Archivos de etiquetas: instrumento

R81 LA VERDADERA POBREZA

00 MADRE alma de niña y corazón de fuegoHijitos Míos, Mis pequeños. Mi Maternidad fue un acto amorosísimo de Nuestro Dios para con todos vosotros. Fui el instrumento sencillo para que con él hiciera grandes obras. ¡Mi Dios tomando a Su pequeña esclava para la Redención del género humano!

¡Cuánta dicha, cuánto Amor! La Inmensidad de Nuestro Dios haciéndose pequeñito para entrar en Mi Vientre Virginal y así comenzar Su Vida de Amor en la Tierra.

Misterio insondable del Amor de Nuestro Padre. Derramamiento excelso de Amor para con todos vosotros.

misterio de la encarnacion

En todos y en cada uno de vosotros pensó vuestro Dios, vuestro Creador, al enviar a Su Unico Hijo a la Tierra para la Redención. A CADA UNO de vosotros vio, amó y deseó su salvación, con el envío de Su Hijo Jesucristo a la Tierra.

Cada uno de vosotros ha sido formado, ha sido tomado a Su Servicio, ha sido guiado para ser corredentor junto con Su Hijo Jesucristo. Cada uno de vosotros vale muchísimo. Dios mismo ha puesto toda Su atención y Su Amor al crearos.

Al daros el don de la vida, al confiaros una misión de amor, para la salvación de todas las almas, pasadas presentes y futuras. Cada uno de vosotros ha sido llamado y preparado para ser Presencia de Mi Hijo en la Tierra.

00paDRE-bebe

¡Meditad éste honor tan grande! ¡Cada uno de vosotros ser presencia Viva de Dios en la Tierra! Tenéis todo para ello. Tenéis un alma que es la misma Esencia y Vida de Dios.

Tenéis el Don de la vida como lo tuvo Mi Hijo Jesucristo. Tenéis Sus Enseñanzas de Vida, las cuáles al tomarlas, al vivirlas y al transmitirlas, estaréis prolongando la Vida de Mi Hijo sobre la Tierra.

Hijitos Míos, daos cuenta de la misión tan sublime que tenéis sobre la Tierra, ¡La de ser otros Cristos! Ser Vida, al ser salvación de almas y cuerpos para con vuestros hermanos. Todos vosotros bajasteis para ello.

madre nuestra

En todos vosotros ha puesto Su Confianza vuestro Padre y a Mí vuestra Madre Santísima, se Me ha dado la Gracia de teneros como Mis hijos…

Y al ser Madre Soy Guía, Maestra, Protectora e Intercesora, para obteneros de vuestro Padre Celestial, todo lo que necesitáis y necesitaréis de acuerdo a vuestra misión y a vuestra donación.

Si os donáis a la perfección, vuestro Padre podrá hacer con vosotros lo que Conmigo hizo: grandes obras. Pero cuánta infidelidad existe ahora para con vuestro Dios, cuánto rechazo al abandono a Su Voluntad, cuándo olvido para realizar vuestra misión, cuánta falta de agradecimiento a tantos dones recibidos a vosotros mismos y para vuestra familia.

redencion,donacion, salvacion

Hijitos Míos, ya se os ha dicho antes, valéis muchísimo para vuestro Dios y le habéis costado mucho dolor, lágrimas, sacrificios, blasfemias, traiciones, en la Vida de Mi Hijo Jesucristo. El se dio por cada uno de vosotros para libraros de las Garras del Mal.

Ha invertido muchísimo en cada uno de vosotros porque os ama y lo seguirá haciendo porque os quiere regalar Su Reino por toda la Eternidad.

El Mal conoce vuestra valía y os ataca tanto porque os envidia. Porque él negó y atacó a la Gracia de Dios y como nunca la va a poder recuperar, no desea que vosotros la ganéis. Y así os ha atacado desde vuestros Primeros Padres y lo seguirá haciendo hasta el Final, porque estaréis tomando el lugar celestial que él y sus ángeles malos despreciaron.

ANGELES CAIDOS

Hijitos Míos, daos ya perfecta cuenta de lo que valéis espiritualmente y no os dejéis confundir con las asechanzas del Mal, en las que él os hace fincar vuestras esperanzas e ideales en vuestra apariencia exterior y en la materialidad de la Tierra.

¿Cuántas veces no habéis constatado y vivido éste hecho? Hermanos vuestros, actuales y pasados, de apariencia hermosa, que al paso de su vida pierden ésa hermosura…

¿En dónde quedó su valor exterior? ¿Para qué les sirvió ésa hermosura exterior?

dorian grayBien sabéis cómo muchos de ellos le han sacado un provecho material y pecaminoso a su exterior, llevando a la perdición eterna a la verdadera hermosura de su alma, Esencia Divina de vuestro Dios y Creador.

Desperdiciáis mucho tiempo en adornar y consentir a la envoltura que cubre a vuestra alma, olvidándoos de cuidar, alimentar, hacer trabajar los dones recibidos en vuestra alma. No es vuestra hermosura exterior lo que os va a dar la Vida Eterna. Y sí os puede servir como lastre para perderla.

¿De qué hubiera servido que Mi Jesús hubiera sido un hombre hermosísimo y que hubiera venido a la Tierra a que fuera admirado por Su belleza exterior?

crucificado-jesus-cristo-1

La belleza que El tenía, se la daba la Belleza de Su Ser Divino interior. Su Santidad excelsa traspasaba Su cuerpo. Su Divinidad era apreciada a pesar de Su cuerpo “normal”.

Conocéis la vida de santos y santas en quienes se traslucía la Presencia de Mi Hijo en ellos, porque habían permitido Su Nacimiento en ellos. Era Su Vida en ellos y llegaron a ser lo que son por haberLe permitido a Mi Hijo, vivir plenamente en ellos.

Y son reconocidos por vosotros en su santidad y en su valía, por sus hechos y no por su apariencia “hermosa y vanidosa”.

santa_rosa_de_lima

El valor de vosotros está EN vosotros, no fuera de vosotros. Ya Mi Hijo os lo dijo: “El Reino de Dios-Mi Presencia Viva- está en vosotros”. Al permitirLe vivir y actuar en vosotros, estaréis haciendo Su Voluntad y así, cumpliendo perfectamente la misión por la que vinisteis a la Tierra.

REFLEXIONAD Y EXAMINAD, PERFECTAMENTE SOBRE VUESTRA VIDA.

 MEDITAD en qué habéis usado el tiempo que os concedió vuestro Dios para servirLe; para que reflexionéis el momento y el estado actual de vuestra alma ante la Presencia Divina de vuestro Dios y Creador. Y para que actuéis como los verdaderos hijos de Dios deben actuar.

1hija,madre y esposa

Dejaos guiar por Mi Corazón de Madre, Esposa e Hija de Nuestro Dios.  Por Su Gracia Yo Me dí en totalidad y Le serví con una total entrega de amor. Vuestro Dios no se merece las sobras de vuestro tiempo. Estáis usando Su Tiempo y sólo os acordáis de El, generalmente en vuestras necesidades y desdichas.

El tiempo Le pertenece y se os concedió para la salvación de vuestros hermanos y para dejaros hacer y dejar translucir a Mi Hijo en vosotros. Os ha prestado un tiempo para ayudaros a alcanzar más Gloria en Su Reino al terminar satisfactoriamente vuestra misión en la tierra.

Os ha prestado Su tiempo para que Le ayudarais a llevar Su Reino por toda la Tierra y así prepararos a que se haga La Voluntad de Dios en ella cómo en el Cielo y preparar con ello Su Segunda Venida.

Segunda_Venida_de_Cristo

Tenéis una misión sublime cada uno de vosotros. Por favor hijitos Míos, no desperdiciéis el Tiempo de Dios que os ha encomendado para servirLe. Retomad vuestro tiempo pasado y desperdiciado y presentadlo a vuestro Padre, uniéndolo al Tiempo que vivió Mi Jesús en la Tierra y así reparad el desperdicio que habéis tenido con el tiempo de Dios

Y ofrecedlo por la conversión y santificación de todas las almas y de todos los tiempos. De cada segundo de vuestra existencia, de cada segundo que vuestro Padre os concedió por vuestra libre petición para servirLe en la Tierra, se os tomará cuentas.

Pero Su Misericordia es muy grande y en un Instante podréis reparar lo que no habéis hecho en años, de la forma como os lo acabo de explicar. Es el tiempo de Dios bien usado el que alcanza la salvación de las almas.

intercesion

Orad, hijitos Míos. Orad mucho y entregaos perfectamente a vuestro Padre, quién os ama con un Amor tan grande que no podéis ni imaginar y por ello os da tantas oportunidades para vuestra salvación.

Reflexionad en éste tiempo de Gracia, por todos sus Favores recibidos. Y agradecédLe de corazón todo lo que os ha concedido. Y también pedídLe de corazón, perdón por todo el tiempo desperdiciado y las faltas cometidas a Su Amor Infinito y Misericordioso.
Hijitos Míos, Soy vuestra Madre Santísima, Madre del Verbo Encarnado, Madre del Amor. VOY A HABLAROS DE MI VIDA y quiero que reflexionéis sobre ESTA CONFIDENCIA: vida de Dolor, pero también de Gozo… y que de ella toméis ejemplo para que os podáis proteger de las insidias del Maligno.

Yo, Madre vuestra al haber sido la Madre de Dios Encarnado, podríais pensar que Mi Vida fué muy cómoda, que fuí consentida por Dios Padre. Que no sufrí nada, por haber llevado una Misión tan Sublime.

maria entregadaltemplo

No, Mis pequeños. Se podría decir que fui la Mujer del Amor y la Mujer del dolor. Desde muy pequeña, a la edad de tres años fuí apartada de Mis padres: San Joaquín y Santa Ana, para ser entregada al Templo y así ser preparada para servir toda Mi Vida a Dios, nuestro Creador.

Vosotros os podéis imaginar Mi dolor por la separación de Mis padres terrenos. A esa edad en donde todavía se necesitan las caricias, los besos, los apapachos de alguien que nos ama. Prescindí de ello para entregarMe de lleno a las delicias de Mi Padre. Delicias que no se pueden tener de alguien de la Tierra.

Fuí creciendo y tuve el segundo gran dolor, otra separación: Se Me ordenó dejar el Templo, ¡Dejar de servir a Mi Dios en Su Casa!… Para contraer nupcias con el señor San José. Sí, era un hombre justo y muy bueno, pero nunca como Mi Señor. Y por Obediencia acepté ésta segunda separación.

matrimonio-de-san-jose-y-la-virgen-maria

Poco tiempo después tengo un gozo tremendo, infinito, divino, Mi Inmaculada Concepción. Sí, fué un momento exquisito para Mi Alma donada a Mi Señor. Se Me indicó la Magnitud de Mi tarea, pero también se Me indicaron los múltiples sufrimientos que seguirían, los cuáles no se hicieron esperar.

Y el primero fue cuando Mi futuro esposo San José Me vió encinta del Salvador del Universo. Nuevamente Me ví despojada, en su mente Me vió falla en Mis Virtudes, especialmente de la Pureza. CALLÉ, pero el Ángel del Señor vino a reivindicar Mis Virtudes ante Mi esposo terreno.

Yo deseaba un lugar preciosísimo para que naciera Mi Bebé, Mi Dios, Mi Señor. Pero nuevamente Me veo despojada, ahora de la comodidad de las cosas de la Tierra. Y prácticamente MENDIGANDO, encontramos un lugar indigno para que el Dueño del Universo naciera, ¡Cuánto Dolor y a la vez, cuánto Gozo!

HUÍDA A EGIPTO

Poco tiempo después de Su Nacimiento, el Ángel del Señor Nos ordena abandonar Nuestro Hogar porque Herodes quería matar a Mi Hijo. Vuelvo a ser despojada y ahora de lo poquito que tenía: Mi pobre casita de Nazareth. Y nos tuvimos que ir a un país extraño, hasta que el tirano muriera.

Va creciendo Mi Hijo y unos años después vuelvo a ser otra vez despojada. Y es ahora de Mi esposo San José, que por más de cinco lustros había sido mi compañero y nuestro protector terreno… Nuevamente un gran dolor.

Mi Hijo Jesús mantiene Nuestro Hogar y paso momentos de Cielo a Su lado, hasta que llega a Su Plenitud. Y empieza Su Misión Pública, en donde cada vez lo voy perdiendo más y más…

1familia voluntad de dios

El, al llevar la Palabra del Padre, tenía que recorrer gran cantidad de pueblos y Yo ya sólo lo veía de vez en vez, hasta que decido acompañarlo junto con las discípulas, a muchos lugares de predicación. Lo vela más que antes, pero aun así, la separación era cada vez mayor.

El Mundo ganaba a su Dios y Yo iba perdiendo a Mi Hijo. Fue un despojo paulatino y muy doloroso, porque sabía en qué iba a terminar todo.

Llega el tiempo de la Traición y de Su Muerte. Las que son madres y han perdido a un hijo podrán entender aunque sea un poquito, Mi gran Dolor.

-virgEn-mary-calvario-dolorosa

Sí, resucita y viene a Mí. Y está un tiempo más acompañándoMe aquí en la Tierra, pero luego viene Su Ascensión Divina y prácticamente Me quedo sola… DESPOJADA de Su Presencia Humana, porque la Divina nunca se separó de Mi Corazón.

Este último despojo duró varios años, hasta que fuí llamada por Mi Dios a unirMe en cuerpo y alma a Mi Hijo, en el Reino de los Cielos.

Con todo esto, os quiero hacer notar que la vida de aquél que se da a  Nuestro Dios, lleva una vida de Dolor, de

despojo-total-pobreza

DESPOJO A TODO LO QUE SEA DE LA TIERRA,

A todo aquello que lo pueda a uno apartar del Bien Eterno.

, ciertamente se vive el dolor y la pena, pero eso es recompensado en momentos de la Tierra con innumerables “besitos divinos”, que son momentos que tiene el alma de éxtasis y de regalos divinos palpables, durante su misión terrena. Y culminan con el Gran Gozo al final de sus días en el reino de Nuestro Padre Dios.

SÍ, se llega a sufrir mucho cuando uno se da en pertenencia a su Dios, pero los momentos de gozo que se ganan por ello, lo mantienen a uno lleno de felicidad y de deseo de seguir sirviendo a Aquél por quién vivimos.

000despojo-renuncia

El Maligno no es quien nos despoja de las cosas del Mundo al contrario, él es quien las provee, porque con ellas os quiere hacer presas para la perdición eterna. Es nuestro Dios quien os está cuidando constantemente de que no os arraiguéis a las cosas del Mundo, de forma que así pudiérais perder el Reino de los Cielos.

Pocos de vosotros entendéis bien esto. Las riquezas exageradas, los bienes superfluos, la vida desenfrenada, sólo os llevan a la separación con vuestro Dios y os están abriendo camino a la perdición. Si en algún momento de vuestra vida sois despojados de algo o de alguien, no es por maldad ni por causaros daño, ¡ES PARA SALVAROS!

Las muchas riquezas, el mucho desvío de lo divino, lleva a la pérdida de lo espiritual. Por eso muy claramente es lo dijo Mi Hijo Jesucristo: “No se puede servir a dos amos, o a Dios o al dinero”.

25diosdinero

Ellos son diametralmente opuestos, no se puede vivir en los grandes lujos y tener el corazón lleno de amor por los necesitados.

Como regla general en donde sí hay excepciones, los que viven en grandes lujos no llegan a darse cuenta de las necesidades reales de sus hermanos pobres o simplemente no las creen o no les interesan. Por ello, el dinero en exceso y la caridad, van muy separadas una de la otra.

Nuevamente os repito. si os véis despojados de algo o de alguien, primeramente antes de maldecir, haced un balance de vuestra vida ante vuestro Dios. Ved en vuestro interior qué lugar ha ocupado vuestro Dios en los últimos años y ved qué bienes espirituales habéis adquirido a través de los bienes materiales que atesorasteis.  

balanza-dinero-vs-amor-e1337716597206

Poned sinceramente vuestra vida espiritual en la balanza y juzgad vuestro comportamiento con vuestro Dios y con vuestros hermanos… Y así, si actuáis humildemente, Mi Esposo el Santo Espíritu os hará reflexionar y AGRADECER el despojo que recibisteis.

Atended más a vuestro interior, para que podáis entender más a vuestro Dios. Él os cambiará lo mundano por lo divino y así vuestro Gozo será mayor.

Yo Vuestra Madre, oro por cada uno de vosotros estéis en donde estéis, hagáis lo que hagáis, viváis en la Luz Verdadera que Mi Hijo os mostró o no.

madre intercesora del mundo

Yo Soy la Madre del Consuelo, Soy la Madre del Amor, Soy la Madre de todo ser creado por Mi Dios a imagen y semejanza de Él.

Venid a Mí, para que os lleve a Mi Hijo y seáis purificados en Su Santísimo Amor. Venid a Mí para que se logre en vosotros también, la Encarnación.

La Donación de Salvación abarca a todos los tiempos y siempre se vive en un continuo presente. La actualidad de las Palabras de Mi Hijo son de Verdad. MADRE MÍA

Venid hijitos Míos, venid al regazo de Vuestra Madre Celestial para consentiros, mimaros y amaros como a Mi Hijo.

Venid hijitos Míos, acercaos a Mí y permitidme que os tome de la mano para llevaros a Mi Hijo,  a vuestro Dios hecho Hombre y agradecédLe Su Presencia entre vosotros y en vosotros. Que se dio y se quedó para vuestro cuidado, para vuestro crecimiento y para salvación de cada uno de vosotros.

Que el Amor Infinito del Padre, de Mi Hijo y del Espíritu Santo quede con cada uno de vosotros y Mi Amor de Madre os proteja y Me permita llevaros de regreso a la Casa Celestial.

trini Coronacion_de_la_Virgen

http://diospadresemanifiesta.com/

78.- EL CAMALEÓN

No hay ninguna otra casa en donde se pueda elevar el espíritu como en Nazareth. Hay en ella paz, silencio, orden. Está llena de santidad. Y esa santidad emana de quien vive en ella. De quien pronta y silenciosa, con ademanes suaves, juveniles y perfectos, se mueve por todas partes con su sonrisa que tranquiliza, que acaricia…

Son las primeras horas de la mañana y el sol ilumina las copas de los olivos en el huerto, así como el almendro y los manzanos. Un granado y una higuera están junto a las flores y las verduras cultivadas con sumo esmero en los cuadros rectangulares, junto a los cercados que están bajo el emparrado cargado de sarmientos.

Las abejas, como gotas de oro voladoras, zumban sobre todo lo que pueda darles perfumados y dulces néctares. Y atacan la madreselva y las campánulas.

María va ligera a los nidos de las palomas y a la pequeña gruta, cerca de la cual canta una pequeña fuente, donde admira sus flores y a sus pajarillos, que gorjean saludándola.

Entra judas cargado de plantas y estacas, diciendo:

–                     Buenos días, Madre. Me dieron todo lo que quería. Corrí para que no les pasara nada. Espero que prenderán como la madreselva. El año que viene tu jardín será como un canasto lleno de flores y así te podrás acordar del pobre Judas y de su estancia aquí.

María contesta:

–                     Muchas gracias, Judas. Es mucho. No puedes imaginar que feliz soy con esa madreselva, junto a la gruta. José era bueno hasta en las cosas más pequeñas.  Plantó una madreselva y una hiedra que vive todavía. La madreselva murió en los años de destierro. La volví a plantar y hace tres años, murió. Ahora tú la has vuelto a plantar. ¿Ves? Ya prendió. Eres un buen jardinero.

–                     Sí. Cuando era pequeño me gustaban mucho las plantas y mi mamá me enseñó a cuidarlas. Ahora vuelvo a ser niño a tu lado, Madre. Y descubro mi antigua habilidad para agradarte. ¡Eres muy buena conmigo! –dice Judas, que como un experto trabaja colocando las plantas en los lugares más apropiados y aprieta la tierra con un azadón- A éstas no les hace falta mucho sol. No me las quería dar el siervo de Eleazar, pero le insistí hasta que me las dio.

–                     Tampoco a José le querían dar aquellas gardenias. Pero él hizo algunos trabajos sin remuneración, para poder obtenerlas. Aquí han estado muy bien.

–                     Ya acabé, Madre. Ahora las voy a regar.

Las riega y luego se lava las manos en la fuente.

María lo mira… ¡Es tan diferente de su Hijo! ¡Y también tan diferente del Judas de ciertas horas de borrasca! Lo escudriña. Piensa… se le acerca. Y poniéndole una mano en el brazo, dulcemente le pregunta:

–                     ¿Te sientes mejor Judas? Quiero decir en tu espíritu.

–                     ¡Oh, Madre! Muy bien. Me siento tranquilo, lo estás viendo. Encuentro gusto y salvación en las ocupaciones humildes y en estar contigo. No debería jamás salir de esta paz, de este recogimiento. Aquí… ¡Qué lejos está el mundo de esta casa!… –Judas mira el huerto, las plantas, la casita… Suspira y agrega- Pero si me quedase aquí, jamás sería apóstol y quiero serlo.

–                     Créeme Judas. Es mejor ser un alma justa, que un apóstol pecador. Si te das cuenta que las alabanzas y los honores de apóstol te dañan; renuncia, Judas. Es mejor para ti ser un simple fiel, que un apóstol pecador.

Judas inclina la cabeza pensativo…

María lo deja con sus pensamientos y entra en la casa para continuar con sus quehaceres.

Por un rato, Judas se queda clavado en el mismo lugar. Después pasea bajo el emparrado. Lleva los brazos cruzados, la cabeza inclinada. Piensa. Piensa. Piensa… Luego monologa. Hace ademanes.

Un monólogo incomprensible; pero los gestos indican que sostiene una lucha muy fuerte. Que es presa de ideas contradictorias. Parece como si suplicase o rechazase… llora.

Luego maldice. Pasa de una expresión interrogante, a otra de miedo, de angustia suprema. Hasta que su cara refleja la de sus peores momentos.

Inclina la cabeza como si se sintiese derrotado. Se detiene y continúa así por unos momentos. Luego levanta el rostro y ¡Es el de un demonio!…

Se lleva las manos a la cara y huye entre los olivos hacia el montecillo. Llora con la cara oculta entre las manos, hasta que se calma. Está sentado con la espalda apoyada contra un olivo, como si estuviese atolondrado…

Por la tarde, el cielo se pinta con un hermoso crepúsculo. Nazareth abre las puertas de sus casas que estuvieron cerradas todo el día a causa del calor estival. Calor de Oriente.

Hombre, mujeres y niños salen a los huertos, a las calles en busca de aire. Van a la fuente a jugar; a platicar, mientras llega la hora de la cena. Saludos, chanzas, carcajadas, gritos; salen de bocas de hombres, mujeres y niños.

También Judas sale y se dirige a la fuente, con las jarras de cobre. Los nazarenos lo ven y  lo señalan como ‘El discípulo del Templo’ cosa que al llegar a los oídos de Judas le suena como música. Pasa saludando con afabilidad; pero con un aire de reserva que es en realidad una refinada soberbia.

Un Nazareno le dice:

–                     Eres muy bueno con María, Judas.

Iscariote contesta:

–                     Se lo merece y mucho más. En realidad es una gran mujer de Israel. Sois felices de que sea vuestra conciudadana.

La alabanza tributada a la mujer de Nazareth, seduce a muchos nazarenos, que de boca en boca repiten lo que dijo Judas.

Cuando él llega a  la fuente, espera su turno y se ofrece cortésmente a llevar los cántaros a una viejecita que no termina de bendecirlo. También ayuda a sacar agua a dos mujeres que no podían por tener a sus niños en los brazos.

Ellas levantando un poco sus velos, dicen:

–                     Dios te lo pague.

Judas responde con una inclinación:

–                     El amor del prójimo es el primer deber de un amigo de Jesús.

Llena sus jarras y regresa a la casa.

Antes de llegar, el sinagogo y otros lo invitan a hablar el sábado siguiente:

–                     Hace más de dos semanas que estás entre nosotros y no has hecho otra cosa más que mostrarte cortés con nosotros. –dice quejumbroso el sinagogo a quien acompañan otros ancianos del poblado.

Judas replica:

–                     Pero si no os gusta la manera de hablar de vuestro Gran Hijo, ¿Podrá agradaros la de su discípulo y que por añadidura es judío?

–                     Tu actitud es injusta y nos causa pena. Somos sinceros al invitarte. Tú eres discípulo y judío, es verdad. Pero eres del Templo. Por esto puedes hablar. Porque en el Templo hay doctrina. El hijo de José es tan solo un carpintero…

–                     ¡Es el Mesías!

–                     Él lo dice… ¿Será verdad? ¡O más bien es un delirio!

Judas está escandalizado de la incredulidad de los nazarenos y exclama:

–                     ¡Su Santidad, nazarenos! ¡Su Santidad!

Pero ellos objetan:

–                     Es grande. Es verdad. ¡Pero que sea el Mesías!… Y luego, ¿Por qué debe hablar tan duramente?

–                     ¿Duro? No. A mí no me parece duro. Antes bien… bueno… es muy sincero e intransigente. No deja encubierta ninguna culpa. No duda en denunciar un abuso… Y esto causa desagrado.

