UN EXORCISTA PRIVILEGIADO 8
PECADO Y LIBERACIÓN
Si reflexionamos con detenimiento todo el contenido de los últimos artículos que completan el tema que nos ocupa;
entenderemos más claramente la URGENCIA DEL CIELO en los Llamados a la Conversión;
que tanto nuestro Señor Jesucristo, como la Madre de Dios, están haciendo a la Humanidad.
Y también nos hará reflexionar en la clase de cristianismo que estamos practicando.
Esperamos que la reflexión profunda que hagamos sobre este testimonio,
junto con la revelación que hizo Eduardo Verástegui en su última entrevista
y que repetimos a continuación:
En su entrevista, Verástegui confesó a Cala, que el secreto de sus 13 años de castidad
ES SU INTENSA VIDA ESPIRITUAL.
“Soy una persona muy débil y es por eso que tengo una disciplina espiritual.
Si me quitas mi disciplina espiritual,
SI ME QUITAS A DIOS DEL CENTRO DE MI VIDA,
YO COLAPSO EN DOS MINUTOS.
No puedo.
Vivo en un mundo lleno de tentaciones.
Y la capital de las tentaciones es nuestra carrera.”
Y yo no solo digo lo mismo que él, porque después que conocemos a Dios
¡YA NO ES POSIBLE VIVIR SIN ÉL!
Realmente es preferible morir;
porque la vida sin Él carece de sentido y de objetivo
Que esto nos haga meditar en nuestra situación particular y si deseamos convertirnos,
Mi santo director espiritual, el Padre Tiberio María Munari, me enseñó
que la conversión debemos ejercerla TODOS los días…
Despertándonos diario con el deseo de ser mejores, aumentando nuestro anhelo de Dios,
y esforzándonos por ser mejores cristianos, creciendo en el Amor… Basta con que le digamos sencillamente a Jesús:
“Señor, ayúdame a cambiar.
Dame la conversión que necesito para conocerTe y amartTe. Amén”
Y sé bienvenido a las filas de los adoradores del Espíritu Santo.
MI APRENDIZAJE SOBRE EL PECADO
- Cuando hayas entrado en la tierra que Yahveh tu Dios te da, no aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones.
- No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia,
- ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos.
- Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahveh tu Dios y por causa de estas abominaciones desaloja Yahveh tu Dios a esas naciones delante de ti.
- Has de ser íntegro con Yahveh tu Dios.
- Porque esas naciones que vas a desalojar escuchan a astrólogos y adivinos, pero a ti Yahveh tu Dios no te permite semejante cosa.
- Yahveh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis.(Deuteronomio 18, 9-15)
(Éxodo 20, 2-6)
2.- «Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
3.- No habrá para ti otros dioses delante de mí.
4.- No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
5.- No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,
6.- y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos (Éxodo 20, 2-6)
Durante los siguientes tres años, después de mi pentecostés personal;
estos dos pasajes bíblicos adquirieron su plena relevancia,
en el ministerio al cual había sido llamada.
Durante ese tiempo mi aprendizaje fue intensivo y en los años posteriores,
aunque de manera más esporádica;
nunca dejaron de presentárseme estos singulares combates.
Al año siguiente de mi conversión, conocí al que sería mi director espiritual por casi catorce años
y su oración, su sabiduría y su santidad;
me guiaron en el escabroso sendero por el que me llevaba la Voluntad Divina.
Era un misionero Xaveriano,
cuyo convento estaba no muy lejos de la colonia donde yo vivía
En la parroquia a la que pertenecía, él ayudaba al párroco con las misas matutinas
y presidía las asambleas de oración que los lunes de cada semana,
seguían después de la Misa de 7 pm. En el Templo de Nuestra Señora de los Dolores.
También supervisaba los diferentes ministerios y los grupos de evangelización
En todo ese tiempo, el ministerio de sanación y liberación era conducido por Jesús
a través de mi indigna persona.
Y asistí a más de quinientas liberaciones.
Lo que había aprendido en la casa de Alfonso era esto:
La confesión frecuente y la Eucaristía diaria,
además del Rosario meditado con lecturas bíblicas,
rezado en grupo por los demás y con maravillosas alabanzas, cantadas con fervor
y adoración a la Santísima Trinidad, a María y al Espíritu Santo;
eran el baluarte de nuestro grupo de guerreros oradores por la Liberación.
Siempre cuando había oportunidad,
le preguntábamos al Señor en cada caso en particular;
que era lo que ÉL quería hacer…
Y Él nos señalaba con instrucciones precisas;
cuantos días de ayuno y oración requeríamos y nos mostraba la estrategia a seguir.
Pues Jesús sabía de antemano, cómo se desarrollaría la nueva Guerra,
que también era una prueba de Fe y una nueva lección para nosotros..

“Ve y vence. Ve y conquista. Ve y nunca olvides que eres un guerrero de Dios. Habla con autoridad. Camina con seguridad. ERES HIJO DEL REY”
Porque Satanás siempre utilizaba diferentes tácticas para atacarnos
y también variaba sus estrategias;
tratando de aterrorizarnos y vencernos.
Pues cada liberación era un auténtico combate cuerpo a cuerpo,
en esta batalla espirituaL..
Porque cada liberación era única,
así como cada persona era diferente;
como únicas y diferentes eran también las almas que requerían nuestra ayuda
y distintos los pecados cometidos
y los espíritus que estaban atormentando a los individuos.
Nuestras batallas más duras y más llenas de espectacularidad,
eran contra las posesiones por los pecados de idolatría y el espíritu de Lujuria.
Llegué a presenciar combates que en comparación,
lo sucedido con David era como un juego de niños.
Y varias veces los que terminábamos experimentando algo similar
a los efectos especiales de la película Matrix,
éramos los guerreros que tratábamos de liberar,
al que sufría la esclavitud por el Maligno.
Lo más penoso, eran las venganzas.
Porque el Infierno es experto en desquitarse de lo que considera agravios insultantes…
Y más infligidos por una ‘perra y estúpida mujercilla’, como me llamaban a mí.
Porque como machistas, son maestros y nadie los supera.
Yo aprendí a lidiar con todo eso…
Y le entregaba todo al Señor.
Pero en una ocasión en que fue especialmente dolorosa y terrible
la venganza que tuve que soportar…
Como la paciencia no es mi atributo principal,
renegué y me porté como toda una mocosa majadera, en el apogeo de su berrinche y…
Le reclamé a Jesús:
– ¿Por qué tengo que hacer el trabajo de tus obispos?
Yo no tengo la culpa que ellos no quieran sufrir, ni boxear
o andar de toreros espontáneos…
con las huestes de horrorosos diablos que pululan por todas partes,
atormentando a los que no quieren entender las consecuencias de sus pecados.
Jesús me miró tan, pero TAN TRISTE;
que yo me sentí como el microbio más patético y despreciable que pudiera existir…
Y sentí tanto arrepentimiento, que llorando le pedí perdón…
Y le prometí que ya no me volvería a portar mal con Él.
Qué siempre cumpliría con mi ministerio, en donde quiera y como fuera;
tan sólo por hacerlo feliz a ÉL.
Pero me sentía tan desconsolada, que le dije a Jesús:
– Señor.
¿Por qué no les abres a TODOS, los ojos espirituales;
para que contemplen la realidad de su situación con respecto al pecado?
Y Él me contestó muy serio:
– ¿Quieres que se mueran de un infarto?
Su Infinito Amor y su Infinita Paciencia, también nos protege de nosotros mismos.
Pero mientras tanto le destrozamos su Sacratísimo Corazón,
con todas nuestras estúpidas frivolidades.
Recuerdo que en una ocasión, la lucha era totalmente feroz
en una liberación muy especial;
para la cual Jesús nos había prevenido de manera muy particular
y donde había Demonios muy poderosos por el incesto, la perversión
y el satanismo juntos.
En aquellos días, Jesús todavía no me había prohibido usar pantalones,
que era una de mis prendas favoritas.
Y yo, ya había adquirido experiencia y la voz ya NO me temblaba,
cuando de apabullar a Satanás se trataba.
Y si alguien ajeno hubiese entrado a nuestro recinto de combates,
hubiera visto como la que parecía suspendida del techo era yo;
pues era sostenida alrededor de mi cuerpo por una mano invisible y horrorosa,
que abarcaba casi toda mi cintura, que en aquel entonces medía alrededor de 66 cm.
Y el Maligno me sostenía agarrada, como si yo fuera una muñeca;
amenazando con arrojarme, con su colosal fuerza…
Yo había visto sus intenciones.
Pero en lugar de amedrentarme, la adrenalina que corría por mis venas,
me hizo reaccionar desafiante y…
Le grité a Lucifer:
– ¿Vas a matarme?
¿Ya le pediste permiso a Jesús, Señor de la Vida y de la Muerte?
Porque te advierto que te voy a costar muy cara.
Y el castigo que ya te dieron,
no será nada, comparado con el que te voy a proporcionar yo.
POR LA SANGRE PRECIOSÍSIMA DE JESUCRISTO
LES ORDENO:
SI NO SE LARGAN TODOS
EN ESTE MISMO INSTANTE,
LAMENTARÁN EL DÍA QUE ENTRARON
A POSEER A ESE HIJO DE DIOS.
¡¡¡¿Entendieron?!!!
¿O quieren que se los explique con palitos y bolitas?
Anda, ¡LÁNZAME!
¿Crees que te tengo miedo?
¡Mira!…
Y comencé a cantar el Magníficat con un gozo inefable…
Más o menos a la mitad del Himno, todo quedó suspendido como por encanto.
Y se hizo un silencio sepulcral.
De repente me descendieron del techo con una suavidad muy delicada.
(Como soy ciega y sorda espiritual, no estoy segura.
Ahora que lo pienso, tal vez fue mi Ángel de la Guarda)
Y cuando todo terminó, todos parecíamos boxeadores de peso mosca,
que hubieran luchado quince rounds con un gigantón de peso completo.
Esa vez duré tres días en cama, hasta con fiebre;
pero todos estábamos muy contentos…
La única huella extraordinaria de lo que había pasado,
fue una quemadura con la forma de una mano gigantesca,
que por el frente mostraba la silueta perfecta de un pulgar alargado con una uña tremenda.
Y alrededor de mi costado se veía la palma,
y casi toda la parte central y baja de mi espalda,
mostraba cuatro dedos enormes,
que se llenaron de un montón de pequeñas ampollas que parecían burbujas…
La quemadura tenía el aspecto del empaque que se usa,
para proteger artículos tecnológicos…
Mi hermana me curó con la pomada amarilla que se utiliza para las quemaduras,
y los siguientes quince días, tuve que dormir cuidadosamente recostada
sobre el lado que no había sido lastimado, hasta que mi lesión sanó.
Y que me mantuvo casi inmovilizada, porque era extremadamente dolorosa…
Lo más extraño, es que mi blusa de seda blanca que me gustaba tanto,
¡Estaba intacta!
Esto fue un doloroso recordatorio, de que tampoco Satanás anda con juegos…
Y nuestros combates no eran ficciones psicológicas…
Increíblemente, todos estos sufrimientos aumentaban mi deseo de vencerlos,
demostrarles que tampoco ellos eran intocables…
Y ¡Qué no éramos unos ratones asustados por su prepotencia y sus ostentaciones de poder…
Que también eran magistrales,
y nos obligaban a reaccionar de formas extraordinarias…
Con cada liberación, siempre aprendía una nueva lección
sobre las consecuencias de nuestra ligereza en el pecar.
Combatir con Satanás era magistral,
y en cada ocasión aumentaba nuestro adiestramiento
y el caudal de conocimientos que nos hacía comprender más, el sufrimiento humano
y nuestra participación directa e involuntaria por nuestra ignorancia,
con los pecados que todos cometemos.
Y que sin la extraordinaria capacitación que yo estaba recibiendo de manera tan insólita,
jamás hubiera comprendido y asimilado en toda su pavorosa dimensión:
La terrible realidad de lo que significa verdaderamente el Pecado
y lo que se esconde detrás de él.
No hay pecados triviales.
Por eso Jesús insiste tanto en que seamos santos y perfectos.
El Pecado nos deforma y nos enferma también físicamente;
Y permite a Satanás, que ejerza un dominio completo sobre nuestros pensamientos
y nuestros sentimientos.
Terminando con un control tiránico e implacable, sobre nuestra conducta.
Si todos los hombres reflexionaran en esto, se vaciarían los gimnasios y se llenarían las iglesias.
Porque es mucho más importante la belleza y la salud del alma, que la del cuerpo.
A éste se lo comerán los gusanos, pues estamos sujetos a la corrupción de la tumba.
Pero las del alma, nos acompañarán por toda la Eternidad
y regenerarlas en el más allá,
está mucho más que complicado.
Solamente en el Purgatorio podremos sanar..
UN EXORCISTA PRIVILEGIADO 3
Después de mi conversión, mi alma estaba sedienta de Dios
y lo buscaba en donde quiera que mi corazón lo presentía.
Cuando recién comenzaba a trabajar en el Ministerio de Sanación y Liberación,
una vez Jesús me dijo:
“Pronto aprenderás que Conmigo,
LAS BATALLAS SE GANAN. PERDIENDO…
Cuando estuve viviendo una temporada, en la casa solariega que tenía una de mis hermanas,
en una ranchería cercana al aeropuerto de Guadalajara en México;
Jesús estuvo muy activo…
Con el grupo de Oración de la Renovación Carismática y la dirección del sacerdote del pueblo,
el Señor realizó su ministerio con una libertad casi incomprensible;
Algo muy parecido a lo que le pasó al Padre Tardif en su ministerio renovado;
después de su sanación en el hospital y cuando regresó a su parroquia.
Cuando estaba estrenando los Carismas y estaba ejerciendo su sacerdocio,
como lo relata en su libro: “Jesús está Vivo”
Ahora que lo reflexiono…
Jesús me estaba dando un curso intensivo de Evangelización y Apostolado,
para que se acelerara mi crecimiento en los conocimientos que debía adquirir
en el ministerio al que había sido llamada.
O tal vez la sabiduría del cardenal, fue guiada para que solamente yo fuese supervisada…
En realidad no lo sé..
En fín, lo importante eran los frutos.
Y lo real era que había muchísimas conversiones.
Al sr. cura, le sobraba el trabajo, para pastorear las ovejitas que aumentaban su rebaño.
De hecho nacieron varias vocaciones religiosas y eso era el mayor desafío,
para los que detestaban la renovación carismática…
Pues Jesús seguía haciendo todo igual;
tal como lo hacia cuando caminaba, por los senderos del antiguo Israel.
Pues los milagros seguían remeciendo los corazones…
Jesús sanaba y seguía aumentando la demanda de los que solicitaban auxilio;
ya que vinieron muchas personas buscando alivio y sanación a múltiples dolencias;
inclusive de los estados vecinos a Jalisco.
Fue allí que se perfeccionó nuestro conocimiento sobre la influencia que nuestros pecados le proporcionan a Satanás.
Las cadenas para esclavizarnos, someternos y destruirnos, de diferentes maneras.
En las evangelizaciones, Jesús medicaba las almas y las instruía.
Luego mandábamos a los conversos a que se reconciliaran con los Sacramentos
y así aumentaba el Rebaño que el Sr. Cura pastoreaba en la parroquia.
Y nosotros siempre aprendíamos algo nuevo.
Las Oraciones de Liberación, las realizábamos;
siguiendo las instrucciones que nos daba Jesús;
con los diferentes Carismas en acción,
que el Espíritu Santo nos proporcionaba al grupo Juvenil de Oración,
y que constaba de alrededor de 3 adultos y siete jóvenes.
Jesús dirigía a través mío, lo que había qué hacer,
contando con la asistencia y la ayuda del Cielo entero.
PORQUE CADA EXORCISMO
ERA UN COMBATE,

“Ve y vence. Ve y conquista. Ve y nunca olvides que eres un guerrero de Dios. Habla con autoridad. Camina con seguridad. ERES HIJO DEL REY”
CUERPO A CUERPO
Satanás utilizaba todas las estratagemas para NO soltar a sus presas,
pero el Espíritu Santo nos ayudaba a bloquear sus argucias…
Y siempre lo vencíamos.
Una de sus tretas favoritas, era fingir que ya se habían ido…
Y se escondían.
Pero con los Carismas podíamos verlos,
y además conocíamos sus nombres.
Al nombrarlos adquiríamos un poder especial sobre ellos;
y les dábamos órdenes específicas, que NO podían ignorar.
Una cosa que me costaba mucho trabajo entender,
era por qué cada vez aumentaba la dificultad para vencerlo…
Y nuestros combates se habían vuelto, cada vez más arduos y difíciles.
En los últimos enfrentamientos,
NO vacilaba en recurrir a la agresión física, tratando de amedrentarnos.
NO nos obedecía…
Y hacía que las liberaciones fuesen largas,
y sumamente laboriosas.
Yo me había acostumbrado a que Dios debía ser Obedecido de inmediato;
y a que nuestros oponentes NO debían costarnos tanto trabajo…
Pero las últimas experiencias, parecían contradecir todo esto…
Yo acababa de sanar de una tremenda quemadura. en casi toda mi espalda, baja..
Y ya estaba otra vez teniendo un combate feroz,
donde mi Oponente parecía haberse fortalecido hasta un grado inimaginable.
Un día estábamos orando por un hombre que había venido desde Nayarit,
y pesaba más de 200 kg.
Él estaba recostado en la cama, mientras los demás orábamos por él.
Los Demonios nos ofrecían una resistencia brutal…
Y hacían gala de su rebeldía profiriendo blasfemias atroces.
Por más que los amenazaba, ellos se burlaban y mostraban su soberanía, sobre aquella alma,
encarándose directamente con Dios y retándolo con bestial crueldad,
Los espíritus inmundos, eran los más groseros…
El que los capitaneaba a todos, era siempre el demonio,
(ángel caído que dominaba, en oposición, al ángel de la guarda)
enumerando los diversos pecados que les permitían poseerlo.
Por eso se llama Diablo = acusador.
Se burlaban de Dios diciéndole los diversos motivos por los que el hombre poseso,
se negaba a amarlo.
Y NO le interesaba obedecer sus Mandamientos…
Entonces provocaba visiones, mostrando porqué le deleitaba tanto el pecado.
Y nosotros éramos testigos de la confrontación entre Dios y Satanás,
por el alma especifica, de este nayarita, por el que estábamos luchando,
¡En una forma real!
Cuando los espíritus inmundos, mostraban su soberanía absoluta…
Yo véia que esto, eran como puñaladas arteras,
remolineadas en el Corazón de Dios…
Y a continuación mostraban los espíritus inmundos, creados en sus pecados
y el motivo por el que ellos tenían la razón para poseerlo y atormentarlo…
Era un festín sanguinario y despiadado , de brutalidad y escarnio.
Al mismo tiempo que le recriminaban a Dios,
el que Él no tuviera una sola razón para intervenir e impedirles,
lo que ellos habían determinado hacerle, al sujeto de su posesión.
Esto para mí fue demasiado…
Y con impotencia creciente, pensaba en la forma de callarlos.
Lo único que había en la habitación además del Crucifijo,
era un cuadro de la Virgen de Guadalupe,
donde se miraban las rosas cayendo de la tilma de Juan Diego.De forma impulsiva les grité:
– ¡¡¡Ya basta!!!
Cómo NO quieren callarse;
en este momento les pongo en la boca una rosa del Tepeyac…
y convierto sus blasfemias en Bendiciones.
En el Nombre de Jesús lo digo + y en el Nombre de Jesús lo hago+ Amén
Después de esto hubo un silencio total…
Y seguimos con la Liberación.
Pero Satanás NO había terminado.
Aun no comprendo cómo pasó.
Pero de repente, uno de los jóvenes que estaban orando y participando en la batalla;
de pronto estaba debajo de la cama y empezó a ser aplastado,
por el enorme peso de nuestro rehén, que intentábamos liberar.
Le pedí ayuda a Mamá María y a nuestros ángeles de la guarda;
y de pronto…
Con una sola mano, porque con la otra sosteníamos los rosarios, el Agua Bendita…
Y yo, además la Biblia…
Levantamos la cama y alguien lo arrastró, sacándolo de la mortal trampa.
Entonces Satanás atrapó a otro de los jóvenes que orábamos…
Y sacándolo a la terraza de la recámara que estaba en el primer piso,
literalmente lo mandó volando a través del huerto, hasta el abrevadero de los caballos.

31. «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32. pero yo he rogado por ti, para que tu Fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» Lucas 22
La mitad del grupo salió corriendo hasta la piscina,
donde los caballerangos ejercitaban a los corceles y que era donde Lucifer intentaba ahogarlo.
Yo también salí corriendo…
Y en el salón de juegos, que estaba donde empezaba la escalinata;
para bajar a la sala principal,
me topé con mi sobrinita de cinco años, que estaba desternillándose de risa.
Ante mi mirada interrogante,
me dijo:
– ¡Ay tía!…
¡Esto es más divertido que las caricaturas en la televisión!
¡Todos los diablos no pueden hablar.
Y se ven muy simpáticos, con una enorme rosa en la boca!…
Por un segundo me paralicé por la sorpresa…
Pero recordé la emergencia…
Y continué mi carrera hasta las caballerizas,
donde Satanás continuaba en sus intentos por ahogar a Octavio.
Cuando llegué a la piscina, me eché un clavado;
levanté la cabeza de Octavio fuera del agua.
Y abrazándolo, le grité muy enojada a Lucifer:
– ¡ALTO!
¿Quién te crees que eres para atacarnos así?
Lárgate de aquí.
Te aseguro que esta vez vas a lamentar el combatir con nosotros…
¡Porque todavía NO me conoces…!
¡Y me conocerás!…
¡Constatarás que de princesa, sólo tengo los genes!
Porque te juro que te voy a hacer llorar…
Sacamos a nuestro valiente hermanito del agua…
Y en el pasto que rodeaba la piscina…
Oré por Octavio mientras lo reanimaba…
Y Jesús lo volvió a la consciencia totalmente intacto.
Empapados pero felices, regresamos a continuar la Liberación.
Aunque sentía de forma maravillosa,
la Portentosa Presencia de mi Señor Único y Trino,
mi resolución no cambió un ápice y al contrario…
Cuando entramos nuevamente a la casa,
YO NO estaba dispuesta a soportarles más majaderías…
Y me sentía tan furiosa, que decidí mandar por la borda,
todos los buenos modales con que Jesús nos dirigía…
Mala decisión, porque no le pedí permiso....
¡Y SIMPLEMENTE LO HICE!
Entonces surgió la charra que siempre ha habitado en mí.
Y aquí emergió uno de mis mayores defectos:
Cuando estoy enojada, NO reflexiono,
ACTÚO.
Este altanero Arcángel le faltaba al respeto a Dios,
Blasfemaba lo que quería y escarnecía con enorme crueldad al Señor.
¡Esto me dolía tanto…!
Era UN VALENTÓN COBARDE, al que nadie le había puesto un alto…
Y por eso su Soberbia estaba tan inflada.
Mi sobrinita sin querer, me había dado un dato crucial:
“Todo lo que yo decía, se hacía¨
Entonces si mi palabra era tan importante…
Estuve deliberando en la forma de doblegar tan grande soberbia…
Pensé en los miedos que tenían supremacía en la sociedad a la que había pertenecido desde que nací…
Y que sometían la mayoría de sus comportamientos sociales…
Lo más importante eran las apariencias y el PRESTIGIO ante los demás.
Por eso prevalecían los modales elegantes…
Y todo mundo quería pertenecer a una élite en ascenso.
Entonces recordé el calendario, que estaba sobre una de las paredes en el cuarto de lavado..
y tenía una bella imagen del Carnaval..
.– ¡Vaya, vaya…!
(una idea PERVERSA empezó a germinar en mi cabeza)
Por eso en las visiones que teníamos sobre el Infierno,
Satanás siempre andaba elegantísimo y desplegando prepotencia y poder.
En un par de días más, empezaría la Cuaresma…
Lucifer está tan pagado de Sí mismo,
que TODO lo que se relaciona con él, debe ser impresionante…
Recordé sus desafíos, sus burlas, sus despliegues de poder…
Y sus manifestaciones llenas de deslumbrante magnificencia…
Y también CÓMO SE SIENTE INTOCABLE COMO UN DIOS.
Estaba tan enojada con él;
que decidí que era el momento de darle una Lección…
Y que NO la olvidara jamás…
CONCLUÍ…
Bueno, veamos que hace;
al proporcionarle una sopa de su mismo chocolate…
Y actué con la misma resolución que lo hacía;
cuando de sacudirme un poco el extremo rigor de mi madre se trataba:
“En casos de necesidad, es mejor pedir perdón que pedir permiso…”
Y esto era una emergencia.
Y cómo los jugadores en la mesa de pókar, cuando apuestan todo…
Ya me la estaba jugando por Jesús en el hombre por el que orábamos…
Habíamos recibido varios ataques, que hubieran podido tener un desenlace fatal…
Al menos con tres de los integrantes del equipo de Liberación.
Sólo me faltaba una cosa…
Uno de los miedos más grandes que los exorcistas tienen,
es que los espíritus del poseso puedan penetrar en ellos…
Y así convertirse en una víctima más;
torturada en venganza, por la Maldad de Satanás.
Pero ese Miedo
ES precisamente la TRAMPA Y EL PELIGRO.
Cuando tienes a Dios de tu lado, NO HAY porqué tener miedo.
Y cuando confías en Él,
ES CUANDO VES LOS MAYORES MILAGROS…
Yo le había entregado mi vida entera a Jesús.
Y después de 15 años de choques frontales con el Enemigo;
en los que más o menos había aprendido a conocerlo,
Una idea se había metido en mi mente y estaba cristalizándose más fuerte;
durante los últimos combates.
¿La Muerte?
¿Qué es la muerte para el que espera en Dios?
Sólo es el tránsito para el encuentro definitivo con el Amado.
Y decidí jugarme el todo, por el TODO.
Si moría, moriría sirviendo al Dios que adoro sobre todas las cosas.
Viéndolo de esta manera, tenía boleto express para reunirme con ÉL…
Todos estos pensamientos, fueron veloces mientras retornaba con nuestro ‘pacientito’…
Y mi corazón galopó de alegría…
Cuando íbamos a entrar a la habitación nuevamente, me detuve por un momento,
evalué la situación…
Y resolví acabar de una vez por todas con aquella batalla.
Llevábamos muchas horas luchando;
había atentado contra nuestras vidas dos veces.
Satanás seguía sintiéndose Intocable…
Y yo YA NO estaba dispuesta a prolongar aquello.
Así que agarré a toro por los cuernos
Y APOSTÉ MI TODO…
DECIDÍ SER LA GUERRERA SUICIDA,
DEL EJÉRCITO DE JESÚS…
Yo le gané a Satanás este privilegio…

Gracias Padre por cada marca y cada cicatríz que llevo en mi cuerpo y en mi alma, garantizando que la Lucha no ha sido fácil, pero Tú haz sido mi Fortaleza…
Ya NO iba a dar órdenes y esperar a que fuesen obedecidas…
Cuando entramos en la habitación donde yacía el que estaba siendo liberado,
me dirigí directamente hacia él…
Y poniendo mis manos sobre su cabeza,
DECLARÉ:
– “Amadísimo Padre Celestial,
Tú que Eres Infinitamente Bueno, Infinitamente Poderoso, Infinitamente Misericordioso,
escucha la Oración que te presento a través del Inmaculado Corazón de María Santísima
y por la Sangre Preciosísima de Jesús.
Te entrego mi cuerpo, mi alma, mi vida y mi espíritu, por mi hermanito,
(dije el nombre de nuestro enfermito)
Por favor PÁSAME A MÍ, TODO LO QUE HAY EN ÉL…

La vida es breve… Se vive una sola vez. Es necesario ser santos, NO A MEDIAS, sino totalmente, para gloria de la Inmaculada y la mayor gloria de Dios…
Y dale a él, todo lo que me has dado a mí:
Tu Perdón, tu salvación, tu sanación, tu Paz, tu Amor.
Y todas las Gracias que tu Espíritu Santo decida.
Soy Tuya mi Señor y deseo serlo siempre por toda la Eternidad.
Te consagro a… al Corazón Inmaculado de María santísima,
para que sea una ovejita del Rebaño de Jesús. Amén
Y los diablos que acaban de entrar en mí,
no saldrán hasta que yo lo ordene
y deberán hacer junto conmigo TODO lo que yo haga.
Me arrodillé ante la Virgen y recé el Angelus.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía, caer en la tentación…
También la honré con “Bendita sea tu Pureza…”
Cuando terminé, besé los piés de la Guadalupana…
Y les dije a mis nuevos huéspedes:
– ¡BIENVENIDOS!
¡ALABAREMOS AL DIOS ALTÍSIMO!
¡Y LO HARÁN CADA VEZ QUE YO LO HAGA!
¡ Y CON LA ALABANZA CON QUE YO LO HAGA!
Así que si quieren librarse de esto,
NO tienen otra alternativa que correr a postrarse a los Pies de Cristo Rey
y hacer lo que Él les mande.
Por lo pronto, vamos a cantar…
“Salve Reina de los Cielos y Señora de los ángeles,
Salve Raíz, Salve Puerta, que dió paso a nuestra Luz.
Alégrate Virgen Gloriosa, entre todas la más bella…“
Y el Salve Regina sonaba triunfal en todas las gargantas,
incluída la del hombre que había sido sanado y liberado…
Verificamos que la Liberación había sido completa y que nuestro rehén estaba totalmente intacto…
Y pudimos proclamar la victoria total en el Nombre de Jesucristo.
Todos nos consagramos nuevamente a los Sagrados Corazones y…
le dije a Lucifer:
– Lo siento amigo, acabas de perder.
Mi tiempo es demasiado valioso, para desperdiciarlo con tus argucias.
Ya NO quiero escuchar tus soberbios desplantes.
Y conmigo NO funcionan tus trucos.
Este rehén YA NO ES tuyo.
Por si no te diste cuenta, pasé sus espíritus inmundos y tus compinches a mi interior,
tanto si estaban dispuestos a hacerlo, como si no.
Yo NO dejo alternativas.
Acabo de liberarlo de sus pecados y de las cadenas con que lo controlabas.
¡ESTÁ LIBRE!
Creo que te metiste con el alma equivocada;
porque todavía tengo otra gran sorpresa para ti y para TODO tu séquito infernal:
– Esto es una guerra, NO un juego.
Y porque parece que ustedes olvidan con
Quién
se enfrentan;
es necesario darles un pequeño recordatorio.
Por esto, en el Nombre de Jesús yo los visto a todos ustedes;
con los mismos ropajes que ataviarán los participantes en el Carnaval de Río de Janeiro.
Los que han promovido el descaro y la indecencia en la mujer,
vestirán los más diminutos y actuales biquinis…
y NO me importa si son masculinos.
Los que alardean de su elegancia varonil,
llevarán los trajes carnavalescos de la Marcha del Orgullo Gay…
Y al que se atreva a protestar;
LE GARANTIZO MÁS CREATIVIDAD, con su atuendo personal.
¡Ustedes se lo Buscaron!
Y esto se aplica a todas las Jerarquías.
¿¿¿ E n t e n d i e r o n ???…
O ¿Se los explico con manzanas, palitos y bolitas?
¡Y NO se los podrán quitar,
HASTA QUE YO LO DECIDA! Amén
Ahora sí. ya tienen mi permiso para irse,
Y más les vale que lo hagan rápido, porque me tienen bastante fastidiada.
Y están en peligro de que decida agregarles, otro pequeño inconveniente para ustedes…
Había sido una jornada de más de doce horas,
plagada de fenómenos extraordinarios;
y que me dejaron a mí, totalmente exhausta.
Y todavía faltaban las Consecuencias de mi impulsivo arrebato…
Cuando terminamos, el grupo se disolvió…
Y yo me dormí como un bebé, después de haber sido bañado…
UN EXORCISTA PRIVILEGIADO 2
En nuestra Misa de Consagración, habíamos renunciado a todo: al Pecado y a sus consecuencias.
Renovamos las promesas de nuestro Bautismo y ofrecimos nuestra vida a Dios, para que fuese Cristo-céntrica.
Nos consagramos al Inmaculado Corazón de María y al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Y salimos del retiro decididos a vivir el Evangelio, con Dios como nuestra máxima prioridad.
Sin que yo me diera cuenta, Jesús había tomado el control de mi vida
y empecé un sendero espiritual tan extraordinario, como incomprensible…
Pero los caminos de Dios, no son nuestros caminos.
Pasaron seis meses y quedé integrada en una comunidad de oración carismática,
que tenía una familia que estaba totalmente entregada al servicio de Dios.
Todos los días había reuniones de oración, con distintos servicios.
Los más jóvenes evangelizaban y dirigían a los grupos de niños o menores de 17 años.
El matrimonio mayor dirigía a los adultos;
la señora pastoreaba a las mujeres y el padre a los varones.
La Eucaristía era diaria y nos esforzábamos por mantenernos en gracia.
Los martes, nos reuníamos todos;
después de rezar el Rosario hacíamos Oración Comunitaria y de Alabanza.
Leíamos la Biblia y aprendíamos a conocer y a amar a Nuestro Señor Único y Trino.
Todo esto no tiene nada de extraordinario, para cualquiera recién convertido
o para aquel que se mantiene practicando verdaderamente la Fe Católica.
Yo me sentía muy feliz.
Mi vida había cambiado completamente y Jesús se convirtió en el centro de ella,
desde aquella tarde en la plaza de toros.
Estaba enamorándome de un Dios Vivo que me estaba revelando cosas maravillosas
y le daba sentido a todo lo que me sucedía.
Por primera vez en mucho tiempo, volví a tener muchas ilusiones y agradecimiento,
por todos los dones que había recibido en mi vida:
mis niños, mi matrimonio tan desdichado; pero que era el bastión de mi familia.
Mi trabajo que era gratificante en muchos sentidos;
además era joven y estaba saludable.
Conocí a Jesús y nada se comparaba con eso.
Todas mis desgracias habían quedado atrás…
Y por primera vez sentía que la pasión de estar enamorada verdaderamente,
me embriagaba completamente…
Y lo más maravilloso: ¡Podía amarlo sin cometer adulterio!
Porque Amar a Dios, es una experiencia sublime.
De esta forma transcurrió el tiempo…
Y un martes que estábamos rezando el Rosario en la sala donde eran las reuniones,
la dueña de la casa se acercó y me dijo que fuera con ella a la cocina.
A todos los demás les dijo que siguieran rezando el Rosario con más fervor
y cantaran muchas alabanzas a la Virgen María.
Y que no pararan de orar hasta que ella les dijera.
Que si era necesario, repitieran el Rosario hasta completar los Quince Misterios.
(Sólo eran 15, porque empezaba la década de los años 1980)
Yo la miré sorprendida; pero no comprendí la urgencia, hasta que en la cocina,
ella me dijo:
– Esto es muy inusual;
pero Jesús le ordenó a Alfonso… que te integres al grupo que está orando con ellos.
Uno de los muchachos va a venir por ti.
Yo voy a regresar a seguir invocando y alabando a nuestra Madrecita.
– Está bien. – contesté sin comprender nada.
Ella regresó al salón de Oración…
Y yo me quedé mirando el jardín que se podía contemplar desde la ventana.
Y esperé.
Esa misma tarde al llegar, había visto que por la puerta del jardín trasero, habían introducido a
alguien que al parecer estaba enfermo y que era sostenido por dos de los hijos mayores de Alfonso.
Pero para mí no fue algo extraño;
porque sabía que en el grupo también se hacían oraciones de sanación;
mientras los del grupo orábamos el Rosario.
Lo que no sabía, es que las enfermedades y el pecado tienen una relación tan estrecha;
que el ministerio de Sanación y el de Liberación, no pueden ser separados.
Tampoco sabía en qué consiste exactamente una Oración de Liberación,
pero estaba a punto de descubrirlo a la manera de Jesús de Nazareth.
Entre todas mis ideas preconcebidas,
yo estaba firmemente convencida de que el diablo era un mito medieval y el infierno estaba en esta tierra.
Bastaba con mirar alrededor y ver cuán infernalmente desdichada era la vida de muchas personas.
Y… ¡Con la cantidad de cosas que estaban sucediendo también en nuestra sociedad!
Definitivamente era bastante escéptica con las historias de aparecidos y todas esas tonterías,
que les fascinaban a los que les gustan los cuentos de horror.
Años atrás había visto la película del Exorcista.
Y la consideraba una buena película de terror, pero nada más.
Yo, ni un millón de años hubiera admitido que los posesos fueran algo más,
que pobres desquiciados con fallas psicológicas, mentales y cerebrales;
que debían ser atendidas por los especialistas de la medicina y la psiquiatría.
Era muy analítica con todas las cosas y racionalizaba todo.
Aunque había descubierto que Dios era una Realidad de ensueño;
con únicamente argumentos y aunque el Evangelio lo decía;
nadie me hubiera convencido nunca,
de que Satanás también estaba vivo y activo en el mundo actual.
¿¡Cómo!?…
Eso de los hechizos y embrujamientos eran sólo para los ignorantes y descerebrados,
que creían en eso.
Yo me consideraba una mujer inteligente y racional.
Pero una vez más, en mi vida; mi mundo y mi mentalidad; estaban a punto de cambiar…
Era una casa muy grande de dos plantas y muchas recámaras.
En la más alejada de la planta baja y que estaba separada del resto de la casa, por un enorme jardín,
se habían reunido Alfonso y sus cuatro hijos mayores, que incluso eran más grandes que yo…
Además de otros cuatro varones que luego supe que eran familiares y amigos, del grupo de oración.
El más jovencito del grupo, (tenía 17 años) vino por mí,
y me dijo:
– Rosita no te preocupes.
Veas lo que veas y oigas lo que oigas, no te asustes.
Sólo obedece las indicaciones de mi papá.
(Yo seguí sin entender nada)
Este extraño preámbulo, no me preparó para lo que encontré,
al cruzar el umbral de aquella habitación…
Mientras tanto ese mismo martes, para David las cosas también estaban a punto de cambiar.
Ese mediodía; el hijo mayor de Alfonso, había ido a una diligencia a Casa Cornelio,
el centro medular de la Renovación Carismática.
y que se encuentra a un costado del Colegio Anáhuac en la colonia Chapalita,
acompañado de tres de los muchachos del grupo de Oración.
Cuando terminaron, venían de regreso por la av. López Mateos y cuando iban a llegar,
al semáforo que está justo en la esquina del Templo de la Santa Cruz,
Jesús le dijo al que venía manejando: ‘
Cuando cruces esa calle, oríllate y estaciónate allí.’ (Le señaló el Lugar)
Acostumbrados a obedecer de inmediato, las indicaciones divinas en el grupo de Oración,
nadie hizo preguntas y quedaron justo, junto al templo.
No habían pasado ni cinco minutos, cuando con el cambio de señales…
los automóviles que venían por la calle Manuel Acuña dieron vuelta;
en un Grand Marquiz último modelo, venía manejándolo David…
Y se topó cara a cara, con los muchachos;
Inexplicablemente, también se orilló y se detuvo a saludarlos.
Entonces Jesús tomó al hijo de Alfonso.
David pudo verlo y constatarlo,
porque ya se le habían abierto los ojos y los oídos espirituales en la plaza de toros..
Y le dijo en primera persona a David:
– Dale tu portafolio a tu compañero.
Y regresa aquí Conmigo.
Sin replicar, David obedeció de inmediato.
Dirigiéndose al hombre joven que estaba sentado en el asiento del copiloto,
le entregó el maletín que llevaba y se despidió arrojándole también las llaves del lujoso automóvil,
mientras le decía:
– Termina tú el trabajo.
Esto se acabó para mí.
Diles que ya no cuenten conmigo.
Regresó, caminando velóz…
Mientras los muchachos ya le habían hecho un lugar enmedio, en el asiento trasero.
Y en cuanto David entró al auto, se desmayó.
Cuando llegaron a la casa y que fue cuando yo los vi entrar,
a los pocos minutos empezamos el rezo del Santo Rosario como lo hacíamos siempre.
Mientras tanto en el ring de los combates celestiales,
(La habitación que les estaba describiendo anteriormente)
empezó la lucha para liberarlo.
Se manifestaron todos los espíritus, que no se los voy a enumerar,
porque tendría que decirles los pecados de David y eso no me está permitido.
Solo les voy a decir los principales, porque armaron un circo fenomenal:
Homicidio, Odio, Venganza, Destrucción, Violencia, etc, etc, etc.
Cuando el combate estaba en su punto álgido;
se manifestó la Tríada Infernal: Lucifer, Satanás y Belzebú.
En el grupo, esto nunca había sucedido…
Que se presentara la élite corporativa suprema del Infierno.
Y de momento, todos quedaron sorprendidos.
Lucifer dijo triunfante:
– Ya paren esta farsa.
Este perro inmundo es mío y no me lo podrán quitar;
porque primero los mato a todos.
He venido por él y no me iré sin él.
Ha sido mío desde siempre y nadie me lo puede quitar. NADIE.
Tengo demasiadas pruebas de su adhesión a mí…
Y hay muchas almas, por las vidas truncadas por él en mi reino,
que me permiten poseerlo y reclamarlo.
Díganle a ESE, (Jesucristo) que esta vez, no me ganará.
Como todos tenían visión y profecía, yo no sé cómo lo verían;
porque el Rey del Averno suele ser verdaderamente Pavoroso.
Por un momento todos se quedaron congelados;
mientras después de toda la refriega, David estaba suspendido horizontalmente,
como a dos metros sobre el piso.
Entonces Jesús le dijo a Alfonso:
Entre las jóvenes mujeres que están rezando el Rosario, está mi hija Rosa María.
Llámala, ella hará que se vayan.
Rosa María, (O sea yo) estaba del todo ignorante de todas éstas espeluznantes experiencias,
porque sólo había desempacado unos cuantos carismas que le regalara Jesús.
Entre ellos el Amor, la Oración, el don de ciencia infusa y por supuesto, la FE.
Cuando fui advertida de que viera lo que viera y oyera lo que oyera, no me asustara;
lejos estaba de imaginar lo que iba a ocurrir, al cruzar aquella puerta…
Literalmente me quedé paralizada…
Y con la boca abierta por el asombro más absoluto.
¡No podía creer lo que estaba mirando!
Como si lo que sucedía fuera lo más ordinario del mundo;
y como si alguien hubiera tocado el botón de pause,
detuvieron unos segundos sus movimientos…
Y todos me miraron con una cálida sonrisa de bienvenida.
Alfonso me miró con sus ojos dulces y bonachones,
y me dijo:
– Bienvenida Rosita.
Jesús quiere que dirijas esto. Anda…
Sin que pudiera salir un sonido de mi garganta, pensé:
‘¡¡¡ Q U EEÉ !!!
¿Qué yo dirija, qué cosa…?’
Y mis ojos miraban estupefactos a un hombre levitando horizontalmente,
casi dos metros en el aire,
mientras otros dos hombres colocaban gruesos almohadones sobre el piso;
y otros cuatro trataban de sujetarlo por las extremidades.
El jovencito que me había conducido, traía un recipiente con Agua Bendita,
y estaba listo para aspergiarla.
Alfonso sostenía la Biblia abierta…
Y me volvió a invitar:
– Expúlsalo.
Ordénale que se vaya y que deje libre a este hijo de Dios.
El hombre que levitaba tenía vuelta la cabeza hacia la pared y convulsionaba en el aire.
Cuando logré comprender lo que se me estaba pidiendo…
sentí como si mis piernas se hubiesen vuelto de gelatina.
Pero traté de obedecer.
Y con un hilo de voz tembloroso por el susto,
logré articular:
– En el Nombre de Jesús,
te ordeno que salgas de este hombre que no te pertenece.
Exactamente igual que en la película del Exorcista,
aquel rostro humano dio un giro sobrenatural…
y con una voz cavernosa y aterradora:,
me gritó:
– ¡¿Quién eres tú, miserable perra humana…
para ordenarme a mí, si yo soy un Ángel?!
A estas alturas mis piernas se habían vuelto de chicle…
Y no me derrumbé, porque creo que Dios me sostuvo.
Aquella cara contorsionada por un odio sobrenatural,
no me impidió reconocer al hermoso David, mi compañero de Evangelización.
Y su voz grave y armoniosa, definitivamente no era la suya.
Ahora estaba cargada por una fuerza misteriosa y escalofriante;
que fue como una bofetada en pleno rostro.
Me volví a mirar con desamparo a Alfonso,
y le pregunté angustiada:
– ‘¿Qué le contesto?’
Alfonso era un gran profeta…
Y Jesús lo tomó contestándome en primera Persona:
‘Dile que eres hija de Dios redimida con mi Sangre.
Y por mi autoridad te tiene que obedecer.’
(En este preciso momento, fue cuando desenvolví el carisma del Discernimiento)
Era la primera vez que veía el don de profecía en esta modalidad;
pero reconocí de inmediato que era Mi Señor el que me estaba hablando.
Y también comprendí, que Dios no estaba jugando…
Y que el momento era muy grave.
Eran demasiadas emociones para contabilizarlas todas.
Me limité a obedecer…
Y logré decir con una voz un poco más segura, las palabras que me habían sido dictadas.
En respuesta, la contorsión aumentó.
En un segundo, seis hombres luchaban para contener a uno solo.
Sólo el más jovencito oraba en lenguas, aspergiando el agua bendita;
recibiendo en respuesta con una rabia infinita:
‘Detente maldito. ¡Me estás quemando!’
Y Alfonso leía serenamente y con fuerza, el capítulo 14 del profeta Isaías.
Entonces comprendí que los almohadones eran para que David no se lastimara…
Y ellos no estaban luchando contra él; intentaban protegerlo de sí mismo,
pues Lucifer estaba decidido a matarlo.
Recordando al dulce joven que había dado testimonio en la parroquia salesiana,
me sentí invadida por una fuerza guerrera,
y le grité:
– ¡¡¡ B a s t a !!!
¡En el Nombre de Jesús Y CON LA AUTORIDAD DE SU SANGRE PRECIOSA,
¡TE ORDENO! que salgas inmediatamente de él!
¡LARGO DE AQUÍ!
Él pertenece a Jesús,
y tú no tienes nada con nosotros.
(Esto yo no lo hice sola, porque no lo sabía.
Creo que el Espíritu Santo, me estaba graduando como exorcista de diablos,
y las palabras y la fuerza con las que salieron,
me sorprendieron a mí misma)
Lucifer me miró con unos ojos llenos de una rabia que no olvidaré jamás,
y me gritó:
– ¡Eso crees!
Me voy.
Pero volveremos a encontrarnos y me las pagarás…
Recitó una serie de amenazas y blasfemias cada una más pavorosa que la anterior.
Y envolviéndonos en una nube sulfurosa;
salió haciendo restallar un trueno tan fuerte…
que fue como si un rayo hubiese caído en la habitación.
David se desplomó.
Y hubiese sufrido un severo golpe, si no hubiera sido por los ocho hombres,
que lo recibieron en el aire como si hubiese sido un balón de futbol americano,
lanzado desde lejos.
Y los almohadones que amortiguaron y en los que lo depositaron con suavidad.
El insólito episodio terminó, cuando David dando un gran suspiro,
abrió sus grandes ojos claros,
y preguntó:
– ¿Qué pasó?
Después que me detuve a hablar con ustedes en el semáforo de la av. López Mateos,
ya no sé qué sucedió…
Había vuelto a ser el joven risueño que yo conocía.
Hicimos una oración de Acción de Gracias…
Y después del intercambio de impresiones sobre lo que había sido una experiencia impresionante,
David nos dijo:
– Esto que les voy a platicar, es altamente confidencial.
Después de la Evangelización, he estado luchando mucho para romper con todo mi pasado…
Y no puedo.
Me han cercado por todos lados y de la Mafia gangsteril de la FEG me dijeron,
que solo se sale con los pies por delante.
El que entra, se queda para siempre.
Aunque estuve evitándolo mucho tiempo, ya no pude…
Y esta mañana tuve una entrevista con un alto dirigente del Gobierno Federal.
Me dieron una encomienda, respecto a un próximo candidato a…¿?
Ya traía la paga, las armas y el plan…
(¿?) Se quedó asombrado, porque son varios millones de dólares lo que le entregué.
Sólo era cuestión de ejecutar el plan.
Le había estado orando al Señor que no quería hacerlo,
¿Pero cómo podía evitarlo?
Me doblego o me matan…
Y también van a matar a mi esposa…
Por eso cuando los vi y vi a Jesús que era ÉL dándome la instrucción,
agarré el valor y ya vieron lo que sucedió…
El epílogo de esta historia, es que David fue a la Cd. de México a hablar con su jefe: ‘El Pelacuas’.
Jesús le había dicho que confiara en Él y que hiciera las cosas correctamente.
Cuando se entrevistó con el Pelacuas, le platicó todo:
su conversión, la bala fugitiva, la Oración de Liberación…
Ya que lo único que deseaba, era poder seguir las Huellas de Jesús…
Y que ya no lo molestaran.
El Pelacuas, (Pueden buscarlo así en la red y verán su tremenda historia)
Le contestó que nadie había salido de la organización, más que con los pies por delante y en un ataúd;
pero que estaba bien.
Que le admiraba el coraje para enfrentarlo y salirle con semejante embajada.
Los de la FEG eran los que habían pagado los gastos médicos carísimos, en el Hospital Santa María Chapalita,
y él estaba enterado de todos los detalles.
Pero verlo frente a él y tener los pantalones para defender lo que creía, eran otra cosa.
Que tan solo por eso, había ganado su respeto;
y daría órdenes, para que nadie se metiera con él.
Pero si se enteraba que andaba de ‘bocón’ ya sabía lo que le esperaba a los traidores.
Sé que el ‘Pelacuas’ ya murió.
Lo asesinaron en la Cd. De México.
Y por eso me animé a escribirlo todo.
http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2012/4/19/quien-mato-pelacuas-289012.asp
Las últimas noticias que tuve de David, son que él y su esposa habían tenido una niña.
Que él andaba evangelizando en las cárceles…
Y que había pasado una temporada en las Islas Marías,
donde seguía siendo un apóstol poderoso entre los presos.
Y cuando alguien se le ponía ‘al brinco’ lo enfrentaba con su propio pasado,
y les preguntaba:
“¡Órale cabrón!
Piensa por un momento y dime como mafioso, ¿Te puedes comparar conmigo?
¿Alguna vez alguien te pagó fortunas por tus delitos de rufián de quinta?
Porque yo renuncié a todo eso…
Y por eso estoy aquí…”
Y los dejaba con la boca abierta, con su increíble testimonio.
Ya había ganado muchas almas para Jesús.
También supe que Satanás intentó matarlo muchas veces,
por medio de atentados con los mismos asesinos recluidos;
porque le quitaba las almas de criminales empedernidos y que ya los tenía seguritos en el Infierno.
Pero David no desistía…
Esos mismos atentados concluyeron en historias milagrosos, que confirmaban a cada paso;
los increíbles portentos del Espíritu Santo…
Y Jesús lo protegió de muchísimas cosas.
Y de esta forma recorrió, los más importantes centros penitenciarios de la República Mexicana.
Pero volviendo al día de la Liberación de David,
después de una oración de alabanza y acción de Gracias por el favor recibido,
todos nos reintegramos a nuestras ocupaciones diarias.
Y a partir de aquel día, quedé integrada al Ministerio de Liberación;
donde aprendí todo lo necesario para mi ministerio en la sanación y la liberación;
que ministraba en aquella bendita casa los viernes…
Y donde fui testigo de muchos milagros maravillosos del Amor de Jesús.
274 MARTIRIO DE JUAN BAUTISTA
274 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Jesús recupera la Majestad Divina que le es habitual.
Y tan solo le queda una profunda tristeza, dulcificada con paz.
Con voz serena dice:
– Venid.
Me lo contaréis.
De hoy en adelante me pertenecéis.
Y los conduce a la habitación.
Cierra la puerta, corre las cortinas -no del todo- para suavizar la luz,
para crear un ambiente de recogimiento en torno al dolor
y la belleza de la muerte del Bautista,
para separar esta perfección de vida y el mundo corrompido.
Se sienta junto a ellos y ordena:
– Hablad.
Mannaém sigue petrificado.
Está con el grupo, pero no dice una palabra.
Matías expone:
– Lo sucedido no se podía prever.
Fue la noche de la fiesta.
Tan sólo dos horas antes, Herodes había solicitado consejo de Juan.
Y se despidió de él muy afectuoso y con benignidad…
Poco antes de que se produjera… el crimen.
Ya no sabemos como calificarlo:
La ejecución, el homicidio, el martirio, el delito, la glorificación,
Había mandado a un siervo suyo con frutas gélidas y vinos exquisitos para el prisionero.
Juan nos distribuyó estas viandas…
Jamás prescindió de su austeridad.
Éramos los únicos presentes.
Gracias a Mannaém, trabajábamos en el palacio,
para que pudiésemos estar al pendiente de nuestro Juan.
En la cocina estábamos Juan y yo.
Simeón tenía a su cuidado a los criados de las caballerizas,
para atender las cabalgaduras de los huéspedes.
Esta concesión nos permitía ver siempre a nuestro Juan…
El palacio estaba lleno de gente importante:
jefes militares, personalidades de Galilea.
Herodías se había encerrado en sus habitaciones
después de una violenta escena que había tenido con Herodes, por la mañana…
Mannaém interrumpe:
– Pero, ¿Cuándo llegó esa hiena?
Simeón contesta:
– Dos días antes.
Nadie la esperaba.
Dijo al monarca que no podía vivir lejos de él y menos estar ausente en el día de su fiesta.
Serpiente y bruja.
Como siempre, había hecho de él un juguete…
Lo tiene convertido en un pelmazo.
Pero Herodes, ya desde la mañana, aunque ebrio de vino y de lujuria;
se opuso a conceder a la mujer lo que pedía a grandes gritos…
Y nadie imaginaba que fuese la vida de Juan.
Juan agrega:
– Estuvo en sus habitaciones enojadísima.
Desdeñosa, no aceptó los manjares que Herodes le envió en una vajilla preciosa.
Tan solo se quedó con una fuente con frutas y a cambio;
recompensó el presente con un ánfora de vino drogado para Herodes…
¡Con drogas!… ¡Ah!
¡Ya su naturaleza ebria y viciosa, bastaba para arrojarlo al delito!
– Por los que servían a las mesas, supimos,
que a la mitad de la danza de las mujeres y mimos de la Corte.
en la sala del banquete irrumpió Salomé, bailando.
Los mimos y las bailarinas ante la joven real, se retiraron hacia las paredes.
Nos dijeron que la danza fue bella, lúbrica y perfecta.
Digna de los huéspedes…
Herodes… ¡Oh!
¡Tal vez un nuevo placer de incesto, fermenta en su corazón!
Pues al final de la danza, con satisfacción,
– ¡Bailaste bien!
Mereces un premio.
Juro que te lo daré.
Juro que te daré cualquier cosa que me pidas.
Lo juro en presencia de todos.
Y la palabra de un rey es fiel incluso sin juramento.
Di, pues, qué quieres”.
Y Salomé, fingiendo perplejidad, inocencia y modestia;
recogiéndose en sus velos con gesto pudoroso después de tanta desvergüenza,
dijo:
“Permíteme, gran señor, que reflexione un momento.
Me retiro y luego vuelvo, porque tu gracia me ha turbado”…
Y se retiró para ir donde su madre.
Selma me ha dicho que entró riendo, diciendo:
“¡Madre, has vencido! Dame la bandeja”.
Y Herodías, con un grito de triunfo, ordenó a la esclava, que diera a la joven la bandeja
que le había enviado el rey con la fruta y que no había sido devuelta.
Y dijo:
“Ve. Vuelve con la odiada cabeza y te vestiré de perlas y oro”.
Salomé volvió a entrar en la sala bailando.
Y bailando, fue a postrarse a los pies del rey,
y dijo:
“En esta bandeja que has mandado a mi madre, en señal de que la amas.
Y de que también me amas, quiero la cabeza de Juan.
Y luego seguiré bailando, si tanto te gustó..
Bailaré la danza de la victoria.
¡Porque he vencido!
¡Te he vencido a ti, oh rey!
¡He vencido a la vida, y soy feliz!”.
Esto es lo que dijo.
A nosotros nos lo repitió un amigo copero.
Herodes se turbó, en medio de dos quereres: ser fiel a su palabra y ser justo.
Pero no supo ser justo, porque es un desvergonzado.
Hizo una señal al verdugo que estaba detrás del trono real
Y tomando la palangana de las manos alzadas de Salomé, fue a las habitaciones inferiores.
Salió de la sala del banquete para ir a las habitaciones bajas.
Juan y yo lo vimos cuando atravesaba el patio…
Luego oímos el grito de Simeón:
¡Asesinos!”…
Y lo volvimos a ver cuando regresaba, pasando con la cabeza sobre la bandeja…
Juan, tu Precursor, había muerto…
Matías inclina la cabeza y se cubre el rostro con las manos;
con los fuertes sollozos con los que termina su relato.
Después de un momento de silencio…
Jesús pregunta:
– Simeón, ¿Puedes decirme como ha muerto?
El pastor llorando, lo mira,
y contesta:
– Sí.
Me había dicho antes:
“Dentro de poco volverán los dos que envié.
Y quien aún no cree creerá.
De todas formas, recuerda que si a su regreso ya no viviera,
yo, como quien está cercano a la muerte, todavía te digo;
para que tú por tu parte se lo digas a ellos:
Jesús de Nazaret es el verdadero Mesías”.
Pensaba siempre en ti…
Entró el verdugo.
Yo grité fuerte.
Juan levantó la cabeza y lo vio.
Se puso en pie.
Dijo:
“Sólo puedes quitarme la vida.
Pero la verdad que permanece es que NO es lícito hacer el mal“.
Estaba para decirme algo, cuando el verdugo volteó la pesada espada,
mientras Juan estaba todavía de pie…
La cabeza cayó truncada del cuerpo,
con un gran chorro de sangre que enrojeció la piel de cabra…
Se puso de cera el rostro enjuto…
En que quedaron vivos, abiertos, acusadores: los ojos.
Y rodó hasta mis pies.
Yo caí junto con su cuerpo, vencido por el dolor…
Después… después…
Herodías laceró la cabeza brutalmente con un puñal…
Y fue arrojada a los perros.
Pero nosotros la recogimos pronto y la envolvimos en un precioso lienzo, junto con el cuerpo…
Durante la noche recompusimos el cuerpo y lo transportamos fuera de Maqueronte.
Y con la ayuda de otros discípulos…
Lo embalsamamos en una espesura de acacias allí cerca, con los primeros rayos del Sol
Pero otra vez nos lo quitaron para nuevas befas…
Porque ella no puede destruirlo y no puede perdonarlo.
Y sus esclavos temiendo la muerte,
nos la arrebataron con una ferocidad mayor que la de los chacales
Y fueron más crueles al quitarnos la cabeza de Juan.

18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» 19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, Marcos 6
Si hubieses estado tú allí Mannaém…
Mannaén que está pálido por la ira y el dolor,
dice con voz contenida y terrible:
– Si yo hubiera estado…
Pero esa cabeza es su maldición.
Nada se quita a la gloria del Precursor; aunque el cuerpo esté incompleto.
¿No es verdad, Maestro?
Jesús confirma:
– Es verdad.
Aunque la hubiesen destruído los perros, no habría menoscabo en su gloria.
– Y su palabra no cambió, Maestro.
Sus ojos a pesar de que hayan sido befados…
Y que hayan quedado lacerados con una gran herida,
todavía repiten:
‘No te es lícito…’
¡Pero nosotros lo hemos perdido!
Simeón agrega
– Ahora somos tuyos porque él así nos lo dijo.
Y también nos dijo que Tú ya lo sabías.
– Así es.
Hace meses que me pertenecéis.
¿Cómo vinisteis?
– A pie.
En etapas.
Camino penoso en medio de arenas y sol abrasadores.
Pero todavía más duro por el dolor.
Jesús dice:
– Ahora descansaréis.
Mannaém pregunta:
– Decidme.
¿No se sorprendió Herodes por mi ausencia?
Juan contesta:
– Sí.
Primero se inquietó.
Y luego se enfureció…
Pero pasado el arrebato, dijo: ‘Un juez menos’
Así nos lo contó nuestro amigo el copero.
Jesús dice:
– ¡Un juez menos!
Dios le espera como Juez y es suficiente.
Venid al lugar donde dormimos.
Estáis cansados y sucios del polvo del camino
Encontraréis vestidos y sandalias de vuestros compañeros.
Tomadlos.
Descansad y reponed fuerzas.
Lo que es de uno es de todos los demás.
Tú Matías, que eres alto; puedes tomar uno de mis vestidos.
Luego proveeremos.
Esta noche, dado que es la vigilia del sábado, vienen mis apóstoles.
La semana entrante vendrá Isaac con los discípulos y luego, Benjamín y Daniel.
Y después de la Fiesta de los Tabernáculos, llegarán Elías, José y Leví.
Es tiempo que a los Doce, se unan otros.
Id ahora a descansar.
Mannaém los acompaña y luego regresa.
Jesús se sienta pensativo y muy triste, con la cabeza reclinada sobre la mano
y el codo apoyado en la rodilla como soporte.
Manahén está sentado junto a la mesa.
No se mueve.
Pero está taciturno.
Su color es plomizo y su cara refleja una borrasca
Se han quedado solos los dos, sumergidos en su dolor.
Después de un largo rato, Jesús levanta la cabeza, lo mira,
y le pregunta:
– ¿Y tú?
¿Qué vas a hacer ahora?
Mannaém contesta dudoso:
– Todavía no lo sé.
La razón para estar en Maqueronte ya no existe.
Quisiera permanecer todavía en la corte para saber…
Pero quisiera quedarme todavía en la Corte, para estar al corriente…
Y para protegerte si sé algo.
– Te sería mejor que me siguieses sin vacilación.
Pero no te hago fuerza.
Vendrás una vez que el viejo Mannaém, molécula por molécula, haya quedado deshecho.
– Quisiera también quitarle la cabeza a esa mujer.
No es digna de tenerla…Un pálido esbozo de sonrisa asoma en el rostro de Jesús.
Y dice:
– Además, todavía no estás muerto a las riquezas humanas.
Pero de todos modos te quiero.
Sé aguardar.
– Maestro,…
Quisiera darte mi generosidad para consuelo tuyo.
Porque sufres…
Lo veo.
– Así es…
Sufro mucho… ¡Mucho!
No lo creo.
Sabes que está en paz.
– Sé que está en paz y no lo siento lejano.
– ¿Entonces?
– ¡Entonces… Mannaém!
¿A qué precede el alba?
– Al día, Maestro.
¿Por qué me preguntas?
– Porque la muerte de Juan precede al día en que Yo seré el Redentor.
Y mi parte humana se estremece fuertemente ante esta idea…
Mannaém, voy al monte.
Quédate a recibir a quién venga.
A ayudar a los que acabaron de llegar.
Quédate hasta que yo regrese…
Después harás lo que quieras.
Hasta pronto.
Y Jesús sale de la habitación.
Baja despacio la escalera, atraviesa el huerto y por la parte posterior se aleja por una vereda;
entre huertos de olivos, manzanos, vides e higueras.
Toma la pendiente de un suave collado donde acostumbra ir a orar…
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270 SATANISMO VOLUNTARIO
270 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Un fariseo protesta:
– Nos ofendes demasiado.
Pero, ¿Por qué si es así, no liberas a Israel del Demonio para que sea santo?
Jesús responde:
– ¿Tiene Israel esta voluntad?
No.
La tienen esos pobrecillos que vienen para ser liberados del demonio
porque lo sienten dentro de sí como peso y vergüenza.
Vosotros esto no lo sentís.
Liberaros a vosotros sería inútil, porque, no teniendo la voluntad de ser liberados,
enseguida seríais de nuevo atrapados y con mayor fuerza.
Porque cuando un espíritu inmundo sale de un hombre,
vaga por lugares áridos en busca de descanso y no lo encuentra.
Observad que no son lugares áridos materialmente;
áridos porque, no recibiéndolo, le son hostiles,
de la misma forma que la tierra árida es hostil a la semilla.
Entonces dice:
“Volveré a mi casa, de donde he sido arrojado con la fuerza y contra su voluntad.
Estoy seguro de que me recibirá y me dará descanso”.
En efecto, vuelve donde aquel que era suyo,
y muchas veces lo encuentra dispuesto a recibirlo,
porque, en verdad os digo que el hombre tiene más nostalgia de Satanás que de Dios,
y, si Satanás no le somete sus miembros, por ninguna otra posesión se queja.
Vuelve, pues, y encuentra la casa vacía, barrida, aviada, con olor a pureza.
Entonces va por otros siete demonios, porque no quiere volverla a perder.
Y con estos siete espíritus peores que él, entra en ella y ahí se instalan todos.
Así, este segundo estado, de uno convertido una vez
y pervertido una segunda vez, es peor que el primero.
Porque el demonio tiene la medida de lo amante de Satanás e ingrato a Dios
que es ese hombre.
Y también porque Dios no vuelve a donde se pisotean sus gracias.
Y habiendo experimentado ya una posesión, se abren los brazos otra vez a una mayor.
La recaída en el satanismo es peor que la recaída en una tisis mortal ya curada una vez.
Ya no es susceptible de mejoramiento ni de curación.
Esto le sucederá a esta generación, la cual, convertida por el Bautista,
ha querido de nuevo ser pecadora, porque es amante del Malvado, no de Mí.
Un murmullo, ni de aprobación ni de protesta, recorre la muchedumbre,
que se ha ido apiñando y que ya es muy numerosa, pues además del huerto y la terraza,
está llenísima de gente incluso la calle.
Hay gente sentada a caballo en el pretil.
Y subida a la higuera del huerto y a los árboles de los huertos vecinos;
porque todos quieren oír la disputa entre Jesús y sus enemigos.
El murmullo, cual ola que del mar abierto arriba a la playa;
llega, de boca en boca, hasta los apóstoles más cercanos a Jesús.
O sea, Pedro, Juan, el Zelote y los hijos de Alfeo;
porque los otros están parte en la terraza y parte en la cocina;
menos Judas de Keriot, que está en la calle entre la muchedumbre.
Pedro, Juan, el Zelote, los hijos de Alfeo recogen este murmullo…
Y dicen a Jesús:
– Maestro, están tu Madre y tus hermanos.
Están allí afuera, en la calle.
Te buscan porque quieren hablar contigo.
Ordena que la muchedumbre se aleje, para que puedan venir a Ti;
porque sin duda un motivo importante los ha traído hasta aquí a buscarte.
Jesús alza la cabeza y ve al final de la gente el rostro angustiado de su Madre;
que está luchando por no llorar;
mientras José de Alfeo le habla con vehemencia;.
Y ve los gestos de negación de Ella, repetidos, enérgicos, a pesar de la insistencia de José.
Ve también la cara de apuro de Simón, visiblemente apenado, molesto…
Pero no sonríe, no ordena nada.
Deja a la Afligida con su dolor
y a los primos donde están, con sus intransigencias.
Baja los ojos hacia la muchedumbre…
Aspira profundamente.
Y respondiendo a los apóstoles, que están cerca;
responde también a los que están lejos y tratan de hacer valer la sangre más que el deber.
La Voz de Tenor Jesús resuena como una campana:
– ¿Quién es mi Madre?
¿Quiénes son mis hermanos?
Despliega su mirada, severa en el marco de un rostro que palidece visiblemente,
por esta violencia; que debe hacerse a Sí Mismo,
para poner el deber por encima del afecto y la sangre…
Y para suspender el reconocimiento del vínculo con su Madre, por servir al Padre.
Y dice, señalando con un amplio gesto a la muchedumbre que se apiña en torno a Él,
a la roja luz de las antorchas,
bajo la luz de plata de la Luna casi llena…
Jesús declara con firmeza:
– He aquí a mi madre, he aquí a mis hermanos.
Los que hacen la voluntad de Dios son mis hermanos y hermanas, son mi madre.
No tengo otros.
Y los míos serán tales si, antes que los demás y con mayor perfección que ningún otro,
hacen la voluntad de Dios hasta el sacrificio total;
de toda otra voluntad o voz de la sangre y del afecto.
Nace entre la muchedumbre un murmullo más fuerte,
como un mar agitado por un viento repentino.
Los escribas comienzan la fuga diciendo:
– ¡Es un demonio!
– ¡Reniega incluso su sangre!
Los parientes, visiblemente enojados avanzan,
diciendo:
– ¡Es un loco!
– ¡Hasta tortura a su Madre!
exclaman:
– ¡Verdaderamente en estas palabras está todo el heroísmo!
La muchedumbre,
dice:
– ¡Cómo nos ama!
No sin esfuerzo, María con José y Simón, abren la aglomeración de gente:
Ella, todo dulzura;
José, todo furia;
Simón, todo apuro.
José arremete en seguida:
– ¡Estás loco!
¡Ofendes a todos!
¡No respetas ni siquiera a tu Madre!
¡Pero ahora estoy yo aquí y te lo voy a impedir!
¿Es verdad que vas por ahí haciendo trabajos de obrero?
Pues si eso es verdad,
¿Por qué no trabajas en tu taller para procurar el pan a tu Madre?
¿Por qué mientes diciendo que tu trabajo es la predicación, ocioso e ingrato, que es lo que eres;
si luego vas a realizar trabajo pagado a casa ajena?
Verdaderamente me pareces como si estuvieras en manos de un demonio,
que te indujera al camino
¡Responde!
Jesús se vuelve y toma de la mano al niño José,
lo acerca a Sí y lo alza sujetándolo por las axilas.
Y dice:
– Mi trabajo ha consistido en procurar el pan a este inocente y a su familia.
Y en convencerlos de que Dios es bueno;
ha sido predicar en Corozaín la humildad y la caridad.
Y no sólo en Corozaín, sino también contigo, José, hermano injusto.
Pero te perdono porque sé que te muerden los dientes de Serpiente.
Y te perdono también a ti, Simón inconstante.
Nada tengo que perdonar, de nada debo pedir perdón, a mi Madre;
porque Ella juzga con justicia.
Que el mundo haga lo que quiera,
Yo hago lo que Dios quiere.
Con la bendición del Padre y de mi Madre soy más feliz,
que si todo el mundo me aclamara rey según el mundo.
Ven, Madre, no llores;
no saben lo que hacen.
Perdónalos.
– ¡Hijo mío!
Yo sé.
Nada más hay que decir…
– Nada más,….
Aparte de decirle a la gente:
“Idos en paz”.
Jesús bendice a la muchedumbre.
Y luego, llevando con la derecha a María y con la izquierda al niño Josesito;
se dirige hacia la pequeña escalera.
Y es el primero en subirla.
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268 PIEDRA DE TROPIEZO
268 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es el mismo escenario del capítulo anterior.
El Espíritu Santo nos ha traído esta vez, a testimoniar lo sucedido;
después que termina la semana de trabajo, de Jesús en Corozaím
Jesús se está despidiendo de la viuda.
Tiene ya de la mano al pequeño José y dice a la mujer:
– No vendrá nadie antes de mi regreso.
A menos que sea un gentil.
De todas formas, quienquiera que venga que espere hasta pasado mañana;
dile que vendré sin falta.
Si hay enfermos, les daré hospedaje, como me has enseñado.
– Adiós, entonces.
La paz sea con vosotros.
Ven, Mannaém.
Al parecer han venido a ver a Jesús a Corozaím gente enferma y desgraciada.
Y a la evangelización del trabajo Jesús ha añadido la del milagro.
Si Corozaím sigue indiferente, además de incomprensible;
es verdaderamente señal de que es terreno agreste e incultivable.
No obstante, Jesús la atraviesa, saludando a los que le saludan,
con su característica amabilidad, como si tal cosa;
para seguir hablando con Mannaém
que estaba dudando sobre si volver a Maqueronte o quedarse una semana más…
Pero finalmente prevaleció su amor por el Maestro.
Mientras tanto en la casa de Cafarnaúm, se preparan para el sábado.
Mateo, cojeando todavía un poco, recibe a sus compañeros,
los asiste ofreciéndoles agua y fruta fresca;
mientras se interesa por sus respectivas misiones.
Todos hacen comentarios diversos e interesantes,
de lo que ha significado su primera semana cómo apóstoles;
misioneros con el poder pleno otorgado por Jesús.
Y para no confundirnos con nuestro relato,
que muchos de nuestros amados hermanitos en Cristo están siguiendo, junto con nosotros,
basado en la Obra Valtortiana que hemos retomado, para esta
evangelización sobre los Carismas…
Y que cualquiera de vosotros que ya están ejerciendo
las capacidades de vuestro cuerpo espiritual;como Templos vivientes del Espíritu Santo…
¡Y ya están VIVIENDO la experiencia gloriosa, de vivir el Cielo en la Tierra!
SABEN lo inefable que es,
manejar la extensión de nuestra personalidad,
cuando nuestro ABBA nos lleva sacándonos del tiempo,
para entrar en su ¡Increíble y maravillosa Eternidad!
Y esto lo pueden comprobar los que ya vivieron su Pentecostés personal;
para testificar la veracidad de las Sagradas Escrituras.
LOS TIEMPOS SON TAN GRAVES
que no se sorprendan si ABBA les dice que dejen el turismo histórico arqueológico
para cuando dejemos a Satanás noqueado,
luego del Triunfo del Corazón Inmaculado de nuestra Madrecita…

Los viajes astrales son promovidos y guiados por el Demonio… Nosotros lo hacemos sin riesgo alguno, porque es ABBA el que nos lleva
Aunque si ABBA decide darles una ‘probadita‘ de Eternidad..
Y les permite vivir un reportaje, siguiendo en vivo una jornada del Hombre-Dios
confirmando la veracidad de estos relatos y aumentando la cantidad de testigos,
que como almas víctimas y corredentoras, nos convertimos en
los Apóstoles y Profetas, de los Últimos Tiempos
Por eso no llamamos “visiones” a lo que NO ES una experiencia subjetiva,
Ya que cuando viajamos sobrenaturalmente;
a la velocidad del pensamiento;
con nuestros sentidos corporales y espirituales totalmente despiertos…
¡Esto no es imaginario!
Y está SUCEDIENDO.
Pues bién, el episodio siguiente, coloreado en azul,
pasó después de la disputa con los fariseos
pero lo adelantamos un poco, por razones de continuidad y comprensión
Y tomando de la mano al niño, entre Él y Mannaém,
se va rápido por la campiña en dirección a Cafarnaúm.
Llegan cuando ya los apóstoles están ahí.
Pedro recibe a Jesús…
Y le es confiado el pequeño José,
porque Jesús decide atender primero a los que lo han estado esperando…
Y es esto precisamente, lo que produce la amarga y triste disputa con los Fariseos….
Después de esto último…
Y luego que han pasado algunas horas…
Cuando ya está avanzada la tarde…
Sentados en la terraza, a la sombra del emparrado,
cuentan a Mateo que todavía no está curado, sus hazañas.
Se voltean al oír el ruido de pasos en la escalera y ven la rubia cabellera de Jesús,
que va emergiendo sobre la barda de la terraza.
Corren hacia Él, que los recibe con una sonrisa.
Y se quedan como estatuas cuando ven que detrás de Él, viene un niño pobre.
La presencia de Mannaém, con su vestido blanco de lino muy fino;
ceñido con un cinturón adornado con oro y piedras preciosas.
Cubierto con un manto rojo fuego tan brillante, que parece de seda
y le cae sobre la espalda como una cauda.
Lleva un turbante de viso sostenido con una delgada lámina de oro burilada,
que le pasa por la mitad de la ancha frente, dándole el aire de un rey egipcio…
Impide la avalancha de preguntas.
Pero con los ojos las hacen muy claras.
No obstante se reponen de la sorpresa…
Y después de haberse saludado recíprocamente y ya sentados alrededor de Jesús;
los apóstoles le preguntan señalando al niño:
– ¿Y éste?
Jesús contesta explicando:
– Éste es mi última conquista.
Josesito, carpintero como José, el que fue mi padre.
Por esto lo quiero muchísimo, como él a Mí también.
¿No es verdad chiquito?
Te presento a estos amigos míos, de los que has oído hablar tanto.
Éste es Simón-Pedro, el hombre más bueno con los niños que puedas imaginar.
Y éste es Juan: un niño grande que te hablará de Dios, en medio de los juegos.
Y éste es Santiago su hermano, serio y bueno como un hermano mayor.
Éste es Andrés, hermano de Simón-Pedro;
estarás muy bien con él, porque es paciente como un cordero.
Aquí tienes a Simón Zelote:
a éste le gustan mucho los niños que no tienen padre.
Y creo que giraría por toda la tierra para buscarlos, si no estuviese conmigo.
Éste es Judas de Simón y junto a él, Felipe de Betsaida y Nathanael.
¿Ves como te miran?
Ellos también tienen niños y les gustan mucho los niños.
Éstos son mis hermanos, Santiago y Judas:
Aman todo lo que amo y por eso te amarán.
Ahora vamos con Mateo, que tiene fuertes dolores en el pie y con todo;
no guarda rencor por los niños que juegan irreflexivamente
y que le hirieron, con una piedra picuda.
¿No es verdad, Mateo?
El apóstol sonríe:
– Así es, Maestro.
¿Es hijo de la viuda?
– Sí.
Es muy listo, pero está muy triste.
Mateo lo acaricia atrayéndolo hacia sí,
mientras dice.
– ¡Pobre niño!
Te llamaré a Santiaguito y jugarás con él.
Jesús termina la presentación con Tomás,
que práctico como siempre, la concluye ofreciendo al niño,
un racimo de uvas arrancado del emparrado.
Jesús dice:
Se sienta, mientras el niño come sus uvas y charla con Mateo.
Pedro pregunta:
– ¿En dónde estuviste toda la semana?
– En Corozaín, Simón de Jonás.
– Esto ya lo sé,
¿Pero qué hiciste?
¿Estuviste en la casa de Isaac?
– Isaac el viejo, ya murió.
– ¿Y entonces?
– ¿No te lo contó Mateo?
Solo dijo que estuviste en Corozaín, desde el día que nos fuimos.
– Mateo es mejor que tú.
Sabe callar y tú no sabes refrenar tu curiosidad.
– No solo la mía.
La de todos.
– Pues bien.
Fui a Corozaín a predicar la Caridad con la práctica.
Varios le preguntan al mismo tiempo:
– ¿La caridad con la práctica?
– ¿Qué quieres decir?
– ¿Cómo está eso?
Jesús aclara:
– En Corozaín hay una viuda con cinco niños.
Su marido murió repentinamente en el taller de carpintería…
Y dejó tras de sí, miseria y trabajos sin terminar.
Corozaín no ha sabido tener una brizna de compasión, por esta familia infeliz.
Fui a terminar los trabajos y…
– ¡¡¿Queeé?!!
Surge una gritería.
Quién pregunta.
Quién protesta.
Quién reprende a Mateo por haberlo permitido.
Quién admira.
Quién critica.
Y por desgracia quienes protestan o critican, son la mayoría.
Jesús deja que termine la borrasca como empezó.
Y por toda respuesta añade:
– Y pasado mañana regresaré allí.
Terminaré un trabajo.
Espero que al menos vosotros comprendáis.
Corozaín es un hueso de fruta cerrado, sin semilla.
Por lo menos vosotros sed huesos de fruta con ella.
Josesito, por favor dame esa nuez que te ha dado Simón.
Y escucha tú también.
En la casa de Cafarnaúm, se preparan para el Sábado.
Mateo, que cojea todavía, recibe a los compañeros.
Les brinda agua y frutas frescas.
Les pregunta sobre las misiones.
Pedro arruga la nariz al ver que hay fariseos vagabundeando cerca de la casa.
Y dice:
– Tienen ganas de amargarnos el Sábado.
Quisiera ir al encuentro del Maestro y decirle que se vaya a Betsaida;
para que éstos se queden con un palmo de narices.
Andrés le pregunta:
– ¿Y crees que el Maestro lo haría?
Y Mateo observa:
– Además…
En la habitación de abajo está el pobre infeliz que lo espera.
Pedro insiste:
– Podríamos llevarlo en la barca a Betsaida.
Y yo o cualquier otro ir al encuentro del Maestro, que hoy regresa de Corozaím.
Como Felipe tiene a su familia en Betsaida y nada le daría más gusto,
dice entusiasmado:
– Pues vamos…
Pedro agrega:
¡Tanto más que estáis viendo cómo han reforzado la guardia con escribas!
Vamos sin perder tiempo.
Vosotros con el enfermo, pasáis por el huerto y salís por atrás de la casa.
Yo llevo la barca hasta el pozo de la higuera.
Y Santiago hará lo mismo.
Simón Zelote y los hermanos de Jesús, irán al encuentro del Maestro.
Judas de Keriot grita:
– ¡Yo no voy con el endemoniado!
– ¿Por qué?
¿Tienes miedo de que se te pegue el demonio?
– No me hagas enojar, Simón de Jonás.
Dije que no voy y no voy.
– Ve con los primos al encuentro de Jesús.
– No.
– ¡Uf!
Ven en la barca.
– No.
– En resumidas cuentas…
¿Qué es lo que quieres?
Eres siempre el de los obstáculos…
– Quiero quedarme en donde estoy.
No temo a nadie y no me escapo.
Por otra parte, el Maestro no estaría contento con ello.
Sería causa para otro sermón de reproche y no me lo quiero merecer por vuestra culpa.
Id vosotros.
Yo me quedaré a informar…
Pedro grita:
– ¡Así no!
Todos o nadie.
Zelote, que estaba mirando hacia el camino,
dice muy serio:
– Entonces nadie.
Porque el Maestro ya está aquí.
Pedro disgustado, rezonga entre la barba
Y va a encontrar a Jesús con los demás.
Y después de los saludos mutuos, le informan del endemoniado ciego y mudo;
que con los familiares le esperan desde hace mucho tiempo.
Mateo explica:
– Está como inerte.
Se echó sobre unos sacos vacíos y de allí no se ha movido.
Los familiares tienen confianza en Ti.
Ven a tomar algo y luego lo curarás.
Jesús objeta:
– No.
Voy al punto donde está él.
¿En dónde?
– En la habitación de abajo, cerca del horno.
Allí lo puse junto con sus familiares.
Porque hay muchos fariseos y también escribas que parecen estar al asecho.
Pedro refunfuña:
– Es cierto.
Y sería mejor no darles gusto.
Jesús pregunta:
– ¿No está Judas de Simón?
Pedro vuelve a rezongar:
– Se quedó en casa.
Siempre hace lo que otros no hacen.
Jesús lo mira pero no lo reprende.
Se apresura a ir a la casa.
Al entrar en ella…
Saluda a Judas,
Que parece estar muy ocupado en acomodar los trastes.Jesús dice:
– Sacad al enfermo.
Un fariseo extraño a Cafarnaúm, replica:
– No es un enfermo.
Es un endemoniado.
– Es siempre una enfermedad del espíritu…
– Le ha impedido el ver y el hablar.
– La posesión es siempre una enfermedad del espíritu;
que se extiende a los miembros y a los órganos.
Si me hubieses dejado terminar;
hubieras sabido que me refería a esto.
También la fiebre está en la sangre cuando uno se enferma.
Y luego, a través de la sangre, ataca las diferentes partes del cuerpo.
El fariseo no puede replicar más y se calla.
Llevan al endemoniado ante Jesús.
Se ve inerte y aniquilado.
La gente se agolpa, junto con los notables de Cafarnaúm.
Están los fariseos, escribas, Jairo y el centurión romano al que Jesús le curó el siervo;
junto con otros gentiles y muchos que no son de Cafarnaúm.
Jesús levanta los brazos, sus ojos relampagueantes de Majestad
y su Voz resuena como una campana.
Cuando ordena con imperio:
– ¡En Nombre de Dios, deja las pupilas y la lengua de éste!
Lo quiero.
Sal de ésta criatura.
Ya no te es lícito tenerla.
¡Largo!
¡Fuera!
El milagro se desenvuelve con un grito de rabia del Demonio.
Seguido por una convulsión y un profundo suspiro del enfermo…
Y termina con una resonante Alabanza llena de alegría del liberado,
que exclama:
– ¡Hijo de David!
¡Hijo de David!
Un escriba pregunta:
– ¿Cómo supo que fue Él quien lo curó?
Otros fariseos contestan:
– ¡Si todo es una comedia!
– ¡Esta gente ha sido pagada para representarla!
Y uno más alzando los hombros, añade blasfemias contra Jesús.
Jairo replica:
– ¿Quién le pagó?
¿Se puede saber?
– Tú también estás implicado.
– Para hacer célebre Cafarnaúm.
Ahora la granizada de reproches, la dirige el arquisinagogo de Cafarnaúm,
Cuando Jairo les reclama:
– No envilezcas tu inteligencia, diciendo estupideces.
Y tu lengua, ensuciándola con mentiras.
Sabes que no es verdad.
Y deberías comprender que estás repitiendo una sandez.
Lo que sucedió aquí, ha sucedido en muchas partes de Israel.
¿Habrá siempre quién pague?
Yo no sabía que la plebe fuese tan rica, pues es la única que ama al Maestro.
– Tú eres el sinagogo y lo amas.
– Allí está Mannaém.
En Bethania está Lázaro, el hijo de Teófilo.
– Ellos no pertenecen a la plebe.
– Pero ellos y yo somos honestos.
No engañamos a nadie y menos en asuntos de creencia.
No nos lo permitimos, pues tememos a Dios y a Él le agrada la honestidad.
Los fariseos le dan la espalda a Jairo.
Y atacan a los familiares del curado:
– ¿Quién os dijo que viniesen aquí?
– Muchos que fueron sanados.
– ¿Qué os dieron?
– ¿Darnos?
La seguridad de que Él lo sanaría.
– ¿Pero de veras estaba enfermo?
– ¡Oh, cabezas fraudulentas!
¿Pensáis que todo esto fue una pantomima?
Si no nos creéis vayan a Gadara y preguntad por la desgracia de Anna de Ismael.
La gente de Cafarnaúm, indignada, se alborota.
Mientras unos galileos, venidos desde Nazaret,
dicen:
– ¡Pues este es hijo de José el carpintero!
Los de Cafarnaúm, fieles a Jesús,
gritan:
– ¡No!
– ¡Es lo que Él dice y lo que el curado ha dicho:
“Hijo de Dios” e “Hijo de David”!
Un escriba muy altanero,
dice con desprecio:
– ¡No aumentéis el fanatismo y la exaltación del pueblo con vuestras afirmaciones!
– ¿Y entonces qué es según vosotros?
– ¡Un Belcebú!
– ¡Mmm…, lenguas de víbora!
– ¡Blasfemos!
– ¡Vosotros sois los poseídos!
– ¡Ciegos de corazón!
– Perdición nuestra.
– Queréis quitarnos incluso la alegría del Mesías, ¿Eh?
– ¡Sanguijuelas!
– ¡Piedras secas!».
Se arma una discusión entre los que creen y los que no creen.
Varios gritan al mismo tiempo:
– ¡Lenguas de víboras!
– ¡Queréis quitarnos la alegría del Mesías!
– ¡Blasfemos!
– ¡Usureros!
– ¡Ruina nuestra!…
Y se enciende más la disputa.
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193 DEBUT MISIONERO
193 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
El grupo apostólico va caminando por los senderos del bosque…
Y comentando del enorme cambio en Elisa, que ha accedido a ir con Juana de Cusa a su propiedad en Beter.
Después del regreso a Betsur y de haber dejado a Margziam con la Virgen y las discípulas en los jardines de rosales de Beter…
Hablan también de la bondad de Juana y de lo beneficioso que será para todas, disfrutar del agradable trabajo en los cultivos de los rosales, para la industria perfumera.
Jesús avanza con los suyos a través de estos montes verdes, dando la espalda al oriente.
El lugar es muy montañoso y rico en vegetación, con bosques de árboles de piñones.
El olor de la resina, balsámico y vitalizador, se difunde por todo el espacio.
También hablan del nuevo rodeo que van a tener que dar, hacia las fértiles llanuras que preceden el litoral en las tierras filisteas.
Y entonces tornan a la memoria nombres de glorias pasadas, que suscitan la narración de episodios acaecidos, preguntas, explicaciones y afable contraposición de opiniones.
– Cuando lleguemos a la cima de este monte, os enseñaré desde lo alto todas las zonas que os interesan;
de las que podréis extraer ideas para vuestros discursos al pueblo.
Andrés se queja:
– ¿Pero cómo haremos, Señor mío?…
Yo no soy capaz.
Pedro y Santiago se unen:
– ¡Nosotros somos los menos agraciados del grupo!».
Tomás comenta:
– ¡Oh!…
Si es por eso, no es que yo sea más capaz.
Si se tratara de oro o plata, podría hablar, pero de estas cosas…
Y Mateo:
– ¿Y yo?
¿Qué era yo?
Andrés replica:
– Tú no tienes miedo del público, sabes argumentar.
Pedro agrega:
– Sí, ya… pero…
Bueno… ya sabes lo que quiero decir, así que sea como si te lo hubiera dicho.
La cuestión es que vales más que nosotros.
Jesús dice:
– Amigos míos, no hace falta subir a lo sublime.
Decid simplemente lo que pensáis, con vuestra convicción.
Creedme que cuando uno está convencido siempre persuade.
Pero Judas de Keriot suplica:
– Danos ideas Tú.
Danos muchas ideas. Una buena idea puede ser muy útil.
Estos lugares creo que no han oído nada de Tí, porque ninguno parece conocerte.
Pedro:
– Y porque aquí llega todavía…
Mucho viento procedente del Moria…
Judas replica con firmeza:
– Es porque no se ha sembrado:
Pero nosotros sembraremos…
Judas de Keriot, está contento por los primeros éxitos.
Ya han llegado a la cima del monte.
Un amplio panorama se descubre
Es hermoso contemplarlo estando a la sombra de los tupidos árboles que-coronan la cima:
Tan variado y luminoso:
Una imponente cordillera con sus series de montes entrecruzándose en todas las direcciones, como encrespadas olas petrificadas…
El inmenso océano al que barren vientos contrarios y laensenada en calma, donde todo se aplaca en una luminosidad sin límites…
Y en el lado opuesto, una vasta llanura en que se yergue como un faro, la entrada de un puerto.
Jesús extiende su brazo derecho y empieza a señalar.
Mientras dice:
– Mirad.
Ese pueblo, donde nos detendremos, que se extiende sobre esa cresta casi queriendo acaparar todo el sol;
es como el corazón de un verdadero nimbo radiado de lugares históricos.
Venid aquí.
Allí, a septentrión, está Yermot.
¿Os acordáis del pasaje de Josué?
La derrota de los reyes que quisieron asaltar el campamento israelita, fuerte tras la alianza con los gabaonitas.
Cerca está Betsemes, la ciudad sacerdotal de Judá, donde los filisteos restituyeron el Arca con los exvotos de oro,
que los adivinos y sacerdotes habían impuesto al pueblo,
para obtener la liberación de los castigos que atormentaban a los culpables filisteos.
Y allí, toda llena de sol, Sará, patria de Sansón.
Un poco más a al oriente, Timnata, donde él tomó esposa e hizo muchas proezas y también muchas estupidyeces.
Y allá, Azeca y Soko, que fue lugar de campamento filisteo. Más abajo está Zanoe, una de las ciudades de Judá.
Y aquí, volveos, aquí está el Valle del Terebinto, donde David luchó contra Goliat.
Allí está Maqueda, donde Josué derrotó a los amorreos.
Volveos hacia aquí. ¿Veis aquel monte solitario en medio de esa llanura que un tiempo fue de los filisteos?
Allí está Gat, patria de Goliat y lugar de refugio para David, con Akís, para que no le alcanzara la ira de Saúl.
Y donde el rey sabio se fingió demente, porque el mundo preserva a los locos de los sanos de mente.
Aquel horizonte abierto son las llanuras de la fertilísima tierra de los filisteos.
La atravesaremos, hasta Ramlé. Ahora vamos a Bet – Yinna.
Tú Felipe que miras con ojos suplicantes, irás con Andrés por el poblado.
Nosotros estaremos en la fuente de la plaza.
Tú, precisamente tú, Felipe, que me estás mirando con actitud implorante, irás con Andrés por el poblado.
Nosotros, mientras tanto, esperaremos junto a la fuente o en la plaza.
– ¡Señor, no nos mandes solos!
– ¡Ven Tú también!
– Id, he dicho.
La obediencia os socorrerá más que mi muda presencia.
Así que Felipe y Andrés van, sin rumbo fijo, por el pueblo.
Llegan a una minúscula posada (más una caballeriza que una posada), donde hay unos intermediarios contratando corderos con unos pastores.
Entran y, cohibidos, se paran en medio de un patio rodeado de arcadas muy toscas.
Viene el posadero:
– ¿Qué queréis?, ¿alojamiento?
Los dos apóstoles se consultan recíprocamente con la mirada (una mirada llena de apuro).
Es muy probable que de lo que habían pensado decir no les venga ni una sola palabra.
Contra toda previsión, es precisamente Andrés el primero que cobra fuerzas y responde:
– Sí, alojamiento para nosotros y para el Rabí de Israel.
– ¿Qué rabí?
¡Hay muchos rabíes! Todos muy señores. No vienen a los pueblos de pobres a traernos su sabiduría.
Somos los pobres los que tenemos que ir a ellos, ¡Y ya es un regalo, si nos toleran a su lado!
– El Rabí de Israel es uno sólo.
Y viene precisamente a traer a los pobres la Buena Nueva;
cuanto más pobres y pecadores son, más los busca y se acerca a ellos – responde dulcemente Andrés.
– ¡Entonces… no hará dinero!
– No busca riquezas.
Es pobre y bueno. Cuando logra salvar a un alma, su jornada está cumplida – responde también esta vez Andrés.
– ¡Hummm…!
Es la primera vez que oigo que un rabí es bueno y pobre.
Juan es pobre, pero es severo. Todos los demás son severos y ricos, insaciables como sanguijuelas.
¿Habéis oído? Venid aquí, vosotros que vais por todas partes.
Estos hombres dicen que hay un maestro pobre y bueno, que viene a buscar a los pobres y pecadores.
– ¡Ah!…
Debe ser ese que viste de blanco como un esenio.
Lo vi hace tiempo en Jericó.
Un pastor alto y musculosos añade:
– No. Ése está solo.
Debe ser aquel de que hablaba Toma porque así por azar, había estado hablando de él con unos pastores del Líbano.
Otro exclama:
– ¡Sí, vaya!
Y viene del Líbano hasta aquí… ¡Por tu cara bonita!
Mientras el posadero habla y escucha la opinión de sus clientes, los dos apóstoles permanecen allí, en medio del patio, como dos postes.
Hasta que un hombre dice:
– ¡Eh, vosotros, venid aquí’
¿Quién es? ¿De dónde viene este que decís?
Felipe contesta muy serio:
– Es Jesús de José, de Nazaret.
Y permanece como quien espera que se burlen de él.
Andrés añade:
– Es el Mesías anunciado.
Os conjuro, por vuestro bien: escuchadlo.
Habéis nombrado a Juan; pues bien, yo estaba con él y os puedo decir que él mismo, nos indicó a Jesús cuando pasaba, diciendo:
“He ahí al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.
Cuando Jesús entró en el Jordán para ser bautizado, se abrieron los Cielos y una Voz gritó:
“Este es mi Hijo predilecto en quien tengo puestas mis complacencias”
Y el Amor de Dios descendió como una paloma y se colocó resplandeciente encima de su cabeza.
– ¿Ves como es el Nazareno?
Pero, vamos a ver, vosotros que os llamáis amigos suyos, decidnos…
Andrés precisa:
– Amigos no.
Apóstoles, discípulos, enviados suyos para anunciaros su llegada; para que quien tenga necesidad desalvación vaya a Él.
– Bien, de acuerdo…
Pero, decidnos si es realmente como lo describen algunos…
O sea, un santo más santo que Juan el Bautista.
O un demonio, como dicen otros.
Vosotros, que estáis con él, porque si sois discípulos estaréis juntos, ¿No?
– Vamos a ver, hablad con sinceridad:
¿Es verdad que es lujurioso, comilón y bebedor?
¿Y que tiene simpatía por las meretrices y los publicanos?
¿Que es un nigromante y que por la noche invoca a los espíritus, para conocer los secretos de los corazones?
– Pero, ¿ Por qué preguntas esto a estos hombres?
Pregunta más bien si es verdad que es bueno.
Si no, estos dos se van a sentir ofendidos y se van a marchar.
Y le van a contar al Rabí nuestras malas razones y nos va a maldecir.
¿Qué sabemos nosotros?…
¡Sea Dios o diablo, siempre será mejor tratarlo bien!…
Esta vez es Felipe el que habla:
– Os podemos responder con sinceridad porque no hay nada torpe que ocultar.
Él, nuestro Maestro, es el Santo entre los santos.
Durante el día dedica su esfuerzo a adoctrinar;
incansable, va de un lugar a otro buscando los corazones.
Durante la noche ora por nosotros.
No desprecia ni la mesa ni la amistad, pero no busca en ello ventaja propia.
Antes al contrario, lo hace para poderse acercar a aquellos a quienes de otra forma;
no sería posible acercarse.
No rechaza ni a publicanos ni a meretrices, pero sólo para redimirlos.
Señala su camino con curaciones y conversiones milagrosas.
le obedecen el viento y el mar.
Pero no tiene necesidad de nadie para obrar prodigios, ni de invocar espíritus para conocer los corazones.
El posadero pregunta:
– Y, ¿Con qué poder lo hace?…
Has dicho que el viento y el mar lo obedecen.
Pero si son cosas que no tienen razón.
¿Cómo puede mandar sobre ellos?
– Respóndeme a esto, hombre:
¿Tú qué crees, que sea más difícil:
Mandar sobre el viento y el mar o sobre la muerte?
– ¡Por Yeohveh!
¡Sobre la muerte no se tiene poder!
Al mar se le puede echar aceite, se le puede hacer frente orientando adecuadamente las velas;
se puede, prudentemente, no ir a navegar.
Contra el viento se puede oponer los cierres de las puertas.
Pero sobre la muerte no se tiene poder:
No hay aceite que la aquiete, no hay vela que haga a nuestra navecilla tan rápida ,
que pueda distanciar a la muerte, no hay cierres contra ella;
cuando quiere venir pasa, a pesar de que estén echados los cerrojos.
¡No, no, nadie da órdenes a esta reina!
– Pues, a pesar de todo, nuestro Maestro tiene poder sobre ella.
Y no sólo cuando está cercana, sino también cuando ya ha hecho presa.
Un joven de Naím estaba ya para ser introducido en la horrenda boca del sepulcro, cuando Él dijo:
“Te lo ordeno: Levántate!”
Y el joven volvió a la vida.
Naím no está en los confines del mundo.
Si vais, veréis.
– ¿Así, sin más?
– ¿En presencia de todos?
– En el camino, en presencia de toda Naím.
E1 dueño de la posada y los huéspedes se miran en silencio…
Luego el primero dice:
– Pero, esas cosas las hará para sus amigos, ¿No?
Felipe dice con seguridad:
– ¡No hombre, para todos los que creen en Él!
Y no sólo para ellos.
Créeme que es la Piedad en la tierra.
Nadie que va a Él vuelve de vacío.
Escuchad todos:
¿Entre vosotros no hay nadie que sufra o llore, por alguna enfermedad en la familia?
¿O por dudas, remordimientos, tentaciones o ignorancia?
Presentaos a Jesús, el Mesías de la Buena Nueva.
Él estará aquí hoy; mañana irá a otro lugar.
No desaprovechéis la Gracia del Señor ahora que pasa»
Felipe, que se ha ido sintiendo cada vez más cómodo, ha perdido la inseguridad.
El dueño de la posada se revuelve los cabellos, abre y cierra la boca, se manosea las franjas de la cintura…
– ¡Yo lo intento!…
Tengo una hija.
Hasta el pasado verano estaba bien.
Después todo cambió. Ahora es una lunática.
Está siempre en un rincón, como una fiera muda.
Su madre, con gran esfuerzo, apenas si logra vestirla y darle de comer.
Los médicos dicen que se le ha consumido el cerebro por exceso de sol; otros, que por un triste amor; el pueblo dice que está endemoniada.
¿Cómo es posible, si es una jovencita que no ha salido nunca de aquí?
¿Dónde se ha cogido este demonio?
¿Tu Maestro qué dice, que el demonio se puede apoderar de un inocente?
Felipe responde sin vacilar:
– Sí, para atormentar a los familiares y hacer que se desesperen.
– ¿Y… cura a los lunáticos?
¿Debo tener esperanza?
Andrés responde inmediatamente:
Entonces les narra el milagro de los gerasenos…
y termina diciendo:
« ¿Si aquéllos – y eran una legión en corazones de pecadores – huyeron de ese modo…
Cuánto más lo hará ése, que ha entrado por la fuerza en un corazón fresco?
Te digo, hombre: para quien espera en Él, lo imposible se le hace tan fácil como respirar.
Yo, que he visto las obras de mi Señor, doy testimonio de su potencia.
– ¡Oh!…
¿Quién de vosotros va y lo llama?
– Yo mismo.
Espérame, que vuelvo enseguida.
Y Andrés se marcha veloz.
Felipe se queda a hablar.
Cuando Andrés ve a Jesús parado en el zaguán de una casa, para evitar el sol implacable que llena la pequeña plaza del pueblo…
– ¡Ven! ¡Ven, Maestro!
El posadero tiene una hija lunática.
Te implora que la cures.
– ¿Pero me conocía?
– No, Maestro.
Hemos tratado de darte a conocer…
– Lo habéis conseguido.
Porque si uno llega ya a creer que puedo curar un mal que no tiene remedio;
es que ya está adelantado en la fe.
Y teníais miedo a no ser capaces de ello…
¿Qué habéis dicho?
– Ni siquiera te lo sabría decir.
Hemos expresado lo que pensamos de ti y hemos hablado de tus obras.
Sobre todo, hemos dicho que eres Amor y Piedad.
¡Qué mal te conoce el mundo!
– Pero vosotros me conocéis bien.
Es suficiente.
– Llegan a la pequeña posada.
Todos los huéspedes están en la puerta, curiosos.
En medio, con Felipe, está el posadero, que sigue con sus monólogos.
Cuando ve a Jesús, corre a su encuentro:
– ¡Maestro, Señor, Jesús…
Yo… yo creo tanto que Tú eres Tú.
Que sabes todo, que ves todo, que conoces todo, que todo lo puedes.
Tanto lo creo, que te digo:
Ten piedad de mi hija, aunque los pecados de mi corazón sean muchos;
Que no caiga sobre mi hija el castigo por haber sido inmoral en mi trabajo; juro que no volveré a ser avariento.
Tú ves mi corazón, lo que ha sido y lo que piensa ahora. Perdón. Piedad, Maestro.
y hablaré de ti a todos los que vengan aquí, a mi casa…
El hombre está de rodillas.
Jesús le dice:
– Levántate y persevera en los sentimientos de ahora.
Llévame a donde tu hija.
– Está en un establo, Señor.
Este calor bochornoso la pone más enferma todavía. No quiere salir.
– Bien, no importa; voy Yo.
No es el bochorno, es que el demonio me siente llegar.
Entran en un patio, luego en un establo oscuro.
Todos los demás van detrás.
La niña, despeinada, demacrada, se contorsiona en el rincón más oscuro.
Y en cuanto ve a Jesús,
grita:
– ¡Atrás!
Tú eres el Cristo del Señor; sobre mí descargas tu mano. Déjame tranquilo.
¿Por qué sigues siempre mis pasos?
Jesús toma la actitud majestuosa del Dios y Señor que Es,
y ordena:
– ¡Sal de ella!
¡Vete! ¡Lo quiero! ¡Devuelve a Dios tu presa y calla!
Durante unos segundos espectantes…
Luego sigue un grito desgarrador, una sacudida, un cuerpo que se derrumba sobre la paja…
Pasa un pequeño lapso y luego un suspiro muy profundo…
Enseguida la jovencita se yergue con calma, tristeza, estupor…
Y se ruboriza violentamente…
Ya que ahora se avergüenza de estar sin velo y con un vestido roto, ante los ojos de muchos extraños…
– ¿Dónde estoy?
¡Por qué estoy aquí?, ¿Quiénes son éstos?
Y grita:
– ¡¡¡Mamaaá!!!
El padre exclama:
– ¡Oh, Señor eterno!
¡Está curada!…
Y aunque resulte extraño en el rubicundo y colorado hospedero, llora como un niño…
Se siente dichoso.
Llora. No sabe qué otra cosa hacer sino besar las manos de Jesús.
Entretanto, la madre también llora, circundada por la corona de sus hijitos, que miran asombrados.
Y besa a esta primogénita suya que ha sido liberada del demonio.
Los presentes prorrumpen en un verdadero clamor…
Otros acuden para ver el prodigio.
El patio está lleno.
El hombre suplica:
– Quédate, Señor.
Ven esta noche. Cobíjate bajo mi techo.
Jesús dice:
– Hombre, somos trece.
– Aunque fuerais trescientos, sería como nada.
Sé lo que quieres decir, pero el Samuel avariento y deshonesto ha muerto, Señor.
Se ha marchado también mi demonio.
Ahora vive el nuevo Samuel. Seguirá siendo hospedero, pero santamente.
Ven, ven conmigo, que quiero honrarte como a un Rey, como a un Dios, como a quien Eres.
¡Oh, bendito el sol de hoy que te ha traído a mí!….
158 LOS DOS GERASENOS
158 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Jesús, cortado el lago en dirección noroeste-sudeste, manifiesta a Pedro su vivo interés porque desembarque en Ippo.
Pedro obedece sin discutir, descendiendo con la barca hasta la embocadura de un riachuelo que ahora, porque es primavera y también debido al reciente temporal, fluye lleno y fragoroso.
Desemboca este curso de agua en el lago, por una hoz escabrosa y llena de escollos, como es toda la costa en este punto.
Los mozos aseguran las barcas – hay uno por cada barca – y reciben la orden de esperar hasta la tarde para volver a Cafarnaúm.
Pedro aconseja:
– Y haceos los despistados con quien quiera indagar.
A quien os pregunte dónde está el Maestro respondedle sin vacilar: “No lo sé”; a quien quiera saber hacia dónde se dirige, lo mismo.
Además es verdad, no lo sabéis.
Se separan.
Jesús emprende la ascensión de un escarpado sendero que trepa por el acantilado casi a pico.
Los apóstoles lo siguen por la penosa senda hasta alcanzar la cima…
Que acaba en un rellano poblado de encinas, bajo las cuales pacen muchos cerdos.
Bartolomé exclama:
– ¡Estos fétidos animales no nos dejan pasar!
Jesús con serenidad, responde:
– No.
No nos obstaculizan el paso, hay espacio para todos.
Por su parte los porquerizos viendo a israelitas, tratan de reunir a los cerdos bajo las encinas para dejar libre el sendero.
Los apóstoles pasan, haciendo mil muecas de desagrado…
Entre las porquerías que van dejando estos animales que hozan con abundancia, buscando siempre aumento de gordura.
Jesús pasa sin hacer tanto teatro.
Y dice a los encargados de la piara:
– Que Dios os pague vuestra amabilidad.
Los porquerizos, gente pobre y sólo poco menos sucia que sus cerdos.
Aunque eso sí, infinitamente más delgados…
Lo miran perplejos y se ponen a cuchichear entre sí.
– A lo mejor no es israelita.
A lo cual los otros contestan:
– ¿No ves las franjas de la túnica?
El grupo apostólico se une, ahora que pueden continuar el camino juntos, por una vereda bastante ancha.
El panorama es precioso.
Está elevado sólo unas pocas decenas de metros respecto al lago.
Suficiente de todas formas, para poder dominar toda la extensión del agua y las ciudades diseminadas a lo largo de sus márgenes.
Tiberíades resplandece con sus bonitas construcciones, frente al lugar donde están los apóstoles.
Abajo al pie del acantilado basáltico, la breve playa parece un cojín selvático.
Mientras que en la orilla opuesta, desde Tiberíades hasta la entrada del Jordán, se ve una llanura
más bien vasta y pantanosa debido a las aguas del río, que dan la impresión de encontrar dificultad para reanudar su curso después de la pausa en el sereno lago.
Pero es muy abundante en todo tipo de hierbas y matas propias de los lugares ricos en agua.
Y tan poblada de aves acuáticas de irisados colores, como veteadas de gemas, que se contempla ese lugar cual si se tratase de un jardín.
Las aves, que están entre las tupidas hierbas y en los cañizares se elevan, vuelan sobre el lago y hunden sus cuerpos en las aguas para arrebatarles un pez.
Se elevan de nuevo, más esplendorosas aún por el agua que ha reavivado los colores de sus plumas…
Y regresan hacia la florida llanura donde el viento juguetea revolviendo los colores.
Aquí es distinto: una faja de bosques de altísimas encinas, bajo las cuales la hierba crece verde esmeralda y blanda.
Acabada ésta, hay una hondonada.
Después el monte vuelve a ascender en un empinado promontorio rocoso escalonado, en cuyos rellanos las casas están encostradas.
Es como si el monte formase una única cosa con las paredes, prestando sus cavernas como viviendas; mitad ciudad troglodita, mitad ciudad común.
Es original con esta graduada ascensión en terrazas, que hace que el techo de las casas de la terraza inmediatamente anterior,
esté a la altura del bajo de las casas del rellano superior.
Por los lados en que el monte es más empinado, hasta el punto de impedir cualquier tipo de construcción, hay cavernas y brechas profundas…
Y veredas escarpadas que descienden hacia el valle y que en tiempo de aguaceros deben transformarse en caprichosos torrentes.
Peñascos de todo tipo, que han rodado por efecto de los aluviones, forman un caótico pedestal en la base de este monte tan abrupto y agreste.
Simón Zelote pregunta:
– ¿No es aquello Gamala?
Jesús responde:
– Sí, es Gamala.
¿La conoces?
– Pasé ahí una noche ya muy lejana cuando era un fugitivo…
Luego vino la lepra y ya no salí de los sepulcros.
Pedro pregunta:
– ¿Hasta aquí te persiguieron?
– Venía de la Siria.
Adonde me había encaminado buscando protección.
Pero… fui descubierto y tuve que huir hacia estas tierras para evitar ser capturado.
Luego, lentamente, siempre bajo amenaza, fui descendiendo hasta el desierto de Tecua.
Y desde allí ya leproso, hasta el valle de los Muertos.
La lepra me salvaba de mis enemigos…
Judas pregunta:
– ¿Éstos son paganos, verdad?
– Casi todos.
Hay pocos hebreos, mercaderes. Y luego un sincretismo de creencias. Y también falta completa de creencia…
Pero no trataron mal al fugitivo.
Varios exclaman:
– ¿Lugares de bandidos?
Juan, que todavía está impresionado por la captura de Juan el Bautista,
dice:
– Sí.
Pero hay más bandidos al otro lado, creedlo.
Su hermano Santiago de Zebedeo, concluye:
– En el otro lado hay bandidos también entre los que llevan el nombre de justos.
Y portan vestimenta sagrada…
Jesús toma la palabra:
– Y no obstante…
Los tratamos sin estremecernos, mientras que aquí habéis vuelto la cabeza cuando habéis tenido que pasar al lado de unos animales.
– Son impuros.
– Mucho más lo es el pecador.
Éstos son animales han sido creados así y no se les debe culpar por ello.
Sin embargo, el hombre es responsable de ser impuro por el pecado.
Nota: la impureza implica contaminación espiritual.
O sea, el alma puede ser invadida por espíritus satánicos…
Y esto explica las reticencias apostólicas…
Felipe pregunta:
– ¿Y entonces por qué nos han sido clasificados como impuros?
– Ya he aludido a ello en una ocasión.
Hay razón sobrenatural y razón natural de este orden.
La primera consiste en enseñar al pueblo elegido a saber vivir teniendo presente su elección y la dignidad del hombre…
Incluso en una acción tan común como es comer.
(Yo le pregunté a Jesús: ¿Por qué la religión hebraica prohibe la carne de cerdo?…
Que es tan común en la gastronomía mexicana.
Y Él me respondió: “Su grasa exacerba la libídine del cuerpo humano…”
Para mí fue suficiente…)
El salvaje se alimenta de todo, le basta con llenarse el vientre.
El pagano, aunque no sea un salvaje, come también todo, sin pensar que comer exageradamente fomenta vicios y tendencias que rebajan al ser humano.
Es más, los paganos persiguen este frenesí de placer que para ellos es casi una religión.
Los más instruidos de entre vosotros tienen noticia de fiestas obscenas, en honor de sus dioses, que degeneran en una orgía de libídine.
El hijo del pueblo de Dios debe saber contenerse.
Y en obediencia y prudencia, perfeccionarse a sí mismo; teniendo presentes su origen y su fin: Dios y el Cielo.
La razón natural es el no estimular la sangre con alimentos que conducen a ardores indignos del hombre, al cual no se le niega el amor carnal…
Pero debe templarlo siempre con el frescor del alma orientada al Cielo.
Hacer por tanto, amor – no sensualidad – de ese sentimiento que une al hombre a su compañera, en quien debe ver la congénere y no la hembra.
Los pobres brutos, sin embargo, no son culpables de ser puercos, ni de los efectos que su carne pueden a la larga producir en la sangre…
Y menos culpa todavía tienen los hombres que cuidan de los cerdos.
Si son honestos, ¿Qué diferencia habrá, en la otra vida, entre ellos y el escriba que está concentrado en sus libros y que por desgracia, no aprende en ellos la bondad?
En verdad os digo que veremos a porquerizos entre los justos y a escribas entre los injustos. Pero…
Judas grita:
– ¡Avalancha!
Se separan todos de la ladera del monte porque están rodando y rebotando pendiente abajo piedras y tierra…
Y miran en torno a sí perplejos.
– ¡Allí!, ¡Allí!.
¡Mirad allí! Dos… completamente desnudos…
Vienen hacia aquí gesticulando.
Locos…
Jesús responde:
– O endemoniados.
Jesús se dirige a judas de Keriot, que ha sido el primero en ver a los dos posesos, que vienen directo hacia ellos.
Tal vez salieron de alguna caverna del monte.
Y vienen gritando.
Uno de ellos, el que más corre, se lanza hacia Jesús…
Parece un pajarraco extraño desplumado, pues mucho corre y mucho bracea…
En vez de brazos parece tener alas.
Se desploma a los pies de Jesús,
gritando:
– ¿Has venido aquí, Amo del mundo?
¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
¿Ha llegado ya la hora de nuestro castigo?
¿Por qué has venido antes de tiempo a atormentarnos?
El otro endemoniado, bien porque tenga impedida la capacidad de hablar, bien porque esté poseído por un demonio que lo hace lento…
Lo único que hace es echarse de bruces contra el suelo y llorar bajo.
Para luego sentado, quedarse como inerte, sólo jugando con las piedras y con sus pies descalzos.
El demonio sigue hablando por boca del primero, que se retuerce en el suelo en un paroxismo de terror.
Parece como si quisiera oponerse y no pudiera hacer otra cosa más que adorar…
Atraído y repelido al mismo tiempo por el poder de Jesús.
Grita:
– ¡Te conjuro en nombre de Dios, no me atormentes más!
¡Déjame marcharme!
Jesús ordena:
– Sí. Pero fuera de éste.
Espíritu impuro, sal de éstos. Di tu nombre.
– Legión es mi nombre, porque somos muchos.
Tenemos poseídos a éstos desde hace años.
Con sus miembros deshacemos lazos y rompemos cadenas.
Y no hay fuerza humana que los pueda tener sujetos.
Siembran el terror por causa nuestra. De ellos nos servimos para que contra TÍ se blasfeme.
En ellos nos vengamos de tu maldición.
Rebajamos al hombre a un nivel inferior al de las fieras, para escarnecerte.
No hay lobo, chacal, hiena, buitre o vampiro, que se pueda equiparar a los que están poseídos por nosotros.
Pero, no nos eches. ¡El Infierno es demasiado horrendo!…
La Voz divina, ordena tajante:
– ¡Salid!
¡En el Nombre de Jesús, salid!
Jesús habla con voz de trueno, sus ojos centellean.
Los demonios suplican:
– Déjanos al menos, entrar en esa piara que has visto antes.
– Id.
Con un alarido bestial los demonios se separan de los dos desgraciados.
Y entre un repentino remolino de viento que hace cimbrearse a las encinas como si fueran tallos herbáceos…
Caen sobre la enorme piara de cerdos, los cuales, emitiendo chillidos verdaderamente demoníacos,
empiezan a correr por entre las encinas como posesos.
Se chocan unos contra otros, se hieren.
Se muerden y alcanzando el borde del gran acantilado.
No teniendo ya más amparo que el agua del fondo, se arrojan al lago.
Mientras los porquerizos, trastornados y desolados, gritan aterrorizados.
Los animales a centenares, en una sucesión de golpes sordos, zambullen su cuerpo en las aguas serenas.
Y las rompen en multitud de borbollones de espumas.
Se hunden, vuelven a emerger, mostrando ora los redondeados vientres,
ora los morros puntiagudos en cuyos ojos se lee el terror…
Para acabar ahogándose.
Los pastores, gritando, se echan a correr hacia la ciudad.
Los apóstoles, que han ido al lugar del desastre, vuelven,
y dicen:
– ¡Ni uno se ha salvado!
¡Les has procurado un triste servicio!
Jesús, sereno, responde:
– Es mejor que perezcan dos mil cerdos que no un solo hombre.
Dadles un vestido a éstos. No pueden estar así.
El Zelote abre un saco y ofrece uno de sus atavíos.
Tomás da el otro.
Los dos hombres están todavía un poco atónitos,
como si se acabaran de despertar de un sueño muy molesto lleno de pesadillas.
jesús dice:
– Dadles algo de comer.
Que vuelvan a vivir como hombres.
Y mientras los dos hombres comen el pan y las aceitunas que les han ofrecido y beben de la botija de Pedro…
Jesús los observa.
Por fin hablan.
Y uno de ellos le dice:
– ¿Quién eres?
El Maestro responde:
– Jesús de Nazaret.
El otro contesta:
– No te conocemos.
– Vuestra alma me ha reconocido.
Ahora levantaos y marchad a vuestras casas.
El primero dice:
– Creo que hemos sufrido mucho, pero no recuerdo bien.
¿Quién es éste?
Y señala a su compañero.
– No lo sé.
– ¿Quién eres?
¿Por qué estás aquí?
El que era como mudo, que todavía es el más inactivo,
dice:
– Me llamo Demetrio.
¿Aquí está Sidón?
– Sidón está en la costa.
Aquí estás al otro lado del lago de Galilea.
– ¿Y por qué estoy aquí?
Ninguno le puede dar una respuesta.
En ese momento está llegando un grupo de personas seguidas por los pastores.
La gente parece asustada y curiosa.
Y su estupor aumenta al ver a los dos hombres vestidos y en orden.
– ¡Aquél es Marcos de Josías!…
– ¡Y aquél es el hijo del mercader pagano! …
– Y Aquél es el que los ha curado.
Los custodios de los animales agregan:
– Por Él han muerto nuestros cerdos,.
Porque han enloquecido al entrar en ellos los demonios.
Los lugareños suplican:
– Señor, reconocemos que eres poderoso.
Pero ya nos has perjudicado demasiado; nos has hecho un daño de muchos talentos.
Te rogamos que te marches, no vaya a ser que por tu poder se derrumbe el monte y se hunda en el lago.
Jesús responde:
– Me voy.
Yo no me impongo a nadie.
Jesús, sin rebatir, regresa por el mismo camino por el que había venido.
Le sigue, al final de la fila de los apóstoles, el endemoniado que hablaba.
Detrás, a distancia, muchos habitantes de la ciudad para asegurarse de que se marcha.
Salvan en sentido inverso el pronunciado declive del sendero.
Regresan a la hoz del torrente, donde están las barcas.
Los habitantes de la ciudad permanecen todavía en el borde de la cima del promontorio, mirando.
El hombre liberado baja detrás de Jesús.
Los mozos de las barcas están aterrados:
Han visto la lluvia de cerdos en el lago y todavía contemplan los cuerpos que emergen…
Cada vez más y cada vez más hinchados, con las redondeadas panzas al aire y las cortas patitas tiesas, como cuatro estacas clavadas en una voluminosa vejiga sebosa.
Y preguntan:
– Pero, ¿Qué ha pasado?
Pedro contesta:
– Ya os lo contaremos.
Ahora soltad amarras y vámonos… ¿A dónde, Señor?
Jesús indica:
– Al golfo de Tariquea.
El hombre que los ha seguido, viéndolos subir a las barcas,
suplica:
Jesús objeta:
– No. Ve a tu casa.
Los tuyos tienen derecho a tenerte. Háblales de las grandes cosas que te ha hecho el Señor y de cómo ha tenido piedad de ti.
Esta zona tiene necesidad de creer. Enciende la llama de la fe en señal de agradecimiento al Señor. Ve.
Adiós.
– Dame al menos la fuerza de tu bendición.
Para que el demonio no se vuelva a apoderar de mí.
– No temas.
Si tú no quieres, no vendrá. De todas formas, te bendigo. Ve en paz.
Las barcas se separan de la orilla en dirección este-oeste.
Sólo entonces, cuando aquéllas hienden las olas sembradas de víctimas porcinas.
Los habitantes de la ciudad que no ha recibido al Señor se retiran del borde de la cima y se marchan.
108 EXORCISMO Y CONVERSIÓN
108 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Jesús va caminando solo, casi rozando un seto de cácteas que, burlándose de todas las demás plantas desnudas,
resplandecen bajo el sol con sus carnosas paletas espinosas, en las que hay todavía algún fruto al que el tiempo ha dado un color rojo ladrillo.
O en que ya ríe alguna flor precoz amarilla con pinceladas de color bermellón.
Los apóstoles, detrás, cuchichean. Están molestos y ciertamente no van alabando al Maestro.
En un momento dado, Jesús se vuelve de repente,
Y dice:
– Quien está pendiente del viento no siembra, quien está pendiente de las nubes no recoge nunca.
Es un refrán antiguo, pero Yo lo sigo.
Como podéis ver, donde temíais adversos vientos y no queríais deteneros, he encontrado terreno y modo de sembrar.
Y, a pesar de “vuestras” nubes, que conviene que lo oigáis, no está bien que las mostréis donde la Misericordia quiere mostrar su sol,
estoy seguro de haber cosechado ya.
Tomás replica:
– Sí, pero ninguno te ha pedido un milagro.
¡Es una fe en ti muy extraña!
– Tomás, ¿Crees que el hecho de pedir milagros es lo único que prueba que hay fe?
Te equivocas. Es todo lo contrario.
Quien quiere un milagro para poder creer patentiza que sin el milagro, prueba tangible, no creería.
Sin embargo quien, por la palabra de otro, dice “creo” muestra la máxima fe.
Tadeo protesta:
– ¡Así que entonces los samaritanos son mejores que nosotros!
– No estoy diciendo eso.
Pero en su estado de minoración espiritual, han mostrado tener una capacidad de comprender a Dios mucho mayor que la de los fieles de Palestina.
Esto os lo encontraréis muchas veces en vuestra vida.
Os ruego que os acordéis también de este episodio para saberos conducir sin prejuicios con las almas que se acerquen a la fe en el Cristo.
Santiago de Alfeo, amonesta:
– De todas formas – perdona, Jesús, si te lo digo – ya te persigue mucho odio y dar pie a nuevas acusaciones creo que te perjudica.
Si los miembros del Sanedrín vinieran a saber que has tenido…
– ¡Dilo, hombre!: “amor”, porque esto es lo que he tenido y tengo, Santiago.
Tú, que eres primo mío, comprenderás que en Mí no puede haber sino amor.
Te he mostrado cómo en mí sólo hay amor, incluso para con quienes me eran enemigos en mi familia y en mi tierra.
Y entonces, ¿No debía amar a éstos, que me han respetado a pesar de que no me conocían?
Los miembros del Sanedrín pueden hacer todo el mal que quieran,
pero la consideración de este futuro mal no cerrará las esclusas de mi amor omnipresente y omnioperante.
Pero además es que, aunque lo hiciera, ello no impediría al odio del Sanedrín encontrar motivos de acusación.
Felipe agrega:
– Sí, pero Maestro…
Pierdes tu tiempo en una ciudad idólatra, habiendo como hay muchos lugares en Israel que te esperan.
Dices que es necesario consagrar cada hora del día al Señor. ¿No son horas perdidas?
Jesús advierte:
– Un día dedicado a reagrupar las ovejas extraviadas no es un día perdido, Felipe.
Está escrito: “Hace muchas oblaciones quien respeta la Ley… mas quien practica la misericordia ofrece un sacrificio”.
Está escrito: “Que tu ofrenda al Altísimo esté en proporción de cuanto te ha dado; ofrece con mirada alegre según tus facultades”.
Yo lo hago, amigo, y el tiempo empleado en el sacrificio no es un tiempo perdido.
Practico la misericordia y uso de las facultades recibidas ofreciendo mi trabajo a Dios. Tranquilos, por tanto.
Además, el que de vosotros, quería que hubieran pedido milagros para convencerse de que los de Sicar creían en Mí, va a quedar satisfecho.
Aquel hombre nos sigue, sin duda por algún motivo. Detengámonos.
Efectivamente, el hombre viene en dirección a ellos.
Se le ve encorvado bajo la carga de un voluminoso fardo que lleva malamente contrapesado sobre los hombros.
Al ver que el grupo de Jesús se ha detenido lo hace él también.
– Se ha parado porque ve que nos hemos dado cuenta de sus malas intenciones.
¡Son samaritanos!
Jesús cuestiona:
– ¿Estás seguro, Pedro?
– ¡Sin duda!
– Pues entonces quedaos aquí. Yo me acerco.
– No, Señor, eso no. Si vas Tú, también yo.
– De acuerdo, ven.
Jesús se dirige hacia el hombre.
Pedro trota a su lado, entre curioso y hostil.
Llegados a pocos metros uno del otro,
Jesús dice:
– ¿Hombre, qué quieres?
¿A quién buscas?
El hombre responde:
– A Tí.
– Y ¿Por qué no has venido a Mí cuando estaba en la ciudad?
– No me atrevía…
Si en presencia de todos me hubieras rechazado, hubiera sufrido demasiado dolor y vergüenza.
– Podrías haberme llamado cuando me quedé solo con los míos.
– Mi deseo era acercarme a ti estando Tú solo, como Fotinai.
También yo, como ella, tengo un motivo importante para estar a solas contigo…
– ¿Qué quieres?
¿Qué es lo que transportas con tanto esfuerzo sobre tus hombros?
– Es mi mujer.
Un espíritu se ha adueñado de ella y la ha transformado en un cuerpo muerto y una inteligencia apagada.
Debo hasta darle la comida en la boca, vestirla, llevarla como a una niña pequeña.
Ocurrió de improviso, sin previa enfermedad… La llaman “la endemoniada”.
Todo esto me supone dolor, afanes, gastos. Mira.
El hombre pone en el suelo su fardo de inerte carne envuelta en un sayo como un saco.
Y descubre un rostro de mujer, todavía joven, que si no respirase se podría decir que está muerta: ojos cerrados, boca entreabierta.
Es el rostro de una persona que ha expirado o que estuviese en estado comatoso.
Jesús se agacha hacia la desdichada mujer que yace en el suelo, la mira, luego mira al hombre,
Y le dice:
– ¿Crees que puedo hacerlo?…
¿Por qué lo crees?
– Porque eres el Cristo.
– Pero tú no has visto nada que lo pruebe.
– Te he oído hablar. Me basta.
– ¿Has oído, Pedro?
¿Qué piensas que debo hacer ante una fe tan genuina?
Pedro balbucea:
– Pues… Maestro… Tú… Yo… Bueno, decide Tú.
Pedro está desconcertado.
– Sí, ya he decidido.
Hombre, mira.
Jesús coge la mano de la mujer y ordena:
– ¡Vete de ella! ¡Lo quiero!
La mujer, que hasta ese momento había permanecido inerte, se contrae en una horrenda convulsión, primero muda.
Luego acompañada de quejidos y gritos que terminan con uno más fuerte durante el cual, como quien se despierta de una pesadilla,
abre como platos los ojos que hasta ahora había mantenido cerrados.
Luego se tranquiliza y con cierto estupor, mira a su alrededor…
Fija primero sus ojos en Jesús – el Desconocido que le sonríe… -; luego mira a la tierra del camino en que yace…
Y a una mata nacida en el borde, en la que la cabezuela blanco-roja de las margaritas de los prados, coloca perlas ya próximas a abrirse en forma de radiado nimbo.
Mira al seto de cactáceas, al cielo, muy azul. Luego vuelve la mirada y ve a su marido…
A este marido suyo que ansioso, la mira a su vez escudriñando todos sus movimientos.
Sonríe y recuperada completamente su libertad, se pone en pie como impulsada por un resorte para refugiarse en el pecho de su marido.
Éste, llorando, la acaricia y la abraza.
Ella pregunta:
– ¿Cómo es que estoy aquí?
¿Por qué? ¿Quién es este hombre?
El esposo contesta:
– Es Jesús, el Mesías.
Estabas enferma y te ha curado. Dile que lo quieres.
– ¡Oh…, sí! ¡Gracias!…
Pero, ¿Qué tenía? Mis niños… Simón… no recuerdo cosas de ayer, pero sí recuerdo que tengo hijos…
– No es necesario que te acuerdes de ayer.
Acuérdate siempre del día de hoy. Sé buena. Adiós. Sed buenos y Dios estará con vosotros.
Y Jesús, seguido por la bendiciones de los dos, se retira rápido.
Llegado adonde están los demás, que se habían quedado al pie del seto, no les dirige la palabra.
Pero sí a Pedro:
– ¿Y ahora, tú, que estabas seguro de que aquel hombre venía con malas intenciones, qué dices?
¡Simón, Simón! ¡Cuánto te falta todavía para ser perfecto!
¡Cuánto os falta! Tenéis, excepto una patente idolatría, todos los pecados de éstos. Y además soberbia en el juicio.
Tomemos nuestro alimento. No podemos llegar antes de la noche a donde quería.
Dormiremos en algún aprisco, si es que no encontramos nada mejor.
Los doce, con el sabor en su corazón de la corrección recibida, se sientan sin hablar y se disponen a comer.
El sol de este sereno día ilumina los campos, que descienden, formando suaves ondulaciones, hacia una llanura.
Después de comer, todavía permanecen un tiempo en el lugar, hasta que Jesús se pone en pie,
y dice:
– Venid tú, Andrés y tú, Simón; quiero ver si aquella casa es amiga o enemiga.
Y se pone en movimiento.
Los otros permanecen en el lugar y guardan silencio hasta que,
Santiago de Alfeo le dice a Judas de Keriot:
– ¿Pero esta que viene no es la mujer que estaba en Sicar?
Judas contesta:
– Sí, es ella.
La reconozco por el vestido. ¿Qué querrá?
Pedro responde malhumorado:
– Seguir su camino.
– No.
Nos está mirando demasiado, protegiéndose los ojos del sol con la mano.
La observan hasta que llega cerca de ellos…
Y pregunta sumisa:
– ¿Dónde está vuestro Maestro?
– Se ha ido.
¿Por qué preguntas por Él?
– Lo necesito…
– No se echa a perder con mujeres.
– Ya lo sé.
Con mujeres, no; pero yo soy un alma de mujer que tiene necesidad de Él.
Tadeo le aconseja a Pedro que la deje quedarse.
Y responde a la mujer:
– Espera. Dentro de poco vuelve.
La mujer se retira a una curva del camino y allí se queda, en silencio.
Los apóstoles se desinteresan de ella.
Jesús, al poco tiempo regresa.
Pedro dice a la mujer:
– Ahí está el Maestro.
Dile lo que quieras. ¡Apúrate!
La mujer ni siquiera le responde.
Va hasta los pies de Jesús y se prosterna hasta tocar el suelo.
Y guarda silencio.
Jesús pregunta:
– Fotinai, ¿Qué quieres de Mí?
– Tu ayuda, Señor.
Yo soy muy débil. No quiero pecar más. Esto se lo he dicho ya al hombre.
Pero, ahora que he dejado de pecar no sé nada más. Ignoro el bien.
¿Qué tengo que hacer? Dímelo Tú. Soy fango, pero tu pie pisa también el camino para ir a las almas.
Pisa mi fango, pero ven a mi alma con tu consejo.
Y cubriéndose el rostro, con las manos juntas, empieza a llorar.
– Seguirme como única mujer no es posible.
Si verdaderamente quieres no pecar y conocer la ciencia de no pecar, regresa a tu casa con espíritu de penitencia, y espera.
Llegará el día en que tú mujer, entre otras muchas, igualmente redimidas, podrás estar al lado de tu Redentor y aprender la ciencia del Bien.
Ve. No tengas miedo. Sé fiel a la voluntad que tienes ahora de no pecar. Adiós.
La mujer besa la tierra, se levanta y se retira caminando hacia atrás durante algunos metros.
Luego se vuelve hacia Sicar…
MI PROJIMO 1
Después de mi conversión, mi alma estaba sedienta de Dios y lo buscaba en donde quiera que mi corazón lo presentía.
Cuando recién comenzaba a trabajar en el Ministerio de Sanación y Liberación, una vez Jesús me dijo:
“Pronto aprenderás que Conmigo, LAS BATALLAS SE GANAN. PERDIENDO…
Cuando estuve viviendo una temporada, en la casa solariega que tenía una de mis hermanas en una ranchería cercana al aeropuerto de Guadalajara en México, Jesús estuvo muy activo…
Con el grupo de Oración de la Renovación Carismática y la dirección del sacerdote del pueblo, el Señor realizó su ministerio, tal como lo hacia cuando caminaba por los senderos del antiguo Israel.
Y llegó un momento en que vinieron muchas personas buscando alivio y sanación a múltiples dolencias.
Fue allí que se perfeccionó nuestro conocimiento sobre la influencia que nuestros pecados le proporcionan a Satanás.
Las cadenas para esclavizarnos, someternos y destruirnos, de diferentes maneras.
En las evangelizaciones, Jesús medicaba las almas y las instruía.
Luego mandábamos a los conversos a que se reconciliaran con los Sacramentos y así aumentaba el Rebaño que el Sr. Cura pastoreaba en la parroquia.
Y nosotros siempre aprendíamos algo nuevo.
Las Oraciones de Liberación, las realizábamos siguiendo las instrucciones que nos daba Jesús, con los diferentes Carismas en acción,
que el Espíritu Santo nos proporcionaba al grupo Juvenil de Oración y que constaba de alrededor de 3 adultos y siete jóvenes.
Jesús dirigía a través mío, lo que había qué hacer contando con la asistencia y la ayuda del Cielo entero.
PORQUE CADA EXORCISMO ERA UNA GUERRA
Satanás utilizaba todas las estratagemas para NO soltar a sus presas, pero el Espíritu Santo nos ayudaba a bloquear sus argucias y siempre lo vencíamos.
Una de sus tretas favoritas era fingir que ya se habían ido y se escondían. Pero con los Carismas podíamos verlos y además conocíamos sus nombres.
Al nombrarlos adquiríamos un poder especial sobre ellos y les dábamos órdenes específicas, que NO podían ignorar.
Una cosa que me costaba mucho trabajo entender, era porqué cada vez aumentaba la dificultad para vencerlo y nuestros combates eran cada vez más arduos y difíciles.
En los últimos enfrentamientos, NO vacilaba en recurrir a la agresión física, tratando de amedrentarnos.
NO nos obedecía y hacía que las liberaciones fuesen largas y sumamente laboriosas.
Yo me había acostumbrado a que Dios debía ser Obedecido de inmediato y a que nuestros oponentes NO debían costarnos tanto trabajo…
Pero las últimas experiencias parecían contradecir todo esto…
Yo acababa de sanar de una tremenda quemadura y ya estaba otra vez teniendo un combate feroz, donde mi Oponente parecía haberse fortalecido hasta un grado inimaginable.
Un día estábamos orando por un hombre que pesaba más de 200 kg. Él estaba recostado en la cama, mientras los demás orábamos por él.
Los Demonios nos ofrecían una resistencia brutal y hacían gala de su rebeldía profiriendo blasfemias atroces.
Por más que los amenazaba, ellos se burlaban y mostraban su soberanía sobre aquella alma, encarándose directamente con Dios y retándolo con bestial crueldad,
enumerando los diversos pecados que les permitían poseerlo.
Se burlaban de Dios diciéndole los diversos motivos por los él se negaba a amarlo y obedecer sus Mandamientos…
Y a continuación describían sus pecados y el motivo por el que tenían la razón para atormentarlo…
Al mismo tiempo que le recriminaban a Dios, el que Él no tuviera una sola razón para intervenir e impedirles lo que ellos habían determinado hacerle, al sujeto de su posesión.
Esto para mí fue demasiado… Y con impotencia creciente, pensaba en la forma de callarlos.
Lo único que había en la habitación además del Crucifijo, era un cuadro de la Virgen de Guadalupe donde se miraban las rosas cayendo de la tilma de Juan Diego.De forma impulsiva les grité:
– ¡¡¡Ya basta!!!
Cómo NO quieren callarse, en este momento les pongo en la boca una rosa del Tepeyac y convierto sus blasfemias en Bendiciones.
En el Nombre de Jesús lo digo + y en el Nombre de Jesús lo hago+ Amén
Después de esto hubo un silencio total y seguimos con la Liberación.
Pero Satanás NO había terminado.
Aun no comprendo cómo pasó.
Pero de repente uno de los jóvenes que estaban orando, estaba debajo de la cama y empezó a ser aplastado por el enorme peso de nuestro rehén, que intentábamos liberar.
Le pedí ayuda a Mamá María y a nuestros ángeles de la guarda y de pronto…
Con una sola mano, porque con la otra sosteníamos los rosarios, el Agua Bendita y yo además la Biblia…
Levantamos la cama y alguien lo arrastró, sacándolo de la mortal trampa.
Entonces Satanás atrapó a otro de los jóvenes que orábamos…

31. «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32. pero yo he rogado por ti, para que tu Fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» Lucas 22
Y sacándolo a la terraza de la recámara que estaba en el primer piso, literalmente lo mandó volando a través del huerto hasta el abrevadero de los caballos.
La mitad del grupo salió corriendo hasta la piscina, donde los caballerangos ejercitaban a los corceles y que era donde Lucifer intentaba ahogarlo.
Yo también salí corriendo…
Y en el salón de juegos, que estaba donde empezaba la escalinata para bajar a la sala principal, me topé con mi sobrinita de cinco años que estaba desternillándose de risa.
Ante mi mirada interrogante, me dijo:
– ¡Ay tía! ¡Esto es más divertido que las caricaturas en la televisión!
¡Todos los diablos no pueden hablar y se ven muy simpáticos con una enorme rosa en la boca!…
Por un segundo me paralicé por la sorpresa…
Pero recordé la emergencia…
Y continué mi carrera hasta las caballerizas, donde Satanás continuaba en sus intentos por ahogar a Octavio.
Cuando llegué a la piscina, me eché un clavado, levanté la cabeza de Octavio fuera del agua.
Y abrazándolo, le grité muy enojada a Lucifer:
– ¡ALTO! ¿Quién te crees que eres para atacarnos así?
Lárgate de aquí. Te aseguro que esta vez vas a lamentar el combatir con nosotros…
¡Porque todavía NO me conoces y Me conocerás!…
¡Constatarás que de princesa, sólo tengo los genes! Porque te juro que te voy a hacer llorar…
Sacamos a nuestro valiente hermanito del agua…
Y en el pasto que rodeaba la piscina…
Oré por Octavio mientras lo reanimaba…
Y Jesús lo volvió a la consciencia totalmente intacto.
Empapados pero felices, regresamos a continuar la Liberación.
Aunque sentía de forma maravillosa, la Portentosa Presencia de mi Señor Único y Trino, mi resolución no cambió un ápice y al contrario…
Cuando entramos nuevamente a la casa, YO NO estaba dispuesta a soportarles más majaderías…
Y me sentía tan furiosa, que decidí mandar por la borda, todos los buenos modales con que Jesús nos dirigía…
Mala decisión, porque no le pedí permiso... ¡Y SIMPLEMENTE LO HICE!
Entonces surgió la charra que siempre ha habitado en mí. Y aquí emergió uno de mis mayores defectos:
Cuando estoy enojada, NO reflexiono, ACTÚO.
Este altanero Arcángel le faltaba al respeto a Dios, Blasfemaba lo que quería y escarnecía con enorme crueldad al Señor.
¡Esto me dolía tanto…!
Era UN VALENTÓN COBARDE, al que nadie le había puesto un alto y por eso su Soberbia estaba tan inflada.
Mi sobrinita sin querer, me había dado un dato crucial:
“Todo lo que yo decía, se hacía¨ Entonces si mi palabra era tan importante…
Estuve deliberando en la forma de doblegar tan grande soberbia…
Pensé en los miedos que tenían supremacía en la sociedad a la que había pertenecido desde que nací…
Y que sometían la mayoría de sus comportamientos sociales…
Lo más importante eran las apariencias y el PRESTIGIO ante los demás.
Por eso prevalecían los modales elegantes y todo mundo quería pertenecer a una élite en ascenso…
– ¡Vaya, vaya…! (una idea PERVERSA empezó a germinar en mi cabeza)
Por eso en las visiones que teníamos sobre el Infierno, Satanás siempre andaba elegantísimo y desplegando prepotencia y poder.
Entonces me fijé en un calendario que estaba junto al cuarto de lavado y tenía una bella imagen del Carnaval.
En un par de días empezaría la Cuaresma…
Lucifer está tan pagado de Sí mismo, que TODO lo que se relaciona con él, debe ser impresionante…
Recordé sus desafíos, sus burlas, sus despliegues de poder y sus manifestaciones llenas de deslumbrante magnificencia…
Y también CÓMO SE SIENTE INTOCABLE COMO UN DIOS.
Estaba tan enojada con él, que decidí que era el momento de darle una Lección…
Y que NO la olvidara jamás…
CONCLUÍ…
Bueno, veamos que hace, al proporcionarle una sopa de su mismo chocolate…
Y actué con la misma resolución que lo hacía, cuando de sacudirme un poco el extremo rigor de mi madre se trataba:
“En casos de necesidad, es mejor pedir perdón que pedir permiso…” Y esto era una emergencia.
Y cómo los jugadores en la mesa de pókar cuando apuestan todo…
Ya me la estaba jugando por Jesús en el hombre por el que orábamos…
Habíamos recibido varios ataques que hubieran podido tener un desenlace fatal al menos con tres de los integrantes del equipo de Liberación.
Sólo me faltaba una cosa…
Uno de los miedos más grandes que los exorcistas tienen, es que los espíritus del poseso puedan penetrar en ellos…
Y así convertirse en una víctima más, torturada en venganza, por la Maldad de Satanás.
Pero ese Miedo ES precisamente la TRAMPA Y EL PELIGRO.
Cuando tienes a Dios de tu lado, NO HAY porqué tener miedo.
Y cuando confías en Él, ES CUANDO VES LOS MAYORES MILAGROS…
Yo le había entregado mi vida entera a Jesús y después de 15 años de choques frontales con el Enemigo en los que más o menos había aprendido a conocerlo,
Una idea se había metido en mi mente y estaba cristalizándose más fuerte, durante los últimos combates.
¿La Muerte? ¿Qué es la muerte para el que espera en Dios?
Sólo es el tránsito para el encuentro definitivo con el Amado.
Y decidí jugarme el todo, por el TODO.
Si moría, moriría sirviendo al Dios que adoro sobre todas las cosas. Viéndolo de esta manera, tenía boleto express para reunirme con ÉL…
Todos estos pensamientos, fueron veloces mientras retornaba con nuestro ‘pacientito’…
Y mi corazón galopó de alegría…
Cuando íbamos a entrar a la habitación nuevamente, me detuve por un momento, evalué la situación…
Y resolví acabar de una vez por todas con aquella batalla.
Llevábamos muchas horas luchando, había atentado contra nuestras vidas dos veces.
Satanás seguía sintiéndose Intocable y yo YA NO estaba dispuesta a prolongar aquello.
Así que agarré a toro por los cuernos
Y APOSTÉ MI TODO…
DECIDÍ SER LA GUERRERA SUICIDA DEL EJÉRCITO DE JESÚS…
Yo le gané a Satanás este privilegio…

Gracias Padre por cada marca y cada cicatríz que llevo en mi cuerpo y en mi alma, garantizando que la Lucha no ha sido fácil, pero Tú haz sido mi Fortaleza…
Ya NO iba a dar órdenes y esperar a que fuesen obedecidas…
Cuando entramos en la habitación donde yacía el que estaba siendo liberado, me dirigí directamente hacia él…
Y poniendo mis manos sobre su cabeza DECLARÉ:
– “Amadísimo Padre Celestial, Tú que Eres Infinitamente Bueno, Infinitamente Poderoso, Infinitamente Misericordioso, escucha la Oración que te presento a través del Inmaculado Corazón de María Santísima y por la Sangre Preciosísima de Jesús.
Te entrego mi cuerpo, mi alma, mi vida y mi espíritu, por mi hermanito, (dije el nombre de nuestro enfermito)
Por favor PÁSAME A MÍ, TODO LO QUE HAY EN ÉL…
Y dale a él todo lo que me has dado a mí:
Tu Perdón, tu salvación, tu sanación, tu Paz, tu Amor. Y todas las Gracias que tu Espíritu Santo decida.
Soy Tuya mi Señor y deseo serlo siempre por toda la Eternidad.
Te consagro a… al Corazón Inmaculado de María santísima, para que sea una ovejita del Rebaño de Jesús. Amén
Y los diablos que acaban de entrar en mí, no saldrán hasta que yo lo ordene
y deberán hacer junto conmigo TODO lo que yo haga.
Me arrodillé ante la Virgen y recé el Angelus.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía, caer en la tentación…
También la honré con “Bendita sea tu Pureza…”
Cuando terminé, besé los piés de la Guadalupana y les dije a mis nuevos huéspedes:
– ¡BIENVENIDOS!
¡ALABAREMOS AL DIOS ALTÍSIMO!
¡Y LO HARÁN CADA VEZ QUE YO LO HAGA!
¡ Y CON LA ALABANZA CON QUE YO LO HAGA!
Así que si quieren librarse de esto, NO tienen otra alternativa que correr a postrarse a los Pies de Cristo Rey y hacer lo que Él les mande.
Por lo pronto, vamos a cantar…
“Salve Reina de los Cielos y Señora de los ángeles, Salve Raíz, Salve Puerta, que dió paso a nuestra Luz. Alégrate Virgen Gloriosa, entre todas la más bella…“
Y el Salve Regina sonaba triunfal en todas las gargantas, incluída la del hombre que había sido sanado y liberado…
Verificamos que la Liberación había sido completa y que nuestro rehén estaba totalmente intacto…
Y pudimos proclamar la victoria total en el Nombre de Jesucristo.
Todos nos consagramos nuevamente a los Sagrados Corazones y…
Después de esto le dije a Lucifer:
– Lo siento amigo, acabas de perder.
Mi tiempo es demasiado valioso, para desperdiciarlo con tus argucias.
Ya NO quiero escuchar tus soberbios desplantes. Y conmigo NO funcionan tus trucos.
Este rehén YA NO ES tuyo.
Por si no te diste cuenta, pasé sus espíritus inmundos y tus compinches a mi interior, tanto si estaban dispuestos a hacerlo, como si no.
Yo NO dejo alternativas. Acabo de liberarlo de sus pecados y de las cadenas con que lo controlabas.
¡ESTÁ LIBRE!
Creo que te metiste con el alma equivocada, porque todavía tengo una gran sorpresa para ti y para TODO tu séquito infernal:
– Esto es una guerra, NO un juego.
Y porque parece que ustedes olvidan con
Quién
se enfrentan, es necesario darles un pequeño recordatorio.
Por esto, en el Nombre de Jesús yo los visto a todos ustedes, con los mismos ropajes que ataviarán los participantes en el Carnaval de Río de Janeiro.
Los que han promovido el descaro y la indecencia en la mujer, vestirán los más diminutos biquinis y NO me importa si son masculinos.
Los que alardean de su elegancia varonil, llevarán los trajes carnavalescos de la Marcha del Orgullo Gay…
Y al que se atreva a protestar, LE GARANTIZO MÁS CREATIVIDAD con su atuendo personal.
Y esto se aplica a todas las Jerarquías.
¿¿¿Entendieron???…
O ¿Se los explico con manzanas, palitos y bolitas?
¡Y NO se los podrán quitar, HASTA QUE YO LO DECIDA! Amén
Ahora sí. ya tienen mi permiso para irse,
Y más les vale que lo hagan rápido, porque me tienen bastante fastidiada.
Y están en peligro de que decida agregarles otro pequeño inconveniente para ustedes…
Había sido una jornada de más de doce horas, plagada de fenómenos extraordinarios y que me dejaron a mí, totalmente exhausta.
Y todavía faltaban las Consecuencias de mi impulsivo arrebato…
Cuando terminamos, el grupo se disolvió…
Y yo me dormí como un bebé, después de haber sido bañado…