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95.- UN ESCAPE MILAGROSO

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Marco Aurelio Petronio                     a          Tito Petronio Níger:

Hasta nosotros llega el eco Caríssime, de la mayor parte de los sucesos que están ocurriendo en Roma. Y lo que no sabemos, lo refieren tus cartas. En su viaje a Grecia, Tugurino recibió la orden de pasar por aquí, donde se entregó al saqueo de ciudades y templos para poder llenar el tesoro exhausto.

Al precio de sangre y de lágrimas, Nerón está edificando la Casa Dorada en Roma. Tú conoces a Tugurino. Prócoro fue igual que él hasta que redimió su vida con su muerte. Me preguntas si estamos fuera de peligro y yo te contesto que aquí estamos libres de preocupaciones. Y con esto es más que suficiente.

En este momento y bajo el pórtico desde el cual te estoy escribiendo, contemplo nuestra mansa bahía y la barca desde donde Bernabé tiende una red para pescar nuestra comida de hoy. ¡Oh, qué tranquilidad! Mi esposa está cerca de mí, devanando lana roja. El pequeño Sebastián duerme satisfecho.

alex HILANDO

Y en los jardines, a la sombra de los nogales y los almendros, cantan nuestros hermanos, mientras trabajan. Y no son las parcas como antes lo creíamos, quienes hilan y devanan de tan grata manera, el hilo de nuestras vidas. Es Cristo, nuestro amado Salvador y Dios, quién nos bendice y nos protege.

Conocemos las lágrimas y los pesares porque la vida es una prueba de dolor y sufrimiento, que cada vez nos acerca más a Dios. Pero en estas lágrimas está el consuelo que tú conoces, porque cuando llegue el término de nuestra vida, nos reuniremos con esos seres queridos que han perecido y siguen pereciendo por su amor a la Verdad.

Aquí, Sarah dio un testimonio maravilloso. Siguen aumentando las conversiones y el triunfo de N.S. Jesucristo.

Y ¡Oh, sí querido mío! Somos felices. Y la nuestra es una felicidad que ni la muerte podrá destruir, porque al contrario, ésta nos abrirá las Puertas del Cielo, donde está la Felicidad total y eterna.

Y así transcurren los meses en medio de la paz y el gozo del espíritu. Soy feliz, porque mi felicidad está en Dios y lo adoro. Porque mi felicidad es Alexandra y la amo a ella y a su alma inmortal.

Y porque ambos nos amamos en Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey que ha coronado nuestra dicha con el pequeño Sebastián.

Nuestra familia es nuestro tesoro. Y por eso en nuestro amor no hay separación, ni engaños, ni rutina, ni edad, ni muerte. Porque cuando la hermosura o la edad pasen y se agoten. Cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará siempre el amor, junto con el espíritu.

Antes de que se abrieran mis ojos a la Luz, yo hubiera sido capaz de todo por el amor de Alexandra. Pero ahora te digo que entonces yo no la amaba, pues fue hasta que conocí a Jesús que supe lo que era el verdadero amor. Y ahora sí la amo como jamás imaginé que se pudiera llegar a amar.

En Él está la fuente de la Paz y la felicidad. Y no soy yo quién lo dice. La realidad de lo que estamos viviendo lo pregona. Y por eso te digo: compara la vida opulenta y llena de zozobras; los deleites inseguros del mañana; los banquetes orgiásticos y llenos de alegría ilusoria; con nuestra vida de cristianos y dime cual prefieres vivir.

Pero para poder comparar con mejor acierto, ven a nuestras montañas olorosas a tomillo. A nuestros olivares, viñas y riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí, corazones que te aman sinceramente.

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¡Oh, Maximiliano mío! A Alexandra y a mí nos asiste la consoladora esperanza de verte pronto. Ven con nosotros a completar y compartir nuestra dicha. Adiós.

Aurora termina de leer esta carta y se queda reflexiva unos momentos.

Luego llama a Héctor y dispone todo lo necesario para el viaje a Sicilia…

Semanas después…

Marco Aurelio acaba de regresar de Catania a donde fue a supervisar un embarque de vinos.

Entra tambaleante en la biblioteca y Alexandra le nota una tristeza muy grande en su rostro afligido y lleno de lágrimas.

Ella lo abraza protectora, mientras le pregunta:

–           ¿Qué sucede mi amor?

Un sollozo ahogado brota de su garganta, junto con la palabra apenas audible:

–           Petronio ha…

Y apenas va a contarle a su esposa la noticia que supo en el puerto, cuando entra Nicanor el mayordomo avisando que acaba de llegar el general Publio Quintiliano, con una comitiva de Roma.

Marco Aurelio respira profundo para controlarse,

marco aurelio

Y luego dice:

–           Más tarde te contaré… Vayamos ahora a recibirlos.

Cuando llegan al atrium y Marco Aurelio se adelanta a dar la bienvenida a Publio, ve a sus acompañantes…

Se queda paralizado y luego cae al piso, desmayado.

Cuando recupera el conocimiento, ve que lo han recostado en un lecho.

Y que lo mira sonriente el rostro preocupado de su tío.

–           Pero tú… pero tú… –balbucea aturdido.

Y luego agrega con énfasis:

–           ¡Tú estás muerto!

Maximiliano contesta sonriente:

–           No, querido mío. ¡Estoy más vivo que nunca!

Y le da un vaso con agua para que beba,

Mientras Marco Aurelio dice trastornado:

–           No entiendo nada. Nos contaron lo que pasó en la corte con Nerón, en Cumas… Séneca…

El tribuno sacude la cabeza y luego da un sorbo al agua.

Petronio le explica:

–           Nerón está inmerso en un baño de sangre. Ven…

¿Ya te sientes mejor? Vamos al triclinium y les contaremos todo…

Con un brazo rodea tiernamente a Aurora y con el otro ayuda a su sobrino a levantarse.

Y todos pasan a la terraza desde donde se contempla el espléndido paisaje que se domina sobre los acantilados, a escuchar la extraordinaria historia de lo que sucedió en Cumas…

La voz de Petronio se escucha fuerte y sonora:

–           Cuando se fue Asterio el liberto de Plinio, yo me puse a orar y entregué todo al Señor.

Entonces oí su voz de tenor llena de dulzura,

Que me preguntó:

–           ¿Estarías dispuesto a morir por Mí?

RESURRECCION

Yo le contesté de inmediato:

–           ¡Oh, Señor mío! ¡Tú lo sabes que sí!

–           Pero todavía no llega tu hora. El Señor de la Vida y de la Muerte Soy Yo. ¿Recuerdas? – Le ví sonreír y fue algo maravilloso.

Luego agregó:

–          ¿Confías en Mí?

–           ¡Por supuesto que sí! Yo te amo y confío en Ti, Señor Jesús.

–           Entonces…

Me permitió ver lo que iba a suceder al día siguiente y me dio todas las instrucciones precisas…

Yo las obedecí.

Y cuando le conté todo a mi esposa, los dos oramos juntos y nos pusimos en sus manos.

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El día que me fui al convite… (Les relata todo lo sucedido en el banquete de Cumas)

Luego Aurora completa:

–           Cuando lo llevaron a la casa y le pedí al centurión que me dejara despedirme de él. En la Biblioteca Héctor y Darío sacaron por otra puerta el cuerpo sin vida y llevaron a Petronio a su cubiculum.

Enseguida  colocaron el cadáver que Aquiles había traído del Spolarium ese mismo día… Hay tantos muertos que no fue difícil conseguir uno con características parecidas a las de Petronio.

Lo vistieron con sus ropas y lo cubrieron con uno de los tapices que fuera adecuado. Afortunadamente el centurión fue muy respetuoso y no destapó el rostro, porque si no… –Aurora hace un gracioso gesto de horror.

Y prosigue:

–          Cuando los pretorianos se fueron, yo corrí a nuestro cubiculum y Maximiliano estaba sentado en el lecho y despierto.

El Señor Jesús me dijo que le diera de beber muchos líquidos y… ¡Aquí está! – Concluye feliz y besando a su esposo.

Marco Aurelio pregunta admirado:

–           ¿Y qué pasó cuando estuviste muerto?

petronio

Petronio dice sonriente:

–           Después que bebí el vaso con el veneno, de repente me vi como si flotara por encima del triclinio imperial y sobre todos los convidados.

Observé mi cuerpo como si fuera una vestidura que me hubiera quitado.

Y ¡Me sentía tan bien! Yo seguía siendo yo… Mi cuerpo estaba tirado frente a mí.

No sentí cuando me abrieron las venas. Vi y oí cuando los médicos le dijeron a Nerón, que yo estaba muerto.

Luego alguien me llamó por mi nombre y vi junto a mí a un ser bellísimo,

Que me dijo:

–           No temas. Mi nombre es Geudiel. Soy tu ángel guardián. Ven conmigo.

arcángel

Suavemente me tomó de la mano y me condujo.  Pareció como si voláramos por el Universo…

Luego llegamos a un Reino de Luz. ¡Oh! ¡Qué belleza tan maravillosa!

Allí todo es perfecto. No existe la fealdad. Me dejó en el jardín de un palacio cuyas paredes también parecen de Luz.

Y me dijo:

–           Espera aquí. Voy a decirle al Señor…

Y mientras esperaba pasaron caminando los jóvenes que estaban en el banquete de Nerón y que murieron en la hoguera.

Todos me saludaron con mucho amor y,

Joshua me dijo jubiloso:

–           Maximiliano, me alegra mucho que pensaras en mí cuando te decidiste a convertirte.

¡Persevera hermano! ¡Te estamos esperando!

martirio de Joshua

No pude evitar reírme, porque ciertamente que después de que Nerón pateara su cabeza como si fuera un balón, en los calabozos de Calígula.

Y verlo regresar tan majestuoso con ella bajo el brazo, para enfrentarse con Enobarbo de aquella manera…

Fue cuando decidí conocer la religión cristiana…

En eso salió el Señor Jesús y yo lo contemplé asombrado.

Pude ver su Cuerpo que tiene carne como la nuestra y al mismo tiempo parece como si estuviera hecho de luz.

Sus cabellos y su barba son rubios. Sus ojos azules parecen zafiros. Su belleza varonil es tan perfecta y cautivadora…

Y vi todas sus heridas que despiden luz. Parecen rubíes luminosos en sus pies, en sus manos…  Y también se trasluce de su pecho.

Traía una túnica de una tela que no sé cómo describirla…

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¡Es tan Majestuoso! ¡Es Dios y es Rey!

Me trató con tanta dulzura, con tanto amor…

Luego Él extendió los brazos y su frente estaba llena de Luz. Comprendí que brotaba de donde le coronaron con espinas.

Sentí un infinito deseo de postrarme y adorarlo… Y lo hice.

Y Él me dijo:

–           Así os he amado.

–           Señor. –Le supliqué- ¿Me dejas quedarme?

–           Tienes una misión que cumplir. ¿O no quieres hacerla?

–           Claro que sí, Señor. Es solo que… se siente tanto gozo aquí. Te amo. Te adoro Señor mío y Dios mío…

–           Irás a decirles a tus hermanos, como el Cielo es una realidad espiritual. Y también…

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Jesús me dio otras instrucciones y luego me dio su Bendición.

Desperté…

Y me dí cuenta de que estaba recostado en mi lecho de la casa de Cumas.

Me levanté y pude observar la ceremonia de mis funerales desde la ventana.

Al día siguiente fuimos a la Puerta del Cielo y allí me encontré con Publio que había ido a vender todas sus propiedades de Roma.

Él y el senador Astirio me ayudaron con una nueva identidad, al traspaso de mis propiedades, borrando todo rastro de mi vida como Petronio.

Luego preparamos el viaje. Y antes de venirnos tratamos de salvar a Pedro invitándolo a viajar con nosotros.

Pero tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo en la Vía Apia y se quedó en Roma…

Siguen conversando de todos los acontecimientos que hay en la capital del imperio.

Más tarde Publio se despide y se va con los suyos a su casa, que está del otro lado de la pequeña baía.

En la terraza han quedado sólo los dos matrimonios.

El cielo aunque nublado en parte, está sereno. El tiempo es apacible y el mar está en calma.

El calor va disminuyendo porque el sol ha comenzado a bajar y llegará dentro de dos horas a su ocaso.

Alexandra acuna a su bebé que saciado de la leche materna, duerme entre sus brazos.

Aurora come unos dátiles y nueces que ha tomado de un platón que hay sobre la mesa.

Y sonríe soñadora ante la imagen de la madre y el hijo.

Ésta mira amorosa a Marco Aurelio que en ese momento,

Dice a Maximiliano:

–           ¡Me siento tan feliz de tenerte aquí con nosotros, compartiendo la delicia de vivir en este lugar!

Cuando te escribí invitándote a venir a disfrutar de este paraíso, no sabía lo pronto que llegarías. ¿Y ahora qué haces?

Maximiliano contesta:

–           Recibí tu carta dos días antes del aviso de Asterio y te la contesté.

Pero cuando pude venir a traerte la respuesta yo mismo, no sabía que la noticia de mi muerte me iba a preceder.

En cuanto a tu pregunta, estoy escribiendo un nuevo libro.

–           ¿Cómo el Satyricón?

–           No. Aquel Petronio ya no existe. En Satyricón él narró las andanzas eróticas de tres jóvenes, porque fue una sátira del mundo y de la sociedad que él conoció.

Ahora soy cristiano y mi vida sólo tiene sentido, si la dedico para la gloria de Dios.

–           ¡Oh! ¡Tienes toda la razón! ¿Y ahora qué es lo que escribes, caríssime?

–           Antes de venir, estuvimos tres semanas con Pedro en la Puerta del Cielo, escuchando una historia fascinante… Tomé notas.

Y ahora estoy escribiendo lo que creo será el punto de partida para una Nueva Era: mis experiencias y mi transformación.

Y también los relatos de Pedro y de Publio sobre el apóstol Traidor,  junto con las enseñanzas que me convirtieron en cristiano.

Las estoy escribiendo para no olvidarlas y para que nuestros hijos NO decaigan.

Y sobre todo, que nunca olviden como se debe enfrentar una Persecución…

PERSECUCION ANTICRISTO

Y CÓMO SE DEBE MORIR… 

Marco Aurelio repite con una sonrisa interrogante:

–           ¿Dijiste nuestros hijos?…

Maximiliano confirma:

–           Sí. Nuestros hijos. –se levanta y poniendo una mano rodeando protector el hombro de Aurora que sigue sentada.

Anuncia feliz y triunfante:

–         Para el próximo verano esperamos la llegada de nuestro heredero.

Y se inclina con ternura, besando la frente blanquísima de su esposa.

Aurora sonríe ruborizada.

Y mirando a Alexandra le dice con dulzura:

–           Te veo a ti y a Sebastián… Y mi corazón rebosa de una dicha tan grande, al pensar que muy pronto nosotros también veremos realizados nuestros sueños así como ustedes ahora…

Al tener en nuestros brazos  el fruto viviente de nuestro amor.

El Señor nos ha bendecido también con un hijo.

Marco Aurelio exclama con júbilo:

–           ¡Alabado sea Jesucristo! Esto merece un brindis…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONÓCELA

94.- UN ESCAPE MILAGROSO

Marco Aurelio Petronio                     a          Tito Petronio Níger:

Hasta nosotros llega el eco Caríssime, de la mayor parte de los sucesos que están ocurriendo en Roma. Y lo que no sabemos, lo refieren tus cartas. En su viaje a Grecia, Tugurino recibió la orden de pasar por aquí, donde se entregó al saqueo de ciudades y templos para poder llenar el tesoro exhausto. Al precio de sangre y de lágrimas, Nerón está edificando la Casa Dorada en Roma. Tú conoces a Tugurino. Prócoro fue igual que él hasta que redimió su vida con su muerte. Me preguntas si estamos fuera de peligro y yo te contesto que aquí estamos libres de preocupaciones. Y con esto es más que suficiente.

En este momento y bajo el pórtico desde el cual te estoy escribiendo, contemplo nuestra mansa bahía y la barca desde donde Bernabé tiende una red para pescar nuestra comida de hoy. ¡Oh, qué tranquilidad! Mi esposa está cerca de mí, devanando lana roja. El pequeño Sebastián duerme satisfecho. Y en los jardines, a la sombra de los nogales y los almendros, cantan nuestros hermanos, mientras trabajan. Y no son las parcas como antes lo creíamos, quienes hilan y devanan de tan grata manera, el hilo de nuestras vidas. Es Cristo, nuestro amado Salvador y Dios, quién nos bendice y nos protege. Conocemos las lágrimas y los pesares porque la vida es una prueba de dolor y sufrimiento, que cada vez nos acerca más a Dios. Pero en estas lágrimas está el consuelo que tú conoces, porque cuando llegue el término de nuestra vida, nos reuniremos con esos seres queridos que han perecido y siguen pereciendo por su amor a la Verdad. Aquí, Sarah dio un testimonio maravilloso. Siguen aumentando las conversiones y el triunfo de N.S. Jesucristo.

Y ¡Oh, sí querido mío! Somos felices. Y la nuestra es una felicidad que ni la muerte podrá destruir, porque al contrario, ésta nos abrirá las Puertas del Cielo, donde está la Felicidad total y eterna.

Y así transcurren los meses en medio de la paz y el gozo del espíritu. Soy feliz, porque mi felicidad está en Dios y lo adoro. Porque mi felicidad es Alexandra y la amo a ella y a su alma inmortal. Y porque ambos nos amamos en Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey que ha coronado nuestra dicha con el pequeño Sebastián.

Nuestra familia es nuestro tesoro. Y por eso en nuestro amor no hay separación, ni engaños, ni rutina, ni edad, ni muerte. Porque cuando la hermosura o la edad pasen y se agoten. Cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará siempre el amor, junto con el espíritu.

Antes de que se abrieran mis ojos a la Luz, yo hubiera sido capaz de todo por el amor de Alexandra. Pero ahora te digo que entonces yo no la amaba, pues fue hasta que conocí a Jesús que supe lo que era el verdadero amor. Y ahora sí la amo como jamás imaginé que se pudiera llegar a amar. En Él está la fuente de la Paz y la felicidad. Y no soy yo quién lo dice. La realidad de lo que estamos viviendo lo pregona.

Y por eso te digo: compara la vida opulenta y llena de zozobras; los deleites inseguros del mañana; los banquetes orgiásticos y llenos de alegría ilusoria; con nuestra vida de cristianos y dime cual prefieres vivir. Pero para poder comparar con mejor acierto, ven a nuestras montañas olorosas a tomillo. A nuestros olivares, viñas y riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí, corazones que te aman sinceramente. ¡Oh, Maximiliano mío! A Alexandra y a mí nos asiste la consoladora esperanza de verte pronto. Ven con nosotros a completar y compartir nuestra dicha. Adiós.

Aurora termina de leer esta carta y se queda reflexiva unos momentos. Luego llama a Héctor y dispone todo lo necesario para el viaje a Sicilia…

Semanas después…

Marco Aurelio acaba de regresar de Catania a donde fue a supervisar un embarque de vinos. Entra tambaleante en la biblioteca y Alexandra le nota una tristeza muy grande en su rostro afligido y lleno de lágrimas. Ella lo abraza protectora, mientras le pregunta:

–           ¿Qué sucede mi amor?

Un sollozo ahogado brota de su garganta, junto con la palabra apenas audible:

–           Petronio ha…

Y apenas va a contarle a su esposa la noticia que supo en el puerto, cuando entra Nicanor el mayordomo avisando que acaba de llegar el general Publio Quintiliano, con una comitiva de Roma.

Marco Aurelio respira profundo para controlarse y luego dice:

–           Más tarde te contaré… Vayamos ahora a recibirlos.

Cuando llegan al atrium y Marco Aurelio se adelanta a dar la bienvenida a Publio, ve a sus acompañantes… Se queda paralizado y luego cae al piso, desmayado.

Cuando recupera el conocimiento, ve que lo han recostado en un lecho y que lo mira sonriente el rostro preocupado de su tío.

–           Pero tú… pero tú… –balbucea aturdido. Y luego agrega con énfasis- ¡Tú estás muerto!

Maximiliano contesta sonriente:

–           No, querido mío. ¡Estoy más vivo que nunca! –y le da un vaso con agua para que beba, mientras Marco Aurelio dice trastornado:

–           No entiendo nada. Nos contaron lo que pasó en la corte con Nerón, en Cumas… Séneca… –el tribuno sacude la cabeza y luego da un sorbo al agua.

Petronio le explica:

–           Nerón está inmerso en un baño de sangre. Ven…  ¿Ya te sientes mejor? Vamos al triclinium y les contaremos todo…

Con un brazo rodea tiernamente a Aurora y con el otro ayuda a su sobrino a levantarse. Y todos pasan a la terraza desde donde se contempla el espléndido paisaje que se domina sobre los acantilados, a escuchar la extraordinaria historia de lo que sucedió en Cumas…

La voz de Petronio se escucha fuerte y sonora:

–           Cuando se fue Asterio el liberto de Plinio, yo me puse a orar y entregué todo al Señor. Entonces oí su voz de tenor llena de dulzura, que me preguntó:

–           ¿Estarías dispuesto a morir por Mí?

Yo le contesté de inmediato:

–           ¡Oh, Señor mío! ¡Tú lo sabes que sí!

–           Pero todavía no llega tu hora. El Señor de la Vida y de la Muerte Soy Yo. ¿Recuerdas? – Le ví sonreír y fue algo maravilloso. Luego agregó- ¿Confías en Mí?

–           ¡Por supuesto que sí! Yo te amo y confío en Ti, Señor Jesús.

–           Entonces…

Me permitió ver lo que iba a suceder al día siguiente y me dio todas las instrucciones precisas… Yo las obedecí. Y cuando le conté todo a mi esposa, los dos oramos juntos y nos pusimos en sus manos. El día que me fui al convite… (Les relata todo lo sucedido en el banquete de Cumas)

Luego Aurora completa:

–           Cuando lo llevaron a la casa y le pedí al centurión que me dejara despedirme de él. En la Biblioteca Héctor y Darío sacaron por otra puerta el cuerpo sin vida y llevaron a Petronio a su cubiculum. Enseguida  colocaron el cadáver que Aquiles había traído del Spolarium ese mismo día… Hay tantos muertos que no fue difícil conseguir uno con características parecidas a las de Petronio. Lo vistieron con sus ropas y lo cubrieron con uno de los tapices que fuera adecuado. Afortunadamente el centurión fue muy respetuoso y no destapó el rostro, porque si no… –Aurora hace un gracioso gesto de horror y prosigue- Cuando los pretorianos se fueron, yo corrí a nuestro cubiculum y Maximiliano estaba sentado en el lecho y despierto. El Señor Jesús me dijo que le diera de beber muchos líquidos y… ¡Aquí está! – Concluye feliz y besando a su esposo.

Marco Aurelio pregunta admirado:

–           ¿Y qué pasó cuando estuviste muerto?

Petronio dice sonriente:

–           Después que bebí el vaso con el veneno, de repente me vi como si flotara por encima del triclinio imperial y sobre todos los convidados. Observé mi cuerpo como si fuera una vestidura que me hubiera quitado. Y ¡Me sentía tan bien! Yo seguía siendo yo… Mi cuerpo estaba tirado frente a mí. No sentí cuando me abrieron las venas. Vi y oí cuando los médicos le dijeron a Nerón, que yo estaba muerto. Luego alguien me llamó por mi nombre y vi junto a mí a un ser bellísimo que me dijo:

–           No temas. Mi nombre es Geudiel. Soy tu ángel guardián. Ven conmigo.

Suavemente me tomó de la mano y me condujo.  Pareció como si voláramos por el Universo… Luego llegamos a un Reino de Luz. ¡Oh! ¡Qué belleza tan maravillosa! Allí todo es perfecto. No existe la fealdad. Me dejó en el jardín de un palacio cuyas paredes también parecen de Luz. Y me dijo:

–           Espera aquí. Voy a decirle al Señor…

Y mientras esperaba pasaron caminando los jóvenes que estaban en el banquete de Nerón y que murieron en la hoguera. Todos me saludaron con mucho amor y Joshua me dijo jubiloso:

–           Maximiliano, me alegra mucho que pensaras en mí cuando te decidiste a convertirte. ¡Persevera hermano! ¡Te estamos esperando!

No pude evitar reírme, porque ciertamente que después de que Nerón pateara su cabeza como si fuera un balón, en los calabozos de Calígula y verlo regresar tan majestuoso con ella bajo el brazo, para enfrentarse con Enobarbo de aquella manera… Fue cuando decidí conocer la religión cristiana…

En eso salió el Señor Jesús y yo lo contemplé asombrado. Pude ver su Cuerpo que tiene carne como la nuestra y al mismo tiempo parece como si estuviera hecho de luz. Sus cabellos y su barba son rubios. Sus ojos azules parecen zafiros. Su belleza varonil es tan perfecta y cautivadora…  Y vi todas sus heridas que despiden luz. Parecen rubíes luminosos en sus pies, en sus manos…  Y también se trasluce de su pecho.  Traía una túnica de una tela que no sé cómo describirla… ¡Es tan Majestuoso! ¡Es Dios y es Rey!

Me trató con tanta dulzura, con tanto amor… Luego Él extendió los brazos y su frente estaba llena de Luz. Comprendí que brotaba de donde le coronaron con espinas. Sentí un infinito deseo de postrarme y adorarlo…

Y Él me dijo:

–           Así os he amado.

–           Señor. –Le supliqué- ¿Me dejas quedarme?

–           Tienes una misión que cumplir. ¿O no quieres hacerla?

–           Claro que sí, Señor. Es solo que… se siente tanto gozo aquí. Te amo. Te adoro Señor mío y Dios mío…

–           Irás a decirles a tus hermanos, como el Cielo es una realidad espiritual. Y también…

Jesús me dio otras instrucciones y luego me dio su Bendición. Desperté… Y me dí cuenta de que estaba recostado en mi lecho de la casa de Cumas. Me levanté y pude observar la ceremonia de mis funerales desde la ventana.

Al día siguiente fuimos a la Puerta del Cielo y allí me encontré con Publio que había ido a vender todas sus propiedades de Roma. Él y el senador Astirio me ayudaron con una nueva identidad al traspaso de mis propiedades, borrando todo rastro de mi vida como Petronio. Luego preparamos el viaje y antes de venirnos tratamos de salvar a Pedro invitándolo a viajar con nosotros. Pero tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo en la Vía Apia y se quedó en Roma…

Siguen conversando de todos los acontecimientos que hay en la capital del imperio.

Más tarde Publio se despide y se va con los suyos a su casa, que está del otro lado de la pequeña baía. En la terraza han quedado sólo los dos matrimonios. El cielo aunque nublado en parte, está sereno. El tiempo es apacible y el mar está en calma. El calor va disminuyendo porque el sol ha comenzado a bajar y llegará dentro de dos horas a su ocaso.

Alexandra acuna a su bebé que saciado de la leche materna, duerme entre sus brazos. Aurora come unos dátiles y nueces que ha tomado de un platón que hay sobre la mesa y sonríe soñadora ante la imagen de la madre y el hijo.

Ésta mira amorosa a Marco Aurelio que en ese momento dice a Maximiliano:

–           ¡Me siento tan feliz de tenerte aquí con nosotros, compartiendo la delicia de vivir en este lugar! Cuando te escribí invitándote a venir a disfrutar de este paraíso, no sabía lo pronto que llegarías. ¿Y ahora qué haces?

Maximiliano contesta:

–           Recibí tu carta dos días antes del aviso de Asterio y te la contesté. Pero cuando pude venir a traerte la respuesta yo mismo, no sabía que la noticia de mi muerte me iba a preceder. En cuanto a tu pregunta, estoy escribiendo un nuevo libro.

–           ¿Cómo el Satyricón?

–           No. Aquel Petronio ya no existe. En Satyricón él narró las andanzas eróticas de tres jóvenes, porque fue una sátira del mundo y de la sociedad que él conoció. Ahora soy cristiano y mi vida sólo tiene sentido, si la dedico para la gloria de Dios.

–           ¡Oh! ¡Tienes toda la razón! ¿Y ahora qué es lo que escribes, caríssime?

–           Antes de venir, estuvimos tres semanas con Pedro en la Puerta del Cielo, escuchando una historia fascinante…  Tomé notas y ahora estoy escribiendo lo que creo será el punto de partida para una Nueva Era: mis experiencias y mi transformación.

Y también los relatos de Pedro y de Publio sobre el apóstol traidor,  junto con las enseñanzas que me convirtieron en cristiano. Las estoy escribiendo para no olvidarlas y para que nuestros hijos no decaigan. Y sobre todo, que nunca olviden como se debe enfrentar una persecución… Y cómo se debe morir…

Marco Aurelio repite con una sonrisa interrogante:

–           ¿Dijiste nuestros hijos?…

Maximiliano confirma:

–           Sí. Nuestros hijos. –se levanta y poniendo una mano rodeando protector el hombro de Aurora que sigue sentada. Anuncia feliz y triunfante- Para el próximo verano esperamos la llegada de nuestro heredero.-  Y se inclina con ternura, besando la frente blanquísima de su esposa.

Aurora sonríe ruborizada y mirando a Alexandra le dice con dulzura:

–           Te veo a ti y a Sebastián… Y mi corazón rebosa de una dicha tan grande, al pensar que muy pronto nosotros también veremos realizados nuestros sueños así como ustedes ahora; al tener en nuestros brazos  el fruto viviente de nuestro amor. El Señor nos ha bendecido también con un hijo.

Marco Aurelio exclama con júbilo:

–           ¡Alabado sea Jesucristo! Esto merece un brindis…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA