874 La Astucia Satánica
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
565a Jesús conforta a Samuel, turbado por Judas de Keriot.
En la cima del monte donde Jesús acostumbra orar, desde que se encuentra en el Destierro en Efraín…
Jesús confiesa:
– Yo soy el primero que en mi dúplice Naturaleza, sueño con ese altar…
Quisiera verlo rodeado de santidad como corresponde.
Como Hijo de Dios, todo aquello que para Él es honor, es para Mí suave voz…
Como Hijo del hombre, como israelita.
Y por tanto, Hijo de la Ley…
Veo el Templo y el altar como el lugar más sagrado de Israel…
El lugar en que nuestra humanidad puede acercarse a lo divino.
Y perfumarse con esa aura que rodea al Trono de Dios.
Yo no anulo la Ley, Samuel.
Para mí es sagrada porque la ha dado mi Padre.
Yo la perfecciono e introduzco las partes nuevas.
Como Hijo de Dios, puedo hacerlo.
Para esto me ha enviado el Padre.
Vengo para fundar el Templo espiritual de mi Iglesia…
Contra el cual hombres ni demonios prevalecerán.
Pero las Tablas de la Ley tendrán necesariamente un puesto de honor en él…
Porque son eternas, perfectas, intocables.
Ese “No hagas eso, ni ese pecado”
Contenido en esas tablas, que comprenden en su lapidaria brevedad,
todo lo necesario para ser justos ante los ojos de Dios…
No resulta anulado por mi Palabra.
¡Al contrario!
Yo también os repito esos Diez Mandamientos.
La única cosa es que os digo que los practiquéis con perfección…
O sea, no por miedo a la ira de Dios contra los transgresores;
sino por amor a vuestro Dios, que es Padre.
Yo vengo a poner vuestra mano de hijos, en la de vuestro Padre.
¡Cuántos siglos hace que esas manos están separadas!
El Castigo separaba.
La Culpa separaba.
Pero, habiendo venido el Redentor, el pecado está para ser anulado.
Caen las barreras.
Sois de nuevo los hijos de Dios.
– ¡Es verdad!
Tú eres bueno y das ánimos.
Siempre.
Sabes las cosas.
Por lo cual no te voy a manifestar mi angustia.
Lo que sí que te pregunto es esto:
¿Por qué los hombres son tan perversos, tan insensatos y necios?
¡¿Cómo…?!
¡¿Qué artes tienen para podernos sugestionar tan diabólicamente en orden al Mal?
Y nosotros…
¿Cómo somos tan ciegos, que no vemos la realidad y creemos en las mentiras?
¿Cómo podemos transformarnos tanto en demonios?
¡¿Y persistir en ello, estando a tu lado?!
Yo miraba allí, y pensaba…
Sí…
Pensaba en cuántos regueros venenosos salen de allí para turbar a los hijos de Israel.
Pensaba que cómo puede la sabiduría de los rabíes desposarse con tanta maldad…
Con una maldad que altera las cosas para hacer caer en trampas.
Pensaba, sobre todo, esto, porque…
Samuel, que había hablado fogosamente, se detiene de golpe…
E inclina la cabeza.
Jesús termina la frase:
– …Por qué Judas, mi apóstol, es como es…
Me causa dolor a Mí y se lo causa a quienes me rodean o vienen a Mí, como tú has venido.
Lo sé.
Judas trata de alejarte de aquí…
De arrancarte de Mí.
Se burla de tí y te hace insinuaciones…
– No sólo a mí.
Sí…
Envenena mi alegría de haber entrado en la justicia.
Me la envenena con tanto arte, que me veo y me siento aquí como un traidor…
De mí mismo y tuyo.
De mí, porque me engaño creyendo ser mejor…
Cuando en realidad voy a ser la causa de tu ruina.
Yo, efectivamente, no me conozco todavía…
Podría, al encontrarme con los del Templo, ceder en mi propósito y ser.. .
¡Oh, si lo hubiera hecho ahora…!
¡Habría tenido el atenuante de que no te conocía, en lo que Tú Eres!
Porque de Tí sabía lo que se me decía para hacer de mí un maldito.
¡Pero si lo hiciera ahora!
¡Qué maldición caerá sobre el que traicione al Hijo de Dios!
Yo estaba aquí…
Pensativo, sí.
Pensaba a dónde huir para ponerme al amparo de mí mismo y de ellos.
Pensaba escapar a algún lugar lejano, para unirme a los de la Diáspora…
Lejos…
Muy lejos, para impedirle al demonio hacerme pecar…
Tu apóstol tiene razón en desconfiar de mí.
Él me conoce…
Porque, conociendo a los Jefes, nos conoce a todos nosotros…
Y tiene razón en dudar de mí Cuando dice:
“¿Pero no sabes que Él nos dice que seremos débiles?
¡Imagínate, nosotros que somos los apóstoles y que llevamos con Él tanto tiempo!
¡Y tú, que estás emponzoñado con el viejo Israel y que acabas de llegar…!
¡Además, que has llegado en unos momentos que a nosotros nos hacen temblar…!
¿Crees que vas a tener la fuerza de mantenerte justo?”.
Tiene razón.
El hombre inclina la cabeza totalmente abatido.
Jesús exclama:
– ¡Cuántas tristezas saben darse los hijos del hombre!
En verdad Satanás sabe usar esta tendencia de ellos para sumirlos en el terror…
Y separarlos de la Alegría que sale a su encuentro para salvarlos.
Porque la tristeza del espíritu, el miedo al mañana, las preocupaciones…
Son siempre armas que el hombre pone en manos de su adversario…
El cual lo aterroriza con los mismos fantasmas que el propio hombre se crea.
Y hay otros hombres que en verdad, se alían con Satanás, para ayudarle a aterrorizar a los hermanos.
Pero, hijo mío…
¿Es que no hay un Padre en el Cielo?
¿Un Padre que de la misma forma que dispone providente, para este tallito herbáceo esta fisura en la roca…
Esta fisura llena de tierra, hecha de forma que la humedad del rocío, deslizándose por la piedra lisa,
se recoja en ese surco estrecho para que el tallito pueda vivir y florecer con esta florecilla diminuta…
Cuya belleza no es menos admirable que la del gran Sol que resplandece en el cielo:
Ambos obra perfecta del Creador…
Un Padre que, de la misma forma que prodiga su cuidado para con el tallito de una hierba nacida en una roca…
Tendrá cuidado – ¿Cómo no?-… De un hijo suyo que quiere firmemente servirle?
¡Oh, en verdad, Dios no defrauda los buenos deseos del hombre…!
Porque es Él mismo el que los enciende en vuestros corazones.
Es Él, providente y sabio…
¡El que crea las circunstancias para favorecer el deseo de sus hijos..!.
Y no sólo para eso…
Sino también para enderezar y perfeccionar un deseo de honrarlo, que va por caminos imperfectos…
Para que sea un deseo de honrarlo por caminos justos.
Tú estabas entre éstos.
Creías…
Querías…
Estabas convencido de honrar a Dios persiguiéndome a Mí.
El Padre vio que en tu corazón no había Odio hacia Dios…
Sino un deseo de darle gloria quitando de este mundo,
a Aquel del que te habían dicho que era enemigo de Dios y corruptor de almas.
Entonces creó las circunstancias para satisfacer tu deseo de dar gloria a tu Señor.
Y ya ves, ahora estás entre nosotros.
¿Vas a pensar que te va a abandonar Dios ahora que te ha traído aquí?
Sólo si tú lo abandonas podrá sobrepujarte la fuerza del Mal.
Samuel proclama:
– Yo no lo quiero.
¡Es sincera mi voluntad!
– ¿Y entonces de qué te preocupas?
¿De la palabra de un hombre?
Déjalo que hable.
Él piensa a su modo.
El pensamiento del hombre es siempre imperfecto.
De todas formas, me ocuparé de esto.
– No quiero que le reprendas.
Me basta con que me asegures que no pecaré.
– Te lo aseguro.
No te sucederá porque tú no quieres que te suceda.
Porque, mira, hijo mío;
De nada te valdría el ir a la Diáspora…
Ni siquiera el ir a los extremos confines de la Tierra, para preservar tu alma del odio al Mesías…

En la Tierra el Amor de Jesús DOSIFICA nuestro calvario, Nos da el HEROÍSMO para el martirio. Y ÉL ES EL CIRENEO que nos ayuda a recorrer el Camino Y subir a la Cruz……
Y del castigo por ese odio.
Muchos en Israel no se mancharán materialmente con el Delito…
Pero no serán menos culpables, que los que me condenen y ejecuten la sentencia.
Contigo puedo hablar de estas cosas, porque tú ya sabes que todo está dispuesto para esto.
Sabes los nombres y conoces los pensamientos de los que están más enfurecidos contra Mí.
Tú lo has dicho:
“Judas nos conoce a todos porque conoce a todos los Jefes”
Pero si es verdad que él os conoce…
También lo es que vosotros, menores…
Porque sois como estrellas menores en torno a los astros mayores.
Sabéis igualmente lo que se trabaja y cómo se trabaja…
Y quién trabaja…
Qué complots se hacen y qué medios se planean…
Por eso, puedo hablar contigo.
No podría hacerlo con los otros…
Los otros no saben lo que sé padecer y compadecer…