Pone el dedo exactamente en el centro de la llaga y esto causa dolor. Pero es por santidad. ¡Oh! ¡Claro que por eso obra así! Se lo he dicho más de una vez: ‘Jesús te haces daño’ ¡Pero no quiere entenderme!…

–                     Lo quieres mucho y cómo eres docto, podrías guiarlo.

–                     ¡Oh! Docto, no… pero hombre práctico, sí. Del Templo, ¿Sabéis? Conozco las costumbres. Tengo amigos… Eleazar el hijo de Annás, es como si fuese mi hermano. Y si queréis algo del Sanedrín, decídmelo… Bueno. Ahora dejadme que lleve el agua a María, que me está esperando para la cena.

–                     Regresa después. En mi terraza hay aire fresco. Estaremos entre amigos y hablaremos…

–                     Sí. Hasta pronto.

Y Judas se va a casa, donde se excusa con María por haberse tardado.

Le explica el motivo y concluye:

–                     Quieren que yo hable el sábado. El Maestro no me lo ordenó. ¿Tú que dices? Guíame, Madre.

María pregunta:

–                     ¿Hablar con el sinagogo? O ¿Hablar en la sinagoga?

–                     Ambas cosas. Yo no quisiera hablar con nadie, ni a nadie, porque sé que son contrarios a Jesús. Y también porque hablar donde solo Él tiene el derecho a ser el Maestro, me parece un sacrilegio, pero… ¡Me insistieron tanto!… Quieren que vaya con ellos, después de la cena… casi lo prometí.

Si crees que hablando con ellos pueda quitarles el espíritu de resistencia contra el Maestro, que es tan dura. Aunque no me siento capaz para ello, iré a hablar; tratando de ser magnánimo con su terquedad. Pues he experimentado que ser duro con ellos es peor.

¡Eh! ¡No caeré más en el error que cometí en Esdrelón! ¡Al Maestro le desagradó muchísimo! No me dijo nada, pero lo comprendí. No lo haré más. Quiero abandonar Nazareth, después de haberlos persuadido de que el Maestro es el Mesías. Para que crean y lo amen.

Judas está hablando mientras come lo que María le ha servido como una mamá y está sentado en le lugar, donde se sienta siempre Jesús.

María contesta:

–                     Estaría bien que Nazareth comprendiese la verdad y la aceptase. No te detengo. Nadie mejor que tú, puede decir si Jesús merece amor o no. Piensa cuanto te ama y te lo demuestra, disculpándote siempre y dándote gusto en todo lo que puede… Que esta reflexión te de palabras y acciones santas.

La cena ha terminado.

Judas va a regar las flores del huerto, antes de que oscurezca. Luego sale, dejando a María en la terraza, doblando la ropa que había puesto a secar. Judas saluda a Alfeo de Sara y a María Cleofás. Luego se dirige a la casa del sinagogo; donde están presentes los otros dos primos de Jesús: José y Simón, junto con otros seis ancianos. Después de los pomposos saludos, se sientan y beben agua fresca.

El sinagogo lo colma de honores y dice:

–                     Estoy contento de que hayas aceptado nuestra invitación y estés aquí. Eres joven. Un poco de distracción, hace bien.

Judas contesta gentil:

–                     No me atreví a venir antes para no importunaros. Sé que despreciáis a Jesús y a sus seguidores.

–                     ¿Despreciar? No. No creemos… Y digámoslo claro. Estamos heridos por sus verdades demasiado duras. Nosotros creíamos que tú nos desdeñarías. Y por eso no te invitábamos.

–                     ¿Desdeñaros yo? Al revés. Os comprendo muy bien… ¡Bah! Estoy convencido de que terminará por haber paz entre vosotros y Él. A Él le conviene, igual que a vosotros. A Él, porque tiene necesidad de todos. Y a vosotros porque no os conviene que os llamen enemigos del Mesías.

José de Alfeo pregunta:

–                     ¿Y crees tú que Él sea el Mesías? En Él no existe nada de la catadura real que ha sido profetizada. Tal vez se debe a que lo vemos solo como carpintero… ¿Pero en qué aspecto es el Rey Libertador?

–                     También David, sólo parecía un pastorcillo. Vosotros sabéis que ni siquiera Salomón en toda su gloria, fue un rey tan grande como él.  Porque viéndolo bien Salomón no hizo otra cosa, que proseguir la obra de David y jamás fue inspirado como él. Pero David, ¡Considerad la figura de David! es gigantesca. Con una realeza que toca el cielo. No juzguéis pues los orígenes del Mesías, para dudar de su realeza. David, pastor y rey. Jesús, carpintero y Rey.

El sinagogo dice:

–                     Tú hablas como un rabí. Se descubre en ti, al que fue educado en el Templo. ¿Podrías hacer saber al Sanedrín, que yo el sinagogo, tengo necesidad de ayuda del Templo, para una causa privada?

–                     ¡Pero claro que sí! Seguro. Con Eleazar, ¡Figuraos! Y luego, José el Anciano, ¿Sabes? El rico de Arimatea. Y el escriba Sadoc…y luego… ¡Oh! ¡Ni hablar!…

–                     Entonces mañana serás mi huésped y hablaremos…

–                     ¿Huésped? No. Yo no abandono a esa santa y dolorida mujer que es María. Vine con el fin de hacerle compañía.

Simón de Alfeo, dice:

–                     ¿Qué le pasa a nuestra pariente, que está sana y feliz en medio de su pobreza?

José de Alfeo confirma:

–                     Sí. Nosotros no la abandonamos. Mi madre siempre la cuida. También yo y mi mujer. Aunque no puedo perdonarle su debilidad para con su Hijo. También fue lo que afligió a mi padre que murió por causa de Jesús, sólo con dos hijos suyos alrededor de su lecho. ¡Y luego!… Pero todos los problemas de familia no se exponen a los cuatro vientos. – termina con un suspiro.

–                     Tienes razón. Se murmura en secreto, echándolo en un corazón amigo. Pero así sucede con muchos dolores. También yo tengo los míos de discípulo… ¡Pero no hablemos de ellos!

José insiste:

–                     No. Hablemos de ellos. ¿De qué se trata? ¿De qué se avergüencen de Jesús? No aprobamos su conducta pero no dejamos de ser parientes suyos. Y estamos prontos a hacer causa común con Él, contra sus enemigos. ¡Habla!

–                     ¿Vergüenza por Jesús? Sólo fue un decir… Luego, los dolores de discípulo son tan grandes. No solo por el modo que el Maestro emplea con amigos y enemigos; causándose mal a sí mismo, sino también porque veo que no se le ama. Yo quisiera que todos le amaseis…

El sinagogo se disculpa:

–                     Pero, ¿Cómo se puede hacer?… Tú lo estás diciendo, ¡Tiene un modo de obrar! Antes de dejar a su Mamá, no era así. ¿No es verdad?

Todos aprueban con gravedad y todos aprueban en hablar bien del Jesús silencioso, manso, solitario, de otros tiempos.

Uno de los ancianos dice:

–                     ¿Quién iba a pensar que se convertiría en el que es ahora? Entonces todo era para su casa y para sus familiares. ¿Y ahora?

Judas lanza un suspiro y dice:

–                     ¡Pobre mujer!

José grita:

–                     ¿Qué sabes? ¡Habla!

–                     No más de lo que tú no sepas. ¿Crees que le sea agradable el estar abandonada?

Otro de los ancianos afirma:

–                     Si José se las hubiese podido arreglar como vuestro padre, no habría sucedido esto.

Judas dice:

–                     No creas. Habría sido lo mismo. Porque cuando se le meten a uno ciertas ideas.

Un siervo trae lámparas y las pone sobre la mesa, porque esta noche no hay luna, aunque el cielo está cuajado de estrellas. También traen bebidas y el sinagogo se apresura a ofrecerle a Judas.

Judas se pone de pie y dice:

–                     Gracias pero no puedo entretenerme más. Tengo mis obligaciones con María.

También los dos hijos de Alfeo se levantan.

–                     Vamos contigo. Es el mismo camino.

Y con muchos saludos se despiden. Quedando sólo el sinagogo y los ancianos.

Las calles están desiertas y silenciosas. En lo alto de las ricas casas, se oyen voces y se ven los destellos de las lámparas de aceite. Caminan en silencio por un largo trecho y luego José se detiene.

Toma del brazo a Judas y le dice:

–                     Oye. Veo que sabes algo que no quisiste decir en presencia de extraños. Pero ahora debes hablar. Soy el mayor de la casa y tengo el derecho y el deber de saberlo todo.

Judas responde:

–                     Y yo fui con la intención de decíroslo y de proteger al Maestro, a María, a nuestros hermanos y a vuestro nombre. Es algo tan penoso de decirse, como de oírse. Muy penoso de llevarse a cabo, porque me hará parecer un espía. Os ruego que me comprendáis. No se trata de eso. Es tan solo amor y prudencia.

Sé muchas cosas que vosotros ignoráis. Las sé por mis amigos del Templo. Y sé que son un peligro para Jesús y para el buen nombre de la familia. He tratado de hacérselo comprender al Maestro, pero no lo he logrado. ¡Al revés! Cuanto más lo aconsejo, tanto peor hace Él.

Se está haciendo criticar y odiar cada vez más. La razón es que es muy santo para entender lo que es el mundo. Es muy triste ver perecer una institución santa, por la imprudencia del fundador.

–                     ¿De qué se trata? ¡Dilo todo y nosotros nos haremos cargo! ¿No es verdad, Simón?

–                     Ciertamente. Pero me parece imposible que Jesús cometa imprudencias y haga cosas contrarias a su misión…

José explota:

–                     ¡Pero si este buen joven que ama a Jesús lo dice! ¿Ves cómo eres? Siempre el mismo. Incierto, titubeante. Me abandonas en el momento necesario. Yo lucho solo contra toda la parentela. ¡Ni siquiera tienes compasión de nuestro nombre y de nuestro pobre hermano que va a la ruina!

Judas exclama:

–                     ¡No! ¡Ir a la ruina, no! ¡Pero desprestigiándose, sí!

José insiste:

–                     ¡Habla! ¡Habla!

Mientras Simón calla perplejo…

Judas dice en voz baja:

–                     Hablaría. Si estuviera seguro de que no me mencionaríais ante Jesús… ¡Juradlo!

José dice:

–                     Lo juramos sobre el Santo Velo. ¡Habla!

–                     Lo que voy a decir no lo diréis ni siquiera a vuestra madre y mucho menos a vuestros hermanos.

Simón confirma:

–                     Tranquilízate respecto a nuestro silencio.

–                     ¿Y no le diréis nada a María? Para no causarle dolor. Como yo lo hago. Guardo silencio. Es un deber tomar precauciones; aún para la paz de esta pobre madre…

José repite:

–                     No diremos nada a nadie. Te lo juramos.

Satanás se aprovecha de los celos de Judas. Una pasión nacida de la envidia y la soberbia y que el apóstol infiel, no se preocupa por rechazar. Satanás está furioso y recurre a medidas extremas para detener a Jesús; pues le está minando su poderío, de una forma implacable. Y de este modo y por estos pecados, Judas le da entrada y es su instrumento perfecto.

Satanás-Judas sigue con su intriga:

–                     Entonces escuchad:

Jesús no se limita a acercarse a los gentiles, publicanos y prostitutas. A ofender a los fariseos y a otras personas valiosas e importantes. Ahora está haciendo todo al revés. Imaginaos que fue a tierra de filisteos, acompañado de un macho cabrío negrísimo. Ahora ha aceptado aun filisteo por discípulo. ¿Y aquel niño que recogió? ¡No sabéis los comentarios que se hicieron! Pocos días después fue una griega pagana. Y por remate esclava que huyó de su patrón romano.

Luego, discursos que no concuerdan con la sabiduría del sentido común. En resumidas cuentas, parece un loco que busca hacerse daño. En tierras de filisteos se entrometió en una ceremonia de brujos y se puso al tú por tú, con ellos. Los venció. Pero ya los escribas y los fariseos, lo comienzan a odiar. ¿Si estas cosas llegan a sus oídos, qué sucederá? Tenéis el deber de intervenir… De impedir…

Simón dice:

–                     Esto es grave. Muy grave. ¿Pero cómo podíamos saberlo? ¡Estamos aquí!… ¿Y ahora? ¿Cómo podremos estar al tanto de lo que sucede?

–                     Y sin embargo es vuestro deber intervenir e impedir. La Madre es madre y es muy buena. No debéis abandonarlo en estas circunstancias. Por Él y por el mundo.

Además. Esto de seguir arrojando demonios… Corre la voz de que se sirve de Belcebú. Pensad si esto lo favorece. ¡Y luego! ¿Qué clase de rey podrá llegar a ser, si las multitudes se ríen ya desde ahora o se escandalizan?

Simón pregunta incrédulo:

–                     ¿Pero de veras hace cuánto dices?

–                     Pregúntaselo a Él Mismo. Os lo confirmará porque hasta de esto se jacta.

–                     Deberías avisarnos…

–                     ¡Claro que lo haré! Cuando vea algo raro, os lo mandaré avisar. Pero os lo ruego: silencio ahora y siempre. Silencio con todos.

–                     Lo juraremos. ¿Cuándo te vas?

–                     Después del sábado. Ya no hay razón para estar aquí. He cumplido con mi deber. 

José de Alfeo, dice:

–                     Te lo agradecemos. Ya decía yo que Él estaba cambiado. Tú hermano, no me quisiste creer. ¿Ves que tenía razón?

Simón de Alfeo objeta:

–                     Yo… Me resisto a creerlo todavía. Judas y Santiago no son unos tontos. ¿Por qué no nos han dicho nada? ¿Por qué no hacen algo, si suceden estas cosas?

Judas replica resentido:

–                     Hombre, ¡No vas a decirme ahora que no crees en mis palabras!…

Simón responde:

–                     ¡No!… Pero… ¡Basta! Perdona que te lo diga: creeré cuando lo vea.

–                     Está bien. pronto lo verás y me dirás: ‘Tenías razón’ bueno. Aquí está vuestra casa. Os dejo. Dios sea con vosotros.

José dice:

–                     Dios sea contigo, Judas. Y… ¡Oye! Tú tampoco digas esto a otros. Está en juego, nuestra honra…

–                     Ni siquiera me lo diré a mí mismo. ¡Adiós!

Y se va rápido. Vuelve a entrar tranquilo a la casa. Sube a la terraza, donde María está sentada, contemplando el cielo lleno de estrellas.

Y a la lucecilla de la lámpara que Judas prendió para subir por la escalera; se ven dos hileritas de llanto, que descienden por las mejillas de María.

Judas pregunta con ansiedad:

–                     ¿Estás llorando, Madre?

Ella contesta con dolor:

–                     Porque me parece que el mundo está cargado con más asechanzas, que cuantas estrellas hay en el cielo… Asechanzas contra mi Jesús…

Judas la mira atento y no sabe qué hacer.

María termina suavemente:

–                     Pero me da fuerzas el amor de los discípulos… Amad mucho a mi Jesús. Amadlo. ¿Quieres quedarte aquí, Judas? Bajo mi habitación. María Cleofás se fue a dormir, después de preparar la levadura para mañana.

–                     Sí. Aquí me quedo. Aquí se está bien.

–                     La paz sea contigo, Judas.

–                     La paz sea contigo, María.

Y María se retira a su habitación.

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA