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5.- TRES HECHICEROS ENAMORADOS

En el eloethesium (Parte de los baños en donde se untan el cuerpo con aceite) en sendas mesas de ciprés cubiertas con lienzos egipcios, están tendidos tres hombres desnudos. A cada uno en sus cuerpos atléticos y bien formados, dos enormes masajistas que han sumergido las manos en aromáticos aceites, les frotan hábilmente todos los músculos con masajes expertos. Ellos disfrutan de esto que junto con el calor del sudadero, reaniman todas sus energías. Cuando los esclavos terminan su trabajo, se dirigen al Thepidarium.

Sumergidos en el estanque de agua tibia, los tres amigos empiezan a conversar:

–      ¡El gran Leonardo! Bendecido por los dioses con todos los dones: eres rico, noble, poderoso y bello como Apolo. ¿Qué más puedes pedir? ¿Tu hermosa Sofía ya aceptó ser tu esposa?

El aludido hace un gesto de fastidio y sus armoniosas facciones se contraen con profundo enojo, antes de decir:

–      ¡Ni siquiera sé en donde está!… Parece como si se la hubiera tragado la tierra.-luego comenta con fingido desprecio- ¡Bah! Nadie me quiere decir su paradero. ¿Y ustedes? – Pregunta con una sonrisa llena de ironía- También vosotros tenéis los mismos dones qué me habéis atribuido ¿A cuál de los dos la regia Ariadna le ha dado el sí?

Y efectivamente, tanto Diego como Adrián, son hombres en la plenitud de su juventud y su gallardía varonil, pues los tres tienen alrededor de veinticinco años. Se hacen los desentendidos y con el dedo trazan figuras imaginarias en el agua.

Leonardo los mira… y no puede resistir el impulso de picarlos:

–      ¿Y bien? ¿Qué pasó? – insiste más burlonamente.

Los dos suspiran, levantan el rostro, miran en silencio a su interlocutor. Luego se miran mutuamente… Sus caras son todo un poema de fracaso y decepción. Finalmente Diego, con un suspiro ruidoso dice:

–      Estamos igual que tú. Tampoco sabemos en dónde está. Ni siquiera con los sortilegios hemos logrado nada…

Leonardo pregunta mordaz:

–      ¡Oh! ¡Cómo es posible! ¿Acaso están perdiendo sus poderes?

Los dos exclaman al mismo tiempo:

–      ¡¡ NO!!

Adrián dice con frustración:

–      Algo  muy poderoso la protege.

Diego confirma:

–      No sabemos lo que es. Pero no nos daremos por vencidos. Cuando la encontremos la seguiremos y seremos como su sombra. Y descubriremos por qué no nos hace caso. ¿Y tú?

La voz de Leonardo truena con un juramento:

–      Sofía tiene que ser mía. ¡Y por Júpiter que lo será!

Cuando salen de los baños, vigorizados y elegantemente ataviados, se dirigen hacia el Fórum. Detrás de ellos otro hombre joven ha salido de las termas, pero no está contento. Está concentrado en un pensamiento y  un sufrimiento que lo atormentan. De pronto, parece tomar una decisión  y dando media vuelta, se dirige al lado contrario y se encamina al Vicus Patricius, hacia la casa de Petronio.

Mientras tanto en la Puerta del Cielo…

En un área en donde hay muchas galerías construidas en círculo una con otra y donde hay grandes aposentos; en el centro de un prado, sentadas en bancas de mármol con cojines, un grupo de doncellas conversa animadamente. Sus risas pletóricas de alegría, su juventud y su belleza, coronan el esplendor del magnífico paisaje que las rodea.

La mayor de todas tiene veintidós años. Es Celina, la hija espiritual de Pedro. Su primera conquista romana y la que lo consuela con su respetuosa y amorosa devoción, de todos los dolores de su evangelización en Roma.

Pedro por amor a Jesús, dejó casa y familia en Israel. Pero Dios le hizo encontrar en Celina y en su casa, ayuda; hospitalidad y sobre todo, amor. Cuando era niña conoció el amor de Jesús y su inocencia ha fructificado en un alma llena de virtudes, que ama a Dios con todo su ser. La poliomielitis la dejó paralítica y su vida había estado llena de dolor. Pero el Dueño del milagro le devolvió la salud y Celina la ha usado para servir a los intereses de Dios. Ahora en la Iglesia, es la encargada del grupo de las vírgenes.

El grupo de jovencitas conversa animadamente…

Ximena suspira antes de decir:

–      El gobernador Santino no se da por vencido y me ha ofrecido todo para que lo acepte. La última vez que me negué, se enojó mucho, pero lo disimuló. Y aunque él no creyó que lo oyese, lo escuché cuando murmuró y juró que doblegaría mi voluntad o se vengaría. Rogué a mis padres que me dejasen venir a Roma para ver si con el tiempo se le apagan sus ardores. Seguramente ahora está más enojado y no solo me buscará en Catania, sino en toda Sicilia; porque más que enamorado, está encaprichado conmigo.

Sarah, levanta su cabeza coronada por una trenza muy rubia y dice:

–      Yo también soy de Sicilia y tengo el mismo problema que tú. Allá dejé a mi madre para alejarme de un hombre despechado. Mi ex-novio está muy enojado porque no quise casarme y terminé nuestra relación. Sospecha que soy cristiana. Mi madre me aconsejó que viniera a Roma.  Es verdad que Santiago y yo ya estábamos comprometidos; pero desde muy joven decidí ser virgen consagrada y él ya no acepta mi negativa. ¿Por qué será que los hombres no saben aceptar un “NO” como respuesta?

Diana exclama:

–      ¡Los hombres! ¡Hummm! Paganos, presuntuosos y soberbios. Algunos tan poderosos como vengativos. A veces son tan encantadores que se convierten en una verdadera tentación para nuestros votos. Nos catalogan como dementes porque no los aceptamos. ¡A ellos, que se consideran un regalo de los dioses para nosotras! –lo ha dicho con tanta gracia, que todas sueltan la carcajada.

Entonces Jazmín extiende sus blancas manos y dice con impotencia:

–      El mundo en el que vivimos no puede comprender como unas jóvenes como nosotras, a nuestra edad no solo no estemos casadas; sino que no nos interesa el estado matrimonial y constantemente rechazamos a pretendientes obsesionados con nosotras ¿Cómo explicarles por qué no nos interesa el matrimonio?

Carolina interviene:

–      Para que el mundo comprenda porqué es tan importante para nosotros el vivir castos, necesitaríamos explicarles el valor de la Pureza y eso solo un cristiano lo entiende y lo valora. Para los demás, es un asunto de risa.

Fernanda dice suavemente:

–      Mi matrimonio ya había sido concertado por mis padres y ¿Sabéis que la semana pasada, Nicolás me confirmó que quiere que sea su esposa y yo acepté?

Varias voces escandalizadas se elevan al mismo tiempo:

–      ¡¡¡ Fernanda!!!

Ximena exclama con asombro y un velado reproche:

–      ¡Pero eres una virgen consagrada! ¿Cómo te atreviste a hacer eso?

Fernanda replica:

–      Lo único que os pido queridísimas hermanas es que oréis junto conmigo y me ayudéis a resolver este problema. Es todo lo que necesito: un milagro…

Todas se miran desconcertadas y Sarah expresa el sentir general:

–      Creo que te has vuelto loca. ¿Cómo vas a conciliar una cosa con la otra?: ¡¡Una virgen casada!! Pero está bien. Oraremos. Aunque no entiendo como lograrás obtenerlo…

Jocelyn dice pensativa:

–      ¿Qué será lo que nos espera? El mensaje de la Madre Celestial hace parecer que la persecución es inminente… – y un escalofrío la estremece.

Fátima, la más jovencita, responde con aplomo:

–      ¿Para qué te preocupas? Del tamaño de la prueba será la fortaleza. Yo estoy segura  de que Dios no nos abandonará. ¿Acaso no somos sus vírgenes?

Celina responde con expresión reflexiva:

–      El Señor es todo en mi vida. Prefiero morir antes que perderlo. Narciso está tan obsesionado conmigo, que ya no sé qué sea peor: un futuro peligroso y anunciado. O un hombre despechado que se convierte en tu peor enemigo.

Sofía da un profundo suspiro antes de decir:

–           Pues yo tengo uno que está haciendo uso de la magia para tratar de seducirme. Y no os podéis imaginar lo difícil que es lidiar con Satanás haciendo de cupido.

Entonces se levanta Ariadna. Es una joven muy bella. Alta, majestuosa, de grandes ojos castaños. Se parece a ciertas estatuas de hermosas emperatrices romanas. Volviéndose hacia Sofía le responde:

–          Creedme que te comprendo perfectamente porque yo tengo el mismo problema, pero duplicado. Tengo que lidiar con dos brujos enamorados y… ¡Vaya que es bastante complicado!– da un profundo suspiro y agrega – Como sabéis, mi madre Faustina fue curada por N. S. Jesucristo cuando vivió con mi abuela Valeria en Palestina. Su esposo había sido enviado por Tiberio con el Procurador Poncio Pilatos y allá conoció a nuestro Salvador. Desde entonces nuestra familia  ha sido cristiana. Esta casa que pertenecía a mi tío Séneca, será un refugio seguro para quién desee quedarse y para quién invitéis. Aquí todos somos una familia. Algunas de vosotras regresaréis a Roma a trabajar en la Viña del Señor y estaremos unidas con la oración. Recuerden que vivimos tiempos difíciles…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA