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50 UNA FAMILIA DIVIDIDA

50 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

Mañana de mercado en Cafarnaúm. La plaza está llena de vendedores de los más diversos tipos de mercancías.

Jesús, que llega a este lugar desde el lago, ve que vienen a su encuentro sus primos Judas y Santiago.

 Acelera el paso en dirección a ellos y después de abrazarlos con afecto,

Jesús pregunta apremiante:

–     ¿Vuestro padre?… ¿Qué ha sucedido?

Tadeo responde:

–      Nada nuevo respecto a su vida.

–     ¿Por qué has venido, entonces? Te había dicho: «quédate allí

Judas baja la cabeza y calla.

Ahora es Santiago quien no se contiene:

–      Por culpa mía él no te ha obedecido. Sí, por culpa mía; pero es que no he podido soportar más.

Todos en contra. Y, ¿Por qué? ¿Hago mal acaso, en amarte? ¿Acaso hacemos mal? Hasta ahora me había frenado un escrúpulo de estar actuando mal.

Pero ahora que sé las cosas, ahora que Tú has dicho que ni siquiera el padre está por encima de Dios, no he aguantado más.

He tratado verdaderamente de ser respetuoso, de hacer comprender las razones, de enderezar las ideas.

He dicho: «¿Por qué combatís contra mí? Si es el Profeta, si es el Mesías,

¿Por qué queréis que el mundo diga: `Su familia fue enemiga suya; entre los que lo seguían ella faltó’?

¿Por qué, si es el infeliz que vosotros decís, no debemos nosotros los de la familia estarle cercanos en su demencia, con el fin de impedir que sea nociva no sólo para Él sino también para nosotros?».

¡Oh!, Jesús, yo hablaba así para razonar humanamente, como razonaban ellos.

Tú sabes efectivamente, que ni yo ni Judas te creemos demente; sabes que en ti vemos al Santo de Dios; que hemos dirigido siempre nuestra mirada a ti como a nuestra Estrella mayor.

Pero, no han querido entendernos.

Ni siquiera han querido seguir escuchándonos.

Y entonces yo me he marchado. Ante el dilema «o Jesús o la familia», te he elegido a ti.

Aquí estoy, a nada que me aceptes; si no, seré el más infeliz de los hombres, porque no tendré nada: ni tu amistad ni el amor de la familia. 

Jesús contesta:

–      ¿En esto estamos? ¡Santiago mío, mi pobre Santiago!

Habría deseado no verte sufrir así, porque te quiero. Pero si Jesús-Hombre llora contigo, Jesús-Verbo se alegra íntimamente por ti. Ven.

Estoy seguro de que la alegría de ser portador de Dios a los hombres aumentará de hora en hora tu gozo, hasta llegar al pleno éxtasis en la hora extrema de la Tierra y en la eterna del Cielo.

Jesús se vuelve y llama a sus discípulos, que se habían detenido prudentemente a unos metros de distancia.

–      Venid, amigos. Mi primo Santiago ahora forma parte de mis íntimos y por tanto es nuestro amigo.

¡Cuánto he deseado esta hora, este día, para él, mi perfecto amigo de infancia, mi buen hermano de juventud!

Los discípulos acogen con alegría al nuevo llegado y a Tadeo, que hacía días que no lo veían. 

–      Hemos estado en casa. Te buscábamos. Pero estabas en el lago.

–     Sí, en el lago, durante dos días con Pedro y los demás. Pedro ha tenido buena pesca. ¿No es cierto?

Pedro refunfuña:

–     Sí, y ahora – esto me disgusta – tendré que dar muchos didracmas a aquel ladrón… – y señala al recaudador Mateo, cuyo banco está asediado por gente que paga por la tierra o las mercancías.

Jesús dice:

–     Digo Yo que todo será proporcionado. Cuanto más pescas, más pagas, pero también ganas más.

–     No, Maestro. Si pesco más, gano más; pero si pesco el doble de peso, ése no es que me haga pagar el doble, sino que me hace pagar el cuádruplo… ¡Aprovechado!

–     ¡Pedro!… Pues vamos a ir exactamente allí al lado. Deseo hablar. Siempre hay gente junto a aquel banco de recaudación. 

Pedro masculla enojado:

–     ¡Hombre claro!, gente y maldiciones».

–     Pues bien, Yo iré a introducir bendiciones. Quién sabe… a lo mejor entra un poco de honestidad en el recaudador.

–     No, Tú tranquilo, que tu palabra no pasará a través de su piel de cocodrilo.

–     Lo veremos.

–    ¿Qué le piensas decir?

–     Directamente, nada. Pero, por mi modo de expresarme, él será también destinatario de mis palabras.

–    ¿Vas a decir que tan ladrón es el salteador de caminos como el que despelleja a los pobres, que trabajan para obtener el pan y no mujeres o borracheras?

–     Pedro, ¿Quieres hablar tú en vez de Mí?

–     No, Maestro. No sabría hablar bien.

–     Y con la amargura que tienes dentro, te dañarías a ti y lo dañarías a él.  

Ya están cercanos al banco de los impuestos.

Pedro tiene intención de pagar.

Jesús lo detiene y dice:

–     Dame las monedas; hoy pago Yo.

Pedro lo mira atónito y le da una bolsa de piel, con dinero.

Jesús espera su turno y cuando se encuentra frente al recaudador…

Dice:

–     Pago por ocho canastas de pescado de Simón de Jonás.

Las canastas están allí, a los pies de los peones. Comprueba, si lo crees oportuno; de todas formas entre hombres honestos debería bastar la palabra, y creo que tú me consideras tal. ¿Cuánto es la tasa?

Mateo, que estaba sentado detrás de su banco, en el momento en que Jesús dice «creo que tú me consideras tal», se pone en pie.

Es bajo y más bien anciano, más o menos como Pedro.

Su rostro muestra el cansancio propio de quien se goza la vida.

Muestra también Mateo un claro estado de turbación. Primero tiene la cabeza agachada, luego la levanta y mira a Jesús.

Y Jesús lo mira fijo, serio, dominándolo con toda su imponente estatura.

Ante el silencio expectante…

Jesús repite:

–     ¿Cuánto?

Mateo responde:

–     No hay tasa para el discípulo del Maestro – y añade en voz más baja: – Ruega por mi alma.

–     La llevo en mí, porque recojo a los pecadores. Pero tú… ¿Por qué no la cuidas?

Dicho esto, Jesús le vuelve la espalda y torna adonde Pedro, que se ha quedado de piedra, como también los demás.

Bisbiseos, gestos…

Jesús se pone junto a un árbol, a unos diez metros de Mateo.

Y empieza a hablar.

–     El mundo es comparable a una gran familia, cuyos componentes tienen distintos oficios, todos necesarios.

En él hay agricultores, pastores, viñadores, carpinteros, pescadores, albañiles; quién trabaja la madera o el hierro, quién escribe; hay soldados, oficiales destinados a misiones especiales, médicos, sacerdotes…, de todo hay.

El mundo no podría estar compuesto de una sola categoría; son todas necesarias, todas santas, si hacen todas lo que deben con honestidad y justicia.

Pero, ¿Cómo se puede alcanzar esto, si Satanás tienta por tantas partes? Pues pensando en Dios, que ve todas las cosas, incluso las obras más escondidas,

Y pensando en su ley, que dice: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo, no le hagas lo que no querrías que te hicieran a ti, no robes en ningún modo«.

Decid, vosotros que me escucháis: Cuando uno muere, ¿Acaso se lleva consigo las bolsas de sus dineros? Y aunque fuera tan necio como para querer tenerlas consigo en el sepulcro,

¿Puede, acaso, usarlas en la otra vida? No. Sobre la podredumbre de un cuerpo corrompido las monedas se transforman en pedazos de metal corroídos.

En cambio, en otro lugar, su alma estaría desnuda, más pobre que el bendito Job, privada de la más insignificante moneda, aunque aquí y en la tumba hubiera dejado muchísimos talentos.

Os digo más, ¡escuchad, escuchad! En verdad os digo que teniendo riquezas difícilmente se gana el Cielo.

Antes al contrario, generalmente con ellas se pierde, aunque sean riquezas adquiridas honestamente por herencia o ganadas, porque pocos son los ricos que las saben usar con justicia.

¿Qué hace falta, entonces, para conseguir este Cielo bendito, este reposo en el seno del Padre? Hace falta no tener avidez de riquezas.

No tener avidez en el sentido de desearlas a toda costa, incluso faltando a la honestidad y al amor; no tener avidez en el sentido de que, teniendo esas riquezas, se amen más que al Cielo y al prójimo,

negándole caridad al prójimo necesitado; no tener avidez por cuanto las riquezas pueden dar, o sea, mujeres, placeres, rica mesa, vestiduras pomposas, lo cual ofende a quien pasa frío y hambre.

Hay, sí, hay una moneda para cambiar las monedas injustas del mundo por divisa que vale en el Reino de los Cielos, y es la santa astucia de hacer riquezas eternas de las riquezas humanas, a menudo injustas o causa de injusticia;

se trata de ganar con honestidad, devolver lo que se obtuvo injustamente, usar de los bienes con moderación y desapego,

sabiéndose separar de ellos, porque antes o después nos dejan… ¡Ah, pensad esto! mientras que el bien realizado no nos abandona jamás.

Todos querríamos ser llamados «justos» y que nos creyeran tales, ser premiados como tales por Dios.

Pero, ¿Cómo puede Dios premiar a quien sólo tiene nombre de justo, no teniendo las obras?

¿Cómo puede decir «te perdono», si ve que el arrepentimiento es sólo verbal y que no va acompañado de una verdadera mutación de espíritu?

No existe arrepentimiento mientras dura el apetito hacia el objeto por el que se produjo nuestro pecado.

Cuando uno, en cambio, se humilla, -se mutila del miembro moral de una mala pasión, que puede llamarse mujer u oro, diciendo: «Por ti, Señor, no más de esto»,

entonces es cuando verdaderamente está arrepentido, y Dios lo acoge diciendo: «Ven; te quiero como a un inocente, como a un héroe».

Jesús ha acabado.

Se marcha sin ni siquiera volverse hacia Mateo, que se había acercado al círculo de quienes escuchaban, desde las primeras palabras.

Llegados cerca de la casa de Pedro, su mujer acude a su encuentro para decirle algo.

Pedro hace señas a Jesús para que se acerque.

Y dice:

–     Está la madre de Judas y Santiago. Quiere hablar contigo, pero no desea ser vista. ¿Cómo lo hacemos?

Jesús responde:

–     Hacemos esto: Yo entro en casa como para descansar y todos vosotros vais a distribuir el óbolo a los pobres. Ten también las monedas de la tasa condonada. Ve.

Jesús dirige a todos un gesto de despedida, mientras Pedro les habla para persuadirlos de que vayan con él.

Jesús pregunta a la mujer de Pedro:

–    ¿Dónde está la madre, mujer?

Ella contesta:

–     En la terraza, Maestro, donde aún hay sombra y frescor. Sube… Hay además más libertad que en casa.

Jesús sube por la pequeña escalera.

En un ángulo, bajo la tupida pérgola de vid, sentada en un pequeño banco colocado junto al pretil, toda vestida de oscuro, muy cubierto el rostro por el velo, está María de Alfeo. Llora bajo, calladamente.

Jesús la llama:

–     ¡María!, ¡Mi querida tía!

Ella levanta un pobre rostro angustiado y tiende las manos:

–     ¡Jesús! ¡Cuánto dolor hay en mi corazón!

Jesús está a su lado. La fuerza a permanecer sentada, pero Él se queda de pie.

No se ha quitado todavía el manto, elegantemente dispuesto en pliegues; tiene una mano sobre el hombro de su tía, la otra entre las manos de ella.

–    ¿Qué te pasa? ¿Por qué tanto llanto?

–     Jesús, me apresuré a salir de casa diciendo: «Voy a Caná a buscar huevos y vino para el enfermo».

Con Alfeo está tu Madre, que lo atiende como Ella sabe hacer, y estoy tranquila. Pero en realidad, he venido aquí. He caminado presurosa todas las noches para llegar antes. No puedo más…

De todas formas el cansancio no es importante. ¡Lo que verdaderamente me duele es el pesar que tengo en el corazón!… Mi Alfeo… mi Alfeo… mis hijos… Pero ¿Por qué entre quienes son de la misma sangre hay tanta diferencia?

¿Por qué esta diferencia es como las dos piedras de un molino para triturar el corazón de una madre? ¿Están contigo Judas y Santiago? ¿Sí? Entonces ya lo sabías…

¡Jesús! ¿Por qué mi Alfeo no comprende? ¿Por qué muere, por qué quiere morir así? ¿Y Simón y José? ¿Por qué, por qué no están contigo, sino contra ti?

–    No llores, María. Yo no les guardo rencor. Esto se lo he dicho también a Judas. Comprendo y siento compasión. Si es por esto por lo que lloras, no llores más.

–    Por esto, sí, porque te ofenden. Por esto y, además… además, y además… porque no quiero que mi esposo muera como enemigo tuyo. Dios no lo perdonará… y yo… no lo tendré ya ni siquiera en la otra vida…

María está verdaderamente angustiada. Llora con grandes lagrimones sobre la mano izquierda que Jesús le deja sin oponer resistencia.

Y María se la besa de vez en cuando, y de vez en cuando alza su pobre rostro lleno de dolor.

Jesús dice:

–    No, No. No hables así. Yo perdono. Y si perdono Yo…

–   ¡Ven, Jesús! Ven a salvarle el alma y el cuerpo, ven. Dicen también, para acusarte, que has arrebatado dos hijos a un padre que está muriendo, y lo van diciendo por Nazaret, ¿Comprendes?

Y dicen también: «Por todas partes hace milagros y en su casa no sabe hacerlos»

Y se ponen en contra de mí porque te defiendo diciendo: «¿Qué puede hacer, si prácticamente lo habéis echado con vuestros reproches; qué puede hacer si no creéis?»

–    Es así, es como has dicho: «si no creéis». ¿Cómo puedo actuar donde no se cree?

–    ¡Tú puedes todo! ¡Yo creo por todos! Ven. Haz un milagro… por tu pobre tía…

Jesús está apenadísimo y lo manifiesta en su Voz.

Al decir:

–    No puedo.

En pie, erguido, apretando contra su pecho la cabeza de María, que sigue llorando, parece como si confesara a la naturaleza serena su impotencia, como si la tomara por testigo de su pena de no poder por decreto eterno.

La mujer llora más vehementemente.

 

–    Escucha, María. Sé buena. Te juro que si pudiera, si hacerlo estuviera bien, lo haría; arrancaría esta gracia al Padre, por ti, mi Madre, Judas y Santiago e incluso, sí, también por Alfeo, por José y Simón.

Pero no puedo. Tu corazón está ahora muy afligido y no puedes comprender la justicia de este no poder mío. Te la expreso, pero de todas formas no la entenderás.

Cuando llegó la hora del tránsito de mi padre – y tú sabes en qué medida era justo y mi Madre lo quería – Yo no lo devolví a la vida.

No es justo que la familia en que un santo vive esté exenta de las inevitables desventuras de la vida. Si así fuera, Yo debería ser eterno sobre la Tierra.

Y en cambio moriré pronto y María, mi santa Madre, no podrá arrebatarme a la muerte. No puedo. Lo que puedo hacer, y lo haré, es esto…

Jesús se ha sentado y ha puesto la cabeza de su pariente sobre el hombro.

Y trata de consolarla:

 –     Esto: prometerte, por este dolor, la paz a tu Alfeo, asegurarte que no serás separada de él, darte mi palabra de que nuestra familia será reunida en el Cielo, compuesta de nuevo para toda la eternidad.

Y que, mientras Yo viva, e incluso después, infundiré mucha paz a mi querida tía, mucha fuerza, hasta hacer de ella una apóstol ante tantas pobres mujeres más fácilmente accesibles a ti, mujer.

Serás mi dilecta amiga en este tiempo de evangelización. La muerte – no llores – la muerte de Alfeo te libera de los deberes conyugales y te eleva a los más sublimes de un místico sacerdocio femenino,

muy necesario ante el altar de la gran Víctima y entre muchos paganos que doblegarán más su ánimo ante el heroísmo santo de las mujeres discípulas que ante el de los discípulos.

¡Oh, tu nombre, querida tía, será como una llama en el cielo cristiano!… No llores más. Ve en paz, fuerte, resignada, santa. Mi Madre… ha sido viuda antes que tú… y te consolará como Ella sabe hacer.

