ruin e injusto -como los otros- respecto a Tí.

¡Ser herodiano!…

Ante las otras castas, es poco menos que ser pagano.

No digo que seamos unos santos.

Es verdad que no lo somos.

Hemos incurrido en impureza por una finalidad impura.

Hablo como si fuera todavía el herodiano de antes de ser tuyo.

Somos por tanto, doblemente impuros, según el juicio humano:

Porque nos hemos aliado con los romanos buscando nuestro propio beneficio.

Pero dime, Maestro…

Tú que siempre dices la verdad y no te abstienes de decirla por temor a perder un amigo.

Entre nosotros, que nos hemos aliado con Roma para…

Gozar todavía de efímeros triunfos personales.

Los fariseos, jefes de los sacerdotes, escribas, saduceos, que se alían con Satanás, para luchar contra Tí.

Y todos los del Templo que se han aliado con los herodianos, para destruirte.

¿Quién es más impuro?

Yo, ya ves que ahora que he visto que el partido de los herodianos se pone contra Tí, los he dejado.

No digo esto para que me alabes, sino para manifestarte cómo pienso.

¡Y ellos, hablo de los fariseos y sacerdotes, escribas y saduceos…

creen que sacan un beneficio de esta inesperada alianza de los herodianos con ellos!

¡Desdichados!

No saben que los herodianos lo hacen para ganar méritos ante los romanos…

Y por tanto, mayor protección de éstos.

Y después…

Definidos y terminados la causa y el motivo que los une ahora;

abatir a los que ahora toman como aliados.

Éste es el juego recíproco de los unos y los otros.

Todo está basado en el engaño.

Y esto me repugna de tal manera, que por eso me he independizado del todo.

Tú…

Tú apareces como un gran fantasma amedrentador.

¡Para todos!

Y eres también el pretexto para el sucio juego de los intereses de los distintos partidos.

¿El motivo religioso?

¿El sagrado desdén hacia “el blasfemo”, como te llaman?

¡Todo son engaños!

Tú les infundes mucho miedo…

¡A todos!

El único motivo es, no la defensa de la Religión, no el sagrado celo por el Altísimo;

sino sus intereses, ávidos, insaciables.

Me dan asco como cosa inmunda.

Y quisiera…

Quisiera que fueran más valerosos los pocos que no son inmundicia.

Temen por sus intereses…

¡Ah!…

¡Cómo me es gravoso y me desagrada llevar una vida doble!

Quisiera seguirte solo a Tí.

Pero te sirvo más así, que si te siguiera.

Siento este peso tan grande…

Pero dices que será pronto…

Como…

Maestro, Tú dices que pronto serás Inmolado.

¿Pero realmente serás inmolado como el Cordero?

¿No es un lenguaje figurado?

La vida de Israel está tejida con símbolos y figuras…

–             Tú quisieras que eso no me pasara.

Y quisieras que conmigo fuera así.

No, mi caso no es una figura.

–            ¿No lo es?

¿Estás completamente seguro?

Yo podría…

Muchos podríamos repetir antiguos gestos haciendo que te ungieran como Mesías.

Y podríamos defenderte.

Bastaría una palabra para que surgieran a millares los defensores del verdadero Pontífice santo y sabio.

Ya no hablo de un rey terreno, porque ya sé que tu Reino es enteramente espiritual.

Pero, dado que humanamente fuertes y libres no lo seremos ya nunca;

pues al menos que sea tu santidad la que gobierne y dé nueva salud al corrompido Israel.

Tú lo sabes…

Nadie aprecia al actual sacerdocio o a quienes lo sostienen.

¿Quieres esto, Señor?

Ordena y yo actuaré.

–             Ya has avanzado mucho en tu pensamiento, Mannahém.

Pero todavía estás tan lejos de la meta como la Tierra del Sol.

Yo seré Sacerdote…

No se trata de una figura.

Es una realidad.

Seré Sacerdote para siempre.

Pontífice Inmortal de un Organismo al que daré vida, hasta el fin de los siglos.

Pero no seré ungido con el óleo de la alegría, ni proclamado y defendido con actos violentos…

Expresión de la voluntad de un puñado de fieles, que llevarían a la Patria a una escisión más feroz aún.

Y a hacerla más esclava que nunca.

¿Y crees que una mano de hombre puede ungir al Cristo?

En verdad te digo que no.

La verdadera Autoridad que me ungirá Pontífice y Mesías es la de Aquel que me ha enviado.

Ningún otro que no sea Dios;

puede ungir a Dios como Rey de reyes y Señor de los señores, para toda la Eternidad.

–             ¡Entonces…!

¡¡No se puede hacer nada!!

¡¿Entonces nada?!

¡¿No hay NADA que hacer?!

¡Esto es insoportable!

¡Oh, mi dolor es…!

Mannaém empieza a llorar…

Inclina la cabeza agregando:

¡Me entristece tanto…!

Jesús sonríe y responde:

–           Si puedes hacer algo…

Amarme.

Amarme con la humanidad y con el espíritu;

de la misma forma que Yo os amo con el Espíritu y la Humanidad,

para estar conmigo más allá de la Humanidad.

Amarme.

Amar no al Hombre que se llama Jesús…

Sino lo que Es Jesús.

Ahí está todo.

Jesús enfatiza por tercera vez:

AmarMe.

En eso se resume todo.

Amar no a la criatura que lleva por nombre Jesús…

Sino a lo que Jesús ES.

Amarme con todo tu ser, así como Yo os amo;

para que estés conmigo más allá de lo temporal.

¡Seremos muy felices en el Reino de mi Padre, nosotros que nos amamos!

Mira qué hermosa aurora.

La luz tímida de las estrellas no llegaba hasta aquí dentro;

pero la luz segura del Sol, sí.

Lo mismo sucederá en los corazones de aquellos que lleguen a amarme con justicia.

Vamos afuera, al silencio del monte, exento de voces humanas enronquecidas de intereses.

Jesús sale afuera de la cueva con Mannaém a su lado.

Sigue contemplando y añade:

Mira aquellas águilas.

Mira cómo se alejan con amplios vuelos en busca de presa.

¿Vemos las presas?

Nosotros, no;

pero las águilas sí;

porque el ojo del águila es más poderoso que el nuestro.

Y desde arriba, donde se cierne en vuelo, ve un amplio horizonte y sabe elegir.

Yo también.

Lo que vosotros no veis Yo lo veo.

Y desde arriba, donde aletea mi espíritu, sé elegir a mis dulces presas.

No para despedazarlas, como hacen los buitres y las águilas…

Sino para llevarlas conmigo.

¡Seremos así felices allí, en el Reino del Padre mío, nosotros, que nos hemos amado!…

Y Jesús, que hablando, ha salido a sentarse al sol a la entrada de la caverna;

teniendo a su lado a Mannahém, lo arrima ahora hacia Sí…

Manteniéndolo estrechado por los hombros…

Calla y sonríe a algo que ve y contempla…