P EL CELULAR CELESTIAL
15 de Enero de 2022
Habla Dios Padre,
Queráis o no queráis, lo aceptéis o no lo aceptéis, Yo habito en vuestro corazón.
La diferencia en la comunicación entre vosotros y YO,
estriba en que os déis plenamente cuenta de ello, lo aceptéis y decidáis libremente,
el empezar a entablar comunicación Conmigo.
Yo escucho TODOS vuestros pensamientos. Yo escucho plegarias y peticiones.
Yo escucho y veo todos vuestros pecados y faltas.
Yo vivo vuestra vida, pero no hay reciprocidad.
No hay intercambio de palabras ni de pensamientos.
Me tenéis como espectador furtivo, porque para algunos sí existo en su corazón;
pero no hay intercambio de pensamientos, porque ellos quieren mandar en sus vidas.
Para otros existo, pero Me tienen así, sólo como espectador.
Para otros no existo, ni en su corazón ni en su vida y Soy el Dios lejano, el inalcanzable;
el que estando tan lejos no puede conocer mí pensamiento ni mis necesidades.
Y para muy pocos, Soy el Dios que habita en ellos…
El Padre al que se le tiene la plena confianza de pedirLe consejo y ayuda,
el compañero íntimo al que sólo a Él se le pueden confiar ciertos secretos.
Estoy en vosotros, porque así fue dado desde el Principio.
Sólo espero el momento en que vuestra Fé y vuestro amor
Me permitan empezar a entablar la conversación del Amor con vosotros mismos.
Tratád, buscádMe en el interior de vuestro corazón y al encontrarMe ya no Me dejaréis, porque os colmaré de Mí Amor.
Os daré la compañía que necesitáis, os daré el refuerzo a vuestras vidas en el tiempo de la duda y de la perturbación espiritual.
Os acompañaré en todas vuestras acciones.
Me empezaréis a conocer y Me dejaré alcanzar.
Y probaréis manjares exquisitos que no volveréis a dejar de buscar, por nunca antes haberlos paladeado.
Yo Soy Vuestro Dios y os amo entrañablemente.
“Haced la prueba y veréis que bueno es el Señor”.
Hijitos Míos, Yo vuestro Dios y Padre vuestro, os pido esto.
El que algunos cuantos actualmente, se puedan comunicar Conmigo, no es un don especial;
ES OBLIGACIÓN por el amor que Me tenéis, el poder hacerlo.
Yo os envié a Mi Hijo a recordaros cómo debe vivir en familia en la Tierra y cómo se vive en Familia en el Cielo.
El que algunos cuantos se comuniquen Conmigo os debe dar la pauta
PARA QUE TODOS VOSOTROS LO HAGÁIS
Yo no Soy un Dios inalcanzable.
Y además os pido que no Me veáis como aquellos dioses a los cuáles no se les podía acercar,
porque en ése momento quedaban fulminados.
Os pido que no Me veáis como a un Dios que sólo escucha a los “buenos”
porque entonces pocos; muy pocos, podrían venir a Mi.
Os pido que no Me veáis como a un Dios rencoroso y vengativo;
porque entonces iría en contra de lo que Mi Hijo os predicó sobre Mí:
el Dios del Amor y del Perdón.
Yo Soy vuestro Dios, al que le debéis respeto
al que le debéis agradecimiento por haberos dado el Don de la Vida
Y QUE OS CUIDA EN TODO MOMENTO
Al que le debéis todo lo que en vosotros está y lo que os rodea.
Sí, Me debéis mucho;
pero lo único que os exijo, es vuestro amor.
Lo menos que un padre exige de sus hijos es algo del amor que él ha volcado sobre ellos, para hacerlos hombres de bien.
Yo Soy vuestro Dios y Mi exigencia que es de Amor.
Es que Me deis vuestro pequeño amor;
para que Yo os pueda corresponder dándoos nuevamente, mucho más Amor del que recibo.
Lo normal en una familia, es que los hijos se comuniquen con sus padres,
se compartan, se entiendan se pregunten unos a otros y esto irá creando una CONVIVENCIA.
Al comunicaros Conmigo estáis aceptando crear ésa vida familiar que todos debéis tener.
Cuando un alma se comunica Conmigo recibe un gozo extremo.
¡Qué dicha tan grande recibe el alma cuando se comunica con su Creador!
Al comunicarse Conmigo el alma une al Cielo con la Tierra.
Al comunicarse Conmigo,
el alma recibe Mi Sabiduría y Mis Bendiciones;
porque aprende a pedir exactamente lo que ella misma necesita y lo que necesitan sus hermanos.
Cuando el alma se comunica Conmigo, se sublima y crece a niveles inimaginables;
porque Yo vuestro Dios, hago Vida en ella.
El no comunicarse Conmigo crea separación el alma con su Dios.
No hay confianza, no existe una fe firme, no existe la esperanza de saberse escuchados.
Si lo veis todo esto a ojos humanos,
Me estáis haciendo una verdadera grosería.
¡Yo Soy un Dios vivo!
¡YO Soy un Padre que DESEA VEHEMENTEMENTE HABLAR
No, más que eso;
platicar con sus hijos, escuchar sus pensamientos y que también escuchen los Míos!
NO QUIERO TENER MONÓLOGOS CON VOSOTROS.
Sí, os acercáis a Mí a platicarMe de vuestros planes,
de vuestras desgracias, de vuestras necesidades, de vuestras alegrías, etc.
Sí, en parte es bello que os acerquéis a Mi con ésa Fe de saber que seréis escuchados por Mi
y que obtendréis mucho de lo que pediréis; pero
¿Por qué no Me dejáis a Mi también platicaros?
Yo también puedo hablar,
Yo también Me quiero comunicar con vosotros
Yo también tengo deseos y planes que platicarle a CADA ALMA.
Así como en una familia de muchos hijos
los padres tienen que platicar con todos ellos,
para ir entendiendo a cada uno de ellos,
puesto que todos son diferentes
y cada uno de ellos exige diferente tipo de atención;
Así Yo también, deseo platicar con cada uno de vosotros.
Yo deseo y necesito que Me escuche cada uno de vosotros, porque cada uno de vosotros tiene diferente misión en la Tierra
y debe ser guiado en forma diferente.
Por eso debéis acercaros a Mí, no solo a pedir lo que creéis que necesitáis;
sino DEBÉIS APRENDER A ESCUHARME
Para que Yo os guíe;
para que alcancéis la perfección en vuestra misión y en vuestra vida sobre la Tierra.
Ahora ENTENDED bien esto:
NO os estáis comunicando Conmigo por vuestra falta de Fe y de confianza…
O por soberbia: por sentiros ser más que Yo y que vuestras obras valen más ó que son más importantes que las Mías.
Os hablo fuerte para que entendáis que Mi sensibilidad es grande.
Y para que os deis cuenta que necesito de cada uno de vosotros, para que formemos ésa Familia en la cuál fuisteis constituidos.
Así que recordad nuevamente, NO ES DON DE ALGUNOS CUANTOS
Ni bendición para algunos cuantos el poderse comunicar Conmigo;
es obligación de amor de cada uno de vosotros el hacerlo.
Y esto se da en la Fe y en la confianza que Me tengáis.
Al vivir YA DESDE LA TIERRA ésa comunicación de familia.
Vuestra vida sobre la Tierra la llevaréis más fácilmente y vuestro regreso será de lo más normal.
Teméis a la muerte, porque teméis a lo desconocido y Yo Soy el Desconocido.
¡Conocedme y os daréis cuenta de Mi Bondad Infinita! ¡Confiad en Mi Amor!
Hijitos Míos, os pido que siempre os dispongáis a servirMe como Yo Me lo merezco.
Yo sí Me merezco todas las acciones de vuestra vida y aún vuestra propia vida.
Os he dicho que vosotros no digáis ésa frase de: “yo no me lo merezco”,
cuando os regalo algo material o espiritual;
porque Yo, siendo vuestro Padre os doy las cosas que tenéis, tanto materiales como espirituales por Amor;
Pero precisamente, porque Soy vuestro Padre y os he dado todo,
Yo SÍ Me merezco que vosotros estéis siempre pendientes de lo que Yo necesite de cada uno de vosotros.
Ciertamente, cada uno de vosotros tiene una misión diferente en la Tierra
y por eso os pido que estéis pendientes de lo que Yo os pueda pedir.
¡Cómo quisiera que vivierais así siempre, pendientes de Mis Palabras!
Pendientes de todo lo que sea necesario para la vida del Cielo sobre la Tierra
Y que ése es Mi deseo en vosotros.
Debéis estar pendientes Mis pequeños, de lo que Mi Santo Espíritu os dicte dentro de vuestro corazón.
Por eso, si vivierais en oración, fácilmente escucharíais la Voz de Dios en vuestro interior.
Pero al estar tan distraídos en las cosas del mundo,
no estáis actuando para Mí, para vuestro Dios, sino estáis actuando para el mundo.
Y se pierden tantas necesidades de Mi Corazón, porque no son escuchadas por vosotros.
Debéis entrar en contacto íntimo Conmigo, con vuestro Dios; para que estéis pendientes en qué Me podéis servir.
Yo os he dotado a cada uno de vosotros con diferentes dones, virtudes, capacidades; para que Me sirváis sobre la Tierra.
Sois Mis emisarios y ésa es una Gracia muy grande que os he concedido.
Al ser emisarios de Dios, vosotros podéis hacer grandes cosas para el Reino de los Cielos.
Cada uno de vosotros tiene una misión diferente.
Y cada uno de vosotros sabe hacer, en lo particular, lo que Yo os he pedido o pediré.
Algún otro podrá hacer algo similar a lo que le he pedido a uno de vuestros hermanos;
PERO QUIEN VA A HACER LO PERFECTO
Es aquél a quien Yo le he concedido lo necesario para llevar ésa función.
Y NADA MÁS ÉL
Ésa función específica para el Cuerpo Místico de Mi Hijo.
Sois como celulitas especializadas.
Y solamente cada uno de vosotros puede realizar la misión para la que vinisteis a la Tierra.
Y al deciros “celulitas especializadas” os debéis llenar de un gusto inmenso;
porque eso quiere decir que fuisteis ESCOGIDOS de una forma muy especial, para venir a la Tierra y servirMe.
Y es la realidad, Mis pequeños.
Cada uno de vosotros sois almas muy especiales para Mí, vuestro Dios.
Y QUE DEBÉIS LLEVAR UNA FUNCIÓN
O UNA TAREA MUY IMPORTANTE
Para la renovación del género humano…
Para elevar a ésta humanidad a la santidad en la que fuisteis creados desde un Principio.
Por eso os pido nuevamente que pongáis todas vuestras capacidades,
PERO SOBRE TODO VUESTRA VOLUNTAD
Con un gusto muy grande de servirMe;
sirviendo a vuestros hermanos.
Porque os repito:
SÓIS LOS ÚNICOS
que podéis hacer lo que tenéis que hacer…
Y NADIE MÁS
Lo podrá hacer mejor que vosotros.
Porque cada uno de vosotros es diferente.
Y a cada uno de vosotros os he dotado de ésas características especiales,
para hacer ésa tarea especializada que debéis llevar a cabo.
Y todo siempre dentro del Amor,
que Yo también he puesto en vuestro corazón.
Porque hijitos Míos, todo va a ser renovado.
Os he hablado de lo que padecerán las almas que no están Conmigo.
Pero las almas que se han mantenido Conmigo a pesar de los ataques de Satanás que os rodean;
CUMPLIENDO SU MISIÓN
HERÓICAMENTE
Gozarán inmensamente el cambio que tendréis aquí en la Tierra.
Y las que se hayan ofrecido por la salvación de sus hermanos
gozarán también inmensamente de Mis Bienes en el Reino de los Cielos.
TODO VA A SER PURIFICADO
LO QUE VÉIS AHORANO LO VOLVERÉIS A VER
Pero así tiene que ser, Mis pequeños.
LAS ESCRITURAS
TENDRÁN CUMPLIMIENTO
Yo Soy vuestro Dios, Soy Omnipotente…
Soy vuestro Padre, os Amo…
Os Bendigo en mi Santísima Trinidad.
P La Potencia del Amor 1
Enero 09 de 2022
Habla el Espíritu Santo:
Dios es Amor.
Cuando creó al hombre,
lo creó a SU Imagen y Semejanza.
Y por eso la vida del hombre, gira alrededor del Amor.
Como templo viviente,
el alma fue creada para contener a Dios:
El Amor en el alma viva,
para palpitar necesita de un corazón.
Y ese corazón,
es como un pebetero que arde y perfuma.
Y Dios le puso como una necesidad vital:
LA CAPACIDAD DE AMAR
El espíritu es la linfa vital del alma, cuya esencia es el Amor.
Y en el altar del espíritu,
Dios preparó la plenitud de la vida y de la unión con la Gracia.
La habitación de Dios, Espíritu de Amor,
hubiera sido perfecta, si el hombre NO hubiese pecado.
El espíritu vivo también tiene un corazón palpitante…
Y fue creado como un altar:
Con la necesidad de Adoración.
Es el pebetero donde arde el Fuego del Amor.
Porque verdaderamente Dios había puesto en el hombre,
solo una necesidad:
La del AMOR.
Amor de hijos al Padre.
Amor de súbditos al Rey.
Amor de creaturas al Creador.
Y si no se hubiese corroído con el ácido de la culpa
éste hubiera crecido poderoso en nosotros,
sin requerir ningún esfuerzo.
No fatiga, sino una alegría;
una necesidad que alivia al igual que la respiración.
Porque el Amor había sido destinado
a que fuese la respiración del espíritu.
La sangre del espíritu.
EL AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE
Es una fuerza absoluta como el bien, la obediencia, la esperanza y la Fe.
El Amor es un aguijón amargo.
Hambre y nostalgia de estar con el Amado.
Y amar con todas las fuerzas es ya un martirio…
Porque tortura cada vez más la separación.
El Amor es una Fuerza Sobrenatural.
La clave de los afectos humanos está
en que los hombres buscan amarse a sí mismos en las creaturas…
Y DEBEN BEBER
LA AMARGURA QUE LLENA
PERO NO SACIA
Porque el verdadero Amor, es totalmente sobrenatural…
Y solamente Dios puede darlo.
El Verdadero Amor,
tiene varias manifestaciones y potencias:
El Amor de Primera Fuerza, es el que se da a Dios.
El Amor de Segunda Fuerza, es el paterno o el materno.
El Amor de Tercera Fuerza, es el que se siente por el cónyuge.
El Amor de Cuarta Fuerza, es el que se siente por los padres.
El Amor de Quinta Fuerza, es el amor hacia nosotros mismos.
El Amor de Sexta Fuerza, es el amor hacia el prójimo.
El Amor de Séptima Fuerza, es el amor por las creaturas;
el trabajo, el desarrollo de la vocación, etc.
CUANDO SE AMAN TODAS LAS COSAS
A TRAVÉS DE DIOS,
SE CONOCE LA TREMENDA FUERZA
QUE ES EL AUTÉNTICO Y VERDADERO AMOR,
PORQUE ES
EL ALIMENTO DE LA VIDA.
Jesús dio a los hombres un Mandamiento Nuevo,
SÍNTESIS DE TODA LA LEY
Y en él dio a la Humanidad, la llave de la felicidad.
La práctica de este Mandamiento
es la que transformará la Tierra en antecámara del Paraíso,
porque en el Paraíso está el triunfo del Amor.
Dios es el Amor y en Él viven todas las almas.
La perfección de la vida en la Tierra,

“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu ser y SOBRE TODAS LAS COSAS… Y a tu prójimo, como a tí mismo…”
es dada por el grado de intensidad con el que las almas lo aman a Él.
Y con Él aman a los hermanos.
Tanto y más perfecto y santo se es, cuanto más se ama así.
En el Amor Verdadero en el Amor a través de Jesús,
está la verdadera razón de la vida y el auténtico gozo de la vida.
EL AMOR ES ENTREGA
El hombre que no tiene amor, se corrompe y corrompe a otros.
Todas las desventuras de la Tierra,
proceden de la falta de Amor.
Adán y Eva no tuvieron Amor para Dios y por eso desobedecieron.
Y trajeron la enfermedad y la muerte;
el Dolor y el sufrimiento.
El Amor de Dios hace amigo a Dios y enseña a amar.
Quién no ama a Dios que es Perfecto y Bueno,
ciertamente no puede amar a su prójimo,
que está lleno de defectos.
Todo el Bien lo hace el Amor.
El Amor que nos hace buenos para con los demás
y aceptables a los ojos de Dios.
El Amor sublima las buenas cualidades del hombre
y las convierte en virtudes sobrenaturales.
Es así como el alma se hace virtuosa.
Quién es virtuoso, es santo
y quién es santo, posee el Cielo.
Por eso no es la sabiduría ni el temor,
los que abren el camino de la perfección, sino el Amor.
El Amor fortifica el espíritu y es la esencia de la vida.
El deseo de no afligir a Dios,
aleja del Mal, más que el temor de un castigo.

1Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 1 Corintios 13
Del amor nace la compasión y se ama al prójimo, porque viene de Dios.
Por esto el Amor es la salvación y la santificación del hombre.
En el Amor se encuentra la fuerza para conservar la santidad.
PORQUE EN EL AMOR
ESTÁ LA FUERZA PARA PERDONAR
Y EL HEROÍSMO DE TODAS LAS VIRTUDES.
EL SECRETO DEL AMOR,
ES LA BONDAD.
Porque el que ama es bueno.
Ama sin pensar en razones para hacerlo.
La Obediencia para Dios es Amor.
EL QUE AMA SE DA.

Jesús Santísimo: penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la tuya…
Y SE ENTREGA A AMAR,
FUNDIÉNDOSE EN DIOS
El que ama, pierde todas las dimensiones.
La materia es nada.
El dolor es nada.
El tiempo, nada.
El pecado mismo se anula,
porque para ello existe el Perdón.
Amar sin límites como lo hacen los niños:
simplemente amar,
porque solo el amor existe.
El que aprende a amar lo que Dios ama y como Él lo ama,
alcanza la perfección.
El que llega a tener una chispita de amor por el Altísimo
y realiza sus acciones bajo Mi Guía,
siendo dócil a mis santas inspiraciones
como Espíritu Santo, NO PECA.
El Amor hace cumplir los preceptos del Decálogo,
porque no se miente al prójimo.
Y COMO NO SE QUIERE HERIR AL AMADO:
DIOS
Se observa una conducta de justicia:
Y se es hijo amoroso, esposo fiel, no se estafa en el comercio,
no se es falso, ni violento.
No se exige nada con crueldad y se es sincero en todas las acciones.
La Fuerza del Amor Verdadero hace del hombre un ángel
y destruye la animalidad de los instintos, al aprender la Ley del Amor:
Dios es Amor.
Y PARA AMARLO,
HAY QUE AMAR TODO

3. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha, 1 de Corintios 13
A TRAVÉS DE ÉL
Es así como se aprende a amar sin condiciones.
El Amor aplaca a los violentos y destruye los ídolos.
Nada se resiste al Amor;
porque es una Fuerza muy poderosa y un arma que desarma.
Solo el Demonio que es el Odio Perfecto;
es el único que resiste al Amor.
Él y los que se han vendido al Odio de manera voluntaria,
lo rechazan y se resisten.
Están sin amor y viven sin él,
con una vida sombría, desesperada, árida.
Sin una sonrisa nunca, sin un rayo de luz.
SE DEJAN ENVOLVER
POR EL ORGULLO, EL RENCOR,
LA DESESPERACIÓN,
LA ENVIDIA, LOS CELOS,
LA DUREZA DE CORAZÓN,
LA MÁS GRANDE AMARGURA
Y LA MÁS ATERRADORA SOLEDAD.
Porque el Amor es el más profundo sentimiento misterioso,
que tiene su fuente en Dios
Y COMO FLECHA LANZADA POR EL ARCO
Se dirige hacia las almas.
Que pueden aceptarlo o rechazarlo.
El alma muere por la falta del Amor Perfecto.
Cuando se une la inteligencia con el Amor,
se encuentra la Verdad
y se miran las cosas con ojos buenos,
porque VALE MÁS LA BONDAD
QUE LA SABIDURÍA
Quién ama, descubre la huella de Dios en todas las cosas,
Y TODO LO AMA EN DIOS
La Oración es Amor.
A través de la Oración se pide y se obtiene el Amor para Amar.
EL QUE SE ABANDONA AL AMOR
Y PERMITE QUE SE CONVIERTA
EN UN INCENDIO DEVORADOR
QUE ELEVA EL ALMA HACIA DIOS
Y QUE TODO LO QUE TOCA
LO LLENA DE ÉL,
ES ENTONCES CUANDO SE AMA DE VERDAD.
273 EL LASTRE DE LA RIQUEZA
273 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es en la casa de Cafarnaúm, a la sombra de los árboles en el huerto umbrío,
temprano por la matutina.
Los apóstoles se fueron a predicar.
Jesús cura a unos enfermos, acompañado de Mannaém.
Que ya no lleva ni el precioso cinturón ni la lámina de oro en la frente:
sujeta su túnica un cordón de lana; una cinta de tela, como la prenda que cubre su cabeza.
Jesús tiene descubierta la cabeza, como siempre cuando está en casa.
Una vez que ha terminado de curar y de consolar a los enfermos,
sube con Manahén a la habitación alta.
Aunque parece que la canícula ha terminado, el sol todavía calienta implacable…
Se dirigen hacia la parte mas sombreada y fresca.
Y se sientan los dos en la pequeña terraza de la ventana que mira al mont
Mannaém dice:
– Dentro de poco empezará la vendimia.
Jesús le contesta:
– Sí.
Luego vendrá la Fiesta de los Tabernáculos…
Y el invierno estará a las puertas.
¿Cuándo piensas partir?
– ¡Mmm!…
De mi parte no me iría nunca…
Pero pienso en el Bautista.
Herodes es una persona débil.
Si se le sabe influir
Se le puede sugestionar para que haga el bien y si no se hace bueno;
por lo menos que no sea sanguinario.
Desgraciadamente son pocos los que le aconsejan bien.
¡Y esa mujer!… ¡Esa mujer!…
Yo quisiera estar aquí hasta que regresen tus apóstoles.
Aunque mi ascendencia ha disminuido, desde que saben que sigo los senderos del Bien.
Pero no me importa.
Quisiera tener la verdadera valentía, de saber abandonar todo para seguirte completamente,
como aquellos discípulos que estás esperando.
¿Lo lograré alguna vez?
Nosotros que no pertenecemos a la plebe, somos más obstinados para seguirte.
¿Por qué será?
– Porque los tentáculos de las míseras riquezas os retienen.
– Conozco a algunos que no son tan ricos, pero sí son doctos o están en camino de serlo.
– También están retenidos por los tentáculos de las míseras riquezas.
No se es rico sólo de dinero.
Existe también la riqueza del saber.
Pocos llegan a la confesión de Salomón: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”,
considerada de nuevo y ampliada -no tanto materialmente cuanto en profundidad-
en Qohélet.
¿Lo recuerdas?
La ciencia humana es vanidad, porque aumentar sólo el humano saber
“es afán y aflicción de espíritu.
Y quien multiplica la ciencia multiplica los afanes”.
En verdad te digo que es así.
Como también digo que no sería así, si la ciencia humana estuviera sostenida y refrenada
por la sabiduría sobrenatural y el santo amor a Dios.
El placer es vanidad, porque no dura;
arde y rápido se desvanece dejando tras sí ceniza y vacío.
Los bienes acumulados con distintas habilidades son vanidad, para el hombre que muere,
porque con los bienes no puede evitar la muerte, y los deja a otros.
La mujer, contemplada como hembra y como tal apetecida, es vanidad.
De lo cual se concluye que lo único que no es vanidad es el santo temor de Dios
y la obediencia a sus Mandamientos.
O sea, la sabiduría del hombre, que no es sólo carne,
sino que posee la segunda naturaleza: la espiritual.
Solo el que logra ver la vanidad de todo lo mundano,
logra liberarse de cualquier tentáculo de pobres posesiones
e ir libre al encuentro del Sol.
– ¡Quiero recordar estas palabras!
¡Cuánto me has dado en estos días
Ahora puedo ir entre la inmundicia de la corte, que les parece brillante solo a los necios.
Que parece poderosa y libre y es solo miseria, cárcel y oscuridad.
Me llevaré un tesoro que me permitirá vivir allí mejor, a la espera de lo superior.
Pero, ¿Llegaré alguna vez a esta meta sublime, que es pertenecerte totalmente?
– Lo lograrás.
– ¿Cuándo?
¿El año próximo?
¿Más adelante todavía?
¿O hasta que la ancianidad me haga prudente y sabio?
– Lo lograrás.
-Llegarás… alcanzando la madurez de espíritu….
Perfección de voluntad y a una decisión perfecta
En el término de unas cuantas horas.
Y al decir esto, Jesús sonríe de una manera enigmática.
Pues ha lanzado su mirada hacia el futuro y ve el heroísmo del que será capaz su discípulo.
Mannaém lo mira pensativo y escrutador…
Pero no pregunta nada más.
Después de un largo silencio que interrumpe Jesús,
al preguntar:
– ¿Has estado alguna vez con Lázaro de Bethania?
– No, Maestro.
Nos hemos encontrado algunas veces.
Puedo decir que no;
que si hubo algún encuentro, no puede llamarse amistad.
Ya sabes.
Yo con Herodes, Herodes contra él…
Por tanto…
– Ahora Lázaro te mirará más allá de estas cosas.
Te mirará en Dios…
Procura tratarlo como condiscípulo.
– Lo haré si Tú así lo quieres…
Se oyen voces llenas de alarma en el huerto, que buscan al Maestro.
Preguntan con angustia:
– ¡El Maestro!
– ¡El Maestro!
– ¿Está aquí?
Responde la voz cantarina de la dueña de la casa:
– Está en la habitación de arriba.
¿Quiénes sois?
¿Estáis enfermos?
— No. –
Somos discípulos de Juan.
– Y queremos ver a Jesús de Nazaret.
Jesús se asoma por la ventana,
y dice:
— Paz a vosotros…
Ellos levantan la cabeza y los reconoce,
invitándoles:
– ¡Oh!
¿Sois vosotros?
¡Venid! ¡Venid!
Sus pasos apresurados suben por la escalera.
Son los tres pastores: Juan, Matías y Simeón.
Jesús deja la habitación y va a su encuentro a la terraza.
Manahén lo sigue.
Se encuentran justamente en el punto en que la escalera termina en la soleada terraza.
Los tres se arrodillan y besan el suelo.
Mientras Jesús los saluda.
– La paz sea con vosotros…
Levantan la cabeza y muestran un rostro lleno de dolor.
Ni siquiera viendo a Jesús se sosiegan.
Su grito ahogado por el llanto:
– ¡Oh, Maestro!
Juan habla en nombre de los demás:
– Y ahora recógenos, Señor.
Y las lágrimas se deslizan por la cara del discípulo y de sus compañeros.
Jesús y Mannaém dan un solo grito:
– ¿¡Juan!?
– ¡Lo mataron…!
La noticia cae como un rayo que paraliza hasta el aire, en un silencio horrorizado.
Cuyo enorme fragor cubre todos los ruidos del mundo,
a pesar de que haya sido pronunciada en voz muy baja.
Petrifica a quien la dice y a quien la oye.
Y se produce un rato de silencio tan profundo…
Que parece extenderse en su profunda inmovilidad también en los animales,
las frondas y el aire,
Porque es como si la Tierra entera, para recoger esta palabra y sentir todo su horror,
suspendiera todo ruido propio.
Queda suspendido el zureo de las palomas, truncada la flauta de un mirlo,
enmudecido el coro de los pajarillos.
Y como si de golpe se le hubiera roto el artilugio, una cigarra detiene su chirrido al improviso,
mientras se detiene el viento que, haciendo frufrú de seda y crujido de palos,
acariciaba las pámpanas y las hojas.
Jesús palidece.
Sus ojos se agrandan.
Vidrian por el llanto que se asoma.
Abre los brazos.
Su voz es más profunda, por el esfuerzo que hace para que sea firme y tranquila.
Y dice:
– Paz al Mártir de la Justicia y a mi Precursor.
Cierra los ojos y los brazos sobre su pecho.
Su espíritu ora.
Entrando en contacto con el Espíritu de Dios y el de Juan Bautista.
Mannaém no dice nada, no hace ningún gesto, ni se atreve ni a moverse.
Al revés de Jesús, se pone colorado y la ira lo invade.
Se pone rígido y paralizado.
Toda su turbación se manifiesta en el movimiento mecánico de la mano derecha,
que sacude el cordón de la túnica y de la izquierda, que instintivamente busca el puñal
Pero no lo encuentra, porque se le olvidó que está desarmado.
Pues para poder ser discípulo del manso, es requisito para estar cerca del Mesías.
Y mueve la cabeza compadeciéndose de su fragilidad
y de sentirse tan impotente.
Jesús recupera la Majestad Divina que le es habitual.
Y tan solo le queda una profunda tristeza, dulcificada con paz.
Con voz serena dice:
– Venid.
Me lo contaréis.
De hoy en adelante me pertenecéis.
EVANGELIO DE SAN MARCOS
Capítulo 6
Muerte de Juan el Bautista
14. Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
15. Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
16. Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
17. Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20. pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
23. Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»

18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» 19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, Marcos 6
24. Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
26. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28. y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
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255 PEDRO EVANGELISTA
255 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Un poco cohibidos al principio, los campesinos paulatinamente se sienten a sus anchas.
Y sobre un gran pan que les sirve de plato, les sirven las porciones de cordero.
Ellos comen gustosos y tranquilos en medio de su sencillez;
calmando toda el hambre que acumularon, mientras cuentan los últimos sucesos.
El fuego ilumina esta reunión.
Terminan de comer y de los dos corderos, solo quedan los huesos descarnados.
Y un fuerte olor a grasa que sigue quemándose sobre la leña, que poco a poco se va apagando.
Y en su lugar, entran los rayos luminosos de la luna.
Es entonces que también vienen y se unen a los otros, los campesinos de Yocaná.
Es la hora de hablar.

Judas con posesión diabólica perfecta, por su soberbia hipócrita y su superioridad llena de egoísmo…
Los ojos azules de Jesús buscan a Judas de Keriot…
Que recargado en un árbol; se hace el desentendido, ante el mudo llamado del Maestro.
Entonces Jesús lo llama con voz fuerte:
– ¡Judas!».
Como alumno remolón, Judas se levanta y se acerca.
Jesús dice:
– No te apartes.
Te ruego que evangelices por Mí.
Estoy muy cansado.
¡Si no hubiera llegado esta tarde, por supuesto que tendríais que haber hablado vosotros!
– Maestro…
no sé qué decir…
Al menos, hazme preguntas.
– No te las tengo que hacer Yo.
pregunta a los campesinos.
– Vosotros: ¿Qué deseáis oír?,
¿Qué deseáis que se os explique?
Los hombres se miran unos a otros… dudan…
Por fin un campesino pregunta:
Hemos conocido el Poder y la Bondad del Señor, pero sabemos poco de su Doctrina.
Ahora que estamos con Yocana, tal vez podamos aprender algo más.
Tenemos muchísimos deseos de conocer cuáles son las cosas indispensables,
que deben hacerse para obtener el Reino que promete el Mesías.
¿Podremos obtenerlo con la nada que podemos hacer?
Judas responde:
– La verdad es que estáis en condiciones muy penosas.
Todo, en vosotros y a vuestro alrededor, conjura para alejaros del Reino.
La falta de libertad para venir adonde el Maestro cuando quisierais;
La condición de siervos de un patrón que si no es una hiena como Doras;
pero que por lo que se ve, es un perro guardián que a sus siervos tiene prisioneros.
Los sufrimientos y el estado de degradación en que os encontráis…
todo esto, son circunstancias desfavorables para que elijáis el Reino.
En vosotros no pueden existir más que odio, resentimientos,
críticas o venganzas contra quienes os tratan tan cruelmente.
La cosa mínima y necesaria es amar a Dios y al prójimo.
Sin esto no hay salvación.
Deberéis vigilar para contener vuestro corazón dentro de una sumisión pasiva
a la Voluntad de Dios, que se manifiesta en vuestro destino;
y, aguantando pacientemente al amo, sin permitir a vuestro pensamiento siquiera la libertad
de un juicio, que está claro que no podría ser benévolo respecto al amo,
ni de gratitud por vuestra… por vuestro…
porque veo en vosotros buena voluntad unida a mansedumbre de ánimo,
lo que se manifiesta en vuestra suerte.
Y soportando pacientemente al patrón; sin permitir siquiera a vuestro pensamiento
la libertad de un juicio que no pueda ser benévolo para con él,
ni de agradecimiento para con vuestro… para con vuestra…
En una palabra: no debéis reflexionar en vuestro estado,
para que no tengáis rebeliones en vuestro corazón.
Rebeliones que matarían el Amor.
Quien no tiene amor, no tiene salvación, porque no obedece al primer precepto.
Yo estoy seguro de que os podréis salvar,
porque veo en vosotros la buena voluntad, junto con una mansedumbre de corazón;
lo cual es un buen augurio para que mantengáis lejos de vosotros el Odio…
Y el espíritu de venganza.
Por lo demás, la Misericordia de Dios es tan grande,
que os perdonará todo lo que ahora falta a vuestra perfección.
Judas ha terminado.
Sigue un silencio profundo.
Jesús tiene la cabeza muy inclinada y no se puede ver la expresión de su rostro.
Pero las de los demás son claras y elocuentes.
Para nada dichosas.
Las caras de los campesinos reflejan mucho más su estado de envilecimiento…
Y expresan más abatimiento que al principio.
Las de los apóstoles y las de las mujeres, una sorpresa aterrada
Y un estupor que casi es miedo.
El anciano responde humildemente:
– Trataremos de no dejar que surja en nosotros ningún pensamiento,
que no sea de paciencia y perdón.
Otro de los campesinos suspira:
– La verdad es que será difícil llegar a la perfección del amor;
para nosotros…
¡Que ya es mucho si no hemos acabado siendo asesinos de nuestros verdugos!
El corazón sufre, sufre, sufre…
Y aunque no odie, encuentra mucha dificultad en amar,
como esos niños macilentos que tienen dificultad en crecer…
Pedro dice para consolarlos:
– No, no, hombre.
Yo, por el contrario, creo que precisamente por haber sufrido tanto,
sin haceros unos asesinos o personas vengativas;
vuestro corazón es más fuerte que el nuestro en el amor.
Amáis sin percibirlo siquiera.
Y aquí se da cuenta de que ha hablado…
Y se interrumpe para decir:
– ¡Oh! ¡Maestro!…
Pero… me has dicho que debía hablar…
Que encontrase el tema incluso en el cordero que iba a asar.
He estado mirando, para buscar palabras buenas que decir a estos hermanos nuestros,
para su caso particular.
Pero, la verdad es que -sin duda alguna, porque soy un necio- no he encontrado nada apropiado.
Y sin saber cómo, me he visto muy lejos, en pensamientos que no sé si llamar extravagantes –
en ese caso serían míos o santos.
Entonces provendrían del Cielo.
Yo los manifiesto, tal y como me han venido…
Tú, Maestro, me los explicarás o me reprenderás por ellos,
Y todos vosotros sabréis ser comprensivos.
Así pues, estaba mirando lo primero:
la llama y me ha venido este pensamiento:
“¿De qué está hecha la llama?
Viene de la leña.
Pero la leña por sí sola no arde;
es más, si no está bien seca, no arde de ninguna manera,
porque el agua la carga e impide que la yesca la encienda.
La leña, cuando está muerta, acaba incluso pudriéndose;
desmenuzándose, por la carcoma; pero, por sí sola, no se enciende.
Ahora bien, si una persona la prepara adecuadamente y le acerca la yesca y el eslabón.
Y favorece que la chispa prenda soplando en las ramas delgadas, para aumentar la llamita inicial.
Porque se empieza siempre por las cosas más menudas,
entonces la llama brota, prende fuerte, se hace útil, arremete contra todo,
hasta los troncos más gruesos”.
Y me decía a mí mismo:
“Nosotros somos la leña.
Por nosotros mismos no nos encendemos.
Pero, eso sí, es necesario en nosotros el cuidado de no estar demasiado cargados,
de la pesada agua de la carne y la sangre,
para permitir que la yesca se encienda con su chispa.
Y debemos desear arder; porque, si nos quedamos inertes.
Podemos ser destruidos por la intemperie y la carcoma;
es decir, por la humanidad y el demonio.
Sin embargo, si nos abandonamos al fuego del amor,
éste empezará a quemar las ramitas más finas y las destruirá.
Las ramitas, para mí, eran las imperfecciones;
luego aumentará y arremeterá contra la leña más gorda,
o sea, las pasiones más fuertes.
Nosotros, que somos leña, cosa material, dura, opaca, incluso fea;
vendremos a ser esa cosa hermosa, incorpórea, ágil, espléndida, que es la llama.
Todo esto por habernos prestado al amor, que es el eslabón y la yesca,
que de nuestro mísero ser de hombres pecadores, hacen ángeles del tiempo futuro,
ciudadanos del Reino de los Cielos”.
Éste ha sido un pensamiento.
Jesús ha levantado un poco la cabeza y está escuchando con los ojos cerrados…
Y un asomo de sonrisa en sus labios.
Los demás miran a Pedro, todavía con estupor, pero el miedo ha desaparecido..
Y la admiración ilumina las miradas…
Él sigue hablando tranquilo:
– Mirando a los animales que se estaban asando,
me ha venido otro pensamiento.
No digáis que soy pueril en mis pensamientos.
El Maestro me había dicho que los buscara en lo que veía…
Bien, pues estaba mirando a los corderos, y decía:
“Son dos seres inocentes y mansos.
Nuestra Escritura está llena de dulces alusiones al cordero;
tanto para recordar al Mesías prometido y Salvador…
Ya desde la alusión a Él en el cordero mosaico,
como para decir que Dios tendrá compasión de nosotros.
Lo dicen los profetas.
Viene a congregar a sus ovejas, a socorrer a las heridas,
a cargar sobre Sí a las que tienen algún miembro fracturado.
¡Cuánta bondad!” decía.
“¿Cómo tener miedo de un Dios que promete
tener tanta compasión con nosotros, miserables?
Pero” decía también
“tenemos que ser mansos, al menos mansos, dado que no somos inocentes; mansos.
Y estar deseosos de que el amor nos consuma.
Porque, hasta el más bonito y puro de los corderitos, una vez matado,
¿En qué acaba, si el fuego no lo asa?
Pues en carroña podrida.
Mientras que, si lo envuelve el fuego, viene a ser alimento sano y bendito”.
Y concluía:
“En definitiva, todo el bien lo hace el amor,
que nos aligera de los lastres de nuestra humanidad,;
nos hace resplandecientes y útiles;
nos hace buenos ante los hermanos y gratos a Dios;
sublima nuestras buenas cualidades,
hasta un nivel que recibe su nombre de virtudes sobrenaturales.
Y quien es virtuoso es santo, quien es santo posee el Cielo.
Por tanto, lo que nos abre los caminos de la perfección,
no es la ciencia ni el miedo, sino el amor;
el cual, mucho más que el temor al castigo, nos mantiene alejados del mal,
por el deseo de no entristecer al Señor.
Nos hace sentir compasión de nuestros hermanos y amarlos, porque vienen de Dios.
Por tanto, el amor es la salvación y santificación del hombre”.
En estas cosas pensaba mientras miraba a mi asado,
obedeciendo a mi Jesús.
Perdonad si son sólo éstas, pero a mí me han hecho bien;
os las entrego con la esperanza de que también a vosotros os hagan bien.
Todos miran a Pedro admirados, por el apóstol humilde y obediente.
Solamente Judas, se ha volteado ligeramente y mira hacia lo alto de la montaña…
Sin que él mismo sepa porqué,
siente su corazón lleno de ira.
Y una mirada de odio satánico enciende sus ojos.
Es como una sombra fugaz que descompone la belleza de su rostro,
llenándolo de una maldad, que lo vuelve demoníaco.
Pero es solo por unos momentos.Cuando vuelve su cara hacia el grupo, todo esto ha desaparecido.
Y solo queda su sonrisa llena de soberbia y la autocomplacencia de sentirse superior.
Cuando Pedro termina, los campesinos están consolados y contentos.
Y dicen que así será muy fácil seguir la Doctrina del Amor.
Judas está amoscado.
Los demás están sorprendidos y miran a Pedro con un nuevo respeto.
Jesús abre los ojos.
Ahora están radiantes.
Alarga un brazo y pone la mano en el hombro de Pedro:
Y le dice:
– Verdaderamente has encontrado las palabras que debías. La obediencia y el amor han hecho que las encontraras;
la humildad y el deseo de consolar a tus hermanos harán de ellas,
estrellas en su cielo oscuro.
¡Dios te bendiga, Simón de Jonás!
Pedro responde
– ¡Que Dios te bendiga a Ti, Maestro mío!
¿No vas a hablar?
– Mañana los campesinos entrarán en su nueva condición de dependencia.
Bendeciré su entrada con mi Palabra.
Podéis marcharos en paz.
Que Dios esté con vosotros.
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8- LA SINFONIA DE LA CREACION 1
En la Puerta del Cielo, Víctor admira aquella regia mansión tan magníficamente bella y en la cual,
todas las fuentes están decoradas con figuras de niños, delfines, pescados, palomas, ciervos, etc.
En ninguna parte hay estatuas de dioses.
Y aunque la decoración es muy rica, variada y hermosa;
tampoco hay escenas lúbricas, ni de faunos o ninfas.
Leonardo por su parte, está concentrado en sus propios pensamientos…
mientras su mirada vaga absorta, contemplando todo lo que le rodea.
Diego y Adrián, conversan con Ariadna junto a una fuente.
Los dos ríen felices y entusiasmados;
mientras ella los mira entre seria y divertida.
Curiosa pregunta:
– ¿Quién de los dos, mandó a Marte?
Y responde:
– Yo.
Pero no sirvió de nada.
Cuando su comandante general Lucifer, se ofreció a hacerlo personalmente, tampoco funcionó.
Estaba muy enojado y ahora sabemos por qué…
Ariadna siente un escalofrío al recordar lo que la hizo sufrir…
Y también sus amenazas al dejarla antes de huir…
Ella sabe que su hora de la muerte depende de Jesús y eso es lo importante.
Confía en Él y en su Amor.
Por ahora lo único que importa es que ha ganado las almas de sus astutos atormentadores…
Y poder entregárselas a Jesús es suficiente recompensa.
Adrián agrega:
– Evidentemente,
el incomparable Apolo tampoco logró nada…
Y a Asmodeo también lo aterrorizaste..
Ariadna contesta:
– Ellos son potestades y principados, no dioses.
Nosotros los conocemos como ángeles caídos y no pueden medirse con su Creador.
– ¿Entonces son solo creaturas?
– Así es.
Pero rebeldes a Dios.
Dominan a quien no los conoce…
Y a quién no ama a Jesús, ni lo reconoce como Dios.
Diego dice:
– Tratamos de conquistarte con hechizos y sortilegios…
Afrodita y Asmodeo, estaban seguros de vencer…
Y siempre fracasamos.
Jesucristo el Crucificado es el más Poderoso y venció siempre a los demonios y a nuestras artes mágicas.
Adrián suplica:
– Ariadna, te hemos perdido a ti, pero queremos ganar a Dios.
Queremos ser cristianos para servirlo y adorarlo sólo a Él.
Diego agrega:
– Pedro dijo que tú nos enseñarías lo que es el alma…
Ariadna mueve la cabeza asintiendo y su sonrisa se vuelve luminosa.
Diego y Adrián la miran fascinados.
Leonardo está curioso y sorprendido.
Ahora va a conocer los secretos de la religión, por la cual Sofía se le resiste tanto…
Más tarde, cuando todos están cómodamente instalados, en uno de los salones adaptados de la mansión…
La voz de Ariadna llega a los oídos que la escuchan con expectación
“La Sinfonía de la Creación”
YAHVE (Yeové) significa: YO SOY.
En el verdadero contexto de la palabra hebrea, tiene un significado más amplio:
el que ES, siendo; Crea, creando; Existe, existiendo.
En una palabra que expresa movimiento continuo e infinito.
El ES el que está en el trono de su Reino Celestial, en donde los ángeles le sirven.
Y vive rodeado de los justos que forman la Gran Familia de los Hijos de Dios.
Él, es el Padre Celestial.
El Altísimo Señor del Universo.
El Santísimo Creador.
“En el principio creó Dios el cielo y la tierra…
Y el Espíritu del Señor se movía sobre las aguas.”
Estas son las primeras palabras, de la maravillosa Historia de la Creación
Ya era Dios.
Siempre Él Fue.
Y por su SER podía crear de la nada, el todo;
del desorden, el orden; de lo informe, lo completo;
lo formado con leyes de sabiduría potentísima.
Del Caos, surge el Universo.
De los vapores cargados de moléculas confusas; de la anarquía de los elementos creó el cielo y la tierra.
Y poco a poco las sucesivas obras de la Creación, que fueron cada vez más portentosas.
Del caos que se separa y ordena; partes sólidas con partes sólidas para formar el planeta Tierra.
Partes húmedas con partes húmedas para formar sucesivamente los mares, los lagos, los ríos y los arroyos;
La primera de las cosas no solo ordenada con elementos ya existentes en el Caos;
sino creada con poder propio, de la nada.
Y poco a poco, las sucesivas obras de la Creación se cumplieron.
El Espíritu del Señor se movía sobre ellas, con sus leyes y providencias.
Del Caos, Dios creó el Universo, ordenando las caóticas materias y los elementos;
en aquella perfección de mundos que han durado millones de siglos.
Cuando se observa meditando, lo creado; se puede ver como la Creación es igual a una escala ascendente;
en un canto que sube siempre más; de nota a nota, hasta tocar la nota perfecta y sublime.
Como es igual a un generarse de vidas cada vez más completas y perfectas, hasta alcanzar la perfección total.
De las primeras moléculas sólidas, de los vapores y fuegos desordenados que eran la nebulosa primitiva,
se formaron la tierra y las aguas.
Cuando el Creador creó la tierra, la sacó de la Nada.
Reuniendo el gas del éter ya creado y revolviendo el firmamento, en una masa que rotando se solidificó;
como avalancha meteórica, que crecía siempre más; alrededor de un núcleo primitivo, con la fuerza centrípeta.
La tierra formándose así; en su recorrido de proyectiles nebulares que se solidifican a través de los espacios;
debía por fuerza arrebatar a esas emanaciones, los elementos provenientes de otras fuentes.
Los cuales quedaron encerrados en ella bajo la forma de fuegos volcánicos, azufres;
aguas minerales diversas, las cuales afloran a la superficie testimoniando su existencia y misterios…
¡Cuántas fuerzas buenas ignora todavía el hombre y que conocería;
si tuviera la humildad necesaria para reconocer al Creador Eterno!
Tres Días para preparar la tierra para ser habitada.
Y en el tercer Día, el Creador la vistió de hierba y plantas;
para que pudiera recibir semillas y hacerlas vegetales útiles.
Entonces sobre la tierra, en la cual ya había luz, agua, aire;
encendió la fuente de calor y con el sol perfeccionó la luz.
Con las estrellas y la luna que regula las mareas y las ondas de los vientos y las aguas celestes;
la tierra está lista para recibir a los animales.
Dios Creador es ilimitado en su poder.
Dios Creador, es Perfecto en su crear.
Dios Creador es Previdente en su crear.
Hizo diversidad en las especies vegetales, no solamente de las que tienen frutos.
Y ha unido a las plantas de deleite, las flores, las plantas medicinales… y con diferentes utilidades para el ser humano.
Hizo las diferentes especies de animales, no solo las que son fáciles de domesticar.
Sino también las que en su vida salvaje son útiles a la limpieza del campo.
Inclusive la maldita serpiente cargada de veneno y de gran utilidad;
porque este veneno cura algunas de las más penosas enfermedades.
Y todas estas especies obedecen a la razón para la que fueron creadas, al orden que les fue dado.
Desde el sol hasta el mosquito, no hay ninguno que diga: “yo quiero hacer lo que me parezca”.
Y con su vida ordenada el fin para el que fueron creados, cantan loas y reflejan la gloria de su Creador.
Por lo tanto en los animales está ya representado y perfeccionado,
lo que se encuentra en los reinos inferiores: los minerales y los vegetales.
“Y vio Dios que lo hecho estaba bueno.”
Dios creó el Universo para el deleite del hombre y lo llama a través de la grandeza que reflejan las obras de Dios.
Por último en la tierra, completada de todos los bienes, creó al hombre y lo colocó como rey de cuanto había hecho.
“Y vio Dios que lo que había hecho, era muy bueno”
Un artista no se siente complacido hasta que contempla su obra maestra.
En la escala ascendente, la nota se hace más alta y pura.
Más completa, más magníficamente divina
HE AQUÍ AL HOMBRE.
El hombre en el cual están los tres reinos precedentes.-privado de linfa el primero;
de movimiento, el segundo; de razón, el tercero. – y adjunto el cuarto reino:
aquel de la criatura razonable; dotado de palabra, de inteligencia y de razón.
Razón que regula los instintos.
Inteligencia que abre los pensamientos a comprensiones…
Y visiones que son infinitamente superiores a aquellas que se dan a los animales:
capacidad de pensar en un bien material.
Palabra que lo hace capaz de expresar sus necesidades y sus afectos;
entendiendo a aquellos de sus iguales.
Y sobre todo, de alabar a Dios su Creador y orar.
O de evangelizar al que lo ignora.
En el hombre están el reino mineral, el vegetal, el animal, el humano…
Y perfección de perfecciones: el espiritual.
He aquí la escala que del desorden del Caos, sube al orden sobrenatural, pasando por el natural.
He aquí a la criatura en la cual están reunidos y en síntesis,
todos los elementos y caracteres de las otras creaciones; reunidas y perfeccionadas.
A la criatura hecha de fango.
O sea, con el polvo en el cual están desmenuzadas las sales minerales en el elemento agua.
Dotado de calor (elemento fuego) y de respiración (elemento aire)
De vista natural e intelectual (elemento luz)
De sangre, humores, glándulas y órganos reproductores (linfa)
de instintos, pensamientos, movimientos, libertad, voluntad,
Dios infunde su “soplo o espíritu de vida.”
Cuando Dios creó al primer hombre, infundió en él más que la vida de la materia hasta entonces inanimada;
también la vida del espíritu.
De otra manera no habría podido decir que lo había hecho a imagen y semejanza suya.
El hombre fue creado a imagen y semejanza.
Y une en sí y en perfecta armonía: cuerpo, alma y espíritu.
Lo creó inmortal para que viviera una sola vez.
El orden en la vida humana es éste:
que un cuerpo se una a un espíritu para volver al hombre en similitud con Dios;

Génesis 18… ¿Abraham también estaría demente, armando todo este trajín, para ALGUIEN que los ateos dicen que NO existe?
el cual no es carne, sino Espíritu.
No animal, sino sobrenatural.
Cada hombre y cada obra tienen su sello diferente:
Dios jamás se repite.
Cada hombre es único.
Por eso los ángeles tienen diferentes habilidades y competencias:
unos son custodios, otros heraldos y otros, serafines adorantes.
Cada uno tiene su función.
El Creador proveyendo el resguardo de la Humanidad;

Los ateos que se creen sabios, traen también su silla, igualita a ésta… porque se sienten dioses, pero Satanás los tiene discapacitados. Stephen la traía completa: física y espiritual…
su mente santísima la diversificó por el bien de la tierra y según las necesidades,
dotó a cada hombre de las habilidades necesarias según las circunstancias.
Y le dio el ingenio para que creara a su vez.
Por eso es la diferencia de caracteres y de temperamentos.
Para el Creador, su obra Maestra fue el hombre.
Y su mayor satisfacción, el fin para el que lo creó.
Cuando la mente divina concibió la idea de crear al hombre,
su amor pensó en la criatura humana como un dios, hijo de Dios.
Y el Padre en verdad puso el sello de su Paternidad en su hijo: en el espíritu.
La capacidad de conocer y amar a Dios tanto en esta como en la otra vida.
Así pues creo al hombre compuesto de dos sustancias:
una material llamada cuerpo, creada inicialmente en el lodo
y procreada subsiguientemente con la carne y la sangre del hombre.
La otra inmaterial: compuesta por el alma y el espíritu.
Sin el alma el hombre sería una criatura animal guiada por los instintos y las facultades naturales.
Y sin el cuerpo el hombre sería una criatura espiritual:
con dotes sobrenaturales de inteligencia, voluntad y gracia, igual que los ángeles.
Dios a esta Obra Maestra representada por el hombre,
en el cual se encuentran unidas las dos criaturas:
la animal y la espiritual, formando una sola unidad.
Le dio su imagen y semejanza en sus pensamientos, en sus afectos,
en sus actos, en sus impulsos, en sus deseos y sentimientos.
El Sexto Día fue creado el Hombre.
Verdadero anillo de conjunción entre la Tierra y el Cielo.
Verdadero punto de unión entre el mundo espiritual y el material.
El ser en el cual la materia es tabernáculo del espíritu.
El ser en el cual el espíritu anima la materia, no solo por la vida limitada y mortal;
sino por la vida inmortal después de la resurrección final.
El hombre, la criatura en la cual habita el Espíritu Creador.
El hombre, la maravilla de la potencia de Dios, al que infunde parte de Sí Mismo Infinito.
El polvo elevado a la potencia de Hombre y Mujer.
Y unidos a ellos la Gracia, que eleva la potencia del hombre-animal,
a la potencia de la vida y condición de criatura sobrenatural deificándola,
convirtiéndola en hijo de Dios por participación de naturaleza.
Haciéndolo capaz de entrar en relación directa con Él.
Disponiéndolo a comprender al Incomprensible.
Haciéndole posible y lícito amar a Aquel a quién sin su Divino Don,
no podría el hombre por su sola capacidad, ni siquiera desear amar.
El hombre, hecho triángulo que apoya la base (la materia) sobre la tierra de la que fue extraído
y que tiende con sus facultades intelectuales, a ascender al conocimiento de Aquel al que se asemeja
y toca con su vértice (el espíritu del Espíritu, la parte electa del alma) EL CIELO;
perdiéndose en la contemplación de Dios Caridad, accesible por la unión con Dios y lo deifica.
EL CUERPO.
El cuerpo humano es una obra maestra que compendia las artes y las ciencias.
El Divino Escultor proyectó en él, una maravilla arquitectónica y un prodigio de ingeniería,
que contiene el más portentoso laboratorio químico…
Y el más asombroso y perfecto conjunto de armonía, belleza y funcionalidad.
Creado originalmente inmortal, fue destinado a ser un Templo Viviente para que Dios lo habitase.
Lavado por el Bautismo convierte al hombre en Templo del Espíritu Santo.
La belleza es un atributo de Dios y fue uno de los dones que dio a los progenitores.
Los cuerpos humanos creados por Dios, eran perfectamente hermosos…
Y reflejaban la perfección del que los había creado.
Dios es un Espíritu Purísimo.
Y el hombre testimoniaba con la perfección de un cuerpo armónico y bellísimo,
vasos vivos para contener el Espíritu del cual provenían.
El cuerpo humano profanado y corrupto
no puede contener al Espíritu de Dios y es invadido por Satanás.
Cuando Satanás toma posesión, inocula la corrupción en todas sus formas.
Y el hombre satanizado es un demonio con todos los desenfrenos de su amo.
Un Satanás que va contra la Ley divina y humana.
Que viola hasta las normas más elementales, del vivir como hombres racionales.
El cuerpo es solamente la vestidura del alma…
Y por el pecado ha quedado sujeto a la corrupción, a la muerte, a la enfermedad, al DOLOR.
EL ALMA Y EL ESPIRITU.
“El Altísimo no habita en templos hechos por la mano del hombre.”
Estas palabras fueron dichas por el Templo de Salomón,
la más suntuosa casa que el hombre haya elevado en honor de Dios.
Porque Dios Mismo al crear al hombre, se hizo con infinita potencia una morada digna de Sí:
en el espíritu del hijo fiel; espíritu que es una partícula de Sí Mismo.
El espíritu del hombre vivo por la Gracia, convertido en Templo del Espíritu Santo,
cierra el círculo del amor: Dios conteniéndose a Sí Mismo.
El alma es el cofre, el arca santa, el nutriente que contiene al espíritu,
que es la gema salida de la Mano de Dios,
de los infinitos tesoros de su YO para ponerla dentro de la criatura;
signo innegable del origen divino del hombre, que certifica su filiación con su Creador.
Como la sangre en las venas, está el espíritu en el interior del alma.
Y así como la sangre da vida al cuerpo para vivir la jornada terrena;
así el espíritu da la vida al alma, para vivir los días que no tienen fin.
El alma espiritual es la que diferencia al hombre de los animales.
Y ésta viene de Dios y todas sus potencias tienden hacia Él.
Dios es Luz y es el Padre de la Luz y de las luces.
A la tierra, su primera criatura, concede y dona la Luz.
Así como al hombre, perfección de la Creación
y última de las Seis Obras de las seis jornadas divinas; después de las cuales Dios reposó;
concede el atributo que lo hace a Él semejante:
el espíritu inmortal.
Libre, el hálito suyo divino, infuso en la materia, para que sea animado por Dios y tenga derecho al Cielo…
El cuerpo del hombre es animado por el soplo de Dios.
Por esto en todo hombre y en cada hombre;
se extiende y penetra el Espíritu de Dios con derecho de Rey y con su amor de Padre Creador.
Porque ¿En donde reposa Dios?
En el espíritu de los justos.
¿Qué es el espíritu?
Es la parte superior del alma humana.
¿Cuándo deja de ser trono de Dios?
Cuando la concupiscencia la trastorna…
¿Cómo estamos hechos?
LA PERFECCION DE ADAN….
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
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111 EL MARTIRIO 2
111 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
LAS DOS COLUMNAS PRIMARIAS
Nerón, cuando asesinó a Séneca esperaba apoderarse de la fortuna estimada en trescientos millones de sestercios y descubrió que ésta no llegaba ni a la décima parte de esa cantidad.
Con la sentencia de Petronio, se encontró con que lo único que quedaba era su palacio en Roma y la quinta de Cumas; que ya no le pertenecían a él, pues estaban legalizadas a nombre de otro dueño.
Estos dos fiascos le hicieron decretar que en los testamentos se presentarían en blanco las dos primeras páginas.
Que solamente se escribiría en ellas el nombre del testador y que el que escribiese el testamento de otro, no podría asignarse ningún legado.
Empobrecido y exhausto de recursos hasta el punto de demorar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones.
Se apoderó de los bienes y las fortunas que le apetecían con el argumento de que ‘habían sido ingratos con el Príncipe.’
Un día que cantaba en el teatro, vio a una matrona adornada con la prohibida púrpura, la señaló a sus agentes y haciéndola sacar inmediatamente, le confiscó el traje y los bienes.
Y ya no confirió ningún cargo sin añadir:
– ¿Sabes lo que necesito?
Obremos de tal forma que nadie tenga nada.
Concluyó por despojar a la mayor parte de los templos y fundió todas las estatuas de oro y de plata.
Después de la muerte de Popea quiso casarse con Antonia la hija de Claudio.
Como ella se rehusó, también la acusó de conspiración e hizo que la mataran.
No hubo lazo que no rompiera con el crimen.
Y mientras tanto su red de espías, seguían llenando los tribunales con cristianos.
Pedro fue arrestado por los pretorianos y lo llevaron a la cárcel mamertina, en el calaozo del Tullianum.
Los cristianos lo recibieron con gran reverencia y amor.
Algunos presos que habían sido torturados y que no eran cristianos, le pidieron que los ayudase.
Pedro oró y los sanó el Señor.
El hijo de un verdugo que estaba sordo y mudo, también fue sanado.
Entonces un centurión se acercó…
Y le dijo:
– Mi nombre es Flavio.
Tengo un compañero de guerra al que quiero mucho.
En Germania recibió un fuerte golpe en la nuca y está paralizado del cuello hacia abajo.
¿Podrías rogar a tu Dios para que lo cure?
Pedro le contestó:
– Flavio, ¿Crees que nuestro Señor Jesucristo pueda sanarlo?
– Sí creo. Creo que Él es Dios y si Él quiere, puede compadecerse de un pagano…
– Flavio, en el Nombre de Jesucristo, hágase como lo pides.
Y dile a tu amigo que busque la Luz de la Verdad.
Por la tarde de ese mismo día, llegó el otro soldado completamente sano a darle las gracias.
Flavio dice llorando:
– Cuando seas sentenciado, yo voy a tener que matarte.
Pedro lo mira sonriendo con amor,
Y lo exhorta:
– Cumple tu deber hijo mío.
Y alégrate. No me darás la muerte. Lo que vas a hacer es abrirme las Puertas del Cielo.
El soldado sanado declara:
– Anciano, yo soy Leoncio y te doy las gracias a ti y a tu Dios.
– Dime cómo podemos agradecerle y adorarlo.
– Él Mismo los guiará. Venid…
Y Pedro les habla del alma y del Cielo…
Durante todo el tiempo que estuvo en prisión, continuó evangelizando también a sus carceleros,
realizando milagros a todos los que se lo pedían y bautizando sin cesar a los conversos…
Y los rumores de lo sucedido, traspasaron las murallas de la prisión y se expandieron por todos lados.
Entonces Pablo también fue llevado a la cárcel Mamertina.
Y cuando Nerón fue notificado de que los líderes de la Iglesia Perseguida habían sido capturados, decidió divertirse un poco…
Recordó algo que le había platicado Popea cuando era prosélita de la religión hebrea.
Y en complot con Tigelino, urdió un plan…
Para ver lo que haría el Dios de los cristianos, al verse enfrentado con su Padre.
La primera vez que se menciona a Simón el Mago es en el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde dice que él era un hombre experto en las artes mágicas con las cuales,
“tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje” (Hechos 8, 9).
Y cuando Felipe, uno de los primeros diáconos, llevó el evangelio a esta zona.
Por la gracia de Dios, mucha gente creyó y fue bautizada, incluyendo a Simón el Mago.
Al poco tiempo Pedro y Juan visitaron Samaria, para llevar el sacramento de la confirmación a los nuevos conversos.
El poder de este sacramento, impresionó a Simón el Mago y le ofreció dinero a los apóstoles, a cambio de que le dieran ese poder.
Los apóstoles se rehusaron a perpetrar ese sacrilegio y la Iglesia hoy llama a ese pecado Simonía,.
Simón, luego de ser rechazado por los Apóstoles, abandonó la Iglesia Católica y se volvió hacia el gnosticismo, una herejía cristiana temprana, que rechaza la autoridad de los Apóstoles,
en favor del conocimiento secreto que los cristianos afirmaban recibir directamente de Dios.
Al parecer volvió a su magia demoníaca y su conflicto llegó a su punto más alto en Roma; donde tenía muy impresionada a la gente con sus artes mágicas.
Y por sus prodigios era tenido entre los judíos como un gran personaje que ‘Tenía consigo la Fuerza de Dios’.
De acuerdo al plan preconcebido por el César, mandó sacar de la cárcel a Pedro y a Pablo.
Y ante una gran muchedumbre reunida en la plaza del Fórum,
Decidió enfrentarlos con Simón el Mago que capitaneaba a los judíos, acérrimos enemigos de los cristianos.
Cuando todos estuvieron frente al César,
éste les dijo, señalando a Simón:
– Este hombre es sincero y vosotros, los embaucadores.
Y ahora lo veremos.
Acto seguido Simón el Mago, coronado de laurel por Nerón mismo, subió hasta lo más alto del Capitolio,
¡Y empezó a volar!
Pedro al ver aquello, dijo a Pablo:
– Satanás se disfraza de ángel de Luz…
Pablo le replicó:
– A mí me corresponde orar…
Y a ti, dar las órdenes debidas.
Pablo se arrodilló y se sumergió en la Oración en el Espíritu.
Pedro levantó la voz y dijo con autoridad:
– Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire.
En El Nombre Santísimo de Jesús yo os mando que no lo sostengáis más.
Y que lo bajéis sin dañarlo, hasta el suelo.
Los Demonios se encolerizaron tanto, que obedecieron la orden a medias.
Ante el asombro general, Simón aterrizó bastante maltrecho; porque lo soltaron desde una altura considerable y cayó, rompiéndose las piernas.
Pero Pedro oró y Dios hizo el milagro.
Y Simón quedó tan avergonzado, que huyó a esconderse por un año, antes de animarse a comparecer ante el público otra vez.
Nerón se enfureció aún más, al ver el inesperado resultado de su maquinación.
Y antes de retirarse, ordenó que los llevaran al tribunal.
El Prefecto Agripa dijo a Pedro, al tenerlos frente a sí:
– Así que tú eres el hombre que en tus reuniones aprovechas tu influencia e impides que las mujeres se casen.
Pedro le contestó:
– Yo soy fiel discípulo de mi Señor Jesucristo.
El Crucificado que Resucitó y Vive y Reina por siempre, a la diestra de Dios Padre.
– Le seguirás hasta el final.
También tú morirás en la Cruz.
Y a Pablo por ser ciudadano romano, lo condenó a ser decapitado.
Al anciano apóstol se le aplicaron los azotes prescritos por la ley.
Y al día siguiente fue conducido fuera de las puertas de la ciudad.
Hacia el Monte Vaticano, en donde debía cumplirse la sentencia y ser crucificado.
A causa de su avanzada edad, no se le exigió que cargara con la cruz.
Cuando llegaron al sitio designado, Pedro contempló toda la Ciudad Eterna, extendida a sus pies…
Y levantando la mano derecha, bendijo:
¡URBI ET ORBI! (a la ciudad y al mundo)
Y su sonrisa se hizo más luminosa y su rostro se volvió radiante, cuando Jesús le permitió extender su mirada a través de los siglos.
Y vio el mismo lugar de su martirio, convertido en una inmensa Basílica, con la grandiosa plaza con su nombre, perpetuado por su donación y entrega a su misión.
Desde la cual, casi dos mil años después estaría llena de millares de personas, escuchando reverentes a otro Pontífice Mártir y Santo:
San Juan Pablo II.
La Plaza de San Pedro es una de las plazas más bonitas y grandes del mundo. Se encuentra situada en El Vaticano, a los pies de la Basílica de San Pedro.
Las dimensiones de la plaza son espectaculares: 320 metros de longitud y 240 metros de anchura.
En las liturgias y acontecimientos más destacados la Plaza de San Pedro ha llegado a albergar más de 300.000 personas.
Su sucesor 264, quién desde el Vaticano llevaría el mensaje del Evangelio a todas las naciones de la Tierra.
Y desde la Basílica de San Pedro, levantando su blanca mano, bendeciría lleno de bondad y de amor, infinidad de veces…
A través del Pontificado más largo de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana:
¡URBI ET ORBI!
Flavio, el jefe de los verdugos le indicó a Pedro que debía extenderse sobre la cruz.
Y Pedro le dijo:
– Cuando crucificaron a mi Señor pusieron su cuerpo sobre la Cruz, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, porque mi Señor descendió desde el Cielo a la Tierra.
Os ruego que al clavarme lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero.
Porque además de que no soy digno de ser crucificado como Él, yo voy a subir de la Tierra al Cielo.
Accedieron a su petición y lo colocaron sobre la Cruz de manera,
que sus pies quedaron clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo.
Cuando Pedro estaba ya crucificado, Dios abrió los ojos espirituales de los espectadores.
Y vieron al apóstol rodeado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas y de lirios.
Y a Jesucristo colocado a su vera, mostrándole un Libro abierto…
Pedro lo leyó: “Apocalipsis”
Y dijo en voz alta:
– Gracias Dios Mío.
Y se sumergió en la Oración en el espíritu.
Pedro admiró por largas horas, todos los sucesos que le fueron mostrados en la Ciudad del Vaticano.
Y finalmente, con voz llena de júbilo y de adoración,
Exclamó:
– ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!… –antes de expirar.
Las llaves del Cielo que Jesús le entregara y que habían estado en sus manos, las había entregado a Lino, en la Misa cuando le nombró su sucesor.
En esa misma tarde, otro destacamento de pretorianos condujo a Pablo de Tarso a lo largo de la Vía Ostiense.
Pasaron por la Puerta Trigémina, hasta un lugar llamado Aqua Salviae.
Mientras avanzan, él mira hacia los Montes Albanos con la magnífica sensación de haber terminado su larga y fatigosa jornada apostólica.
Contempla ya los Cielos abiertos para recibirle y su alma está llena de júbilo,
Por el inminente encuentro con el Dios por el que ha luchado y sufrido tanto,
Para darlo a conocer y a amar.
Cuando llegaron al sitio designado para el suplicio, se volvió hacia el Oriente y oró.
Luego, se despidió de los cristianos.
El verdugo le dijo:
– Prepara tu cuello.
Pablo se arrodilló y dijo:
– ¡Oh, Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y ofreció su cuello al verdugo.
Éste levantó la espada y descargó el golpe…
Con el rostro radiante, Pablo de tarso fue decapitado.
En el mismo instante en que se desprendió su cabeza del tronco,
Exclamó:
– ¡Jesús!…
Su sangre bañó la lóriga de su verdugo, brilló una luz intensísima.
Y quedó el aire perfumado con una fragancia maravillosa…
La Iglesia Cristiana ha sido confirmada con la sangre de sus Dos Columnas Primarias:
San Pedro y San Pablo Apóstoles…
Su ornamento final lo pondrá su último sucesor y papa mártir…
Y los cristianos que confesarán su glorioso testimonio en la Tercera Gran Persecución realizada en el imperio de terror del Anticristo…
95 LA HIPOCRESÍA FARISAICA
95 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Cuando Jesús, subida la última pendiente, llega al páramo, ve Betania, toda esplendorosa bajo un sol de Diciembre que quita tristeza a los campos desnudos.
Y hace menos oscura la fronda de los cipreses, chaparros y algarrobos que crecen aquí o allá y parecen cortesanos en ademán de saludar a alguna que otra palma altísima verdaderamente regia, que se eleva solitaria en los jardines más bellos.
Y es que Betania no ostenta sólo la bonita casa de Lázaro, sino también otras moradas de ricos habitantes de Jerusalén, que prefieren vivir aquí, cerca de sus bienes.
Ya que sus villas,de voluminosa y bella arquitectura, con jardines bien cuidados, destacan sobre el conjunto de las casitas de los aldeanos.
Produce una extraña sensación ver en un terreno ondulado todavía alguna palma evocadora del Oriente, con su tallo esbelto y el penacho duro y rumoroso de sus hojas, tras cuyo verde jade instintivamente, se busca la inacabable amarillez del desierto.
Aquí sin embargo, el fondo es de olivos verde y plata y de campos arados con trigo y de esqueléticos conjuntos de árboles frutales de troncos oscuros y de ramajes enmarañados.
Y ve también enseguida a un servidor de Lázaro puesto de centinela.
Éste saluda con gran reverencia y pide permiso para llevar a los señores la noticia de su llegada; obtenido el permiso, se marcha presuroso.
Entretanto, del campo y de la misma ciudad, acuden a saludar al Rabí y tras un seto de laurel, que circunda con su verde perfumado una hermosa casa, se asoma una joven mujer que ciertamente, no es israelita.
Su peplo y su estola larga hasta formar una pequeña cola amplia, de suave lana blanquísima a la que da viveza una greca bordada de intensos colores en que destacan brillantes hilos de oro, ceñida a la cintura por un cinturón igual que la franja.
Y su tocado, una redecilla de oro que mantiene un complicado peinado: por delante, del todo hecho de pequeños bucles; luego liso, para terminar en un moño grande sobre la nuca, la delatan que es griega o romana.
Con curiosidad, incitada por los gritos cantarines de las mujeres y los gritos de júbilo de los hombres, luego sonríe despreciativamente al ver que se dirigen hacia un pobre hombre…
Que carece hasta de un burro en que ir montado y que camina rodeado de un grupo de personas como él, que despiertan aún menos interés.
Se encoge de hombros y con un gesto de aburrimiento se aleja, seguida como si fueran perros, de un grupo de aves zancudas variopintas entre las que hay blancas ibis y multicolores flamencos.
No faltan dos zancudas del color del fuego con una coronita trémula sobre la cabeza que parece de plata, único candor de su espléndido plumaje de llama dorada.
Jesús la mira un instante, luego continúa escuchando a un anciano que querría no padecer la debilidad que padece en las piernas.
Jesús le acaricia y le exhorta a tener paciencia; que dentro de poco vendrá la primavera y con el buen sol de abril se sentirá más fuerte.
Entonces llega Maximino, que precede en unos metros a Lázaro.
– Maestro… me ha dicho Simón que… que Tú vas a su casa… Le va a dar pena a Lázaro… pero es comprensible…
– Hablaremos de ello luego. ¡Oh, amigo mío!
Jesús se acerca rápido a Lázaro, el cual parece sentirse violento y lo besa en la mejilla.
Entretanto han llegado a una callejuela que conduce a una casita situada entre otros huertos de árboles frutales y el de Lázaro.
Lázaro pregunta:
– Entonces, ¿Estás decidido a ir donde Simón?
Jesús responde:
– Sí, amigo mío.
Traigo conmigo a todos los discípulos y lo prefiero así…
Lázaro encaja mal esta determinación, pero no replica.
Sólo se vuelve a la pequeña aglomeración de gente que los sigue…
Y dice:
– Marchaos. El Maestro necesita descansar.
Todos, oídas estas palabras hacen una reverencia y se marchan, mientras Jesús se despide de ellos con su dulce:
– «Paz a vosotros. Os avisaré de cuándo voy a predicar».
– Maestro – dice Lázaro ahora que están solos, adelantados respecto a los discípulos, los cuales, algunos metros más atrás, están hablando con Maximino.
… Maestro… Marta está llorando desconsoladamente; por esta razón no ha venido. Luego sí vendrá. Yo lloro sólo en mi corazón.
Pero hay que reconocer que es justo. Si hubiéramos pensado que ella venía…
pero no viene nunca en las fiestas… ¿Es que, acaso, ha venido alguna vez?… Yo digo: precisamente hoy tenía que traerla aquí el demonio.
– ¿El demonio?
Y, ¿Por qué no su ángel por mandato de Dios? De todas formas créeme, aunque ella no estuviera, Yo habría ido a casa de Simón.
– ¿Por qué, mi Señor? ¿No te dio paz mi casa?
– Tanta paz que después de Nazaret, es el lugar que más estimo.
Y ahora, respóndeme: ¿Por qué tu misiva de que dejara Agua Especiosa? Por la asechanza que se avecina, ¿No es así?
Pues entonces Yo vengo a las tierras de Lázaro, pero no pongo a Lázaro en la situación de que lo insulten en su casa.
¿Piensas que te respetarían? Para pisotearme a Mí, pasarían incluso por encima del Arca Santa…
Déjame hacerlo como pienso, por ahora al menos. Más tarde iré. Y además, nada me impide comer en tu casa, como nada impide que tú vengas a donde me alojo Yo.
Deja que se diga: “Está en casa de un discípulo suyo”.
– ¿Y yo no lo soy?
– Tú eres el amigo.
Es más que discípulo para el corazón, es distinto para donde hay malicia. Déjame hacer las cosas como he pensado. Lázaro, esta casa es tuya…
Pero no es tu casa, la bonita y rica casa del hijo de Teófilo. Y para los pedantes, eso cuenta mucho.
– Eso es lo que dices… pero es porque… es por ella… eso es.
Yo estaba ya casi decidido a perdonar… pero si ella es causa de que Tú te apartes, ¡Vive Dios que la odiaré!
– Y me perderás del todo.
Depón este pensamiento enseguida o ahora mismo me pierdes… Aquí viene Marta. Paz a ti, mi dulce hospedera.
– ¡Oh, Señor!
Marta, de rodillas, llora.
Se ha bajado el velo, que lleva sobre el tocado hecho en forma de diadema, para no mostrar mucho su llanto a los extraños; pero a Jesús no piensa ocultárselo.
– ¿Por qué este llanto?
¡Verdaderamente estás desperdiciando estas lágrimas! Hay muchos motivos para llorar y para hacer de las lágrimas un objeto precioso.
Pero, ¡Llorar por este motivo!… ¡Oh! ¡Marta! ¡Parece como si ya no supieras Quién Soy Yo! Del hombre como sabes, no tengo más que lo que se ve; el corazón es divino y palpita como divino.
¡Vamos, levántate y entra en casa!… Y a ella… Dejadla. Aunque viniera a burlarse de mí, dejadla os digo. No es ella.
Es el que la posee quien la hace instrumento de turbamiento. Pero aquí hay Uno que es más fuerte que su amo. Ahora la lucha es entre él y Yo, directamente.
Vosotros orad, perdonad, tened paciencia y creed. Y nada más.
Entran en la casita que es una pequeña casa cuadrada rodeada de un pórtico que la hace más extensa.
Dentro hay cuatro habitaciones divididas por un pasillo en forma de cruz.
Una escalera exterior conduce a la parte alta del pequeño pórtico, que por tanto, aquí es una terraza, que da acceso a una vastísima estancia de las mismas dimensiones que la casa.
En el pasado estaba destinada para las provisiones, ahora está enteramente libre y limpia, absolutamente vacía.
Simón, que está al lado de su anciano criado llamado José , hace los honores de la casa.
Y dice:
– Aquí se podría hablar a la gente o si no, comer… Como Tú quieras.
– Ahora veremos.
Entretanto, ve a decirles a los demás que después de la comida la gente puede venir. No defraudaré a la gente buena de este lugar.
– ¿Dónde digo que vayan?
– Que vengan aquí.
El día está templado. El sitio está resguardado de los vientos. Los árboles frutales, desnudos como están, no sufrirán daño si la gente viene.
Hablaré aquí, desde la terraza. Ve.
Se quedan solos Lázaro y Jesús.
Marta, de nuevo la “buena hospedera” al tener que ocuparse de atender a tantas personas, trabaja abajo con los criados y con los mismos apóstoles, disponiendo lo necesario para las mesas y para el descanso.
Jesús pone un brazo sobre los hombros a Lázaro y lo conduce fuera de la sala, a pasear por la terraza que rodea la casa, bañada con el sol que calienta algo el día.
Y desde arriba, observa el trabajo de los criados y de los discípulos. Le sonríe a Marta, la cual va de aquí para allá y levanta su rostro serio sí, pero ya menos turbado.
Mira también el bonito panorama que rodea al lugar y nombra con Lázaro distintas localidades y personas…
Para terminar preguntando a quemarropa:
– Entonces, la muerte de Doras fue como agitar una vara dentro del nido de serpientes, ¿No?
– Maestro, me ha contado Nicodemo que la sesión del Sanedrín fue de una violencia nunca vista.
– ¿Qué le he hecho al Sanedrín para que se inquiete?
Doras se murió por sí mismo, ante los ojos de todo un pueblo; la ira lo mató. Yo no permití que se actuara irrespetuosamente con el cadáver. Por tanto…
– Tú tienes razón.
Pero ellos… Están locos de miedo. Y.. ¿Sabes que han dicho que hay que pillarte en pecado para poderte matar?
– ¡Entonces, quédate tranquilo!
¡Van a tener que esperar hasta la Hora de Dios!
– ¡Pero, Jesús! ¿Sabes de quién se habla?
¿Sabes de qué son capaces fariseos y escribas? ¿Sabes qué alma tiene Anás? ¿Sabes quién es su segundo? ¿Sabes?…
Pero, ¿Qué estoy diciendo? ¡Tú sabes! Por tanto, es inútil que te diga que se inventarán el pecado para poderte acusar.
– Ya lo han encontrado.
Ya he hecho más de lo que necesitan. He hablado a romanos, he hablado a pecadoras… Sí, a pecadoras, Lázaro.
Una – no me mires tan asustado – … una viene siempre a oírme y ha recibido de tu capataz alojamiento en una cuadra, a petición mía, porque, para estar cerca de Mí, se había establecido en una pocilga…
Lázaro es la estatua del estupor.
Ha quedado inmóvil. Mira a Jesús tan pasmado, como si estuviera ante una persona asombrosa y totalmente extraña.
Jesús lo zarandea un poco, sonriendo.
Y le pregunta:
– ¿Has visto a Satanás?
– No… La Misericordia he visto.
Pero… pero yo sí lo entiendo. Sin embargo ellos, los del Consejo, No. Y dicen que es pecado.
¡Entonces es verdad! Yo creía… Pero ¿Qué has hecho?
– Mi deber, mi derecho y mi deseo:
Tratar de redimir a un espíritu caído. Esto te hará ver por tanto, que tu hermana no será el primer cieno que voy a conocer, ni el primero hacia el que me voy a inclinar; como tampoco será el último.
En el cieno Yo quiero sembrar flores y hacerlas nacer: las flores del bien.
– ¡Oh! ¡Dios! ¡Dios mío!…
Pero… ¡Oh!, Maestro mío, Tú tienes razón. Estás en tu derecho, es tu deber y es tu deseo; pero, las hienas no lo comprenden.
Son carroña tan fétida, que no sienten el olor, no pueden sentir el olor de las azucenas.
Y hasta en donde éstas germinan ellos, esas carroñas poderosas, sienten olor de pecado; no comprenden que proviene de su sentina…
Te lo ruego, no permanezcas largo tiempo en un lugar; muévete, cambia continuamente de sitio para no darles la posibilidad de encontrarte.
Sé como un fuego nocturno que danza sobre los tallos de las flores, veloz, inaprensible, de paso desconcertante. Hazlo; no por cobardía,
sino por amor al mundo, que necesita que Tú vivas para ser santificado. La corrupción aumenta; contraponle la santificación… ¡La corrupción!…
¿Has visto a la nueva habitante de Betania? Es una romana casada con un judío. Él es observante, pero ella es idólatra y al no poder vivir tranquilamente en Jerusalén,
porque debido a sus animales, surgieron disputas con los vecinos, se ha venido aquí. Llena de animales, para nosotros impuros, está su casa. Y… la más impura es ella, porque vive burlándose de nosotros y con licencias que…
Yo no puedo criticar porque… Pero sí digo que, mientras que no se pone pie en mi casa porque está María, que pesa con su pecado sobre toda la familia, a casa de esa mujer sí que van.
Pero es que claro, le ha caído en gracia a Poncio Pilato y vive sin su marido. Él, en Jerusalén; ella, aquí. Así fingen, él y ellos, no profanarse viniendo y no constatar que se profanan.
¡Hipocresía! Viven metidos en la hipocresía hasta el cuello; ¡No tardarán en perecer ahogados en ella!
El sábado es el día en que celebran el festín,..
¡Y entre ellos hay también miembros del Consejo! Un hijo de Anás es el más asiduo.
– La he visto. Sí.
Déjala que haga lo que quiera y a ellos también.
Cuando un médico prepara un fármaco, mezcla los productos… y el agua parece como si se contaminase, porque agita la mezcla y el agua se enturbia.
Pero luego las partes muertas se depositan, el agua recupera su limpidez, a pesar de estar saturada de la sustancia de esos productos saludables. Esto mismo sucede ahora.
Todo se mezcla y Yo trabajo con todos. Luego, las partes muertas se depositarán y serán arrojadas afuera.
Y las otras, vivas, permanecerán activas en el gran mar del pueblo de Jesucristo.
Bajemos. Nos llaman…
94 LA CARIDAD COMPLETA
94 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Jesús, con las primeras luces de una fría mañana de invierno, entra en la pequeña ciudad de Doco.
Y le pregunta a un viandante madrugador:
– ¿Dónde vive Mariamne, la anciana madre que tiene a su nuera muriéndose?
– ¿Mariamne? ¿La viuda de Leví? ¿La suegra de Jerusa, mujer de Josías?
– Sí, es ella.
– Mira, hombre, al final de esta calle hay una plaza.
En la esquina, hay una fuente. De allí salen tres calles. Vete por la que tiene enmedio una palma y camina cien pasos.
Encontrarás un foso, lo sigues hasta el puente de tablas. Lo atraviesas y verás una callecita cubierta. Recórrela.
Terminada la calle y lo que la cubre, porque desemboca en una plaza , ya has llegado.
La casa de Mariamne es de color oro debido a la antigüedad. Con los gastos que tienen, no la pueden limpiar. No te puedes equivocar.
Adiós. ¿Vienes de lejos?
– No mucho.
– Pero, ¿Eres galileo?
– Sí.
– ¿Y éstos? ¿Vienes para la Fiesta?
– Son amigos. Adiós, hombre. La paz sea contigo.
Jesús deja plantado a este hombre locuaz que ya no tiene prisa y va por su camino y los apóstoles detrás.
Llegan a la placita: un pedazo de terreno muy fangoso que tiene en el centro una encina alta, que ha crecido señoreadora y que tal vez en verano produzca bienestar.
Pero que por ahora sólo produce melancolía pues, tupida y oscura, se yergue sobre las pobres casas quitándoles luz y sol.
La casa de Mariamne es la más pobre. Es ancha y baja y está muy descuidada.
La puerta exterior está llena de parches, para tapar las ranuras que hay debido a lo muy vieja que es la madera.
Una ventanita sin bastidor muestra su negro agujero como una órbita sin ojo.
Jesús llama a la puerta.
Viene una jovencita de unos diez años, pálida, despeinada, con los ojos rojos.
Jesús dice:
– ¿Eres la nieta de Mariamne?
Dile a la anciana madre, que Jesús está aquí.
La niña da un grito y se echa a correr llamando a voces.
Acude rápidamente la anciana, seguida por seis niños además de la muchachita que abrió.
El mayor parece gemelo de ésta; los últimos, dos niños descalzos y demacrados, vienen agarrados al vestido de la anciana; tan pequeños que apenas si saben caminar.
La mujer dice:
– ¡Has venido!
¡Hijos, venerad al Mesías! En buena hora llegas a mi pobre casa. Mi hija se me está muriendo…
No lloréis, niños; que no oiga. ¡Pobres criaturas! Las niñas están agotadas de las velas, porque yo hago todo, pero ya no puedo velar, me caigo al suelo de sueño.
Hace meses que no toco la cama. Ahora duermo en una silla, para estar junto a ella y junto a las niñas. Pero son pequeñas y sufren.
Los niños estos, van a hacer leña para mantener el fuego y también la venden, para conseguir pan.
Se agotan… ¡Pobres nietos! Pero lo que nos mata no es el cansancio, es el verla morir… No lloréis. Tenemos a Jesús.
– Sí, no lloréis.
Vuestra mamá se curará, vuestro padre volverá, dejaréis de tener tantos gastos y dejaréis de pasar hambre.
¿Éstos son los dos últimos?
– Sí, Señor.
Esa débil criatura ha dado a luz tres veces gemelos… y el pecho ha enfermado.
Pedro masculla entre dientes:
– A unos demasiado y a otros nada…
Y toma luego consigo a uno de los pequeñuelos y le da una manzana para que se calle.
Y mientras también el otro pequeño le pide otra y Pedro lo complace, Jesús con la anciana atraviesa el atrio y va al patio.
Y sube la escalera para entrar en una habitación, donde gime una mujer joven, pero esquelética.
– El Mesías, Jerusa.
Ahora ya no sufrirás más. ¿Ves cómo ha venido realmente? Isaac no miente nunca. Lo dijo. Así que cree que de la misma forma que ha venido te puede sanar.
– Sí, madre buena; sí, mi Señor.
Pero, si no me puedes curar, hazme morir al menos. Siento perros en este pecho mío.
Las bocas de mis hijos, a las que he dado dulce leche, me han dado a cambio fuego y amargura. ¡Sufro mucho, Señor! ¡Salgo muy cara!
Mi marido lejos por el pan, la anciana madre que se está consumiendo, yo que me muero… ¿A quien irán los hijos, cuando haya muerto por la enfermedad y ella por el cansancio y los sufrimientos?
– Para los pájaros está Dios, como también para los pequeñuelos del hombre.
Pero no morirás. ¿Te hace mucho daño aquí? – Jesús hace ademán de depositar la mano sobre el pecho vendado.
La enferma grita:
– ¡No me toques! ¡No me aumentes el dolor!
Pero Jesús deposita delicadamente su larga mano sobre el seno enfermo.
– Tienes realmente fuego dentro, pobre Jerusa.
El amor materno se te ha transformado en fuego en el pecho. Tú no odias a tu esposo o a los niños, ¿No es cierto?
– ¡Oh! ¿Por qué iba a odiarlos?
Mi marido es bueno y me ha querido siempre. Con sabio amor nos amamos, y el amor floreció en hijos… ¡Y ellos…! Me acongoja el dejarlos… Pero… Señor,
¡Si mi fuego cesa! ¡Madre! ¡Madre! ¿Es como si un ángel espirara el aire del Cielo sobre mi tormento! ¡Oh…, qué paz! No quites, no quites tu mano, mi Señor; aprieta, más bien.
¡Oh…, qué fuerza! ¡Qué alegría! ¡’Mis hijos! ¡Aquí, mis hijos! ¡Quiero que vengan!
¡Dina! ¡Osías! ¡Ana! ¡Seba! ¡Melquí! ¡David! ¡Judas! ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Mamá ya no se muere! ¡Oh!…
La joven se vuelve sobre las almohadas llorando de alegría mientras acuden los hijos.
Y la anciana de rodillas, no encontrando otra cosa en su alegría, entona el cántico de Azarías en el horno de fuego, completo, con su voz temblorosa de anciana y de persona conmovida.
– ¡Señor! – dice por fin – ¿Qué puedo hacer por Ti. ?
No tengo nada con que honrarte.
Jesús la levanta y dice:
– Déjame sólo detenerme aquí un poco para descansar – Y calla
El mundo no me ama. Debo alejarme un tiempo. Te pido fidelidad a Dios y silencio. A ti, a ella, a los pequeños.
– ¡No temas! ¡Nadie se acerca a los míseros!
Puedes estar aquí sin temor a ser visto. Los fariseos, ¿Verdad? Pero… ¿Y para comer? Yo no tengo más que un poco de pan…
Jesús llama a Judas Iscariote:
– Coge dinero y ve a comprar lo que haga falta.
Comeremos y descansaremos aquí, con estas buenas mujeres. Hasta el anochecer. Ve y calla.
Luego se vuelve hacia la mujer que ha sido curada:
– Quítate las vendas, levántate, ayuda a tu madre, exulta.
Dios te ha concedido gracia por piedad hacia tu virtud de esposa. Compartiremos el pan, porque hoy el Señor Altísimo está en tu casa y hay que celebrarlo con una gran fiesta.
Jesús va afuera y alcanza a Judas que iba a marcharse en ese momento.
Y le dice:
– Compra con abundancia.
Que tengan también para los próximos días. A nosotros en casa de Lázaro no nos faltará nada.
– Sí, Maestro.
, si me lo permites… Tengo dinero mío, he hecho voto de ofrecerlo porque quedes salvo de los enemigos; lo puedo emplear en pan.
Mejor que vaya a estos hermanos en Dios que no a las tragaderas del Templo. ¿Me das permiso? El oro siempre ha sido una serpiente para mí.
No quiero seguir sintiendo su hechizo, porque, ahora que soy bueno, estoy muy bien.
Me siento libre y soy feliz.
– Haz como quieras, Judas. Y que el Señor te dé paz.
Jesús va hasta donde los discípulos mientras Judas sale. Todo termina.
78 CONTRA LA CORRIENTE
78 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Al día siguiente, en el amanecer lleno de neblina por el frío invernal, Jesús pasea lentamente arriba y abajo a lo largo de la arboleda que bordea la orilla del río.
La niebla se estanca aún entre los cañizares de las márgenes y no hay nadie hasta donde alcanza la vista en las dos orillas del Jordán.
Sólo nieblecilla baja, runrún de agua entre las cañas, rumor de aguas que por las lluvias de los días precedentes, están turbias.
Y algunos reclamos de pájaros, cortos, tristes, como lo son cuando terminada la estación de los amores, las aves están apagadas por el invierno y la escasez del alimento.
Jesús los escucha y parece interesarse mucho en el reclamo de un pajarito que con regularidad de reloj, vuelve su cabecita hacia el Norte y emite un “^chiruit?” quejumbroso,
Y luego vuelve la cabecita hacia el Sur y repite su interrogativo “¿chiruit?” sin respuesta.
Al fin el pajarito parece haber recibido una respuesta en el “chip” que viene de la otra orilla y emprende el vuelo y se aleja a través del río, con un pequeño grito de alegría.
Jesús hace un gesto como diciendo: “¡Menos mal!”
Y continúa con su paseo.
Se oye el trinar de los pájaros en busca de comida.
Juan llega corriendo a través de los prados, hasta donde está su Maestro,
y pregunta:
– ¿Te perturbo, Maestro?
Jesús contesta:
– No. ¿Qué quieres?
Juan anuncia muy contento:
– Quería decirte… creo que es una noticia que te puede confortar y he venido enseguida; no sólo por ello, sino también para pedirte consejo.
Estaba barriendo nuestras habitaciones y ha venido Judas de Keriot. Me ha dicho: “Te ayudo”.
Yo me he quedado asombrado porque siempre muestra poca disposición, para hacer las cosas de este tipo que se le mandan…
No obstante, me he limitado a decir: “¡Oh, gracias! Así lo haré antes y mejor”.
Él se ha puesto a barrer y hemos terminado pronto.
Entonces ha dicho: “Vamos al bosque. Siempre traen leña los mayores. No es correcto. Vamos nosotros. No soy un experto, pero si me enseñas…”. Y hemos ido.
Después, mientras estaba yo atando la leña, me dijo:
– Juan, te quiero decir una cosa…
– Habla. –le dije pensando que sería una crítica.
Y fue al contrario. Me dijo:
“Yo y tú somos los más jóvenes. Tendríamos que estar más unidos. Tú tienes casi miedo de mí, y tienes razón, porque no soy bueno. Pero, créeme… no lo hago adrede.
Hay veces que siento la necesidad de ser malo; quizás porque, habiendo sido único, me han enviciado. Y quisiera hacerme bueno. Los mayores – lo sé – no me ven muy bien.
Los primos de Jesús están enfadados porque… sí, les he faltado mucho, como también a su primo. Pero tú eres bueno y paciente.
Tú quiéreme. Hazte idea de que soy un hermano, un hermano malo, sí, pero un hermano al que hay que querer aunque sea malo.
El mismo Maestro dice que hay que actuar así. Cuando veas que no actúo correctamente, dímelo. Y otra cosa: no me dejes siempre solo.
Cuando vaya al pueblo, ven también tú; así me ayudarás a no hacer el mal. Ayer sufrí mucho. Jesús me habló y yo lo miré.
En mi estúpido rencor no me miraba ni a mí mismo ni a los demás.
Ayer miré y vi… Tienen razón al decir que Jesús está sufriendo… y siento que parte de la culpa es mía. No quiero seguir teniendo culpa. Ven conmigo.
¿Vas a venir? ¿Me vas a ayudar a ser menos malo?”. Esto ha dicho, y te confieso que me latía el corazón como le late a un gorrión en manos de un muchacho.
Latía de alegría porque me agrada que él se haga bueno. Por Tí me agrada. Y latía un poco de miedo porque… no quisiera volverme como Judas.
Pero luego me he acordado de cuanto me habías dicho el día que tomaste a Judas y he respondido: “Sí, ciertamente te ayudaré; pero yo tengo que obedecer, y si recibo otras órdenes…”.
Pensaba: ahora se lo digo al Maestro y si Él quiere lo hago; si no quiere, que me dé la orden de no alejarme de la casa.
Jesús mira con infinito amor a su Predilecto y le dice:
– Oye, Juan. Puedes ir.
Pero debes prometerme que si sientes que alguna cosa te turba, me lo dirás. Me has alegrado con esto. Mira, ahí viene Pedro con su pescado. Puedes irte, Juan.
El jovencito se va y Jesús se dirige a Pedro:
– ¿Buena pesca?
Pedro mueve la cabeza y responde:
– ¡Hummm! No muy buena… sólo son pescaditos.
Pero todo sirve. Santiago está renegando porque algún animal rompió el lazo y se perdió una red. Le dije: ‘¿Él no debe comer? Ten compasión de un pobre animalito.’
Pero él no lo toma así… -Y Pedro suelta una carcajada.
Jesús dice muy serio:
– Es lo que Yo digo de uno que es hermano y eso no lo sabéis hacer.
– ¿Te refieres a Judas?
– Me refiero a él. Sufre.
Tiene buenos deseos e inclinación perversa. Pero dime un poco tú; experto pescador.
Cuando quisiese ir en barca por el Jordán, para llegar al lago de Nazareth; ¿Cómo debería hacer? ¿Lo lograría?…
– ¿Desde aquí?… ¡Eh! ¡Sería un trabajo enorme!
Lo lograrías con lanchas planas. Cuesta trabajo, ¿Sabes? ¡Es lejos! Sería necesario medir siempre el fondo.
Tener ojo en la ribera. En los remolinos, en los bosquecillos flotantes en la corriente. ¡Ufff!
La vela en estos casos, estorba y no sirve. Pero, ¿Quieres regresar al lago siguiendo el río?
Ten en cuenta que no le va a uno bien, ir contra la corriente. Es menester dividirse en muchas cosas, si no…
– Tú lo has dicho.
Cuando alguien es vicioso, para ir al Bien; debe ir contra la corriente. Y no puede lograrlo por sí solo.
Judas es uno de estos. Y vosotros no lo ayudáis. El pobre rema hacia arriba solo y se pega contra el fondo. Da contra remolinos; se mete en los bosquecillos flotantes y cae en una vorágine.
Si quiere medir el fondo, no puede tener al mismo tiempo, el timón y el remo.
¿Por qué se le echa en cara si no avanza? Tenéis piedad de los extraños y de él; vuestro compañero, ¡¿No?!…
¡No es justo! ¿Ves ahí a Juan y a él, que van al poblado a traer pan y verduras? Él ha pedido que por favor no se le deje ir solo.
Se lo pidió a Juan, porque no es tonto y sabe cómo pensáis los viejos de él.
– ¿Y Tú lo has mandado? ¿Y si Juan también se echa a perder?
Santiago ha llegado con la red que sacó de las varas y escuchó las últimas palabras.
Pregunta:
– ¿Quién? ¿Mi hermano? ¿Por qué va a echarse a perder?
Jesús contesta:
– Porque Judas va con él.
– ¿Desde cuándo?
– Desde hoy. Yo le di permiso.
– Si Tú lo permites… Entonces…
– Aún más bien. Lo aconsejo a todos.
Lo dejáis muy solo. No seáis sólo sus jueces. No es peor que otros. Está muy mal educado desde su infancia.
Santiago dice:
– Así será.
Si hubiese tenido por padre y madre a Zebedeo y a Salomé, las cosas no serían así. Mis padres son buenos, pero estrictos. Se acuerdan que tienen un derecho y una obligación sobre sus hijos.
– Dijiste bien hoy hablaré exactamente sobre esto.
Vámonos. Veo que empieza a parecer gente por los prados…
Pedro dice entre animado y fastidiado:
– No sé cómo vamos a hacer para vivir.
Ya no hay tiempo para comer, orar, descansar… Y la gente aumenta siempre más.
Jesús responde:
– ¿Te desagrada? Es señal de que todavía hay quién busca a Dios.
– Sí, Maestro. Pero Tú sufres.
Ayer te quedaste sin comer y esta noche sin más cobija que tu manto. ¡Si lo supiese tu Madre!
– ¡Bendeciría a Dios que me trae tantos fieles!
Llegan Felipe y Bartolomé diciendo:
– ¡Oh! ¡Maestro! ¿Qué hacemos?
– Es una verdadera peregrinación de enfermos, quejosos y pobres que vienen de lejos, sin medios.
Jesús contesta:
– Compraremos pan.
Los ricos dan limosnas. Las emplearemos en ellos.
Felipe dice:
– Los días son breves.
El cobertizo está lleno de gente que parece que va a pernoctar. Las noches son húmedas y frías.
– Tienes razón, Felipe.
Nos estrecharemos en un solo galerón. Podemos hacerlo y arreglaremos los otros, para quienes no puedan regresar a su casa en la misma tarde.
Pedro refunfuña:
– ¡Entendido!
Dentro de poco tendremos que pedirles permiso a los huéspedes, para cambiarnos de ropa. Nos invadirán en tal forma, que nos arrojarán.
– Otras fugas verás, Pedro mío… ¿Qué tiene esa mujer?
Han llegado a la era y Jesús la ve llorando.
Bartolomé contesta:
– Ayer también estuvo y también lloraba.
Cuando hablabas con Mannaém intentó acercarse a Ti. Pero después se fue. Debe estar en el poblado, porque ha regresado y no parece enferma.
Al pasar junto a ella, Jesús le dice:
– La paz sea contigo, mujer.
Ella responde en voz baja:
– Y contigo.
Son por lo menos trescientas personas.
Bajo el cobertizo hay ciegos, cojos, mudos. Uno que no hace más que temblar.
Un jovencillo claramente hidrocéfalo, tomado de la mano por un hombre; no hace más que bufar, babear y sacudir su cabezota con expresión de estúpido.
Una mujer pregunta:
– ¿El Maestro, cura también los corazones?
Pedro la oye y dice a Jesús:
– Tal vez es una mujer traicionada.
Mientras Jesús va a donde están los enfermos, Bartolomé y Felipe van a bautizar a muchos peregrinos.
La mujer llora en un rincón sin moverse.
Jesús no niega nadie el milagro.
Llega ante el jovencito y toma entre sus manos su cabezota y con su aliento le infunde la inteligencia.
Todos se agolpan.
También la mujer velada, que perdida entre la multitud; se atreve a acercarse más y se pone junto a la mujer que llora.
Jesús dice al tonto:
– Quiero en ti la luz de la inteligencia, para abrir paso a la Luz de Dios. Oye, di conmigo: Jesús. Dilo, lo quiero.
El tonto, que antes mugía como una bestia, masculla fatigosamente:
– ¡Jesiú!
– Otra vez. –dice Jesús, que continúa teniendo entre sus manos, la cabeza deforme y lo mira fijamente.
– ¡Jess-sús!
– ¡Otra vez!
– ¡Jesús! –dice finalmente.
En sus ojos ya hay una expresión y en su boca se dibuja una sonrisa diferente.
Jesús dice a su padre:
– Hombre, tuviste fe. Tu hijo está curado.
Pregúntaselo. El Nombre de Jesús es milagro contra las enfermedades y las pasiones.
El hombre pregunta a su hijo:
– ¿Quién soy yo?
El muchacho contesta:
– Mi padre.
El hombre lo estrecha contra su pecho y dice:
– Así nació. Mi mujer murió en el parto.
Y él tenía impedida la mente y el habla. Ahora ved. Tuve fe, sí. Vengo desde Joppe. ¿Qué debo hacer por Ti, Maestro?
– Ser bueno. También tu hijo. No más.
– ¡Y amarte! ¡Oh!
¡Vamos a decírselo a tu abuela! Fue ella la que me persuadió a venir. Que sea bendita.
Los dos se van felices.
Del infortunio pasado no queda rastro. Sólo la cabeza grande del muchacho. La expresión del rostro y el habla son normales.
Varios quieren saber y preguntan a Jesús:
– ¿Se curó por voluntad tuya o por poder de tu Nombre?
– Por voluntad del Padre, siempre benigno con su Hijo.
También mi Nombre es salvación. Vosotros sabéis que ‘Jesús’ quiere decir Salvador. La salvación es de las almas y de los cuerpos.
Quién dice el Nombre de Jesús con verdadera devoción y Fe; se levanta de las enfermedades y del Pecado.
Porque en cada enfermedad espiritual y física; está la uña de Satanás; el cual produce las enfermedades físicas, para llevar a la rebelión y a la desesperación; al sentir los dolores de la carne.
Y las morales y espirituales para conducir a la condenación eterna.
– Entonces según Tú, ¿En todas las cosas que afligen al hombre; no es un extraño Belcebú?
– No es un extraño.
La enfermedad y la muerte entraron por él. E igualmente la corrupción y el delito.
Cuando veáis algún atormentado por una desgracia; recordad que él también sufre por causa de Satanás.
Cuando veáis que alguien es causa de infortunio; pensad que es un instrumento de Satanás.
– Pero las enfermedades vienen de Dios.
– Las enfermedades son un desorden del Orden.
Porque Dios creó al hombre sano y perfecto.
El Desorden introducido por Satanás en el orden puesto por Dios; ha traído consigo la enfermedad en el cuerpo y las consecuencias de la misma.
O sea; la muerte y también las herencias funestas.
El hombre heredó de Adán y Eva, la mancha de Origen. Pero no solo esa. La Mancha se extiende cada vez más; comprendiendo las tres ramas del hombre: la carne siempre más viciosa y por lo tanto débil y enferma.
La parte moral, siempre más soberbia y por lo tanto, corrompida.
El espíritu siempre más incrédulo; o sea, cada vez más idólatra.
Por esto es necesario hacer como hice con el jovencito: enseñar el Nombre que ahuyenta a Satanás. grabarlo en la mente y en el corazón.
Ponerlo sobre el ‘yo’, como un sello de propiedad.
– Pero, ¿Nos posees Tú? ¿Quién Eres que te crees tan gran cosa?
– ¡Si fuera así! Pero no lo es.
Si os poseyese estaríais ya salvados. Sería mi derecho porque Soy el Salvador. Salvaré a los que tengan fe en Mí.
Uno de los curados que antes usaba muletas y ahora se mueve ágilmente, dice:
– Yo vengo de parte de Juan el Bautista.
Me dijo: ‘Ve al que habla y bautiza cerca de Efraín y Jericó. Él tiene el poder de atar y desatar.
Mientras que yo solo puedo decirte que hagas penitencia para hacer tu alma ágil en conseguir la salvación.
Otro pregunta:
– ¿No siente el bautista que pierde gente?
Y el que acaba de hablar, responde:
– ¿Sentirlo? A todos nos dice: ‘Id. Id.”
“Yo soy el astro que se oculta. Él es el astro que sube y se queda fijo en su eterno resplandor.”
Para no permanecer en tinieblas, id a Él; la Luz Verdadera; antes de que se pague mi lamparilla.
– ¡Los fariseos no dicen así!
Están rabiosos y llenos de odio, porque atraes a las multitudes. ¿Lo sabías?
Jesús responde escueto:
– Lo sabía.
Se desata una disputa sobre la razón y modo de proceder de los fariseos.
Jesús la trunca con un:
– ¡No critiquéis! – que no admite réplica.
75 EL PRIMER SEMINARIO
75 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es un día frío, sereno y nublado y la muchedumbre que espera a Jesús, ha aumentado considerablemente.
Hay también personas de clases menos comunes. Algunos han venido en burros y ahora están ingiriendo su comida bajo el cobertizo, en cuyos palos han atado sus asnos, en espera del Maestro.
La gente cuchichea; los más doctos dan explicaciones de quién es y por qué el Maestro habla en ese lugar.
En un pequeño grupo, uno pregunta;
– Pero, ¿Supera a Juan?
– No. Es distinto. Aquél – yo era de Juan – es el Precursor y es la voz de la justicia; éste es el Mesías, y es la voz de la sabiduría y la misericordia.
Varios se interesan:
– ¿Cómo lo sabes?
– Me lo han dicho tres discípulos del Bautista de los que están siempre con él.
¡Si supierais qué cosas! Ellos lo vieron nacer. Fijaos: nació de la luz. La luz era tan fuerte, que ellos, que eran pastores, abandonaron corriendo el redil, entre el ganado enloquecido de terror.
Y vieron que toda Belén estaba en llamas.
Luego descendieron del cielo unos ángeles y apagaron el fuego con sus alas y sobre el suelo estaba Él, el Niño nacido de la luz.
Todo el fuego se transformó en una estrella…
Uno objeta:
– ¡No, hombre, no, no es así!
– Sí, es así. Me lo ha dicho uno que era mozo de cuadra en Belén cuando yo era niño y que ahora que el Mesías es hombre se gloría de ello.
– No es así. La estrella vino después.
Vino con aquellos magos de Oriente, aquellos de los que uno era descendiente de Salomón y por tanto, pariente del Mesías, porque Él es de David.
Y David es padre de Salomón y Salomón amó a la reina de Saba porque era hermosa. Y por los regalos que le había traído, tuvo de ella un hijo, que es de Judá a pesar de ser de más allá del Nilo.
Varios contradicen:
– ¿Pero qué estás diciendo?
– ¿Estás loco?
– No.
– ¿Pretendes decir que no es cierto que su pariente le trajo los aromas como es costumbre entre reyes, y más aún de esa estirpe?
Otro declara:
– Yo sé cómo sucedió verdaderamente.
Lo sé porque Isaac es uno de los pastores y es amigo mío, así fue: el Niño nació en un establo de la casa de David. Estaba profetizado…
– ¿Pero no es de Nazaret?
– Dejadme hablar.
Nació en Belén porque es de David, y era tiempo de edicto. Los pastores vieron una luz de insuperablebelleza, y el más pequeño, porque era inocente, fue el primero que vio al ángel del Señor,
el cual habló con música de arpa diciendo: “Ha nacido el Salvador. Id y adorad”, y, a continuación, una muchedumbre de ángeles cantó “Gloria a Dios y paz a los hombres buenos”.
Entonces los pastores fueron y vieron a un niñito en un pesebre entre un buey y un asno, y a la Madre y al padre.
Y lo adoraron y luego lo condujeron a casa de una buena mujer. Y el Niño crecía como todos, hermoso, bueno, todo amor.
Luego vinieron los magos del otro lado del Eufrates y más allá del Nilo, porque habían visto una estrella y reconocido en ella la estrella de Balaam.
Pero el Niño ya podía andar. El rey Herodes ordenó el exterminio por celos de poder. Pero el ángel del Señor había advertido del peligro y los pequeñuelos de Belén murieron, pero no Él, que había huido más allá de Matarea.
Después volvió a Nazaret, a trabajar como carpintero y habiendo llegado a su tiempo, después de haber sido anunciado por el Bautista, primo suyo, ha comenzado la misión y primero ha buscado a sus pastores.
A Isaac lo liberó de una parálisis, después de treinta años de enfermedad.
E Isaac le predica incansablemente. Esto es.
El primero replica disgustado:
– ¡Pues, no obstante, los tres discípulos del Bautista me han dicho verdaderamente esas palabras!»
– Y son verdaderas. Lo que no es verdadero es la descripción del mozo de cuadra.
¿Se gloría? Haría bien en decir a los betlemitas que fueran buenos. Ni en Belén ni en Jerusalén puede predicar.
– Pero hombre, ¿Cómo piensas que los escribas y fariseos deseen sus palabras?
Esos son víboras y hienas, como los llama el Bautista.
Uno más explica:
– Yo querría que me curase. ¿Ves?
Tengo una pierna con gangrena. He sufrido lo indecible para venir aquí en burro. Pero lo he buscado en Sión y ya no estaba…
Otro responde:
– Lo han amenazado de muerte…
– ¡Perros!
– Sí. ¿De dónde vienes?
– De Lida.
– ¡Un largo camino!
Un tercero muy angustiado, confiesa:
– Yo… yo quisiera expresarle un pecado mío…
Se lo he manifestado al Bautista… pero me ha recriminado de tal modo, que he huido. Creo que ya no podré ser perdonado…
– ¿Pues qué es lo que has hecho?
– Mucho mal. A Él se lo manifestaré.
¿Qué decís? ¿Me maldecirá?
Un anciano de aspecto grave responde:
– No. Lo he oído hablar en Betsaida.
Casualmente me encontraba allí. ¡Qué palabras! Hablaba de una pecadora.
¡Ah…, casi habría deseado ser ella para merecerlas!…
En eso gritan muchos:
– ¡Ahí viene!
El hombre que se siente culpable, dice:
– ¡Misericordia! ¡Me da vergüenza! – y trata de huir.
Al pasar Jesús junto a ellos, dice:
– ¿A dónde huyes, hijo mío?
¿Tanta negrura tienes en el corazón, que odias la Luz hasta el punto de tener que huir de ella? ¿Has pecado tanto como para tener miedo de mí Perdón?
¿Pero qué pecado puedes haber cometido? Ni aun en el caso de que hubieras matado a Dios deberías tener miedo, si en ti hubiera verdadero arrepentimiento.
¡No llores! O ven, lloremos juntos.
Jesús que, alzando una mano, había hecho que se detuviera el fugitivo, ahora lo tiene estrechado contra sí.
Y dirigiéndose hacia quienes están esperando,
les dice:
– Un momento sólo, para aliviar a este corazón. Después estoy con vosotros.
Y se aleja hasta más allá de la casa, chocándo al volver la esquina, contra la mujer velada, que está en su lugar de escucha.
Jesús la mira fijamente un instante, luego continúa una docena de metros más allá y se detiene.
Con mucho amor le pregunta:
– ¿Qué has hecho, hijo?
El hombre cae de rodillas.
Es un hombre que tiene unos cincuenta años; un rostro quemado por muchas pasiones y devastado por un tormento secreto.
Tiende los brazos y grita:
– Para gozarme con las mujeres dilapidé toda la herencia paterna, he matado a mi madre y a mi hermano…
Desde entonces no he vuelto a tener paz… Mi alimento… ¡sangre! Mi sueño… ¡pesadillas!… Mi placer…
¡Ah! en el seno de las mujeres, en su gemido de lujuria, sentía el hielo de mi madre muerta y el jadeo agonizante de mi hermano envenenado.
¡Malditas las mujeres de placer! ¡Aspides, medusas, murenas insaciables! ¡Perdición, perdición, mi perdición!
Jesús dice:
– No maldigas. Yo no te maldigo…
– ¿No me maldices?
– No. ¡Lloro y cargo sobre Mí tu pecado!…
Cuánto pesa! Me quiebra los miembros, pero aun así lo abrazo estrechamente para anularlo por ti…
y a ti te concedo el perdón. Sí. Yo te perdono tu gran pecado.
Extiende Jesús las manos sobre la cabeza del hombre, que está sollozando,
Y ora:
– Padre, mi Sangre será derramada también por él. Por ahora, llanto y oración. Padre, perdona, porque está arrepentido.
¡Tu Hijo, a cuyo juicio todo ha sido remitido, así lo quiere!…
Permanece así durante unos minutos…
Luego se agacha para levantar al hombre y le dice:
– La culpa queda perdonada.
Está en ti ahora el expiar, con una vida de penitencia, cuanto queda de tu delito».
– ¿Dios me ha perdonado?
¿Y mi madre? ¿Y mi hermano?
– Lo que Dios perdona queda perdonado por todos, quienes sean. Ve y no vuelvas a pecar nunca.
El hombre llora aún con más intensidad y le besa la mano.
Jesús lo deja con su llanto y vuelve hacia la casa.
La mujer velada hace ademán como de ir a su encuentro, mas luego baja la cabeza y no se mueve.
Jesús pasa delante de ella sin mirarla.
Cuando llega al lugar elegido para su magisterio…
Empieza a hablar:
– Un alma ha vuelto al Señor.
Bendita sea su omnipotencia, que arranca de las circunvoluciones de la serpiente demoníaca a sus almas creadas, y las conduce de nuevo por el camino de los Cielos.
¿Por qué esa alma se había perdido? Porque había perdido de vista la Ley.
Dice el Libro que el Señor se manifestó en la cima del Sinaí con toda su terrible potencia, para, valiéndose también de ella, decir:
“Yo soy Dios. Ésta es mi voluntad. Éstos son los rayos que tengo preparados para aquellos que se muestren rebeldes a la voluntad de Dios”.
Y antes de hablar impuso que nadie del pueblo subiera para contemplar a Aquel que es, y que incluso los sacerdotes se purificasen antes de acercarse al limen de Dios, para no recibir castigo.
Esto fue así porque era tiempo de justicia y de prueba. Los Cielos estaban cerrados como por una losa que cubría el misterio del Cielo y el desdén de Dios.
Y sólo las saetas de la justicia alcanzaban, provenientes de los Cielos, a los hijos culpables.
Mas ahora no es así. Ahora el Justo ha venido a consumar toda justicia y ha llegado el tiempo en que sin rayos y sin límites, la Palabra divina habla al hombre para darle Gracia y Vida.
La primera palabra del Padre y Señor es ésta: “Yo soy el Señor Dios tuyo”.
En todo instante del día la voz de Dios pronuncia esta palabra y su dedo la escribe. ¿Dónde? Por todas partes. Todo lo dice continuamente: desde la hierba a la estrella,
desde el agua al fuego, desde la lana al alimento, desde la luz a las tinieblas, desde el estar sano hasta la enfermedad, desde la riqueza a la pobreza.
Todo dice: “Yo soy el Señor.
Por mí tienes esto. Un pensamiento mío te lo da, otro te lo quita, y no hay fuerza de ejércitos ni de defensas que te pueda preservar de mi voluntad”.
Grita en la voz del viento, canta en la risa del agua, perfuma en la fragancia de la flor, se incide sobre las cúspides de las montañas. Y susurra, habla, llama, grita en las conciencias: “Yo soy el Señor Dios tuyo”.
¡No os olvidéis nunca de ello! No cerréis los ojos, los oídos; no estranguléis la conciencia para no oír esta palabra.
Es inútil, ella es; y llegará el momento en que en la pared de la sala del banquete, o en la agitada ola del mar, o en el labio del niño que ríe,
o en la palidez del anciano que se muere, en la fragante rosa o en la fétida tumba, será escrita por el dedo de fuego de Dios.
Es inútil, llega el momento en que en medio de las embriagueces del vino y del placer, en medio del torbellino de los negocios, durante el descanso de la noche, en un solitario paseo… ella alza su voz y dice: “Yo soy el Señor Dios tuyo”
Y no esta carne que besas ávido, y no este alimento que, glotón, engulles, y no este oro que, avaro, acumulas, y no este lecho sobre el que te solazas.
Y de nada sirve el silencio, o el estar solo, o durmiendo, para hacerla callar.
“Yo soy el Señor Dios tuyo“, el Compañero que no te abandona, el Huésped que no puedes echar. ¿Eres bueno? Pues el huésped y compañero es el Amigo bueno.
¿Eres perverso y culpable? Pues el huésped y compañero pasa a ser el Rey airado, y no concede tregua. Mas no deja, no deja, no deja.
Sólo a los réprobos les es concedido el separarse de Dios. Pero la separación es el tormento insaciable y eterno.
“Yo soy el Señor Dios tuyo”, y añade: “que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud”. ¡Oh, con qué verdad, ahora, realmente lo dice!
¿De qué Egipto, de qué Egipto te saca, hacia la tierra prometida, que no es este lugar, sino el Cielo, el eterno Reino del Señor en que no habrá ya hambre o sed, frío ni muerte, sino que todo rezumará alegría y paz?
¡Y de paz y de alegría, se verá saciado todo espíritu!
De la esclavitud verdadera ahora os saca. He aquí el Libertador. Yo soy. Vengo a romper vuestras cadenas.
Cualquier dominador humano puede conocer la muerte, y por su muerte quedar libres los pueblos esclavos. Pero Satanás no muere. Es eterno.
Y es él el dominador que os ha puesto grilletes para arrastraros hacia donde desea.
El Pecado está en vosotros, y el Pecado es la cadena con que Satanás os tiene cogidos. Yo vengo a romper la cadena.
En nombre del Padre vengo, y por deseo mío. He aquí que por tanto, se cumple la no comprendida promesa: “te saqué de Egipto y de la esclavitud”.
Ahora esto tiene espiritualmente cumplimiento. El Señor Dios vuestro os saca de la tierra del ídolo que sedujo a vuestros progenitores, os arranca de la esclavitud de la Culpa, os reviste de Gracia, os admite en su Reino.
En verdad os digo que quienes vengan a mí podrán, con dulzura de paterna voz, oír al Altísimo decir en su corazón bienaventurado: “Yo soy el Señor Dios tuyo y te traigo hacia mí, libre y feliz”.
Venid. Volved al Señor corazón y rostro, oración y voluntad. La hora de la Gracia ha llegado.
Jesús ha terminado.
Pasa bendiciendo y acariciando a una viejecita y a una niñita morenita y risueña.
El enfermode gangrena le implora:
– Cúrame, Maestro. ¡Me aflige un mal grave!
– Primero el alma, primero el alma. Haz penitencia…
– Dame el bautismo como Juan. No puedo ir a él. Estoy enfermo.
– Ven.
Jesús baja hacia el río que se encuentra después de atravesar dos grandísimos prados y el bosque que lo oculta.
Se descalza, como también lo hace el hombre que hasta allí se ha arrastrado con las muletas.
Descienden a la orilla.
Y Jesús, haciendo copa con las dos manos unidas, esparce el agua sobre la cabeza del hombre, que está dentro del agua hasta la mitad de las espinillas.
Jesús le ordena:
– Ahora quítate las vendas.
Mientras vuelve a subir al sendero.
El hombre obedece.
La pierna está curada. La multitud grita su estupor.
Y muchos también gritan:
– ¡Yo también!
– ¡Yo también!
– ¡Yo también el bautismo dado por Ti!
Jesús, que ya está a medio camino, se vuelve,
y les dice:
– Mañana. Ahora marchaos y sed buenos. La paz sea con vosotros.
Después de despedirlos, Jesús vuelve a casa, a la cocina que está oscura a pesar de que sean todavía las primeras horas de la tarde.
Los discípulos se aglomeran a su alrededor.
Y Pedro pregunta
– ¿Ese hombre al que has llevado detrás de la casa, qué tenía?
– Necesidad de purificación.
– No ha vuelto, de todas formas, y no estaba entre los que pedían el bautismo.
– Ha ido a donde lo he mandado.
– ¿A dónde?
– A expiar, Pedro.
– ¿A la cárcel?
– No. A hacer penitencia por todo el resto.
– ¿No se purifica entonces con el agua?
– Es agua también el llanto.
– Sí, cierto.
Ahora que has hecho el milagro, ¿Qsabe cuántos vendrán!… Eran ya el doble hoy…
– Sí. Si tuviera Yo que hacer todo, no podría.
Vais a bautizar vosotros. Primero uno cada vez, luego seréis dos, tres, muchos.
Y Yo predicaré y curaré a los enfermos y a los pecadores.
– ¿Nosotros, bautizar? ¡Oh, yo no soy digno de ello!
¡Quítame, Señor, esta misión! ¡Tengo yo necesidad de ser bautizado!
Pedro se ha puesto de rodillas y está en actitud suplicante.
Pero Jesús se inclina hacia él y dice:
– Pues tú vas a ser el primero en bautizar. Desde mañana.
– ¡No, Señor! ¿Cómo puedo hacerlo, si estoy más negro que esa chimenea?
Jesús sonríe ante la sinceridad humilde del apóstol, que se puesto de rodillas contra sus rodillas, sobre las cuales tiene unidas sus gruesas manos de pescador.
Y lo besa en la frente, en el límite de su cabello entrecano que, áspero, se riza:
– Eso es. Te bautizo con un beso. ¿Estás contento?
– ¡Cometería inmediatamente otro pecado para recibir otro beso!
– No, eso no. Nadie se burla de Dios, abusando de sus dones».
Judas dice muy despacio:
– Y ¿A mí no me das un beso? También yo tengo uno que otro pecado.
Jesús lo mira atentamente.
Su mirada que estaba tan llena de alegría mientras hablaba con Pedro, se nubla con una cansada severidad…
Y dice:
– Sí… a ti también. Ven.
Yo no actúo injustamente con nadie. Sé bueno, Judas. ¡Si tú quisieras!…
Eres joven. Toda una vida para subir y subir, hasta la perfección de la santidad…»
Y lo besa.
Luego los llama a todos para comunicarles con un beso, el Espíritu Santo:
– Ahora tú, Simón amigo mío.
Y tú Mateo; mi victoria.
Y tú, sabio Bartolomé. Y tú, Felipe, fiel. Y tú Tomás; el de la pronta voluntad.
Ven. Andrés; el del silencio activo. Y tú, Santiago; el del primer encuentro.
Y ahora tú; alegría de tu Maestro y tú Judas, compañero de infancia y de juventud.
Y tú, Santiago que me recuerdas al Justo; en sus facciones y en su corazón.
Venid todos, todos… Pero, acordaos de que mi amor es mucho, pero es necesaria también vuestra buena voluntad.
Desde mañana daréis un paso más hacia adelante, en vuestra vida de discípulos míos.
Pensad, no obstante, que cada paso hacia adelante es un honra y una obligación.
Pedro dice:
– Maestro… un día me dijiste a mí, a Juan, a Santiago y a Andrés, que nos enseñarías a orar.
Creo que si orásemos como Tú oras; seremos capaces de ser dignos del trabajo que requieres de nosotros.
– En aquella ocasión te respondí:
Cuando estéis fuertemente formados, os enseñaré la plegaria sublime; para dejaros mi plegaria.
Pero también ella no tendrá ningún valor, sí se le dice sólo con la boca. Por ahora levantad el alma y la voluntad hacia Dios. La plegaria es un don que Dios concede. Y que el hombre da a Dios.
Judas de Keriot pregnta:
– ¿Cómo es esto?
¿Todavía no somos dignos de orar? Todo Israel ora…
– Sí, Judas.
Pero puedes ver por sus obras, cómo ora Israel. No quiero hacer de vosotros traidores. Quién ora externamente y por dentro está en contra del Bien; es un Traidor.
Judas piensa…
Y luego dice:
– ¿Y los milagros? ¿Cuándo nos capacitas para que los hagamos?
Pedro se escandaliza:
– ¿Milagros? ¿Nosotros?… ¡Misericordia Eterna!… pero muchacho. ¿Estás loco?
Pedro está asustado, fuera de sí y agrega:
– ¡Y eso que bebemos agua pura! ¿Nosotros, milagros?
Judas reafirma:
– ¡Él nos lo dijo, en Judea! ¿0 acaso no es verdad?
Jesús responde:
– Sí, es verdad, lo dije. Y lo haréis.
Pero, mientras en vosotros haya demasiada carne, no tendréis milagros.
Judas declara:
– ¡Ayunaremos!
– De nada sirve. Por carne me refiero a las pasiones corrompidas.
La Triple concupiscencia. Y detrás de esta pérfida trinidad, la secuela con sus vicios… iguales a los hijos de una unión lujuriosa bígama.
La soberbia de la inteligencia engendra; con la avidez de la carne y del poder; todo el mal que hay en el hombre y en el mundo.
Judas objeta:
– Nosotros lo hemos dejado todo por Ti.
– Pero no a vosotros mismos.
– ¿Entonces debemos morir? Con tal de estar contigo lo haríamos; yo al menos…
– No. No pido vuestra muerte material.
Pido que muera en vosotros lo animal y satánico. Y esto no muere, mientras la carne esté satisfecha y haya en vosotros mentira, orgullo, ira, soberbia, gula, avaricia y pereza.
Bartolomé suspira:
– ¡Somos tan frágiles cerca de Ti que eres tan santo!
El primo Santiago, declara:
– Y Él siempre fue santo. Lo podemos afirmar.
Juan dice:
– Él sabe cómo somos. No debemos perder los ánimos.
Lo único que debemos decirle, es: ‘Danos diariamente la fuerza para servirte. Somos débiles y pecadores. Ayúdanos con tu fuerza y tu perdón’.
Dios no nos desilusionará y en su Bondad y Justicia; nos perdonará y purificará de la iniquidad de nuestros pobres corazones.
Jesús se acerca al rincón en donde está el joven apóstol y atrayéndolo hacia Él, dice:
– Eres bienaventurado, Juan. Porque la verdad habla en tus labios, que tienen perfume de inocencia y sólo besan al adorable Amor – dice Jesús levantándose,
Y atrae hacia su corazón al predilecto, que ha hablado desde el rincón oscuro.