Ven. No quiero que partas sola bajo este sol. Pedro te acompañará con la barca hasta el Jordán y de allí a Nazaret con un asno. Sé buena.

–    Bendíceme, Jesús. Dame fuerza.

–    Sí, te bendigo y te beso, tía bondadosa.

Y la besa tiernamente, teniéndola aún durante largo tiempo contra su corazón, hasta que la ve calmada.

P128 UNA TRAMPA MORTAL

CONVOCATORIA3¿CUAL ES EL PEOR CASTIGO PARA LUCIFER?

PADRE

Hijitos Míos, la tentación siempre existe. Desde que tenéis uso de razón, desde que sois pequeñitos, Satanás os va a empezar a atacar. La Tentación existe para separaros de Mí, Satanás os va conociendo a lo largo de vuestra existencia…

Y como os he dicho, no conoce vuestro pensamiento; pero conoce cómo actuáis ante determinadas situaciones y así es como os va conociendo y os va poniendo las tentaciones, con las cuales os va a hacer caer en el transcurso de vuestra vida terrena.

La Tentación como os he dicho existe. Pero también existe Mi Gracia y de ahí es donde os tomaréis para vencerle. Si vosotros no contáis Conmigo en vuestra vida, fácilmente caeréis en sus tentaciones y con ello perderéis el estado de Gracia de vuestra alma.

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Si vosotros no ponéis el remedio, que es yendo con un ministro Mío pidiendo perdón de vuestros pecados, arrepintiéndoos de corazón y él dando Mi Absolución; podrán pasar años y años, en que vosotros caminaréis sobre la Tierra en pecado grave. Y también con la posibilidad de que podáis morir en pecado grave y os perderéis eternamente en el Infierno.

Mis pequeños, también Mi Hijo os lo dijo y os preparó a ello, cuando os explicó que no es lo malo lo que entra al hombre, sino lo que sale de él. Satanás os pone las tentaciones.

Ciertamente, las tentaciones están a vuestro alrededor que eso, también dependerá de vuestro grado de espiritualidad; lo que para una persona es tentación, para la otra no. Y eso depende de vuestra madurez espiritual y vuestro grado de acercamiento a Mi Amor.

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EL PRECIO ES UNA ETERNIDAD DE TORMENTO INIMAGINABLE…

Las Virtudes deben estar siempre en vosotros activas, para que no caigáis en las tentaciones. Como os dijo Mi Hijo, si vosotros permitís que entre la tentación y la hacéis madurar en vuestro interior, la tentación va a engrandecerse dentro de vosotros y las va a nulificar… Y así, vuestras acciones y pensamientos, son los que van a hacer que vosotros caigáis en el pecado al que la tentación os llevó.

Habrá otros hermanos vuestros o aún vosotros mismos, que la tentación entrará en vosotros, la veréis, pensaréis en ella… Y la eliminaréis de vuestra vida. Y esto sucede cuando habéis cultivado un grado alto de espiritualidad y de perfección en la Virtud.

Esa es la diferencia del estar Conmigo y el estar en contra Mía; porque el que no está Conmigo, está en contra Mía y el resultado es que caeréis fácilmente en las tentaciones, luego en el pecado y con ello, a la muerte espiritual y posiblemente a la Muerte Eterna.

tentacion VENCIDA

Tened cuidado Mis pequeños, con las tentaciones que os ponga Satanás. Os repito, existen a vuestro alrededor. Pero si vosotros tenéis un alto grado de espiritualidad, porque estáis Conmigo, Me buscáis y cumplís con lo que Yo os mando para que estéis siempre Conmigo, NADA  podrá hacer Satanás contra vosotros.

Creced, creced en el Amor y en las Virtudes y venceréis a Satanás.

Os he dicho Mis pequeños, que la lucha actual va a ser espiritual, con fuerzas espirituales de ambos lados. Por un lado Yo vuestro Dios, protegiéndoos de las fuerzas satánicas que ya las estáis viendo cómo van creciendo cada vez más fuertes, a vuestro alrededor.

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Por el otro lado, Satanás con sus ángeles demoniacos también tratará de destruir todo lo creado, no solamente lo que tenéis a vuestro alrededor, sino a vosotros mismos. Él quiere destruir toda Mi Creación, pero empezando con vuestras almas. Lo ha logrado en gran parte desgraciadamente, porque no quisisteis seguirme.

No quisisteis creer en Mí vuestro Dios, vuestro Creador, El que os ha dado todo. El que os da vuestro ser, el que os da todo con lo que vivís aquí en el Mundo.

Son luchas fuertes, angelicales. Ciertamente la lucha, también será con los ángeles. Por un lado Mis Ángeles buenos, toda la Cohorte Angelical protegiéndoos y luchando contra la Maldad de Satanás y él con sus ángeles malos, también tratando de destruir a Mis ángeles buenos.

guerra espiritual

Por otro lado, Satanás también afectó a infinidad de hermanos vuestros y lo estáis viendo alrededor del Mundo, a todos niveles. Pero Yo también tengo a Mis hijos, que han sido preparados para esta gran lucha. Satanás quiere provocar guerras entre hermanos. Yo no lo voy a permitir.

Porque vosotros y algunos hermanos vuestros, a los que he ido preparando a través de los años, protegerán lo que es Mío.

Como os he dicho: Yo lucharé a través de vosotros. Os transformaré, transformaré vuestro cuerpo, vuestra alma; porque Me habéis dado vuestro “fiat” para que Yo lo haga así. Ciertamente, protegeréis a vuestro nivel a vuestros hermanos.

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Si Yo os pongo a luchar contra seres satánicos poderosos, NO TEMÁIS. Mi Poder Divino trabajará a través de vosotros. Lo que más le molesta a Satanás, es ser vencido por creaturas pequeñas, como vosotros.

Ciertamente será vencido por Mi Hija, la Siempre Virgen María… Que él la considera como una Creatura pequeña, inferior…

 Pero ya le ha demostrado el Poder que tiene, porque Se lo he dado Yo. Le aplastará la cabeza y quedará en ridículo ante todos los demás arcángeles, ángeles malos y ante todo el Universo.

Pisando na serpente - Nossa Senhora da Graças

ANTE TODO EL CIELO, ÉL SERÁ DOMINADO POR UNA MUJER…  

Os he dicho Mis pequeños, que en la humildad reside vuestra fuerza. El soberbio ha perdido su poder y así será demostrado ante toda la Creación… Cómo una Humilde Creatura lo Vencerá y cómo también, Mis Santos Ángeles vencerán a su ejército, al que cree poderosísimo…

 Y vosotros… A los que prepararé y que he venido preparando por vuestra humildad. Pero además por vuestra nada, porque sois NADA, venceréis a ésas fuerzas poderosas, maléficas.

guerrero

Yo, de la NADA puedo hacer grandes cosas, os lo he dicho. Sois pequeñitos, sois polvo, sois partículas pequeñitas que sin Mí, no sois nada. Seréis grandes, porque Yo trabajaré a través de vosotros y eso molesta mucho a Satanás y lo sabe…

 Pero en su Soberbia, él no quiere dar su brazo a torcer.  Siente que todavía vencerá en esta Guerra Espiritual, que ya se desató; que ya lo estáis viendo y que está preparando a la Purificación; que ya también vosotros esperáis que se dé… Y así será.

 Y como os he dicho: CREÁIS O NO CREÁIS, ya está sobre vosotros la Gran Lucha. Los que creéis Preparaos. Los que no creéis, perderéis y tarde os daréis cuenta que por no creer, NO OS PREPARÁSTEIS y por ello, perdisteis vuestra alma eternamente.

decisión

Hijitos Míos, al pediros ser Mis apóstoles de estos Tiempos; es para que cuando se vayan dando los Acontecimientos de la Purificación, cuando se vayan viendo los destrozos que se darán a vuestro alrededor por terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas, infinidad de destrozos que habrán… Es ahí en donde entraréis en acción como Apóstoles.

Los Acontecimientos se irán dando poco a poco, para que vosotros como apóstoles, vayáis también,explicando a vuestros hermanos lo que está sucediendo. Para que los incrédulos crean, para que vean que era cierto lo que se os había anunciado desde años antes.

Si no creen, los acontecimientos proseguirán cada vez más fuertes, más destructivos y también, será así vuestra predicación: Iréis recordando a vuestros hermanos lo que ya os había Yo dicho desde antiguo. Cómo os había ya preparado. Se os darán Dones y capacidades especiales y Divinas; para que vosotros actuéis y ayudéis a vuestros hermanos, para que podáis salvar a los más que podáis.

