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LOS ABISMOS DEL INFIERNO 2

Septiembre 1 de 2019 

Hijos míos, mi Paz esté con vosotros

Vuestro Paso por la Eternidad cada vez está más cerca. Cuando lleguéis, seréis juzgados por mi Tribunal Supremo y sabréis cuánto habéis amado y servido y cuánto habéis dejado de amar y servir.

Al llegar, os estará esperando vuestro Ángel de la Guarda, para llevaros al Salón de la Justicia. Mi Madre estará allí, intercediendo por vosotros en compañía de las almas bienaventuradas.

Después del Juicio mis Ángeles os llevarán al sitio que os corresponde, según sea vuestra sentencia.

Una pequeña minoría que se puede contar, irá al Cielo; la inmensa mayoría de la humanidad, irá al Purgatorio o al Infierno.

Mis hijos, una vez más os digo: Alimentaos lo más que podáis de mi Cuerpo y de mi Sangre, para que estéis fortalecidos espiritualmente y vuestra alma pueda resistir el Paso por la Eternidad.

El fuego purificador del Purgatorio, aguarda por la inmensa mayoría de mis hijos y el fuego ardiente del Infierno, aguarda por esta generación ingrata y pecadora.

Hijos míos, el Purgatorio es un lugar de purificación donde van las almas que no estuvieron en completa comunión de amor con Dios y sus hermanos en este mundo.

Está dividido en tres niveles:

Alto, medio y bajo y en cada nivel hay diferentes lugares de expiación.

El Purgatorio alto y medio, es un lugar de purificación de amor, donde las almas sufren por no estar en la Presencia de Dios.

El Primer Purgatorio es visitado por mi Madre y mis Ángeles y Ella, mi Madre, es la encargada de subir las almas al Cielo cuando ya han terminado su purificación.El Segundo Purgatorio, sólo es visitado por mi Amado Miguel.

El, es el Guardián de las almas y baja a este lugar para llevar almas al Primer Purgatorio; en su fiesta o cada vez que la Divina Voluntad de Dios, así lo disponga.

La Santa Intercesión de mi Madre en favor de las almas, hace que muchas suban al Cielo y otras sean libradas del Fuego Eterno.

El Tercer Purgatorio es un lugar de fuego abrasador, fuego de purificación que quema toda la maldad y el pecado.

Allí a las almas se les recuerda toda la maldad y el pecado que cometieron y toda la falta de amor que no tuvieron para con Dios y sus hermanos en este mundo.

Es un lugar de oscuridad y purificación, donde las almas luchan con los demonios que las hicieron caer y casi perder.

Al Tercer Purgatorio van las almas que en este mundo estuvieron apartadas de Dios y vivían en el pecado.

Pero había alguien que oraba por ellas o alcanzaron a pedir perdón antes de morir. O eran devotas de mi Madre y llevaban su escapulario,

O EL PODER DEL ROSARIO DE MI MADRE O DE MI MISERICORDIA

por las almas, les alcanzó para que no se perdieran eternamente.

Quiero deciros hijos míos, que las misas y obras de caridad que hagáis por estas almas del Tercer Purgatorio, sólo les servirán para fortalecerlas en su lucha espiritual.

Estas son las almas más necesitadas del Purgatorio, para que oréis muy especialmente por ellas. Estas almas necesitan mucha oración para poder purificarse y subir a la Gloria Eterna.

Hijos míos, el Cielo, el Purgatorio y el Infierno, son lugares espirituales donde van a parar las almas después del tránsito por este mundo.

Quiero aclararos esto: no son estados, SON LUGARES.

Así como ocupáis espacios en este mundo, así también lo es en la eternidad; con la diferencia de que los espacios son espirituales creados para albergar almas.

El Cielo es un lugar espiritual de Amor, Paz, Gozo y Plenitud, en compañía de Dios.

El Purgatorio es un lugar espiritual de purificación de amor o de fuego purificador.

El Infierno es un lugar espiritual de tormento y fuego que quema y no se extingue, donde van a parar las almas que se rebelaron contra Dios.

Os explico todo esto para que toméis conciencia y sepáis que en la Eternidad no hay estados sino lugares.

Hijos míos, si estáis en pecado mortal, os pido que recapacitéis, dejéis de pecar y cuanto antes volváis a Dios.

Os digo esto, porque si os sorprende mi Aviso en pecado mortal, vuestra alma irá a parar al Infierno y de allí, serán muy pocos los que regresen a este mundo.

Sólo regresarán los pecadores que se hayan arrepentido y quieran cambiar de vida; a esos se les dará la oportunidad de que al regresar retomen el camino de la salvación y se alejen definitivamente del pecado.

Los que no se arrepientan antes de mi Aviso morirán.

Recapacitad pues hijos rebeldes, porque el día de mi Aviso está llegando.

Vuestro Maestro, Jesús Sacramentado

Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.

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  LOS TORMENTOS DEL INFIERNO

(Continuación…)

Luego vi hombres y mujeres que llevaban vendados los ojos y detrás de ellos iban muchos encadenados. Los demonios los insultaban, los golpeaban y los violaban.

Su tormento era muy cruel y pregunté:

–           ¿Quiénes son estos?

Y Jesús me respondió:

–           Son todos los brujos, hechiceros y adoradores del Mal, que se han dejado enceguecer por Satanás. A ellos les esperan los máximos tormentos, porque en la tierra vivieron más cerca de mi Gran Enemigo, que de Mí.

Y sufrirán inmensamente por haber servido en el Mal, libre y voluntariamente.

Los encadenados son todos aquellos que los consultan y todos aquellos que les mandaron hacer un maleficio de brujería. Es preferible que mataran cara a cara y no así…

Pues escrito está que mi Padre no salvará a esa raza. ¡Fuera de mi perros malditos, para ustedes no habrá fuego ni brazas para calentar el pan! (Isaías 47- 12).

En el Reino del Anticristo, son demasiados los satanistas consagrados completamente al Adversario. Oren, oren, porque hay muchos que todavía están vivos y que pueden arrepentirse…

También la multitud que les sigue y sufren tormentos, son los creyentes en horóscopos, invocadores de espíritus; los nigromantes, clarividentes y sus consultantes.

Su idolatría y su contubernio con Satanás, los hace merecedores del Fuego Eterno del Infierno.

Enseguida vi hombres y mujeres atados por cadenas en las manos. Cada uno tiraba por su lado, se derribaban y se caían entre sí.

Los demonios les decían: ¡Por tu culpa sufres!

Unos a otros se azuzaban: ¡Dénles más duro!

Yo pregunté:

–           ¿Quiénes son?

Jesús me dijo:

–           Son todos mis matrimonios que no viven en paz, ni se respetan obedeciendo mis Mandamientos. Viven profanando el Sacramento del Matrimonio y violando los juramentos que hicieron ante Mí.

Su sacrilegio convierte su unión en una maldición. Son dos fieras unidas por una misma cadena.

–           ¿Por qué van al infierno?

–           Besa mi mano.

Lo hice y Él me la colocó en los ojos.

Y vi cómo en esos hogares había insultos, celos, peleas y Satanás le gritaba a JESUS:

¡Mira como tengo a tus matrimonios! ¿De qué te sirvió santificarlos con el Sacramento?

¿Ves cómo están pecando? Y sólo por esto, cómo la primera pareja me pertenecen.  Pero ahora haré que pierdan la gloria… No permitiré que oren, ni que vayan a Misa. No se convertirán, porque no hay quién ore por ellos.

Y ninguno desea arrepentirse y cambiar. ¡Ahora se odian! Y yo haré que se aborrezcan siempre más.  Cuando se divorcien o yo consiga que se enamoren perdidamente de otros.

Con el Adulterio, estarán totalmente perdidos para Ti y ellos mismos me entregarán más almas. ¡Y NO! ¡No me los quitarás!

Y se reía a carcajadas…

Mientras JESUS lloraba.

A continuación vi hombres y mujeres atados por los pies que sufrían peor que los anteriores.

Y pregunté:

–           ¿Éstos quiénes son?

Y Jesús me contestó:

–           Son todos los que viven sin casarse o han cometido adulterio o fornicación.

–           ¿Por qué van al infierno?

Y Él me toco los ojos y vi que JESUS bendecía todas las uniones entre el hombre y la mujer cuando estaban íntimamente, como la primera pareja.

Pero cuando no estaban casados; era Satanás el que consumaba sus uniones, gozando a través de la posesión de sus cuerpos, glorificando la lujuria y golpeando al Señor JESUS.

El Señor me explicó:

–           Los adúlteros, son criminales y ladrones de la peor especie; pues además también perjudican destruyendo las vidas y asesinando las almas de los hijos inocentes.  

Ningún hogar puede cimentarse sobre la traición, el arma favorita de Satanás; ni edificarlo con la sangre y el dolor del prójimo.

Es un crimen pérfido sobre los inocentes, que invoca toda la Justicia divina sobre los trasgresores.

Mientras tanto yo seguía viendo como por medio de este pecado, Satanás le escupía la cara a JESUS diciendo:

–           Mira a tu criatura el hombre… Convertido por mí en una bestia aun peor que ella,

¿De qué te sirvió morir por ellos? Yo destruiré tu Sacramento que les permite unirse santamente y lo convertiré en el sacrilegio, que los sella con mi signo y los convierte en mi posesión absoluta.

Haré de cada lecho un fuego infernal envuelto en pasiones ilícitas… Pues a mí sí me escuchan, aunque yo no les ofrezco ningún reino de paz, sino de mucho dolor…

Y JESUS me dijo:

–           Mi sufrimiento para ellos ha sido inútil, por eso están en el Infierno.

Y entonces vi que uno de los castigos para ellos, es ver al hombre o mujer por el cual se condenaron en su pecho.Satanás les dio un cuchillo filoso, con el que ellos mismos se cortaban y sacaban pedazos de carne hasta llegar al corazón, diciendo con odio:

“¡Maldito, maldito, por tu culpa estoy aquí en este infierno! ¡Te quiero sacar de mi pecho para siempre, pero no puedo!

Luego encontramos hombres encadenados con hombres y mujeres encadenadas con mujeres. Atados por la cintura y que se balanceaban como animales salvajes, arrastrando una presa.

Pregunté:

–           Señor Jesús, ¿Estos quiénes son y porqué sufren?

El Señor Jesús me dijo:

–           Son toda clase de homosexuales y lesbianas, que libremente me rechazaron y no fueron capaces de ser castos ofreciéndome su vida y sus sacrificios.

Y pude ver cómo los demonios se revolcaban en el lecho poseyendo a estos pobres seres, deleitando su lujuria a través de ellos; aumentando sus pasiones sin llegar a ser saciados nunca.

Y también cómo los espíritus que los habían poseído, los atormentaron en sus partes nobles con las que pecaron…

Y de una forma cruelísima y horripilante, les atravesaban palos desde el ano hasta la boca y con  ellos les giraban como si fueran divertidos trofeos…

Yo pregunté:

–           ¿Qué es la presa?…

Y Él me contestó:

–           Son todos aquellos que se acostaron con ellos y usaron el sexo de manera perversa. Toda relación anal la condeno;  porque es contra natura…

Y también condeno a los que cometen crímenes de Odio, contra estos pobrecitos pecadores. No lo olviden nunca: Solamente Yo juzgo

Y EL QUE SE ATREVE A JUZGARLOS CONDENÁNDOLOS, SE CONVIERTE EN CÓMPLICE DEL MISMO PECADO…

Oren porque todavía hay muchos que están vivos y pueden salvarse, al arrepentirse.

La persona homosexual que me ofrezca su castidad a Mí y viva sin hacer pecar a nadie; yo le derramo mi infinita misericordia, porque los amo a todos infinitamente.

Para mí absoluto horror; después vi muchísimos hombres y mujeres con caras de animales, que sufrían espantosamente.

Y al lado de ellos, unos que llevaban unas como cintas de películas y unas hojas o revistas donde habían mujeres y hombres desnudos…

Que también eran atormentados atrozmente a manos de los demonios.

Y le pregunté al Señor:

–           ¿Quiénes son?  ¿También ellos van al infierno?

Jesús me contestó:

–           Sí. Van al infierno porque no se arrepienten. Los primeros son todos los que han tenido intimidad con los animales; rebajándose al nivel de la bestia y aún más que ella; porque si ella tuviese razonamiento, no lo haría.

Mi creación obedece las leyes que les he dado.

Solamente el hombre es un rebelde; instigado por la malicia del Rebelde.

Y todo aquel que hace del sexo una obsesión y una adicción; a través de películas, revistas, chistes grotescos, prostitución, palabras de mal sentido y llenas de obscenidad, aprendidas del Amo al que adoraron

Y  al que ahora pertenecen en cuerpo y alma, por toda la eternidad; son dignos del fuego eterno, con todos sus tormentos.

Pues han aprendido a hablar con la bajeza de Satanás y no el lenguaje del Cielo, viviendo la santidad y pureza de DIOS Uno y Trino.

Había muchos hombres y mujeres de diferentes edades que caminaban como ciegos golpeándose con todo.

Y un demonio estaba al pie de ellos, derribándolos una y otra vez.

Pregunté:

–           ¿Y estos quienes son Señor?

Y Él me dijo:

–           Son todos los borrachos, los alcohólicos y drogadictos; porque han destrozado el templo de Espíritu Santo, donde mora la Trinidad Santa: su propio cuerpo.

Y han hecho daño a sus semejantes, a sus familias, olvidándose del Primer Mandamiento: Amar a DIOS y al prójimo como a sí mismo. Estos no han aprendido ni siquiera a amarse a sí mismos.

Y al lado de ellos, iba una multitud de personas de diferentes edades, con los labios reventados y con humo en la nariz.

Pregunté:

–           ¿Y estos quiénes son?

Y ÉL me contestó:

–           Son los fumadores de toda clase de hierbas, drogas, cigarros o diversos vicios. Y van porque no han amado su propio cuerpo.

Y los que van con ellos, son los mercaderes de la muerte y todos los que se los ofrecieron incitándolos a pecar.

Yo les he dicho, que el que regala un vaso de agua, es digno de cielo eterno. Pero también quien ofrece o induce pecar a alguien, es digno del Fuego Eterno.

Todos lo que están aquí, rechazaron cambiar su vida y nadie oró por ellos, para librarlos de este castigo.

Continuamos caminando y encontramos a una gran muchedumbre de hombres y mujeres con vestuarios indecentes.

Y detrás de ellos, un gran número de hombres y mujeres.

Y pregunté:

–           ¿Por qué están en el Infierno y por qué los atormentan?

Jesús me contestó:

–           Porque usaron su cuerpo para corromper a su prójimo. Y los que se dejaron seducir, tampoco se arrepintieron.

Siguieron muchísimos hombres y mujeres de toda edad.

Hasta niños con las manos cortadas y algunos sin dedos.

Los demonios les clavaban con suma crueldad en todo el cuerpo, una especie de agujas largas y ardientes al rojo vivo, que los hacían lucir como alfileteros flameantes.  Y le pregunté:

–           ¿Quiénes son y porqué están en el infierno?

Y Él me dijo:

–           Son todos los tramposos, los ladrones, los estafadores, los que no pagan sus deudas; los que se dedicaron sólo al trabajo, los avarientos.

Todos los que en su corazón solo estaba el dios dinero y nunca dieron una limosna al pobre, ni ayudaron al más pequeño de sus hermanos.

Son todos aquellos que al final les tendré que decir: ‘¡Apártate de Mi maldito, vete al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles!

Pues tuve hambre y no me dieron de comer, sed y no me dieron de beber. Fui forastero y no me alojaron, desnudo y no me vistieron, enfermo y en la cárcel y no me visitaron. (Mateo 25.)

Todos los llamados a la caridad, los despreciaron con su corazón de piedra.

Enseguida vi familias y padres e hijos golpeándose. De sus bocas salieron llamas de fuego.

Y pregunté:

–           ¿Por qué vienen aquí y por qué los atormenta el demonio. Por qué escupen fuego?

Y Él me dijo:

–           Son los padres que no se hicieron amar y respetar con sus hijos. Y ellos los insultaron. Son los hijos altaneros y groseros con sus padres. Los que terminan maltratándolos y son profanadores del Cuarto Mandamiento.

–           ¿Y ellos por qué están aquí?

–           Al final cuando cada uno se presente ante el justo juez, si no fueron buenos; van a decir: ‘Maldito de mí por no haber respetado y amado a mis padres.’ Y por esa maldición van al infierno.

O van a decir: ‘Maldito soy por no obedecer y seguir la fe católica’ O ‘Malditos mis padres porque no me enseñaron a respetarlos y amarlos.’

Por esa maldición los padres van al infierno. Por eso los padres deben respetar y dar amor a sus hijos. Jamás tratarlos con insultos.

Y entonces vi que en esas casas, donde el padre y la madre, insultan a sus hijos; los demonios salen de sus bocas como gusanos o serpientes que se arrastran.

Y luego van y se meten a los hijos o al cónyuge que está lejos. Y hacen de todo para destruirlos y llenarlos de odio.

También vi que la única manera para acabar esos demonios en esas casas, es rezar el Santo Rosario.

Entonces el Señor me trasladó hasta un camino muy ancho y pavimentado.

Era muy hermoso y estaba muy adornado con fuentes de mucho artificio y grandes monumentos que no reconocí.

Allí vi hombres y mujeres de todas las edades, que llevaban la lengua afuera y un demonio, iba montado sobre sus hombros, metiéndoles su lengua en la boca de ellos.

Era una gran cantidad y le pregunte al Señor:

–           ¿Quiénes son Señor, y por qué traen ese demonio?

Y Jesús me dijo:

–           Son todos los chismosos, calumniadores, mentirosos; son todos aquellos incapaces de domar la lengua.

Que hicieron mal, pues está cargada de veneno mortal, como escrito está en mi apóstol Santiago “Sepan domar su lengua” El demonio que llevan es el demonio del chisme.

No se arrepintieron de su maldad y por eso recorren el Camino del Abismo hacia el infierno, donde los espera un terrible  castigo.

Luego encontramos hombres y mujeres que de sus bocas salían sapos y víboras.

Y Pregunté:

–           ¿Y estos quiénes son?

Jesús estaba muy triste y dijo:

–           Son todos los que pudieron enseñar mi fe y mi doctrina y no lo hicieron. Pero sí enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse comprobar.

Son los maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de familia. Todos los mentores y todo el que pudo enseñar la Fe en Mí y prefirieron destruir la fe de los demás.  

Toda persona que escandalice y destruya la fe de mis pequeños niños, es digno del Fuego del rigor de Dios; porque está escrito:

Hay del que enseñe otra palabra, hay del que escandalice a uno de estos pequeños; más le valiera amarrarse una piedra de moler al cuello y tirarse al mar.

Conociendo la Verdad, no se arrepintieron y su castigo es de los más tremendos.

A continuación encontramos gente de todas las clases sociales y de diversas edades, que arrojaban dinero al aire y alrededor de ellos; había muchas personas muriéndose de hambre…

Pregunté:

–           ¿Y estos quiénes son y porque van al infierno?

Y Jesús me dijo:

–           Son todos los que desperdician sus riquezas materiales en vanidades y lujos que alimentan la molicie.

Son los que compran cosas innecesarias; hacen fiestas para sus deleites, invitando únicamente a los que pueden corresponderles con algo equivalente  o superior y les retribuyen invitándoles a otras fiestas, donde honran su egolatría.  

Son todos los que desperdiciaron comprando demasiados manjares y exquisiteces y las dejan dañar en sus refrigeradores en vez de regalarlas.

Nunca hacen obras de misericordia, solo piensan en ellos mismos con una idolatría repugnante; mientras alrededor del mundo demasiados menesterosos se mueren de hambre.

Luego vi jóvenes que llevaban audífonos en sus oídos, conectados a un aparato digital. Caminaban como sonámbulos…

Por esos aparatos les entraban escorpiones, sapos y muerte.

Y pregunté:

–           ¿Quiénes son?

Y Jesús me contestó:

–           Son todos aquellos que escuchan música satánica:

rock, la música metálica y se han convertido en adoradores de Satanás que los lleva a la Muerte Eterna y les hace perder el sentido de la vida.

Son todos los que entran al culto satánico en las discotecas o en sus casas se encierran utilizando todas sus energías, en la tecnología maldita del Anticristo.

Para ellos la vida no tiene sentido, ni propósito; se vuelven perezosos y rebeldes. De esta manera la pobre juventud es arrastrada hacia el Abismo y ya no hay inocencia en los mayores de 4 años.

La maldita televisión y la música los han pervertido y su corazón enceguecido se aleja cada vez más de Mí. Satanás los está enseñando a ser impíos y blasfemos.

A continuación vi a una gran multitud de hombres y mujeres de toda clase, que caminaban de espalda y un demonio los arrastraba.

Al caminar tropezaban con otros y los hacían caer.

Pregunté:

–           ¿Señor, éstos quiénes son?

Y Él me dijo:

–           Son todos aquellos que me iban siguiendo por el Camino del Cielo; pero las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas con los mismos grupos; los hicieron que me abandonaran y hoy van camino al Infierno, arrastrando consigo a otros.

A todos estos les es difícil volver a Mí. Porque tienen un demonio que los detiene. Este demonio al final los entregará a Satanás y recibirán más honores por haber vencido y llevar como trofeo, a uno de los míos.

Nadie ha orado por ellos y  mi Corazón se hiere continuamente, por estos nuevos Judas que no quieren sufrir por Mí.

Enseguida vimos a hombres y mujeres de diferentes edades y clases; golpeándose el pecho con un cuchillo y luchando por quitar un espectro humano, que ellos sentían adheridos desde el pecho hasta sus ingles.

Al golpearse, sus heridas sangraban mucho, mientras que un demonio les gritaba:

¡Tú has sufrido mucho por culpa de él! ¡Dale más duro! ¡Dale más duro! ¡No le perdones! ¡No le perdones!

Entonces pregunté:

–           ¿Quiénes son éstos Señor y quienes son los que están en su pecho?

El Señor me explicó:

–           Son todos aquellos que nunca han perdonado la falta de sus hermanos, guardan rencores, odio, resentimiento, rencillas, pensando que fueron los únicos que sufrieron.

Las personas que llevan en el pecho, son sus supuestos enemigos. Y por eternidad de eternidades, los llevarán en el pecho como castigo.

Oren mucho, para que los que odian como ellos y todavía están ahora vivos en la Tierra; perdonen como Yo Perdono.

Porque si no perdonan las faltas de sus hermanos y deciden seguir adorando su rencor; mi Padre tampoco les perdonará.

Seguimos caminando y vi hombres y mujeres; jóvenes y niños de todas las clases; iban dando vueltas entre sí como perdidos y confusos…

Los demonios los cubrían con sus sombras mientras les repetían incesantemente:

¡No crean! ¡No crean! ¡No crean!

Y pregunté:

–           ¿Quiénes son?

Y Jesús me dijo:

–           Son todos aquellos, que pertenecen a mi iglesia o pertenecieron, pero que abandonaron los Sacramentos.

O si acuden no creen en ellos, ni en la gracia ni en el poder santificador a través de ellos; porque han despreciado al DIOS de la Verdad, por la mentira.

Quienes más sufrirán, son los que no creyeron en mi Real Presencia en la Sagrada Eucaristía, profanaron mi Iglesia con su presencia blasfema y se hicieron sacrílegos;

pues mi Carne es verdadera comida, mi Sangre es verdadera bebida y quien come mi Carne y bebe mi Sangre; permanece en Mí y yo le resucitaré el Último Día.

Oren mucho por ellos; porque algunos todavía están vivos y pueden convertirse.

Siguió una gran muchedumbre de hombres, jóvenes, mujeres y niños con edad de razón, que caminaban a tientas.

pisaban cualquier luz que los podía iluminar y los demonios les gritaban:

¡No crean! ¡No crean en la Luz! ¡No crean!

Y pregunté:

–           ¿Quiénes son?

Y el Señor Jesús me dijo:

–           Son todos aquellos, que han cometido pecados que no los han confesado: Por pena o porque no creen. O si lo confesaron, no lo hicieron con verdadero arrepentimiento. DIOS conoce el corazón de cada hombre.  

Oren mucho para que se conviertan, pues esos pecados los están arrastrando velozmente hacia el Abismo y Satanás los está esperando para regodearse en martirizarlos, hiriéndome a Mí.

Porque nadie que no confiese su pecado puede entrar en el reino de los cielos.

Entonces exclamé:

–           ¡Oh Señor JESUS, DIOS mío! Entonces ¿Quién puede salvarse?

Él me contestó:

–           Tú ven y sígueme. Ora con el Rosario de mi Madre Santísima.  Para DIOS nada es imposible…

Callé y seguimos caminando.

Encontramos miles, miles y miles que recorrían el fácil y atrayente camino del Infierno.

Ya no pregunté quienes eran ellos. Sólo iba pensando:

¡Misericordia DIOS mío! ¡Misericordia Señor!…

Y empecé a rezar la Coronilla de la Misericordia…

Él tampoco me dijo quiénes eran, ni cuál fue su pecado.

Eran de toda edad y de toda clase.

De una manera inexplicable, comprendí que eran de toda religión, fe y creencia.

Porque DIOS hace juicio sobre toda persona que venga a esta tierra, nazca donde nazca y crea en lo que crea.

Después de mucho caminar y continuar viendo más horrores,  JESUS me dijo:

–           Aquí termina el camino al Infierno.

Y se sentó sobre una piedra. 

Sus llagas sangraban, sus ropas eran rojas y estaba llorando.

Le pregunté:

–           ¿Qué tienes Señor y DIOS mío? ¿Por qué tus vestidos están rojos, si llegaste de blanco? ¿Por qué sangran tus heridas y por qué estás llorando?

Y ÉL me contestó:

–           Soy el Redentor porque cuando redimí al hombre, pagué por TODOS LOS PECADOS DEL MUNDO, incluidos los cometidos por el último hombre que tenga  vida sobre la tierra.

Pero no puedo violentar su libre albedrío. Lloro al saber que para todos ellos, Mi Infinito Sacrificio fue inútil y mi Sangre se derramó en vano.

Pues ellos no quisieron salvarse, me despreciaron. Mis ropas están rojas, empapadas por mi Sangre que he vertido en el dolor de sus pecados, por su salvación.

Y que ellos No quisieron  recibir; ya que Mi Perdón está dado por parte de mi Padre, pero ellos no Me aceptaron como su Salvador.

Y yo les he escrito: al que me reciba lo haré hijo de DIOS. ¡Oh hija mía, cuánto Dolor!  Diles a todos tus hermanos que me ayuden  a la salvación de los hombres y de las almas.

Nos abrazamos y lloramos juntos.

De pronto me encontré en mi habitación, abrazada fuertemente a Él.

El terror era espantoso, todo mi cuerpo temblaba.

Le dije:

–           Señor Jesús, tengo mucho miedo.

Él me colocó la mano sobre la cabeza y me dijo:

–           Esto que has visto no lo contarás hasta dentro de 6 meses; cuando te hayas repuesto completamente.

Luego te llevaré al Cielo y te mostraré el Camino de quienes van por él.

Oramos juntos…

Luego se despidió dejándome su Paz.

Lo vi partir, me volvió a mirar. Aun iba llorando…

Sus ropas estaban rojas y sus llagas sangraban.

Me dijo adiós con la mano y desapareció de mi vista.

LOS ABISMOS DEL INFIERNO 1

LOS TORMENTOS DEL INFIERNO

29. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. (Mateo 5, 29 y 30)

12. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.13.Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que entran por ella. (Mateo 7, 12 y13)

El mundo actual se mofa y se burla de la existencia del Infierno; sin embargo Jesús nuestro Señor y Salvador, en su Infinita Misericordia insiste en confirmar su real y pavorosa existencia; para lo cual toma almas escogidas para tal fin, mostrándoselos o llevándolas vivas al Infierno. 

«Mientras estaba en la Iglesia después de Misa recibí la siguiente Visión:

Vi un tenebroso lugar donde había un mar de fuego y lo que parecía una enorme puerta de garaje, que se abrió hacia abajo para crear como una caída.

Entonces una multitud de personas se deslizó hasta el mar de fuego.

Oí a esa gente que  estaba gritando en extrema agonía.

Luego los demonios empezaron a torturarlos.

Sus cabezas eran aplastadas y sus cuerpos desgarrados.

A otros que les atormentaron sus genitales, gritaron con inmenso  dolor y también sus manos estaban en llamas.

Entonces, comprendí que este lugar era el Infierno y la gente estaba siendo torturada en esa parte de su cuerpo que utilizaron para cometer tanto pecado.  

Aquellos cuyas cabezas eran aplastadas y cuyos cuerpos fueron desgarrados, eran médicos abortistas.

Lo mismo que ellos hicieron, les fue aplicado entonces.

Aquellos cuyos genitales estaban siendo torturados, habían cometido pecados sexuales.

Y aquellos quienes las manos las tenían en llamas eran Sacerdotes, Obispos, Cardenales y otros, quienes habían abusado de LO MÁS SAGRADO: LA EUCARISTÍA.

JESUS me habló y me dijo que muchos se dirigían al Infierno y que era urgente que hiciéramos Oración de Intercesión.

Yo estaba llorando y pidiéndole a JESÚS que tuviera piedad y que por favor nos salvara.

Después de ver esto jamás podría desearle a alguien que termine en el INFIERNO.

La visión fue tan Aterradora e Inquietante (ESTREMECEDORA AL EXTREMO)

Yo les pido que oren por todos nuestros hermanos y hermanas que han sido engañados por Satanás y que se han convertido en esclavos del pecado.

Oremos a través del CORAZÓN INMACULADO DE NUESTRA BENDITA MADRE A JESÚS,

PARA QUE PUEDAN SALVARLOS.

¿CÓMO ES EL INFIERNO?

Es un lugar sobre el que los sacerdotes no predican más, porque dicen que la gente se asusta o se burla.  Si siguen creyendo en él, menudo favor hacen a los fieles al:

NO RECORDARLES QUE EXISTE…  

QUE NO ESTÁ VACÍO…  

Y QUE ES PARA SIEMPRE.

TESTIMONIO DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA (Religiosa polaca canonizada en el año 2000)

Según un fragmento del relato de su diario:

“Hoy he estado en los Abismos del Infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡Qué espantosamente grande es su extensión!

Los tipos de tormentos que he visto:

El Primer tormento que constituye el Infierno, es la pérdida de Dios.

 El Segundo, el continuo y eterno remordimiento de conciencia.

 El Tercero, es que la condición y aquel destino no cambiarán  jamás.

 El Cuarto tormento, es el fuego que penetra al alma sin destruirla. Es un sufrimiento terrible,  ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por la ira divina.

 El Quinto tormento, es la oscuridad permanente. Un horrible y sofocante olor.

Y a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros. Ven todos el mal de los demás y el suyo propio.  

El Sexto tormento, es la compañía constante de Satanás.

El Séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el Odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones y las blasfemias.

Todo el Error de haber rechazado a Dios en el Tiempo, está presente para su tormento por toda la Eternidad.

En el Fuego, las llamas simulan fantasmas de lo que adoraron en vida. Las pasiones se colorean en incandescentes pinceladas con los más apetitosos aspectos y rechinando…

Vociferan su recordatorio: “Has querido el fuego de las pasiones. Ahora tienes el Fuego Encendido por Dios, de cuyo Santo Fuego te has burlado.”

Fuego responde a fuego. En el Paraíso es Fuego de Amor Perfecto. En el Purgatorio es Fuego de Amor Purificador.

EN EL INFIERNO ES FUEGO DE AMOR OFENDIDO

Porque los elegidos amaron a la perfección, el Amor se dona a ellos en su Perfección.

Porque los Purgantes amaron tibiamente, el Amor se hace Flama, para llevarlos a la perfección.

Porque los malditos ardieron en todos los fuegos menos en el de Dios, el Fuego de la Ira de Dios, los arde en Eterno. Y en el Fuego está el Hielo, que también quema…

A todos estos tormentos hay que añadir,

EL TORMENTO SUPREMO:

LA CRUZ Y EL CALVARIO

La Cruz y el Calvario aceptados con amor en la Tierra, hacen que el Dolor sea mitigado por Jesús que convertido en el Divino Cireneo, los va dosificando conforme el alma lo soporta.

Y su Amor hace que sean tan dulces, que el Dolor se llega a amar y se desea y se pide con amoroso anhelo. De esta forma el tormento se convierte en una gloria. Una alegría que es tormento y un tormento que es alegría. 

La Cruz y el Calvario que se rehuyó en la Tierra, porque tibiamente se amó; se deben sufrir en el Purgatorio, con toda la crudeza del alma separada de Dios y la anhelante espera.

Es un dolor cuyo tormento es el pensamiento de cuán preferible hubiese sido  sufrir en la Tierra todos los sufrimientos posibles, pero apoyados en Dios.

Porque aquí el Dolor solamente lo mitigan las oraciones y los sufragios de la Iglesia Militante. El Tormento es esperanza y anhelante espera, mientras aprenden solos a amar y alcanzan la perfección.

LA CRUZ Y EL CALVARIO EN EL INFIERNO

SON UNA RÉPLICA EXACTA Y COMPLETA, DEL VIVIDO POR JESÚS

Y SIN ÉL, el Infinito Dolor de la Condenación Eterna.

Porque en el Fuego de Amor Ofendido del Infierno, se recibe y se sufre todo el rigor de la Justicia Divina que golpea tal y como Jesús lo vivió,

POR AMOR Y REDENCIÓN DE LAS ALMAS

Y QUE EL ALMA SE ATREVIÓ A DESPRECIAR

Por TRAICIONAR por las infames y fugaces riquezas materiales y aceptar voluntariamente como Amo al que ahora siguen adorando en su Reino Maldito.

Así como como los justos en el Cielo van aumentando su perfección en la santidad y en el Amor; en el Infierno,  los condenados van aumentando su perfección en la Iniquidad y el Odio.

El alma es un cuerpo espiritual, con una sensibilidad más perfecta aún que el cuerpo físico.

Y este no es un lenguaje metafórico, porque las almas gravadas con las culpas cometidas; tienen una sensibilidad más grande que la carne a la cual revistieron.

¡Y estar en el abrazo de las Tinieblas; después de haber visto la Luz y el Amor que es Dios!

¡Combatir en aquel horror tenebroso que solamente se ilumina con el reflejo del espíritu ardiente y al nombre del pecado por el cual fueron confinados en aquel Horror!

¡No encontrar apoyo en este revuelo de espíritus que se odian y perjudican recíprocamente!

¡Fortaleciéndose sólo en la Desesperación que los enloquece y cada vez les hace más y más malditos!

Nutrirse de ella, apoyarse en ella, matarse con ella.

La muerte nutre a la Muerte.

La Desesperación es muerte y alimenta a estos muertos por toda la eternidad.

Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos,

Pero esto no  es el extremo de los sufrimientos.

Hay torturas especiales destinadas para cada alma en  particular.

Éstos son los tormentos de los sentidos:

Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado.

Hay cavernas y horribles calabozos; abismos de tormento donde una forma de agonía difiere de otra.  Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios.

El pecador debe saber que será torturado por toda la Eternidad, en esos mismos sentidos que suele usar para pecar…

Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno o que nadie ha estado allí y que por lo tanto nadie puede decir cómo es.

Yo, Sor Faustina por orden de Dios; he visitado los Abismos del Infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia…

Los demonios estaban llenos de odio hacia mí; pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi.

Pero noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí, son de aquéllos que no creyeron que hay un Infierno.

Cuando regresé, apenas podía recuperarme del miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí!

Por consiguiente, oro aún más fervorosamente por la conversión de los pecadores.

Y suplico continuamente por la Misericordia de Dios sobre ellos.

«Oh mi Jesús, preferiría estar en agonía hasta el fin del mundo, entre los mayores sufrimientos, antes que ofenderte con el menor de los pecados”.

Sí. El Infierno existe y no está vacío. Quien lo sabe mejor que nadie, es Satanás.

Nuestra Madre Santísima dijo santa Faustina:

“Yo dí al mundo el Salvador  y tú debes hablar al mundo de su Gran Misericordia…  Y preparar al mundo para su Segunda Venida.

Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo.

Oh, qué terrible es ese día. Establecido está ya.

Porque el gran día de su ira ha llegado y ¿Quién podrá sostenerse en pie? (Apocalipsis 6:17)

ES EL DÍA DE LA JUSTICIA, EL DÍA DE LA IRA DIVINA

Los ángeles tiemblan ante ese día.

Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras aún sea el tiempo para conceder la Misericordia. Si ahora tu callas, en aquel día tremendo responderás por un gran número de almas.”

Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los Abismos del Infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que EL INFIERNO EXISTE.

 Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto.

He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están, son las que no creían que el Infierno existe.    

Vi que un hueco inmenso se abrió bajo los pies del Señor.

No sé si viajamos a través de él, pero de pronto me encontré en el Infierno.

Era una caverna impresionante y aterradora. Escuché gritos y lamentos escalofriantes…

Era un ambiente tenebroso donde había una increíble desesperación, un hedor espantoso y aquel lugar era aterrador.

Sentí mucho miedo; empecé a temblar y me sentí morir de pavor…

Verdaderamente aterrada, exclamé:

–           ¡Hay de mí Señor! ¿Dónde estoy?

El Señor me respondió:

–           No temas nada. Nada te pasará, Yo estoy contigo, observa bien.

Entonces vi una hornilla como la boca de un volcán. De ella salían llamas inmensas. Era como un fondo donde se cocina la caña para hacer miel. Como un lago de azufre hirviendo a borbollones.

Había allí mucha gente que gritaba y pedía auxilio sin ser escuchados. Todos insultaban y maldecían. Unos estaban vestidos lujosamente, otros estaban sin ropa. Creo que estaban con la ropa que los enterraron.

Un hombre muy rico con mantos y anillos en los dedos y cadenas en el cuello, sacaba la mano y decía:

¡Sálvame por esto! Y mostraba algo como un gajo de cebolla. Pero las llamas empezaron a consumir el gajo de cebolla hasta quemarle los dedos.

Y entendí que fue algo que dio, pero sin amor o tal vez haya sido lo único que regaló en su vida.

El tormento era  muy cruel y no había paz.

Le pregunté al Señor:

–           ¿Éste es el rechinar de dientes?

Y ÉL me contestó:

–           No, todavía no es. Es solo parte del sufrimiento de los condenados.

Alrededor de la hornilla había demonios con las piernas cruzadas, todos tenían un trinche largo.

Su aspecto era espantoso: sus ojos rojos, boca malvada, sonrisa malévola, de un color gris, casi negro.

Fumaban y fumaban algo que los hacía más rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba más de soberbia.

De pronto todos se colocaron de pie en posición de firmes. Los condenados desearon desaparecer… Era una multitud incontable que se consumía en el Lago de Fuego.

El Infierno se estremeció y todo tembló. Por una puerta entró un demonio como de 2 metros de alto, más horrible que todos los otros demonios.

Tenía cuernos, garras, cola y alas como de murciélago.Los demás no tenían nada de eso. Gritó y zapateó. Y todo volvió a temblar.

Pregunté:

–        ¿Quién es?

Jesús me dijo:

–         Es Lucifer, el Rey del Infierno.

Los demás demonios le tenían mucho miedo. A una orden dada por él, todos corrieron ante él con el trinche en la mano y en fila, como un batallón de soldados.

Les dijo algo que no alcancé a escuchar, pues estaba demasiado asustada.

Y tampoco le pregunté al Señor Jesús.

Si Él no me hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de terror.   

El Señor Jesucristo me dijo:

–           Acá no hay paz ni un segundo. Aquí no hay nada de amor. Es el Reino del Odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban vivos… Libre y voluntariamente, prefirieron el Mal en lugar del Bien.

Ahora observa bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes; sufrimiento y muerte eterna; gusano que no muere y fuego que no se apaga.

Porque el que no está Conmigo, está contra Mí y está muerto. Esta es la verdadera Muerte. No la que llaman ustedes muerte.

Los demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás y metieron el trinche.

Sacaron a los condenados traspasados por éstos y ellos se movían como culebras, sin poder soltarse. Gritaban, se contorsionaban, les salía sangre por donde fueron atrapados.

Algunos fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros por la cabeza. Todos agarraban los trinches tratando de liberarse.

Eran hombres y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban y ellos al mirarlas gritaban de terror.

Pregunté al Señor:

–           ¿Por qué estas almas tienen sangre?

Y Él me respondió:

–           Al Infierno vienen en cuerpo y alma; así como al Cielo van en cuerpo y alma.

Estamos en el Primer Infierno y ellos ya fueron juzgados.

Aquí están todos los condenados desde la creación del mundo y también les dan la bienvenida a los violadores del Quinto Mandamiento.

Pregunté:

–           ¿Quiénes son Señor?

Jesús contestó:

–           Son todos los asesinos, los secuestradores, los atracadores. Todos aquellos que le han quitado la vida a alguien: física, psíquica y espiritualmente. Son aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron.

En las víctimas: su sangre clama, desde la Tierra a Cielo. Y Dios los escucha.

La vida Yo la doy y la quito cuando quiero. Nadie fuera de DIOS puede quitar la vida: ni a un niño, ni a un anciano, ni a un enfermo. Sólo DIOS dispone de ellos.

A quien lo hace; le esperan los más grandes castigos y tormentos, en el Lago de Azufre donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Oren mucho, porque hay muchos que están todavía vivos y pueden arrepentirse. Oren especialmente por los médicos…

Observa bien.

Los demonios colocaron a los condenados en algo que parecía una lámina de zinc galvanizada y los trincharon entre dos o tres demonios.

Luego, como con una especie de cortaúñas, un poco más largo; les prendían pedazos de carne y poco a poco les arrancaron las uñas, los dedos, el pelo…

Los gritos eran tan desesperados; que parecían aullidos y terminaban en lamentos escalofriantes…

Para que no gritaran, los demonios sacaron una especie de arma no vista nunca en la tierra por mí y se las metieron en la boca.

Aquella arma se abrió como una mano y al cerrarse les agarró la lengua; enseguida se las arrancaron, bien torciéndola o tirando de ella.

Luego con un cuchillo bien afilado, comenzaron a cortarlos en pedazos, volviéndolos bistec y cecina.  Los condenados no podían gritar y sus ojos parecían salírseles de sus órbitas…

Y sus mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes espeluznante.

Después de desprender la carne, trozaron los huesos hasta casi deshacerlos totalmente. Por último, les partían la cabeza, hasta quedar hecha trizas.

Todo era completamente deshecho en aquella lámina: sangre, carne en trozos, huesos.

Aquello era una carnicería espantosa. Y en los huesos había gusanos...

Entonces dije al Señor:

–           Pobres personas. Pensé que no iban a morir, pero por fin murieron. Aunque los pedazos de carne todavía se mueven…

Él me respondió:

–           Aquí no existe la muerte. Fíjate bien.

Los demonios tomaron esa lámina y echaron los trozos de la persona sobre un hueco donde había llamas y fierros filosos. Era como una especie de molino para volver todo polvo.

En la parte de abajo de ese hueco estaba otra vez el hueco de la hornilla.

Al caer ese polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba agarrar por el trinche, volvía a padecer lo mismo…Entonces pregunté al Señor:

–              ¿Qué pasa? ¿Por qué tienen que volver a vivir?

Y Jesús me contestó:

–           La muerte tal como los hombres la llaman, ya no existe. Aquí se padece la Muerte Eterna, que ES LA SEPARACIÓN DE DIOS.

Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llegó aquí libremente. Ésa fue la elección de ellos.

Ellos me rechazaron absolutamente al elegir el Reino del Mal y sirviendo al Amo de este lugar. Yo ya no puedo hacer nada por ellos.

Cuando podía me despreciaron y por su libre albedrío; de esta forma llegaron a este Lugar que no fue creado para los hombres.

Para los hombres fue creado el Cielo. Este lugar fue creado para Satanás y sus Ángeles Rebeldes.

Comprendí que a mayor pecado, mayor el sufrimiento. Cada uno paga según sus deudas. Y cada uno tiene castigos diferentes; pero todos sufren atrozmente.

También me di cuenta que con el órgano que pecan y sirvieron al Mal, es con el que más sufren.

Según se hundían en el Lago de fuego; aparecían en un lugar de arenas candentes, al rojo vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y gritaban: ‘¡Tengo sed!’

Entonces un demonio se les subía a la nuca y les abría la boca, desgarrándoselas hasta los oídos.

Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran.

Era tal el desespero, que corrían sin control en la oscuridad iluminada únicamente por las arenas… Chocaban con otros condenados y peleaban entre sí, como perros callejeros.

Al llegar al final había rocas con puertas… Cada uno miraba solo una puerta y al abrirla había un hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos a los que más temían, cuando estaban en la tierra.

El Señor me dijo que eran castigos psicológicos…

¡Oh pobres condenados! ¡Qué desesperación, que pesadilla sin fin!… Cuando finalmente lograban salir de allí, ellos se veían esos animales por todo su cuerpo y que les salen por la boca y por cada orificio en él.

Desesperados, trataban de huir… Y por lo único que podían correr, es por un desfiladero de piedras cortantes; donde se caían, de frente o de espalda y se cortaban por todas partes.

Al final  había una planicie…

Al que no lograba pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como a una cucaracha. Cuando por fin logran levantarse, se lanzan por un hueco que había y caen a la hornilla del inicio.  Y todo vuelve  a repetirse.

El Señor Jesús me dijo:

–           ¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo? Ahora te voy a mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa y malvada.

Te voy a mostrar quien sufre más… Y quienes van por el camino al Infierno.

Vi entonces tres hornos más grandes que el primero y a Satanás que gritaba:

–           Qué se haga el Juicio…  He trabajado bastante para darles la bienvenida a mi reino. ¡JA! ¡JA! ¡JA!… ¡Los odio tanto, como a su Padre y sé cuánto Él sufre, por mi venganza sobre ellos!

¡Gracias a ellos, que me han dado la manera de alcanzarLo; para Destruirlo a Ése en sus hijos! ¡JA! ¡JA! ¡JA! (Lanza una carcajada espeluznante y añade)

He inventado nuevos castigos y tormentos.

Que vengan aquí los que pudieron salvarse y no quisieron.

Que vengan a mí los que me adoraron y me sirvieron en la tierra.

Entonces vi unas mujeres arrastradas con cadenas que llevaban cargas como si fueran mulas; (Eran todas sus culpas) fueron golpeadas atrozmente y atormentadas.

Les abrieron sus vientres, las dejaban gritar y las despedazaban. Les dieron azotes con unas cuerdas como de hierro, mientras las insultaban.

Les mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se los amarraban a sus pechos.

Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos (¡¡¡¿Por qué me mataste mamá?!!!)

Al grito del niño, sus pechos se desgarraban y comenzaban a sangrar; sus oídos sangraban y todo aquello era horripilante.

Y pregunté al Señor:

–           ¿Señor JESUS quienes son esas mujeres y porqué sufren tanto?

Y Él me contestó:

–           Son todas aquellas que matan a sus hijos con el aborto. Sufren porque hicieron de sus vientres tumbas y el vientre es para dar vida.

Él pecado del aborto le es a mi Padre muy difícil de perdonar. No basta con confesarlo, si no hay verdadero arrepentimiento.

Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo misericordia a DIOS Padre; así como al hijo que asesinaron.

Pues sus gritos de dolor y sus llantos estan frente al trono de DIOS y su sangre clama justicia, desde la Tierra al Cielo.

Ora mucho por ellas, porque algunas que cometieron sus mismos pecados, están todavía vivas y pueden arrepentirse.

Son muchísimas las que van veloces, por el Camino del infierno.

Satanás se burló de Dios con un grito triunfante:

–           Estos niños fueron sacrificio ritual para mí, en el Aborto deseado, consentido y ejecutado; para aumentar mi poder. Y sus almas inocentes también me pertenecen.  Madres e hijos me han dado el poder para derrotarte y destruirte en ellos; porque son parte de este reino maldito al que me has confinado.

Dime que se siente Nazareno, haberte sacrificado por todos y que ellos me hayan elegido por su propia voluntad. ¡JA! ¡JA! ¡JA! ¡Son míos eternamente; porque yo te los gané!

¡Ellos me eligieron a pesar de tus Mandamientos y de tu Sacrificio de Amor! ¡JA! ¡JA! ¡JA! Y también sus hijos sacrificados libremente, me pertenecen.

¡Porque ellas despreciaron tus leyes que podían rescatarlos y no fueron bautizados!… ¡¿Dónde está tu triunfo, Dios Encarnado?! ¡Muéstrame ahora si te atreves, en dónde está tu Triunfo!

¡Todos son míos! ¡Nadie te ama, ni quiere sacrificarse sufriendo por Ti! Todos me pertenecen. ¡JA! ¡JA! ¡JA!

El final de esta Guerra la están escribiendo tus ‘Amados hijitos’ a los que no les interesa nada tuyo: ni tu Redención, ni tu Amor, ni tus promesas…

Porque han querido ser míos… ¡Porque me han elegido a mí!… ¡A mí!

Por su libre albedrío eligieron ser mis esclavos.   Los que me adoraron, me conocieron y me escogieron.

Y  por sus pecados me pertenecen todos los que han venido hasta aquí.  Yo soy su amo y su rey por la eternidad.

Vi al lado de ellas, un poco separadas; a otros hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas.

Y pregunté:

–           ¿Éstos quiénes son y porqué sufren iguales tormentos?

El Señor me dijo:

–           Son todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron… Son médicos, amigos, enfermeros, parientes o alguna persona que escuchó que iban a abortar y no les advirtió:No lo hagas.’

Seguimos caminando por aquel ancho camino y encontramos hombres que venían cabizbajos, con la lengua afuera.

Se las machacaban con piedras, les quemaban las manos y los pies y los atravesaban con punzones.

Los demonios descargaban toda su ira infernal contra estos hombres.

Viendo cómo sufrían, pregunté:

–           ¿Estos quiénes son y porqué sufren tanto?  

Y me dijo el Señor:

–           Son los llamados a la más alta gloria de los cielos pero la han perdido. Se han vendido y ME HAN VENDIDO. Ellos son mis sacerdotes.

Los pecados del sacerdote son doble pena para Mí y por eso su castigo es doble. Son martirizados en la lengua, porque han callado mi Santa Palabra y fueron perros silenciosos, tartamudeando al hablar.

Se han consumido en las pasiones y llenado de mosto y vino. Para ellos son la maldición y el fuego y el fuego eterno.

También vi mujeres y hombres al lado de ellos, que sufrían grandes penas y pregunté

–           ¿Quiénes son estos?

Y Jesús me dijo:

–           Son los que han pecado con ellos. La mujer que hace caer a un sacerdote, más le valiera no haber nacido; porque es más maldita que Judas. Lo mismo el hombre que hace pecar a un sacerdote.

Detrás de ellos había una multitud que seguían ese mismo camino y sufrían iguales tormentos…

Yo pregunté:

–           ¿Y estos quiénes son?

Y Jesús me respondió:

–           Son todos aquellos que se alejaron de Mí y de mi iglesia por el pecado del sacerdote y no oraron por él.

El sacerdote se hizo para salvar a los hombres. Si no lo hace, lo ayudan a condenar.Pues mi palabra dice: ‘Los guardianes de mi templo están ciegos, ninguno hace nada, son todos perros mudos incapaces de ladrar, vigilantes perezosos que les gusta dormir.

Perros hambrientos que jamás se hartan. Y son ellos los pastores, pero no saben comprender, cada uno va por su camino.

Cada uno busca su interés, vengan dicen, busquen vinos y emborrachémonos con los licores, no ayudan al inocente y hacen desaparecer a los hombres fieles’ (Isaias-56-9)”.

Detrás de estos, venían otros hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos; al mirarlos le pregunté:

–           ¿Quiénes son?

Y Él me dijo:

–           Son todos los religiosos y religiosas, que han traicionado sus votos. Nadie ha orado por ellos, para que me amen y logren salvarse.

No hablen nunca mal de los míos. Es como si se untaran el dedo con chile y me lo metieran en el ojo. Solamente oren mucho por ellos y no me causen ustedes más tormentos.

Me dio una gran tristeza escuchar este reproche.

LAS ALMAS BAJAN AL ABISMO

Septiembre 2 de 2019 

Hijo mío: Aquí en el silencio de tu cuarto, mientras la vida pasa, el mundo se está convirtiendo en una gran fosa; las almas bajan al Abismo; al pozo sin salida.

La muerte es el sello de muchos de mis hijos; el mundo se ha vuelto frio en caridad, en amor, en obras; las gentes andan cada una por su lado, no tienen tiempo para mirar la obra de Dios.

El egoísmo, la avaricia y el ansia de poder unidos a la falta de perdón, están haciendo de mi Creación, un valle de llanto, muerte y desolación.

A través de toda la historia de la humanidad, los hombres se han distinguido, no por su paz, si no por sus guerras; la violencia ha formado cadenas y barreras de separación.

La muerte, la violencia, el orgullo, la soberbia y ante todo la muerte espiritual que es un alejamiento total de los preceptos de Dios, han desencadenado los más atroces derramamientos de sangre…

Manchando con sus actos y su violencia el espíritu de la Tierra.De padres alejados de Dios nace un fruto triste, la cadena de frialdad y rechazo, está en el hombre desde el momento de la concepción; como son los padres así son los hijos, a no ser que se conviertan.

Hijos míos, el pecado del hombre de hoy ha traspasado los límites del orden y el derecho; de todas las generaciones existentes, es esta generación de estos Últimos Tiempos la más pecadora y con la que más compasión he tenido.

Os digo, si descargara sobre vosotros mi brazo justiciero, serían muy pocos los que se salvarían. El pecado y la maldad de esta generación son tan grandes que hacen estremecer los mismos Infiernos.

Los hombres, la pobre humanidad, no han entendido que la riqueza no está en acumular bienes materiales, sino más bien en guardar un perfecto equilibro entre el cuerpo, el alma y el espíritu; de ahí emana la verdadera riqueza humana.

La Tierra no soporta ya más tanta violencia, tanta degradación. Mi Creación se está viendo en peligro, por la falta de amor y de Dios.

Si el hombre amara, la Tierra seria un paraíso, pues todo lo que Dios creo, guarda la Sinfonía del Amor. El amor y el respeto, unidos a la obediencia de los Preceptos divinos, son la clave para una perfecta comunión entre el hombre, la Tierra y Dios.

Pero el hombre al romper uno de estos elementos, produce un desequilibrio que es lo que está llevando a la humanidad de hoy a su propia muerte y destrucción.

Porque en Sodoma y Gomorra no se vio la putrefacción espiritual, social y moral que se ve hoy en la Tierra.

Si a estas dos ciudades las desaparecí de la faz de la tierra, con fuego caído del cielo, cuanto más no haría hoy con tanta miseria espiritual y tantísimo pecado que hace llorar al Cielo y atemoriza hasta los mismos Infiernos:

los matrimonios entre homosexuales y lesbianas, los abortos, los hogares mal vividos, la juventud perdida y toda la degradación de esta humanidad ingrata y pecadora, rompen con el equilibrio de mi Creación y son una afrenta a mi Santo Espíritu.

Os digo, que ni en Sodoma y Gomorra con todo su pecado, jamás se vio lo que hoy se ve en esta humanidad de estos Últimos Tiempos.  

Mi Creación no soporta más tanto ultraje y pecado; todas mis criaturas guardan el equilibrio con la cual fueron creadas, es decir: armonía, equilibrio, paz y común unión con el Creador.

Pero el hombre de hoy con su soberbia, prepotencia y autodivinidad, está rompiendo el Código del Amor que rige en la Creación, destruyendo el ecosistema, lo cual traerá como consecuencia su propia autodestrucción.

Hijos míos, cuando pecáis estáis destruyendo el amor y la vida, que proceden de Mí; estáis ofendiendo a Dios y si no pedís perdón y os arrepentís de corazón, cargaréis con ese pecado.

MANCHARÉIS VUESTRO ESPÍRITU

Y APARTARÉIS EL ESPÍRITU DE DIOS QUE HABITA EN VOSOTROS

POR LA VIDA QUE SE OS DIÓ  

Yo Soy Vida y Espíritu que por amor os creé.

Todo en la eternidad será juzgado en el amor, porque por amor fuisteis creados junto con todo lo que existe.

Por eso al pecar, rompéis el Código del Amor y todo el universo sufre, porque el amor es unidad, es vida que procede de Dios.

Entended habitantes de la Tierra, que yo vuestro Padre, no me complazco con la muerte del pecador; antes deseo que viváis y tengáis Vida Eterna.

No soy el Padre Justiciero que va acumulando vuestros pecados, para luego haceros pagar por ellos; ese no soy Yo.

Si así lo fuera, hace mucho que os habría desaparecido de la faz de la Tierra.

Pero no, soy más Padre que Juez, espero paciente a que se cumpla la última palabra,

a ver si recapacitáis y volvéis a Mí, sin que mi Justicia tenga que castigaros.

Entended hijos míos:

NO ES vuestro Padre quien os castigará:

SOIS VOSOTROS QUE CON VUESTRO PECADO Y MALDAD,

HARÉIS QUE SE ACTIVE MI JUSTICIA

Yo soy Misericordia y Justicia, esa es mi Esencia; si escucháis mi Voz y ponéis en práctica mis Preceptos, viviréis en mi Misericordia.

Más si os apartáis de Mí y quebrantáis mis Preceptos, conoceréis mi Justicia; mi Justicia es recta e inexorable y da a cada cual según sus obras.

Sois vosotros los que elegís mi Misericordia o mi Justicia; de vosotros depende, porque bien sabéis que respeto vuestro libre albedrío.

Os lo repito, no me complazco con la muerte del pecador, hasta el último segundo estaré esperándoos hijos insensatos a ver si despertáis y retomáis la senda de vuestra salvación.

Os anuncio que mi Milagro y mi Aviso están cerca; ésta será la última puerta de mi Misericordia abierta para todos aquellos que quieran entrar por ella.

Después de esto las Tinieblas envolverán mi Tierra y mi Justicia Divina purificará toda mi Creación.

Arrepentíos y convertíos, para que mi Aviso no os coja en pecado mortal. Mi aviso está cerca y muchos por la gravedad de sus pecados no regresarán más a este mundo.

Pobre humanidad corre de allá para acá, preocupada sólo por las cosas de este mundo; no tiene tiempo para pensar por un momento en las obras que me presentarán cuando Pasen por la Eternidad.

El tiempo de mi Misericordia se está agotando y se marchará con mi Aviso; pacientemente esperaré a que se agote el último segundo de mi Misericordia en este mundo, para luego esperaros en la Eternidad,

donde os haré un pequeño juicio personal y cada cual será llevado al lugar que le corresponde ir, según sus faltas y pecados.

Muchos no regresarán a este mundo por la gravedad de sus pecados, la Muerte Eterna los sorprenderá y será su paga por toda la maldad con que han obrado en esta vida.

Como Padre esperaré que los que regresen a este mundo tomen conciencia de una vez de que el pecado sólo conduce a la muerte.

Confío y espero que después de mi Aviso, se entreguen totalmente a buscar su salvación.

La humanidad no cree si no ve Signos, mi Aviso los despertará y sabrán de Mí, para que no vuelvan a poner en duda mi existencia.

El paso por la eternidad será de purificación para muchos.

Y PARA LA INMENSA MAYORÍA SU PEOR PESADILLA

La inmensa mayoría de esta humanidad pecadora va a sentir en el espíritu el dolor que produce el pecado y gran cantidad irá a parar al Averno,

Allí sentirán el llanto y crujir de dientes de las almas condenadas; sentirán el Fuego del Infierno que quema y no se extingue

Y A MUCHOS NO SE LES PERMITIRÁ REGRESAR Y ALLÁ SE QUEDARÁN PARA SIEMPRE

Mi Creación está en los últimos dolores de parto, preparaos Pueblo mío, porque vais a tener que acostumbraros a vivir con los movimientos telúricos; no busco con esto asustaros, sino más bien avisaros para que os preparéis y nada os coja por sorpresa.

En aquellos días en que la Tierra esté temblando, os pido que conservéis la calma y no entréis en pánico. Orad, suplicad y haced penitencia y en la medida que hagáis esto, todo se irá aplacando.

Las naciones impías van a ser castigadas por la Furia de la Naturaleza; el pecado y la maldad de estas naciones será borrado para siempre.

Los continentes van a fusionarse, quedará un solo continente y toda la miseria y pecado será borrada de la faz de la Tierra.

Las naciones que me han dado la espalda y donde el pecado ha echado raíces van a desaparecer.

Preparaos Pueblo mío, porque comenzaron los últimos dolores de parto de mi Creación.

La Tierra se estremecerá de oriente a occidente, de norte a sur.

Os aviso con anticipación para que cuando esto suceda ya estéis preparados.

Y podáis sobrellevar con Fe y confianza en Dios, estos días de transformación de mi Creación.

Paz a vosotros, Pueblo mío, heredad mía.

Vuestro Padre, Yhave, Señor de las Naciones.

Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.

http://www.mensajesdelbuenpastorenoc.org/mensajesrecientes.html