52.- EN LA ESCUELA DEL SUFRIMIENTO I

PRINCIPIO DEL DESASTRE
Mientras tanto en Roma, los cristianos advertidos por el Espíritu Santo; algunos abandonaron la ciudad y se fueron a la Puerta del Cielo o a otros lugares más lejanos, donde tenían parientes.
Otros, también siguiendo las instrucciones del Divino Espíritu, solo cambiaron de barrio o se refugiaron en casas de otros cristianos.
En la Puerta del Cielo, ante millares de cristianos reunidos, se oyó fuerte y clara, la voz apacible e inconfundible:
– ¡Qué la Paz sea con todos vosotros!
Es el apóstol Pedro que extendiendo sus manos dice tranquilamente:
– ¿Por qué perturba el temor vuestros corazones? ¿Quién de vosotros podría decir lo que va a suceder, antes de que llegue la hora? Si el castigo de Babilonia es el fuego de su Indignación Santa que ha permitido que esto sucediera, NO debéis olvidar que su Misericordia se extenderá a todos los que han sido purificados con el Bautismo y vosotros, cuyos pecados han sido redimidos con la Sangre del Cordero moriréis con su Nombre Santísimo en vuestros labios.
Creo que es necesario que Pablo os recuerde, una lección que ya habéis escuchado antes de vuestro Bautismo, cuando fuisteis catecúmenos.
Pedro se hace a un lado y la voz de Pablo resuena fuerte como una campana en aquel lugar.
Cada corazón bebe ansioso sus palabras:
“Nos gloríamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce paciencia. La paciencia, una virtud probada: la esperanza. Y la esperanza no quedará confundida pues el Amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones, por virtud del Espíritu Santo que nos ha sido dado. Porque si somos hijos, también somos herederos. Herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados.”
EL SUFRIMIENTO ES LA PARTE ESENCIAL DEL DOLOR.
El padecimiento toca al cuerpo y el sufrimiento toca el alma. Los dos constituyen la esencia de la Cruz, preparan al alma para la contemplación y son apoyos indispensables para la Oración.
Porque sin sufrimiento no existe la vida espiritual ni se puede llegar a la perfección. Pues la regeneración del alma es dolorosa.
El sufrimiento es medio no solo útil, sino necesario para la purificación, la transformación y divinización del alma. El que se niega a purificarse en su camino por la Tierra y NO aprende a amar de verdad, deberá hacerlo de una manera mucho más tremenda en el Purgatorio, donde la ausencia de Dios es el más terrible de los tormentos.
En nuestra jornada terrenal, Jesús dosifica el sufrimiento y nos ayuda a soportarlo, con su Amor.
Él nos imprime su Semejanza de tal forma que se llega a amar el sufrimiento y lo pedimos como una Gracia.
El alma que ama desea sufrir y el sufrimiento aumenta el amor. El amor y el sufrimiento, unen al alma con Dios hasta fundirla en una misma cosa con Él.
La comodidad y el placer son los peores enemigos del sufrimiento y cuando son apoyados por el amor propio, el alma huye del Dolor y por lo tanto de la Cruz.
El que huye de la Cruz, huye de la Luz. Se ama en la medida que se sufre. Y el que huye del sufrimiento, huye del amor.
No se puede orar; no se puede aceptar el sufrimiento, si no se cree y no se ama.
Amor es paciencia y perdón.
Paciencia en las tribulaciones. Porque el mal lo hereda el hombre de Satanás, Príncipe del Mal y Monstruo devorador e insaciable, de Odio Eterno y viviente.
El mundo es de los malos y el Paraíso de los buenos. Esta es la verdad y la promesa. El mundo pasa, el Paraíso, no. Y si es así, ¿Por qué perturbarse por lo que hacen los malos?
¿Por qué son felices los que obran mal?
Son los eternos lamentos de quién es bueno y oprimido. Porque la carne gime, cosa que no debería ser. Y cuanto más pisoteada, tanto más debería levantar, las alas del alma en el júbilo del Señor.
La Tierra es un lugar de exilio. La Humanidad entera está en marcha hacia la Eternidad. La vida es una Prueba para amar y expiar.
El sufrimiento que el hombre se procura al estar lejos de Dios y por desobedecer sus Leyes, es un cáliz amarguísimo y un sufrimiento inútil.
Al no beber en las fuentes de la Sabiduría, el hombre carece de la Fuerza de Dios, que podría consolarlo.
El hombre se cree siempre capaz de todo y trata de ser autosuficiente. Frecuentemente olvida que necesita a Dios y en ese empeño se va a la ruina.
El sufrimiento hace que el hombre recuerde que sin la ayuda Divina, somos causantes del mismo sufrimiento que nos aflige. Las desventuras manifiestan la locura y necedad humana y la existencia del Poder y la Bondad de Dios.
Cuando la soberbia más refinada de un alma llega hasta el punto de creerse buena, se cree que NO se merece sufrir tanto y se autoproclama que NO hay culpas que expiar. Cuando se piensa así, es porque se es un monstruo perfecto.
Es entonces cuando hay que mirar atrás en el pasado: ‘NO he robado’, ‘NO he matado’.
No son sólo éstas las culpas que merecen pena. No roba solamente el asaltante que hace uso de la violencia y sabe ocultarse para que no lo identifiquen.
Se roba de muchos modos y se roban muchas cosas que no son solo bienes materiales. Además del dinero, joyas, bienes: se roba honor, pureza, estima, salud, beneficios.
Y hacia Dios, respeto, culto de verdadera obediencia, agradecimiento, amor auténtico, etc.
Y esto lo hacen aparentemente las personas más honestas. ¿Aquel que lleva a alguien a desesperarse, no mata; aunque el desesperado no se suicide? Sí. Mata la parte más selecta: el espíritu, que desesperado se aleja de Dios y muere, cuando el Odio se apodera del alma.
El que con obras y palabras siembra la incredulidad y la idolatría en sí mismo o en los demás, comete el pecado de Deicidio, porque al matar la Fe imposibilita al alma para salvarse y además le roba a Dios el alma que le pertenece por justicia.
El que quita la paz y el honor a una mujer y niega la paternidad y el amor al bastardo que engendró, comete uno de los robos más graves y maldecidos por Dios… Y…
Nadie está sin culpas que expiar.
Meditando las cosas de esta forma, debemos llegar a la conclusión de que la vida más dolorosa es un castigo de amor muy leve, dado por un Dios Amorosísimo, que NO quiere castigar eternamente…
EL SUFRIMIENTO Y EL AMOR.
Nunca la caridad va separada del sufrimiento, porque al ser cosa santa, desencadena las iras del Enemigo y Satanás es experto en infligir tormento.
Y nunca el sufrimiento va separado de la gloria, porque Dios es justo y da a quién da.
Los propósitos del Amor, son constantemente atacados por el Demonio, el Mundo, la Carne. Y no hay flagelo más duro que los hombres mismos.
Ellos proporcionan el fuego y la purificación con la que el alma se prueba y se acrisola como el oro y la plata.
La sabiduría de la Resignación y las promesas del mundo futuro, preservan del Odio.
El Odio es poderoso en el mundo pero tiene sus límites.
El Amor no tiene límites, ni en fuerza, ni en tiempo. El amor se convierte en defensa y consuelo sobre la tierra y premio en el Cielo.
La justicia de Dios, siempre vigila aunque parezca ausente. Y el sufrimiento nunca debe conducir al Odio, aunque los hechos parezcan justificarlo.
Dios nunca retira la Gracia que da. Si el hombre permanece sin pecar, su sufrimiento lo lleva a la santidad.
Quien cree en Él, no debe estar triste y sin esperanza, como los que no lo conocen.
No es pecado estar triste, si los momentos son dolorosos. Es pecado ceder más allá de la tristeza y caer en la inercia y la desesperación.
La Oración y la Palabra son el lenitivo para los sufrimientos.
Solo se debe buscar el Amor de Dios para consolarnos. Y en el corazón solo debe existir un amor absoluto por Dios, sin apoyarse en nadie más.
A Dios no le agrada hacer sufrir al hombre, porque lo ama. Por ese mismo amor que lo indujo a Él para salvar, Él sabe que no hay otro camino que el de la Cruz.
Nunca impone sufrimientos que estén por encima de los que la creatura pueda soportar. Cuando el dolor aumenta, también es aumentada la capacidad de sufrimiento…
Y el Espíritu santo comunica la fortaleza necesaria, para que la voluntad del hombre siga siendo heroica y crezca la tolerancia y el amor. Y puedan cumplir la misión delicada y santa de ser víctimas que salven.
No importa el camino por el que se le llama, siempre será el amor. El alma aprende a amar hasta consumirse en una llama de amor, porque han comprendido la Fuerza Poderosa del Dolor.
Y el Amor hace que el sufrimiento sea dulzura y la dulzura sufrimiento.En la misma proporción en que se ama, Dios ayuda a triunfar.
Las almas-víctimas aman de una manera total y triunfan de una manera absoluta.
El viento de las contrariedades aviva a los que son verdaderas llamas en el amor. Arden y se consuman a sí mismas en una Oblación constante.
Los dolores más amargos son proporcionados por los más amados de los suyos. Los sufrimientos mayores vienen de los propios familiares. Son la corona de espinas de los elegidos.
Dios siempre sabe en qué medida debe probarlos. Cuando el sufrimiento aumenta, también aumenta la Gracia para soportarlo. Cuanto más fuerte es la Prueba, tanto más debemos confiar en Él.
Algunas veces es tan dolorosa que nos asalta el deseo de renunciar y el pensamiento de que era mejor NO haber conocido el Camino, jamás.
La voluntad de entrega y el amor que clama al Señor, es lo único que fortalece para salir adelante.
Cuanto se es mejor, tanto más se sufre.
El sufrimiento es amor activo que trabaja más que cualquier otra cosa a favor de las almas y principalmente en la salvación de los familiares, que son los primeros que hay obligación de salvar.
Cuanto más se sufre, más se redime. El sufrimiento es amor ofrecido en sacrificio a Dios y sirve para obtener gracias para los demás.
Nada se pierde en la economía santa del Amor Universal.
En el Sufrimiento está la perfección del Amor: Dar afecto y recibir indiferencia y odio. Dar obras y verlas rechazadas, supera en acerbidad a los tormentos que solo torturan el cuerpo.
La Indiferencia, la Ingratitud y el Odio, hieren al alma y convulsionan el espíritu.
Por eso Jesús debe ser el único amor de nuestro corazón, dulce tormento de nuestra alma y agradable martirio de nuestro cuerpo.
Debemos ser víctimas de su Corazón, por medio de un amargo disgusto que no sea Él.
Víctimas de su alma, por todas las angustias que la nuestra sea capaz de soportar.
Víctimas de su Cuerpo, con el alejamiento de todo lo que satisface al nuestro y por el sometimiento total de una carne criminal y maldita.
Él nos quiere conscientes de nuestro papel dentro del Cuerpo Místico.
Nos quiere vivos, vibrantes de Gracia, de Fe, de amor y por tanto de sufrimientos.
Nos quiere totalmente consagrados a Él, trabajando por sus intereses, sin perdonar esfuerzos, ni sufrimientos.
“En vuestro Nombre Señor obraré y sé que seré poderoso.”
Esta es la Oración que hemos hecho nosotros los apóstoles, pobres e ignorantes ante el mundo, pero ricos y sabios con Cristo. Él, lo único que nos pide son tres cosas:
1- REPARACIÓN. Sabiendo cuantas almas le ofenden, debemos trabajar con Él, reparando con nuestras oraciones, trabajos y penitencias.
2- AMOR. Intimidad con Aquel que es todo Amor y que se pone al nivel de sus creaturas para amarlas y enseñarlas a amarlo. Estrechando nuestra unión con Él.
Reparando, redimiendo y salvando con el Salvador Divino. Trabajando por Él, con Él y en Él, en íntima unión con sus sentimientos y sus deseos.
3- CONFIANZA. Debemos estar seguros de Aquel que es Bondad y Misericordia, estando en contacto con Él, las veinticuatro horas del día.
Viviendo con Él, que nos conoce y al cual conocemos.
Sabiendo que nos ama con locura, porque somos sus almas escogidas, para que viviendo en Él y conociendo su Corazón, lo esperemos todo de Él.
Este es el llamado que Jesús hace como invitación al alma que ha elegido y que siente estremecer su corazón ante este maravilloso privilegio. Pero…
EL HAMBRE DEL ESPIRITU, CONTRA LA RESISTENCIA DE LA CARNE.
Jesús tuvo necesidad de un Ángel Confortador que lo exhortara a sufrir en el Huerto de Getsemani.
Porque si para Él, era algo precioso el hacer la Voluntad del Padre, con su espíritu encendido por la Caridad, sin embargo NO estaba privado de los terrores y las rebeliones de la carne delante del sufrimiento.
Los pequeños Jesús también experimentan este dualismo entre el espíritu y la Carne.
El espíritu que grita: ‘! Inmolación para tener salvación!’
Y la carne que gime: ‘! Piedad! Quiero vivir y no sufrir’
Cuando esto sucede, Dios viene y auxilia fortificando la carne al Dolor, con su Palabra.
Él tiene piedad de nuestra carne, porque en las almas víctimas, es instrumento de Redención, cuando el Espíritu de Dios la posee y la mueve a su placer, como la hierba que el viento besa. Conocerá la gloria del Reino de Dios.
Jesús santificó también la carne, redimiéndola con su Doctrina y con la Sangre.
Es la vestidura del altar del corazón en el espíritu que se inmola en una carne pura, sacrificada, hecha preciosa por el Dolor.
No se debe esperar comprensión y gratitud del mundo. El Mundo los tratará como trató a Jesús: el Mundo no las conoce porque ya no son del mundo.
Ellas se inmolan por el Mundo y el Mundo las mira sacudiendo la cabeza, cubriéndolas de escarnio y golpeándolas con sus armas más perversas.
También el Mundo llega a matarlas y Dios les dará doble vida, porque serán mártires dos veces: del Mundo y del Amor.
No hay que cansarse de ser víctimas.
Las injurias y los golpes del Mundo, no obstante que son como golpes de ariete contra frágiles carruajes, NO deben apartarnos fuera de la Vía Purpúrea del Sacrificio, que se injerta en la Vía Regia que conduce al espíritu hacia Dios.
Hay que seguir a Jesús por la senda del Sufrimiento comprendido, aceptado, amado y vivido sólo por Él, como humilde respuesta a lo que nos pide el Señor.
Cuando las tribulaciones y el sufrimiento se hacen más agudos, hay que cuidarse del Desaliento, arma infernal usada por Satanás, para atrofiarnos toda actividad interior.
Es entonces cuando hay que encuadrar los sufrimientos, dentro de la real visión de la vida entendida como Prueba.
No hay que decir: ‘Todo es inútil’ cuando parece que la semilla haya caído en terrenos áridos.
Con el llanto se riega y con el holocausto total, todo se convierte en tierra fecunda. Y con la Oración y una inteligencia despierta al Amor, las derrotas se vuelven las más rotundas victorias.
El sufrimiento es el oro puro del amor del Alma-víctima, sangre del corazón de la mística Comunión de los Santos y que con Cristo a la cabeza, resucita a los muertos en el espíritu.
Resurrección mucho más preciosa que la de la carne.
El sufrimiento ofrecido a Dios con amor y con alegría, abandonándose completamente a la Voluntad de Dios, se convierte en un don precioso.
Y Él corresponde con su ayuda y su consuelo.
Él Mismo ayuda a sufrir. Y el auxilio de María es invaluable, con su dulzura maternal. Ella también nos forma y nos ayuda a extendernos sobre la Cruz, en la alegría de ofrecerse a Dios por los hermanos, igual que Jesús se entregó a nosotros.
Y es entonces cuando la Cruz se lleva con alegría y no pesa. El sufrimiento se vuelve dulce y conduce a la verdadera paz del corazón, porque en la Oración está el lenitivo y la fuerza para seguir siempre adelante, ofreciendo siempre a Dios todos:
Los sufrimientos interiores. Humillan mucho porque provienen de la experiencia de sus limitaciones, de sus defectos, de sus numerosos apegos.
Lo procuran, el desarrollo de las circunstancias que nos rodean y que la providencia de Dios permite para sus misteriosos designios, que siempre están llenos de Amor.
Los sufrimientos exteriores. Son los que con frecuencia nos procura Satanás, cuando nos ataca con toda su rabia y su furor, tratando de destruirnos para hacernos desistir de seguir a Jesús.
A todos nos atormenta con todo género de tentaciones. Con la Duda y la Desconfianza, con la Aridez y el Cansancio, con la Crítica, la Ironía y la Calumnia.
Y a veces con palizas que físicamente nos dejan fuera de combate por breve tiempo, pero que con la Oración son vencidas y ampliamente recompensadas.
También aquí entran los que provienen de las persecuciones que terminan con el martirio cruento.
EL SUFRIMIENTO EXPIATORIO.
El hombre peca con demasiadas maldiciones y para que Dios no acabe exterminándolo, porque además hace la tremenda acusación a Dios de las desesperaciones que son fruto natural de una vida sin Fe y alejada de Dios.
Y que se procuran a sí mismos con las consecuencias de sus actos. Y para que no finalicen condenados eternamente, es necesario que las víctimas amen, sufran, rueguen, bendigan, crean, esperen, adoren, sufran.
Sufrir, sufrir y sufrir, para que purifiquen a los que van a la muerte del espíritu.
El sufrimiento de las víctimas, es el que mantiene a raya a Satanás, que se ha vuelto poderoso por las demasiadas maldiciones que lo hacen permanecer haciendo el Mal.
El sufrimiento expiatorio convierte a las almas en salvadoras.
¡Salvar! Para salvar a la humanidad, Jesús dejó el Cielo y conoció la Muerte. Salvar es la más grande de las caridades.
Y convierte a las almas víctimas en salvadoras iguales a Cristo.
Para salvar al mundo de la desesperación las víctimas son torturadas con todas las desesperaciones y nunca cesan de sufrir.
Las calumnias y las murmuraciones del mundo, son su pan de cada día.
CON SU SUFRIMIENTO OFRECIDO Y ACEPTADO POR DIOS, SE CONVIERTEN EN LOS PEQUEÑOS CRISTOS…
¿POR QUÉ SUFREN?
Porque un alma necesita su agonía para volver a Dios.
Dios toma su ardor para calentar a otras almas y ellas se quedan frías; sufriendo la gélida aridez espiritual. Sintiendo que NO aman a Dios y con un dolor punzante por lo mismo.
Pero mantienen su fidelidad y esto detiene el Brazo de la Justicia Divina, para que NO descargue su cólera sobre los pecadores. Un solo acto de amor, cuando se sienten desamparadas, repara las ingratitudes de muchas almas.
Y cuando están insensibles y con su voluntad heroica, repiten su amor y su fidelidad y se entregan con docilidad, para seguir crucificadas, siendo un bálsamo precioso y un consuelo para el corazón de Dios.
Y beben su amargura voluntariamente, para expiar convencidos de que Dios trabaja con su sufrimiento, cuyos resultados solo verán cuando hayan regresado a Él.
Y con el llanto bañándoles las mejillas, lloran sobre el Corazón de Dios su Dolor y su tristeza, porque sobre Él es dulce amar y es dulce sufrir. Y le entregan todo su Dolor y su Tristeza.
Todo su sufrimiento y el Sufrimiento de la Creación que les rodea y que NO OFRECEN los que no saben cómo hacerlo.
Y Jesús es el Sol que ilumina con una sonrisa, en medio de la tempestad.
Y sus brazos son el consuelo que rodea su soledad.
El sufrimiento de las víctimas suple el segundo martirio que el Padre ya no quiere que Jesús cumpla.
Y por eso, a cada alma que se inmola, le es concedido expiar y salvar.
Los sufrimientos del alma-víctima, obtienen de Dios Luz, para que las almas puedan reconocerlo.
Siempre sufrirán los inocentes y los santos, porque ellos expían por todos.
Su dolor y su sufrimiento redime y salva.
Víctimas puras a las que consuma el amor, junto a la Gran Víctima, en el Sacrificio Perpetuo: La Eucaristía.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
27.- EL RAPTO
Dos semanas después, Marco Aurelio estaba en el triclinium cuando llegó Prócoro. Los sirvientes tenían orden de dejarlo pasar sin anunciarlo y admitirlo a cualquier hora del día o de la noche.
El griego lo saludó:
– Salve noble Marco Aurelio. ¡Eureka!
Marco Aurelio saltó del asiento exclamando:
– ¿Qué quieres decir? ¿La has visto?
– He visto a Bernabé y he hablado con él. Trabaja cerca del mercado como liberto al servicio de un molinero, pero él no sabe quién soy. Y ahora cualquier esclavo de tu confianza puede ir y descubrir donde se esconden.
Marco Aurelio replicó:
– Irás conmigo.
Prócoro se alarmó:
– ¿Yo?… Noble tribuno, yo solo me comprometí a indicarte el sitio donde ella está, más no en sacarla y entregártela. Piensa por un momento en lo que me sucederá si ese Bernabé y Mauro me atrapan. Además, si te pasa algo, no quiero ser yo el responsable y quedarme sin recompensa después de haber trabajado tanto.
Marco Aurelio le entrega una bolsa llena de monedas de oro y le dice:
– Tendrás otras dos iguales cuando Alexandra se encuentre conmigo en esta casa. Desde este momento, aquí te quedarás, aquí comerás y descansarás. Luego iremos juntos y me llevarás a donde ellos están.
El temor y la vacilación se pintaron en el rostro del griego…
Pero recordando el carácter del patricio, dijo:
– ¿Quién puede oponerse a tu voluntad? Estoy dispuesto, señor…
Marco Aurelio que hasta ahora había vivido en un estado de tensión permanente, alentado por la esperanza de encontrar a Alexandra, ahora que esa esperanza parece realizarse, se vio súbitamente invadido por la debilidad que se siente después de que se ha hecho un esfuerzo superior a la propia capacidad…
¡Está a punto de recuperar a Alexandra! Tan solo este pensamiento lo vuelve loco de felicidad. Recordó los consejos de Petronio y envió a dos esclavos en busca de Atlante…
Prócoro que conoce a todo mundo en Roma, se sintió muy tranquilizado cuando oyó el nombre del famoso atleta, cuyas fuerzas extraordinarias en la arena, había podido admirar más de una vez y dejó de preocuparse por el peligro de la empresa.
Estaba de muy buen humor cuando fue llamado a la mesa por el mayordomo y comió opíparamente.
Más tarde cuando llegó Atlante, se dirigió al atrium y examinó con satisfacción a aquel gran gladiador, cuyo poderoso cuerpo parece llenar toda la estancia.
Atlante acaba de ponerse de acuerdo con Marco Aurelio y dice:
– ¡Por Hércules! Ha sido muy oportuno tu llamado, señor; porque mañana debo partir a Benevento, a donde me reclama el noble Haloto a fin de que en presencia del César, luche con un tal Espícuro; que según parece es el mejor gladiador y el favorito de Nerón.
Marco Aurelio cuestionó:
– ¡Por Marte!… ¿Estás seguro de que podrás ganarle?
El atleta respondió lleno de seguridad:
– Acabaré pronto con él.
Prócoro intervino:
– Y no dudo que lo hagas. Pero ahora prepárate y frótate todo el cuerpo con aceite, porque acaso te encuentres con otro gladiador: el hombre que custodia a Alexandra, también tiene una fuerza excepcional.
Marco Aurelio confirmó:
– Es verdad. Yo no lo he visto, pero arrebató a Alexandra de una veintena de hombres.
Atlante contestó con determinación:
– Noble señor, me comprometo a traer a la doncella hasta tu casa, así tenga que arrancarla de siete partos como el que me dices. Pero ten presente que mañana debo ir a Benevento.
Marco Aurelio sonrió complacido y dijo:
– En un par de horas partiremos.
Después de esta declaración, Marco Aurelio se fue a la biblioteca a escribirle a Petronio.
Recuerda las palabras de Actea y su corazón palpitó con violencia. Está decidido a casarse con ella y hasta se siente capaz de volverse cristiano, si esa es la condición para tenerla.
Si todo es cierto, ella le amará… y él está decidido a ser el esposo más cariñoso y amante.
Más tarde los tres, guiados por Prócoro; llegaron a una casa situada en el barrio del Transtíber y se dispusieron a esperar…
Cuando la reunión terminó, muchos cristianos empezaron a salir. Luego, tres figuras aparecieron en el arco de la entrada y varias personas rodearon al anciano, mientras Bernabé y Alexandra se hicieron a un lado para esperarlo. Y se quedaron de pié, en la escalinata de la entrada, junto a una columna.
Marco Aurelio se quedó embelesado.
Alexandra está frente a la luz de una lámpara y la capucha ha caído de su cabeza despeinando sus cabellos. Tiene entreabiertos los labios y levanta su rostro hacia el apóstol, atenta totalmente a sus palabras, como si estuviese extasiada.
Viste como una esclava y está envuelta en su manto oscuro de lana. Marco Aurelio nunca la había visto más hermosa…
Admiró la belleza y distinción de aquella elegante cabeza patricia, que sobresale entre sus vestidos humildes. Y el amor lo envolvió como una llama, mezclado con un prodigioso sentimiento de simpatía, atracción, admiración y ferviente anhelo.
Siente correr por todo su ser, como una corriente eléctrica de felicidad, al contemplarla otra vez. De pie, junto al gigantesco parto, parece una niña… Y una ternura infinita invadió todo su ser.
Quiere protegerla, amarla, poseerla. Notó también que se ve más delgada y frágil. Su cutis parece de alabastro. Una hermosa y blanca flor que irradia luz como si fuera una diosa.
Todo esto sirvió para hacer más poderoso su deseo de poseer a aquella mujer, tan diferente de todas las que ha conocido antes. Está dispuesto a dar por Alexandra, todo cuanto posee.
Prócoro le advierte:
– Ten cuidado, señor. Mira que son muchos.
El tribuno contestó:
– No te preocupes. Esta vez no escapará.- Y Marco Aurelio señala a Alexandra y Bernabé, mientras dice a Atlante- Son ellos.
El atleta contestó:
– Perfectamente. Me comprometo a entregarme a ti como esclavo, si no le rompo el espinazo a ese bisonte parto que la acompaña. Pero dejemos que lleguen a su casa. Allí me apoderaré de ella y la llevaré al sitio que me indiques.
A Marco Aurelio le agradó la respuesta y dijo:
– ¡Por Hércules! Debemos hacerlo ahora. Mañana quizá no la encontremos, porque si nos descubren, se la llevarán a otra parte.
Atlante replicó:
– No nos descubrirán. Hoy mismo la tendrás en tus brazos.
Prócoro gimió:
– ¡Ese parto parece un hombre demasiado fuerte!
Atlante lo miró con despreció y le espetó:
– Nadie te está pidiendo que sujetes sus manos.
Después de unos minutos, en el grupo al fin se despidieron y empezaron a caminar.
Prócoro exclamó:
– Sí, señor. Tu doncella se encuentra bajo una poderosa protección. Ni más, ni menos que el gran apóstol Pedro. Ve como se arrodillan ante su paso.
Y Marco Aurelio vio con asombro una escena prodigiosa: había dos centuriones que se arrodillaron cuando Pedro pasó frente a ellos y se detuvo. Les puso la mano sobre la cabeza, que ellos habían descubierto y los bendijo.
Hasta ese momento jamás se le había ocurrido que en el ejército hubiera cristianos…
Pero al parecer aquella doctrina ya se había infiltrado por todo el imperio. Y esto le hizo pensar que si ella hubiera querido huir de la ciudad, no le hubieran faltado guardianes que facilitaran su fuga. Y dio gracias a los dioses porque eso no sucedió.
Pero el abismo que esa maravillosa religión está abriendo entre él y Alexandra, se hace cada vez más grande…
Recordó todo lo sucedido y se dio cuenta de que en realidad no la conoce. Está seguro de que la ama y se siente deslumbrado por su hermosura incomparable. Pero ahora comprende que la religión que ella profesa, es lo que la hace tan diferente de las demás mujeres.
Su grandiosa belleza interior es lo que la hizo rechazar lo que para las demás son incentivos: la opulencia, la pompa, el bienestar… Para ella no significan nada, porque ella posee algo distinto. Es como si ella perteneciera a otro mundo.
Y una molesta inseguridad comenzó a atormentarlo… ¡¿Cómo la conquistará, si lo que él puede ofrecerle parece no significar nada para ella?!
De este caos mental lo sacó Prócoro, que comenzó a lamentarse de su suerte.
Marco Aurelio le oyó y sacó la bolsa de oro. Se la arrojó diciéndole:
– Ya la tienes. ¡Cállate!
Después de haber pasado por un erial, el grupo de cristianos empezó a diseminarse en distintas direcciones, quedando solamente Bernabé, Alexandra y otro hombre anciano.
Esto hizo necesario seguirlos desde una mayor distancia y con más precaución, para no ser descubiertos.
Prócoro hábilmente, se fue quedando paulatinamente atrás.
Llegaron a una calle estrecha y los vieron entrar a una ínsula.
Ellos se mantuvieron a una prudente distancia. Luego, Marco Aurelio mandó a Prócoro a que viese si esa casa tenía salida a la calle posterior.
Éste fue a ver y cuando regresó, dijo:
– No, señor. Solo hay una entrada.
Atlante comenzó a prepararse para el combate. En su rostro no hay la menor señal de temor y dice:
– Yo iré adelante.
Con una voz que no admite réplica, Marco Aurelio ordenó:
– Tú me seguirás.
Y en un instante los dos desaparecieron por la puerta de la entrada.
Prócoro corrió hasta la esquina y empezó a atisbar lo que va a suceder…
Es un edificio espacioso y con varios pisos. Un condominio como muchísimos que hay en Roma y que son verdaderas colmenas, edificados con el propósito de percibir la mayor renta posible. En ellas vive la gente más pobre y no hay portero.
Marco Aurelio y Atlante llegaron a un corredor que los condujo a una especie de atrium común para toda la casa, con una fuente en el centro.
Desde las murallas arrancan hacia el interior unas escaleras de piedra y de madera, que conducen a unas galerías en los cuales están los cuartos que conforman la vivienda.
Es temprano y no hay nadie en el patio.
Atlante pregunta deteniéndose:
– ¿Qué hacemos, señor?
Marco Aurelio contesta:
– Esperaremos aquí. No permitiremos que nadie sospeche de nosotros.
En ese momento en el más lejano extremo del patio, aparece un hombre que trae en la mano un cedazo y se aproxima a la fuente.
Marco Aurelio dice en voz muy baja:
– ¡Es Bernabé!
– ¿Quieres que le rompa los huesos?
– Espera… primero veamos a donde va.
Bernabé no se fijó en aquellos hombres que estaban parados en la penumbra de la entrada y empezó a lavar las legumbres en la fuente. Cuando terminó con su tarea y regresa por donde salió…
Atlante y Marco Aurelio le siguen hasta otro corredor que lleva a un pequeño jardín en el cual hay unos cipreses, mirtos y rosales.
En el fondo hay una pequeña casa edificada contra la pared del edificio contiguo.
Marco Aurelio valoró la situación y dijo decidido:
– ¡Vamos por ella!
Bernabé iba a entrar en aquella casita, cuando el ruido de pasos llamó su atención y dejando el cedazo en la balaustrada de cantera, se voltea, ve a los dos hombres y les pregunta:
– ¿Qué buscan aquí?
Marco Aurelio le dice imperioso:
– ¡Qué te importa! –Y en voz baja ordena a Atlante- ¡Mátalo!
Atlante se abalanza hacia Bernabé y antes de que éste tenga tiempo de reaccionar, el gladiador ya le ha cogido en sus brazos de acero.
Marco Aurelio tiene demasiada confianza en las extraordinarias fuerzas del atleta, para detenerse a presenciar el final de la lucha. Y dejando atrás a los combatientes, entra en la casita.
Alexandra está inclinada añadiendo leños al fogón, junto al cual se encuentra sentado un anciano.
Marco Aurelio entró tan repentina y bruscamente en la estancia, que cuando el la toma por la cintura levantándola en vilo para salir por la puerta, ella no lo reconoce.
El anciano trata de interceptarle el paso. Pero Marco Aurelio con un brazo estrecha a la joven contra su pecho y con el otro brazo, lo hace a un lado.
Con el movimiento se le cae la caperuza y a la vista del rostro de Marco Aurelio que tiene una expresión tan terrible…
Alexandra se queda tan impactada, que está a punto de desmayarse.
Pero en el patio, las cosas estan peores…
Cuando Marco Aurelio llegó hasta al jardín con su presa, también él se quedó congelado…
Bernabé tiene entre sus brazos un cuerpo completamente doblado hacia atrás, con la cabeza colgando y con la boca llena de sangre.
Al ver el grupo que forman: Marco Aurelio, Alexandra y Nicomedes, Bernabé dio un nuevo puñetazo a Atlante en la cabeza, lo lanzó furioso hacia un lado y de un salto tomó a Marco Aurelio por el cuello, pues éste había soltado a Alexandra y lo miraba paralizado por el asombro.
Marco Aurelio, al sentirse levantado en el aire como si fuera un muñeco, piensa que ha llegado para él la hora de morir. Y entonces como en un sueño, oye lejana la voz de Alexandra que dice como un gemido:
– ¡NO MATARÁS!…
Entonces sintió como si lo hubiese herido un rayo y cayendo en un negro pozo, todo desapareció…
Prócoro estaba escondido detrás del ángulo de la esquina, lleno de miedo y de curiosidad sobre el curso de los acontecimientos.
Atisba impaciente porque el silencio que hay no presagia nada bueno y le parece que es más peligroso que nada… Cada vez se siente más intranquilo. En eso, parece que alguien se asoma a la puerta y él se pegó más a la pared, conteniendo el aliento…
No se equivoca, pues efectivamente alguien se asomó, miró alrededor y se volvió a meter.
Y de súbito se le erizaron los cabellos. Con su mano se cubrió la boca para ahogar una exclamación:
– ¿Qué…? ¡Por todos los dioses!
En la puerta de la casa apareció Bernabé llevando a cuestas el cuerpo de Atlante y luego empezó a correr con su carga, en dirección al río Tíber.
Prócoro pensó:
– ¡Estoy perdido si me ve!
Pero Bernabé siguió de largo y desapareció.
El griego no puede creer lo que ha visto. El miedo se apoderó de él…. Y huyó…
Después de correr un largo tramo, cuando se sintió a salvo, se dijo a sí mismo:
– Debo conservar la calma… Necesito pensar bien… ¿Cómo debo proceder en este caso? Ha ocurrido algo terrible. Si Atlante está muerto, lo más seguro es que Marco Aurelio también… ¡Por Cástor! Pero él es un patricio amigo del César pariente de Petronio, hombre famoso y poderoso en Roma.
Es un tribuno militar. Su muerte no puede quedar sin castigo ¿Y si voy con el Pretor y con los guardias? ¡Mísero de mí! ¡Yo soy quién lo llevó a la muerte! Dirán que yo fui su causante… No puedo huir porque eso me haría más sospechoso…
El asunto por todos lados está muy mal…
Petronio es un hombre con tanta influencia, que puede impartir órdenes a la policía de todo el Imperio y sacaría a los culpables de la muerte de su sobrino, de los confines de la tierra.
Pero si él demuestra su inocencia con Petronio ya que él estará enterado de toda su participación, a los únicos que culparían serían a los cristianos…
¡Y eso les acarrearía una persecución general!
Decidió ir a buscar a Petronio y contarle lo ocurrido. Pero para ir, primero tendría que comprobar que le había pasado a Marco Aurelio… Y como un rayo le llegó el pensamiento de que tal vez no se habrían atrevido a matarlo. Él es un hombre poderoso, amigo del César y alto funcionario del ejército imperial.
Por las consecuencias terribles que tal crimen les acarrearía, tal vez solo lo habrán retenido. Y esta idea lo llenó de esperanza…
Luego reflexionó: ‘Si ese dragón parto no lo ha hecho pedazos en la primera embestida, él está vivo y él mismo será testigo de que yo no le he traicionado… Y entonces puedo contar con otra recompensa si le ayudo una vez más por rescatarlo.’
Y acarició las dos bolsas de oro que Marco Aurelio le dio. Emprendió el camino a su casa para pensar en el modo de averiguar lo que le había ocurrido al tribuno, antes de ir con Petronio…
Cuando llegó al barrio del Suburra, se compró una botella de vino y se fue a casa a comer opíparamente para recuperar fuerzas. Bebió con abundancia, descansó, se dio un baño muy relajante y se durmió.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
22.- LA MAGNA OBRA DE LA REDENCIÓN II
LA VIDA VERDADERA = EL AMOR.
Con la Redención, Jesús recuperó todo lo que Adán despilfarró. Y lo más importante entre lo que recuperó, fueron las almas deformes y los espíritus mutilados de su esencia: La capacidad de amar.
Cristo muriendo, ruega por los enemigos de Dios, para que tengan el Perdón y vuelvan a la justicia. Jesús es el restablecedor del orden. El Perdón es Amor. Y es la medicina más amarga, pero más efectiva para empezar a reconstruir el alma.
El Odio ofusca la paz. Y su látigo fustiga sin piedad al hombre, por la violencia contenida en su interior. La felicidad está en Dios, porque Él da la alegría que da la Paz.Él da la continencia para el dominio de las pasiones. Él da la resignación, la paciencia, todas las virtudes que son necesarias.
MARIA ES LA CORREDENTORA
La Madre no es diferente del Hijo. No en la naturaleza humana, sino en la Misión Sobrenatural de la Redención. El Hijo para tocar el ápice del Dolor, debía probar la separación del Padre: en el Getsemaní, sobre la Cruz. Fue el Dolor llevado a la altura y severidad infinitas.
La Madre, para tocar el ápice del Dolor, debía probar la separación del Hijo: en los tres días de la sepultura.
Entonces María estuvo sola. La sostenían solo la Fe, la Esperanza y la Caridad. Pero Él estaba ausente. Fue la espada no configurada, pero traspasante y hurgante en su corazón. No murió porque Dios no quiso.
Pero para la Madre, haber quedado privada del Hijo. ¡Y con qué muerte! De la unión con su Hijo; fue de tal espasmo que sin una gracia especial, hubiese muerto.
En aquella Hora Dolorosísima. En el mar de dolores que fue la vida de la Virgen, consagrada al Supremo Dolor y a la Suprema Alegría desde su concepción. Ella, la Purísima Corredentora, debió dar su ‘Sí’, para completar lo que le faltaba a la Pasión de Jesús.
María es la Corredentora. Por lo tanto siendo todo en Ella inferior solamente a Dios, también su Dolor debía ser cual ningún dolor de criatura humana, alcanzará nunca de ser.
María nació Inmaculada porque fue consagrada a Dios por sus padres, antes de ser concebida y amó como jamás criatura alguna podrá hacerlo. Por ser Corredentora le tocó redimir a la Mujer con su Maternidad Divina.
El Pecado de Eva tuvo varias facetas y todas debían ser reparadas.
María no conoció el Pecado, por eso venció a Satanás y lo sometió bajo su purísimo calcañal.
Por eso mismo encontró la Gracia de Dios que la convirtió en Madre.
Por ser Corredentora junto con Jesús, María conoció el Dolor y el Sufrimiento en grado sumo. Su amor sin límites atrajo la Gracia de Dios que le pidió el sacrificio sin límites. María fue Sacerdotisa y Víctima, junto con su Hijo.
La primera cristiana y la primera mártir en el Camino del Calvario, junto con la Víctima Suprema: su Hijo Jesucristo. Ella se sacrificó como mujer para redimir a la Mujer:
LA DESOBEDIENCIA
María llevada de su amor por Dios, hace voto de virginidad…
Dios le pide ser madre y esposa. Obedece.
Eva buscó el placer, el triunfo, la libertad.
María acepta el Dolor, el Aniquilamiento, la Esclavitud.
Eva dijo ‘NO’ a Dios.
María se convierte en Esclava de Dios.
LA SOBERBIA.
Eva quiso conocer lo que solo era atributo divino.
María se humilló hasta lo profundo y aceptó toda clase de humillaciones.
La Esclava de Dios aceptó sin defenderse y en silencio:
La humillación de la sospecha de José. La mujer siempre presiente lo que su esposo siente por ella. ¿Cómo debió sentirse la Madre que aunque se sabía inocente, NO PODÍA explicar lo que había pasado? Aunque su prometido era un santo, también debía ser probado en la Fe. Y el Evangelio deja entrever el oculto martirio de José.
Las humillaciones de los demás no tan santos. María era prometida, NO esposa. Un embarazo sin boda debió desatar una ola de comentarios muy poco caritativos.
Humillaciones de pobreza en Belén, cuando Jesús nació.
Humillaciones de perseguida por el mandato de Herodes.
Humillaciones en el destierro. En Egipto, las cosas no fueron diferentes al ser ellos extranjeros y perseguidos.
Humillaciones de los parientes y amigos que al ignorar la verdad, tomaban como debilidad materna, la forma de educar a Jesús. Y no la querían mucho al ver la adoración que Ella tributaba a Jesús.
Humillaciones en los tres años del Ministerio de Jesús, por NO haber sabido educarlo. Por permitirle que NO se casara y se pusiera a mantener a su madre viuda, en lugar de andar de alborotador porque, ¡Vaya escándalos que armaba contra los del Sanedrín!
Humillaciones por ser la Madre de un Demente que se creía Dios.
Humillaciones crueles durante la predicación de la Palabra. El Mesías nacería de una Virgen. Los que lo negaron y crucificaron, lo insultaron y fueron los precursores de los que no meditan cuanto amor tiene Dios por su Virgen Santísima y NO respetan su Virginidad.
Y la odian tanto, que no vacilan en blasfemar contra ella con los peores insultos dirigidos contra una mujer.
Humillaciones después de muerto Jesús, al reconocer una pobreza tal, que le impedía comprar un sepulcro y aceptó la caridad de José de Arimatea.
Humillaciones de los que pensaron que había enloquecido de Dolor en el Calvario, al verla sostener que Él Resucitaría.
INCREDULIDAD
Eva no le creyó a Dios. Prefirió la voz del Maligno Seductor y por eso desobedeció.
María padeció durante tres días, el aparente abandono del Padre. Resistió los repetidos ataques de Satanás y fue la ÚNICA que continuó creyendo y esperando la Resurrección. Por eso se completó la Redención.
Si Ella hubiese dudado, hubiese deshecho la Obra de Jesús. Aceptó saber solo lo que Dios quería que supiese, sin preguntar nada. Creyó siempre, sin cuestionar nunca.
LA LUJURIA
Con el voto de virginidad rechazó el placer y cualquier experiencia de los sentidos. La carne fue puesta bajo sus pies, junto con Satanás. La lujuria es glotonería llevada a la voracidad; pues los vicios que no se refrenan siempre conducen a otros peores.
Casto es el que tiene moderación no solo en el cuerpo, sino también en sus afectos y en sus pensamientos. María fue la casta, para borrar las manchas de la carne, del corazón y de la mente.
LA AVARICIA
Eva robó a Dios el primer fruto.
María venció la avaricia de los Primeros Padres, renunciando anticipadamente a su Hijo. Su Dolor de dolores: una madre se siente morir, cuando se ve forzada a renunciar a sus hijos. Su corazón es despedazado y siempre queda aunque sea una fibra que une a la madre a la que la alejan de su hijo.
María dio su Hijo a Dios y luego lo dio a los hombres. En el Calvario dio su ‘Sí’ más doloroso, cuando al llorar por el Hijo que le habían matado, aceptó ser la Madre de los Verdugos de Jesús.
La Madre comparte con el Hijo la naturaleza humana. Carne Divina se formó de la virginal carne de María.
Su misión sobrehumana de la Redención también los unió.
Jesús y María siguen siendo Redentores:
Siguen sufriendo en la Gloria Intangible de los Cielos, por los hombres que los reniegan y los ofenden. A Él en su Sacratísimo Corazón y a Ella en su Corazón Inmaculado.
María es la eterna Parturienta que da a luz con un dolor sin parangón: Ella sabe que de su Dolor engendra hijos, no bienaventurados para el Cielo, sino en una proporción mucho mayor, condenados para el Infierno.
Sabe que alumbra criaturas muertas o destinadas a morir. Muertas porque se niegan a reconocer a Dios y a recibir los Sacramentos que les darían la Salvación.
Ella es el Segundo Cristo
Mientras el Cielo se oscurecía en el Calvario y se rasgaba el Velo del Templo, también se rasgaron sus corazones con la misma herida, al ver el número incontable de almas para las que será inútil la Pasión.
Cristo salva con el Dolor y con la Sangre.
María salva con el Dolor y con las Lágrimas.
Los Dos quisieran salvar a todos con su amor…
Jesucristo una vez que entregó su espíritu en las manos del Padre, entró con su Espíritu Santísimo en el Reino de la Vida, en lugar de Adán que debió ser el primer hombre que entrara a formar parte del Reino Celestial y que por su prevaricación hubo de esperar milenios, para entrar con su espíritu cuando Jesús abrió los Cielos para los muertos en Dios.
Y habrá de esperar muchos milenios más para tener su carne unida al espíritu. Jesús NO.
Jesús fue Resucitado y Exaltado y Dios Padre puso en sus manos traspasadas todo Poder de Juicio, convirtiéndole en Cristo-Juez.
Y solo Él con María hasta ahorita, son los únicos dos que habitan en el cielo en cuerpo y alma. Y son la Prueba innegable de lo que espera a los hijos verdaderos de Dios: la Resurrección de la Carne.
Por eso hay que levantar las frentes enfermas hacia el Cielo para que el Rocío Divino nos bañe, porque estamos enfermos y NO lo sabemos.
Nos hemos dejado besar por Satanás y su lepra está sobre nosotros y en nosotros. Pero el Amor de Jesús… solamente su Amor puede curarnos. No rechacemos su mano que nos busca para atraernos a Él.
¿Nos sentimos tan malos que no creemos posible que Él pueda perdonarnos? ¡Él es tan Bueno! Hubiera perdonado también a Judas si en lugar de suicidarse, hubiese ido bajo la Cruz y le hubiese dicho: ‘¡Perdóname!’…
Hubiera sido el Primer redimido de Jesús, porque él fue el Culpable más Grande. Y sobre él hubiera hecho llover la Sangre de su Corazón, atravesado no tanto por la lanza, cuanto por su traición y nuestras traiciones.
En los últimos Mensajes Dios, nuestro Abba Santísimo nos ha alertado sobre una Gran Persecución que es Inminente y quiere que aceleremos la instrucción que nos prepara para vencer a Satanás en esta Gran Batalla que está iniciando y que culminará con nuestro último combate mortal y personal, para conquistar el Cielo y llegar triunfadores ante el Padre Celestial.
Yo por mi parte lo único que puedo decirles es que cuando conocí esta Bendita Religión y comprendí que nuestro sufrimiento mundano y pagano es TOTALMENTE INÚTIL cuando NO lo ofrecemos con amor a Dios.
Después de mi instrucción como catecúmena y cuando pude constatar que en el INFIERNO, las almas de los condenados sufren TODOS LOS TORMENTOS INFLIGIDOS DURANTE LA PASIÓN SUFRIDA A NUESTRO REDENTOR SANTÍSIMO , SIN PALIATIVOS y con el agravante de que los miembros del cuerpo usados para Ofender a Dios con nuestra vida pagana, son torturados de una manera especial y despiadada por el Odio de Satanás y por sus Demonios.
Que en el PURGATORIO, también sufrimos igual, pero con la Diferencia que en este lugar NO SE ODIA y hay la esperanza de salir conforme aprendemos a Amar expiando las oportunidades que desechamos por estupidez y por orgullo, lo que nos ciega con una Tibieza muy irresponsable y que Lamentamos amargamente; pero ya no podemos hacer NADA, excepto tener una PACIENCIA DE SIGLOS O MILENIOS.
Y que aquí en la Tierra, POR MÁS TERRIBLES QUE SEAN NUESTROS SUFRIMIENTOS, NO SE COMPARAN CON NADA de lo que vivió nuestro Redentor Santísimo, porque cuando estamos siguiendo las Huellas Ensangrentadas de Jesucristo, DIOS ES NUESTRO CIRENEO y DOSIFICA nuestro calvario personal, haciéndolo soportable…
Y a veces hasta olvidándolo completamente, porque su Portentosa Presencia hace que todo lo demás desaparezca y en nuestra Fusión con Él, nuestro espíritu es RAPTADO EN ÉXTASIS, Y ÉL ES EL QUE LUCHA NUESTRO COMBATE Y LO GANA POR NOSOTROS…
Plautina está visiblemente conmovida y calla…
Pero entonces interviene el Apóstol Pedro y completamente ungido por el Espíritu Santo, se manifiesta a través de él, el Padre Celestial y todos son atraídos por aquella Poderosa Presencia que parece irradiar Luz a través de todos los poros de su piel.
Los más crecidos en el Espíritu y que han orado mucho por el Don del Discernimiento, reconocen inmediatamente la inconfundible y extraordinaria Personalidad del Amorosísimo ABBA… Y escuchan extasiados las Palabras llenas de Amor y de Ternura que brotan a través de la garganta del Apóstol, que es un dócil Instrumento en las Manos Divinas…
LOS CORREDENTORES
Queridos hijitos Míos, hoy os quiero hacer una ligera semblanza didáctica sencilla pero entendible sobre el Cielo, el Purgatorio y la Tierra.
El Cielo es vuestro hogar en donde vivís, del cual vivís Conmigo y gozáis aún antes de bajar a servirMe.
El Cielo siempre ha existido. NO tiene principio ni tendrá fin, ya que es parte de Mí, como lo sois también vosotros. El Cielo y su gozo lo constituye Mí Amor.
Cuando el alma decide por propio libre albedrío, bajar a servirMe como Mí Hijo lo hizo, atendiendo una necesidad de Mí Corazón, en la ayuda a sus hermanos y la difusión de Mí Amor como alimento y vida, Yo le concedo el Don de la Vida.
El Don de la Vida es un Don excelso concedido a algunas almas, a las que Yo escojo para bajar a servirMe. NO todas las almas tienen la oportunidad de bajar y el tener el Don de la Vida. Es un honor grandísimo para el alma y un gozo para Mí vuestro Dios, al ver que el alma se ofrece a su Dios en Amor y Sacrificio, para servirMe en la Tierra.
El alma goza en el Cielo antes de bajar, pero podría decirles que su gozo es limitado, según su nivel de creación. El alma que regresa después de su Misión por la Tierra, alcanza niveles superiores de gozo, porque fue escogida por Mí; se donó, se sacrificó por Mí en sus hermanos. NO sucumbió a las tentaciones fortísimas del Mal y regresó triunfante. El gozo del alma triunfante se vuelve superior, porque Yo así premio su donación libre y espontánea, por servir a su Dios.
Mi hijo Pablo, apóstol de Mí Hijo Jesucristo, os habló algo de ésto, al deciros sobre la existencia de “varios Cielos” a los que otra gran santa les llama “moradas”.
Según haya sido vuestro desempeño, con la Misión que os concedí para llevar a cabo sobre la Tierra, podréis alcanzar diferentes niveles de gozo en el Cuelo a vuestro regreso. En todos los niveles, el gozo es total. Pero como sabéis, no es lo mismo llenar hasta el borde, un recipiente grande que uno pequeño.
Si amasteis y os distéis por completo durante vuestra vida por Mí en vuestros hermanos, vuestro “recipiente” vuestra capacidad de gozar en Mí Cielo, será mayor. Si os distéis menos por los demás, para Mí Amor a vuestros hermanos, vuestro gozo será menor. Si casi no os distéis, pero al menos algo pequeñito distéis, el gozo que os dé será casi del mismo nivel que teníais antes de bajar.
El Gozo que os dé en cada nivel será total, de modo que NO podréis envidiar el gozo que tenga un alma en un nivel superior, debido a que Yo colmaré plenamente el “recipiente” vuestra alma, según lo crecida que regrese después de su paso por la Tierra, por haber vivido en el Amor y haberlo dejado en las almas de sus semejantes.
Si distéis mucho amor y alimentasteis correctamente a vuestra alma, ella llegará muy crecida, muy madura en el Amor y ella será colmada, como premio a ésa donación.
Si en cambio NO distéis mucho amor, distéis lo mínimo u os salvasteis por intercesión de otros, NO por méritos propios; vuestra alma llegará pequeña, raquítica, pero aún así la colmaré. Su gozo será pequeño, como pequeño y raquítico fue el amor que dejó en la Tierra. NO podrá desear más, porque no supo amar más y tampoco envidiará a las almas más crecidas y con más gozo, porque NO le podrá “caber más amor” a su recipiente pequeño, a su alma poco crecida.
Esto Mí Hijo os lo ejemplificó con los talentos. Aquella alma rica en talentos, ella admira Mí obra en ella, siente la responsabilidad, pero se dá a sus hermanos y dá todo; por eso “al regresar al amo” o sea, a vuestro regreso a Mí Reino, a vuestro Hogar, Yo le agradezco su buen servicio y le doy más, porque fue fiel en lo poco y ahora le doy mucho más en Mí Reino.
Al que se le dieron menos talentos y también los puso a trabajar, se le dá de la misma forma que al primero y se le premia según su nivel de donación. Pero no así al que aunque se le dio poco y sintió la responsabilidad con su Dios, tuvo miedo y no hizo nada por Mí Reino entre vosotros. A éste NO sólo se le quita lo que se le dió, sino se le reprende y lo que tenía se le dá al que se le dió más, porque es un alma en la que puedo confiar para trabajar en las cosas de Mí Reino.
La Tierra, lugar de la Creación del hombre, sufrió una fuerte caída al cometerse el Pecado Original en ella. Toda la Tierra, Mí Creación, las almas al encarnarse, todo lo creado, sufrió por tal Pecado. La Misión de las almas es la de ayudarMe a conseguir para la Tierra, para Mí Creación, para el hombre, su nivel de perfección en el cuál fue creado. Para daros a conocer la forma “ideal” de hacerlo, os mandé a Mí Único Hijo, Jesucristo para que os enseñara el camino para lograrlo.
Os dio Mis Leyes y Preceptos de Amor. Os dio Mis Enseñanzas y os dejó su Vida en la Sagrada Eucaristía.
El alma baja de la misma forma que bajó Mí Hijo, con una donación total. La diferencia estriba en que la Esencia Divina de Mí Hijo, NO se podía manchar por el Pecado Original. Esto es, porque Soy Yo Mismo, en Mí Segunda Persona y como Dios, Yo tengo todo el Poder y la Gracia Divina para NO mancharMe con algo que es infinitamente más pequeño que Yo: el Pecado Original, causado por la desobediencia de vuestros primeros padres.
El Pecado afectó a la materia creada de la cual tomáis cuerpo y al encarnaros, vuestra alma va a ser afectada en vuestro desenvolvimiento sobre la Tierra.
Si el alma toma del Alimento debido: Oración, Vida de Amor, Eucaristía, esa alma estará fuerte para vencer las insidias del Mal en el campo de batalla. Si el alma no se alimenta bien, esa alma estará muy atacada… Y si NO es vencida, por lo menos muy herida quedará a su regreso a Mí Reino, cuando Yo la mande llamar.
Este campo de batalla –la Tierra- está ahora al mando del Príncipe del Mundo, quien os atacará continuamente para que dejéis Mí Amor y Mis Enseñanzas, además de tratar de haceros caer en la Perdición Eterna para que NO podáis regresar a Mí Reino, vuestro Hogar.
Las almas sufren caídas, quebrantos, éxitos, durante el tiempo de vida que os concedo. Cuando se os termina el tiempo de vida que os concedo para servirMe, os mando llamar a cuentas. Y como Administrador de Mis Bienes, os hago un recuento de vuestra vida y así es cómo en vuestro Juicio Personal se os dará Vida Eterna con el nivel de gozo que lograsteis, según vuestros méritos…
O se os dará Dolor Eterno, si en lugar de trabajar para Mí, en la salvación de vuestros hermanos, en su crecimiento y apoyo espiritual en la lucha, OS VOLVISTEIS INSTRUMENTOS DEL MAL y le servisteis, para matarlos espiritualmente.
El Purgatorio es el “hospital” de las almas heridas en misión. Prácticamente ninguna alma llega sana y limpia a Mí Presencia al final de su vida, todas han sufrido “heridas” y llegan con cicatrices de odios, envidias, rencores, mentiras, caídas mortales de pecados graves que aunque ya fueron perdonados…
Sus pecados tienen que purgar por su mal proceder. El Purgatorio “sanará” todas esas heridas que el Demonio os causó, porque vosotros lo permitisteis en alguna etapa de vuestra vida.
Las almas van al Purgatorio a cerrar heridas, a hacer desaparecer cicatrices profundas. A limpiar y restaurar vuestras vestiduras, para poder entrar a vuestra Casa Eterna como dignos hijos de Rey, quien os recibirá con los brazos abiertos a invitaros al Gozo Eterno.
Hijitos Míos, que esta pequeña explicación os haga reflexionar sobre vuestro paso por la Tierra y tened presente que vuestra misión es algo muy serio para el Cielo.
Os he concedido el Don de la Vida porque fuisteis escogidos por Mí vuestro Dios, para ayudarMe a levantar la Creación al nivel Divino del Principio. He puesto Mí Confianza en cada uno de vosotros, dándoos diferentes Talentos para ser puestos al servicio de la salvación eterna de vuestros hermanos y según los uséis, así será vuestro premio eterno.
Vosotros bajásteis a la Tierra a servirMe y es la GRACIA DE SER OTROS CRISTOS. Esta Gracia es la sublimación de cada alma que baja a la Tierra, es la misión y la vida por excelencia, que debe tener cada alma, porque así se vive en el Cielo y Mi Reino Celestial se debe de vivir en la misma forma, transmitiendo a Mi Hijo en cualquiera de Sus facetas o virtudes.
Viviendo realmente el Amor Celestial como El se los manifestó en todas Sus Obras. La Vida de Mi Hijo se debe manifestar en cada una de las almas que bajan a la Tierra. Cada alma baja impregnada de Mi Amor. Amor que se debe ir desarrollando primero con la ayuda y guía de los padres que os ha tocado tener y posteriormente, con la ayuda interna que cada uno de vosotros deberá escuchar en su interior; para que sea Mi Santo Espíritu el que os lleve a crecer y consumar el Amor Infinito que Yo puse en cada uno de vosotros para el crecimiento y Redención del género humano.
Yo os conozco perfectamente a cada uno de vosotros. Yo os guío a cada uno de vosotros en forma particular. Ninguno es igual a otro y todos necesitáis unos de otros para vuestro buen desarrollo y desenvolvimiento humano y espiritual.
Yo os creé limitados, manteniendo esas necesidades en vosotros y en vuestro prójimo, para que así vivierais en santa humildad, apreciando con ella que sin la ayuda de vuestros hermanos, NO podríais subsistir, NI humanamente ni espiritualmente, por las Enseñanzas que transmito a algunos de vosotros.
He puesto Mi Conocimiento parcialmente en cada uno de vosotros, para que con necesidad humilde os acercarais los unos a los otros. Pero en vez de aceptar con humildad vuestras limitaciones y así pedirlas, os ensoberbecéis con lo que tenéis que es ilimitado y no permitís que aflore de cada uno de vosotros vuestra humildad.
Y preferís comprar a veces con altanería y desprecio, los bienes que vuestro prójimo os puede dar para completar lo que necesitáis. Sólo Mi Hijo ha bajado sin tener la limitación de las Gracias Divinas y TENIÉNDOLAS TODAS, las puso a vuestra disposición para que de ellas os sirvierais para vuestro crecimiento espiritual, para vuestro crecimiento en el Amor.
Se quiso humillar haciéndose pequeño y pobre. Y así enseñaros que hasta Él mismo necesitaba de Su prójimo para subsistir humanamente. Aceptó la ayuda de ricos y pobres y así también de los desprecios de ricos y pobres. Tuvo que trabajar de carpintero, para que con Su trabajo ayudara a otros y con la remuneración de Su trabajo ayudara a Su Familia para la subsistencia diaria.
Quiso aceptar todos los acontecimientos que a diario se Le presentaron y que ahora se os presentan a cada uno de vosotros, tanto humanos como espirituales. Quiso tomar una a una todas las situaciones de la vida para así irlas purificando, santificando y que ellas así se volvieran ocasiones de vida, de crecimiento espiritual, de ocasión de sacrificio y para intercesión por todas las almas y de todos los tiempos.
Os quiso dar ejemplo de aceptación a Mi Voluntad al permanecer oculto, llevando vida normal como de cualquier ciudadano, vida “aparentemente” sin importancia, haciendo cosas normales “sin importancia” para la sociedad. Pero fue una Vida Oculta obediente y vasta para la salvación de todos vosotros, porque El permanecía en Mi en todo momento.
Quiso pasar desapercibido treinta años, como muchos de vosotros pasáis quizá toda vuestra vida, bien desapercibidos para el mundo, pero viviendo profundamente para Mi, haciendo Mi Voluntad. Quiso santificar cada trabajo, cada vida ordinaria o importante, cada momento.
En Su Vida Pública trató a gente de todos niveles sociales y económicos y se hizo uno en cada uno de ellos, menos en los soberbios y en el pecado; pero sí comprendiendo a los pecadores y ayudándolos a salir del Abismo a veces tan profundo en el cuál habían caído por su pecado, que los mismos conciudadanos deploraban y castigaban a veces, hasta mortalmente los que así procedían, como en el caso de la mujer adúltera que iba a ser lapidada.
Mi Hijo bajó a llevar Salvación. Y en la caridad y en la comprensión por conocer vuestra pequeñez y vuestra debilidad, os mostró cómo El mismo fue Tentado por el Maligno y le hizo saber como Su tarea en la tierra dependía de Mí, Su Padre.
Y de ésta forma tomaba fuerza extraordinaria para vencerlo fácilmente en todas las ocasiones en las que se le presentó. Cuando arrojaba a los Demonios, éstos Lo ponían en evidencia ante el Pueblo dándoles a conocer que Él era el Mesías, el Hijo de Dios Altísimo y El en lugar de envanecerse, los hacía callar. La Humildad ante todo. Mi Hijo, Dios en Mí Mismo, el Humilde por excelencia, el Verbo hecho Carne, el Amor vivo entre vosotros.
El os enseñó a través de la vida con Sus discípulos Mis necesidades de salvación, viviendo y enseñando Mi Sabiduría y a la vez acompañada con Prodigios Grandísimos venciendo, hasta lo humanamente imposible: la Muerte.
El os enseñó que viviendo Su Vida, Sus enseñanzas, siempre viéndoMe a Mi primero y a Mi Voluntad, podrían lograr todo. Así se lo confió a Sus discípulos y les dijo: “Id y predicad a todas las naciones y aquellos que Me sigan podrán hacer las mismas cosas que Me han visto hacer y las harán aún mayores.” Este es un privilegio que Mi Hijo os ha dejado y es para todos aquellos que realmente quieran seguir la Vida Divina de Mi Ser Infinito.
Vosotros conocéis la vida de los discípulos cuando, bajando el Espíritu Santo en Pentecostés, los confirma como los verdaderos seguidores de Su Palabra y de Sus Obras. Vosotros conocéis la predicación de cada uno de ellos y los prodigios que realizaban porque se volvieron otros Cristos.
Vosotros conocéis la vida de los santos de vuestra historia que, sin llegar muchos de ellos a tener una vida de tanto trabajo y tanta donación como la tuvo Mi Hijo y luego Sus discípulos, han podido también hacer prodigios grandísimos gracias al volverse otros Cristos en alguna de Sus Virtudes.
Vosotros Mis hijitos sois limitados, NO podéis tener todas las virtudes de Mi Hijo. Pero cada uno de vosotros debe desarrollar la que Mi Santo Espíritu os ha otorgado, haciéndola crecer en humildad, en el servicio desinteresado para con vuestros hermanos, pero interesado en hacer Mi Voluntad.
Esa virtud o virtudes, os llevarán a vuestra santificación y ayudaréis a la santificación de muchos de los vuestros al lograr como muchos lo han logrado, hacer de la virtud o el don que poseen por Mi Gracia, actos heroicos de amor.
Es una misión sublime a la que todos vosotros estáis llamados y que para ello bajasteis a servirMe, la de ser otros Cristos y poner todos vuestros dones y virtudes al servicio Mío y al de vuestros hermanos, para su salvación eterna.
No bajasteis para hacer vida en lo material efímero y egoísta, sino en los bienes espirituales, que os darán Vida Eterna y Amor Infinito por parte de vuestro Dios.
Podéis ser ama de casa o renombrado cirujano; podéis ser uno de Mis hijos que limpia vuestras calles o encumbrado magnate, etc. NINGUNO de vosotros está completo en dones ni en virtudes, porque así lo he querido, para que os deis cuenta de que todos necesitáis de todos y todos necesitáis de Mi.
NO lo he hecho por egoísmo. Lo he hecho para bien vuestro, para que al daros cuenta de vuestras limitaciones, os cuidarais los unos a los otros, creciendo en Amor y en Servicio mutuo y para el buen desarrollo de vuestro Mundo.
Entended hijitos Míos, que hasta que NO os deis perfecta cuenta de que si no vivís como Mi Hijo os enseñó, hasta que NO Os volváis otros Cristos según los dones obtenidos en cada uno de vosotros, MI Reino NO se podrá dar sobre la Tierra.
Vosotros deberéis daros cuenta de que debéis cambiar personalmente, aceptando vuestras limitaciones con humildad. Al veros limitados y humildes Me pediréis que Yo venga a vivir libremente en vosotros y ASÍ ES como se dará el cambio favorable, cambio que ya muchos ansían y así terminar con la Maldad que ahora cubre a vuestro mundo.
Dejad que la luz, Mi Luz, que habita en vosotros, aflore y empiece a encender corazones. Que vuestro trato de Amor hacia los demás deje vivir a Mi Hijo en vuestros actos diarios y por consiguiente, se empiece a destruir el Odio y la Maldad que ahora vive entre vosotros.
Dad Luz de Amor, Mi Presencia viva en vosotros a vuestros semejantes y Ayudadme a hacer nacer nuevos Cristos, después de permitir que en vosotros sea Él el que os habite.
TraedMe almas. Levantad pecadores con vuestra comprensión y ayuda espiritual, como Mi Hijo lo hacía. Preparad Mi Reino entre vosotros apartando Miedos y Egoísmo personal.
¿Acaso le teméis a la luz del día? ¿Acaso le teméis al Amor sincero y verdadero? ¿Acaso no queréis caminar por vuestras calles con confianza y alegría al existir paz y amor entre vuestros semejantes? ¿Acaso NO queréis tener trato directo con vuestro Dios y Señor?
¿Acaso NO queréis vivir vida de amor fraternal desinteresado en bienes materiales e interesado en el crecimiento de las potencialidades espirituales que Yo os dí?
“Vosotros podréis lograr todo lo que Me visteis hacer y lo haréis MAYOR; cuando por fin queráis venir en pos de Mi”, os dijo Mi Hijo Jesucristo y LO RESPALDO YO, Su Padre y Dios vuestro.
Haced la prueba y Me veréis en los resultados. Actuad con amor verdadero y desinteresado para con vuestra persona, sólo viéndome a Mi y a los intereses de superación espiritual que deis a vuestros hermanos y os aseguro que podréis lograr todo.
El Tiempo es corto y tampoco sabéis cuándo os he de llamar a cuentas. Así que Reparad vuestro camino pasado y emprended ya desde ahora un Nuevo Camino basado en Mis Leyes y en Mí Amor.
Yo Soy el Buen Dios que perdona todo un pasado lleno de Maldad y al olvidarlo os da la oportunidad de ganaros un buen lugar en Mí Reino, vuestro Hogar de Siempre.
Yo os Bendigo en Mi Santísimo Nombre, en el del Amor Redentor de Mi Hijo y en el del Amor y Vivificador de Mi Santo Espíritu.
Acudid a la Guía Materna de vuestra Madre Santísima para que os lleve a alcanzar la plenitud del Amor y de Mi Hijo Amado.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
14.- UNA PRINCESA OLVIDADA
Mientras Marco Aurelio comparte sus planes a Petronio. En el Palatino…
Actea es una princesa griega, hija del rey Artaxias III que se convirtió en esclava cuando fue muerto su padre. Hubo un tiempo en que las más poderosas cabezas de Roma se inclinaban delante de ella, cuando era la favorita de Nerón. Pero ni aún entonces demostró ella el menor interés de intervenir en los asuntos públicos.
Y si alguna vez hizo valer su influjo sobre el joven gobernante, fue tan solo para implorar clemencia en favor de algún condenado. Su carácter apacible y su modestia, se conquistaron la gratitud de muchos y no se granjeó enemigos. Ni la misma Octavia pudo aborrecerla y hasta para los que la envidian, la consideran absolutamente inofensiva.
Todos piensan que sigue amando a Nerón, con un amor resignado y doloroso que ha perdido la esperanza y solo se alimenta de los recuerdos de cuando el César no solo era más joven y amante, sino diferente del hombre en el que se ha convertido.
Y como no hay ni la más remota esperanza de que el emperador vuelva a ella, es considerada una persona inocua y por lo mismo, nadie la molesta.
Popea la considera simplemente como una sirvienta pacífica y tan poco peligrosa, que ni siquiera ha intentado alejarla del palacio.
Pero como el César la amó en otro tiempo y la dejó sin agraviarla, de una manera tranquila y hasta cierto punto amigable; se le guarda cierta consideración y un gran respeto.
Nerón cuando la manumitió, le permitió seguir viviendo en el Palatino; le asignó departamentos especiales y una pequeña comitiva de sirvientes.
Y de vez en cuando aún es invitada de honor a las fiestas del César, tal vez porque éste todavía la considera un bello adorno.
La fiesta ya está preparada y Alexandra ha sido llamada para asistir. El miedo, la incertidumbre y una especie de estupor, luchan en su interior, junto con el deseo de no ir. Todavía no logra asimilar su repentino cambio de vida.
Ella le teme a Nerón. Les teme a las gentes del palacio que son tan diferentes al ambiente del cual ha sido arrancada. Le teme especialmente a las fiestas de cuya vergonzosa índole, ha oído hablar a Publio y a Fabiola: “Todo termina en orgía y borrachera”.
Aunque es joven e ingenua, intuye lo que pasa; siente que en este palacio la amenaza su ruina y se siente deprimida.
Actea por su parte, comprende perfectamente el ánimo de la doncella y está buscando la forma de distraerla. Le muestra las preciosas joyas que está sacando de un cofre y habla de la exquisita orfebrería que las elaboró… Aunque es evidente que la mente de su oyente, está muy lejos de ahí.
Están en el peristilo adyacente al cubículum de Actea.
Alexandra, después de muchas cavilaciones y mientras juguetea con un crisantemo, tímidamente pregunta:
– Actea, ¿Puedo preguntarte algo?
Actea se queda con un precioso brazalete de zafiros en la mano y dispone toda su atención. En el tono suave de su voz, vibra el deseo de consolarla:
– Dime. Si conozco la respuesta, con mucho gusto te ayudaré.
El alma de Alexandra se debate entre el desafío y el miedo.
– ¿Qué pasaría si me niego a participar en el banquete?
Actea la mira tan asombrada que enmudece y se queda boquiabierta.
Alexandra, tratando de vencer su miedo, insiste con un tono un tanto desafiante:
– Si. No quiero asistir. Me niego a ir a esa fiesta. No me interesa participar en ella.
Cuando Actea se dio cuenta de estas vacilaciones, la miró con asombro y la creyó víctima de un delirio febril.
¡Cómo es posible! ¿Resistirse al mandato imperial y exponerse desde el primer momento a su cólera? Sólo esta niña que no lo conoce, es capaz de pensarlo y no sabe lo que está diciendo.
Actea comprende por las palabras de Alexandra, que la joven ni siquiera se considera un rehén. Se siente más bien una princesa olvidada por su pueblo y lo más extraordinario: libre de ejercer una voluntad soberana.
Mientras Alexandra expone sus múltiples razones y finaliza diciendo:
– Además creo que tú comprendes mejor que nadie porqué No debo asistir. Los cristianos no participamos de estos eventos que ofenden mucho a Dios.
La griega la escucha pensando en todas las consecuencias de esa temeraria decisión… Ninguna ley de las naciones la protege. Y aunque la protegiera. La voluntad del César es lo bastante poderosa para atropellarla, en un momento de regia cólera.
Nerón la ha reclamado y dispondrá de ella a su imperial antojo. A partir de este momento, es juguete de la voluntad del César; por encima de la cual, no existe nada en el mundo.
Actea le contesta:
– Sí. Yo también soy cristiana y sé que sobre él está Dios Todopoderoso. Pero tienes que tener presente que en este palacio, todo se doblega ante la voluntad del César. No lo olvides Alexandra y sé prudente.
Alexandra insiste con determinación:
– Nuestra doctrina lo prohíbe y tú también lo sabes…
– Sí. Es verdad. Nuestra doctrina te prohíbe ser lo que alguna vez yo misma fui. Y sé que entre la deshonra y la muerte se debe elegir ésta última. Pero yo era sólo una esclava ¡Y tú aún no sabes lo que te espera!
– ¿Pueden obligarme?… ¿Crees que sea capaz de sentenciarme, sólo por no ir a un convite?
– ¿No has oído hablar de la hija de Sejano, una doncella que por orden de Tiberio, fue violada por el verdugo antes de ejecutarla; por respeto a una ley que prohíbe que se castigue a las vírgenes con pena de muerte?
– ¿Me aplicará la pena de muerte, sólo porque no quiero ir a su fiesta?
– ¡Alexandra, Alexandra! ¡No provoques al César! Si llega el momento decisivo en que debas tomar una decisión crucial, podrás obrar como el Señor te lo inspire, pero no busques la destrucción por tu propio arbitrio. Y no irrites por una causa trivial a una divinidad terrena que es al mismo tiempo, una cruel divinidad.
Actea dijo estas palabras con una profunda compasión acercando su bello rostro al de ella. Como si deseara convencerla y al mismo tiempo observar el efecto que le causan a la joven rehén.
Alexandra la miró con confianza y le rodeó el cuello con los brazos. Dándole un beso en la mejilla, suspiró y dijo:
– ¡Oh! Actea. Tú eres buena.
Conmovida, Actea la estrechó contra su corazón. Y luego, al desprenderse de sus brazos, le contestó:
– Hubo un tiempo en que lo amé y él era mi alegría. Pero ahora mi felicidad es otra y en mi corazón hay una esperanza… –sonríe y con el dedo dibuja sobre la mesa, la figura de un pez. Y agrega- Ni por un momento pienses en resistir al César. Sería una completa locura. Y permanece tranquila. Conozco bien esta mansión y creo que nada te amenaza de parte del príncipe.
– ¿Por qué estás tan segura?
– Si Nerón hubiera ordenado que te trajesen para él, no te habría traído al Palatino. Aquí gobierna Popea. Y desde que ella dio una hija a Nerón, su influencia sobre él es casi completa.
– ¿Entonces por qué es tan desastroso que me niegue a ir, si a él yo no le importo nada?
– No. Es verdad que Nerón ha ordenado que vayas a la fiesta. Pero todavía no te ha visto, ni a preguntado por ti. Es muy evidente que tu persona no le preocupa en absoluto.
– ¿Y por qué me reclamó?
– Es posible que te haya querido arrebatar a La Familia Quintiliano, sólo porque está irritado contra ellos.
– Entonces ¿Hasta cuándo voy a estar aquí?
– Petronio me ha escrito que te cuide. Y también lo hizo Fabiola, como ya lo sabes. Es posible que Tito me haya hecho esta recomendación a instancias de ella. Y si es así, ningún peligro te amenaza; pues tal vez el mismo Petronio consiga de Nerón, que te restituyan a la casa de Publio.
– ¿Nerón quiere mucho a Petronio?
– Yo no sé si el César quiera mucho a Petronio. Pero sí me consta que muy raras veces tiene opiniones contrarias a la suya.
– ¡Ay Actea! Petronio estuvo en la casa antes de que me trajeran y mi padre está convencido de que es por instigación suya que Nerón ha ordenado que le sea yo entregada.
– Eso no está bien.
– ¡Claro que no está bien! Y si no me trajo para él, ¿Por qué quieren obligarme a lo que ni siquiera me preguntaron si estaba dispuesta a aceptar?
Actea se pone pensativa un momento. Luego dice:
– El César no quiere a Publio, ni a Fabiola. Ignoro si Petronio es mejor que los demás integrantes de la corte que rodea al César; pero lo que sí sé, es que es muy diferente a ellos. ¿A quién más conoces, que pudiesen interceder por ti y que esté cercano al César? Quizá algún conocido del general Quintiliano…
– Vespasiano y Tito visitaban la casa.
– El César no los quiere.
– También Trhaseas.
– Tampoco a él.
– Séneca es amigo de la familia.
– Si Séneca insinuase algo, eso sería suficiente para que Nerón haga exactamente lo contrario.
Alexandra se ruborizó intensamente al decir:
– Marco Aurelio.
Actea frunció el entrecejo antes de decir:
– No le conozco.
– Es pariente de Petronio y acaba de regresar de Armenia.
– ¿Crees tú que Nerón le quiera?
– Todos quieren a Marco Aurelio.
– ¿Y él intercedería por ti?
– Tal vez… Creo que sí. –afirma segura.
– Entonces lo más seguro es que lo veas en la fiesta y tan solo por eso debes ir.
Alexandra la miró dudosa y dijo:
– ¿Por qué piensas que sea muy indispensable verlo en la fiesta?
Actea insistió:
– Primero porque debes asistir y solo una niña como tú, ha creído poder actuar de otra manera sin pensar en las consecuencias. Y segundo: si deseas volver a la casa de Publio, tienes que conseguir que Marco Aurelio y Petronio mediante su influencia, obtengan para ti el poder regresar a tu hogar. Si ellos estuvieran aquí, te dirían lo mismo que yo: intentar la más mínima resistencia, es locura y ruina.
– Si no voy ¿Se daría cuenta el César?
– Pudiera ser posible que tu ausencia pase inadvertida para el César. Pero si se llega a enterar y juzga que tuviste la osadía de oponerte a su voluntad, no habrá para ti salvación.
Siguió un penoso silencio y ya no hubo objeción alguna.
Media hora más tarde, Actea levantó su bello rostro y exclamó:
– ¡Oye Alexandra! Ya se escucha el rumor en el palacio. Cuando el sol se aproxime a su cenit, los invitados empezarán a llegar.
Alexandra lanza un profundo suspiro de resignación y acepta
– Tienes razón Actea. Voy a seguir tu consejo.
– Entonces vamos, para estar listas cuando envíen por ti. –y la llevó al unctorium.
Actea se ocupó personalmente de ataviarla y se manifestó su espíritu helénico, pues una vez que la desvistió para engalanarla; contempló asombrada su cuerpo escultural y perfecto, que complementa su rostro hermosísimo.
Y quedó muda de admiración pensando que Fidias hubiera deseado tenerla a su alcance, para esculpir a Afrodita.
Sus ojos la miraron maravillados y no pudo reprimir una exclamación de sorpresa:
– ¡Alexandra! ¡Tú eres cien veces más hermosa que Popea!
Alexandra, educada en la cristiana casa de Publio donde se observa el mayor recato aún entre personas del mismo sexo; es una virgen bella como un ensueño. De contornos armoniosos como una obra de Praxíteles.
Está de pié, dominada por una extraña alarma, completamente ruborizada. Unidos los muslos, cubriendo sus senos turgentes con las manos y mirando al piso, llena de pudor. De repente y en un súbito impulso; desprendió los broches que sujetan sus cabellos.
Y con una ligera sacudida a su cabeza, con sus cabellos negros y ondulados, se cubrió con ellos como un manto.
Actea la contempló por unos momentos pensando en la forma de sacar el mejor partido de aquella belleza y la entregó a dos esclavas que la llevaron a bañar. Después le ungieron el cuerpo con perfumados aceites y le humedecieron el cabello con verbena. Luego le pusieron una bata y la pasaron a otras dos esclavas, para peinarla y vestirla.
En todo han sido dirigidas por Actea; que aunque está supervisando su propio arreglo, no puede reprimir exclamar con admiración:
– ¡Oh! ¡Y qué cabellos los tuyos! No es necesario cubrirlos con polvo de oro. Tienen un brillo propio. Tu cabellera ondulante hace un lindo marco a tu increíble hermosura. ¡Maravilloso debe ser tu país parto, de donde vienen criaturas tan perfectas!
Alexandra se ruboriza y como una niña responde:
– A veces se me pierden sus detalles entre la bruma del olvido… Y sé que no volveré a verlo. Recuerdo sobre todo, sus bosques de maderas preciosas. Y mis padres… –un destello de dolor nublan la mirada de sus ojos verde-azul y calla.
Actea dice:
– Pero brotan gallardas flores en esos bosques. – mientras continúa inspeccionando y dirigiendo los progresos del peinado que le están haciendo las dos expertas esclavas.
Cuando terminan, Alexandra ha sido vestida con una túnica azul pálido, sin mangas. Un peplo blanquísimo que arreglaron en artísticos pliegues. Y unas sandalias bordadas y atadas a sus tobillos, con cordones de oro.
Enseguida, Actea le puso las joyas: gargantilla, aretes, brazaletes, anillos, broches en el pelo. Unas verdaderas obras de arte, trabajadas en filigrana de oro y piedras preciosas, que hacen que la joven luzca como una genuina princesa real.
Ya que hubo finalizado el arreglo de Alexandra, se dispuso a concluir el suyo propio y dio las órdenes pertinentes a sus esclavas.
Mientras tanto seguía mirando y admirando a la joven que radiante como una diosa, le sonríe. Sonrisa a la que corresponde Actea, llena de complacencia.
Pronto estuvo lista también Actea.
Y cuando los primeros cisios comenzaron a llegar a la puerta principal del palacio, ella y Alexandra penetraron en el pórtico lateral desde donde se ve el patio principal rodeado por columnas de mármol y hermosas estatuas. Gradualmente aumenta el número de visitantes que pasan bajo el soberbio arco de la entrada principal y sobre el cual, la espléndida cuadriga de Lisias parece querer volar hacia el espacio, llevándose a Diana y a Apolo.
Alexandra contempla asombrada toda esta magnificencia que jamás hubiera pensado que pudiera existir desde la austera casa de Publio.
Los rayos del sol, dan destellos dorados sobre el mármol de las columnas y sobre las magníficas estatuas de las Danaides, los dioses y los héroes, a cuya vera fluyen multitud de personas ricamente ataviadas.
Domina sobre todo esto, el Hércules gigantesco sobre cuya cabeza irradian los rayos solares, aumentando su esplendor.
Actea va señalando a Alexandra, a los que van pasando. Algunos con sus nombres, agregándoles sus historias breves, terribles. Historias que ponen asombro, pavor y admiración, en el ánimo de la joven.
Para ella, éste es un mundo extraño; cuya belleza deslumbra sus ojos, pero cuyos contrastes la asustan y no logra asimilarlos por completo.
Mientras caminan despacio, a lo largo de las majestuosas galerías; Actea va develando poco a poco, en voz baja, los terribles secretos de aquel palacio y de aquellas personas.
– Aquí cayó Calígula bajo el puñal de Casio Queroneo y allí fue asesinada su esposa. Allá, estrellaron a su hija y también la mataron.
Siguen caminando, mientras Alexandra imagina horrorizada, las terribles escenas. Llegan a otra ala del edificio y Actea continúa:
– Aquí abajo están las mazmorras. Y en una de ellas, el menor de los Drusos, se devoró las manos en medio de la desesperación, por el hambre. Y aquí, Druso el mayor tuvo las convulsiones postreras, cuando lo envenenaron…
Mientras recorren el vastísimo palacio, Actea continúa con su crónica de horrores:
– Dondequiera que caminemos, por todas partes. Estas murallas han escuchado los gemidos del sufrimiento y los estertores de la muerte. Y esas gentes que ahora se apresuran a la fiesta envueltos en sus elegantes togas, luciendo sus vistosas túnicas y preciosas joyas; después los mirarás coronados de flores y mañana pueden ser víctimas de una condena.
Alexandra pregunta espantada:
– ¿Sin ningún motivo? ¿Cómo puede ser eso posible?
Actea sonríe ante esta inocencia que desconoce la maldad. Y aclara:
– Antes no era así, te lo aseguro. La influencia de Popea ha refinado su crueldad. Todo depende del humor del César y del agravio con el que se sienta ofendido. Míralos bien. En más de un semblante y detrás de una sonrisa; se oculta el terror, la alarma y la incertidumbre del día siguiente. La fiebre, la avaricia, la envidia, están en este momento royendo los corazones de esos coronados semidioses, en apariencia tan ajena y tan feliz mientras disfrutan de lo mundano.
Al escuchar todo aquello, en el ánimo de Alexandra se mezclan la visión magnífica del espléndido Palatino, con los terribles acontecimientos referidos…
Y se agiganta siempre más la añoranza angustiosa, por la amada familia de donde ha sido arrancada: el apacible hogar de la familia de los Quintiliano, en donde el poder dominante es el amor y NO el Crimen y la Traición…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
6.- ARBITER ELEGANTIARUM
En una villa ancestral que en su mayor parte está orientada hacia el sur. Hay un pabellón apartado que está rodeado por un patio al que dan sombra muchas palmeras; varios robles, sauces llorones, cedros, fresnos y cuatro plátanos. En el centro, una fuente derrama su agua en una pila de mármol y salpica suavemente los plátanos que la rodean y las plantas que éstos cobijan. En este pabellón está ubicado un dormitorio que no permite entrar la luz del día, ni escuchar el ruido. A un lado está el triclinium (comedor)
Existe también una habitación sombreada por el verdor del plátano más cercano, decorada con una espléndida pintura que representa a unos pájaros posados sobre las ramas de unos árboles. Aquí se encuentra una pequeña fuente con una pila rodeada por unos surtidores que emiten un susurro muy agradable.
Es el refugio de un escritor. Y sobre la mesa de trabajo se puede ver un fragmento de su última obra literaria, en la que está desarrollando su talento. Al acercarse se puede leer: “La Cena de Trimalción…” El autor trabaja en ella por las mañanas, cuando se lo permiten las fiestas de Nerón…
Ahora, después del banquete de la víspera que se prolongó más de lo acostumbrado; Tito Petronio se levantó tarde sintiéndose sumamente fastidiado…
En su travesía por los baños recuperó su ingenio y complacido, se sintió rejuvenecer. Rebosante de vida, de energía y de fuerza; cuando estaba sumergido en el agua tibia, le avisaron que su sobrino Marco Aurelio acaba de llegar a visitarlo.
Petronio ordena que lo conduzcan al jardín adyacente para conversar plácidamente y sale del agua poniéndose una bata de lino suave.
Marco Aurelio es hijo su hermano Publio, el mayor y más querido. Y ha estado sirviendo bajo las órdenes de Corbulón en la guerra contra los partos. Es su sobrino predilecto. Un hombre íntegro; que ha heredado de su tío el gusto por el placer, el arte, la belleza y la estética; cualidades que Petronio valora sobre todo lo demás. No por nada le han apodado el “Árbitro de la Elegancia.”
Toma una manzana del platón que está en la mesa más cercana y está a punto de morderla, cuando entró un joven con pasos largos y flexibles exclamando:
– ¡Salve Petronio! Que te sean propicios todos los dioses.
Petronio sonríe y contesta:
– ¡Salve Marco Aurelio! Te doy la bienvenida a Roma. Espero que disfrutes de un merecido descanso después de las fatigas de la guerra. ¿Qué noticias traes de Armenia?
Mientras el joven se sienta en una banca a su lado, exclama con cierto fastidio:
– De no ser por Corbulón, esta guerra sería un desastre.
– ¡Es un verdadero Marte! ¿Sabes que Nerón le teme?
Marco Aurelio lo mira sorprendido y pregunta:
– ¿Por qué?
– Porque si quisiera, podría encabezar una revuelta.
– Corbulón no es ambicioso hasta ese grado.
Petronio sentencia:
– Si quitáramos la ambición y la vanidad ¿Dónde quedarían los héroes y los patriotas?
– Lo conozco bien y sé que no debéis temer nada de él. Hablas como Séneca.
– Se puede apreciar el carácter de un hombre en la forma como recibe la alabanza. Y tienes razón. Séneca es un maestro al que hay muchas cosas que aprenderle. Es uno de los pocos hombres que respeto y admiro.
Petronio cerró los ojos y Marco Aurelio se fijó en el semblante un tanto demacrado de su tío y cambiando el tema, le preguntó por su salud.
El augustano hizo un mohín, antes de replicar:
– ¿Salud? No lo sé. Mi salud no está como yo quisiera. Trato de ser fuerte y aparento estar perfectamente. Pero empiezo a sentir un cierto cansancio que… Considerando las circunstancias, creo que estoy bien. ¿Y tú cómo estás?
– Las flechas de los partos respetaron mi cuerpo, pero… un dardo de amor acaba de herirme y ha acabado con mi tranquilidad. Estoy aquí para pedirte un consejo.
Petronio lo miró sorprendido y dijo:
– Te puedes casar o quedarte soltero. Pero te aseguro que te arrepentirás de las dos cosas.- luego lo invitó – Vamos a sumergirnos en el agua tibia y me sigues platicando. ¿Qué te parece?
Marco Aurelio aceptó encantado:
– Vamos.
Los dos regresan al frigidarium. Marco Aurelio se desnuda y Petronio contempla el cuerpo vigoroso de su sobrino. Le recuerda las estatuas de Hércules que adornan el camino al Palatino. Es un atleta pleno de vigor juvenil. Y en el armonioso rostro que completa la apolínea belleza masculina, hay un gesto de sufrimiento reprimido. El joven se lanza al agua, salpicando el mosaico que representa a Perseo liberando a Andrómeda.
Petronio admira todo esto con los ojos regocijados del artista embelesado con la auténtica belleza…
Y después de lanzarse al agua, dice:
– En la actualidad hay demasiados poetas. Es una manía de los tiempos que vivimos. El césar escribe versos y por eso todos lo imitan. Lo único que no está permitido es escribir mejores versos que él… Hace poco hubo un certamen y Nerón leyó una poesía dedicada a las transformaciones de Niobe. Los aplausos de la multitud cubrieron la voz de Nerón; pero en aquellas muestras de forzado entusiasmo faltaba el acento de la espontaneidad que nace del corazón.
Luego Lucano declamó otra, celebrando el descenso a los infiernos de Orfeo. Cuando se presentó, el respeto y el temor contenían a los oyentes… Más por uno de esos triunfos del arte que parecen milagrosos, el poeta logró suspender los ánimos; los arrebató y consiguió que se olvidaran de sí y del emperador. Y le decretaron unánimes el laurel de la gloria y el codiciado premio. ¿Te imaginas lo que sucedió después?…
Imposible que Nerón consintiese un genio superior a su inspiración. Se salió despechado del certamen y prohibió a Lucano que volviese a leer en público sus versos. Por eso yo escribo en prosa.
– ¿Para ti no ambicionas la gloria?
– A nadie ha hecho rico el cultivo del ingenio.
– ¿Qué estás escribiendo ahora?
– Una novela de costumbres: las correrías de Encolpio y sus amigos Ascilto y Gitón. Ya casi la termino. Estoy en el convite ridículo de un nuevo rico. Lo he titulado “La Cena de Trimalción”
– ¿El libro?
– No. El capítulo. El libro es una sorpresa. Espera un poco… – se queda pensativo un momento. Y luego añade- Enobarbo ama el canto. En particular el suyo propio. Dime ¿Tú no haces versos?
Marco Aurelio lo mira sorprendido… y luego responde firme:
– No. Jamás he compuesto ni un hexámetro.
– ¿Y no tocas el laúd, ni cantas? – insiste Petronio.
– No. Me gusta oír a los que sí saben hacerlo.
– ¿Sabes conducir una cuadriga?
– Lo intenté una vez en Antioquia, pero fui un fracaso.
– Entonces ya no debo preocuparme por ti. Y ¿A qué partido perteneces en el hipódromo?
– A los azules; porque los únicos que me entusiasman son Porfirio y Scorpius.
– Ahora sí ya estoy del todo tranquilo. Porque en la actualidad hacer cualquiera de estas cosas es muy peligroso. Tú eres un joven apuesto y tu único peligro es que Popea llegue a fijarse en ti. Pero no… Esa mujer tiene demasiada experiencia y le interesan otras cosas. ¿Sabes que ese estúpido de Otón, su ex marido? ¿Todavía la ama con locura? Vaga por la España, borracho y descuidado en su persona.
– Comprendo perfectamente su situación.- suspiró Marco Aurelio.
Petronio movió la cabeza. Y siguieron conversando…
Cuando más tarde salieron del Thepidarium, dos bellas esclavas africanas, con sus perfectos cuerpos como si fueran de ébano, los esperan para ungirlos con sus esencias de Arabia…
Al terminar, otras dos doncellas griegas que parecen deidades, los vistieron.
Con movimientos expertos adaptaron los pliegues de sus togas. Marco Aurelio las contempló con admiración y exclamó:
– ¡Por Júpiter! ¡Qué selecciones haces!
Petronio sentenció:
– La belleza y la rareza fija el precio de las cosas. Prefiero la calidad óptima. Toda mi “familia” (Un amo con sus parientes y sus esclavos) en Roma, ha sido seleccionada con el mismo criterio.
– Cuerpos y caras más perfectos no posee ni siquiera el mismo Barba de Bronce.- alaba Marco Aurelio mientras aspira los aromas con deleite.
– Tú eres mi pariente.- aceptó Petronio con cariño. Y agregó- Y yo no soy tan intolerante como Publio Quintiliano.
Marco Aurelio al escuchar este nombre se queda paralizado. Olvidó a las doncellas y preguntó:
– ¿Por qué has recordado a Publio Quintiliano? ¿Sabías que al venir para acá una serpiente asustó a mi caballo y me derribó? Pasé varios días en su villa fuera de la ciudad. Un esclavo suyo, el médico frigio Alejandro, me atendió. Precisamente de esto era de lo que quería hablarte.
– ¿Por qué? ¿Acaso te has enamorado de Fabiola? En ese caso te compadezco. Ella es muy hermosa pero ya no es joven. ¡Y es virtuosa! Imposible imaginar peor combinación. ¡Brrr!.- Y Petronio hace un cómico gesto de horror.
– ¡De Fabiola, no! ¡Caramba!
– ¿Entonces de quién?
– Yo mismo no lo sé. Una vez al rayar el alba la vi bañándose en el estanque del jardín, con los primeros rayos del sol que parecían traspasar su cuerpo bellísimo. Te juro que es más hermosa que Venus Afrodita. Por un momento creí que iba a desvanecerse con la luz del amanecer… Y desde ese momento me enamoré de ella con locura.
– Si era tan transparente, ¿No sería acaso un fantasma?
– No me embromes Petronio. Te estoy abriendo mi corazón. Después volví a verla dos veces más. Y desde entonces ya no sé lo que es tranquilidad. Ya no me interesa nada de lo que Roma pueda ofrecerme. Ya no existen para mí otras mujeres… Ni vino, fiestas o diversiones. Me siento enfermo. Traté de indagar de mil maneras sutiles y creo que se llama Alexandra. No estoy muy seguro… Pero solo la quiero a ella.
No se aparta de mi mente un solo instante. Te lo digo con sinceridad Petronio, siento por ella un anhelo tan vehemente, que he perdido el apetito. En el día me atormenta la nostalgia y por las noches no puedo dormir. Y cuando consigo hacerlo, solo sueño con ella. Y así transcurre mi vida, con este torturante deseo…
Petronio lo mira con conmiseración… Y luego dice con determinación:
– Si es una esclava, ¡Cómprala!
Marco Aurelio replica con desaliento:
– No es una esclava.
– ¿Es acaso alguna liberta perteneciente a la casa de Quintiliano?
– No habiendo sido jamás esclava, tampoco puede ser liberta.
– ¿Quién es entonces?
– ¡No lo sé!… No pude averiguar mucho. Por favor escúchame. Es la hija de un rey, creo. –Y añade desesperado- O algo por el estilo…
Petronio lo mira interrogante. Y cuestiona lentamente:
– Estás despertando mi curiosidad, Marco Aurelio.
Su sobrino lo mira con impotencia y explica:
– Hace tiempo el rey de Armenia invadió a los partos, mató a su rey y tomó como rehenes a su familia, a algunos principales de su nuevo territorio y los entregó a Roma. El gobernador no sabía qué hacer y el César los recibió junto con el botín de guerra que enviaron como regalo. Luego los entregó a Publio Quintiliano, ya que no pueden considerarse como cautivos y se desconoce el motivo que lo impulsó a entregarlos a él. Pero el tribuno los recibió muy bien. Y en esa casa en la que todos son virtuosos, la doncella es igual a Fabiola.
– ¿Y cómo estás tan enterado de todo esto?
– Publio Quintiliano me lo refirió. Esto pasó hace quince años. Y también te digo que a mi regreso de Asia, pasé por el templo de Delfos a fin de consultar a la sibila. Y Apolo se me apareció… y me anunció que a influjos del amor, se operaría un cambio trascendental en mi existencia…
– ¿Y qué quieres hacer?
– Quiero que Alexandra sea mía. Deseo sentirla entre mis brazos y estrecharla contra mi corazón. Deseo tenerla en mi casa hasta que mi cabeza sea tan blanca, como las nieves de la montaña. Deseo aspirar su aliento puro y extasiarme mirando sus ojos bellísimos. Si fuera una esclava, pagaría por ella lo que fuera. Pero ¡Ay de mí! No lo es…
– No es una esclava pero pertenece a la familia de Quintiliano. ¿Por qué no le pides que te la ceda?
– ¡Cómo si no los conocieras!…Tú sabes que Publio es muy diferente a las demás personas y en ese matrimonio, ambos la tratan como si fuera su verdadera hija.
Petronio se queda reflexivo, se toca la frente y luego dice con impotencia:
– No sé qué decirte, Marco Aurelio mío. Conozco a Publio Quintiliano, quién aun cuando censura mi sistema de vida; en cierto modo me estima y me respeta más, pues sabe que no soy como la canalla de los íntimos de Enobarbo; exceptuando dos o tres como Séneca y Trhaseas… –levanta las manos con desconcierto y agrega- Si crees que algo puedo hacer acerca de este asunto, estoy a tus órdenes.
– Creo que sí puedes… Tienes influencia sobre Publio y además tu ingenio te ofrece inagotables recursos. ¡Si quisieras hacerte cargo de la situación y hablar con él!
– Tienes una idea exagerada de mi ingenio y de mis recursos. Pero si no deseas más que eso, hablaré con Publio lo más pronto posible. Yo te avisaré…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
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35. A mí me toca la venganza y el pago para el momento en que su pie vacile. Porque está cerca el día de su ruina, ya se precipita lo que les espera.
36. Que va hacer Yahveh justicia al pueblo suyo, va a apiadarse de sus siervos. Porque verá que su fuerza se agota, que no queda ya libre ni esclavo.
37. Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio,
38. ¿Los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? ¡Levántense y os salven, sean ellos vuestro amparo!
39. Ved ahora que yo, sólo Yo Soy y que no hay otro Dios junto a mí. Yo doy la muerte y doy la vida, hiero yo y sano yo mismo y no hay quien libre de mi mano.
40. Sí, yo alzo al cielo mi mano y digo: Tan cierto como que vivo eternamente,
41. cuando afile el rayo de mi espada, y mi mano empuñe el Juicio, tomaré venganza de mis adversarios, y daré el pago a quienes me aborrecen. (Deuteronomio 32, 35-41 Biblia de Jerusalén)
¡TODO MÉTODO ABORTIVO CREADO POR EL HOMBRE, ES UNA OFENSA GRAVE A LAS LEYES DE LA CREACIÓN Y AL CÓDIGO DEL AMOR DE DIOS!
Julio 07 de 2013- 12.30 P.M.
LLAMADO URGENTE DE MARIA ROSA MISTICA A LA HUMANIDAD
Hijitos de mi corazón, que la paz de Dios esté con vosotros.
Esta humanidad perversa y pecadora prefiere la muerte a la vida…
¿Cuántos de mis niños inocentes son asesinados diariamente en los vientres de las madres desalmadas?
¡Oh, madres sin conciencia que asesináis en vuestros vientres la esperanza, que rompéis el ciclo de la vida que Dios creó!
¡Os digo que si no os arrepentís y hacéis reparación, el vientre del Averno será vuestra morada en la eternidad!
Todos aquellos legisladores, gobernantes, profesionales de la medicina o personas que directa o indirectamente apoyan, inducen o practican métodos abortivos, son igual de culpables…
Y si no se arrepienten y hacen reparación, recibirán también su paga en la eternidad:
¡Allá en las profundidades del Abismo será el llanto y el crujir de dientes, por toda la maldad con que obraron en este mundo!
Quiero deciros humanidad pecadora:
El ciclo de la vida comienza en el mismo momento en que el óvulo de la mujer es fecundado…
Es ahí cuando el Espíritu Santo comienza a darle forma a un nuevo ser humano.
Toda interrupción o manipulación del ciclo de la vida, va en contra de las leyes de Dios que son inmutables; que son rectas, que no pueden ser modificadas por las leyes y el razonamiento humano.
Toda interrupción que se haga desde el momento de la concepción es un crimen a la vida y a las leyes que la rigen.
Es pecado grave a los mandamientos de Dios cuando dice en su Quinto Mandamiento:
¡NO MATARÁS!
Lo que la humanidad no considera pecado, lo es para Dios.
Las leyes de los hombres son imperfectas, porque no tienen en cuenta los mandamientos de Dios que son las leyes divinas que rigen la vida de los hombres.
La vida debe ser respetada como don de Dios desde el momento en que es concebida.
Todo método abortivo creado por el hombre es una ofensa grave a las leyes de la creación y al código del amor de Dios.
El hombre no puede interrumpir en ningún momento el ciclo de la vida, anteponiendo sus leyes a las leyes divinas.
¿Quién os creéis que sois hijos del barro, para manipular las leyes de Dios y obrar como si fuerais Dioses?
Vuestra soberbia será vuestro peor castigo y por ella moriréis eternamente.
¡Oh, humanidad tomad conciencia y volved a Dios!
¡No manipuléis la vida, obra del Creador; para que su Justicia Divina no tenga que castigaros!
Hijas de Jerusalén cubrid vuestra desnudez, dejad de pecar;
¡Recapacitad y respetad la vida, obra de Dios!
Es en vuestros vientres donde se origina la vida humana.
No asesinéis la vida y no hagáis de vuestros vientres
sepulcros vivientes.
Acordaos: en la eternidad reina la Justicia Divina y será la Justicia de Dios y su Tribunal Supremo quién juzgará vuestras acciones en este mundo
Ysi no os arrepentís y reparáis, os aseguro que su sentencia será para vosotras: ¡Muerte Eterna!
Recapacitad pues ¡Oh humanidad!
Guardad los preceptos de Dios para que tengáis mañana vida eterna.
Vuestra Madre
María Rosa Mística.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
http://www.mensajesdelbuenpastorenoc.org/mensajesrecientes.html
¡AY DE AQUELLOS QUE VIERTEN LA SANGRE INOCENTE DE LOS NO NACIDOS!
20.03.91
-Yo, Yahvé, soy tu Padre.
Ven, llevarás a cabo tu obra a Mi lado, hija. Te daré nuevas fuerzas cada día porque ello será necesario para Mi Obra que se extenderá por el mundo entero. He encendido tu lámpara para que veas, hija Mía.
Te he escogido enseñarte desde Mi Morada; de Mi Propia Boca recibes Mi Palabra; guarda Mis Enseñanzas como la niña de tus ojos.
-Sí, mi Señor y Dios.
-Incluso ahora, en tu nada, Yo, que soy Todo, Me extenderé y como la niebla que se insinúa por todas partes, envolveré a toda Mi creación en Mí, desde el extraño hasta Mi mejor amigo, porque Mi Celo 1 ha superado Mi deseo de reprimirla.
Te he creado con un propósito: te he creado por Amor, para que Me ames.
Cuando el cuerpo y la carne se vayan a consumir y agotarse, aquel que Me estuvo agradando será atraído dentro de Mi Alma para siempre jamás; pero ¡Ay de aquel que no tuvo temor de Mí!
¡Ay de aquel que nunca vio la iniquidad, como locura, ni la necedad como demencia!
¡Ay del corazón que creyó que él podía alcanzar el cenit de su fuerza por sus propios esfuerzos y sin Mí!
¡Ay de aquel que no ha obedecido Mis Mandamientos!
¡Ay de aquél cuyo corazón esté lleno de malicia!
¡Ay del chacal que conspiró de noche!
¡Ay de aquel que juzgó a su hermano y le causó vivir en el terror!
¡Ay de los labios que levantaron falsos testimonios!
¡Ay de aquellos que vertieron sangre inocente de los no nacidos!
¡VUESTRA RECOMPENSA SERÁ EL INFIERNO!
¡Ay de los impuros que reciben la Carne y Sangre de Mi Hijo en estado de pecado, qué aborrecibles son para Mí!
¡Ay de aquel que Me ofende rechazando la confesión y absolución y viene culpable a recibir a Mi Hijo!
¡ARREPENTÍOS! ¡ARREPENTÍOS DE VUESTROS PECADOS!
¿Qué hay de bueno en vuestra ofrenda a Mí si tenéis una serpiente enrollada en vuestro interior?
Si Me preguntáis: “¿Qué debemos hacer entonces para ganar la Vida Eterna?”,
Yo os digo: ¡ARREPENTÍOS! SEGUID MIS MANDAMIENTOS, PRODUCID LOS FRUTOS APROPIADOS,
y Yo, en presencia de Mis Ángeles os ofreceré la habitación que os tengo reservada.
Vigilad y estad en guardia contra todas estas cosas. Dejadme que manifieste Mi Espíritu en vuestro desierto, como Me plazca, cuando Me plazca y sobre el que Me plazca para salvaros.
-¡Corrígenos, Yahvé, Padre amantísimo, de forma suave y misericordiosa pero también rápida!
-Amadme, adoradme y ponedme como primero y por encima de todo…
-¡Enséñanos a amarte sin ofenderte más! ¡Estoy desesperada sin Ti, oh Abba!
-Mis Ojos están sobre ti Mi niña, constantemente y Mi Espíritu te invadirá más que nunca para no dejar nada de ti.
Yo soy Todo y Yo puedo llenarte con Mi Luz.
¡Ah creación! Yo soy Leal y Benévolo,
¡Déjame libre, ¡Oh creación! ¡Y con Mi Ternura más amorosa llenaré tu espíritu de la divinidad de Mi Espíritu!
Déjame libre para aniquilar tu letargo que te lleva a esta gran apostasía y a la ruina de tu alma.
Permíteme que te llene con Mi Fuego para que te conviertas en Mi sierva leal y ferviente.
Déjame que te transforme para que te conviertas en la delicia de Mi Alma,
Yo Soy el que Soy está contigo.
Sé bendito y ten Mi Paz, tú que Me lees.
1 Amor celoso
Sé que el plan del aborto alrededor del mundo está controlado
14.07.2013 22:11
Jueves 4 de julio de 2013 a las 18:40 hrs.
Mi queridísima hija, ha llegado Mi Hora para intervenir por la fuerza en el mundo, en un tiempo de gran pecado contra Mí.
Mi Paciencia es sometida a prueba y Mi Ira ha sido provocada conforme presencio los más grandes insultos, que están siendo perpetrados contra Mí.
Como el Creador de todas las cosas vivientes, Yo Soy el Autor de la vida.
Yo la creo como Yo deseo y la termino de acuerdo a Mi Santa Voluntad.
Cuando el hombre trata de interferir con Mi Voluntad, contraatacaré, ya que no toleraré tal maldad.
A aquellos que matan a cualquiera de Mis hijos, os digo que vuestra vida será terminada.
Tomaré vuestra vida, no solo en cuerpo, sino en espíritu.
Ninguna vida eterna será ni puede ser concedida a vosotros.
La vida que quitáis será vuestra caída.
OJO POR OJO SERÁ VUESTRO CASTIGO.
Prestad atención, aquellos de vosotros que continúan destruyendo la vida en todas sus formas:
Sé lo que estáis haciendo.
Sé que el plan del aborto alrededor del mundo es controlado por un grupo de entre vosotros.
Sé que aquellos países que se apresuran por la legislación obscena para justificar el aborto, son meras marionetas.
Ellos son sostenidos por cuerdas mientras bailan al ritmo del Único Grupo Mundial, que obedece a un único amo.
Su lealtad es a la Bestia cuyo plan mayor: destruir cientos de millones de vidas ha estado teniendo éxito, a través del pecado del aborto.
Los no nacidos son un blanco fácil a sus ojos.
Ellos utilizan el aborto para interferir con Mis Leyes y el gran Don legado al hombre: el Don de la vida.
La arrogancia del hombre, inseparable de la Bestia y de aquellos de entre vosotros que él engaña, me enferman.
Mi Amor es Poderoso: pero vuestra intención malvada para destruir lo que es Mío, será llevada a un freno tan abrupto, que gritaréis por vuestra vida.
A menos que me llamen ahora a través del Don de la Reconciliación, se os mostrará poca Misericordia.
Ya que cada uno de vosotros que justifica, promueve o tiene alguna participación en tomar la vida del no nacido, sufriréis el mismo castigo.
Destruid aquellas vidas inocentes y vuestras propias vidas serán tomadas.
He observado, en terrible dolor cómo me habéis estado insultando, por tanto tiempo.
VUESTRO TIEMPO SE ACABÓ,
ya que seréis severamente castigados ahora,
por este acto grave en contra de Mi Divinidad.
Recordad, hay poco tiempo para que abandonéis vuestra aceptación al aborto.
Mi Ira que muy pronto se derramará sobre las cuatro esquinas de la Tierra.
Es debido al pecado del aborto, que el hombre sufrirá el peor castigo.
Ningún país será excluido de estos castigos.
Solo a aquellos que no permiten el aborto, les será ahorrado el terrible dolor que infligiré sobre el mundo.
Como el Autor de la vida, ningún hombre tiene el derecho de ir en contra Mía.
NADIE
El que se atreva a desafiarme, al imitarme en la toma de la vida, será privado de toda vida.
Vuestro Padre
Dios Altísimo
http://www.thewarningsecondcoming.com
20.- LA ORACIÓN I
María la Madre de la Iglesia, complace las peticiones de los cristianos y en el Cenáculo se convierte en la Maestra que orienta y enseña con magistral sabiduría a todas las ovejitas de su Hijo.
Y la asamblea reunida escucha las palabras de la Virgen:
LA ORACIÓN ES PROTECCIÓN Y FUERZA.
ORAR NO ES LO MISMO QUE REZAR.
Se pueden rezar muchas plegarias, con fórmulas aprendidas de memoria o repetidas al ser leídas, pero salen únicamente de los labios. Por un deber que es necesario cumplir o con la esperanza de que al repetir determinada cantidad en un ritual, se obtendrá una gracia que se necesita, como si fuera algo mágico. Todo esto con el alma ausente y con la mente distraída, en un proceso que no dice nada al corazón y deja al espíritu insensible y vacío.
En el primer templo que está en el corazón de cada hombre, es donde se debe orar santamente. Orar significa establecer un diálogo con Dios. ORAR ES AMAR.
ORAR QUIERE DECIR DEJAR HABLAR AL PROPIO CORAZÓN. La Oración es la CONVERSACIÓN del corazón con Dios. Y debiera ser el estado ordinario y continuo del hombre. Rezar es un monólogo. El diálogo con Dios es un intercambio de Amor.
Conocer a Dios, es amarlo. Cuando hemos aprendido a amarle, la Oración ocupa siempre el primer lugar en todas las ocupaciones y llega a ser tan indispensable como respirar. Conforme va aumentando el amor hacia Dios, la plegaria se convierte en una adoración verdadera de todo nuestro ser que se funde en Dios y es abrazado por Él.
La Oración tiene mucho poder, cuando se hace de manera correcta. La Oración nos santifica y nos ayuda a testimoniar con la sangre si es necesario, nuestra fidelidad hacia Dios. Porque de ahí viene la Fuerza y es nuestro apoyo que nos sostiene: La Oración.
La Oración debe ser entrega de los verdaderos sentimientos. Porque no son las palabras, sino los movimientos que las acompañan, los que hacen que al Padre Celestial le agraden nuestras oraciones.
Por el mismo hecho de ser cristianos, nos encontramos en plena guerra contra Lucifer y todas sus legiones. Sin embargo no hay porque tener miedo a sus fuerzas Infernales. Jesús nos ayuda a vencer, si seguimos cuidadosamente sus instrucciones con respecto a la Oración y así pasar de la retaguardia al frente. De las trincheras defensivas a la ofensiva que ataca los baluartes del Enemigo, para rescatar a las almas de los que amamos de las garras de Satanás, que los mantiene cautivos de mil maneras.
La Oración es el arma poderosísima con la que podemos obtener de Dios TODO. Es el arma formidable que transforma a los más débiles en guerreros celestiales, invencibles, invulnerables, verdadero terror para el Enemigo, porque cuando se usa con inteligencia, es demoledora para Satanás.
La oración es el arma confiada por Jesús a la Iglesia, como garantía de seguridad y cobertura, pues es un arma infalible cuando es usada con humildad, Fe, esperanza y amor. Potentísima, cuando el alma está viva y en perfecta salud espiritual, con la Gracia en un Pacto de Amor y de amistad. Esencial para las victorias cotidianas y para la victoria final.
La Oración es como una saeta que penetra como un rayo luminoso, atravesando los Cielos hasta el trono de Dios. La Oración es el arma potentísima que para en seco la arrogancia del Adversario, detiene sus ataques y lo pone en fuga.
Los puros tienen como Amigo al Espíritu Santo. El les da sus luces y en la Oración alimentan sus fuerzas los apóstoles, porque se unen con Dios y en la Oración está su descanso.
La Oración restablece de los diarios combates que hay que librar para seguir perteneciendo a Dios. Nos hace sentir fuertes y llenos de paz y felicidad. Porque en toda circunstancia, el espíritu necesita sumergirse en el océano de la Meditación, para reconstruir lo que el mundo y las vicisitudes humanas debilitan.
Y para crear nuevas fuerzas y perseverar en el Camino de la Cruz. Porque le es muy útil al corazón elevarse a Dios, con la mente puesta en la Meditación que contempla su Divina Perfección y nuestra miseria y la de tantas almas, no para murmurar de ellas, sino para compadecerlas y rogar por ellas.
Y para agradecer al Señor que nos ha sostenido en no dejarnos pecar o que nos ha perdonado para no dejarnos caídos. Llegado a este punto, el alma ama. Porque la verdadera Oración es amor. De otra manera no es más que un murmullo de labios en el que el alma está ausente.
La plegaria ardiente fortalece. Con ella el espíritu se levanta y se une a Dios.
La Oración es una fuerza para uno mismo y para los demás. Todo se obtiene con la Oración. Si no se obtiene el favor que no siempre el Padre concede, no se debe pensar que sea desamor, sino que es necesario creer que así lo quiere su Providencia Infinita, que gobierna el destino de cada hombre, con un buen fin.
La Oración da paz y equilibrio para poder resistir a todas las pruebas que se presentan en la vida, sin salir del camino recto. ¡Es tan fácil que se ofusque la mente y se excite el corazón por lo que nos rodea! ¡Y en una mente ofuscada y en un corazón excitado por las pasiones, no es posible sentir, ni escuchar a Dios!
Cuando hemos aprendido a amar a Dios, hemos aprendido TODO. Y Dios nos ama con un continuo intercambio de amor. Amor de Dios quiere decir ayuda contra cualquier tentación y para cualquier necesidad. Las oraciones ‘vivas’ alimentadas del amor y del sacrificio, se convierten en una formidable protección y nos defiende de Satanás, porque a éste se le vence con la constancia en la Oración.
LA FE VERDADERA Y LA ORACIÓN DE PODER.
La Fe es la que consagra el altar del corazón a Dios. La Fe debe bañar todas nuestras acciones y solo entonces se vuelve práctica. La Fe sin obras es vana. Y las obras sin Fe, no sirven para nada.
La verdadera Fe cree ciegamente que Jesús es Dios, el Salvador. Que su Palabra dice la Verdad. Y ama obedeciéndola. La Fe es el fundamento de la santidad. Una luz especial del Cielo con la que el alma ‘ve’ y ‘oye’ a Dios en este mundo. Es un rayo de luz que hiriendo el Rostro de Dios, lo hace visible para el alma.
Es la vida y fortaleza del espíritu, el sol que lo calienta y lo ilumina, haciéndolo crecer más en perfección y santidad. La Fe es el farol luminoso que alumbra el camino del espíritu. La Fe es la confianza ciega y el lazo de luz que une al Cielo con la Tierra, porque es un lazo de comunicación que une al hombre con Dios.
La Fe sana el cuerpo, el alma y el corazón, porque el espíritu se acerca a Dios y deja de odiar para aprender a amar. La Fe y la oración consiguen de Dios lo que parece imposible.
Pero debe haber confianza ciega en la Palabra de Jesús y basados en ella, estar seguros de poder obtener el milagro. Y ARRIESGARNOS. Cuando vemos la sonrisa de Dios y con los ojos fijos en Él, obtendremos lo que queramos y más. Porque Dios siempre da más de lo que le solicitamos.
Afianzados en Él, debemos arrodillarnos. Orar ante un altar y después caminar seguros ante el asombro de los demás. No hay que hablar ante los hombres. Hay que hablar con Dios y solamente apoyarnos en Jesús. Y esperar el milagro…Que se obtiene con la Oración de Poder.
CON LA ORACIÓN DE PODER.
Todos los cristianos tenemos autoridad sobre Satanás. El vientre lleno hace pesado el espíritu, por eso es necesario el ayuno. El ayuno hace que los velos de la carne sean más tenues y el espíritu se eleva hasta Dios. El ayuno con espíritu amoroso se nutre de amor. Y la Oración acompañada del ayuno, desata el poder del Espíritu Santo.
La Oración, el ayuno y la caridad, abren los tesoros del Cielo y hacen descender una lluvia de bendiciones y gracias sobrenaturales, para beneficio de los pobres.
Jesús ayunó cuarenta días en el desierto, antes de dar comienzo a su ministerio. El ayuno es una manera de recordarle al cuerpo, que el espíritu es el que va a dominar. Y que el hombre espiritual es más importante que los deseos de la carne. Cuando se está ayunando y se siente hambre, hay que utilizar esta aguda molestia, como un despertador que nos haga orar más fervientemente. El ayuno nunca es una amenaza para la salud, cuando estamos guiados por el Espíritu Santo y Él es el que inspira esta necesidad.
La Omnipotencia de Dios quedó claramente manifiesta en los numerosos milagros que Jesús obró en los Tres años de Vida Pública. Muchos se admiran del dulce milagro de la multiplicación de los panes y los peces, que fue una hermosa manifestación de su poder.
Pero para un Dios que ha multiplicado los soles en el Universo ¿Qué fue la multiplicación de unas pocas briznas de pan? Este milagro lo pueden repetir todos los que creen en Él y alcanzan la potencia que esto significa.
¿Cómo obtuvo Jesús aquel milagro? Meditando la enseñanza que encierra aquel episodio, hay un punto clave: … “DIO GRACIAS”
EL Hijo Del Padre, Creador como el Padre, Omnipotente como el Padre, ‘dio gracias’. Oró al Padre y se humilló con un acto de sumisión. Y DE CONFIANZA.
No se sintió exonerado del deber de pedir al Eterno Padre, el cual tiene el deber de socorrer a sus hijos, pero también tiene el derecho a ser reconocido como Supremo Señor del Cielo y de la Tierra.
Jesús, Dios como Él, recuerda este derecho y cumple su deber y de esta manera nos lo enseña a nosotros. Y con el deber del respeto, el de la confianza. Y el milagro de los panes se cumple después de haber orado dando las gracias al Padre.
La primera fuerza para obtener de Dios todas las bendiciones, es ser honestos en todas las obras humanas y del espíritu. Y la bondad en la intención. Él no miente nunca. Y en la mano de un niño que le cree a Él y está vivo en Él, puede infundir el Poder Divino. Cuando en la historia del cristianismo los milagros disminuyan, la pregunta que se deberá hacer es: ¿Dónde está la Fe para hacerlos?
Dios es Padre y precede siempre a sus hijos en sus necesidades. Cuando las almas lo llaman para que los ayude, Él provee. Pero es necesario tener Fe. Una Fe grande y un agradecimiento grande. ¡Qué bello es el grito que sube de la Tierra del corazón de un hombre agradecido, hasta el trono de Dios! Resuena como un arpegio en el arpa del Paraíso.
Por eso debemos dar siempre las gracias por todo. Para que la bendiciones sean multiplicadas. Debemos alabar y bendecir por los que no reconocen ser hombres creados por Él.
ORANDO CON ALABANZA.
Uno de los secretos más grandes para que la Oración sea contestada y que se llene de poder, es aprender a orar con alabanza. La alabanza nos da acceso al Poder de Dios. En el momento en que elevemos la voz en acción de gracias y de alabanza, quedamos sintonizados con el espíritu de los que adoran a dios en el Cielo y atraemos la Presencia de Dios, porque Él mora en la alabanza de su Pueblo.
La alabanza tributada a Dios fortifica nuestras debilidades. Cuando decimos: ‘Santo, Santo, Santo’, estamos invocando su santidad. Él llena nuestra alma de Sí Mismo y su santidad se trasfunde a nosotros, mientras le alabamos.
Al amar a Dios con todas las potencias de nuestro ser, espontáneamente florece en el corazón la alabanza perfecta y ella nos llevará a la perfección en el servicio de Dios.
Entonces el alma alcanza la justicia, aprende a amar con más perfección a Dios y al prójimo y tiene a Dios como Amigo. Es cuando Dios dice: ‘Pídeme lo que quieras’ y sólo el que sabe ser paciente y perseverante en su amor para con Dios, aun cuando las penas se encarnicen contra él, está en el camino de la santidad.
Alabar a Dios en medio de las lágrimas, es llegar directamente hasta el trono mismo de Dios. La alabanza desata el Poder del Altísimo y hace descender una lluvia de gracias y bendiciones.
Pablo y Silas vivieron una situación bastante crítica y la menos apropiada para que el ánimo se sintiera feliz; sin embargo ellos conocían el Poder de la Alabanza y la respuesta de Dios fue un terremoto.
Todos los sucesos culminaron con la conversión de toda la familia del carcelero y una liberación formidable, al estilo del Espíritu Santo. La alabanza produce una embriaguez espiritual tan maravillosa, porque invoca al Espíritu Santo y su Presencia invade por completo nuestro ser.
Y sentir la experiencia de Dios es el suceso más conmovedor para cualquier ser humano. Transforma la existencia de una manera radical. Es entonces cuando comprendemos lo que significa ser cristiano y por qué es preferible morir, antes que perder a Dios.
La Alabanza es la verdadera expresión de adoración y de amor por Dios.
LA ORACIÓN MODELO.
El hombre de buena voluntad puede todo si está unido a Jesucristo el cual redujo toda la Ley en un Doble Mandamiento de amor: Amar a Dios y amar al prójimo.
Amar es más fácil que adorar, que honrar, que evitarse de hacer. Amar a Dios acerca a Dios al hombre y el hombre a Dios. Amar es más invitante que temer y es la escalera para ascender a la adoración.
La caridad es fuego vivo y flama libre que se eleva al Cielo. Pura, irradia calor y luz beneficiando a quién se acerca a ella. Estableciendo el reino de Dios dentro de sí. Porque el Reino de Dios en el hombre es el Amor; en oposición a Satanás que es el Odio, el egoísmo y la triple lujuria.
¡El Reino de Dios! Es el Padre Nuestro visto y vivido por los justos. Oración convertida en acción continua y no esterilizada a palabras murmuradas más o menos distraídamente.
El Padre Nuestro verdaderamente comprendido y vivido, santificando el Nombre de Dios, dándole la Gloria más verdadera: aquella de adorarlo en espíritu y en verdad. Y trabajando porque otros lo adoren mediante el amor doble que es la Obediencia a la ley y con los hermanos, viéndolos a través de Dios.
El Padre Nuestro. Oración viva desde la instauración del Reino de Dios en las creaturas y en el mundo por el doble amor a Dios y al prójimo, en el camino a la posesión del Reino de los Cielos.
El Padre nuestro, Oración viva de la adhesión a la Voluntad de Dios, cualquiera que sea, por el doble amor que hace aceptar pruebas, penas, agonías, lutos, con pacífica obediencia, de la mano de Dios. Y soportar al prójimo con el sufrimiento que él puede dar, considerándolos como medios para conseguir los méritos eternos, por la paciencia continua que es necesario ejercitar hacia aquellos que nos prueban y que son nuestros pobres hermanos culpables contra el Amor, los cuales necesitan misericordia y Oración, para que regresen al camino de la Vida.
El Padre Nuestro, Oración viva en la caridad del prójimo más difícil para cumplirse: aquella del Perdón a los Ofensores, ofreciéndolo a Dios como Amor para que Él perdone nuestros débitos hacia Él. La caridad es la más grande las purificaciones y puede ser continua: un continuo lavado de nuestras imperfecciones, hecho con las flamas del doble amor. De la Ley espiritual puesta en práctica por el hombre carnal por medio de la Fe, superando las pruebas de la vida, en vista del origen y el fin de cada creatura. Toda verdad revelada es confirmada por cuanto es Bueno, providente, Justo, el señor Uno y Trino.
El amor es la parte esencial del amor al Padre Santísimo. Decimos Padre Nuestro para recordarnos el amor hacia los hermanos que como nosotros son también hijos de un
Mismo y Único Padre, del Cual ha salido por creación nuestra vida y hacia el Cual nos dirigimos.
En Él debemos fijar nuestra mirada con confianza, santificando su Nombre con amor, uniendo nuestra voz a la de la Creación para glorificarlo. Con el Hijo Salvador, el cual se encarnó para unirnos nuevamente con Dios, siendo Él Mismo la Promesa de la Resurrección y la garantía de la existencia de la existencia del Reino de los Cielos, poniendo a nuestro alcance el feliz conocimiento del Misterio de Dios, que ningún intelecto humano puede penetrar.
Venga tu Reino. Quién verdaderamente ama, se olvida de sí mismo porque su pensamiento y todas sus potencias van hacia la Persona amada de la cual quiere su felicidad.
Hágase, (Fiat) tu Voluntad… Buscar nuestros deseos es anteponernos a los demás y esto es egoísmo. El anteponer nuestra voluntad a la Voluntad Divina es amor. Si el que ora lo hace con estos sentimientos y se pone en la Presencia de Dios preocupado solo de su Gloria, es testigo de cómo la Oración produce efectos inesperados y maravillosos.
Dios no se deja superar por sus hijos y derrama una abundante lluvia de gracias y bendiciones celestiales sobre el alma orante. Él solo nos pide a nosotros que lo amemos y no tolera que lo pospongamos a nuestras mezquindades humanas, porque esa sería ofensa e ingratitud.
Para quien verdaderamente ama a Dios, poniéndolo en el centro de su vida y llenándola toda de Él, no hay peligro de que sus oraciones sean la expresión del orgullo y el egoísmo, pidiéndole solamente cosas materiales que impiden tener un verdadero contacto con Dios. Quién verdaderamente lo ama, se pone en el justo plano delante de Dios, buscando su gloria y su Amor, encuentra todas sus oraciones respondidas.
El Padre Nuestro es la Oración Perfecta. En su breve fórmula contiene todo y es una cátedra de cómo debe el alma dirigirse a Dios. y es la invocación que el Padre no puede resistir…
En los momentos de las grandes aflicciones es el gran consuelo. Dios concede cualquier cosa que le pidamos por medio de esta Oración, si antes de orar perdonamos e hicimos las paces y ha llegado a nuestro corazón el Perdón Divino.
Sólo así es favorable el Padre que tanto nos perdona y que con tantos bienes nos colma, desde la aurora hasta el anochecer.
El Padre Nuestro:
Nos revela Quién es Dios.
Nos dice dónde está Dios.
Nos enseña cómo acercarnos a Dios.
Nos explica qué está edificando Dios.
Nos da a conocer lo que Dios quiere que se lleve a cabo.
Nos muestra cómo se debe cumplir la Voluntad de Dios.
Nos enseña a especificar.
Nos enseña a pedir lo básico.
Nos recuerda que hacemos cosas que requieren perdón.
Nos dice que los demás también cometen errores y necesitan ese perdón.
Nos advierte que nuestros deseos nos pueden engañar.
Nos revela quién es el Maligno.
Nos señala que sólo Dios puede liberarnos.
Nos recuerda que el Universo es de Dios.
Nos dice que Dos tiene todo el Poder para ayudarnos.
Nos habla del gozo que se siente al servirlo a Él.
Nos muestra que el Reino de Dios es el único que permanecerá: ‘Porque tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, por los siglos de los siglos. Amén’
Por eso hay qué levantar las manos caídas con la Fe y que la Oración de firmeza a las rodillas vacilantes.
Los que no tienen energía para orar, señal es de que lo que necesitan es resucitar. ¡Es el momento de invocar a Jesús!
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
R4.- LLAMADO MATERNO
R4.- LLAMADO MATERNO
15 mar 2013 Madre de la Salvación: Rezad mi Rosario por todos aquellos que gobiernan en Roma
Viernes 15 de marzo, 2013 a las 22:30 hrs.
Mi querida niña, este es un momento de gran dolor no sólo para ti, sino para todos aquellos que aman a Mi Hijo.
Debo insistiros queridos hijos, que sigáis siendo fuertes y fieles a la Santa Palabra de Dios, por el bien de mi Hijo.
Él, Mi amado Hijo inclina Su cabeza en agonía mientras observa el horror en que Su Iglesia se derrumba delante de Él.
Por favor, orad por la esperanza y rezad mi Santo Rosario todos los días por todos aquellos que gobiernan en Roma.
Debéis rezar por todos los que dirigen la Iglesia Católica. Por favor, incluid al hombre que se sienta en la Silla de Pedro, porque él necesita enormemente de vuestras oraciones.
Orad para que él acepte la Verdad de la muerte de mi Hijo en la Cruz y para que abra su corazón a las suplicas de mi Hijo por misericordia para todos los hijos de Dios.
No importa cuán difíciles sean estos tiempos, en la Iglesia Católica Romana, el mal no puede y no va a prevalecer contra el Poder de Dios.
Mi papel como Mediadora de todas las Gracias está a punto de realizarse
y como la mujer elegida para ser vestida con los rayos del sol,
mi tiempo ha llegado para ayudar a mi Hijo en Su plan final de salvación.
Mi amor como Madre de todos los hijos de Dios, lo abarca todo y nunca me detendré en mi misión para traeros esperanza, queridos hijos.
Las oraciones serán escuchadas en el Cielo y no debéis nunca perder la esperanza, ya que la Misericordia de mi Hijo es mayor de lo que posiblemente podríais conocer.
El amor de Dios es Todopoderoso. Pedid y recibiréis grandes bendiciones, ya que los preparativos están completos para el Gran Día del Señor.
Esperad con paciencia; amor y confianza porque todas estas pruebas pronto pasarán, y entonces el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra se fusionarán en una sola.
Esto es todo de lo que necesitáis preocuparos : la preparación de vuestra alma y la de los que necesitan más de vuestras oraciones.
Sólo entonces, seréis capaces de aceptar la Luz de Dios y entrar en el Nuevo Paraíso en la tierra.
Estad en paz y concentraos sólo en mi Hijo y en Su singular deseo de salvar el alma de toda creatura viviente.
Vuestra amada Madre,
Madre de la Salvación
131.- JUICIO INFANTIL
La tarde declina y el sol ya no está tan abrasador. Jesús y los once apóstoles bajan por la pendiente, hacia la llanura de Esdrelón, acompañados por el pastor Isaac y Marziam. Los apóstoles van callados y pensativos…
El jovencito está muy contento porque el Maestro lo lleva hacia las tierras de Yocana, para visitar a su abuelo.
Marziam dice:
– Me alegro tanto de no haberme comido la miel que me dio mi madre Porfiria, porque tenía la esperanza de que el Señor alegrara mi corazón y me permitiera volver a ver a mi viejo padre. Nos sé porqué, pero desde hace algunos días lo recuerdo constantemente y siento como si me llamase. Se lo dije a Porfiria y ella me contestó: ‘Lo mismo me sucede a mí, cuando Simón está lejos’. Lo extraño es que antes, esto nunca me había pasado.
Pedro contesta:
– Porque antes eras un niño; ahora eres un hombrecito y tu mente ha madurado.
– Traigo también dos quesos, frutas y unos racimos de uvas. Es lo poco mío que he traído para llevárselo a mi amado padre. También una túnica de cáñamo y un vestido. Porfiria quería emplear el material para mí; pero le dije: ‘Si me amas, hazlos para mi abuelo. Siempre anda harapiento, trabajando muy acalorado con sus vestiduras de lana.’ Ahora se sentirá fresco.
Y mientras tú te has quedado sin vestiduras frescas y sudas como una esponja con tus vestidos de lana.
– ¡Oh, eso no importa! Muchas veces cuando estaba yo en el bosque, mi abuelo se quedó sin comer porque me daba su comida… ¡Hasta ahora puedo darle yo alguna cosa! ¡Cómo quisiera ahorrar lo suficiente, para poder liberarlo!
Andrés pregunta:
– ¿Cuánto has ahorrado hasta ahora?
Marziam contesta:
– Poco. Con los pescados vendidos, he logrado ahorrar ciento diez didracmas. Pero dentro de poco venderé los corderos y entonces… ¡Oh! Si lo pudiese hacer antes de que llegue, los fríos vientos del invierno…
Nathanael pregunta a Pedro:
– ¿Te lo llevarías a tu casa?
Pedro confirma:
– Sí. No nos moriremos de hambre si ese pobre viejo toma un bocado de nuestro plato…
– Y además… Puede trabajar en alguna cosilla… Ir a Betsaida. ¿Verdad Felipe?
Felipe contesta:
– Cierto… Te ayudaremos Simón. Y haremos felices a nuestro buen Marziam y al viejo.
Tadeo dice:
– Esperemos que no esté Yocana.
Isaac concluye:
– Me adelanto a decírselo…
Rápidos caminan bajo los rayos de la luna y en un determinado punto, Isaac se separa y apresura más el paso. Los demás lo siguen lentamente. Hay un gran silencio en la llanura, pues hasta los ruiseñores están callados.
Avanzan hasta encontrarse con dos figuras oscuras, que corren hacia ellos.
Juan dice:
– Uno es Isaac sin duda. El otro tal vez sea Miqueas o el mayordomo… No alcanzo a distinguir.
En realidad el otro es el intendente que viene junto con Isaac y se ve muy consternado. Se Acerca a Jesús.
Y le dice:
– Maestro… Marziam… Pobre hijo… Venid pronto… – se vuelve hacia el jovencito- Abel, tu padre está muy enfermo… muy…
Marziam grita lleno de dolor:
– ¡Ah, Señor!
Jesús lo toma de la mano y dice:
– ¡Vamos! ¡Vamos!… Ten valor Marziam… –y volviéndose a los apóstoles agrega- ¡Seguidnos!
El mayordomo dice alejándose:
– Sí. Pero hacedlo despacio… Tomad en cuenta que está Yocana.
Llegan hasta la casa de Miqueas y al verlo, comprenden que el pobre anciano está agonizando…
Marziam se inclina sobre el camastro y en voz alta le dice:
– ¡Papá! ¡Papá! ¡Soy Marziam! ¿Me oyes? ¡He venido a verte! ¡Soy Yabé! ¡Tú Yabé!…
El moribundo continúa ausente… Su cuerpo está flojo, con el color cenizo… Su cara muy pálida y en los ojos, el velo de la muerte…
Marziam se vuelve angustiado hacia Jesús:
– ¡Oh, Señor! ¡No me oye y no me reconoce!… Ven aquí… ¡Cúralo! Haz que me vea y que me hable… –Marziam se dobla sobre sí mismo por el inmenso dolor y pregunta- ¿Acaso tengo qué ver que todos los míos mueran así, sin que me den el último adiós?
Jesús se acerca. Se inclina sobre el agonizante y le pone una mano sobre la cabeza diciendo:
– Hijo de mi Padre, óyeme…
Como alguien que despierta de un profundo sueño, el anciano aspira profundo…
Abre sus ojos ya vidriados que miran con vaguedad las dos caras que tiene frente a sí… Intenta hablar; pero parece como si tuviera la lengua pegada y aunque hace el esfuerzo, no puede… Finalmente sonríe… Comprende lo que está sucediendo y trata de buscar las dos manos de los seres más amados para él en este mundo: la de Jesús primero y luego la de su nieto… Cuándo las encuentra trata de llevarlas a sus labios resecos, para besarlas.
Marziam, entrecortado por los sollozos, dice:
– Padre… vine… ¡Tanto que pedí por venir!… Te quería decir que pronto vendré por ti… Pagaré para liberarte y para que vivas conmigo… En la casa de Simón y de Porfiria que son muy buenos… Muy buenos con tu Yabé… y con todos… Con todos están llenos de amor…
El pobre siervo moribundo logra soltar la lengua y con mucho esfuerzo dice:
– Dios los recompense… pero ya es tarde… Voy con Abraham… Donde no sufriré más… –mira a Jesús y pregunta con ansiedad- ¿Verdad Señor que es así?…
Jesús contesta con dulzura:
– Así es. ¡Está en paz! –luego se yergue con la majestad de Dios y con infinita autoridad declara- Yo con mi poder de Juez y Salvador, ¡Te absuelvo de todo cuanto en la vida hayas podido haber hecho de mal o del bien que hayas omitido hacer! ¡Y de tus reacciones contra la caridad y contra quién te ha odiado! De todo te perdono hijo… ¡Vete en paz!…
Jesús ha levantado la mano en alto y luego ha extendido sus dos brazos, como si estuviese ante un altar y Él cómo Sumo Sacerdote, las extendiese para consagrar a su víctima…
Marziam llora, mientras el anciano sonríe dulcemente y murmura:
– En paz y con tu ayuda me duermo… – y se reclina.
Marziam grita:
– ¡Padre! ¡Papá!… ¡Oh! ¡Se muere, se muere! Démosle un poco de miel… Tiene la boca seca… está frío… la miel da calor… –y trata de buscar con la mano que le soltó su abuelo en la alforja, pues tiene la otra ocupada en sostenerle la cabeza.
En el umbral, los apóstoles se han quedado mudos.
El drama de la muerte, no es fácil de asimilar…
Jesús dice:
– Hazlo, Marziam. Yo lo sostengo… –y dirigiéndose a Pedro agrega- Simón de Jonás, ven aquí…
Pedro está muy conmovido y se acerca…
Marziam intenta dar un poco de miel a su abuelo, mete un dedo en el frasco… lo saca lleno de miel que pone con mucha ternura en los pálidos labios de su abuelo, que abre sus ojos y lo mira…
Le envía una última sonrisa, diciendo:
– Está sabrosa…
Marziam, con el rostro bañado de lágrimas, consigue decir:
– Dios hizo que las abejas la hicieran para ti… Y Porfiria te hizo los vestidos de cáñamo fresco y hay uno de algodón…
El anciano levanta una mano vacilante e intenta ponerla sobre la cabeza inclinada sobre él…
Luego, con una radiante sonrisa dice:
– Eres bueno. Más que la miel… El que seas bueno… que lo seas… me consuela… Pero tú miel ya no me sirve más…. ni tampoco los vestidos frescos… guárdalos… Que sean para ti… Te los doy con mi bendición…
Marziam cae de rodillas. Llora con la cabeza apoyada en la orilla del camastro…
Su voz es un grito ahogado:
– ¡Me quedo sólo! ¡Siempre sólo! ¿Por qué me siento tan sólo?…
Pedro da la vuelta alrededor del lecho. Acaricia los cabellos de Marziam y con voz áspera y llena de emoción, exclama:
– ¡No! ¡Sólo, no!… Te quiero mucho. Porfiria te quiere mucho… Los discípulos y muchos hermanos… Y además… También está Jesús… ¡Jesús que te quiere muchísimo!… ¡No llores hijo mío!…
Marziam recupera el equilibrio en su inmenso dolor y exclama:
– ¡Tú hijo!… ¡Sí!… soy feliz… ¡Señor! Señor…
El abuelo de Marziam lanza sus últimos estertores… y siente que el fin ha llegado…
Jesús le pasa el brazo bajo los hombros para sostenerlo junto a Sí… Lo levanta y lentamente recita:
– Levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio…
Y continúa con todo el Salmo 120. Cuando termina, mira al anciano que muere plácidamente entre sus brazos. Empieza a recitar el Salmo 121, pero solamente llega hasta el versículo cuarto y se interrumpe diciendo: ‘Vete en paz, alma justa.’ Lo reclina despacio y muy cuidadosamente… Y le cierra los párpados.
Es una muerte muy tranquila de la que nadie, excepto Jesús; se ha dado cabal cuenta. Pero lo notan por la acción del Maestro y se forma inmediatamente una algarabía. Jesús ordena que se callen. Y da la vuelta al lecho; se acerca a Marziam…
El jovencito llora con la cabeza inclinada sobre su abuelo y no se ha dado cuenta de nada…
Jesús se inclina y lo abraza.
Tratando de levantarlo le dice con mucha compasión:
– Marziam… Ya está en paz. No sufre más. La mayor gracia que Dios le concedió, es la muerte… Y en los brazos del Señor… No llores, hijo querido. Míralo qué tranquilo está… Qué sereno… Pocos en Israel han logrado el premio que éste justo obtuvo, al morir sobre el pecho del Salvador. Ven aquí entre mis brazos… ¡No estás solo! Está Dios y eso es todo. Él te ama en lugar de todo el mundo…
Es muy dolorosa esta escena, pero Marziam encuentra las fuerzas para decir:
– Muchas gracias Señor, por haber venido. También tú, Simón por haberme traído. A todos… A todos gracias… Por lo que me disteis para él… Ya no sirve más… Pero los vestidos, sí. Somos pobres. No podemos embalsamarlo. –su voz se corta con un sollozo- ¡Oh, padre mío!… Ni siquiera te puedo ofrecer un sepulcro… Pero si tenéis confianza en mí… Haced los gastos y para Octubre os daré el dinero que haya obtenido por los corderos y los pescados…
Pedro exclama:
– ¡No! Todavía tienes un padre… Recuerda. Yo me encargo de ello. Aunque tenga que vender una barca, tributaremos al abuelo todos los honores. Lo que necesitamos saber, es quién anticipa y quién da el sepulcro…
El mayordomo de Yocana dice:
– En Jezrael hay discípulos entre la población. No nos negarán nada. Voy inmediatamente y para eso de las nueve regresaré…
Jesús dice:
– Bien. Pero, ¿Y el fariseo?
– No os preocupéis. Le voy a avisar que hay un muerto… Y por no contaminarse, no saldrá de la casa. Me voy…
Mientras Marziam llora inclinado sobre el cadáver de su abuelo y lo acaricia… Jesús en voz baja, habla con los apóstoles e Isaac. Miqueas y los demás van y vienen haciendo los preparativos de los últimos honores que rendirán a su compañero muerto.
La semana siguiente…
Es sábado y la gente está reunida en la sinagoga de Cafarnaúm. Jesús está hablando y Jairo está a su lado muy atento…
Los apóstoles están en grupo, cerca de la puerta que da al jardín, a un lado de Jesús. Al parecer ya hubo un choque entre los Fariseos y Jesús, pues el pueblo está inquieto… Pero Jesús exhorta a la paz, al perdón, diciendo que en corazones turbados, no puede penetrar con fruto la Palabra de Dios.
Alguien entre la gente, grita:
– No podemos tolerar que te insulten.
Jesús dice:
– Dejádselo a mi Padre y vuestro. Imitadme a Mí. Tolerad. Perdonad. Respondiendo insulto con insulto, no se persuade a los contrarios.
Iscariote protesta:
– Pero tampoco con una mansedumbre perpetua. ¡Te dejas pisotear!…
– Tú, apóstol mío; no des escándalo con tu ira y con tu crítica.
Alguien defiende:
– No. Tu apóstol tiene razón. Sus palabras son justas…
Jesús confirma:
– No es justo un corazón que las medita. Ni el del que las escucha. Quien quiera ser mi discípulo debe imitarme. Yo tolero y perdono. Soy bondadoso, humilde, pacífico. Los iracundos no pueden estar conmigo; porque son los hijos del siglo y de sus pasiones. En el Libro cuarto de los Reyes…
Y Jesús habla largamente de la crueldad y de sus consecuencias…
Cuando termina, salen de la sinagoga. Se dirigen a la casa de José, donde Iscariote dice que han dejado a Samuel.
Cuando entran lo encuentran hecho un ovillo, en un rincón.
Jesús ordena:
– Ven aquí.
Samuel exclama:
– ¡No me maldigas!
– Para hacerlo no hubiera sido necesario que te llamara que vinieras aquí. ¿No tienes nada que decirme?
Jesús se muestra severo. Pero al mismo tiempo lo anima.
El hombre lo mira. Luego estalla en lágrimas. Y grita arrojándose a los pies de Jesús:
– Si Tú no me perdonas, no tendré paz.
– Cuando te dije que fueras bueno, ¿Por qué no lo hiciste? Ya es tarde ahora para reparar. Tu madre ha muerto.
– ¡Ah, no me lo digas! ¡Eres cruel!
– No. Soy la Verdad. Verdad te decía cuando te anunciaba que matarías a tu madre. Entonces te burlabas de Mí. ¿Por qué me buscas ahora? Tu madre ha muerto. Continuaste pecando aun cuando sabías lo que estabas haciendo. Yo te lo advertí. Tu culpa es mayor, ya que pecaste a propósito rechazando la Palabra y el Amor. ¿Por qué te lamentas ahora porque no tienes paz?
– ¡Señor! ¡Señor! ¡Ten compasión! Yo era un necio y me curaste. Tengo esperanza en Ti. Antes desesperaba de todo. No me mates mi esperanza…
– ¿Y por qué desesperabas?
– Porque hice que se muriera mi madre de dolor. Aún la tarde que estaba agonizando, no tuve piedad. ¡La maté, Señor! ¡La maté! En esa noche murió… Y lo único que me recomendó fue que fuese bueno. ¡Yo la maté!…
– Hace años que la mataste, Samuel. Cuando dejaste de ser un hombre justo. ¡Pobre Esther! ¡Cuántas veces la vi llorar!… No debería perdonarte. Pero dos madres han rogado por ti y tu arrepentimiento es sincero. Por eso te perdono.
Borra del corazón de tus conciudadanos con una vida intachable el recuerdo de lo que fuiste. Y trata de volver a amar a tu madre. Pero acuérdate bien de que tu pecado fue muy grande y por lo tanto tu vida debe ser buena, para borrar la deuda.
– ¡Oh! Eres bueno. No como ese de los tuyos que acaba de salir y ¡Que fue a Nazareth sólo para infundirme terror!…Amenazándome por mis pecados…
Jesús voltea y de los apóstoles solo falta Iscariote. Y comprende que fue él, el que se portó mal con Samuel.
Para no criticar a Judas como apóstol, dice:
– Cualquier hombre no puede sino mostrarse severo con tu pecado. Cuando se comete el mal sería necesario pensar que los hombres juzgan… Pero no le guardes rencor. ¡Vamos! Levántate. Aquí estás entre personas de buen corazón y hay júbilo porque has cambiado. Te encuentras entre hermanos que no te desprecian; porque cualquier hombre puede pecar; pero es ruin cuando persiste en seguir pecando.
– Te bendigo Señor. No sé cómo agradecértelo. Ha regresado la paz a mí. –Y llora con un llanto tranquilo y silencioso.
– Da gracias a mi Madre. Si estás perdonado y curado es gracias a Ella. Comeremos juntos…
Y Jesús sale, dejándolo con María.
Cuando está afuera, un picarillo lloriquea pegado a sus rodillas.
– ¿Por qué estas llorando Alfeo? -pregunta Jesús inclinándose para besarlo.
El niño no contesta nada. Sólo hay lloriqueos más fuertes.
Iscariote dice de mal humor:
– Vio la fruta y la quiere.
– Pobrecito. Tiene razón. No conviene hacer que los niños vean las cosas y no darles. –dice María de Alfeo tomando unas uvas que hay en el cesto de la mesa.
El niño protesta:
– No quiero uvas. –y llora más fuerte.
– Quiere agua con miel. –dice Tomás. Y le ofrece- A los niños les gusta y les hace bien. A mis sobrinos también les gusta…
– No quiero tu agua. –Y el llanto aumenta en tono y en intensidad.
Tadeo pregunta serio y secamente:
– ¿Entonces qué quieres?
Judas de Keriot sentencia:
– Lo que quiere es un par de nalgadas.
Mateo protesta:
– ¿Por qué? ¡Pobre niño!
Judas apunta con altanería:
– Porque es un fastidioso.
Tomás dice calmado:
– Bueno… Si a todos los fastidiosos hubiera que tomarlos a bofetones. No alcanzaría la vida…
María Salomé dice:
– Tal vez está enfermo.
María de Alfeo pregunta:
– ¿Qué te pasa, pequeñín? ¿Te duele algo?
Tadeo exclama:
– ¡Oh, mamá! ¡Es solo un capricho!… ¿No lo estás viendo? Echarías a perder a todos.
– No te eché a perder a Ti, Judas mío. Y te he querido mucho. No decías eso cuando te defendía de la severidad de Alfeo…
– Es verdad, mamá. Dije algo sin razón alguna.
– No te preocupes hijo, pero si quieres ser apóstol; trata de tener entrañas de madre para con los creyentes. Son como niños, ¿Sabes? Y se necesita una paciencia amorosa con ellos….
Jesús aplaude:
– ¡Bien dicho, María!
Judas de Keriot gruñe:
– Vamos a terminar con que las mujeres nos enseñen… Sólo faltan las paganas…
Jesús dice.
– Sin duda os aventajan muchísimo, si os quedáis en lo que sois. Y sobre todo tú, Judas. Ciertamente todos te ganarán: los niños, los mendigos, los ignorantes, las mujeres, los gentiles…
Judas responde nerviosamente y echándose a reír:
– ¿Quieres decir que soy el Aborto del Mundo? ¡Dilo de una vez y termínalo!
El niño llora a todo lo que da…
Iscariote desahoga su rabia en él. Lo sacude para arrancarlo de las rodillas de Jesús y dice:
– Pero dilo ya, ¿Qué quieres? ¿Qué es lo que te pasa?
Una mujer dice:
– ¡Ah, pobre niño! Desde que su madre se volvió a casar, los hijos del primer marido son como mendigos. Como si no los hubiese parido ella… Los manda cual pordioseros y no les da de comer ni un pedazo de pan. ¡Ojala hubiese alguien que adoptase a estos tres pequeñines abandonados!…
La Virgen María abraza al niño y éste se consuela al punto.
La viuda de Afeq se adelanta y se arrodilla.
– ¿Y no vendrás a mi casa, Señor? En Afeq también hay hijos de Dios esperando tu Palabra.
Iscariote trata de rechazar su petición y dice cortante:
– El camino es áspero y no hay mucho tiempo, vienen con nosotros mujeres. No insistas mujer.
Ella contesta:
– Es que… yo podría cuidar de este niño. Y quiero mostrarle que tengo que ofrecerle pues no tengo hijos.
Iscariote contesta de mal modo:
– Pero tiene su mamá. ¿Comprendes?
Jesús pregunta a la mujer:
– ¿Conoces algún camino corto entre Gamala y Afeq?
– ¡Oh, sí! Por los montes y es bueno entre los bosques.
– Iré para consolarte, pero no puedo darte al niño porque tiene su mamá. Pero te prometo que si Dios quiere que el inocente encuentre amor y lo tenga; me acordaré de ti.
– Gracias, Maestro. Eres bueno. –dice la viuda.
Y voltea a mirar a Judas como si le dijese: ‘Y tú eres malo.’
El niño, por el instinto de imitación propia de los niños, se acerca a Jesús y se agarra de sus rodillas diciendo:
– Gracias, Maestro. Tú eres bueno. –pero la cosa no termina aquí…
Y da un puntapié a Iscariote, para que no haya ningún error.
Y enojado agrega:
– ¡Y tú eres malo!
La carcajada de Tomás truena por los aires y arrastra la de los demás…
Mientras dice:
– ¡Pobre Judas! Puedes estar seguro de que los niños no te quieren. Cada uno de éstos te juzga y su juicio siempre te es desfavorable…
Judas pierde el control y su ira se desborda sin tener en cuenta, que lo que dijo el niño no es para tanto…
Lo arranca de las rodillas de Jesús y dice furioso:
– Esto sucede cuando lo serio se convierte en payasada… No es digno de nosotros, ni tampoco de provecho el que traigamos una cola de mujeres y de bastardos…
Bartolomé protesta enérgicamente:
– Eso sí que no. Tú conociste muy bien a su padre. Fue esposo legítimo y un varón justo.
– ¿Y qué? ¿Acaso éste no es un perro sin dueño y un futuro ladrón?
Jesús ordena.
– ¡Basta!… Ven Alfeo, no llores. Ven conmigo.
La aflicción del niño es muy grande… Sale a flote todo el dolor que tiene como huérfano. Como uno a quién su misma madre no ama… Llora. Su llanto es el triste lamento que grita por su padre muerto. Por su madre…
Jesús lo toma entre sus brazos. Lo besa y lo mima. Lo consuela… Y el llanto cesa poco a poco.
Jesús le dice:
– Estoy Yo Alfeo. Yo en lugar de todos… Soy como tu padre; como tu madre… No llores. Tu papá está junto a Mí y te besa junto conmigo. Los ángeles te cuidan como si fuesen otras tantas madres. Todo el amor; si eres bueno e inocente, lo tendrás…
Se oye la voz ronca de un seguidor:
– El Maestro es bueno y atrae. Pero sus discípulos, no. Mejor me voy…
Entonces se oye la voz enérgica de Zelote, que dice a Judas de Keriot:
– ¿Ves lo que has hecho?…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
27.- EL RAPTO
Dos semanas después, Marco Aurelio estaba en el triclinium cuando llegó Prócoro. Los sirvientes tenían orden de dejarlo pasar sin anunciarlo y admitirlo a cualquier hora del día o de la noche.
El griego lo saludó:
– Salve noble Marco Aurelio. ¡Eureka!
Marco Aurelio saltó del asiento exclamando:
– ¿Qué quieres decir? ¿La has visto?
– He visto a Bernabé y he hablado con él. Trabaja cerca del mercado como liberto al servicio de un molinero, pero él no sabe quién soy. Y ahora cualquier esclavo de tu confianza puede ir y descubrir donde se esconden.
Marco Aurelio replicó:
– Irás conmigo.
Prócoro se alarmó:
– ¿Yo?… Noble tribuno, yo solo me comprometí a indicarte el sitio donde ella está, más no en sacarla y entregártela. Piensa por un momento en lo que me sucederá si ese Bernabé y Mauro me atrapan. Además, si te pasa algo no quiero ser yo el responsable y quedarme sin recompensa después de haber trabajado tanto.
Marco Aurelio le entrega una bolsa llena de monedas de oro y le dice:
– Tendrás otras dos iguales cuando Alexandra se encuentre conmigo en esta casa. Desde este momento, aquí te quedarás; aquí comerás y descansarás. Luego iremos juntos y me llevarás a donde ellos están.
El temor y la vacilación se pintaron en el rostro del griego… pero recordando el carácter del patricio, dijo:
– ¿Quién puede oponerse a tu voluntad? Estoy dispuesto, señor…
Marco Aurelio que hasta ahora había vivido en un estado de tensión permanente, alentado por la esperanza de encontrar a Alexandra. Ahora que esa esperanza parece realizarse, se vio súbitamente invadido por la debilidad que se siente después de que se ha hecho un esfuerzo superior a la propia capacidad…
¡Está a punto de recuperar a Alexandra! Tan solo este pensamiento lo vuelve loco de felicidad. Recordó los consejos de Petronio y envió a dos esclavos en busca de Atlante.
Prócoro que conoce a todo mundo en Roma, se sintió muy tranquilizado cuando oyó el nombre del famoso atleta, cuyas fuerzas extraordinarias en la arena había podido admirar más de una vez y dejó de preocuparse por el peligro de la empresa. Estaba de muy buen humor cuando fue llamado a la mesa por el mayordomo y comió opíparamente.
Más tarde, cuando llegó Atlante, se dirigió al atrium y examinó con satisfacción a aquel gran gladiador, cuyo poderoso cuerpo parece llenar toda la estancia.
Atlante acaba de ponerse de acuerdo con Marco Aurelio y dice:
– ¡Por Hércules! Ha sido muy oportuno tu llamado, señor; porque mañana debo partir a Benevento, a donde me reclama el noble Haloto a fin de que en presencia del César, luche con un tal Espícuro; que según parece es el mejor gladiador y el favorito de Nerón.
Marco Aurelio cuestionó:
– ¡Por Marte!… ¿Estás seguro de que podrás ganarle?
El atleta respondió lleno de seguridad:
– Acabaré pronto con él.
Prócoro intervino:
– Y no dudo que lo hagas. Pero ahora prepárate y frótate todo el cuerpo con aceite, porque acaso te encuentres con otro gladiador: el hombre que custodia a Alexandra, también tiene una fuerza excepcional.
Marco Aurelio confirmó:
– Es verdad. Yo no lo he visto, pero arrebató a Alexandra de una veintena de hombres.
Atlante contestó con determinación:
– Noble señor, me comprometo a traer a la doncella hasta tu casa, así tenga que arrancarla de siete partos como el que me dices. Pero ten presente que mañana debo ir a Benevento.
Marco Aurelio sonrió complacido y dijo:
– En un par de horas partiremos.
Después de esta declaración, Marco Aurelio se fue a la biblioteca a escribirle a Petronio.
Recuerda las palabras de Actea y su corazón palpitó con violencia. Está decidido a casarse con ella y hasta se siente capaz de volverse cristiano, si esa es la condición para tenerla. Si todo es cierto, ella le amará… y él está decidido a ser el esposo más cariñoso y amante.
Más tarde los tres, guiados por Prócoro; llegaron a una casa situada en el barrio del Transtíber y se dispusieron a esperar…
Cuando la reunión terminó, muchos cristianos empezaron a salir. Luego, tres figuras aparecieron en el arco de la entrada y varias personas rodearon al anciano, mientras Bernabé y Alexandra se hicieron a un lado para esperarlo. Y se quedaron de pié, en la escalinata de la entrada, junto a una columna.
Marco Aurelio se quedó embelesado.
Alexandra está frente a la luz de una lámpara y la capucha ha caído de su cabeza despeinando sus cabellos. Tiene entreabiertos los labios y levanta su rostro hacia el apóstol, atenta totalmente a sus palabras, como si estuviese extasiada. Viste como una esclava y está envuelta en su manto oscuro de lana. Marco Aurelio nunca la había visto más hermosa…
Admiró la belleza y distinción de aquella elegante cabeza patricia, que sobresale entre sus vestidos humildes. Y el amor lo envolvió como una llama, mezclado con un prodigioso sentimiento de simpatía, atracción, admiración y ferviente anhelo. Siente correr por todo su ser, como una corriente eléctrica de felicidad, al contemplarla otra vez. De pie, junto al gigantesco parto, parece una niña… Y una ternura infinita invadió todo su ser. Quiere protegerla, amarla, poseerla. Notó también que se ve más delgada y frágil. Su cutis parece de alabastro. Una hermosa y blanca flor que irradia luz como si fuera una diosa.
Todo esto sirvió para hacer más poderoso su deseo de poseer a aquella mujer, tan diferente de todas las que ha conocido antes. Está dispuesto a dar por Alexandra, todo cuanto posee.
Prócoro le advierte:
– Ten cuidado, señor. Mira que son muchos.
El tribuno contestó:
– No te preocupes. Esta vez no escapará.- Y Marco Aurelio señala a Alexandra y Bernabé, mientras dice a Atlante- Son ellos.
El atleta contestó:
– Perfectamente. Me comprometo a entregarme a ti como esclavo, si no le rompo el espinazo a ese bisonte parto que la acompaña. Pero dejemos que lleguen a su casa. Allí me apoderaré de ella y la llevaré al sitio que me indiques.
A Marco Aurelio le agradó la respuesta y dijo:
– ¡Por Hércules! Debemos hacerlo ahora. Mañana quizá no la encontremos, porque si nos descubren, se la llevarán a otra parte.
Atlante replicó:
– No nos descubrirán. Hoy mismo la tendrás en tus brazos.
Prócoro gimió:
– ¡Ese parto parece un hombre demasiado fuerte!
Atlante lo miró con despreció y le espetó:
– Nadie te está pidiendo que sujetes sus manos.
Después de unos minutos, en el grupo al fin se despidieron y empezaron a caminar.
Prócoro exclamó:
– Sí, señor. Tu doncella se encuentra bajo una poderosa protección. Ni más, ni menos que el gran apóstol Pedro. Ve como se arrodillan ante su paso.
Y Marco Aurelio vio con asombro una escena prodigiosa: había dos centuriones que se arrodillaron cuando Pedro pasó frente a ellos y se detuvo. Les puso la mano sobre la cabeza, que ellos habían descubierto y los bendijo. Hasta ese momento jamás se le había ocurrido que en el ejército hubiera cristianos…
Pero al parecer aquella doctrina ya se había infiltrado por todo el imperio. Y esto le hizo pensar que si ella hubiera querido huir de la ciudad, no le hubieran faltado guardianes que facilitaran su fuga. Y dio gracias a los dioses porque eso no sucedió.
Pero el abismo que esa maravillosa religión está abriendo entre él y Alexandra, se hace cada vez más grande…
Recordó todo lo sucedido y se dio cuenta de que en realidad no la conoce. Está seguro de que la ama y se siente deslumbrado por su hermosura incomparable. Pero ahora comprende que la religión que ella profesa, es lo que la hace tan diferente de las demás mujeres. Su grandiosa belleza interior es lo que la hizo rechazar lo que para las demás son incentivos: la opulencia, la pompa, el bienestar. Para ella no significan nada, porque ella posee algo distinto. Es como si ella perteneciera a otro mundo. Y una molesta inseguridad comenzó a atormentarlo… ¡¿Cómo la conquistará, si lo que él puede ofrecerle parece no significar nada para ella?!
De este caos mental lo sacó Prócoro, que comenzó a lamentarse de su suerte. Marco Aurelio le oyó y sacó la bolsa de oro. Se la arrojó diciéndole:
– Ya la tienes. ¡Cállate!
Después de haber pasado por un erial, el grupo de cristianos empezó a diseminarse en distintas direcciones, quedando solamente Bernabé, Alexandra y otro hombre anciano. Esto hizo necesario seguirlos desde una mayor distancia y con más precaución, para no ser descubiertos. Prócoro hábilmente, se fue quedando paulatinamente atrás.
Llegaron a una calle estrecha y los vieron entrar a una ínsula.
Ellos se mantuvieron a una prudente distancia. Luego, Marco Aurelio mandó a Prócoro a que viese si esa casa tenía salida a la calle posterior. Éste fue a ver y cuando regresó, dijo:
– No, señor. Solo hay una entrada.
Atlante comenzó a prepararse para el combate. En su rostro no hay la menor señal de temor y dice:
– Yo iré adelante.
Marco Aurelio ordenó:
– Tú me seguirás. –con una voz que no admite réplica.
Y en un instante los dos desaparecieron por la puerta de la entrada.
Prócoro corrió hasta la esquina y empezó a atisbar lo que va a suceder.
Es un edificio espacioso y con varios pisos. Un condominio como muchísimos que hay en Roma y que son verdaderas colmenas; edificados con el propósito de percibir la mayor renta posible. En ellas vive la gente más pobre y no hay portero.
Marco Aurelio y Atlante llegaron a un corredor que los condujo a una especie de atrium común para toda la casa, con una fuente en el centro. Desde las murallas arrancan hacia el interior unas escaleras de piedra y de madera, que conducen a unas galerías en los cuales están los cuartos que conforman la vivienda. Es temprano y no hay nadie en el patio.
Atlante pregunta deteniéndose:
– ¿Qué hacemos, señor?
Marco Aurelio contesta:
– Esperaremos aquí. No permitiremos que nadie sospeche de nosotros.
En ese momento en el más lejano extremo del patio, aparece un hombre que trae en la mano un cedazo y se aproxima a la fuente.
– ¡Es Bernabé! –dice Marco en voz baja a Atlante.
– ¿Quieres que le rompa los huesos?
– Espera… primero veamos a donde va.
Bernabé no se fijó en aquellos hombres que estaban parados en la penumbra de la entrada y empezó a lavar las legumbres en la fuente. Cuando terminó con su tarea y regresa por donde salió; Atlante y Marco Aurelio le siguen hasta otro corredor que lleva a un pequeño jardín en el cual hay unos cipreses, mirtos y rosales. En el fondo hay una pequeña casa edificada contra la pared del edificio contiguo.
Marco Aurelio valoró la situación y dijo decidido:
– ¡Vamos por ella!
Bernabé iba a entrar en aquella casita, cuando el ruido de pasos llamó su atención y dejando el cedazo en la balaustrada de cantera, se voltea, ve a dos hombres y les pregunta:
– ¿Qué buscan aquí?
Marco Aurelio le dice imperioso:
– ¡Qué te importa! –Y en voz baja ordena a Atlante- ¡Mátalo!
Atlante se abalanza hacia Bernabé y antes de que éste tenga tiempo de reaccionar, el gladiador ya le ha cogido en sus brazos de acero.
Marco Aurelio tiene demasiada confianza en las extraordinarias fuerzas del atleta, para detenerse a presenciar el final de la lucha. Y dejando atrás a los combatientes, entra en la casita.
Alexandra está inclinada, añadiendo leños al fogón, junto al cual se encuentra sentado un anciano. Marco Aurelio entró tan repentina y bruscamente en la estancia, que cuando el la toma por la cintura levantándola en vilo para salir por la puerta, ella no lo reconoce.
El anciano trata de interceptarle el paso. Pero Marco Aurelio con un brazo estrecha a la joven contra su pecho y con el otro brazo, lo hace a un lado. Con el movimiento se le cae la caperuza y a la vista del rostro de Marco Aurelio que tiene una expresión tan terrible…
Alexandra se queda tan impactada, que está a punto de desmayarse.
Pero en el patio, las cosas estaban peores…
Cuando Marco Aurelio llegó hasta al jardín con su presa, también él se quedó congelado…
Bernabé tiene entre sus brazos un cuerpo completamente doblado hacia atrás, con la cabeza colgando y con la boca llena de sangre. Al ver el grupo que forman: Marco Aurelio, Alexandra y Nicomedes; Bernabé dio un nuevo puñetazo a Atlante en la cabeza, lo lanzó furioso hacia un lado y de un salto tomó a Marco Aurelio por el cuello, pues éste había soltado a Alexandra y lo miraba paralizado por el asombro.
Marco Aurelio, al sentirse levantado en el aire como si fuera un muñeco, piensa que ha llegado para él la hora de morir. Y entonces como en un sueño, oye lejana la voz de Alexandra que dice como un gemido:
– ¡No matarás!…
Entonces sintió como si lo hubiese herido un rayo y cayendo en un negro pozo, todo desapareció…
Prócoro estaba escondido detrás del ángulo de la esquina, lleno de miedo y de curiosidad sobre el curso de los acontecimientos. Atisba impaciente porque el silencio que hay no presagia nada bueno y le parece que es más peligroso que nada… Cada vez se siente más intranquilo. En eso, parece que alguien se asoma a la puerta y él se pegó más a la pared, conteniendo el aliento…
No se equivoca, pues efectivamente alguien se asomó, miró alrededor y se volvió a meter.
Y de súbito se le erizaron los cabellos. Con su mano se cubrió la boca para ahogar una exclamación:
– ¿Qué…? ¡Por todos los dioses!
En la puerta de la casa apareció Bernabé llevando a cuestas el cuerpo de Atlante y luego empezó a correr con su carga, en dirección al río Tíber.
– ¡Estoy perdido si me ve! –pensó Prócoro.
Pero Bernabé siguió de largo y desapareció. El griego no podía creer lo que había visto. El miedo se apoderó de él y huyó…
Después de correr un largo tramo, cuando se sintió a salvo, se dijo a sí mismo:
– Debo conservar la calma… Necesito pensar bien… ¿Cómo debo proceder en este caso? Ha ocurrido algo terrible. Si Atlante está muerto, lo más seguro es que Marco Aurelio también… ¡Por Cástor! Pero él es un patricio amigo del César, pariente de Petronio, hombre famoso y poderoso en Roma. Es un tribuno militar. Su muerte no puede quedar sin castigo ¿Y si voy con el Pretor y con los guardias? ¡Mísero de mí! ¡Yo soy quién lo llevó a la muerte! Dirán que yo fui su causante… No puedo huir porque eso me haría más sospechoso…
El asunto por todos lados está muy mal…
Petronio es un hombre con tanta influencia, que puede impartir órdenes a la policía de todo el imperio y sacaría a los culpables de la muerte de su sobrino, de los confines de la tierra. Pero si él demuestra su inocencia con Petronio ya que él estará enterado de toda su participación, a los únicos que culparían serían a los cristianos… Y eso les acarrearía una persecución general.
Decidió ir a buscar a Petronio y contarle lo ocurrido. Pero para ir, primero tendría que comprobar que le había pasado a Marco Aurelio… Y como un rayo le llegó el pensamiento de que tal vez no se habrían atrevido a matarlo. Él es un hombre poderoso, amigo del César y alto funcionario del ejército imperial. Por las consecuencias terribles que tal crimen les acarrearía, tal vez solo lo habrán retenido. Y esta idea lo llenó de esperanza… Luego reflexionó: ‘Si ese dragón parto no lo ha hecho pedazos en la primera embestida, él está vivo y él mismo será testigo de que yo no le he traicionado y entonces puedo contar con otra recompensa si le ayudo una vez más por rescatarlo.’
Y acarició las dos bolsas de oro que Marco Aurelio le dio. Emprendió el camino a su casa para pensar en el modo de averiguar lo que le había ocurrido al tribuno, antes de ir con Petronio…
Cuando llegó al barrio del Suburra, se compró una botella de vino y se fue a casa a comer opíparamente para recuperar fuerzas. Bebió con abundancia, descansó, se dio un baño muy relajante y se durmió.
HERMANO EN CRISTO JESUS: