UN EXORCISTA PRIVILEGIADO 2
En nuestra Misa de Consagración, habíamos renunciado a todo: al Pecado y a sus consecuencias.
Renovamos las promesas de nuestro Bautismo y ofrecimos nuestra vida a Dios, para que fuese Cristo-céntrica.
Nos consagramos al Inmaculado Corazón de María y al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Y salimos del retiro decididos a vivir el Evangelio, con Dios como nuestra máxima prioridad.
Sin que yo me diera cuenta, Jesús había tomado el control de mi vida
y empecé un sendero espiritual tan extraordinario, como incomprensible…
Pero los caminos de Dios, no son nuestros caminos.
Pasaron seis meses y quedé integrada en una comunidad de oración carismática,
que tenía una familia que estaba totalmente entregada al servicio de Dios.
Todos los días había reuniones de oración, con distintos servicios.
Los más jóvenes evangelizaban y dirigían a los grupos de niños o menores de 17 años.
El matrimonio mayor dirigía a los adultos;
la señora pastoreaba a las mujeres y el padre a los varones.
La Eucaristía era diaria y nos esforzábamos por mantenernos en gracia.
Los martes, nos reuníamos todos;
después de rezar el Rosario hacíamos Oración Comunitaria y de Alabanza.
Leíamos la Biblia y aprendíamos a conocer y a amar a Nuestro Señor Único y Trino.
Todo esto no tiene nada de extraordinario, para cualquiera recién convertido
o para aquel que se mantiene practicando verdaderamente la Fe Católica.
Yo me sentía muy feliz.
Mi vida había cambiado completamente y Jesús se convirtió en el centro de ella,
desde aquella tarde en la plaza de toros.
Estaba enamorándome de un Dios Vivo que me estaba revelando cosas maravillosas
y le daba sentido a todo lo que me sucedía.
Por primera vez en mucho tiempo, volví a tener muchas ilusiones y agradecimiento,
por todos los dones que había recibido en mi vida:
mis niños, mi matrimonio tan desdichado; pero que era el bastión de mi familia.
Mi trabajo que era gratificante en muchos sentidos;
además era joven y estaba saludable.
Conocí a Jesús y nada se comparaba con eso.
Todas mis desgracias habían quedado atrás…
Y por primera vez sentía que la pasión de estar enamorada verdaderamente,
me embriagaba completamente…
Y lo más maravilloso: ¡Podía amarlo sin cometer adulterio!
Porque Amar a Dios, es una experiencia sublime.
De esta forma transcurrió el tiempo…
Y un martes que estábamos rezando el Rosario en la sala donde eran las reuniones,
la dueña de la casa se acercó y me dijo que fuera con ella a la cocina.
A todos los demás les dijo que siguieran rezando el Rosario con más fervor
y cantaran muchas alabanzas a la Virgen María.
Y que no pararan de orar hasta que ella les dijera.
Que si era necesario, repitieran el Rosario hasta completar los Quince Misterios.
(Sólo eran 15, porque empezaba la década de los años 1980)
Yo la miré sorprendida; pero no comprendí la urgencia, hasta que en la cocina,
ella me dijo:
– Esto es muy inusual;
pero Jesús le ordenó a Alfonso… que te integres al grupo que está orando con ellos.
Uno de los muchachos va a venir por ti.
Yo voy a regresar a seguir invocando y alabando a nuestra Madrecita.
– Está bien. – contesté sin comprender nada.
Ella regresó al salón de Oración…
Y yo me quedé mirando el jardín que se podía contemplar desde la ventana.
Y esperé.
Esa misma tarde al llegar, había visto que por la puerta del jardín trasero, habían introducido a
alguien que al parecer estaba enfermo y que era sostenido por dos de los hijos mayores de Alfonso.
Pero para mí no fue algo extraño;
porque sabía que en el grupo también se hacían oraciones de sanación;
mientras los del grupo orábamos el Rosario.
Lo que no sabía, es que las enfermedades y el pecado tienen una relación tan estrecha;
que el ministerio de Sanación y el de Liberación, no pueden ser separados.
Tampoco sabía en qué consiste exactamente una Oración de Liberación,
pero estaba a punto de descubrirlo a la manera de Jesús de Nazareth.
Entre todas mis ideas preconcebidas,
yo estaba firmemente convencida de que el diablo era un mito medieval y el infierno estaba en esta tierra.
Bastaba con mirar alrededor y ver cuán infernalmente desdichada era la vida de muchas personas.
Y… ¡Con la cantidad de cosas que estaban sucediendo también en nuestra sociedad!
Definitivamente era bastante escéptica con las historias de aparecidos y todas esas tonterías,
que les fascinaban a los que les gustan los cuentos de horror.
Años atrás había visto la película del Exorcista.
Y la consideraba una buena película de terror, pero nada más.
Yo, ni un millón de años hubiera admitido que los posesos fueran algo más,
que pobres desquiciados con fallas psicológicas, mentales y cerebrales;
que debían ser atendidas por los especialistas de la medicina y la psiquiatría.
Era muy analítica con todas las cosas y racionalizaba todo.
Aunque había descubierto que Dios era una Realidad de ensueño;
con únicamente argumentos y aunque el Evangelio lo decía;
nadie me hubiera convencido nunca,
de que Satanás también estaba vivo y activo en el mundo actual.
¿¡Cómo!?…
Eso de los hechizos y embrujamientos eran sólo para los ignorantes y descerebrados,
que creían en eso.
Yo me consideraba una mujer inteligente y racional.
Pero una vez más, en mi vida; mi mundo y mi mentalidad; estaban a punto de cambiar…
Era una casa muy grande de dos plantas y muchas recámaras.
En la más alejada de la planta baja y que estaba separada del resto de la casa, por un enorme jardín,
se habían reunido Alfonso y sus cuatro hijos mayores, que incluso eran más grandes que yo…
Además de otros cuatro varones que luego supe que eran familiares y amigos, del grupo de oración.
El más jovencito del grupo, (tenía 17 años) vino por mí,
y me dijo:
– Rosita no te preocupes.
Veas lo que veas y oigas lo que oigas, no te asustes.
Sólo obedece las indicaciones de mi papá.
(Yo seguí sin entender nada)
Este extraño preámbulo, no me preparó para lo que encontré,
al cruzar el umbral de aquella habitación…
Mientras tanto ese mismo martes, para David las cosas también estaban a punto de cambiar.
Ese mediodía; el hijo mayor de Alfonso, había ido a una diligencia a Casa Cornelio,
el centro medular de la Renovación Carismática.
y que se encuentra a un costado del Colegio Anáhuac en la colonia Chapalita,
acompañado de tres de los muchachos del grupo de Oración.
Cuando terminaron, venían de regreso por la av. López Mateos y cuando iban a llegar,
al semáforo que está justo en la esquina del Templo de la Santa Cruz,
Jesús le dijo al que venía manejando: ‘
Cuando cruces esa calle, oríllate y estaciónate allí.’ (Le señaló el Lugar)
Acostumbrados a obedecer de inmediato, las indicaciones divinas en el grupo de Oración,
nadie hizo preguntas y quedaron justo, junto al templo.
No habían pasado ni cinco minutos, cuando con el cambio de señales…
los automóviles que venían por la calle Manuel Acuña dieron vuelta;
en un Grand Marquiz último modelo, venía manejándolo David…
Y se topó cara a cara, con los muchachos;
Inexplicablemente, también se orilló y se detuvo a saludarlos.
Entonces Jesús tomó al hijo de Alfonso.
David pudo verlo y constatarlo,
porque ya se le habían abierto los ojos y los oídos espirituales en la plaza de toros..
Y le dijo en primera persona a David:
– Dale tu portafolio a tu compañero.
Y regresa aquí Conmigo.
Sin replicar, David obedeció de inmediato.
Dirigiéndose al hombre joven que estaba sentado en el asiento del copiloto,
le entregó el maletín que llevaba y se despidió arrojándole también las llaves del lujoso automóvil,
mientras le decía:
– Termina tú el trabajo.
Esto se acabó para mí.
Diles que ya no cuenten conmigo.
Regresó, caminando velóz…
Mientras los muchachos ya le habían hecho un lugar enmedio, en el asiento trasero.
Y en cuanto David entró al auto, se desmayó.
Cuando llegaron a la casa y que fue cuando yo los vi entrar,
a los pocos minutos empezamos el rezo del Santo Rosario como lo hacíamos siempre.
Mientras tanto en el ring de los combates celestiales,
(La habitación que les estaba describiendo anteriormente)
empezó la lucha para liberarlo.
Se manifestaron todos los espíritus, que no se los voy a enumerar,
porque tendría que decirles los pecados de David y eso no me está permitido.
Solo les voy a decir los principales, porque armaron un circo fenomenal:
Homicidio, Odio, Venganza, Destrucción, Violencia, etc, etc, etc.
Cuando el combate estaba en su punto álgido;
se manifestó la Tríada Infernal: Lucifer, Satanás y Belzebú.
En el grupo, esto nunca había sucedido…
Que se presentara la élite corporativa suprema del Infierno.
Y de momento, todos quedaron sorprendidos.
Lucifer dijo triunfante:
– Ya paren esta farsa.
Este perro inmundo es mío y no me lo podrán quitar;
porque primero los mato a todos.
He venido por él y no me iré sin él.
Ha sido mío desde siempre y nadie me lo puede quitar. NADIE.
Tengo demasiadas pruebas de su adhesión a mí…
Y hay muchas almas, por las vidas truncadas por él en mi reino,
que me permiten poseerlo y reclamarlo.
Díganle a ESE, (Jesucristo) que esta vez, no me ganará.
Como todos tenían visión y profecía, yo no sé cómo lo verían;
porque el Rey del Averno suele ser verdaderamente Pavoroso.
Por un momento todos se quedaron congelados;
mientras después de toda la refriega, David estaba suspendido horizontalmente,
como a dos metros sobre el piso.
Entonces Jesús le dijo a Alfonso:
Entre las jóvenes mujeres que están rezando el Rosario, está mi hija Rosa María.
Llámala, ella hará que se vayan.
Rosa María, (O sea yo) estaba del todo ignorante de todas éstas espeluznantes experiencias,
porque sólo había desempacado unos cuantos carismas que le regalara Jesús.
Entre ellos el Amor, la Oración, el don de ciencia infusa y por supuesto, la FE.
Cuando fui advertida de que viera lo que viera y oyera lo que oyera, no me asustara;
lejos estaba de imaginar lo que iba a ocurrir, al cruzar aquella puerta…
Literalmente me quedé paralizada…
Y con la boca abierta por el asombro más absoluto.
¡No podía creer lo que estaba mirando!
Como si lo que sucedía fuera lo más ordinario del mundo;
y como si alguien hubiera tocado el botón de pause,
detuvieron unos segundos sus movimientos…
Y todos me miraron con una cálida sonrisa de bienvenida.
Alfonso me miró con sus ojos dulces y bonachones,
y me dijo:
– Bienvenida Rosita.
Jesús quiere que dirijas esto. Anda…
Sin que pudiera salir un sonido de mi garganta, pensé:
‘¡¡¡ Q U EEÉ !!!
¿Qué yo dirija, qué cosa…?’
Y mis ojos miraban estupefactos a un hombre levitando horizontalmente,
casi dos metros en el aire,
mientras otros dos hombres colocaban gruesos almohadones sobre el piso;
y otros cuatro trataban de sujetarlo por las extremidades.
El jovencito que me había conducido, traía un recipiente con Agua Bendita,
y estaba listo para aspergiarla.
Alfonso sostenía la Biblia abierta…
Y me volvió a invitar:
– Expúlsalo.
Ordénale que se vaya y que deje libre a este hijo de Dios.
El hombre que levitaba tenía vuelta la cabeza hacia la pared y convulsionaba en el aire.
Cuando logré comprender lo que se me estaba pidiendo…
sentí como si mis piernas se hubiesen vuelto de gelatina.
Pero traté de obedecer.
Y con un hilo de voz tembloroso por el susto,
logré articular:
– En el Nombre de Jesús,
te ordeno que salgas de este hombre que no te pertenece.
Exactamente igual que en la película del Exorcista,
aquel rostro humano dio un giro sobrenatural…
y con una voz cavernosa y aterradora:,
me gritó:
– ¡¿Quién eres tú, miserable perra humana…
para ordenarme a mí, si yo soy un Ángel?!
A estas alturas mis piernas se habían vuelto de chicle…
Y no me derrumbé, porque creo que Dios me sostuvo.
Aquella cara contorsionada por un odio sobrenatural,
no me impidió reconocer al hermoso David, mi compañero de Evangelización.
Y su voz grave y armoniosa, definitivamente no era la suya.
Ahora estaba cargada por una fuerza misteriosa y escalofriante;
que fue como una bofetada en pleno rostro.
Me volví a mirar con desamparo a Alfonso,
y le pregunté angustiada:
– ‘¿Qué le contesto?’
Alfonso era un gran profeta…
Y Jesús lo tomó contestándome en primera Persona:
‘Dile que eres hija de Dios redimida con mi Sangre.
Y por mi autoridad te tiene que obedecer.’
(En este preciso momento, fue cuando desenvolví el carisma del Discernimiento)
Era la primera vez que veía el don de profecía en esta modalidad;
pero reconocí de inmediato que era Mi Señor el que me estaba hablando.
Y también comprendí, que Dios no estaba jugando…
Y que el momento era muy grave.
Eran demasiadas emociones para contabilizarlas todas.
Me limité a obedecer…
Y logré decir con una voz un poco más segura, las palabras que me habían sido dictadas.
En respuesta, la contorsión aumentó.
En un segundo, seis hombres luchaban para contener a uno solo.
Sólo el más jovencito oraba en lenguas, aspergiando el agua bendita;
recibiendo en respuesta con una rabia infinita:
‘Detente maldito. ¡Me estás quemando!’
Y Alfonso leía serenamente y con fuerza, el capítulo 14 del profeta Isaías.
Entonces comprendí que los almohadones eran para que David no se lastimara…
Y ellos no estaban luchando contra él; intentaban protegerlo de sí mismo,
pues Lucifer estaba decidido a matarlo.
Recordando al dulce joven que había dado testimonio en la parroquia salesiana,
me sentí invadida por una fuerza guerrera,
y le grité:
– ¡¡¡ B a s t a !!!
¡En el Nombre de Jesús Y CON LA AUTORIDAD DE SU SANGRE PRECIOSA,
¡TE ORDENO! que salgas inmediatamente de él!
¡LARGO DE AQUÍ!
Él pertenece a Jesús,
y tú no tienes nada con nosotros.
(Esto yo no lo hice sola, porque no lo sabía.
Creo que el Espíritu Santo, me estaba graduando como exorcista de diablos,
y las palabras y la fuerza con las que salieron,
me sorprendieron a mí misma)
Lucifer me miró con unos ojos llenos de una rabia que no olvidaré jamás,
y me gritó:
– ¡Eso crees!
Me voy.
Pero volveremos a encontrarnos y me las pagarás…
Recitó una serie de amenazas y blasfemias cada una más pavorosa que la anterior.
Y envolviéndonos en una nube sulfurosa;
salió haciendo restallar un trueno tan fuerte…
que fue como si un rayo hubiese caído en la habitación.
David se desplomó.
Y hubiese sufrido un severo golpe, si no hubiera sido por los ocho hombres,
que lo recibieron en el aire como si hubiese sido un balón de futbol americano,
lanzado desde lejos.
Y los almohadones que amortiguaron y en los que lo depositaron con suavidad.
El insólito episodio terminó, cuando David dando un gran suspiro,
abrió sus grandes ojos claros,
y preguntó:
– ¿Qué pasó?
Después que me detuve a hablar con ustedes en el semáforo de la av. López Mateos,
ya no sé qué sucedió…
Había vuelto a ser el joven risueño que yo conocía.
Hicimos una oración de Acción de Gracias…
Y después del intercambio de impresiones sobre lo que había sido una experiencia impresionante,
David nos dijo:
– Esto que les voy a platicar, es altamente confidencial.
Después de la Evangelización, he estado luchando mucho para romper con todo mi pasado…
Y no puedo.
Me han cercado por todos lados y de la Mafia gangsteril de la FEG me dijeron,
que solo se sale con los pies por delante.
El que entra, se queda para siempre.
Aunque estuve evitándolo mucho tiempo, ya no pude…
Y esta mañana tuve una entrevista con un alto dirigente del Gobierno Federal.
Me dieron una encomienda, respecto a un próximo candidato a…¿?
Ya traía la paga, las armas y el plan…
(¿?) Se quedó asombrado, porque son varios millones de dólares lo que le entregué.
Sólo era cuestión de ejecutar el plan.
Le había estado orando al Señor que no quería hacerlo,
¿Pero cómo podía evitarlo?
Me doblego o me matan…
Y también van a matar a mi esposa…
Por eso cuando los vi y vi a Jesús que era ÉL dándome la instrucción,
agarré el valor y ya vieron lo que sucedió…
El epílogo de esta historia, es que David fue a la Cd. de México a hablar con su jefe: ‘El Pelacuas’.
Jesús le había dicho que confiara en Él y que hiciera las cosas correctamente.
Cuando se entrevistó con el Pelacuas, le platicó todo:
su conversión, la bala fugitiva, la Oración de Liberación…
Ya que lo único que deseaba, era poder seguir las Huellas de Jesús…
Y que ya no lo molestaran.
El Pelacuas, (Pueden buscarlo así en la red y verán su tremenda historia)
Le contestó que nadie había salido de la organización, más que con los pies por delante y en un ataúd;
pero que estaba bien.
Que le admiraba el coraje para enfrentarlo y salirle con semejante embajada.
Los de la FEG eran los que habían pagado los gastos médicos carísimos, en el Hospital Santa María Chapalita,
y él estaba enterado de todos los detalles.
Pero verlo frente a él y tener los pantalones para defender lo que creía, eran otra cosa.
Que tan solo por eso, había ganado su respeto;
y daría órdenes, para que nadie se metiera con él.
Pero si se enteraba que andaba de ‘bocón’ ya sabía lo que le esperaba a los traidores.
Sé que el ‘Pelacuas’ ya murió.
Lo asesinaron en la Cd. De México.
Y por eso me animé a escribirlo todo.
http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2012/4/19/quien-mato-pelacuas-289012.asp
Las últimas noticias que tuve de David, son que él y su esposa habían tenido una niña.
Que él andaba evangelizando en las cárceles…
Y que había pasado una temporada en las Islas Marías,
donde seguía siendo un apóstol poderoso entre los presos.
Y cuando alguien se le ponía ‘al brinco’ lo enfrentaba con su propio pasado,
y les preguntaba:
“¡Órale cabrón!
Piensa por un momento y dime como mafioso, ¿Te puedes comparar conmigo?
¿Alguna vez alguien te pagó fortunas por tus delitos de rufián de quinta?
Porque yo renuncié a todo eso…
Y por eso estoy aquí…”
Y los dejaba con la boca abierta, con su increíble testimonio.
Ya había ganado muchas almas para Jesús.
También supe que Satanás intentó matarlo muchas veces,
por medio de atentados con los mismos asesinos recluidos;
porque le quitaba las almas de criminales empedernidos y que ya los tenía seguritos en el Infierno.
Pero David no desistía…
Esos mismos atentados concluyeron en historias milagrosos, que confirmaban a cada paso;
los increíbles portentos del Espíritu Santo…
Y Jesús lo protegió de muchísimas cosas.
Y de esta forma recorrió, los más importantes centros penitenciarios de la República Mexicana.
Pero volviendo al día de la Liberación de David,
después de una oración de alabanza y acción de Gracias por el favor recibido,
todos nos reintegramos a nuestras ocupaciones diarias.
Y a partir de aquel día, quedé integrada al Ministerio de Liberación;
donde aprendí todo lo necesario para mi ministerio en la sanación y la liberación;
que ministraba en aquella bendita casa los viernes…
Y donde fui testigo de muchos milagros maravillosos del Amor de Jesús.
155 UN CRIMEN PASIONAL
155 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Todos los apóstoles están alrededor de Jesús.
Sentados sobre la hierba, bajo el fresco de las copas de los árboles, cerca de un río.
Comen pan y queso.
Y beben agua del río, que es fresca y clara.
Han recorrido un largo camino y han hecho una pausa para recuperar fuerzas.
En cuanto pasa la hora más calurosa, el Incansable Caminante, se pone de pie,
y dice:
– ¡Vámonos!
Avanzan hasta llegar a un crucero de cuatro caminos.
Y Jesús toma decidido el que va al noroeste.
Pedro pregunta:
– ¿Regresamos a Cafarnaúm?
– No.
Pedro insiste, porque quiere saber:
– ¿Entonces a Tiberíades?
– Tampoco.
– Este camino va hacia el Mar de Galilea…
Allá está Tiberiádes…
y Allí, Cafarnaúm…
Jesús lo mira con el rostro medio serio, para calmar la curiosidad de Pedro.
Diciendo:
– Y también está Mágdala.
Pedro se escandaliza…
Definitivamente el lugar tiene mala fama:
– ¡A Mágdala!… ¡Oh!…
Jesús confirma:
– A Mágdala.
Sí. A ¡Mágdala! ¿Te sientes demasiado honesto para entrar?
¡Pedro!… ¡Pedro!…
Por amor mío, deberás entrar no en una ciudad de diversión; sino en verdaderos lupanares.
Cristo no ha venido a salvar a los que ya están salvados. Sino a salvar a los perdidos…
Y tú… tú serás ‘Piedra’ y no Simón… Y por esto, ‘Cefas’. ¿Tienes miedo de contaminarte? ¡NO!
¡Ni siquiera éste! –y señala al joven Juan- ¡Ni siquiera éste recibirá daño! Porque él no quiere…
Como tú no quieres. Cómo no quiere tu hermano y el hermano de Juan…
Cómo no quiere ninguno de vosotros por ahora. Mientras no se quiere, no viene el Mal.
Pero es necesario no querer; fuerte y constantemente.
Fuerza y constancia se obtienen del Padre, si se ora con rectitud de propósito.
No todos sabréis rogar siempre así…
¿Qué estás diciendo, Judas?… No te fíes mucho de ti mismo…
Yo Soy el Mesías y ruego constantemente, para tener fuerzas contra Satanás.
¿Acaso puedes más tú que Yo?
El orgullo es una rendija por donde Satanás penetra.
Vigila y sé humilde, Judas…
Jesús se vuelve hacia su apóstol convertido,
y añade:
– Mateo, tú que eres muy práctico del lugar, dime:
¿Es mejor entrar por este camino o hay otro?
Mateo contesta:
– Según, Maestro…
Si quieres ir a la Mágdala de los pescadores y de los pobres, el camino es éste.
Por aquí se entra al barrio.
Pero como quiero darte una respuesta amplia:
Si quieres ir a donde están los ricos, hay que dejar este camino.
Tomar otro que está como a cien metros de aquí, porque las casas de los ricos están casi a esta altura.
Entonces hay que regresar…
Jesús confirma:
– Regresaremos.
Porque es a la Mágdala de los ricos, a dónde quiero entrar.
Con el Carisma de la lectura de los corazones…
Judas responde:
– ¡Nada, Maestro!
Es la segunda vez que me lo preguntas en poco tiempo. Yo no he dicho nada.
– Con los labios, no.
Has hablado dentro de tu corazón.
Has platicado con tu huésped, en tu corazón. No es necesario tener a otra persona con quién hablar.
Nos decimos a nosotros mismos, muchas palabras.
Pero no hay que murmurar ni calumniar siquiera con nuestro propio ‘yo’.

Judas con posesión demoníaca perfecta y ¡Oh! cuánto sufrimiento para Jesús, qué cómo Dios, NADA ignora…
El grupo sigue caminando, ahora en silencio.
La calle está pavimentada con piedras rectangulares.
Las casas son ricas y bellas, rodeadas de huertos y hermosos jardines.
Es una ciudad de recreo.
Los ricos palestinenses están mezclados con los romanos y gente poderosa y opulenta de otros lugares.
Son hermosas mansiones, de funcionarios de la corte o ricos mercaderes…
Que envían a Roma las cosas más preciosas que produce Palestina.
Jesús se adentra, como quien sabe a dónde va.
Costea el lago, en cuya ribera están las casas más lujosas y magníficas…
Avanzan por una magnífica calzada, hasta llegar a una de las más regias y señoriales.
Entonces, gritos de llanto se oyen en una grandiosa villa.
Son de niños y de mujeres.
Una angustiada voz femenina rompe el aire:
– ¡Hijo! ¡Hijo!
Jesús se vuelve y mira a sus discípulos.
Judas se adelanta.
Jesús ordena:
– Tú, no.
Tú Mateo. Ve a preguntar.
Mateo va casi corriendo y regresa rápido.
Dice jadeante:
– Una pelea, Maestro.
Un hombre está agonizando… Es un judío.
El que lo hirió, escapó. Era romano.
Han acudido a la casa, la madre y la esposa con los pequeños hijos, pues la vida se le escapa junto con la sangre…
Jesús dice:
– Vamos.
Mateo previene a Jesús:
– Maestro…
Esto ha sucedido en la casa de una mujer que no es la esposa.
– Vayamos.
Entran por un gran portón, hasta el atrium.
Las columnas están cubiertas de plantas verdes que están en grandes macetas, formando conjuntos con
las estatuas y objetos enchapados.
Hay una fuente y un gran jardín, que hacen una hermosa combinación de sol e invernadero.
En una habitación contigua, hay mujeres que están llorando.
Jesús entra, pero no da su saludo.
Entre los hombres presentes hay un mercader que lo reconoce y al verlo,
exclama:
– ¡El Rabí de Nazareth!
Y se inclina profundamente, saludándolo con respeto.
Jesús le contesta:
– Maestro…
Una puñalada en el corazón. Se está muriendo…
Una mujer de cabello gris y despeinada, está arrodillada junto al moribundo.
Le sostiene la mano con ojos enloquecidos por el dolor.
Al oír a Jesús, se levanta y con su mano temblorosa, señalando hacia una esquina de la habitación:
Acusa gritando:
– ¡Por esa!…
¡Por esa!… Esa me lo embrujó…
Tenía madre. Tenía esposa. Tenía hijos… ¡El Infierno debe estar en ti, Satanás!
Jesús vuelve la cabeza y mira en la dirección señalada.
Y ve en el rincón, contra una pared de color rojo oscuro…
A María de Mágdala, más provocativa que nunca…
Y hermosísima…
Trae una fina falda en artísticos pliegues, de una gasa pesada y muy delicada, como de seda color marfil.
Que revela más que cubrir:
Unas piernas largas, blancas como de alabastro, que son como columnas exquisitamente torneadas.
Su breve cintura, está ceñida con un cinturón de filigrana de oro y piedras preciosas, rematado en una hebilla que parece una mariposa.
De la cintura para arriba, lleva una especie de redecilla hexagonal, tejida con perlas y sostenida a su largo cuello, por una fina cadena de oro.
Su delicado traje, realmente no deja nada a la imaginación…
Su cuerpo perfecto y magnífico, luce una belleza deslumbrante y seductora.
Aún más que si estuviera totalmente desnuda.
Su larga y abundante cabellera rubia, está sostenida por un regio y elaborado peinado, con broches de perlas y rubíes.
Jesús la mira con severidad, pero no dice nada.
La ignora totalmente como mujer.
María, humillada con la indiferencia…
Se yergue más altiva que nunca.
Ella, que un momento antes parecía aniquilada, levanta su rostro hermoso y desafiante.
Con sus bellísimos ojos negros, llenos de ardiente deseo y refulgentes de confianza en sí misma.
Mira con inmensa coquetería a Jesús…
Admirando descaradamente su perfecta belleza masculina…
Maniféstándolo abiertamente con su mirada cargada de deseo…
Y le sonríe con sus labios voluptuosos.
En una silenciosa y apasionada invitación…
Entonces Jesús, hace todavía más severa su mirada…
A continuación baja los ojos.
– Mujer, no maldigas.
Respóndeme, ¿Por qué tu hijo estaba en esta casa?
La mujer responde entrecortada por los sollozos, por el dolor y la impotencia…
Y clama angustiada:
– Ya te lo dije.
Porque ella lo había vuelto loco. Esa…
Jesús es terminante:
– ¡Silencio!…
También él estaba cometiendo, un pecado de adulterio.
Y era un padre indigno de estos inocentes…
Merece pues su castigo; en ésta y en la otra vida.
No hay misericordia para quien no se arrepiente…
Tengo compasión de tu dolor, mujer.
Entonces Jesús señalando a la esposa quebrantada por la traición, por el sufrimiento y el llanto de los niños que la acompañan…
Finaliza:
– Y de estos inocentes.
¿Está lejos tu casa?
– A unos cien metros.
Jesús se vuelve hacia los hombres presentes,
Y ordena:
– Levantadlo y llevadlo hacia allá.
José el mercader contesta:
– No es posible, Maestro.
Tiene los estertores finales, está muriendo ya.
– Haz como dije.
Ponen una tabla debajo del cuerpo del moribundo y lentamente sale el cortejo.
Atraviesan la calle y llegan hasta un jardín lleno de árboles, floridos senderos y mucha sombra.
Las mujeres siguen llorando.
En cuanto entran, Jesús se vuelve hacia la madre,
diciendo:
– ¿Puedes perdonar?
Si tú perdonas, Dios perdona.
Es necesario limpiar el corazón para obtener gracias.
Éste pecó y volverá a pecar… Sería mejor para él morir.
Porque si vive, volverá a recaer en el pecado y deberá responder también de la ingratitud para con Dios que lo salva.
Pero tú y estos inocentes, -señala a la esposa y a los niños- caerían en la desesperación.
He venido a salvar y no a condenar.
El hombre ya perdió el último aliento…
La madre sólo atina a mover la cabeza asintiendo y con un hilo de voz, ahogado por el dolor…
Contesta:
– Sí……
Enseguida, Jesús se vuelve majestuoso.
Se yergue aún más, con toda la Potencia del Hombre – Dios.
Y dice al herido:
– Hombre, Yo te lo mando.
Levántate y queda sano.
Entonces el hombre vuelve a la vida…
Abre los ojos. Ve a su madre, a sus hijos, a su esposa.
Avergonzado, inclina la cabeza.
La anciana le dice:
– ¡Hijo! ¡Hijo!
¡Estarías muerto si Él no te hubiese salvado!
Vuelve en ti. No delires por una…
Jesús interrumpe:
– ¡Cállate!
Ten misericordia, como se ha tenido para contigo…
Tu casa ha sido santificada con el milagro, que siempre es prueba de la Presencia de Dios.
Por esto no pude hacerlo donde había pecado.
Procura conservar tu casa así. Aun cuando éste no lo hará…
Ahora tened cuidado con él. Es justo que sufra un poco…
Sé buena, mujer.
Adiós niños.
Jesús pone su mano sobre las dos mujeres y los niños.
Luego sale, pasando delante de la Magdalena, que siguió hasta el borde del camino al cortejo.
Y ha estado recargada contra un árbol.
Jesús camina despacio, como si esperara a los discípulos.
Pero también parece esperar que ella le diga algo.
María no se mueve.
Los discípulos se reúnen con Jesús.
Y Pedro no puede contenerse de decir un epíteto apropiado a María:
– ¡Perra lujuriosa!…
Ésta responde con orgullo y una carcajada llena de desprecio…
Que es un triunfo muy mezquino.
Jesús, que oyó las palabras de Pedro,
voltea severo y dice:
– Pedro. Yo no insulto.
No debes insultar. Ruega por los pecadores. ¡No más!
María deja de reír.
Baja la cabeza y huye como una gacela, a su casa.
Dejando tras de sí, un enorme grupo de espectadores cada vez más asombrados…
Y una marejada de murmuraciones y comentarios…
Y todo termina.
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D89 EL SACRIFICIO A MOLOCH 3
POR QUÉ EL ABORTO ES CLAVE PARA LOS QUE QUIEREN CONTROLAR EL MUNDO
¿Al preguntarnos por qué el fuerte empeño de los globalistas para instalar el aborto en todo el mundo?
¿Por qué los organismos internacionales llegan a condicionar las ayudas económicas a la aprobación de leyes legitimando el aborto?
No se trata de mejorar el estándar de vida de las poblaciones. Porque las consecuencias económicas y sociales del aborto son terribles.
Y tampoco se trata de un sano empoderamiento de las mujeres.
Porque el aborto sustentado en idea de la autonomía corporal de las mujeres surgió después como argumento, y por tanto es más bien una manipulación para manejar al feminismo.
Hay algo más detrás, un motor que lleva a los globalistas a ser “fanáticos” del aborto. Hay una elite que quiere dominar el mundo y para evitar oposición ha definido al hombre como su enemigo.
Las Naciones Unidas están en un franco proceso de legitimar el aborto como un derecho humano.
PIDEN LA REDUCCIÓN MASIVA DE LA POBLACIÓN
TODO BAJO UNA ÚNICA CABEZA GLOBAL, LA META ÚLTIMA
YA ESTÁ EN MARCHA AVANZADA EL PROYECTO
EL LLAMADO A LOS AGENTES DEL NUEVO ORDEN
En 2004, el profesor emérito de física en la Universidad Estatal de California, Roger Dittmann, declaró que todas las políticas relacionadas con la Agenda 21 deben llevarse a cabo con el objetivo de reducción de la población mundial y el control de la población.
“La gran declinación”, el profesor ansiosamente añadió, “ya ha comenzado.”
En su presentación el Desarrollo Sostenible, el Nuevo Orden Internacional de la Ciencia y la Reforma de la ONU Dittmann da su propia definición del término “desarrollo sostenible”
La presentación de Dittmann, en sus notas, también exige un nuevo “orden internacional científico” para asegurarse de que toda la comunidad científica está armada y lista para poner en práctica reducción de la población mundial.
POR QUÉ LOS GRUPOS FEMINISTAS PRO ABORTO USAN SÍMBOLOS DEMONÍACOS
El estilo de conducta de los grupos feministas militantes Pro aborto llama mucho la atención.
Parecen carecer de frenos en las formas en que se expresan y atacan a diversas instituciones, especialmente a la Iglesia.
Esto se puede comprobar fácilmente viendo imágenes de marchas Pro Aborto y de videos de las mismas.
¿Qué hay detrás de esta conducta tan agresiva?
En principio se puede decir que es producto de una nueva moralidad distinta a la tradicional judeocristiana.
Pero también podemos buscar vinculaciones más profundas con los personajes mitológicos antiguos.
La mitología antigua de medio oriente y Europa nos hablan de un demonio femenino, que es conocido por diversos nombres en las distintas culturas
Los dos nombres más extendidos son Abyzou y Lilith, especialmente este último.
Sus imágenes son altamente sexualizadas por eso la dificultad de encontrar algunas que no hieran la sensibilidad de algunos católicos.
La relación de este personaje mitológico con el movimiento feminista pro aborto no es teoría.
Por un lado se puede comprobar que luego del huracán Harvey en Estados Unidos, el movimiento Pro aborto lanzó el Fondo Lilith para financiar abortos en la zona afectada.Y en la campaña Pro aborto Argentina se está utilizando el color verde que es el color de Abyzou, es el propio movimiento pro aborto que ha elegido identificarse con este personaje, no es que nosotros hagamos esa identificación.
IMPRESIONANTES REVELACIONES SOBRE LAS PRÁCTICAS DEL ABORTO SALEN POR EL JUICIO A KERMIT GOSNELL [2013-05-06]
Se destapa la Caja de Pandora de los abortorios en EE.UU.
Que hacen con los niños de abortos fallidos y nacidos, porque 1 de cada 30 abortos falla. Las condiciones insalubres de las clínicas. La nueva táctica de la franqueza de los abortistas sobre que se está matando un niño.
Estos horrores no son solo de la la clínica de Gosnell sino que se extienden a Planned Parenthood también.
Como era previsible, las revelaciones sobre la industria del aborto están saliendo a luz a un nuevo ritmo y con mayor detalle que nunca a partir del juicio que se le sigue al abortista Kermit Gosnell en su clínica de Filadelfia (Estados Unidos).
Es por esta razón que los grandes medios de comunicación no han informado sobre el juicio, ni el presidente Obama ha dicho una sóla palabra, y por el contrario, en medio del juicio se presentó en una gala de Planned Parenthood para darle su respaldo incondicional.
LOS ABORTOS FALLIDOS Y BEBES NACIDOS VIVOS
Impactante Audiencia en Florida:
“Es realmente difícil para mí preguntárselo, porque no me lo puedo creer” – le dijo el Rep. Jim Boyd a Alisa Laport Snow, representante de los afiliados en Florida a Planned Parenthood , cuando le preguntó –
“¿Qué creen que tiene que pasar con el bebé que está sobre una mesa, nacido tras un aborto fallido, que lucha por su vida?”
“Creemos que cualquier decisión debería estar en manos de la mujer, su familia, y del médico”, respondió con total frialdad Laport en nombre de su organización.
Un exempleado de Gosnell, Stephen Massof, encarcelado tras declarársele culpable de asesinato en tercer grado de dos recién nacidos, declaró cuando prestó testimonio ante la Corte a principios de abril, que vio alrededor de 100 bebés nacidos vivos y que luego comprobó que les habían cortado en la nuca con tijeras para asegurar su muerte.
EL PLAN B SI EL ABORTO SALE MAL
Un vídeo realizado por Live Action con cámara oculta el pasado 28 de abril muestra a una mujer con 23 semanas de embarazo preguntándole a un consejero del Centro de Salud de la Dra. Emily qué harían con el niño después del aborto,
a lo que el consejero respondió que al bebé vivo lo pondrían en un frasco lleno de una solución que garantizara su muerte y enviado luego a un laboratorio para su análisis.
La mujer embarazada preguntó qué pasaba si el bebe con los espasmos infantiles mostraba señales de vida, a lo que el consejero respondió
“la solución hará que se detenga. Ese es el propósito de la solución (…), se detendrá automáticamente. No va a ser capaz de respirar más”.
Life Action llevó a cabo esta investigación sobre abortos tardíos a sabiendas de que un estudio de 2007 del British Journal of Obstetrics and Gynecology señalaba que 1 de cada 30 niños sobreviven a los intentos de aborto,
Y que hasta 1 de cada 10 niños sobreviven los intentos de aborto realizados después de las 23 semanas de gestación.
“Nuestros niños que son más débiles sobreviven a estos brutales abortos tardíos porque es un procedimiento que por su estado avanzado implica la inducción al parto.
En el aborto, el abortista tiene que matar, ya sea en el proceso o en el útero, pero a veces el bebé sale con vida”, expresó Rose.
POR QUÉ EL ABORTO ES SATÁNICO
El aborto se está generalizando nuevamente en el mundo.
Y no podemos comprender el por qué, si nos quedamos solamente con los argumentos que esgrimen los pro abortistas.
Que suelen ser argumentos con implicancias personales, porque la persona abortó o alguien a su alrededor lo hizo.
En la historia humana el aborto, al igual que el infanticidio, ha sido una constante ritual de ofrecimiento de un sacrificio a los dioses paganos.
En los 10 mandamientos encontramos la órden divina: “NO MATARÁS”
Y en el Apocalipsis 22 leemos que los asesinos no arrepentidos no pueden entrar en el reino de Dios.
El asesinato de niños está especialmente condenado por Dios.En la 2 Reyes 17 se menciona el sacrificio de niños como una de las principales razones por la que el reino de Israel fue destruido por los asirios y su población llevada al exilio.
Dios se presenta como defensor de los desamparados.
El salmo 72 dice que la justicia florecerá en sus días porque rescatara al pobre y al afligido cuando no tenga nadie que lo ayude.
El motor que actualmente hace funcionar el aborto deberíamos buscarlo en lo que dice San Pablo, que nuestra lucha no es contra la carne sino contra las potestades y los principados del mundo invisible.
EL ASESINATO DE BEBÉS EN LA HISTORIA
SACRIFICIO HUMANO POR QUÉ EL ABORTO ES SATÁNICO
Todavía le subió el diablo a un monumento muy encumbrado y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras. entonces Jesús le Respondió: Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás. (Mat.4, 8-11)
Después que Lucifer (Portador de la Luz) se transformara en Satanás (Adversario) luego de su embestida contra Adán, donde le despojó de todo lo que Dios le había entregado y lo convirtiera de rey de la Creación en su esclavo por medio del Pecado Original; en las primeras culturas del principio de los tiempos exigió del vasallaje humano cultos de adoración que incluían sacrificios humanos.
Esta estrategia no tendría ninguna variante hasta nuestros días, pues en las misas negras oficiadas por sacerdotes ‘robados’ a la iglesia católica existen rituales donde TODOS los abortos que se realizan a nivel universal, son ofrecidos como holocausto para sus maniacos delirios deificantes… Y que incluyen las almas de todos los que participan en ellos, para aumentar su poder luciférico y encadenar más fuerte su botín de almas, aunque no sean conscientes de ello, en esta satánica industria que ES OTRO BRAZO DEL ANTICRISTO.
El argumento utilizado por los que gustan de estos rituales, es que al comerse a la víctima están adquiriendo sus potencias espirituales y aumentando el poderío que sus ‘guías y mentores’ les proporcionan.
Este es un gigantesco engaño que los satanistas se tragan con anzuelo y plomada. Lo estudiaremos con más detalle en otro post.
Si analizamos con detenimiento cual es el recorrido de un alma que bajando desde el Cielo se encarna, nace, crece, se reproduce y muere; podemos entender claramente la obsesión luciferina por el Aborto y como éste es un artero y directo ataque contra Dios.
Un alma, ES una partícula divina que al entrar en el óvulo por la concepción, es aniquilada por el Pecado Original y automáticamente forma parte del botín satánico en el Limbo y el que adquiere poder es Satanás, NO los participantes de sus orgías de sangre. (Lo entenderemos mejor cuando veamos el tema de la masonería)
En la antigüedad, Baal Ammon era el principal dios fenicio adorado en la colonia de Cartago, generalmente identificado por los griegos como Crono y por los romanos como Saturno.Baal significa “señor”, Amón “El oculto”, símbolo del poder creador y “Padre de todos los vientos” en la mitología egipcia. En su nombre se hacían sacrificios humanos “molk” como ofrenda religiosa.
Molk es un rito religioso característico de la religión cananea, continuado por otros pueblos de Oriente Próximo, entre ellos, los fenicios y los púnicos.
Se practicaba en honor al dios Moloch y consistía en el sacrificio, por cremación, de un hijo recién nacido en perfectas condiciones.
Se celebraba en un recinto al aire libre, diferenciado de templos y cementerios. Y las cenizas eran guardadas en vasijas y enterradas en el tofet.
Moloch o Moloch Baal fue un dios de origen canaanita. Era considerado el símbolo del fuego purificante. Griegos y romanos lo identificaban con Cronos y Saturno, respectivamente.
Generalmente, Moloch es representado como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo.
Plutarco relata (De Superstitiones, 171):
Antes de que la estatua fuese llenada, se inundaba la zona con un fuerte ruido de flautas y tambores, de modo que los gritos y lamentos no alcanzaban los oídos de la multitud.
Diodoro Sículo (Diodorus Siculus) (20.14) escribió:
Había en la ciudad una imagen de bronce de Cronos con las manos extendidas, las palmas hacia arriba y cada niño que era colocado en ellas era subido y caía por la boca abierta dentro del fuego.
Teodoro también relata que los familiares tenían prohibido llorar, y que cuando Agatocles derrotó a Cartago, los nobles cartagineses creyeron que habían disgustado a Moloch, así que sustituyeron a los niños recién nacidos por sus propios hijos para el sacrificio.
Intentaron compensar al dios realizando el holocausto con 200 niños de las mejores familias ininterrumpidamente, llegando a sacrificar 300 en total.
La gigantesca estatua de bronce estaba al rojo, y las tropas que sitiaban la ciudad asistían al espectáculo desde las murallas exteriores que ya habían conquistado.
También lo relata Clitarco de Alejandría en un comentario sobre la República de Platón:
Al ver venir al Sumo Sacerdote de Moloch vestido de túnica púrpura, color de pureza, le pregunté cuál es el origen del culto. Me contestó que en los tiempos primordiales hubo una gran catástrofe y hoy en día, si no fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, serían piedras lo que se encontrase en ella.
Entonces, en medio de una plataforma había una estatua de Cronos, con las manos extendidas sobre un brasero de bronce, las llamas que engullen a los niños.
Cuando las llamas alcanzan el cuerpo, sus miembros se contraen y la boca abierta casi parece reír, hasta que el cuerpo contraído se desliza resbalando al fondo del brasero. Así es que esta mueca se conoce como risa sardónica, puesto que ríen al morir.
El infanticidio se ha practicado desde las civilizaciones más simples como cazadores y recolectores, hasta las grandes civilizaciones.
Tan extendido estaba esto que en el Levítico 18 advierte “no dejes que tu descendencia pase por el fuego para Moloch”.
Un rabino del siglo XII dice que la práctica de pasar por el fuego era poner al bebé en un tubo de lata y quemarlo, mientras que tocaban tambores vehementemente para que el padre no oyera la voz del niño.
En Deuteronomio 20: 16-18 el Señor pide la destrucción de esos pueblos alrededor de Israel. Moloch y sacrificio de niños
Esta práctica de matar a los bebés siguió a través de toda la historia.
Y durante el reinado de Luis XIV en el siglo XVII en Francia, hubo un gran empuje, por la profusión de brujas, lideradas por una bruja llamada La Voisin.
Esta bruja era la protegida de la Marquesa de Montespan, la amante del rey y a quien esté no le negaba ningún favor
Algunas de las fórmulas rituales para sacrificio de los niños que usan las brujas hoy, vienen de esa época:
“Astaroth, Asmodeo, Príncipes de la amistad, les conjuro para que acepten el sacrificio que les ofrezco de este niño por las cosas que les pido…”.
Y los satanistas, los illuminatti y los hambrientos de poder que ocultos tras la maquinaria que maneja el Anticristo, también recibieron la misma promesa y siguen satisfaciendo las exigencias luciféricas que NO HAN VARIADO.
QUIERE NIÑOS Y NIÑOS LE DAN…
Pero dos siglos antes, el papa Inocencio VIII encargó un documento para educar al pueblo sobre los peligros de la brujería y en esa investigación descubrieron el asesinato de niños como rutina corriente.El documento habla de,
“…crímenes horribles que los demonios cometen contra los infantes, tanto en el vientre de la madre como después.
Y dado que los demonios hacen estas cosas a través de mujeres y no hombres, esta forma de homicidio se asocia más con las mujeres que con los hombres.
Y los siguientes son los métodos por los cuales se hacen…”
Luego describe el aborto como el primer método para impedir el nacimiento.
Pero cuando las brujas no lograban hacer el aborto, el Papa describe que mataban al niño y luego lo devoraban ofreciéndole a un demonio.
Este mismo ritual es descrito por Ana Catalina Emmerich en Vida de la Santísima Virgen María que lo vio que realizaban los caldeos,“Se llevaron a un hijo de una de las madres más puras y devotas entre los seguidores de su religión, y se consideró muy afortunada de ofrecer a su hijo de esta manera.
El niño fue desollado y cubierto de harina para absorber la sangre.
Comieron esta harina empapada de sangre como una comida sagrada, y continuaron derramando la harina y comiendo hasta que no quedó sangre en el cuerpo del niño.
Finalmente, la carne del niño se cortó en pequeños trozos, que se distribuyeron entre ellos y se los comieron.”
Este ritual es pavorosamente similar con los miles de sacrificios sistemáticos que hacían los aztecas en México, durante el siglo XV, al Dios Huitzilopochtli.Porque Huitzilopochtli y Moloch son dos arcángeles caídos, que recibieron de Lucifer las mismas instrucciones.
Y reapareció también durante el régimen nazi que mató alrededor de un millón y medio de niños judíos, polacos, rusos, etc., argumentando que eliminaban a los discapacitados para obtener la pureza racial.
No es casual que después de la guerra, el cerebro de esto, el Dr. Joseph Mengele, haya huído de incógnito a la Argentina y trabajará allí como abortista.
LA VINCULACIÓN DEL ABORTO CON EL SATANISMO Y LA BRUJERÍA
Este sacrificio de niños está íntimamente conectado con la industria del aborto de nuestro tiempo.
Porque hay que recordar que la fundadora de Planned Parenthood fue Margaret Sanger, una conocida racista eugenista que impulsó el aborto para exterminar a la población negra.
Y además hay numerosos testimonios de esta vinculación entre brujería y satanismo con las clínicas de aborto, dos de los cuales publicamos más abajo.
No podemos afirmar que todas las clínicas de aborto esten relacionadas con ritos satánicos o de brujería.
Pero sí podemos decir que la brujería y el satanismo le dan una base ideológica y de protección a esta práctica y además la incentivan.
Por un lado vemos que las brujas son cada vez más comunes en el feminismo radical, que es el principal impulsor del aborto.
Esto viene por el concepto de empoderamiento de las mujeres.
Y por otro lado vemos que el Templo Satánico que es una organización religiosa satánica en Estados Unidos es muy activa en la promoción del aborto, incluso presentando demandas ante distintos estados para que cesen las leyes antiaborto.Su primera figura, Lucien Greaves, ha manifestado que el aborto es un sacramento satánico.
Por esto son comunes las historias de ritos satánicos y de brujería en clínicas de aborto, como estos dos que exponemos. Planned Parenthood en una protesta contra los anti abortistas
VINCULACIÓN DE ABORTO Y LA BRUJERÍA, EL CASO DE ABIGAIL SEIDMAN
Abigail Seidman comenzó a trabajar desde muy temprano en una clínica de aborto administrada por su madre.
Y ella observó que para su madre, como para las otras personas de la clínica, el aborto era una religión; una forma de sacrificio que implicaba un ritual.
Abigail comenta,
“La clínica donde trabajaba mi madre estaba impregnada de imágenes y prácticas ocultas
Había estatuas y arte de diosas en la oficina, salas de espera, consejería y salas de recuperación.
Y la música de la nueva era (incluyendo cánticos de diosas y otras canciones) era transmitida a través de todo el lugar”.
Abigail dice que la figura principal que veneraban era llamada La Diosa, que es el arquetipo femenino opuesto al Dios judeocristiano en diversas tradiciones, como hindúes, griegas, romanas, babilónicas, egipcias etc.
Allí le enseñaron que La Diosa había creado el mundo para que la gente viviera pacíficamente en la edad de oro del dominio matriarcal, antes del surgimiento del patriarcado y la civilización judeocristiana.
Y por tanto el Dios judeocristiano es una figura nefasta, celoso del poder de La Diosa.
Curiosamente a esta diosa la llamaban también el Gran Dragón, que es la figura que aparece en el Apocalipsis tratando de devorar a la Mujer y a Su Hijo (que es Jesucristo).
También informa que los consejeros que trabajaban en la clínica eran elegidos principalmente por cualidades espirituales y no por títulos en un campo relevante.
Pero además ha dicho,
“Después de cerrar la clínica por la noche, todos en el personal fumaban marihuana juntos y ocasionalmente tomaban alucinógenos; esto se veía como una práctica espiritual, no recreativa.
Eran más bien desdeñosos con las personas que usaban drogas solo para drogarse por diversión, en lugar de ‘abrir sus mentes’ a ‘realidades espirituales y planos superiores de existencia’“Además comenta casos de mujeres del personal de la clínica que quedaban intencionalmente embarazadas para tener abortos.
Y estos se realizaban en ceremonias dónde se hacían cantos y un ritual.
Pero más aún, nos habla de otros ritos de tinte claramente de brujería,
“Mi madre recibió una fiesta de extracción menstrual en nuestra casa una vez en 1992, cuando circulaba un gran temor sobre la posibilidad de que Bush fuera reelegido…
Y eliminara el aborto legal de esa manera”.
Este procedimiento es la extracción de la sangre menstrual antes que una mujer tenga su periodo menstrual.Y en el caso que comenta fue de varias mujeres a la vez, porque hay un fenómeno conocido por los médicos, que los cuerpos de las mujeres que pasan mucho tiempo juntas se sincronizan en sus ciclos menstruales.
Abigail también cuenta que el médico propietario de la clínica era un profesional que se dedicaba solamente el negocio económico,
él no se metía en estos rituales brujeriles porque creía que eran una superstición, pero los dejaba funcionar.
De modo que se unen dos vertientes, el poder económico y la brujería, ambos potenciándose.
EL RITUAL SATÁNICO EN LOS ABORTOS, LAS DENUNCIAS DE ZACHARY KING
Zachary King fue un alto mago de una iglesia satánica hasta que se convirtió al catolicismo, gracias a una intervención milagrosa de la Santísima Virgen.
Y actualmente es el líder de All Saints Ministries.
Zachary sostiene que el aborto es un sacrificio satánico porque satanás quiere destruir la inocencia, y el bebé en el útero es el ser más inocente.
Él cuenta que comenzó a ser adicto a la magia a los 10 años y a los 13 ya se había unido a un aquelarre satánico y vendió su alma al diablo.
Dice que tres meses antes de cumplir los 15 años participó en su primer aborto ritual para tener sangre en sus manos y así subir de categoría como mago. Por esa época él no sabía que era un aborto y preguntó a los magos que era y le contestaron lo siguiente,
“Es un hechizo. Hay un bebé en el útero de su madre y lo matamos… Mientras esté dentro de la mujer, es legal hacerlo.”
A los 18 años Zachary se unió a la Iglesia Mundial de Satanás y allí tuvo el título de Gran Mago, cuya función es hacer la magia para los aquelarres, actuando generalmente en grupos de 2 a 5 magos.
El cuenta que en la década de los 80 estuvo involucrado en aquelarres satánicos donde hombres tenían sexo con una mujer para embarazarla y a los 9 meses realizar un aborto ritual.
Y que la indumentaria usaba en estos rituales era como la que aparece en este vídeo de la rockera Pink,
También relata que mientras se realizan estos sacrificios hay otros hombres haciendo hechizos y cantando, para protegerlos contra cualquiera que pueda estar rezando contra ellos, como por ejemplo cristianos. Porque también cuenta que no pudo realizar tres abortos en clínicas a las que había sido llamado cuando había cristianos orando fuera de la clínica.
Cómo gran mago era llamado por políticos y clínicas para hacer aquelarres relacionados con el aborto, pero dice que la Iglesia Mundial de Satanás no era la única llamada, sino que también otros grupos satánicos y organizaciones de brujas como la Wicca por ejemplo.
Uno de sus principales clientes eran los Illuminati.
EL ABORTO ES UNA PARODIA DE LA EUCARISTÍA
Dr. Peter Kreeft ha hecho una aguda observación,
“El aborto es la parodia demoníaca de la Eucaristía del Anticristo. Es por eso que usa las mismas palabras santas, ‘Este es mi cuerpo’, con el significado blasfemamente opuesto”.El argumento que utilizan las feministas “mi cuerpo, mis derechos” para apoyar al aborto, es la mentira original que llevó a la caída de la raza humana, cuando la serpiente le dijo a la mujer “seréis como dioses”.
El portavoz del templo satánico Lucien Greaves dijo que el aborto es uno de sus sacramentos.
Y curiosamente una mujer Obispo de la Iglesia Episcopaliana de Estados Unidos (supuestamente cristiana) dijo,
“Si las mujeres estuvieran a cargo, el aborto sería un sacramento, una ocasión de profundo, serio y sagrado significado“.
La psicóloga y bruja Ginette Paris en el libro el Sacramento del Aborto ha dicho:
“Desde un punto de vista pagano, es bastante estúpido e incluso absurdo sacrificar a una madre por el bien de un recién nacido, porque obviamente el niño la necesita…
Artemisa, que personifica el respeto por la vida animal, acepta la necesidad de la caza, pero solo si se observan las reglas y los rituales absolutos.
En la mayoría de las religiones de Diosas, se aplica un razonamiento similar al feto y al recién nacido.
Es moralmente aceptable que una mujer que da vida también pueda destruir la vida bajo ciertas circunstancias”.
Considera la muerte a su hijo como un acto de amor para escapar de una vida hostil.
Incluso Raymond Buckland fundador de la Wicca (religión de brujas), ha dicho que incluso en el caso de un niño abortado, aunque esa alma no está aquí por mucho tiempo, el alma aprendió todo lo que necesitaba aprender en ese ciclo limitado.
Incluso se ha testimoniado que en algunas clínicas de aborto se les dice a las que van a abortar,
“Haces que tu bebé sea santo como Jesús, porque derramó su sangre para que tu vida mejore, y tu bebé puede derramar su sangre por ti también”.
En varias ocasiones, sobre todo recientemente, nos hemos encontrado frente al hecho de que por la calle, ante un tribunal, en un municipio o frente a una clínica abortista en Estados Unidos, los militantes de la cultura de la muerte entonan el slogan de adoración a Satanás.Esta actitud extremista se podría entender como el resultado de un estado de extrema irritación y también de invocación para neutralizar la intromisión de los cristianos.
El movimiento satánico hizo una estruendosa entrada en los grandes medios de comunicación cuando intentó celebrar una “misa negra” pública en la Universidad de Harvard.
No lo logró por la resistencia de los católicos, pero a continuación logró realizar una “misa” de este tipo en las instalaciones del gobierno civil de la ciudad de Oklahoma.
En palabras de su portavoz Lucien Greaves, pasó a reivindicar el satanismo como una “religión” que considera el aborto uno de sus “sacramentos”, entre otras abominaciones.
Se podría decir que se trataba más que otra cosa de una ventolera verbal para llamar la atención.
La difusión de los videos que muestran el tráfico de órganos y tejidos de bebés abortados en las instalaciones de la organización Planned Parenthood.
Sin embargo, ha mostrado una dureza de corazón de los responsables que nos ha perecido inhumana, diabólica en un sentido analógico del término.
Fuentes: Info Católica, Religión en Libertad, Mercatornet, Signos de estos Tiempos
61.- DOLOR DE UNA EMPERATRIZ
A la mañana siguiente, descansado y perfectamente arreglado. Elegante como siempre, Marco Aurelio regresó a la prisión.
Pero allí le aguarda un suceso inesperado.
Por lo general todos los guardias pretorianos que por turno custodian la cárcel Mamertina, lo conocen y lo dejan pasar sin oponerle el menor obstáculo.
Pero esta vez los soldados no le permitieron pasar.
Un centurión se acercó y le dijo:
– Perdona, noble tribuno. Hoy tenemos la orden de no dejar entrar a nadie.
Marco Aurelio palideció y repitió:
– ¿Una orden?
El soldado le miró con expresión compasiva y contestó:
– Sí, señor. Una orden del César. En la prisión hay muchos enfermos y hay temor de que los visitantes puedan difundir el contagio por toda la ciudad.
– ¿Dices que la orden es solo por el día de hoy?
– La guardia se releva al mediodía.
Marco Aurelio permaneció silencioso, con una gran opresión en el corazón.
El soldado se le acercó más y le dijo en voz baja:
– Vuelve tranquilo señor. El guardián y Bernabé cuidan de ella.
Y al decir esto se inclinó y en un parpadeo trazó con su espada un pescado sobre las baldosas del pavimento…
Marco Aurelio le dirigió una mirada rápida y le dijo:
– ¿Y tú eres pretoriano y cristiano?
El militar contestó señalando la prisión:
– Sí. Me llamo Fabián, hasta que me llegue el turno de entrar allí.
– Yo también adoro a Cristo.
– ¡Alabado sea su Nombre! Lo sé señor. Pero no puedo dejarte entrar a la prisión. Escribe una carta y se la entregaré al guardián.
– Gracias hermano mío. Que la Paz esté contigo.
Y estrechó la mano del soldado y se alejó de allí.
La opresión en su corazón desapareció.
El sol ya está en lo alto iluminando los muros de la cárcel y Marco Aurelio sintió su calor como una caricia que le traspasa hasta el alma y envuelve su corazón con un nuevo consuelo.
Aquel soldado cristiano fue para él otro testimonio viviente del Poder de Cristo.
Se detuvo y miró hacia el cielo.
Vio las nubes rosadas sobre el Capitolio y el Templo de Júpiter Stator.
Y dijo:
– ¡Oh, Señor Jesús! ¡Hoy no la he visto, pero creo en tu Misericordia y en tu Amor!
En la casa encontró a Petronio, que después de que llegó ya había tomado su baño, se había ungido el cuerpo y se disponía a descansar.
Pero al ver a su sobrino tan elegante y bien dispuesto, con el rostro apacible y tan tranquilo como si ya hubiera pasado la tempestad…
Se quedó asombrado y confundido.
Y por primera vez no pudo aparentar su acostumbrada indiferencia…
Frunciendo el entrecejo preguntó:
– ¿Ha pasado algo que yo no sepa? ¿Por qué te veo así?… -y Petronio movió las manos como si no comprendiera.
Marco Aurelio lo mira confuso y pregunta:
– Así ¿Cómo?… ¿Qué tratas de decir?
– No sé. ¡Tan cambiado! Casi pareces el mismo de antes… ¡No! Mejor que antes.
¿Qué tienes? Hay algo en ti… Lo percibo, pero no lo entiendo.
– ¡Ah! ¡Ya sé!…
Y Marco Aurelio comenzó a relatarle todo lo acontecido en los últimos días:
Su visita al Tullianum, su encuentro con Cástulo, con Fabián y lo que le sucedió al recibir la Primera Comunión.
Luego concluyó emocionado:
– ¡Te imaginas! ¡Tener a Dios dentro de mí! Siento una Paz tan grande. ¡Es una experiencia maravillosa!
Se me quitó la desesperación y la tristeza. El Dolor casi desapareció y es como si lo tuviese anestesiado. Y luego, tengo en todo mi ser una felicidad tan plena, que es como si me hubiera embriagado…
Pero ésta es una embriaguez que no quiero que me deje nunca.
Estoy lleno de la Paz de Dios y me siento muy tranquilo. Eso es todo. Y NO…
De todo lo demás, nada ha cambiado. La situación sigue exactamente igual.
Petronio lo mira perplejo. Apenas puede creer lo que oye…
Marco Aurelio lo mira sonriente y concluye:
– He decidido que no les vamos a dar el gusto de regodearse con nuestra derrota ¿Qué te parece?
Después de una larga pausa, Petronio confirma:
– ¡Me parece estupendo! – Está muy contento, a la vez atónito y desconcertado por completo…
Pero haciendo a un lado estas emociones, dice al tribuno:
– Tengo noticias que darte. Estuve hoy en casa de Aminio Rebio a quién el César también fue a visitar. No sé por qué se le ocurrió a la Augusta llevar consigo al pequeño Rufio Crispino, hijo de su matrimonio anterior.
Tal vez esperaba que el corazón del César se ablandara ante la infantil hermosura del niño. Desgraciadamente éste venía cansado y se quedó dormido, como le sucedió una vez a Vespasiano, durante la declamación que hacía César.
Viendo esto, Enobarbo se enojó y le arrojó una copa de oro a la cabeza de su hijastro, hiriéndolo gravemente…
Popea se desmayó y todos pudimos oír a Nerón cuando dijo:
– ‘¡Estoy harto ya de esa ralea!’… y eso, bien lo sabes tú, equivale a una sentencia de muerte.
Marco Aurelio declaró:
– El castigo de Dios pende sobre la cabeza de la Augusta… ¿Por qué me cuentas esto?
– Te lo cuento porque la cólera de Popea os ha perseguido a ti y a Alexandra. Ocupada ahora en su propia desventura, puede que abandone la idea de su venganza y sea más fácil influir en su ánimo.
La voy a ver esta tarde y hablaré con ella.
– Gracias. Esta sí es una excelente noticia. ¿Pero que no ha sido anunciado para hoy la Inauguración de los Ludus Matutinus?
– Sí. Pero Nerón lo pospuso para dentro de diez días… Y mientras más tiempo tengamos disponible, mejor. No se ha perdido todo aún.
Pero el mismo Petronio no cree en lo que está diciendo porque sabe perfectamente que después de la rebuscada respuesta con la que el César contestó a la petición de Alituro, en la cual se comparó con Bruto, ya no puede haber salvación para Alexandra.
También se reservó por compasión a Marco Aurelio, lo que oyó decir en casa de Aminio Rebio:
Que el César y Tigelino decidieron elegir para ellos y para sus amigos, a las más lindas doncellas y hermosos jóvenes cristianos, para profanarlos antes de la tortura…
En cuanto a los demás, serán entregados el día del espectáculo a los pretorianos y a los guardianes de las fieras.
Está convencido de que su sobrino no sobrevivirá a su esposa y desea endulzarle estos últimos días con todas las esperanzas y alegrías que le sea posible proporcionarle…
Y por eso agregó:
– Hoy le diré a la Augusta: ‘Salva a Alexandra para Marco Aurelio y yo salvaré para ti, a Rufio’ y me propongo meditar seriamente como hacerlo.
Este asunto es muy delicado. Una sola palabra dicha a Enobarbo en el momento oportuno, puede salvar o perder a una persona.
En el peor de los casos ganaremos tiempo…
Marco Aurelio dijo abrazándolo:
– Gracias. Te amo, tío. Estoy pidiéndole a Dios por ti.
Petronio se emocionó y dijo un poco precipitado:
– Sería mejor me demostraras tu agradecimiento, comiendo y durmiendo bien. ¡Por Zeus!
Ni en sus mayores tribulaciones, descuidó jamás Odiseo el alimento y el descanso. Me imagino que habrás pasado en la cárcel la noche entera.
– Pues fíjate que no. Ya te dije que ayer me vine, dormí y descansé y… Bueno, cené un poco.-dice Marco Aurelio como un niño cogido en falta.
Y sonriendo con cariño agregó:
– Pero te prometo que haré todo eso que deseas.
Petronio levantó un dedo y dijo:
– Me encargaré de que Aurora haga que te alimentes como es debido.
Y se despidieron.
Petronio se fue a dormir y Marco Aurelio se fue a la biblioteca a escribir la carta para Alexandra.
Cuando la terminó la llevó al centurión Marcelo, que se la dio inmediatamente al guardia.
Al poco rato, el soldado regresó trayendo un saludo de Alexandra y la promesa de responderle un poco más tarde.
El tribuno decidió dar un paseo y luego regresar por la contestación de su esposa.
Está el sol ya muy alto y mucha gente afluye al Forum.
Cuando Marco Aurelio va de regreso a la prisión ve una lujosa litera que va abriéndose paso y pasa junto a él.
Dentro de ella, vestido elegantemente de blanco, va un augustano cuyo rostro está oculto por un rollo de papiro que va leyendo con mucha atención.
Un apretado grupo de gente estorba el paso de la litera, el hombre hace a un lado el rollo de papiro…
Y asomando la cabeza grita:
– ¡Dispersad esa plebe! ¡Pronto!
Al hacer esto, ha quedado frente a Marco Aurelio…
Y al reparar en ello, tomó bruscamente el rollo de papiro y volvió a cubrirse el rostro.
El tribuno se lleva la mano a la frente creyendo que sufre una alucinación, porque el ‘augustano’ es nada más y nada menos que Prócoro Quironio en persona.
A Marco Aurelio se le aclararon muchas cosas en un instante y se acercó a la litera de Prócoro saludándolo, con una mirada penetrante.
El griego contestó con altivez y dándose mucha importancia.
– Joven, te saludo pero no me detengas, porque me urge llegar a casa de mi amigo, el noble Tigelino.
Marco Aurelio, aferrándose a uno de los bordes de la litera y mirándolo fijamente…
Le dijo con voz reprimida:
– ¿Por qué traicionaste a Alexandra?
Prócoro exclamó temblando de terror:
– ¡Oh, grandioso Apolo!
Pero en los ojos de Marco Aurelio no hay nada amenazante. Y recuperándose rápidamente, recuerda que ahora es un hombre rico e influyente.
Y vuelve a hablar con arrogancia:
-¡Tú ordenaste que me mataran y que me enterraran en el jardín! ¿Ya se te olvidó?
Siguió un profundo silencio.
Y luego dijo Marco Aurelio con voz ronca:
– Es verdad que te ofendí, Prócoro.
La humildad del tribuno encrespa la soberbia del griego.
Este se irguió y castañeteando los dedos, lo que en Roma es una demostración de burla y desprecio, contestó con una voz tan fuerte…
Para que todos pudieran oírle a su alrededor:
– Amigo, si tienes alguna petición que presentarme ven a mi casa del Esquilino por la mañana, a la hora en que recibo a mis clientes después del baño.
Mientras tanto los corredores han abierto paso a los portadores y están listos para proseguir la marcha.
Prócoro hizo una señal con la mano y la litera continuó rápida su camino detrás de los corredores que gritan:
– ¡Abrid paso a la litera del noble augustano Prócoro Quironio! ¡Paso! ¡Paso!
Marco Aurelio regresó con paso lento a la prisión.
Y en una plegaria silenciosa, perdonó a Prócoro y a todos los que lo habían sumido en aquel drama que destroza su corazón…
Luego imploró la misericordia para todos…
Y finalizó:
– ¡Dios mío, ayúdame!…
Marcelo le entregó la carta de Alexandra.
Marco Aurelio la apretó contra su pecho y se fue a casa de Petronio, para leerla con más calma.
Y cuando llegó, desenrolló el largo papiro.
Su esposa, en aquella carta escrita apresuradamente, se despide de él para siempre.
Sabe que ya a nadie le está permitida la entrada a la prisión y que solo podrá ver al joven tribuno desde la arena.
Le suplica que cuando sea llevada de la prisión Mamertina al circo, asista al espectáculo; pues desea verle por última vez en la vida, antes de partir para el Cielo.
En su carta no hay el más leve indicio de temor.
Al contrario, lo exhorta a que sea valiente y que no olvide que después de Cristo, ella lo adora con todo su ser.
Dice que tanto ella como sus compañeros de cárcel, ansían el momento de estar en la arena, para librar el combate final y en donde hallarán para siempre la libertad…
La verdadera libertad de las tribulaciones de esta vida…
Que no olvide que ella le ama. Que le ama tanto como él ni siquiera puede imaginarse…
Que recuerde las enseñanzas de Cristo y así podrá alegrarse con ella en su martirio.
Cada una de sus palabras demuestra un estado de euforia espiritual y sobre todo un desprendimiento total de todo lo que hay en la vida terrenal y que él mismo ya había advertido en todos los presos que están en la cárcel Mamertina.
Así como también su Fe imperturbable y su alegría por la esperanza en que todas las promesas de Jesús, se verán cumplidas más allá de la muerte:
“Ya sea que me libere Cristo en esta vida o después de la muerte, Él me unió a ti cuando nos casamos y por lo tanto soy tuya.
Y aunque no hayamos consumado nuestro matrimonio, somos un solo cuerpo, así como ya somos una sola alma.
Porque sé que piensas y sientes lo mismo que yo. Y deseas estar unido a mí, tanto como yo lo deseo amadísimo esposo mío…
Te imploro que no llores por mí. Y no te dejes dominar por el dolor y el sufrimiento.
Tú sabes como hay que entregarlo a Jesús e implorar de la Virgen María, su auxilio y protección.”
Es muy evidente que para ella la muerte no significa la disolución de su matrimonio.
Con una confianza infantil, asegura a Marco Aurelio, que una vez terminados sus sufrimientos y después de las torturas (No importa cuales sean), en la arena ella entregará su vida por amor a Cristo.
Y que cuando vaya al Cielo, le dirá a Dios que su esposo Marco se quedó en Roma, ansiando unirse también a ella para poder adorarlo juntos, por toda la Eternidad…
Está segura de que el Señor la escuchará y pondrá una solución que los va a hacer muy felices…
Y también le pedirá a Jesús que su alma vuelva a él, aunque solo sea por un instante a decirle que está más viva que nunca…
Con el misterio de la Comunión de los Santos, estará en contacto con él…
Que todos sus tormentos, sufrimientos y torturas habrán quedado en el olvido, porque ella será verdaderamente dichosa y bienaventurada.
Toda aquella carta respira felicidad y una gran esperanza.
Solo hay en ella una petición relacionada con asuntos terrenales:
Que si algo queda de su cuerpo, quiere que Marco Aurelio lo recupere del spolarium (lugar donde son depositados los gladiadores muertos) y la sepulte como su esposa, en la tumba donde él mismo reposará algún día…
Marco Aurelio leyó aquella carta con el ánimo acongojado y al mismo tiempo siente dentro de sí, aquella Paz que lo fortalece.
En su corazón comparte la misma esperanza, la Fe y los pensamientos que animan a su esposa.
En la biblioteca, se levanta y deja a un lado sobre la mesa, la carta.
Y se dispone a escribir a su vez, la contestación.
Después de reflexionar un poco, se sienta y escribe a Alexandra que irá diariamente a montar guardia al pie de los muros del Tullianum.
Y pide a la joven que crea que tal vez Jesús aún quiera salvarla para él… Y regresarla a sus brazos aún en el mismo circo, pues él cree que Él, puede realizar ese milagro para los dos…
Pero cuando Marco Aurelio llegó a la cárcel esa mañana.
Marcelo el centurión abandonó las filas, se le acercó y le dijo:
– Escúchame señor. Cristo te ama tanto que ha hecho un milagro en tu favor. Anoche el liberto del César y los enviados del Prefecto vinieron a elegir doncellas y jóvenes cristianos a quienes aguarda la deshonra.
Preguntaron por tu esposa. Pero nuestro Señor Jesús le mandó una fiebre, la cual está haciendo mortíferos estragos entre los prisioneros del Tullianum y entonces a ella la dejaron en paz, porque estaba inconsciente…
Y bendito sea el Nombre de Jesucristo, porque la enfermedad que la ha liberado de la vergüenza, puede también salvarla de la muerte en la arena.
Marco Aurelio tuvo que apoyarse en el hombro del soldado, para no caer desvanecido.
El joven tribuno, permaneció por algún tiempo con la cabeza inclinada…
Luego la levantó y dijo en voz baja:
– Dices bien, Marcelo. Cristo que la salvó de la deshonra, la salvará también de la muerte.
Gracias hermano mío. Ruega por nosotros y yo rogaré por ti. Que la Paz sea contigo.
Después de despedirse, se sentó luego en un peñasco, al pie de las murallas de la prisión y allí estuvo todo el día.
Al caer la tarde, regresó a la casa de Petronio.
Mientras tanto, Petronio había entrado a su biblioteca…
Leyó la carta de Alexandra que se había quedado sobre la mesa donde él escribe…
Y después de leerla, estuvo mucho rato pensativo y reflexionando como nunca lo había hecho en su vida…
Luego tomó una resolución y antes de que Marco Aurelio regresara, se fue a visitar a la Augusta.
Encontró a Popea, a la cabecera del lecho del pequeño Rufio.
El niño a consecuencia de la herida en la cabeza, lucha ahora por su vida.
Y su madre, con el corazón amargado por la desesperación y el terror, asiste impotente a sus delirios por la fiebre, pensando al mismo tiempo que si logra salvarlo, ello solo servirá para que enseguida perezca con una muerte más terrible.
Ocupada exclusivamente en su propio dolor, nada quiere oír de los problemas de Marco Aurelio.
Pero Petronio la aterrorizó:
– Tú has ofendido a una Divinidad nueva y desconocida. Tú Augusta, según parece adoras al Jehová hebreo.
Pero los cristianos afirman que Cristo es Hijo suyo. Reflexiona ahora si no te estará persiguiendo la cólera del Padre.
¿Quién podrá afirmar que no es la venganza de Éste, la que ha caído sobre ti? Y quién sabe si la vida de Rufio no depende sino de esto: de la manera en como tú obres.
Popea lo miró espantada y preguntó:
– ¿Qué me aconsejas?
– Aplacar a las deidades ofendidas.
– ¿Y cómo?
– Alexandra está enferma. Influye tú sobre el César o sobre Tigelino, para que sea entregada a Marco Aurelio.
Popea exclama con acento desesperado:
– ¿Y piensas que yo pueda hacer eso? Mira lo que me está pasando…
– Puedes hacer otra cosa entonces. Si Alexandra mejora, su destino es morir en el Circo.
Dirígete al Templo de Vesta y pide a la Virgo Magna, que trate de estar como de manera fortuita cerca del Tullianum, en el momento en que conduzcan a los presos a la muerte y ordene que dejen en libertad a la doncella.
Ella puede hacerlo y la gran vestal no te podrá negar eso.
– Pero ¿Y si Alexandra muere de fiebre?
– Dicen que el Dios de los cristianos es Vengativo pero Justo. Es posible que Tú logres aplacarlo, sólo con el deseo de ir en auxilio de esa joven.
– Si es así, que me dé una señal indicativa de que Rufio sanará.
Petronio se encogió de hombros y dijo:
– ¡Oh, divinidad! Yo no he venido a verte como enviado de Él. Me limito a decirte:
Que es preferible que te encuentres en buena armonía con todos los dioses, tanto romanos como extranjeros.
Popea dijo con la voz quebrantada:
– ¡Está bien! ¡Iré!
Petronio respiró con fuerza y aliviado.
Y pensó:
– ¡Al fin he podido hacer algo!
Al regresar a su casa recordó el enojo y la frustración tanto del César como de Tigelino, por no haber podido apoderarse de Alexandra, por la fiebre que la consumía…
Y después de ver a su sobrino le dijo:
– Ruega a tu Dios que no muera Alexandra de la fiebre que le aqueja. Porque si ella se salva, la gran vestal ordenará su liberación. La Augusta en persona le pedirá que lo haga.
Pero Marco Aurelio objetó:
– Si ella no lo hace, Cristo la salvará.- convencido por la Fe y la esperanza.
Mientras tanto Popea, que por la salud de su hijo está dispuesta a ofrecer hecatombes a todos los dioses del Universo, se dirigió esa misma noche a través del Forum hasta el Templo de Vesta.
Dejando encargado a su niño a su fiel nodriza Amelia, quién también ha sido su propia nana.
Pero es demasiado tarde, porque en el Palatino ya ha sido decretada la sentencia de muerte contra el niño.
Así pues, apenas la litera de Popea desapareció a través de la Gran Puerta, entraron dos libertos del César al aposento del pequeño Rufio.
Uno de ellos se arrojó sobre Amelia y la amordazó.
El otro se apoderó de una estatuilla de bronce y mató de un solo golpe en la cabeza a la pobre mujer.
Luego, los dos se acercaron a Rufio.
El pequeño, atormentado por la fiebre y sin darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor, sonrió a los hombres…
Éstos le quitaron a la nodriza el cinturón y poniéndolo alrededor del cuello del inocente niño, lo estrangularon.
Éste, apenas pudo llamar una sola vez a su madre…Y murió.
Lo envolvieron en una sábana y montando en los caballos que los estaban esperando, se dirigieron con el cadáver hasta el puerto de Ostia, donde lo arrojaron al mar.
Popea no encontró a la Virgo Magna y regresó al Palatino.
Y al encontrar vacío el lecho de su hijo y rígido el cadáver de Amelia, se desmayó.
Cuando recuperó el conocimiento empezó a gritar y sus desesperados alaridos se oyeron toda la noche…
Pero el César le ordenó que asistiera a una fiesta que iba a dar ese día.
Y de esta manera, Popea debió ataviarse con su túnica de color amatista y acudir al banquete con una sonrisa que enmascara su inmenso dolor.
Es una estatua regia. Hermosa como una diosa.
Coronada en sus áureos cabellos, anonadada y muda, como el ángel de la muerte…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
27.- EL RAPTO
Dos semanas después, Marco Aurelio estaba en el triclinium cuando llegó Prócoro. Los sirvientes tenían orden de dejarlo pasar sin anunciarlo y admitirlo a cualquier hora del día o de la noche.
El griego lo saludó:
– Salve noble Marco Aurelio. ¡Eureka!
Marco Aurelio saltó del asiento exclamando:
– ¿Qué quieres decir? ¿La has visto?
– He visto a Bernabé y he hablado con él. Trabaja cerca del mercado como liberto al servicio de un molinero, pero él no sabe quién soy. Y ahora cualquier esclavo de tu confianza puede ir y descubrir donde se esconden.
Marco Aurelio replicó:
– Irás conmigo.
Prócoro se alarmó:
– ¿Yo?… Noble tribuno, yo solo me comprometí a indicarte el sitio donde ella está, más no en sacarla y entregártela. Piensa por un momento en lo que me sucederá si ese Bernabé y Mauro me atrapan. Además, si te pasa algo, no quiero ser yo el responsable y quedarme sin recompensa después de haber trabajado tanto.
Marco Aurelio le entrega una bolsa llena de monedas de oro y le dice:
– Tendrás otras dos iguales cuando Alexandra se encuentre conmigo en esta casa. Desde este momento, aquí te quedarás, aquí comerás y descansarás. Luego iremos juntos y me llevarás a donde ellos están.
El temor y la vacilación se pintaron en el rostro del griego…
Pero recordando el carácter del patricio, dijo:
– ¿Quién puede oponerse a tu voluntad? Estoy dispuesto, señor…
Marco Aurelio que hasta ahora había vivido en un estado de tensión permanente, alentado por la esperanza de encontrar a Alexandra, ahora que esa esperanza parece realizarse, se vio súbitamente invadido por la debilidad que se siente después de que se ha hecho un esfuerzo superior a la propia capacidad…
¡Está a punto de recuperar a Alexandra! Tan solo este pensamiento lo vuelve loco de felicidad. Recordó los consejos de Petronio y envió a dos esclavos en busca de Atlante…
Prócoro que conoce a todo mundo en Roma, se sintió muy tranquilizado cuando oyó el nombre del famoso atleta, cuyas fuerzas extraordinarias en la arena, había podido admirar más de una vez y dejó de preocuparse por el peligro de la empresa.
Estaba de muy buen humor cuando fue llamado a la mesa por el mayordomo y comió opíparamente.
Más tarde cuando llegó Atlante, se dirigió al atrium y examinó con satisfacción a aquel gran gladiador, cuyo poderoso cuerpo parece llenar toda la estancia.
Atlante acaba de ponerse de acuerdo con Marco Aurelio y dice:
– ¡Por Hércules! Ha sido muy oportuno tu llamado, señor; porque mañana debo partir a Benevento, a donde me reclama el noble Haloto a fin de que en presencia del César, luche con un tal Espícuro; que según parece es el mejor gladiador y el favorito de Nerón.
Marco Aurelio cuestionó:
– ¡Por Marte!… ¿Estás seguro de que podrás ganarle?
El atleta respondió lleno de seguridad:
– Acabaré pronto con él.
Prócoro intervino:
– Y no dudo que lo hagas. Pero ahora prepárate y frótate todo el cuerpo con aceite, porque acaso te encuentres con otro gladiador: el hombre que custodia a Alexandra, también tiene una fuerza excepcional.
Marco Aurelio confirmó:
– Es verdad. Yo no lo he visto, pero arrebató a Alexandra de una veintena de hombres.
Atlante contestó con determinación:
– Noble señor, me comprometo a traer a la doncella hasta tu casa, así tenga que arrancarla de siete partos como el que me dices. Pero ten presente que mañana debo ir a Benevento.
Marco Aurelio sonrió complacido y dijo:
– En un par de horas partiremos.
Después de esta declaración, Marco Aurelio se fue a la biblioteca a escribirle a Petronio.
Recuerda las palabras de Actea y su corazón palpitó con violencia. Está decidido a casarse con ella y hasta se siente capaz de volverse cristiano, si esa es la condición para tenerla.
Si todo es cierto, ella le amará… y él está decidido a ser el esposo más cariñoso y amante.
Más tarde los tres, guiados por Prócoro; llegaron a una casa situada en el barrio del Transtíber y se dispusieron a esperar…
Cuando la reunión terminó, muchos cristianos empezaron a salir. Luego, tres figuras aparecieron en el arco de la entrada y varias personas rodearon al anciano, mientras Bernabé y Alexandra se hicieron a un lado para esperarlo. Y se quedaron de pié, en la escalinata de la entrada, junto a una columna.
Marco Aurelio se quedó embelesado.
Alexandra está frente a la luz de una lámpara y la capucha ha caído de su cabeza despeinando sus cabellos. Tiene entreabiertos los labios y levanta su rostro hacia el apóstol, atenta totalmente a sus palabras, como si estuviese extasiada.
Viste como una esclava y está envuelta en su manto oscuro de lana. Marco Aurelio nunca la había visto más hermosa…
Admiró la belleza y distinción de aquella elegante cabeza patricia, que sobresale entre sus vestidos humildes. Y el amor lo envolvió como una llama, mezclado con un prodigioso sentimiento de simpatía, atracción, admiración y ferviente anhelo.
Siente correr por todo su ser, como una corriente eléctrica de felicidad, al contemplarla otra vez. De pie, junto al gigantesco parto, parece una niña… Y una ternura infinita invadió todo su ser.
Quiere protegerla, amarla, poseerla. Notó también que se ve más delgada y frágil. Su cutis parece de alabastro. Una hermosa y blanca flor que irradia luz como si fuera una diosa.
Todo esto sirvió para hacer más poderoso su deseo de poseer a aquella mujer, tan diferente de todas las que ha conocido antes. Está dispuesto a dar por Alexandra, todo cuanto posee.
Prócoro le advierte:
– Ten cuidado, señor. Mira que son muchos.
El tribuno contestó:
– No te preocupes. Esta vez no escapará.- Y Marco Aurelio señala a Alexandra y Bernabé, mientras dice a Atlante- Son ellos.
El atleta contestó:
– Perfectamente. Me comprometo a entregarme a ti como esclavo, si no le rompo el espinazo a ese bisonte parto que la acompaña. Pero dejemos que lleguen a su casa. Allí me apoderaré de ella y la llevaré al sitio que me indiques.
A Marco Aurelio le agradó la respuesta y dijo:
– ¡Por Hércules! Debemos hacerlo ahora. Mañana quizá no la encontremos, porque si nos descubren, se la llevarán a otra parte.
Atlante replicó:
– No nos descubrirán. Hoy mismo la tendrás en tus brazos.
Prócoro gimió:
– ¡Ese parto parece un hombre demasiado fuerte!
Atlante lo miró con despreció y le espetó:
– Nadie te está pidiendo que sujetes sus manos.
Después de unos minutos, en el grupo al fin se despidieron y empezaron a caminar.
Prócoro exclamó:
– Sí, señor. Tu doncella se encuentra bajo una poderosa protección. Ni más, ni menos que el gran apóstol Pedro. Ve como se arrodillan ante su paso.
Y Marco Aurelio vio con asombro una escena prodigiosa: había dos centuriones que se arrodillaron cuando Pedro pasó frente a ellos y se detuvo. Les puso la mano sobre la cabeza, que ellos habían descubierto y los bendijo.
Hasta ese momento jamás se le había ocurrido que en el ejército hubiera cristianos…
Pero al parecer aquella doctrina ya se había infiltrado por todo el imperio. Y esto le hizo pensar que si ella hubiera querido huir de la ciudad, no le hubieran faltado guardianes que facilitaran su fuga. Y dio gracias a los dioses porque eso no sucedió.
Pero el abismo que esa maravillosa religión está abriendo entre él y Alexandra, se hace cada vez más grande…
Recordó todo lo sucedido y se dio cuenta de que en realidad no la conoce. Está seguro de que la ama y se siente deslumbrado por su hermosura incomparable. Pero ahora comprende que la religión que ella profesa, es lo que la hace tan diferente de las demás mujeres.
Su grandiosa belleza interior es lo que la hizo rechazar lo que para las demás son incentivos: la opulencia, la pompa, el bienestar… Para ella no significan nada, porque ella posee algo distinto. Es como si ella perteneciera a otro mundo.
Y una molesta inseguridad comenzó a atormentarlo… ¡¿Cómo la conquistará, si lo que él puede ofrecerle parece no significar nada para ella?!
De este caos mental lo sacó Prócoro, que comenzó a lamentarse de su suerte.
Marco Aurelio le oyó y sacó la bolsa de oro. Se la arrojó diciéndole:
– Ya la tienes. ¡Cállate!
Después de haber pasado por un erial, el grupo de cristianos empezó a diseminarse en distintas direcciones, quedando solamente Bernabé, Alexandra y otro hombre anciano.
Esto hizo necesario seguirlos desde una mayor distancia y con más precaución, para no ser descubiertos.
Prócoro hábilmente, se fue quedando paulatinamente atrás.
Llegaron a una calle estrecha y los vieron entrar a una ínsula.
Ellos se mantuvieron a una prudente distancia. Luego, Marco Aurelio mandó a Prócoro a que viese si esa casa tenía salida a la calle posterior.
Éste fue a ver y cuando regresó, dijo:
– No, señor. Solo hay una entrada.
Atlante comenzó a prepararse para el combate. En su rostro no hay la menor señal de temor y dice:
– Yo iré adelante.
Con una voz que no admite réplica, Marco Aurelio ordenó:
– Tú me seguirás.
Y en un instante los dos desaparecieron por la puerta de la entrada.
Prócoro corrió hasta la esquina y empezó a atisbar lo que va a suceder…
Es un edificio espacioso y con varios pisos. Un condominio como muchísimos que hay en Roma y que son verdaderas colmenas, edificados con el propósito de percibir la mayor renta posible. En ellas vive la gente más pobre y no hay portero.
Marco Aurelio y Atlante llegaron a un corredor que los condujo a una especie de atrium común para toda la casa, con una fuente en el centro.
Desde las murallas arrancan hacia el interior unas escaleras de piedra y de madera, que conducen a unas galerías en los cuales están los cuartos que conforman la vivienda.
Es temprano y no hay nadie en el patio.
Atlante pregunta deteniéndose:
– ¿Qué hacemos, señor?
Marco Aurelio contesta:
– Esperaremos aquí. No permitiremos que nadie sospeche de nosotros.
En ese momento en el más lejano extremo del patio, aparece un hombre que trae en la mano un cedazo y se aproxima a la fuente.
Marco Aurelio dice en voz muy baja:
– ¡Es Bernabé!
– ¿Quieres que le rompa los huesos?
– Espera… primero veamos a donde va.
Bernabé no se fijó en aquellos hombres que estaban parados en la penumbra de la entrada y empezó a lavar las legumbres en la fuente. Cuando terminó con su tarea y regresa por donde salió…
Atlante y Marco Aurelio le siguen hasta otro corredor que lleva a un pequeño jardín en el cual hay unos cipreses, mirtos y rosales.
En el fondo hay una pequeña casa edificada contra la pared del edificio contiguo.
Marco Aurelio valoró la situación y dijo decidido:
– ¡Vamos por ella!
Bernabé iba a entrar en aquella casita, cuando el ruido de pasos llamó su atención y dejando el cedazo en la balaustrada de cantera, se voltea, ve a los dos hombres y les pregunta:
– ¿Qué buscan aquí?
Marco Aurelio le dice imperioso:
– ¡Qué te importa! –Y en voz baja ordena a Atlante- ¡Mátalo!
Atlante se abalanza hacia Bernabé y antes de que éste tenga tiempo de reaccionar, el gladiador ya le ha cogido en sus brazos de acero.
Marco Aurelio tiene demasiada confianza en las extraordinarias fuerzas del atleta, para detenerse a presenciar el final de la lucha. Y dejando atrás a los combatientes, entra en la casita.
Alexandra está inclinada añadiendo leños al fogón, junto al cual se encuentra sentado un anciano.
Marco Aurelio entró tan repentina y bruscamente en la estancia, que cuando el la toma por la cintura levantándola en vilo para salir por la puerta, ella no lo reconoce.
El anciano trata de interceptarle el paso. Pero Marco Aurelio con un brazo estrecha a la joven contra su pecho y con el otro brazo, lo hace a un lado.
Con el movimiento se le cae la caperuza y a la vista del rostro de Marco Aurelio que tiene una expresión tan terrible…
Alexandra se queda tan impactada, que está a punto de desmayarse.
Pero en el patio, las cosas estan peores…
Cuando Marco Aurelio llegó hasta al jardín con su presa, también él se quedó congelado…
Bernabé tiene entre sus brazos un cuerpo completamente doblado hacia atrás, con la cabeza colgando y con la boca llena de sangre.
Al ver el grupo que forman: Marco Aurelio, Alexandra y Nicomedes, Bernabé dio un nuevo puñetazo a Atlante en la cabeza, lo lanzó furioso hacia un lado y de un salto tomó a Marco Aurelio por el cuello, pues éste había soltado a Alexandra y lo miraba paralizado por el asombro.
Marco Aurelio, al sentirse levantado en el aire como si fuera un muñeco, piensa que ha llegado para él la hora de morir. Y entonces como en un sueño, oye lejana la voz de Alexandra que dice como un gemido:
– ¡NO MATARÁS!…
Entonces sintió como si lo hubiese herido un rayo y cayendo en un negro pozo, todo desapareció…
Prócoro estaba escondido detrás del ángulo de la esquina, lleno de miedo y de curiosidad sobre el curso de los acontecimientos.
Atisba impaciente porque el silencio que hay no presagia nada bueno y le parece que es más peligroso que nada… Cada vez se siente más intranquilo. En eso, parece que alguien se asoma a la puerta y él se pegó más a la pared, conteniendo el aliento…
No se equivoca, pues efectivamente alguien se asomó, miró alrededor y se volvió a meter.
Y de súbito se le erizaron los cabellos. Con su mano se cubrió la boca para ahogar una exclamación:
– ¿Qué…? ¡Por todos los dioses!
En la puerta de la casa apareció Bernabé llevando a cuestas el cuerpo de Atlante y luego empezó a correr con su carga, en dirección al río Tíber.
Prócoro pensó:
– ¡Estoy perdido si me ve!
Pero Bernabé siguió de largo y desapareció.
El griego no puede creer lo que ha visto. El miedo se apoderó de él…. Y huyó…
Después de correr un largo tramo, cuando se sintió a salvo, se dijo a sí mismo:
– Debo conservar la calma… Necesito pensar bien… ¿Cómo debo proceder en este caso? Ha ocurrido algo terrible. Si Atlante está muerto, lo más seguro es que Marco Aurelio también… ¡Por Cástor! Pero él es un patricio amigo del César pariente de Petronio, hombre famoso y poderoso en Roma.
Es un tribuno militar. Su muerte no puede quedar sin castigo ¿Y si voy con el Pretor y con los guardias? ¡Mísero de mí! ¡Yo soy quién lo llevó a la muerte! Dirán que yo fui su causante… No puedo huir porque eso me haría más sospechoso…
El asunto por todos lados está muy mal…
Petronio es un hombre con tanta influencia, que puede impartir órdenes a la policía de todo el Imperio y sacaría a los culpables de la muerte de su sobrino, de los confines de la tierra.
Pero si él demuestra su inocencia con Petronio ya que él estará enterado de toda su participación, a los únicos que culparían serían a los cristianos…
¡Y eso les acarrearía una persecución general!
Decidió ir a buscar a Petronio y contarle lo ocurrido. Pero para ir, primero tendría que comprobar que le había pasado a Marco Aurelio… Y como un rayo le llegó el pensamiento de que tal vez no se habrían atrevido a matarlo. Él es un hombre poderoso, amigo del César y alto funcionario del ejército imperial.
Por las consecuencias terribles que tal crimen les acarrearía, tal vez solo lo habrán retenido. Y esta idea lo llenó de esperanza…
Luego reflexionó: ‘Si ese dragón parto no lo ha hecho pedazos en la primera embestida, él está vivo y él mismo será testigo de que yo no le he traicionado… Y entonces puedo contar con otra recompensa si le ayudo una vez más por rescatarlo.’
Y acarició las dos bolsas de oro que Marco Aurelio le dio. Emprendió el camino a su casa para pensar en el modo de averiguar lo que le había ocurrido al tribuno, antes de ir con Petronio…
Cuando llegó al barrio del Suburra, se compró una botella de vino y se fue a casa a comer opíparamente para recuperar fuerzas. Bebió con abundancia, descansó, se dio un baño muy relajante y se durmió.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
26.- CORREO EPISTOLAR
Tito Petronio a Marco Aurelio Petronio:
Salve.
Eladio es de mi absoluta confianza envíame con él tu respuesta a esta carta. Cuando me vine para Anzio te dejé sobre una buena pista y lleno de esperanza. Espero que ya hayas calmado tu pasión en brazos de Alexandra, ¡Mi carísimo Marco Aurelio! Que la rubia Afrodita te guíe y que tú seas el spintria (Tiberio llamaba así a los maestros en la lujuria) de esa alba Alexandra que escapa del amor.
Recuerda que el mármol aún el más precioso, no es nada por sí mismo y no adquiere valor hasta que la mano del escultor lo transforma en una obra maestra.
No basta amar. Es necesario saber amar y saber enseñar a amar. La plebe y los animales experimentan placer; pero el hombre verdadero se distingue por su aptitud para hacer de ese placer un arte lleno de nobleza apreciándolo como un don divino.
Y no solo experimentarlo, sino saber compartirlo. Así pues, sé tú el escultor de Alexandra y desea no solo su cuerpo, sino también su corazón. Y ámala.
Con frecuencia pienso en la vanidad, la incertidumbre y el fastidio de nuestra vida. Y me pregunto si no has tomado tú la mejor parte y si la guerra y el amor no son las dos cosas por las cuales vale la pena haber nacido. En la guerra tú has sido afortunado y has sido un valiente guerrero. Y en el amor, conoces la dicha y la agonía…
Si sientes curiosidad por saber lo que ocurre en la corte de Nerón, te diré:
aún lloramos a la pequeña Claudia Augusta. Cantamos himnos de nuestra composición y nuestro dolor aún no se calma. Y podemos exhibirlo en todas las actitudes que enseña la escultura. Todos los augustanos están aquí, incluyendo las quinientas burras de cuya leche se sirve Popea para sus baños.
¡Ay Querido! Nos estamos modernizando tanto en el teatro, que ahora hacemos las cosas con el mayor realismo y Enobarbo se encarga de que las emociones sean siempre más trepidantes en unos escenarios también cada vez más insólitos.
Nos hemos salido del anfiteatro e ignoro que siga la próxima vez. Pienso que nosotros moriremos como bufones o comediantes. Nerón representó una comedia de Afranio el dramaturgo titulada “El Incendio” y entregó a los actores al pillaje de una casa que se incendió a propósito.
A Barba de Bronce esto le produjo un placer enajenante y creció su inspiración y su deleite por la actuación. Esto se tradujo en generosos regalos para todos nosotros, en nombramientos para muchos otros y en que al verlo tan feliz, por fin puedo estar un poco más tranquilo respecto a seguir manteniendo nuestras cabezas en su lugar. Porque otros no han sido tan afortunados:
Salvidieno Orfito, el pobre ni siquiera sospecha que su muerte haya sido decretada ¿Y sabes por qué? ¡Porque alquiló a unos diputados tres habitaciones de su casa cerca del Foro! A Casio Longino, por haber conservado entre sus antiguos retratos de familia, el de Cayo Casio, uno de los asesinos de César ¡Y está ciego! Pero eso no le importa a Nerón, cuando tiene sed de destruir…
¡Sólo por eso no hay salvación para ellos! ¡Pero éste es nuestro mundo!
Vamos a tener una lidia de gladiadores. El actor Dato representó a Edipo y le pedí que me contestara como judío que es, (su verdadero nombre es Nazario), si los cristianos y los judíos son una misma cosa.
Me contestó que los judíos tienen una religión eterna, pero que los cristianos forman una nueva secta que se ha formado recientemente en Judea. Que en tiempos de Tiberio los sacerdotes de Jerusalén, crucificaron a cierto Hombre cuyos prosélitos aumentan diariamente y a quién los cristianos adoran como Dios.
Parece que se niegan a reconocer a otros dioses y especialmente a los nuestros. No se me ocurre que daño les puede suceder si también los adoraran… en fin…
Tigelino me demuestra abiertamente su envidia y su odio… Y yo ni siquiera puedo considerarlo mi adversario. Solo me aventaja en dos cosas: tiene más apego que yo a la vida y al mismo tiempo es un canalla supremo. Y esto lo une más a Nerón.
Ellos acabarán por entenderse perfectamente, junto con Haloto que está lleno de violencia y es el hombre más cruel que el mundo haya conocido jamás. Este trío es el castigo de la humanidad. ¿Cuándo? No lo sé. En realidad poco importa la fecha, pero llegará.
Mientras tanto yo me estoy divirtiendo como nunca. La vida sería muy aburrida si no fuera por nuestro Augusto Mono. Yo comparo la adquisición de sus favores a una carrera en el circo, con la cual la victoria solo halaga el amor propio.
En este aspecto a veces creo que me parezco un poco a Prócoro Quironio. Cuando éste ya no te sirva, mándamelo. Le he tomado gusto a su conversación cínica y sugestiva. Presenta mis saludos a tu divina cristiana… Y dime cómo te encuentras de salud. Háblame de tu amor. Dime cómo estás y cómo te sientes. Adiós.
Marco Aurelio estaba muy deprimido cuando recibió esta carta y la contestó inmediatamente.
Marco Aurelio Petronio a Tito Petronio:
Salve.
No se ha sabido nada de Alexandra. Si no fuese por la esperanza de encontrarla pronto, no recibirías esta carta. Quise comprobar que Prócoro no me engañaba. Me envolví en un capote militar y lo seguí a él y a Dionisio, el esclavo que mandé con él.
Atestigüé la entrega y me regresé, porque sentí el impulso de ir hacia ellos y prometer recompensa a quién entregase a Alexandra. Pero tuve miedo de malograr el trabajo de Prócoro y contra mi voluntad mejor me retiré. Prócoro ha venido varias veces, pero dice que no ha podido encontrarla.
Los cristianos se aman y se ayudan tanto, que va a tardar un poco dar con su paradero. Pero es mejor ir con paso seguro para no cometer errores. En cuanto suceda algo interesante te lo comunicaré. Adiós.
Marco Aurelio, además de sentirse herido en su orgullo; no logra comprender la oposición y la resistencia de Alejandra. Su misma fuga es un enigma que le tortura el cerebro y no encuentra respuesta.
Sabe que Actea ha dicho la verdad y que ella no era indiferente a su amor. Es más, ella aseguró que lo amaba. Entonces ¿Por qué había huido?
Lo único que logra entender es que entre Alexandra y él hay un abismo que los separa y que tiene que ver, con el mundo romano que él conoce y el mundo cristiano en el que ella se desenvuelve.
Pensar en esto lo llena de desaliento y lo único que le queda es renunciar a ella. Y esta idea lo desquicia, porque contra sí mismo y con inmenso dolor, ve que ya no puede vivir sin ella. Y pensar que era correspondido y que ella podía colmar sus más fervientes anhelos, hace que se apodere de él una angustia cruel.
Y mientras su corazón desborda una inmensa ternura que lo envuelve como una poderosa ola y le hace exclamar en medio de las lágrimas:
– ¿Dónde estás amada mía? ¿Por qué te fuiste y me abandonaste con tanta crueldad?…
Se siente verdaderamente enfermo y desgraciado. Anhela su amor tanto… Que hay instantes en que desearía matarla, para así acabar con su sufrimiento. Pero luego se dice a sí mismo, que si le dieran a elegir entre ser esclavo de Alexandra y no volver a verla jamás; preferiría ser su esclavo.
En estas alternativas de tortura, cavilación, incertidumbre y sufrimiento, está perdiendo la salud y su varonil hermosura…
Después de largas semanas de expectativa, un día llegó Prócoro y se presentó ante Marco Aurelio con el semblante muy contrariado.
El joven tribuno se puso pálido y saltando de su asiento, preguntó:
– ¿Qué pasó? ¿No está Alexandra entre los cristianos?
El griego contestó:
– Sí está, señor. Pero también está Mauro y yo no me puedo acercar a donde está ella.
– ¿De qué estás hablando y quién es Mauro?
Prócoro no supo cómo contestar y Marco Aurelio perdió la paciencia. Enojado, repitió la pregunta.
El griego contestó levantando su mano:
– Según parece señor, has olvidado al hombre con el que viajé a Roma. Y en cuya defensa perdí estos dedos, mutilación por la que no puedo escribir. Los ladrones que le arrebataron a su mujer y a su hijo, le hirieron con un puñal. Yo le dejé agonizante en una fonda y le había llorado por muerto. Más ¡Ay! Ahora estoy convencido de que está vivo y en Roma pertenece a la comunidad cristiana.
Marco Aurelio no entiende nada.
Lo único que le queda claro es que Mauro es el obstáculo que lo separa de Alexandra. Y por lo mismo, controlando su ira dijo:
– Si todo sucedió como dices, él debiera estar agradecido y ayudarte ahora.
Prócoro respondió:
– ¡Ah, noble tribuno! Ni los dioses suelen ser agradecidos. Pero por desgracia es un viejo senil y está confundido, porque según supe por sus correligionarios, me acusa de ser cómplice de los ladrones. Y me considera el causante de sus infortunios. ¡Así me paga la pérdida de mis dedos!
– ¡Bribón! Estoy seguro de que las cosas pasaron como Mauro las refiere.
– Entonces sabes más que él mismo, señor. Porque él solo tiene sospechas. Lo cual no le impide vengarse de mí cruelmente. Y ya lo hubiera hecho si conociera mi nombre. En el lugar donde nos encontramos no se fijó en mí. Pero yo lo reconocí de inmediato. Y ahora debo tener más cuidado con lo que hago. Cuando pregunté por él a conocidos suyos, me declararon que era el hombre que había sido traicionado por su compañero de viaje y por eso me enteré de semejante historia.
El tribuno contestó fastidiado:
– ¿Y qué me importa a mí todo eso? Dime que noticias me tienes.
Prócoro replicó:
– Cierto es señor, que a ti no te importa, pero a mí me va en ello la vida. Y en el deseo de que mi sabiduría sobreviva, prefiero renunciar a la recompensa que me has ofrecido, antes que exponerme por el simple lucro.
Entonces Marco Aurelio se le acercó y con mal reprimida cólera, le dijo:
– ¿Quién te ha dicho a ti que la muerte te va a llegar por medio de Mauro, antes que por mis propias manos? ¿Qué sabes tú perro, si dispongo de tu vida y se me antoja enterrarte en mi propio jardín?
Y Prócoro que es un cobarde, miró a Marco Aurelio y comprendió al instante que no es una broma. Una sola imprudencia más y estará perdido…
Y entonces exclamó:
– ¡La buscaré, señor y la encontraré! ¡Te lo prometo!
Hubo un largo silencio.
Y cuando el griego comprendió que la cólera del patricio disminuía, dijo:
– Un tiempo dudaste de la existencia de Félix y te convenciste de que te dije la verdad. Ahora tienes sospechas de que miento acerca de Mauro. ¡Ah! Si ésta fuese una mentira, yo podría mezclarme entre los cristianos sin peligro y si él me hubiese reconocido, no estaría yo hoy aquí. Y entonces ¿Quién te ayudaría a encontrar a la doncella?
Marco Aurelio le ordenó que le dijera detalladamente todo lo que había hecho, en qué había empleado el tiempo y lo que había descubierto.
Pero Prócoro no tenía mucho que contar. Había montado vigilancia y no había rastros de Alexandra.
Y solamente agregó:
– Hay un hombre. Un sacerdote al que ellos llaman Pontífice, que se llama Pedro y que fue discípulo directo de Cristo y ahora es su apóstol. Los cristianos le guardan una gran veneración. Van a tener una reunión muy importante y yo buscaré la forma de asistir y ver si puedo llevarte sin peligro. Es casi seguro que ella también asistirá y nosotros podremos verla.
Los cristianos son personas pacíficas y ordenadas. ¡Y me sorprendí mucho, porque todas las acusaciones que les hacen son calumnias! Ellos no hacen nada de lo que la gente cree. No son licenciosos y todos son muy virtuosos. Su religión no incita al crimen y por el contrario, manda perdonar y amar a los enemigos.
Marco Aurelio recordó lo que Fabiola le había dicho en la casa de Actea.
Y por lo general, le complacieron bastante los informes de Prócoro. Aun cuando los sentimientos que Alexandra le inspira son bastante tormentosos, sintió alivio al oír que la religión que ella profesa no es criminal, ni repulsiva.
Pero al mismo tiempo intuyó que es precisamente el amor reverencial a este Cristo desconocido y misterioso, el que ha levantado una muralla entre él y Alexandra. Y empezó a tener prevenciones contra esa nueva religión.
Pero a Prócoro lo que le interesa es huir de Mauro. De lo que narró a Marco Aurelio la verdad es que fue él, el que traicionó a Mauro. Le robó todo. Lo vendió a unos traficantes y le privó de su familia, vendiéndolos como esclavos. Apuñaló a Mauro y le dejó medio muerto en el campo, creyendo que no sobreviviría al asalto.
Lo que nunca esperó fue que pudiera curarse de sus heridas y llegara hasta Roma. Ahora tiene miedo de encontrarlo de nuevo. Sin embargo más terror le infunde Marco Aurelio… Y comprendió que la persecución y venganza de un poderoso patricio que tiene otro aliado más grande todavía: Petronio, no le deja ninguna alternativa.
Todas estas consideraciones le impulsan a jurar:
– Por Zeus te prometo, ¡Oh, señor! Que iré a averiguar más lo más pronto posible.
Más tarde…
Casi al mismo tiempo que el griego se fue, llegó un correo con una carta de Petronio y Marco Aurelio se metió en la biblioteca a leerla.
Después de romper el sello, extendió la vitela:
Tito Petronio a Marco Aurelio Petronio:
Salve.
Tu caso es muy malo, ‘carísimo’. Con bastante claridad veo que Eros ha perturbado tu cerebro y no piensas en otra cosa, más que en el amor. Por tu contestación a mi carta veo que sigues obsesionado con Alexandra. ¡Por Zeus! Encuéntrala pronto o perderás la razón.
Y por favor ten presente esto: Bernabé, el esclavo de Alexandra es un hombre de una fuerza poco común y por lo mismo será mejor que te lleves a Atlante, cuando decidas rescatarla. No esperes que los cristianos te la entreguen fácilmente. Atlante será un auxiliar muy útil para enfrentarte con Bernabé, cuando trate de defenderla.
No te dejes saquear por Prócoro, pero tampoco economices tratándose de Atlante. De todos los consejos que mi cariño puede darte, éste es el mejor.
Aquí ya dejaron de decir que la Infanta pereció por causa de un maleficio. Desde que nos trasladamos a Nápoles, nos han atacado los remordimientos por los recuerdos de Agripina. Pero ¿Sabes hasta donde ha llegado Enobarbo? Pues a esto: Aún el asesinato de su madre se ha convertido tan solo en un tema para versos y un motivo para escenas trágico bufas.
Antes tenía verdaderos remordimientos y le temía como el cobarde que es. Pero ahora se siente intocable.
Y como ningún dios se prepara a tomar venganza, finge remordimientos para hacer escenas de teatro y ver cómo reaccionan los demás. También representó personajes de tragedia y exigió que las máscaras de los dioses, los héroes y las heroínas, se parecieran a él y a Agripina.
Luego cantó: Panacea en el Parto; Orestes asesino de su madre; Edipo Ciego y Hércules Furioso. Estas son las novedades de nuestro regio histrión.
A veces me parece que de verdad odia a Roma. Busca los aplausos, la admiración y la aprobación de los griegos. Y a cada momento dice:
– ¡Mira lo que son los griegos!
Y su proverbio favorito que repite siempre es: ‘La música no es nada, si se la mantiene oculta.’
En su greco-manía, la plebe aullaba cada vez más y nuestro histrión estaba eufórico. Cierto es que los aullidos y los aplausos se traducen en distribuciones al pueblo de provisiones y regalos: pájaros exóticos por millares. Manjares, bonos pagaderos en trigo, trajes, oro, plata, piedras preciosas, perlas, cuadros, esclavos, fieras domesticadas, naves, islas, tierras, casa, banquetes, billetes de lotería y una nueva exhibición del Bufón Imperial.
Y no deben extrañar los aplausos, pues semejante espectáculo no habrá sido visto nunca antes. Para Nerón lo más importante es su canto y la acogida que le hace el público como artista. Cree que su voz es un don de los dioses y no pierde oportunidad para mostrarla.
Sin embargo tiene dudas de lo que dirá el pueblo romano a causa de su prolongada ausencia por la falta de los acostumbrados juegos y las distribuciones de cereales. Y aun así, vamos a Benevento a la chapucera exhibición que Haloto tiene preparada a nuestra llegada. Y de allí seguiremos hasta Grecia.
Por lo que a mí respecta, pienso que cuando un hombre se halla entre locos, loco se vuelve él también y encuentra cierto encanto en las extravagancias de los insanos. Grecia y el viaje de mil buques, es una especie de entrada triunfal de Baco, entre ninfas y bacantes. ¿Y creerás que yo que tengo buen sentido, me he dejado arrastrar por sus fantasías? Y lo hago porque al menos son grandiosas y exentas de vulgaridad.
Pero Barba de Bronce no logrará sus planes, porque en su fabuloso reino poético de oriental poderío, no ha dejado sitio para la traición, la vileza y la muerte. Y porque entre sus actitudes de poeta, se advierte al detestable cómico, al torpe auriga y al frívolo tirano.
Entretanto estamos matando a todo aquel que en una forma u otra nos causa desagrado. El pobre Salvidieno Orfito ya es solo una sombra. Se abrió las venas hace unos días. El viejo Trhaseas está sentenciado, porque tiene la osadía de ser honrado y tener cara de pedagogo.
Tigelino todavía no alcanza la suficiente autoridad, para condenarme a mí. Me necesitan todavía para el éxito de la expedición a Acaya. Mientras llega para mí ese fatídico momento, he decidido que Nerón no tendrá mi vaso mirrino: ese que tú conoces y que tanto admiras. Si estás cerca de mí te lo daré, pero si estás lejos lo haré pedazos.
Cuídate y llévate a Atlante, de otra forma perderás otra vez a Alexandra. Cuando Prócoro Quironio ya no te sea útil, envíamelo. Cuando encuentres a tu amada, házmelo saber. Adiós.
Lo que Petronio no dijo a Marco Aurelio, fue que Eros también lo había herido profundamente y que al terminar de escribir la carta que el tribuno acaba de leer, compuso unos versos para Aurora en un poema que trató de ocultar, como lo haría un tímido adolescente.
Pero Aurora lo encontrará después, al limpiar la biblioteca y ordenar las cosas de la mesa del escritor, tareas que no permite que nadie más haga. Ella lo adora en silencio y admira su trabajo, atesorando todas y cada una de las palabras que él escribe.
Y cuando lea el pequeño pedazo de pergamino, su corazón estallará llenándola de una alegría tan inmensa que la hará llorar de felicidad…
El orgulloso augustano se niega a reconocer su amor por una esclava y trata de luchar contra su corazón. Está empleando todos los medios para mantener la distancia entre los dos, pero es una batalla que ya tiene perdida, porque finalmente se ha rendido al avasallador sentimiento que lo invade, pues escribió:
Ofrenda a Aurora
En mi mente deifico la figura
De tu porte radiante de belleza
Porque tienes del alba la pureza
Y de flor en capullo la frescura.
Nunca pudo jamás con su hermosura
Competir a tus dones la realeza
De la grácil Helena que grandeza
Y atractivos aunaba en su estructura.
Yo te ofrezco de mi alma la ternura
La ilusión de mi ser, si lo prefieres.
Puedo darte también si acaso quieres
De mi vida la negra desventura.
En mi mente ha quedado bien grabada
La silueta de tu alma y compendiada
De tu faz la exquisita lozanía
Y contento he mirado virgen bella
Que refulges lo mismo que una estrella
En el cielo sutil del alma mía.
El caudal de mi amor será muy tuyo
Incluyendo con él, mi grande orgullo
Que jamás he querido quebrantar
Y anhelante le ofrezco a tu belleza
Todo el ser que me dio naturaleza
Porque quiero saber lo que es amar.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
20.- Y SIN SALIDA…
Y efectivamente. La casa de Marco Aurelio estaba arreglada como para una boda. Con el verdor del mirto, la hiedra, las flores. Todo había sido preparado para una recepción regia.
Marco Aurelio se sintió tan mal por la resaca, que había seguido meticulosamente los consejos de Petronio y por eso mandó a Secundino a buscarla, llevando el permiso otorgado por el César.
Petronio le había dicho:
– Ayer te vi y estabas borracho. Te comportaste con ella como un rufián. En el amor, no solo hay que atacar la plaza, hay que conquistarla. No seas majadero y recuerda que el buen vino debe beberse poco a poco.
Sintiéndose en un estado deplorable, mientras bebió una pócima para mejorarse, sólo atinó a contestar:
– Pasaron muchas cosas y ya no sé lo que sucedió, me siento muy indispuesto. Sólo dime que será lo mejor que debo hacer.
Petronio prosiguió implacable:
– Entérate también de que es muy dulce el desear, pero es más dulce aún el ser deseado. Gánate su confianza. Sé magnánimo. Júrale por los hados que la devolverás a la casa de Publio y dependerá de ti el que mañana sea ella, la que prefiera quedarse aquí contigo…
Marco Aurelio recuerda todo esto y su corazón palpita intranquilo, bajo sus elegantes atavíos.
¡Oh, dioses inmortales! ¡Si tan solo no se hubiese embriagado, ya tendría a Alejandra en su casa! Se la hubiera llevado desde el mismo banquete…
¡Pero NO!… ¡Oh! ¿Por qué tiene la desesperante sensación de haber cometido un terrible error?
¡Rayos! ¡Si tan sólo no le doliera tanto la cabeza!…
– Ya deben haber salido de palacio.-pensó.
Se levantó y comenzó a pasear muy nervioso, lamentándose por haberle hecho caso a Petronio y NO haber ido personalmente por ella.
Mientras tanto…
La comitiva viene recorriendo el Vicus de las Carenas. Las calles cercanas al palacio están casi desiertas, pero más adelante hay un movimiento inusual. Casi desde todas las calles, afluyen grupos de tres o de cuatro individuos, que se han ido agregando a la comitiva de la litera, mezclándose con los esclavos acompañantes.
Otros más numerosos vienen en dirección opuesta. Algunos se tambalean como si estuvieran borrachos y empieza a ser difícil avanzar.
Los esclavos gritan:
– ¡Paso al noble tribuno Marco Aurelio Petronio!
Alexandra va notando a través de las cortinas como aumentan los transeúntes y en su corazón se alterna la esperanza y el miedo.
El mismo Secundino que al principio no receló nada, comienza a alarmarse, pues hay en todo aquello algo muy extraño.
Se dificulta cada vez más el paso de la litera. La multitud prácticamente la ha rodeado hasta el punto que Secundino se ve obligado a ordenar a los esclavos que rechacen a golpes a toda esa gente…
De pronto se oye un grito entre los que encabezan la comitiva y en un instante se apagaron todas las luces.
Y alrededor de la litera se produjo un movimiento de empuje, un tumulto, una lucha. Secundino comprende al punto que es un ataque y se llenó de miedo.
Todos saben que el César con una turba de servidores, acostumbra dar asaltos por sorpresa por pura diversión y quién sea que resulte responsable por defenderse, tiene pena de muerte aunque fuese senador.
En tales casos los guardias cuyo deber es velar por el orden en la ciudad, fingen ser sordos y ciegos.
El tumulto sigue alrededor de la litera.
Secundino trata de proteger a Alexandra, huyendo con ella y dejando a los demás entregados a su suerte.
Cuando la tomó en sus brazos en medio de la oscuridad, ella gritó:
– ¡Bernabé! ¡Bernabé!
La joven viste de blanco y es fácil distinguirla.
Secundino acababa de cubrirla con su manto, cuando se sintió levantado por el cuello y luego se desplomó como si lo hubiese herido un rayo.
Los esclavos en su mayor parte están derribados por el suelo, han escapado o se mantienen pegados a las murallas. En el lugar, solo ha quedado la litera completamente destrozada desde la primera embestida.
Bernabé se llevó a Alexandra y sus camaradas le siguieron dispersándose gradualmente en el camino.
Más tarde…
Los esclavos llegan a la casa de Marco Aurelio con el cuerpo de Secundino. Se detienen a la entrada de la domus… Deben dar cuenta a su amo de lo que sucedió.
– Que lo declare Lucio, -dijeron en voz baja algunos- la sangre brota de su rostro, tanto como del nuestro y el amo lo quiere. Lucio corre menos peligro que cualquiera de nosotros.
Lucio, un antiguo esclavo galo que había criado a Marco Aurelio y había sido heredado a éste por su madre, dijo:
– Yo se lo diré. Pero venid todos conmigo. No caiga solo sobre mi cabeza, la cólera del amo.
Mientras tanto en el triclinium, Marco Aurelio está ya completamente impaciente:
– ¡Ya debían estar aquí! ¿Por qué no llegan?
De pronto se oyeron pasos en la entrada. Los esclavos se precipitaron al atrium y se detuvieron bruscamente. Levantaron los brazos, lamentándose.
Marco Aurelio corrió hacia ellos:
– ¿Dónde está Alexandra? –preguntó con voz alterada.
Entonces Lucio se adelantó con el rostro ensangrentado y exclamó lastimero:
– ¡Ved nuestra sangre señor! ¡Hemos luchado! ¡Algunos han muerto! ¡Luchamos por ella! ¡Ved nuestra sangre!
Pero no dijo más porque Marco Aurelio cogió una estatuilla de bronce y con un golpe, destrozó el cráneo del esclavo.
Luego se tomó con ambas manos la cabeza y se mesó los cabellos con desesperación. Se le puso cárdeno el rostro y ordenó que azotaran a los esclavos.
Y en aquella casa engalanada para una fiesta, solo se escucharon los alaridos de dolor y el chasquido de los azotes.
Pero los gemidos de los esclavos no calmaron ni su dolor, ni su cólera. Reunió a otro grupo de siervos y salió a buscar a Alexandra, en una pesquisa sin éxito.
A su regreso ordenó que se llevaran el cadáver de Lucio, que nadie se había atrevido a tocar.
A los esclavos de cuyas manos Alexandra fue arrebatada, los envió a las prisiones rurales, castigo más terrible que la muerte. Luego se desplomó sobre una poltrona y se puso a planear los medios para encontrar y recuperar a Alexandra.
Perderla, renunciar a ella, no verla nunca más… Le pareció imposible porque ya no podía vivir sin ella.
Estos pensamientos lo envolvieron en un loco frenesí. Por primera vez en su vida, la voluntad imperiosa del joven guerrero, encontraba la resistencia inquebrantable de otra voluntad.
Y no podía comprender qué había sucedido, que lo hacía sentir tan impotente y hasta cierto punto derrotado, al ver tan contrariados sus deseos en lo que más había anhelado jamás.
Marco Aurelio habría preferido ver hundirse el mundo entero en ruinas, antes que ver fallidos sus propósitos. La copa de la felicidad le había sido arrebatada casi de los labios.
Lo que le había ocurrido era algo tan inaudito, que además clama la más terrible de las venganzas.
Por momentos sentía una irritación tan grande contra la joven, que casi se aproximaba a la locura y sentía deseos de destruirla. Pero luego le atormentaba el ansia de volver a verla, de perderse en sus ojos.
Y se sentía dispuesto a rendirse a sus pies y darle lo que ella le pidiera con tal de que volviese a su lado. Recordaba sus besos embriagadores…
Y finalmente lloró como un niño, al ver su sueño destruido.
Luego mil ideas descabelladas cruzaron por su mente: Tal vez Publio era el responsable de raptar a Alexandra y en todo caso. Él debía saber dónde encontrarla. Y se levantó bruscamente, dispuesto a ir a la casa de Publio.
Pero un nuevo pensamiento le paralizó y le llenó de pavor: ¿Y si había sido el mismo César, quién se había apoderado de ella?… Todo mundo sabe que Nerón para disipar el tedio, hace incursiones nocturnas.
Y en esos ataques se apodera de mujeres y las mantea en la capa de un soldado hasta que se desmayan. El propio Nerón llama a estas expediciones ‘caza de perlas’ porque se han dado casos en que ha sido una verdadera perla de belleza y juventud.
Entonces la rapta y la ‘perla’ es enviada a una de las casas de campo, donde se divierte con ellas. Y cuando se cansa, la cede a sus íntimos. ¿Y si fue esto lo que sucedió en el caso de Alexandra?…
El César la miró en la fiesta y Marco Aurelio no tuvo la menor duda de que se dio cuenta, de que es infinitamente más hermosa que la misma Popea.
Petronio dice que Nerón es un cobarde para obrar abiertamente y comete sus crímenes en forma clandestina. ¿Y si no fue el César? Entonces ¿Quién ha tenido el atrevimiento?…
¿Habrá sido el gigante de ojos azules que tuvo la osadía de sacarla del triclinium imperial y se la llevó de la fiesta en sus brazos?
¡NO! ¡Es imposible que un esclavo se atreva a tanto! El único capaz es el propio César. Si esto es lo que sucedió, Alexandra está perdida para él. Podría recuperarla de cualquiera, pero del César, ¡NO! ¡Imposible!
La imaginación le presentó a Alexandra en brazos de Nerón…
Y por primera vez entendió que hay pensamientos imposibles de soportar dentro de la resistencia humana.
Y entonces comprendió en toda su plenitud, la magnitud y la intensidad de su amor por ella. Y recordó todas las escenas desde que la viera por primera vez, cada una de sus palabras, sus gestos, sus ademanes.
La contempló en la fuente, en la fiesta. Volvió a sentir su calor, su perfume. La delicia de los besos que le diera en sus labios inocentes. Y le pareció cien veces más dulce, más hermosa, más deseable que nunca.
Era la única mujer deseada en todo el Universo. La elegida entre todos los mortales y las divinidades. Para él no existe nadie más que ella.
La tiene metida en su mente, en su corazón, en su sangre y corre por todas las venas de su cuerpo. Alexandra es su vida, su todo, el único tesoro que desea poseer. Nada le importa más que ella.
El solo pensamiento de que Nerón pudiera poseerla, le hace sentir la muerte. No puede soportarlo, ¡NO! Por un momento teme volverse loco de dolor. Ya no puede vivir sin ella.
Y un sentimiento de venganza se apoderó de él. Decidió ir al palacio y hablar con Actea. Y ordenó que tengan listo su Cisio.
Cuando llegó al arco de la entrada, el centurión lo recibió con una amable sonrisa.
– Salve, noble tribuno. Si deseas presentar tus homenajes al César, no has venido en momento propicio. Es imposible que te sea permitido verle ahora.
Marco Aurelio preguntó sorprendido:
– ¿Qué ha sucedido?
– La Infanta Augusta enfermó repentinamente ayer. El César y la Augusta Popea la están atendiendo, junto con los mejores médicos de la ciudad.
Ese es un suceso importante. Cuando nació esa hija, el César estaba loco de alegría.
Ama a esa niña con un amor sin límites. Y por esto, para Popea la niña le es doblemente preciosa, porque afirma su posición y aumenta su influencia sobre el emperador.
Marco Aurelio le contestó:
– Solo deseo ver a Actea.
El centurión le hizo el saludo militar y le franqueó el paso. Y entró al palacio.
Pero Actea estaba ocupada también cerca de la Infanta y Marco Aurelio tuvo que esperarla. Cuando regresó, la palidez de su rostro se intensificó al ver al tribuno.
– ¡Actea! –Exclamó Marco Aurelio, tomándola de la mano- ¿Dónde está Alexandra?
– Yo iba a preguntarte lo mismo.-contestó ella, mirándolo de frente y con una expresión de reproche.
Pero aun cuando Marco Aurelio se prometió a sí mismo conservar la calma, dijo con el rostro descompuesto por el dolor y la cólera:
– ¡Me fue arrebatada en el camino a mi casa! ¡Oh, Actea! Si no deseas ser causante de infortunios que tú ni siquiera puedes imaginar, dime la verdad ¿Se apoderó de ella el César?
Actea contestó con firmeza:
– El César no ha salido de Palacio.
– Por la sombra de tu madre. Por todos los dioses, dime ¿Entonces Alexandra no está en el palacio?
– Por la sombra de mi madre, Marco Aurelio; yo te lo aseguro que ella no está en el palacio y que no ha sido el César quién te la ha interceptado. La Infanta augusta está enferma desde ayer y Nerón no se ha movido de su cuna.
Marco Aurelio suspiró aliviado, esa amenaza desapareció.
Se sentó en el banco y dijo con los puños apretados:
– ¡Ah! Entonces ha sido Publio, el raptor. ¡Ay, de él!
– Publio Quintiliano, estuvo aquí esta mañana y preguntó por Alexandra a Epafrodito y a otros sirvientes del César. Les dijo que regresaría para verme, porque yo estaba ocupada y no pude atenderlo.
Marco Aurelio ´levantó los puños y dijo con ira:
– Desea alejar de sí las sospechas. Si no supiera lo que ha sucedido, habría ido a buscar a Alexandra a mi casa.
– Dejó escritas unas palabras en una tablilla. Por ellas te darás cuenta que sabía que Alexandra había sido sacada de su casa por el César, a petición tuya y de Petronio. El esperaba que te la enviaran y esta mañana estuvo en tu casa, donde le participaron lo ocurrido.
Y le mostró a Marco Aurelio la tablilla que le dejara el general.
El tribuno leyó y guardó silencio.
Actea adivinó los pensamientos que se ocultaban bajo su tétrico semblante y le dijo:
– No, Marco Aurelio. Lo sucedido se ha verificado por voluntad de la misma Alexandra.
Marco Aurelio exclamó atónito:
– ¡Entonces tú sabías que se proponía huir!
Actea le contestó un tanto severa y pausando las palabras:
– Yo sabía que ella no sería nunca tu concubina.
– ¿Y tú? ¿Qué fuiste tú durante toda tu vida?
Actea respiró profundo y contestó con serenidad:
– Yo… Fui ante todo, una esclava.
Pero no por esto se calmó la cólera de Marco Aurelio. El César le había dado a Alexandra. La buscaría, la encontraría y dispondría de ella a su antojo. ¡Así lo haría en verdad!
Ella sería su concubina. Se fue exaltando más y más.
Y Actea comprendió que eran su dolor y su ira las que en realidad hablaban. Pudo haber sentido compasión hacia él; pero le agotaron la paciencia los arranques del joven y le preguntó:
– ¿A qué debo el honor de tu visita?
Marco Aurelio contestó:
– Pensé que tú me podrías dar algunas respuestas. Alexandra al emprender la fuga se está oponiendo a la voluntad del César y voy a solicitar una orden para buscarla por todo el imperio, si es necesario.
Petronio apoyará esta petición y el registro comenzará hoy mismo. Así tenga que hacer uso de todas las legiones, la encontraré dondequiera que se haya ocultado.
Actea le advirtió:
– Ten cuidado. No vaya a suceder que la pierdas para siempre por disposición del César, desde el momento en que la encuentres.
Marco Aurelio frunció el ceño:
– ¿Qué quieres decir?
– Escúchame Marco. Ayer Alexandra y yo estábamos en los jardines de Palacio. Allí encontramos a Popea con la Infanta Augusta que era conducida por una africana. Por la tarde se enfermó la niña y Coralia la nutriz sostiene que ha sido víctima de un hechizo y que la mujer extranjera con la que Popea habló, fue la causante del maleficio.
Si la niña mejora, esto quedará olvidado. Pero en caso contrario, Popea será la primera en acusar a Alexandra de hechicería. Y dondequiera que la encuentre, no habrá salvación para ella.
Después de un momento de silencio en el cual Marco Aurelio asimila lo que Actea le ha dicho, exclamó:
– Pero quién sabe si sea verdad que ha hechizado a la niña ¡Si me ha hechizado a mí!
– Coralia repite que la niña empezó a llorar desde el momento que pasó frente a nosotras. Y realmente eso es lo que sucedió. Lo cierto es que ya estaba enferma cuando la sacaron a los jardines.
Marco, puedes buscar a Alexandra donde y cuando te plazca. Pero hasta que no haya recuperado la salud la Infanta Augusta no hables de tu amada al César, si no quieres atraer sobre ella la venganza de Popea.
Alexandra ha derramado bastantes lágrimas por causa tuya. Quiera Dios conservar su pobre cabeza, pues su vida pende de un hilo.
– Tú la amas Actea. ¿Verdad? –preguntó Marco Aurelio con acento melancólico.
– Sí. La amo. Es una criatura fácil de amar. –contestó Actea.
Y las lágrimas asomaron a sus ojos.
– A ti no te ha correspondido con odio, como a mí.-dijo Marco Aurelio suspirando.
Actea lo miró con duda, antes de exclamar:
– ¡Hombre necio, apasionado y ciego!… ¡Ella te amaba!
Marco Aurelio dio un salto.
– ¡No es cierto! –gritó con dolor- ¡Ella me aborrece!… ¿Por qué dices eso? ¿Acaso ella te confesó sus sentimientos con tan solo un día de conocerla?
Y además ¿Qué clase de amor es ese qué prefiere la vida errante, los infortunios, la pobreza, la incertidumbre del mañana y hasta una muerte ignominiosa quizá… a todo lo que yo le ofrecí?…
Y continuó con un borbotón de frases apasionadas que reflejan toda impotencia de sus más caros e íntimos deseos:
Toda su persona la anhelaba. La esperaba con una casa engalanada para recibirla, él que deseaba servirla y la adora como a una diosa. Él, que estaba dispuesto a ser su esclavo si era preciso.
Él, que era un amante apasionado que la esperaba con una fiesta… Mejor para él no darle crédito a lo que dice, porque está a punto de enloquecer. No habría cambiado a esa joven por todos los tesoros del César y ella había huido de él.
¿Qué clase de amor es ése que tiene al alcance la felicidad y busca el dolor? ¿Quién podría comprenderlo? Si no fuera por la esperanza que aún abriga de poder encontrarla, ya se habría arrojado sobre su espada.
Y concluye desesperado:
– El amor rinde, no hace huir. Es verdad que en la casa de Publio hubo momentos prometedores de una felicidad increíblemente cercana; pero ahora estoy convencido de que ella me odiaba entonces, me odia ahora y morirá con el corazón impregnado de odio hacia mí.
Actea, que normalmente es apacible y tímida; al escucharlo exclamó con gran indignación:
– ¡Cómo te atreves a hablar así! ¿Cómo trataste de conquistar a Alexandra? En vez de inclinarte ante Publio y Fabiola para obtenerla de su mano y convertirla en tu esposa; la arrancaste de sus padres adoptivos, valiéndote de la estratagema de un rufián.
Tú no deseaste una esposa, sino una concubina. La humillaste. A la hija adoptiva de una casa honrada. A la hija de un rey; la trajiste a esta morada de crimen y de infamia. Todavía más: La profanaste haciendo pasar ante sus ojos inocentes, el espectáculo de una fiesta vergonzosa.
Y te comportaste con ella, como si fuese una libertina. ¿Acaso olvidaste cómo era la casa de Publio y de Fabiola? ¿No sabías cómo la educaron?…
¿No tienes el suficiente criterio para comprender que hay mujeres distintas a Lucrecia, a Lucila y a Julia Mesalina; a Popea y a todas las demás que acostumbran asistir a las orgías de este palacio?
¿Acaso no te percataste con solo mirarla, de que Alexandra es una pudorosa doncella, que prefiere la muerte a la deshonra? ¿Cómo sabes qué clase de Dios adora ella y si no es más puro y mejor que los que adoran las depravadas mujeres de Roma?
¡NO! ¡Ella no me hizo ninguna confesión de amor actual! Pero sí me dijo que era a ti a quién pensaba recurrir en busca de auxilio y que esperaba de ti que le obtuvieras el permiso para regresar a la casa de Publio.
Y Alexandra al expresarlo, se ruborizó como una virgen que ama y confía. En el corazón de ella, había latidos consagrados a ti. Pero tú en cambio, la aterrorizaste y la ofendiste. ¡La indignaste tanto!…
Bien puedes buscarla ahora, con la ayuda de los soldados del César, pero debes saber que si llega a morir la hija de Popea, las sospechas recaerán sobre Alexandra, cuya destrucción es inevitable.
Marco Aurelio miró asombrado a Actea.
La siempre dulce y apacible Actea le ha hablado con imperial enojo, le ha soltado todas sus verdades y parece una emperatriz más temible que la misma Popea.
La emoción de saberse amado por Alexandra le cayó como un rayo, en medio de su rabia y su dolor. ¡Amado por Alexandra! Saber esto le conmovió todas las fibras de su ser. La recordó con su rostro ruborizado y sus ojos radiantes. Y le pareció que fue cuando ella empezó a amarlo.
Y esa sola idea fue como una fresca brisa que le invadió de felicidad. De una felicidad mayor de la que nunca había experimentado y ansiado, hasta ese momento. Pensó que la habría podido conquistar gradualmente, sabiendo que su amor era correspondido.
Ella hubiera sido su esposa y hubiera sido suya para siempre. ¿Por qué no lo había hecho así? Al principio lo había pensado y estaba dispuesto a hacerlo…
Pero ella había huido y acaso fuera imposible encontrarla. Y si lo hace, con ello causará su muerte. Y ahora, ni ella, ni Publio, ni Fabiola, le brindarán una acogida favorable…
Entonces su cólera se volvió contra Petronio. Él era el culpable de todo. De no haber sido por él y por haber escuchado sus consejos, Alexandra no se hubiera visto obligada a la fuga.
Ella ya hubiera sido su esposa y ningún peligro amenazaría su vida. Pero ahora ya es demasiado tarde y ya nada tiene remedio. Es demasiado tarde…
– ¡Demasiado tarde! –repitió en voz alta. Y al decir esto sintió que un abismo se abrió a sus pies.
Actea, como un eco repitió:
– ¡Demasiado tarde!
Y esta frase le sonó a Marco Aurelio como una sentencia de muerte.
En eso entró en el atrium Fabiola.
Y Marco Aurelio se encontró frente a frente, con su rostro triste. Había venido para tener noticias de Alexandra.
Al verlo, palideció y le dijo serena:
– ¡Qué Dios te perdone Marco Aurelio, el daño que nos has hecho a nosotros y a Alexandra! Y que te lleve a la Luz.
Él se mantuvo de pie con la cabeza inclinada, abrumado por un sentimiento de culpa y de infortunio. Se envolvió en su toga y salió de allí totalmente desconcertado y confundido.
Avanzó por las inmensas galerías sumido en tormentosos pensamientos.
Ya no sabe cómo proceder. Por dónde empezar. Qué procedimiento seguir para remediar un mal que no tiene remedio.
¿Adónde acogerse? Una sola idea está fija en su mente: “O busca y encuentra a Alexandra. O algo funesto va a sucederle a él.”
Sin comprender todavía lo que Dios debe o puede perdonarle. A su juicio, Fabiola no tiene razón para hablar de perdón. Debía clamar por venganza.
En el patio, en la galería; se ve una multitud de patricios y senadores pidiendo informes acerca de la salud de la infanta, para mostrarse en el Palatino y dar testimonio de su solicitud.
Algunos notaron que viene del interior del palacio y le preguntan por la ‘divinidad’. Pero él apresura el paso sin contestar a nadie.
Hasta que Petronio, que viene con el mismo propósito, casi se estrelló con el pecho de Marco Aurelio al detenerlo.
A Petronio le salvó el que el joven viniese tan trastornado al separarse de Actea. Se siente tan deprimido y exhausto que hasta su ira se esfumó.
Empujó a Petronio a un lado e intentó seguir su camino.
Pero el dramaturgo lo detuvo casi por la fuerza y preguntó:
– ¿Cómo está la divina Infanta?
Marco Aurelio se irritó violentamente y contestó muy indignado:
– ¡Qué los hados se la traguen a ella y a toda esta casa!
– ¡Silencio, desgraciado! –exclamó Petronio mirando asustado a su alrededor y deseando que nadie hubiese oído.
Y tomándolo del brazo para alejarlo, agregó precipitadamente:
– Si quieres saber de Alexandra, ven conmigo. Aquí no te diré nada.
Le pasó el brazo por la espalda del joven tribuno. Le llevó afuera del palacio lo más rápido que pudo. En realidad no tenía noticias que darle. Pero a pesar de su disgusto, ama a su sobrino y se siente responsable por todo lo que ha ocurrido.
Cuando entraron a la litera le dijo:
– He ordenado a mis esclavos que vigilen todas las puertas de la ciudad. Si Publio y Fabiola intentan ocultarla, también he tomado mis providencias y pronto sabremos en donde está. Y empezaremos a buscarla hoy mismo por toda Roma.
Marco Aurelio le dijo muy deprimido:
– Publio no sabe en dónde está.
– ¿Cómo lo sabes?
– He visto a Fabiola. Ella también la busca.
Petronio exhaló profundamente y contestó:
– Ha sido una suerte para ti que el César no te la quitara. Estoy al tanto de todos los secretos del palacio.
Pero Marco Aurelio soltó un torrente de quejas, más doloridas que enconadas. Y con su voz quebrantada le refirió a Petronio su conversación con Actea, notificándole los nuevos peligros que amenazan a Alexandra.
Peligros tan terribles que va a ser necesario ocultarla a todas las pesquisas de Popea, en el caso de que la encuentren. Él ya no puede vivir sin ella. Luego hizo a Petronio amargos reproches por los consejos que le había dado.
De no ser por él, todo sería muy diferente. A medida que le fue relatando, ya no pudo contenerse y lloró amargamente de dolor y de cólera.
Petronio está atónito. Él jamás hubiera imaginado que Marco Aurelio estuviera enamorado hasta ese grado de desesperación. Y ve las lágrimas del valiente soldado con admiración y cierta envidia.
Cuando llegaron a la casa, el mayordomo les dijo que los esclavos enviados a las puertas no habían regresado y se les había enviado alimentos para que permanezcan vigilantes.
Petronio se volvió hacia su sobrino:
– ¿Ya lo ves? Están en Roma. Los encontraremos. Pero es necesario que órdenes a tu gente, que también ellos vigilen. Envía los mismos esclavos que fueron a buscarla antes, porque la reconocerán más fácilmente.
Marco Aurelio suspira con desaliento, pero contesta:
– Revocaré las órdenes que di, de enviarlos a las prisiones rurales y los enviaré a las puertas.
Escribió sobre una tablilla y Petronio la envió al punto, a la casa de Marco Aurelio.
Luego pasaron al pórtico interior, se sentaron en una banca y empezaron a conversar. Aurora, la de los cabellos dorados; les escanció sendas copas de vino de unas jarras que son unas primorosas obras de arte.
Petronio preguntó:
– ¿Hay entre tus siervos alguno que conozca a ese gigantesco parto?
Marco Aurelio contestó:
– Secundino y Lucio lo conocían. Pero Secundino cayó al pie de la litera y a Lucio lo maté yo.
– Lo siento. Lucio como a ti, también me llevó a mí en los brazos.
– Pensaba manumitirlo… Pero ya no hablemos de él. Mejor dime como hallaremos a Alexandra. Roma es…
– Por supuesto que no será fácil y tal vez tardemos un poco. Pero lo seguro es que la encontraremos. Tú acabas de acusarme de haberte aconsejado el procedimiento. Pero éste en sí era bueno. Solo fue malo cuando se arruinó.
Tú oíste decir al mismo Publio que pensaba retirarse a Sicilia con todos los suyos. Y en ese caso la joven también estaría lejos de ti.
– Yo los habría seguido y ella estaría fuera de peligro. Pero ahora si esa niña muere, Popea creerá que ha sido culpa de Alexandra.
– Cierto. Y eso me alarma a mí también. –Petronio reflexionó unos momentos y agregó- se dice que Popea sigue la religión de los judíos y cree en espíritus malignos.
El César es supersticioso. Si hacemos correr el rumor de que los espíritus arrebataron a Alexandra, esa noticia será creída. Especialmente porque ni César, ni Publio la han interceptado. Su fuga ha sido realmente misteriosa.
Ese parto no pudo haberla efectuado solo y ¿Cómo puede un esclavo reunir tantos cooperadores en un solo día?
– Los esclavos se auxilian mutuamente en Roma.
– Sí, pero algunos pagan eso con la vida. Es verdad que se ayudan recíprocamente, pero no unos contra otros. Y en este caso sabían que la responsabilidad y el castigo caerían sobre los suyos. Por eso es muy improbable que haya sucedido así.
Después de reflexionar un momento, Marco Aurelio preguntó:
– Bernabé no pudo hacerlo solo. Entonces ¿Quién lo ayudó?
Petronio contestó:
– Sus correligionarios.
– ¿Quiénes son?
– ¿Cuál es la deidad que ella adora?
– No lo sé.
– Habrá que averiguarlo…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
13.- LA PRUEBA II
EL ORIGEN DEL DOLOR
La Muerte y el Dolor entraron en el Mundo por envidia del Demonio. Pero Dios NO es autor, ni de la muerte, ni del dolor. Y NO se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor. Y desde entonces el Dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre, por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir. ¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: ¡Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.
LA SOBERBIA Y LA EXCUSA.
“La serpiente me engañó”, dijo Eva. “La mujer me presentó el fruto y comí de él”, dijo Adán.” Y desde aquel momento la Concupiscencia Triple se apoderó de los tres reinos del hombre.
No hay más que la Gracia para desprenderse de las fuertes ataduras de este monstruo despiadado. Cometieron el primer acto contra el Amor, con la Soberbia, la Desobediencia, la Desconfianza, la Duda, la Rebelión, la Concupiscencia Espiritual y por último, la Concupiscencia Carnal.
También en las ofensas contra la Ley divina, el hombre pecó antes contra Dios, queriendo ser igual a Dios: ‘dios’ en el conocimiento del Bien y el Mal. Y en la absoluta y por lo mismo ilícita libertad de proceder a su placer y querer contra todo consejo, lo prohibido por Dios.
Después pecaron contra el Amor, amándose desordenadamente, negando a Dios el amor reverencial que le debían. Metiendo el ‘yo’ en el lugar de Dios, odiando a su prójimo futuro: su misma prole, a la cual le procuró la herencia de la Culpa y de la Condena; despojados de todo lo que Dios les había dado.
Por último, pecó contra su dignidad de criatura regia, que había tenido el don del perfecto dominio de los sentidos, rebajándose a sí mismo a un nivel inferior al de las bestias.
¡Bien conocieron después la Ciencia del Bien y del Mal! Con el conocimiento adquirido y la nueva vista por la cual supieron que estaban desnudos, los advirtió de la pérdida de la Gracia que los había hecho felices en su inteligente inocencia; hasta llegar a aquella hora, por la pérdida de la vida sobrenatural.
¡Desnudos! No tanto de vestidos, sino de los dones de Dios.
¡Pobres! Por haber querido ser como Dios.
¡Muertos! Con el espíritu muerto por el Pecado. Por haber temido morir con su especie, si no hubieran procedido directamente.
“Seréis como dioses, conocedores de todo, del Bien y del Mal.”
El apagado silbido de la serpiente, con su sonido cruzó el aire; encontró eco en el corazón del hombre y se fundió a su sangre; para entrar a lo más caro del alma, entronizándose en el altar de su espíritu. Y desde entonces vive perjudicándolo en cuerpo y alma, para obedecer al imperativo de la sangre envenenada por Satanás.
El hombre se equivoca al aplicar valor y significado a las cosas y a las palabras. Ser igual a Dios, ya había sido dado por dote por el Padre Creador. Con una semejanza en la cual no tienen nada que hacer, esto que es carne y sangre; sino en el espíritu. Porque Dios es Ser Espiritual y Perfecto. Y los había hecho grandes en el espíritu. Capaces de alcanzar la perfección mediante la Gracia plena en ellos y la ignorancia del Mal.
Jesús vino a poner las cosas y las palabras en la luz justa. Y con las palabras y los hechos demostró la verdadera grandeza, la verdadera riqueza, la verdadera sabiduría, la verdadera majestad, la verdadera deificación.
Y NO son aquellas que el hombre cree.
LA SENTENCIA DIVINA.
Dios Padre alejó al hombre del Jardín de sus delicias. Ya no podía confiar más en sus hijos. El hombre había querido ser el dueño de todo y se opuso a que Dios fuese el Único Creador. Se marchó a su destierro con su pecado. Era un rey humillado y despojado de sus dones. El Hombre del Paraíso se había convertido en un ser terrenal y mortal.
Su Reino lo perdió en manos del que lo pervirtió.
Satanás lo despojó de lo que Dios le había dado. Y de Amo se convirtió a sí mismo en esclavo, de aquel que había sido destinado a obedecerlo. Y el Dolor y la Muerte entraron a formar parte de la vida humana.
La herida de Eva engendró el Sufrimiento, que no terminará hasta que muera la última pareja sobre la tierra.
EL CASTIGO.
No desproporcionado, sino justo.
Para entenderlo se necesita considerar la perfección de Adán y Eva.
Considerando aquel vértice, se puede medir la magnitud de la caída en aquel abismo de degradación.
Dios respetó la voluntad humana.
El hombre perseveró en su estado de rebelión hacia su Divino Benefactor. Porque no se arrepintió del dolor causado a Dios y todavía mantenía su unión con la mentira. Soberbiamente salió del Edén, después de haber mentido y haber aducido pobres excusas a su pecado.
Se hicieron cinturones de hojas y testimoniaron que se avergonzaban; no por estar desnudos y aparecer tales ante Aquel que los había creado y conservado vestidos solo de Gracia e Inocencia, sino porque eran culpables y tenían miedo de comparecer delante de Dios.
Miedo, sí. Arrepentimiento, NO.
Entonces Dios, después de haberlos expulsado del Edén, protegió con Querubines los umbrales del mismo, para que los dos prevaricadores no regresaran fraudulentamente, para hacer botín de los frutos del Árbol de la Vida, nulificando una parte del justo castigo y defraudando todavía una vez más a Dios de su derecho: aquel de dar y de quitar la vida.
Dios es nuestro Rey y nuestro Padre. No un siervo y menos un esclavo.
Dios es Justo.
Cuando castigó al hombre, NO le quitó la inteligencia, ni la fuerza moral, porque nunca ha dejado de amar al hombre, por más culpable que éste sea.También le dejó al hombre la voluntad soberana, para que éste pudiese llegar a ser dueño de sus pasiones y pudiera controlarlas.
El hombre debió obedecer. Los inocentes eran castos. Sabían amar verdaderamente, con aquella ternura virginal que está en el más ardiente amor materno o en el más ardiente amor filial. O sea, de aquellos dos amores que no tienen atracción sensual y son fortísimos.
Dios habría regulado el amor del hombre por las criaturas nacidas de su santo amor con Eva. Pero Adán y Eva no llegaron a este amor, porque el desorden había corrompido con su veneno, el santo amor de los Progenitores.
CONSECUENCIAS DEL PECADO.
El Enemigo de Dios y del hombre por Odio, hirió mortalmente a la Humanidad y la infectó con el germen del Odio, de los Celos, de la Envidia. Y con esto puso la causa primaria de la división que enfrenta a los hombres el uno contra el otro.
De esta manera fue cosechado el segundo fruto de la maldad del Maligno: el fratricidio de Caín. Y desde entonces el virus de la violencia ha ido aumentando hasta alcanzar proporciones pavorosas, porque cada día crece más la semilla que Lucifer siembra en el corazón del hombre: EL ODIO.
Por un solo hombre entró el Pecado en este mundo y por el pecado, la muerte. Y pudieron penetrar entre las delicias del Edén, turbando el orden, la armonía, el amor; esparciendo su veneno. Corrompiendo el intelecto, voluntad, sentimientos, instintos. Suscitando apetitos culpables, destruyendo la Inocencia y la Gracia, afligiendo al Creador.
Haciendo de las criaturas bienaventuradas, dos infelices; condenados uno. a obtener fatigosamente su pan de la Tierra; que por haber sido maldecida, produce cardos y espinas. Y a la otra, a parir con dolor; a vivir en el dolor y la sujeción del hombre.
Condenados los dos a conocer el dolor del hijo muerto y la vergüenza de ser los padres de un fratricida. Y finalmente a conocer el dolor de morir.
Hasta aquel momento, el veredicto de Dios no había todavía fragmentado la rebelión del hombre, el cual con la fácil adaptación de los animales, se había adaptado rápido a su nuevo destino. No más fácil y alegre como el anterior; pero no privado de gozos humanos que compensaban sus dolores humanos.
Las pasiones de los sentidos se satisfacían en la carne compañera.
La alegría de crear por sí solos nuevas criaturas, -¡Oh, orgullo persistente!-. Ilusionándose con esto, que era el ser iguales a Dios Creador; el dominio sobre los animales, la satisfacción de la cosecha y del bastarse a sí mismos, sin tener que agradecer a nadie.
Alegrías sensuales, pero siempre alegrías. Cuánta oscuridad de vapores de orgullo y de niebla de concupiscencia, perduró obstinada en los dos protervos. La maternidad era obtenida con dolor, pero la alegría de los hijos compensaba aquel dolor. El alimento era obtenido con fatiga, pero el vientre se llenaba igualmente y la gula era satisfecha, porque la tierra estaba colmada de cosas buenas.
La enfermedad y la muerte estaban lejanas. Gozando los cuerpos creados perfectos, de una salud y una virilidad que hacía pensar en una larga vida, aunque no fuese eterna. Se amaban con ternura y con pasión; ya que por su elección al orden sobrenatural; fueron dotados para amar y ellos, sí sabían amar mucho.
Y la soberbia fermentante suscitaba el pensamiento burlón: ¿Dónde pues está el castigo de Dios? Nosotros somos felices también sin Él.
Pero un día, el verde de los campos en los cuales florecían las flores multicolores creadas por Dios, enrojeció con la primera sangre humana vertida sobre la tierra.
Y dio alaridos de dolor la madre del dulce Abel muerto.
Y el padre comprendió que no era vana la amenaza de aquella promesa: “Volverás a la tierra de la cual fuiste sacado, porque eres polvo y al polvo volverás.”
Y Adán murió dos veces: por sí y por su hijo. Porque un padre muere la muerte de su hijo viéndolo agonizar.
Y Eva alumbró con desgarramiento, dando a la tierra el cuerpo exánime de su predilecto y comprendió que cosa era el parir en pecado.
La muerte de Abel hizo añicos el orgullo de Adán y las escorias expertas de Eva, en el más atroz alumbramiento a las tinieblas.
El alarido de Eva, también marcó el nacimiento del arrepentimiento.
En aquella hora señalada por la primera sangre humana, esparcida por criminal violencia, por la cual la tierra fue maldecida dos veces. Hora en la cual fulminaba, el castigo de Dios. Murió el orgullo y nacieron el arrepentimiento y la nueva vida; con los cuales los dos culpables iniciaron el ascenso hacia la justicia y ameritaron, después de una larga expiación, el Perdón Divino por los méritos de Cristo.
Este dolor llenó el mundo y se trasmitió de generación en generación y terminará hasta que tenga fin el mundo. Ha llenado con su alarido el lugar en donde Adán extrae el pan de los surcos, sobre los cuales goteaba su sudor.
Se ha esparcido por la Tierra, los horizontes, los cañones, los desiertos y las selvas. Toda la Creación lo ha sentido y lo ha trasmitido. Y como luz cegadora ha hecho ver a Adán y a Eva, la inmensidad de su Pecado. No cometido solamente contra Dios, sino contra ellos mismos, en su carne y en su sangre.
Todo este milenario dolor viene de un desorden creado por un rebelde en el Cielo y por el consentimiento al desorden propuesto por él, a los dos primeros habitantes de la Tierra.
La Gracia restaura, pero la Herida queda. La Gracia auxilia, pero los impulsos hacia el Mal, quedan. Porque desde el momento del Pecado, el Bien y el Mal, son. Y se combaten dentro y fuera del hombre.
La impureza es la raíz de las enfermedades del alma. Los males morales tienen otros nombres: orgullo, codicia y sensualidad. Cuando se alcanza la perfección con estas tres fieras que lo destrozan, – y aun así el hombre las busca con loca ansiedad, – el alma queda totalmente separada de Dios.
La muerte y el dolor entraron en el mundo por envidia del Demonio. Pero Dios no es autor, ni de la muerte, ni del dolor. Y no se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor. Y desde entonces el dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre, por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir. ¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.
LA EVOLUCION DEL PECADO.
Adán y Eva faltaron al primero de los Mandamientos dados por Dios y pecaron contra el Amor a Él, con la Desobediencia. Pero NO pecaron contra el prójimo y en lugar de maldecir a Caín, lloraron por igual sobre el hijo muerto en la carne: Abel. Y sobre el hijo muerto en el espíritu por el Fratricidio.
Así pues, continuaron siendo hijos de Dios, junto con sus descendientes venidos después de este Dolor.
Caín pecó contra el amor a Dios y contra el amor al prójimo. Infringió por completo el amor. Dios le maldijo y Caín no se arrepintió. Por eso él y sus hijos, no fueron más que hijos del animal llamado hombre.
Si el primer pecado de Adán produjo tal decadencia en el hombre: ¿Qué grado de decadencia no habrá producido en el segundo, al que además acompañaba la maldición divina?
¿Qué variedad de formas de pecar no se habrán desatado en el corazón del hombre-animal, al estar totalmente privado de Dios y qué virulencia habrán alcanzado después de que Caín no solo escuchó el consejo del Maldito, sino que lo abrazó como dueño querido, asesinando por órdenes del mismo?
El desgaje de aquella rama, envenenada por la posesión diabólica, evolucionó de mil maneras.
En donde no está Dios, está Satanás.
Cuando el hombre ya no tiene el alma viva, se transforma en un hombre-animal. EL BRUTO, AMA A LOS BRUTOS.
La lujuria carnal al estar aferrada y soliviantada por Satanás, le desata la avidez por todas las uniones, presentándole atractivo y seductor, lo que en realidad es horrendo como un íncubo. Lo lícito ya no le satisface, por parecerle muy poco. Y fuera de sí por la lujuria, busca lo ILÍCITO; llegando a tener monstruos por hijos e hijas.
Son los monstruos que por el poderío de sus formas, su salvaje belleza y su ardor bestial; frutos de la unión de Caín con los brutos y de los brutísimos hijos de Caín con las fieras, insaciables en su sensualidad al hallarse abrasados por el fuego de Satanás.
DE ELLOS SON LOS RASTROS SIMIESCOS, QUE LLAMAN LA ATENCIÓN DE LOS CIENTÍFICOS, INDUCIENDO AL ERROR.
El hombre desatina con las líneas somáticas y los ángulos cigomáticos. Y no queriendo admitir a un Creador por ser excesivamente soberbio para reconocer haber sido hecho; admite la descendencia de los brutos para así poder decir: “Por nosotros mismos hemos evolucionado de animales a hombres. Es el esfuerzo de superación.”
Y así el hombre prefiere auto degradarse, por no querer humillarse ante Dios. De este modo perdió el hombre la perfección de la belleza física y vino la variedad de las razas.
En los tiempos de la primera corrupción, tuvo el aspecto de animal. Ahora ha adquirido esa apariencia en la mente y en el corazón… Y en su alma, por su cada vez más profunda unión con el Mal; ha tomado en demasiados, el rostro de Satanás, borrando casi totalmente la semejanza con Dios…
Y QUEDANDO SÓLO EL HOMBRE-ANIMAL,GUIADO POR LOS MÁS BESTIALES INSTINTOS.
La prevaricación trastornó el orden con el más desconcertante desorden y destruyó el Plan Estupendo de Dios, cambiando totalmente la condición del hombre.
Satanás finalmente logró su objetivo y se apoderó del hombre, sobre el cual desahoga su odio, su veneno y sus desenfrenadas y desesperadas pasiones.
Al hombre rico, sabio, fuerte, feliz, inmortal y libre; lo convirtió en pobre, ignorante, débil, infeliz, mortal y esclavo, atormentado por su implacable verdugo.
A la felicidad del Paraíso Terrenal, siguió la infelicidad del exilio. A la Luz, siguieron las Tinieblas de la ignorancia, al grado de perder su propia identidad.
El Amor fue sustituido por el Odio. Al Bien para el que el hombre fue creado, se prefiere el Mal con toda su gama de manifestaciones. A la Vida Eterna, finalidad de la Creación, se prefiere la Muerte Eterna, en la abismal desesperación del Infierno.
Dios, a cambio del Amor sin límites que ha dado al hombre, recibe un tremendo insulto: el desprecio absoluto por parte del ser humano, que en una monstruosa ingratitud se niega a reconocerlo y a amarlo.
La Humanidad ha pecado con el Deicidio, en el Pueblo Elegido, el Pueblo de Dios. El hombre se niega a reconocer al Salvador y lo mata, porque no le gusta lo que Él ha venido a decir. Y por no arrodillarse ante Dios hecho Hombre, negándole la Adoración que le corresponde; lo convierte en el Redentor; cumpliendo en esta forma el Plan Admirable de Dios.
Y después del Deicidio cometido por los sacerdotes de Israel; los fomes del mal prosperaron cada vez más fuertes hasta que el hombre ha llegado a la perfección de la maldad y la perversión, en el más refinado satanismo.
La Noche de la Negación de Dios cubre ahora todo el mundo. Los corazones están endurecidos por el egoísmo y por el odio que prevalecen en todas partes. La inocencia de los niños es contaminada y profanada.
El mundo se aleja cada vez más de Dios y se ha caído en el engañoso espejismo de creer poder prescindir de Él, construyendo una civilización materialista, que se niega a aceptar el pecado como un mal y haciendo al alma incapaz para el arrepentimiento, totalmente sordos a las voces del Cielo.
Satanás es el tirano que con las cadenas del pecado, arrastra al hombre hacia donde él quiere. Los impulsos del Pecado son el Egoísmo y el Odio, los dos enemigos acérrimos del Amor. Tientan con recompensas, amenazan con represalias, indagan, señalan y preparan asechanzas, para dañar al prójimo.
Así es como se realizan toda clase de crímenes.
El hombre siempre se envilece cuando sirve al pecado. El alma corrompida empuja la carne a pecados obscenos, que envejecen y deforman. El vicioso jamás es verdaderamente feliz. Porque en las glotonerías y en el ocio, el cuerpo disfruta, pero el alma languidece.
Los culpables aunque lo nieguen, sufren, porque el pecado enferma el alma y hiere al espíritu. Y nadie puede herirse a sí mismo, sin causarse dolor. El pecador no conoce la paz en su corazón.
Todo pecado es una enfermedad y hay algunos que provocan la muerte inclusive física. Las bendiciones de Dios son destruidas por el pecado y la alegría se acaba. Toda acción mala, quita la paz. El alma pecadora siente cansancio y tedio, se aburre pronto de todo y no conoce el júbilo del verdadero amor, sintiendo dentro de sí un verdadero quebrantamiento.
El alma enferma por el pecado hace que muera el espíritu; el cual se convierte en instrumento de Satanás, para infligir daño a los demás, en la decadencia de un círculo perfecto de Maldad y de Odio. El pecado enferma al alma con un cáncer que carcome y destruye peor que la lepra. El cáncer del cuerpo se queda en la tierra, pero el Pecado permanece por toda la Eternidad.
El espíritu muerto por el pecado es totalmente dominado por Satanás. Quién toma ‘posesión espiritual’ del templo viviente que es el hombre, quién es lanzado a cometer verdaderas aberraciones que lo angustian y de las cuales quisiera verse libre.
Pero cada vez comprueba dolorosamente y muchas veces sin comprenderlo ¿Por qué NO PUEDE hacerlo?…
LA ESCLAVITUD DEL PECADO.
Entre los ángeles hay diferentes jerarquías: ángeles, arcángeles, etc. Entre los demonios también las hay. Jesús también especificó una distinción entre los demonios y los espíritus inmundos. Los demonios son los ángeles caídos que no supieron retener su condición.
Los espíritus inmundos son generados por los pecados de los hombres. El pecado consumado y convertido en vicio, fortalece y vitaliza a estos espíritus generados por la maldad humana. Llegan a agigantarse a tal grado que toman un dominio total del hombre, hasta esclavizarlo de una manera absoluta.
El alma fue creada para volver a unirse con Dios. Y cuando la libre voluntad del hombre decide unirla al pecado, se produce un místico adulterio espiritual.
La lujuria de la mente es la soberbia.
Fue el pecado de Satanás que se burló de Dios, llevándole a creerse superior a Él. La mente del soberbio fornica con Satanás, contra Dios y contra el Amor.
La lujuria del corazón es la ambición de las riquezas y del poder.
Es la que odia a Jesús y a su Evangelio, porque Él ha acabado con ella en el corazón de los que aprenden a amar a Dios.
La lujuria carnal empuja al cuerpo a vivir esclavizado como un animal.
Y sus instintos lo gobiernan en satánica tiranía, por infames placeres.
Esta es la Triple Concupiscencia que destruye al hombre manteniéndolo alejado de Dios. Porque el alma muere si se le mantiene apartada de Dios.
Dios es Amor. Privada de su fuente, el Amor, el alma pierde la capacidad de amar y a pesar de todos los esfuerzos, la felicidad se vuelve más inaccesible cada día. El odio y la amargura envuelven al alma que busca inútilmente un alivio.
El hombre privado de Dios por una vida llena de pecado, lo que lleva a cabo es un suicidio espiritual, porque en un loco e insensato deseo de vivir para sí, en el egoísmo desenfrenado, se priva de lo que viene a ser su misma vida: el Amor.
Y en el vacío resultante, la búsqueda incesante de paliativos, lo hunden en el vicio y en el error.
Cuando se vive solamente para la materia, el cuerpo se vuelve lo más importante y por darle satisfacción a la carne, el hombre muere sin darse cuenta de que está muriendo en su parte más importante: la espiritual.
El que mata el amor, mata la paz. La inquietud resultante es la prueba de que las almas están moribundas, que languidecen por el hambre de Dios. Hambre que solo podrá ser saciada en la Fuente del Agua Viva: el Verbo Encarnado y en su Palabra: el Evangelio.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
3.- EL PRESAGIO MAS FUNESTO
El escándalo rodeó su vida desde que nació. Durante mucho tiempo se rumoró que en realidad, Nerón era fruto del incesto de Lépida con Calígula. Pero el tronco de su origen y de su nombre fue Lucio Domicio. Nueve meses después de la muerte de Tiberio, Nerón nació en Anzio. Domicio su padre era un hombre muy cruel y sin escrúpulos. Y se consideró como un presagio la respuesta que dio a las felicitaciones de sus amigos: “De Agripina y de mí, solo puede nacer algo abominable para el mundo”
Julia Agripina, su esposa; también fue hija de Germánico y hermana de Calígula. Y consultó a unos astrólogos caldeos, preguntándoles si algún día su hijo sería Príncipe. La respuesta fue que Nerón se sentaría sobre el trono imperial, pero mataría a su madre. Ella sentenció sin vacilar: “Occidat, dum imperet” (Que me mate, con tal de que reine)
Semejante réplica la retrataba muy bien. Era una mujer tan hermosa como ambiciosa. A los doce años se casó con Domicio y después de enviudar le robó el marido a su cuñada Domicia y se casó con él, pues Crispo Pasieno era uno de los hombres más acaudalados y poderosos de Roma. Cuando así le convino, lo envenenó.
De esta forma se convirtió en viuda por segunda vez y su siguiente maniobra fue seducir a Claudio.
Nerón tenía tres años, cuando perdió a su padre y él quedó bajo la tutela de su madre. En el testamento, fue nombrado heredero de un tercio de los bienes; pero Calígula su coheredero, se apoderó de todo y desterró a su madre. Entonces él quedó prácticamente reducido a la indigencia. Estuvo bajo la custodia su tía Lépida, que lo educó dándole por maestros a un bailarín y un barbero. Creció siendo un niño mimado, caprichoso, iracundo y muy infeliz.
Así vivió hasta una tarde que sería crucial, para el cumplimiento de su destino.
En Baias, hay una finca palaciega junto al mar. Se llama ‘La Casa de las Gallinas’ y en la entrada se detiene una lujosa carreta escoltada por la guardia pretoriana. Desciende una imponente mujer, que tiene alrededor de 24 años. Es una joven de piel muy blanca y cabellos rubios, que es recibida con muestras de cariño, por otra patricia ligeramente mayor y muy parecida a ella.
– ¡Julia Agripina! ¡Hermana, has regresado! ¡Qué alegría volver a verte!
– También es un placer para mí, Lépida. Sólo pasé para llevarme a Tiberio Nerón a Roma. Necesito tenerlo junto a mí. Voy a prepararlo para que asuma la grandeza que el destino le reserva.
Lépida exclamó asombrada:
– ¡Oh!
Y antes de que pudiese añadir algo, un niño como de siete años que estaba junto a ella, corrió hacia el interior de la casa mientras gritaba:
– Yo lo llamaré, tía Lépida.
Agripina preguntó dudosa:
– ¿Este niño es…?
Lépida confirmó:
– Sí. Británico, el hijo de Claudio y Mesalina.
– Mmm……- asintió Agripina con una enigmática sonrisa.
A un lado de las caballerizas están los corrales de las aves. Media docena de niños cuyas edades oscilan entre diez y trece años; más un adulto de un poco más de veinticinco años, están entretenidos practicando el bestialismo. Todos están ocupados con las gallinas, excepto el adulto, que dirige su atención a un caballo bajo el cual se ha acomodado y es evidente que ha sido entrenado para obtener la misma perversa gratificación.
– ¡Ahhhhhh! – un gemido de placer incontenible, escapa de la garganta del único niño con cabellos rojizos y que enseguida exclama señalando la estatua de Leda con el cisne, que adorna la entrada para aquella área de la finca- Leda sabía lo que hacía. ¡Es deliciosa esta esponjosa suavidad! Lo único superior a esto, eres tú Helio.
Esto lo ha dicho mirando al liberto que está a un lado y que es solo un par de años mayor que él.
Luego, volviéndose hacia el hombre corpulento que copula con un caballo, le grita:
– ¡¿No lo crees así, Vitelio?!
Éste responde sin abrir los ojos, pues está deleitándose al máximo:
– Yo pienso que tu tío Calígula sabía apreciar lo mejor y por ello nombró cónsul al caballo Incitatus, dándole todo lo que le dio.
La réplica es interrumpida por unos gritos:
– ¡Enobarbo! ¡Enobarbo! Tu mamá está en el atrium y dice que ha venido por ti.
El niño pelirrojo mira con odio al niño jadeante por la carrera; pero aprieta los labios y se contiene. Disimulando su ira, se inclina, toma la túnica pretexta y se la pone rápido. “¡Enobarbo!”… ¡Cuánto odia ese apodo! Nunca le perdonará a Británico, el haberlo llamado así. Si fuera otro, ya le hubiera hecho pagar por ello.
Pero tragándose la humillación, sonríe y dice:
– Vamos. Tengo mucho tiempo sin verla.
Y los dos corren hacia la casa.
Luego que estuvieron solos en la carreta, Agripina dijo a su hijo:
– He recuperado toda nuestra fortuna. Pronto seré emperatriz y haré que Claudio te adopte. Será el primer paso para convertirte en el Amo del Mundo.-Esbozó una sonrisa inescrutable y añadió- Uno a uno, todos los obstáculos serán eliminados. Pero primero te convertiré en un hombre…
Nerón miró con sobresalto a aquella hermosa mujer que tenía unos ojos azules idénticos a los de él. Pero ella supo calmar todos sus temores. El la miraba fascinado mientras ella, con una poderosa seducción, hábilmente esquivó todos sus impedimentos e hizo desaparecer los restos de la infancia. Lo convenció totalmente cuando lo abrazó y comenzó a besarlo, primero con ternura y luego con una pasión avasalladora.
Las expertas caricias de Agripina destruyeron toda objeción y supieron envolverlo en una ola de deleite como jamás imaginó que pudiera ser posible.
Nerón se sentía tan bien y estuvo tan encantado después de la arrobadora experiencia; que el amor que sentía por su madre se transformó en una adoración absoluta. Y a pesar de su corta edad, el hijo se convirtió en amante…
Tenía once años cuando lo adoptó Claudio y le dio por maestro a Lucius Anneus Séneca, que ya era senador. Y éste soñó al día siguiente, que tenía a Calígula por discípulo. Nerón muy pronto le haría ver que había sido un sueño profético, al dar muestras precoces de su verdadero carácter.
Séneca adquirió sobre Nerón cierta ascendencia moral, comparable a la de Sócrates sobre Alcibíades. El filósofo unía su vigor intelectual a un sólido sentido práctico y no era un soñador. Así fue como se convirtió en político y por suerte para el pueblo romano fue el verdadero dueño de Roma, aunque por desgracia por muy poco tiempo.
La noche del trece de Octubre del año 54 d. C. Claudio murió asesinado… Y a los dieciséis años, Nerón fue coronado emperador. Al principio se condujo con muestras de dulzura y clemencia. Idealista como todos los jóvenes, esperaba hacer de Roma una segunda Atenas e iniciar a los romanos en la estética. Su mayor sueño era ser un gran poeta, pero su flaca voz no le ayudaba y sus esfuerzos poéticos fueron bastante lastimosos.
Lo que más celebraba y admiraba en su tío Calígula, era que había disipado en poco tiempo, los inmensos tesoros que reunió Tiberio. Por eso no ponía coto a sus gastos y dádivas. Nunca se puso un traje dos veces. Jugaba a los dados a cuatrocientos mil sestercios el punto y sus caballos llevaban herraduras de plata.
Su libertinaje, su avaricia, su lujuria y su crueldad se manifestaron al principio por grados y de manera clandestina. En un tiempo se dijo que eran errores de juventud; pero luego se comprobó que eran vicios del carácter y no de la edad. Pronto dejó de tomarse el trabajo de disimular y se volvió abiertamente descarado. Prolongaba sus comidas desde el mediodía hasta la medianoche y siempre que paseaba en litera con su madre, satisfacía su pasión incestuosa; como lo demostraban las manchas de su ropa.
Los enemigos de Agripina; temerosos de que esta mujer tan imperiosa y violenta, tomase sobre él un absoluto dominio por aquel género de favor, trabajaron para disuadirle de ello.
Después de una serie de intrigas y de luchas palaciegas, Nerón finalmente accedió y recibió entre sus concubinas a una cortesana que físicamente se parecía mucho a Agripina…
Con esta jugada, buscaron contentarle en su incestuosa obsesión. Y finalmente lograron su objetivo: Nerón se aficionó a su nuevo ‘juguete’.
Pero su madre vio cómo se le escapaban las riendas del poder y se llenó de amargura. No se resignó a que otros gozaran de lo que sentía que le pertenecía solo a ella y se consagró a la intriga y al asesinato.
Con el transcurso del tiempo, Nerón se fue apartando más y más de Séneca, rechazando su influencia, para ejercer su libre y “divina” voluntad. En un matrimonio de conveniencia e influenciado por Agripina, se casó con la noble Claudia Octavia, hija de Claudio y hermana de Británico. Pero Nerón, en cuanto se apoderó de su enorme fortuna; rechazó a la esposa diciendo: “Que debían bastarle los ornamentos matrimoniales”.
Fue entonces cuando se enamoró de su liberta Actea y estuvo a punto de casarse con ella. Mientras tanto, varias veces trató de estrangular a Octavia y la repudió como estéril. Pero Nerón era muy sensible a todo lo que estuviera relacionado con su popularidad y como el pueblo censuró este divorcio y lanzó denuestos contra el emperador, éste la desterró.
Enseguida se enamoró perdidamente de una de las mujeres más conocidas y disolutas de Roma: Popea Sabina. Ésta era tan hermosa como pérfida y dirigió su estrategia contra Octavia. Su objetivo era matarla para casarse con el emperador.
Julia Agripina se opuso con energía a este segundo matrimonio, pues había medido precisamente a su rival y adivinó la influencia nefasta que ejercería, el día que la astuta Popea fuese emperatriz. Hizo todo lo que pudo para contrarrestarla y por un tiempo casi lo logró. Pero en este duelo de voluntades, su batalla estaba perdida.
Nerón conocía perfectamente a su madre y sabía de lo que era capaz, pues había sido su cómplice en el asesinato de Claudio. Y tan poco lo disimulaba, que solía repetir un proverbio griego que celebra como manjar divino las setas: el vegetal con el que envenenaron a Claudio.
Nerón ya estaba muy celoso y lleno de envidia hacia Británico porque era más apuesto y tenía una voz privilegiada; cuando Agripina trató de aterrorizarlo, recordándole que Británico era el hijo legítimo de Claudio y el verdadero heredero al trono imperial.
El resultado de este chantaje fue el crimen; porque su odio llegó a tal extremo, que decidió eliminarlo.
Una célebre hechicera llamada Locusta le preparó “el veneno más rápido y activo que fuera posible”. Éste estaba tan concentrado, que cuando invitó a Británico a la mesa imperial, el joven cayó en cuanto lo probó.
Nerón dijo que era un ataque de epilepsia y continuó comiendo como si nada. Después de que Británico expiró, el emperador declaró que había muerto por causas naturales.
Luego se divorció de su esposa. Y once días después de repudiarla, se casó con Popea Sabina a la que amó mucho. Ésta recibió como regalo de bodas, la cabeza sangrante de Claudia Octavia, a la que Nerón mandó decapitar acusándola falsamente de adulterio.
La inocente esposa fue sacrificada a los vicios de su marido, después de haber visto como mataron a su madre, a su padre y a su hermano.
Enseguida, Popea conspiró contra su suegra hasta que logró que el amor de Nerón se convirtiera en odio y el emperador determinara deshacerse de su madre. A partir de aquel momento, no hubo vejación que no le hiciese sufrir por medio de sus agentes. Le quitó todos los honores y el poder. La desterró de su presencia y de su palacio.
Pero se asustó tanto por sus amenazas y su violencia; que fue entonces cuando decidió matarla.
Tres veces ensayó el veneno y vio que se había provisto con antídotos. Entonces planeó esconder en su cámara y encima de su lecho, maderos que el resorte de una máquina debía hacer caer sobre ella cuando estuviese dormida, aplastándola. Pero una indiscreción de sus cómplices abortó el proyecto.
Después de pensarlo cuidadosamente, fingió reconciliarse con ella por medio de una tiernísima carta, donde la invitó a venir a Baias, para celebrar con él las Fiestas de Minerva. Cuidó de prolongar el banquete para que los capitanes de las naves tuviesen tiempo de romper la galera en que ella llegara, fingiendo un accidente fortuito. Parecía que nunca se habían entendido tan bien madre e hijo.
Y cuando ella quiso retirarse le ofreció en vez de su nave averiada; la que había construido para su pérdida. La acompañó alegremente. Le besó los pechos al separarse y veló una parte de la noche esperando el resultado de esta maquinación.
La nave estaba maravillosamente adornada y se deslizaba con suavidad por el lago iluminado por la luna llena, cuando se oyeron gritos: ¡El navío se llenaba de agua y estaban hundiéndose! Pero Agripina que era una experta nadadora, llegó hasta la playa.
Cuando el César se enteró de lo ocurrido ya no supo qué hacer.
Pronto llegó el liberto de su madre, diciéndole regocijado que Agripina estaba a salvo. Nerón arrojó un puñal a su lado sin que él lo advirtiese y mandó que lo encadenaran, acusándolo de ser un asesino enviado por aquélla. Enseguida mandó matar a su madre y después dijo que se había suicidado al verse descubierta. Luego acudió a ver el cadáver y lo tocó por todas partes. Alabó algunas formas y criticó otras. Y sintiendo sed durante el examen, hizo que le llevaran de beber.
Y desde aquel momento ya no gozó de un instante de paz.
Trató de salvar las apariencias ante el senado y la opinión pública, haciendo creer que había una conspiración en su contra. Pero no pudo liberarse de su conciencia y el suplicio que lo atormentaba, no terminó jamás.
A partir de entonces, todo lo que emprendió Nerón llevaba el sello de lo febril. Sus placeres y sus vicios se volvieron desenfrenados.
Lo que es sorprendente y notable, es que Nerón nada soportó con tanta paciencia, como las injurias y las sátiras. Y con nadie fue tan tolerante y mostró menos rigor, que contra aquellos que por medio de versos le dirigían sus ataques. Contra él se publicaron muchos epigramas en griego y en latín, como el siguiente:
Sobrepasando los delitos de Alcmeon y Orestes;Nerón al parricidio le añadió el incesto.Como Eneas hizo desaparecer en otro tiempo a su padre,Nerón su descendiente, acaba de matar a su madre.”
No solo no buscó a los autores, sino que se opuso a que se les castigase con severidad a los que fueren denunciados. En lo profundo de sí, su sentimiento de culpa era tan grande; que no se sentía injuriado y tuvo miedo de atraerse mayores ultrajes si se mostraba ofendido.
En el año 62 d. C. se rompieron los últimos diques que contenían a la bestia feroz oculta en él. Ofreció a Burro, Prefecto del Pretorio un remedio para la garganta y le mandó un veneno. Entonces nombró en su lugar a Sofonio Tigelino, educado en la mayor corrupción moral. Un verdadero canalla que con palabras de Tácito “Asentaba su poder en el crimen y era capaz de las peores villanías, si ello le reportaba ventajas.”
La música era una de las artes que le habían instruido en la infancia y en cuanto fue emperador hizo venir al palacio a Terpnum, el mejor citarista de la época y lo nombró su director musical, no cesando de repetir a sus cortesanos este proverbio griego “La música no es nada si se le mantiene oculta.” Tanto le apasionaron los aplausos que le tributaron en cadencia en Alejandría, que formó su propio grupo de aplaudidores entrenados para que lo apoyasen siempre que cantara.
El gran sueño del emperador es ser el mejor artista y una gran estrella del espectáculo. Está dispuesto a usar todos los recursos posibles para realizarlo. ¿Qué obstáculo puede impedírselo, si él es el Amo del Mundo?
Ahora Nerón ha ido a Baias a comprobar personalmente un extraordinario acontecimiento que podría considerarse como un presagio funesto y es demasiado evidente como para pasarlo por alto. El supersticioso emperador está muy preocupado…
Poco después de su matrimonio con Augusto, el primero de la dinastía de los Claudios; la emperatriz Livia fue a ver su casa en Baias, cuando un águila volando por encima de ella, dejó caer sobre sus rodillas una gallina blanca de la que acababa de apoderarse y que todavía conservaba en el pico una rama de laurel. Ella tuvo el capricho de criar al ave y plantar la rama. La gallina dio tantos pollos que aquella casa fue llamada desde entonces: “La Casa de las Gallinas”. Y la planta se desarrolló tan bien, que en lo sucesivo tomaron de ella los césares, los laureles para sus triunfos. Además fue para ellos una tradición, plantar otros en el mismo lugar, después de haber triunfado. Se observó después que poco antes de la muerte de cada emperador, el arbusto que él había plantado se marchitaba.
El día anterior llegó de Baias la noticia de que el arbusto que plantara Nerón, se había secado hasta la raíz y estaban muriendo todas las gallinas.
Nerón está aterrorizado ¿Qué presagia el futuro? Él apenas tiene treinta años de edad…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
P176 ¡NO MATARÁS…!
Nota: En un post anterior en el que se relata la muerte de Lázaro de Bethania, y donde se detalla una agonía lenta y dolorosísima… Se complementa con lo que leerán en el tema referido y tiene relación con lo señalado en esta comunicación… Por eso es muy importante que al terminar de leer este Mensaje, para comprender mejor las Palabras de nuestro Señor Jesucristo, lean también este link:
https://cronicadeunatraicion.com/2012/12/25/189-el-testamento-de-jesus/
SEPTIEMBRE 21 2016 1:35 P.M
LLAMADO DE JESÚS EL BUEN PASTOR A SU REBAÑO
Mi Paz sea con vosotras, ovejas de mi Grey
Rebaño Mío, LA EUTANASIA ES ASESINATO.
Ningún ser humano puede interrumpir el ciclo de la vida, aduciendo que lo hace por intenso dolor o por concederle una muerte digna a la persona que se halla en muerte cerebral o padece una larga enfermedad.
¿Quién sois vosotros mortales, para decidir quien vive o quien debe morir? Dejad de creeros dioses. ¿Creéis que podéis interrumpir el ciclo de la vida, pasando por encima de Mi Voluntad?
Os digo: Todo aquel que interrumpa el ciclo de la vida, por medio de la Eutanasia o dé autorización para interrumpirlo, es un asesino.
Si las leyes de este mundo no lo juzgan y no se arrepiente y repara por este crimen; cuando llegue a la Eternidad mi Justicia Divina se encargará de juzgarlo y os aseguro que su sentencia será: ¡Muerte Eterna!
¡Condeno toda práctica que busque interrumpir el ciclo de la vida! ¿No sabéis insensatos que si una persona está penando en este mundo, es porque Mi Voluntad así lo quiere, para que su alma se purifique y se salve?
SOY YO, EL QUE DA O QUITA LA VIDA.
Vida y Muerte vienen de Mí. Sólo vuestro Dios tiene la potestad de dar o quitar la vida.
Cuando un ser humano está en coma o en estado vegetativo por muerte cerebral o padece una larga enfermedad; es porque lo estoy purificando en este mundo, para que suba a la gloria eterna o no se pierda.
¡No interrumpáis Mi Voluntad, porque vuestros pensamientos no son mis pensamientos, ni vuestros caminos, son mis caminos!
Hago un llamado a todos los profesionales de la medicina, a todos los que legislan leyes en contra de la vida y a los gobernantes de este mundo, para que dejen de jugar a ser dioses y respeten la vida como don que viene de Dios.
Ningún mortal, por ningún motivo o interés personal, puede interrumpir el don de la vida. De hacerlo y no arrepentirse y reparar por ello, cuando llegue a Eternidad lo más seguro es su Muerte Eterna.
Rebaño mío, el Nuevo Orden Mundial próximo a establecerse en este mundo, tiene como uno de sus objetivos implantar la Eutanasia.
Buscan con esto quitarle la vida a millones de personas. Todo hace parte de un plan orquestado por los Emisarios del Mal, para disminuir la población mundial.
En este macabro plan de exterminio van a estar involucrados muchos profesionales de la salud y la medicina; muchas clínicas y hospitales, laboratorios, farmaceutas; entidades gubernamentales y gobernantes de las naciones.
Quieren acabar con la población de ancianos, niños, discapacitados, enfermos… Y con todos aquellos que sean una carga para los estados.
Rebaño mío, defended la vida, porque ésta debe de estar por encima de todo interés y decisión humana.
El respeto a la vida es un derecho natural, que ningún ser humano puede quitar o manipular. La vida y dignidad del hombre debe de prevalecer, sobre toda decisión humana.
¡Levantaos Pueblo Mío, no os quedéis callados! ¡Alzad vuestra voz y defended el derecho a la vida, como don que viene de Dios!
No permitáis que este vil atropello en contra de la vida, os quite el don más preciado que os he dado: el derecho a vivir y multiplicaros.
Ovejas de mi Grey, los Emisarios del Mal que deciden el destino de la humanidad en sus reuniones secretas, tienen como objetivo primordial acabar con gran parte de la población mundial.
Según ellos, lo más débiles deben morir. Aducen que sólo los fuertes y potentados deben vivir.
Los enfermos, los ancianos, los discapacitados y niños del Tercer Mundo, deben de desaparecer.
Ya hay campañas de esterilización en la población femenina activa de África y América; su objetivo es disminuir la tasa de nacimientos en estos continentes, para que no siga creciendo su población.
El racismo y la xenofobia, que es aversión a todo lo extranjero, viene en aumento en muchas de las grandes naciones.
La discriminación racial, va a ocasionar mucho derramamiento de sangre.
En el último reinado de mi Adversario, van a ser perseguidos, torturados y desaparecidos, muchas personas de color y muchos extranjeros que habitan las grandes naciones, especialmente aquellos que provienen de los países más pobres.
Preparaos Rebaño mío, porque se están acercando los días de vuestra Purificación.
‘No temáis a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien al que puede perder el alma y el cuerpo en el fuego.‘ (Mateo 10,28 )
En vuestro paso por la Eternidad Rebaño Mío, os daré la Fortaleza; para que podáis resistir los días de purificación. ¿Quién podrá apartaros del amor de Dios?
Permaneced en la fe y en mi amor. La fuerza de la fe y el amor, os llevarán seguros a las puertas de la Nueva Creación.
Mi Paz os dejo, mi Paz os doy. Arrepentíos y convertíos, porque el Reino de Dios está cerca.
Vuestro Maestro, Jesús el Buen Pastor.
Dad a conocer mis mensajes, ovejas de Mi Rebaño
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