00AMOR PESCANDO

Os amo a todos. A todos, Mis pequeños y los quiero recuperar. Por eso, quiero que pongáis todo de vuestra parte, para que Yo os lleve a todos aquellos lugares donde necesitaré que prediquéis, como lo hacía con Mis primeros discípulos. No os preocupéis de vuestras necesidades y obligaciones; trabajaréis para Mí, plenamente.

Son tiempos de recuperación de almas. Son tiempos de Amor para salvar a aquellos que no están preparados. Son tiempos de dar vida a aquellas almas que están muertas en el pecado. Son tiempos de abrirles los ojos a aquellos que los tienen cerrados. Es tiempo de mostrar la Verdad a aquellos que son necios y se niegan a verla.

Dejaos mover Mis pequeños, los que seréis escogidos, para que siendo Apóstoles de estos Tiempos, podáis SalvarMe a infinidad de almas que necesito recuperar para el Reino de los Cielos. Confiad en Mí. Confiad en Mis Potencias, confiad en el Milagro que Yo puedo hacer en vosotros para transformaros y para que Yo os pueda mover de un lado a otro y así salvéis las almas de vuestros hermanos.

amor apostol

La mayoría de vuestros hermanos verán Destrucción. Vosotros, veréis Mi Amor en estos Acontecimientos. Ellos verán cómo se pierden todas vuestras cosas del Mundo. Yo y vosotros mismos, veréis cómo se recuperan las almas para el Reino de los Cielos.

También os quiero hablar sobre las Distracciones del Alma. Mucho necesita el hombre para no desviarse con las cosas de la Tierra. Mucha prudencia debe haber en el alma humana, para no caer en lo que Mi Adversario os propone. Mucho amor debe cultivar el alma humana para no dañarse con lo que el mundo provee.

¡Cuánto mal os hacen las cosas del mundo cuando las hacéis ídolos! ¡Con cuánto Mal son las almas envenenadas, cuando os dejáis conducir por las Mentiras del Mundo! La Tibieza espiritual se apodera de vuestra alma cuando ponéis todo vuestro empeño en conseguir al mundo y no Mis intereses!

TIBIEZA

El alma se daña sobremanera cuando el hombre solo busca lo que la agrada a la Carne y a sus vanidades. La carne, en su vanidad y en su soberbia, os lleva a buscar a veces sin medir ni pensar en las consecuencias futuras, el sobresalir ante vuestros demás hermanos, buscando el ser el máximo exponente en alguna modalidad física ó intelectual…

 En la cual os enfrascáis y perdéis vuestro vital tiempo espiritual en tratar de ser el número uno.   Se os enseña erróneamente, que al vivir en el Mundo debéis de tratar de sobresalir en todo. En vuestra temprana edad, ser el mejor en la escuela ya sea en los estudios, ya sea en los deportes.

Vais creciendo y os vais dando cuenta de los Dones que Yo os he concedido y les tratáis de sacar el máximo provecho, ya sea sólo para ser reconocidos ante los demás ó ya sea para aprovecharos de los demás, para fines económicos. Crecéis y seguís compitiendo por ser el mejor profesionista; para poder ser famoso, tanto en vuestro conocimiento, como en el dinero que obtendréis por «ser el mejor». 

el mejor guerrero

¡Cuánta vaciedad! ¡Cuánta mentira! Sí, es verdad que Mi Hijo Jesucristo os dijo: “Sed perfectos, como mi Padre es Perfecto”. La Perfección debéis buscarla, pero para servir y no para ser servidos; no para que vuestros hermanos os tengan como ídolos o que os hagáis ricos a expensas de su pobreza física ó intelectual, en las que algunos de vosotros fuisteis más agraciados gratuitamente por Mí, vuestro Dios.

Meditad y observad a los que son vuestros guías, jefes de estado, jefes de empresas o aún entre los mismos dirigentes de Mi Iglesia… ¿Cuántos de ellos realmente usan de los bienes espirituales que Yo les concedí para ser servidores humildes de sus hermanos?

Vosotros mismos. La gran mayoría de vosotros quienes no tenéis un puesto «importante», ¿Qué habéis hecho con los bienes espirituales con los que Yo os he dotado? ¿Cuántas veces os habéis puesto al servicio de vuestros hermanos, compartiendo de los dones que concedí a cada uno de vosotros y que los demás no poseen? 

AMOR Y SERVIR

Es fácil criticar a los que sobresalen… Pero no veis que cada uno de vosotros, en menor grado estáis cayendo en el mismo error. También se los dijo Mi Hijo Jesucristo: “Al que más se le dio más se le pedirá, al que menos se le dio, menos se le pedirá» Pero nadie queda exento de la obligación de servir con los dones obtenidos.

Queréis ser el número Uno en la Tierra apoyándoos en las cualidades temporales. Cualidades que se irán disminuyendo así como el tiempo pase. Van a ser reconocimientos temporales que podrán durar 1, 3, 10, 100 ó 1000 años… Pero se olvidarán tarde ó temprano.

Desperdiciasteis vuestro tiempo. Buscasteis una perfección en las cosas temporales para vuestro propio bien y cuando ahora ya no tenéis más ése bien físico ó intelectual;  os amargáis y os venís abajo porque os véis olvidados por el mundo. 

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¡Cuánta ceguera y cuánta necedad por parte del hombre! ¿Por qué no buscáis la Perfección de los verdaderos Bienes Eternos? Cuando Mi Hijo os dijo: «Sed perfectos como Mi Padre es Perfecto», se refería a los bienes eternos.

Yo Soy Espíritu y Vida. Y en lo que debéis perfeccionaros es en la espiritualidad de vuestra alma, ya que ella os dará la felicidad eterna.Por el reconocimiento que Yo vuestro Dios, daré a cada alma; reconocimiento que vale infinitamente más que cualquiera que podáis obtener de vuestros hermanos en la Tierra.

Mi Enemigo os conoce, les puso a vuestros Primeros Padres la Tentación cuando les pedí no comer del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. La Ciencia, el conocimiento humano, es una trampa mortal. Siempre queréis saber más. Buscáis el conocer más, pero casi siempre para ganar más dinero o para sobresalir con vuestro conocimiento.

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Ahora sois creaturas limitadas por causa del Pecado Original. Yo vuestro Dios y Creador, les había dado a vuestras Primeros Padres TODO el conocimiento de todo lo creado y de todas las leyes que rigen a la vida y a los astros del Cielo. Tenían el Conocimiento Infuso dado con Mi Soplo Divino.

Yo Soy el Conocimiento Eterno y Yo doy Mi Conocimiento a quién Yo quiero.

Vuestros Primeros Padres por su pecado, por querer saber más; por soberbia, perdieron todo. Y ahora vosotros sus descendientes apenas vais empezando a crecer con dolor, con Mucho Dolor; lo que antes Yo les había dado gratuitamente y con Amor Divino. 

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Actualmente apenas poseéis una ínfima cantidad del conocimiento que di a vuestros Primeros Padres. Aún vuestros «grandes sabios actuales», sólo poseen una mísera cantidad del Conocimiento Infuso que puse en vuestros Primeros Padres. Pero su soberbia los hace sentirse grandes ante todo el género humano.

Yo doy Mi Conocimiento a los más pequeños, para que «los sabios y entendidos» queden turbados.

Los pequeños, porque así se estiman ante Mi Presencia; se confían plenamente en Mí, su Padre. Los «sabios y entendidos», su Soberbia los separa de Mí. Porque se sienten tan grandes, envueltos en los honores humanos; que desprecian Mi Sabiduría y Mi Ciencia y se encierran en su pobreza intelectual.  

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Mis pequeños, serán inmensamente grandes en el Reino de los Cielos, Reino eterno en donde sólo los humildes entran con facilidad. dDonde brillarán con luz propia infundida por Mí, vuestro Creador. Y aún así se reconocerán pequeños, porque su valor radica en el Amor y en la Fidelidad que me tienen.

En cambio, los que ahora han buscado con tenacidad y con falta de sabiduría los bienes y los honores del mundo; recibirán olvido y privación de Mi Gracia si no recapacitan a tiempo.

Los Honores del Mundo son una trampa muy atractiva del Mal. Casi todos habréis querido alguna vez ver vuestro nombre en algún libro, anuncio luminoso ó en alguna pantalla televisiva… O al menos ser nombrado por vuestros semejantes.

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Los que son Míos actúan en la sencillez. Actúan en lo privado, actúan en el servicio desconocido por el resto de la humanidad. Estos serán Mis estrellas que alumbrarán con gran luz Mi Cielo.

Recordad lo que Mi Hijo os dijo: «Aquél que ya fue reconocido ante sus hermanos, ya recibió su paga y aquél que obró en lo privado de Mi Corazón, recibirá su paga en el Reino de los Cielos.»

Los reconocimientos del Mundo, la gran mayoría de las veces os llevarán al olvido eterno. Si no fuerais tan ciegos y soberbios, al daros cuenta de las Maravillas que he creado para todos vosotros; deberíais postraros en agradecimiento, reconociendo Mi Poder y Mi Amor. Y no deberíais atribuir todo lo creado a la casualidad, como muchos de vosotros aún lo creéis.

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DIOS NO JUEGA A LOS DADOS CON EL UNIVERSO…

Sed sabios y pequeños. Y encaminad vuestros pasos hacia lo que realmente vale para vuestra Vida Eterna.

Entended antes de que sea demasiado tarde. Se os ha concedido un tiempo y se os tomará cuenta de él, ya que se os concedió para servir y para dar presencia de vuestro Dios en la Tierra. No bajasteis para ser servidos y para que se os reconociera a vosotros mismos, sin dar frutos espirituales de vuestro Dios a todos vuestros hermanos.

¡Recapacitad! Volved al buen camino. Al camino humilde en el servicio, apoyados con los Dones que he concedido a cada uno de vosotros para el crecimiento y salvación espiritual de vuestros hermanos. 

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«No sabéis ni el día ni la hora en que el que os pedirá cuentas… Vendrá por cada uno de vosotros». Así que meditad y orad para que no os encuentre con las manos vacías y no os deje entrar al Reino Eterno de los Cielos.

Pedid Mi ayuda en Mi Santo Espíritu, llevados de la mano de Mi Hija, la Siempre Virgen María; Quién os conducirá ante Mi Hijo Jesucristo, para que El pueda obtener de Mí, todo lo que necesitáis para cumplir con vuestra misión lo mejor posible.

Yo os bendigo en Mi Santísimo Nombre, en el Nombre de Mi Hijo Jesucristo, en el Nombre de Mi Santo Espíritu y en Nombre de Mi Hija María, Madre del verdadero Dios por quién se vive.

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68.- EL PARANINFO

Días después…

En el camino que viene del lago de Merón  al de Galilea; cerca de un riachuelo y junto a un prado, a la sombra de una arboleda, Jesús está con Zelote y Bartolomé. Hace mucho calor y aun así, viene mucha gente detrás de los tres grupos que predicaron en la campiña. Los curados forman un grupo aparte y conforme van llegando, se sientan entre los árboles y su alegría es tan grande, que no les importa el cansancio, ni el calor, ni el polvo, ni la luz deslumbradora del sol.

Cuando el grupo que capitanea Judas Tadeo, llega hasta donde está Jesús; es notable el cansancio en todos los que lo forman.

El último en llegar es el capitaneado por Pedro, en el que hay muchos de Corozaím y Betsaida.

Pedro dice:

–                     Hicimos lo que se pudo, Maestro. Pero sería necesario que hubiese más grupos. ¿Ves? No se puede caminar mucho por el calor. Parece como si el mundo creciera en distancias. Jamás me hubiera imaginado que Galilea fuese tan vasta. Y los que sienten necesidad y deseo de verte son muchos.

Tadeo explica:

–                     No es que el mundo se extienda Simón. ¡Es que muchos conocen a nuestro Maestro!

Santiago de Zebedeo confirma:

–                     Sí. Es verdad. Mira cuánta gente nos ha seguido.

Andrés quiere dar ánimos:

–                     En Octubre vendrán también los pastores.

Pedro responde:

–                     ¡Ah, sí! Pastores. Discípulos. ¡Bonita ayuda! No sirven más que para decir: ¡Jesús es el Salvador! ¡Allí está!

–                     Pero al menos la gente sabrá dónde se encuentra.

Jesús habla:

–                     Tienes razón, Simón Pedro, también siento compasión por estas almas y por esta gente. Vosotros debéis ayudarme con todas vuestras fuerzas espirituales, morales y físicas. Deberéis aprender a ir no solo a grupos numerosos, sino a verdaderas multitudes.

Y a ellas mandaremos a los mejores discípulos. Porque realmente la mies es mucha. ¡Oh! En este verano os prepararé para esta gran misión. Rogad al Dueño de la Tierra, que mande muchos operarios a su mies.

Santiago de Alfeo, dice:

–                     Sí, Señor mío. Pero eso no cambiará gran cosa la situación de éstos que te buscan.

–                     ¿Por qué hermano?

–                     Porque no buscan sólo doctrina y Palabra de Vida. Sino que se les cure en sus debilidades, enfermedades. En todo lo que Satanás o la vida les ha causado mal; en su cuerpo o en su alma. Y esto solo Tú puedes hacerlo, porque en Ti existe el Poder.

–                     Aquellos que conmigo formen una sola cosa, llegarán a hacer lo que Yo hago. Y se socorrerá a los pobres en todas sus miserias. Pero todavía no poseéis en vosotros lo que es necesario para llegar a esto. Esforzaos en superaros a vosotros mismos.

En pisotear vuestra debilidad humana, para hacer triunfar el espíritu. Asimilad no solo mis palabras, sino su espíritu. Esto es, santificaos por medio de ella y luego podréis todo. Y ahora vamos a decirles la Palabra de Dios. Porque son muchos los que la están esperando…

Se dirige a  los que están sentados bajo los árboles y que miran a donde está Él, con ansias de oírlo.

Jesús les habla de la Parábola del Tesoro en el Campo y del Reino de Dios. Cuando los despide, la gente se dispersa lentamente por los caminos y veredas de la campiña; mientras Jesús, acompañado de los Doce, se dirige a Cafarnaúm, envuelto en la tarde que va bajando.

Tomás pregunta:

–                     Señor, ¿Es verdad que María de Mágdala pidió perdón en la casa del Fariseo Simón?

–                     Es verdad, Tomás.

Felipe pregunta:

–                     ¿Y Tú se lo concediste?

–                     Se lo di.

Bartolomé exclama:

–                     ¡Hiciste mal!

–                     ¿Por qué? Era un arrepentimiento sincero y merecía perdón.

Judas de Keriot reprocha:

–                     Pero no debiste dárselo en aquella casa. Públicamente…

Jesús dice:

–                     No veo en qué me haya equivocado.

Judas señala:

–                     En esto: tú sabes quienes son los fariseos, cuantas cavilaciones tienen en la cabeza. Cómo te espían, te calumnian, te odian. Tenías en Cafarnaúm un amigo que era Simón, ¡Y llamas a su casa a una prostituta para profanársela! Hiciste que todos se escandalicen de tu amigo Simón.

–                     Yo no la llamé. Ella vino. No era una prostituta, era una arrepentida. Esto cambia todo. Si antes no se sentía asco en acercarse a ella y en desearla siempre, aún en mi Presencia. Ahora no es más un cuerpo, sino un alma.

No se debe tener repugnancia en verla entrar para arrodillarse a mis pies y para llorar al acusarse. Envilecerse en una confesión humilde, pública, que manifestó con su llanto.

La casa de Simón el Fariseo se ha santificado con un gran milagro: con la resurrección de un alma. Hace unos cinco días que me preguntó en la plaza de Cafarnaúm: ‘¿Hiciste sólo éste milagro?’ y él solo se respondió: ‘Ciertamente que no’  Pues ardía en deseos de ver uno. Se lo di. Lo elegí para que fuese testigo, para que fuese Paraninfo en los esponsalicios de un alma con la Gracia. Debería estar orgulloso.

–                     Y es al contrario. Está escandalizado. Has perdido un amigo…

–                     Encontré un alma. Merece un hombre perder la pobre amistad de un hombre, si con ello se hace regresar una alma a la amistad con Dios.

–                     ¡Es inútil! Contigo no se puede reflexionar a la manera humana. Estamos en la Tierra, Maestro. Acuérdate de ello. Rigen las leyes y las ideas de la tierra.

Tú obras con el método del Cielo. Te mueves en tu Cielo que tanto amas. Todo lo ves a través de las luces del Cielo. ¡Pobre Maestro mío! ¡Cuán divinamente inepto eres para vivir entre nosotros, los perversos!

Judas de Keriot lo abraza entre admirado y triste.

Y agrega:

–                     Siento en el alma que te hagas de tantos y peligrosos enemigos, por demasiada perfección.

–                     No te acongojes Judas. Está escrito que así sea. Pero… ¿Cómo sabes que Simón se ofendió?

–                     No dijo haberse ofendido. Sino que a mí y a Tomás, nos dio a entender que eso no estaba bien. No debías haberla invitado a su casa, donde solo entran personas honestas.

Pedro exclama:

–                     ¡Ja! ¡Ja! Es mejor que no toquemos la honestidad de Simón.

Mateo agrega:

–                     Podría asegurar que el sudor de las prostitutas se ha filtrado en el pavimento de la casa de Simón, en sus mesas y en otros lugares más íntimos…

Judas objeta:

–                     Pero no públicamente…

Pedro sentencia:

–                     Los representantes de Dios, debieran ser santos en todo lugar… Y en privado no temen contaminarse… Todos en el Templo se conocen perfectamente. Y que son viciosos, todos lo sabemos.

En sus uniones asquerosas con prostitutas, se entiende que también los demonios, gustosos cambian de casa… ¡Por eso odian a Jesús!… ¡Y pretenden servir a Dios!… Y tienes razón. Públicamente no… Lo hacen con hipocresías, para ocultar el hecho.

Judas intenta defender:

–                     Pero entonces todo cambia…

Mateo interviene:

–                     También cambia cuando una prostituta entra para decir: ‘Dejo mi pecado infame’ Y no es lo mismo cuando otra dice: ‘Ya vine. Aquí estoy para que cometamos juntos el pecado’

Todos dicen:

–                     Mateo tiene razón.

Judas confirma:

–                     Si. Tiene razón. Pero ellos no piensan como nosotros. Es menester que hagamos transacciones con ellos. Que nos adaptemos a ellos para que sean nuestros amigos.

Jesús dice con voz fuerte:

–                     ¡Esto jamás, Judas! En la verdad; en la honestidad; en la conducta moral; no existen adaptaciones, ni transacciones. Por otra parte me consta que hice bien y es suficiente.

La tajante respuesta es determinante. Caminan un rato en silencio.

Luego Jesús se detiene y dice a todos:

–                     Escuchad: María caminará mucho desde este amanecer de su redención. Mucho. El amor la ha arrebatado como un torbellino, hacia arriba y hacia adelante. El amor la ha consumado como una hoguera; destruyendo en ella la carne impura y haciendo de ella un espíritu purificado. El arrepentimiento y el amor la han limpiado con el fuego de los serafines, hasta convertirla en un serafín.

Díganlo a las almas que no se atreven a venir a Mí, porque se sienten culpables. Mucho. Mucho se ha perdonado a quién mucho me ama. No podéis comprender pobres almas, cuanto os ama el Salvador. No tengáis miedo de Mí. Venid con confianza, con valor. Invocad el Nombre de Jesús y Yo os abro el corazón y los brazos.

No hago ninguna diferencia entre el que me ama con su pureza íntegra y el que me ama con su sincera contrición, de un corazón que ha renacido a la Gracia. Soy el Salvador. Acordaos siempre de esto. Siempre vengo cuando alguien ‘trata de comprender’ No soy un Dios duro y severo.

Soy Misericordia viviente. Y más rápido que el pensamiento, llego a quién se vuelve a Mí. Igual que hice con la pobre María de Mágdala, que estaba tan inveterada en el pecado. Veloz fui con mi espíritu, apenas sentí que se levantaba en ella el deseo de comprender.

Comprender la Luz de Dios y comprender su estado de tinieblas. Y me hice luz para ella, aquel día en que se acercó siguiendo el impulso de su corazón que luchaba contra la carne que la había esclavizado.

No tenía ante mis ojos sino a ella, con su pobre carita envuelta en una tempestad. Con la forzada sonrisa que escondía bajo un vestido que no era suyo y que era un desafío al mundo y a sí misma, con ese gran llanto interno.

Yo solo la veía a ella: a la ovejita metida entre las espinas. A ella que sentía náuseas de su vida…

No dije palabras llamativas. Ni toqué un argumento que se pudiera referir a ella, que era bien conocida como una pecadora. Para no mortificarla y para no obligarla a huir; avergonzándose de haber venido.

No toqué ese argumento. Dejé que mi palabra y mi mirada bajasen en ella y fermentasen; para que el impulso de un momento, se convirtiera en el futuro glorioso de una santa. Hablé con la más dulce de las parábolas: un rayo de luz, de bondad, derramada sobre su alma.

Y esa tarde, cuando entré en la casa del rico soberbio en la que mi Palabra no podía fermentar para una gloria futura, porque es esterilizada con la soberbia farisea. Yo sabía bien que ella vendría, después de haber llorado mucho en su habitación donde pecó; bajo la luz de aquel llanto que decidió su porvenir.

Los hombres que ardieron de lujuria al verla entrar, se alegraron en su carne y en su pensamiento. Todos menos Yo y Juan, la desearon. Todos creyeron que había ido por uno de esos caprichos que bajo la presión del Demonio, la arrojaban en aventuras imprevistas. Pero Satanás estaba ya vencido. Y sintieron envidia al ver que a ninguno de ellos se dirigía, sino a Mí.

El hombre cuando solo es carne y sangre, ensucia aún las cosas más puras. Sólo los puros ven lo justo, porque el pecado no turba su pensamiento. Que el hombre no comprenda esto, no debe asustarlo. Dios comprende y es suficiente para el Cielo.

La pobre María de Mágdala será siempre juzgada mal en sus buenas acciones. Pero no en las malas, porque se prestaban a ser bocados de lujuria para la insaciable hambre de los libidinosos.

Se le criticó y se le juzgó mal en la casa de Simón el fariseo; porque tanto él como sus amigos eran lujuriosos. La voracidad de los sentidos y del dinero, levantan su voz para criticar una acción buena.

Los buenos no critican. Jamás. Comprenden. Por eso repito. No importa la crítica del mundo, lo que importa es lo que piensa Dios.

Jesús calla y siguen caminando. Llegan a Cafarnaúm cuando ha entrado la noche. En silencio atraviesan la ciudad bajo la luz de la luna que es la única lámpara que hay por las callejuelas oscuras.

Entran al huerto que da al lado de la casa, pensando que ya todos están dormidos. Sin embargo hay una luz en la cocina, donde se ven tres sombras.

Pedro dice:

–                     Maestro, hay gente esperándote. Pero las cosas no pueden seguir así. Ahora mismo voy a decirles que estás muy cansado. Vete mientras a la terraza.

–                     No, Simón. Voy a la cocina. Si Tomás entretuvo a esas personas, es señal de que hay un motivo serio.

Jesús entra y encuentra a Martha llorando. Tomás y el siervo se retiran discretos.

Jesús saluda:

–                     La paz sea contigo, Martha.

Un sollozo es la respuesta.

–                     ¿Todavía lloras? ¿Pero no eres feliz?

Martha con su cabeza dice que no.

–                     ¡Qué pues!

Sigue una larga pausa llena de sollozos. Luego:

–                     Hace muchas noches que María no ha regresado. Y no la encontramos. Mandó preparar su carro. Iba muy pomposa y con sus vestiduras más elegantes. ¡Oh! No quiso ponerse otra vez los míos.

No iba semidesnuda, pero iba muy provocativa. Se llevó consigo, muchas joyas y perfumes. Y no ha regresado. Devolvió al siervo en las primeras casas de Cafarnaúm, diciéndole: ‘Volveré con otra compañía’ pero no ha regresado. ¡Nos engañó!

Y Martha se deja caer de rodillas, llorando.

Jesús, con su mirada dominadora, le dice despacio con tono seguro:

–                     No llores. Hace tres noches que María vino a Mí. Me embalsamó los pies y junto a ellos puso todos sus joyeles. De este modo se ha consagrado y para siempre. Y ocupa un lugar entre mis discípulas. No la denigres en tu corazón. Te ha ganado.

Martha grita con el rostro desencajado:

–                     ¿Pero dónde está mi hermana? ¿Por qué no regresó a casa? ¿Acaso la raptó algún amante? ¡Oh, María! La…

Martha está fuera de sí. Desesperada.

Jesús la toma por los puños y la hace que se aquiete con su fuerza hercúlea y que lo escuche, con su mirada magnética:

–                     ¡Basta! ¡Exijo de ti fe en mis palabras! Exijo de ti generosidad. ¿Has entendido?

No la suelta hasta que ve que se tranquiliza un poco…

Luego le dice:

–                     Tu hermana fue a disfrutar de su alegría en medio de una soledad santa, porque existe en ella el pudor supersensible de los redimidos. Te lo dije antes. No puede soportar que sus familiares la miren dulce, pero escrutadoramente en su vestido de esposa de la Gracia. Lo que digo, siempre es verdad. Me debes creer.

–                     Sí, Señor. Sí. Pero María ha sido por mucho tiempo presa del Demonio. La ha vuelto a tomar él…

–                     Él se está vengando en ti, por la presa que perdió para siempre. ¿Acaso debo ver que tú, la fuerte; te conviertes en su presa por un miedo necio que no tiene razón de ser? ¿Debo ahora ver que por causa de ella que cree en Mí, pierdes tú la radiante fe que siempre has manifestado?

¡Martha! Mírame bien y escúchame. ¡No escuches a Satanás! ¿No sabes que cuando se ve obligado a abandonar la presa, porque Dios lo ha vencido? ¿Este incansable atormentador de los hombres y ladrón de los derechos de Dios; se las ingenia inmediatamente, para encontrar otras presas?

¿No sabes que los tormentos de un tercero que resiste sus asaltos porque es bueno y fiel; son los que dan consistencia a la curación de un corazón? ¿No sabes que todo lo que sucede y existe en lo creado, está ligado y sigue una ley eterna de dependencia y de consecuencias? ¿Por lo que la acción de uno tiene repercusiones naturales y sobrenaturales vastísimas?

Tú llora aquí. Tú que conoces la duda cruel y continúas siendo fiel a tu Mesías, aún en esta hora de tinieblas. Y allá, en un lugar no muy lejano; María siente que se despeja su última duda de haber sido perdonada. Su llanto se cambia en una sonrisa y sus sombras en luz. Fue tu tormento el que la guió allá, donde hay paz. Allá donde se regeneran las almas, junto a la Mujer sin Mancha… tu hermana está con mi Madre. ¡Oh! ¡Tu hermana está en Nazareth!…  

–                     Pero, ¿Cómo fue a tu casa, si no conoce a tu Madre? Sola, sin medios, ¡Con aquel vestido!… Un camino tan largo. ¿Cómo?…

–                     ¿Cómo? Como regresa la golondrina cansada a su nido que la vio nacer. Atravesando mares y montes. Superando tempestades. Guiadas por el instinto, por el sol que las llama. También ella corrió al rayo de Luz que la llamaba… a la Madre Universal.

Y la veremos regresar con la aurora; feliz. Porque ha salido para siempre de las tinieblas, con una mamá a su lado, la mía. Para ya no ser jamás una huérfana. ¿Puedes creer esto?

–                     Sí, Señor mío.

Martha está como fascinada.

Jesús fue severo con la discípula perturbada… pero al final, ¡Qué luz hay en su mirada y en su sonrisa!  Cuando le dice:

–                     Ahora vete a descansar tranquilamente.

Martha le besa las manos y se va serena.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

67.- LA PECADORA ARREPENTIDA

Al tercer día…

En una enorme sala riquísima, un candil con muchos quemadores arde en el centro. Las paredes están cubiertas con preciosos tapices. Los asientos tienen incrustaciones de marfil y adornos variados, con láminas muy hermosas. Los muebles son finos y muy bellos. En el centro hay un cuadrado de mármol que contrasta de color, en donde no hay nada.

El piso reluciente refleja el candelero de aceite. Alrededor hay triclinios, (lechos asientos) que ocupan los convidados. Todos son hombres. Muchos sirvientes van y vienen trayendo los manjares y los vinos; en una preciosa vajilla y en valiosas copas adornadas con oro, en las que sirven diligentemente.

En la parte más retirada de la puerta, está el dueño de la casa, con los invitados más importantes. Es un hombre de más de sesenta años y viste una lujosa túnica, con una faja recamada. En el cuello, en las mangas, en los bordes del vestido, hay galones bordados con hilos de oro.

En su rostro manifiesta orgulloso que está muy consciente de su poder y su mirada está llena de soberbia. La maldad, la crueldad y un frío menos precio, se reflejan en su duro semblante.

En el lado opuesto, frente a él; está Jesús. Recostado al igual que todos, sobre su codo izquierdo. Trae su acostumbrado vestido blanco. Cerca de Jesús está Juan, sentado en el piso, entre la mesa que está frente a ellos y su codo está a la altura de la ingle de Jesús, de modo que no le estorba para comer y le permite cuando quiere, apoyarse confiadamente sobre el pecho de su maestro.

No hay ninguna mujer. Todos hablan. Y de vez en cuando el dueño de la casa se dirige con exagerada condescendencia y una benignidad muy manifiesta, a Jesús.

Es evidente que quiere demostrar a todos los presentes, que ha hecho un gran honor al haberlo invitado a su rica casa; al pobre profeta de Israel a quien todos consideran un loco…

Jesús responde a todas las cortesías y elegantemente sonríe a quién le pregunta. Y con excelente amabilidad corresponde a todas las atenciones que le prodigan. Su sonrisa es luminosa, cuando Juan le habla y lo mira.

De repente se abre la pesada cortina y entra María Magdalena… Es una estampa magnífica de juventud esplendorosa.

Luce hermosísima, con un lujoso vestido escarlata que está sostenido con preciosos broches de esmeraldas y rubíes en la espalda. Joyas similares que sostienen los pliegues a la altura del pecho y lo realzan con cadenas de filigrana de oro.

Una faja recamada con oro y piedras preciosas, circundan su estrecha cintura y hacen resaltar su figura escultural y su impresionante hermosura. Está peinada con sumo esmero. Su cabello rubio es un adorno de mechones, artísticamente entrelazados y su abundante cabellera es tan resplandeciente, que parece como si trajera un yelmo de oro.

De la cabeza le cuelga un fino velo transparente, tan ligero que en realidad no cubre nada y la adorna resaltando aún más su belleza excepcional. Sus pies están calzados con sandalias de piel roja, adornadas con oro, perlas y amatistas en las correas y broches preciosos, entrelazados en los tobillos.

Todos voltean a verla, menos Jesús.

Juan la mira un instante y luego se vuelve hacia Jesús.

Todos los demás la miran con aparente y maligna complacencia.

Ella no los mira para nada. Los ignora como si no existiesen. Y no se preocupa del murmullo que se levantó cuando entró, ni del intercambio de guiños que se hacen todos; menos Jesús y el discípulo predilecto.

Jesús actúa como si no se diera cuenta de nada y continúa hablando con Simón el fariseo, totalmente concentrado en la conversación.

María se dirige a Jesús. Se arrodilla a sus pies. Deposita en el suelo una jarra muy barriguda, de alabastro blanco. Se levanta el velo y su belleza deslumbrante, se manifiesta en todo su esplendor.

Como si fuera un ritual, quita la diadema preciosa y se la quita junto con el velo. Siguen los anillos; los brazaletes, los broches de perlas y rubíes que sostienen el cabello y las joyas que adornan su vestidura. También sus sandalias…

Y  pone todo sobre el lecho asiento más próximo. A continuación, toma entre sus manos los pies de Jesús y le desata las sandalias. Primero el derecho, luego el izquierdo. Las pone en el suelo.

Enseguida besa con gran llanto los pies divinos y apoya su frente contra ellos. Los acaricia, mientras las lágrimas caen como una lluvia torrencial que brilla al esplendor de la lámpara; bañándolos completamente…

Jesús, lentamente vuelve la cabeza. Su mirada azul-zafiro se detiene por un instante en aquella cabeza inclinada. Una mirada que absuelve. Luego vuelve a mirar al centro…  Y la deja que se desahogue libremente…

Pero los fariseos se mofan de ella. Se miran mutuamente con muchos guiños y sobreentendidos. Se sonríen con sarcasmo.

Simón se endereza por un momento, para ver mejor. Y su mirada refleja un deseo; un tormento; una ironía. Un deseo por la mujer; esto se nota muy claro. Un tormento; porque entró sin permiso y eso significa que ella frecuenta su casa. Una ironía para Jesús…

Pero ella no se preocupa por nada.

Continúa llorando con todas sus fuerzas, sin  miedo alguno. Una cascada de lágrimas silenciosas, que se mezclan con profundos suspiros. Luego se despeina. Se quita las peinetas de oro que sostienen el complicado peinado y las pone junto a las otras joyas.

Las guedejas doradas caen sobre su espalda. Las toma con ambas manos y las pone sobre su pecho. Enseguida las pasa sobre los pies de Jesús, hasta que los ve secos…

La redimida enamorada, usa los medios humanos para demostrar su amor a Jesús: las lágrimas, los cabellos… No el agua, sino lágrimas. Gotas del corazón… Humor no contaminado con gérmenes impuros. Filtrado por el amor y el arrepentimiento. Rendido digno de Dios y juzgado precioso por Dios; porque es la señal de un espíritu que ha comprendido la Verdad.

No linos; sino los cabellos… seda viva de la cual la mujer hace una seducción y un culto y que la regenerada por la gracia humilla al hacerlos toalla de las plantas de su Salvador…

Entonces mete los dedos en la jarrita y saca una pomada ligeramente amarilla y olorosísima. Un aroma de lirios y tuberosas se extiende por toda la sala del banquete. Ella introduce los dedos una y otra vez, extendiendo el bálsamo; mientras besa y acaricia los pies divinos…

El perfume: uno de los instrumentos enseñados por Satanás a la mujer y que la mujer convertida a Dios, destruye para hacer bálsamo a su Señor. Pero nadie comprende esto…

Jesús ve y cuenta aquellas lágrimas que caen contritas. Aquellas caricias de mechones que no ponen en contacto la carne impura con la Inmaculada, sino que han puesto un velo entre la una y la otra. Y que por lo mismo; no puede ser desdeñado por Dios… Aquellas gotas de nardo, mucho menos perfumado, que el amor de quién las esparce…

Simón el fariseo está escandalizado porque ella lo toca… Pero ¿Puede escandalizarse uno que es escándalo?…  De su lóbrego corazón brota la impureza y mancha todo lo que ve con la malicia…

Cada lágrima y cada gota de nardo son una profesión de amor y una confesión de error…

Jesús, de vez en cuando la mira con amorosa piedad.

Juan, que ha volteado sorprendido al oír el llanto; ahora mira a Jesús… luego al grupo y enseguida a la mujer.

El fariseo anfitrión ha estado pensativo, diciéndose interiormente: ‘Si este hombre fuera profeta, sabría quién es y qué clase de mujer, es la que lo toca: ¡Una pecadora!… –y su rostro se vuelve más y más ceñudo.

Y mientras la mirada desdeñosa de Simón el Fariseo, al cual hay mucho que reprocharle; mortifica a la arrepentida con las palabras de una escandalizada e hipócrita reflexión, sobre ésta voluntaria, valerosa, humilde profesión de fe; de arrepentimiento y de amor…

Jesús toma la palabra y dice:

–                     Simón, tengo algo que decirte.

–                     Dí, Maestro.

–                     Un prestamista tenía dos deudores. Uno le debía quinientas monedas y el otro, cincuenta. Cómo no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cual de los dos crees que lo querrá más?

–                     Pienso que aquel al que le perdonó más.

–                     Juzgaste bien.

Jesús mira a la Magdalena, es una mirada de completa absolución de todo el pasado. Ha sido lavado con su llanto. Sus tinieblas han sido vencidas con la luz del Amor. Y en su corazón que ha sido instrumento del Mal… En su mismo corazón ha encontrado el camino del Bien.

Y volviéndose a ella; sigue diciendo a Simón:

–                     ¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para los pies; mientras que ella los mojó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste al llegar… Pero ella desde que entró, no ha dejado de cubrirme los pies con sus besos.

No me echaste aceite en la cabeza… Y ella en cambio derramó perfume en mis pies. Por eso te digo que todos sus pecados; sus numerosos pecados; le quedan perdonados por el mucho amor que demostró. Pero aquel a quién se le perdona poco, demuestra poco amor.

Jesús lo ha dicho con un tono y una mirada que traspasa a Simón el fariseo. Una mirada que es todo un discurso… Mental…

Y que llega también a todos los que se han escandalizado al oír las últimas palabras de Jesús, pues se preguntaron: ‘¿Quién es este hombre que ahora pretende perdonar los pecados?…

Jesús responde más de lo que se le ha preguntado…

Aquel al que nada se le oculta de los pensamientos humanos… El Espíritu de Jesús, a través de su mirada, ha dicho al Fariseo y a sus compañeros:

–                     No hagas insinuaciones perversas, para justificarte tú mismo ante tus ojos. Yo no tengo tu ansia sexual. Ésta no ha venido a Mí, porque el sexo la haya traído.No Soy como tú, ni como tus compañeros. Ha venido porque mis palabras la iluminaron en su alma; en la que la lujuria había creado tinieblas e incredulidad. Ha venido porque quiere vencer los sentidos.

Y comprende que siendo una pobre criatura, por sí sola no puede lograrlo. Ama en Mí al Espíritu de Dios, al cual ha reconocido… Después de tantos males que recibió de todos vosotros, que habéis disfrutado de su debilidad y que le habéis pagado con los azotes del desprecio.

Viene a Mí, porque siente haber encontrado al Bien; la alegría, la paz, que inútilmente buscó entre las pompas del Mundo.

Cúrate de esta lepra tuya que tienes en el alma, fariseo hipócrita. Aprende a juzgar rectamente las cosas. Despójate de la soberbia de la inteligencia y de la lujuria de la carne. Éstas son las lepras más hediondas de vuestras personas.

 Puedo curaros de la lepra del cuerpo, si me lo pedís. Pero de la lepra del espíritu no, porque no queréis curaros. Porque os gusta y amáis vuestros vicios.

Esta quiere curarse y mira como la limpio.Mira cómo le quito las cadenas de su esclavitud. La pecadora está muerta.Ha quedado ahí, en aquellos adornos que se avergüenza de ofrecer, para que Yo los santifique al usarlos en mis necesidades y las de mis discípulos. Y también en las de los pobres que socorro con lo superfluo de los demás; porque Yo, el Señor del Universo; no poseo nada, ahora que Soy el salvador del Hombre.

Ella está ahí, en ese perfume derramado a mis pies; que ha usado en la parte de mi cuerpo a la que no te dignaste dar un poco de agua fresca, a pesar de haber caminado tanto, para traerte a ti también, la Luz.

La pecadora está muerta. Ha renacido María. Es bella como una niña pudorosa. Se ha lavado con el llanto.

En verdad te digo, ¡Oh, Fariseo! Que entre aquella que me ama con su juventud pura y ésta que me ama con su sincera contrición, de un corazón que ha vuelto a nacer a la Gracia, no hago ninguna diferencia.

Y al que es puro y a la arrepentida, les doy el encargo de comprender mi Pensamiento, como no lo he hecho con nadie. Ella se honrará de dar el último tributo de honor a mi Cuerpo y recibirá el primer saludo, después de mi Madre, en mi Resurrección.

              Este mensaje mental penetró como una saeta ardiente en aquellas almas muertas y voraces. Ellos entendieron su mudo lenguaje, que contiene mayores reproches, que los que hubiese habido en sus Palabras. Y el viejo fariseo envidioso, baja la cabeza.

Luego Jesús dice a María con infinito Amor:

–                     Tus pecados te quedan perdonados. Tu fe te ha salvado. Vete en paz.

Y Jesús, con un gesto benignísimo; le pone por un momento la mano, sobre la cabeza inclinada.

Ella abandona a sus pies las joyas. Se echa encima el velo, cubriendo su cabeza despeinada. Y con los pies descalzos, se retira sin dar la espalda; adorando al Señor, tal y como se hace en el Templo; ante el Santo de los santos.

Fue amada porque mucho amó. Y porque mucho amó; TODO se le perdonó.

Dios perdona todo a quién le ama con todo su ser.

María Magdalena; como los Tres Reyes magos que adoraron a la Divinidad Encarnada de Jesús; humilló tres dones a los pies divinos: el corazón a través del llanto. La carne a través de los cabellos; la mente a través del perfume. Así es el que ama con todo. Da sin retener NADA para sí; ni siquiera el soplo vital.  

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA