511 El Óbolo de Claudia
511 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
426c La joven esclava salvada.
Pasan las horas.
Jesús está sentado sobre un malacate con las manos sobre las rodillas.
Ora…
Piensa… Espera.
No quita los ojos del camino que viene de la ciudad.
La luna está casi perpendicular y el mar retumba con mayor fuerza…
La Luna se eleva, levantándose cada vez más sobre el cielo estrellado.
Está perpendicular sobre la cabeza.
El mar retumba más fuerte y el agua del canal tiene un olor más intenso.
El cono de 1a Luna que hunde sus rayos en el mar se hace más amplio…
abrazando toda la balsa de agua que está frente a Jesús.
Y se pierde cada vez más lejano:
Senda de luz que desde los confines del mundo parece venir hacia Jesús, remontando el canal;
terminando en la balsa de la dársena.
La luna está casi perpendicular y el mar retumba con mayor fuerza…
Por el canal viene una barca pequeña, blanca.
Que avanza deslizándose, sin dejar huellas de su trayectoria,
en el camino de agua que se reconstruye después de su paso…
Remonta el canal…
Ya está en la dársena silenciosa.
Aborda.
Se detiene.
Y tres sombras bajan.
Son tres personas.
Un hombre musculoso, una mujer y una figura delicada, entre los dos.
Se dirigen hacia la casa del cordelero…
Jesús se levanta, para salir a su encuentro…
Va hacia ellos y los saluda diciendo:
– La paz a vosotros.
¿A quién buscáis?
– A ti, Maestro.
Responde Lidia mientras se descubre y se aproxima sola.
Y continúa:
«Claudia te ha servido.
Porque era una cosa justa y completamente moral.
señalándola, agrega:
Ésa es la muchacha.
Valeria, dentro de un poco la tomará como niñera de la pequeña Fausta.
Pero entretanto, te ruega que la tengas Tú.
Es más, que se la confíes a tu Madre o a la madre de tus parientes.
Es completamente pagana.
Bueno, peor que pagana.
El amo con quien ha crecido, la alimentó pero no le enseñó nada en absoluto…
Nunca ha oído hablar del Olimpo, ni de ninguna otra cosa.
Lo único que tiene es un terror loco hacia los hombres,
porque desde hace algunas horas, la vida se le ha descubierto totalmente….
Como es:
¡Cruel!
Y en toda su brutalidad,
Jesús pregunta:
– ¡Oh!
¡Triste palabra!
¿Demasiado tarde?
– No, materialmente…
Él la preparaba poco a poco…
Digamos… para su sacrilegio.
Y la niña está espantadísima…
Claudia ha tenido que dejarla durante toda la cena junto a ese sátiro.
Y sólo pudo intervenir cuando el vino le había nublado el pensamiento.
Haciéndole menos capáz para reflexionar.
No es necesario que te diga que si el hombre es un lúbrico en sus amores sensuales;
lo es mucho más cuando está ebrio…
Pero es solo entonces que se convierte en un juguete con el que se puede hacer lo que se quiera…
Y arrebatarle su tesoro.
Claudia se aprovechó del momento.
Ennio quiere regresar a Italia…
De la que salió porque perdió el favor imperial…
Claudia le prometió el regreso a cambio de la muchacha.
Reservándose para entrar en acción cuando el vino le hubiera hecho menos capaz de reflexionar.
Enio mordió el anzuelo…
Mañana cuando ya no esté borracho,
protestará, la buscará, hará su comedia…
Pero también mañana, Claudia buscará el modo de hacerlo callar.
Jesús protesta:
– ¿Con la violencia?
¡No!…
Lidia sonríe con travesura:
– ¡Oh, Maestro!
¡La violencia empleada con buen fin!…
Pero no será necesaria…
También Claudia se encargó de ‘ayudar’ a su marido a pasarla muy bien en la cena…
Y ahora Pilatos, que está inconsciente por el vino que digirió esta noche…
Está firmando y sellando la orden de que Ennio se presente en Roma…
¡Ah, ah!…
Y partirá en el primer buque militar.
Lo único, es que lo que hará Pilatos mañana…
Cuando esté todavía atontado por el mucho vino bebido esta noche…
Pero mientras tanto, es mejor que la niña esté en otra parte por precaución…
De que en cuanto a Pilatos se le pase la borrachera, se arrepienta y revoque la orden…
¡Es muy endeble!
Y es mejor así…
Para que la niña olvide las asquerosidades humanas…
¡Oh, Maestro!
Por este motivo fuimos a la cena.
Pero, ¡Es inconcebible!
¿Cómo hemos podido ir a esas orgías hasta hace pocos meses, sin sentir náusea?
Hemos huido de allí en cuanto hemos obtenido lo que queríamos…
Allá están todavía nuestros maridos, imitando a los brutos.
¡Qué náuseas, Maestro!
Y debemos recibirlos después…
Después que…
– Sed austeras y pacientes.
Con vuestro ejemplo haréis mejores a vuestros maridos.
– ¡Oh, no es posible!
Tú no sabes…
Livia llora más de coraje, que de dolor.
Jesús suspira.
Y ella continúa:
– Claudia te manda decir que lo hizo para mostrarte:
que te venera como al Único Hombre que merece veneración…
Y quiere que te diga que te agradece,
haberle enseñado lo que vale un alma y lo que vale la pureza.
Lo recordará siempre…
¿Quieres ver a la niña?
– Sí.
El hombre…
¿Quién es?
– El númida mudo que emplea Claudia, para sus servicios secretos.
No hay ningún peligro de delación…
No tiene lengua.
Jesús repite:
– ¡Infeliz!
Pero tampoco ahora hace el milagro.
Lidia va por la muchacha.
La toma de la mano y casi la lleva a rastras frente a Jesús.
Livia dice:
– Sabe unas cuantas palabras latinas.
Judías casi ninguna.
Es una salvajita…
Que la eligieron únicamente como objeto de placer.
Y dirigiéndose a la niña:
– No tengas miedo.
Dale las gracias.
Él fue el que te salvó.
Arrodíllate y bésale los pies.
¡Ea! ¡Hazlo!
¡No tengas miedo!
¡Ánimo!
¡No tiembles!…
¡Perdona, Maestro!
Está aterrorizada por las últimas caricias de Enio ya borracho…
Poniéndole su mano en la cabeza cubierta, con mucha compasión;
Jesús dice:
– ¡Pobre niña!
¡No tengas miedo!
Te llevaré a casa de mi Madre, por algún tiempo.
A la casa de Mamá,
¿Entiendes?
Y tendrás muchos hermanos buenos…
¡No tengas miedo, hijita mía!
¿Qué hay en la voz de Jesús y en la mirada?
Todo: paz, seguridad, pureza, amor santo.
La jovencita lo siente;
echa hacia atrás el manto y la capucha para mirarlo mejor.
Y aparece el rostro delicado de una niña que se asoma a la pubertad…
Con la figurita grácil casi todavía niña;
de gracias inmaduras e inocente aspecto, aparece envuelta en una túnica demasiado ancha para ella…
Sus modales son sencillos.
Su expresión está llena de inocencia.
El vestido que trae le queda muy largo…
Livia dice:
– Estaba casi desnuda.
Le puse lo primero que encontré.
Lleva otros en la alforja…
Jesús la mira con piedad e infinita compasión,
exclamando:
– ¡Es una niña!
Y tomándola de la mano le pregunta- ¿Quieres venir conmigo?
La niña contesta:
– Sí, patrón.
Jesús rebate:
– No.
No soy tu patrón.
Dime Maestro.
Ella dice con más confianza:
– Sí, Maestro.
Y una tímida sonrisa substituye a la expresión de miedo,
que había antes en el pálido rostro.
Jesús pregunta:
– ¿Eres capaz de caminar mucho?
– Sí, Maestro.
– Después descansarás en la casa de mi Madre.
En mi casa, hasta que llegue Fausta.
Una niña a la que vas a querer mucho.
¿Quieres?…
– ¡Oh, sí!
Y ella confiada, levanta sus bellísimos ojos verde-azul,
que lo miran asombrados bajo sus cejas color oro.
Y con un destello de terror que vuelve a turbar su mirada.
Se atreve a preguntar:
– ¿Ya nunca más aquel amo?
Jesús repite su promesa:
– ¡Jamás!
Poniendo su mano en su cabellera rubia.
Livia se despide:
– Adiós, Maestro.
Dentro de pocos días iremos al lago.
Tal vez podremos verte una vez más.
Ruega por tus pobres discípulas romanas.
Jesús repica:
– Gracias…
Vete en paz.
Adiós, Lidia.
Di a Claudia que éstas son las conquistas que pretendo y no otras.
Se vuelve hacia la niña,
agregando:
– Ven niña.
Partiremos inmediatamente.
La barca se aleja por el canal de la dársena…
Jesús llevándola de la mano, se asoma a la puerta del almacén llamando a los apóstoles.
Mientras 1a barca, sin dejar huella de su venida, regresa al mar abierto…
Jesús y los apóstoles, con la niña en medio del grupo, cubierta con un manto…
Van, por las callejuelas periféricas y desérticas,
hacia los campos…
509 El Profeta Romano
509 IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
426a Con las romanas en Cesárea Marítima. Profecía en Virgilio.
Jesús tiene un aspecto serio y pálido…
Y dice con una sonrisa de disculpa:
– No es un lugar apropiado para ustedes.
Pero no dispongo de otra cosa.
Ellas se quitan el velo y el manto.
Y se descubre que son Plautina, Livia, Valeria y la liberta Álbula Domitila.
Plautina responde:
– No vemos al lugar, sino Al que en estos momentos está en él.
Jesús sonríe y dice:
– Por esto entiendo que pese a todo;
todavía me consideráis como a un hombre justo.
– Y más que eso.
Y Claudia nos manda precisamente porque cree que eres más que un justo.
Y no toma en cuenta lo que se oyó…
Pero quiere tu confirmación al respecto, para tributarte doble veneración.
Y hacerlo con mayor razón.
– O para no hacerlo si me muestro a ella como quisieron pintarme.
Pero decidle que no hay nada de eso.
No tengo miras humanas.
Mi Ministerio y mi deseo es tan solo sobrenatural.
Y nada más.
Quiero, sí; reunir a todos los hombres en un solo reino.
¿A qué hombres?
¿A los que están hechos de carne y sangre?
¡No!
Eso lo dejo, materia frágil, cosa corruptible…
A las monarquías que pasan;
a los reinos que se tambalean.
Quiero reunir bajo mi único cetro, sólo los corazones de los hombres;
espíritus inmortales en un reino inmortal.
Cualquier otra versión la rechazo como contraria a mi Voluntad.
Quienquiera que sea que la haya dado.
Y os ruego que creáis y que digáis a quien os envía;
que la Verdad tiene solamente una palabra…
– Tu apóstol habló con mucha seguridad.
– Es un muchacho exaltado…
Y como a tal hay que escucharlo.
Plautina dice enojada:
– ¡Pero te hace daño. !
¡Repréndelo!
¡Despídelo!
Regáñalo…
Arrójalo de Ti…
– ¿Entonces dónde estaría mi misericordia?
Él lo hace llevado de un amor equivocado.
¿No debo acaso compadecerlo?
¿Y qué cambiará si lo arrojo de Mí?
Se haría doble mal a sí mismo y me haría doble mal a Mí.
– ¡Entonces para ti es como una bola atada al pie!…
Como una zancadilla constante…
– Es para Mí un infeliz a quién tengo que redimir…
Plautina cae de rodillas con los brazos extendidos,
diciendo:
– ¡Ah!
¡Maestro más grande que cualquier otro!
¡Qué fácil es tenerte por Santo, cuando se siente tu corazón en tus palabras!
¡Qué fácil es amarte y seguirte,
debido a esta caridad tuya, que es mayor que tu inteligencia!
Jesús objeta:
– No mayor.
Sino que es más asequible y comprensible a vosotros…
Que tenéis vuestro intelecto estorbado por demasiados errores…
Y no tenéis la generosidad de despojarlo de todo…
Para acoger la Verdad.
Livia dice:
– Tenéis razón.
Eres tan adivino como sabio.
– La sabiduría, porque es una forma de santidad…
Da siempre luminosidad de juicio…
Ya sobre hechos pasados o presentes, ya sobre premoniciones…
Bien se trate de cosas.
O bien de la advertencia previa a hechos futuros.
– Por esto vuestros profetas…
– Eran unos santos.
Dios se comunicaba a ellos con una gran plenitud.
– ¿Eran santos porque eran de Israel?
– Por eso y porque fueron justos en sus acciones.
Pues no todo Israel es y ha sido santo, pese a ser Israel.
No es el pertenecer por casualidad a un pueblo o a una religión,
lo que puede hacer santos a los hombres.
Estas dos cosas pueden ayudar grandemente a serlo.
Pero no son el factor absoluto de la santidad.
– ¿Cuál es ese factor?
– La voluntad del hombre.
La voluntad que hace que las acciones del hombre sean santas, si es buena.
Perversas, si es mala.
– Entonces entre nosotros puede ser que haya justos.
– Así es.
Y no cabe duda de que entre vuestro antepasados hubo justos.
Y los hay entre los que viven actualmente.
Porque sería muy horrible que todo el mundo pagano, perteneciese a los demonios.
Quienes de entre vosotros se sienten atraídos hacia el Bien y la Verdad.
Sienten repugnancia hacia el vicio y la degradación que produce…
Y huyen de él y de las malas acciones que envilecen al hombre.
Creedme que estáis ya en el sendero de la justicia.
– Entonces Claudia…
– Sí.
Y vosotras también…
Perseverad.
– Pero…
¿Si muriéramos antes de convertirnos a Tí?
¿Para qué serviría el haber sido virtuosas?
– Dios es justo en el juzgar.
Pero, ¿Por qué aplazar el ingreso al Reino?
¿Por qué debéis dar la espalda al Dios Verdadero?
Las tres bajan la cabeza.
Sigue un silencio…
Y luego hacen la confesión que dará la clave de la crueldad romana…
Y su resistencia al cristianismo:
– Porque nos parece que al hacerlo, traicionaríamos a la patria.
– Al revés.
La serviríais.
Pues la haríais moral y espiritualmente más grande.
Porque tendría la FUERZA, con la posesión y protección de Dios;
además de su ejército y sus riquezas.
Roma la Urbe del Mundo;
la Urbe de la Religión Universal…
Pensadlo…
Un silencio.
Luego Livia, encendida como una llama,
dice:
– Maestro, hace tiempo te buscábamos a Tí, aun en los escritos de nuestro Virgilio.
Porque para nosotros tienen más valor las…
Profecías de los completamente vírgenes respecto a la fe de Israel,
que las de vuestros profetas…
En los cuales podemos ver la sugestión de creencias milenarias…
Y hemos discutido de ello…
Comparando las diversas personas que en todo tiempo, nación y religión, te han presentido.
Pero ninguno te sintió con tanta exactitud como nuestro Virgilio…
porque nadie mejor que él te presagió…
¡Cuánto hablamos aquel día con Diomedes el liberto griego…
astrólogo a quién quiere mucho Claudia!
El sostuvo que esto sucedió porque los tiempos eran más cercanos.
Y los astros lo decían con sus conjunciones…
Pero no nos convenció, porque…
En más de cincuenta años ningún otro sabio de todo el mundo ha hablado de Ti por noticia de los astros…
A pesar de estar más próximos aún a tu manifestación actual.
Para apoyar su tesis adujo el hecho de los tres Sabios de los tres países de Oriente,
que vinieron a adorarte cuando eras un infante.
Y con ello provocaron la matanza de la que la misma Roma se horrorizó;
pues cuando se supo, Augusto dijo:
‘Que Herodes era un cerdo sediento de sangre…’
Claudia exclamó: “
¡Hace falta el Maestro!
Nos diría la verdad.
Y el destino de nuestro más grande poeta…
Querrías decirnos para Claudia…
Algo que nos muestre que no estás irritado contra ella.
– He comprendido su reacción de romana.
Y no le guardo ningún rencor.
Decidle que esté tranquila.
Y escuchad:
Virgilio no fue grande solo como poeta.
¿No es así?
– ¡Oh, no!
También lo fue como hombre.
En medio de una sociedad que estaba corrompida y viciada…
Fue un faro de pureza espiritual.
Nadie lo vio lujurioso, ni amante de orgías, ni de costumbres licenciosas.
Sus escritos son castos y mucho más casto fue su corazón.
Tanto es así que en los lugares donde vivió, se le llamó ‘La doncella’,
para vergüenza de los viciosos y veneración de los buenos.
– ¿Y en el alma pura de un hombre casto, no habrá podido reflejarse Dios…
aun cuando ese hombre fuese pagano?
La Virtud Perfecta, ¿No habrá amado al virtuoso?
Y si se le concedió amar y ver la Verdad debido a la belleza pura de su corazón…
¿No podrá haber tenido un fulgor de profecía?
¿De una profecía que no es más que la Verdad que se descubre…
a quién merece conocerla como premio e incentivo para una virtud mayor?
– ¡Entonces profetizó de Ti!
– Su inteligencia prendida en la pureza y en el genio;
logró ascender y conocer una página que se refiere a Mí.
Y puede llamársele al poeta pagano y justo…
Un hombre dotado de espíritu profético y anterior a Mí, por premio de sus virtudes.
Valeria y Plautina exclaman,
preguntando:
– ¡Oh, nuestro Virgilio!
– ¿Y tendrá algún premio?
– Ya lo dije.
Dios es justo.
Pero vosotras no imitéis al poeta, deteniéndoos hasta donde él llegó.
Avanzad…
Porque la Verdad, no se os ha mostrado por intuición y en parte;
sino completa…
Y os ha hablado.
Plautina sin dar respuesta,
dice:
– Gracias, Maestro.
Nos retiramos.
Claudia nos dijo que te preguntásemos si te puede ser útil en asuntos morales.
– Y os mandó que me preguntaseis si soy un usurpador…
– ¡Oh, Maestro!
¿Cómo lo sabes?
– ¡Soy más que Virgilio y que los profetas!…
– ¡Es verdad!
¡Todo es verdad!
¿Podemos servirte?
341 LA FURIA DE POSEIDÓN
341 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
El Mediterráneo es una planicie borrascosa de aguas verde-azules que se embisten entre sí
formando altísimas olas con una hermosa cresta de espuma.
Hoy no hay niebla de calina, no.
Pero el agua marina, pulverizada por los continuos embates de unas olas contra otras,
se transforma en líquidas partículas saladas que abrasan, que traspasan incluso los vestidos,
enrojeciendo los ojos, quemando las gargantas, formando una opaca niebla sutil;
que se esparce como un velo de polvos de tocador salinos, por todas partes;
tanto en el aire, como encima de las cosas,
que parecen asperjadas con una harina brillante:
Y son los diminutos cristales salinos.
Esto no sucede en los lugares a donde llegan los embates de las olas
o sus vigorosas mojaduras,
que lavan el puente de un lado al otro y se precipitan hacia dentro,
saltando por encima de una parte de la obra muerta,
para volver a caer al mar, con estrépito de cascada, por los vanos de la parte opuesta.
Y la nave se alza y se hunde…
Como pajuela a merced del océano, reducida a una nada respecto a éste,
Que cruje y se queja desde las sentinas, hasta lo más alto de los mástiles…
El mar es realmente el amo y la nave su juguete…
El navío sube y baja, balanceándose a merced del oleaje marítimo;
desde su base en el fondo hasta la punta de sus mástiles,
cruje la madera golpeada por este mar embravecido.
A excepción de los que tienen que gobernar la nave, no hay nadie en el puente de mando.
Las escotillas atrancadas no permiten ver lo que pasa bajo la cubierta.
Pero indudablemente la mayoría de los navegantes están rezando a sus dioses favoritos,
para escapar de la cólera de la Naturaleza desatada con todo su furor.
El rugido del viento y los golpes de las olas,
de un mar que se manifiesta poderoso e implacable…
Ya no hay neblina, ni obscuridad.
Las poderosas olas se levantan y se estrellan sobre el puente de la nave,
pasando de un lugar al otro;
rompiéndose en una cascada, que moja todo lo que toca.
Aparte de los que están maniobrando, no hay ya nadie en el puente.
Ni ninguna mercancía.
Sólo los botes de salvamento.
Los hombres de la tripulación (el primero de todos el cretense Nicómedes),completamente desnudos, bamboleándose como se bambolea la nave,
corren de un lado para el otro;
para protegerse o para hacer maniobras, que son extremadamente difíciles;
porque el puente está continuamente inundado y resbaladizo.
Las escotillas atrancadas, no permiten ver lo que sucede bajo cubierta.
Pero, ciertamente ahí dentro, tampoco están muy tranquilos…
Y como prueba de esto…
Pedro saca la cabeza enmarañada por el viento que lo golpea sin piedad,
mirando con atención, evaluándolo todo…
Y vuelve a cerrar, justo antes de que un torrente de agua se le eche encima.
por la escotilla entreabierta.
Pero luego, en un momento de ausencia de ola, vuelve a abrir y sale afuera.
Cierra rápido y logra saltar antes de que la siguiente ola lo atrape.
Se agarra de donde puede y contempla este mar, que es literalmente un fragoroso infierno…
donde ruge el viento, el agua y la madera golpeada por las olas.
Se agarra a los soportes y observa ese infierno desatado en que se ha convertido el mar;
Por todo comentario, se limita a silbar.
Y masculla algunas palabras.
Llega otra ola gigantesca…
Con una tremenda fragorosa avalancha…
Precipitándose poderosa, sobre la envergadura…
rompiendo un trozo de mástil…
Y al caer, arrastrado ahora por un aluvión de agua que irrumpe en el puente,
junto con un tremendo torbellino de viento, abatiendo un trozo del casco.
Los que están debajo deben tener la sensación de estar naufragando..
Pedro sigue avanzando sobre cubierta, con mucha dificultad…
Nicómedes está desnudo en la cubierta, girando órdenes a diestra y siniestra.
Y cuando lo ve, le grita:
– ¡Fuera! ¡Fuera!
¡Largo de aquí!
¡Largo! Cierra esa portezuela.
Si la nave se llena de agua nos iremos a pique, hasta el fondo.
Agradece que todavía no ha echado la carga al mar…
No puede seguir, porque otra ola barre el puente, cubriendo a los que están en él.
– ¿Lo ves?
Grita a Pedro, que chorrea agua por todas partes
Y agrega:
¡Jamás había visto una tempestad igual!
¡Lárgate de aquí! ¡Te lo ordeno!
No quiero hombres de tierra sobre la cubierta, en este terrible momento..
Éste no es sitio para jardineros, y…
¡Ya es mucho si no me veo obligado a deshacerme de la carga!…
¡Jamás he visto una tempestad como ésta!
¡Vete, te digo!
No quiero hombres de tierra estorbándome.
Y no sigue con su invectiva….
Porque una ola se estrella sobre el puente y cubre todo…
Amenazando con arrastrarlos también a ellos hacia el océano embravecido..
Es el segundo día de navegación, en una mañana terriblemente comprometida;
dado que el sol, que aparece y desaparece tras nimbos muy densos,
viene todavía de oriente.
Pues la nave, a pesar del zarandeo a que se ve sometida, avanza muy poco.
Y el mar parece ponerse cada vez más violento.
Nicómedes está amarrado con una cuerda en su cintura,
y grita:
– ¿Lo has visto?
Pedro bañado como una sopa, sin mostrar ninguna emoción,
contesta:
– Lo estoy viendo.
Pero esto no me altera.
No sólo sé vigilar jardines.
He nacido en el agua. De lago, es verdad…
¡Pero también en el lago hay tempestades!…
Antes de… cultivador fui pescador y conozco…
Pedro está tranquilísimo y sabe acompañar las oscilaciones a la perfección,
con sus piernas separadas y musculosas.
El cretense lo observa mientras se mueve para acercarse a él.
Y le pregunta:
– ¿No tienes miedo?
– ¡En absoluto!
¡Ni en sueños!
– ¿Y los demás?
– Tres de ellos son pescadores, cómo yo.
Mejor dicho, lo fueron.
Los demás a excepción del enfermo son fuertes.
– ¿También la mujer?…
Nicómedes se interrumpe bruscamente, tras un momento de aparente quietud,
grita a Pedro:
¡Pon atención!
¡Agárrate!
Una ola gigantesca se ha estrellado sobre el puente.
Pedro espera a que pase,
y dice:
– ¡Qué bien me hubiera sabido esta bañada en los días calurosos!
¡Paciencia!…
¿Decías algo sobre la mujer? Ruega…
Y no estaría mal que también lo hicieras tú….
¿Dónde nos encontramos?
¿En el canal de Chipre?…
– ¡Ojalá fuera así!
Me acercaría a la isla y esperaría a que se calmaran los elementos.
Apenas estamos a la altura de la colonia Julia o Berito, si lo prefieres.
Ahora viene lo peor…
Aquellas son las montañas del Líbano.
Pedro hace ritmo con sus piernas cortas y musculosas, siguiendo el movimiento del navío.
Y señalando hacia un punto determinado,
pregunta:
– ¿No podríamos anclar en aquella población que se ve a lo lejos?
– El puerto no es bueno, tiene bajíos y escollos.
No se puede.
¡Cuidado!…
Llega otro torrente con un tronco de árbol,
que hiere a un hombre de los que hacen maniobras…
Y no lo arrastra la marejada porque es detenido por un obstáculo…
Sigue otra ola gigantesca…
Otro torbellino y otro pedazo de mástil que se va;
golpeando otra vez al hombre que, si no es arrastrado por las aguas,
es sólo porque la ola lo deja atascado,
contra el mismo obstáculo, que lo ha librado milagrosamente..
El cretense grita:
– ¡Lo estás viendo!
¡Es muy peligroso estar aquí!
¡Vete abajo!
¡Lo estás viendo!
– Lo veo.
Pero ese hombre…
– Si no está muerto, volverá en sí.
Yo no puedo hacer nada.
No puedo atenderlo. Lo ves…
Estoy tratando de gobernar la nave, hasta que salgamos de esto…
No cabe duda que el cretense está al tanto de todo…
– Déjamelo a mí.
Le atenderá la mujer…
– ¡Haz lo que quieras!
¡Pero ya lárgate a tu camarote y cierra bien!
Pedro se arrastra hasta el lugar en donde está el marino herido.
Y tira de él por un pie, lo acerca a sí.
Lo ve… Silba…
Masculla:
– Tiene la cabeza abierta como una granada madura.
Aquí haría falta el Señor…
¡Si estuviera Él!
¡Señor Jesús!
Maestro mío, ¿Por qué nos has dejado?
Un gran dolor estremece su voz…
Se carga al moribundo sobre la espalda y la túnica se le mancha de sangre.
Y se dirige hacia la portezuela del camarote…
El cretense le grita:
– ¡Es inútil todo!
¡Míralo bien!
Pedro, con su carga encima, no le hace caso.
Y agarrándose fuertemente ante el embate de otra ola…
Vuelve a la escotilla.
El cretense le grita:
– Es un esfuerzo inútil.
No hay nada que hacer.
¿No lo ves?
Pero Pedro, yendo cargado, le hace un gesto como diciendo: «no importa»
Y se arrima contra un palo para resistir una nueva ola.
Pedro dice para sí mismo:
– Eso lo veremos.
Y abriendo la escotilla,
grita:
– ¡Santiago! ¡Juan!
¡Venid aquí!
Los dos apóstoles acuden rápido..
Pedro cierra tras de sí la portezuela.
Y con ayuda de los apóstoles transportan al hombre herido;
hasta una mesa cercana, donde lo depositan.
A la pálida luz de las lámparas que se bambolean,
los apóstoles preguntan:
– ¿Estás herido?
Pedro objeta:
– Yo no.
La sangre es de éste. Rogad para que…
Y llamando a la griega,
añade:
¡Síntica! Ven, mira aquí un momento.
Una vez me dijiste que sabías curar heridos.
Mira esta cabeza…
Ven aquí y ayúdame a curarlo.
Tiene la cabeza abierta…
Síntica deja de sostener a Juan de Endor que está bastante mal y sufre mucho.
Y se acerca hasta la mesa en donde han puesto al herido.
La joven griega lo mira…
Y exclama:
– ¡La herida es muy profunda!
Es igual a la que vi en dos esclavos.
Uno al que había golpeado el amo.
Y otro, al que lo había golpeado una enorme roca en Craparola.
Es necesaria mucha agua para lavar la herida y detener la sangre…
Pedro dice:
– ¡Si solamente quieres agua!…
¡Hay incluso demasiada!
Ven, Santiago, con la artesa y ayúdame.
Entre los dos lo haremos pronto…
Van y vuelven, chorreando.
Y Síntica, con paños empapados en agua, lava y aplica compresas en la nuca…
Y aparece el daño infligido en el cráneo, en toda su horrorosa realidad…
Desde la sien hasta la nuca, el hueso está al descubierto.
No obstante, el hombre abre de nuevo los ojos, vagarosos y sin expresión.
Y se le oye roncar, está estertoroso.
Se apodera de él el miedo instintivo de morir.
Balbucea aterrado unas palabras en griego…
Síntica le habla en su mismo idioma, tratando de consolarlo, con su tono más maternal,
diciéndole:
– ¡Bueno! ¡Bueno!
¡Te vas a curar! ¡Tranquilízate!
El hombre está semiinconsciente y la mira sorprendido.
Y al escuchar su lengua materna, un atisbo de sonrisa se dibuja en sus labios.
Busca la mano de Síntica y se aferra a ella.
En los umbrales de la muerte y con los embates del sufrimiento,
instintivamente el hombre es un niño, que busca la caricia maternal de la mujer,
que le ha hablado con ternura…
Cuando Síntica ve que la hemorragia se detiene,
dice con fe:
– Voy a ungirlo con el ungüento de María.
no se sabe si por el mar, el bamboleo del barco, por la sangre o por las tres cosas,
trata de objetar:
– Pero eso es para los dolores reumáticos de Juan…
Síntica explica:
– ¡Oh, lo hizo María con sus manos!
Se lo aplicaré rogando a Jesús…
Rogad también vosotros.
El Padre Celestial nos escuchará… Y
no le puede hacer ningún mal.
El aceite es medicina…
Mateo encoge los hombros y Síntica va hacia la alforja de Pedro.
Saca un recipiente que parece de bronce.
Lo abre y toma un poco de ungüento.
Lo calienta entre sus manos y lo vierte sobre un trozo de lino doblado,
que pone sobre la cabeza del herido, con un vendaje apretado.
Y lo recuesta sobre su manto doblado como si fuera una almohada.
Luego se sienta junto a él, orando mientras el herido parece adormecerse.
Arriba se sigue abatiendo la furia de los elementos sobre la nave;
que se hunde y se empina sin tregua.
Pasado un rato, se abre el portillo y entra presuroso un marinero.
Pedro pregunta:
– ¿Qué pasa?
– Que estamos en peligro.
Vengo por los inciensos y las oblaciones para hacer un sacrificio…
– ¡Déjate de esas cosas!
– ¡Nicomedes quiere sacrificar a Venus!
Estamos en su mar…
– Que está desenfrenado, como ella. – barbota en voz baja Pedro,
Luego agrega con voz más fuerte:
– «Venid vosotros.
Vamos al puente.
Quizás tengamos que intervenir…
Y mirando a Síntica,
le pregunta:
– ¿Tienes miedo de quedarte con el herido y con estos dos?
Los dos, son Mateo y Juan de Endor que están hechos unos guiñapos
y absolutamente mareados…
Y Síntica responde:
– ¡No!
No. Id si os parece…
Nota importante:
Se les suplica incluir en sus oraciones a una ovejita que necesita una cirugía ocular,
para no perder la vista.
Y a un corderito, de nuestro grupo de oración, un padre de familia joven,
que necesita una prótesis de cadera, para poder seguir trabajando por ellos.
¡Que Dios N.S. les pague vuestra caridad….!
Y quién de vosotros quiera ayudarnos,
aportando una donación económica; para este propósito,
podrán hacerlo a través de éste link
273 EL LASTRE DE LA RIQUEZA
273 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es en la casa de Cafarnaúm, a la sombra de los árboles en el huerto umbrío,
temprano por la matutina.
Los apóstoles se fueron a predicar.
Jesús cura a unos enfermos, acompañado de Mannaém.
Que ya no lleva ni el precioso cinturón ni la lámina de oro en la frente:
sujeta su túnica un cordón de lana; una cinta de tela, como la prenda que cubre su cabeza.
Jesús tiene descubierta la cabeza, como siempre cuando está en casa.
Una vez que ha terminado de curar y de consolar a los enfermos,
sube con Manahén a la habitación alta.
Aunque parece que la canícula ha terminado, el sol todavía calienta implacable…
Se dirigen hacia la parte mas sombreada y fresca.
Y se sientan los dos en la pequeña terraza de la ventana que mira al mont
Mannaém dice:
– Dentro de poco empezará la vendimia.
Jesús le contesta:
– Sí.
Luego vendrá la Fiesta de los Tabernáculos…
Y el invierno estará a las puertas.
¿Cuándo piensas partir?
– ¡Mmm!…
De mi parte no me iría nunca…
Pero pienso en el Bautista.
Herodes es una persona débil.
Si se le sabe influir
Se le puede sugestionar para que haga el bien y si no se hace bueno;
por lo menos que no sea sanguinario.
Desgraciadamente son pocos los que le aconsejan bien.
¡Y esa mujer!… ¡Esa mujer!…
Yo quisiera estar aquí hasta que regresen tus apóstoles.
Aunque mi ascendencia ha disminuido, desde que saben que sigo los senderos del Bien.
Pero no me importa.
Quisiera tener la verdadera valentía, de saber abandonar todo para seguirte completamente,
como aquellos discípulos que estás esperando.
¿Lo lograré alguna vez?
Nosotros que no pertenecemos a la plebe, somos más obstinados para seguirte.
¿Por qué será?
– Porque los tentáculos de las míseras riquezas os retienen.
– Conozco a algunos que no son tan ricos, pero sí son doctos o están en camino de serlo.
– También están retenidos por los tentáculos de las míseras riquezas.
No se es rico sólo de dinero.
Existe también la riqueza del saber.
Pocos llegan a la confesión de Salomón: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”,
considerada de nuevo y ampliada -no tanto materialmente cuanto en profundidad-
en Qohélet.
¿Lo recuerdas?
La ciencia humana es vanidad, porque aumentar sólo el humano saber
“es afán y aflicción de espíritu.
Y quien multiplica la ciencia multiplica los afanes”.
En verdad te digo que es así.
Como también digo que no sería así, si la ciencia humana estuviera sostenida y refrenada
por la sabiduría sobrenatural y el santo amor a Dios.
El placer es vanidad, porque no dura;
arde y rápido se desvanece dejando tras sí ceniza y vacío.
Los bienes acumulados con distintas habilidades son vanidad, para el hombre que muere,
porque con los bienes no puede evitar la muerte, y los deja a otros.
La mujer, contemplada como hembra y como tal apetecida, es vanidad.
De lo cual se concluye que lo único que no es vanidad es el santo temor de Dios
y la obediencia a sus Mandamientos.
O sea, la sabiduría del hombre, que no es sólo carne,
sino que posee la segunda naturaleza: la espiritual.
Solo el que logra ver la vanidad de todo lo mundano,
logra liberarse de cualquier tentáculo de pobres posesiones
e ir libre al encuentro del Sol.
– ¡Quiero recordar estas palabras!
¡Cuánto me has dado en estos días
Ahora puedo ir entre la inmundicia de la corte, que les parece brillante solo a los necios.
Que parece poderosa y libre y es solo miseria, cárcel y oscuridad.
Me llevaré un tesoro que me permitirá vivir allí mejor, a la espera de lo superior.
Pero, ¿Llegaré alguna vez a esta meta sublime, que es pertenecerte totalmente?
– Lo lograrás.
– ¿Cuándo?
¿El año próximo?
¿Más adelante todavía?
¿O hasta que la ancianidad me haga prudente y sabio?
– Lo lograrás.
-Llegarás… alcanzando la madurez de espíritu….
Perfección de voluntad y a una decisión perfecta
En el término de unas cuantas horas.
Y al decir esto, Jesús sonríe de una manera enigmática.
Pues ha lanzado su mirada hacia el futuro y ve el heroísmo del que será capaz su discípulo.
Mannaém lo mira pensativo y escrutador…
Pero no pregunta nada más.
Después de un largo silencio que interrumpe Jesús,
al preguntar:
– ¿Has estado alguna vez con Lázaro de Bethania?
– No, Maestro.
Nos hemos encontrado algunas veces.
Puedo decir que no;
que si hubo algún encuentro, no puede llamarse amistad.
Ya sabes.
Yo con Herodes, Herodes contra él…
Por tanto…
– Ahora Lázaro te mirará más allá de estas cosas.
Te mirará en Dios…
Procura tratarlo como condiscípulo.
– Lo haré si Tú así lo quieres…
Se oyen voces llenas de alarma en el huerto, que buscan al Maestro.
Preguntan con angustia:
– ¡El Maestro!
– ¡El Maestro!
– ¿Está aquí?
Responde la voz cantarina de la dueña de la casa:
– Está en la habitación de arriba.
¿Quiénes sois?
¿Estáis enfermos?
— No. –
Somos discípulos de Juan.
– Y queremos ver a Jesús de Nazaret.
Jesús se asoma por la ventana,
y dice:
— Paz a vosotros…
Ellos levantan la cabeza y los reconoce,
invitándoles:
– ¡Oh!
¿Sois vosotros?
¡Venid! ¡Venid!
Sus pasos apresurados suben por la escalera.
Son los tres pastores: Juan, Matías y Simeón.
Jesús deja la habitación y va a su encuentro a la terraza.
Manahén lo sigue.
Se encuentran justamente en el punto en que la escalera termina en la soleada terraza.
Los tres se arrodillan y besan el suelo.
Mientras Jesús los saluda.
– La paz sea con vosotros…
Levantan la cabeza y muestran un rostro lleno de dolor.
Ni siquiera viendo a Jesús se sosiegan.
Su grito ahogado por el llanto:
– ¡Oh, Maestro!
Juan habla en nombre de los demás:
– Y ahora recógenos, Señor.
Y las lágrimas se deslizan por la cara del discípulo y de sus compañeros.
Jesús y Mannaém dan un solo grito:
– ¿¡Juan!?
– ¡Lo mataron…!
La noticia cae como un rayo que paraliza hasta el aire, en un silencio horrorizado.
Cuyo enorme fragor cubre todos los ruidos del mundo,
a pesar de que haya sido pronunciada en voz muy baja.
Petrifica a quien la dice y a quien la oye.
Y se produce un rato de silencio tan profundo…
Que parece extenderse en su profunda inmovilidad también en los animales,
las frondas y el aire,
Porque es como si la Tierra entera, para recoger esta palabra y sentir todo su horror,
suspendiera todo ruido propio.
Queda suspendido el zureo de las palomas, truncada la flauta de un mirlo,
enmudecido el coro de los pajarillos.
Y como si de golpe se le hubiera roto el artilugio, una cigarra detiene su chirrido al improviso,
mientras se detiene el viento que, haciendo frufrú de seda y crujido de palos,
acariciaba las pámpanas y las hojas.
Jesús palidece.
Sus ojos se agrandan.
Vidrian por el llanto que se asoma.
Abre los brazos.
Su voz es más profunda, por el esfuerzo que hace para que sea firme y tranquila.
Y dice:
– Paz al Mártir de la Justicia y a mi Precursor.
Cierra los ojos y los brazos sobre su pecho.
Su espíritu ora.
Entrando en contacto con el Espíritu de Dios y el de Juan Bautista.
Mannaém no dice nada, no hace ningún gesto, ni se atreve ni a moverse.
Al revés de Jesús, se pone colorado y la ira lo invade.
Se pone rígido y paralizado.
Toda su turbación se manifiesta en el movimiento mecánico de la mano derecha,
que sacude el cordón de la túnica y de la izquierda, que instintivamente busca el puñal
Pero no lo encuentra, porque se le olvidó que está desarmado.
Pues para poder ser discípulo del manso, es requisito para estar cerca del Mesías.
Y mueve la cabeza compadeciéndose de su fragilidad
y de sentirse tan impotente.
Jesús recupera la Majestad Divina que le es habitual.
Y tan solo le queda una profunda tristeza, dulcificada con paz.
Con voz serena dice:
– Venid.
Me lo contaréis.
De hoy en adelante me pertenecéis.
EVANGELIO DE SAN MARCOS
Capítulo 6
Muerte de Juan el Bautista
14. Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
15. Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
16. Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
17. Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20. pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
23. Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»

18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» 19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, Marcos 6
24. Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
26. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28. y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
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203 LA CONVERSIÓN DE DIMAS
203 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Han emprendido el regreso de la gira por tierras fenicias.
La comitiva se va adentrando cada vez más por unos valles que acometen el monte por caminos difíciles, pedregosos, estrechos.
Y suben y bajan, perdiendo horizontes, recuperándolos de nuevo, hasta que llegan a un valle profundo;
por una bajada inclinadísima por la que, como dice Pedro, sólo la cabra se siente a gusto.
Luego se internan en el bosque para atravesarlo y bajar al valle donde está el camino que los llevará a Judea.
Se encuentran con peregrinos que van a Jerusalén, para la Fiesta de Pentecostés.
También con la caravana de una novia..
Entonces se paran a descansar y a comer junto a un manantial muy rico de aguas.
En un prado donde se detienen para comer, cerca del grupo apostólico…
Dos hombres conversan acerca de la riqueza que rodea al que será un fastuoso matrimonio, digno de la hija de un rey
Hay otras personas, diseminadas por los prados y las arboledas comiendo, como Jesús y los suyos.
Debe ser un lugar de descanso especialmente apreciado, por estar resguardado del viento y por disponer de prados esponjosos y agua.
Son peregrinos que van hacia Jerusalén, viajeros que se dirigen al Jordán, mercaderes de corderos destinados al Templo, pastores con sus rebaños.
Algunos hacen el viaje en cabalgaduras; la mayoría, a pie.
Jesús dice.
– En el sitio al que vamos hablaré Yo.
Llega también la caravana nupcial toda ataviada festivamente.
Resplandecientes objetos de oro se entreven bajo el velo que envuelve a la novia, que apenas ha dejado de ser niña.
A su lado van dos matronas llenas de resplandores de pulseras y collares.
Un hombre – quizás es el paraninfo – y dos siervos.
Han venido montados en asnos llenos de borlas y cascabeles.
Y ahora se retiran a un ángulo apartado para comer, como si tuvieran miedo a que la mirada de los presentes profanara a la novia.
El paraninfo monta guardia amenazador, mientras las mujeres comen.
Han despertado una viva curiosidad.
En efecto, con la disculpa de pedir sal, un cuchillo o un chorrito de vinagre; siempre hay alguno que se acerca a uno u otro;
para preguntar si conocen a la novia, si saben a dónde se dirige y otras muchas cosas interesantes de este tipo…
Hay uno que sabe de dónde viene y a dónde va.
Además parece muy contento de contarlo todo, estimulado por otro, que le alegra cada vez más la campanilla, echando en su copa vino generoso.
Salen a relucir a veces hasta los aspectos más secretos de las dos familias, del ajuar que la novia lleva en esos dos baúles…
o de las riquezas que esperan en la casa del novio, etc. etc.
Se sabe así que la novia es hija de un rico comerciante de Joppe y que se casa con el hijo de un rico comerciante de Jerusalén.
Que el novio se ha adelantado para ir adornando la casa nupcial, ante la inminencia de su llegada.
Y que el que la acompaña, el amigo del novio, es también hijo de un comerciante;
de Abraham, el que trabaja diamantes y otras gemas.
Mientras que el novio es orfebre y el padre de la novia es mercader de lana, telas, alfombras, cortinas…
Dado que el hablador está cerca del grupo apostólico,
Tomás oye y pregunta:
– ¿Es Natanael de Leví el novio?
– Sí, sí, es él.
¿Lo conoces?
– Conozco bien a su padre…
Por una serie de tratos que hemos hecho; un poco menos a Natanael.
¡’Nupcias ricas!
– ¡Y novia venturosa!
Cubierta de oro.
Abraham, pariente de la madre de la novia y padre del amigo del novio, ha hecho honor a su persona.
Y lo mismo el novio y su padre.
Se dice que en aquellas cajas hay un valor de muchos talentos de oro.
Pedro acompaña su admiración, con un significativo silbido.
Y exclama
– ¡Caramba!
Voy a ver más de cerca si la mercancía principal corresponde al resto.
Y se levanta, junto con Tomás, para ir a dar una vueltecita en torno al grupo nupcial.
Miran con detenimiento a las tres mujeres que son un amasijo de ropajes y velos,
bajo los cuales sobresalen manos y muñecas enjoyeladas o se traslucen brillos de pendientes y collares.
Miran también al jactancioso personaje que tan matón se muestra; que parece debiera rechazar un asalto de corsarios contra la doncellita.
Mira también mal a los dos apóstoles.
Pero Tomás le ruega que salude de parte de Tomás, apodado Dídimo, a Natanael de Leví…
Y así se instaura la paz, hasta el punto de que mientras él habla,
la novia halla la manera de provocar admiración;
poniéndose en pie, de forma que manto y velo tengan su caída normal y quede patente toda la belleza de su cuerpo…
Y la elegancia de sus vestiduras, con toda su riqueza idolátrica.
Tendrá como mucho quince años. ¡Y qué ojos tan astutos!…
Se mueve con embeleso a pesar de la desaprobación de las matronas.
Se suelta las trenzas y se las vuelve a fijar con la ayuda de valiosas horquillas.
Se aprieta su cinturón de pedrería, se desata sus finas sandalias, se las quita y se las vuelve a poner…
Muy bien ceñidas a sus pies menudos, con hebillas de oro
Y mientras, encuentra la manera de mostrar su magnífica melena negra, sus bonitas manos, sus brazos delicados…
Su cintura estrecha, el pecho y las caderas bien modelados, los pies pequeños y perfectos…
Así como todas las joyas, que tintinean y emiten destellos,
reflejando las últimas luces del día y las llamas de las primeras fogatas.
Pedro y Tomás regresan.
Tomás dice:
Pedro contesta haciendo gestos muy significativos.
– Y una grandísima coqueta.
Lo que pienso es que tu amigo Natanael pronto sabrá que hay alguien que le mantiene caliente la cama…
Mientras él mantiene caliente el oro para trabajarlo.
Y su amigo es un perfecto estúpido:
¡Pues sí que la ha puesto en buenas manos a la novia!…
Pedro concluye, mientras se sienta junto a los compañeros
Cuando termina la comida…
– A mí no me ha gustado ese hombre que le tiraba de la lengua a ese otro estúpido.
En cuanto se enteró de todo lo que quería saber, se fue para el monte…
Estos lugares son peligrosos.
Además, el tiempo es ideal para lances de malhechores:
Noches de luna, calor extenuante.
Y además, árboles frondosos. ¡Malo!…
Estos lugares son malos y es la ocasión oportuna para que los bandidos den un golpe…
No me gusta este sitio.
Hubiera sido mejor no detenerse.
Pedro confirma
– ¡Y ese imbécil que ha hablado de todas esas riquezas!…
¡Y ese otro, que se hace el héroe y vigila las sombras; pero no ve los cuerpos verdaderos!…
Bueno, pues me voy a quedar vigilando yo donde las fogatas.
Simón Zelote responde:
– Yo, Simón.
Que resisto bien el sueño.
Pasan las horas y quién no ronca, cabecea.
Jesús está en Oración.
Muchos del campo, especialmente los que viajan solos, se han levantado y se han marchado en pequeños grupos.
Quedan unos pastores con sus rebaños, la comitiva nupcial…
La comitiva apostólica y tres mercaderes de corderos que ya están durmiendo.
También la novia duerme ya, con las matronas, dentro de una tienda que les han montado los siervos.
Los apóstoles se buscan un sitio.
Jesús se retira solo, a hacer oración.
Los pastores encienden un fuerte fuego en el centro de la explanada enque están.
Pedro y Simón encienden otra hoguera cerca del sendero de la escarpa;
por la que el hombre que había provocado las sospechas de Bartolomé se había ocultado.
Pasan las horas y… quien no ronca cabecea.
Jesús ora.
El silencio es total.
Parece callar hasta el manantial que resplandece bajo la alta Luna, que ilumina perfectamente la explanada,;
mientras las zonas en pendiente quedan en sombra bajo el tupido follaje.
El perro que cuida los rebaños de unos pastores, gruñe.
Otro se pone alerta y también gruñe.
Un ruido imperceptible viene del bosque…
Otro perro grande de pastor se arquea amenazante.
Un pastor alza la cabeza.
El perro se pone tieso y eriza el pelo de la espalda;
atentísimo, en actitud de defensa y de escucha…
Tiembla incluso con el gruñido sordo que hierve dentro de él y que se va haciendo más fuerte cada vez.
Simón levanta también la cabeza y da unos jalones a Pedro, que está adormilado.
Un leve rumor proviene del bosque.
El silencio es profundo.
Simón dice a Pedro:
– Vamos por el Maestro.
El pastor despierta a sus compañeros.
Y el perro está cada vez, más inquieto.
Los apóstoles obedecen al Maestro y van en distintas direcciones.
Mientras, Jesús dice a los pastores:
– Alimentad el fuego.
Que esté bien fuerte, que haga una llama muy viva.
Los pastores obedecen.Jesús, dado que los ve nerviosos,
dice:
– No temáis.
No os robarán ni una sola vedija de lana.
Llamad a los que están durmiendo, a todos.
Decidles que vengan aquí sin hacer ruido.
Sobre todo a las mujeres y a los esclavos con los cofres.
Decidles que tal vez se trata de bandidos; pero no lo digáis a las mujeres.
A los hombres, nada más.
En esto llegan los mercaderes y dicen en tono bajo:
-¡ Ay, nos robarán nuestras mercancías y nuestras ganancias!
Y añaden una verdadera letanía de improperios contra los gobernantes romanos y judíos;
porque no limpian el mundo de ladrones.
– No temáis.
No perderéis ni una sola moneda.
Llegan las mujeres llorando, muy asustadas.
Y es que el valiente paraninfo, temblando con un miedo colosal…
las aterroriza gimoteando:
-¡ Es la muerte!
¡La muerte a manos de los salteadores!
Jesús las consuela también a ellas,
diciendo:
– No temáis.
No os tocarán ni siquiera con la mirada.
Y las pone en el centro de esta pequeña población de hombres espantados y de animales inquietos.
Jesús los conforta a todos y trata de tranquilizarlos.
Cuando todos se han despertado y se reúnen…
El murmullo del bosque no se puede oír con todo este alboroto.
Pero en el bosque están los bandidos,y se están acercando.
Los asnos rebuznan.
Los perros aúllan.
Las ovejas balan.
Los hombres maldicen.
Y están más aterrorizados que las mujeres.
Jesús está tranquilo, como si nada pasara
El ruido del bosque no se puede escuchar en medio de este alboroto.
Que los bandidos están en el bosque;
lo denuncian las ramas que se quiebran…
O las piedras que ruedan…
Jesús ordena:
– ¡Silencio!
Y lo dice en tal forma, que todos callan.
Jesús deja el lugar en que está y se va en dirección al bosque,…
Donde termina el prado, que comienza en el límite de la explanada.
Se vuelve hacia el bosque. con los brazos extendidos y…
Toda la majestad que asume cuando realiza los grandes milagros...
Y empieza a hablar:
“La maldita hambre del oro, empuja al hombre a los sentimientos más abyectos…
Con el oro se revela el hombre más que con otras cosas.
Observad cuánto mal siembra este metal con su cautivador e inútil brillo.
Tanta es su naturaleza infernal desde que el hombre es pecador, que Yo creo que el aire del Infierno es de color oro.
El Creador lo había dejado en las entrañas de ese enorme lapislázuli que es la Tierra,
Que existe por su voluntad creadora, para que le fuera útil al hombre con sus sale…
Y para que adornase sus templos.
Pero Satanás, besando los ojos de Eva y mordiendo el yo del hombre, inoculó un sabor maléfico en el inocente metal.
Desde ese momento, por el oro se mata y se peca.
La mujer, por el oro, se hace coqueta y fácil para el pecado carnal.
El hombre, por él, se hace ladrón, usurpador, homicida, cruel para con su prójimo y para con la propia alma…
Porque la despoja de su verdadera herencia por darse una cosa efímera.
Cruel para con esa alma a la que roba el tesoro eterno, por unas pocas pepitas brillantes, que con la muerte habrán de abandonarse.
Vosotros, que por el oro pecáis, más o menos levemente, más o menos gravemente.
Vosotros que cuanto más pecáis más os burláis de cuanto os enseñaron vuestra madre y vuestros maestros.
Es decir, el hecho de que existe un premio y un castigo por las acciones realizadas durante la vida.
¿No pensáis que por este pecado perderéis la protección de Dios, la vida eterna, la alegría?
¿Que tendréis remordimientos, que sentiréis la maldición de vuestro corazón?
¿Que el miedo será vuestro compañero?
¿El miedo al castigo humano, que al fin y al cabo no es nada, comparado con el miedo?
¡¿Santo miedo, al castigo divino, que deberíais tener y no tenéis?!
¿No pensáis que, por vuestros descalabros, si desembocan en verdaderos delitos, podéis sufrir un terrible fin?
¿Y un fin aún más terrible – por ser eterno – por los atropellos cometidos por amor al oro,
aun cuando no hayan producido derramamiento de sangre, si han pisoteado la ley del amor y del respeto al prójimo,
negando ayuda por avaricia al que padece hambre, robando puestos, dinero o en los pesos, por codicia?
Mas bien decís:
“¡Todo eso son patrañas, patrañas que he aplastado bajo el peso de mi oro y ya no existen
“. No son patrañas, son verdades.
No digáis: “Cuando muera, todo se habrá acabado”. No.
Entonces todo empezará.
La otra vida no es el abismo sin pensamiento ni recuerdo del pasado vivido y sin aspiración a Dios
que vosotros creéis que será el tiempo de espera de la liberación del Redentor.
La otra vida es espera dichosa para los justos,
espera paciente para los purgantes,
espera horrenda para los réprobos.
Para los primeros, en el Limbo;
para los segundos, en el Purgatorio;
los últimos, en el Infierno.
La espera de los primeros cesará con la entrada en el Cielo siguiendo al Redentor;.
La de los segundos, una vez cumplida aquella hora, se verá más confortada de esperanza.
Mas los terceros verán lobreguecer su terrible certeza de maldición eterna.
Pensadlo, vosotros que pecáis.
Nunca es tarde para enmendarse.
Cambiad con un verdadero arrepentimiento el veredicto que está siendo escrito en el Cielo para vosotros.
Que el Seol, para vosotros, no sea infierno sino, por voluntad vuestra, al menos, penitente espera.
No tinieblas, sino crepúsculo de luz.
no angustia, sino nostalgia; no desesperación, sino esperanza.
Marchaos.
No tratéis de luchar contra Dios.
Él es el Fuerte y el Bueno. No pisoteéis el nombre de vuestros padres.
Escuchad cómo gime ese manantial.
Su gemido es semejante al que desgarra el corazón de vuestras madres, al saber que sois unos asesinos.
Escuchad el silbido del viento en el desfiladero: parece amenazar y maldecir;
como os maldice vuestro padre por la vida que vivís.
Escuchad el quejumbroso alarido del remordimiento en vuestros corazones.
¿Por qué queréis sufrir, si podríais sentiros serenamente satisfechos con lo poco en esta tierra y con el todo en el Cielo?
¡Pacificad vuestro espíritu!
¡Devolved la paz a los que temen, a los que se ven obligados a temeros como a animales feroces!
¡Poned paz en vuestro corazón, desdichados malhechores!
Levantad vuestra mirada al Cielo, separad vuestros labios del venenoso alimento;
purificaos las manos,
purificaos el corazón.
Yo tengo fe en vosotros, por eso os hablo;
aunque todo el mundo os odia y teme…
Yo ni os odio ni os temo; os tiendo la mano para deciros:
“Levantaos.
Venid.
Volved a reintegraros, mansos y hombres, entre los otros hombres”.
Un llamado al arrepentimiento a ‘los hombres sin conciencia,
cuyas manos chorrean sangre fraterna’.
Y que termina así:
– Yo no os odio., ni os temo.
Os extiendo la mano y por eso digo a éstos:
“Regresad a donde estabais durmiendo, sin tener rencor contra vuestros hermanos.
Rogad por ellos. Yo me quedo aquí a mirarlos con ojos de amor y os juro que nada os sucederá.
Porque el Amor desarma a los violentos y harta a los avaros.
Sea bendito el Amor. Fuerza verdadera del mundo. Fuerza desconocida y poderosa.
Escondidos en el bosque, los hombres que esperaban obtener un buen botín, están totalmente desconcertados.
Gestas, el líder; está aterrorizado.
Porque una fuerza desconocida lo tiene paralizado…
Su miedo está lleno de ira.
Pero no puede hacer nada.
Su segundo en la banda:
Dimas…
Ha inclinado la cabeza y está llorando.
Cada una de las palabras de Jesús ha tocado su corazón y le ha revelado una gran verdad.
Se siente avergonzado e infinitamente desdichado…
Y volviéndose a todos,
Jesús termina diciendo:
– Volved.
Volved. No tengáis miedo.
Allí ya no hay bandidos, sólo hombres asustados y hombres que lloran.
Quién llora no hace daño.
Quiera Dios que así permanezcan, como ahora son.
Sería su redención.
Los bandidos se retiran, como si una fuerza invisible los alejara de allí.
Los integrantes de la caravana vuelven a sus lugares.
Todos se quedan reflexionando en lo que han escuchado…
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200 EL DIOS DEL SINAÍ
200 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Al amanecer del día siguiente, Jesús y los suyos dejan Ascalón y se dirigen hacia las colinas, dando la espalda al mar.
Los apóstoles, descansados y contentos, conversan alegremente.
Tomás dice:
– Estaba escrito que tenía que experimentar los apretones de los filisteos.
Se podría decir que el amor y el odio tienen las mismas manifestaciones.
Yo, que no había tenido que sufrir por el odio de los filisteos, por poco si me hieren por el amor..
Tadeo confirma:
– ¡Esos fanáticos del milagro!
Faltó poco para que los que estaban exaltados por el milagro nos apresaran;
para obligarnos a decirles dónde estaba el Maestro
Santiago de Alfeo:
– Y qué griterío, ¿Verdad Juan?
La ciudad hervía como un caldero.
Los que estaban enojados no querían admitir razones.
Y querían encontrar a los judíos para darles de palos.
Juan asiente con un gesto.
Zelote comenta:
– Los que recibieron el beneficio y sus amigos, querían persuadir a los primeros de que un Dios había pasado
Tomás agrega:
– ¡Había una confusión!
Tienen para discutir, por varios meses.
Lo malo está en que discuten más con los bastones, que con la lengua.
Y bien…
Juan observa:
– Pero no son malos.
Zelote responde:
– No.
Solamente están cegados por muchas cosas.
Jesús por un largo espacio de camino, no dice ni una palabra.
Hasta que llegan al crucero,
es cuando Él dice:
– Voy ahora a aquel pobladillo que está sobre el monte.
Vosotros continuaréis hasta Azoto.
Prestad atención:
Sed corteses, dulces, pacientes.
Aunque se burlen de vosotros, soportadlo en paz como ayer hizo Mateo y Dios os ayudará.
Id cerca del estanque que está en las cercanías y allí nos volveremos a encontrar.
Judas de Keriot exclama:
– Pero Señor…
¡Yo no permito que vayas solo!
Esa gente es violenta… es una imprudencia…
– No tengas miedo por Mí.
Vete, vete Judas.
Y tú sé prudente.
Hasta la vista.
La paz sea con vosotros.
Los doce se marchan, no demasiado entusiastas.
Jesús se queda mirándolos mientras se alejan…
Luego toma el sendero fresco y sombreado que lleva a la colina…
Un collado cubierto de bosques de olivos, nogales, higueras.
Y de viñedos bien cuidados que ya prometen pingüe cosecha.
En los rellanos hay pequeñas parcelas cultivadas con cereales,
mientras que en las zonas de pendiente pacen cabras en la hierba verde.
Jesús llega a las primeras casas del pueblo.
Estando ya para entrar en él, se topa con un extraño cortejo:
Mujeres gritando y clamor de hombres, alternándose en una verdadera composición fúnebre.
Todos haciendo una especie de danza en torno a un macho cabrío,
que camina con los ojos vendados y recibiendo golpes…
El animal va sangrando por las rodillas, por haber tropezado y caído sobre las piedras del sendero.
Los sigue otro grupo, también con su vocerío y sus gritos,
que se mueve danzando alrededor de un fetiche esculpido, verdaderamente muy feo;
manteniendo alzadas unas pátheras con brasas encendidas;
a las que alimentan echando encima resinas y sal, a cuyo contacto despiden olorosas volutas de humo.
Un tercer grupo rodea al que parece ser el sacerdote de aquel ritual,
ante el cual se inclinan alternadamente,
gritando:
– ¡Por tu fuerza! (hombres)
– ¡Tú solo puedes! (mujeres)
– ¡Súplica al Dios! (hombres)
– ¡Quita el sortilegio! (mujeres)
Luego todos gritan al mismo tiempo, con un alarido de aquelarre dirigido al ídolo,
que es una diosa de la fertilidad:
– ¡Da órdenes a la matriz!
– ¡Salva a la mujer!
– ¡Muerte a la maga!
– ¡Por tu fuerza!
– ¡Tú solo puedes!
– ¡Ordena al dios!
– ¡Por su poder!
– ¡Qué haga ver su poder!
– ¡Da órdenes al macho cabrío!
– ¡Que señale a la maga!
– ¡A la que odia la casa de Farah!
Jesús detiene a uno del último grupo,
y pregunta dulcemente:
– ¿Qué sucede?
Soy forastero…
Como la procesión se detiene para golpear al macho cabrío, echar resina a los braseros y tomar aliento;
el hombre explica:
– La esposa de Farah, el grande de Magdalgad, está muriendo de parto.
Una que la odia, le hizo un maleficio.
Las entrañas se le han anudado y el hijo no puede nacer.
Estamos buscando a la maga para matarla.
Sólo así la mujer de Farah se salvará.
Si no encontramos a la maga, sacrificaremos el macho cabrío;
para impetrar la misericordia de la diosa Isthar Matriz.
Dos hombres se han acercado al que habló…
Y Jesús les dice:
– Deteneos.
Soy capaz de curar a la mujer y de salvar al niño.
Decidlo al sacerdote.
Ellos preguntan:
– ¿Quién Eres?
– ¿Eres médico?
Jesús responde:
– Mucho más que eso…
Entonces los tres irrumpen entre la gente y van con su sacerdote idólatra.
Hablan con él.
Se corre la voz.
Y la procesión que ya había empezado a caminar, se detiene otra vez.
El sacerdote solemne, imponente con sus vestiduras multicolores, hace una seña a Jesús …
Y dice en tono imperativo:
– ¡Joven, ven aquí!
Jesús avanza entre la multitud y cuando llega frente a él,
añade:
– ¿Es verdad lo que dices?
Ten en cuenta que si lo que dices no se cumple…
Pensaremos que el espíritu de la maga se ha personificado en Tí y te mataremos en vez de a ella
Jesús responde con voz majestuosa:
– Es verdad.
Llevadme al punto a donde está la mujer y entretanto dadme al macho cabrío.
Lo necesito.
Desatadlo, quitadle la venda y traédmelo aquí.
Así lo hacen.
El pobre animal atolondrado, tambaleante y sangrando, es llevado ante Jesús.
Que lo acaricia sobre la negra cerviz.
Y luego dice:
– Ahora es necesario que me obedezcáis todos.
¿Lo haréis?
La turba grita:
– ¡Sí!
– Entonces vamos.
Dejad de gritar, dejad de quemar resina.
¡Lo ordeno!
Se ponen en marcha.
Entran en el pueblo.
Por la calle principal se dirigen hacia una casa construida en medio de un huerto.
Gritos y llantos se oyen por las ventanas y las puertas abiertas de par en par.
Lúgubre, destaca el atroz lamento de la mujer que no puede dar a luz a su hijo.
Corren a avisar a Farah…
El hombre viene despeinado y angustiado, con el rostro pálido como la cera.
Mujeres que lloran lo acompañan, junto con los inútiles sacerdotes,
que vienen quemando incienso y hojas en unas pátheras de cobre…
En el mismo ritual idolátrico que los demás…
El hombre grita llorando:
– ¡Sálvame a mi mujer!
Luego gritan sucesivamente, dos viejos angustiados y la turba.
– « ¡Salva a nuestra hija!»,
– ¡Salva a mi hija!»,
– ¡Sálvala, sálvala!»
Jesús responde majestuoso:
– La salvaré.
Y con ella a tu niño.
Porque es un niño muy hermoso, con los ojos color aceituna que está madurando…
y de cabellos negros, como éstos.
Y señala la cabellera de Farah.
El hombre pregunta:
– ¿Y cómo lo sabes?
¿Acaso ves también en las entrañas?
– Yo veo todo.
Y todo lo penetro.
Reconozco y puedo todo. Soy Dios.
Si hubiese mandado un rayo, hubiese hecho menos efecto.
Todos se arrojan al suelo como si estuvieran muertos.
Jesús manda:
– Levantaos y escuchad:
Soy el Dios Todopoderoso y no soporto a otros dioses delante de Mí…
Haced una hoguera y arrojad esa estatua.
La multitud se rebela.
Comienza a dudar del ‘Dios Misterioso’ que ordena que sea quemada la diosa.
Los más encolerizados son los sacerdotes y la sacerdotisa.
Pero Farah y su suegra, a quienes importa la vida de la mujer; se oponen a la multitud hostil.
Y como Farah es el grande el poblado; nadie se atreve a decir nada más.
Farah pregunta:
– ¿Cómo puedo creer que Tú eres Dios Todopoderoso?
Dame una señal y además, que se haga lo que quieres.
Jesús pregunta:
– Mira…
¿Ves las heridas de este macho cabrío?
Están abiertas, ¿Verdad?
Sangran… ¿No es así?
La bestia está casi por morir, ¿No es verdad?
Pues bien; Yo quiero que no sea así…
¡Mira!
El hombre se inclina, para ver…
Asombrado revisa al animal…
Y da un grito:
Y se arroja a los pies de Jesús suplicando:
– ¡Mi mujer!… ¡Mi mujer!…
Pero el sacerdote de la procesión objeta:
– ¡Ten miedo, Farah!
No conocemos quien sea Éste.
¡Ten miedo a la venganza de los dioses!
¡Isthar furiosa puede destruirte!
El hombre se encuentra en medio de tres temores:
los dioses… la mujer… la venganza de la diosa…
– ¿Quién Eres?
Jesús se yergue más majestuoso todavía….
La Presencia Divina, de la cual es Jesús el Instrumento Perfecto, pues no hay pecado en Él
y de esta forma ES EL VERDADERO TEMPLO VIVIENTE… Del Dios Verdadero.
CANALIZA y hace que se manifieste la portentosa Personalidad del Padre Celestial…
Y muy despacio, con voz fuerte y poderosa,
declara:
– Yo Soy el que Soy.
Yo Soy el Verbo del Padre, de Yeohveh de Israel.
Venido en Carne, Sangre, Alma y Divinidad a redimir al mundo…
Y a darle la Fe en el Dios verdadero, Uno y Trino que está en lo alto del Cielo.
En el Cielo y en la Tierra.
Cualquier poder me está sujeto.
Cualquier pensamiento me es conocido.
Los habitantes del Cielo me adoran.
Los del Infierno me temen.
Y los que creen en Mí, verán que se cumple cualquier prodigio
Vengo a ayudar a los hombres, a usar con ellos misericordia;
para que dejen el Error y vengan a la Verdad,
al único Dios de Moisés y los Profetas.
¿Puedes creer?
Farah exclama:
– ¡Creo!
– Jesucristo.
Señor Encarnado.
¡Éste ídolo a las llamas!
¡No soporto dioses falsos en mi Presencia!
Esos incensarios que se apaguen.
No existe más que mi Fuego que puede y quiere.
Obedeced o Yo reduciré a cenizas ese ídolo y me iré sin salvarla.
Jesús está parado. Bellísimo, Majestuoso y a la vez Terrible.
Con su vestido de lino muy blanco;
de cuya espalda pende el manto azul-rey, que le llega hasta los pies.
Ha levantado su brazo derecho en señal de poder y autoridad.
Su ademán imperativo y su mirada fulgurante.
Su rostro irradia una majestad que aterroriza.
La gente siente miedo de Él.
Ya nadie habla…
Y todos quedan paralizados y mudos.
Todos lo miran aterrados…
Y ningún sonido brota ya de sus gargantas.
En el silencio denso que se sigue…
Se oye el grito cada vez más débil y estrujante;
Cada vez más apagado, cada vez más desgarrador…
De la mujer, que está sufriendo.
Se tardan en obedecer…
Y el rostro de Jesús se hace cada vez más tremendo.
Nadie resiste esa mirada azul-zafiro centelleante de sus ojos,
que es como un fuego que quema materia y espíritu…
El rostro de Jesús cada vez se hace más irresistible para los que lo miran…
Por instantes parece que lo rodeara el fuego de la zarza ardiente que Moísés atestiguara…
Pues el Fuego del Espíritu Santo. el que MUEVE el Poder de la Trinidad Sacrosanta…
y OBRA los prodigios deseados por la Voluntad Divina…
Es verdaderamente un fuego que quema las cosas y las entrañas de los corazones.
Y no obstante, los carbones están apagados y las brasas también se ven apagadas.
Las pátheras de cobre son las primeras que manifiestan lo que sucede, al cumplimiento de su Voluntad.
Los que las sujetan. tienen que soltarlas, porque no resisten su ardor.
La Voluntad divina en el Poder y la fuerza que emana de este Dios Airado…
Empiezan a doblarse como si fueran de plastilina…
Ante una fuerza invisible y poderosa, que los retuerce.
Luego son los que llevan el ídolo, quienes tienen que posar en el suelo las andas procesionales,
que llevaban apoyadas por las barras, sobre los hombros.
Porque la madera se está carbonizando, como lamida por una misteriosa llama.
En cuanto las depositan en el suelo, las angarillas del ídolo comienzan a arder.
Y todos miran espantados como todo se empieza a desintegrar en cenizas…
Como si un fuego invisible lo consumiera
Finalmente, el mismo ídolo de piedra arde y se carboniza…
¡Y estalla en mil pedazos!…
Consumido por aquella misteriosa e invisible llama;
con la fuerza que lo desintegra completamente…
La gente huye aterrorizada…
Jesús se vuelve a Farah:
– ¿Puedes creer realmente en mi poder?
– ¡Creo!.
Creo. Tú Eres Dios.
Eres el Dios Jesús.
Jesús corrige:
– No.
De Yeové de Israel que ha venido en Carne, Sangre, Alma, Divinidad;
a redimir al Mundo y a darte Fe en el Dios Verdadero;
Uno y Trino; que está en los Cielos Altísimos.
He venido para decirles a los hombres, que si creen en el Dios verdadero;
poseerán la vida eterna en el Cielo;
al lado del Altísimo.
Que es el Creador de todos los hombres, los animales, las plantas, los planetas.
Vengo a dar ayuda y Misericordia a los hombres;
para que dejen el error y vengan a la Verdad.
Que es el Único Dios de Moisés y de los Profetas.
Soy el Dios Encarnado para Salvación de los hombres…
Soy el Salvador…
Por Mí su redención, porque moriré por amor al mundo.
Moriré para la salvación eterna de los hombres.
¿Puedes creer?
-¡Creo, creo!
¡Creo!
Y creo que si has destruido a la diosa, sin que ella pudiera oponerse;
también creo que puedes protegerme de la venganza de los dioses falsos que adoré hasta hoy…
Jesús no entra ni siquiera a la casa.
Extiende sus brazos en dirección a donde se oían los lamentos,
y grita:
– ¡Sal a la luz, para que conozcan la Luz Divina!
¡Y por orden de la Luz que es Dios!
Es un mandato sin réplica.
Un momento después se oye un grito de triunfo, envuelto en un gemido de alegría.
Enseguida, un imperceptible sonido del recién nacido;
que poco a poco va aumentando en fuerza y en claridad.
Jesús dice:
– Tu hijo llora al saludar la tierra.
Ve a donde él y dile ahora y después también;,
que la tierra no es patria; sino el Cielo.
La tierra es solo el lugar de paso que nos señala el camino para llegar a Dios.
Edúcalo y tú también edúcate para el Cielo.
Esa es la Verdad que te habla.
Señala los restos de las pátheras de cobre, arrugadas como hojas secas…
inservibles ya, tiradas por el suelo…
Y a la ceniza, que marca el lugar donde estaban las angarillas con el ídolo….
Esos, Son la mentira del Padre de la Mentira,
que ni ayuda, ni salva.
Adiós.
Y trata de irse.
Pero una mujer corre hacia Él, llevando a un niño muy vivaz,
y dice:
– Es un varón, Farah.
Muy hermoso. Robusto.
Con ojos morados como de aceituna que está madurando…
Tiene rizos, más negros y delicados que los de un cabritillo sagrado, destinado al sacrificio.
Ha sido una cosa inesperada, cuando ella estaba ya en la agonía…
Y agrega admirada mirando a Jesús:
La dichosa mamá ya está descansando.
No sufre más y está como si nada hubiera pasado.
Cuando ya estaba a punto de morir…
Y después de aquellas palabras…
Todo se calmó y el niño nació…
Jesús sonríe.
El hombre le presenta al recién nacido y Él lo toca en la cabeza con la punta de los dedos.
La gente, menos los sacerdotes que se han ido furiosos por la defección de Farah…
Se acerca curiosa para ver al niño.
Y para ver a Jesús.
Farah quiere darle cosas y dinero por el milagro.
Pero Jesús dice dulce y con firmeza:
– Nada.
El milagro se paga solo con fidelidad para con Dios que lo concedió.
Me quedo tan solo con este macho cabrío, como recuerdo de la ciudad.
Y se va con el animal que trota a su lado, como si fuese su dueño.
Sin heridas.
Balando de alegría de estar con uno que no lo golpea…
Bajan así los rellanos del monte y llegan a la vía principal que conduce a Azoto…
Cuando la tarde llega, cerca del estanque sombreado…
Jesús ve que vienen sus discípulos y de ambas partes hay admiración.
Ellos se admiran de que el Maestro venga con un macho cabrío…
Y Él, los ve con las caras tristes de quién no ha logrado nada…
Pedro informa desconsolado:
– Una desgracia, Maestro.
No nos golpearon, pero nos arrojaron de la ciudad.
Tadeo:
– Hemos vagado por la campiña.
Judas:
– Y pagando muy caro, conseguimos algo de comida.
Jesús trata de confortarlos:
– No importa.
También de Hebrón nos arrojaron el año pasado y hace poco nos hicieron honores.
No debéis desalentaros.
Simón y Judas preguntan simultáneamente:
– ¿Y Tú Maestro?
– ¿Y ese animal?
Jesús contesta:
– Fui a Magdalgad.
Reduje a cenizas a un ídolo y los incensarios dedicados a él.
Hice que naciera un niño.
Prediqué al Dios Verdadero con milagros…
Y me regalaron este macho cabrío, destinado al culto idolátrico.
¡Pobre animal era todo una llaga!
Juan dice:
– Pero ahora está bien y es un bello ejemplar.
– Un animal sagrado destinado al ídolo.
Sano…sí.
El primer milagro que hice para convencerlos de que Soy Poderoso…
Y no su pedazo de leño.
– ¿Y qué vas a hacer con él?
– Se lo llevo a Margziam…
Será feliz.
– ¿Te lo vas a llevar a hasta Beter?
– Claro.
Lo daremos a las mujeres y se lo llevarán a Galilea.
Los apóstoles están extrañados, apesadumbrados y desilusionados…
Apesadumbrados por no haberlo presenciado.
Y desilusionados de su incapacidad…
Jesús por el contrario está muy contento.
Y logra persuadirlos de que…
– Nada es inútil.
Ni siquiera la derrota, porque sirve para que seáis humildes.
El hablar sirve para dar a conocer un Nombre: el Mío…
Y dejar un recuerdo en los corazones.
Y es tan convincente y radiante su alegría.
que también ellos terminan por serenarse…
153 PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA
153 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Una aurora clara adorna el lago y envuelve las colinas en una niebla ligera como velo de muselina,
tras la cual se ven más graciosos los olivos, nogales, las casas y las cimas de los pueblos ribereños.
Las barcas se deslizan serenas, silenciosas, en dirección a Cafarnaúm.
Pero en un momento dado, Pedro gira la caña del timón tan bruscamente, que la barca se ladea.
Andrés pregunta extrañado:
– ¿Qué haces?
Pedro explica:
– Allí hay una barca de uno de esos buitres.
Está saliendo de Cafarnaúm.
Tengo buenos ojos y desde ayer noche, olfato de perro rastrero.
No quiero que nos vean. Vuelvo al río. Iremos a pie.
La otra barca ha hecho la misma maniobra, pero Santiago que va al timón,
pregunta a Pedro:
– ¿Por qué haces esto?
Y le indica:
– Ya te lo diré.
Jesús, que está sentado en la popa, vuelve de su ensimismamiento ya casi a la altura del Jordán.
Y pregunta:
– Pero ¿Qué haces, Simón?
Pedro responde:
– Bajamos aquí.
Hay un chacal merodeando. No podemos ir a Cafarnaúm hoy.
Primero voy yo a ver el ambiente… yo con Simón y Natanael.
Tres personas dignas contra tres indignas… si es que no son más las indignas.
Jesús exclama:
– ¡No veas ahora asechanzas por todas partes!
¿No es la barca de Simón el fariseo?
– Sí, justamente ésa.
– No estaba cuando la captura de Juan.
– No sé nada.
– Siempre eres respetuoso conmigo.
– No sé nada.
– ¡Me haces aparecer como un cobarde que huye!
A pesar de que Jesús no tenga ganas de reír, debe por fuerza sonreír ante la santa testarudez de Pedro.
– Pero tendremos que ir a Cafarnaúm, ¡¿No?!
Si no es hoy, será en otro momento…
– Ya te he dicho que voy antes yo y veo cómo está el ambiente.
Y… si es necesario… Sí, lo haré también… Será un malísimo trago… pero lo haré por amor a Tí… Iré…
Iré donde el centurión a solicitar protección…
– ¡No, hombre, no hace falta!
La barca se detiene en la pequeña playa desierta que está en el lado opuesto a Betsaida.
Bajan todos.
Pedro indica:
– Venid vosotros dos.
Tú también, Felipe. Los jóvenes quedaos aquí. Tardaremos poco.
El neodiscípulo Elías suplica:
– Ven a mi casa, Maestro.
Para mí sería un motivo de gran alegría que te hospedases en ella…
Jesús decide:
– Voy a tu casa.
Y volviéndose hacia los tres que parten, dice:
– Simón, nos encontraremos en casa de Elías.
Adiós, Simón. Ve, pero sé bueno, prudente y misericordioso.
Ven, que quiero besarte y bendecirte.
Pedro no da seguridad de que será bueno, ni paciente ni misericordioso.
Se limita a guardar silencio.
Se besan recíprocamente.
Y se repite el mismo gesto de despedida de Jesús con el Zelote, Bartolomé y Felipe.
Y las dos comitivas se separan, tomando direcciones opuestas.
Jesús y los que se quedaron con Él, entran en Corozaín en pleno día, terminada ya la aurora.
No hay tallito que no brille con gemas de rocío.
Los pájaros cantan por todas partes.
El aire es puro, fresco: oloroso a leche, a campo y a humedad campestre.
Y también hay olor a cereales formándose dentro de las espigas, a almendros cargados de frutos…
Llegan pronto a casa de Elías.
Pero ya muchos en Corozaín saben que ha llegado el Maestro.
Y cuando Jesús está a punto de atravesar el umbral…
Una madre acude gritando:
– ¡Jesús, Hijo de David, piedad de mi hijita!
Lleva en brazos a una niña de unos diez años, cérea y flaquísima… (más que cérea, amarillenta).
Jesús pregunta:
– ¿Qué le pasa a tu hija?
– Tiene fiebres.
Se las ha cogido pastoreando por la ribera del Jordán.
Porque somos los pastores de un hombre rico.
Su padre me ha llamado para que acompañara a la niña, que estaba enferma. Él ha vuelto a los montes.
Pero como sabes, con esta enfermedad no se puede subir a lugares elevados.
Y no puedo quedarme aquí. El amo me lo ha permitido hasta ahora.
Pero yo estoy encargada de esquilar a las ovejas y de ayudar en los partos.
Llega el tiempo de nuestra labor, la de los pastores.
Si me quedo, nos despedirán o estaremos divididos; veré morir a mi hija, si subo al Hermón.
– ¿Tienes fe en que puedo hacerlo?
– Hablé con Daniel, pastor de Eliseo.
Me dijo: “Nuestro Niño cura todos los males. Ve al Mesías”.
Desde más allá de Merón vengo con ésta en brazos, buscándote a Tí.
Y habría seguido caminando hasta encontrarte…
– No camines más, sino para regresar a casa, al trabajo sereno.
Tu hija está curada porque Yo lo quiero. Ve en paz.
La mujer mira a su hija y a Jesús.
Quizás espera ver que instantáneamente la niña engorde de nuevo y recupere el color.
Ésta también mira al rostro de Jesús, con ojos como platos, aunque cansados, y sonríe.
No te estoy engañando. La fiebre ha desaparecido para siempre.
Según vayan pasando los días, la niña recuperará su lozanía. Déjala que camine, no se tambaleará ya, ni sentirá cansancio.
La madre deja en el suelo a la niña, la cual se mantiene muy derecha y sonríe cada vez más contenta.
Y acaba gorjeando con su voz argentina:
– ¡Bendice al Señor, mamá!
¡Siento que estoy perfectamente sana!
Y con sencillez de pastorcita y de niña se lanza al cuello de Jesús y lo besa.
La madre, reservada como la edad enseña, se prosterna y besa el vestido bendiciendo al Señor.
– Marchaos.
Recordad el beneficio que habéis recibido del Señor y sed buenas.
La paz esté con vosotras.
Mientras tanto la gente ya se ha agolpado en el huerto de la casa de Elías y reclama la palabra del Maestro.
Jesús cede, a pesar de que no tenga muchas ganas de hacerlo, entristecido como está por la captura del Bautista…
Y por el modo en que se ha producido.
De un vistazo elige el lugar que le serrvirá de púlpito…
Y empieza a hablar bajo la sombra de los árboles.
Mientras está todavía este hermoso tiempo de cereales que espigan, quisiera proponeros una parábola tomada de ellos.
Escuchad.
El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
Pero, mientras el hombre y sus siervos dormían, vino su enemigo y esparció semilla de cizaña en los surcos.
Y se fue.
Nadie al principio se dio cuenta de nada.
Llegó el invierno y con él las lluvias y escarchas.
Llegó el final de Tébet y brotó el trigo:
Un verde tierno de hojitas apenas despuntadas; parecían todas iguales en su inocente infancia.
Llegó Sabat y luego Adar y se formaron las plantas y luego granaron las espigas.
Entonces se vio que el verde no era todo de trigo, sino que también había cizaña.
Y bien enroscada a los tallitos del trigo con sus zarcillos finos y tenaces.
Los siervos del amo fueron a su casa…
Y dijeron:
– Señor, ¿Qué semilla has sembrado?
¿No era simiente selecta, sin semilla alguna que no fuera de trigo?
– Claro que lo era.
He elegido los granos, todos de igual formación:
Me hubiera dado cuenta, si hubiera habido otras semillas.
– ¿Y entonces, cómo es que ha nacido tanta cizaña entre tu trigo?
El patrono pensó…
Y respondió:
– Algún enemigo mío me ha hecho esto para perjudicarme.
Los siervos preguntaron entonces:
– ¿Quieres que recorramos los surcos…?
¿Y con paciencia, arranquemos la cizaña para liberar las espigas? Mándalo y lo haremos.
Pero el patrono respondió:
– No.
Al hacerlo, podríais extirpar también el trigo y casi seguro, dañar las espigas, que están aún tiernas.
Dejad que estén juntos ambos hasta la siega; entonces diré a los segadores: “Segad todo junto.
Antes de atar las gavillas, ahora que los zarcillos de la cizaña al secarse se han hecho frágiles…
Y por el contrario, las apretadas espigas están más fuertes y duras.
Separad del trigo la cizaña y haced con ella haces aparte.
Después los quemaréis: servirán de abono para el terreno.
Pero el buen trigo llevadlo a los graneros:
Servirá para hacer un pan tan excelente pan, que avergonzará a mi enemigo.
Ya que lo único que habrá ganado será resultar abyecto a los ojos de Dios por su odio.
Ahora reflexionad en vuestro interior, acerca de lo frecuente y numerosa que es la siembra del Enemigo en vuestros corazones.
Comprended pues, cuán necesario es vigilar con paciencia y constancia, para que poca cizaña se mezcle con el trigo seleccionado.
El destino de la cizaña es arder.
¿Queréis arder o llegar a ser ciudadanos del Reino?
Decís que queréis ser ciudadanos del Reino. Pues entonces sabedlo ser.
El buen Dios os da la Palabra. El Enemigo vigila para transformarla en nociva…
Porque harina de trigo, mezclada con harina de cizaña da pan amargo, nocivo para el vientre.
Si tenéis cizaña en vuestra alma, (maldad) sabed con vuestra buena voluntad separarla,
para arrojarla fuera y no ser indignos de Dios.
– Podéis iros, hijos.
La paz sea con vosotros.
La gente va despejando el lugar lentamente.
Al final, en el huerto solamente quedan los ocho apóstoles, Elías, el hermano y la madre de éste.
Y el anciano Isaac, que apacienta su alma mirando de hito en hito a su Salvador.
Jesús los llama:
– Venid aquí, en torno a Mí.
Y escuchad.
Os voy a explicar el sentido completo de esta parábola, que tiene otros dos aspectos además del que he dicho a la muchedumbre.
En el sentido universal, la parábola tiene esta aplicación:
La buena semilla son los hijos del Reino de Dios, sembrados por Dios en el mundo,
en espera de que alcancen su máximo desarrollo y sean cortados por la Guadaña.
Y los lleven al Dueño del mundo para que los almacene en sus graneros.
La cizaña son los hijos del Maligno, esparcidos a su vez por el campo de Dios…
Con la intención de causar dolor al Señor del mundo y de perjudicar a las espigas de Dios.
El Enemigo de Dios por un sortilegio, los ha sembrado a propósito…
¿Cómo se produce la posesión diabólica?
Porque verdaderamente el Diablo desnaturaliza al hombre…

El Pecado genera al ESPÍRITU INMUNDO y la MALDAD que lo acompaña… el espíritu inmundo ES POSESIÓN DIABÓLICA…
hasta hacer de éste una criatura suya.
Y siembra la cizaña para apartar de la recta vía, a los que no ha podido someter de otra manera.
La siega, o, más exa
ctamente, la formación de las gavillas y su transporte a los graneros, es el Fin del Mundo.
Y quienes la llevan a cabo son los ángeles:
A ellos les ha sido encargado reunir a las segadas criaturas…
Y separar el trigo de la cizaña.
Y de la misma forma que ésta es arrojada a las llamas en la parábola.
Así serán arrojados al Fuego Eterno los condenados, en el Ultimo Juicio.
El Hijo del hombre ordenará eliminar de su Reino a todos los que hayan cometido escándalos y a los inicuos.
Porque el Reino estará en la Tierra…
Y en el Cielo y entre los miembros del Reino de la tierra habrá mezclados, muchos hijos del Enemigo.
Los cuales, como dijeron también los Profetas:
Alcanzarán la PERFECCIÓN DEL ESCÁNDALO Y DE LA ABOMINACIÓN, en cada uno de los Ministerios de la Tierra…
Y atormentarán gravemente a los hijos del espíritu.
Del Reino de Dios, de los Cielos, ya habrán sido alejados los pervertidos, porque en el Cielo no cabe corrupción.
Así pues, los ángeles del Señor, batiendo la hoz por entre las hileras de la última cosecha, segarán y luego separarán el trigo de la cizaña.
Ésta será arrojada al horno ardiente, donde habrá llanto y rechinar de dientes.
Los justos – el trigo selecto – sin embargo, serán conducidos a la Jerusalén Eterna, donde brillarán como soles en el Reino del Padre mío y vuestro.
Esto en el sentido Universal.

“Oh Jesús Sacerdote, guarda a tus sacerdotes en el recinto de tu Corazón Sacratísimo, donde nadie pueda hacerles daño alguno; guarda puros sus labios, diariamente enrojecidos por tu Preciosísima Sangre. Entregamos en tus divinas manos a TODOS tus sacerdotes. Tú los conoces. Defiéndelos, Ayúdalos y SOSTENLOS, para que el Maligno no pueda tocarlos. Amén
Pero para vosotros hay otro sentido más, que responde a las preguntas que en distintas ocasiones,
especialmente desde ayer noche, os estáis haciendo.
Vosotros os preguntáis:
¿Pero entonces, entre la masa de los discípulos puede haber traidores?”
Y se estremece vuestro interior de horror y turbación.
Pues bien, puede haberlos…
Es más, los hay.
El Sembrador esparce la buena semilla.
En este caso más que “esparcir” se podría decir: “TOMA”
Porque el maestro, sea Yo o sea Juan el Bautista, había elegido a sus discípulos.
¿Cómo es que entonces, se han pervertido?
¡No, no! Digo mal llamando “semilla” a los discípulos, podríais entenderlo mal.
Mejor diré “campo”.
Cada discípulo es un campo, elegido por el maestro para constituir el área del Reino de Dios, los bienes de Dios.
A ellos dedica el maestro su esfuerzo para cultivarlos y que den todo el fruto.
Todos los cuidados, todos; con paciencia, amor, sabiduría, esfuerzo, constancia.
Ve también sus tendencias malas, sus sequedades y avideces, obcecaciones y debilidades.
Y espera, siempre espera, corroborando su esperanza con la oración y la penitencia, porque quiere llevarlos a la perfección.
Pero las parcelas de terreno están abiertas, no son un jardín cerrado, amurallado,
cuyo patrono sea sólo el maestro y en las cuales pueda entrar sólo él.
Puestas en el centro del mundo, en medio del mundo; todos se pueden acercar y entrar en ellas.
Todos y todo.
¡¿No es la cizaña la única mala semilla sembrada?!
La cizaña podría ser símbolo de la ligereza amarga del espíritu del mundo.
No, en estos campos nacen arrojadas por el Enemigo, todas las otras semillas:
Ortigas, esteba, cuscuta, convólvulos, cicuta y otras plantas venenosas.
¿Por qué? ¿Qué son?
Las ortigas son los espíritus punzantes, indomables, que hieren por exceso de veneno y causan mucho malestar.
La esteba son los parásitos, que agotan al maestro sin saber hacer cosa alguna que no sea arrastrarse y chupar…
Gozando del trabajo de éste y perjudicando a los que ponen su mejor voluntad,
que verdaderamente sacarían mayor provecho si el maestro no se viera turbado y distraído por las atenciones que exige la esteba.
Los convólvulos ociosos que no se levantan del suelo si no es aprovechándose de los demás.
Las cuscutas son tormento en el camino ya de por sí penoso del maestro.
Y tormento también para los discípulos fieles que le siguen.
Son como garfios, se hincan, desgarran, arañan, introducen desconfianza y sufrimiento.
Las plantas venenosas representan a los delincuentes entre los demás discípulos…
Aquellos que incluso traicionan o matan, como la cicuta y otras plantas tóxicas.
¿Habéis visto alguna vez qué bonitas son, con sus florecillas que se transforman en bolitas blancas, rojas, o de color cerúleo-violeta?
¿Quién puede pensar que esa corola estelar, cándida o apenas rosada, con su corazoncito de oro…?
¿Quién puede pensar que esos corales multicolores, tan semejantes a otros tantos pequeños frutos,
Delicia de pájaros y niños.
Pueden una vez maduros, ocasionar la muerte?
Y los inocentes caen en la trampa: creen que todos son buenos como ellos, los toman…
Y mueren.
¡Creen que todos son buenos como ellos!
¡Oh, qué verdad que sublima al maestro y condena a quien lo traiciona!
¿Cómo? ¿La bondad no desarma? ¿No hace inocua a la mala voluntad?
No, no la hace inocua porque el hombre que ha caído en manos del Enemigo, es insensible a todo lo superior.
Y cualquier cosa superior para él, cambia de aspecto:
La Bondad será entonces debilidad que puede ser lícitamente pisoteada.
Y agudiza su mala voluntad, como el olor de la sangre agudiza en una fiera el deseo de degollar.
También el maestro es siempre inocente…
Y deja que el traidor lo envenene.
Porque no quiere y no puede dejar pensar a los otros,
que un hombre pueda llegar a matar a un inocente.
En los campos del maestro (los discípulos) penetran los enemigos, que son muchos:

Los posesos con Posesión demoníaca Perfecta, aparte de hipócritas, son perfectamente sociales en su exterior… No tienen ninguna manifestación extraordinaria…Y lucen MUY NORMALES…
El primero, Satanás.
Los otros sus siervos o sea los hombres, las pasiones, el mundo y la carne.
El discípulo más vulnerable frente a aquéllos, es el que no está enteramente con su maestro.
Sino a caballo entre el maestro y el Mundo.
No sabe, no quiere separarse enteramente de lo que constituye Mundo, Carne, Pasiones y Demonio.
Para ser enteramente de aquel que a Dios lo lleva.
Sobre éste esparcen sus semillas el mundo y la carne, las pasiones y el demonio.
Oro, poder, mujer, orgullo, miedo a un juicio negativo del mundo, espíritu de utilitarismo:
“Los grandes son los más fuertes. Los sirvo para tener su amistad”…
¡Y uno se hace un delincuente, se condena, por estas míseras cosas!…
¡Por qué el maestro, viendo la imperfección de su discípulo – si bien no quiere rendirse ante el pensamiento de que será su asesino,
no le cercena inmediatamente de sus filas?
Esta es la pregunta que os hacéis.
La respuesta es:
“Porque hacerlo sería inútil”.
Haciéndolo no lo suprimiría como enemigo.
Antes al contrario, su enemistad se duplicaría y se haría más diligente.
Por la rabia de haber sido descubierto o el dolor de haber sido expulsado.
Dolor, sí, porque a veces el discípulo malo no se da cuenta de que lo es.
Tan sutil es la obra demoníaca que no la advierte…
(viene a ser poseído por el demonio sin sospechar que está siendo sometido a esta operación.
Rabia sí, rabia por haber sido conocido en lo que es.
Esto sucede cuando no es inconsciente de la operación de Satanás y sus adeptos:
Los hombres que tientan al débil en sus debilidades, para quitar del mundo al santo que ofende sus maldades
con el contraste de su bondad.
Y entonces el santo ora y se abandona en Dios:
“hágase lo que permites que se haga”, dice, añadiendo sólo la cláusula:
“si sirve para tu finalidad”
El santo sabe que ha de llegar la hora en que serán separadas de sus espigas las malas plantas de cizaña.
Dios mismo, que no permite más de cuanto es útil para la victoria de su Voluntad de amor.
Mateo dice:
– Pero si admites que siempre son Satanás y sus adeptos…
Me parece que disminuye la responsabilidad del discípulo.
– No lo creas.
Si el Mal existe, también existe el Bien.
Y en el hombre existe el discernimiento y con éste la libertad.
Judas observa:
– Dices que Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor.
Por tanto, este error incluso es útil, si lo permite.
Y sirve para que triunfe la Voluntad divina.
– Con lo cual arguyes como Mateo, que ello justifica el delito del discípulo.
Dios no permite más de cuanto es útil al triunfo de su voluntad de amor.
Si bien Dios permite que el hombre lleve a cabo lo que voluntariamente elige realizar y ello es para depurarlo y confirmarlo en gracia.
O juzgarlo merecedor de castigo, la culpabilidad del hombre no se ve disminuida por ningún motivo.
Porque, si bien es verdad que el hombre, bajo el impulso de Dios o el impulso de Satanás, puede hacer el bien o el mal.
No es menos cierto que sólo Dios debería ser seguido, en sus incitaciones de amor, por el hombre.
Que de El ha recibido todos aquellos dones naturales, morales y sobrenaturales,
capaces de hacer de él un hijo de Dios heredero dei. Cielo.
Dios había creado al león exento de saña y a la serpiente sin veneno.
Ahora el primero es feroz y la segunda venenosa.
Pero Dios por este motivo, los ha separado del hombre.
Medita en esto y aplica apropiadamente.
Vamos a la casa.
El sol ya es demasiado intenso, como si estuviera por venir una tormenta.
Y estáis cansados por la noche pasada sin dormir.
Elías dice:
– La habitación alta de la casa es amplia y fresca.
Podréis descansar.
Suben por la escalera exterior.
Pero sólo los apóstoles se echan sobre las esteras para descansar.
Jesús sale a la terraza, sombreada en un ángulo, bajo un altísimo roble.
N259 TESTIMONIO SACERDOTAL
Joel 3 – Biblia de Jerusalen
Juicio de Jehová sobre las naciones
1. «Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños y vuestros jóvenes verán visiones.
2. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
3. Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego, columnas de humo».
4. El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, ante la venida del Día de Yahveh, grande y terrible.
5. Y sucederá que todo el que invoque el nombre de Yahveh será salvo, porque = en el monte Sión = y en Jerusalén = habrá supervivencia =, como ha dicho Yahveh, y entre los supervivientes estarán los que llame Yahveh.El Sueño del Infierno
Después de los sueños que tuviera la semana pasada y que fueron mas o menos contados en estas páginas, no tenía dudas de que el ángel se me apareciera nuevamente, para llevarme al Infierno.
Los dos primeros paseos que el me dio, me alegraron bastante, sobre todo el del Cielo.
Pero habiendo recibido la promesa de llevarme al Infierno, no tuve más tranquilidad.
Porque yo debía visitar el lugar de los reprobados en la condenación eterna, para examinar de cerca los horrores sufridos por las almas condenadas, por causa de sus pecados cometidos en la Tierra.
Conociendo esto, hacia muchas noches que dormía sobresaltado.
Y pensaba:
“¿Mi Dios será que el sueño sucederá?”
Y rezaba, rezaba mucho, pidiéndole a Dios que me dispensara de ver el sufrimiento de las almas del Infierno.
Y algunos días pasaron.
Pero cuando fui esta noche, soñé al final…
Soñé que el mismo ángel, de fisonomía alegre y tan divina, que me había llevado al Cielo y antes al Purgatorio.
Se presentó delante de mí, con semblante cargado y austero.
Pregunté:
– ¿Por qué estas tan serio?
Me contestó:
– El Infierno es tan horrible que los mismos ángeles de Dios se transforman cuando tienen que ir a el, en el cumplimiento de alguna misión. Yo mismo no deseaba mostrárselo a nadie, pero esta es la tercera vez que tengo el encargo de hacerlo.Pensé para mí mismo:
“Pues ¡Si este ángel quien mora en el Cielo y lo puede todo, no desea ir al Infierno, cuánto mas yo!”
Y me recuerdo que en el sueño, me arrodillaba en el suelo y le decía al ángel que yo tampoco quería ir; pero si esa era la voluntad de Dios, estaba listo.
Le pedí que me ayudara a no estar impresionado con lo que tuviese que ver allá.
El me respondió que Dios quería que yo observara los horrores de la condenación eterna, por causa de mi misión de Sacerdote, a fin de que pudiese predicar mejor contra el pecado.
Y diciéndome estas palabras, me sujetó por la cintura y de repente nos encontramos en el espacio, volando por entre nubes pesadas y amenazadoras.
– ¡Tengo miedo! – exclamé.
Y me abracé con mi Protector, cuya fisonomía cada vez me abatía más.
Noté entonces que, al contrario de otras veces, íbamos descendiendo.
Y aquella sensación desagradable de que iba a suceder una gran caída, me asustaba en cada momento.
Pensaba de instante en instante, que algún obstáculo se presentara delante de nosotros y mi corazón estaba tan pequeño, como si fuera a dejar de bombear.Esto se acentuaba más cuando entramos en una nube espesa, oscura, aterradora.
Tenía la impresión horrible de que algo extraordinario estaba a punto de suceder y comencé a llorar.
El ángel me abrazó con cariño y me dice:
– No temas nada. Estas con mi asistencia y tengo poderes de Dios para protegerte.
Y queriendo distraerme un poco, añadió:
– ¡Mira para arriba!
Fue entonces que, por primera vez observé la Tierra distanciándose de nosotros.
Perdida en el espacio, girando vertiginosamente y en la proporción que descendíamos, ella se volvía cada vez menor.
Un viento caliente como si fuera de un horno comenzó a soplar.
Tenía los labios resecos, los ojos hinchados y las orejas prendidas en fuego.
Pensé: ¿Mi Dios, qué será de mí?
El ángel no hablaba. Estaba serio y preocupado, continuaba sujetándome por la cintura.
Aquel su brazo era el único alivio que experimentaba en aquellas circunstancias.
Y la certeza de que habría de protegerme, me daba aliento para continuar aquel misterioso viaje.
Pero en instantes escuché una voz que me parecía tan sobrecogedora, tan cavernosa, como si fuese de asombro:
– ¡Estamos llegando!
Era el ángel anunciando que estábamos próximos a la gran Puerta del Infierno.
Le pregunté:
– ¿Por qué tu voz suena tan diferente?
Él respondió:
– Es pura impresión. El Infierno es así, las cosas son siempre muy pavorosas…
Y aquella voz, antes tan suave y delicada, ahora parecía un sollozo del infinito.
¡Allí está la grande y amplia puerta del Infierno!
El ángel me apuntó para abajo, donde podía ver una enorme ráfaga de humo negra, dejando trasparecer por las rendijas de las puertas, un fuego aterrador que parecía consumir todo lo de adentro.
Pregunté:
– ¿Será que el fuego está destruyendo el Infierno?
El ángel respondió:
– ¡No! El Fuego del Infierno es eterno y no se acaba nunca. Ni tampoco consume las almas que moran allí. ¡Ellas son quemadas, mas no destruidas!
Nos aproximábamos cada vez más a la Puerta Grande.
Ahora disminuía la velocidad de nuestro descender y podíamos ver claramente por las pasaduras de la puerta, el fuego caliente y voraz de infelicidad eterna.
Llegamos.
El ángel dice:
– Aquí, todo es fácil. Entra sin ninguna complicación, acaba de hacer la señal. Además, no precisa, que ya están ahí en la sala de espera. Piensan que somos condenados.
Miré para un lado y me encontré con más de un centenar de demonios. Espectáculo horrible, que no quería describir.Eran como grandes hombres, con colas y cuernos, trayendo en las manos unos grandes rastrillos tan calientes como si fueran de hierro incandescente.
Cuando abrían la boca, dejaban salir llamas de fuego por entre los dientes y los ojos estaban abiertos de par en par, casi fuera de la órbita.
Sus brazos se extendieron y las manos parecían abordar la celebración de la terrible arma.
Agarré fuertemente a mi compañero, sintiendo la calentura de una de aquellas feas bocas abiertas junto a mi rostro, cuando una risa infernal, histérica como de un loco, se hizo oír por las quebradas del Infierno.
Parecía un trueno retumbando por la eternidad.
Pregunté asustadísimo:
– ¿Qué es eso?
El ángel respondió:
– Es la señal que ellos dan cuando llegan almas para su reino. Esta risa horrible es de satisfacción que ellos sienten en su triunfo pasajero en contra de Dios.
Cuando así me explicaba, el ángel puso su espada de oro y apuntó para los demonios aglomerados delante de nosotros, exclamando:
– Vine de parte de Dios, váyanse enseguida.
Al escuchar el nombre de Dios, los diablos se habían ido, con gran alboroto y relinchando de rebelión, dejando cada uno tras otro, un rastro de fuego, dando rugidos que agitan las puertas de la entrada infernal.
Entonces el ángel me dijo:
– Ahora estamos solos. Nadie nos molestará. Lee aquella inscripción.Obedeciendo la indicación de mi protector, levanté los ojos para lo alto de la Puerta del Infierno y leí estas palabras:
“¡Ustedes que entran aquí, dejen afuera todas sus esperanzas porque nunca mas saldrán de aquí!”
Esta leyenda está escrita en letras de fuego y solo pensar en el destino de los condenados al Fuego Eterno, me estremecí de horror.
El ángel me invitö:
– ¿Vamos a entrar?
Cuando miramos para la puerta, vimos que estaba completamente descascarada.
Adentro ya, un cuadro horrible se me presentó ante mis ojos.
Eran unas almas envueltas en grandes hogueras, cuyas llamas devoraban amenazadoramente las paredes tétricas de la cárcel de Infierno.
Me fui aproximando lentamente completamente asombrado, a aquellos infelices que proferían y rugían como fieras embravecidas.Delante de mi espanto me dice el ángel:
– Eso aquí no es nada. Estamos en el primer grado de condenación eterna.
Y marchando mas rápidamente exclamó:
– Ven conmigo.
Atravesamos un mar de fuego, donde los demonios histéricos daban risas de locos, abriendo aquellas enormes bocas cerca de mi cara, dejándome temblando de pavor.
Un aliento caliente salía de sus entrañas, viniendo a borbotones una fumarola fétida, congestiónando más todavía a los infelices.
El ángel me mostró un departamento de los que estaban todavía esperando el grado de condenación, que Lucifer el Jefe del Infierno les daría dentro de pocos días.
Ví en estas almas una fisonomía pavorosa de sufrimiento. Ímpetu de revuelta y una constante proliferación de improperios salían de sus bocas ardientes.
Allí se escuchaba llanto y más adelante, el desespero que oímos de rencor.Millares de demonios robustos, armados con rastrillos, empujaban a estas almas para el interior de un oscuro agujero, donde solo había llanto y rechinar de dientes.
Cerré los ojos para no presenciar más aquel doloroso espectáculo y fui amparado por mi amigo que se aproximó a mí.
Me confortó:
– Dios quiso que vieras estas escenas, pero nada sufrirás.
Exclamé:
– ¡Pero yo no soporto eso!
Y salimos los dos para un lugar mas calmado.
Y me dijo:
– Quiero mostrarte diversos castigos impuestos a las almas de acuerdo con la calidad de los pecados de cada criatura.
En este momento pasaron dos demonios terribles dando risas que parecían retumbos de fuertes truenos.
Pregunté:
– ¿De dónde vienen ellos?
– Vienen de la Tierra. Fueron a buscar un moribundo que acaba de morir. No quiso confesarse y murió en pecado.
Y apuntándome para la infeliz criatura dice:
– ¡Mira quien es él!
Cuando miré, me encontré con uno de mis amigos, que realmente estaba enfermo en la Tierra.
Cuando me vio, abrió los ojos, rechinó sus dientes y se contorsionó convulsivamente, revolcándose en el suelo caliente del Infierno, dejándome temblando de agonía y miedo.
Quedé impresionado con la muerte y la condenación de mi amigo.
Si yo estuviese en la Tierra, habría conseguido confesarlo.
¡Imposible! dice el ángel. – Rechazó la gracia de Dios y fue despreciado a sus propios destinos.
Llegamos finalmente, a un lugar descampado, donde el ángel me mostró varias especies de sufrimientos.
En nuestro pasaje, rostros contorcidos por la amargura de dolor parecían querer devorarnos con sus ojos.
Los brazos descarnados por el fuego se extendían hacia nuestra dirección.
Cómo pedir socorro que no podíamos dar.
Comencé a sentirme mal en aquel ambiente de sufrimiento y abracé al ángel, llorando convulsivamente.
– ¿Tienes miedo?
– Tengo, sí. Sobretodo pena por estas almas. Pienso en por qué fue que se condenaron. ¿De quién sería la culpa? ¿De ellas propias?
– ¡En tu pregunta, leo tu pensamiento…se lo que quieres decir!
– Si querido ángel. Pienso en la gran responsabilidad de los Sacerdotes. ¿Muchos se pierden por nuestra negligencia, no es verdad?
– Realmente, pues no.
– En el Cielo, no me quisiste mostrar el lugar de gloria de los padres. ¿Será que vas a mostrarme aquí su condenación?
– Fue una orden que recibí de Dios. Mostrarte el lugar donde están las almas de los padres que no se salvaron.
A medida que marchábamos, el espectáculo de horror iba creciendo.
Apocalipsis 21, 8: “… los impíos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre y allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos…”
El ángel me dice:
– Recuerda que este sufrimiento aquí es eterno.
En el Purgatorio todavía hay esperanza de salvación. Pero aquí, todo termina con la entrada del condenado a esta ciudad maldita.
Y volteándose rápidamente para mí, añadió:
– ¿Pero, sabes cuál es el mayor sufrimiento en el Infierno? Es la ausencia de Dios.
El saber que existe una felicidad suprema, un lugar de tranquilidad donde todos nuestros deseos son satisfechos.
Un lugar de gloria, donde no hay dolores ni lamentos, para el cual fueron todos creados, sin poder, nunca más, salir de aquí.
Y lo peor todavía es que las almas condenadas saben perfectamente que están aquí por libre y espontánea voluntad. ¡Dejar al Cielo por este sufrimiento eterno!
– Así pues, ¿La ausencia de Dios es todavía peor que eso?
– Y sí. Este sufrimiento es impuesto por el propio pecado. Recuerda, por lo tanto, que el hombre fue hecho para Dios, pues Dios es su último fin. ¡Y no tienen a Dios! Siempre tendrán ese eterno deseo, esa eterna insatisfacción.
Íbamos caminando.
El ángel me mostró una gran cantidad de espinas.
Me explicó:
– Son almas. Es una especie de sufrimiento. ¿Quieres ver?
Y aproximándonos a retorcidos cuernos en el suelo, uno de los capturados se partió el cuerno por el medio…
Dios mío, ¿Qué ví?
La sangre corriendo de aquel cuerno partido, gotereando en el piso, una sangre caliente, oscura, gruesa,
y luego un gemido lastimoso y profundo parecía salir de aquellos cuernos recubiertos de espinas, moviéndose, misteriosamente en el suelo. Este sufrimiento está reservado para las personas que en vida, pecaban humillando y despreciando al prójimo, dice el ángel.
Y continuó su presentación, al mismo tiempo que explicaba los respectivos sufrimientos.
– ¿Ves este mar de lodo?
– Lo veo, sí.
– Son almas transformadas en lodo… Aquí en el Infierno es así que el pecado de las bajezas, de las hipocresías, de las traiciones, es castigado.
Ví enseguida un enorme tanque, conteniendo una gran cantidad de plomo derretido.
El ángel exclamó:
– ¡Son las almas de los ambiciosos!
Más adelante, aquel depósito de oro gigante incandescente:
– Las almas de los ricos y avaros son castigadas aquí, siendo transformadas en oro derretido.
Ahora, vamos atravesando un río de sangre.
– ¡Son almas de los asesinos!
Hasta que llegamos a un lugar exquisito, donde el ángel paró, ¡Diciéndome que yo iba a ver lo que jamás pensaba ver!
Es un lugar de misterio dice el ángel.
– ¿Qué misterio?
– Un lugar misterioso, diferente a los otros, donde están las almas predilectas de Satanás…
– ¿Las almas predilectas de Satanás? ¿Quiénes son ellas?
– Predilectas de Satanás y de Dios también…
Yo estaba jadeante, con una respiración de desespero, sin saber de que se trataba.
En cuanto el ángel seguía su explicación.
– Estas almas son escogidas por Dios para un lugar destacado en el Cielo. Pero Satanás con envidia, las desea más que a otras y manda legiones de demonios por toda la Tierra, para buscarlas.
Ellos tienen orden de Lucifer de emplear todos los medios para que se pierdan.
– Pues, ¿Por qué no me dices quienes son esas almas?
– Porque las vas a ver dentro de poco.
Y apuntándome para unas nubes de fuego, me mostró algunos demonios que viven en agonías horribles, acompañados por las vociferaciones proferidas de una alma que no podía saber quien era.
Pregunté:
– ¿Qué alma es esta?
¡Pobre alma! Exclamó el ángel.
– Alma querida de Dios, hecha por Dios para salvar al mundo, para dar santos al mundo… Y ahora, aquí se quedará eternamente sin poder gozar de la gran recompensa que Dios le había reservado.
– Querido ángel dime, ¿De quién se trata?
– Su lugar estará vacío por siempre en el Cielo. Jamás será ocupado por otra alma.
Y los demonios pasaron por nosotros, dejándonos envueltos en una nube de fuego que los cercaba con su preciosa presa.
– Ahora vas a saber de quién es esta alma. Ellos van a abrir la cárcel de esta infeliz criatura. ¡Ella estará junto a otras compañeras de eterno infortunio! ¿Ves? Están abriendo la puerta.
Mis ojos estaban pegados a la gran puerta, delante de nosotros.
Mi corazón pulsaba tan fuerte, que no podía permanecer de pie. Mis piernas temblaban, estaba lleno de gran pánico hasta que sentí desvanecer mis fuerzas.
Le aseguré al ángel diciendo:
– Me voy a desmayar… ¡No! – dice el ángel.
– ¡El poder de Dios te dará la fuerza porque todavía veras otra cosa peor!
Y caído en el piso caliente del Infierno, a los pies de mi protector, fui siguiendo los movimientos de los demonios, abriendo aquella cárcel de misterio.
Un estruendo horroroso sacudió toda aquella sala inmensa, hasta el final de sus puertas descascaradas.
En este momento, levantándome por el brazo, me dice el ángel:
– ¡Mira las almas que están adentro!
¡Las miré! ¡Mi Dios, que aflicción! ¡Qué dolor tan profundo tenía todo mi ser. ¡No puedo creer lo que veo!
Y mirando fijamente aquellos animales horribles, aquellas bestias horrorosas, en contorciones y espasmos horripilantes, exclamó el ángel:
– ¡Ahí están ellas! Son las almas de todas las madres que se condenaron.Las almas predilectas de Dios, las almas queridas de Dios, aquellas por quienes Dios tenía más predilección.
Ellas, las almas de las infelices madres que no supieron ser madres, que despreciaron el gran privilegio de la maternidad…
Que descuidaron a sus hijos, dejando que muchos se perdieran por causa de su negligencia.
Yo miraba, atónito, aquel espectáculo tenebroso, en el que asquerosos demonios, amenazadores como perros furiosos;
se arrojaban sobre aquellas almas transformadas en insectos, como para querer devorarlas, espetando las puntas de sus rastrillos incandescentes.
¡Pobres madres! Pensé. Es así que ellas, las descuidadas, son condenadas por el Descuido en que vivieron.Las madres, las que fueron elevadas a la misma dignidad de Nuestra Señora, más no quisieron escuchar la Voz de Dios que las llamó para desempeñar tan alta misión.
Mientras yo estaba tan absorto en mis pensamientos, ví a otro grupo de demonios que arrastraban otra madre que entró en la condenación eterna.
Fue entonces que levantando los ojos pude leer en el techo de esa horrible prisión, las siguientes palabras, como un macabro homenaje a las madres que estaban allí:
“¡Estas son nuestras colaboradoras, en la gran obra de Perdición del Mundo!”
Viéndome leer esta inscripción, interrumpió el ángel:
– Sí, porque si todas las madres fuesen santas, piadosas y educaran cristianamente a sus hijos, el mundo no sería tan malo.
No habría juventud pervertida, ni la juventud de hoy en día se vería amenazada constante a la subversión del orden.
Le pregunté:
– ¿Esto significa que la santidad del mundo se debe, exclusivamente, a las madres?
– Exclusivamente, no.- respondió el ángel.
Y haciendo hincapié en las palabras, añadió:
– Casi exclusivamente. Digo esto porque hay otra clase de personas a las que Dios confió la salvación de las almas y la santidad de la vida.
Le pregunté:
– ¿Los sacerdotes?
– Sí, Dios les confió la salvación del Mundo a las madres y a los sacerdotes.
– Por lo tanto, le reservó los mejores lugares en el Cielo, así como Lucifer les reserva el mayor sufrimiento en el Infierno.
Y entonces hace una pregunta que constituye un verdadero reto para mí:
– ¿Quieres ver dónde están las almas de los sacerdotes que no se salvan? ¿Tienes valor?
En ese momento, estaba mudo del terror. Me embargó una extraña angustia y sentí una fuerte sensación de que iba a caer en un Abismo.
Y exclamé:
– ¡Si esta es la voluntad de Dios, deseo ver a mis hermanos en el sacerdocio!
El ángel replicó:
– ¡Por lo tanto, debemos salir de aquí. Las madres y los padres están en el mismo pie de igualdad de sufrimiento en la condenación eterna. ¡Ves que la puerta que se está abriendo!
Entonces oí el crujido de las bisagras que giraban en sí mismas, mientras que dos bandas de las puertas se abrían para el paso a otro sacerdote que estaba llegando al Infierno.
Un cuadro impresionante que ví en este sueño, lo daría todo para terminar lo antes posible.
A través de muchos cuerpos sin cabeza, sin piernas, sólo el tronco; pasando de unos invisibles brazos extendidos, por algo que no estaba allí.
¡Es el deseo de Dios! – dijo el ángel.
Y agregó:
– No tienen piernas, porque ellas le fueron dadas para que caminasen por el mundo, en la faena gloriosa de la predicación del Evangelio a todos los pueblos.
Como utilizaron su caminar al servicio del Mal, aquí tienen que moverse sin piernas.
Y no tienen cabeza, porque Dios les dio ojos, oídos, boca, nariz, cerebro y el pensamiento para ser aplicados en la conquista de las almas al servicio de la regeneración del Mundo y la restauración del Reino de Cristo.
A través de la palabra y de pensamiento, los sacerdotes deberían santificar a toda la Humanidad.
Como no hicieron la voluntad de Dios, a pesar de ser llamados por Él a la noble misión, en el Infierno son castigados por separado:Los cuerpos de un lado, como acabamos de ver y la cabeza de otro, las piernas juntas. Cosa monstruosa. ¿Quieres ver?
Y el ángel me llevó a un lugar oscuro donde el humo tenía un aborrecido olor de carne humana quemada.
Estábamos caminando. De repente, se reunieron horribles monstruos.
Eran cabezas en las que se veían ojos brotados y bocas desmedidamente abiertas, queriendo pronunciar palabras que no salían.
Inmediatamente, en relación con estas cabezas, dos piernas que se movían, sin abandonar el lugar.
Y los demonios que se divertían con la posición de aquellos monstruos lisiados envueltos en llamaradas de fuego que devora, quema.
Mientras que grujidos de animales amordazados se escuchaban en aquella sala fétida y congestionada.
Era el lugar más caliente que encontramos en el Infierno.
El ángel dice:
– Y pensar que estas almas son hermanas en Cristo, son otros Cristos.
Y pensar que en el Cielo,
LAS ALMAS DE LOS SACERDOTES SON MÁS VENERADAS
QUE A LA VIRGEN, LA MADRE DE DIOSY pensar que en el Cielo, los sacerdotes de Dios, viven juntos, disfrutando de su propia gloria,
Porque a ellos se les encomendó la continuación de la Gran Obra de Redención de la Humanidad.
¡Aquí están ellos, los Sacerdotes que se condenaron…!
De repente, un monstruoso demonio cerca de mí, tocó una trompeta.
El Ángel observó:
– Vamos a ver qué va a decir Lucifer. Debe ser una orden la que va a dar.
Escuché el sonido estridente de la trompeta, que resuena en todo el Infierno y miles de demonios allí se presentaron, en unos instantes,
Y como predijo mi protector, oímos que el Diablo Jefe de aquel bando, dar las siguientes instrucciones:
“Hay un niño de doce años, que será santo, si continúa en el camino que va. Y sus oraciones serán catastróficas para nosotros. Tenemos que usar la potencia máxima que impulsa todos los demonios de las Huestes Infernales que hay en la Tierra.
No podemos permitir más este tipo de victoria… (Y aunque aquel demonio no pronunció el nombre de Dios, pero todos entendieron. Y con un rugido aterrador que rodó por el espacio sin fin del Infierno).
Satanás agregó:
– ¡Tenemos que conquistar el alma para nosotros, para nuestro Fuego! (Esta vez, se oyó una risa frenética, lo que refleja la satisfacción infernal de aquellos demonios).
Satanás continuó:
– Nuestro trabajo, será hacer que aquel niño compre muchas revistas maliciosas, SE AFICIONE A LOS VIDEO JUEGOS, vaya a todas las películas en los cines, se interese en todas las novelas de televisión, en todos los programas de tv, haga amistades con elementos que ya son de nosotros.
Debe desobedecer a menudo a su madre, huyendo de la casa y camine por las calles de su localidad, aprendiendo lo que todavía no conoce.
Tenemos que hacer también un servicio junto a su madre que es muy piadosa. Ella deberá asistir a las fiestas a fin de dejar al niño más a su voluntad.
Debemos emplear todos los medios para asegurar que este chico se pierda, porque está escrito que va a morir pronto a causa de una operación que se va a someter, dentro de unos días. (Nueva risa histérica se oyó en todo el Infierno.)
Ese chico deberá perderse dice el diablo, ésta será nuestra más importante conquista.
Ordeno, en el nombre de Lucifer, que salgan todos ustedes (y eran miles los que estaban allí) a la Tierra inmediatamente.
Cuando exista en la calle, un niño de nuestro rebaño, procuren hacerlo amigo del que queremos para nosotros, utilizando para ello todos los medios.
Busquen cual es la mejor manera de comenzar desde su casa, hagan que alguien le de con una pelota, para que se una a los niños de su calle que ya son nuestros, para jugar al fútbol, donde aprenden todo tipo de malas palabras e inmoralidades.
Ahí es que tienen que quedarse ustedes, en medio de esos niños de la calle, sueltos, sin madres; esto es, cuyas madres también son nuestras, para que se pierda esta presa de nuestro enemigo común… (¡Nueva explosión, con chispas y truenos!).
En este punto, me desperté, gracias a Dios.
Me senté en la cama rápidamente. Era el amanecer y el sol estaba saliendo.
Estaba atontado de la agonía, aterrado con el sueño, una verdadera pesadilla. Me arrodillé y recé.
Oré mucho a Dios, una oración que yo solamente se rezar, pidiéndole sobre todo que me librara de estas pesadillas.
Después, la proporción se iba calmando, recordé que debería pedir una Misa y debería ser de esto mismo por la intención de aquel niño, que yo no sabía quien era, pero que Dios bien lo sabía.
Celebraría Misa por aquella criatura y por su madre pidiendo a Dios que les diera las fuerzas para no sucumbir en las tentaciones de los millares de demonios que habían salido del Infierno para tentarlos aquí en la Tierra.
Y fui a celebrar mi Misa.
Cuando llegué a la sacristía, una señora, muy amiga mía, se aproximó y me dice:
– Padre, hoy es el cumpleaños de mi hijo Roberto, su alumno. Vine a preguntarle si sería posible celebrar esa Misa por él. Está necesitando muchas oraciones. Últimamente, está desobedeciendo varias veces.
Ha hecho amistades en la calle, con las que no estoy satisfecha. Inventó un fútbol en la esquina, juntándose a una media docena de chicos y he notado muchos cambios en él en éstos últimos días.
La semana pasada, comenzó a sentir unos dolores en la pierna derecha. Lo llevé al médico que descubrió una hernia ya avanzada, tienen que operarlo.
Hoy es su cumpleaños. ¡Ay padre! ¿Podría celebrar la Misa por esa intención?
Yo meditativo, vago, impresionado, abrí los labios y balbucee:
– Pues no…mi señora…voy a celebrar por él…
Y viendo mi confusión, mis palabras entrecortadas, preguntó la señora:
– Padre, ¿Está enfermo?
A lo que respondí:
– Estoy, mi señora. Estoy enfermo…Pero quede tranquila, que haré la Misa por su hijo, por mi alumno Roberto, y él volverá a ser el que siempre fue: un hijo piadoso, obediente, ¡Santo!
F79 LA FE VERDADERA Y SOBRENATURAL
Dios reconoce a sus siervos en aquellos que creen en Él y obedecen su Voluntad.
Los herederos le fueron prometidos a Abraham por su Fe. Y la herencia nos será dada por nuestra Fe.
Tener la Ley y no cumplirla porque NO se tiene Fe, ocasiona la pérdida del Reino Celestial.
¿Y cómo cumplir la Ley, si NO se cree en las verdades reveladas por Dios?
Cuando Premio y Castigo. Eternidad, Infierno, Paraíso, Resurrección de la Carne y Juicio Divino,
SON DESPRECIADOS COMO CUENTOS. Cuándo la DUDA sobre la existencia de Dios hace olvidar la Ley ¿De qué ayuda sirve conocer el Códice de la Vida?
¿Cuál escudo contra los fomes y las tentaciones queda…?
¿Si NO teniendo la Fe, ya nadie se cuida por vivir la Doctrina?
La Fe de Abraham, fue la Fe Perfecta.
El que tiene Fe no puede perecer. El que tiene Fe, tiene en sí el medio que le impide ofender irreparablemente al Padre.El que tiene Fe, cree en Jesús como Dios y le cree a Jesús, obedeciendo su Palabra.
El que tiene Fe cree en el Amor que ama y cree que tiene a Dios en sí.
El que tiene a Dios, está vivo espiritualmente y NO puede conocer la Muerte Eterna.
El que tiene Fe, conquista el Reino de Dios para su interior en la jornada terrena.
Y Dios es su Rey, su amigo, su Maestro, su Tesoro, Luz, Camino, Verdad, Vida.
Y en la otra Vida, eterna y beatífica posesión.
Quien cree, invoca al Señor y se salva.
Aprende a amar y a vivir en Dios, sirviéndole a la manera de que Él desea ser servido.
Y Él premia y espera a los que de modos diversos y con variedad de misiones; habiendo recibido de Él, los dones necesarios para realizarlas, las llevan a cabo con amor y con alegría.
¿CÓMO SE VIVE LA FE?
Las almas que están alejadas de Dios, están heridas. Lloran, sufren y arrastran fardos muy pesados; porque la tiranía de Satanás es muy feroz y muy cruel.
Y la Fe es como un bálsamo que medica a los intoxicados por el dolor.
Como pan que cae en un barril de miel que lo penetra de su dulzura, es el alma que cree firmemente en Él.
Aunque esté rodeada por el sufrimiento que entraña la lucha que debe sostener en su vida terrena.
NO BASTA CON CREER EN LA EXISTENCIA DE DIOS.
“Los demonios también creen y sin embargo tiemblan.”
Hay que amar y obedecer su Doctrina.
FE Y ESPERANZA.
El hombre fue creado para amar y adorar a Dios.
El cuerpo humano, es un magnífico Templo Vivo que contiene un altar y sobre el altar debe estar Dios.
Pero Dios NO está donde hay corrupción.
Por esto el cuerpo del impuro tiene el altar consagrado pero sin Dios, porque en el corazón hay un ídolo: el Placer.
A TRAVES DE LA IMPUREZA ENTRA LA INCREDULIDAD.
El que vive entregado a los placeres ha destruido la Fe y por eso es imposible para él, aceptar las verdades reveladas en el Evangelio.
Con la lujuria del cuerpo, se destruye la Fe que Dios ha donado al alma al crearla. Y por eso el impuro solo cree en lo que puede aceptar y desmenuzar.
El Placer, es su dios. El materialismo, su vida. La muerte, su terror.
La lujuria fortalece la incredulidad. Ofusca la Fe, quita la Esperanza y destruye la Caridad.
El impuro NO conoce el amor verdadero y NO sabe amar. La lujuria nace del corazón y esclaviza al cuerpo.
El alma que NO es pura, no puede creer. NO puede conocer a Dios y mucho menos amarlo.
Porque para conocer a Dios verdaderamente, es preciso santificar el cuerpo que lo recibe.
Para purificar el altar que es el corazón, es preciso subir los escalones de las virtudes y hacer el sacrificio de la carnalidad.
Y desangrar las venas de la lujuria, hasta colocar la ofrenda: el alma.
Que víctima por el amor, se ofrece a Dios como un sacrificio vivo y santo.
Y que amando a Dios sobre todas las cosas, es capaz de decir:
‘Crucifícame Señor porque te amo y quiero agradecerte que dieras tu vida por mí, ofreciéndote la mía.’
La Fe siempre está unida a la Esperanza.
La rebeldía contra Dios: el Pecado, mata la Esperanza.
Y los que la pierden se burlan de las verdades eternas. No tienen Fe y menos Caridad.
Es una gran desgracia no creer y no seguir a Dios.
Se pierde la brújula de la vida y el hombre se vuelve ciego, con una ceguera peor que la física.
Y es entonces que se hacen presas fáciles de la desesperación.La virtud de la Esperanza consiste en suspirar constantemente por la posesión del Amado.
Trabajando por la Gloria de Dios y tratando de alcanzarlo siguiendo el Camino de la Cruz.
La esperanza ha sido puesta como puente que une la Fe y la Caridad, porque sin esperanza NO puede existir la Fe y sin esperanza, muere la Caridad.
Fe presupone Esperanza segura.
¿Cómo puede creer de llegar a Dios, si no se espera en su Bondad?
¿Cómo sostenerse en la vida, si no se espera en la eternidad?¿Cómo poder persistir en la Justicia, si no nos anima la esperanza de que a cada acción buena nuestra la vea Dios y que por ella nos premie?
El hombre tiene necesidad de esperar para poder amar.
Los desesperados dejan de amar.
El hombre espera, para poder creer y cree para amar.
La Esperanza hace dulce la vejez y le quita el terror a la muerte.La esperanza de ver a Dios hace soportable la vida.
El Mundo NO cree en Dios y por eso NO tiene Esperanza.
Está sumergido en la ‘Auto idolatría’.
El Mundo NO cree que Dios sea Padre Omnipotente y Amoroso.
El Mundo NO sabe tener humildad para volverse hacia Él, en busca de ayuda; mientras padece atormentado en manos de su Feroz Enemigo.
Si el Mundo supiese lo doloroso que es para Dios, no poder ayudarlos y hacerlos siempre felices, porque la falta de Fe abre un abismo entre Dios y el hombre.
EL PECADO ES UNA BARRERA INFRANQUEABLE…
PARA QUE LAS ORACIONES PUEDAN SER ESCUCHADAS Y RESPONDIDAS.
Han matado el amor. Donde impera el egoísmo, NO hay amor.
LA FE Y EL ABANDONO.
Lo único necesario para entender todo, es Dios. Todo lo que Él quiera darnos es un don al que NO tenemos derecho.
La experiencia más maravillosa para un alma, es llegar a ser un confidente de Dios y para llegar a vivirlo, es necesario el Abandono Total y con una Fe Absoluta.
Es la intimidad de los hijos con su Padre. Total y ciegamente abandonados al Padre que obra como Él quiera.
Y los hijos que se dejan conducir sin intentar saber siquiera hacia donde su Padre los conduce…
Porque se está plenamente seguro en su Infinita Bondad y en que Él solamente quiere nuestro bien.El que vigila en aumentar la Fe se convierte en un vencedor y aprende a amar a Dios.
Las pruebas de la vida hacen brillar el oro de nuestra fe.
El alma sabe que Dios le ama y conoce su Poder.
Dios conoce perfectamente al alma que creó y nunca permite pruebas que NO puedan soportar.
Cuanto más se ama, más se obtiene.
Amar es saber esperar y creer, sobre toda medida y sobre toda realidad por más contraria e imposible que parezca, respecto a la promesa recibida.
Los motivos de Dios, parecen a veces crueles y dolorosos…Pero Daniel nunca hubiese dejado testimonio del Poder de Dios, si Dios NO hubiese permitido que fuese arrojado al foso de los leones.
La Fe Perfecta es la que cree contra toda esperanza y la Fe se encuentra más fácilmente en el dolor, que en la alegría.
Es fácil creer y ser buenos, cuando la vida tiene una fluida placidez.
Pero hay que saber perseverar en las pruebas.El alma que ama, siempre acepta la Voluntad de Dios en su vida.
Su Fe aumenta aunque las circunstancias parezcan decirle que Dios la ha abandonado…
Y ella sigue amando a pesar de todo.
En el abandono de Dios, el alma enloquece de desesperación, para salvar a otros de sus desesperaciones.Y es en esos momentos cuando la Fe verdaderamente es el único soporte para resistir.
Hay que prenderse del Cielo, por más que parezca lejano.
Con las tres divinas virtudes, todo es más fácil, aún en las desventuras.
Porque el yugo de Dios es un yugo ligero que oprime solo la carne, pero deja libre el espíritu.
Cuando el alma aprende a conocer al Adversario y al mismo tiempo avanza en el conocimiento de Dios, todas las cosas se vuelven muy claras.
Y muy clara es también la pavorosa guerra espiritual en la que estamos envueltos todos.
A Jesús también lo tacharon de Loco.
Herodes lo vistió como un loco y lo paseó por las calles de Jerusalén, con el vestido blanco que era el símbolo de la locura.
Pero la perfidia de Satanás NO se detiene en que los demás nos señalen como desquiciados perdidos.
El tormento más doloroso es cuando se lanza con toda su artillería, para hacernos dudar de nosotros mismos…
Y el alma recibe un tremendo y encarnizado bombardeo de dudas que NO dan tregua.
Como todos los demás ardides le han fallado, porque el alma resiste todos sus ataques desde el exterior.
Y como no puede atraparnos de otra manera, empieza a insinuar que están equivocadas en la misión en que están trabajando y que no es más que un ‘yo’ desquiciado, el que pretende creerse un predilecto de Dios:
‘¿Cómo crees que Dios habría podido fijarse en ti?…’ Por favor. Eres estúpido ¿O qué?…
Y se lanza a fondo con lo que considera nuestras debilidades, tratando de desalentar para seguir adelante.¡Este es el momento de invocar a la Madre Santísima!
María siempre acude en nuestra defensa y Satanás huye de su Presencia, porque no la soporta…
La Vencedora es nuestra Madre y su protección es invaluable en los momentos del combate.
La alegría y la paz que comunica Jesús a nuestra alma, hacen que se disipe la tormenta y la Fe aumenta después de la tremenda sacudida.
No hay que olvidar que la DUDA es el primer paso para la desesperación.Y la Fe verdadera es la única salvación y la defensa para los dardos encendidos de Satanás que busca abatir con la Duda.
El que cree con todo, contempla la gloria de Dios.
Hay que pedir que nuestra fe humana, sea fortalecida con LA FE SOBRENATURAL.LA FE Y EL PODER.
El milagro es la prueba de la Presencia de Dios.
La santidad y los prodigios por el amor de Dios se unen para convencer a los hombres, de las verdades sobrenaturales contenidas en el Evangelio.
“En verdad os digo:
EL QUE CREA EN MÍ, HARÁ LAS MISMAS OBRAS QUE YO HAGO.Y HARÁ MAYORES AÚN, PORQUE YO VOY AL PADRE.”
Dios, para apoyar las enseñanzas del Evangelio, realiza los prodigios y los milagros.
Dios concede este don del Espíritu Santo a quién Él quiere y solo la Justicia lo conserva con una vida santa.
Los milagros acompañan la predicación de la Palabra y su única finalidad es conquistar el alma para Dios.
Porque el milagro nació de la Bondad de Dios, que quiere sanar al hombre de manera integral.
El milagro es siempre prueba de la Presencia de Dios y NO puede realizarse donde hay Pecado y NO hay voluntad de arrepentimiento.
Los milagros son señales para los incrédulos y NO para que los santos se procuren comodidades.
De Dios viene el poder que hace los milagros y convierte al evangelizador en portador de la Bondad de Dios entre los hombres.
Las almas se acercan buscando la salud del cuerpo. La Palabra que evangeliza, concede la salud completa.
La salud del cuerpo debe ser la preparación, para la búsqueda de la salud del espíritu.
La verdadera Fe no pide milagros para creer. LA FE VERDADERA CREE, PARA OBTENER MILAGROS. Dios Está con quién lo ama. Jesús no fue exterminado porque se sujetó a la muerte.
Él es todavía más poderoso y para siempre, desde que Resucitó.
Nuestra santidad amará su Doctrina y debemos ser celosos de nuestra perfección y NO del don que Él nos ha trasmitido
Dios NO obra milagros donde hay Incredulidad y Odio.El exceso de carnalidad impide los milagros.
El que NO tiene la Fe que espera contra toda esperanza, NO obtiene milagros.
Porque es la falta de FE ACTIVA, lo que anula los milagros. Todo es posible para Dios.
Él lo único que exige al hombre para actuar, es Fe.
El hombre OBSTRUYE el Poder de Dios, con su Desconfianza.
El Espíritu Santo da una Fe intrépida, capaz de realizar las señales necesarias que convierten en testigos a los verdaderos cristianos…
Y los milagros suceden dentro de las pruebas más dolorosas. Jesús era amigo de Lázaro. En lugar de sanarlo, permitió que muriera…
Y así el Evangelio nos regala el más portentoso de los milagros de Jesús.
Las hermanas de Lázaro, esperaron contra toda esperanza y vieron a su hermano resucitado después de cuatro días en el sepulcro.
Ante semejante milagro, los humildes se arrodillaron y Adoraron a Dios en Jesús.
Los soberbios aumentaron su Odio y decidieron su Muerte.NO quisieron arrodillarse y por eso lo crucificaron.
El Milagro de la resurrección de Lázaro, debió convencer al Mundo de que Jesús es Dios.
Y en lugar de Adorarlo, lo mataron.
El Milagro de la Resurrección de Jesús y el de la Eucaristía, debieron convencer al Mundo de las verdades contenidas en el Evangelio:
Y el Mundo sigue obstinado en NO aceptarlo.
LA FE DEL ALMA HUMILDE,
ES LA FUENTE DE PODER.
Cuando Jesús resucitó a Lázaro, invocó la ayuda del Padre Celestial, para enseñarnos como la Oración es indispensable para obtenerlos de manera infalible.
Él agradeció el haber sido escuchado y dio la fórmula de los milagros: Humildad en la petición + Fe segura que actúa ante un público hostil y expectante + Agradecimiento rápido y anticipado, prueba firme de la Fe segura…
Lázaro recibió la Efusión vital de Dios.
Y la Vida retorna.La potencia del milagro emanaba de Jesús continuamente.
Él vino a traer a Dios a la Tierra, para llevar a los hombres a Dios y para abrir los diques del Amor que se habían cerrado desde el Pecado.
Y el amor se ha expandido desde entonces, desde el pequeño mundo de Palestina, para envolver toda la Tierra y toda la Humanidad.
Para el que sabe amar de manera absoluta y perfecta…
¿Cómo habrá amado Jesús a la tierra de Nazareth, de donde salió para Evangelizar al Mundo? Y sin embargo fue la tierra más hostil y cerrada para sus ríos de Amor y Omnipotencia.
¿Cómo hubiera consolado sus miserias espirituales y físicas y cuanta Luz hubiera dado a los corazones si NO se hubieran opuesto la Incredulidad y el Odio?…
Nazareth fue el ejemplo de cómo estos dos obstáculos, impiden que la Gracia de Dios se derrame.La Incredulidad y el Odio rechazaron a la Divinidad, porque voluntariamente querían ser hombres sin Dios.
Los Fariseos negaron a Cristo como Mesías y mataron al Verbo de Dios.
¿Cómo es posible matar a Cristo en la actualidad?
Realizando el Deicidio voluntario…
En cada corazón que se niega a Reconocerlo, a arrepentirse, a convertirse…
Y DESPRECIANDO el Precio Infinito que Él pagó por todas y cada una de las almas, rehusándose a aceptarlo como Salvador
Y decidiendo Odiarlo, en lugar de amarlo y amar su Doctrina.El noventa y nueve por ciento de los hombres vive como los fariseos de aquel tiempo y actúan con los mismos sistemas: Niegan que niegan a Dios.
Intereses, soberbia, dureza de corazón, lujuria, avaricia, gula.
Todos los egoísmos son la base de su vida y el código de sus acciones, mientras se golpean el pecho con fervientes apariencias de piedad.
Considerándose ‘buenas personas’, mucho mejores que las demás.
Piden señales y aunque resucitara un muerto, NO lo aceptarían.
Niegan a Dios, negando que lo nieguen.
Sofocan la Fe con el Racionalismo y la matan bajo las piedras de su ciencia.
El Mundo es enemigo del alma porque Satanás lo usa como una de sus principales armas para alejar al hombre de Dios, sumergiéndolo en la vorágine de sus seducciones.
Al Mundo se le vence con la Fe.
La Fe que certifica que Jesucristo nuestro Señor es Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
Que por Amor nuestro tomó carne en el seno de María y nació no por obra humana, sino por Esponsales Divinos.
Murió por nosotros sobre la Cruz, para darnos toda su Preciosísima Sangre, pidiendo a cambio solo:CREER, ESPERAR, AMAR…
Jesucristo señaló el camino de regreso al Cielo, con sus huellas ensangrentadas.
Si queremos seguirlo: tendremos nuestro propio Baño de Sangre.
El que quiera elevarse deberá aprender a: MORIR…
AMANDO.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
EL CREDO I
“DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS…”
29. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.30. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.(Mateo 5, 29 y 30)
La Palabra de Dios es inequívoca y firme:
Los humanos conscientes de su realidad espiritual, en la antigüedad le dieron diferentes nombres, según su cultura: Para los paganos antiguos, lo llamaron Hades o Inframundo.
El Pueblo de Dios, los hebreos del Antiguo Testamento; le llamaban Gehenna o Sheol.
Sheol. Pero exactamente, ¿Qué es lo que para ellos significa este lugar?
- Es un lugar de inconsciencia donde van buenos y malos. (Ec 9:4,5,6,9:10)
- Los que están en el Sheol no alaban ni mencionan a Dios. (Salmos 6:4-5)
- No significa un estado de separación de Dios. (Salmos 139:7-8)
- Dios puede sacar del Sheol a las personas que se encuentren allí. (Job 14:12-15)
Por todas las Escrituras inspiradas se asocia continuamente al She’ol con la muerte y con la vida. (1Samuel 2:6) (2Samuel 22:6) (Salmos 18:4-5,49:7-10,14-15,88:2-6,89:48); (Isa 28:15-18) compárese también (Salmos 116:3,7-10); (2Corintios 4:13-14).
Se habla del She’ol como una “tierra de oscuridad” (Job 10:21) y un lugar de silencio. (Salmos 115:17). Parece ser que Abel fue el primero en ir allí.
En el día del Pentecostés de 33 E.C., el apóstol Simón Pedro citó del (Salmos 16:10) y lo aplicó a Cristo. Cuando Lucas citó las palabras de Pedro, utilizó la palabra griega hádēs, mostrando con ello que el Sheol y el Hades se refieren a la misma cosa, la sepultura común de la humanidad. (Hechos 2:25-27) (Hechos 2:29-32).
Durante el reinado de mil años de Jesucristo, el Sheol o Hades será vaciado y destruído, ya que se resucitará a todos los que se hallen en él. Esta será la segunda muerte. (Apocalipsis 20:13-14)
Para los cristianos instruidos por el Espíritu Santo, el Sheol es el Seno de Abraham o Limbo. Para entender plenamente su significado es necesario conocer la manera en que está constituido el Reino de Satanás.
Igual que en el Cielo y el Purgatorio, hay diferentes niveles. En el Cielo, el Paraíso Terrenal sería el vestíbulo y por lo tanto, algo similar es el Limbo en el Infierno.
¿Cómo es el Limbo y quienes están en él?
Con la palabra “Limbo” se designa el lugar o estado de las almas de los que mueren con el Pecado Original.
Por la Gracia de Dios, algunos testigos fidedignos lo han conocido y nos relatan las experiencias vividas.
Santa Faustina Kowalska cuenta en su Diario:
“He visto cómo salían de una especie de abismo barroso almas de pequeños niños y otros más grandecitos como de nueve años. Estas almas eran repugnantes y horribles, semejantes a los monstruos más espantosos, a cadáveres en descomposición. Pero esos cadáveres estaban vivos y atestiguaban en voz alta contra un alma agonizante” (Cuaderno 5, Nº 177 del 12-5-1935).
Esta alma contra la que atestiguan era el mariscal José Pilsudski, que había muerto ese día y cuyo juicio ante Dios fue muy severo.
Quizás esos niños sufrieron las consecuencias de la violencia del mariscal en medio de la guerra. No lo sabemos, pero atestiguan contra él como testigos de sus pecados. Felizmente para él dice Santa Faustina, la Intercesión de la Virgen lo salvó.
Podemos preguntarnos: ¿Por qué las almas de esos niños, que pensamos que son puros e inocentes, son tan repugnantes y horribles?
Porque un alma sin Dios, como lo es el alma de un niño muerto sin bautismo, es criatura de Dios; pero NO es templo de Dios consagrado por el Bautismo, está en tinieblas, sin luz y sin belleza.
Mientras que el alma de un niño bautizado es más bella que todas las bellezas humanas; pues al desaparecer la mancha del Pecado Original, es como si apenas hubiera salido de las Manos Divinas.
Para conocer la condición de estas almitas, es muy interesante leer el Acta “Passio SS. Perpetuae et Felicitatis” escrito en el encarcelamiento. Sobre el martirio de estas dos santas del Norte de África, ocurrido en Cartago el año 203
A los pocos días de haberse bautizado Santa Perpetua (tenía apenas 22 años y criaba un niño de pecho, que era su hijo) donde ella misma nos habla de su hermano Dinócrates, de apenas 7 años, que había muerto de un cáncer en la cara:
“Al cabo de unos días, estando todos en oración, súbitamente en medio de ella, se me escapó la voz y nombré a Dinócrates. Yo me quedé estupefacta de que nunca me hubiera venido a la mente, sino entonces y sentí pena al recordar cómo había muerto.
Y me di inmediatamente cuenta de que yo era digna y que tenía obligación de rogar por él. Y empecé a hacer mucha oración por él y a gemir ante el Señor. Seguidamente, aquella misma noche se me mostró la siguiente visión.
Vi a Dinócrates, que salía de un lugar tenebroso, donde había también otros muchos, sofocado de calor y sediento, con vestido sucio y color pálido. Llevaba en la cara la herida de cuando murió. Este Dinócrates había sido hermano mío carnal, de siete años de edad, muerto tristemente de cáncer en la cara, enfermedad que infunde terror a todo el mundo.
Por él hacía yo oración. Entre mí y él había una gran distancia, de manera que nos era imposible acercarnos el uno al otro. Además, en el mismo lugar en que estaba Dinócrates, había una piscina llena de agua, pero con brocal más alto que la estatura del niño.
Dinócrates se estiraba como si quisiera beber. Yo sentía pena de que, por una parte, aquella piscina estaba llena de agua y, sin embargo, por la altura del brocal, no podía beber mi hermano.
Entonces, me desperté y me di cuenta de que mi hermano se hallaba en pena. Pero yo tenía confianza de que había de aliviarle de ella y no cesaba de orar por él todos los días, hasta que fuimos trasladados a la cárcel castrense, pues en espectáculo castrense teníamos que combatir con las fieras.
E hice oración por él, gimiendo y llorando día y noche, a fin de que por intercesión mía fuera perdonado.
El día que permanecimos en el cepo, tuve la siguiente visión. Vi el lugar que había visto antes y a Dinócrates limpio de cuerpo, bien vestido y refrigerado y donde tuvo la herida vi sólo una cicatriz. Y la piscina que viera antes, había abajado el brocal hasta el ombligo del niño. Éste sacaba de ella agua sin cesar.
Sobre el brocal había una copa de oro llena de agua y se acercó Dinócrates y empezó a beber de ella. La copa no se agotaba nunca. Y saciada su sed se retiró del agua y se puso a jugar gozoso a la manera de los niños.
Y me desperté. Entonces, entendí que mi hermano había pasado la pena”.
De acuerdo con este testimonio, los muertos con el Pecado Original conservan en su cuerpo espiritual todos los defectos y enfermedades que sufrieron físicamente, durante su permanencia en el mundo… Esto explicaría en parte la Santa Ira del Padre Celestial, contra los culpables por los Abortos Provocados en la actualidad:
¿Cómo estarán sufriendo en Limbo, los inocentes masacrados y desmembrados, con los violentísimos sistemas de exterminio usados contra ellos, por una sociedad insensible y cruel?…
Sólo la caridad y las oraciones de la Iglesia Militante pueden reparar y llevar al Cielo a estas pobres almitas inocentes; a quienes se les ha condenado a vivir destruidos en el Limbo, después de negárseles el don de la vida.
Todos los hombres somos creaturas del mismo Dios.
En el Limbo también están todos los que al morir no son cristianos y por lo tanto desconocen la Doctrina Revelada por Jesucristo, el Redentor.
La Infinita Misericordia de Dios, espera de nosotros los cristianos; que al orar por todos los habitantes del Limbo o Sheol, los llevemos al Reino de la Luz.
Jesús baja a los Infiernos y al Purgatorio
Visión de Ana Catalina Emmerich
Symbolum Apostolorum
Latín Credo in Deum Patrem omnipotentem, Creatorem caeli et terrae, et in Iesum Christum, Filium Eius unicum, Dominum nostrum, qui conceptus est de Spiritu Sancto, natus ex Maria Virgine, passus sub Pontio Pilato, crucifixus, mortuus, et sepultus, descendit ad ínferos, tertia die resurrexit a mortuis, ascendit ad caelos, sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis, inde venturus est iudicare vivos et mortuos. Credo in Spiritum Sanctum, sanctam Ecclesiam catholicam, sanctorum communionem, remissionem peccatorum, carnis resurrectionem, vitam aeternam. Amen. |
Español Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; y subió a los cielos; está sentado a la derecha del Padre, y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén |
Descendió a los infiernos: «Como Hombre, su Cuerpo murió.
Pero siendo el Primogénito Viviente de los vivientes: Dios Vivo, con su alma y su espíritu vivos, porque el Pecado jamás lo tocó y Es la Sabiduría y la Gracia mismas…
Y como ser espiritual que era, fue y predicó a los espíritus que estaban presos».
18. “Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. 19. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, 20. en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua;21. a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, 22. que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los Angeles, las Dominaciones y las Potestades. (1 Pedro 3, 18-22)
Cuando Jesús, dando un grito, expiró, yo vi su alma celestial como una forma luminosa penetrar en la tierra, al pie de la cruz. Muchos ángeles, entre los cuales estaba Gabriel, la acompañaban.
Vi su divinidad unida con su alma pero también con su cuerpo suspendido en la cruz. No puedo expresar cómo era esto, aunque lo vi claramente en mi espíritu.
El sitio adonde el alma de Jesús se había dirigido, estaba dividido en tres partes. Eran como tres mundos y sentí que tenían forma redonda, cada uno de ellos separado del otro por un hemisferio.
Delante del limbo había un lugar más claro y hermoso; en él vi entrar las almas libres del purgatorio antes de ser conducidas al cielo. La parte del limbo donde estaban los que esperaban la redención, estaba rodeado de una esfera parda y nebulosa y dividido en muchos círculos.
Nuestro Señor, rodeado por un resplandeciente halo de luz; era llevado por los ángeles por en medio de dos círculos: en el de la izquierda estaban los patriarcas anteriores a Abraham. En el de la derecha, las almas de los que habían vivido desde Abraham hasta san Juan Bautista.
Al pasar Jesús entre ellos no lo reconocieron; pero todo se llenó de gozo y esperanza…
Y fue como si aquellos lugares estrechos se expandieran con sentimientos de dicha.
Jesús pasó entre ellos como un soplo de aire; como una brillante luz; como el refrescante rocío. Con la rapidez de un viento impetuoso llegó hasta el lugar cubierto de niebla, donde estaban Adán y Eva.
Les habló y ellos lo adoraron con un gozo indecible y acompañaron a Nuestro Señor al círculo de la izquierda: el de los patriarcas anteriores a Abraham. Este lugar era una especie de Purgatorio.
Entre ellos había malos espíritus que atormentaban e inquietaban el alma de algunos. El lugar estaba cerrado pero los ángeles dijeron: «Abrid estas puertas.»
Cuando Jesús triunfante entró; los espíritus diabólicos se fueron de entre las almas llenas de sobresalto y temor.
Jesús, acompañado de los ángeles y de las almas libertadas, entró en el Seno de Abraham.
Este lugar me pareció más elevado que las partes anteriores y sólo puedo comparar lo que sentí, con el paso de una iglesia subterránea a una iglesia superior. Allí se hallaban todos los santos israelitas. En aquel lugar no había malos espíritus.
Una alegría y una felicidad indecibles entraron entonces en estas almas, que alabaron y adoraron al Redentor. Algunos de éstos fueron a quienes Jesús mandó volver sobre la tierra y retomar sus cuerpos mortales para dar testimonio de Él…
50. Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu. 51. En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron.52. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. 53. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. (Mateo 27, 50-53)
Este momento coincidió con aquel en que tantos muertos se aparecieron en Jerusalén.
Después vi a Jesús con su séquito entrar en una esfera más profunda: una especie de Purgatorio también, donde se hallaban paganos piadosos que habían tenido un presentimiento de la verdad y la habían deseado.
Vi también a Jesús atravesar como libertador, muchos lugares donde había almas encerradas. Hasta que finalmente, lo vi acercarse con expresión grave al centro del Abismo.
El Infierno se me apareció bajo la forma de un edificio inmenso, tenebroso; cerrado con enormes puertas negras con muchas cerraduras. Un aullido de horror se elevaba sin cesar desde detrás de ellas.
¿Quién podría describir el tremendo estallido con que esas puertas se abrieron ante Jesús? ¿Quién podría transmitir la infinita tristeza de los rostros de los espíritus de aquel lugar?
La Jerusalén celestial se me aparece siempre como una ciudad donde las moradas de los bienaventurados tienen forma de palacios y de jardines llenos de flores y de frutos maravillosos.
El infierno lo veo en cambio como un lugar donde todo tiene por principio la Ira eterna, la Discordia y la Desesperación.
Prisiones y cavernas, desiertos y lagos llenos de todo lo que puede provocar en las almas el extremo horror, la eterna e ilimitada desolación de los condenados. Todas las raíces de la corrupción y del terror, producen en el Infierno el dolor y el suplicio que les corresponde en las más horribles formas imaginables.
Cada condenado tiene siempre presente este pensamiento: que los tormentos a que está entregado son consecuencia de su crimen, pues todo lo que se ve y se siente en este lugar no es más que la esencia, la pavorosa forma interior del pecado descubierto por Dios Todopoderoso.
Cuando los ángeles con una tremenda explosión, echaron las puertas abajo; se elevó del infierno un mar de imprecaciones, de injurias, de aullidos y de lamentos.
Todos los allí condenados tuvieron que reconocer y adorar a Jesús y éste fue el mayor de sus suplicios.
En medio del Infierno había un Abismo de Tinieblas al que Lucifer encadenado, fue arrojado. Y negros vapores se extendieron sobre él.
Es de todos sabido que será liberado durante algún tiempo, cincuenta o sesenta años antes del año 2,000 de Cristo.
Las fechas de otros acontecimientos fueron también fijadas, pero no las recuerdo. Pero sí que algunos Demonios serán liberados antes que Lucifer, para tentar a los hombres y servir de Instrumento de la Divina Venganza.
Vi multitudes innumerables de almas de redimidos elevarse desde el Purgatorio y el Limbo detrás del alma de Jesús, hasta un lugar de delicias debajo de la Jerusalén celestial.
Vi a Nuestro Señor en varios sitios a la vez, santificando y liberando toda la Creación. En todas partes los malos espíritus huían delante de Él y se precipitaban en el Abismo.
Vi también su alma en diferentes sitios de la tierra. La vi aparecer en el interior del sepulcro de Adán debajo del Gólgota, en las tumbas de los profetas y con David.
A todos ellos revelaba los más profundos misterios y les mostraba cómo en Él se habían cumplido todas las profecías.
Esto es lo poco de que puedo recordar sobre el descendimiento de Jesús al Limbo y a los Infiernos y la libertad de las almas de los justos.
Pero además de este acontecimiento, Nuestro Señor desplegó ante mí su eterna misericordia y los inmensos dones que derrama sobre aquellos que creen en Él.
El descendimiento de Jesús a los infiernos es la plantación de un Árbol de Gracia destinado a las almas que padecen… La redención continua de estas almas, es el fruto producido por este árbol en el jardín espiritual de la Iglesia en todo tiempo.
La Iglesia Triunfante debe cuidar este árbol y recoger los frutos para entregárselos a la Iglesia Militante que NO puede recogerlos por sí misma…
Cuando en el día del Juicio Final llegue el dueño del árbol, nos pedirá cuenta y no sólo de ese árbol, sino de TODOS los frutos producidos en todo el jardín.
¿CÓMO ES EL INFIERNO?
Es un lugar sobre el que los sacerdotes NO predican más, porque dicen que la gente se asusta o se burla. ALGUNOS YA TAMPOCO CREEN O DUDAN DE SU EXISTENCIA.
Y si siguen creyendo en él, menudo favor hacen a los fieles al:
NO RECORDARLES QUE EXISTE…
QUE NO ESTÁ VACÍO…
Y QUE ES PARA SIEMPRE.
TESTIMONIO DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA (Religiosa polaca canonizada en el año 2000)
Según un fragmento del relato de su diario:
“Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel.
Es un lugar de grandes tormentos, ¡Qué espantosamente grande es su extensión!Los tipos de tormentos que he visto:
El primer tormento que constituye el Infierno, es la pérdida de Dios.
El segundo, el continuo y eterno remordimiento de conciencia.
El tercero, es que la condición y aquel destino NO cambiarán jamás.
El cuarto tormento, es el Fuego que penetra al alma sin destruirla. Es un sufrimiento terrible, ya que es un Fuego completamente espiritual, encendido por la Ira Divina.
El quinto tormento, es la Oscuridad permanente. Un horrible y sofocante Olor. Y a pesar de la oscuridad, los Demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros. Ven todos el Mal de los demás y el suyo propio.
El sexto tormento, es la compañía constante de Satanás.
El séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el Odio a Dios, las Imprecaciones, las Maldiciones y las Blasfemias.
Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero esto NO es el extremo de los sufrimientos.
Hay torturas especiales destinadas para cada alma en particular.
Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado.
Hay cavernas y horribles calabozos; abismos de tormento donde una forma de agonía difiere de otra.
Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios.
El pecador debe saber que será torturado por toda la Eternidad, en esos mismos sentidos que suele usar para pecar…
Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno o que nadie ha estado allí y que por lo tanto nadie puede decir cómo es.
Yo, Sor Faustina por orden de Dios; he visitado los Abismos del Infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia…
Los demonios estaban llenos de odio hacia mí; pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi.
Pero noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí son de aquéllos que NO creyeron que hay un Infierno.
Cuando regresé, apenas podía recuperarme del Miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí!
Por consiguiente, oro aún más fervorosamente por la conversión de los pecadores. Y suplico continuamente por la misericordia de Dios sobre ellos.
Oh mi Jesús, preferiría estar en agonía hasta el fin del mundo, entre los mayores sufrimientos, antes que ofenderte con el menor de los pecados.
Sí. El Infierno existe y NO está Vacío. Quien lo sabe mejor que nadie, es Satanás.
Nuestra Madre Santísima dijo santa Faustina:
“Yo dí al mundo el Salvador y tú debes hablar al Mundo de su Gran Misericordia…
Y preparar al mundo para su Segunda Venida. Él vendrá, NO como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo.
Oh, qué terrible es ese Día. Establecido está ya. Es el Día de la Justicia, el Día de la Ira Divina. Los ángeles tiemblan ante ese Día.
Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras aún sea el tiempo para conceder la Misericordia. Si ahora tú callas, en aquel Día Tremendo responderás por un gran número de almas.”
Yo Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los Abismos del Infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el Infierno existe.
Los Demonios me tenían un gran Odio, pero por orden de Dios tuvieron que Obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto.
He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están, son las que NO CREÍAN QUE EL INFIERNO EXISTE.