739 Fundación y reglas para el Primer Monasterio
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
522b En Jericó.
En la entrada de la casa de Zaqueo,
Jesús ha terminado su primera predicación y despide a la multitud, diciendo:
“Id, llevando en vosotros esta advertencia mía”
Bendecid a Dios, que os manda al Médico…
Que extirpa vuestras sensualidades ocultas bajo un velo de santidad espiritual,
como enfermedades escondidas que roen la vida bajo un velo de salud aparente…
Vamos, Zaqueo.
Entremos…
Zaqueo responde:
– Sí, Señor mío.
Ya no tengo más que a un viejo criado.
Y yo mismo abro la puerta…
Junto con mi corazón emocionado por tu infinita bondad.
Abierto el cancel, hace que pasen Jesús y los apóstoles.
Y los guía a las habitaciones, pasando por el jardín que ha sido transformado en un huerto.
Con una parte que ahora es hortaliza.
La casa está limpia de todo lo superfluo.
Zaqueo prende una lámpara y llama al siervo.
Cuando este llega, le dice:
– El Maestro está aquí.
Cena aquí y dormirá aquí con los suyos.
¿Preparaste todo como te dije?
El siervo contesta:
– Sí.
Todo está preparado menos las verduras, que voy a echar ahora en el agua hirviendo.
– Entonces cámbiate de vestido y ve a llamar a los que sabes.
– Voy patrón.
El anciano se vuelve hacia Jesús y agrega.
– ¡Bendito seas Maestro, porque ya puedo morir contento!
Y se va.
Zaqueo dice a Jesús:
– Es el siervo que tenía mi padre y que se ha quedado conmigo.
A todos los demás, los licencié.
Lo quiero mucho.
Fue la voz que jamás se calló cuando yo pecaba y por eso yo lo maltrataba.
Ahora después de Ti, es al que más amo.
Llegan los amigos de Zaqueo y les dice:
– Venid amigos, allí hay fuego.
Y todo cuanto puede dar descanso a vuestros cansados y helados cuerpos.
Tú Maestro, ven.
Lo lleva a su propia habitación, que está en el fondo del pasillo.
Entra, cierra la puerta…
Y dice:
– Siéntate, Maestro.
Jesús se sienta sobre un banco de madera.
Zaqueo echa agua humeante en un barreño,
luego se pone en el suelo, a sus pies;
medio sentado, medio arrodillado.
descalza a Jesús, le sirve.
Lavándole los pies y secándolos con una toalla.
Antes de calzarle las sandalias, besa un pie desnudo y se lo pone encima del cuello,
diciendo:
– ¡Así!
¡Para que aplastes los residuos y arrojes los restos del viejo Zaqueo!
Se levanta y mira a Jesús con una sonrisa humilde y lágrimas en los ojos.
Hace un gesto para señalar todo el ambiente que lo rodea y dice:
– He cambiado todo.
He dejado que sobreviviese el recuerdo de mi conversión en estas paredes desnudas.
En este lecho duro.
Lo demás lo vendí porque me quedé sin dinero y quería hacer el bien.
Mira a Jesús con una sonrisa que le tiembla en los labios;
una sonrisa humilde, mezclada con un poco de llanto.
Con un gesto señala todo el cuarto,
diciendo:
– Aquí dentro he pecado mucho.
Pero he cambiado todo, para que lo que tenía ese sabor ya no estuviera presente en mí…
Los recuerdos…
Yo soy débil…
He dejado que viviera entre estas paredes desnudas, en este lecho duro, sólo el recuerdo de la conversión.
Lo demás…
Lo he vendido, porque me había quedado sin dinero y quería hacer el bien.
Señalando la sala donde quedaron sus amigos…
Zaqueo continúa hablando:
– No sé si he hecho bien;
si aprobarás lo que he hecho.
Quizás he empezado por donde tenía que terminar.
Pero ellos también existen.
Y sólo un viejo publicano puede no sentir rechazo hacia ellos en Israel.
No.
Lo he dicho mal.
No sólo un viejo publicano.
Tampoco Tú.
Es más, eres Tú el que me ha enseñado a amarlos verdaderamente.
Antes eran mis cómplices en el vicio, pero no los quería.
Ahora me opongo a ellos, pero los quiero.
Tú y yo.
El Todo Santo y el pecador convertido.
Tú, porque no has pecado nunca y quieres darnos tu alegría, la de un Hombre sin culpa;
yo, porque he pecado mucho…
Ahora los reprendo y los amo.
Porque sé cuán dulce es la paz que proviene del hecho de ser perdonados, redimidos, renovados…
La he deseado para ellos.
Esto también lo quise para ellos.
Los he buscado.
¡Al principio fue una cosa muy dura!
Quería hacerlos buenos a ellos y tenía que hacerme bueno yo mismo…
¡Qué fatigas!
Vigilarme porque sentía que me vigilaban.
La más mínima cosa habría bastado para que se alejaran…
Y además…
Muchos pecaban por necesidad, por necesidad de oficio.
He vendido todo para tener dinero para mantenerlos;
hasta que encontraran otros oficios menos fructíferos…
Más cansados, pero honestos.
Y siempre hay alguno de ellos que viene, mitad curioso…
Mitad deseoso de ser un hombre y no sólo un animal.
Y debo hospedarlos, hasta que se hacen mansos para el nuevo yugo.
Muchos ya se circuncidaron.
El primer paso hacia el verdadero Dios…
Pero yo no los obligo.
Extiendo mis brazos al abrazar las miserias;
yo, que de ellos no puedo tener asco.
Quisiera dar a todos ellos lo que Tú quieres dar:
La alegría de no tener remordimientos, dado que no podemos como Tú, carecer de culpa.
La paz de estar sin pecado.
Dime ahora Señor mío, si me he atrevido a mucho…
– Has obrado bien, Zaqueo.
Les das a ellos más de lo que esperas y de lo que piensas, que Yo quiero dar a los hombres.
No sólo la alegría del perdón, de no tener remordimientos;
sino también la alegría de ser pronto ciudadanos de mi Reino celeste.
No ignoraba estas obras tuyas.
Observaba tu marcha por el arduo…
Pero glorioso, camino de la caridad;
porque esto es caridad.
Y de la más genuina.
Has aprendido la palabra del Reino.
Pocos la han comprendido…
Porque sobrevive en ellos la concepción antigua y la convicción de ser ya santos y doctos.
Tú, eliminado de tu corazón el pasado, te has quedado vacío…
Has querido y has podido, meter dentro de tí las palabras nuevas, lo futuro, lo eterno.
Sigue así, Zaqueo.
Y serás el exactor de tu Señor Jesús.
Concluye Jesús…
Sonriendo y poniendo su mano en la cabeza de Zaqueo.
– ¿Estás conforme conmigo, Señor?
¿En todo?
– En todo, Zaqueo.
Se lo he dicho también a Nique, que me hablaba de ti.
Nique te comprende.
Es una mujer abierta a la piedad universal.
– ¿Apruebas todo, Señor?
– Todo, Zaqueo...
Vamos, entremos en tu casa…
736 Precursor y Mártir de la Justicia
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
521a En Tecua.
Jesús ha terminado de hablar y bendiciendo a la multitud, se ha despedido.
La multitud le requiere advirtiéndole así…
Muchos le dicen:
– ¡Quédate, Maestro!
– Quédate con nosotros.
– ¡El desierto fue siempre bueno para los santos de Israel!
Jesús responde:
– No puedo.
Tengo a otros que me esperan.
Vosotros estáis en Mí, Yo en vosotros, porque nos queremos.
Jesús, con dificultad pasa a través de la gente que le sigue;
olvidada de comprar o vender y de todas las demás cosas.
Enfermos curados que lo siguen bendiciendo, corazones consolados que le dan las gracias…
mendigos que lo saludan: «Maná vivo de Dios»…
El viejecito Elí-Ana se mantiene pegado a Él;
así hasta el extremo de la ciudad.
Y sólo cuando Jesús bendice a Mateo y a Felipe, que se quedan en Tecua…
se decide a dejar a su Salvador.
Y lo hace totalmente postrado, adorando, con besos fervorosos en los pies desnudos del Maestro…
Con llanto y palabras de agradecimiento.
Jesús le dice:
– Levántate, Elí-Ana.
Te voy a dar el beso.
Un beso de hijo a padre y que te compense de todo…
A ti te aplico las palabras del Profeta:
‘Tú que lloras. No llorarás más, porque el Misericordioso ha tenido piedad de ti.’
No tendrás muchas comodidades.
Tu trabajo te devolverá un poco, lo necesario para que puedas sobrevivir.
Pan y agua para tu continencia personal y complementar tu sacrificio, para ayudarMe a Mí…
Con tu propia co-redención…
No he podido hacer más…
Si uno solo, a Ti te echó fuera.
A Mí, todos los poderosos de un pueblo me arrojan.
Y es mucho si encuentro que comer y refugio para Mí y para mis apóstoles.
Pero tus ojos han visto a Aquel que deseabas ver y tus oídos han escuchado mis palabras,
de la misma forma que tu corazón debe sentir mi amor.
Ve y quédate en paz, porque eres un mártir de la Justicia;
uno de los precursores,
de todos aquellos que hayan de ser perseguidos por causa mía.
¡No llores, padre!
Y lo besa en su blanca cabeza.
El anciano le devuelve el beso en la mejilla.
Y en su oído le murmura:
– Desconfía del otro Judas.
No quiero ensuciar mi lengua…
Sólo te digo: ‘Desconfía’
No viene con pensamiento bueno a casa de mi hijo…
Y tampoco tiene buenas intenciones, como los que siempre lo acompañan.
Acuérdate de nosotros en tus oraciones.
Aunque Eliana no lo dijo, Jesús conoce el nombre de su hijo…
Desgraciadamente Simón Boeto, es el compinche de Elquías.
Formando parte de los que encabezan la conjura para matar a Jesús…
Jesús contesta:
– Está bien.
Pero no pienses más en el pasado.
Pronto acabará todo y ya nadie me podrá hacer daño alguno.
Adiós, Elí-Ana.
El Señor está contigo.
Se separan…
Pedro que va al lado de Jesús, con esfuerzo,
pregunta:
– Maestro,
¿Qué te ha dicho el anciano con voz tan leve?
porque Jesús da largos pasos con sus largas piernas.
Camina fatigosamente y por ser tan bajo de estatura,
no puede seguir con su paso corto, el largo de Jesús.
Jesús esquiva una respuesta precisa,
diciendo:
– ¡Pobre viejo!
¿Qué crees que me haya dicho, que no supiera Yo?
– Te dijo algo de su hijo,
¿No es verdad?
¿Te dijo quién es?
– No, Pedro.
Te lo aseguro.
Se reservó el nombre en su corazón…
– ¿Pero Tú lo conoces?
– Lo conozco, pero no te lo diré.
Sigue un largo silencio.
Luego, brota el sufrimiento torturador en la pregunta de Pedro…
Y su confesión:
– Maestro…
¡¿Pero para qué?!
¿Qué es lo que va hacer Iscariote a la casa de un hombre tan malo, como lo es el hijo de Eli-Ana?
¡Tengo miedo Maestro!
Ese no tiene buenos amigos.
No es franco, ni abierto en sus actitudes.
En él no hay la fuerza para resistir al Mal.
Tengo miedo Maestro.
¿Por qué?
¿Por qué Judas va a las casas de esos hombres tan malos?
¿Porqué siempre a escondidas?
La cara de Pedro es una expresiva máscara de angustiosa interrogación.
Jesús lo mira, pero no responde.
En realidad, ¿Qué puede responder?
¿Qué puede decir para no mentir y para no lanzar al fiel Pedro contra el infiel Judas?…
Prefiere que Pedro, prosiga hablando:
– ¿No dices nada?
Desde ayer que el viejo creyó reconocer entre nosotros a Judas, no tengo paz.
Me pasa lo mismo que aquel día que hablaste con la mujer del Saduceo.
¿Recuerdas?…
¿Recuerdas mis sospechas?
– Lo recuerdo.
¿Y tú recuerdas mis palabras de entonces?
– Sí, Maestro.
– No hay nada más que decir, Simón.
Las acciones del hombre tienen apariencias distintas de la realidad.
Pero Yo estoy contento de haber proveído a la necesidad de ese anciano.
Es como si Ananías hubiera vuelto.
Y realmente si Simón de Tecua no lo hubiera acogido, lo habría llevado a la casita de Salomón;
para tener allí a un padre que siempre esperara nuestra llegada.
Pero, para Elí-Ana es mejor así.
Simón es bueno, tiene muchos nietos.
A Elí le gustan los niños…
Los niños hacen olvidar muchas cosas dolorosas…
Con su habitual destreza,
Jesús cambia de tema para no responder preguntas peligrosas.
Al hablarle de los niños, Jesús ha apartado de Pedro, el pensamiento de Judas.
Siguen caminando…
Y sigue hablándole de los niños que han conocido acá o allá, hasta llegar a recordar a Margziam,
que quizás a esa hora está retirando las redes, después de la pesca en el bonito lago de Genesaret.
Y Pedro, ya lejos de Elí y Judas con el pensamiento…
sonríe y pregunta:
– Pero después de Pascua vamos allá, ¿No?
Es tan hermoso.
Mucho más que esto.
Nosotros galileos somos pecadores para los de Judea…
¡Pero si se vive aquí!
¡Oh, Misericordia eterna!
Si a nosotros se nos hubiera de castigar…
No.
Aquí ciertamente no va a haber un premio.
Jesús llama a los otros que se han quedado atrás…
Y se aleja con ellos por el camino calentado por el sol de Diciembre.
732 Lección sobre los Traidores
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
520a El remordimiento de Tomás.
Tadeo y Tomás, están enfrascados en un debate muy polémico, sobre Judas de Keriot.
Tomás dice:
– Tengo un gran remordimiento.
Tadeo le responde:
– Pero no debes crearte remordimientos.
No lo hiciste por malicia.
Y por lo tanto te digo, que no hay culpa.
Te lo aseguro.
– ¿De veras?
¿Estás totalmente seguro?
¿O lo dices sólo por consolarme?
– Lo digo porque es verdad.
Tomás, no pienses más en el pasado.
No sirve para borrarlo…
– Es como dices.
Pero, piensa esto:
Si por causa mía mi Maestro sufriera desgracias.
Tengo el corazón lleno de angustia y de sospechas…
Soy un pecador porque juzgo al compañero…
Y con juicio no piadoso.
Soy pecador porque debería creer en las palabras del Maestro,…
Él disculpa a Judas…
Tú…
¿Crees eso de tu hermano?
– Le creo en todo menos en esto.
Pero no te aflijas, todos pensamos lo mismo.
También Pedro que se muere de dolor, se esfuerza en pensar siempre bien de él.
Jesús ve la necesidad de intentarlo todo, para que se haga bueno.
Pero, no desfallezcas.
Todos nosotros tenemos el mismo pensamiento.
También Andrés, que es más manso que un corderito.
Mateo, el único de entre nosotros que no tiene horror a ningún pecador o pecadora, hace lo mismo.
El tan amoroso y puro Juan, que tiene la feliz fortuna de no temer al mal ni al vicio,
porque está tan colmado de caridad y de pureza;
que no le cabe sitio para recibir otra cosa…
No se atreve a pensar mal de él.
Y mi primo, me refiero a Jesús;
que ciertamente tiene otros pensamientos junto a éste…
Pensamientos por los que ve la necesidad de tener a Judas, entre nosotros…
Hasta haber agotado todo intento de redimirlo o hacerlo bueno.
– Sí.
Pero…
¿Cómo terminará?
Él tiene muchas…
No tiene…
Bueno, ya me entiendes sin que hable.
¿A qué punto llegará?
– No lo sé…
Quizás se separe de nosotros…
Quizás se quede a esperar a ver quién es más fuerte en esta lucha;
entre Jesús y el mundo hebreo…
– ¿Y otras cosas?
¡No crees que él ya en este momento sirve a dos señores?
– Esto es seguro.
– ¿Y no temes que pueda servir a los más numerosos, de forma que dañe totalmente al Maestro?
– No.
No lo amo a él.
Pero no puedo pensar que…
Al menos por ahora, no.
Judas es un convenenciero.
Pero…
Pero sí temiera esto;
si llegara el día en que el favor de la muchedumbre abandonara al Maestro.
También como estoy seguro de que, si el pueblo en aclamación lo consagrara rey y caudillo nuestro,
Judas abandonaría a todos por Él.
Es un oportunista…
¡Que Dios lo retenga!
¡Y proteja a Jesús y a todos nosotros!…
Los dos se dan cuenta de que han venido caminando muy despacio.
Ven que se han distanciado mucho, de sus compañeros.
Así que dejando de hablar, caminan rápidos para llegar donde ellos.
Y terminan corriendo ligeros para alcanzarlos…
Cuando lo consiguen.
Mateo les pregunta:
– Pero qué hacéis?
El Maestro os requiere.
Tomás y Judas Tadeo avanzan hacia Jesús con paso presuroso.
Cuando llegan donde está Él,
Mirándolos fijamente a los ojos,
les pregunta:
– ¿De qué hablabais entre vosotros?
Los dos se miran.
¿Confesar?
¿No hacerlo?
¿Decir?
¿No decir?
Vence la sinceridad.
Y dicen al mismo tiempo:
– ¡¡De Judas!!
Jesús contesta:
– Lo sabía.
Pero quise conocer vuestra sinceridad.
Me hubierais causado un gran dolor, si hubieseis mentido…
No volváis a hacerlo.
De todas formas, no habléis ya más de él;
especialmente, de esa manera.
Hay muchas cosas buenas de las que hablar.
¿Por qué descender siempre a considerar, lo que es demasiado, material?
Isaías dice (Isaías 2, 22):
“Dejad al hombre que tiene el espíritu en las narices”.
Yo os digo:
Dejad de analizar a este hombre y preocupaos de su espíritu.

La posesión demoníaca perfecta NO PUEDE reverenciar a Dios, porque Satanás lo odia y a sus instrumentos, es lo que les trasmite… Y POR ESO SON TAN CRUELES
El animal que hay en él, su monstruo…
No debe atraer vuestras miradas ni vuestros juicios.
más bien, tened amor;
un amor doloroso y activo, por su espíritu.
Liberadlo del monstruo que lo tiene sujeto.
¿No sabéis…?
Yo os digo que dejéis de pensar en él, sólo como un hombre…
Y que os preocupéis de su espíritu.
Lo animal que hay en él…
¿No sabéis…?
Se vuelve para llamar a los otros siete,
diciendo:
Venid aquí todos.
Os viene bien lo que os voy a decir, porque todos tenéis los mismos pensamientos en vuestro corazón…
¿No sabéis que aprendéis más a través de Judas de Keriot que a través de cualquier otra persona?
Muchos Judas encontraréis…
Y poquísimos Jesús, en vuestro ministerio apostólico.
Los Jesús serán dulces, buenos, puros, fieles, obedientes, prudentes, no ambiciosos.
Serán muy pocos…
Pero cuántos…
¡Cuántos Judas de Keriot encontraréis vosotros, vuestros seguidores…
Y sucesores por los caminos del mundo!
Y para ser maestros saber, porque debéis pasar por este aprendizaje…
Él, con sus defectos, os muestra al hombre como es;
Yo os muestro al hombre como debería ser.
Dos ejemplos igualmente necesarios.
Vosotros, conociendo bien al uno y al otro;
debéis tratar de transformar al primero en el segundo…
Mi paciencia sea vuestra norma.
Mateo se adelanta, diciendo:
– Señor, yo he sido un gran pecador.
Sin duda, yo también seré muestra.
Pero quisiera que Judas, que no es tan pecador como lo fui yo…
Se convirtiera como me convertí yo.
¿Es soberbia decir esto?
– No, Mateo, no es soberbia.
Diciéndolo, rindes honor a dos verdades.
La primera, es que veraz es la sentencia que dice:
“La buena voluntad del hombre obra milagros divinos”
La segunda, es que Dios te ha amado infinitamente, ya desde antes de que pensaras en ello.
Y lo hacía porque no desconocía tu capacidad de heroísmo.
Tú eres el fruto de dos fuerzas:
Tu voluntad y el amor de Dios.
Y digo antes tu voluntad;
porque sin ella vano habría sido el amor de Dios.
Vano, inoperante…
Santiago de Alfeo pregunta:
– ¿Pero sin nuestra voluntad no podría Dios convertir?
– Ciertamente.
Pero luego se requeriría, en todo caso;
la voluntad del hombre, para persistir en la conversión obtenida milagrosamente.
Impetuosamente,
Felipe dice:
– ¡Entonces en Judas no ha habido esta voluntad!
Ni la hay.
Ni antes de conocerte ni ahora…
Algunos ríen, otros suspiran.
Jesús es el único que defiende al apóstol ausente:
– ¡No digáis eso!
La ha tenido y la tiene.
Pero la funesta ley de la carne, a intervalos la supera.
Es un enfermo…
Un pobre hermano enfermo.
En todas las familias está el débil, el enfermo;
aquel que es el dolor, la angustia, el peso de la familia.
Y a pesar de ello…
¿No es acaso al hijito de salud frágil, al que más quiere la madre?
¿No es el hermanito desdichado, el más servido por sus hermanos?
¿No es él, al que el padre ofrece el bocado selecto;
quitándoselo de su propio plato, para darle una alegría;
para no darle a entender que es un peso y no hacerle por tanto, pesada su enfermedad?
Tomás confirma:
– Es verdad.
Es justamente así.
Mi hermana gemela, era frágil en su primera edad.
Yo había tomado toda la robustez.
Pero el amor de toda la familia la socorrió tanto,
que ahora es una floreciente esposa y madre.
– Pues haced con vuestro hermano espiritual débil,
lo que haríais con un hermano carnal débil.
Yo no voy a pronunciar palabras de recriminación.
Vosotros no sois más que Yo.
Vuestro paciente amor es la recriminación más fuerte.
Una recriminación, contra la que no se puede reaccionar.
En Tecua voy a dejar a Mateo y a Felipe para que esperen a Judas…
El primero debe recordar que fue pecador;
el segundo, que es padre…
Los dos apóstoles mencionados, responden al mismo tiempo:
– Sí, Maestro.
– Lo recordaremos.
– En Jericó, si todavía no está con nosotros;
dejaré a Andrés y a Juan.
Que deberán recordar que no todos han recibido con igual medida los dones gratuitos de Dios…
Pero…
Id a donde está aquel anciano mendigo, que va por el camino con paso vacilante.
La ciudad está a la vista.
Con la limosna podrá procurarse pan.
Pedro dice:
– Señor, no podemos.
Judas se ha marchado con la bolsa…
Y las hermanas, no nos han dado nada.
Jesús responde:
– Tienes razón, Simón.
Están como aturdidas por el dolor.
Y nosotros también.
No importa.
Tenemos un poco de pan.
Somos jóvenes y estamos fuertes.
Vamos a dárselo al anciano, para que no se caiga por el camino.
730 El Martirio de Lázaro
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
519b En casa de Lázaro.
Y Jesús abre la marcha hacia la casa, haciendo señas a los apóstoles de no seguirlo.
María se adelanta corriendo.
Abre una puerta, corre por un pasillo y de éste abre otra puerta, que da a un pequeño patio interior…
Camina unos pocos pasos y entra en una habitación, que parece una pequeña bodega;
pues está estorbada por barreños, vasijas, ánforas, vendas…
Un olor que es mezcla de aromas y de descomposición penetra en las fosas nasales.
Hay una puerta frente a la de antes y María la abre…
Y con una voz que quiere ser radiante de alegría,
grita:
– ¡Lázaro!
¡Aquí está el Maestro!
¡Viene a decirte que tengo razón, hermano mío!
¡Ánimo, sonríe;
que está entrando el amor nuestro, nuestra paz!
Y se inclina hacia su hermano, lo incorpora en las almohadas, lo besa;
sin hacer caso del olor que a pesar de todos los paliativos emana de su cuerpo llagado…
Y está todavía agachada para colocarlo,
cuando ya el dulce saludo de Jesús resuena en la habitación,
que envuelta en una luz mortecina, parece iluminarse por la Presencia Divina.
Lázaro dice:
– Maestro…
¿No tienes miedo?…
Estoy…
Jesús lo interrumpe:
– ¡Enfermo!
Nada más que eso.
Lázaro, las normas han sido dadas muy amplias y severas, por un comprensible sentido de prudencia.
Mejor exagerar en prudencia que en imprudencia, en ciertos casos como los de enfermedades contagiosas.
Pero tú no eres contagioso, pobre amigo mío, no estás contaminado.
Tanto, que no creo faltar a la prudencia respecto a los hermanos, si te abrazo y te beso así…
Y tomando el cuerpo consumido, besa a Lázaro.
– ¡Tú eres realmente la Paz!
Pero todavía no has visto.
María está destapando el horror.
Soy ya un muerto, Señor.
No sé cómo mis hermanas pueden resistir…
Yo tampoco sabría cómo…
Pues verdaderamente son espantosas y repugnantes las llagas que han salido,
a lo largo de las varices de las piernas.
Las espléndidas manos de María trabajan suaves en ellas;
mientras con su voz llena de ternura,
responde:
– Tus males son rosas para tus hermanas.
Rosas espinosas porque tú sufres, sólo por ello.
¿Ves, Maestro?
¡La lepra no es así!
Jesús confirma:
– No es así.
Es una enfermedad muy mala la que te consume, pero no es causa de peligro.
¡Cree en tu Maestro!
Tapa, María.
Ya he visto.
Suspirando, tenaz en la esperanza,
Martha dice:
– ¿Y…
No vas a tocar?
– No hace falta.
No por repulsa, sino para no hurgar en las llagas.
Marta se agacha sin insistir más, hacia una palangana donde hay vino o vinagre aromatizado;
sumergiendo unos paños, que luego pasa a su hermana.
Lágrimas mudas caen en el líquido rojizo…
María venda las míseras piernas y extiende de nuevo las mantas sobre los pies;
ya inertes y amarillentos como los de un muerto.
Lázaro pregunta:
– ¿Estás solo?
– No.
Con todos, menos con Judas de Keriot, que se ha quedado en Jerusalén y vendrá después…
Es más, si ya estoy lejos, lo mandáis a Betabara.
Allí estaré.
Y que me espere allí.
– Te vas a marchar pronto…
– Y volveré pronto.
Dentro de poco es la Dedicación.
En esos días estaré contigo.
– No podré honrarte para las Encenias…
– Estaré en Belén para ese día.
Necesito volver a ver mi cuna…
– Estás triste…
Lo sé…
¡Y no poder hacer nada!…
– No estoy triste.
Soy el Redentor…
Pero, tú estás cansado.
No luches contra el sueño, amigo mío.
– Era por tributarte honor…
– Duerme, duerme.
Luego nos veremos…
Y Jesús se retira sin hacer ruido.
Cuando están afuera en el patio,
Martha pregunta:
– ¿Has visto, Maestro?
– Sí, ya he visto.
Mis pobres discípulas…
Yo lloro con vosotras…
Pero en verdad os digo en confianza, que mi corazón está mucho más llagado que vuestro hermano.
Está comido por el dolor, mi corazón…
Y las mira con una tristeza tan viva;
que las dos olvidan su dolor por el de Él.
Y no pudiendo abrazarlo por ser mujeres;
se limitan a besarle las manos y la túnica.
Queriendo servirle como hermanas afectuosas.
Y lo atienden en una salita, donde lo envuelven en amor.
Las voces fuertes de los apóstoles se oyen más allá del patio…
Están todos, menos la voz del discípulo díscolo y malo.
Jesús escucha y suspira…
Suspira esperando pacientemente al fugitivo.
729 Autoidolatría y Reparación
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
519a Alto en Bethania.
Jesús, que ya ha llegado hasta la pesada cancilla, llama a uno de los siervos para que le abran.
Entra.
Pregunta por Lázaro.
El siervo responde:
– ¡Oh, Señor!
¿Ves?
Vuelvo de recoger hojas de laurel, alcanfor, bayas de ciprés;
otras hojas y frutos olorosos, para hervirlo con vino y resinas;
y con ello hacerle baños a mi señor.
Su carne se cae a pedazos y no se soporta el hedor.
Has venido, pero no sé si te dejarán pasar…
Por miedo a que el aire oiga, el siervo apaga su voz en un susurro,
diciendo:
– Ahora, que ya no se puede ocultar que tiene las llagas.
Las dueñas rechazan a todos…
Por miedo.
Ya sabes…
A Lázaro lo quieren realmente pocos…
Y muchos, por muchos motivos gozarían si…
¡Oh, no quiero pensar en lo que es el miedo de toda la casa!
– Hacen bien ellas.
Pero no temáis.
No sucederá esta desventura.
– Pero…
Curarse, ¿Podrá?
Un milagro tuyo…
– No se curará.
Pero servirá para glorificar al Señor.
El siervo se siente defraudado…
¡Jesús, que cura a todos y aquí no hace nada!…
De todas formas, se limita a emitir un suspiro como única manifestación de lo que piensa.
Luego dice:
– Voy donde las dueñas de la casa a anunciarte.
Jesús se ve rodeado por los apóstoles, que están interesados en las condiciones de Lázaro.
Todos quedan consternados cuando Jesús habla de ellas.
Pero ya vienen las dos hermanas.
Su florida y distinta belleza parece empañada por el dolor y la fatiga de las veladas prolongadas.
Pálidas, alicaídas, demacradas, cansados los ojos que en otro tiempo, en ambas eran radiantes;
vienen sin joyas: sin anillos, collares, ni pulseras;
vestidas con dos vestidos ceniza oscuro, parecen más siervas que señoras.
A cierta distancia de Jesús se arrodillan, ofreciéndoles sólo llanto.
Un llanto resignado, mudo, que desciende como de una fuente interna…
Y que no puede contenerse.
Jesús se acerca.
Marta alarga los brazos susurrando:
– Apártate Señor.
En verdad, tememos ser ya pecadoras contra la ley sobre la lepra. (Levítico 13,- 14)
¡Pero no podemos, ¡Oh Dios!…
¡No podemos provocar un decreto de esa clase contra nuestro Lázaro!
Pero tú no te acerques;
porque, no tocando sino llagas, estamos contaminadas.
Sólo nosotras.
Porque hemos apartado a todos los demás.
Todo nos lo dejan en la puerta de la habitación y nosotras tomamos las cosas.
Tolo lo lavamos y quemamos, en la habitación contigua a la de nuestro hermano.
¿Ves nuestras manos?
Están corroídas de la cal viva que usamos para los vasos que tenemos que devolver a los criados.
Pensamos con ello que somos menos culpables…
Martha llora desconsoladamente.
María de Mágdala, que hasta este momento ha guardado silencio,
gime a su vez:
– Tendríamos que llamar al sacerdote.
Pero… Yo…
Yo soy la más culpable porque me opongo a esto.
Y afirmo que no es la terrible enfermedad maldita en Israel.
¡No es, no es!
Pero nos odian tanto.
Y son tantos…
Que dirían que lo es.
¡Por mucho menos, Simón tu apóstol, fue declarado leproso!
Entre accesos de llanto, Martha dice:
– No eres sacerdote ni médico, María.
– No lo soy.
Pero tú sabes lo que he hecho para estar segura de lo que digo.
Volviéndose hacia su Rabboní,
María continúa:
Señor, he ido y he recorrido todo el valle de Hinnón;
todo Siloán;
todos los sepulcros cercanos a En Rogel.
Vestida de sierva, velada, con la luz de las auroras…
Cargada de víveres y aguas con sustancias medicinales, vendas y vestidos.
Repartía todo.
Y daba, daba…
Decía que era un voto por mi Amado.
Era verdad.
Pedía sólo poder ver las llagas de los leprosos.
Deben haber pensado que estaba loca…
¿Alguien acaso, quiere ver esos horrores?
Pero yo, puestos mis presentes en los bordes de las rocas, pedía ver.
Y ellos arriba, yo más abajo;
ellos asombrados, yo con repugnancia;
llorando ellos, llorando yo…
¡He mirado, mirado, mirado!
He visto cuerpos cubiertos de escamas, de costras, de llagas;
caras corroídas, cabellos blancos y más duros que cerdas;
ojos que eran huras de podredumbre;
mejillas tan corroídas que dejaban ver los dientes;
calaveras en cuerpos vivos;
manos reducidas a garras de monstruos;
pies como ramas nudosas;
hedores, horrores, podredumbre.
¡Oh! ¡Si pequé adorando la carne!
¡Si gocé con los ojos, con el olfato, con el oído, con el tacto…
De lo hermoso, de lo perfumado, de lo armonioso, de lo suave y liso!
¡Oh, te aseguro que los sentidos se han purificado ya, con la mortificación de esto que he conocido!
Los ojos…
Contemplando aquellos monstruos, han olvidado la belleza seductora del hombre;
los oídos…
Con esas voces ásperas, que ya no son humanas, han expiado el pasado gozo de voces viriles.
Y se ha estremecido mi carne.
Y se ha rebelado mi olfato…
Y todo resto de culto a mí misma ha muerto,
porque he visto lo que somos después de la muerte…
Pero he traído conmigo esta certeza:
Que Lázaro no está leproso.
Su voz no está lesionada;
sus cabellos y todo el vello están intactos.
Y las llagas son distintas.
¡No es lepra!
¡No, no es!
Y Marta me aflige porque no cree;
porque no conforta a Lázaro en el sentido de no creerse contaminado.
¿Ves?
Ahora, que sabe que estás aquí…
No quiere verte para no contaminarte.
¡Los miedos tontos de mi hermana le privan incluso de tu consuelo!…
La naturaleza apasionada de su carácter, la lleva a la cólera.
Pero, viendo que su hermana rompe a llorar desoladamente,
su vehemencia cesa enseguida y abrazando a Marta, la besa.
Y le dice:
– ¡Martha, perdón!
¡Perdón!
¡El dolor me hace injusta!
¡Es el amor con que os amo a ti y a Lázaro, el que querría convenceros!
¡Pobre hermana mía!
¡Pobres mujeres, eso es lo que somos!
Jesús interviene diciendo:
– ¡Vámos, ánimo!
¡No lloréis así!
Necesitáis paz y compasión recíproca, por vosotras y por él.
Y Lázaro no está leproso, os lo digo Yo.
Martha suplica:
– ¡Oh, ven a verlo, Señor!
¿Quién mejor que tú puede juzgar si está leproso?
Jesús repite:
– ¿No te he dicho que no lo está?».
– Sí.
¿Pero cómo puedes decirlo, si no lo ves?
– ¡Martha!
¡Martha!…
Dios te perdona porque sufres y eres como uno que delira.
Tengo compasión de ti y voy a ver a Lázaro;
le destaparé las llagas y…
– ¡Y las curarás! – grita Marta poniéndose de pie.
– Ya te he dicho otras veces, que no puedo hacerlo…
Jesús también tiene que obedecer la Voluntad del Padre,
que no se ha manifestado en Querer hacerlo…
Pero os daré la paz de saber que estáis en regla con la ley sobre los leprosos.
Vamos…
728 El Fugitivo
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
519 Inexplicable ausencia de Judas Iscariote
La comitiva apostólica ha llegado a Bethania.
Están al borde de las primeras casas…
Jesús despide a los discípulos Leví, José, Matías y Juan.
Y les confía al neodiscípulo Bartimeo, llamado Bartolmái.
Después de haber sido bendecidos, los discípulos pastores se van con el nuevo llegado…
Junto con otros siete hombres que tenían con ellos.
Jesús los mira mientras se marchan.
Luego se vuelve a mirar a sus apóstoles.
Diciéndoles:
– Ahora vamos a esperar aquí a Judas de Simón…
Varios dicen sorprendidos:
– ¡Ah!
¡Te diste cuenta de que se fue!
– Creíamos que no te habías fijado en ello.
– Había mucha gente y has estado hablando siempre.
– Primero con el joven, luego predicaste…
– Replicaste a los fariseos…
– Y enseguida encontramos a los pastores
– Luego fuimos a la casa de Bartimeo…
Jesús dice:
– Lo noté desde el momento en que se fue.
He visto cuando se alejaba.
Nada se me oculta y nada me pasa inadvertido…
Por esto entré en las casas amigas y les dije que enviasen a Judas a Bethania, si es que me buscaba…
Tadeo refunfuña entre dientes:
– Dios quiera que no.
Jesús lo mira;
pero aparenta no dar importancia a sus palabras.
Al ver que todos son del mismo parecer que Tadeo, pues sus caras hablan mejor que sus palabras…
agrega:
– Será bueno este descanso en espera de su regreso.
Nos hace falta y nos aliviará a todos.
Luego iremos hacia Tecua.
Hace frío pese al sol.
El tiempo está frío pero la tendencia es a cielo sereno.
Evangelizaré esa ciudad.
Luego subiremos de nuevo pasando por Jericó.
E iremos a la otra orilla.
Me han dicho los pastores que muchos enfermos me buscan…
Y les he enviado el mensaje de que no emprendan el viaje;
sino que me esperen en estos lugares.
Pedro dice con un cierto tono…
Y un gran suspiro:
– Sí…
Vamos pues.
Iremos a Tecua y a Jericó.
Tomás le pregunta:
– ¿No estás contento de ir a casa de Lázaro?
– Lo estoy.
– ¡Lo dices de una manera…!
– No lo digo por Lázaro, sino por Judas.
Jesús le advierte:
– Eres un pecador, Pedro.
Sin poder contenerse más;
Pedro salta encolerizado:
– Lo soy.
Pero él, Judas de Keriot que se marcha…
Así…
¡Es un impertinente!
¡Es un descarado!
¡Es un tormento!
¿O acaso no?
– Sí.
Pero si él lo es; no debes serlo tú.
Ninguno de nosotros debe serlo.
Recordad que Dios nos pedirá cuentas.
Digo nos pedirá, porque antes que a vosotros, Dios Padre, a Mí me ha confiado a ese hombre.
Y nos pedirá cuentas de lo que hayamos hecho para redimirlo.
Tadeo pregunta:
– ¿Y esperas lograrlo, hermano?
No puedo creerlo.
Tú, esto sí que lo creo;
Tú conoces el pasado, el presente y el futuro.
Y por tanto, no puedes engañarte respecto a ese hombre.
Y… bueno, es mejor que no diga lo demás.
– El saber callar es una gran virtud.
Pero ten en cuenta que prever el futuro de un corazón, no libra a nadie de perseverar hasta el fin,
para arrancar a un corazón de la ruina.
No caigas tú también en el fatalismo de los fariseos;
que sostienen que lo que está destinado debe cumplirse;
y nada impide el cumplimiento de lo que está destinado;
razón con la cual avalan también sus culpas y avalarán el último acto de su odio hacia Mí.
Muchas veces Dios acepta el sacrificio de un corazón que se sobrepone a la náusea que experimenta.
Un sacrificio que supera sus sentimientos de desdén, sus antipatías incluso justificadas, su repugnancia…
para arrancar a un espíritu del pantano en que se está hundiendo.
Sí, Yo os lo digo.
Muchas veces Dios (el Omnipotente, el Todo) espera a que una criatura (una nada),
haga o no haga un sacrificio, una oración…
para signar o no signar la condena de un espíritu.
Nunca es tarde.
Nunca es demasiado tarde para intentar y esperar, salvar un alma.
Yo os daré pruebas de ello.
Incluso a las puertas de la muerte, cuando tanto el pecador como el justo que por él se aflige,
están próximos a dejar la Tierra para ir al primer juicio de Dios,
siempre es posible salvar y ser salvados.
Entre la copa y los labios dice el proverbio, siempre hay lugar para la muerte.
Y Yo digo:
Entre la extrema agonía y la muerte hay siempre tiempo para obtener un perdón…
Para uno mismo o para aquellos que queremos que sean perdonados.
Nadie replica.
725 Encuentro Privilegiado
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
518a En Jerusalén, encuentro con el ciego curado.
Jesús sale fuera del Templo y baja por el camino que lleva a Ofel.
En el cruce de una calle se encuentra con el ciego que hace poco curó;
cargado con cestos de olorosas manzanas.
Bartimeo va muy alegre…
Bromeando con otros jóvenes que al igual que él, también van cargados;
pero en dirección contraria.
Tal vez para el joven que nunca ha visto el rostro de Jesús, el encuentro hubiera pasado inadvertido.
Pero Jesús conoce muy bien la cara del que fue curado milagrosamente y su nombre…
Por eso llama:
– Bartimeo…
El joven ex-ciego se vuelve y mira interrogante al hombre alto y majestuoso;
que caminando por la callejuela y pese a su humilde vestidura, lo llama por su nombre…
Le ordena:
– Ven aquí.
El joven se acerca sin poner en el suelo su carga.
Mira a Jesús, pensando que quiere comprarle manzanas…
Bartimeo le dice:
– Mi amo ya las vendió.
Pero todavía tengo, si quieres.
Son bellas y sabrosas.
Llegaron ayer de las huertas de Sarón.
Si compras muchas, podrás obtener un descuento, porque…
Jesús sonríe levantando su mano, para indicar al joven que no hable tanto.
Y le dice:
– No te he llamado porque quiera comprar manzanas.
Sino para alegrarme contigo y bendecir contigo al Altísimo, que tuvo misericordia de ti…
– ¡Oh, sí!
¡Es verdad!
¡Doy gracias al Altísimo por tan grande favor!
A cada momento lo hago.
Porque veo la luz y por el trabajo que puedo realizar;
ayudando de este modo por fin, a mis padres.
He encontrado un buen patrón.
No es hebreo, pero es bueno.
Los hebreos no me quisieron…
Porque saben que he sido expulsado de la sinagoga.
– ¿Te han expulsado?
¿Por qué?
¿Qué has hecho?
– Yo nada.
Te lo aseguro.
Es el Señor el que lo ha hecho.
En sábado me hizo encontrar a ese Hombre que dicen que es el Mesías.
Él me curó, como puedes ver.
Me dió unos ojos nuevos.
Por eso me han echado fuera de la sinagoga.
– ¿Te echaron fuera?
¿Por qué?
¿Qué hiciste?
– Yo nada.
Te lo aseguro.
El Señor lo hizo todo.
Y él me curó, como puedes ver.
Me dio unos ojos nuevos.
Por esto me echaron fuera.
Los hebreos no me quisieron…
Porque saben que…
Bartimeo pone en el suelo su cesto de manzanas.
Jesús sonríe de manera enigmática…
Y dice para probarlo:
– Entonces el que te curó, no te hizo un buen favor del todo.
Bartimeo protesta:
– ¡No digas eso, hombre!
¡Esto que dices es una blasfemia!
Primero, Él me demostró que Dios me ama, pues me dio la vista.
Tú no sabes qué cosa es realmente ‘ver’ porque siempre has visto.
Pero quien nunca ha visto…
¡Oh!…
Significa…
Con la vista se tienen todas las cosas.
Te aseguro que cuando vi allí en Siloé.
Me eché a reír y a llorar, pero de alegría, ¡Eh!
Lloré como nunca había llorado en mi desventura.
Porque comprendí cuán grande había sido ella…
Y cuán Bueno fue conmigo el Altísimo.
Ahora puedo ganarme la vida y con un trabajo honrado.
Además…
Espero poder encontrar al hombre que dicen que es el Mesías.
Y al discípulo suyo que me…
– ¿Y qué harías?
– Lo bendeciría.
A Él y a su discípulo.
Y diría al Maestro que ha venido de Dios…
Le rogaría que me tomare por su siervo…
– ¿Cómo?
Por su causa estás condenado al Anatema.
Difícilmente encontraste trabajo.
Todavía se te puede castigar y…
¿Quieres estar a su servicio?
¿No sabes que se persigue a todos los que siguen Al que te curó?
– ¡Ya lo sé!
Pero Él es el Hijo de Dios.
Eso se dice entre nosotros.
A pesar de que aquellos de arriba…
(y señala al Templo)
No quieran que se diga.
Y ¿No merece la pena dejarlo todo, para servirle a Él?
Ellos no quieren que se diga esto.
¿Y por servirle, no vale la pena dejar todo?
– ¿Crees pues en el Hijo de Dios y que está en Palestina?
– Creo.
Quisiera conocerlo para creer en Él, no solo por lo que sé;
sino con todo mi ser.
Si sabes quién sea y donde se encuentre, dímelo.
Para ir a donde está…
Verlo, manifestarle que creo completamente en Él…
Y servirlo.
– Lo has visto ya.
Ya no hay necesidad de que vayas a donde está.
El que en estos momentos te habla y ves, es el Hijo de Dios.
Al decir estas palabras, el rincón semioscuro donde se han refugiado para hablar,
bajo el arco de calleja;
se ilumina extrañamente con una luminosidad que emana de Jesús,
el Cual adquiere una grandísima majestad.
Porque Jesús hace algo insólito…
Ha descubierto, su esplendorosa belleza futura…
La que asumirá después la Resurrección y conservará en el Cielo:
Su belleza de criatura humana glorificada;
de su cuerpo glorificado con la inefable belleza de su absoluta Perfección.
Se ha transfigurado haciéndose bellísimo…
Resplandeciente como está en el Cielo;
para premiar al humilde joven y confirmarlo en su Fe.
Y Bartimeo contempla por un instante, el destello de la gloria de Dios.
Es Dios.
Con todo el poder y el esplendor, de Dios Todopoderoso.
¡Jesús es Dios…!
Bartimeo cae en tierra, adorándolo.
Mensaje de Año Nuevo
Habla Dios Padre
Hijitos Míos, os he dado a Mi Hijo para que fuera vuestra salvación.
Manifestación:
Veo a Nuestro Señor, crucificado, a Su izquierda está Dios Padre, un poquito más arriba que Él, pero un poquito más atrás y nos lo está mostrando:
“Este es El Cordero de Dios que os he dado”
Es Mi Hijo, es el Cordero que se ha dado, que os he dado,
porque Él aceptó en obediencia lo que Yo Le pedí para vuestra salvación.
Hijitos Míos, mucho habéis desperdiciado a través de vuestra existencia.
Ciertamente, Satanás se ha encargado de llevaros por el mal camino,
pero vosotros mismos no habéis hecho gran cosa por defender al que es Mío, lo que Yo os envié:
y que os lo di para que fuera vuestro.
Mi Amor es vuestro, os lo envié a través de Mi Hijo:
Sus Enseñanzas, Su Sabiduría, todo era vuestro y vosotros no las tomasteis,
no quisisteis poneros del lado Divino.
¿Acaso Satanás os ha dado lo que Yo os he dado, empezando por el Don de la vida?

En el momento de la unión del óvulo con el espermatozoide, el alma y el espíritu santo, forman una fusion completa… Y COMIENZA EL MILAGRO DE LA VIDA “
Os he dado todo, Mis pequeños:
Todo lo que tenéis bueno, no viene de Satanás.
Todos los Dones que tenéis:
Capacidades intelectuales, físicas, espirituales, vienen de Mí, no vienen de Satanás.
TAMBIÉN ME DONÉ YO MISMO,
EN MI HIJO
¿Y así Me pagáis?
Aquí Lo tenéis crucificado y se tuvo que dar así, porque vosotros no quisisteis defender lo Mío.
Y que era vuestro.
¡Qué tontos sois, Mis pequeños, qué tontos sois!
Pudiendo haber tenido una vida bellísima, si hubierais seguido todo lo que Le pedí a Mi Hijo que os enseñara,
pero insististeis en dejar llevaros por todo aquello que Satanás os daba.
OS FALTÓ FE

¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. Los Demonios también creen. Y sin embargo tiemblan… Santiago 2, 19
Quisisteis aceptar solamente aquello que podíais tocar, lo que podíais ver..
Y no quisisteis aceptar lo que Yo os daba en vuestra mente y en vuestro corazón.
Si hubierais seguido lo que Mi Santo Espíritu os pedía,
ya que Lo tenéis en vuestro corazón para escucharLo…
Otra vida hubierais tenido…
Y NO TENDRÍAIS QUE ESTAR PASANDO
TODO LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO
Y LO QUE VENDRÁ…
Aquellos que entendieron, aquellos que Me siguieron
y por haberMe seguido han sido socialmente eliminados, blasfemados, apartados;
aquellos que han tenido un martirio incruento, pero ciertamente, doloroso,
serán los escogidos para los Nuevos Tiempos.
Mucho traté de hacer por vosotros, enviándoos a través de Santos, videntes, profetas…
A Mi Misma Hija, La Siempre Virgen María, para que moviera corazones, para que volvierais a Mí…
Y NO QUISÍSTEIS
¡TAMBIÉN A ELLA LA HABÉIS RECHAZADO!
¡Son dos mil años de Enseñanzas!
En los cuales tuvisteis oportunidad de un cambio positivo, para que no tuvierais que pasar por todo esto,
pero os mantuvisteis en la maldad, en el error;
NO QUISÍSTEIS
VUESTRA SANTIFICACIÓN
Ya que si así lo hubierais tomado, hubierais vencido a Satanás fácilmente,
y que aún podríais…
Pero ya, es demasiado tarde para muchísimos de vosotros que tendréis que padecer por todo ello.
Algunos padeceréis solamente un tiempo en el Purgatorio…
Y LA GRAN MAYORÍA
Tendréis que padecer eternamente en el Infierno.
Todo esto os lo digo;
Y NO ME ALEGRO DE ELLO Mis pequeños,
ESTOY LLORANDO por esto que os va a suceder;
porque vuestra alma es parte de Mí y Me duele perder esa parte de Mí,
que se va a condenar o que va a sufrir fuertemente en el Purgatorio.
Pero gracias a que algunas almas aceptaron dolores, martirio…
Y muchísimos dolores más: físicos, morales, espirituales;
ellos Me quitan muchos de los dolores y también a los de Mi Hijo.
MIS PRECIOSAS Y AMADÍSIMAS
ALMAS VÍCTIMAS
Ellos Me dan la alegría que muchísimas almas Me quitaron, porque no respondieron con el amor con que Yo los Creé…
Y sobre todo, con el Amor que Mi Hijo os llevó a la Tierra,
para que vosotros entendierais Quién Soy Yo y cómo Soy Yo,
Yo que Soy Puro Amor.
Ahora os pido, oréis muchísimo, Mis pequeños.
ORAD MUCHÍSIMO
PORQUE MUCHO LO NECESITARÉIS
Sacrificaos, implorad de rodillas perdón por vuestras faltas,
PARA AMINORAR
LOS DOLORES QUE PADECERÉIS
Ya esto no se detiene, tendréis que padecer…
Algunos, para una purificación que os llevará directamente, a las Nuevas Tierras que os habéis merecido,
porque no os separasteis de Mí.
Otros, padeceréis un poco más, porque no quisisteis llevar vuestra vida como se os enseñó
y quisisteis hacer vuestra propia voluntad.
Y otros padeceréis fuertemente, por tanta maldad que pudisteis haber evitado, si hubierais estado Conmigo,
PERO QUE NO QUISÍSTEIS
POR VUESTRA SOBERBIA
POR LA MALDAD
QUE DEJÁSTEIS ENTRAR A VUESTRO CORAZÓN
porque no quisisteis escucharMe a Mí, vuestro Dios.
Entended que, a pesar de vuestros males, os amo, porque sois Mis hijos.
Con esto os resumo lo que tanto os he pedido y os he dicho.
Os vuelvo a repetir, y con mucho dolor:
Pudisteis haber evitado todos los dolores que se vendrán
si os hubierais mantenido Conmigo, vuestro Dios.
Yo Soy vuestro Dios, Soy vuestro Padre, Soy vuestro Creador.
Y os he dado una Orden desde el Principio:
No tendréis otro dios fuera de Mí.
Veis en las Sagradas Escrituras, qué es lo que le pasaba al pueblo escogido:
Mientras estaban Conmigo, cuando obedecían los Mandatos que Yo les di, todo caminaba perfectamente,
los cuidaba, los protegía de los demás pueblos de la Tierra;
era un pueblo profético, sacerdotal.
Y Yo prometí que mientras ellos estuvieran Conmigo, Mi Sabiduría, Virtudes, Amor,
bajarían a la Tierra a través de ellos.
Serían el pueblo de ejemplo, entre los demás pueblos de la Tierra.
Cuando les ordenaba que atacaran a algún pueblo idólatra…
Y que los eliminaran totalmente.
ALGUNAS VECES NO OBEDECÍAN
Escogían a algunas mujeres y las tomaban dentro del pueblo.
Y éstas los llevaban a tomar otros dioses, a otros ídolos…
Y en ese momento Yo les daba la espalda.
Ya no era Mi pueblo, Me daban la espalda, ya no obedecían Mis Decretos, Mis Mandamientos, Mis Órdenes.
Y Yo no puedo soportar a algún pueblo o a algunas personas, ni individualmente,
que Me haga a un lado, que escoja adorar a otros dioses o a alguien más,
en donde Yo quede en segundo o tercer lugar.
Yo Soy vuestro Dios.
Y es el Primer Mandamiento que le di a ese pueblo, que tantas veces Me hizo enojar.
“Amarás a tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser.
¿Qué pasaba en esos momentos, cuando no lo hacían?
Era un pueblo esclavizado, los demás pueblos los atacaban y hacían de ellos lo que querían.
Y después de que sufrían mucho, entraba en ellos nuevamente, Mi Santo Espíritu y les hacía ver su error.
Se arrepentían, hacían penitencia y los perdonaba.
Así ha sido desde siempre, Mis pequeños.
Ahora, está sucediendo lo mismo y es alrededor del mundo.
Ciertamente, el pueblo judío existe, pero sigue causándoMe muchos dolores.
Por otro lado, la sangre judía corre prácticamente, en las venas de cada ser humano sobre la Tierra.
Y volvemos a lo mismo, el pueblo judío.
Y AHORA ESTOY HABLANDO
A TODA LA HUMANIDAD
QUE ME HA DADO LA ESPALDA
OS HE RETIRADO MI PROTECCIÓN
Y SATANÁS OS EMBISTE
CON SU FURIA COLOSAL
Estáis padeciendo Mi Enojo, estáis padeciendo Mi Desprecio por vosotros,
porque Me habéis cambiado por ídolos,
Me habéis cambiado por otras culturas y Me habéis hecho a un lado.
Y en resumen a esto, estáis sufriendo lo que antiguamente ellos sufrían, como pueblo.
Sois un pueblo, todo el Mundo.
Y estoy dándoos la espalda, porque vosotros Me la habéis dado primeramente.
¡Son tan pocos los que realmente están Conmigo!
¡Son tan pocos los que realmente, cumplen los Mandamientos que Yo os di!
¡Son tan pocos los que realmente Me aman de corazón,
que se compadecen, primeramente de Mi Dolor y oran por sus hermanos!
Ya os había dicho, varias veces, Mis pequeños,
QUE ESTO NO SE DETENDRÍA
HASTA QUE OS ARRODILLÁRAIS
Y ME PIDIÉRAIS PERDÓN
Que es lo que sucedía antiguamente con este pueblo necio, tonto.
Y hasta que no se arrepentían, Yo levantaba Mis castigos y volvía hacia ellos,
aun sabiendo que en algún tiempo después, volverían a causarMe dolor por sus traiciones.
Todo esto que os está sucediendo, Mis pequeños, es por vuestra culpa;
os sucede esto, porque no queréis saber nada de Mí,
aparto Mis Bendiciones y ya no caen sobre vosotros.
¿Creéis que vosotros podéis daros a vosotros mismos lo que Yo os doy?
¡No Mis pequeños!
La maldad os lleva a la tontería.
Tenéis TODO cuando estáis Conmigo, pero si os apartáis de Mí, lo perdéis.
OS HE DICHO QUE LOS ACONTECIMIENTOS
SE IRÁN RECRUDECIENDO
Y CADA VEZ, IRÁN DE MAL EN PEOR
Y LO ESTÁIS VIENDO…
¡SUFRIRÉIS TODAVÍA MÁS…!
PORQUE YA ENTRÁSTEIS
¡A LA RECTA FINAL,
DE LA GRAN TRIBULACIÓN!
Y cuando pocos queden, serán verdaderamente otra vez, el pueblo escogido;
ahí terminará la aflicción que ahora tenéis.
No habéis entendido la lección que se ha dado desde el Antiguo Testamento
hacia aquellos que Me dan la espalda.
No habéis aprendido de la historia…
Y LA ESTÁIS SUFRIENDO NUEVAMENTE
No hay Sabiduría en vuestros pensamientos ni en vuestros actos.
Y seguís padeciendo la maldad que cometéis contra Mí, vuestro Dios.
¡Os amo, Mis pequeños!
Os amo de verdad, pero no puedo soportar vuestra grosería y el dolor que Me causáis.
¡Yo Soy vuestro Dios, Soy todo Bondad y Misericordia, Soy el Dios del Amor!
Yo comparto ese Amor con vosotros,
pero de vosotros, no obtengo prácticamente nada de ese Amor
que debierais vosotros tomar en vuestro corazón y enriqueceros de él.
Vuestra maldad os hará sufrir,
vuestro olvido a vuestras obligaciones que Yo os pedí desde un Principio,
los padeceréis con el dolor.
No queréis hacer Mi Voluntad,
por eso tendréis mucho dolor y destrucción a vuestro alrededor.
Me causáis mucho dolor,
porque no aceptáis vivir y transmitir Mi Amor a vuestros hermanos.
El Amor lo es todo, Mis pequeños,
pero debe ser un Amor Puro y Santo.
Y no a donde os ha llevado Satanás, que es lo que pasaba con los pueblos de aquél tiempo,
cuando tomaban los judíos mujeres de otros pueblos, eso no era Amor,
eran amoríos hacia otras creencias, se embebían en la maldad de Satanás,
ES LO QUE ADORABAN
A SATANÁS
Ahora este mundo está envuelto en la Maldad de Satanás.
Y mientras vosotros no reconozcáis vuestra maldad,
Satanás seguirá azotándoos con su látigo y seguirá el sufrimiento.
Atended a Mis Palabras, Mis pequeños, atended a Mis Palabras,
YO SUFRO CON VUESTRO DOLOR
Pero vosotros tenéis que entender que Yo Soy vuestro Dios y Me merezco todo.
Y no puede haber nadie antes que Yo.
EL PASO POR EL DESIERTO
DE LA TRIBULACIÓN,
MIS VERDADEROS HIJOS SABRÁN APROVECHARLO,
PORQUE ES UN TESORO DE BENDICIONES CORREDENTORAS,
PARA BENEFICIO DE TODO EL PUEBLO DE DIOS
Por eso os quiero recordar una Gracia especial que se os ha dado, pero que poco aprovecháis…
Y que muchos rechazáis, que es el dolor.
EL DOLOR, os he explicado antes, es purificador,
El Pecado de vuestros Primeros Padres, abrió el camino del dolor.
El vivir Conmigo, en Mi Divina Voluntad, era para ellos un gozo tremendo, místico, bellísimo.
Pero ellos mismos rechazaron estas Gracias, estos regalos;
rechazaron Mi Amor por buscar lo que no debían buscar.
Y encontraron la maldad, el error, a donde los llevó Satanás.
Y en eso, en esa búsqueda infructuosa, mala,
TAMBIÉN ENCONTRARON EL DOLOR
Mi Hijo siendo Dios, pudo haber venido,
solamente a levantaros de la carga del Pecado que vuestros Primeros Padres causaron;
pero el dolor ya es inevitable en vuestra vida.
Y Mi Hijo os enseñó cómo el dolor os lleva a la sublimación en el Amor.
Él venía por una Misión:
Abrir nuevamente las Puertas del Cielo.
Pero tenía que vencer también, el dolor y la muerte…
Y lo logró para el Bien de todos vosotros.
El dolor, ya visto desde esta forma, es una Gracia,
que vosotros debéis aprovechar.
Porque, siendo inevitable en vuestra existencia, desde que nacéis,
o a veces, desde antes de nacer, aún en el vientre materno, podéis empezar con los dolores que muchas veces,
afectarán toda vuestra existencia en la Tierra.
Pero la DIFERENCIA que puede hacer el dolor, entre aprovecharlo y rehusarlo,
es que os ganaréis infinidad de bendiciones, tanto para vosotros, como para vuestros hermanos,
cuando lo ofrecéis, como Mi Hijo, para vuestra salvación.
El dolor nunca lo vais a poder desechar de vuestra existencia;
tanto el dolor físico, el dolor espiritual, el dolor moral, todo tipo de dolores que os pueden afectar,
pueden tomarse para el bien vuestro, como también para el bien de vuestros hermanos en su salvación.
Nunca vais a poder separar el Dolor del Amor.
Debéis vosotros, estar conscientes de ello, Mis pequeños,
porque si Mi Hijo lo tomó, y no solamente lo tomó obedeciendo, sino que también lo gozó,
porque con ese Dolor, ese ofrecimiento os iba a levantar hacia la perfección del Amor, nuevamente,
al tomarlo, ofrecerlo y dárMelo, para vuestra salvación y la de vuestros hermanos.

Cuando nos crucificamos y Dios nos convierte en corredentores, somos pararrayos de la Justicia Divina… ¡Y ejecutores de su Gloria Portentosa!
No desperdiciéis, pues, Mis pequeños, todas las posibilidades que tenéis a lo largo de vuestra existencia,
tanto las vuestras como las de vuestros hermanos, para la salvación de las almas.
OfrecedMe continuamente, vuestras molestias, vuestros dolores, que son inevitables…
Y eso Me dará a Mí, una gran alegría, porque vosotros estaréis aceptando Mi Voluntad.
Y vosotros, al aceptar el dolor en vuestra vida, vais a detener vuestra voluntad,
para dejar que Mi Voluntad se dé en vuestra existencia.
Todo esto, como lo veis, Mis pequeños, os va llevando a la perfección,
al entendimiento místico de lo que es vuestra existencia;
mucho bien podéis hacer, al dejarMe a Mí, vuestro Dios, tomar vuestra vida,
como también tomé la de Mi Hijo Jesucristo.
DejadMe, pues, que Mi Voluntad se dé en vosotros.
Y recordad que el dolor puede ser tomado por vosotros y ofrecido como sacrificio.
Y hay veces, que necesito que vosotros sufráis, por decirlo así,
para remediar muchos pecados que traéis a lo largo de vuestra existencia.
Cuando vosotros Me ofrecéis vuestros dolores,

Nuestro verdadero bautismo lleno de gloria y júbilo celestial, es cuando somos capaces de decir: “Crucifícame Señor, porque te adoro sobre todas las cosas…
y Me los ofrecéis, con vuestra voluntad, doblegando vuestra voluntad,
los dolores serán menos fuertes, que cuando Yo os los imponga, para vuestro bien.
Y éstos serán mayores, pero os daré la Fuerza para soportarlos.
No despreciéis, pues, como os dije, esta Gracia,
esta Gracia de Salvación para vosotros y para vuestros hermanos.
Mucho bien haréis en aceptar Mi Voluntad, y os lo agradezco.
Os amo, Mis pequeños, y os bendigo con Mi Amor.
30 de Diciembre de 2022
Habla Nuestro Señor Jesucristo
Manifestación:
Veo a mi Señor Jesús, está crucificado. Lo veo de perfil y es un atardecer, casi oscureciendo.
VedMe, Mis pequeños…
Sigo aquí crucificado, sigo padeciendo por vuestros pecados.
Muchos años han pasado desde Mi Sacrificio por vosotros y sigo aquí en la Cruz,
sufriendo por tantos pecados que se cometen.
Tened misericordia de Mí, Mis pequeños.
SUFRO y SON vuestros pecados los que Me hacen sufrir.
Yo no he cometido ni un solo pecado y sufro por los vuestros,
por vuestra salvación, por vuestra santificación.
NO HAY AMOR EN VUESTRO CORAZÓN
No os conmovéis al ver Mis dolores;
no os conmovéis por el sufrimiento continuo que tengo por causa vuestra.
Yo Me di por vosotros, por vuestra Redención,
para abriros las puertas del Cielo y que pudierais entrar,
ahora os toca a vosotros bajarMe de la Cruz.
SON VUESTROS PECADOS
Con vuestro arrepentimiento, VUESTRA CONVERSIÓN
Y con vuestro cambio de vida, Me podéis bajar.
Debéis tener un cambio de vida hacia el amor, hacia la comprensión entre unos y otros,
hacia el agradecimiento a Nuestra Santísima Trinidad.
Ciertamente, los dolores que tendréis en la purificación que estáis ya padeciendo,
al ofrecerlos por Mis dolores, Me iréis aminorando el dolor.
Cuando vosotros crezcáis en el amor, en el Verdadero Amor,
es cuando Me podréis bajar de la Cruz y caminaré nuevamente entre vosotros.
Tendréis que padecer como Yo padecí por vosotros,
pero Yo padecí sin deber nada y fue porque tomé vuestra vida, vuestros pecados,
vuestra indiferencia hacia Mí, que Soy el Amor.
Yo ofrecí Mis dolores por vuestra salvación, en Mí sólo había Amor hacia vosotros para salvaros.
Os pido que estos momentos y los futuros de purificación que tendréis,
TODA vuestra vida diaria, sea ofrecida en todo momento
para que Me quitéis los dolores que padezco por vuestros pecados.
Hijitos Míos, Mi Cruz sigue siendo escándalo para unos y amor para otros.

18. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios. 1 corintios
Sí, Mis pequeños, todavía muchos de vuestros hermanos se escandalizan al ver la Cruz,
quieren ver triunfo, quieren ver Gloria, quieren ver Paz, quieren ver alegría
y no se dan cuenta que la Cruz os da todo eso y más,
pero no sabéis apreciar la Cruz,
que es el sufrimiento que todos vosotros debéis pasar,
como Yo tuve que pasarla por vuestra salvación.
La Cruz os da alegría a tal grado, de que Yo Me abracé a Ella,
por la alegría de saber que al ofrecerMe por vosotros,
os iba a abrir las Puertas del Paraíso.
Mis pequeños, debéis aprender también vosotros a dar alegría a través del sufrimiento,
dar alegría a través del servicio a vuestros hermanos,
aún a pesar de que vosotros estéis cansados y sufráis…
O no estéis tan preparados como creéis que debéis estar.
Mis pequeños, todo se vive en el amor, cuando vosotros aprendéis a vivir en el amor,
es más fácil vivir los sufrimientos, las penurias, vuestras penas de todo tipo,

Jesús con el amor de fusión, nos une a Él para participarnos la Vida y y al hacernos corredentores nos comunica su Semejanza y nuestra alma se recrea…
porque vosotros estaréis uniéndoos a Mí, vuestro Dios y Salvador.
Os he dicho que os amarais los unos a los otros y la Cruz es eso Mis pequeños,
es amor de unos para otros,
la Cruz no debe ser escándalo, la Cruz debéis verla como Salvación, como Glorificación,
como Vida para todos vosotros.
Uníos a Mí a través de vuestras cruces de cada día,
vuestras pequeñeces se van a hacer grandes cuando os unáis a Mí, vuestro Salvador,
no desperdiciéis vuestros momentos, ofrecedMe todo, Mis pequeños.
Vosotros tenéis una cruz de cada día, que no os podéis apartar de ella ni la podéis negar,
porque la cruz viene por el Pecado que se cometió por vuestros Primeros Padres.
Vosotros debéis padecer vuestra cruz y qué mejor cuando os unís a Mí, vuestro Dios.
Ahora, os causa penurias, tenéis dolores, tenéis sufrimientos,
pero vendrá el tiempo en que os daréis cuenta de lo que vosotros hicisteis,

En la Tierra el Amor de Jesús DOSIFICA nuestro calvario, Nos da el HEROÍSMO para el martirio. Y ÉL ES EL CIRENEO que nos ayuda a recorrer el Camino Y subir a la Cruz……
al haber ofrecido vuestra vida junto con la Mía en la Tierra.
Cuando lleguéis al Reino de los Cielos gozaréis inmensamente el haberos ofrecido a Mí
y haber unido toda vuestra vida, toda vuestra cruz a la Mía.
Gozad pues desde ahora, Mis pequeños,
ésos grandes momentos que tendréis Conmigo cuando lleguéis al Reino de los Cielos,
GOZAD MI CRUZ Y AGRADECED LA VUESTRA
Porque muchas almas se van a poder salvar a través de vuestros ofrecimientos y de vuestro amor.
Cuando se venga la Purificación en su nivel más alto, las pocas almas que queden,
serán las que por su amor y por su agradecimiento, Me podrán bajar de la Cruz.
666 Homicida Multiforme
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
492 En Bethania se evoca la memoria de Juan de Endor.
Una casa de Bethania cada vez más triste, pero siempre acogedora…
La presencia de amigos y discípulos no le quita a la casa la tristeza.
Están José, Nicodemo, Mannahém, Elisa y Anastática.
Éstas no han sabido resistir estar lejos de Jesús.
Y se disculpan de ello como de una desobediencia,
aunque estando bien decididas a no marcharse.
Elisa explica las válidas razones que existen:
la imposibilidad para las hermanas de Lázaro de seguir al Maestro,
para darles a Él y a los apóstoles aquellos cuidados femeninos que son necesarios,
para un grupo de hombres solos y además, perseguidos.
Sólo nosotras podemos.
Porque Marta y María no pueden dejar a su hermano.
Juana no está.
Analía es demasiado joven para ir con vosotros.
Nique conviene que esté donde está, para recibiros allí.
Mis canas evitan las murmuraciones.
Yo te precederé a donde vayas o estaré donde me digas…
Y tendrás siempre a tu lado a una madre.
Y yo creeré que tengo todavía un hijo.
Haré lo que Tú quieras, pero déjame servirte.
Jesús, sintiendo que todos consideran justa la cosa, accede.
Quizás también, en medio de las grandes amarguras que ciertamente tiene en su corazón,
desea tener cerca un corazón en que hallar un reflejo de la dulzura materna…
Elisa exulta en su triunfo.
Jesús dice:
– Estaré frecuentemente en Nob.
Irás a la casa del anciano Juan.
Me la ha ofrecido para mis estadías.
Te encontraré cada vez que regresemos…
José de Arimatea pregunta
– ¿Tienes pensado irte, a pesar de las lluvias?
– Sí.
Quiero ir todavía hacia la Perea y detenerme en la casa de Salomón.
Luego hacia Jericó y Samaria.
¡Oh, quisiera ir todavía a muchos lugares!…
– No te alejes demasiado Maestro, de los caminos presidiados.
Y de las ciudades presidiadas por un centurión.
Ellos están vacilantes.
Y también lo están los otros.
Dos miedos.
Dos vigilancias.
A Ti y recíprocamente.
Pero créelo, para Ti son menos peligrosos los romanos…
Judas prorrumpe:
– ¡Nos han abandonado!…
José pregunta:
– ¿Lo crees?
No.
¡Entre los gentiles que escuchan al Maestro,
puedes distinguir acaso, los enviados por Claudia o por Poncio?
Entre los libertos de la primera y de sus amigas,
no son pocos los que podrían hablar en el Bel Nidrás, como si fueran israelitas.
No olvides nunca que en todas partes hay doctos.
Que Roma somete al mundo.
Que a sus patricios les gusta tomar el mejor botín para ornato de sus casas.
Si cada uno de los gimnasiarcas y de los que presiden los Circos,
eligen lo que puede proporcionarles ganancia y gloria;
los patricios eligen a aquellos que por cultura o belleza,
son decoro y satisfacción de las casas y de sí mismos…
Luego, volviéndose hacia Jesús,
José de Arimatea agrega:
Maestro, este tema me suscita un recuerdo…
¿Se me concede una pregunta?
– Habla.
– Aquella mujer…
Aquella griega que estaba aquí el año pasado…
Y que era un elemento de acusación contra Ti.
¿Dónde está?
Muchos han tratado de saberlo…
No con buena finalidad.
Pero yo no tengo en mí un deseo malo.
Sólo…
El que haya vuelto al error no me parece posible.
Había en ella una gran inteligencia y una justicia sincera.
Pero, el no verla ya…
– En un lugar de la Tierra ella la pagana…
Ha sabido ejercitar, para un israelita perseguido, la caridad que los israelitas no tenían.
– ¿Te refieres a Juan de Endor?
¿Está con ella?
– Ha muerto.
– ¿Muerto?
– Sí.
Y se le podía haber dejado morir cerca de Mí…
No había que esperar mucho…
Aquellos que trabajaron para provocar su separación y son muchos…
Cometieron un homicidio;
como si hubieran levantado la mano, armada con un cuchillo, contra él.
Le quebrantaron el corazón.
Y aun sabiendo que ha muerto de esto, no piensan que son unos homicidas.
No sienten remordimiento de haberlo sido.
Se puede matar de muchas maneras a los hermanos.
Con un arma, con la palabra o con una acción malvada.
Como el hecho de referir a quien persigue, los lugares del perseguido;
el hecho de quitar a un desdichado un cobijo que le sirva de conforto…
¡Oh, de cuántas formas se mata!…
Pero el hombre no siente remordimiento.
El hombre…
Y éste es el signo de su decadencia espiritual, ha matado el remordimiento.
Se muestra tan severo Jesús al decir estas palabras…
Que ninguno encuentra la fuerza para hablar.
Se miran de reojo, cabizbajos, confundidos;
incluso los más inocentes y buenos.
Jesús, después de un momento de silencio,
dice:
– No hace falta que ninguno lleve a los enemigos del muerto y a los míos,
las palabras que he dicho;
para que exulten satánicamente.
Pero si os preguntan, podéis responder que Juan está en paz,
con el cuerpo en un sepulcro lejano y el espíritu en espera de Mí.
Nicodemo pregunta:
– Señor…
¿Esto te ha producido mucho dolor?
– ¿El qué?
¿Su muerte?
– Sí.
– No.
Su muerte me ha producido paz, porque ha significado su paz.
Dolor, un gran dolor…
Me han producido aquellos que por un bajo sentimiento humano,
han denunciado al Sanedrín su presencia entre los discípulos…
Y han provocado su partida.
Mas, cada uno tiene su sistema.
Sólo una gran voluntad buena, puede cambiar los instintos y los sistemas.
Y os digo:
“Quien denunció denunciará.
Quien hizo morir hará morir”.
Pero, ¡Ay de él!
Cree vencer y pierde.
Y le espera el juicio de Dios.
Turbándose y ruborizándose como si fuera culpable;
Juan de Zebedeo, pregunta:
– ¿Por qué me miras así, Maestro?
– Porque, si te miro a ti…
Ninguno pensará, ni siquiera el más malvado,
que hayas podido odiar a un hermano tuyo.
Sin ningún remordimiento, con el mayor cinismo del mundo,
para despistar, Judas dice:
– Habrá sido algún algún romano…
Él los proveía de huevos…
Jesús lo mira fijamente,
al responder:
– Un demonio ha sido.
Pero le ha hecho un bien queriéndolo perjudicar.
Ha acelerado su completa purificación y su paz.
José pregunta:
– ¿Cómo lo supiste?
¿Quién te trajo la noticia?
Con vehemencia, María de Mágdala,
responde:
– ¿Acaso el Maestro necesita tener a alguien que le traiga las noticias?
¿No ve acaso, las acciones de los hombres?
¿No fue a llamar a Juana para que viniera donde Él y se curase?
¿Qué es imposible para Dios?
– Es verdad, mujer.
Pero pocos poseen tu fe…
Y por este motivo he hecho una pregunta necia.
– Bien.
Pero ahora Maestro, ven.
Lázaro se ha despertado y te espera…
Y se lo lleva, cortante y decidida…
Atajando cualquier otro posible tema de conversación.
Y cualquier otra posible pregunta.
662 La Carne y la Sangre
IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
490 En el campo de los Galileos con sus primos apóstoles y encuentro con el levita Zacarías.
Jesús dice:
– Tadeo y Santiago, venid conmigo.
A los dos hijos de Alfeo no hay que repetírselo.
Se levantan inmediatamente y salen con Jesús…
De una casita de un arrabal situado al sur de Jerusalén, donde los hospedan hoy.
Santiago pregunta:
– ¿A dónde vamos, Jesús?
Jesús responde:
– Al Monte de los Olivos, a saludar a los galileos.
Caminan un rato hacia Jerusalén.
Pasan muy cerca de unas pequeñas colinas donde hay casas solariegas entre el verde.
Cortan el camino que va a Bethania y a Jericó.
Y el que está más al sur, que termina entre Tofet y Siloán.
Dan la vuelta por detrás a otra colina, que ya es estribación del Monte de los Olivos.
Cortan el otro camino que lleva directamente a Bethania desde el Monte de los Olivos.
Y por un camino secundario que va entre olivos, suben al campo de los Galileos;
donde las tiendas son mucho menos numerosas.
Quedando como recuerdo del agolpamiento, ramajes arrojados al suelo ya deslucidos,
restos de hogares rudimentarios que han dejado hierba chamuscada, cenizas y palos carbonizados;
morralla: lo que siempre queda donde hubo gente acampada.
La temporada fría y precozmente lluviosa ha acelerado la partida de los peregrinos.
También ahora se están poniendo en camino caravanas de mujeres y niños.
Los hombres, especialmente los vigorosos, se han quedado todavía para terminar la fiesta.
Los galileos que creen en el Señor han debido ser avisados, quizás por algún discípulo.
Están todos.
Nazaret está presente con los dos discípulos:
con Alfeo y aquel a quien Jesús perdonó después de la muerte de su madre…
Y con algún otro.
No están José ni Simón de Alfeo.
Pero no faltan otros…
Entre los cuales el arquisinagogo de Nazareth,
que se muestra visiblemente apurado al saludar con deferencia a Jesús,
después de haberle puesto tantos obstáculos.
Pero se ayuda diciendo que los parientes de Jesús están hospedados en casa,
de «ese amigo que sabes»
por razón de los niños, que sufrían con el viento de la noche.
Caná está presente, con el marido de Susana, su padre y otros.
Así Naím, con su resucitado y otros más.
Belén de Galilea, con muchos vecinos.
Las ciudades occidentales del lago, con sus moradores…
Jesús, pasando entre ellos;
acariciando a los niños que todavía están ahí…
Saluda:
– ¡La paz a vosotros!
¡La paz a vosotros!
Sobretodo a sus pequeños amigos de los lugares galileos.
Escucha a Jairo, que le refiere lo mucho que sintió el no haber estado la última vez.
Jesús se informa sobre si la viuda de Afeq se ha establecido en Cafarnaúm.
Y si ha aceptado al huérfano de Yiscala.
Jairo dice:
– No sé, Maestro.
Quizás yo ya me había marchado…
Un ciudadano de Cafarnaúm, informa:
– Sí, sí.
Ha venido una mujer que da mucha miel y muchas caricias a los niños.
Y fíjate, hace tortas.
Aquellos niños que iban a donde estabas Tú, van siempre donde ella a comer.
El último día nos mostró un niñito muy pequeño.
Ha comprado dos cabras para la leche.
Nos ha dicho que es el hijo del Cielo y del Señor.
No vino a la fiesta como quería, porque no podía llevar consigo a un niño tan pequeño.
Nos dijo a nosotros, que te dijéramos que lo querrá con justicia y que te bendice.
Los niños de Cafarnaúm gorjean como gorrioncillos alrededor de Jesús,
orgullosos de saber ellos, lo que ni siquiera el arquisinagogo sabe.
Y de verse ellos, haciendo de embajadores ante el Maestro bueno,
que los escucha con la atención con que escucharía a los adultos…
Y que responde:
– Vosotros le diréis que Yo también la bendigo y que quiera a los niños por Mí.
Y vosotros queredla;
No os aprovechéis porque sea buena.
No la queráis sólo por la miel y las tortas, sino porque es buena.
Tan buena, que ha comprendido que quien ama en mi Nombre a un niño, me hace feliz.
E imitadla todos, ya seáis pequeños, ya seáis adultos;
pensando siempre que aquel que recibe a un niño en mi Nombre,
tiene su sitio señalado en el Cielo.
Porque si la misericordia siempre recibe premio…
Aunque fuere un solo vaso de agua dado en mi Nombre,
la que se practica con los niños salvándolos no sólo del hambre, de la sed, del frío;
sino también de la corrupción del mundo.
Es infinitamente premiada…
He venido a bendeciros antes de que os marchéis.
Llevaréis mi bendición a vuestras mujeres, a vuestras casas…
– Pero…
¡No vas a volver donde nosotros, Maestro?
– Volveré…
Pero no ahora.
Después de Pascua…
– ¡Si estás tan seguro…
También te te olvidarás de la promesa!…
– No temáis.
Antes podrá dejar de resplandecer el Sol que Jesús olvidarse de quien espera en Él.
Varias personas de diferentes lugares,
dicen:
– ¡Será un tiempo largo!…
– ¡Y triste!
– Si enfermamos…
– Si desciende la muerte a nuestras casas…
– ¿Quién nos ayudará?
Jesús les responde:
– Dios.
El está con vosotros, si permanecéis en Mí con vuestra voluntad.
– ¿Y nosotros?
Hace poco que creemos en Ti.
Lo confesamos.
¿No tendremos ayuda, entonces?
Pero ahora que te hemos visto hacer milagros…
Y te hemos oído hablar en el Templo…
¡Te creemos,..!
– Esto me es motivo de gran gozo…
Porque el que mis coterráneos vayan por el camino de la Salud es mi más ardiente deseo.
– ¿Nos amas así?
¡Pero nosotros durante mucho tiempo te hemos escarnecido!…
– Es pasado.
Ya no existe.
Sed fieles en el futuro.
Y en verdad os digo que tanto en la Tierra como en el Cielo, está borrado vuestro pasado.
– ¿Vas a estar con nosotros?
Compartiremos el pan como muchas veces en Nazaret, cuando éramos todos iguales.
Los sábados descansábamos en los olivares:
O cuando Tú eras sólo Jesús y venías con nosotros…
Cómo nosotros íbamos a Jerusalén para las fiestas…
Hay añoranza y deseo de los tiempos pasados en la voz de los nazarenos que se han convencido.
– Quería ir donde José y Simón.
Pero iré después.
Todos sois para mí hermanos en Dios.
Y para Mí tiene más valor el espíritu y la fe,
que la carne y la sangre…
Porque estos últimos perecen;
mientras que los otros son inmortales.