N243 CÓMO NACIÓ EL MAL 2
EL ORIGEN DEL DOLOR
La muerte y el dolor entraron en el mundo por envidia del Demonio. Pero Dios N0 es autor, ni de la muerte, ni del dolor. Y no se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor. Y desde entonces el dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre, por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir. ¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.
LA SOBERBIA Y LA EXCUSA“La Serpiente me engañó, dijo Eva. La mujer me presentó el fruto y comí de él, dijo Adán.” Y desde aquel momento la Concupiscencia Triple se apoderó de los tres reinos del hombre.
No hay más que la Gracia para desprenderse de las fuertes ataduras de este monstruo despiadado. Cometieron el primer acto contra el Amor, con la Soberbia: la Desobediencia.
La Desconfianza, la Duda, la Rebelión, la Concupiscencia Espiritual y por último, la Concupiscencia Carnal.
También en las ofensas contra la Ley divina, el hombre pecó antes contra Dios, queriendo ser igual a Dios, ‘dios’ en el conocimiento del Bien y el Mal.
Y en la absoluta y por lo mismo ilícita libertad de proceder a su placer y querer contra todo consejo, lo prohibido por Dios.
Después pecaron contra el Amor, amándose desordenadamente, negando a Dios el amor reverencial que le debían; metiendo el ‘yo’, en el lugar de Dios.
Odiando a su prójimo futuro: su misma prole, a la cual le procuró la herencia de la culpa y de la condena; despojados de todo lo que Dios les había dado.Por último, pecó contra su dignidad de criatura regia, que había tenido el don del perfecto dominio de los sentidos, rebajándose a sí mismo a un nivel inferior al de las bestias.
¡Bien conocieron después la Ciencia del Bien y del Mal!
Con el conocimiento adquirido y la nueva vista por la cual supieron que estaban desnudos, los advirtió de la pérdida de la Gracia que los había hecho felices en su inteligente inocencia;
hasta llegar a aquella hora, por la pérdida de la vida sobrenatural.
¡Desnudos! No tanto de vestidos, sino de los dones de Dios.
¡Pobres! Por haber querido ser como Dios.
¡Muertos! Con el espíritu muerto por el Pecado. Por haber temido morir con su especie, si no hubieran procedido directamente.
“Seréis como dioses, conocedores de todo, del Bien y del Mal.”
El apagado silbido de la serpiente, con su sonido cruzó el aire; encontró eco en el corazón del hombre y se fundió a su sangre; para entrar a lo más caro del alma, entronizándose en el altar de su espíritu.
Y desde entonces vive perjudicándolo en cuerpo y alma, para obedecer al imperativo de la sangre envenenada por Satanás.
El hombre se equivoca al aplicar valor y significado a las cosas y a las palabras. Ser igual a Dios, ya había sido dado por dote por el Padre Creador.
Con una semejanza en la cual no tienen nada que hacer, esto que es carne y sangre; sino en el espíritu. Porque Dios es Ser Espiritual y Perfecto. Y los había hecho grandes en el espíritu.
Capaces de alcanzar la perfección mediante la Gracia plena en ellos y la ignorancia del Mal.
Jesús vino a poner las cosas y las palabras en la luz justa.Y con las palabras y los hechos demostró la verdadera Grandeza,
la verdadera Riqueza, la verdadera Sabiduría,
La verdadera Majestad, la verdadera Deificación.
Y NO son aquellas que el hombre cree.
LA SENTENCIA DIVINA.
Dios Padre alejó al hombre del jardín de sus delicias. Ya no podía confiar más en sus hijos. El hombre había querido ser el dueño de todo y se opuso a que Dios fuese el Único Creador.
Se marchó a su destierro con su pecado. Era un rey humillado y despojado de sus dones. El Hombre del Paraíso se había convertido en un ser terrenal y mortal.
Su reino lo perdió en manos del que lo pervirtió.
Satanás lo despojó de lo que Dios le había dado.
Y de amo se convirtió a sí mismo en esclavo,de Aquel que había sido destinado a obedecerlo.
Y el Dolor y la Muerte entraron a formar parte de la vida humana.
La herida de Eva engendró el sufrimiento, que no terminará hasta que muera la última pareja sobre la tierra.
EL CASTIGO.
No desproporcionado, sino justo.
Para entenderlo se necesita considerar la perfección de Adán y Eva.
Considerando aquel vértice, se puede medir la magnitud de la caída en aquel abismo de degradación.
Dios respetó la voluntad humana.
El hombre perseveró en su estado de rebelión hacia su Divino Benefactor. Porque no se arrepintió del dolor causado a Dios y todavía mantenía su unión con la Mentira.Soberbiamente salió del Edén, después de haber mentido y haber aducido pobres excusas a su pecado.
Se hicieron cinturones de hojas y testimoniaron que se avergonzaban; no por estar desnudos y aparecer tales ante Aquel que los había creado y conservado vestidos solo de Gracia e Inocencia.
Sino porque eran culpables y tenían miedo de comparecer delante de Dios.
Miedo, sí. Arrepentimiento, NO.
Entonces Dios, después de haberlos expulsado del Edén, protegió con Querubines los umbrales del mismo, para que los dos prevaricadores no regresaran fraudulentamente, para hacer botín de los frutos del Árbol de la Vida,
Nulificando así una parte del justo castigo y defraudando todavía una vez más a Dios de su derecho: aquel de dar y de quitar la vida.Dios es nuestro Rey y nuestro Padre. No un siervo y menos un esclavo.
Dios es Justo.
Cuando castigó al hombre, no le quitó la inteligencia, ni la fuerza moral,
Porque nunca ha dejado de amar al hombre, por más culpable que éste sea.
También le dejó al hombre la voluntad soberana,
Para que éste, pudiese llegar a ser dueño de sus pasiones y pudiera controlarlas.El hombre debió obedecer. Los inocentes eran castos.
Sabían amar verdaderamente, con aquella ternura virginal que está en el más ardiente amor materno o en el más ardiente amor filial.
O sea, de aquellos dos amores que no tienen atracción sensual y son fortísimos.
Dios habría regulado el amor del hombre por las criaturas nacidas de su santo amor con Eva.
Pero Adán y Eva no llegaron a este amor, porque el desorden había corrompido con su veneno, el santo amor de los Progenitores.
CONSECUENCIAS DEL PECADO.
El Enemigo de Dios y del hombre por Odio, hirió mortalmente a la Humanidad y la infectó con el germen del Odio, de los Celos, de la Envidia.
Y con esto puso la causa primaria de la división que enfrenta a los hombres el uno contra el otro.De esta manera fue cosechado el segundo fruto de la maldad del Maligno: el fratricidio de Caín.
Y desde entonces el virus de la violencia ha ido aumentando hasta alcanzar proporciones pavorosas,
porque cada día crece más la semilla que Lucifer siembra en el corazón del hombre: EL ODIO.
Por un solo hombre entró el Pecado en este mundo y por el pecado, la muerte.
Y pudieron penetrar entre las delicias del Edén, turbando el orden, la armonía, el amor; esparciendo su veneno.
Corrompiendo el intelecto, voluntad, sentimientos, instintos.Suscitando apetitos culpables, destruyendo la Inocencia y la Gracia, afligiendo al Creador.
Haciendo de las criaturas bienaventuradas, dos infelices; condenados uno, a obtener fatigosamente su pan de la Tierra; que por haber sido maldecida, produce cardos y espinas.
Y a la otra, a parir con dolor; a vivir en el dolor y la sujeción del hombre.
Condenados los dos a conocer el dolor del hijo muerto y la vergüenza de ser los padres de un fratricida.
Y finalmente a conocer el dolor de morir.
Hasta aquel momento, el veredicto de Dios no había todavía fragmentado la rebelión del hombre, el cual con la fácil adaptación de los animales, se había adaptado rápido a su nuevo destino.No más fácil y alegre como el anterior; pero no privado de gozos humanos que compensaban sus dolores humanos.
Las pasiones de los sentidos se satisfacían en la carne compañera.
La alegría de crear por sí solos nuevas criaturas, -¡Oh, orgullo persistente!-. Ilusionándose con esto, que era el ser iguales a Dios Creador;
El dominio sobre los animales, la satisfacción de la cosecha y del bastarse a sí mismos, sin tener que agradecer a nadie.
Alegrías sensuales, pero siempre alegrías. Cuánta oscuridad de vapores de orgullo y de niebla de concupiscencia, perduró obstinada en los dos protervos.
La maternidad era obtenida con dolor, pero la alegría de los hijos compensaba aquel dolor.El alimento era obtenido con fatiga, pero el vientre se llenaba igualmente y la gula era satisfecha, porque la Tierra estaba colmada de cosas buenas.
La enfermedad y la muerte estaban lejanas. Gozando los cuerpos creados perfectos, de una salud y una virilidad que hacía pensar en una larga vida, aunque no fuese eterna.
Se amaban con ternura y con pasión; ya que por su elección al orden sobrenatural; fueron dotados para amar y ellos, sí sabían amar mucho.
Y la soberbia fermentante suscitaba el pensamiento burlón:
¿Dónde pues está el castigo de Dios?Nosotros somos felices también sin Él.
Pero un día, el verde de los campos en los cuales florecían las flores multicolores creadas por Dios,
Enrojeció con la primera sangre humana vertida sobre la tierra.
Y dio alaridos de dolor la madre del dulce Abel muerto.
Y el padre comprendió que no era vana la amenaza de aquella promesa:
“Volverás a la Tierra de la cual fuiste sacado, porque eres polvo y al polvo volverás.”
Y Adán murió dos veces: por sí y por su hijo.Porque un padre muere la muerte de su hijo viéndolo agonizar.
Y Eva alumbró con desgarramiento, dando a la tierra el cuerpo exánime de su predilecto y comprendió que cosa era el parir en pecado.
La muerte de Abel hizo añicos el orgullo de Adán y las escorias expertas de Eva,
en el más atroz alumbramiento a las Tinieblas.
El alarido de Eva, también marcó el nacimiento del arrepentimiento.En aquella hora señalada por la primera sangre humana, esparcida por criminal violencia, por la cual la Tierra fue maldecida dos veces.
Hora en la cual fulminaba, el castigo de Dios.
Murió el orgullo y nacieron el arrepentimiento y la nueva vida; con los cuales los dos culpables iniciaron el ascenso hacia la justicia y ameritaron, después de una larga expiación, el Perdón Divino por los méritos de Cristo.
Este dolor llenó el mundo y se trasmitió de generación en generación y terminará hasta que tenga Fin el Mundo.
Ha llenado con su alarido el lugar en donde Adán extrae el pan de los surcos, sobre los cuales goteaba su sudor.
Se ha esparcido por la Tierra, los horizontes, los cañones, los desiertos y las selvas. Toda la Creación lo ha sentido y lo ha trasmitido.Y como luz cegadora ha hecho ver a Adán y a Eva, la inmensidad de su Pecado.
N0 cometido solamente contra Dios,
sino contra ellos mismos, en su carne y en su sangre.
Todo este milenario Dolor viene de un desorden creado por un rebelde en el Cielo y por el consentimiento al desorden propuesto por él, a los dos primeros habitantes de la Tierra.
La Gracia restaura, pero la Herida queda. La Gracia auxilia, pero los impulsos hacia el Mal, quedan.
Porque desde el momento del Pecado, el Bien y el Mal, son. Y se combaten dentro y fuera del hombre.La impureza es la raíz de las enfermedades del alma.
Los males morales tienen otros nombres: orgullo, codicia y sensualidad.
Cuando se alcanza la perfección con estas tres fieras que lo destrozan, – y aun así el hombre las busca con loca ansiedad, –
el alma queda totalmente separada de Dios.La muerte y el dolor entraron en el mundo por envidia del Demonio.
Pero Dios no es autor, ni de la muerte, ni del dolor.
Y no se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor.
Y desde entonces el dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre,por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir.
¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.

El hombre dominado por Satanás ya no piensa, es un autómata controlado por la tecnología del Anticristo
LA EVOLUCION DEL PECADO.
Adán y Eva faltaron al primero de los Mandamientos dados por Dios y pecaron contra el Amor a Él, con la Desobediencia.
Pero NO pecaron contra el prójimo y en lugar de maldecir a Caín,
Lloraron por igual sobre el hijo muerto en la carne: Abel.
Y sobre el hijo muerto en el espíritu por el fratricidio.
Así pues, continuaron siendo hijos de Dios, junto con sus descendientes venidos después de este dolor.
Caín pecó contra el amor a Dios y contra el amor al prójimo. Infringió por completo el amor.Dios le maldijo y Caín no se arrepintió.
Por eso él y sus hijos, NO fueron más que hijos del animal llamado hombre.
Si el primer pecado de Adán produjo tal decadencia en el hombre: ¿Qué grado de decadencia no habrá producido en el segundo, al que además acompañaba la maldición divina?
¿Qué variedad de formas de pecar no se habrán desatado en el corazón del hombre-animal, al estar totalmente privado de Dios?
¿Y qué virulencia habrán alcanzado después de que Caín no solo escuchó el consejo del Maldito, sino que lo abrazó como dueño querido, asesinando por órdenes del mismo?El desgaje de aquella rama, envenenada por la posesión diabólica, evolucionó de mil maneras.
En donde no está Dios, está Satanás.
Cuando el hombre ya no tiene el alma viva, se transforma en un hombre-animal.
EL BRUTO, AMA A LOS BRUTOS. La lujuria carnal al estar aferrada y soliviantada por Satanás, le desata la avidez por todas las uniones,
presentándole atractivo y seductor, lo que en realidad es horrendo como un íncubo.
Lo lícito ya no le satisface, por parecerle muy poco.
Y fuera de sí por la lujuria, busca lo ILÍCITO;
llegando a tener monstruos por hijos e hijas.Son los monstruos que por el poderío de sus formas, su salvaje belleza y su ardor bestial,
frutos de la unión de Caín con los brutos y de los brutísimos hijos de Caín con las fieras,
Insaciables en su sensualidad al hallarse abrasados por el fuego de Satanás.
DE ELLOS SON LOS RASTROS SIMIESCOS,
QUE LLAMAN LA ATENCIÓN DE LOS CIENTÍFICOS,INDUCIENDO AL ERROR.
El hombre desatina con las líneas somáticas y los ángulos cigomáticos.
Y no queriendo admitir a un Creador por ser excesivamente soberbio para reconocer haber sido hecho.
Admite la descendencia de los brutos para así poder decir:
“Por nosotros mismos hemos evolucionado de animales a hombres. Es el esfuerzo de superación.”Y así el hombre prefiere auto degradarse, por NO querer humillarse ante Dios.
De este modo perdió el hombre la perfección de la belleza física y vino la variedad de las razas.
En los tiempos de la primera corrupción, tuvo el aspecto de animal. Ahora ha adquirido esa apariencia en la mente y en el corazón.
Y en su alma, por su cada vez más profunda unión con el Mal; ha tomado en demasiados, el rostro de Satanás,Borrando casi totalmente la semejanza con Dios y quedando solo el hombre-animal, guiado por los más bestiales instintos.
La prevaricación trastornó el orden con el más desconcertante desorden
y destruyó el Plan Estupendo de Dios, cambiando totalmente la condición del hombre.
Satanás finalmente logró su objetivo y se apoderó del hombre,
sobre el cual desahoga su odio, su veneno y sus desenfrenadas y desesperadas pasiones.Al hombre rico, sabio, fuerte, feliz, inmortal y libre;
Lo convirtió en pobre, ignorante, débil, infeliz, mortal y esclavo, atormentado por su implacable Verdugo.
A la felicidad del Paraíso Terrenal, siguió la infelicidad del exilio.
A la Luz, siguieron las Tinieblas de la ignorancia, al grado de perder su propia identidad.
El Amor fue sustituido por el Odio. Al Bien para el que el hombre fue creado, se prefiere el Mal con toda su gama de manifestaciones.
A la Vida Eterna, finalidad de la Creación, se prefiere la Muerte Eterna, en la abismal desesperación del Infierno. Dios, a cambio del Amor sin límites que ha dado al hombre, recibe un tremendo insulto:
El desprecio absoluto por parte del ser humano, que en una monstruosa ingratitud se niega a reconocerlo y a amarlo.
La Humanidad ha pecado con el Deicidio, en el Pueblo Elegido, el Pueblo de Dios. El hombre se niega a reconocer al Salvador y LO MATA, porque no le gusta lo que Él ha venido a decir.
Y por no arrodillarse ante Dios hecho Hombre, negándole la Adoración que le corresponde;
lo convierte en el Redentor; cumpliendo en esta forma el Plan Admirable de Dios.
Y después del Deicidio cometido por los sacerdotes de Israel; los fomes del mal prosperaron cada vez más fuertes…Hasta que el hombre ha llegado a la perfección de la Maldad y la Perversión, en el más refinado satanismo.
La Noche de la Negación de Dios cubre ahora todo el mundo.
Los corazones están endurecidos por el egoísmo y por el odio que prevalecen en todas partes.
La inocencia de los niños es contaminada y profanada.
El mundo se aleja cada vez más de Dios y se ha caído en el engañoso espejismo de creer poder prescindir de Él,
Construyendo una civilización materialista, que se niega a aceptar el pecado como un mal y haciendo al alma incapaz para el arrepentimiento, totalmente sordos a las voces del Cielo.
Satanás es el tirano que con las cadenas del pecado, arrastra al hombre hacia donde él quiere.Los impulsos del Pecado son el egoísmo y el odio, los dos enemigos acérrimos del Amor.
Tientan con recompensas, amenazan con represalias, indagan, señalan y preparan asechanzas, para dañar al prójimo.
Así es como se realizan toda clase de crímenes.
El hombre siempre se envilece cuando sirve al pecado. El alma corrompida empuja la carne a pecados obscenos, que envejecen y deforman.
El vicioso jamás es verdaderamente feliz. Porque en las glotonerías y en el ocio, el cuerpo disfruta, pero el alma languidece.
Los culpables aunque lo nieguen, sufren; porque el pecado enferma el alma y hiere al espíritu.
Y nadie puede herirse a sí mismo, sin causarse dolor.El pecador NO CONOCE LA PAZ en su corazón.
Todo pecado es una enfermedad y hay algunos que provocan la muerte inclusive física. Las bendiciones de Dios son destruidas por el pecado y la alegría se acaba. Toda acción mala, quita la paz.
El alma pecadora siente cansancio y tedio, se aburre pronto de todo.Y NO conoce el júbilo del verdadero amor, sintiendo dentro de sí un verdadero quebrantamiento.
El alma enferma por el pecado hace que muera el espíritu;
El cual se convierte en instrumento de Satanás, para infligir daño a los demás, en la decadencia de un círculo perfecto de Maldad y de Odio.
El pecado enferma al alma con un cáncer que carcome y destruye peor que la lepra.
El cáncer del cuerpo se queda en la tierra, pero el pecado permanece por toda la eternidad.
El espíritu muerto por el pecado es totalmente dominado por Satanás.
Quién toma ‘posesión espiritual’ del templo viviente que es el hombre, quién es lanzado a cometer verdaderas aberraciones que lo angustian y de las cuales quisiera verse libre.
Pero cada vez comprueba dolorosamente y muchas veces sin comprenderlo ¿Por qué NO PUEDE hacerlo?…
LA ESCLAVITUD DEL PECADO.
Entre los ángeles hay diferentes jerarquías: ángeles, arcángeles, etc. Entre los demonios también las hay. Jesús también especificó una distinción entre los demonios y los espíritus inmundos.
Los demonios son los ángeles caídos que no supieron retener su condición.
Los espíritus inmundos son generados por los pecados de los hombres.
El pecado consumado y convertido en vicio, fortalece y vitaliza a estos espíritus generados por la maldad humana.
Llegan a agigantarse a tal grado que toman un dominio total del hombre, hasta esclavizarlo de una manera absoluta.
El alma fue creada para volver a unirse con Dios. Y cuando la libre voluntad del hombre decide unirla al pecado, se produce un místico adulterio espiritual.
La lujuria de la mente es la soberbia.
Fue el pecado de Satanás que se burló de Dios, llevándole a creerse superior a Él.
La mente del soberbio fornica con Satanás, contra Dios y contra el Amor.
La lujuria del corazón es la ambición de las riquezas y del poder.
Es la que odia a Jesús y a su Evangelio,
porque Él ha acabado con ella en el corazón de los que aprenden a amar a Dios.
La lujuria carnal empuja al cuerpo a vivir esclavizado como un animal. Y sus instintos lo gobiernan en satánica tiranía, por infames placeres.
Esta es la Triple Concupiscencia que destruye al hombre manteniéndolo alejado de Dios.
El alma muere si se le mantiene apartada de Dios.
Dios es Amor. Privada de su fuente el Amor, el alma pierde la capacidad de amar y a pesar de todos los esfuerzos, la felicidad se vuelve más inaccesible cada día.
El odio y la amargura envuelven al alma que busca inútilmente un alivio.
El hombre privado de Dios por una vida llena de pecado, lo que lleva a cabo es un suicidio espiritual, porque en un loco e insensato deseo de vivir para sí, en el egoísmo desenfrenado, se priva de lo que viene a ser su misma vida: el Amor.
Y en el vacío resultante, la búsqueda incesante de paliativos, lo hunden en el vicio y en el error. Cuando se vive solamente para la materia, el cuerpo se vuelve lo más importante.
Y por darle satisfacción a la carne, el hombre muere sin darse cuenta de que está muriendo en su parte más importante: la espiritual.
El que mata el amor, mata la paz. La inquietud resultante es la prueba de que las almas están moribundas, que languidecen por el hambre de Dios.
Hambre que solo podrá ser saciada en la Fuente del Agua Viva: el Verbo Encarnado.
Y en su Palabra: el Evangelio.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
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75.- LA ÚLTIMA LLAMADA…
Prócoro vaga por los jardines sin saber qué hacer, ni a donde ir. Se siente impotente, débil, viejo y enfermo.
Tropieza con despojos humanos parcialmente quemados. Contra antorchas todavía encendidas, de las cuales brotan chispas.
Como animal acorralado mira hacia todos lados, con ojos extraviados.
Los jardines están casi totalmente en tinieblas.
Sólo la luna ilumina y vuelve más macabros los cadáveres carbonizados.
Finalmente regresa a la fuente, al lado donde estuviera el poste que fuera el patíbulo de Mauro.
Y allí se arrodilla llorando con profundo dolor.
Entonces siente que una mano le toca el hombro y al volverse ve a un desconocido,
Al que le pregunta aterrorizado:
– ¿Quién eres tú?
El bondadoso anciano le contesta:
– Pablo de Tarso.
El griego sollozando dice:
– ¡Oh! ¡Eres tú!… ¡Estoy condenado! ¿Qué deseas?
El apóstol le contesta con inmensa compasión:
– Salvarte.
Prócoro se apoyó contra un árbol…
Y dijo completamente desconsolado:
– Para mí ya no hay salvación.
– ¿Acaso no has oído sobre el ladrón crucificado del que Jesús tuvo compasión?
Prócoro gritó llorando:
– ¡Pero tú no sabes lo que yo hice!…
– Fui testigo de tus sufrimientos. Y escuché la declaración de la verdad.
– ¡Oh, Dios!…
– Y si un siervo de Cristo, en la hora del martirio y de la muerte ha perdonado tus agravios,
¿Por qué no habrá de perdonarlos el Mismo Cristo?
Prócoro se tomó la cabeza con las manos, en un ademán desesperado…
Y exclamó:
– ¡Oh! ¡Si Él quisiera perdonarme!
¡Perdón para mí!… ¡Perdón…! –y su llanto aumentó.
– Nuestro Dios es un Dios de Amor y Misericordia. Su Infinita Bondad supera con su Gracia nuestros errores, cuando tenemos arrepentimiento.
Prócoro repitió asombrado y con inmenso dolor:
– ¿Perdón para mí?
– Apóyate en mí y acompáñame.
Pablo lo lleva consigo hasta una banca de mármol.
Y se sientan envueltos por el silencio de la noche y el rumor del agua de la fuente.
El Apóstol repite:
– Nuestro Dios es un Dios de Misericordia. Si te pusieras a la orilla del mar a echar guijarros, ¿Podrías llegar a colmar sus profundidades?
Pues en verdad te digo que la Misericordia de Dios es como el océano y en su Sangre Preciosísima se lavan nuestras culpas.
Los delitos y los pecados de los hombres, Él los hunde como guijarros en el Mar de su Misericordia. Cristo es nuestro Salvador.
Tú has sufrido y te arrepentiste al pie del patíbulo de Mauro.
Cristo ha sido testigo de tu abatimiento.
Y sin pensar en lo que te pudiera suceder, declaraste la verdad y Cristo no ha olvidado tus palabras.
Lo importante es el arrepentimiento. Cuando éste es verdadero, Dios perdona.
Yo soy el hombre que aborrecía a Jesús y persiguió a sus seguidores.
Yo también fui verdugo de los cristianos. A Jesús no le conocía y tampoco le amaba.
Yo no creía en Él, hasta el día que se me manifestó en el Camino de Damasco, cuando iba decidido a destruir a sus elegidos.
Desde ese bendito día, Él ha sido para mí la Misericordia. Ahora te está llamando a ti.
Sí le odiaste, cuando Él te amaba. Si le perseguiste en los que Él amaba.
Si le destruiste en sus confesores, Él te amaba y te sigue amando.
Más ahora, porque con tu arrepentimiento, Él quiere perdonarte y salvarte.
Un inmenso dolor laceró hasta lo más profundo del alma y el corazón de Prócoro y al mismo tiempo renació la esperanza.
¡ÉL PODÍA SER PERDONADO!
Él, que se siente culpable de la muerte de todos y cada uno de aquellos benditos mártires, que por una venganza estúpida, había crecido como una avalancha…
¡Destruyendo la vida de tantos millares de inocentes!
Y un sollozo que parece ahogarlo, agita el pecho de aquel infortunado ser humano…
Que fue el instrumento perfecto para detonar la venganza de Satanás: el Verdadero Verdugo y Destructor de la Iglesia.
Pero Pablo sí pudo llegar a aquella alma.
El arrepentimiento con sus lágrimas humildes, es el primer lavado de las almas.
Pablo vio el dolor lacerante de aquel miserable y recordó su propia y dolorosísima experiencia…
Después de un largo momento, dijo:
– Cristo me acercó a ti. Él me ha ordenado que agrupe a las almas en nombre del Amor y yo estoy siempre a su servicio.
Tú te consideras condenado, más yo te digo: cree en Él y te salvarás.
Tú piensas que él te odia por tu gran pecado y por todos los demás pecados que ahora te abruman, pero yo te repito que en Él no hay otra cosa,
Más que Amor para ti EL TE AMA TAL COMO ERES EN ESTE MOMENTO.
Antes de que yo le poseyera, en mí solo había maldad, la cual vivía en mi corazón y me impulsaba en mis obras.
Ahora Jesucristo es para mí, todo. Y sólo en Él, está el refugio y el consuelo.
Él solo ve tu pesar por el daño que has causado y tu aflicción inconsciente aunque tú no lo sepas, por el daño a tu propia alma.
Haz a un lado tus temores y levanta tu cara.
Si tú lo quieres, Jesucristo te perdona y te eleva hasta Sí.
Prócoro se ha llenado de esperanza….
Y exclama:
– ¡Sí! Si lo quiero. ¡Quiero su Perdón!…Quiero su perdón… –y llora como un niño.
Pablo lo toma de la mano y lo conduce hasta la fuente, cuyos plateados raudales brillan con sus reflejos a la luz de la luna, que como una pequeña cuña, apenas ilumina aquel lugar.
Reina el silencio y los jardines están vacíos.
Prócoro se arrodilla sin dejar de llorar, junto al lugar donde estuvo el poste donde Mauro fue martirizado.
Mientras tanto Pablo ora en silencio, con sus manos levantadas hacia el cielo estrellado.
Y luego con el rostro radiante y como obedeciendo a una orden recibida, se dirige a la fuente.
Bendice el agua y con el hueco de sus manos, toma un poco y la derrama sobre el viejo que llora inconsolable.
Y dice con voz solemne:
– ¡Prócoro, yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo! Amén.
El griego levanta los brazos.
Continúa arrodillado y ora por largo rato, en silencio y con el rostro bañado por sus lágrimas…
Enseguida Pablo saca de entre sus ropas, una bolsa de precioso paño que contiene el Pan consagrado.
Y partiendo un pedazo ora, la da al griego…
Y pronuncia las palabras de la Comunión:
– Este es el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Dios que se hizo Hombre y murió para salvarte… Convirtiéndose en Alimento para sus confesores…
Prócoro levanta su cara bañada en llanto…
Y recibiéndola en la boca contesta:
– Bendito sea su Santo Nombre. Yo lo recibo… Amén
A continuación se postra con el rostro en tierra y ora en silencio.
Pasa el tiempo y se escucha el canto de los gallos.
Entonces Prócoro pregunta con voz trémula:
– ¿Qué debo hacer antes de morir?
Pablo le contesta contundente:
– Ten Fe y atestigua la Verdad.
El griego le toma la mano al apóstol y se la besa.
Luego se levanta y los dos salen juntos. En el camino se separan y se van por diferentes rumbos.
Cuando Prócoro llega a su casa, antes de entrar, los pretorianos lo arrestan y lo llevan al palacio de Tiberio.
El César se retiró a descansar, pero Tigelino lo está esperando…
Y al verlo sentenció:
– Has cometido un crimen de lesa majestad. De esta traición, no podrás escapar al castigo.
Pero si declaras mañana en el Anfiteatro, que estabas borracho y trastornado.
Y que los autores de la conflagración fueron los cristianos…
Tu castigo se limitará a los azotes y al destierro. –concluye Tigelino con aire engañoso.
Prócoro contestó con serenidad:
– No puedo hacer eso.
Tigelino se acercó a él con paso lento y su voz es contenida,
Y aterradora:
– ¿Cómo? ¡Maldito perro griego!
¿Dices que no puedes hacerlo? ¡Entonces no estabas borracho!… Y parece que no comprendes el castigo que te espera. ¡Mira!
Y señala en el extremo del atrium a cuatro fornidos esclavos que junto con los verdugos, lo esperan con los instrumentos del tormento en las manos.
Pero Prócoro contesta:
– ¡No puedo!
La Ira se apodera de Tigelino, pero se contiene.
Y dice con una amenaza mortal:
– Te llevaré a los calabozos de Calígula.
¿Recuerdas los tormentos de los primeros cristianos? Yo personalmente vigilaré tu tortura…
El viejo palidece, pero contesta con firmeza:
– Yo también soy cristiano y Jesús es Mi Señor y Mi Dios.
Tigelino lo mira con asombro y exclama:
– ¡Perro nauseabundo! ¡Te has vuelto loco de verdad!
Y totalmente furioso, le toma de la barba con una mano y le amenaza:
– ¡Te retractarás! ¡Te juro por Júpiter, que te retractarás! – y le arrojó al piso.
Prócoro contestó desde el piso:
– ¡No puedo!
Totalmente lívido, temblando de rabia…
Tigelino ordenó a sus esbirros:
– ¡Llevadle al tormento!
Ante esta sentencia, los tracios se apoderan del viejo y le arrastran hasta los sótanos del Palacio….
Después de haberlo atormentado,
Tigelino vuelve a preguntarle:
– ¿Te retractarás?
Prócoro insistió:
– ¡No puedo!
Tigelino ordena suspender el tormento.
Impotente, se pasea de un lado a otro de la estancia, con el rostro descompuesto por la Ira.
Y luego, con el semblante iluminado por una nueva idea y una diabólica sonrisa, ordenó:
– ¡Arrancadle la lengua!
Y el tormento continuó…
Al principio, Haloto anunció que el César no asistiría.
Pero luego, Nerón cambia de opinión ante los persuasivos argumentos del favorito.
Tigelino le manifestó:
– Divinidad, después de lo ocurrido en los jardines, es más imperioso tu deber de presentarte ante el pueblo.
Te aseguro que esta vez, el esclavo crucificado no te insultará.
Entonces se promueve otro banquete en los jardines imperiales.
Al día siguiente está atestada la casa de Tiberio.
Los augustanos, senadores y los de la Orden Ecuestre, asisten todos. No solo por el espectáculo ofrecido, sino porque están deseosos de mostrar su adhesión al César.
Porque el protagonista es Prócoro, de quién está hablando Roma entera…
Y se rumora que después de la espectacular acusación del griego, se había apoderado de Nerón tal frenesí, que no había dormido…
Y que es atormentado por visiones pavorosas y por eso ha anunciado su viaje a Acaya.
Pero otros afirman lo contrario y que ahora está decidido a desplegar mayor crueldad contra los cristianos.
Otros auguran que la acusación lanzada por Prócoro a la cara del César, podrá tener las más desastrosas consecuencias.
Y hay quienes también por humanidad, ruegan a Tigelino, que ponga fin a las persecuciones.
Cornelio Flavio le dice:
– Ved las repercusiones. Habéis querido desviar la cólera del pueblo y convencerle de que estabais castigando a los culpables. Y el resultado ha sido contraproducente.
Valerio Mesala confirmó:
– ¡Cierto! Todos dicen ahora que los cristianos son inocentes.
Nerva agregó:
– Y si a eso llamáis habilidad, Prócoro tuvo razón cuando afirmó que el cerebro de todos vosotros, cabía en la cáscara de una nuez.
Quinto Pomponio añadió:
– Lo mejor es terminar con todo esto.
Si dejáis en paz a los cristianos. Todo esto terminará por olvidarse.
Tigelino se volvió hacia ellos y dijo:
– Cornelio Flavio, entre el pueblo se rumora también, que tu hija Priscilla ha sustraído a sus esclavos cristianos, a la justicia del César. Y lo mismo cuentan de tu esposa, Mesala.
Flavio replicó lleno de alarma:
– ¡Eso no es cierto!
Valerio exclamó, no menos sobresaltado:
– Vuestras mujeres divorciadas quieren perder a mi esposa.
Pero otros hablan de Prócoro Quironio.
Marcial preguntó:
– ¿Qué le sucedió? Él fue quien entregó a los cristianos en poder de Tigelino.
Lucano agregó:
– De mendigo pasó a ser un hombre opulento.
Hubiera podido terminar sus días en la mayor tranquilidad.
Trhaseas exclamó:
– ¡Es un hombre desconcertante!
Vitelio dijo:
– También pudo contar con unos espléndidos funerales. ¡Pero no!
Plinio movió la cabeza y dijo:
– ¡De repente abandona todo y decide perderse!
Haloto declaró:
– ¡Definitivamente se ha vuelto loco!…
Tigelino respondió:
– No está loco. Se convirtió en cristiano.
Plinio exclamó:
– ¡Imposible!
Séneca sentenció:
– ¡Os lo he dicho ya! Exterminad a los cristianos si queréis.
Pero creedme: No podréis vencer a su Dios.
Trhaseas se impacientó:
– ¡Después de lo que hemos visto!… ¡Por Cástor!
¿Acaso no comprendéis? Mirad lo que está sucediendo…
Marcial aconsejó:
– Yo no he incendiado a Roma. Pero si el César lo permitiese ofrecería inmediatamente una hecatombe a esa Divinidad, para desagraviarlo.
Séneca añadió:
– ¡Y todos deberíais hacer lo mismo! ¡Hemos visto su Poder! ¡Con ese Dios, no se juega!
Y Petronio concluyó:
– Tigelino rió el otro día, cuando aseguré que estaban armándose.
Y ahora os afirmo: ¡Están triunfando!
Varias voces preguntaron al mismo tiempo:
– ¡Qué!
– ¿Cómo es eso?
– ¿Por qué dices eso?
Petronio confirmó:
– ¡Por Zeus! ¡Así es!
Porque si un hombre como Prócoro no ha sido capaz de resistirles… ¿Quién lo hará?
Si pensáis que después de cada uno de estos espectáculos, no aumentará el número de cristianos, mejor buscad otro oficio.
Acaso entonces logréis informaros mejor de lo que piensa el pueblo y de lo que está pasando en la ciudad…
Varios exclaman al mismo tiempo:
– ¡Por Pólux!
– ¡Este Dios es Increíble!
– ¡Muy poderoso entre los cristianos!
– ¡Y también nos lo ha demostrado a nosotros!
– ¡Están triunfando!
– ¡Petronio dice la verdad!
Y preguntan:
– ¿Y qué opinas tú en conclusión?
Entonces Valerio Mesala se acercó a Petronio,
Y le preguntó:
– Sí. Dinos lo que piensas.
Petronio respondió:
– Concluyo por donde habéis empezado vosotros. Creo que ya se ha derramado demasiada sangre.
Tigelino lo miró burlón y con una ironía cruel, le dijo:
– ¡Eh!… ¡Todavía falta otra poca!…
Petronio le contestó con desdén:
– Si tu cabeza no basta. Veo que en tu bastón hay más.
El Prefecto de los pretorianos miró con asombro su bastón de marfil y efectivamente, está manchado con la sangre del griego.
Pero la llegada del César interrumpió esta conversación.
Y encabezó la comitiva en compañía de Pitágoras.
Van hacia donde acondicionaron un escenario, para ver el espectáculo.
Inmediatamente después da principio la representación de un drama al cual casi nadie presta atención porque el ánimo de los concurrentes, está expectante con Prócoro.
El público, familiarizado ya con la sangre y la tortura, se muestra fastidiado.
Y empieza a silbar y a gritar frases poco halagadoras para la corte.
La obra se acelera y al fin llega el momento culminante:
Los esclavos llevan una cruz de madera tan baja, que un oso parado sobre sus patas traseras puede alcanzar fácilmente el pecho y la cabeza del ajusticiado.
Enseguida dos hombres arrastran a Prócoro, ya que no puede caminar, pues en la tortura le quebraron las piernas…
Y lo enclavaron en la Cruz con rapidez.
Y solo hasta que la cruz quedó colocada en su sitio, fue que todos pudieron ver al augustano caído en desgracia…
Pero muy poco queda reconocible en aquel hombre torturado, del antiguo Prócoro.
Su rostro está más blanco que la cera y su barba cana se ve ensangrentada, después que le arrancaran la lengua.
Aquel cuerpo delgado es un amasijo tumefacto, que por entre los desgarros de las costillas, muestra como respiran sus pulmones.
Lo que está a la vista de todos, es el cuerpo desnudo de un anciano decrépito y agonizante.
La mirada del griego había sido muy desconfiada.
En su rostro vigilante y receloso se veían siempre reflejadas, la incertidumbre y la alarma.
Y ahora…
Es un rostro luminoso como el de otros cristianos, que fueron sacrificados en el Circo…
Se han acondicionado dos vallados alrededor del escenario, que desde distintas direcciones confluyen al sitio en donde está el patíbulo del augustano en desgracia.
A través de ellos, primero sueltan un león y un minuto después a un tigre.
Son fieras que llevan varios días sin comer y las cuales husmean el aire por el olor de la sangre.
Pero de pronto y de manera inexplicable…
Los dos se dirigen hacia el ajusticiado y se echan a un lado de la cruz, como si fueran una inesperada guardia real.
Inmediatamente son soltados otro par de fieras.
Un león Blanco que después de una escena similar.
Levanta su impresionante cabeza y… ¡Bosteza!…
Luego se echa del otro lado de la cruz aumentando el inusitado cortejo.
Y con la impresionante pantera,
lo único que pasó fue que aumentó el número de fieras convertidas en mansos guardias.
El público contempla impactado la increíble escena.
Muchos miran con la boca abierta por el asombro más absoluto, sin poder comprender lo que está sucediendo.
Entre ellos el mismo emperador.
Por último sueltan un oso que llega hasta el patíbulo de Prócoro y mueve de un lado a otro la cabeza sin levantarla del suelo, como si buscara algo.
Y husmea el aire por el olor de la sangre…
Es evidente que está muy hambriento y cuando ve la cruz y la presa que le espera en ella, se aproxima.
Se alza sobre sus patas traseras…
Y de repente se echa a los pies de la cruz, como un perro a los pies de su amo.
Séneca exclamó:
– ¡Si después de esto, NO admitís que este Dios NO PUEDE SER VENCIDO!
Nada os convencerá…
Cornelio Flavio:
– ¡Después de lo que hemos visto!…
Marcial:
– ¡Por Cástor!
Babilo el astrólogo:
– ¡Esto es imposible!
Valerio Mesala:
– ¿Acaso no comprendéis?
Petronio:
– ¡Vaya que están triunfando!
Lucano:
– Mirad lo que está sucediendo…
Pitágoras:
– ¡Este Dios es…!
Plinio:
– ¡Indescriptible!
Marco Aurelio está dichosísimo.
Pues todos estos acontecimientos, están renovando su esperanza…
¡Jesús es el Dios de los Milagros!
Unos esclavos azuzaron al oso con sus gritos y una vara larga.
El animal se levantó enfurecido y se paró frente a ellos.
Abrió sus enormes fauces y lanzó un rugido aterrador. Por un momento pareció que se arrojaría sobre ellos…
Parado sobre sus patas traseras, miró desafiante a todos…
Lanzó otro rugido impresionante y volviéndose a poner en cuatro patas…
Regresó lentamente hacia la cruz, donde volvió a acomodarse como si la custodiara.
Tigelino se muerde los labios, furioso.
En Haloto puede más su crueldad que su asombro…
Y piensa desesperado en el imprevisible desarrollo de una representación que NO estaba planeada para esto…
El ánimo de los presentes se divide, aunque todos están pasmados por igual…
Ver a las impresionantes fieras, comportarse como si fueran animales amaestrados es algo difícil de asimilar…
Nerón está paralizado por el asombro, pero NO está dispuesto a doblegarse…
Y todavía falta el desenlace de este drama tan singular…
En el semblante de Prócoro hay una expresión llena de paz y alegría.
Sus ojos miran hacia el cielo y su cara está luminosa y radiante, porque sus ojos están mirando a un heraldo celestial…
Que desciende y…
La multitud asombrada guarda silencio y una sonrisa se dibuja en el rostro del mártir.
Luego abre su boca ensangrentada…
Y todos pueden ver una oquedad sanguinolenta y sin lengua…
Y una Voz retumbante y poderosa, que nadie reconoció como la suya…
Declaró:
– El Señor Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero, Resucitó.
Y Él vendrá con toda su Majestad como Rey Vencedor
Y como Sol de Justicia para TODAS las Naciones de la Tierra.
Y Juzgará a los vivos y a los muertos.
Esperadle…
¡Bienaventurados los que estén PREPARADOS..!
ÉSTA ES:
LA ÚLTIMA LLAMADA…
De los ojos de Prócoro se deslizan lágrimas de felicidad y de agradecimiento.
Corren por sus pálidas mejillas y se mezclan con la sangre de su barba.
Luego su cuerpo se estremece visiblemente con un estertor final…
Y expiró.
Nerón se levanta colérico y se retira sin decir una sola palabra, acompañado de Pitágoras.
Todos los augustanos se quedan paralizados por unos momentos…
Y luego se apresuran a seguir a su emperador.
Tigelino ordena la distribución de premios entre los del pueblo.
Y finalmente los arqueros mataron a las fieras,
porque nadie se pudo acercar a retirar el cuerpo del griego, ya que los animales NO se movieron de allí…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
15.- EL BANQUETE
Los invitados siguen afluyendo desde el Vicus Apollinis.
Hay muchos personajes de otros países y sus ricas y coloridas vestiduras permiten adivinar su origen.
Se ven rostros oscuros y atezados; como la cara negra de un numídico con su yelmo adornado con plumas multicolores y grandes aros de oro en las orejas.
El rumor de las conversaciones crece, mezclado con el murmullo de las fuentes, al caer el agua sobre el mármol.
Actea suspende su narración y Alexandra contempla a la multitud con ojos expectantes y llenos de anhelo, como si buscase algo.
Avanza un grupo de cónsules y de senadores, en alegre algarabía…
De pronto su rostro se cubre de rubor al ver destacarse entre las columnas, las elegantes figuras de Marco Aurelio y de Petronio, que se dirigen al Gran Triclinium.
Gallardos y tranquilos como dioses; envueltos en sus blancas togas.
Al ver Alexandra aquellos dos rostros conocidos y especialmente al ver a Marco Aurelio, le pareció como si un gran peso se desprendiera de su corazón…
Y dejó de sentirse sola. La añoranza por regresar a la casa de Publio, dejó de ser dolorosa…
Lo único que prevaleció, fue el deseo de estar junto a Marco Aurelio y hablar con él.
La sola idea de que pronto iba a escuchar de nuevo su maravillosa voz que le había hablado de amor y de una felicidad digna de los dioses; en palabras que aún resonaban en sus oídos como una dulce melodía, inundó su corazón de júbilo, pero también de miedo…
Le pareció como una especie de traición el querer estar con Marco Aurelio, por sobre todo lo demás.
Por un momento sintió deseos de llorar…Pero Actea, en ese mismo instante la tomó de la mano y la llevó a través de los departamentos interiores del palacio, hasta el Gran Triclinium, en donde todo estaba listo para la fiesta.
Entonces una intensa emoción la invadió toda. Su corazón se aceleró como un caballo desbocado y casi le cortaba el aliento.
Una sensación extraña pero deliciosa, le aleteaba en el estómago y casi le dio vértigo.
Una dulce embriaguez la hace sentir como si flotase en un sueño o en una película de cámara lenta… Todo a su alrededor adquiere un tinte irreal…Vio un enorme y majestuoso salón. Miles de lámparas brillan sobre las mesas y penden de las paredes.
Parece venir de muy lejos la voz de Actea que la hace sentarse ante una mesa y ocupa un lugar a su lado.Luego se oyen las aclamaciones con que los invitados acogen al emperador.
Ella no puede creer el verlo tan cerca y tan magníficamente ataviado; sonriendo complacido por el recibimiento.
Las aclamaciones la ensordecen. Y el lujo deslumbrante la tiene pasmada.
La embriagan los perfumes y ya casi ha perdido la conciencia de sí misma, totalmente asombrada por lo que hay a su alrededor.
No se da cuenta, hasta que una voz que reconoce enseguida y casi le paraliza el corazón, se oye detrás de ella:
– ¡Salve a la más hermosa de las vírgenes de la tierra! ¡Salve a ti, divina Alexandra!
Ella, sorprendida, volteó…Marco Aurelio está a su lado, mirándola totalmente fascinado…
Se ha quitado la toga. Su cuerpo atlético está cubierto por una túnica escarlata sin mangas; con delicados dibujos bordados con hilos de plata.
Sus brazos suaves y musculosos, brazos de soldado acostumbrado a la espada y al escudo, están adornados con dos brazaletes de oro, sujetos alrededor y más arriba de los codos. Lleva en la cabeza una guirnalda de rosas.
Ella lo mira a su vez… y ve su hermoso rostro sonriente, sus grandes ojos castaños y su tez morena clara.
Con su espléndida y varonil belleza, Marco Aurelio es la personificación de la juventud y la fuerza.
Y su personalidad es tan avasalladora, que apenas puede contestar:
– Salve, Marco.
– ¡Estoy tan feliz de volver a verte! … De oírte… de tenerte tan cerca… ¡Eres más hermosa que Venus Afrodita! ¡Oh, diosa mía! No puede evitar recordarla como la imaginó en el estanque de la casa de Publio, cuando la viera por primera vez…
Y contempla a Alexandra totalmente embelesado. Como si quisiera beberse su aliento y hundirse en sus ojos de mar…
Y su fascinación aumenta gradualmente, conforme desliza lentamente la mirada de su rostro a su cuello, a sus brazos desnudos.
Acariciándola sin tocarla, en los exquisitos contornos del escultural cuerpo de la doncella que le ha robado el corazón.
La admira envolviéndola con el ardiente deseo de poseerla.
La imagina sin esas vestiduras y totalmente lista para recibirlo.
Sueña con un anhelo casi doloroso, con escuchar de sus labios que lo ama y lo desea tanto como él a ella…Con un anhelo irradiante de felicidad, de amor y un arrebatamiento casi imposible de reprimir; como el que lo envuelve en estos momentos…
Con un entusiasmo arrollador, Marco Aurelio exclama:
– Yo sabía que te encontraría en la casa del César. En cuanto te vi me llené de júbilo. Y aquí estoy. ¡Oh, diosa mía! Para adorarte para siempre. ¡Oh, Alexandra, te amo tanto!
Ella lo mira totalmente sorprendida, por esta ardiente confesión que la llena de felicidad, porque aunque ella siente lo mismo que él; también la perturba.
Se contiene y le pregunta acerca de las cosas que no comprende y que la llenan de pavor.
Alexandra inquiere angustiosamente:
– ¡Oh! ¿Por quién supiste que me encontrarías aquí?
Marco Aurelio sonríe comprensivo y trata de tranquilizarla:
– Publio me dijo como te sacaron de su casa.
– ¿Por qué me trajeron a la casa del César?
– El César a nadie le rinde cuentas de sus órdenes.
– ¿Por qué el César me arrebató de la casa de Publio? Tengo mucho miedo…
– Pero te aseguro que no debes temer. Yo personalmente, velaré por ti. Nunca te abandonaré. Tú eres mi razón de vivir.
– Marco Aurelio, todo mi anhelo es regresar a la casa de Publio. Me moriría de dolor si pierdo la esperanza de que Petronio y tú, intercedan en mi favor ante el César.
– Alexandra, tú ni siquiera imaginas cuanto te necesito: con todo mi cuerpo, mi corazón, mi vida y mi espíritu. Y por eso yo mismo velaré por tu cuidado y tu bienestar, porque tú eres la dueña y señora de todo mi ser y de mi persona.
– Tengo mucho miedo…Y aun cuando él habla evasivamente, en su voz palpita la verdad, porque son sinceros sus sentimientos:
– Te adoro, vida mía. Y ya que la casa del César te causa tanto pavor, te prometo que solo permanecerás en ella el tiempo suficiente, mientras hago lo necesario para sacarte de aquí…
– Gracias, Marco. Eres tan gentil…
Alexandra lo toma de la mano y oprimiéndola entre las suyas agrega:
– ¡Cuánto te querrán los Quintiliano por tu bondad! Tanto cuanto yo misma te estaré eternamente agradecida y te amaré…
Marco Aurelio al escucharla, no puede dominar su emoción y le parece que jamás en toda la vida, le será posible resistir a una súplica de Alexandra. Se siente lleno de ternura.
Su belleza esplendorosa le embriaga los sentidos y aviva sus febriles anhelos, haciéndole comprender cuanto ama y le es tan preciosa, esta bellísima doncella a quién en realidad adora como si fuera una deidad…Y al oído de la joven, afluyen todas las intimidades de su corazón y el gran amor que siente por ella, en palabras resonantes como dulces armonías y como el zumo de una vid embriagadora.
A pesar del ruido de la fiesta, la verdad que palpita en las dulces palabras de Marco Aurelio, embriagan a Alexandra como el más delicioso de los licores.
En medio de todas aquellas gentes extrañas, él se ha ido acercando más y más. Amante, fiel y totalmente consagrado a ella con todo su ser.
Antes, en la casa de Publio le había hablado ambiguamente del amor y de la felicidad que puede traer consigo. Pero ahora él le declara abiertamente sus sentimientos y la pasión vibra en sus palabras al describirle cuanto le ama y cuán preciosa es para él, ella en su vida.
Alexandra escucha por primera vez de los labios de un hombre, tales declaraciones.
Y éstas al llegar a sus oídos arpegian como una música fascinante que despierta dentro de su ser una felicidad tan inmensa; que la envuelve con un intenso júbilo y al mismo tiempo, una desconocida inquietud. Sus mejillas ruborizadas arden. Su corazón palpita muy fuerte. Sus labios se entreabren al impulso de un extraño asombro… Está asustada por lo que siente al escucharlo.
Y sin embargo por nada del mundo querría perderse una sola de aquellas palabras maravillosas.
Por momentos baja la mirada y enseguida levanta hacia él, su rostro lleno de timidez, que sin embargo tiene una mirada que parece decir: “¡Prosigue! ¡Por favor no calles! ¡Porque yo siento lo mismo por ti!”
Los acordes de la música, el aroma de las flores y de los perfumes que flotan en el ambiente, le causan un delicioso desmayo y cree estar soñando. Es un sueño maravilloso del que no quiere despertar…
Y sin embargo es una realidad tan palpable, como la cálida mano que aprieta la suya.
En Roma es costumbre el reclinarse en los banquetes. En su casa, Alexandra ocupaba un sitio entre Fabiola y sus hermanos. Ahora es Marco Aurelio el que está reclinado junto a ella y se ve tan hermoso, tan lleno de energía, de amor, de pasión… que ella, al influjo de aquel calor que de él emana, se siente llena de alegría y completamente ruborizada por un deleite hasta ahora desconocido que casi la desvanecen.
Pero la proximidad de la joven hace también su efecto sobre Marco Aurelio.
La contempla totalmente fascinado y el encanto de ella hizo que su corazón latiera con tanta violencia, que él creyó que sus palpitaciones se notan a través de la túnica escarlata.
Con su respiración entrecortada y las palabras temblorosas en sus labios, le es imposible reprimir sus emociones.
Y es porque nunca la había tenido tan cerca de él. Admirando su piel de seda, su belleza deslumbrante. Aspirando su perfume encantador y sintiendo el calor de su cuerpo de alabastro.
¡Oh! Y su boca desquiciante… aquellos labios que parecen la invitación irresistible de un beso embriagador…
Todo esto junto, encendieron una llama y despertaron una sed que corre por toda su sangre y que es vano intentar de apaciguar con vino.Sus ideas empezaron a perturbarse y lo único que impera es apagar aquella sed de amarla, de acariciarla, de poseerla, de besarla hasta hacerla desfallecer entre sus brazos.
Sin poder contenerse más, la tomó del brazo, tal como lo hiciera un día en la casa de Publio y le dijo al oído besándola suavemente en la oreja:
– ¡Te adoro, Alexandra! ¡Mi mujer divina!
Ella se estremeció y un suspiro escapó de su garganta.
Marco siguió acariciando y aspirando con ansia su aroma de flor primaveral. Alexandra tembló en sus brazos, totalmente indefensa ante el mundo de sensaciones nuevas que Marco Aurelio está creando dentro de ella y que ni siquiera sospechaba que pudieran existir.
El amor recorre toda su piel, con escalofríos deliciosos y avasalladores. Asustada por lo que siente, ella trató de resistir:
– Por favor déjame, Marco Aurelio.
Pero él mirándola a los ojos con una infinita ternura, continuó:
– ¡Ámame! ¡Ámame, diosa mía!En ese mismo instante los dos oyeron la voz de Actea, que estaba reclinada al otro lado de Alexandra y decía:
– El César os está mirando.
Marco Aurelio sintió una súbita cólera contra el César y contra Actea: por la interrupción y el rompimiento del encanto. No soporta la idea de que aquel momento maravilloso se quedó suspendido en el tiempo.
Levantó la cabeza por sobre el hombro de Alexandra y después de aspirar profundamente, dijo con ironía a la todavía joven liberta:
– Han pasado ya los días Actea, en que eras tú la que te veías reclinada en los banquetes, al lado del César. Dicen que la ceguera te amenaza ¿Cómo puedes entonces verle ahora?
Actea contesta con suavidad:
– Y sin embargo le veo. Él también es corto de vista y te está mirando a través de su esmeralda pulimentada.
Todo lo que Nerón hace, llama la atención. Y Marco Aurelio se alarmó. Rápidamente tomó el control de sí mismo y se dominó por completo. Sin volver la cabeza y sin cambiar de posición, miró de reojo hacia donde está el César.
Y Alexandra, que al principio del banquete estaba tan deslumbrada, que como entre brumas entrevió a Nerón, al que había olvidado completamente; pues lo único que ocupaba su mente es la presencia y la conversación con Marco Aurelio y no había vuelto ni una sola vez a mirar al emperador.
Ahora volvió sus ojos interrogantes hacia él, paralizada por el miedo.
Actea dice la verdad.
El César está inclinado sobre la mesa, con un ojo medio cerrado y con el otro, mirando a través de una esmeralda redonda y pulimentada, con la cual los observa atentamente.Alexandra se aterrorizó aún más.
Y se aferró a la mano de Marco Aurelio como una niña asustada.
El tiempo parece detenerse y todos los asistentes al banquete parecieran haber quedados como paralizados, bajo el influjo de un extraño hechizo. O al menos a ella le parece así.
Y se quedó mirando al emperador como si hubiera quedado hipnotizada, mientras pasaron por su cerebro una ráfaga de pensamientos: ¿Es éste el terrible, cruel y monstruoso Amo del Mundo?HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA
13.- LA PRUEBA II
EL ORIGEN DEL DOLOR
La Muerte y el Dolor entraron en el Mundo por envidia del Demonio. Pero Dios NO es autor, ni de la muerte, ni del dolor. Y NO se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor. Y desde entonces el Dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre, por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir. ¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: ¡Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.
LA SOBERBIA Y LA EXCUSA.
“La serpiente me engañó”, dijo Eva. “La mujer me presentó el fruto y comí de él”, dijo Adán.” Y desde aquel momento la Concupiscencia Triple se apoderó de los tres reinos del hombre.
No hay más que la Gracia para desprenderse de las fuertes ataduras de este monstruo despiadado. Cometieron el primer acto contra el Amor, con la Soberbia, la Desobediencia, la Desconfianza, la Duda, la Rebelión, la Concupiscencia Espiritual y por último, la Concupiscencia Carnal.
También en las ofensas contra la Ley divina, el hombre pecó antes contra Dios, queriendo ser igual a Dios: ‘dios’ en el conocimiento del Bien y el Mal. Y en la absoluta y por lo mismo ilícita libertad de proceder a su placer y querer contra todo consejo, lo prohibido por Dios.
Después pecaron contra el Amor, amándose desordenadamente, negando a Dios el amor reverencial que le debían. Metiendo el ‘yo’ en el lugar de Dios, odiando a su prójimo futuro: su misma prole, a la cual le procuró la herencia de la Culpa y de la Condena; despojados de todo lo que Dios les había dado.
Por último, pecó contra su dignidad de criatura regia, que había tenido el don del perfecto dominio de los sentidos, rebajándose a sí mismo a un nivel inferior al de las bestias.
¡Bien conocieron después la Ciencia del Bien y del Mal! Con el conocimiento adquirido y la nueva vista por la cual supieron que estaban desnudos, los advirtió de la pérdida de la Gracia que los había hecho felices en su inteligente inocencia; hasta llegar a aquella hora, por la pérdida de la vida sobrenatural.
¡Desnudos! No tanto de vestidos, sino de los dones de Dios.
¡Pobres! Por haber querido ser como Dios.
¡Muertos! Con el espíritu muerto por el Pecado. Por haber temido morir con su especie, si no hubieran procedido directamente.
“Seréis como dioses, conocedores de todo, del Bien y del Mal.”
El apagado silbido de la serpiente, con su sonido cruzó el aire; encontró eco en el corazón del hombre y se fundió a su sangre; para entrar a lo más caro del alma, entronizándose en el altar de su espíritu. Y desde entonces vive perjudicándolo en cuerpo y alma, para obedecer al imperativo de la sangre envenenada por Satanás.
El hombre se equivoca al aplicar valor y significado a las cosas y a las palabras. Ser igual a Dios, ya había sido dado por dote por el Padre Creador. Con una semejanza en la cual no tienen nada que hacer, esto que es carne y sangre; sino en el espíritu. Porque Dios es Ser Espiritual y Perfecto. Y los había hecho grandes en el espíritu. Capaces de alcanzar la perfección mediante la Gracia plena en ellos y la ignorancia del Mal.
Jesús vino a poner las cosas y las palabras en la luz justa. Y con las palabras y los hechos demostró la verdadera grandeza, la verdadera riqueza, la verdadera sabiduría, la verdadera majestad, la verdadera deificación.
Y NO son aquellas que el hombre cree.
LA SENTENCIA DIVINA.
Dios Padre alejó al hombre del Jardín de sus delicias. Ya no podía confiar más en sus hijos. El hombre había querido ser el dueño de todo y se opuso a que Dios fuese el Único Creador. Se marchó a su destierro con su pecado. Era un rey humillado y despojado de sus dones. El Hombre del Paraíso se había convertido en un ser terrenal y mortal.
Su Reino lo perdió en manos del que lo pervirtió.
Satanás lo despojó de lo que Dios le había dado. Y de Amo se convirtió a sí mismo en esclavo, de aquel que había sido destinado a obedecerlo. Y el Dolor y la Muerte entraron a formar parte de la vida humana.
La herida de Eva engendró el Sufrimiento, que no terminará hasta que muera la última pareja sobre la tierra.
EL CASTIGO.
No desproporcionado, sino justo.
Para entenderlo se necesita considerar la perfección de Adán y Eva.
Considerando aquel vértice, se puede medir la magnitud de la caída en aquel abismo de degradación.
Dios respetó la voluntad humana.
El hombre perseveró en su estado de rebelión hacia su Divino Benefactor. Porque no se arrepintió del dolor causado a Dios y todavía mantenía su unión con la mentira. Soberbiamente salió del Edén, después de haber mentido y haber aducido pobres excusas a su pecado.
Se hicieron cinturones de hojas y testimoniaron que se avergonzaban; no por estar desnudos y aparecer tales ante Aquel que los había creado y conservado vestidos solo de Gracia e Inocencia, sino porque eran culpables y tenían miedo de comparecer delante de Dios.
Miedo, sí. Arrepentimiento, NO.
Entonces Dios, después de haberlos expulsado del Edén, protegió con Querubines los umbrales del mismo, para que los dos prevaricadores no regresaran fraudulentamente, para hacer botín de los frutos del Árbol de la Vida, nulificando una parte del justo castigo y defraudando todavía una vez más a Dios de su derecho: aquel de dar y de quitar la vida.
Dios es nuestro Rey y nuestro Padre. No un siervo y menos un esclavo.
Dios es Justo.
Cuando castigó al hombre, NO le quitó la inteligencia, ni la fuerza moral, porque nunca ha dejado de amar al hombre, por más culpable que éste sea.También le dejó al hombre la voluntad soberana, para que éste pudiese llegar a ser dueño de sus pasiones y pudiera controlarlas.
El hombre debió obedecer. Los inocentes eran castos. Sabían amar verdaderamente, con aquella ternura virginal que está en el más ardiente amor materno o en el más ardiente amor filial. O sea, de aquellos dos amores que no tienen atracción sensual y son fortísimos.
Dios habría regulado el amor del hombre por las criaturas nacidas de su santo amor con Eva. Pero Adán y Eva no llegaron a este amor, porque el desorden había corrompido con su veneno, el santo amor de los Progenitores.
CONSECUENCIAS DEL PECADO.
El Enemigo de Dios y del hombre por Odio, hirió mortalmente a la Humanidad y la infectó con el germen del Odio, de los Celos, de la Envidia. Y con esto puso la causa primaria de la división que enfrenta a los hombres el uno contra el otro.
De esta manera fue cosechado el segundo fruto de la maldad del Maligno: el fratricidio de Caín. Y desde entonces el virus de la violencia ha ido aumentando hasta alcanzar proporciones pavorosas, porque cada día crece más la semilla que Lucifer siembra en el corazón del hombre: EL ODIO.
Por un solo hombre entró el Pecado en este mundo y por el pecado, la muerte. Y pudieron penetrar entre las delicias del Edén, turbando el orden, la armonía, el amor; esparciendo su veneno. Corrompiendo el intelecto, voluntad, sentimientos, instintos. Suscitando apetitos culpables, destruyendo la Inocencia y la Gracia, afligiendo al Creador.
Haciendo de las criaturas bienaventuradas, dos infelices; condenados uno. a obtener fatigosamente su pan de la Tierra; que por haber sido maldecida, produce cardos y espinas. Y a la otra, a parir con dolor; a vivir en el dolor y la sujeción del hombre.
Condenados los dos a conocer el dolor del hijo muerto y la vergüenza de ser los padres de un fratricida. Y finalmente a conocer el dolor de morir.
Hasta aquel momento, el veredicto de Dios no había todavía fragmentado la rebelión del hombre, el cual con la fácil adaptación de los animales, se había adaptado rápido a su nuevo destino. No más fácil y alegre como el anterior; pero no privado de gozos humanos que compensaban sus dolores humanos.
Las pasiones de los sentidos se satisfacían en la carne compañera.
La alegría de crear por sí solos nuevas criaturas, -¡Oh, orgullo persistente!-. Ilusionándose con esto, que era el ser iguales a Dios Creador; el dominio sobre los animales, la satisfacción de la cosecha y del bastarse a sí mismos, sin tener que agradecer a nadie.
Alegrías sensuales, pero siempre alegrías. Cuánta oscuridad de vapores de orgullo y de niebla de concupiscencia, perduró obstinada en los dos protervos. La maternidad era obtenida con dolor, pero la alegría de los hijos compensaba aquel dolor. El alimento era obtenido con fatiga, pero el vientre se llenaba igualmente y la gula era satisfecha, porque la tierra estaba colmada de cosas buenas.
La enfermedad y la muerte estaban lejanas. Gozando los cuerpos creados perfectos, de una salud y una virilidad que hacía pensar en una larga vida, aunque no fuese eterna. Se amaban con ternura y con pasión; ya que por su elección al orden sobrenatural; fueron dotados para amar y ellos, sí sabían amar mucho.
Y la soberbia fermentante suscitaba el pensamiento burlón: ¿Dónde pues está el castigo de Dios? Nosotros somos felices también sin Él.
Pero un día, el verde de los campos en los cuales florecían las flores multicolores creadas por Dios, enrojeció con la primera sangre humana vertida sobre la tierra.
Y dio alaridos de dolor la madre del dulce Abel muerto.
Y el padre comprendió que no era vana la amenaza de aquella promesa: “Volverás a la tierra de la cual fuiste sacado, porque eres polvo y al polvo volverás.”
Y Adán murió dos veces: por sí y por su hijo. Porque un padre muere la muerte de su hijo viéndolo agonizar.
Y Eva alumbró con desgarramiento, dando a la tierra el cuerpo exánime de su predilecto y comprendió que cosa era el parir en pecado.
La muerte de Abel hizo añicos el orgullo de Adán y las escorias expertas de Eva, en el más atroz alumbramiento a las tinieblas.
El alarido de Eva, también marcó el nacimiento del arrepentimiento.
En aquella hora señalada por la primera sangre humana, esparcida por criminal violencia, por la cual la tierra fue maldecida dos veces. Hora en la cual fulminaba, el castigo de Dios. Murió el orgullo y nacieron el arrepentimiento y la nueva vida; con los cuales los dos culpables iniciaron el ascenso hacia la justicia y ameritaron, después de una larga expiación, el Perdón Divino por los méritos de Cristo.
Este dolor llenó el mundo y se trasmitió de generación en generación y terminará hasta que tenga fin el mundo. Ha llenado con su alarido el lugar en donde Adán extrae el pan de los surcos, sobre los cuales goteaba su sudor.
Se ha esparcido por la Tierra, los horizontes, los cañones, los desiertos y las selvas. Toda la Creación lo ha sentido y lo ha trasmitido. Y como luz cegadora ha hecho ver a Adán y a Eva, la inmensidad de su Pecado. No cometido solamente contra Dios, sino contra ellos mismos, en su carne y en su sangre.
Todo este milenario dolor viene de un desorden creado por un rebelde en el Cielo y por el consentimiento al desorden propuesto por él, a los dos primeros habitantes de la Tierra.
La Gracia restaura, pero la Herida queda. La Gracia auxilia, pero los impulsos hacia el Mal, quedan. Porque desde el momento del Pecado, el Bien y el Mal, son. Y se combaten dentro y fuera del hombre.
La impureza es la raíz de las enfermedades del alma. Los males morales tienen otros nombres: orgullo, codicia y sensualidad. Cuando se alcanza la perfección con estas tres fieras que lo destrozan, – y aun así el hombre las busca con loca ansiedad, – el alma queda totalmente separada de Dios.
La muerte y el dolor entraron en el mundo por envidia del Demonio. Pero Dios no es autor, ni de la muerte, ni del dolor. Y no se alegra con el dolor de los vivientes.
El Pecado destruyó la capacidad y la intensidad en el Amor. Y desde entonces el dolor existe en la Tierra y arranca lágrimas al hombre, por la depravación de su inteligencia que trata siempre de aumentarlo por todos los medios.
En su paso por la tierra, el hombre más que para sufrir, vive para hacer sufrir. ¡Cuántas lágrimas se acarrea el hombre por la instigación oculta de su amo: Satanás!
Nadie quiere sufrir, pero todos buscan que los demás sufran.
LA EVOLUCION DEL PECADO.
Adán y Eva faltaron al primero de los Mandamientos dados por Dios y pecaron contra el Amor a Él, con la Desobediencia. Pero NO pecaron contra el prójimo y en lugar de maldecir a Caín, lloraron por igual sobre el hijo muerto en la carne: Abel. Y sobre el hijo muerto en el espíritu por el Fratricidio.
Así pues, continuaron siendo hijos de Dios, junto con sus descendientes venidos después de este Dolor.
Caín pecó contra el amor a Dios y contra el amor al prójimo. Infringió por completo el amor. Dios le maldijo y Caín no se arrepintió. Por eso él y sus hijos, no fueron más que hijos del animal llamado hombre.
Si el primer pecado de Adán produjo tal decadencia en el hombre: ¿Qué grado de decadencia no habrá producido en el segundo, al que además acompañaba la maldición divina?
¿Qué variedad de formas de pecar no se habrán desatado en el corazón del hombre-animal, al estar totalmente privado de Dios y qué virulencia habrán alcanzado después de que Caín no solo escuchó el consejo del Maldito, sino que lo abrazó como dueño querido, asesinando por órdenes del mismo?
El desgaje de aquella rama, envenenada por la posesión diabólica, evolucionó de mil maneras.
En donde no está Dios, está Satanás.
Cuando el hombre ya no tiene el alma viva, se transforma en un hombre-animal. EL BRUTO, AMA A LOS BRUTOS.
La lujuria carnal al estar aferrada y soliviantada por Satanás, le desata la avidez por todas las uniones, presentándole atractivo y seductor, lo que en realidad es horrendo como un íncubo. Lo lícito ya no le satisface, por parecerle muy poco. Y fuera de sí por la lujuria, busca lo ILÍCITO; llegando a tener monstruos por hijos e hijas.
Son los monstruos que por el poderío de sus formas, su salvaje belleza y su ardor bestial; frutos de la unión de Caín con los brutos y de los brutísimos hijos de Caín con las fieras, insaciables en su sensualidad al hallarse abrasados por el fuego de Satanás.
DE ELLOS SON LOS RASTROS SIMIESCOS, QUE LLAMAN LA ATENCIÓN DE LOS CIENTÍFICOS, INDUCIENDO AL ERROR.
El hombre desatina con las líneas somáticas y los ángulos cigomáticos. Y no queriendo admitir a un Creador por ser excesivamente soberbio para reconocer haber sido hecho; admite la descendencia de los brutos para así poder decir: “Por nosotros mismos hemos evolucionado de animales a hombres. Es el esfuerzo de superación.”
Y así el hombre prefiere auto degradarse, por no querer humillarse ante Dios. De este modo perdió el hombre la perfección de la belleza física y vino la variedad de las razas.
En los tiempos de la primera corrupción, tuvo el aspecto de animal. Ahora ha adquirido esa apariencia en la mente y en el corazón… Y en su alma, por su cada vez más profunda unión con el Mal; ha tomado en demasiados, el rostro de Satanás, borrando casi totalmente la semejanza con Dios…
Y QUEDANDO SÓLO EL HOMBRE-ANIMAL,GUIADO POR LOS MÁS BESTIALES INSTINTOS.
La prevaricación trastornó el orden con el más desconcertante desorden y destruyó el Plan Estupendo de Dios, cambiando totalmente la condición del hombre.
Satanás finalmente logró su objetivo y se apoderó del hombre, sobre el cual desahoga su odio, su veneno y sus desenfrenadas y desesperadas pasiones.
Al hombre rico, sabio, fuerte, feliz, inmortal y libre; lo convirtió en pobre, ignorante, débil, infeliz, mortal y esclavo, atormentado por su implacable verdugo.
A la felicidad del Paraíso Terrenal, siguió la infelicidad del exilio. A la Luz, siguieron las Tinieblas de la ignorancia, al grado de perder su propia identidad.
El Amor fue sustituido por el Odio. Al Bien para el que el hombre fue creado, se prefiere el Mal con toda su gama de manifestaciones. A la Vida Eterna, finalidad de la Creación, se prefiere la Muerte Eterna, en la abismal desesperación del Infierno.
Dios, a cambio del Amor sin límites que ha dado al hombre, recibe un tremendo insulto: el desprecio absoluto por parte del ser humano, que en una monstruosa ingratitud se niega a reconocerlo y a amarlo.
La Humanidad ha pecado con el Deicidio, en el Pueblo Elegido, el Pueblo de Dios. El hombre se niega a reconocer al Salvador y lo mata, porque no le gusta lo que Él ha venido a decir. Y por no arrodillarse ante Dios hecho Hombre, negándole la Adoración que le corresponde; lo convierte en el Redentor; cumpliendo en esta forma el Plan Admirable de Dios.
Y después del Deicidio cometido por los sacerdotes de Israel; los fomes del mal prosperaron cada vez más fuertes hasta que el hombre ha llegado a la perfección de la maldad y la perversión, en el más refinado satanismo.
La Noche de la Negación de Dios cubre ahora todo el mundo. Los corazones están endurecidos por el egoísmo y por el odio que prevalecen en todas partes. La inocencia de los niños es contaminada y profanada.
El mundo se aleja cada vez más de Dios y se ha caído en el engañoso espejismo de creer poder prescindir de Él, construyendo una civilización materialista, que se niega a aceptar el pecado como un mal y haciendo al alma incapaz para el arrepentimiento, totalmente sordos a las voces del Cielo.
Satanás es el tirano que con las cadenas del pecado, arrastra al hombre hacia donde él quiere. Los impulsos del Pecado son el Egoísmo y el Odio, los dos enemigos acérrimos del Amor. Tientan con recompensas, amenazan con represalias, indagan, señalan y preparan asechanzas, para dañar al prójimo.
Así es como se realizan toda clase de crímenes.
El hombre siempre se envilece cuando sirve al pecado. El alma corrompida empuja la carne a pecados obscenos, que envejecen y deforman. El vicioso jamás es verdaderamente feliz. Porque en las glotonerías y en el ocio, el cuerpo disfruta, pero el alma languidece.
Los culpables aunque lo nieguen, sufren, porque el pecado enferma el alma y hiere al espíritu. Y nadie puede herirse a sí mismo, sin causarse dolor. El pecador no conoce la paz en su corazón.
Todo pecado es una enfermedad y hay algunos que provocan la muerte inclusive física. Las bendiciones de Dios son destruidas por el pecado y la alegría se acaba. Toda acción mala, quita la paz. El alma pecadora siente cansancio y tedio, se aburre pronto de todo y no conoce el júbilo del verdadero amor, sintiendo dentro de sí un verdadero quebrantamiento.
El alma enferma por el pecado hace que muera el espíritu; el cual se convierte en instrumento de Satanás, para infligir daño a los demás, en la decadencia de un círculo perfecto de Maldad y de Odio. El pecado enferma al alma con un cáncer que carcome y destruye peor que la lepra. El cáncer del cuerpo se queda en la tierra, pero el Pecado permanece por toda la Eternidad.
El espíritu muerto por el pecado es totalmente dominado por Satanás. Quién toma ‘posesión espiritual’ del templo viviente que es el hombre, quién es lanzado a cometer verdaderas aberraciones que lo angustian y de las cuales quisiera verse libre.
Pero cada vez comprueba dolorosamente y muchas veces sin comprenderlo ¿Por qué NO PUEDE hacerlo?…
LA ESCLAVITUD DEL PECADO.
Entre los ángeles hay diferentes jerarquías: ángeles, arcángeles, etc. Entre los demonios también las hay. Jesús también especificó una distinción entre los demonios y los espíritus inmundos. Los demonios son los ángeles caídos que no supieron retener su condición.
Los espíritus inmundos son generados por los pecados de los hombres. El pecado consumado y convertido en vicio, fortalece y vitaliza a estos espíritus generados por la maldad humana. Llegan a agigantarse a tal grado que toman un dominio total del hombre, hasta esclavizarlo de una manera absoluta.
El alma fue creada para volver a unirse con Dios. Y cuando la libre voluntad del hombre decide unirla al pecado, se produce un místico adulterio espiritual.
La lujuria de la mente es la soberbia.
Fue el pecado de Satanás que se burló de Dios, llevándole a creerse superior a Él. La mente del soberbio fornica con Satanás, contra Dios y contra el Amor.
La lujuria del corazón es la ambición de las riquezas y del poder.
Es la que odia a Jesús y a su Evangelio, porque Él ha acabado con ella en el corazón de los que aprenden a amar a Dios.
La lujuria carnal empuja al cuerpo a vivir esclavizado como un animal.
Y sus instintos lo gobiernan en satánica tiranía, por infames placeres.
Esta es la Triple Concupiscencia que destruye al hombre manteniéndolo alejado de Dios. Porque el alma muere si se le mantiene apartada de Dios.
Dios es Amor. Privada de su fuente, el Amor, el alma pierde la capacidad de amar y a pesar de todos los esfuerzos, la felicidad se vuelve más inaccesible cada día. El odio y la amargura envuelven al alma que busca inútilmente un alivio.
El hombre privado de Dios por una vida llena de pecado, lo que lleva a cabo es un suicidio espiritual, porque en un loco e insensato deseo de vivir para sí, en el egoísmo desenfrenado, se priva de lo que viene a ser su misma vida: el Amor.
Y en el vacío resultante, la búsqueda incesante de paliativos, lo hunden en el vicio y en el error.
Cuando se vive solamente para la materia, el cuerpo se vuelve lo más importante y por darle satisfacción a la carne, el hombre muere sin darse cuenta de que está muriendo en su parte más importante: la espiritual.
El que mata el amor, mata la paz. La inquietud resultante es la prueba de que las almas están moribundas, que languidecen por el hambre de Dios. Hambre que solo podrá ser saciada en la Fuente del Agua Viva: el Verbo Encarnado y en su Palabra: el Evangelio.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
F24 EL VALOR DEL SUFRIMIENTO
Habla nuestro Señor Jesucristo
Hijitos Míos, os voy a explicar el valor que tiene el sufrimiento. Mi Padre, al crear todo lo que conocéis u lo que no conocéis, todo lo hizo perfecto, todo lo que de Él sale es perfecto y así creó todo.
Cuando Él creó a los ángeles, también los creó perfectos, también les dio libre albedrío, él cuál utilizaron algunos para fallarle.
Fué la soberbia la que causó la falla angelical y ésta también causó falla en vuestros Primeros Padres.
Y al fallarle a Nuestro Padre, entraron a la Creación la muerte, el pecado, el dolor. TODA la Creación se vió afectada por ésta caída en el Mal.
Y desde el Principio del Tiempo se les profetizó a vuestros Padres, que padecerían dolor en el trabajo y en el parto; queriendo con ello indicar los momentos más importantes que tenéis como hombre y mujer.
La vida de Adán y Eva transcurría en el Principio muy bella, muy santa. Sin preocupaciones de ninguna especie. Todo lo tenían, todo lo sabían.
Pero Nuestro Padre tenía que probar la fidelidad de sus hijos. Porque el Reino sólo se le dá a aquellos que Le son fieles, a pesar de todo lo que suceda.
ELLOS FALLARON Y TODO SE ALTERÓ
Pero como la falla ocurrió a niveles altísimos de espiritualidad; sólo alguien que pudiera abarcar ésos niveles, podría alcanzar a recuperar todo lo perdido por el Pecado Original.
Pecado horrible y tremendo. Pecado difícil de entender aún ahora en éste tiempo.
Porque se produjo en una esfera espiritual muy alta y ahora no entendible por vosotros. Porque estáis bajo la influencia del Pecado Original y de sus repercusiones.
Mi Padre Me crea, para poder cubrir la falla producida por la primera pareja creada.
El Dolor y la Muerte, que NO fueron creación de Mí Padre, tenían que ser vencidos. Pero sólo una Persona lo podía hacer,
Yo Jesús, Dios encarnado.
Como Dios hubiera podido restaurar todo lo espiritual, pero hubiera quedado a nivel invisible. Por eso Me quise Encarnar. Para restaurar también la naturaleza caída: la carne.
La cuál fue creada santa. Y que ahora ya estaba afectada por el Pecado.
Me hice Hombre y tomé Carne. Pero no carne afectada por el Pecado, sino carne pura y santa. Creada ex profeso, para que vuestro Dios se Encarnara…
Y por ello creamos en forma Especial y Divina, a la Santísima Virgen María: Mi Madre carnal, vuestra Madre espiritual.
Yo vuestro Dios, Me quise encarnar para padecer las causas del pecado.
Padecí el Dolor desde el principio de Mí Gestación.
Sufrí el Dolor de la Persecución. Sufrí el dolor del frío al nacer. Sufrí el dolor de caídas y tropezones desde pequeño. Sufrí el dolor del ayuno y la sed. Sufrí el dolor del calor y de los desprecios. Sufrí el dolor del ataque verbal de Mis enemigos. Sufrí el dolor del rechazo de casi todo un Pueblo, al que Yo le había ayudado tanto.
Sufrí el DOLOR PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE TODOS LOS PECADOS QUE SE COMETÍAN.
Sufrí el Dolor de la Pasión infame y sufrí la Muerte.
Acepté pasar por todo tipo de dolores, para que YO pudiera reparar y acompañar a cada uno de vosotros en vuestro peregrinar. Y que de Mi tomarais fuerzas para seguir adelante en vuestra misión terrena.
Todos éstos dolores y aún la muerte, YO los vencí.
Yo el Hombre-Dios, vencí al dolor y a la muerte. Y con Mí Sacrificio Divino, reparé en Mí y en cada uno de vosotros; los dolores y la muerte, que también padeceríais.
Yo vuestro Dios y Hombre, QUISE DAROS EL EJEMPLO Y LA FORTALEZA que deberíais tener en vuestro caminar terrestre.
De hecho al encarnaros, ya os habíais donado a tomar Mis Pasos, para proseguir la Redención comenzada por Mí.
El Pecado Original fue muy grande.
Y como afectó a toda la Naturaleza y a los descendientes de Adán y Eva, cada uno de vosotros al ser sus hijos; el Amor hacia ellos y el Perdón hacia ellos, debe ser restaurado “por su Familia”.
Todos vosotros sóis familia de Adán y Eva.
Todos sóis hermanos. Y al estar todos afectados por su Error, por vuestra caridad y por vuestro perdón hacia ellos; debéis ayudarlos a encontrar paz espiritual.
Ser comprensivos y tener una gran caridad para perdonar, aún a la mayor agresión física o espiritual que se pueda tener, son virtudes muy grandes. Por ello Yo os la quise enseñar, vividas por Mí Mismo.
SE ME TRAICIONÓ, se Me flageló en cuerpo y en alma. Y se Me asesinó por disgusto de unos cuantos y que manipularon a todo un Pueblo.
YO SUFRÍ POR VOSOTROS y aún por el Pecado Original que cometieron vuestros Primeros Padres; el cuál como Dios no me afectaba.
Pero que sí Me afectaba al veros a cada uno de vosotros sufriendo por su causa, porque os amo infinitamente.
Quisimos, en Nuestra Santísima Trinidad, daros las armas espirituales necesarias para ayudaros a protegeros y a proteger a otros en vuestra misión terrena.
Debido a la complejidad espiritual del Principio y que no podríais entender a nivel humano; el Deseo de EncarnarMe era también para enseñaros todo en forma simple.
Yo os vine a enseñar COMO CON EL DOLOR ACEPTADO Y OFRECIDO como Holocausto a vuestro Creador; se podía ir destruyendo el Mal y sus Consecuencias, que habían entrado a la Creación por insidias del Demonio y por la aceptación de Adán y Eva.
El Dolor, aceptado y ofrecido del cuál vosotros no tenéis culpa directa de que exista; pero que sí aceptásteis padecer ANTES de vuestra concepción.
Al unirlo a los deseos Divinos que Yo tomé para ofrecer a Mí Padre; va restaurando todo lo afectado.
Y llegará el Tiempo en que por vuestra ayuda, donación y entrega de vuestra vida a Mí Vida humana y divina, restaurará todo lo afectado.
Y se logrará el Triunfo definitivo del Mí Amor. Todo se deberá restaurar con vuestro amor unido al Mío.
SÓIS VÍCTIMAS DE UN MAL QUE NO COMETISTEIS. Pero que está afectando a lo que vuestro Dios creó con Amor infinito.
Es vuestro amor, que unido al Mío para Restaurar lo perdido y para dar alegría a Nuestro Padre; lo que hace que las almas bajen a ser corredentoras Conmigo.
Tomáis del Dolor que afecta al Mundo, sin que vosotros lo hayáis causado; para levantar a la dignidad del Principio, a vuestros Primeros Padres.
Tomáis el Dolor y aceptáis la muerte con dolor; para que AL UNIROS A MIS DOLORES Y A MÍ MUERTE, todo quede envuelto con Amor.
Y así se venza el Odio y la Maldad con los que envolvió a Nuestra Creación el Ángel caído del Principio: Satanás.
El Mal que él ha diseminado, fácilmente es vencido por el Amor de vuestro Dios.
Y que habita en cada uno de vosotros. De ello debéis daros cuenta y debéis entregaros a vuestro Dios; para que Él os tome como sus Instrumentos llenos de Amor; para que a través vuestro, se difunda Su Amor.
El DOLOR siempre es una bendición y lo permito en cada uno de vosotros. Y lo AUMENTO, en las almas preparadas para recibirlo, con mayor intensidad.
El Dolor debiera ser una dádiva a vuestro Creador, para que con el Amor que habita en vosotros, EL DOLOR se anulara y se fuera destruyendo de toda la Tierra. Pero como ya no lo aceptáis, porque el Maligno
OS HA HECHO CREER, QUE DEBÉIS PASAR POR ÉSTE MUNDO SACÁNDOLE TODO EL PROVECHO POSIBLE, en lo material.
Y obteniendo todo el goce posible para vuestro cuerpo y sus pasiones desordenadas; entonces YO ESCOJO ALMAS EN LAS QUE PUEDO CONFIAR y les regalo con el Dolor, el cuál NUNCA lo doy más allá de lo que podréis soportar.
Si ahora hay más Dolor en el Mundo que antes, es debido a que los pecados actuales son mayores.
Yo os voy dando el dolor PARA QUE LO UNÁIS A MIS DOLORES y juntos los podamos vencer.
Muchas almas se quejan del Dolor y tratan de quitárselo lo más pronto posible; sin darse cuenta de que al aceptarlo y OFRECERLO, el Regalo con el que Yo premio a ésas almas afectadas por él, que bien podría decir, “BENDECIDAS POR ÉL”, es DESCOMUNAL.
Daos cuenta hijitos Míos, de que al uniros a Mis Dolores; estáis consintiendo una Vida de Redención.
Y al uniros a Mí vuestro Dios Encarnado, alcanzáis gozos divinos. Si os estoy pidiendo aceptar Dolor junto Conmigo, también os estoy invitando a tener gozos divinos, junto Conmigo.
Se os enseñó desde un principio, el valor del sacrificio y de la penitencia… Donación libre y voluntaria, para uniros Conmigo.
Para ir destruyendo poco a poco, la Maldad del mundo.
Mí Madre en Sus Apariciones, os lo ha recordado oración, penitencia y ayuno. Pero pocos, muy pocos; lo han aceptado. Y muchos menos, lo han comprendido.
Os vuelvo a repetir, el Dolor debiera ser Donación. Y a la libre donación Yo la pago, MUCHO MEJOR que al dolor que envío y es aceptado.
Las comodidades con las que el Maligno os ha envuelto con maña infernal, OS HAN IDO QUITANDO éstas dos bendiciones: la donación libre y amorosa y la aceptación con amor, a la Voluntad de Nuestro Padre.
Al renegar al Dolor, os váis sumiendo más a las consecuencias del Mal.
No sóis lo suficientemente sabios como para entender hacia donde os lleva el Mal; ni tampoco sóis lo suficientemente humildes, como para aceptar lo que vuestro Dios os pide PARA AYUDAROS.
Quiero que entendáis esto con más claridad. YO SOY VUESTRO DIOS y a Mí personalmente no Me afecta el pecado.
Pero sí Me afecta en Mí Corazón a Mí Amor por vosotros, al veros caídos y arrastrados en el Fango del Mal.
Si Yo os estoy dando todas estas explicaciones, es para ayudaros. Y para que juntos restauremos un mal cometido en el pasado.
SOMOS FAMILIA y con amor, debemos restaurar lo que otros han destruído y que además, han puesto su salvación en juego.
Yo Soy vuestro Hermano Mayor y sé lo que ES bueno en Nuestra Familia. Y por ello os guío y os protejo en innumerables formas, con tal de regresaros a Nuestro Reino Celestial.
Yo os he dado el EJEMPLO DE VIDA y así como Yo vencí al dolor y a la muerte con Mí Donación a Mí Padre, ahora os aconsejo hacer lo mismo.
NO DUDÉIS NI TEMÁIS a lo que os pido y enseño. Como tampoco dudéis del gozo con el que os voy a premiar para toda la Eternidad.
Recordad, el DOLOR ES UNA BENDICIÓN y así lo debéis entender, aceptar y ofrecer.
Yo Soy un Dios de Amor y trato de dar lo mejor Mis hijos y hermanitos. Al Dolor y a la Muerte nunca los podréis esquivar y los padecéis desde que sóis concebidos. Ellos son parte de la naturaleza humana.
Pero la parte divina que habita en vosotros, vuestra alma; los debe utilizar para que os podáis unir a Mí, vuestro Dios y Redentor y para poderMe ayudar en la RESTAURACIÓN de todo lo afectado por el Pecado.
El Mal ha destruido. El Amor, tomando como instrumento al mismo mal producido: al Dolor y a la Muerte, logra la vida nuevamente. Yo Soy la Vida y así lo demostré al vencer a la muerte. Aquellos que se unen perfectamente a Mí también la adquieren, para sí y para otros.
Hijitos y hermanos Míos, vuestra tarea aquí en la Tierra es divina y la cumplís perfectamente cuando os unís a Mí, en la transmisión de la vida que es el amor; en la aceptación y en ofrecimiento del Dolor que os dá la naturaleza humana en el holocausto final: Vuestra muerte, unida a Mí Muerte de Cruz, para daros vida eterna.
Yo he Vencido al mundo y sus falsedades. Y el que está Conmigo, también lo logra.
Hay males con los que os agrede el Enemigo… A ésos Yo los quito, como los quité cuando viví entre vosotros.
Os repito, Yo no permito más allá de lo que el alma pueda soportar. Por los dolores o penalidades que provoca el Maligno, sí debéis pedirMe que los quite; porque ellos sí os pueden llevar a una Muerte Eterna.
PedídMe por todos vuestros hermanos afectados por los males que el Demonio produce a través de sus instrumentos: como son los brujos, los espiritistas, los que pueden lograr conjuros y posesiones satánicas.
Así mismo, pedídMe por la recuperación de todos los vicios que afectan cuerpo y alma. Y por todas aquellas “enfermedades del corazón” que causan problemas a los demás, por tener un corazón de piedra.
Yo os dí Mí ejemplo. Yo os dí la forma de ayudar a vuestro prójimo. YO OS DÍ LA FORMA DE LUCHAR CONTRA LOS ESPÍRITUS INMUNDOS. Todo lo tenéis en las Sagradas Escrituras. Pero no lo queréis tomar de ahí…
Y preferís seguir padeciendo tontamente, uniéndoos cada vez más en las trampas del Mal.
Si no tenéis vida en la Gracia y de acercamiento a vuestro Dios, no podréis vencer al Mal. ¿Cómo queréis vencer al mal con las armas del Mal? Si él os está causando un mal, por medio de sus instrumentos: los brujos y gente satánica.
En vez de buscar Mí ayuda os hundís más, buscando supuestamente resolver el problema que os causaron, aprovechando sus mismos “remedios”.
O sea, la ayuda de otros brujos. Si a la lógica humana esto suena ilógico, a Mi LÓGICA DIVINA ESTO ES UNA TONTERÍA Y TRAICIÓN.
BuscadMe y Me encontraréis. Confiad en Mí y juntos restauraremos el Mal, que se introdujo desde el Principio.
Yo os necesito como instrumentos y vosotros Me necesitáis para obtener vuestra Vida Eterna.
Yo os bendigo en Nombre de Mí Padre, Creador de todo lo bello que véis y de lo que no véis. En Mí Santo Nombre, de Redentor del género humano y en Nombre de Mí Santo Espíritu, Dios del Conocimiento y de la Sabiduría Divina y humana.
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P29 OJO POR OJO
35. A mí me toca la venganza y el pago para el momento en que su pie vacile. Porque está cerca el día de su ruina, ya se precipita lo que les espera.
36. Que va hacer Yahveh justicia al pueblo suyo, va a apiadarse de sus siervos. Porque verá que su fuerza se agota, que no queda ya libre ni esclavo.
37. Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio,
38. ¿Los que comían la grasa de sus sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? ¡Levántense y os salven, sean ellos vuestro amparo!
39. Ved ahora que yo, sólo Yo Soy y que no hay otro Dios junto a mí. Yo doy la muerte y doy la vida, hiero yo y sano yo mismo y no hay quien libre de mi mano.
40. Sí, yo alzo al cielo mi mano y digo: Tan cierto como que vivo eternamente,
41. cuando afile el rayo de mi espada, y mi mano empuñe el Juicio, tomaré venganza de mis adversarios, y daré el pago a quienes me aborrecen. (Deuteronomio 32, 35-41 Biblia de Jerusalén)
¡TODO MÉTODO ABORTIVO CREADO POR EL HOMBRE, ES UNA OFENSA GRAVE A LAS LEYES DE LA CREACIÓN Y AL CÓDIGO DEL AMOR DE DIOS!
Julio 07 de 2013- 12.30 P.M.
LLAMADO URGENTE DE MARIA ROSA MISTICA A LA HUMANIDAD
Hijitos de mi corazón, que la paz de Dios esté con vosotros.
Esta humanidad perversa y pecadora prefiere la muerte a la vida…
¿Cuántos de mis niños inocentes son asesinados diariamente en los vientres de las madres desalmadas?
¡Oh, madres sin conciencia que asesináis en vuestros vientres la esperanza, que rompéis el ciclo de la vida que Dios creó!
¡Os digo que si no os arrepentís y hacéis reparación, el vientre del Averno será vuestra morada en la eternidad!
Todos aquellos legisladores, gobernantes, profesionales de la medicina o personas que directa o indirectamente apoyan, inducen o practican métodos abortivos, son igual de culpables…
Y si no se arrepienten y hacen reparación, recibirán también su paga en la eternidad:
¡Allá en las profundidades del Abismo será el llanto y el crujir de dientes, por toda la maldad con que obraron en este mundo!
Quiero deciros humanidad pecadora:
El ciclo de la vida comienza en el mismo momento en que el óvulo de la mujer es fecundado…
Es ahí cuando el Espíritu Santo comienza a darle forma a un nuevo ser humano.
Toda interrupción o manipulación del ciclo de la vida, va en contra de las leyes de Dios que son inmutables; que son rectas, que no pueden ser modificadas por las leyes y el razonamiento humano.
Toda interrupción que se haga desde el momento de la concepción es un crimen a la vida y a las leyes que la rigen.
Es pecado grave a los mandamientos de Dios cuando dice en su Quinto Mandamiento:
¡NO MATARÁS!
Lo que la humanidad no considera pecado, lo es para Dios.
Las leyes de los hombres son imperfectas, porque no tienen en cuenta los mandamientos de Dios que son las leyes divinas que rigen la vida de los hombres.
La vida debe ser respetada como don de Dios desde el momento en que es concebida.
Todo método abortivo creado por el hombre es una ofensa grave a las leyes de la creación y al código del amor de Dios.
El hombre no puede interrumpir en ningún momento el ciclo de la vida, anteponiendo sus leyes a las leyes divinas.
¿Quién os creéis que sois hijos del barro, para manipular las leyes de Dios y obrar como si fuerais Dioses?
Vuestra soberbia será vuestro peor castigo y por ella moriréis eternamente.
¡Oh, humanidad tomad conciencia y volved a Dios!
¡No manipuléis la vida, obra del Creador; para que su Justicia Divina no tenga que castigaros!
Hijas de Jerusalén cubrid vuestra desnudez, dejad de pecar;
¡Recapacitad y respetad la vida, obra de Dios!
Es en vuestros vientres donde se origina la vida humana.
No asesinéis la vida y no hagáis de vuestros vientres
sepulcros vivientes.
Acordaos: en la eternidad reina la Justicia Divina y será la Justicia de Dios y su Tribunal Supremo quién juzgará vuestras acciones en este mundo
Ysi no os arrepentís y reparáis, os aseguro que su sentencia será para vosotras: ¡Muerte Eterna!
Recapacitad pues ¡Oh humanidad!
Guardad los preceptos de Dios para que tengáis mañana vida eterna.
Vuestra Madre
María Rosa Mística.
Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad.
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¡AY DE AQUELLOS QUE VIERTEN LA SANGRE INOCENTE DE LOS NO NACIDOS!
20.03.91
-Yo, Yahvé, soy tu Padre.
Ven, llevarás a cabo tu obra a Mi lado, hija. Te daré nuevas fuerzas cada día porque ello será necesario para Mi Obra que se extenderá por el mundo entero. He encendido tu lámpara para que veas, hija Mía.
Te he escogido enseñarte desde Mi Morada; de Mi Propia Boca recibes Mi Palabra; guarda Mis Enseñanzas como la niña de tus ojos.
-Sí, mi Señor y Dios.
-Incluso ahora, en tu nada, Yo, que soy Todo, Me extenderé y como la niebla que se insinúa por todas partes, envolveré a toda Mi creación en Mí, desde el extraño hasta Mi mejor amigo, porque Mi Celo 1 ha superado Mi deseo de reprimirla.
Te he creado con un propósito: te he creado por Amor, para que Me ames.
Cuando el cuerpo y la carne se vayan a consumir y agotarse, aquel que Me estuvo agradando será atraído dentro de Mi Alma para siempre jamás; pero ¡Ay de aquel que no tuvo temor de Mí!
¡Ay de aquel que nunca vio la iniquidad, como locura, ni la necedad como demencia!
¡Ay del corazón que creyó que él podía alcanzar el cenit de su fuerza por sus propios esfuerzos y sin Mí!
¡Ay de aquel que no ha obedecido Mis Mandamientos!
¡Ay de aquél cuyo corazón esté lleno de malicia!
¡Ay del chacal que conspiró de noche!
¡Ay de aquel que juzgó a su hermano y le causó vivir en el terror!
¡Ay de los labios que levantaron falsos testimonios!
¡Ay de aquellos que vertieron sangre inocente de los no nacidos!
¡VUESTRA RECOMPENSA SERÁ EL INFIERNO!
¡Ay de los impuros que reciben la Carne y Sangre de Mi Hijo en estado de pecado, qué aborrecibles son para Mí!
¡Ay de aquel que Me ofende rechazando la confesión y absolución y viene culpable a recibir a Mi Hijo!
¡ARREPENTÍOS! ¡ARREPENTÍOS DE VUESTROS PECADOS!
¿Qué hay de bueno en vuestra ofrenda a Mí si tenéis una serpiente enrollada en vuestro interior?
Si Me preguntáis: “¿Qué debemos hacer entonces para ganar la Vida Eterna?”,
Yo os digo: ¡ARREPENTÍOS! SEGUID MIS MANDAMIENTOS, PRODUCID LOS FRUTOS APROPIADOS,
y Yo, en presencia de Mis Ángeles os ofreceré la habitación que os tengo reservada.
Vigilad y estad en guardia contra todas estas cosas. Dejadme que manifieste Mi Espíritu en vuestro desierto, como Me plazca, cuando Me plazca y sobre el que Me plazca para salvaros.
-¡Corrígenos, Yahvé, Padre amantísimo, de forma suave y misericordiosa pero también rápida!
-Amadme, adoradme y ponedme como primero y por encima de todo…
-¡Enséñanos a amarte sin ofenderte más! ¡Estoy desesperada sin Ti, oh Abba!
-Mis Ojos están sobre ti Mi niña, constantemente y Mi Espíritu te invadirá más que nunca para no dejar nada de ti.
Yo soy Todo y Yo puedo llenarte con Mi Luz.
¡Ah creación! Yo soy Leal y Benévolo,
¡Déjame libre, ¡Oh creación! ¡Y con Mi Ternura más amorosa llenaré tu espíritu de la divinidad de Mi Espíritu!
Déjame libre para aniquilar tu letargo que te lleva a esta gran apostasía y a la ruina de tu alma.
Permíteme que te llene con Mi Fuego para que te conviertas en Mi sierva leal y ferviente.
Déjame que te transforme para que te conviertas en la delicia de Mi Alma,
Yo Soy el que Soy está contigo.
Sé bendito y ten Mi Paz, tú que Me lees.
1 Amor celoso
Sé que el plan del aborto alrededor del mundo está controlado
14.07.2013 22:11
Jueves 4 de julio de 2013 a las 18:40 hrs.
Mi queridísima hija, ha llegado Mi Hora para intervenir por la fuerza en el mundo, en un tiempo de gran pecado contra Mí.
Mi Paciencia es sometida a prueba y Mi Ira ha sido provocada conforme presencio los más grandes insultos, que están siendo perpetrados contra Mí.
Como el Creador de todas las cosas vivientes, Yo Soy el Autor de la vida.
Yo la creo como Yo deseo y la termino de acuerdo a Mi Santa Voluntad.
Cuando el hombre trata de interferir con Mi Voluntad, contraatacaré, ya que no toleraré tal maldad.
A aquellos que matan a cualquiera de Mis hijos, os digo que vuestra vida será terminada.
Tomaré vuestra vida, no solo en cuerpo, sino en espíritu.
Ninguna vida eterna será ni puede ser concedida a vosotros.
La vida que quitáis será vuestra caída.
OJO POR OJO SERÁ VUESTRO CASTIGO.
Prestad atención, aquellos de vosotros que continúan destruyendo la vida en todas sus formas:
Sé lo que estáis haciendo.
Sé que el plan del aborto alrededor del mundo es controlado por un grupo de entre vosotros.
Sé que aquellos países que se apresuran por la legislación obscena para justificar el aborto, son meras marionetas.
Ellos son sostenidos por cuerdas mientras bailan al ritmo del Único Grupo Mundial, que obedece a un único amo.
Su lealtad es a la Bestia cuyo plan mayor: destruir cientos de millones de vidas ha estado teniendo éxito, a través del pecado del aborto.
Los no nacidos son un blanco fácil a sus ojos.
Ellos utilizan el aborto para interferir con Mis Leyes y el gran Don legado al hombre: el Don de la vida.
La arrogancia del hombre, inseparable de la Bestia y de aquellos de entre vosotros que él engaña, me enferman.
Mi Amor es Poderoso: pero vuestra intención malvada para destruir lo que es Mío, será llevada a un freno tan abrupto, que gritaréis por vuestra vida.
A menos que me llamen ahora a través del Don de la Reconciliación, se os mostrará poca Misericordia.
Ya que cada uno de vosotros que justifica, promueve o tiene alguna participación en tomar la vida del no nacido, sufriréis el mismo castigo.
Destruid aquellas vidas inocentes y vuestras propias vidas serán tomadas.
He observado, en terrible dolor cómo me habéis estado insultando, por tanto tiempo.
VUESTRO TIEMPO SE ACABÓ,
ya que seréis severamente castigados ahora,
por este acto grave en contra de Mi Divinidad.
Recordad, hay poco tiempo para que abandonéis vuestra aceptación al aborto.
Mi Ira que muy pronto se derramará sobre las cuatro esquinas de la Tierra.
Es debido al pecado del aborto, que el hombre sufrirá el peor castigo.
Ningún país será excluido de estos castigos.
Solo a aquellos que no permiten el aborto, les será ahorrado el terrible dolor que infligiré sobre el mundo.
Como el Autor de la vida, ningún hombre tiene el derecho de ir en contra Mía.
NADIE
El que se atreva a desafiarme, al imitarme en la toma de la vida, será privado de toda vida.
Vuestro Padre
Dios Altísimo
http://www.thewarningsecondcoming.com
23.- SEPULTURA DE ESTEBAN
Es plena noche y además oscura, porque la Luna ya se ha ocultado cuando María sale de la casita del Getsemaní junto con Pedro, Santiago de Alfeo, Juan, Nicodemo y el Zelote.
Dada la oscuridad de la noche, Lázaro, que está esperándolos delante de la casa en el lugar donde comienza el sendero que conduce hacia el cancel más bajo, enciende una lámpara de aceite a la que ha provisto de una protección de delgadas láminas de alabastro. La luz es tenue, pero lleva la lámpara baja hacia el suelo y es muy útil para ver las piedras y los obstáculos que pueden encontrarse en el recorrido.
Lázaro se pone al lado de María, para que Ella vea bien.
Juan está en el otro lado y va sujetando de un brazo a la Madre.
Los otros caminan detrás, en grupo.
Llegan al Cedrón y prosiguen bordeándolo, para quedar semiocultos por los matorrales silvestres que crecen junto a las orillas del torrente. También el murmullo del agua sirve para ocultar y confundir el rumor producido por las sandalias de los caminantes.
Sin apartarse de lo que es la parte exterior de las murallas, hasta la Puerta más cercana al Templo…
Luego adentrándose en la zona deshabitada y yerma, llegan al lugar donde fue lapidado Esteban.
Se dirigen hacia el montón de piedras bajo el que está semisepultado. Quitan las piedras hasta que el cuerpo aparece: Está ya cárdeno por la muerte, por los golpes y la lapidación recibidos. El cadáver está frío, rígido y encogido como lo atrapó la muerte.
Juan ha mantenido abrazada compasivamente a la Virgen Madre, pero cuando terminan de retirar las piedras, ella se libera y corre hasta ese pobre cuerpo cubierto de heridas y de sangre.
Sin hacer caso de las manchas que la sangre coagulada imprime en su túnica, María abraza llorando el cuerpo martirizado del joven diácono y lo baña de lágrimas… Luego lo llena de besos en su cara, como si fuera su verdadera madre.
Y murmura con inmensa ternura, sollozando:
– ¿Qué te hicieron, pequeñito mío? No pudieron soportar que tú también lo amaras…
Enseguida ayudada por Santiago de Alfeo y por Juan, colocan el cuerpo sobre un lienzo extendido sobre la tierra, en un lugar en que no hay piedras. Y con un paño de lino que moja en una pequeña ánfora que el Zelote le acerca, limpia como puede la cara de Esteban y ordena sus cabellos; tratando de colocarlos sobre las sienes y las mejillas heridas, para tapar las horrendas huellas que las piedras han dejado.
Mientras lo hace, derrama sobre Esteban un torrente de amorosas palabras llenas de ternura y amor maternal.
Verdaderamente el joven discípulo de Jesús es como si fuera el hermano más joven, del Hijo que una vez diera a Luz en una pobre gruta de Belén…
Limpia también sus miembros e intenta darles una postura menos trágica… Pero el hielo de la muerte que hace muchas horas lo ha congelado, no lo permite del todo.
Lo intentan también los hombres más fuertes físicamente que María, pero es inútil. Ellos también deben resignarse y dejarlo como ha quedado…
María parece de nuevo la Madre Dolorosa del Gólgota y del Sepulcro.
Después lo visten con una larga túnica limpia, porque la suya no la encuentran… O tal vez se ha perdido o ha sido robada por desprecio, por los verdugos. Y la túnica corta que le han dejado, ya no es más que un andrajo hecho jirones y está cubierta de sangre.
Todos miran con respeto admirado, el gran amor de María por el joven diácono martirizado.
Santiago de Alfeo le dice asombrado:
– Realmente eres la Madre de todos los hombres. ¡Y sufres también por él!…
María le contesta:
– Jesús me entregó a toda la Humanidad en Juan. Y todos los hombres son mis hijos. Como Corredentora, también los he redimido con mi Dolor de Madre… ¡Todos son mis hijos!… También soy vuestra Abogada y Medianera ante el trono de Dios. Los amo a todos, porque a todos los he parido con mi pasión incruenta. ¡Cuánta sangre de mi Corazón Inmaculado me estáis costando!
¡Y cuántos hijos estoy perdiendo!…
Nuestro infinito sacrificio de Jesús y mío, no podrán salvarlos, ¡Porque al igual de Judas, nos rechazan a los Dos!
Estoy viendo… (Parece extender su mirada a una visión futura)
Aún aquellos que no me amarán, me odiarán, renegarán de mí, me ofenderán y no me reconocerán como su Madre… Me insultarán soezmente, porque Satanás los empujará a ello, tratando de impedirles mi poderosa protección.
Ellos serán mi mayor dolor y preocupación, porque no saben que también Soy su Madre. Que yo los amo y deseo protegerlos de las hordas malignas del Anticristo y de la furia de Satanás…
¡Si tan solo se consagraran a mi Corazón Inmaculado…!
Yo los defendería con todo y los entregaría al Redentor para que nadie pueda tocarlos… No importa que me insulten y no me amen. Yo los amo y soy su Madre… Yo veo cómo Satanás los ha apartado de esta Iglesia que apenas comienza a caminar, como los bebés cuando los tomamos de la mano.
¡Oh, pequeñitos míos que también seréis apartados de mí, para impedirme que los proteja y los salve…!
Un grito de dolor impresiona a todos los que la miran…
Y no comprenden que la Reina de los Profetas acaba de profetizar sobre los hijos que le serán arrancados por los Cismas futuros, clavando una nueva espada en su Corazón Inmaculado…
María grita con angustia:
– ¡Dios mío, por piedad regrésamelos!…
Y torna a acariciar a Esteban besándolo con infinita ternura y murmurando dulcísimas palabras en el oído del mártir…
Los presentes la observan impresionados y en silencio… Y la dejan que expansione sus sentimientos maternales sobre Esteban…
De esta forma pasan algunos minutos…
Después de hacer esto y bajo la luz de la lámpara que Lázaro sostiene junto al cuerpo martirizado, levantan a Esteban y lo depositan sobre otra sábana limpia.
Nicodemo recoge el primer lienzo, empapado por el agua usada para lavar el cuerpo del mártir de la sangre coagulada… Y lo mete debajo de su manto.
Juan y Santiago por la parte de la cabeza…
Pedro y el Zelote por la parte de los pies, levantan el lienzo que contiene el cuerpo de Esteban y emprenden el regreso, precedidos por Lázaro y María.
Parece repetirse la escena del traslado de Jesús…
Acaecida pocos meses atrás…
No toman el mismo camino por el que vinieron. Se internan en la campiña y torciendo al pie del olivar, llegan al camino que conduce hacia Jericó y Betania. Allí se detienen para descansar y hablar.
Nicodemo que por haber estado presente aunque de forma pasiva en la condena de Esteban y por ser uno de los príncipes de los sacerdotes del Templo de Jerusalén, conoce mejor que nadie las decisiones del Sanedrín.
Cuando todos se han sentado sobre la hierba, junto al cadáver de Esteban…
Nicodemo advierte:
– Es importante que sepáis que se ha desencadenado la persecución contra los cristianos. Ha sido ordenada por Caifás y Esteban es sólo el primero de una larga lista de nombres señalados como seguidores de Jesús.
E1 primer grito de todos los Apóstoles es:
– ¡Que hagan lo que quieran!
– ¡No desistiremos, ni por amenaza ni por prudencia!
Lázaro mira a Pedro y contesta:
– Pensad en una cosa. La Iglesia tiene muy pocos sacerdotes…
Nicodemo confirma:
– Los primeros en esa lista son Pedro, Santiago y Judas de Alfeo… Por ser los parientes de Jesús…
Lázaro insiste:
– Pedro por ser Pontífice y Santiago obispo de Jerusalén, sois ahora los más poderosos en la Jerarquía de la Iglesia… Y si los matan a ustedes, La Iglesia difícilmente se salvará.
Nicodemo agrega:
– Jesús, el Maestro y fundador de Ella, dejó Judea por Samaría; para que no lo matasen antes de haberlos instruido mejor y acabase de formar plenamente a sus primeros sacerdotes… Ustedes son el Nuevo Sanhedrín y los Príncipes de la Iglesia Cristiana. Los integrantes del Colegio Apostólico formados directamente por Él, si os matan… Las enseñanzas del Maestro morirán con ustedes.
Lázaro dice:
– Recordad cómo Jesús os aconsejó que siguieseis su ejemplo hasta que los pastores fuesen tantos, que no se pudiese temer la dispersión de los fieles por la persecución y muerte de los pastores. Dispersaos también vosotros por Judea y Samaria. Haced ahí prosélitos.
Nicodemo confirma:
– Formad numerosos pastores. Y desde estas tierras esparcíos por la Tierra, para que como Él mandó que se hiciera, todas las gentes conozcan el Evangelio.
Los Apóstoles están perplejos.
Miran a María, como queriendo conocer su juicio al respecto.
María, comprendiendo esas miradas dice:
– El consejo es justo. Escuchadlo. No es cobardía… Es prudencia. Él enseñó que fueseis sencillos como palomas y prudentes como serpientes. Os envió como ovejas en medio de lobos. Guardaos de los hombres.
Santiago la interrumpe:
– Sí, Madre. Pero también dijo: “Cuando os atrapen en sus manos y os conduzcan ante los gobernantes, no os turbéis por lo que deberéis responder. No seréis vosotros los que hablaréis. En vosotros y por vosotros, hablará el Espíritu de vuestro Padre”. Y yo me quedo aquí. El discípulo debe ser como el Maestro.
Él ha muerto por dar vida a la Iglesia. Cada una de nuestras muertes será una piedra que se añadirá al Gran Nuevo Templo. Un aumento de vida para el grande, inmortal cuerpo de la Iglesia Universal.
Que me maten, si eso es lo que quieren. Viviendo en el Cielo seré más feliz, porque estaré al lado de mi Hermano y seré más potente todavía. No le temo a la muerte.
Temo al pecado. Abandonar mi lugar me parece como imitar el gesto de Judas, el perfecto traidor. Y ese pecado Santiago de Alfeo no lo cometerá nunca. Si debo caer, caeré como un héroe en mi lugar de combate, en el puesto en que Él quiso que estuviera.
María le responde:
– No penetro en tus secretos con el Hombre-Dios. Si Él te lo inspira así, hazlo así. Sólo Él que es Dios, tiene derecho a ordenar. A todos nosotros nos corresponde sólo obedecerle siempre en todo, para hacer su Voluntad.
Pedro menos heroico, habla con el Zelote, para conocer su parecer al respecto.
Lázaro, que está cerca de los dos y lo oye, propone:
– Venid a Betania. Está cerca de Jerusalén y también del camino de Samaria. Desde allí partió Jesús muchas veces, para escapar de sus enemigos…
Nicodemo, a su vez, sugiere:
– Venid a mi casa del campo. Es segura y está cerca tanto de Betania como de Jerusalén. Y queda junto al camino que va a Efraím por Jericó.
Lázaro insiste:
– No, es mejor la mía, que está protegida por Roma.
Nicodemo le responde:
– Ya te odian demasiado… Desde que Jesús te resucitó afirmando tan poderosamente su Naturaleza divina… Considera que su suerte fue decidida por este motivo. Y por favor: ¡No vayas ahora a decidir tú la tuya!
Simón Zelote sugiere:
– ¿Y qué decís de mi casa? En realidad es de Lázaro. Pero todavía está a mi nombre.
María interviene diciendo:
– Permitidme que reflexione; que medite, piense y juzgue lo que es mejor hacer. En mi Oración, Dios no me dejará sin su luz y me dirá lo que sea más conveniente hacer. Cuando lo sepa, os lo diré. Por ahora, venid conmigo al Getsemaní.
Todos responden simultáneamente:
– Sede de toda sabiduría,
– Madre de la Palabra y de la Luz,
– Madre de la Iglesia,
– Madre de la divina Gracia,
– Espejo de Justicia,
– Arca de la alianza,
– Refugio de los Pecadores,
– Consuelo de los Afligidos,
– Auxilio de los cristianos,
– Siempre eres para nosotros la Estrella segura que guía.
– Te obedecemos.
Es como si el Espíritu Santo hubiera hablado a sus corazones y a través de sus labios…
Todos se levantan de la hierba en que descansaban sentados en los bordes del camino.
Y mientras Pedro, Santiago, Simón y Juan van con María hacia el Getsemaní…
Lázaro y Nicodemo ayudados por los demás, levantan el lienzo que envuelve el cuerpo de Esteban y con las primeras luces del alba, se dirigen hacia el camino de Betania y Jericó…
¿A dónde llevan al mártir?
Misterio…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
202.- RITUAL PASCUAL
Todos tienen ante sí grandes copas. La de Jesús es más grande y tiene además la del Rito. Jesús erguido en su lugar, en la ancha copa que tiene delante de Sí echa el vino, la levanta y la ofrece. La coloca nuevamente sobre la mesa.
Todos, en tono de Salmo, preguntan:
– ¿Por qué esta ceremonia?
Jesús como cabeza de familia, responde:
– Este día recuerda nuestra liberación de Egipto. Sea bendito Yeové que ha creado el fruto de la viña. –bebe un sorbo de la copa ofrecida y la pasa a los demás.
Luego ofrece el pan. Lo parte, lo distribuye. Enseguida las hierbas impregnadas en la salsa rojiza que hay en las cuatros salseras. Terminado esto, cantan varios Salmos en coro, (112-117 Vulg.) De la mesita traen la fuente en la que está el cordero asado y la ponen frente a Jesús.
Pedro, que en la primera parte hizo el papel del que pregunta, vuelve a hacerlo:
– ¿Por qué este cordero así?
Jesús responde:
– En recuerdo de cuando Israel fue salvado por medio del cordero inmolado. Donde había sangre sobre los estípites y arquitrabes, allí no murió el primogénito. Luego, mientras todo Egipto lloraba por la muerte de los primogénitos. En el palacio real, en la choza más humilde; los hebreos capitaneados por Moisés, se dirigieron a la tierra de liberación y de promesa. Vestidos ya para partir, con las sandalias puestas, en las manos el bastón. Los hijos de Abraham se pusieron en marcha cantando los himnos de gloria.
Todos se ponen de pie y cantan el Salmo 113.
– Cuando Israel salió de Egipto y la casa de Jacob de un pueblo bárbaro, la Judea se convirtió en su santuario… etc.
Ahora Jesús trincha el cordero. Prepara la otra copa. Bebe un sorbo y la pasa. Luego cantan el salmo 112.
– Alabad vosotros al Señor. Sea bendito el Nombre del Eterno, ahora y por los siglos. Desde el oriente y el occidente debe de ser alabado, etc.
Jesús distribuye procurando que cada uno sea bien servido, como si fuera en realidad un padre de familia que a todos sus hijos amase. Es majestuoso, un poco triste.
Y dice:
– Con toda mi alma desee comer con vosotros esta Pascua. Ha sido mi mayor deseo, cuando en la Eternidad, he sido el Salvador. Sabía que esta hora precede a aquella y la alegría de entregarme anticipadamente, consolaba mi padecer… Con toda el alma he deseado comer con vosotros esta Pascua; porque no volveré a gustar del fruto de la vid hasta que haya venido el Reino de Dios.
Entonces me sentaré nuevamente con los elegidos al banquete el Cordero, para las nupcias de los que viven con el Viviente. A ese banquete se acercarán solo los que hayan sido humildes y limpios de corazón como Yo lo soy.
Bartolomé pregunta:
– Maestro, hace poco dijiste que quién no tiene el honor del lugar, tiene el de tenerte enfrente. ¿Cómo podemos saber entonces, quién es el primero entre nosotros?
– Todos y ninguno. Si uno quiere ser el primero, hágase el último y siervo de todos. Los reyes de las naciones mandan. Los pueblos oprimidos aunque los odien, los aclaman y les dan el nombre de ‘Beneméritos’ ‘Padres de la Patria’ Más el odio se oculta bajo el mentiroso título.
Que esto no suceda entre vosotros. El mayor sea como el menor. El jefe, como el que sirve. De hecho, ¿Quién es el mayor? ¿El que está a la mesa o quién sirve? El que está sentado a la mesa y sin embargo Yo os sirvo. Y dentro de poco os serviré más. Vosotros sois los que habéis estado conmigo en las pruebas. Yo dispongo para vosotros un lugar en mi Reino. Así como estaré Yo en él según la voluntad de mi Padre; para que comáis y bebáis a mi mesa eterna y os sentéis sobre tronos a juzgar a las doce tribus de Israel.
Habéis estado conmigo en mis pruebas… Sólo esto es lo que os da grandeza a los ojos del Padre.
Varios preguntan al mismo tiempo:
– ¿Y los que vendrán?
– ¿No tendrán lugar en el Reino?
– ¿Nosotros solos?
Jesús contesta:
– ¡Oh, cuántos príncipes en mi Casa! Todos los que hubieran permanecido fieles al Mesías en sus pruebas de la vida, serán príncipes en mi Reino. Porque los que perseveran hasta el fin en el martirio de la existencia, serán iguales que vosotros que habéis estado conmigo en mis pruebas.
Y me identifico con mis creyentes. El dolor que abrazo por vosotros y por todos los hombres, lo entrego como enseño a mis más selectos. Quien permaneciere fiel en el Dolor, será un bienaventurado mío, igual que vosotros, mis amados.
Pedro dice:
– Nosotros hemos perseverado hasta el fin.
– ¿Lo crees, Pedro? Yo te aseguro que la hora de la prueba todavía está por venir. Simón de Jonás, mira que Satanás ha pedido permiso para cribaros como el trigo. He rogado por ti, para que tu Fe no vacile. Y cuando vuelvas en ti, confirma a tus hermanos.
– Sé que soy un pecador. Pero te seré fiel hasta la muerte. Este pecado nunca lo he cometido, ni lo cometeré.
– No seas soberbio Pedro mío. Esta hora cambiará infinitas cosas. ¡Oh, cuántas!… Os dije antes: no temáis. Ningún mal os pasará, porque los ángeles del Señor están con nosotros. No os preocupéis de nada. Yo os he enseñado amor y confianza. Pero ahora… Ya no son aquellos tiempos. Ahora os pregunto: ¿Os ha faltado alguna vez algo? ¿Fuisteis ofendidos alguna vez?
– Nada, maestro. El que fue ofendido fuiste Tú.
– Ved pues que mi Palabra fue verídica. Ahora el señor ha dado órdenes a sus ángeles, para que se retiren. Es la hora de los demonios. Los ángeles del señor, con sus alas de oro, se cubren los ojos. Se los envuelven y sienten que no pueden expresar su dolor, porque es de luto. De un luto cruel y sacrílego…
Estamos solos… Yo y vosotros. Los demonios son los dueños de la Hora. Por esto ahora tomaremos la apariencia y el modo de pensar de los pobres hombres, que desconfían y no aman. Ahora quién tiene una bolsa, tome también una alforja. Quién no tiene espada, venda su manto y compre una. Porque también esto que la escritura dice de Mí, se debe cumplir: ‘Fue contado como uno de los malhechores.’ En verdad que todo lo que se refiere a Mí, tiene su realización…
Esta noche todos traen sus mejores vestidos y lucen los puñales damasquinados y pequeños, en los preciosos cintos.
Simón Zelote se levanta para ir al cofre donde colocó su rico manto y toma dos espadas largas, ligeramente curvas.
Y se las lleva a Jesús diciendo:
– Pedro y yo nos hemos armado esta noche. Tenemos éstas.
Los demás traen solo el puñal corto.
Jesús toma las dos espadas. Las observa.
Desenvaina una y prueba el filo sobre una uña. Es muy raro e impresionante, ver la feroz arma en las manos de Jesús.
Mientras Jesús la contempla sin decir nada…
Judas pregunta como gato sobre ascuas:
– ¿Quién os la dio?
Simón replica:
– ¿Quién? Recuerda que mi padre fue noble y rico.
Judas insiste:
– Pero Pedro…
– ¡Y bien!… ¿Desde cuando debo dar cuenta de los regalos que hago a mis amigos?
Jesús mete la espada en la vaina y la devuelve a Zelote.
Levanta la cabeza y dice:
– Bueno. ¡Basta! Hiciste bien en traerlas. Pero ahora, antes de que bebamos la tercera copa, esperad un momento. Os dije que el que es el más grande, es igual al más pequeño. Y que Yo ahora parezco vuestro criado. Y os serviré. Hasta ahora os he distribuido la comida. Cosa necesaria y servicio para el cuerpo. Ahora os quiero dar un alimento para el espíritu. No es un plato del rito antiguo. Es del nuevo. Yo me bauticé primero, antes de ser el Maestro. Para esparcir la Palabra, basta ese bautismo. Ahora será esparcida la Sangre. Es necesario que os lavéis otra vez, aún cuando hayáis sido purificados por el Bautista, en su tiempo y también hoy en el Templo.
Pero no basta. Venid a que os purifique. Suspended la comida. Hay algo que es mucho más alto y necesario que el alimento con el que se llena el vientre, aún cuando sea un alimento santo como es del Rito Pascual. Es un espíritu puro, pronto a recibir el Don del Cielo, que baja ya para hacerse un trono en vosotros y daros la Vida. Dar la vida a quién está limpio.
Jesús se pone de pie. Y va hacia el arquibanco. Se quita el vestido púrpura. Lo dobla y se pone el manto, que ya había doblado antes. Se ciñe la cintura con una larga toalla. Después va a donde hay otra aljofaina, que está vacía y limpia. Echa agua. La lleva al centro de la habitación, cerca de la mesa. La pone sobre un banco.
Los apóstoles lo miran estupefactos…
Jesús interroga:
– ¿No me preguntáis porqué hago esto?
Pedro responde:
– No lo sabemos. Sólo te digo que ya estamos purificados.
Jesús responde:
– Y Yo te repito que no importa. Mi purificación servirá para que el que ya esté puro, lo esté más.
Se arrodilla. Desata las sandalias a Judas de Keriot. Y le lava los dos pies. Es fácil hacerlo, porque los lechos-asiento están colocados de tal manera, que los pies dan hacia la parte exterior.
Judas está desconcertado, pero no replica.
Sólo cuando Jesús antes de ponerle la sandalia en el pie izquierdo y levantarse, trata de besarle en el pie derecho que ya está calzado; Judas retrae violentamente su pie y pega con la suela en la boca divina… Lo hizo sin querer. No fue fuerte el golpe. Pero ha causado mucho dolor.
Jesús sonríe al apóstol que está muy turbado…
Judas le pregunta:
– ¿Te hice daño? No era mi intención. Perdóname…
Jesús contesta:
– No amigo. Lo hiciste sin malicia… Y no hace mal.
Judas lo mira lleno de consternación, con una mirada que huye de todo…
Jesús sigue…
Lava a Tomás y luego a Felipe. Da la vuelta a la mesa y se acerca a su primo Santiago. Le lava los pies y al levantarse, lo besa en la frente. Llega con Andrés, que está rojo de vergüenza y se esfuerza en no llorar. Le lava los pies y lo acaricia como si fuera un niño.
Luego es el turno de Santiago de Zebedeo, que solo dice en voz baja:
– ¡Oh, Maestro! ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Te has rebajado, sublime Maestro mío!
Juan se ha aflojado ya las sandalias y mientras Jesús está inclinado, secándole los pies, se inclina también y le besa los cabellos.
¡Pero Pedro!… No es fácil persuadirlo de que debe sujetarse a este nuevo rito.
Pedro exclama:
– Tú, ¿Lavarme los pies a Mí? ¡Ni te lo imagines! Mientras esté vivo, no te lo permitiré. Soy un gusano y Tú Eres Dios. Cada quién debe estar en su lugar.
Jesús replica:
– Lo que hago no puedes comprenderlo por ahora. Algún día lo comprenderás. Déjame lavarte.
– Todo lo que quieras, Maestro. ¿Quieres cortarme el cuello? Hazlo. Pero lavarme los pies… No lo harás.
– ¡Oh, Simón mío! ¿No sabes que si no te lavo, no tendrás parte en mi Reino? ¡Simón, Simón! ¡Tienes necesidad de esta agua para tu alma y para el largo camino que tendrás que recorrer!… ¿No quieres venir conmigo? Si no te lavo, ¡No vienes conmigo a mi Reino!
– ¡Oh, Señor mío Bendito! ¡Entonces lávame todo! ¡Pies, manos y cabeza!
– Quién se ha limpiado como vosotros no tiene necesidad de lavarse sino los pies. Porque está limpio… El hombre con los pies camina entre lo sucio. Los pies del hombre que tiene un corazón impuro, van a las crápulas. A la lujuria. A los tratos ilícitos. Al crimen… Por eso, entre los miembros del cuerpo; son los que tienen más necesidad de purificarse…
¡Oh, hombre que fuiste una creatura perfecta el primer día! ¡Y luego te has dejado corromper en tal forma del Seductor! ¡En ti no había malicia, ni pecado!… ¿Y ahora? ¡Eres todo Malicia y Pecado! Y no hay parte en ti, que no peque.
Jesús lava los pies a Pedro. Y se los besa.
El apóstol llora y toma con sus grandes manos, las dos de Jesús. Se las pasa por los ojos y luego se las besa.
También Simón se quita las sandalias y sin decir nada, se deja lavar.
Pero cuando Jesús está por acercarse a Bartolomé, Simón se arrodilla y le besa los pies diciendo:
– Límpiame de la lepra del Pecado; así como me limpiaste de la del cuerpo. Para que no me vea confundido en la hora del Juicio, Salvador mío.
Jesús le dice:
– No tengas miedo, Simón. Llegarás a la ciudad celestial, blanco como la nieve.
Nathanael pregunta:
– ¿Y yo Señor? ¿Qué dices del viejo Bartolomé? Tú me viste bajo la sombra de la higuera y leíste en mi corazón.
– Tú tampoco temas. En aquella ocasión dije: ‘He ahí a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.’ Ahora afirmo: ‘He aquí a un verdadero discípulo mío. Digno de Mí, el Mesías’ Y te veo sobre un trono eterno, vestido de púrpura. Siempre estaré contigo.
El turno es de Judas Tadeo…
Cuando ve a Jesús a sus pies, no puede contenerse. Inclina su cabeza sobre la mesa, apoyándola sobre el brazo y llora…
Jesús le dice:
– No llores, hermano. Te pareces al que deben arrancar un nervio y cree no poder soportarlo. Pero el dolor será breve. Y luego… ¡Oh! ¡Serás feliz! Porque me amas. Te llamas Judas. Eres como nuestro gran Judas. ¡Como un gigante! Eres el que protege. Tus hechos son como de león y como de cachorro de león, que ruge.
Tú desanidarás a los impíos que ante ti retrocederán. Y los inicuos se llenarán de terror. Lo sé. Sé fuerte. Una unión eterna estrechará y hará perfecto nuestro parentesco, en el Cielo. –y lo besa también en la frente, como a su otro primo.
Jesús sigue adelante con los que le faltan…
Mateo protesta:
– Yo soy un pecador, Maestro. No a mí.
Jesús contesta con dulzura:
– Tú fuiste pecador, Mateo. Ahora eres apóstol. Eres una ‘voz’ mía. Te bendigo. Estos pies han caminado siempre para seguir adelante, para llegar a Dios… El alma los espoleaba y ellos han abandonado todo camino que no fuese el mío. Continúa. ¿Sabes dónde termina el sendero? En el seno de mi Padre y tuyo.
Jesús ha terminado. Se quita la toalla. Se lava las manos en agua limpia. Se vuelve a poner su vestido púrpura. Regresa a su lugar y mientras se sienta…
Jesús dice:
– Ahora estáis puros. Pero no todos. Sólo los que han tenido voluntad de estarlo.
Mira detenidamente a Judas de Keriot, que aparenta no oír.
Judas Finge estar ocupado explicando a Mateo, porqué su padre decidió mandarlo a Jerusalén. Una charla inútil que tiene por objeto dar a Judas, cierto aire de importancia. Aunque es audaz, no debe sentirse muy bien…
Jesús escancía vino por tercera vez, en la copa común. Bebe y ofrece a los demás, para que beban. Luego entona un cántico al que todos se unen. (Salmos 114-115-116-117)
– Amo porque oye el Señor, la voz de mis súplicas. Porque inclinó a Mí sus oídos. Lo invocaré toda mi vida. Me sorprendieron los lazos de la muerte. (Una pausa brevísima) Luego sigue cantando: tuve confianza por eso hablo. Pero me había encontrado en gran humillación. Habíame dicho en mi abatimiento: ‘Todos los hombres son engañosos’ -Mira fijamente a Judas. La voz cansada; toma aliento cuando exclama: ‘Es preciosa a los ojos de Dios, la muerte de los santos.’ y ‘Tú has roto mis cadenas.’… Y el cántico sigue…
Judas de Keriot canta tan desentonado, que dos veces Tomás le obliga a tomar el tono, con su fuerte voz de barítono. Y lo mira fijamente…
Los demás, también lo miran sorprendidos; porque generalmente entona bien y también se gloría de su voz, así como de sus otras dotes. ¡Pero esta noche! Ciertas frases lo turban y se detiene. Lo mismo que ciertas miradas de Jesús…
Cuando pone énfasis en determinadas frases como: “Es mejor confiar en el Señor que en el Hombre” y “No moriré, sino que viviré y contaré las obras del Señor”
Las dos siguientes parecen estrangular la garganta del Traidor: “La Piedra que los albañiles desecharon ha sido convertida en piedra angular.” Y “Bendito el que viene en el Nombre del Señor”
Terminado el salmo, mientras Jesús corta el cordero y lo reparte.
Mateo pregunta a Judas de Keriot:
– ¿Te sientes mal?
Judas replica áspero:
– No. Déjame en paz. No te metas conmigo.
Mateo se encoge de hombros.
Juan, que oyó lo que Mateo preguntó dice:
– Tampoco el Maestro está bien. -Y volviéndose hacia su amado Maestro, pregunta- ¿Qué te pasa, Jesús? Estás ronco. Como si estuvieras enfermo o hubieras llorado mucho.
Y le extiende los brazos y reclina la cabeza sobre su pecho.
Judas dice nervioso:
– No he hecho más que caminar y hablar. Estoy resfriado.
Jesús se dirige a Juan:
– Tú ya me conoces… Y sabes que es lo que me cansa.
Jesús come muy poco y bebe mucha agua. Está haciendo un esfuerzo supremo, para soportar cerca de Sí al Traidor. Tratándolo como a un amigo para que los demás no se den cuenta y evitar así un crimen. ¡El Cielo está cerrado y sólo Dios sabe, cuánto necesita el Hijo del Padre, en esta noche del Jueves! Para el dominio de sí Mismo y el tolerar la Ofensa, que es la manifestación más sublime de la caridad. Y esto solo lo pueden conseguir, los que quieren que para su vida no haya otra ley, más que la Caridad.
Su alma agoniza por el doble esfuerzo al tratar de vencer los dos más grandes dolores que puede un hombre soportar: la despedida de una Madre sin igual y la proximidad del amigo infiel. Dos heridas que taladran su corazón. Una con su llanto. Y otra con su Odio.
Tan solo estas heridas son suficientes para hacerle agonizar. Pero Él tiene que expiar. Es la Víctima. El Cordero. Éste, antes de ser inmolado; sabe lo que duele la marca del hierro candente; los golpes; el trasquilo. Ser vendido al matancero, para sentir finalmente el frío del hierro que le corta la garganta.
Debe dejar primero todo: su pastizal. Su madre que lo crió, que lo alimentó, le dio calor. Sus compañeros con quienes convivió. Todo esto lo conoció Jesús, el Cordero de Dios; para quitar el Pecado del Mundo.
Mira a Judas de Keriot que conversa animadamente con Tomás. Le observa… Se ve tan joven; tan elegante con su vestido amarillo y su faja roja. Inclina pensativo la cabeza… ¡Qué difícil es conocer lo que hay en su corazón y tener que amarlo así!
Consiguió tener la bolsa, para poder acercarse a las mujeres; las dos cosas que ama desenfrenadamente además de la tercera, que es la más importante: los puestos humanos junto con los honores del mundo…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
191.- LA ÚLTIMA LLAMADA
Bajo el cielo de un hermoso amanecer de Abril, que canta sus alabanzas al creador; Jesús camina entre los huertos y los olivares en flor. Y los pétalos bañados de rocío brillan al contacto de los primeros rayos de la aurora que un viento perfumado, mece suavemente.
Las tiernas hojas de las vides y de todas las plantas, junto con el perfume de las flores y el cantar de los pajarillos, parecen saludarlo en un hosanna mañanero.
Lo acompañan los Doce.
Y Él en medio de ellos, les dice:
– Todo lo que ha sucedido es solo el comienzo de una cadena por la que será condenado el Hijo del Hombre. Debemos prepararnos tanto vosotros, como mi Madre, para hacer frente a la maldad humana.
El hombre jamás de improviso se hace experto en el bien, como en el Mal. Sube o se hunde gradualmente. Lo mismo sucede respecto al dolor. Por eso debemos robustecer el corazón. Todos. En el bien, en el mal o en el dolor. Y sin embargo, no hemos llegado a la cima. Todavía no la hemos tocado. ¡Es tan grande! Quiero ahora que conozcáis el sentido de las profecías, para que nada os quede oscuro.
Os ruego que estéis conmigo lo más posible. Durante el día estaré con todos. Por la noche os suplico que no os alejéis de Mí. No quiero sentirme solo…
Jesús está muy triste.
Los apóstoles lo ven y se angustian.
Se le acercan y Judas se porta como si fuera el más cariñoso de todos…
Jesús los acaricia y continúa:
– Quiero que conozcáis mejor al Mesías. En las profecías están dibujados mi amanecer y mi crepúsculo; mejor de lo que hubiera podido hacerlo un pintor. El alba y el anochecer son las dos fases que lo profetas mejor pintaron.
El Mesías que bajó del Cielo. El Justo que las nubes soltaron como lluvia bendita sobre la tierra. El Retoño hermoso va a ser entregado a la muerte. Va a ser despedazado como un cedro bajo el rayo.
Hablemos de su muerte…
No suspiréis. No mováis la cabeza. No murmuréis en vuestros corazones. No maldigáis a los hombres. De nada sirve… Subiremos a Jerusalén. La Pascua ya está próxima.
Este mes será para vosotros el primero del año. Este mes será para el Mundo, el principio de una nueva Era. Jamás conocerá fin. Inútilmente de vez en cuando se tratará de poner otro mes en su lugar. Son muchos los que están a punto de alimentarse del Cordero.
Una multitud que no puede contarse y que asiste a un banquete sin límite de tiempo. Y no es necesario que haya fuego, porque no habrá sobras. Aquellas partes que serán ofrecidas o rechazadas por el Odio, serán consumidas por el fuego mismo de la Víctima, por su Amor.
Os amo, ¡Oh, Hombres! A vosotros Doce. Amigos míos en quienes están las Doce tribus de Israel y las trece veces del Linaje Humano. Todo lo he juntado en vosotros. Y todo en vosotros lo veo reunido. Todo…
Iscariote pregunta:
– Pero en las venas del cuerpo de Adán, están también las de Caín. Ninguno de nosotros ha levantado su mano contra su compañero. ¿Dónde está pues Abel?
Jesús responde:
– Tú lo has dicho. En las venas del cuerpo, están también las de Caín. Yo soy Abel. Os amo aunque vosotros no me améis. El Amor apresura y realiza la obra de los sacrificadores.
Yo Soy el Cordero de Dios. El que es como el Padre no envejece en su Divinidad. Sólo hay una cosa que lo aniquila: la desilusión de haber venido en vano para muchos.
Cuando sepáis como fue matado y lo veáis transformado en un leproso cubierto de llagas, decid: “De esto no murió. Sino porque los que más amaba lo desconocieron y rechazaron por su demasiada tendencia hacia lo humano.”
El tiempo es como un relámpago en relación con la eternidad. Cuando llega la muerte, aún la vida más larga se reduce a nada. Y siempre es polvo el honor y el oro; para el hombre que tanto se fatigó y el sabor insensato que se tuvo por el fruto, se pierde. ¿Mujeres? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Ciencia? ¿Qué queda de todo eso? Nada. Sólo la conciencia y el juicio de Dios ante él.
Pues se presenta la pobre conciencia sin protección humana alguna, pero sí cargada con el peso de sus acciones, a lo largo de su existencia terrenal.
Por eso les digo: ‘Tomad mi Sangre y ponedla sobre vuestro corazón muerto’ Y Yo digo al Padre que espera: “Mira. No los rechaces. Porque rechazarías tu sangre.” Pero a mi Sangre debe unirse vuestro arrepentimiento.
Sin éste que es amargo pero saludable, inútilmente habré muerto por vosotros.
Vosotros veis como en Mí no se da la tristeza del vencido, ni la vengativa del perverso. Sino sólo la ecuanimidad de quién ve a qué punto puede llegar la posesión de Satanás en el hombre. Vosotros estáis viendo como pudiendo reducir a cenizas con sólo una chispa de mi voluntad; por tres años he extendido mis manos como invitación amorosa a todos, sin descanso. Y todavía estas manos mías se extenderán para ser heridas.
El Demonio más astuto se ha metido en el hombre más corrompido. Y como el veneno está oculto en el diente del áspid, así está encerrado en él creando un monstruo híbrido que es Satanás y hombre. A él le digo lo mismo que dije a Jerusalén: “¡Oh, sí en esta hora que se te ha concedido, supieses venir a tu Salvador!”
¡No hay amor mayor que el mío! ¡No hay poder mayor! El Mismo Padre asiente si afirmo ‘Quiero’ No sé decir otras palabras que de piedad para aquellos que han caído y que del Abismo me tienden sus brazos.
¡Oh, Alma del más Grande Pecador! Tu Salvador en los umbrales de la muerte se inclina sobre tu abismo y te invita a tomar su mano. No evitaré la muerte… Pero tú te salvarías. Tú a quién amo todavía…
El alma de tu amigo no se estremecería de horror al pensar que por causa tuya debe conocer el horror de la muerte. Y de ESTA muerte concreta…
Jesús oprimido… Calla.
Los apóstoles en voz baja se preguntan:
– ¿Pero de quién está hablando?
– ¿Quién es?
Judas miente desvergonzado:
– Ciertamente ha de ser uno de los falsos fariseos. Me imagino que ha de ser de José o Nicodemo. O tal vez Cusa y Mannaém. Tienen mucho que perder y bienes que proteger. Tal vez Herodes o el Sanedrín… ¡Él se fió mucho de ellos! ¿No os disteis cuenta de que tampoco ayer estuvieron presentes? No tienen el valor de estar con Él…
Jesús se adelanta y llega a donde están los discípulos. Han llegado hasta un otero cercano a Jerusalén. Se sientan a descansar bajo la sombra de una arboleda.
Después, Jesús se levanta y se dirige hacia la parte alta de la colina. Su alta estatura se dibuja clara en el vacío y le sirve de marco y parece aún mucho más alto. Cruza sus manos sobre su pecho, sobre su manto azul rey. Observa la ciudad que se extiende a sus pies. Con una mirada severa…
La ve en todos sus rincones. Sus elevaciones, sus casas, sus calles… Detiene su mirada sobre algunos lugares en específico… Y se pone a llorar sin estremecimiento alguno.
Lágrimas silenciosas le resbalan por sus mejillas y caen… Lágrimas envueltas en un silencio y tristeza como las que se deben llorar solo, sin esperanza de consuelo o de comprensión. Como las de quien debe llorar por un dolor que no puede ser evitado… Y debe sufrirse completamente.
Santiago el hermano de Juan, es el primero que nota ese llanto… Y lo dice a los demás. Que se miran mutuamente, sorprendidos.
Pedro y Juan se levantan y se le acercan. Los demás también hacen lo mismo.
Juan pregunta:
– Maestro, ¿Por qué estás llorando?
Y apoya su rubia cabeza sobre la espalda de Jesús.
Pedro le pone su mano en la cintura, como si quisiera abrazarlo y le pregunta:
– ¿Qué te hace sufrir? Dínoslo a nosotros que te amamos.
Jesús apoya su rostro sobre la cabeza de Juan y con el otro brazo, abraza la espalda de Pedro.
Tres amigos. Pero el llanto continúa.
Juan siente que le cae alguna lágrima, vuelve a preguntarle:
– ¿Por qué lloras Maestro? ¿Te hemos causado algún dolor?
Todos esperan ansiosos la respuesta:
– No. No me habéis causado ningún dolor. Sois mis amigos. Y la amistad cuando es sincera, es bálsamo. Es sonrisa. Pero nunca lágrimas.
Jesús extiende su mano derecha y señala hacia la ciudad:
– Allí está la corrupción. Vamos a entrar en Jerusalén y el Altísimo es el Único que sabe, como quisiera santificarla con la santidad del Cielo. Volver a santificar esta ciudad, que debería ser la Ciudad Santa. Pero no podré conseguir nada. Está corrompida.
Los ríos de santidad que salen del Templo Vivo y que por algunos días seguirán corriendo, no serán suficientes para redimirla. La Samaría y el mundo pagano vendrán al Santo. Sobre los templos ficticios, se levantarán Templos al Dios Verdadero. Los corazones de los gentiles adorarán al Mesías.
Pero este Pueblo… Esta ciudad… No lo aceptará y su odio lo llevará a cometer el mayor pecado. Lo cual debe suceder. Pero ¡Ay de aquellos que serán los instrumentos de tal delito! ¡Ay!…
Jesús tiene frente a Él a Judas y lo mira fijamente.
Pero él no baja su mirada y miente con descaro:
– Tal cosa no nos sucederá porque somos tus apóstoles. Creemos en Tí y estamos dispuestos a morir por Ti.
Los demás se unen a Judas.
Jesús, sin responder directamente al Apóstol Traidor, dice:
– Quiera el Cielo que así seáis. Pero todavía hay mucha debilidad en vosotros y la tentación podría volveros iguales a los que me odian. Orad mucho y tened cuidado. Satanás sabe que está por ser vencido y quiere vengarse arrancándoos de Mí. Satanás nos rodea.
A Mí, para impedirme cumplir con la Voluntad del Padre y mi Misión. A vosotros, para convertiros en sus esclavos. Estad atentos. Dentro de aquellos muros, Satanás se apoderará de quién no supo ser fuerte. Aquel para el cual será una maldición el haber sido Elegido. Porque habrá hecho de su elección, un fin humano. Os elegí para el Reino de los Cielos y no para el mundo. Recordadlo.
Y tú, ciudad que quieres tu ruina y por quién lloro. Ten en cuenta que tu Mesías ruega por tu redención. ¡Oh, sí al menos en esta hora que te queda quisieras venir a Quién sería tu felicidad! ¡Si comprendieses en esta Hora, el amor que puse en medio de ti y te despojases del Odio que te ciega y te hace loca! ¡Que hace que seas cruel para contigo y que rechaces tu bien!
¡Pero vendrá el día en que te acordarás de esta hora! ¡Será demasiado tarde para llorar y para arrepentirte! ¡Habrá pasado el amor y desaparecido entre tus calles y sólo se quedará el Odio que has preferido! Y el Odio te odiará a ti y a tus hijos… Porque lo quisiste.
El Odio se paga con Odio. No se tratará del Odio del fuerte, contra el Inerme; sino del Odio contra el Odio. Y por lo tanto la guerra y la muerte…
Rodeada de trincheras y de ejércitos. Te irás debilitando, antes de ser destruida. Y verás caer a tus hijos bajo la fuerza de las armas, bajo el hambre. Los que sobrevivan serán tomados prisioneros y escarnecidos. Pedirás misericordia, pero no la encontrarás, porque no has querido conocer tu salvación.
Lloro, amigos. Porque soy humano y lamento las ruinas de mi patria… La Misericordia compadece las desventuras de una ciudad culpable, pero la Justicia no puede compadecer sus costumbres, porque son precisamente éstas, las que producen las desventuras y el verlas, aumenta mi dolor.
Mi Ira contra los profanadores del Templo es consecuencia de que estoy viendo las desventuras de Jerusalén. Las profanaciones del Culto Divino, de la Ley Divina, provocan los castigos del Cielo.
Al convertir la Casa de Dios en cueva de ladrones, los sacerdotes y los fieles indignos, atraen sobre todo el pueblo la maldición y la muerte. Y los males que sufre el pueblo, son porque Dios se retira y el Mal avanza. Este es el fruto de una vida nacional indigna del Nombre del Santo.
Dios llama con prodigios repetidos y cuando lo único que se atrae son la burla, la indiferencia y el Odio; tanto los hombres como las naciones recuerden que es inútil llorar, cuando primero rechazaron su salvación. Inútilmente me invocarán después de haberme echado fuera, con una guerra sacrílega que partiendo de cada conciencia entregada al Mal, se esparció por toda la nación.
Los países no se salvan con las armas; sino con una forma de vida que atraiga la protección del Cielo.
Pero es justo que se cumpla lo dicho, porque la corrupción avanza por sobre estos muros sobre todo límite e invoca el castigo de Dios. ¡Ay de los que tendrían que ser santos, para conseguir que los otros fueran honrados y sin embargo profanan el Templo; su ministerio y a sí mismos!
Venid. Mi intervención de nada servirá. Pero hagamos brillar la luz una vez más, sobre las Tinieblas.
Jesús desciende acompañado de los suyos. Callado. Serio. Parece muy disgustado…
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA
75.- LA ÚLTIMA LLAMADA…
Prócoro vaga por los jardines sin saber qué hacer, ni a donde ir. Se siente impotente, débil, viejo y enfermo. Tropieza con despojos humanos parcialmente quemados. Contra antorchas todavía encendidas, de las cuales brotan chispas.
Como animal acorralado mira hacia todos lados, con ojos extraviados.
Los jardines están casi totalmente en tinieblas. Sólo la luna ilumina y vuelve más macabros los cadáveres carbonizados.
Finalmente regresa a la fuente, al lado donde estuviera el poste que fuera el patíbulo de Mauro. Y allí se arrodilla llorando con profundo dolor.
Entonces siente que una mano le toca el hombro y al volverse ve a un desconocido, al que le pregunta aterrorizado:
– ¿Quién eres tú?
El bondadoso anciano le contesta:
– Pablo de Tarso.
El griego sollozando dice:
– ¡Oh! ¡Eres tú!… ¡Estoy condenado! ¿Qué deseas?
El apóstol le contesta con inmensa compasión:
– Salvarte.
Prócoro se apoyó contra un árbol y dijo completamente desconsolado:
– Para mí ya no hay salvación.
– ¿Acaso no has oído sobre el ladrón crucificado del que Jesús tuvo compasión?
Prócoro gritó llorando:
– ¡Pero tú no sabes lo que yo hice!…
– Fui testigo de tus sufrimientos. Y escuché la declaración de la verdad.
– ¡Oh, Dios!…
– Y si un siervo de Cristo, en la hora del martirio y de la muerte ha perdonado tus agravios, ¿Por qué no habrá de perdonarlos el Mismo Cristo?
Prócoro se tomó la cabeza con las manos, en un ademán desesperado y dijo:
– ¡Oh! ¡Si Él quisiera perdonarme! ¡Perdón para mí!… ¡Perdón…! –y su llanto aumentó.
– Nuestro Dios es un Dios de Amor y Misericordia. Su Infinita Bondad supera con su Gracia nuestros errores, cuando tenemos arrepentimiento.
Prócoro repitió asombrado y con inmenso dolor:
– ¿Perdón para mí?
– Apóyate en mí y acompáñame.
Pablo lo lleva consigo hasta una banca de mármol y se sientan envueltos por el silencio de la noche y el rumor del agua de la fuente.
El Apóstol repite:
– Nuestro Dios es un Dios de Misericordia. Si te pusieras a la orilla del mar a echar guijarros, ¿Podrías llegar a colmar sus profundidades? Pues en verdad te digo que la Misericordia de Dios es como el océano y en su Sangre Preciosísima se lavan nuestras culpas. Los delitos y los pecados de los hombres, Él los hunde como guijarros en el Mar de su Misericordia. Cristo es nuestro Salvador. Tú has sufrido y te arrepentiste al pie del patíbulo de Mauro. Cristo ha sido testigo de tu abatimiento. Y sin pensar en lo que te pudiera suceder, declaraste la verdad y Cristo no ha olvidado tus palabras.
Lo importante es el arrepentimiento. Cuando éste es verdadero, Dios perdona. Yo soy el hombre que aborrecía a Jesús y persiguió a sus seguidores. Yo también fui verdugo de los cristianos. A Jesús no le conocía y tampoco le amaba. Yo no creía en Él, hasta el día que se me manifestó en el Camino de Damasco, cuando iba decidido a destruir a sus elegidos. Desde ese bendito día, Él ha sido para mí la Misericordia. Ahora te está llamando a ti. Sí le odiaste, cuando Él te amaba. Si le perseguiste en los que Él amaba. Si le destruiste en sus confesores, Él te amaba y te sigue amando. Más ahora, porque con tu arrepentimiento, Él quiere perdonarte y salvarte.
Un inmenso dolor laceró hasta lo más profundo del alma y el corazón de Prócoro y al mismo tiempo renació la esperanza. ¡ÉL PODÍA SER PERDONADO! Él, que se siente culpable de la muerte de todos y cada uno de aquellos benditos mártires, que por una venganza estúpida, había crecido como una avalancha… ¡Destruyendo la vida de tantos millares de inocentes!
Y un sollozo que parece ahogarlo, agita el pecho de aquel infortunado ser humano que fue el instrumento perfecto para detonar la venganza de Satanás, el Verdadero Verdugo y Destructor de la Iglesia.
Pero Pablo sí pudo llegar a aquella alma. El arrepentimiento con sus lágrimas humildes, es el primer lavado de las almas. Pablo vio el dolor lacerante de aquel miserable y recordó su propia y dolorosísima experiencia…
Después de un largo momento, dijo:
– Cristo me acercó a ti. Él me ha ordenado que agrupe a las almas en nombre del Amor y yo estoy siempre a su servicio. Tú te consideras condenado, más yo te digo: cree en Él y te salvarás. Tú piensas que él te odia por tu gran pecado y por todos los demás pecados que ahora te abruman, pero yo te repito que en Él no hay otra cosa, más que Amor para ti EL TE AMA TAL COMO ERES EN ESTE MOMENTO. Antes de que yo le poseyera, en mí solo había maldad, la cual vivía en mi corazón y me impulsaba en mis obras. Ahora Jesucristo es para mí, todo. Y sólo en Él, está el refugio y el consuelo. Él solo ve tu pesar por el daño que has causado y tu aflicción inconsciente aunque tú no lo sepas, por el daño a tu propia alma. Haz a un lado tus temores y levanta tu cara. Si tú lo quieres, Jesucristo te perdona y te eleva hasta Sí.
– ¡Sí! Si lo quiero. ¡Quiero su Perdón!…Quiero su perdón… –y Prócoro llora como un niño.
Pablo lo toma de la mano y lo conduce hasta la fuente, cuyos plateados raudales brillan con sus reflejos a la luz de la luna, que como una pequeña cuña, apenas ilumina aquel lugar. Reina el silencio y los jardines están vacíos. Prócoro se arrodilla sin dejar de llorar, junto al lugar donde estuvo el poste donde Mauro fue martirizado.
Mientras tanto Pablo ora en silencio, con sus manos levantadas hacia el cielo estrellado. Y luego con el rostro radiante y como obedeciendo a una orden recibida, se dirige a la fuente. Bendice el agua y con el hueco de sus manos, toma un poco y la derrama sobre el viejo que llora inconsolable y dice con voz solemne:
– ¡Prócoro, yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo! Amén.
El griego levanta los brazos. Continúa arrodillado y ora por largo rato, en silencio y con el rostro bañado por sus lágrimas…
Enseguida pablo saca de entre sus ropas, una bolsa de precioso paño que contiene el Pan consagrado y partiendo un pedazo ora, la da al griego y pronuncia las palabras de la Comunión:
– Este es el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Dios que se hizo Hombre y murió para salvarte… Convirtiéndose en Alimento para sus confesores…
Prócoro levanta su cara bañada en llanto y recibiéndola en la boca contesta:
– Bendito sea su Santo Nombre. Yo lo recibo… Amén
A continuación se postra con el rostro en tierra y ora en silencio.
Pasa el tiempo y se escucha el canto de los gallos.
Entonces Prócoro pregunta con voz trémula:
– ¿Qué debo hacer antes de morir?
Pablo le contesta contundente:
– Ten Fe y atestigua la Verdad.
El griego le toma la mano al apóstol y se la besa. Luego se levanta y los dos salen juntos. En el camino se separan y se van por diferentes rumbos.
Cuando Prócoro llega a su casa, antes de entrar, los pretorianos lo arrestan y lo llevan al palacio de Tiberio. El César se retiró a descansar, pero Tigelino lo está esperando…
Y al verlo sentenció:
– Has cometido un crimen de lesa majestad. De esta traición, no podrás escapar al castigo. Pero si declaras mañana en el Anfiteatro, que estabas borracho y trastornado. Y que los autores de la conflagración fueron los cristianos, tu castigo se limitará a los azotes y al destierro. –concluye Tigelino con aire engañoso.
Prócoro contestó con serenidad:
– No puedo hacer eso.
Tigelino se acercó a él con paso lento y su voz es contenida y aterradora:
– ¿Cómo? ¡Maldito perro griego! ¿Dices que no puedes hacerlo? ¡Entonces no estabas borracho!… Y parece que no comprendes el castigo que te espera. ¡Mira!
Y señala en el extremo del atrium a cuatro fornidos esclavos que junto con los verdugos, lo esperan con los instrumentos del tormento en las manos.
Pero Prócoro contesta:
– ¡No puedo!
La ira se apodera de Tigelino, pero se contiene. Y dice con una amenaza mortal:
– Te llevaré a los calabozos de Calígula. ¿Recuerdas los tormentos de los primeros cristianos? Yo personalmente vigilaré tu tortura…
El viejo palidece, pero contesta con firmeza:
– Yo también soy cristiano y Jesús es mi Señor y mi Dios.
Tigelino lo mira con asombro y exclama:
– ¡Perro nauseabundo! ¡Te has vuelto loco de verdad!
Y totalmente furioso, le toma de la barba con una mano y le amenaza:
– ¡Te retractarás! ¡Te juro por Júpiter, que te retractarás! – y le arrojó al piso.
Prócoro contestó desde el piso:
– ¡No puedo!
Totalmente lívido, temblando de rabia; Tigelino ordenó a sus esbirros:
– ¡Llevadle al tormento!
Ante esta sentencia, los tracios se apoderan del viejo y le arrastran hasta los sótanos del Palacio….
Después de haberlo atormentado, Tigelino vuelve a preguntarle:
– ¿Te retractarás?
Prócoro insistió:
– ¡No puedo!
Tigelino ordena suspender el tormento. Impotente, se pasea de un lado a otro de la estancia, con el rostro descompuesto por la ira. Y luego, con el semblante iluminado por una nueva idea y una diabólica sonrisa, ordenó:
– ¡Arrancadle la lengua!
Y el tormento continuó…
Al principio, Haloto anunció que el César no asistiría, pero luego cambia de opinión ante los persuasivos argumentos del favorito.
Tigelino le manifestó:
– Divinidad, después de lo ocurrido en los jardines, es más imperioso tu deber de presentarte ante el pueblo. Te aseguro que esta vez, el esclavo crucificado no te insultará.
Entonces se promueve otro banquete en los jardines imperiales.
Al día siguiente está atestada la casa de Tiberio. Los augustanos, senadores y los de la Orden Ecuestre, asisten todos. No solo por el espectáculo ofrecido, sino porque están deseosos de mostrar su adhesión al César y porque el protagonista es Prócoro, de quién está hablando Roma entera…
Y se rumora que después de la espectacular acusación del griego, se había apoderado de Nerón tal frenesí, que no había dormido… Y que es atormentado por visiones pavorosas y por eso ha anunciado su viaje a Acaya.
Pero otros afirman lo contrario y que ahora está decidido a desplegar mayor crueldad contra los cristianos.
Otros auguran que la acusación lanzada por Prócoro a la cara del César, podrá tener las más desastrosas consecuencias.
Y hay quienes también por humanidad ruegan a Tigelino, que ponga fin a las persecuciones.
Cornelio Flavio le dice:
– Ved las repercusiones. Habéis querido desviar la cólera del pueblo y convencerle de que estabais castigando a los culpables. Y el resultado ha sido contraproducente.
Valerio Mesala confirmó:
– ¡Cierto! Todos dicen ahora que los cristianos son inocentes. Y si a eso llamáis habilidad, Prócoro tuvo razón cuando afirmó que el cerebro de todos vosotros, cabía en la cáscara de una nuez.
Quinto Pomponio añadió:
– Lo mejor es terminar con todo esto. Si dejáis en paz a los cristianos. Todo esto terminará por olvidarse.
Tigelino se volvió hacia ellos y dijo:
– Cornelio Flavio, entre el pueblo se rumora también, que tu hija Priscilla ha sustraído a sus esclavos cristianos, a la justicia del César. Y lo mismo cuentan de tu esposa, Mesala.
Flavio replicó lleno de alarma:
– ¡Eso no es cierto!
Valerio exclamó, no menos sobresaltado:
– Vuestras mujeres divorciadas quieren perder a mi esposa.
Pero otros hablan de Prócoro Quironio.
Marcial preguntó:
– ¿Qué le sucedió? Él fue quien entregó a los cristianos en poder de Tigelino.
Lucano agregó:
– De mendigo pasó a ser un hombre opulento. Hubiera podido terminar sus días en la mayor tranquilidad. ¡Es un hombre desconcertante!
Vitelio dijo:
– También pudo contar con unos espléndidos funerales. ¡Pero no! ¡De repente abandona todo y decide perderse! ¡Definitivamente se ha vuelto loco!…
Tigelino respondió:
– No está loco. Se convirtió en cristiano.
Plinio exclamó:
– ¡Imposible!
Séneca sentenció:
– ¡Os lo he dicho ya! Exterminad a los cristianos si queréis. Pero creedme: No podréis vencer a su Dios.
Trhaseas se impacientó:
– ¡Después de lo que hemos visto!… ¡Por Cástor! ¿Acaso no comprendéis? Mirad lo que está sucediendo…
Marcial aconsejó:
– Yo no he incendiado a Roma. Pero si el César lo permitiese ofrecería inmediatamente una hecatombe a esa Divinidad, para desagraviarlo.
Séneca añadió:
– ¡Y todos deberíais hacer lo mismo! ¡Hemos visto su Poder! ¡Con ese Dios, no se juega!
Y Petronio concluyó:
– Tigelino rió el otro día, cuando aseguré que estaban armándose. Y ahora os afirmo: ¡Están triunfando!
Varias voces preguntaron al mismo tiempo:
– ¡Qué! ¿Cómo es eso? ¿Por qué dices eso?
Petronio confirmó:
– ¡Por Zeus! ¡Así es! Porque si un hombre como Prócoro no ha sido capaz de resistirles… ¿Quién lo hará? Si pensáis que después de cada uno de estos espectáculos, no aumentará el número de cristianos; mejor buscad otro oficio. Acaso entonces logréis informaros mejor de lo que piensa el pueblo y de lo que está pasando en la ciudad…
Varios exclaman al mismo tiempo:
– ¡Por Pólux!
– ¡Este Dios es Increíble!
– ¡Muy poderoso entre los cristianos!
– ¡Y también nos lo ha demostrado a nosotros!
– ¡Están triunfando! ¡Petronio dice la verdad!
Y preguntan:
– ¿Y qué opinas tú en conclusión?
Entonces Valerio Mesala se acercó a Petronio y le preguntó:
– Sí. Dinos lo que piensas.
Petronio respondió:
– Concluyo por donde habéis empezado vosotros. Creo que ya se ha derramado demasiada sangre.
Tigelino lo miró burlón y con una ironía cruel, le dijo:
– ¡Eh!… ¡Todavía falta otra poca!…
Petronio le contestó con desdén:
– Si tu cabeza no basta. Veo que en tu bastón hay más.
El Prefecto de los pretorianos miró con asombro su bastón de marfil y efectivamente, está manchado con la sangre del griego.
Pero la llegada del César interrumpió esta conversación. Y encabezó la comitiva en compañía de Pitágoras. Van hacia donde acondicionaron un escenario, para ver el espectáculo.
Inmediatamente después da principio la representación de un drama a la cual casi nadie presta atención porque el ánimo de los concurrentes, está expectante con Prócoro.
El público, familiarizado ya con la sangre y la tortura, se muestra fastidiado y empieza a silbar y a gritar frases poco halagadoras para la corte.
La obra se acelera y al fin llega el momento culminante: los esclavos llevan una cruz de madera tan baja, que un oso parado sobre sus patas traseras puede alcanzar fácilmente el pecho y la cabeza del ajusticiado.
Enseguida dos hombres arrastran a Prócoro, ya que no puede caminar; pues en la tortura le quebraron las piernas… Y lo enclavaron en la Cruz con rapidez.
Y solo hasta que la cruz quedó colocada en su sitio, fue que todos pudieron ver al augustano caído en desgracia…
Pero muy poco queda reconocible en aquel hombre torturado, del antiguo Prócoro. Su rostro está más blanco que la cera y su barba cana se ve ensangrentada, después que le arrancaran la lengua.
Aquel cuerpo delgado es un amasijo tumefacto, que por entre los desgarros de las costillas, muestra como respiran sus pulmones. Lo que está a la vista de todos, es el cuerpo desnudo de un anciano decrépito y agonizante.
La mirada del griego había sido muy desconfiada. En su rostro vigilante y receloso se veían siempre reflejadas, la incertidumbre y la alarma. Y ahora… Es un rostro luminoso como el de otros cristianos, que fueron sacrificados en el Circo…
Se han acondicionado dos vallados alrededor del escenario, que desde distintas direcciones confluyen al sitio en donde está el patíbulo del augustano en desgracia.
A través de ellos, primero sueltan un león y un minuto después a un tigre. Son fieras que llevan varios días sin comer y las cuales husmean el aire por el olor de la sangre. Pero de pronto y de manera inexplicable, los dos se dirigen hacia el ajusticiado y se echan a un lado de la cruz, como si fueran una inesperada guardia real.
Inmediatamente son soltados otro par de fieras. Un león Blanco que después de una escena similar. Levanta su impresionante cabeza y… ¡Bosteza!… Luego se echa del otro lado de la cruz aumentando el inusitado cortejo.
Y con la impresionante pantera, lo único que pasó fue que aumentó el número de fieras convertidas en mansos guardias.
El público contempla impactado la increíble escena. Muchos miran con la boca abierta por el asombro más absoluto, sin poder comprender lo que está sucediendo. Entre ellos el mismo emperador.
Por último sueltan un oso que llega hasta el patíbulo de Prócoro y mueve de un lado a otro la cabeza sin levantarla del suelo, como si buscara algo. Y husmea el aire por el olor de la sangre… Es evidente que está muy hambriento y cuando ve la cruz y la presa que le espera en ella, se aproxima. Se alza sobre sus patas traseras… Y de repente se echa a los pies de la cruz, como un perro a los pies de su amo.
Séneca dijo:
– ¡Si después de esto no admitís que este Dios no puede ser vencido! Nada os convencerá…
Cornelio Flavio:
– ¡Después de lo que hemos visto!…
Marcial:
– ¡Por Cástor! ¡Esto es imposible!
Valerio Mesala:
– ¿Acaso no comprendéis?
Petronio:
– ¡Vaya que están triunfando!
Lucano:
– Mirad lo que está sucediendo…
Plinio:
– ¡Este Dios es…! ¡Indescriptible!
Marco Aurelio está dichosísimo; pues todos estos acontecimientos, están renovando su esperanza… ¡Jesús es el Dios de los Milagros!
Unos esclavos azuzaron al oso con sus gritos y una vara larga. El animal se levantó enfurecido y se paró frente a ellos. Abrió sus enormes fauces y lanzó un rugido aterrador. Por un momento pareció que se arrojaría sobre ellos…
Parado sobre sus patas traseras, miró desafiante a todos… Lanzó otro rugido impresionante y volviéndose a poner en cuatro patas regresó hacia la cruz, donde volvió a acomodarse como si la custodiara.
Tigelino se muerde los labios, furioso.
En Haloto puede más su crueldad que su asombro y piensa desesperado en el imprevisible desarrollo de una representación que no estaba planeada para esto…
El ánimo de los presentes se divide, aunque todos están pasmados por igual… Ver a las impresionantes fieras comportarse como si fueran animales amaestrados es algo difícil de asimilar…
Nerón está paralizado por el asombro, pero no está dispuesto a doblegarse…
Y todavía falta el desenlace de este drama tan singular…
En el semblante de Prócoro hay una expresión llena de paz y alegría. Sus ojos miran hacia el cielo y su cara está luminosa y radiante, porque sus ojos están mirando a un heraldo celestial… Que desciende y…
La multitud asombrada guarda silencio y una sonrisa se dibuja en el rostro del mártir. Luego abre su boca ensangrentada y todos pueden ver una oquedad sanguinolenta y sin lengua.
Y una voz retumbante y poderosa, que nadie reconoció como la suya, declaró:
– El Señor Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero, Resucitó.
Y Él vendrá con toda su Majestad como Rey Vencedor y como Sol de Justicia para todas las naciones de la Tierra.
Y juzgará a los vivos y a los muertos.
Esperadle… ¡Bienaventurados los que estén preparados…!
ÉSTA ES:
LA ÚLTIMA LLAMADA…
De los ojos de Prócoro se deslizan lágrimas de felicidad y de agradecimiento. Corren por sus pálidas mejillas y se mezclan con la sangre de su barba. Luego su cuerpo se estremece visiblemente con un estertor final… Y expiró.
Nerón se levanta colérico y se retira sin decir una sola palabra, acompañado de Pitágoras.
Todos los augustanos se quedan paralizados por unos momentos…Y luego se apresuran a seguir a su emperador.
Tigelino ordena la distribución de premios entre los del pueblo.
Y finalmente los arqueros mataron a las fieras, porque nadie se pudo acercar a retirar el cuerpo del griego, ya que los animales no se movieron de allí…
HERMANO EN CRISTO JESUS: