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16.- INTENDENTE DEL PLACER

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Hasta entonces ella no le había visto nunca y su aspecto es muy diferente a como lo había imaginado…

Vio una figura casi grotesca: un hombre muy obeso, de cuello corto, con una cabeza y una cara como de niño. Trae una túnica de color amatista que ha sido prohibido a los simples mortales y  que da unos reflejos azulados a su rostro redondo, que es más bello que agradable.

Tiene los cabellos peinados en bucles simétricos. No tiene barba, pues la ha sacrificado a Júpiter; aunque hay rumores de que tal sacrificio se debe a su color rojo, como la han tenido todos en su familia.

Su frente es amplia, sus cejas pobladas con el ceño contraído. En todo su aspecto y sus ademanes se advierte su plena conciencia del poder supremo.

Alexandra recuerda también las conversaciones de Tito y Vespasiano en la casa de Publio y evoca la imagen que habían bosquejado de él:

Debajo de esa frente coronada de semidiós, está la cara de un muñeco siniestro y lleno de crueldad. Un beodo comediante, inflado de gordura a pesar de su juventud y con algo indefinible que lo hace repugnante.

A Alexandra le pareció un ser ominoso; pero más que nada, muy repulsivo…

NERON COMPOSITOR

Después de una pausa larguísima, Nerón dejó la esmeralda y no miró más hacia donde estaba la joven.

Ésta a su vez, quedó impresionada por sus salientes ojos azules, vidriosos y como hastiados. Unos ojos fríos y completamente vacíos de toda expresión…

Mientras tanto…

En la mesa imperial, Nerón pregunta a Petronio:

–           ¿Es ésa el rehén del que está enamorado Marco Aurelio?El escritor se detuvo en el movimiento de llevar una aceituna a la boca y dijo con una gran indiferencia:

–           Ella misma.

–           ¿Cómo se llama su patria?

–              Parthia.

–           ¿Marco Aurelio la cree hermosa?–           Pon un tronco de olivo en un peplo de mujer y Marco Aurelio lo declarará hermoso. –Sonrió y agregó- Es un hombre demasiado gentil y yo no puedo hacer nada…

¡Oh!  Pero en tu semblante juez incomparable, estoy leyendo la sentencia… ¡No es necesario que la pronuncies! Y esa sentencia es justa: demasiado delgada, sin formas y sin gracia. Un simple botón sobre un frágil tallo.

Nerón preguntó con incredulidad:

–           ¿Cómo es posible? ¿Acaso tu sobrino no heredó en tu familia el amor por la auténtica belleza? Por lo que he podido apreciar, tengo que admitir que tiene un rostro esplendoroso.

Petronio replicó:

–           Tú mejor que nadie, sabes que eso no es suficiente.

–           Eso es cierto. Sólo la belleza sin defectos es capaz de cautivar. ¿Y aun así enamoró a Marco Aurelio? – Nerón está perplejo.alexandraPetronio hizo gala de toda su astucia:

–           Tu sensibilidad de artista solo aprecia la perfección absoluta  y en cuestión de mujeres, es necesaria la belleza provocativa y sensual.

El emperador confirmó:

–           No solamente en ellas, también en los hombres es necesaria, además de la fuerza. Y… – Hizo un gesto lascivo muy significativo y agregó- Y el placer supremo es obtener lo que se anhela.

El Árbitro de la Elegancia contestó un tanto displicente:

–           No obstante, estoy dispuesto a apostar con Haloto acerca de ella. Y por su preferencia hacia los varones, él encontrará que es hermosa porque está “muy estrecha de caderas”.

Nerón sonrió con picardía y repitió guiñando un ojo:

–           Muy estrecha de caderas.

En los labios de Petronio se dibujó una imperceptible sonrisa.

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Pero Haloto, que hasta ese momento había estado concentrado en una discusión con Babilo el astrólogo, respecto a los sueños premonitorios; se volvió hacia Petronio y aun cuando NO tiene la menor idea del asunto que se ha estado tratando, dijo con vehemencia:

–           ¡Estás equivocado! Yo opino como el César.

El escritor le replicó:

–           Muy bien. Acabo de sostener que tienes algunos destellos de inteligencia, pero el César insiste en que eres simplemente un asno.

Nerón soltó una sonora carcajada…

Y luego confirmó:

–           ¡Habet! (Así es) – volviendo hacia abajo el pulgar, como lo hace en el Circo cuando un gladiador recibe un golpe y debe ser eliminado.

En un extremo de la mesa imperial está sentado, el Intendente del Placer del César.

Aulo Vitelio heredó de su padre un maravilloso talento para la adulación y el día que nació, Sextilla su madre, una mujer severamente virtuosa y de distinguida familia, ordenó que trajeran a los astrólogos para que pronosticaran el horóscopo de su nacimiento.

Pero el augurio fue aterrador:

“Superando a Alcmeón, emulará a  Saturno y después de que alcance la dignidad suprema, un gallo cantará sobre su cabeza y tendrá el castigo de los parricidas.”

Esto espantó de tal suerte a toda su familia, que todos enfocaron todos sus esfuerzos en impedir que se le confiase ninguna provincia y que nunca tuviese el cargo de cónsul.

Cuando era todavía lactante, fue cedido por su padre al anciano Tiberio y pasó su primera infancia y parte de su adolescencia en Capri, adquiriendo el afrentoso nombre de “spintria” por el género de favores concedido al emperador en sus repugnantes complacencias.

En su juventud, después de que Calígula ajusticiara a un auriga porque perdió una carrera con Incitatus, empezó a guiar los carros del emperador.

Como es un hombre con una estatura muy elevada, tuvo un incidente en una carrera y la herida de su pierna le trajo como secuela, el tenerla más delgada que la otra y esto hace tenga una manera muy particular de caminar.

Después, dirigió su talento a otras cosas menos peligrosas y fue compañero de juegos de Claudio.

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Estas dos pasiones, más su innegable experiencia para complacer en todos los ámbitos, le atrajo  las simpatías de los últimos tres emperadores.

A Nerón lo conquistó completamente el día que estaba presidiendo los juegos neronianos y vislumbró que el emperador apenas podía reprimir el deseo de competir con los citaristas, pero no se atrevía a hacerlo, a pesar de las peticiones de varios de sus amigos.

En la inquietud resultante, Nerón miraba el teatro con absoluta fascinación y moviendo la cabeza, prefirió salir.

Entonces Vitelio se levantó y lo llamó al escenario, expresándole que también presidía los deseos del Pueblo y no estarían satisfechos hasta que les mostrara su extraordinario talento.

De esta manera, le proporcionó al emperador el placer de rendirse y poder cumplir de esta manera su más anhelado sueño.

Y desde aquel día, fue elevado a la cumbre de todos los honores y adquirió el cargo que le dio su nombre: Vitelio, Intendente del Placer.

Un día le pidió a Locusta que le diera el mismo veneno que le preparó a Nerón para envenenar a Británico y lo usó con su hijo Petroniano.

Luego lo calumnió para defenderse…Y desde entonces su apetito por el vino y la comida se volvieron insaciables.Aunque acostumbra vomitar, esta voracidad ha tenido como consecuencia, el que su rostro esté encendido y manchado, por el abuso del vino.

Su vientre es muy abultado y su cuerpo alto y atlético, ahora tiene una obesidad mórbida.

Sextilla estaba muy deprimida, disgustada del presente y aterrorizada por un nefasto porvenir. Un día le pidió veneno y él se lo ofreció sin ninguna dificultad.

De esta forma Vitelio, ahora comparte con el emperador no solo los mismos crímenes, sino también el mismo tormento.

Esto ha hecho que su amistad se vuelva más estrecha y firme.

La primera parte del augurio de su nacimiento se ha cumplido totalmente. ¿Qué pasará en el futuro?… Pero mejor trata de no pensar en eso…

Y ahoga su inquietud con el vino y la comida. Porque al igual que Nerón, ha perdido la paz y nada le hace sentir alivio.

Desde su primera juventud, compartió su vida con el liberto Asiático y estaban muy unidos por el comercio de su mutua prostitución. Pero un día huyó muy disgustado y ya no lo volvió a ver, hasta que supo que estaba en Puzol y era dueño de una taberna.

Vitelio mandó que lo arrestaran y lo obligó a servirlo nuevamente para sus placeres. Pero se cansó de su carácter áspero y regañón. Y la semana anterior lo vendió a un lanista.

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Sus principales vicios son la glotonería y la crueldad.

Y este hombre tan corrupto que ha sido el terror en las provincias donde ha gobernado, no comprende por qué haber hecho esto lo tortura tanto…

Cuando lo fustiga el remordimiento, empieza a beber desde que despierta…

Y ya se siente ebrio, desde antes de emprender su travesía hacia el Gran Triclinio.

Más tarde…

El César dirigió su atención hacia una joven patricia llamada Julia Mesalina y le preguntó:

–                ¿En dónde está la hermosa Estatilia?

ROMA mesalinaLa linda y sensual mujer, le contesta:

–           Fue a Nápoles con Ático Vestinio. Regresarán en el otoño.

Haloto, siguiendo el hilo de una conversación anterior, insistió:

–          Pero yo creo en los sueños y sé que a veces son premonitorios.

Julia Mesalina declaró:

–           Yo sí creo. Anoche soñé que me había convertido en una virgen vestal.

A esta ocurrencia, Nerón batió palmas y todos le imitaron. La aplaudieron en medio de ruidosas carcajadas, pues Julia es conocida en Roma por sus múltiples divorcios y su fabuloso desenfreno.

Pero ella sin desconcertarse en lo más mínimo, agregó:

–           ¿Y qué? Todas ellas son viejas y feas. Solo Rubria es diferente. Y si mi sueño se volviera realidad, ya seríamos dos.

Petronio la miró y dijo con gentileza:

–           Admitamos entonces purísima Julia, que tú podrías volverte una vestal. Pero solo en sueños.

Ella replicó provocándolo:

–           Pero ¿Y si el César lo ordenase?

Petronio la miró inalterable y le dijo con calma:

–           En tal caso yo creería que los más imposibles sueños, pueden llegar a ser una realidad.

Haloto intervino:

–           Y efectivamente, muchos sueños llegan a serlo.

Nerón declaró:

–                 Ayer soñé que Júpiter lanzaba un rayo que arrancaba el cetro de la mano de Augusto   y a mí me dejaba completamente desnudo. – y miró fijamente a su astrólogo personal.

Babilo se sorprendió, tuvo un gran sobresalto y rápidamente trató de disimularlo…  Luego de una larga pausa, cautelosamente respondió:

–          Las predicciones y los sueños están relacionados.

–           No puedo evitarlo. Tengo un mal presentimiento…  Si este sueño significa un mal augurio ¿Aun crees que lo que me predijeron en Delfos se llegue a cumplir?

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–           Hasta ahora lo habías considerado un augurio dichoso. ¿Por qué no seguir pensándolo así? – esquivó Babilo hábilmente.

Julia Mesalina preguntó mimosa:

–                     ¿Qué fue lo que te predijo Apolo, divinidad?

El César respondió:

–                      Que Roma dejaría de existir y mi nombre seguiría resonando a través de los siglos.

Tigelino intervino:

–                     Es un augurio glorioso.

Nerón dijo preocupado:

–                     ¿Y mi sueño de ayer? Mi corazón se angustió.

Petronio trató de tranquilizarlo:

–           Estás más fuerte que nunca ¿Por qué preocuparte por algo que tal vez nunca suceda?

Tigelino, por el odio que siente hacia Petronio, dijo impulsivo:

–                     Tú tienes razón divinidad. Los dioses no son infalibles.

Haloto, por la misma razón confirmó:

–                     Ya ves lo que le pasó a Apolo con Jacinto. No pudo impedir su muerte.

Petronio declaró imperturbable:

–                     Por eso algunos ya no creen en los dioses.

Trhaseas agregó:

–                      Sí. Para ellos mismos, son incapaces de impedir el infortunio…

El César los miró a todos con perplejidad y preguntó:

–                     Si lo interpreté correctamente, ¿Qué pasará con los Claudios? (Todos los miembros de su familia)

Séneca sentenció:

–           Para qué te preocupas… Cuanto mayor es la prosperidad, tanto menos se debe confiar en ella. Sólo el tiempo descubre la verdad.

Nerón cuestionó:

–           ¿Entonces Apolo mi protector está equivocado? ¿A quién le debo creer?

Julia Mesalina dijo:

–           Comprendo que haya gente que ya no cree en los dioses. Pero, ¿Cómo es posible no creer en los sueños?

Babilo contestó:

–           Una vez un procónsul muy incrédulo envió un esclavo al Templo de Delfos con una carta cerrada y con la orden de que nadie la abriese. Hizo esto para ver si el dios podía contestar la pregunta contenida en la carta. El esclavo durmió una noche en el templo con el fin de tener un sueño profético y cuando regresó dijo: “Vi a un joven que brillaba como el sol y solo dijo una palabra: ‘Blanco’.

El procónsul palideció. Y les extendió una carta con el sello intacto a sus huéspedes que al igual que él, eran incrédulos. Le pidió a uno que la abriera y la leyese… –aquí Babilo se calló. Y alzando su copa de vino empezó a beber.

Haloto no pudo contenerse:

–           ¿Qué contenía la carta?

Babilo dijo lentamente:

–           En ella había esta pregunta: “¿De qué color ha de ser el toro que debo sacrificar? ¿Negro o blanco?”

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Julia Mesalina contestó:

–           No podemos ir por la vida sin creer en nada, pues nada hay para sostenerse. ¿Quién puede vivir así?

Séneca replicó:

–           La vida se divide en tres tiempos: presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo. El futuro, dudoso. Y el pasado es lo único cierto.

Trasheas agregó:

–           Y sería tonto dejar de disfrutarla por creer en los augurios.

Haloto observó:

–           Los augurios siempre se cumplen… Y si alguien dice que no, que le pregunte a Vitelio.

En ese preciso instante el aludido, que había llegado ebrio al banquete; intempestivamente y sin ningún motivo, soltó una sonora carcajada.

Nerón preguntó:

–           ¿De qué se ríe ese barril de sebo?

Petronio contestó con displicencia:

–           La risa distingue a los hombres de las bestias. Y ése no tiene otra prueba para demostrar que no es un jabalí.

Vitelio dejó de reír y miró a todos con asombro, como si no los conociera. Luego levantó las dos manos y dijo con voz ronca:

–          No encuentro mi anillo. –y volviendo a reír, empezó a buscarlo en el peplo de Melisa, la mujer que está junto a él.00guillaume-seignac-french-1870-1929-jeune-fille-au-papillon-oil-on-canvas-97-8-x-78-7-cm

Queriendo burlarse, al mismo tiempo; Haloto se puso a imitar los gritos de una mujer aterrorizada y que sufre violencia.

Y una mujer joven con rostro de niña y mirada lasciva, llamada Lucila, dijo en voz alta:

–           Está buscando lo que no ha perdido. –Y añadió con poca delicadeza- Lo que quiere es agasajar a la que siempre está dispuesta para el que se le acerque.

El poeta Marcial concluyó:

–          De todas maneras,  casi siempre obtiene lo que desea.

Conforme pasan los minutos, la fiesta se hace cada vez más animada.

Multitud de esclavos van y vienen trayendo nuevas viandas. De grandes vasos llenos de nieve y adornados con guirnaldas de hiedra, extraen y sirven incesantemente diversos licores.

De graciosas y bellas jarras de metales preciosos, escancian los vinos.

Todos beben sin restricción.

A intervalos caen rosas desde arriba, sobre las cabezas de los invitados. Entonces…

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Petronio dijo a Nerón:

–           Será mejor que solemnices la fiesta con tu canto, antes de que los presentes se excedan en la bebida y estén tan ebrios que no puedan apreciar el arte y la belleza que solo tú puedes brindarnos.

Y un coro de voces apoyó esta petición.

Pero Nerón se negó al principio, diciendo:

–         Los dioses saben cuántos esfuerzos me cuestan cada una de mis composiciones y de mis éxitos. Lo hago, porque comprendo que es necesario mi aporte para el arte. Y además, si Apolo me concedió el don de la voz, no es conveniente desperdiciarlo. Pero ahora tengo la garganta lastimada y estoy un poco ronco. Ayer me abrigué con un manto de pieles de visón, pero no me sirvió de nada. Estoy pensando en hacer un viaje a Anzio, para respirar el aire del mar.

Aulo Plaucio, le imploró en nombre del arte y la humanidad:

–         Todos sabemos, ¡Oh divino cantante y poeta! Que has compuesto un nuevo himno a Venus, que comparado con el de Lucrecio, el de éste último parece el aullido de un lobezno.

Esporo agregó:

–           Falta el evento más importante para que éste banquete sea una verdadera fiesta. Y un gobernante tan bondadoso como tú, no debe causar semejantes torturas a sus súbditos, privándonos de tu voz privilegiada.

Pitágoras confirmó:

–          No seas cruel, ¡Oh, César!

Y los demás le hacen coro repitiendo la petición uniéndose a todos los que están cercanos.

Nerón extiende las manos en señal de que se ve obligado a ceder.

Todos los semblantes le demuestran su gratitud. Y la atención de todos los asistentes se centra en él.

Entonces  el César da la orden de anunciar a Popea que va a cantar. Y mirando a todos…

Luego manifiesta:

–           Ella no va a venir a la fiesta porque está un poco resentida en su salud. Pero ya que  no hay mejor medicina que mi canto, que es el que le da algún alivio. La he llamado para no privarla de él.

CONTINUARA…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONÓCELA

16.- LA ORGIA Y EL DESENGAÑO I

INTENDENTE DEL PLACER

Hasta entonces ella no le había visto nunca y su aspecto es muy diferente a como lo había imaginado…

Vio una figura casi grotesca: un hombre muy obeso, de cuello corto, con una cabeza y una cara como de niño. Trae una túnica de color amatista que ha sido prohibido a los simples mortales y  que da unos reflejos azulados a su rostro redondo, que es más bello que agradable. Tiene los cabellos peinados en bucles simétricos. No tiene barba, pues la ha sacrificado a Júpiter; aunque hay rumores de que tal sacrificio se debe a su color rojo, como la han tenido todos en su familia. Su frente es amplia, sus cejas pobladas con el ceño contraído. En todo su aspecto y sus ademanes se advierte su plena conciencia del poder supremo.

Alexandra recuerda también las conversaciones de Tito y Vespasiano en la casa de Publio y evoca la imagen que habían bosquejado de él:

Debajo de esa frente coronada de semidiós, está la cara de un muñeco siniestro y lleno de crueldad; un beodo comediante, inflado de gordura a pesar de su juventud y con algo indefinible que lo hace repugnante.

A Alexandra le pareció un ser ominoso; pero más que nada, muy repulsivo…

Después de una pausa larguísima, Nerón dejó la esmeralda y no miró más a la joven.

Ésta a su vez, quedó impresionada por sus salientes ojos azules, vidriosos y como hastiados. Unos ojos fríos y completamente vacíos de toda expresión…

Mientras tanto…

En la mesa imperial, Nerón pregunta a Petronio:

–           ¿Es ése el rehén del que está enamorado Marco Aurelio?

El escritor se detuvo en el movimiento de llevar una aceituna a la boca y dijo con una gran indiferencia:

–           Ella misma.

–           ¿Cómo se llama su patria?

–              Partia.

–           ¿Marco Aurelio la cree hermosa?

–           Pon un tronco de olivo en un peplo de mujer y Marco Aurelio lo declarará hermoso. –Sonrió y agregó- Es un hombre demasiado gentil y yo no puedo hacer nada. ¡Oh!  Pero en tu semblante, juez incomparable, estoy leyendo la sentencia… ¡No es necesario que la pronuncies! Y esa sentencia es justa: demasiado delgada, sin formas y sin gracia. Un simple botón sobre un frágil tallo.

Nerón preguntó con incredulidad:

–           ¿Cómo es posible? ¿Acaso tu sobrino no heredó en tu familia, el amor por la auténtica belleza? Por lo que he podido apreciar, tengo que admitir que tiene un rostro esplendoroso.

Petronio replicó:

–           Tú mejor que nadie, sabes que eso no es suficiente.

–           Eso es cierto. Sólo la belleza sin defectos es capaz de cautivar. ¿Y aun así enamoró a Marco Aurelio? – Nerón está perplejo.

Petronio hizo gala de toda su astucia:

–           Tu sensibilidad de artista solo aprecia la perfección absoluta  y en cuestión de mujeres, es necesaria la belleza provocativa y sensual.

El emperador confirmó:

–           No solamente en ellas, también en los hombres es necesaria, además de la fuerza. Y… – Hizo un gesto lascivo muy significativo y agregó- Y el placer supremo es obtener lo que se anhela.

El Árbitro de la Elegancia contestó un tanto displicente:

–           No obstante, estoy dispuesto a apostar con Haloto acerca de ella. Y por su preferencia hacia los varones, él encontrará que es hermosa porque está “muy estrecha de caderas”.

Nerón sonrió con picardía y repitió guiñando un ojo:

–           Muy estrecha de caderas.

En los labios de Petronio se dibujó una imperceptible sonrisa.

Pero Haloto, que hasta ese momento había estado concentrado en una discusión con Babilo el astrólogo, respecto a los sueños premonitorios; se volvió hacia Petronio y aun cuando no tiene la menor idea del asunto que se ha estado tratando, dijo con vehemencia:

–           ¡Estás equivocado! Yo opino como el César.

El escritor le replicó:

–           Muy bien. Acabo de sostener que tienes algunos destellos de inteligencia, pero el César insiste en que eres simplemente un asno.

Nerón soltó una sonora carcajada…

Y luego confirmó:

–           ¡Habet! (Así es) – volviendo hacia abajo el pulgar, como lo hace en el Circo cuando un gladiador recibe un golpe y debe ser eliminado.

En un extremo de la mesa imperial está sentado, el Intendente del Placer del César.

Aulo Vitelio heredó de su padre un maravilloso talento para la adulación y el día que nació; Sextilla su madre, una mujer severamente virtuosa y de distinguida familia, ordenó que trajeran a los astrólogos para que pronosticaran el horóscopo de su nacimiento.

Pero el augurio fue aterrador:

“Superando a Alcmeón, emulará a  Saturno y después de que alcance la dignidad suprema, un gallo cantará sobre su cabeza y tendrá el castigo de los parricidas.”

Esto espantó de tal suerte a toda su familia, que todos enfocaron todos sus esfuerzos en impedir que se le confiase ninguna provincia y que nunca tuviese el cargo de cónsul.

Cuando era todavía lactante, fue cedido por su padre al anciano Tiberio y pasó su primera infancia parte de su adolescencia en Capri, adquiriendo el afrentoso nombre de “spintria” por el género de favores concedido al emperador en sus repugnantes complacencias.

En su juventud, después de que Calígula ajusticiara a un auriga porque perdió una carrera con Incitatus, empezó a guiar los carros del emperador. Como es un hombre con una estatura muy elevada, tuvo un incidente en una carrera y la herida de su pierna le trajo como secuela, el tenerla más delgada que la otra y esto hace tenga una manera muy particular de caminar.

Después, dirigió su talento a otras cosas menos peligrosas y fue compañero de juegos de Claudio. Estas dos pasiones, más su innegable experiencia para complacer en todos los ámbitos, le atrajo  las simpatías de los últimos tres emperadores.

A Nerón lo conquistó completamente el día que estaba presidiendo los juegos neronianos y vislumbró que el emperador apenas podía reprimir el deseo de competir con los citaristas, pero no se atrevía a hacerlo, a pesar de las peticiones de varios de sus amigos. En la inquietud resultante, Nerón miraba el teatro con absoluta fascinación y moviendo la cabeza, prefirió salir.

Entonces Vitelio, se levantó y lo llamó al escenario, expresándole que también presidía los deseos del pueblo y no estarían satisfechos hasta que les mostrara su extraordinario talento. De esta manera, le proporcionó al emperador el placer de rendirse y poder cumplir de esta manera su más anhelado sueño.

Y desde aquel día, fue elevado a la cumbre de todos los honores y adquirió el cargo que le dio su nombre: Vitelio, Intendente del Placer.

Un día le pidió a Locusta que le diera el mismo veneno que le preparó a Nerón, para envenenar a Británico y lo usó con su hijo Petroniano. Luego lo calumnió para defenderse…

Y desde entonces su apetito por el vino y la comida se volvieron insaciables. Aunque acostumbra vomitar, esta voracidad ha tenido como consecuencia el que su rostro esté encendido y manchado, por el abuso del vino. Su vientre es muy abultado y su cuerpo alto y atlético, ahora tiene una obesidad mórbida.

Sextilla estaba muy deprimida, disgustada del presente y aterrorizada por un nefasto porvenir; un día le pidió veneno y él se lo ofreció sin ninguna dificultad.  De esta forma Vitelio, ahora comparte con el emperador, no solo los mismos crímenes, sino también el mismo tormento. Esto ha hecho que su amistad se vuelva más estrecha y firme.

La primera parte del augurio de su nacimiento se ha cumplido totalmente. ¿Qué pasará en el futuro?…

Pero mejor trata de no pensar en eso y ahoga su inquietud con el vino y la comida. Porque al igual que Nerón, ha perdido la paz y nada le hace sentir alivio.

Desde su primera juventud, compartió su vida con el liberto Asiático y estaban muy unidos por el comercio de su mutua prostitución. Pero un día huyó muy disgustado y ya no lo volvió a ver, hasta que supo que estaba en Puzol y era dueño de una taberna.

Vitelio mandó que lo arrestaran y lo obligó a servirlo nuevamente para sus placeres. Pero se cansó de su carácter áspero y regañón. Y la semana anterior lo vendió a un lanista.

Sus principales vicios son la glotonería y la crueldad. Y este hombre tan corrupto que ha sido el terror en las provincias donde ha gobernado, no comprende por qué haber hecho esto lo tortura tanto…

Cuando lo fustiga el remordimiento, empieza a beber desde que despierta… Y ya se siente ebrio, desde antes de emprender su travesía hacia el Gran Triclinio.

Más tarde…

El César dirigió su atención hacia una joven patricia llamada Julia Mesalina y le preguntó:

–                ¿En dónde está la hermosa Estatilia?

La linda y sensual mujer, le contesta:

–           Fue a Nápoles con Ático Vestinio. Regresarán en el otoño.

Haloto, siguiendo el hilo de una conversación anterior, insistió:

–          Pero yo creo en los sueños y sé que a veces son premonitorios.

Julia Mesalina declaró:

–           Yo sí creo. Anoche soñé que me había convertido en una virgen vestal.

A esta ocurrencia, Nerón batió palmas y todos le imitaron. La aplaudieron en medio de ruidosas carcajadas, pues Julia es conocida en Roma por sus múltiples divorcios y su fabuloso desenfreno.

Pero ella sin desconcertarse en lo más mínimo, agregó:

–           ¿Y qué? Todas ellas son viejas y feas. Solo Rubria es diferente. Y si mi sueño se volviera realidad, ya seríamos dos.

Petronio la miró y dijo con gentileza:

–           Admitamos entonces purísima Julia, que tú podrías volverte una vestal. Pero solo en sueños.

Ella replicó provocándolo:

–           Pero ¿Y si el César lo ordenase?

Petronio la miró inalterable y le dijo con calma:

–           En tal caso yo creería que los más imposibles sueños, pueden llegar a ser una realidad.

Haloto intervino:

–           Y efectivamente, muchos sueños llegan a serlo.

Nerón declaró:

–                 Ayer soñé que Júpiter lanzaba un rayo que arrancaba el cetro de la mano de Augusto   y a mí me dejaba completamente desnudo. – y miró fijamente a su astrólogo personal.

Babilo se sorprendió, tuvo un gran sobresalto y rápidamente trató de disimularlo…  Luego de una larga pausa, cautelosamente respondió:

–          Las predicciones y los sueños están relacionados.

–           No puedo evitarlo. Tengo un mal presentimiento…  Si este sueño significa un mal augurio ¿Aun crees que lo que me predijeron en Delfos se llegue a cumplir?

–           Hasta ahora lo habías considerado un augurio dichoso. ¿Por qué no seguir pensándolo así? – esquivó Babilo hábilmente.

Julia Mesalina preguntó mimosa:

–                     ¿Qué fue lo que te predijo Apolo, divinidad?

El César respondió:

–                      Que Roma dejaría de existir y mi nombre seguiría resonando a través de los siglos.

Tigelino intervino:

–                     Es un augurio glorioso.

Nerón dijo preocupado:

–                     ¿Y mi sueño de ayer? Mi corazón se angustió.

Petronio trató de tranquilizarlo:

–           Estás más fuerte que nunca ¿Por qué preocuparte por algo que tal vez nunca suceda?

Tigelino, por el odio que siente hacia Petronio, dijo impulsivo:

–                     Tú tienes razón divinidad. Los dioses no son infalibles.

Haloto, por la misma razón confirmó:

–                     Ya ves lo que le pasó a Apolo con Jacinto. No pudo impedir su muerte.

Petronio declaró imperturbable:

–                     Por eso algunos ya no creen en los dioses.

Trhaseas agregó:

–                      Sí. Para ellos mismos, son incapaces de impedir el infortunio…

El César los miró a todos con perplejidad y preguntó:

–                     Si lo interpreté correctamente, ¿Qué pasará con los Claudios? (Todos los miembros de su familia)

Séneca sentenció:

–           Para qué te preocupas… Cuanto mayor es la prosperidad, tanto menos se debe confiar en ella. Sólo el tiempo descubre la verdad.

Nerón cuestionó:

–           ¿Entonces Apolo mi protector está equivocado? ¿A quién le debo creer?

Julia Mesalina dijo:

–           Comprendo que haya gente que ya no cree en los dioses. Pero, ¿Cómo es posible no creer en los sueños?

Babilo contestó:

–           Una vez un procónsul muy incrédulo envió un esclavo al Templo de Delos con una carta cerrada y con la orden de que nadie la abriese. Hizo esto para ver si el dios podía contestar la pregunta contenida en la carta. El esclavo durmió una noche en el templo con el fin de tener un sueño profético y cuando regresó dijo: “Vi a un joven que brillaba como el sol y solo dijo una palabra: ‘Blanco’. El procónsul palideció. Y les extendió una carta con el sello intacto a sus huéspedes que al igual que él, eran incrédulos. Le pidió a uno que la abriera y la leyese… –aquí Babilo se calló. Y alzando su copa de vino empezó a beber.

Haloto no pudo contenerse:

–           ¿Qué contenía la carta?

Babilo dijo lentamente:

–           En ella había esta pregunta: “¿De qué color ha de ser el toro que debo sacrificar? ¿Negro o blanco?”

Julia Mesalina contestó:

–           No podemos ir por la vida sin creer en nada, pues nada hay para sostenerse. ¿Quién puede vivir así?

Séneca replicó:

–           La vida se divide en tres tiempos: presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo. El futuro, dudoso. Y el pasado es lo único cierto.

Trasheas agregó:

–           Y sería tonto dejar de disfrutarla por creer en los augurios.

Haloto observó:

–           Los augurios siempre se cumplen… Y si alguien dice que no, que le pregunte a Vitelio.

En ese preciso instante el aludido, que había llegado ebrio al banquete; intempestivamente y sin ningún motivo, soltó una sonora carcajada.

Nerón preguntó:

–           ¿De qué se ríe ese barril de sebo?

Petronio contestó con displicencia:

–           La risa distingue a los hombres de las bestias. Y ése no tiene otra prueba para demostrar que no es un jabalí.

Vitelio dejó de reír y miró a todos con asombro, como si no los conociera. Luego levantó las dos manos y dijo con voz ronca:

–          No encuentro mi anillo. –y volviendo a reír, empezó a buscarlo en el peplo de Leticia, la mujer que está junto a él.

Queriendo burlarse, al mismo tiempo; Haloto se puso a imitar los gritos de una mujer aterrorizada y que sufre violencia.

Y una mujer joven con rostro de niña y mirada lasciva, llamada Lucila, dijo en voz alta:

–           Está buscando lo que no ha perdido. –Y añadió con poca delicadeza- Lo que quiere es agasajar a la que siempre está dispuesta para el que se le acerque.

El poeta Marcial concluyó:

–          De todas maneras,  casi siempre obtiene lo que desea.

Conforme pasan los minutos, la fiesta se hace cada vez más animada.

Multitud de esclavos van y vienen trayendo nuevas viandas. De grandes vasos llenos de nieve y adornados con guirnaldas de hiedra, extraen y sirven incesantemente diversos licores.

De graciosas y bellas jarras de metales preciosos, escancian los vinos.

Todos beben sin restricción.

A intervalos caen rosas desde arriba, sobre las cabezas de los invitados. Entonces…

Petronio dijo a Nerón:

–           Será mejor que solemnices la fiesta con tu canto, antes de que los presentes se excedan en la bebida y estén tan ebrios que no puedan apreciar el arte y la belleza que solo tú puedes brindarnos.

Y un coro de voces apoyó esta petición.

Pero Nerón se negó al principio, diciendo:

–         Los dioses saben cuántos esfuerzos me cuestan cada una de mis composiciones y de mis éxitos. Lo hago, porque comprendo que es necesario mi aporte para el arte. Y además, si Apolo me concedió el don de la voz, no es conveniente desperdiciarlo. Pero ahora tengo la garganta lastimada y estoy un poco ronco. Ayer me abrigué con un manto de pieles de visón, pero no me sirvió de nada. Estoy pensando en hacer un viaje a Anzio, para respirar el aire del mar.

Aulo Plaucio, le imploró en nombre del arte y la humanidad:

–         Todos sabemos, ¡Oh divino cantante y poeta! Que has compuesto un nuevo himno a Venus, que comparado con el de Lucrecio, el de éste último parece el aullido de un lobezno.

Esporo agregó:

–           Falta el evento más importante para que éste banquete sea una verdadera fiesta. Y un gobernante tan bondadoso como tú, no debe causar semejantes torturas a sus súbditos, privándonos de tu voz privilegiada.

Pitágoras confirmó:

–          No seas cruel, ¡Oh, César!

Y los demás le hacen coro repitiendo la petición uniéndose a todos los que están cercanos.

Nerón extiende las manos en señal de que se ve obligado a ceder.

Todos los semblantes le demuestran su gratitud. Y la atención de todos los asistentes se centra en él.

Entonces  el César da la orden de anunciar a Popea que va a cantar. Y mirando a todos…

Luego manifiesta:

–           Ella no va a venir a la fiesta porque está un poco resentida en su salud. Pero ya que  no hay mejor medicina que mi canto, que es el que le da algún alivio. La he llamado para no privarla de él.

CONTINUARA…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA