100.- UNA FAMILIA CRISTIANA
Es una fresca mañana, con un cielo despejado y un mar tranquilo en las costas de Sicilia.
En la villa señorial enclavada en los altos acantilados sobre una playa de ensueño,
Marco Aurelio entra a la biblioteca.
Y algo llama su atención:
Sobre la mesa de trabajo de Maximiliano se puede leer claramente un título en su última obra literaria:
“CRÓNICA DE LA MAGNA TRAICIÓN”
La contempla pensativo, pero no se atreve a tomarla.
Sobre el estante, en unos cilindros de plata labrada que están todavía embalados, excepto uno que está separado de los demás y pareciera que su dueño, lo hubiese dejado para retomarlo luego.
El cilindro está abierto y su contenido es un pergamino que está un poco desplegado sobre el escritorio de Maximiliano.
Marco lo levanta y lee los primeros párrafos…
Y una emoción contenida, llena de alegría su rostro. Lo contempla con gran reverencia, le da un beso y lo aprieta contra su pecho.
Mientras cierra los ojos y una plegaria silenciosa, de amoroso agradecimiento, se eleva desde lo más profundo de su corazón.
Después de unos minutos, lo deposita sobre la mesa con cuidado, dejándolo tal y como lo encontró.
Luego pasea su mirada detenidamente a su alrededor y ve todos los detalles que decoran aquel salón.
El inconfundible buen gusto de su tío ha adquirido una nueva faceta: ya no es tan epicúreo, se ha vuelto más sobrio.
Ha dejado de ser tan perfeccionista en lo que se refiere a lo físico y al exterior de las personas, ahora dirige todas esas exigencias al plano espiritual.
Pero no son las riquezas materiales lo que prevalece y hace que aquel lugar le parezca tan perfecto y lleno de bienestar.
Es la gran paz que se respira en cada rincón y que envuelve a todos los habitantes de esta bienaventurada casa.
Se le escapa un profundo suspiro y camina despacio travesando lentamente la estancia hasta llegar al otro extremo.
Frente a la mesa, junto al enorme ventanal que da hacia el mar, está una cruz de mármol adosada a la pared.
Del otro lado, un cuadro al que adorna un hermoso marco de plata primorosamente trabajado, en el que está escrito en griego:
“La fórmula de la vida cristiana es:
Creer, Esperar, Amar, Confiar, Orar, Callar, Aceptar, Sufrir, Ofrecer, Adorar.
De esta manera los dones que hemos recibido de Dios, de Fe, Esperanza y Caridad; se concretizan día tras día; hora tras hora; obrando de manera cierta, la santificación.
Despues de haber aprendido a vivir muriendo; hay que saber morir amando y de forma segura, llegaremos a la Patria Prometida en los brazos de Jesucristo, nuestro Salvador.
Él nos entregará a nuestro Amado Padre Eterno.
En el cumplimiento de la Misión, está nuestra Salvación…
Y del Tamaño de la Misión, es el tamaño de la Tentación.
El Camino del Calvario, debemos recorrerlo con confianza y amor por nuestro Señor y Dios.
El Espíritu Santo es nuestra fortaleza.”
Marco Aurelio lo lee y sonríe.
A Petronio siempre le encantó compendiar las cosas importantes de su vida…
Y es evidente que ya hizo lo mismo con el cristianismo.
El antiguo tribuno, sale a la terraza y su rostro se ilumina con una sonrisa de alegría plena.
Contempla dichoso la escena que está frente a sus ojos:
En el pequeño grupo que está junto al estanque, Maximiliano está ocupado en destrabar los dos pequeños barcos de madera tallada,
con los que jugaban Xavier, el hijo menor de Maximiliano y Alexandro, el hijo más pequeño de Marco Aurelio.
En el jardín, junto a la fuente; las gemelas de tres años: Susanne y Carolina, hermanas de Alexandro, juegan muy divertidas con un cervatillo, unas ardillas y unas palomas.
Las gemelas María Elisa y Rosemary junto con Sergio, hijos de Maximiliano; Ximena, Jorge, Leonardo y Santiago, hijos de Marco Aurelio y media docena de niños más grandecitos.
Juegan alegremente con Daniel y Jazmín, los jóvenes encargados de cuidarlos.
Marco Aurelio se retira y se acerca al otro ventanal.
Desde allí se ve la terraza donde Aurora y Alexandra terminan de disponer la mesa, con los alimentos que los siervos han traído, pues es la hora del almuerzo.
Las dos se ven en su plenitud de mujer; tan bellas como siempre y conversan alegremente, mientras hacen su trabajo.
Luego se retiran a un rincón de la terraza, para dialogar mientras esperan a los demás y reunirse para comer.
Después de la Eucaristía de esa mañana, las dos familias comparten el Domingo, día consagrado al Señor y centro de instrucción y diálogo en el que fortalecen la Fe.
Creciendo en sabiduría, en amor y en gracia, con el Espíritu Santo guiándolos, sobre todo cuando la Persecución arrecia en ferocidad.
Bajo el ventanal, en el jardín y junto a una palmera; están dos niños mayorcitos, dándole zanahorias a un pequeño corcel blanco.
Marco Aurelio escucha la voz seria del pequeño Sebastián, que ya cumplió once años de edad:
– Si el Anticristo viniera ahorita y matase a todos los sacerdotes, ¿Cómo recibirías la Eucaristía?
La voz de María Rubí, la hija mayor de Maximiliano que tiene nueve años de edad, resuena clara y vibrante, en su infantil gravedad:
– Se la pediría a Misael, mi ángel de la guarda.
– ¿Y si no supieras el nombre de tu ángel, cómo podrías recibirla?
María Rubí dice con un dejo de fastidio:
– ¡Qué pregunta Sebastián!
Todos los cristianos conocemos a nuestros ángeles guardianes.
Sebastián objeta:
– Pero algunos niños todavía no los conocen.
El otro día estuve jugando en el puerto con Samuel, un niño hebreo; mientras papá embarcaba el vino y él no sabía el nombre de su ángel.
– Bueno, si yo fuera judía y no conociera a mi ángel, se la pediría a Jesús y Él me la daría. Él es tan Bueno y siempre platica conmigo cuando le hablo.
El día que todos estaban reunidos para recibir al obispo; estaba yo sola en la cocina y me dijo poco a poquito, como hiciera una tarta de frutas con nueces…
Para hacerle un regalo a mamá. Íbamos a darle una sorpresa…
– ¡Ah! Ya recuerdo. Fue la que…
Una sonrisa llena de ternura, ilumina la cara de Marco Aurelio mientras se aleja de la ventana.
Y las voces de los niños se convierten en un murmullo.
Luego, con determinación, camina silbando alegremente a lo largo de la galería porticada, hasta la salida de la terraza.
Cuando lo ven sus gemelas, corren a su encuentro; tendiéndole los bracitos y gritando alborozadas:
– ¡Papito! ¡Papito!
Él las levanta en sus fuertes brazos de soldado. Y caminando con ellas, mientras lo llenan de besos, se dirige hacia el triclinio exterior.
Se encuentra con Maximiliano, que ha dejado a los niños jugando con los barcos en la fuente y se dispone a entrar en el triclinium.
Sin soltar a las niñas, Marco Aurelio pregunta sonriente:
– Acabo de ver en tu biblioteca dos libros maravillosos…
Uno de ellos, el Evangelio del Médico Lucano… ¡¿Cómo lo conseguiste?!
Maximiliano contesta:
– Teófilo tiene varios copistas y me lo envió junto con el último embarque de trigo y de lino.
– Quien te viera ahora, convertido en hacendado y cultivador de granos.
– Es mucho más agradable que la política. Dios ha sido muy Bueno con nosotros y a ti no te va tan mal con la exportación de vinos.
Marco Aurelio deposita a las gemelas en la mesa donde comen los niños y después se sienta en el lecho triclinario junto a donde está su tío,
Comentando:
– Nuestros viñedos juntos y el trabajo bendecido, hacen que nuestra comunidad sea una de las más prósperas. Pero ya sabes que todo podemos perderlo en cualquier momento.
– Eso es un hecho. Por eso hay que disfrutarlo, mientras el Señor nos permita administrar sus dones.
Con la ayuda de Héctor nuestro administrador; nuestras posesiones conjuntas rinden copiosos beneficios.
– ¡Quién lo dijera, que el secreto de la riqueza está en compartir con el amor a Dios!
El Obispo Iván se quedó muy agradecido con nuestra última aportación y dijo que esto permite que la Iglesia sea más generosa…
Y no haya necesitados entre los cristianos.
– ¡Oh sí! Esa fórmula es fantástica:
Un tercio para el templo; un tercio para beneficencia y un tercio para nuestras necesidades particulares.
Héctor está asombrado y dice que a pesar de quedarnos con solo un tercio, parece que la riqueza se multiplicara en las arcas.
Las cosechas son cada vez más abundantes y los envíos para Roma tambien han aumentado.
El aceite de oliva es de excelente calidad.
– Al mismo tiempo que disfrutamos de un gran bienestar.
Es maravilloso no estar preocupados por nuestros patrimonios, ni por la economía.
Aprender el despojo de la Pobreza de Espíritu, fue lo mejor que pudo habernos pasado.
Así estamos listos para el martirio, en el momento que seamos requeridos.Maximiliano miró hacia donde están sus esposas y reflexionó:
– Cada día adoro más a este Dios Maravilloso que nos hace tan felices.
Nuestros hijos están aprendiendo a amar de verdad, educándose en valorar lo material y terreno como un don para ser administrado sabiamente.
Gracias a esta doctrina bendita que cuando conquiste al mundo, lo convertirá en un paraíso como el que ya estamos gozando.
Porque la Fuerza del Amor es irresistible y Nerón no podrá impedir que conquiste a todo el imperio…
Y termine gobernando el mundo entero.
Marco Aurelio confirmó:
– Sin querer gracias a Nerón, somos ricos en lo material y lo disfrutamos como lo que es: algo perecedero.
Su persecución fortalece nuestra fe en el Único Dios Verdadero…
Y el amar hasta dar la vida por ÉL es lo que nos ha hecho infinitamente felices.
– Tienes razón. Algún día yo pedí amar así, porque el testimonio de la sangre es el más poderoso.
Cuando vi a Nerón patear la cabeza desprendida de Joshua y todo el impactante espectáculo que siguió…
Fue cuando decidí abandonarlo todo para conocer a este Dios Poderosísimo,
Que trastornó todos los planes de Enobarbo en aquel banquete inolvidable…
Y ese fue el dia de mi verdadera conversión…
– ¡Qué si lo recuerdo!…
Yo estaba aterrorizado de que entre los jóvenes elegidos por Tigelino, estuviera también Alexandra.
– Igual yo. Y lo lamentaba profundamente, porque me sentía culpable de vuestro infortunio.
Pero el Señor nos regaló una noche magistral…
Los cristianos volvieron de cabeza todo el Palatino y nadie le hizo caso a Julia Mesalina cuando se desmayó.
– Yo ya los conocía y los admiraba muchísimo.
Pero nunca había visto el poder de Dios, desplegado de forma tan portentosa.
Sentir al Espíritu Santo con esa fuerza, es una experiencia sublime.
Bernabé lo sabe mejor que nadie.
– ¿Todavía no regresa?
– Se quedó ayudando con el último embarque de vino. Ya no debe de tardar.
– El día que mató al toro germano y vi todo lo que sucedió en la arena, no lo podía creer…
Por mi parte, me quedé pasmado con la sinceridad y el heroísmo de todos aquellos jóvenes.
Y por su desprecio absoluto ante la muerte.
– Al no tener ningún apego, disfrutamos de la verdadera Libertad.
Y somos maravillosamente ricos en lo espiritual.
Jamás imaginé que llegaría a poder amar a mi familia y a Alexandra como los adoro…
Y sin embargo no tener miedo de desprenderme de ellos si me capturan a mí…
O si ellos son llamados primero, al encuentro anhelado con nuestro Padre y Creador.
¡Es maravilloso y absolutamente increíble! Puedo decir esto con toda sinceridad.
Y estoy viendo a nuestros hijos jugando felices, ¡Míralos!
El ex augustano sonríe con comprensión.
Y mira el alborozado grupo de niños y mascotas bulliciosos, que llenan alegría todos los rincones de aquella villa romana.
Él siente lo mismo que su sobrino y sabe perfectamente de lo que está hablando.
Desde que experimentó el verdadero amor, su vida está plena de felicidad.
Y mueve la cabeza al recordar el vacío insaciable lleno de inquietud y amargo hastío,
Que lo invadían en los lujosísimos salones de la corte imperial, durante los años que vivió sumergido en la política.
“Un verdadero desperdicio…” Piensa con cierta consternación.
Sacude la cabeza tratando de alejar los amargos ecos de su pasado.
Y dice con alegría:
– Lo importante es no descuidar lo primordial.
Y pensando precisamente en ello, también he preparado una copia del Evangelio de Lucano, para regalarla a ti y a tu familia.
Marco Aurelio se sorprende gratamente.
Y exclama:
– ¡Oh! ¡Muchas gracias Maximiliano, acabas de darme una gran alegría!
Leí el primer párrafo en tu biblioteca y pensaba venir por las tardes, para meditarlo en oración.
– Siempre eres bienvenido en esta casa.
Pero la copia la preparé pensando en ti y en Alexandra.
Ahora podrás meditar su lectura, también en vuestra oración personal.
– Ese es un Libro Sagrado, todos los cristianos lo amaremos y será el alimento que necesita nuestra vida espiritual.
– También tengo doce copistas y tres maestros pintores para ilustrarlo, trabajando en ello.
Los otros pergaminos les serán entregados a los sacerdotes que nos pastorean…
Y para quienes el obispo lo considere necesario, para la Liturgia de la Palabra.
Y siguen conversando animadamente…
En el enorme jardín que está bordeado de altísimas palmeras y un bosquecillo de árboles que se internan hasta la montaña al lado de los enormes viñedos, huertos y olivares que forman lo que fueran las dos propiedades.
Y ahora son solo una, con dos casas solariegas.
También está la terraza con el triclinio exterior, en donde son las comidas familiares.
Es un gran quiosco sombreado con vides y madreselvas, adornado con hiedras alrededor de las columnas, cuyas enredaderas de flores se extienden sobre los árboles que bordean los senderos.
Que conducen unos, hacia el borde del acantilado y otros que llegan hasta donde ellos están conversando.
En el lindero se ven las elegantes figuras de las dos esposas, seguidas por la tropa de niños y las jóvenes que las acompañan.
Hay también un arroyuelo cuyas orillas están bordeadas por setos de flores diversas:
Lirios, azucenas, gladiolos y rosales, engalanados con magníficos colores.
Que desemboca en una hermosa fuente y luego en un pequeño lago de agua cristalina.
Con peces de colores, variadas especies de aves, bordeado por juncos; donde los cervatillos y demás animales domésticos se acercan para beber.
Y bajo la enredadera llena de flores, con los destellos de luz que iluminan sus rostros y sus figuras.
Tanto Marco Aurelio como Maximiliano, recuerdan aquel lejano día cuando el consejero de Nerón conociera al rehén del César; cuya cautivadora hermosura no ha cambiado con el tiempo.
También cuando se enamoró perdidamente de la que fuera su esclava y la rememoró en los tiempos en que los dos eran paganos.
Él, que por su oposición a mezclarse con quien consideraba inferior, con su soberbia absurda había provocado la tragedia que hundió en el infortunio a Marco Aurelio y Alexandra.
En aquellos lejanos días, jamás hubiera pensado que descendería a casarse con una esclava griega.
Pero las virtudes encerradas en Aurora, lo conquistaron plenamente.
Y habían aumentado maravillosamente, desde que los dos se convirtieron en cristianos.
Si cuando los dos hacían ofrendas ante Afrodita, le parecía tan incomparable, ahora que la adorna la gracia…
Le da gracias a Dios que le haya destruido el orgullo que le impedía reconocer la verdad y la verdadera felicidad.
Ahora ella camina por el sendero, conversando alegremente con la que considera su hermana.
Maximiliano las observa y ríe con la paradoja: una princesa cautiva y una esclava, son los tesoros que Jesús les reservó a los Petronio para hacerlos tan dichosos.
La princesa Alexandra camina junto a su reina: la esposa que le sigue pareciendo la mujer más hermosa del mundo.
Su Aurora amadísima que le ha dado las mayores satisfacciones que hombre alguno haya disfrutado jamás.
Cuando el grupo se instala alrededor de las mesas y ellas llegan junto a sus esposos, los saludan amorosas.
Y les dan un dulce beso.
Alexandra comenta agradecida:
– Acaba de decírmelo Aurora. ¡Qué regalo más maravilloso!
Nos va a servir para educar y formar a todos nuestros hijos. ¡Muchas gracias Maximiliano!
Marco Aurelio pregunta curioso:
– También vi la “Crónica de una Traición”. ¿Así lo vas a titular?
Maximiliano dice con voz insegura:
– Todavía no me decido totalmente. Es la semblanza de Judas de Keriot.
Tal y como nos la relató Pedro en La Puerta del Cielo, la última vez que lo vi, antes de tomar el barco en Ostia.
Y cómo me la complementó Publio Quintiliano, durante el viaje hasta aquí, cuando nos regresamos de Roma.
Alexandra confirmó:
– ¡Oh, sí! Publio conoció a Jesús y a Judas en la Puerta de los Peces, en el Templo de Jerusalén.
Las enseñanzas de Jesús, durante los cinco años que estuvo en la corte de Pilatos, lo convirtieron en cristiano y en testigo de todo lo que sucedió.
Él nos hablaba de ello, en nuestras reuniones familiares.
Maximiliano dice:
– Así es. Él me dio datos muy interesantes…
Y mirando a Marco Aurelio, agrega:
– Es un título apropiado, ¿No te parece?
Marco sonríe y contesta:
– Creo que está perfecto. ¿Ya lo terminaste?
Suspirando satisfecho,
Maximiliano contesta:
– Sí. Ya está listo para que lo disfrutemos en nuestras reuniones dominicales.
Marco Aurelio no pudo contener su impaciencia y cuestionó:
– ¿A partir de…?
– Hoy mismo si así lo prefieren.
Alexandra exclamó:
– Ahora conoceré la historia completa…
¡Qué felicidad! ¡Bravo! Estoy impaciente por saber lo que escribiste.
Porque también nos vas a hablar de Jesús y ¡Eso es maravilloso!
Aurora confirmó:
– ¡Yo también! Siempre he respetado muchísimo el trabajo de este esposo tan amado.
Se inclina sobre Maximiliano y lo besa tiernamente en los labios.
Y dirigiéndose a todos,
Dice:
– Y este libro me tiene en suspenso desde hace meses.
Justo desde que tomó una forma definitiva… ¡Y por fin se va a revelar el misterio!
Maximiliano dice a la joven que acompaña a los niños:
– Jazmín, Por favor llama a Héctor.
– Si amito.
Y la jovencita se levanta y sale corriendo hacia el interior de la casa.
Maximiliano mueve la cabeza,
Y dice:
– Después de años y no puedo quitarles la costumbre.
Aurora la defiende:
– Cielito, ¡No es fácil! A mí todavía se me dificulta y soy tu esposa.
En eso llega el antiguo mayordomo, que ahora se desempeña como administrador.
Y dice haciendo una leve inclinación de cabeza:
– A tus órdenes amo.
Maximiliano exclama:
– ¡Otro igual!
Héctor se disculpa:
– Perdóname, todavía no logro decirte hermano.
– Al menos intenta llamarme por mi nombre.
– ¡Ha! Eso no… Te lo agradezco mucho.
Pero en mi corazón eres mi hermano, aunque no sea tan osado para tratarte cómo quieres.
– Está bien. No te llamé para discutir esto. Siéntate a almorzar con nosotros.
Y ahorita que nos traigan el vino, dile a Darío que avise a toda la familia, que después de la comida nos reuniremos en el jardín principal para la lectura de mi último libro.
El que desee compartirla está cordialmente invitado.
Héctor exclama sorprendido:
– ¡Oh, amito! ¿Ya terminaste la Historia de Judas?
¡Todos la estamos esperando con ansia! Les va a dar mucho gusto saberlo…
Maximiliano hace un cómico gesto de exasperación hacia Marco Aurelio,
Como diciendo:
– ‘¿Ves a lo que me refiero?’
Y mirando a su administrador,
Comenta:
– ¡Oh hermano! No creas que no me he dado cuenta que el salón de los copistas es el más visitado por toda la familia.
De seguro Aquiles ya les ha prestado algunos manuscritos…
– ¡Ciertamente no te equivocas amito!
Héctor suelta la carcajada y la conversación se generaliza.
A continuación Maximiliano, que es el anfitrión, ofrece y bendice los alimentos.
Luego la comida se convierte en un banquete de amor, donde todos comparten el gozo de poseer a Dios…
Y la bienaventuranza que significa vivir con Él y para Él.
Porque al Padre Celestial, le gusta ver felices a sus hijos…
Dos horas más tarde, más de un centenar de personas escuchan anhelantes.
Las primeras palabras de lo que serán los relatos imprescindibles, en las plácidas tardes dominicales:
“CRÓNICA DE LA MAGNA TRAICIÓN…”
Es una florida y esplendorosa mañana primaveral. El aire está perfumado con el aroma de los azahares y del incienso.
En el grandioso edificio hay unos patios colosales con elaboradas fuentes, magníficos pórticos y amplias escalinatas que conducen de un lugar a otro…
Convirtiéndolo en un auténtico laberinto, prototipo de un portentoso genio arquitectónico.
Está lleno de una fervorosa multitud que lo inunda con una ruidosa algarabía. Es el Templo de Jerusalén en días de fiesta…
El viento que transporta las palabras como si fueran una exquisita melodía, hasta los oídos atentos de un auditorio que las atesora en su corazón…
También mece las palmeras y sus dátiles rumorean como castañuelas…
Llegando hasta la terraza y mezclando el aroma de los azahares con la brisa del mar y los alimentos…
Y así transcurre el tiempo, en la vida de esta familia cristiana, como hay muchas…
En el aire se oyen las risas de los seres humanos que comparten el tesoro del amor, de la paz en medio de la belleza imponente, del magnífico paisaje que los rodea…
Ellos lo disfrutan como todos los días. Y cada día lo viven como si fuera el último.
Pues nadie sabe lo que sucederá mañana, ni cuando deberán ofrecer su holocausto personal. Pero están preparados…
Dos milenios más tarde,
Cuando el mundo en el que ahora se desenvuelven sea sólo una asombrosa curiosidad…
Convertida en ruinas, que los arqueólogos develarán…
Cuando sus personas estén cubiertas con el velo del tiempo…
Y la sombra de la incredulidad, que los teólogos contemporáneos habrán convertido en leyenda…
Pero que los cristianos perseguidos por el Anticristo redescubran.
CUANDO DECIDAN IMITAR SUS EJEMPLOS,
PARA DEFENDER SU FE CRISTIANA.
Cuando los conozcan y comprueben lo que con sus testimonios dejaron como evidencia,
La Historia será su juez implacable.
Y la Historia también será testigo de la Verdad…
Por ahora están preparados…
Podría ser hoy…
Hoy. Hoy es el presente.
Hoy hay que dar las gracias a Dios por…
La vida, por el amor, por la creación que él hizo para nuestro bienestar.
Por todos los dones que nos han sido dados…
En un verano futuro, ellos deberán dar también el testimonio de la sangre.
Porque Maximiliano y Aurora, Marco Aurelio y Alexandra, Héctor y todos los demás…
Consagrarán el Colosseum…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
98.- ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA
Y el pobre pueblo romano, a los ultrajes y males que procedían del Príncipe, tuvo que agregar otros desastres:
El siguiente otoño hubo una peste que costó treinta mil vidas.
Casi simultánea con una derrota sangrienta en Bretaña, seguidas del pillaje de dos importantes fortalezas y de la matanza de un gran número de ciudadanos y de aliados.
El imperio perdió Armenia y Tigelino vio impotente como se perdieron varias legiones que casi provocaron también la pérdida de Siria.
En el día del martirio de Pedro y Pablo, Nerón hizo un convite en Baias y fue a ver su arbusto que ya tenía trece años.
Había estado frondoso y saludable.
Pero en esta visita a la Casa de las Gallinas, se llevó la sorpresa de que habían muerto todas las aves. Y su árbol que él había plantado después que fuese coronado emperador, se había secado hasta la raíz.
Se consideró esto como un presagio funesto.
Y Tigelino para consolarlo organizó una fiesta para celebrar su cumpleaños.
En donde todo el ejército iba a honrarlo, ofreciendo sacrificios a su divinidad y jurando ante la imagen del emperador.
Ante el estupor y la rabia del Prefecto de los Pretorianos, más de una legión de soldados se negó a hacerlo.
Al día siguiente, Nerón notó la ausencia del capitán de su guardia personal,
– ¿Dónde está Xavier?
Tigelino contestó:
– Tuve que encerrarlo en la Mamertina. Es cristiano.
Nerón se quedó atónito.
Y exclamó incrédulo:
– ¡Queeé!… ¿Cómo…? A esto hemos llegado…
Y no dijo más porque se quedó perplejo.
A pesar de todos los portentos que había presenciado en los últimos años de su gobierno, ¡De ninguna manera está dispuesto a doblegarse!
¡Y menos a arrodillarse ante un Dios que a pesar de ser tan Poderoso, como de diversas maneras lo ha manifestado; había escogido para Encarnarse a los odiosos judíos, a quienes desprecia profundamente!
¡Jamás derogará su Edicto contra los cristianos!
Bién puede su Cristo destruir todo el Olimpo; él no está dispuesto a dejarlos adorar libremente a Este Dios que lo ha desafiado constantemente, arrebatándole sus mejores soldados.
¡Por algo es el Amo del Mundo y gobierna desde el trono imperial más poderoso que existe!
Si esto es una guerra, está dispuesto a luchar contra este Dios al que sin saber porqué, ¡Ya lo odia profundamente!…
De este monólogo interior lo sacó un Tigelino furioso.
El Prefecto sentenció:
– Pagará con la vida su traición.
Tugurino intervino:
– Divinidad. Tenemos cosas más importantes de qué ocuparnos…
El César frunció el entrecejo,
Y contestó disgustado:
– Tienes razón.
Y Nerón se olvidó del asunto, para trabajar en sus versos.
Mientras tanto en la cárcel…
Todos los compañeros de Xavier están admirados y le preguntan el motivo de tan súbita conversión.
Él lo explica así:
– Tres días después del martirio de Margarita, ella vino a verme y me colocó una corona sobre la cabeza.
Me dijo que había pedido gracia para mí al Señor y que Él me la había otorgado.
Y que pronto vendría por mí, para llevarme con ella al Cielo.
Cuando la ví ¡Estaba tan bellísima y tan viva!… –concluye Xavier extasiado.
Pocos días después, los hermanos lo bautizaron y al día siguiente, fue decapitado.
El drama de los soldados romanos cristianos pone de manifiesto en forma muy clara, el conflicto entre la religión y el estado.
Y ellos mismos pronunciaron su propia sentencia humana y sobrenatural, sellando con esto un testimonio que se encuentra plasmado en todas y cada una de las palabras del Evangelio.
Y todo esto está certificado en sus procesos.
Las actas elaboradas por los escribanos en los tribunales romanos, son los testimonios oficiales de sus martirios.
*******
El centurión Marcelo, rehusó participar en la fiesta del emperador por dos motivos:
Uno, porque incluía una ceremonia idolátrica a la divinidad del César.
Y dos: para asegurarse de que no eran cristianos, tenían que maldecir el Nombre de Jesús…
Cuando fue presionado, arrojó las insignias de soldado, (el cinto y la espada) y las de su grado (el sarmiento)
Acusado de indisciplina y de traición, fue procesado por desertor.
Cuando fue llamado al tribunal,
El Procónsul Astayano Fortunato le preguntó:
– ¿Qué te ha pasado por la cabeza, para que contra la disciplina militar te quitaras el cinto con la espada y arrojaras el sarmiento?
Marcelo contestó sin titubear:
– Porque soy cristiano y milito en la milicia de Jesucristo, el Hijo del Dios Omnipotente.
Fortunato movió la cabeza y contestó disgustado:
– No puedo encubrir tu temeridad y por tanto haré llegar tu caso a conocimiento de nuestro señor, el divino César.
Tú, sin fallo pasarás a la audiencia de Agricolano. He aquí el informe.
Una decuria se llevó al rebelde y lo escoltaron hasta el Foro.
Entonces fue introducido en el Tribunal Marcelo, uno de los centuriones de Astayano.
Y el oficial dijo:
– El Procónsul Fortunato ha sometido a tu poder a Marcelo.
Sea pues traído ante tu grandeza, juntamente con esta carta firmada por él y dirigida a ti.
La que si lo mandas, será leída públicamente.
Agricolano ordenó:
– Que sea leída.
– He aquí el informe:
“Manilio Fortunato a su amigo Agricolano, salud.
Estábamos celebrando el día felicísimo para todo el orbe, del natalicio de nuestro señor, el Augusto César Emperador, ¡Oh, señor Agricolano!
Cuando Marcelo centurión regular, arrebatado por no sé qué locura, se quitó espontáneamente el cinto y la espada.
Y se atrevió a arrojar el sarmiento que llevaba, ante el mismo estandarte de nuestro emperador.
He juzgado necesario poner en tu conocimiento este hecho y al mismo tiempo, remitirte al culpable.”
Leído el informe, Agricolano preguntó:
– ¿Has dicho lo que está insertado en estas actas?
Marcelo respondió:
– Lo he dicho.
– ¿Militabas como centurión regular?
– Militaba.
– ¿Qué locura te picó para pisotear tus juramentos y perpetrar tales actos?
– No hay locura en el que teme a Dios.
– ¿De veras has dicho todo lo que está consignado en el informe del Procónsul?
– Todo.
– ¿Arrojaste las armas?
– Las arrojé. No conviene que un cristiano que teme perder a Cristo, milite en los afanes de este Mundo.
– Estando así las cosas. Al violar Marcelo las leyes de la disciplina militar, debe ser castigado con una sanción.
Y sentenció:
“Marcelo, centurión regular quebrantó y deshonró públicamente el juramento militar y según el informe recibido, pronunció palabras llenas de locura. Por eso lo condenamos a que sea pasado a filo de espada.”
Marcelo contestó:
– ¡Deo Gratias!
Enseguida fue conducido ante los verdugos, que ejecutaron la sentencia decapitándolo.
* * * * * *
Había vacante un puesto de centurión que le correspondía a Eduardo, oficial del ejército distinguido por su nacimiento y por sus riquezas. Iba a obtener el ascenso por razón de las promociones.
Y ya estaba por recibir el cargo cuando un rival se presentó ante el Tribunal y acusó a Eduardo de ser cristiano y de negarse a sacrificar para el emperador.
Y alegó que por esto y según la ley, no podía ser promovido a ninguna dignidad romana.
Aquel puesto le correspondía a él, así como también las riquezas del acusado; en virtud de las recompensas a los delatores, que pueden adjudicarse las posesiones de los acusados.
El juez Aristos se sintió sorprendido por el caso y ante todo preguntó a Eduardo por su religión.
Y Eduardo confesó que era cristiano.
Entonces el juez le concedió un plazo de tres horas, para reflexionar.
Al salir del tribunal, Eduardo se encontró con Nicandro, obispo de la ciudad y conversó con él.
El obispo lo tomó de la mano y lo llevó al altar donde se celebraba la Eucaristía.
Entonces el obispo entreabrió la capa del oficial le indicó la espada que llevaba colgada.
Y al mismo tiempo le presentó el Libro de los Santos Evangelios que mostraban una Cruz.
Mandándole escoger entre los dos, según su decisión.
Sin vacilar, Eduardo extendió la mano y escogió el Libro Divino.
Entonces Nicandro lo exhortó así:
– Mantente unido, muy unido a Dios. Que Él te conforte con su Gracia y que alcances lo que has elegido sin titubear. ¡Vete en paz!
En el tribunal, el pregonero lo llamó nuevamente, pues había expirado el plazo concedido.
Eduardo se presentó ante el juez y confesó su Fe con mayor decisión que antes.
Miró a su acusador y lo perdonó diciéndole:
– Gracias por abrirme las puertas de la Verdadera Vida, Kevin.
Te perdono por querer perjudicarme, denunciándome para obtener el puesto que me correspondía.
Que Dios te bendiga como yo lo hago ahora y alcances la Luz y la verdadera riqueza.
El impactado delator y futuro cristiano, escuchó estas asombrosas palabras que rondarían por su cabeza constantemente…
Abriendo una brecha en su mente pagana y en su corazón de piedra, lleno de codicia y envidia.
Años más tarde, las recordaría con arrepentido agradecimiento.
Cuando a su vez llorando daría testimonio a otros soldados a los que evangelizaría con amor, mientras espera el momento de su propia confesión sangrienta.
En imitación del que con su ejemplo, le mostrara el Camino del Calvario.
Sin más trámites, el juez lo sentenció y Eduardo fue conducido a donde fue decapitado por confesar a Cristo.
Después el senador Astirio, que formaba parte de la corte del emperador y era célebre por su nobleza y sus riquezas.
Tomó el cadáver y lo envolvió en una tela blanca.
Y cargándolo sobre sus hombros, le dio una honrosa sepultura.
* * * * * *
En Sebaste Armenia, la defensa del Asia Menor estaba encomendada a la Legión XII, Fulminata y a la XV, Apollinaris.
Cuando el Prefecto Agricolano leyó el decreto del emperador,
Cuarenta soldados de la Legión Fulminata declararon que ellos no podían ofrecer incienso a los ídolos, porque eran cristianos.
El gobernador les anunció que si no renunciaban a su religión morirían entre tormentos.
Pero que si quemaban incienso a los dioses, recibirían grandes premios.
Pero ellos declararon valientemente que todos los tormentos del mundo no los apartarían de la verdadera religión.
El gobernador intentó convencerlos de la necesidad de acatar las órdenes del emperador y los puso a decidir entre servir a Cristo o al emperador.
Ante esta disyuntiva, ellos prefirieron oponerse a un rey temporal, para servir a su Soberano Celestial.
Entonces todos fueron arrestados, degradados de su rango, despojados de su uniforme.
Luego encadenados, apedreados, azotados y lanzados a un oscuro calabozo.
Todos eran capadocios y tenían alrededor de veinte años. Muy pocos estaban casados.
Redactaron un testamento colectivo donde exhortaban a los padres, a la novia o las esposas, a permanecer fieles a Jesús y pidieron ser enterrados juntos.
En la prisión, los soldados alababan alegres a Dios cantando el Salmo noventa: “Dice el Señor: el que se declara en mi favor, lo defenderé, lo glorificaré y estaré con él en la tribulación.”
Entonces la cárcel se iluminó y pudieron oír a Jesús que los animaba a sufrir con valentía.
Mientras tanto el gobernador no sabía qué clase de martirio podía intimidar a estos atletas.
Y se decía a sí mismo:
– Si los amenazo con la espada, se reirán, pues están familiarizados con ella desde su infancia.
Si los someto a otros suplicios, los sufrirán generosamente, pues están bien entrenados.
Al fuego, tampoco le temen…
Y estuvo pensando en cuál sería el suplicio que fuese más penoso y largo…
Era invierno y estaba haciendo un frío tan intenso, que se helaban aún los cabellos.
El río estaba congelado, el lago también. Tanto, que los animales y las personas transitaban por ellos sin peligro.
Entonces el gobernador ordenó que por la noche fuesen arrojados desnudos, en el agua congelada.
Lejos de intimidarse con aquella cruel orden, ellos corrieron alegremente al lugar designado.
Se animaban mutuamente unos a otros diciendo:
– Amargo es el invierno, dulce el Paraíso.
– Desagradable la congelación del cuerpo, pero dichoso el descanso que nos espera.
– Suframos un poco y después seremos confortados en el seno de los Patriarcas.
– A una noche de torturas, seguirá una eternidad feliz.
– Por lo mismo, todos seamos valientes.
– Que nadie dé oídos a las voces del demonio.
– Somos mortales y algún día tendremos que morir.
– Aprovechemos ahora la ocasión que se nos presenta para llegar gloriosos a la Presencia de Dios.
Y todos coreaban como un himno triunfal:
“Señor, cuarenta hemos bajado al estadio. Haz que los cuarenta seamos coronados.”
Las horas pasaron, los miembros se entumecieron y creció el valor, mientras sus carnes se tornaban lívidas.
Luego apareció la gangrena.
El Prefecto esperaba que los tormentos doblegaran su voluntad.
Y los invitó a abandonar aquel lugar de tortura, mostrándoles que enseguida estaban las aguas cálidas de las termas, que los estaban esperando.
Que el que estuviera dispuesto a renunciar a Cristo, se pasase a ellas.
Pero aquellos soldados, acostumbrados a la vida dura de la milicia, rechazaron decididamente aquella invitación.
Ellos oraban pidiendo a Dios fortaleza para resistir.
Sin embargo sucedió que el desaliento se apoderó de uno de ellos y se salió del agua helada para pasarse al agua caliente.
El cambio de temperatura fue tan brusco, que murió y perdió la salvación junto con la vida.
Ricardo, el jefe de los que los custodiaban vio que los Cielos se abrían…
Y bajaban cuarenta ángeles, uno por cada mártir y los fueron coronando uno a uno, conforme iban muriendo.
Luego los acompañaban al subir.
Solo uno se quedó en lo alto, sin atreverse a bajar, con la corona en la mano, pues ya no la puede entregar a nadie…
Ese fue el preciso momento en que falló cobardemente uno y se salió hacia las thermas.
El tribuno Ricardo, mirando al ángel gritó:
– ¡Esa corona es mía! Yo también quiero ser cristiano y dar la vida por Cristo.
Ante el asombro general empezó a correr, mientras se despojaba de sus vestiduras militares.
Y desnudo se sumergió en el agua helada.
Cuando se unió a los demás cantaba jubiloso junto ellos:
“Cuarenta bajamos al estadio. Cuarenta seremos coronados.”
Y poco después murió congelado.
Al amanecer, los cadáveres fueron amontonados en carretas para llevarlos a incinerar.
Y fue cuando vieron al más joven de todos, llamado Damián que agonizaba todavía.
El gobernador lo invitó a salvarse.
Pero Adriana la madre del joven soldado, que estaba presente y era una formidable cristiana,
Le dijo:
– Hijo mío, recuerda que si te declaras amigo de Cristo en esta Tierra, Cristo se declarará Amigo tuyo en el Cielo, ante el Padre Celestial.
Damián declaró agonizante que perseveraba en la Fe.
Y su madre ahorró a los soldados la faena de llevarlo a la carreta, pues ella misma lo tomó en sus brazos, para unirlo a sus compañeros.
Los cristianos vibraban con el heroísmo de sus soldados y su renuncia a una vida larga y privilegiada.
Sus nombres están escritos en el Libro de la Vida:
Samuel, Daniel, Mateo, Alberto, Ángelo, Matías, Gabriel, Tomás, David, Andrés, Alejandro, Juan, Lucas, Benjamín, Felipe, Emmanuel, Emilio, Jorge, Aarón, José, Luís, Cristian, Ignacio, Christopher, Jonathan, Agustín, Simón, Miguel, Hugo, Ricardo, Rafael, Leonardo, Pedro, Dylan, Bautista, Marcos, Kimberly, Cristóbal, Damián y Gonzalo.
* * * * * * *
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
97.- REINO DE ODIO Y DOLOR
Los primeros cristianos aprendieron a deificar su alma de una manera tan perfecta, que el Libro de los Hechos de los Apóstoles nos pormenoriza como vivían en comunidades fortalecidas por el amor:
Amaban a Dios sobre todas las cosas y amaban al prójimo como a sí mismos, siguiendo puntualmente el Mandamiento Evangélico, tal y como las enseñanzas de los apóstoles se las habían comunicado.
Vivian una vida espiritual sustentada por la Divinidad Sobrenatural y esto lo certifican todos los milagros relatados por la Sagrada Escritura.
Se ofrecían cómo almas-víctimas para saciar la Sed de Almas de la Santísima Trinidad y todo lo entregaban, porque estaban muy conscientes de su papel como Corredentores.
Por eso fueron los héroes extraordinarios que están manifestados en las Actas Martiriales, que sobrevivieron a todos los intentos por destruirlas y que no llegasen a nuestras manos en esta época satánica y llena de apostasía.
Su amor por el prójimo, sus oraciones y su sacrificio santo unido al de Jesús, nos han alcanzado a nosotros.
Y era porque también estaban muy conscientes de la realidad espiritual de los Novísimos:
MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA.
Meditemos ahora esta importantísima Enseñanza…
EL INFIERNO REVELADO POR JESÚS
La vida no dura por estos pocos días de la Tierra. La vida comienza cuando parece que termina. Estas enseñanzas son una amarga medicina. Pero las medicinas salvan, cuando son aceptadas y tomadas.
Satanás es el Eterno Atormentador que espera a los que se niegan a aceptarlas y obrar en consecuencia.
Cada hombre es el Arquitecto de su propio destino…
La tribulación y la angustia son siempre compañeras del alma del hombre que hace el Mal. Aunque no lo parezca a los ojos de los demás hombres…
Quién es culpable, NO goza de aquella paz que es fruto de la buena conciencia. Las satisfacciones de la vida, cualesquiera que estas sean, NO bastan para dar paz…
El monstruo del remordimiento asalta a los culpables con ataques imprevistos, en las horas más impensadas y los tortura. A veces sirve para hacerlos corregirse.
Otras veces, para hacerlos más culpables, empujándolos a desconfiar de Dios… Incitándolos a expulsarlo del todo de sí mismos.
Porque el Remordimiento puede venir tanto de Dios como de Satanás. EL Primero lo despierta para salvar. El segundo, para terminar de arruinar por Odio, por Desprecio, por Envidia…
La palabra Diablo, significa Acusador. Pero el hombre culpable que ya es de Satanás, no sabe que es su Tenebroso Rey quién lo tortura, después de haberlo seducido, para convertirlo en su esclavo…
Y acusa solo a Dios del remordimiento que siente agitarse en él. Y busca demostrarse a sí mismo que NO teme a Dios y que puede cancelarlo con el aumento de sus culpas sin miedo.
Con la misma malsana inquietud con la cual el bebedor, aún sabiendo que el vino le hace daño, aumenta su beber.
Con el mismo frenesí con el cual el lujurioso aumenta su comida de asqueroso placer… O quién usa drogas venenosas, aumenta la dosis de ellas para gozar más todavía de la carne y de las drogas estupefacientes.
Todo esto con el intento de aturdirse. Embriagarse de vino, de drogas, de lujuria. Alelarse y NO sentir más remordimiento.
Y los culpables, en el intento de sofocar la voz de su conciencia, bajo aquella de triunfos más o menos grandes y temporales; tratan de olvidar su inquietante angustia.
Pero la Angustia queda. La tribulación queda. Son las confesiones que un culpable no se hace ni siquiera a sí mismo o espera a hacerlas en el momento extremo; cuando se cae todo esto que es el escenario maquillado de una existencia llena de vanidad.
Y el hombre se encuentra desnudo y solo, delante del Misterio de la Muerte y del encuentro con Dios. Y éstos últimos son ya casi buenos; aquellos que obtienen paz en la otra vida, después de la justa expiación.
A veces como para el Buen Ladrón, junto a al perfecto dolor del arrepentimiento, está la paz inmediata. Pero es muy difícil que los grandes ladrones se arrepientan. Y todo gran culpable es un gran ladrón, porque defrauda a Dios de un alma: la suya de culpable.
Y de más almas todavía: aquellas que ha envuelto con sus pecados. Que a veces eran buenas e inocentes antes de su encuentro con ellas y por su causa se hicieron pecadoras.
De éstas deberá responder más severamente todavía; aún más que de la suya, a la que ha defraudado de su Bien Eterno y junto con ella, la de las que indujo al Mal.
Es muy difícil que los grandes y obstinados ladrones, en el último momento alcancen el arrepentimiento perfecto que los salvaría. Con frecuencia pierden el último combate sin siquiera intentar luchar y tampoco llegan al arrepentimiento parcial.
Satanás, el amo elegido voluntariamente, se los impide; con una muerte que los toma de improviso o porque rechazaron la salud y la Vida hasta el momento supremo.
Pero la tribulación y la angustia de la vida, no son más que una muestra mínima de la tribulación y la angustia de la otra vida, a la que se agregará la Desesperación.
Porque el Infierno y la Condenación son horrores que también la exacta descripción de ellos, dadas por Dios Mismo, son siempre inferiores a lo que verdaderamente son.
El hombre no puede, ni siquiera por descripción divina; concebir exactamente que cosa son la Condenación y el Infierno.
Así como visiones y lecciones divinas de lo que es Dios, tampoco pueden darnos la alegría infinita del exacto conocimiento del eterno día de los justos en el Paraíso.
Así igualmente, ni visiones, ni lecciones divinas pueden dar una muestra de Aquel Horror Infinito.
Porque del conocimiento del éxtasis paradisíaco y la angustia infernal, a los vivientes sólo les es dado un reflejo muy limitado; pues conocerlos todos tal cual son en su realidad, harían morir de amor o de horror.
HE AQUÍ EL ESBOZO DADO POR DIOS A LA FE DE SUS HIJOS…
El Padre Celestial le confió a Jesús a toda la raza humana. Él se hizo hombre para redimir y salvar a todos los hijos de Adán. Y él quiere que donde Él está, en el Seno del Padre, estén todos los hombres. Esta sería su mayor alegría y su aspiración.
Jesús sabe lo que quiere decir estar separado de Dios. En la tarde del Viernes Santo, Él Murió entre tormentos que solo son comparables a los del Infierno. Y Él quiso tal muerte para salvar a los hombres de la Muerte.
Los hombres de estos tiempos no creen más en la existencia del Infierno. Se han adaptado un más allá a su gusto y lo han hecho menos aterrorizante para su conciencia merecedora de mucho castigo.
Pues son discípulos más o menos fieles del Espíritu del Mal. Saben que su conciencia retrocedería ante ciertas obras malas suyas, si realmente creyese en el infierno como la Fe enseña que es.
Saben que su conciencia y las malas obras realizadas tendrían que retroceder sobre sí mismas y en el remordimiento encontrarían el arrepentimiento. Y con el arrepentimiento, el camino para volver a Dios.
Su malicia instruida por Satanás, de la cual son siervos y esclavos según su adhesión a los quereres del Maligno, no quiere estos retrocesos y este retorno. Y por eso se anula la Fe en el Infierno tal cual es.
Satanás, anula la creencia en el Infierno tal como es y construye otro, (si es que se decide a hacerlo) y esto no es más que para detenerlos; para arrojarse sobre ellos y para apoderarse de ellos. Y para los demás que no le adoran abiertamente, para detenerlos de futuras elevaciones.
Han empujado su pensamiento hasta creer sacrílegamente que el más grande de todos los pecadores de la Humanidad, hijo predilecto de Satanás, el Ladrón como lo llama el Evangelio; que era concupiscente y ansioso de glorias humanas: el Iscariote, que por hambre de la Triple Concupiscencia.
Se convirtió en Mercader del Hijo de Dios y por treinta monedas y un beso, (Un valor monetario irrisorio y un valor afectivo infinito) lo entregó en manos de sus verdugos; pueda redimirse y llegar a Dios, pasando por fases sucesivas.
No. Si él fue el sacrílego por excelencia, Dios no lo es. Si él fue el injusto por excelencia, Dios no lo es. Si él fue el que derramó la Sangre de Jesús con desprecio, Dios no.
Y Perdonar a Judas sería sacrilegio a la Humanidad de Jesús por él traicionada. Sería injusticia para los demás hombres, siempre menos culpables que él y que también son castigados por sus pecados.
Sería despreciar por Él Mismo su Sangre. Sería finalmente disminuir las Leyes Divinas.
Dios Uno y Trino ha dicho que el que se destina a sí mismo al Infierno, permanece en él por toda la Eternidad, porque de aquella Muerte no se sale a una nueva resurrección. Ha dicho que aquel Fuego es Eterno y que en él permanecerán todos los obradores de escándalos y de iniquidad.
No se debe creer que esto será hasta el Fin del Mundo. No. Al contrario. Después del Tremendo Juicio Final; más despiadada será aquella morada de llanto y tormento.
Porque esto que todavía se ha concedido tener a sus desgraciados Huéspedes para su infernal diversión: el poder perjudicar a los vivientes y ver nuevos condenados precipitarse en el Abismo; dejará de ser.
Y la puerta del Nefando reino de Satanás será remachada y clausurada por los ángeles para siempre, para siempre, para siempre. Un siempre cuyo número de años no tiene número.
Y respecto al cual si los años se convirtiesen en granillos de arena de todas las playas, en todos los océanos de la tierra; serían menos que un día de la eternidad inmensurable.
Hecha de luz y gloria en las alturas para los benditos. Hecha de tinieblas y horror para los malditos en lo profundo.
En el Juicio Particular, la mirada de Jesús…
¡Qué fulgor es el relámpago de ofendido y doloroso enojo, cuando debe rechazar a los eternos impenitentes!
¡Qué terrible confusión experimenta el alma al comprender en un instante, el tremendo error que cometió! Está delante de sí toda su vida, con los pecados que han matado su espíritu…
El espíritu no conoce más que una muerte de la que no se resucita. Y el hombre impenitente contempla sin arrepentimiento lo que ha hecho: las gravísimas ofensas; las gracias recibidas; las oportunidades despreciadas; etc.
Puede ver simultáneamente la Luz Purísima del Altísimo y el cadáver putrefacto, deforme y asqueroso, del alma muerta por el pecado.
(Cuando se abren los ojos espirituales y se contempla por primera vez el alma muerta, estas palabras tienen una exactitud literal pasmosa y la imagen siguiente es un dechado de belleza, comparado con la terrible realidad. Si los racistas y los soberbios pudieran contemplarse, morirían de horror; porque además la tienen más negra, que a los que desprecian con tanto odio…)
Está ante el Bien perdido, que fue odiado como Enemigo. Escarnecido o burlado. Negado como inútil e ilusorio… Quiso perderlo. No quiere sentir remordimiento y mira con orgullo al que sigue rechazando, por la ausencia absoluta de Amor.
Jesús permanece callado y el alma por sí misma se aparta de Él, siendo precipitada por el mismo deseo de lanzarse y desaparecer de la vista de Dios, para poder maldecirle y odiarle.
Satanás la arrastra consigo hasta el Abismo tenebroso del Infierno.
Los Condenados forman parte del Infierno y NO desean a Dios.
El rechazo por Él los mantiene congelados en lo que voluntaria y libremente eligieron.
¿EN QUÉ CONSISTE LA CONDENACIÓN?
Todo lo creado por Dios ha sido hecho por Amor, con Amor, para amar en el Amor. Todos los seres creados por Dios, para ser felices deben amar.
A todo Condenado incluido Lucifer, Dios se retira de ellos y con Él, pierden la capacidad de amar. Pero no les quita la necesidad de ser amados.
Y este es el tormento de todos los Condenados: ¡Querer amar y no poder hacerlo!
¡Ansiar desesperadamente a Dios sabiéndole perdido para siempre! ¡Comprender que no se volverá a tenerlo jamás, después de haberlo conocido plenamente en el Juicio Particular! Y esto por toda la Eternidad.
EL INFIERNO ES EL FUEGO DEL RIGOR DE DIOS.
El Purgatorio es fuego de amor. Y el Infierno es fuego de rigor.
El Purgatorio es el lugar en el cual pensando en Dios, cuya Esencia fue vista en el instante del juicio particular y despertó en el alma el insaciable deseo de poseerla. Entonces se expían las faltas de amor por el Señor, Dios nuestro. A través del amor se conquista el Amor.
Y por grados de caridad cada vez más encendidos, se lavan las vestiduras hasta hacerlas cándidas y brillantes para entrar en el Reino de la Luz.
Si el Purgatorio es Fuego de Amor; el Infierno es Fuego de Rigor. El Infierno es el Lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo de Dios visto en el Juicio Particular, no es como para los Purgantes: santo deseo y nostalgia afligida; pero plena de esperanza.
Esperanza plena de tranquila espera; de segura paz que alcanzará la perfección cuando haya conquistado a Dios. Pero que ya va dando al espíritu que purga sus faltas, una jubilosa actividad purgativa; porque cada pena, cada instante de pena, le acerca más a Dios, su único amor.
El Infierno es el Reino Maldito en el que todos los espíritus se odian y se dañan mutuamente, presas de la desesperación. El recuerdo de Dios es remordimiento, es aversión, es condenación y odio.
Abismo de Tinieblas y de Odio: Odio hacia Dios; Odio hacia Satanás; Odio hacia los hombres; Odio hacia sí mismos.
ODIO HACIA DIOS.
Los condenados se agitan en la rabia del Bien Perdido. Y el alma tanto menos descanso siente en su terrible tortura, cuanto más impíos fueron. Con Dolores solo comparables a los de Jesús en el Viernes Santo, el dolor más grande es la sed de maldecir al Creador.
El alma imposibilitada para amar, se ve forzada a odiarle. Y cuanto más lo maldice, más aumenta esa sed. El hambre de amar las consume. El pensamiento de Dios y su recuerdo, es remordimiento y cólera, condenación y odio. Imposibilitados para alabarlo, lo blasfeman y lo maldicen.
ODIO HACIA SATANÁS.
Que los tortura en todas las formas, porque es su mísero botín, el que ha puesto a su alcance el poder desfogar el Odio que lo consume contra Aquel que Odia sobre todas las cosas: los condenados.
Ellos ven la cruel realidad de su obstinada torpeza que los convirtió en sus esclavos por toda la eternidad.
Después de haber adorado a Satanás en la vida en lugar de a Dios, ahora que lo poseen y lo ven en su verdadero aspecto, que ya no está velado bajo el encanto sonriente de la carne…
Bajo el deslumbrante brillo del oro; bajo el poderoso signo de la supremacía.
Ahora lo odian porque es la causa de su Tormento.
ODIO HACIA LOS HOMBRES.
Impulsado por la Envidia que los hace aborrecerlos y desear dañar a los vivientes. Gritando de alegría al ver precipitarse a nuevos condenados en el tenebroso horror de su Reino de Odio.
Odio hacia los causantes de haber caído en aquel Abismo, propiciando las ocasiones que los hicieron pecar tan gravemente, para merecer semejante castigo.
Después de haber olvidado su dignidad de hijos de Dios; adorando a los hombres hasta hacerse asesinos, ladrones, estafadores, mercaderes de inmundicias, por ellos.
Encuentran además que sus amos por los cuales han matado, robado, estafado, vendido su propio honor y el honor de tantos infelices, débiles, indefensos.
Haciéndose instrumentos de vicios que las bestias no conocen… por la Lujuria, atributo del hombre envenenado por Satanás.
Sin poseer ya un cuerpo físico,
TODOS SUS SENTIDOS ESTÁN POTENCIALIZADOS POR LA NATURALEZA ESPIRITUAL…
Y se sienten arder en todos los fuegos de las pasiones humanas y sus miembros son torturados con más fuerza que si lo tuvieran.
Súper sensibles a sus necesidades, sin encontrar ningún alivio a su suplicio, porque son atizados por los demonios a los que sirvió en vida. Ahora los odian por ser la causa de su tormento.
ODIO HACIA SÍ MISMOS.
Por el recuerdo de los pecados cometidos que los impulsa a acusarse y a maldecirse al tenerlos siempre presentes; así como las oportunidades rechazadas para obtener la Salvación.
Después de haberse adorado a sí mismos; dando a la carne, a la sangre, a los siete apetitos de su ‘yo’ todas las satisfacciones.
Pisoteando la Ley de Dios y de la moralidad; ahora se odian por ser la causa de su tormento.
ODIO Y DOLOR ETERNOS.
Llanto desesperado que hace rechinar los dientes de rabia. El alma muerta cruje en las llamas del Amor Agraviado, como aquellos cuerpos lanzados en una hoguera o un horno crematorio.
Se retuerce y chirría como animada por un nuevo movimiento vital y se despierta para comprender su error.
Y muere y renace a cada momento con sufrimientos atroces; porque el remordimiento la mata en una blasfemia y la muerte la vuelve a revivir para un nuevo tormento.
Todo el Delito de haber traicionado a Dios, en el tiempo y en la Eternidad, está para su tormento presente y hace que su tortura sea más terrible.
El Fuego del Infierno es de tal naturaleza, que un solo reflejo del mismo, emanado por un condenado, puede hacer que arda un tronco, se derritan los metales o haya una combustión instantánea.
La palabra ODIO, tapiza y palpita aquel reino inmenso; ruge en aquellas llamas; brama en las risotadas de los Demonios; solloza y aúlla en los lamentos de los condenados.
Suena, suena y resuena, como una eterna campana y martillo, que toca a rebato. Retumba como un eterno cuerno pregonero de muerte, llenando de sí todos los rincones de aquella cárcel.
Que es por sí misma un eterno suplicio, porque cada sonido suyo renueva el recuerdo del Amor Perdido para siempre; el remordimiento de haberlo querido perder y la aflicción de no volverlo a ver nunca más.
El alma muerta entre aquellas llamas, como los cuerpos arrojados a la hoguera o en un horno crematorio, se contorsiona y grita como si estuviera animada por una energía vital.
Y se despierta para comprender su error. Y muere y renace constantemente en medio de sufrimientos atroces.
Porque el remordimiento la mata con una blasfemia y la muerte la vuelve a la vida para padecer un nuevo tormento. Todo el delito de haber traicionado a Dios en el tiempo terrenal, está frente al alma en la eternidad.
Todo el Error de haber rechazado a Dios en el Tiempo, está presente para su tormento por toda la Eternidad.
En el Fuego, las llamas simulan fantasmas de lo que adoraron en vida. Las pasiones se colorean en incandescentes pinceladas con los más apetitosos aspectos y rechinando…
Vociferan su recordatorio: “Has querido el fuego de las pasiones. Ahora tienes el Fuego Encendido por Dios, de cuyo Santo Fuego te has burlado.”
Fuego responde a fuego. En el Paraíso es Fuego de Amor Perfecto. En el Purgatorio es Fuego de Amor Purificador. En el Infierno es Fuego de Amor Ofendido.
Porque los elegidos amaron a la perfección, el Amor se dona a ellos en su Perfección.
Porque los Purgantes amaron tibiamente, el Amor se hace Flama, para llevarlos a la perfección.
Porque los malditos ardieron en todos los fuegos menos en el de Dios, el Fuego de la Ira de Dios, los arde en Eterno. Y en el Fuego está el Hielo, que también quema…
Así como no es posible describir el Paraíso con palabras humanas, así tampoco es posible describir el Infierno con palabras humanas.
Hay que tomar todo cuanto es tormento del hombre sobre la Tierra: fuego, llamas, hielo, aguas que sumergen, hambre, sed, heridas, sueño, enfermedades, llagas, muerte…
Y sumarlos, multiplicados millones de veces, con la tercera potencia aritmética. No tendremos más que un esbozo de aquella tremenda verdad.
En el ardor insoportable estará mezclado el hielo sideral. Los condenados ardieron en todos los fuegos humanos, teniendo únicamente hielo espiritual para el Señor su Dios.
Y el Hielo los espera para congelarlos después que el Fuego los haya sazonado como a los pescados puestos a asar sobre las brasas. Tormento en el tormento es este pasar del ardor que derrite al hielo que congela…
A todos estos tormentos hay que añadir, EL TORMENTO SUPREMO:
LA CRUZ Y EL CALVARIO
La Cruz y el Calvario aceptados con amor en la Tierra, hacen que el Dolor sea mitigado por Jesús que convertido en el Divino Cireneo, los va dosificando conforme el alma lo soporta.
Y su Amor hace que sean tan dulces, que el Dolor se llega a amar y se desea y se pide con amoroso anhelo. De esta forma el tormento se convierte en una gloria. Una alegría que es tormento y un tormento que es alegría.
La Cruz y el Calvario que se rehuyó en la Tierra, porque tibiamente se amó; se deben sufrir en el Purgatorio, con toda la crudeza del alma separada de Dios y la anhelante espera.
Es un dolor cuyo tormento es el pensamiento de cuán preferible hubiese sido sufrir en la Tierra todos los sufrimientos posibles, pero apoyados en Dios.
Porque aquí el Dolor solamente lo mitigan las oraciones y los sufragios de la Iglesia Militante. El Tormento es esperanza y anhelante espera, mientras aprenden solos a amar y alcanzan la perfección.
La Cruz y el Calvario en el Infierno; son una réplica exacta y completa, del vivido por Jesús.
Y sin Él, el Infinito Dolor de la Condenación Eterna.
Así como como los justos en el Cielo van aumentando su perfección en la santidad y en el Amor; en el Infierno, los condenados van aumentando su perfección en la Iniquidad y el Odio.
El alma es un cuerpo espiritual, con una sensibilidad más perfecta aún que el cuerpo físico. Y este no es un lenguaje metafórico, porque las almas gravadas con las culpas cometidas; tienen una sensibilidad más grande que la carne a la cual revistieron.
Vosotros no sabéis y no creéis…
Más en verdad os digo que os convendría más, soportar TODOS los tormentos de mis mártires,
Que una sola hora de esas torturas infernales.
La oscuridad será el tercer tormento. Oscuridad material y oscuridad espiritual. ¡Estar para siempre en las Tinieblas, después de haber visto la Luz que es el Paraíso!
¡Y estar en el abrazo de las Tinieblas; después de haber visto la Luz y el Amor que es Dios! ¡Combatir en aquel horror tenebroso que solamente se ilumina con el reflejo del espíritu ardiente y al nombre del pecado por el cual fueron confinados en aquel Horror!
¡No encontrar apoyo en este revuelo de espíritus que se odian y perjudican recíprocamente!
¡Fortaleciéndose sólo en la Desesperación que los enloquece y cada vez les hace más y más malditos!
Nutrirse de ella, apoyarse en ella, matarse con ella.
Lo he dicho: la muerte nutrirá a la Muerte. La Desesperación es muerte y alimentará a estos muertos por toda la eternidad.
Y ved que os lo digo Yo que he creado ese Lugar, para los Ángeles Rebeldes.
Cuando descendí a él, para sacar del Limbo a los que esperaban mi venida, sentí horror de ese Horror.
Yo Dios, lo sentí… Yo Mismo…
Y si no hubiera sido porque lo que ha hecho Dios es inmutable por ser perfecto, habría intentado hacerlo menos atroz, porque Yo soy el Amor y ese lugar horroroso produjo un Infinito Dolor en Mí…
Por lo que significa para las almas que se han equivocado y eligieron no amarme…
¡Y vosotros queréis ir allí!…
¡Oh hijos, reflexionad sobre esto que os digo!
A los enfermos se les da una amarga medicina; a los cancerosos se les cauteriza y cercena el mal. Ésta es para vosotros, enfermos y cancerosos, medicina y cauterio de cirujano.
No la rechacéis. Usadla para sanaros.
La vida no dura estos pocos días terrenos. La vida comienza cuando os parece que termina y ya no acaba más.
Haced que para vosotros la vida se deslice donde la luz y el júbilo de Dios embellecen la eternidad y NO donde Satanás es el eterno Torturador”.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
96.- LAS DOS COLUMNAS
Nerón, cuando asesinó a Séneca esperaba apoderarse de la fortuna estimada en trescientos millones de sestercios y descubrió que ésta no llegaba ni a la décima parte de esa cantidad.
Con la sentencia de Petronio, se encontró con que lo único que quedaba era su palacio en Roma y la quinta de Cumas; que ya no le pertenecían a él, pues estaban legalizadas a nombre de otro dueño.
Estos dos fiascos le hicieron decretar que en los testamentos se presentarían en blanco las dos primeras páginas.
Que solamente se escribiría en ellas el nombre del testador y que el que escribiese el testamento de otro, no podría asignarse ningún legado.
Empobrecido y exhausto de recursos hasta el punto de demorar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones.
Se apoderó de los bienes y las fortunas que le apetecían con el argumento de que ‘habían sido ingratos con el Príncipe.’
Un día que cantaba en el teatro, vio a una matrona adornada con la prohibida púrpura, la señaló a sus agentes y haciéndola sacar inmediatamente, le confiscó el traje y los bienes.
Y ya no confirió ningún cargo sin añadir:
– ¿Sabes lo que necesito? Obremos de tal forma que nadie tenga nada.
Concluyó por despojar a la mayor parte de los templos y fundió todas las estatuas de oro y de plata.
Después de la muerte de Popea quiso casarse con Antonia la hija de Claudio.
Como ella se rehusó, también la acusó de conspiración e hizo que la mataran.
No hubo lazo que no rompiera con el crimen.
Y mientras tanto su red de espías, seguían llenando los tribunales con cristianos.
Pedro fue arrestado por los pretorianos y lo llevaron al Tullianum.
Los cristianos lo recibieron con gran reverencia y amor.
Algunos presos que habían sido torturados y que no eran cristianos, le pidieron que los ayudase.
Pedro oró y los sanó el Señor. El hijo de un verdugo que estaba sordo y mudo, también fue sanado.
Entonces un centurión se acercó…
Y le dijo:
– Mi nombre es Flavio. Tengo un compañero de guerra al que quiero mucho.
En Germania recibió un fuerte golpe en la nuca y está paralizado del cuello hacia abajo. ¿Podrías rogar a tu Dios para que lo cure?
Pedro le contestó:
– Flavio, ¿Crees que nuestro Señor Jesucristo pueda sanarlo?
– Sí creo. Creo que Él es Dios y si Él quiere, puede compadecerse de un pagano…
– Flavio, en el Nombre de Jesucristo, hágase como lo pides. Y dile a tu amigo que busque la Luz de la Verdad.
Por la tarde de ese mismo día, llegó el otro soldado completamente sano a darle las gracias.
Flavio dice llorando:
– Cuando seas sentenciado, yo voy a tener que matarte.
Pedro lo mira sonriendo con amor,
Y lo exhorta:
– Cumple tu deber hijo mío. Y alégrate. No me darás la muerte.
Lo que vas a hacer es abrirme las Puertas del Cielo.
El soldado sanado declara:
– Anciano, yo soy Leoncio y te doy las gracias a ti y a tu Dios.
Flavio pregunta:
– Dime cómo podemos agradecerle y adorarlo.
– Él Mismo los guiará. Venid…
Y Pedro les habla del alma y del Cielo…
Durante todo el tiempo que estuvo en prisión continuó evangelizando también a sus carceleros, realizando milagros a todos los que se lo pedían y bautizando sin cesar a los conversos…
Y los rumores de lo sucedido, traspasaron las murallas de la prisión y se expandieron por todos lados.
Entonces Pablo también fue llevado a la cárcel Mamertina.
Y cuando Nerón fue notificado de que los líderes de la Iglesia Perseguida habían sido capturados, decidió divertirse un poco…
Recordó algo que le había platicado Popea cuando era prosélita de la religión hebrea.
Y en complot con Tigelino, urdió un plan…
Para ver lo que haría el Dios de los cristianos, al verse enfrentado con su Padre.
Estaba en Roma un hombre llamado Simón que tenía muy impresionada a la gente con sus artes mágicas.
Y por sus prodigios era tenido entre los judíos como un gran personaje que ‘Tenía consigo la Fuerza de Dios’.
De acuerdo al plan preconcebido por el César, mandó sacar de la cárcel a Pedro y a Pablo y ante una gran muchedumbre reunida en la plaza del Fórum,
Decidió enfrentarlos con Simón el Mago que capitaneaba a los judíos, acérrimos enemigos de los cristianos.
Cuando todos estuvieron frente al César,
éste les dijo, señalando a Simón:
– Este hombre es sincero y vosotros, los embaucadores. Y ahora lo veremos.
Acto seguido Simón el Mago, coronado de laurel por Nerón mismo, subió hasta lo más alto del Capitolio,
¡Y empezó a volar!
Pedro al ver aquello, dijo a Pablo:
– Satanás se disfraza de ángel de Luz…
Pablo le replicó:
– A mí me corresponde orar…
Y a ti, dar las órdenes debidas.
Pablo se arrodilló y se sumergió meditando, en la Oración en el Espíritu.
Pedro levantó la voz y dijo con autoridad:
– Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire.
En El Nombre Santísimo de Jesús yo os mando que no lo sostengáis más.
Y que lo bajéis sin dañarlo, hasta el suelo.
Los Demonios se encolerizaron y obedecieron la orden a medias.
Ante el asombro general, Simón aterrizó bastante maltrecho.
Nerón se enfureció aún más, al ver el inesperado resultado de su maquinación.
Y antes de retirarse, ordenó que los llevaran al tribunal.
El Prefecto Agripa dijo a Pedro, al tenerlos frente a sí:
– Así que tú eres el hombre que en tus reuniones aprovechas tu influencia e impides que las mujeres se casen.
Pedro le contestó:
– Yo soy fiel discípulo de mi Señor Jesucristo, el Crucificado que Resucitó y Vive y Reina por siempre, a la diestra de Dios Padre.
– Le seguirás hasta el final. También tú morirás en la Cruz.
Y a Pablo por ser ciudadano romano, lo condenó a ser decapitado.
Al anciano apóstol se le aplicaron los azotes prescritos por la ley.
Y al día siguiente fue conducido fuera de las puertas de la ciudad. Hacia el Monte Vaticano, en donde debía cumplirse la sentencia y ser crucificado.
A causa de su avanzada edad, no se le exigió que cargara con la cruz.
Cuando llegaron al sitio designado, Pedro contempló toda la Ciudad Eterna, extendida a sus pies…
Y levantando la mano derecha, bendijo:
¡URBI ET ORBI! (a la ciudad y al mundo)
Y su sonrisa se hizo más luminosa y su rostro se volvió radiante, cuando Jesús le permitió extender su mirada a través de los siglos.
Y vio el mismo lugar de su martirio, convertido en una inmensa Basílica.
Desde la cual, casi dos mil años después su sucesor 265 el último Papa
Mártir Viviente:
Benedicto XVI daría su mensaje de paz al mundo entero y su bendición apostólica: ¡URBI ET ORBI!
Y vio tambien la grandiosa plaza llena de millares de personas, escuchando reverentes a otro Pontífice Mártir y Santo:
San Juan Pablo II.
Quién desde el Vaticano llevaría el mensaje del Evangelio a todas las naciones de la Tierra.
Y desde la Basílica de San Pedro, levantando su blanca mano, bendeciría lleno de bondad y de amor, infinidad de veces.
A través del Pontificado más largo de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana:
¡URBI ET ORBI!
Flavio, el jefe de los verdugos le indicó a Pedro que debía extenderse sobre la cruz.
Y Pedro le dijo:
– Cuando crucificaron a mi Señor pusieron su cuerpo sobre la Cruz, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, porque mi Señor descendió desde el Cielo a la Tierra.
Os ruego que al clavarme lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero. Porque además de que no soy digno de ser crucificado como Él, yo voy a subir de la Tierra al Cielo.
Accedieron a su petición y lo colocaron sobre la Cruz de manera, que sus pies quedaron clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo.
Cuando Pedro estaba ya crucificado, Dios abrió los ojos espirituales de los espectadores.
Y vieron al apóstol rodeado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas y de lirios.
Y a Jesucristo colocado a su vera, mostrándole un Libro abierto…
Pedro lo leyó: “Apocalipsis”
Y dijo en voz alta:
– Gracias Dios Mío.
Y se sumergió en la Oración en el espíritu…
Dios Padre le reveló entonces…
“He aquí que en los Últimos Tiempos, enviaré a mi Séptimo Profeta y hablará con mi Voz y advertirá a los hombres:
Yo aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones
Domingo, 15 de julio del 2012, a las 17:45 hrs.
(Recibido durante la Adoración de la Santa Eucaristía)
Mi muy querida hija, es difícil para Mis hijos permanecer libres del pecado, por la maldición infligida sobre ellos por la mano de la Serpiente. No puedo esperar Yo a que Mis hijos estén completamente libres del pecado todo el tiempo, porque esto es imposible.
Es importante que cualquiera que conozca las enseñanzas de la Iglesia de Mi Hijo en la Tierra, busque el arrepentimiento de sus pecados tan a menudo como sea posible. A través del arrepentimiento será más fácil permanecer en estado de gracia y esto creará una barrera para futuras tentaciones.
Hijos Míos, ustedes están ahora por presenciar grandes cambios perdurables en el mundo. Sucederán después de que el GRAN AVISO se lleve a cabo.
Mientras muchos ignorarán estos mensajes del Cielo. Estos son importantes para aquellos que los aceptan como la Palabra de Dios, para prepararse. Ustedes son el enlace en Mi armadura contra el enemigo y a través de su Fe, Yo les levantaré y les protegeré contra la Persecución.
Será por su amor por Mi Hijo Jesucristo, el Salvador del Universo, que Yo seré capaz de salvar a aquellos hijos, que no pueden permanecer en la Luz de Dios.
Su consagración de amor, sufrimientos y oraciones será su gracia de salvación del Fuego del Infierno.
No tengan miedo por ustedes mismos.
Sino por aquellos que NO solo NO pueden ver, sino que rehúsan ver el Tiempo en que ustedes están viviendo hoy. Los preparativos están completos y el momento está maduro para que el Cambio comience, porque Yo NO voy a permitirle a la Bestia robar almas.
Esta intervención, prometida a la Humanidad durante tanto tiempo, se llevará a cabo muy pronto y entonces la Batalla empezará para salvar a Mis hijos. No teman a Mi Mano; porque cuando ésta caiga, será usada para castigar a aquellos que están tratando de destruir a Mis hijos.
Yo les impediré engañar a las almas.
Yo evitaré su asesina intención y aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones. Si continúan rechazando la Mano que les alimenta.
Ellos han sido advertidos. Ustedes, Mis amados hijos, ayudarán a Mi Hijo a salvarlos.
Nunca tengan miedo, porque aquellos con el Sello del Dios Vivo, no solo son protegidos, sino que les son dadas las gracias de defender al Mundo de Dios, para que a tantas almas como sean posibles, les sea dado el Don de Vida.
Es tiempo de preparar a todos los sacerdotes de Dios, a los obispos y a todos aquellos, que dirigen Mi Santa Iglesia Católica y Apostólica en la Tierra.
Porque el tiempo está cerca para que la Persecución de Mi Amado Vicario, el Papa Benedicto XVI, alcance su pináculo.
Muy pronto él será forzado a huir del Vaticano. Entonces, vendrá el momento cuando Mi Iglesia se divida, un lado contra el otro.
¡Hago un llamado a todos Mis siervos sagrados, a recordar sus sacratísimos votos!
¡Nunca abandonen su misión! ¡Nunca Me abandonen! ¡Nunca acepten mentiras en vez de la Verdad!
Ustedes deben pedirme que les ayude en los difíciles tiempos, que están por delante. Deben levantarse, unirse y Seguirme.
Recen para pedir la Fortaleza que necesitarán, a través de esta Cruzada de Oración especial:
Ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra
Oh Querido Jesús,
ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra en todo momento.
Dame la fortaleza para defender la Verdad de tu Iglesia
en medio de la adversidad.
Lléname con las gracias para administrar los Santos Sacramentos
en la forma en que nos enseñaste.
Ayúdame a alimentar a Tu Iglesia con el Pan de Vida
y a permanecer leal a Ti, incluso cuando me sea prohibido hacerlo.
Libérame de la cadena del Engaño que pueda enfrentar,
con el fin de proclamar la verdadera Palabra de Dios.
Cubre a todos Tus siervos sagrados con Tu Preciosa Sangre en este momento, para que permanezcamos valientes, leales y constantes en nuestra fidelidad
a Ti, Nuestro amado Salvador, Jesucristo. Amén.
No se desanimen, Mis amados siervos sagrados, porque la discordia ha sido profetizada y debe suceder en la Batalla Final por las almas.
Les amo y estaré con ustedes ahora, mientras caminan Conmigo la espinosa calle al Calvario,
Para que la Salvación pueda ser alcanzada una vez más, por todas las almas.
Su Amado Jesús y Su amado Padre, El Dios AltísimoPedro admiró por largas horas, todos los sucesos que le fueron mostrados en la Ciudad del Vaticano.
Y finalmente, con voz llena de júbilo y de adoración,
Exclamó:
– ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!… –antes de expirar.
Las llaves del Cielo que Jesús le entregara y que habían estado en sus manos, las había entregado a Lino, en la Misa cuando le nombró su sucesor.
Y de esta manera fueron legadas durante la sucesión periódica de cada Romano Pontífice, hasta el pontificado de Benedicto XVI, el último Papa que ahora las tiene en sus manos…
En esa misma tarde, otro destacamento de pretorianos condujo a Pablo de Tarso a lo largo de la Vía Ostiense.
Pasaron por la Puerta Trigémina, hasta un lugar llamado Aqua Salviae.
Mientras avanzan, él mira hacia los Montes Albanos con la magnífica sensación de haber terminado su larga y fatigosa jornada apostólica.
Contempla ya los Cielos abiertos para recibirle y su alma está llena de júbilo,
Por el inminente encuentro con el Dios por el que ha luchado y sufrido tanto,
Para darlo a conocer y a amar.
Cuando llegaron al sitio designado para el suplicio, se volvió hacia el Oriente y oró.
Luego, se despidió de los cristianos.
El verdugo le dijo:
– Prepara tu cuello.
Pablo se arrodilló y dijo:
– ¡Oh, Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y ofreció su cuello al verdugo.
Éste levantó la espada y descargó el golpe…
Con el rostro radiante, Pablo de tarso fue decapitado.
En el mismo instante en que se desprendió su cabeza del tronco,
Exclamó:
– ¡Jesús!…
Su sangre bañó la lóriga de su verdugo, brilló una luz intensísima.
Y quedó el aire perfumado con una fragancia maravillosa…
La Iglesia Cristiana ha sido confirmada con la sangre de sus Dos Columnas Primarias:
San Pedro y San Pablo Apóstoles…
Su ornamento final lo pondrá su último sucesor y papa mártir…
Y los cristianos que confesarán su glorioso testimonio en la Tercera Gran Persecución realizada en el imperio de terror del Anticristo…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
95.- UN ESCAPE MILAGROSO
Marco Aurelio Petronio a Tito Petronio Níger:
Hasta nosotros llega el eco Caríssime, de la mayor parte de los sucesos que están ocurriendo en Roma. Y lo que no sabemos, lo refieren tus cartas. En su viaje a Grecia, Tugurino recibió la orden de pasar por aquí, donde se entregó al saqueo de ciudades y templos para poder llenar el tesoro exhausto.
Al precio de sangre y de lágrimas, Nerón está edificando la Casa Dorada en Roma. Tú conoces a Tugurino. Prócoro fue igual que él hasta que redimió su vida con su muerte. Me preguntas si estamos fuera de peligro y yo te contesto que aquí estamos libres de preocupaciones. Y con esto es más que suficiente.
En este momento y bajo el pórtico desde el cual te estoy escribiendo, contemplo nuestra mansa bahía y la barca desde donde Bernabé tiende una red para pescar nuestra comida de hoy. ¡Oh, qué tranquilidad! Mi esposa está cerca de mí, devanando lana roja. El pequeño Sebastián duerme satisfecho.
Y en los jardines, a la sombra de los nogales y los almendros, cantan nuestros hermanos, mientras trabajan. Y no son las parcas como antes lo creíamos, quienes hilan y devanan de tan grata manera, el hilo de nuestras vidas. Es Cristo, nuestro amado Salvador y Dios, quién nos bendice y nos protege.
Conocemos las lágrimas y los pesares porque la vida es una prueba de dolor y sufrimiento, que cada vez nos acerca más a Dios. Pero en estas lágrimas está el consuelo que tú conoces, porque cuando llegue el término de nuestra vida, nos reuniremos con esos seres queridos que han perecido y siguen pereciendo por su amor a la Verdad.
Aquí, Sarah dio un testimonio maravilloso. Siguen aumentando las conversiones y el triunfo de N.S. Jesucristo.
Y ¡Oh, sí querido mío! Somos felices. Y la nuestra es una felicidad que ni la muerte podrá destruir, porque al contrario, ésta nos abrirá las Puertas del Cielo, donde está la Felicidad total y eterna.
Y así transcurren los meses en medio de la paz y el gozo del espíritu. Soy feliz, porque mi felicidad está en Dios y lo adoro. Porque mi felicidad es Alexandra y la amo a ella y a su alma inmortal.
Y porque ambos nos amamos en Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey que ha coronado nuestra dicha con el pequeño Sebastián.
Nuestra familia es nuestro tesoro. Y por eso en nuestro amor no hay separación, ni engaños, ni rutina, ni edad, ni muerte. Porque cuando la hermosura o la edad pasen y se agoten. Cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará siempre el amor, junto con el espíritu.
Antes de que se abrieran mis ojos a la Luz, yo hubiera sido capaz de todo por el amor de Alexandra. Pero ahora te digo que entonces yo no la amaba, pues fue hasta que conocí a Jesús que supe lo que era el verdadero amor. Y ahora sí la amo como jamás imaginé que se pudiera llegar a amar.
En Él está la fuente de la Paz y la felicidad. Y no soy yo quién lo dice. La realidad de lo que estamos viviendo lo pregona. Y por eso te digo: compara la vida opulenta y llena de zozobras; los deleites inseguros del mañana; los banquetes orgiásticos y llenos de alegría ilusoria; con nuestra vida de cristianos y dime cual prefieres vivir.
Pero para poder comparar con mejor acierto, ven a nuestras montañas olorosas a tomillo. A nuestros olivares, viñas y riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí, corazones que te aman sinceramente.
¡Oh, Maximiliano mío! A Alexandra y a mí nos asiste la consoladora esperanza de verte pronto. Ven con nosotros a completar y compartir nuestra dicha. Adiós.
Aurora termina de leer esta carta y se queda reflexiva unos momentos.
Luego llama a Héctor y dispone todo lo necesario para el viaje a Sicilia…
Semanas después…
Marco Aurelio acaba de regresar de Catania a donde fue a supervisar un embarque de vinos.
Entra tambaleante en la biblioteca y Alexandra le nota una tristeza muy grande en su rostro afligido y lleno de lágrimas.
Ella lo abraza protectora, mientras le pregunta:
– ¿Qué sucede mi amor?
Un sollozo ahogado brota de su garganta, junto con la palabra apenas audible:
– Petronio ha…
Y apenas va a contarle a su esposa la noticia que supo en el puerto, cuando entra Nicanor el mayordomo avisando que acaba de llegar el general Publio Quintiliano, con una comitiva de Roma.
Marco Aurelio respira profundo para controlarse,
Y luego dice:
– Más tarde te contaré… Vayamos ahora a recibirlos.
Cuando llegan al atrium y Marco Aurelio se adelanta a dar la bienvenida a Publio, ve a sus acompañantes…
Se queda paralizado y luego cae al piso, desmayado.
Cuando recupera el conocimiento, ve que lo han recostado en un lecho.
Y que lo mira sonriente el rostro preocupado de su tío.
– Pero tú… pero tú… –balbucea aturdido.
Y luego agrega con énfasis:
– ¡Tú estás muerto!
Maximiliano contesta sonriente:
– No, querido mío. ¡Estoy más vivo que nunca!
Y le da un vaso con agua para que beba,
Mientras Marco Aurelio dice trastornado:
– No entiendo nada. Nos contaron lo que pasó en la corte con Nerón, en Cumas… Séneca…
El tribuno sacude la cabeza y luego da un sorbo al agua.
Petronio le explica:
– Nerón está inmerso en un baño de sangre. Ven…
¿Ya te sientes mejor? Vamos al triclinium y les contaremos todo…
Con un brazo rodea tiernamente a Aurora y con el otro ayuda a su sobrino a levantarse.
Y todos pasan a la terraza desde donde se contempla el espléndido paisaje que se domina sobre los acantilados, a escuchar la extraordinaria historia de lo que sucedió en Cumas…
La voz de Petronio se escucha fuerte y sonora:
– Cuando se fue Asterio el liberto de Plinio, yo me puse a orar y entregué todo al Señor.
Entonces oí su voz de tenor llena de dulzura,
Que me preguntó:
– ¿Estarías dispuesto a morir por Mí?
Yo le contesté de inmediato:
– ¡Oh, Señor mío! ¡Tú lo sabes que sí!
– Pero todavía no llega tu hora. El Señor de la Vida y de la Muerte Soy Yo. ¿Recuerdas? – Le ví sonreír y fue algo maravilloso.
Luego agregó:
– ¿Confías en Mí?
– ¡Por supuesto que sí! Yo te amo y confío en Ti, Señor Jesús.
– Entonces…
Me permitió ver lo que iba a suceder al día siguiente y me dio todas las instrucciones precisas…
Yo las obedecí.
Y cuando le conté todo a mi esposa, los dos oramos juntos y nos pusimos en sus manos.
El día que me fui al convite… (Les relata todo lo sucedido en el banquete de Cumas)
Luego Aurora completa:
– Cuando lo llevaron a la casa y le pedí al centurión que me dejara despedirme de él. En la Biblioteca Héctor y Darío sacaron por otra puerta el cuerpo sin vida y llevaron a Petronio a su cubiculum.
Enseguida colocaron el cadáver que Aquiles había traído del Spolarium ese mismo día… Hay tantos muertos que no fue difícil conseguir uno con características parecidas a las de Petronio.
Lo vistieron con sus ropas y lo cubrieron con uno de los tapices que fuera adecuado. Afortunadamente el centurión fue muy respetuoso y no destapó el rostro, porque si no… –Aurora hace un gracioso gesto de horror.
Y prosigue:
– Cuando los pretorianos se fueron, yo corrí a nuestro cubiculum y Maximiliano estaba sentado en el lecho y despierto.
El Señor Jesús me dijo que le diera de beber muchos líquidos y… ¡Aquí está! – Concluye feliz y besando a su esposo.
Marco Aurelio pregunta admirado:
– ¿Y qué pasó cuando estuviste muerto?
Petronio dice sonriente:
– Después que bebí el vaso con el veneno, de repente me vi como si flotara por encima del triclinio imperial y sobre todos los convidados.
Observé mi cuerpo como si fuera una vestidura que me hubiera quitado.
Y ¡Me sentía tan bien! Yo seguía siendo yo… Mi cuerpo estaba tirado frente a mí.
No sentí cuando me abrieron las venas. Vi y oí cuando los médicos le dijeron a Nerón, que yo estaba muerto.
Luego alguien me llamó por mi nombre y vi junto a mí a un ser bellísimo,
Que me dijo:
– No temas. Mi nombre es Geudiel. Soy tu ángel guardián. Ven conmigo.
Suavemente me tomó de la mano y me condujo. Pareció como si voláramos por el Universo…
Luego llegamos a un Reino de Luz. ¡Oh! ¡Qué belleza tan maravillosa!
Allí todo es perfecto. No existe la fealdad. Me dejó en el jardín de un palacio cuyas paredes también parecen de Luz.
Y me dijo:
– Espera aquí. Voy a decirle al Señor…
Y mientras esperaba pasaron caminando los jóvenes que estaban en el banquete de Nerón y que murieron en la hoguera.
Todos me saludaron con mucho amor y,
Joshua me dijo jubiloso:
– Maximiliano, me alegra mucho que pensaras en mí cuando te decidiste a convertirte.
¡Persevera hermano! ¡Te estamos esperando!
No pude evitar reírme, porque ciertamente que después de que Nerón pateara su cabeza como si fuera un balón, en los calabozos de Calígula.
Y verlo regresar tan majestuoso con ella bajo el brazo, para enfrentarse con Enobarbo de aquella manera…
Fue cuando decidí conocer la religión cristiana…
En eso salió el Señor Jesús y yo lo contemplé asombrado.
Pude ver su Cuerpo que tiene carne como la nuestra y al mismo tiempo parece como si estuviera hecho de luz.
Sus cabellos y su barba son rubios. Sus ojos azules parecen zafiros. Su belleza varonil es tan perfecta y cautivadora…
Y vi todas sus heridas que despiden luz. Parecen rubíes luminosos en sus pies, en sus manos… Y también se trasluce de su pecho.
Traía una túnica de una tela que no sé cómo describirla…
¡Es tan Majestuoso! ¡Es Dios y es Rey!
Me trató con tanta dulzura, con tanto amor…
Luego Él extendió los brazos y su frente estaba llena de Luz. Comprendí que brotaba de donde le coronaron con espinas.
Sentí un infinito deseo de postrarme y adorarlo… Y lo hice.
Y Él me dijo:
– Así os he amado.
– Señor. –Le supliqué- ¿Me dejas quedarme?
– Tienes una misión que cumplir. ¿O no quieres hacerla?
– Claro que sí, Señor. Es solo que… se siente tanto gozo aquí. Te amo. Te adoro Señor mío y Dios mío…
– Irás a decirles a tus hermanos, como el Cielo es una realidad espiritual. Y también…
Jesús me dio otras instrucciones y luego me dio su Bendición.
Desperté…
Y me dí cuenta de que estaba recostado en mi lecho de la casa de Cumas.
Me levanté y pude observar la ceremonia de mis funerales desde la ventana.
Al día siguiente fuimos a la Puerta del Cielo y allí me encontré con Publio que había ido a vender todas sus propiedades de Roma.
Él y el senador Astirio me ayudaron con una nueva identidad, al traspaso de mis propiedades, borrando todo rastro de mi vida como Petronio.
Luego preparamos el viaje. Y antes de venirnos tratamos de salvar a Pedro invitándolo a viajar con nosotros.
Pero tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo en la Vía Apia y se quedó en Roma…
Siguen conversando de todos los acontecimientos que hay en la capital del imperio.
Más tarde Publio se despide y se va con los suyos a su casa, que está del otro lado de la pequeña baía.
En la terraza han quedado sólo los dos matrimonios.
El cielo aunque nublado en parte, está sereno. El tiempo es apacible y el mar está en calma.
El calor va disminuyendo porque el sol ha comenzado a bajar y llegará dentro de dos horas a su ocaso.
Alexandra acuna a su bebé que saciado de la leche materna, duerme entre sus brazos.
Aurora come unos dátiles y nueces que ha tomado de un platón que hay sobre la mesa.
Y sonríe soñadora ante la imagen de la madre y el hijo.
Ésta mira amorosa a Marco Aurelio que en ese momento,
Dice a Maximiliano:
– ¡Me siento tan feliz de tenerte aquí con nosotros, compartiendo la delicia de vivir en este lugar!
Cuando te escribí invitándote a venir a disfrutar de este paraíso, no sabía lo pronto que llegarías. ¿Y ahora qué haces?
Maximiliano contesta:
– Recibí tu carta dos días antes del aviso de Asterio y te la contesté.
Pero cuando pude venir a traerte la respuesta yo mismo, no sabía que la noticia de mi muerte me iba a preceder.
En cuanto a tu pregunta, estoy escribiendo un nuevo libro.
– ¿Cómo el Satyricón?
– No. Aquel Petronio ya no existe. En Satyricón él narró las andanzas eróticas de tres jóvenes, porque fue una sátira del mundo y de la sociedad que él conoció.
Ahora soy cristiano y mi vida sólo tiene sentido, si la dedico para la gloria de Dios.
– ¡Oh! ¡Tienes toda la razón! ¿Y ahora qué es lo que escribes, caríssime?
– Antes de venir, estuvimos tres semanas con Pedro en la Puerta del Cielo, escuchando una historia fascinante… Tomé notas.
Y ahora estoy escribiendo lo que creo será el punto de partida para una Nueva Era: mis experiencias y mi transformación.
Y también los relatos de Pedro y de Publio sobre el apóstol Traidor, junto con las enseñanzas que me convirtieron en cristiano.
Las estoy escribiendo para no olvidarlas y para que nuestros hijos NO decaigan.
Y sobre todo, que nunca olviden como se debe enfrentar una Persecución…
Y CÓMO SE DEBE MORIR…
Marco Aurelio repite con una sonrisa interrogante:
– ¿Dijiste nuestros hijos?…
Maximiliano confirma:
– Sí. Nuestros hijos. –se levanta y poniendo una mano rodeando protector el hombro de Aurora que sigue sentada.
Anuncia feliz y triunfante:
– Para el próximo verano esperamos la llegada de nuestro heredero.
Y se inclina con ternura, besando la frente blanquísima de su esposa.
Aurora sonríe ruborizada.
Y mirando a Alexandra le dice con dulzura:
– Te veo a ti y a Sebastián… Y mi corazón rebosa de una dicha tan grande, al pensar que muy pronto nosotros también veremos realizados nuestros sueños así como ustedes ahora…
Al tener en nuestros brazos el fruto viviente de nuestro amor.
El Señor nos ha bendecido también con un hijo.
Marco Aurelio exclama con júbilo:
– ¡Alabado sea Jesucristo! Esto merece un brindis…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
94.- SENTENCIA MORTAL
En una pequeña bahía de la isla, el atardecer baña con sus fulgores los árboles frondosos y las columnas de una hermosa villa cercana al mar.
Más de una vez, sentados en la terraza y tomados de la mano, Marco Aurelio y Alexandra, hablan de sus pasadas experiencias y temores.
Sienten que todos sus sufrimientos han madurado sus almas y las han elevado hacia Dios.
En él ya no queda el menor rastro del antiguo patricio, cuya voluntad y deseos eran las únicas leyes de su existencia.
Aun así, ante aquellos recuerdos no hay huellas de amargura. Se alegran en Dios; en su Amor y en el amor que los une y que cada vez es más grande.
Les parece que ha pasado mucho tiempo y que aquel pasado doloroso ha sido superado, por el milagro que Dios ha realizado tanto en la arena como en sus vidas.
Ahora están dispuestos a enfrentar la muerte cuando ésta se presente y a disfrutar cada momento de su existencia, agradeciendo a Dios por su Don, como si cada día fuese el último.
Se aman con locura y aman todo lo que la vida les ofrece.
Son felices con la felicidad que Dios da al que le ofrenda cada instante a su servicio.
A los dos meses de estar en Sicilia; una tarde, los dos caminan por la playa con los pies descalzos.
Sintiendo la espuma que les hace cosquillas en los pies, cuando las olas revientan y se deshacen en minúsculas burbujas, formando una blanca estela.
Marco Aurelio está un tanto distraído, observando a un gran buque que se dirige hacia el puerto de Catania…
Y Alexandra le dice despacio:
– Mi amor, tengo una noticia que darte…
Marco Aurelio sigue observando el barco
Y contesta despreocupado:
– Sí… Dime… Hum… ¿Qué es?…
– Creo que en un tiempo razonable, dejaremos de ser sólo nosotros dos.
– ¡Uhmm!… –contestó el tribuno mirando a las gaviotas que se lanzan en picada en el agua, pescando.
Y luego, después de un instante, se detuvo en seco.
Se volvió hacia ella y preguntó
– ¿Qué dijiste?… ¿Te estoy entendiendo bien?
Alexandra asintió, ruborizada y sonriente.
– ¿Estás segura?
– Sí. Llegará a nuestro hogar un bebé.
– ¡Un bebé!… ¿Vamos a ser papás?… ¡Oh, Dios mío! ¡Un bebé!…
Y abrazó a Alexandra.
La levantó en el aire como si fuera una muñeca.
Y daba vueltas regocijado como un niño al que le ha llegado el mejor regalo del mundo.
Los dos ríen, locos de alegría.
– ¡Un hijo…! ¡Un hijo! –Repetía Marco Aurelio embelesado.
– ¡Voy a ser padre! –le gritó al mar y al viento, rebosante de una dicha que no puede controlar.
Rodeando la cintura de Alexandra, cayó de rodillas a sus pies, llorando de alegría y agradeciendo a Dios por el don magnífico de la vida.
– ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, Señor! Dios mío, esta noticia colma y rebosa mi felicidad.
¡Gracias, preciosa mía! ¡Un hijo!…
Luego se levantó y gritó a los cuatro vientos:
– ¡Vamos a tener un hijo!…
Enseguida, volviéndose hacia ella,
le preguntó preocupado:
– ¿Cómo te sientes?
Ella contestó:
– Estoy muy bien. Yo también me siento muy feliz, amor mío… – contestó ella sonriendo dichosísima.
Una nueva vida de ventura inmensa había sucedido a su vida anterior.
Los atrae y los envuelve, como una encantada red.
En Roma bien puede el César seguir llenando el mundo con las explosiones de su ira y su locura, esparciendo el terror por doquier.
Ellos sienten sobre su cabeza una invisible custodia, infinitamente más poderosa que el odio de Nerón.
Y ya no temen ni a su cólera, ni a su maldad.
El César ha dejado de ser para ellos una amenaza.
Miraron el grandioso crepúsculo y oraron juntos, dando Gracias…
Luego fueron a la casa para dar la noticia a los demás.
En un tiempo cuando se hallaba en la prisión, Alexandra había estado demacrada por causa de la fiebre, el aire viciado, las incomodidades, en espera de la muerte.
Pero ahora la situación es muy diferente.
Está rodeada no solo de los más tiernos cuidados y atenciones. También de la comodidad, la abundancia y la exquisita belleza de todo lo que los circunda.
En la villa de Marco Aurelio sólo se respira la felicidad y la paz que da el vivir en compañía del Dios Resucitado.
Pasó el tiempo y nació un bebé muy hermoso, al que llamaron Sebastián.
Maximiliano sigue en Acaya.
Cuando supieron del regreso y la entrada triunfal de Nerón en Roma, Marco Aurelio escribió una carta…
Y la comitiva de espectros que forman el lúgubre séquito del César, siguió aumentando cada día.
Pisón había pagado su conspiración con la cabeza.
Nerón está sorprendido ante el gran número de conspiradores.
Aumentó la guardia y mantuvo en estado de sitio la ciudad, enviando a diario sentencias de muerte con los centuriones, a las casas de los sospechosos.
Arrasando con culpables e inocentes, dando al César la excusa perfecta para confiscar sus riquezas.
Aun cuando Petronio se ha vuelto muy callado, Nerón ve un agravio en tal silencio.
Y cuando el Árbitro elogia al César, a éste le parece entrever el ridículo a través de sus observaciones.
La verdad es que aquel brillante patricio mortifica su amor propio y pone un freno que lo molesta mucho, en su verdadera personalidad.
Como cada vez desciende más en el lodazal de una grosera y abyecta disipación; aquel exquisito árbitro del refinamiento empieza a ser para él, una carga muy pesada.
Sin saber exactamente porqué, le ha tomado una gran aversión al que fuera su director artístico.
Hasta aquel momento le ha perdonado la vida a Petronio solo por su viaje a Acaya; en el cual su elegancia y su profundo conocimiento en todo lo relativo a Grecia y a los griegos, le han sido muy útiles.
Pero Tigelino se ha ido infiltrando gradualmente en el ánimo del César, con la convicción de que Tugurino lo sobrepuja en buen gusto y en conocimientos.
Por esto insiste en que sería más apto para ocupar el puesto de Petronio, organizándole juegos, recepciones y triunfos.
El emperador estuvo de acuerdo con él… Y a partir de aquel momento Petronio estuvo perdido.
Pero Nerón no tiene suficiente valor para enviarle su sentencia en Roma.
Tanto él como Tigelino recuerdan muy bien que aquel refinado esteta, ha dado pruebas de su gran inteligencia, su sorprendente habilidad y energía en el puesto de embajador de Claudio; como Procónsul en Bitinia y posteriormente como senador, en la capital del imperio.
Saben que es capaz de cualquier hazaña. Es tan popular, que en Roma cuenta no solo con el amor del pueblo, sino también con el de los pretorianos.
En lo más íntimo de su ser, se siente muy inferior al patricio y ninguno de los confidentes del César ha sido capaz de prever la reacción de Petronio.
Por eso, ha pensado que sería más conveniente atraerlo fuera de la ciudad y darle el golpe en una de las provincias.
César tiene una villa palaciega en Cumas y decide pasar unos días allá, en compañía de los más íntimos de su corte.
Petronio que también tiene una casa allí, intuye que su lucha de largos años con Tigelino se aproxima a su fin. Sabe que pronto será vencido en aquella contienda y también sabe muy bien porqué.
Cuando recibió la invitación para ir a Cumas con otros augustanos, presintió la traición…
Y aun cuando sospecha una trampa, se presentó con su carácter de siempre: alegre y despreocupado, pues desea alcanzar una última victoria sobre Tigelino…
Dos días después de llegar, Plinio que siempre había sido un amigo sincero suyo, envió a su liberto con una noticia urgente y secreta: la muerte de Petronio ha sido acordada.
El siguiente fin de semana, el César planea dar el que será el último banquete para el escritor.
No está seguro de la forma en que lo harán o si le enviarán la sentencia de muerte a su casa.
Petronio escuchó la noticia con inalterable calma.
Luego fue a su cubiculum y regresó con un pequeño cofre.
Dijo al mensajero:
– Llevarás a tu señor este regalo y le dirás de mi parte que le agradezco su mensaje con toda mi alma, porque ahora puedo anticiparme a la sentencia.
Solo dile que por favor no lo muestre en este reinado a nadie. Porque la codicia de este tesoro, es una de las causas de mi sentencia.
Y le mandó su precioso vaso mirrino que era aún más hermoso que los vasos que Nerón estimaba tanto y que llamaba ‘homéricos’ porque tenían esculpidos en ellos escenas de los Poemas de Homero.
Cuando se quedó solo, se encerró a orar fervientemente, entregándolo todo al Señor.
Unas horas después, envió mensajeros en varias direcciones y con distintos encargos.
Luego habló con Aurora y la puso al tanto de la situación.
Ella lo abrazó y le dijo:
– No temas, amor mío. Dios sabe lo que hace y los dos haremos su Voluntad…
Mientras tanto, Tigelino lo acusó de estar involucrado y ser amigo del senador Escevino, que había sido el alma de la conspiración de Pisón.
La “Familia” de Petronio que había quedado en Roma, todos fueron arrestados y encarcelados.
Y los guardias pretorianos rodearon su casa…
Cuando esto le fue notificado, no experimentó ni mostró la menor inquietud.
Dijo a los augustanos a quienes había recibido en su espléndida villa en Cumas, que los invitaba a hacer una libación en honor del César.
Éstos se excusaron y se retiraron pronto.
Petronio comprendió que habían venido para ver su reacción y comunicarla a Nerón.
Dos días después le llegó la invitación al convite de Nerón.
Esa misma mañana escribió en la biblioteca y enseguida tomó un baño. Después se arregló más esmeradamente que nunca.
Hermoso y soberbiamente distinguido, como un dios griego, se dirigió a la villa del César. Ni la más leve preocupación se nota en su semblante.
Los augustanos le saludaron, unos con cordialidad y otros con expectación.
Los primeros, porque aunque saben que a Petronio lo rodean las nubes de la cólera del César; no piensan que el peligro sea tan inminente.
Su rostro alegre, su sonrisa y su elegante despreocupación de siempre, confirmó a todos sus regocijados compañeros de aventuras y de intrigas palaciegas, en aquella opinión.
Los segundos saben que él sabe que está próximo su fin y no comprenden su actitud.
Petronio goza con su desconcierto. Está sentado en el triclinio, muy cerca del César.
Y los demás augustanos, al beber vino en las adornadas copas, derraman de ellas algunas gotas en honor de los dioses inmortales…
Y de todas las verdades discutidas por los filósofos griegos de todos los tiempos.
Petronio comenta:
– Estimo solamente a dos filósofos: Virgilio Marón y Anacreonte. Los demás te los regalo, incluidos todos los estoicos griegos y romanos.
La verdad querido Plinio, reside a tanta altura que los mismos dioses no alcanzan a divisarla desde la cumbre del Olimpo.
Plinio lo mira con admiración y responde:
– Uno puede no creer en los dioses, pero es posible admirar las obras de arte que inspiraron en Fidias, Praxíteles, Mirón, Escopas y Lisias.
Lo que menos importa es que se crea o no en los dioses, la costumbre y la superstición así lo prescriben. Que se hagan libaciones en su honor…
– Aun así…
Y Petronio conversa animadamente con todos:
De Roma, de arte, de los más recientes escándalos y divorcios, de asuntos de amor, de las carreras, del mejor gladiador, de los últimos libros…
Pasa de un tema a otro, con gracia y ligereza. Su buen humor está mejor que nunca.
De repente, el César le pregunta:
– ¿Dónde está tu anillo, Petronio?
El Árbitro contesta sonriente:
– Lo destruí antes de venir para acá.
Y agregó sin el menor rastro de enojo:
– ¿Fuiste tú quién ordenó la prisión de mi ‘familia’ en Roma?
Nerón se queda confundido y no sabe qué responder.
Tigelino lo rescata interviniendo con una ironía mortal:
– Tú eras amigo de Flavio Escevino y estuvo contigo mucho tiempo en tu casa. ¿De qué hablaron?
Petronio contestó desdeñoso:
– De lo mismo que habló contigo ese mismo día y que también estuvo en la tuya. ¿Recuerdas? Fue un día antes de la Fiesta Taurina.
Y volviéndose hacia el César, le dijo:
– Yo no le temo a la muerte… Te conozco. Y después de lo que pasó con Séneca…Sé muy bien lo que puedo esperar de ti.
Solo quiero dos cosas: yo no tengo esclavos. Todos mis sirvientes son hombres libres e inocentes de las intrigas de este Carnicero… –dice esto con desprecio y mirando fijamente a Tigelino.
Luego vuelve a mirar a Nerón y agrega:
– Déjalos en libertad. A mi cadáver no le hagas ningún tipo de funeral. Entrégalo a mi casa en Cumas.
Ellos saben qué hacer conmigo. Y por último, yo haré un brindis a tu salud. Escoge la sentencia que tú quieras. Aquí estoy…
Y sonriente, levanta su vaso y espera.
Todos han quedado paralizados, conteniendo el aliento.
Un profundo silencio se hace alrededor.
Nerón hace una seña a Epafrodito y le susurra algo al oído.
Este se va y regresa pronto con un pequeño frasco.
También se acercan dos de los médicos que cuidan a los ‘retardados’.
Nerón dice simplemente:
– Ya no te necesito.
Petronio sonríe más y responde tranquilamente:
– Entiendo. Quieres estar seguro del resultado y si no funciona una cosa, funcionará la otra.
No me gustaría manchar mi toga con sangre. Y tampoco me voy a dar muerte a mí mismo.
Amo demasiado la vida para suicidarme. Aquí estoy para lo que dispongas.
Sólo quiero que parezca algo muy natural. ¡Vamos!
Y levanta su vaso con vino, adelantándolo hacia Epafrodito.
Éste vacía una generosa cantidad del frasco azul que tiene en su mano, en el vaso de Petronio.
Mientras tanto, el patricio caído en desgracia,
Pregunta mirando fijamente a Nerón:
– ¿Es el mismo que le diste a Británico? Espero que sí…
A ti tampoco te conviene ensuciar más tu imagen con mi muerte y puedes decir que me enviaste a una comisión en las provincias…
He sido tu consultor y es la última sugerencia que hago para proteger a mi emperador…
Nerón lo miró perplejo por tanto desenfado.
Enseguida, Petronio apura el líquido de un solo golpe, ante el asombro de todos los presentes.
Con el vaso en la mano y luciendo en su bello rostro una luminosa sonrisa.
Pasea lentamente la mirada sobre todos los augustanos,
Y dice:
– Amigos. La vida solo es… –ya no pudo terminar la frase.
Cayó en el lecho triclinio sin mostrar ningún espasmo.
Los médicos se acercaron. Lo examinaron.
Después de unos minutos, le hicieron un corte en los brazos y apenas si goteó sangre.
Luego dictaminaron:
– Está muerto.
Entonces Popea dijo a Nerón:
– Él tuvo razón. Sin querer nos dio una solución perfecta para no alborotar al pueblo.
Tigelino se mordió los labios…
Hasta en la última partida, no pudo evitar el sentirse derrotado por Petronio.
Nerón sonrió y dijo a Epafrodito:
– Llévenlo a su casa y haz que alguien verifique los funerales. Liberen a todos los suyos.
Después que sacaron a Petronio, el banquete prosiguió como si nada hubiese ocurrido.
Los soldados llevaron el cuerpo exánime de Petronio y lo entregaron en su casa a Héctor, el mayordomo.
Luego Xavier dijo al centurión Marcelo:
– Después del funeral, me llevas el informe.
Xavier se retira, dejando una decuria como escolta.
Estos acompañan el cadáver de Petronio hasta el atrium.
Aurora aparece majestuosa y dice a Héctor que lleven el cuerpo a la biblioteca, en donde a él le gustaba estar, para prepararlo para el funeral.
Y con su rostro bañado por las lágrimas, con voz dulce y humilde,
Le pide al centurión:
– ¿Me podría dejar a solas con él unos momentos? Quisiera despedirme…
Marcelo objeta:
– Me ordenaron que supervise los funerales y que no me separe del cadáver.
Luego ordena a los pretorianos:
– Ustedes esperen aquí. Yo iré con él.
Y sigue a los que llevan al difunto a la biblioteca.
Cuando quedan fuera de la vista de los demás soldados, Marcelo se inclina y
Dice en voz baja a Aurora:
– Pero solo por unos momentos…
– Nadie sabrá que tuviste un gesto de compasión para con quién tanto lo amó. ¡Que Dios te lo premie!
Y después de esto, te prometo que rendirás tu informe paso a paso.
Y Marcelo sale hacia un jardín interior, por otra puerta.
Después de unos quince minutos,
Aurora lo llama y le dice:
– Gracias.
Marcelo regresa a la biblioteca, donde el cadáver de Petronio ha sido colocado sobre una camilla, cubierto con un hermoso tapiz blanco, recamado con hilos de oro.
Todo está listo y Héctor da orden de conducirlo, a los cuatro fornidos bitinios que eran los portadores de su litera.
Éste es flanqueado por los pretorianos.
Y Aurora, afligida y serena encabeza la procesión fúnebre, seguida por todos los habitantes de la casa.
Lo quemaron en una pira hecha de prisa, en el fondo del jardín.
Y luego lo depositaron en una tumba excavada bajo unos robles, junto a una estatua de Minerva.
Finalmente, la tumba es cubierta con un poco de césped y muchas flores de las favoritas de Petronio.
Antes de despedir a los soldados, Aurora les da a cada uno, uno de los preciosos vasos de Petronio.
Y al centurión le da a además, una bolsa de oro diciéndole:
– Gracias por tu bondad. Ahora podrás rendir tu informe con verdad y decir que el noble Petronio descansa en paz.
Pocos meses después, una mañana Nerón se emocionó mucho al participar en las competencias de carros que junto con el canto, son su mayor pasión.
Y en una competencia especialmente reñida, él había logrado empatar; pero finalmente ganó por puntos y por decisión de los jueces.
Después de una agria discusión en el banquete donde el emperador había abusado del vino, llegó muy tarde al cubículum imperial…
Popea estaba embarazada de seis meses y le esperaba particularmente exaltada, por una de esas tormentas hormonales que las mujeres desatan, cuando están demasiado sensibles por el embarazo…
Pero Nerón no estaba para oír reproches de ninguna clase…
Y respondió a los reclamos femeninos, con una furiosa patada sobre el insigne y abultado vientre imperial…
La emperatriz augusta se desplomó como fulminada por un rayo…
Y pocas horas después dio a luz a un feto muerto, que se llevó consigo la vida de su progenitora.
Al día siguiente en el servicio del desayuno, Nerón preguntó por su esposa…
Y fue informado por Epafrodito:
– Majestad… La augusta emperatriz Popea Sabina, acaba de fallecer hace dos horas, después de dar a luz a un hijo varón muerto…
Nerón levantó sus labios hasta su nariz… Pensó…
Y luego preguntó:
– ¿Ya prepararon sus funerales?
Epafrodito respondió:
– No divinidad. Estamos esperando vuestras instrucciones…
Nerón se quedó pensando…
Luego, con una de esas magistrales representaciones tan suyas…
Arrepentido, lloró dramáticamente la muerte de su esposa tan amada y ordenó un fastuoso funeral para honrarla…
A continuación, ofreció en su honor una colosal ceremonia fúnebre y también decretó varios días festivos en honor a ella…
De esta manera pereció y desapareció de la memoria del mundo, la mujer que según Tácito ‘Poseía todo, menos honestidad.’
A pesar de toda la teatralidad desplegada en los funerales de Popea,
Nerón se consoló demasiado pronto en los brazos de Esporo.
Y la vida en el imperio y fuera de él, siguió su curso…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
93.- TESTIMONIO GLORIOSO
Antes de ser depositada la semilla de Démeter, es necesario realizar el rito de la fecundidad.
Y ahí es donde tiene lugar el culto central de Afrodita: La fecundación no puede ser posible sin la ceremonia explícitamente sexual de la diosa del amor.
La suma sacerdotisa de Demeter comparte con el hierofante la responsabilidad de presidir los Misterios.
Y Afrodisia se une al sumo sacerdote en un hieros gamos o boda sagrada, consumando el acto sexual con los dioses (íncubos y súcubos) bajo el árbol consagrado a Ceres.
Cuando esto es celebrado, los demás se unen y todo culmina con una orgía sagrada en la que participan todos: humanos y preternaturales.
Luego las sacerdotisas revelan las visiones que han tenido durante los éxtasis orgiásticos.
Todos estos ritos son protegidos por un riguroso secreto. Romper el juramento es considerado un acto impío y castigado con la muerte.
Por ejemplo: el dramaturgo Esquilo temió una vez por su vida, porque algunos griegos lo culparon de que en sus obras revelaba los misterios. Tuvo que comparecer ante un tribunal y se libró del castigo cuando pudo demostrar que nunca había sido iniciado.
Cuando todos estos rituales terminan, han pasado varias horas…
Y en la virgen cristiana no ha habido ningún cambio, continúa orando y la bebida no parece haberle hecho ningún efecto.
Esa misma tarde en el Telesterion, será iniciada contra su voluntad en la prostitución ritual.
A una señal de Afrodisia, se acercan dos de sus hijas: Aglaya y Eufrosine .
Y Sarah es desnudada por ellas, para ser exhibida ante las miradas lujuriosas de todos los participantes…
Pero en esta ocasión sucedió algo insólito: una especie de niebla surgió de la nada, envolviéndo a Sarah casi por completo y su ondulada cabellera rubia creció instantáneamente como un manto…
Velando el cuerpo escultural y perfecto de la virgen, que de pronto quedó oculto a la mirada de todos…
Afrodisia, con las manos levantadas ante el altar de la diosa Afrodita y despues de la ceremonia de ofrecimiento comunica la orden de Afrodita:
La diosa lo manda…
¿Quién puede oponerse a la divina voluntad?…
Siguiendo las instrucciones recibidas, un hombre barbárico llamado Aníbal y conocido por la violencia de su lujuria y su despiadada actuación, al satisfacer sus más bajos instintos.
Fue inducido para violarla…
El hombre, relamiéndose los labios con crueldad,
exclamó:
– Me encantan las hembras indómitas… Veamos cuanto dura su resistencia…
Mientras el ominoso sujeto se acerca…
Sarah continúa en apariencia totalmente ajena a lo que está sucediendo a su alrededor, pues no se advierte en ella el menor movimiento.
Y Aníbal llegó hasta donde está ella, con un rostro satánicamente deformado por una lujuria bestial…
Pero en cuanto el sátiro la tuvo a su alcance,
Inmediatamente se retiró gritando:
– ¡NO!… Oh no, ¡No, no, no! ¡El ángel me ha cegado con su espada!…
Y se retiró trastabillando hacia atrás…
Mientras todos miran aterrorizados como aparece la imponente figura del Ángel que de pronto se vuelve visible para todos…
Y resguarda a la virgen consagrada a Dios…
Su apariencia es tan terrible, como amenazante…
El Ángel los mira desafiante.
Y nadie se atreve a acercarse a Sarah.
Aníbal se siente aniquilado y se desliza hacia atrás, reptando sobre el mármol decorado con mosaicos del Templo, sin atreverse a volver sobre su intento original…
Este ángel es mucho más bello e impresionante que cualquier dios que hubiere adorado jamás…
Un minuto más tarde de súbito, Sarah suspira como si despertara de un profundo sueño.
Y se acerca despacio hacia el infeliz que ha quedado totalmente ciego…
La niebla que la envuelve parece un vestido impalpable que la cubre totalmente, excepto en su luminoso rostro.
Sarah mira fijamente a todos a su alrededor y su voz resuena como una campana,
al preguntar al hombre derribado:
– Si mi Dios en su infinita Bondad te regresara la vista, ¿Por lo menos intentarías conocerlo y dejarías de insultarlo con tu comportamiento?
Aníbal grita angustiado:
– Lo juro por Júpiter… -Pero luego recapacita.
– Perdón. Lo juro por Él Mismo.
¿Dices que se llama Jesús? Si me devuelve la vista le prometo que dedicaré mi vida a conocer y predicar su Doctrina.
Y grita por tres veces seguidas:
– ¡Jesús, Dios de los cristianos! ¡Ten piedad y misericordia de mí!
El hierofante exclama con un grito:
– ¡No puedes hacer eso aquí! Estás profanando este Santuario…
Afrodita grita desde su estatua:
– ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Esta Blasfemia no tiene nombre…
El hierofante y los sacerdotes se llevan las manos a la cabeza, mesándose los cabellos.
Se les caen las mitras y miran petrificados la increíble escena que se está desarrollando ante sus ojos…
Sarah abre los brazos como si estuviera crucificada,
Y canta con su prodigiosa voz:
– En el Nombre de Jesús, toda rodilla se dobla:
En los Cielos, en la tierra y en todo lugar…¡ Jesús!… ¡Jesús!… ¡Jesús!…
Todos los seres preternaturales lanzan unos aullidos espeluznantes y salen huyendo…
Excepto Misael, el Poderoso Angel Custodio de Sarah, que se ha arrodillado adorante…
Todos los demás participantes humanos de la ceremonia en el santuario, están paralizados…
Sarah termina la alabanza y extiende su mano derecha sobre el infeliz ciego que espera…
Lo toca con la punta de sus dedos en su frente mientras declara:
– En el Nombre Glorioso de mi Señor Jesucristo recupera el don de la vista…
Pero no te atrevas a volver a profanarlo con tus pecados… Pide Misericordia al Dios que te está abriendo los ojos a la Verdad y no intentes desafiarlo más…
Aníbal parpadea varias veces.
Y luego contempla impactado el increíble espectáculo que se desarrolla junto con él a su alrededor…
Todos los participantes a la ceremonia pagana están atónitos.
Afrodisia está pasmada; pero no se doblega…
Continúa mirando al ángel con impactado asombro y se queda inmóvil.
Esto está más allá del alcance de cualquier cosa que haya conocido con anterioridad…
Comprende que sólo queda un recurso extremo…
Pero ese debe ser supervisado personalmente por el Procurador…
Todos los asistentes se cuestionan muchísimas cosas, se sienten confundidos.
Y se les despierta un poderoso impulso que los inclina por ser inmediatos seguidores del Dios representado por el poderoso ángel que están viendo delante de sí…
Deciden que en los siguientes días buscaran las respuestas que necesitan…
El hierofante les prohibe a todos mencionar siquiera los increíbles sucesos a nadie, advirtiéndoles del secreto que envuelve su juramento.
Y todos se retiran con un impacto que no les será fácil de olvidar.
Doce días después, Afrodisia se declara vencida por la Fe y la pureza de aquella joven excepcional.
Porque nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a su Dios…
Y todos comprenden que se enfrentan a algo tan poderoso, que no habían visto antes…
Según el pacto hecho, Antonio se presentó a las dos semanas y recibió el informe de todo lo sucedido…
Cuando este informe llegó a manos del Procurador, Santino frunció el entrecejo pero no hizo comentario alguno…
Esperó a que se cumpliera el mes.
Enseguida se dirigió a la casa de Afrodisia.
Cuando le llevaron a Sarah trató de seducirla y corromperla, aunque ya no lo impulsa ni el deseo, ni el amor…
Pero a pesar de todos sus diabólicos recursos no pudo conseguirlo.
Y nada ni nadie lograron hacer que la jovencita quebrantara los juramentos hechos a Dios…
Entonces el procónsul lleno de frustración, ordenó que la violaran en su presencia…
Pero Dios nuevamente preservó a su virgen de manera prodigiosa y todos los hombres que se acercaron a ella, cayeron fulminados en el intento.
Y el satánico proyecto también fracasó.
Sólo que en esta ocasión los ciegos no pudieron recuperar la vista, ni los muertos volvieron a la vida.
Y no obstante que Santino pudo constatar la gloria de Dios en el ángel que protegía a su virgen, no se doblegó.
Y decidió tragarse su derrota, antes que reconocer al Dios que le impedía apoderarse de su virgen.
Nuevamente quiso seducirla… Y al sentirse rechazado, juró vengarse y doblegar aquella voluntad.
La acusó, la mandó arrestar y la enjuició…
En el Foro al tenerla frente a sí, le preguntó:
– ¿De qué casta eres?
Sarah contestó con tranquilidad:
– Soy de condición libre y de muy noble linaje.
– Si es así ¿Por qué vives cómo los esclavos?
– Soy esclava de Cristo.
– No soportarás los castigos a los que te someteré. ¿No te importa la vergüenza que con esto le atraerás a tu familia?
¿Te das cuenta de la juventud y la hermosura que estás desperdiciando? Haz el sacrificio a los dioses ordenado por el emperador y cásate conmigo.
– No puedo casarme. Ya soy esposa de Cristo, mi Único Esposo. Y no sacrificaré a los dioses porque yo misma soy el sacrificio vivo y santo para mi único Dios: Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
Santino se enfurece, pero se domina.
Con voz meliflua, le dice:
– Es suficiente para quedar libre, que arrojes unos granitos de incienso en los pebeteros que arden delante de la estatua del emperador o de Júpiter…
Y para que veas que soy magnánimo, simplemente con que participes y comas de los manjares consagrados a los dioses.
– Soy cristiana y no puedo apostatar reconociendo como dioses a tus ídolos paganos, ¡Ni siquiera probando de los manjares ofrecidos a ellos!
– Debes cambiar de vida… Si te niegas, te privaré de tu condición de ciudadana romana. Perderás todas tus riquezas y todos los privilegios de que ahora gozas.
Sufrirás los tormentos más crueles y quizá te remitas la misma esclavitud o tal vez la muerte… ¿No comprendes cuán ventajoso sería para ti, el librarte de todos estos suplicios?
Sarah le contestó con firmeza y alegría:
– Me amenazas con la muerte. ¿No sabes que para los cristianos la muerte es una liberación?
Tú sí que tienes que cambiar de vida, si quieres librarte de los tormentos eternos.
Esta extraordinaria valentía no esperada por Procónsul, lo desarma ante los sucesos extraordinarios que se ve obligado a atestiguar…
Aquella aparentemente frágil jovencita, lo está venciendo en todos los frentes.
Y aspiró profundamente…
Con todo lo que está sucediendo, experimentó un radical cambio en sus sentimientos: su gran apetito sexual, se trocó en un profundísimo odio…
Su gran amor… En un impulso irresistible por destruirla de manera absoluta.
Y al ver eliminado su objetivo primario, quiso que apostatara de su fe y la envió a prisión.
Mandó que sea azotada y que sea tratada como los demás cristianos, ordenando que la atormenten con el máximo rigor…
Y a partir de ese momento, él mismo eligió las formas más crueles para torturarla…
Obedeciendo las órdenes del Procurador, los verdugos la azotan bárbaramente, sin piedad alguna…
A cada paso del tormento, le preguntan si está dispuesta a apostatar de su Dios y a sacrificar en el Templo de Venus Afrodita.
Sarah responde siempre con un ‘NO’ rotundo que asombra a todos sus verdugos y a los demás que presencian su increíble confesión de Fe.
Queriendo doblegar lo que consideran su obstinación, la atormentan en el potro: con grillos y con garfios descarnan su cuerpo virginal.
Luego colocan planchas incandescentes sobre todo su cuerpo…
Pero la respuesta sigue siendo una negativa contundente.
Y siguiendo la obsesiva y tortuosa manifestación de su más íntima depravación, Santino personalmente le corta el cabello.
En lo que hubiera sido un cortejo de amor y se ha convertido en un agasajo de odio, continúa con el implacable interrogatorio…
Y ante su increíble resistencia ordena que le opriman los senos brutalmente, con tenazas al rojo vivo.
Y la virgen le reprochó:
– Tirano cruel, ¿No te avergüenza torturar en una doncella virgen el mismo seno del cual recibiste el primer sustento de tu vida, en los pechos de tu madre?
Santino parece enloquecer ante aquella respuesta y ordena que se los corten a golpe de espada, con una mutilación completa.
Está decidido a destruirla y quiere que no quede en ella la más mínima fuerza…
Lo único que ahora desea fervientemente es que muera.
Cuando la bárbara orden es obedecida, la virgen yace mutilada y sangrante en el potro, mirando con compasión a su inexorable verdugo.
Santino la mira con un profundísimo odio.
Y ordena con desprecio:
– No le den alimentos y tampoco que reciba ningún auxilio médico.
Azótenla y arrójenla al calabozo. En cuanto muera, avísenme.
Despues de azotarla una vez más, la arrojan como un despojo de carne sangrante en el lóbrego calabozo.
Por su parte, tanto Marco Aurelio como Alexandra y los demás cristianos, están rezando el Rosario por los cautivos y la respuesta de Dios no se hace esperar.
Por la noche con el don del Espíritu Santo de la ubicuidad, Pedro visitó la cárcel.
Está vestido con todos los ornamentos de su cargo de Pontífice.
Confortó a todos los cristianos presos y a Sarah le dijo dulcemente:
– El Mismo Jesucristo me ha enviado para que te sane en su Nombre Santísimo. –Y oró sobre ella.
Los que visitaron después a Sarah, se alegraron.
Y con júbilo extendieron la noticia por toda la ciudad, como un reguero de pólvora: ¡La virgen está completamente sana!
¡Y con su belleza más esplendorosa que nunca!…
En cuanto Santino se enteró, fue a verla.
Sarah no solo está completamente sana. Recuperó su espléndida y blonda cabellera y luce más bellísima que nunca.
Sin embargo, en lugar de rendirse ante Dios, el orgulloso romano se puso más furioso todavía.
Y ordenó que la lleven nuevamente a su tribunal…
Cuando Sarah fue presentada,
Santino le preguntó:
– ¿Quién se ha atrevido a curarte?
Sarah respondió:
– Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo.
– ¿Acaso no sabes que está prohibido pronunciar ese Nombre? ¿Aún no te has convencido de que lo que tú adoras es una aberración?
– ¡Oh, no, Santino! Cada día que pasa compruebo que estoy en la única Verdad. Y que Jesucristo es el Único que nos puede dar la Vida Eterna. Él es el Único que nos puede salvar.
– ¡Cómo te atreves a nombrarlo! ¡Te estoy diciendo que en todo el territorio gobernado por mí, eso está prohibido!
– ¡Yo no puedo dejar de hablar de Aquel que es el Dueño absoluto de mi corazón!
El Procurador la miro con un odio mortal y ordena que le apliquen la sentencia de la Columna…
Sarah es torturada igual que Diana y tampoco esta vez triunfa la maldad…
Viendo que no puede doblegarla, como a una muñeca rota la arroja de nuevo en la prisión, privándola de alimento y de atención médica.
Está decidido a mostrarla como un escarmiento para los que quieran abrazar la nueva religión. Y por eso ha permitido que la visiten…
Marco Aurelio y Alexandra llegaron cuando el sacerdote le acaba de dar la Sagrada Comunión a la virgen que se quedó orando, hecha una piltrafa en el suelo.
Los dos la saludan y la confortan.
Pero es nuevamente ella la que fortalece su Fe,
Y les dice:
– Ustedes saben mejor que nadie, como Satanás nos tortura tratando de doblegarnos. Ustedes no flaqueen. Tienen que ser semillero de cristianos que adoren a Dios, nuestro Creador.
Cuando les llegue la hora, recuerden la gloria de lo que Dios está haciendo conmigo y den testimonio de su Poder y de su Majestad. Sólo de esta manera la Humanidad recordará para qué fue creada y por Quién…
Marco Aurelio responde:
– Así lo haremos.
Alexandra confirma:
– Satanás no descansa. Pero Bendito sea nuestro Señor Jesucristo que vela sobre nosotros.
Nuestros hijos también aprenderán a amar el sacrificio y se darán en oblación, para el único Dios que lo merece. Lo enseñaremos y les haremos comprenderlo así.
– Estamos listos para dar el Testimonio de la sangre.
Sarah sonríe y dice:
– Lo sé. Ustedes ya lo dieron una vez; pero falta la definitiva.
– Vivimos cada día como si fuera el último.
– Damos gracias por el don de la vida. Pero no es nuestro tesoro.
Marco Aurelio declara:
– Jesús es nuestro verdadero Tesoro. Le pertenecemos de una manera absoluta.
Bendita seas por todas las cosas que me enseñaste. Dime qué puedo hacer por ti.
– Solamente oren por mí. Este es mi combate definitivo. Ayúdenme a alcanzar la gloria.
– Así lo haremos. Cuando estés en el Reino, ruega porque cuando llegue nuestra hora, no seamos cobardes y podamos alcanzarte en nuestro propio combate; dando el ejemplo a nuestros hijos y a los demás cristianos que estén junto a nosotros.
Alexandra se ruborizó intensamente al escuchar estas palabras de su esposo, pero no comentó nada.
Y los dos se retiraron de allí.
Marco Aurelio se siente muy conmovido al ver a su maestra espiritual dando el sublime testimonio de la sangre y con el rostro radiante de las ovejas que no son abandonadas por el Pastor.
Y Jesus personalmente por medio de la Eucaristia, produce un nuevo milagro: Esa misma noche, Sarah se levanta como si jamás hubiese sufrido tortura alguna.
Y se arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores y por su ciudad de Catania:
– Gracias te sean dadas, Señor, por el valor que me has dado… Mándame ir a Ti, para que pueda cantar para siempre contigo en la gloria…”
Enseguida ella anima a sus verdugos a creer en el Dios que ama y que les está mostrando su infinito poder…
Los soldados la miran boquiabiertos y algunos caen de rodillas adorando a este Dios Desconocido que se les está mostrando en el testimonio irrefutable de la martirizada doncella,..
A la que nada pueden hacer para hacerle desistir de su Fe en Jesucristo…
Cuando el procurador se entera del nuevo prodigio, exclama exasperado:
– ¡OH! ¿Es que acaso no hay forma de hacerte morir?
Sarah replica recocijada:
– Mi Señor es Inmortal y se te está mostrando en forma inequívoca.
¿Por qué te niegas a reconocerlo y adorarlo? ¡Jesús! El y solo El, Es el Unico Dios Verdadero…
– ¡NO! No lo adoraré jamás. Lo combatiré siempre…
– Morirás en el intento. Nadie puede combatir a Dios sin perecer…
Entonces el dictador da órdenes más severas: ordena que sea atada por los tobillos y arrastrada desnuda por un jinete a través de las calles de la ciudad.
Nuevamente es envuelta por la niebla y cuando el caballo se detiene cansado ante las puertas del Foro, los pretorianos avisan a Santino que su orden fue obedecida.
Le desatan los tobillos y Sarah se levanta de un salto y mira sonriente a su verdugo.
Cuando la niebla se disipa, Santino la mira con la boca abierta.
Y luego exclama con voz trémula por la ira:
– ¿Quién te ha dado esa ropa?
El soldado replica estupefacto:
– Mira señor… Toca el caballo… Está sudoroso y cansado.
Desde que diste la orden, hemos recorrido al galope casi toda la ciudad y acabamos de detenernos…
Sarah sonríe más ampliamente,
Y dice tranquila:
– Me vistieron los ángeles de mi Padre…
¿Qué otra prueba quieres? ¿Por qué no te rindes ante Dios?
Santino piensa que está más hermosa que nunca, más bien parece que acabara de salir de un tratamiento de belleza en un recorrido por las termas… Y no que haya sido sometida a tan bárbaro suplicio.
Vuelve a mirar a su pretoriano y el contraste es notable. Tanto el jinete como su montura se ven extenuados…
Lo invade una furia mortal y le arranca la ropa,
Mientras vuelve a ordenar implacable:
– Extiendan su cuerpo desnudo sobre brasas encendidas… Quiero que las llamas acaben con ella…
Sarah se arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores,
Y por su ciudad de Catania:
– Deo Gratias por…
Luego, mientras Sarah es arrojada sobre las brasas ardientes que la envuelven con sus llamas candentes, su dulce voz es escuchada por todos, verdugos y asistentes a la nueva ejecución:
“Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañino. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Padre mío: Recibe ahora mi alma y mi espíritu entre tus brazos”.
Al poco tiempo de esta tortura, Sarah entregó su espíritu al Señor.
En ese instante un gran terremoto devastó la ciudad y muchos de sus habitantes murieron.
Cuando ella expiró, Santino partió hacia Palermo para confiscar todas sus propiedades pues era una mujer que tenía muchas riquezas.
Iba acompañado de su séquito y al cruzar un río, un caballo le mordió la cara y otro lo remató a coses. Allí mismo murió ahogado y su cuerpo nunca fue encontrado.
Poco tiempo después, alguien dijo que fue arrastrado por demonios y fue arrojado aún vivo con todo y cuerpo, en el Abismo Infernal.
Al testimonio glorioso del martirio de la joven siciliana, lo que consiguió fue la conversión al cristianismo no solo de una gran cantidad de habitantes de Catania; sino de la mayor parte de la isla de Sicilia…
Después que los cristianos recogieron sus reliquias, pronto se extendió la fama de su heroísmo por toda la cristiandad…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
92.- MISTERIOS ELEUSINOS
En el atrium de la rica villa enclavada entre los viñedos y los olivares, el imponente funcionario miró a la joven con una apasionada súplica,
Y dijo:
– Por favor Sarah, piénsalo y no me rechaces más. Te estoy ofreciendo ser la reina de mi corazón, de mi hogar y de mi vida. Serás la esposa del Procurador y tus deseos serán órdenes en toda Sicilia.
La joven lo miró con sus grandes ojos castaños y levantando sus dos manos tratando de evitar que se acerque más a ella,
Le contestó:
– Santino, por favor entiende. Yo soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. Y no puedo desposarme contigo, pues ya estoy casada con Dios.
Santino cerró los puños con exasperación.
Y exclamó:
– ¡Te prohíbo que lo vuelvas a nombrar! Ya no voy a suplicarte… No estoy dispuesto a seguir soportando tu desprecio hacia mí…
Ni tampoco tu aberración por ese estúpido culto por un judío ajusticiado por las leyes de Roma.
– Si eso es un ultimátum…
– ¡Lo es! Hasta hoy he sido tu más ferviente enamorado, pero si persistes en tu abominable rechazo, conocerás mi implacable ira…
Sarah se irguió aún más en su esbelta figura y levantando su rostro con una grave dignidad,
Declaró:
– Puedes hacer lo que quieras. Yo no puedo impedir nada de lo que digas; pues tambien reconozco en ti a la máxima autoridad romana.
Pero que te quede bien claro esto: Soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo y… ¡No voy a casarme contigo!
Santino se volvió hacia el capitán de la guardia de los pretorianos que siempre le acompaña escoltándolo a todas partes,
Y le ordenó:
– ¡Llama a la decuria y arréstala!
Sarah dio un paso al frente y dijo al oficial con profunda gravedad:
– No hay necesidad de cadenas. Yo te acompañaré a donde me lleves…
Santino la miró furioso y dijo al soldado:
– Llévala con Afrodisia… Durante un mes servirá de entretenimiento a todo el que quiera solazarse con ella…
El oficial lo miró con la boca abierta, pero se rehízo rápidamente,
Y haciendo una reverencia dijo:
– Será como lo has dicho.
Ni un solo músculo en la cara de Sarah delató el impacto que acaba de recibir.
Y mentalmente oró, entregándose mansamente en las manos de sus captores.
Santino le dijo brutalmente:
– Despreciaste mi amor por tu abominable superstición…
Cuando tu virginidad haya sido disfrutada por la lujuria salvaje de todos lo que te apetezcan; vendrás suplicante a mis brazos, anhelando lo que ahora rechazas…
La madre de Sarah fue notificada,
Y la pobre mujer solo murmuró:
– Os la lleváis… Déjenme prepararle su equipaje…
Santino replicó tajante:
– No lo necesitará…
Sarah lo miró en silencio, con una compasión que exacerbó aún más la ira del Procónsul…
Y pidió con dulzura:
– ¿Puedo despedirme de mis padres?
– ¡Hazlo ya! Porque no volverás… A menos que recapacites…
La implícita amenaza retumbó como un trueno.
Y en los minutos que le fueron concedidos a solas con ellos, los padres la abrazaron con amor y la bendijeron.
Su padre le dijo:
– Hija mía, no claudiques. Estás preparada para dar el testimonio más glorioso, adelante con valor.
El Buen Pastor está velando por sus ovejas… Volveremos a vernos en el Cielo.
Y su madre al besarla en la frente, le dijo:
– Dios está contigo pequeña. Sé una guerrera invencible y no tengas miedo de nada. Estaremos orando por ti…
Y en medio de la decuria comandada por el oficial de los pretorianos que la mira con una admiración que no intenta ocultar, Sarah es conducida a la casa de la hetaira más famosa de la isla…
Sarah (La Princesa) creció en el seno de una de las familias más nobles e ilustres de Sicilia.
Sus padres cristianos desde su más tierna juventud, la consagraron a Dios en cuanto supieron que una nueva perla de amor había llegado al mundo y que viviría para dar gloria a Dios, la Santísima Trinidad, el Creador.
Poseedora de una extraordinaria belleza física y un corazón fuerte y valeroso; en cuanto empezó a tener uso de razón, la hermosa niña decidió ser una virgen consagrada.
Cuando cumplió 14 años, el Procurador Santino se enamoró perdidamente de ella, atraído por su singular belleza e indudable linaje y riqueza.
La asediaba constantemente, hasta que la joven virgen, obligada por el acoso de este hombre obsesionado por poseerla a costa de lo que sea, huyó a Roma.
Y durante más de tres años, Sarah estuvo evangelizando en la Puerta del Cielo…
Hasta que después del gran incendio y por el Edicto de Nerón, el apóstol Pedro le ordenó regresar a Sicilia para preservar su vida, pues aun no es la hora de su martirio…
Pero Santino no la había olvidado, al contrario; cuando tres meses después sus espías le confirmaron que Sarah había regresado, se apresuró a buscarla y fue a su casa…
Cuando estuvo frente a ella, su pasión por la virgen cristiana había llegado a tal punto, que se convirtió en una hoguera… al ver que el tiempo transcurrido había convertido el virginal botón en una rosa esplendorosa, que lo fascinó todavía más.
Y con apasionados argumentos ha tratado de convencerla para que acepte ser su esposa. Ha puesto todo lo que posee a los pies de Sarah…
Pero ella lo rechazó rotundamente una vez más y esto es demasiado para el orgullo del romano.
Ante la firmeza de la esquiva joven, el despecho de Santino tiene el objetivo de hacerle perder la fe y la pureza.
Por eso ha ordenado que la lleven a la casa la poderosa sacerdotisa del culto a Afrodita, cuyas cinco hijas también practican la prostitución sagrada en el templo del amor dedicado a la diosa griega…
En cuanto llegan a la lujosa mansión de Afrosisia, la mujer es puesta al tanto de las órdenes del Procurador y le entregan la carta enviada por él…
Ella la recibe y lee el pergamino enviado por Santino, en el cual le ordena que los más poderosos filtros amorosos le sean dados en el agua que beberá y en todas sus comidas…
Y durante un mes estará sometida absolutamente a todos los rituales de la diosa, hasta que le sean quebrantados la voluntad y el espíritu; haciendo que reniegue de todos los juramentos hechos en la despreciable secta cristiana.
Además, desea que todos sus sentidos sean despertados en tal forma, que vea en Santino a un dios amoroso que debe ser adorado con todo su ser…
Y confía en que la joven estará dispuesta a amarlo con una devoción adictiva…
Afrodisia dice que todas sus órdenes serán acatadas puntualmente y al final del proceso tendrá en la joven a una adoradora total de Afrodita, lista para satisfacer de una manera absoluta, todos los deseos masculinos.
Y pronta para acatar hasta sus más mínimos caprichos…
Antonio el capitán de los pretorianos promete regresar en dos semanas, para ver la evolución de la orden del Procurador e informar a éste de los avances y el resultado, en el proyecto de la doncella que le está siendo encomendada…
Sarah por su parte, en esta peligrosa situación; repite constantemente las palabras del Salmo 17 (La súplica del inocente)
Y se aferra a este versículo: “Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que me asaltan”.
Cuando entran en el santuario, llegan hasta un recinto que preside una enorme estatua de la diosa, en medio de un estanque con muchas esculturas de delfines y una gran variedad de animales vivos: palomas, cisnes…
Y enormes vieiras con magníficas y extraordinarias perlas.
Los bivalvos semejan perfectamente la vulva femenina.
Todo en este sitio, evoca el amor erótico y la lujuria en su más gráfica expresión.
La enorme estatua de Afrodita, magnifica la estupenda belleza de la diosa del amor.
El lugar está rodeado por un jardín con muchos árboles: granados, manzanos, naranjos, limas, arrayanes y guayabos.
También hay artísticos setos de rosales de variados colores y mirtos.
En las paredes y los pisos hay mosaicos y muchos frescos con diferentes representaciones de Afrodita…
Bajo uno de ellos está escrito un himno de Homero:
“Dichoso entre los hombres de la tierra el que ha contemplado estos misterios; pero el que no ha sido iniciado, el que de ellos no participa, no alcanza jamás una suerte como la de aquel, ni aun después de muerto, en la oscuridad tenebrosa”.
Precisamente al día siguiente comienzan las ceremonias de los Misterios Eleusinos que duran nueve días…
Y como es el tiempo de sembrar la cosecha, va a dar principio el festival religioso de la fertilidad.
Sarah es conducida a una habitación dentro del santuario,
Y Afrodisia le advierte:
– Al amanecer iniciaremos desde la playa, la procesión sagrada. Será mejor que seas dócil y te sometas a las órdenes que recibas…
De esta forma eliminaremos los problemas y conservarás tu vida. Si eres inteligente, harás lo que yo te diga y asi menguaremos la ira del Procurador…
La joven virgen le replica:
– Yo solamente adoro a Jesucristo, mi Señor y mi Dios. No puedo someterme a tus ritos paganos.
La diosa que adoras es un ángel caído que fue creado para servir a mi Señor Jesucristo. Yo soy un templo vivo del Espíritu Santo y desde ahora te advierto que no las seguiré.
Afrodisia la mira con ira, pero no la contradice,
Y solamente le indica:
– Enviaré tus alimentos. Mañana serás iniciada. No te resistas o te irá peor…
Sarah la miró en silencio. Sin desafiarla, pero sin sometimiento.
Thalía, una de las hijas de Afrodisia le llevó más tarde la comida y una jarra con agua.
Pero la virgen cristiana no tocó absolutamente nada de lo que le llevaron.
“Si es necesario moriré de hambre y de sed …” Se dijo a sí misma.
Mientras mira a la joven depositar sobre una mesa, una charola de cerámica decorada con sugestivas escenas eróticas y con los más apetitosos manjares.
Horas más tarde, fueron retirados todos los alimentos intactos, al igual que la jarra con agua.
Afrodisia mira admirada a la indómita jovencita y mientras el esclavo se lleva todo, no pronuncia una palabra.
Pero su pensamiento es: ‘El hambre y la sed te doblegarán’
Esa misma tarde, miles de adoradores de Afrodita y Ceres se reunieron para hacer el peregrinaje sagrado y tomar parte en las ceremonias secretas de los Misterios Eleusinos.
Sarah fue adornada muy especialmente y la llevaron hasta la playa.
La joven no protestó más…
Dejó hacer a sus captores, mientras permanecía sumergida profundamente en la Oración de Meditación.
Afrodisia dirigió todo. Durante las dos próximas jornadas, los iniciados paganos llamados mystes se purificaron bañándose en el mar y enseguida sacrificaron en la playa un lechón.
Luego se dirigieron con gran pompa al santuario con alegres cantos, transportando los hiera (vasos sagrados) y una estatua de la diosa.
Periódicamente los participantes emiten gritos de exaltación en determinados puntos del camino.
Al día siguiente dio comienzo el festival con una declaración formal en el ágora, con los pregoneros anunciando el evento e invitando a los iniciados a tomar parte en él.
Cuando la numerosa procesión llegó al templo, hicieron un descanso y dispusieron los preparativos para los nueve días siguientes con un ayuno completo.
En recuerdo del que Démeter hizo durante su duelo por Perséfone.
El rito tiene su raíz en el mito de Demeter y su hija Perséfone.
Cuando Hades raptó a Perséfone y la llevó consigo al inframundo,
Demeter recorrió el mundo en su busca y mientras tanto desatendió sus deberes.
Las cosechas no crecían y la vida se paralizó.
Los dioses estaban preocupados y Zeus testigo del rapto, decidió enviar a Hermes a rescatar a Perséfone.
Pero al despedirse de ella, Hades le dio a comer una granada que producía el efecto de hacerla regresar cada invierno.
El viaje de Perséfone al inframundo simboliza el ciclo de la vida, el tiempo que la semilla permanece enterrada en la tierra para después brotar y esto es la base del culto en Eleusis.
Terminada esa parte de la ceremonia, los iniciados beben una mezcla especial de agua de cebada y hierbas llamada Ciceón, la bebida de Demeter a la que se le atribuyen propiedades medicinales.
Pero que tambien contiene un poderoso alucinógeno, embriagante y afrodisíaco.
Al final de las celebraciones los participantes dedican servicios especiales en honor a los muertos, donde reciben mensajes de sus seres queridos… (Espiritismo)
Después de lo cual hacen un ejercicio que es para ellos tiempo de reflexión y meditación. Los únicos requisitos para convertirse en un iniciado es no ser culpable de ningún delito de sangre y hablar griego.
Pero los Misterios estan abiertos a hombres, mujeres e incluso los esclavos pueden ser admitidos.
Los conocimientos esotéricos tienen su culminación, cuando la estatua de la diosa cobra vida, se ilumina en forma sobrenatural y el iniciado es instruido en los más altos Misterios.
Recibe entonces unos libros sagrados, cifrados y relacionados con los ritos en una forma muy solemne.
El hierofante y dos sacerdotisas que representan papeles principales en el drama y en las ceremonias de iniciación, le ayudan a presidir todo el rito. Viste una larga capa púrpura con bordados de oro y una cinta dorada le ciñe la cabeza.
Antes de comenzar envió a sus heraldos a pedir que los extraños, los criminales y los impuros se alejen para no profanar los ritos de los Misterios Eleusinos.
El segundo sacerdote portador de la antorcha y otros oficiantes de menor rango que son los encargados de las revelaciones a los iniciados, antes de hacer la ceremonia de la libación le entregan a Afrodisia un lecito de oro que contiene el apetecido ciceón.
Muy solemne, la sacerdotisa se acerca a Sarah que desde un principio ha sido llevada para presenciar todo el ceremonial,
Y le dice:
– Porque te respeto, traigo esta bebida antes de hacer la libación. Si tu Dios es tan poderoso como dices, no tendrás miedo de tomarla.
La hermosa virgen la miró fijamente y una misteriosa luminosidad empezó a filtrarse por todos sus poros, revelando una Presencia que aumentó su hermosura de una manera prodigiosa.
Después de un momento que pareció demasiado largo, alargando el brazo derecho extendió la mano para recibir el vaso de oro que su ayudante le ofreció.
Afrodisia lo llenó hasta la mitad y Sarah lo levantó sosteniéndolo con sus dos manos, como hacen los sacerdotes católicos en el Ofertorio…
Y mentalmente oró: “Señor Jesucristo, Tú dijiste: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. (Marcos 16, 15-18)
Yo te adoro con todo mi ser y creo en Tu Palabra Santísima. Beberé esta pócima para tu honor y tu gloria. Amén
Entonces intervino el hierofante,
Y exclamó:
– Espera. Agreguémosle esto.
Y tomando con una taza, el líquido de una crátera que portaba el otro sacerdote, lo agregó al vaso que sostenía en su mano la joven cristiana.
Afrodisia lo miró asombrada, pero no se atrevió a protestar,
Y el hierofante agregó:
– La bebida de los dioses que solo tomamos los sacerdotes no le hará daño alguno, si como ella cree y se lo acaba de decir a ÉL, su Dios es tan poderoso.
Sarah lo miró con severidad y dijo:
– No es sorprendente que el Rey de la Mentira te haga tan poderoso, que puedes leer mi mente. Pero mi Señor Jesucristo es Creador y Dios del infeliz Querubín Rebelde al que perteneces.
La cantidad que acabas de vaciar en este vaso, sería mortal hasta para ti… Pero si piensas que por miedo me negaré a beberlo, ¡Mira! Este es el poder de mi Señor y mi Dios cuyo Santísimo Nombre es Jesús.
Acto seguido, la joven apura hasta la última gota de la mortal bebida…
Y devolviendo el vaso vacío a la joven que se lo había entregado,
le dice gentilmente:
– Gracias. Que pronto llegues a la Luz –y mirando a todos los que la rodean, agrega- Y a todos ustedes también.
Enseguida regresa a su actitud reservada, dejando asombrados a sus captores.
El hierofante hace una señal y el coro de hieródulos y los músicos, empiezan a cantar en una sugerente y bella danza ritual.
Durante los minutos siguientes Afrodisia está muy atenta, pero nada particular se manifiesta en la joven que nuevamente se ha sumergido y continúa abstraída en su Oración de Meditación.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
91.- EL SACRIFICIO PERPETUO III
Era una persona de estatura normal, pero de pronto empezó a crecer, a volverse lleno de luz. Una Luz sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía muy fuerte en la parte del rostro, de modo que no podía ver sus rasgos.
Cuando levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso de las cuales salía mucha luz. eran sus Llagas Santísimas.
¡Era Jesús!…
Era Él que con Su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo.
En ese momento la Hostia comenzó a crecer y crecer enorme…
Y en ella, el Rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo.
Maximiliano, instintivamente inclinó abrumado la cabeza.
Anonadado por tanto Amor y tanta Majestad.
Pero Uriel le dijo:
No bajes la mirada. Levanta la cara, Contémplalo…
Cruza tu mirada con la Suya y repite la Oración de Fátima:
Señor yo creo, adoro, espero y Te amo. Te pido perdón por aquellos que NO creen, NO adoran, NO esperan y NO Te aman. Perdón y Misericordia…
Ahora dile cuánto lo amas…
Rinde tu Homenaje Rey de Reyes:
El augustano lo hizo.
Se lo dijo y le pareció que solo a él lo miraba desde la enorme Hostia…
Pero comprendió que era así como contemplaba a cada persona:
Lleno de amor…
Luego bajó la cabeza hasta tener la frente en el suelo, igual como hacían todos los Ángeles y Bienaventurados del Cielo.
Por fracción de un segundo tal vez, pensó cómo era aquello de que Jesús tomaba el cuerpo del celebrante y al mismo tiempo,
Estaba en la Hostia que al bajarla el celebrante, se volvía nuevamente pequeña.
Y se dijo a sí mismo:
`Es Dios. Es Omnipresente, puede estar en todo lugar al mismo tiempo.
Y sus mejillas se llenaron de lágrimas por el agradecimiento a tanta Bondad.
Se sentía abatido por el asombro….
A Dios se le recibe y se le adora de rodillas.
Jesús está Vivo y Presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Donde recibe la Adoración de la Creación entera.
LA FRACCIÓN DEL PAN
Desde ese momento el Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre.
Los hombres ya NO están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos.
Es la razón por la que en este momento, se recita la Oración de todos los hijos:
“Padre Nuestro”…
La Fracción del Pan marca la Muerte de Jesús.
Anámnesis
Inmediatamente después de la elevación de la hostia y del cáliz consagrados, el Sacerdote suscita la Anámnesis, -aclamación- de los fieles, con las palabras: “hermanos, éste es el Sacramento de nuestra fe…”
La respuesta es una verdadera aclamación de la asamblea que se sabe unida con el celebrante y acepta a nivel comunitario la nueva alianza, que se está celebrando.
Hay cuatro textos diferentes:
1. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
2. Cada vez que comemos de este pan y debemos de este cáliz anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vueltas.
3. Por tu Cruz y resurrección, nos has salvado, Señor.
4. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo vendrá de nuevo.
F. Oblación.
En este momento se realiza de presentación:
“Por la que la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora reunida, ofrece al Padre, en el Espíritu Santo, la Hostia Inmaculada.
La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la hostia Inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos.
Y que de día en día perfeccionen por la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, de modo que se realice aquello de DIOS TODO EN TODOS”.
Intercesiones -Conmemoraciones-,
La Eucaristía se ofrece por toda la humanidad.
Aquí se repiten las intenciones generales y particulares de la oblación.
La celebración es de toda la Iglesia celeste y terrena en Cristo.
Por eso hay aquí una petición por todos los vivos y difuntos.
Y se pide la intercesión de la Virgen Santísima, de los apóstoles, de los santos, para formar coro de alabanza y una gran petición universalista que desemboca en la doxología
Anámnesis e Intercesiones. El sacerdote prosigue la oración eucarística recordando los misterios principales de la vida de Jesucristo, conmemorando a algunos santos (en primer lugar a la Virgen María).
Y haciendo peticiones por el Papa, el obispo del lugar, los fieles difuntos y los circunstantes.
En la Anámnesis, la Iglesia al cumplir este encargo que a través de los Apóstoles recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada Pasión, su gloriosa Resurrección y Ascensión al cielo.
En la Oblación, la Iglesia, especialmente la reunida aquí y ahora, ofrece en este memorial al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada.
La Iglesia pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que finalmente, Dios lo sea todo en todos.
Las Intercesiones dan a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena.
Y que la Oblación se hace por ella y por todos sus fieles, vivos y difuntos, miembros que han sido llamados a participar de la salvación y redención adquiridas por el Cuerpo y Sangre de Cristo.
h. Doxología,
Terminan las Anáforas cuando el sacerdote eleva la hostia y el cáliz y hace una Doxología -alabanza-, diciendo:
Por Cristo de, con El y en El, a Ti, Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Por la fracción del Pan y por la Comunión los fieles, aun siendo muchos, reciben de un solo pan el Cuerpo y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de manos del mismo Cristo.
Doxología Final La Doxología final expresa la glorificación de Dios, y se concluye y confirma con la aclamación del pueblo: Amén. La aclamación se puede repetir hasta tres veces.
El sacerdote eleva las especies eucarísticas y dice en voz alta (o canta): “Per ipsum et cum ipso et in ipso, est tibi Deo Patri omnipotenti, in unitate Spiritus Sancti, omnis honor et gloria per omnia saecula saeculorum”
(“Por Cristo, con Él y en Él, a Ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”), a lo cual los fieles responden Amen.
12. EL PADRENUESTRO:
Padre Nuestro. Después de la admonición “Praeceptis Salutaribus moniti…” (“Fieles a la recomendación del Salvador…”) nos, Domine, ab omnibus malis…” (“Líbranos de todos los males, Señor…”) y la aclamación “Quia tuum est regnum et potestas…” (“Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre señor”).
En la Oración dominical se pide el pan de cada día, con lo que se evoca para los cristianos; principalmente el pan eucarístico y se implora la purificación de los pecados, de modo que, verdaderamente, “las cosas santas se den a los santos”.
¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando y está pidiendo perdón al Padre, no solamente por quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros pecados: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”.
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificetur nomen tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hodie, et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.
Cristo se ha hecho presente en medio de nosotros, por él hemos sido hechos todos hermanos en el Espíritu, hijos de un mismo Padre. Por eso, ahora juntos podemos orar en compañía de Jesús al Padre, como el mismo Jesús nos enseñó…
En este momento, oramos con Jesús, presente realmente, la oración al Padre: estamos unidos en oración Jesús, el Hijo Único y nosotros, los hijos adoptivos.
Los cristianos se arrodillan y adoran a Jesús. Cuando se vive con todo el corazón el Banquete Eucarístico, se llenan del Amor Ágape y todo su ser se inflama con aquel privilegio que el Señor nos concede.
Cuando iban a rezar el Padrenuestro, a Maximiliano le habló el Señor por primera vez durante la celebración y dijo:
“Aguarda, quiero que ores con la mayor profundidad que seas capaz y que en este momento, traigas a tu memoria a la persona o a las personas que más daño te hayan ocasionado durante tu vida, para que las abraces junto a tu pecho y les digas de todo corazón:
“En el Nombre de Jesús yo te perdono y te deseo la paz. En el Nombre de Jesús te pido perdón y deseo mi paz.
Si esa persona merece la paz, la va a recibir y le hará mucho bien; si esa persona no es capaz de abrirse a la paz, esa paz volverá a tu corazón. Pero no quiero que recibas y des la paz a otras personas cuando no eres capaz de perdonar y sentir esa paz primero en tu corazón.”
“Cuidado con lo que hacen” – continuó el Señor – “Ustedes repiten en el Padrenuestro: perdónanos así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Si ustedes son capaces de perdonar y no olvidar, como dicen algunos, están condicionando el perdón de Dios.
Están diciendo perdóname únicamente como yo soy capaz de perdonar, no más allá.
Maximiliano se abatió y pensó:
No sé cómo explicar mi dolor, al comprender cuánto podemos herir al Señor y cuánto podemos lastimarnos nosotros mismos con tantos rencores, sentimientos malos y cosas feas que nacen de los complejos y de las susceptibilidades.
Perdoné, perdoné de corazón y pedí perdón a todos los que me habían lastimado alguna vez, para sentir la paz del Señor.
Fracción del Pan
El momento de la Resurrección.
El instante en el que el Sacerdote, habiendo quebrado la Hostia, símbolo de la muerte de Jesús, deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo Vivo a quien vamos a recibir en la comunión.
El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, significa que los fieles, siendo muchos, en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Co 10,17).
El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita una partícula de la hostia en el cáliz, para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra salvadora, es decir, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso.
El celebrante decía: “….concédenos la paz y la unidad… y luego: “la Paz del Señor esté con todos ustedes….”
Maximiliano de pronto vio que en medio de algunas personas que se abrazaban (no todos), se colocaba en medio una luz muy intensa.
Al instante supo que era Jesús y se abalanzó prácticamente a abrazar a la persona que estaba a su lado. Pudo sentir verdaderamente el abrazo del Señor en esa luz, era Él que lo abrazaba para darle Su paz, porque en ese momento había sido capaz de perdonar y de sacar de su corazón todo dolor contra otras personas.
Eso es lo que Jesús quiere, compartir ese momento de alegría abrazándonos para comunicarnos Su Paz.
Agnus Dei (Cordero de Dios)
13. CORDERO DE DIOS-MOMENTO DE LA PAZ: Reconocemos ahora que Jesús ha ofrecido su vida al Padre por nosotros en la Cruz, Él es el sacrificio vivo y santo que nos ha reconciliado para siempre con Dios.
Por Él nos ha llegado la paz verdadera: la que da Dios y no la que da el mundo. La paz de Dios es la salvación eterna, el perdón de los pecados, el amor que es capaz de entregarse a sí mismo en sacrificio por aquellos que ama.
La paz del mundo es la ausencia de conflicto que le permite a cada uno vivir según sus deseos. La paz de Cristo nos saca de nosotros mismos y nos pone al servicio de los otros, mientras que la paz del mundo nos sumerge en nuestro propio egoísmo, en nuestros gustos y rutinas.
Todos cantan la oración “Agnus Dei, qui tollis…” (“Cordero de Dios, que quitas…”). El sacerdote luego eleva la Hostia y dice “Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi. Beatae qui ad caenam Agni vocati sunt” (“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”).
Los fieles, de pie o de rodillas, responden: “Domine, non sum dignus ut intres sub tectum meum, sed tantum dic verbo et sanabitur anima mea” (“Señor, no soy digno (a) de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”). Esta invocación acompaña a la fracción del pan y se concluye con las palabras: danos la paz.
Ad pacem (Rito de la paz). El sacerdote solo reza la oración Ad pacem (“Domine Iesu Christe, qui dixisti…“) (“Señor Jesucristo, que dijiste…”) tras la cual, invita a los fieles a darse un saludo de paz.
Con este rito, la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de comulgar en el Sacramento.
Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el sacerdote y los fieles, oran un espacio de tiempo en secreto. Para completar la plegaria del pueblo de Dios y concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote pronuncia la oración para después de la Comunión, en la que se ruega por los frutos del misterio celebrado.
15. ACCIÓN DE GRACIAS: Eucaristía viene del griego y significa acción de gracias.
Debemos tomar conciencia de lo que hemos recibido y hacer de nuestra vida acción de gracias y reflejo del amor de Dios que hemos recibido en Jesús Eucaristía.
Agradecer a Dios significa vivir como vivió Jesús: sirviendo, amando, sanando, ayudando, enseñando, perdonando, entregando su vida por todos, sin excepción. Esto no es imposible cuando nos estamos alimentando del Dios que se nos da a Sí Mismo para vivir en nosotros y ayudarnos a cumplir plenamente el Mandamiento del Amor…
Llegó el momento de la comunión de los celebrantes, ahí Maximiliano volvió a notar la presencia de todos los sacerdotes junto a Monseñor.
Cuando él comulgaba, dijo la Virgen:
“Este es el momento de pedir por el celebrante y los sacerdotes que lo acompañan, repite junto a Mí: Señor, bendícelos, santifícalos, ayúdalos, purifícalos, ámalos, cuídalos, sostenlos con Tu Amor…
Recuerden a todos los sacerdotes del mundo, oren por todas las almas consagradas…”
Hermanos queridos, ese es el momento en que debemos pedir porque ellos son Iglesia, como también lo somos nosotros los laicos.
Muchas veces los laicos exigimos mucho de los sacerdotes, pero somos incapaces de rezar por ellos, de entender que son personas humanas, de comprender y valorar la soledad que muchas veces puede rodear a un sacerdote.
Debemos comprender que los sacerdotes son personas como nosotros y que necesitan comprensión, cuidado, que necesitan afecto, atención de parte de nosotros, porque están dando su vida por cada uno de nosotros, como Jesús, consagrándose a él.
El Señor quiere que la gente del rebaño que le ha encomendado Dios ore y ayude en la santificación de su Pastor.
Algún día, cuando estemos al otro lado, comprenderemos la maravilla que el Señor ha hecho al darnos sacerdotes que nos ayuden a salvar nuestra alma.
14. LA COMUNIÓN:
Este momento es absolutamente maravilloso, recibimos a Jesús en la Eucaristía, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Dios viene a vivir en nosotros como en su propia casa, viene a transformarnos y a fortalecernos desde nuestro interior.
Como María en el momento en que recibió del Espíritu a Jesús en sus entrañas, así nosotros en la comunión, quedamos fecundados por el Espíritu de Dios: realmente llevamos en nosotros a Cristo.
Dios hace de su amor un acto: se nos entrega todo entero en la forma más sencilla y humilde (un trocito de pan) para que lo podamos recibir.
Los fieles que se encuentran preparados -esto es, sin haber cometido un pecado mortal desde su última confesión y habiendo ayunado durante una hora, pueden acercarse a recibir la Comunión.
Cantan la antífona de Comunión,
El sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir con fruto el Cuerpo y Sangre de Cristo. Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.
Mientras el sacerdote comulga el Sacramento, comienza el canto de Comunión, que se prolonga mientras se administra el Sacramento a los fieles.
Empezó la gente a salir de sus bancas para ir a comulgar.
Maximiliano está conmovido y Jesús le dice:
“Quise salvar a mi criatura, porque el momento de abrirles la puerta del cielo ha sido preñado con demasiado dolor…” “Recuerda que ninguna madre ha alimentado a su hijo con su carne, Yo He llegado a ese extremo de Amor para comunicarles mis méritos.”
“La Santa Misa Soy Yo mismo prolongando Mi vida y Mi sacrificio en la Cruz entre ustedes. Sin los méritos de Mi vida y de Mi Sangre, ¿qué tienen para presentarse ante el Padre? La nada, la miseria y el pecado…”
“Ustedes deberían exceder en virtud a los Ángeles y Arcángeles, porque ellos no tienen la dicha de recibirme como alimento, ustedes sí. Ellos beben una gota del manantial, pero ustedes que tienen la gracia de recibirme, tienen todo el océano para beberlo.
Yo quiero saciarte y saciarlos a todos, porque son los hijos de mi dolor…
Había llegado el gran momento del encuentro, de la “Comunión”, el Señor le dijo a Aurora:
– “Espera un momento, quiero que observes algo…”
Por un impulso interior ella levantó la vista hacia la persona que iba a recibir la comunión en la lengua de manos del sacerdote y arrodillada ante él. Era Paulina, una cristiana que recién acababa de confesarse antes de que comenzara la Misa.
Cuando el sacerdote colocaba la Sagrada Forma sobre su lengua, como un flash de luz, aquella luz muy dorada-blanca atravesó a esta persona por la espalda primero y luego fue bordeándola en la espalda, los hombros y la cabeza.
Jesús le sonrió y le dijo lleno de alegría:
“¡Así es como Yo Me complazco en abrazar a un alma que viene con el corazón limpio a recibirme!”
Aurora está atónita, mirando a esa amiga volver hacia su asiento rodeada de luz, abrazada por el Señor…
Piensa con adoración que para merecer el privilegio maravilloso de ser amados asi por Dios, hay que perseverar en mantener la santidad a cualquier precio y mejor perder la vida, antes que perderlo a Él…
Cuando Aurora se dirigió a recibir la comunión Jesús repetía:
– “La última cena fue el momento de mayor intimidad con los Míos. En esa hora del amor, instauré lo que ante los ojos de los hombres podría ser la mayor locura, hacerme prisionero del Amor. Instauré la Eucaristía.
Quise permanecer con ustedes hasta la consumación de los siglos, porque Mi Amor no podía soportar que quedaran huérfanos aquellos a quienes amaba más que a Mi vida…”
Y recibió aquella Hostia, que tenía un sabor que era una mezcla de sangre e incienso que lo inundó totalmente. Sentía tanto amor que las lágrimas le corrían sin poder detenerlas…
Cuando llegó a su asiento, al arrodillarse dijo el Señor:
– Aurora, adórame y repara. Cuando les enseñes a tus hermanos lo que verdaderamente significa y todo lo que sucede en el Sacrificio Perpetuo, es para que reflexionen en muchas cosas. Te pido que repares y es por esto…
De repente ella se sintió transportada instantáneamente hasta una Misa celebrada en el siglo XXI y Jesús le dijo:
– “Escucha…”
Y al punto comenzó a escuchar dentro sí, la oración de una mujer católica que estaba sentada frente a ella y que acababa de comulgar…
Lo que ella decía sin abrir la boca era:
“Señor, acuérdate que estamos a fin de mes y que no tengo el dinero para pagar la renta, la cuota del auto, los colegios de los chicos, tienes que hacer algo para ayudarme… Por favor, haz que mi marido deje de beber tanto, no puedo soportar más sus borracheras y mi hijo menor, va a perder el año otra vez si no lo ayudas, tiene exámenes esta semana……. Y no te olvides de la vecina que debe mudarse de casa, que lo haga de una vez porque ya no la puedo aguantar… etc., etc.
Y Aurora lloró; porque ni una sola vez aquella mujer le dijo a Jesús que lo amaba….
Jesús dijo con un tono triste:
-“¿Te has dado cuenta? Ni una sola vez Me ha dicho que Me ama, ni una sola vez ha agradecido el Don que Yo le He hecho de bajar Mi Divinidad hasta su pobre humanidad, para elevarla hacia Mí. Ni una sola vez ha dicho: gracias, Señor.
Ha sido una letanía de pedidos… y así son casi todos los que vienen a recibirme.” “Yo He muerto por amor y Estoy resucitado. Por amor espero a cada uno de ustedes y por amor permanezco con ustedes…, pero ustedes no se dan cuenta que necesito de su amor. Recuerda que Soy el Mendigo del Amor en esta hora sublime para el alma.”
Comunión,
La Misa queda incompleta si no hay Comunión. La participación de los fieles en ella llega a la plenitud y perfeccionamiento cuando comulga el Cuerpo y Sangre de Cristo en su Misa.
Y es la Comunión dentro y no dentro de la Misa, la que da esa expresión de participación en función del sacrificio-banquete. Oblación a Dios y comida para enriquecer la vida espiritual en el banquete Pascual.
Después de la admonición “Praeceptis Salutaribus moniti…” (“Fieles a la recomendación del Salvador…”) nos, Domine, ab omnibus malis…” (“Líbranos de todos los males, Señor…”) y la aclamación “Quia tuum est regnum et potestas…” (“Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre señor”).
En la Oración dominical se pide el pan de cada día, con lo que se evoca, para los cristianos, principalmente el pan eucarístico y se implora la purificación de los pecados, para que verdaderamente “las cosas santas se den a los santos”.
Purificación de los vasos sagrados
Tras dar la Comunión a los fieles que se acercaron, el sacerdote termina de consumir la Sangre y luego purifica todos los cálices y utensilios utilizados durante la Misa.
De pronto el señor Arzobispo dijo: “Oremos” y toda la asamblea se puso de pie para la oración final.
Ritos de despedida
La bendición del Sacerdote.
Cuando el celebrante iba a impartir la bendición, la Santísima Virgen dijo: “
Recuerda que esta bendición puede ser la última que recibas en tu vida, de manos de un sacerdote. Tú no sabes si saliendo de aquí vas a morir o no.
Y no sabes si vas a tener la oportunidad de que otro sacerdote te de una bendición.
Esas manos consagradas te están dando la bendición en el Nombre de la Santísima Trinidad, por lo tanto, haz la señal de la Cruz con respeto y como si fuera la última de tu vida.”
Marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno.
16. BENDICIÓN FINAL
Bendición. Antes de la bendición, se pueden introducir breves avisos para los fieles. Con la bendición final, el sacerdote bendice a los fieles “in nomine Patris et Filii + et Spiritus Sancti” (“en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”).
Y despide al pueblo diciendo ” Ite, missa est” (“Podeis iros, la misa ha concluido”) o “Benedicamus Domino” (“Bendigamos al Señor”), dependiendo de la Misa, a lo cual el pueblo responde “Deo gratias” (“Demos gracias a Dios”).
El beso del altar después una inclinación profunda del sacerdote, del diácono y de los demás ministros, concluyen la Eucaristía.
Es sumamente común continuar con un canto final, generalmente dedicado a la Virgen María; en algunos lugares además se agrega la tradicional oración a San Miguel Arcángel.
La Oración a San Michael: Sancte Michael Archangele, defende nos in proelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.
Cuando la Misa terminó, los sacerdotes se retiraron y los cristianos continuaron en oración de meditación, disfrutando de la Presencia y la compañía de Jesús y haciendo las delicias del Dios que quiso hacerse Hombre y morir por ellos.
Jesús se quedó conversando y dando sus enseñanzas:
“Yo lo sé todo, leo hasta en lo más profundo de sus corazones y sus mentes, pero me gusta que me cuenten ustedes sus cosas, que Me hagan partícipe como a un familiar, como al más íntimo amigo” ¡Cuántas gracias se pierde el hombre por no darme un lugar en su vida!”
¿Se dan cuenta ustedes de que Él, el Amor, está pidiendo nuestro amor y no se lo damos? Es más, evitamos ir a ese encuentro con el Amor de los Amores, con el único amor que se da en oblación permanente.
La comunión debe dar frutos en vosotros. La hora que estamos viviendo, no admite filiaciones con la indiferencia. Tenemos que ser la mano larga de nuestros sacerdotes para ir donde ellos no pueden llegar. Para llevar a los demás el amor y las enseñanzas recibidas…
Después de estas reflexiones, Nunca más tu Misa volverá a ser la de antes” y cuando lo recibas: ¡Ámalo con todo tu ser!
Experimenta la dulzura de sentirte reposando entre los pliegues de Su costado abierto por ti, para dejarte Su Iglesia y Su Madre, para abrirte las puertas de la Casa de Su Padre, para que seas capaz de comprobar Su Amor Misericordioso a través de estos testimonios y trates de corresponderle con toda la fuerza de tu pequeño amor.
Que Dios te bendiga en esta Pascua de Resurrección.
HERMANO EN CRISTO JESUS: