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N259 TESTIMONIO SACERDOTAL

Joel 3 – Biblia de Jerusalen

Juicio de Jehová sobre las naciones

1. «Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños y vuestros jóvenes verán visiones.

2. Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.

3. Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego, columnas de humo».

4. El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, ante la venida del Día de Yahveh, grande y terrible.

5. Y sucederá que todo el que invoque el nombre de Yahveh será salvo, porque = en el monte Sión = y en Jerusalén = habrá supervivencia =, como ha dicho Yahveh, y entre los supervivientes estarán los que llame Yahveh.El Sueño del Infierno

Después de los sueños que tuviera la semana pasada y que fueron mas o menos contados en estas páginas, no tenía dudas de que el ángel se me apareciera nuevamente, para llevarme al Infierno.

Los dos primeros paseos que el me dio, me alegraron bastante, sobre todo el del Cielo.

Pero habiendo recibido la promesa de llevarme al Infierno, no tuve más tranquilidad.

Porque yo debía visitar el lugar de los reprobados en la condenación eterna, para examinar de cerca los horrores sufridos por las almas condenadas, por causa de sus pecados cometidos en la Tierra.

Conociendo esto, hacia muchas noches que dormía sobresaltado.

Y pensaba:

«¿Mi Dios será que el sueño sucederá?»

Y rezaba, rezaba mucho, pidiéndole a Dios que me dispensara de ver el sufrimiento de las almas del Infierno.

Y algunos días pasaron.

Pero cuando fui esta noche, soñé al final…

Soñé que el mismo ángel, de fisonomía alegre y tan divina, que me había llevado al Cielo y antes al Purgatorio.

Se presentó delante de mí, con semblante cargado y austero.

Pregunté:

–      ¿Por qué estas tan serio?

Me contestó:

–       El Infierno es tan horrible que los mismos ángeles de Dios se transforman cuando tienen que ir a el, en el cumplimiento de alguna misión. Yo mismo no deseaba mostrárselo a nadie, pero esta es la tercera vez que tengo el encargo de hacerlo.Pensé para mí mismo:

«Pues ¡Si este ángel quien mora en el Cielo y lo puede todo, no desea ir al Infierno, cuánto mas yo!»

Y me recuerdo que en el sueño, me arrodillaba en el suelo y le decía al ángel que yo tampoco quería ir; pero si esa era la voluntad de Dios, estaba listo.

Le pedí que me ayudara a no estar impresionado con lo que tuviese que ver allá.

El me respondió que Dios quería que yo observara los horrores de la condenación eterna, por causa de mi misión de Sacerdote, a fin de que pudiese predicar mejor contra el pecado.

Y diciéndome estas palabras, me sujetó por la cintura y de repente nos encontramos en el espacio, volando por entre nubes pesadas y amenazadoras.

–    ¡Tengo miedo! – exclamé.

Y me abracé con mi Protector, cuya fisonomía cada vez me abatía más.

Noté entonces que, al contrario de otras veces, íbamos descendiendo.

Y aquella sensación desagradable de que iba a suceder una gran caída, me asustaba en cada momento.

Pensaba de instante en instante, que algún obstáculo se presentara delante de nosotros y mi corazón estaba tan pequeño, como si fuera a dejar de bombear.Esto se acentuaba más cuando entramos en una nube espesa, oscura, aterradora.

Tenía la impresión horrible de que algo extraordinario estaba a punto de suceder y comencé a llorar.

El ángel me abrazó con cariño y me dice:

–     No temas nada. Estas con mi asistencia y tengo poderes de Dios para protegerte.

Y queriendo distraerme un poco, añadió:

–     ¡Mira para arriba!

Fue entonces que, por primera vez observé la Tierra distanciándose de nosotros.

Perdida en el espacio, girando vertiginosamente y en la proporción que descendíamos, ella se volvía cada vez menor.

Un viento caliente como si fuera de un horno comenzó a soplar.

Tenía los labios resecos, los ojos hinchados y las orejas prendidas en fuego.

Pensé: ¿Mi Dios, qué será de mí?

El ángel no hablaba. Estaba serio y preocupado, continuaba sujetándome por la cintura.

Aquel su brazo era el único alivio que experimentaba en aquellas circunstancias.

Y la certeza de que habría de protegerme, me daba aliento para continuar aquel misterioso viaje.

Pero en instantes escuché una voz que me parecía tan sobrecogedora, tan cavernosa, como si fuese de asombro:

–     ¡Estamos llegando!

Era el ángel anunciando que estábamos próximos a la gran Puerta del Infierno.

Le pregunté:

–     ¿Por qué tu voz suena tan diferente?

Él respondió:

–     Es pura impresión. El Infierno es así, las cosas son siempre muy pavorosas…

Y aquella voz, antes tan suave y delicada, ahora parecía un sollozo del infinito.

¡Allí está la grande y amplia puerta del Infierno!

El ángel me apuntó para abajo, donde podía ver una enorme ráfaga de humo negra, dejando trasparecer por las rendijas de las puertas, un fuego aterrador que parecía consumir todo lo de adentro.

Pregunté:

–     ¿Será que el fuego está destruyendo el Infierno?

El ángel respondió:

–     ¡No!  El Fuego del Infierno es eterno y no se acaba nunca. Ni tampoco consume las almas que moran allí. ¡Ellas son quemadas, mas no destruidas!

Nos aproximábamos cada vez más a la Puerta Grande.

Ahora disminuía la velocidad de nuestro descender y podíamos ver claramente por las pasaduras de la puerta, el fuego caliente y voraz de infelicidad eterna.

Llegamos.

El ángel dice:

–     Aquí, todo es fácil.  Entra sin ninguna complicación, acaba de hacer la señal. Además, no precisa, que ya están ahí en la sala de espera. Piensan que somos condenados.

Miré para un lado y me encontré con más de un centenar de demonios. Espectáculo horrible, que no quería describir.Eran como grandes hombres, con colas y cuernos, trayendo en las manos unos grandes rastrillos tan calientes como si fueran de hierro incandescente.

Cuando abrían la boca, dejaban salir llamas de fuego por entre los dientes y los ojos estaban abiertos de par en par, casi fuera de la órbita.

Sus brazos se extendieron y las manos parecían abordar la celebración de la terrible arma.

Agarré fuertemente a mi compañero, sintiendo la calentura de una de aquellas feas bocas abiertas junto a mi rostro, cuando una risa infernal, histérica como de un loco, se hizo oír por las quebradas del Infierno.

Parecía un trueno retumbando por la eternidad.

Pregunté asustadísimo:

–     ¿Qué es eso?

El ángel respondió:

–     Es la señal que ellos dan cuando llegan almas para su reino. Esta risa horrible es de satisfacción que ellos sienten en su triunfo pasajero en contra de Dios.

Cuando así me explicaba, el ángel puso su espada de oro y apuntó para los demonios aglomerados delante de nosotros, exclamando:

–     Vine de parte de Dios, váyanse enseguida.

Al escuchar el nombre de Dios, los diablos se habían ido, con gran alboroto y relinchando de rebelión, dejando cada uno tras otro, un rastro de fuego, dando rugidos que agitan las puertas de la entrada infernal.

Entonces el ángel me dijo:

–     Ahora estamos solos. Nadie nos molestará. Lee aquella inscripción.Obedeciendo la indicación de mi protector, levanté los ojos para lo alto de la Puerta del Infierno y leí estas palabras:

“¡Ustedes que entran aquí, dejen afuera todas sus esperanzas porque nunca mas saldrán de aquí!”

Esta leyenda está escrita en letras de fuego y solo pensar en el destino de los condenados al Fuego Eterno, me estremecí de horror.

El ángel me invitö:

–     ¿Vamos a entrar?

Cuando miramos para la puerta, vimos que estaba completamente descascarada.

Adentro ya, un cuadro horrible se me presentó ante mis ojos.

Eran unas almas envueltas en grandes hogueras, cuyas llamas devoraban amenazadoramente las paredes tétricas de la cárcel de Infierno.

Me fui aproximando lentamente completamente asombrado, a aquellos infelices que proferían y rugían como fieras embravecidas.Delante de mi espanto me dice el ángel:

–     Eso aquí no es nada. Estamos en el primer grado de condenación eterna.

Y marchando mas rápidamente exclamó:

–    Ven conmigo.

Atravesamos un mar de fuego, donde los demonios histéricos daban risas de locos, abriendo aquellas enormes bocas cerca de mi cara, dejándome temblando de pavor.

Un aliento caliente salía de sus entrañas, viniendo a borbotones una fumarola fétida, congestiónando más todavía a los infelices.

El ángel me mostró un departamento de los que estaban todavía esperando el grado de condenación, que Lucifer el Jefe del Infierno les daría dentro de pocos días.

Ví en estas almas una fisonomía pavorosa de sufrimiento. Ímpetu de revuelta y una constante proliferación de improperios salían de sus bocas ardientes.

Allí se escuchaba llanto y más adelante, el desespero que oímos de rencor.Millares de demonios robustos, armados con rastrillos, empujaban a estas almas para el interior de un oscuro agujero, donde solo había llanto y rechinar de dientes.

Cerré los ojos para no presenciar más aquel doloroso espectáculo y fui amparado por mi amigo que se aproximó a mí.

Me confortó:

–     Dios quiso que vieras estas escenas, pero nada sufrirás.

Exclamé:

–     ¡Pero yo no soporto eso!

Y salimos los dos para un lugar mas calmado.

Y me dijo:

–      Quiero mostrarte diversos castigos impuestos a las almas de acuerdo con la calidad de los pecados de cada criatura.

En este momento pasaron dos demonios terribles dando risas que parecían retumbos de fuertes truenos.

Pregunté:

–      ¿De dónde vienen ellos?

–       Vienen de la Tierra. Fueron a buscar un moribundo que acaba de morir. No quiso confesarse y murió en pecado.

Y apuntándome para la infeliz criatura dice:

–       ¡Mira quien es él!

Cuando miré, me encontré con uno de mis amigos, que realmente estaba enfermo en la Tierra.

Cuando me vio, abrió los ojos, rechinó sus dientes y se contorsionó convulsivamente, revolcándose en el suelo caliente del Infierno, dejándome temblando de agonía y miedo.

Quedé impresionado con la muerte y la condenación de mi amigo.

Si yo estuviese en la Tierra, habría conseguido confesarlo.

¡Imposible! dice el ángel. – Rechazó la gracia de Dios y fue despreciado a sus propios destinos.

Llegamos finalmente, a un lugar descampado, donde el ángel me mostró varias especies de sufrimientos.

En nuestro pasaje, rostros contorcidos por la amargura de dolor parecían querer devorarnos con sus ojos.

Los brazos descarnados por el fuego se extendían hacia nuestra dirección.

Cómo pedir socorro que no podíamos dar.

Comencé a sentirme mal en aquel ambiente de sufrimiento y abracé al ángel, llorando convulsivamente.

–     ¿Tienes miedo?

–      Tengo, sí. Sobretodo pena por estas almas. Pienso en por qué fue que se condenaron. ¿De quién sería la culpa? ¿De ellas propias?

–      ¡En tu pregunta, leo tu pensamiento…se lo que quieres decir!

–      Si querido ángel. Pienso en la gran responsabilidad de los Sacerdotes. ¿Muchos se pierden por nuestra negligencia, no es verdad?

–      Realmente, pues no.

–      En el Cielo, no me quisiste mostrar el lugar de gloria de los padres. ¿Será que vas a mostrarme aquí su condenación?

–      Fue una orden que recibí de Dios. Mostrarte el lugar donde están las almas de los padres que no se salvaron.

A medida que marchábamos, el espectáculo de horror iba creciendo.

Apocalipsis 21, 8: “… los impíos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre y allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos…” 

El ángel me dice:

–       Recuerda que este sufrimiento aquí es eterno.

En el Purgatorio todavía hay esperanza de salvación. Pero aquí, todo termina con la entrada del condenado a esta ciudad maldita.

Y volteándose rápidamente para mí, añadió:

–        ¿Pero, sabes cuál es el mayor sufrimiento en el Infierno? Es la ausencia de Dios.

El saber que existe una felicidad suprema, un lugar de tranquilidad donde todos nuestros deseos son satisfechos.

Un lugar de gloria, donde no hay dolores ni lamentos, para el cual fueron todos creados, sin poder, nunca más, salir de aquí.

Y lo peor todavía es que las almas condenadas saben perfectamente que están aquí por libre y espontánea voluntad. ¡Dejar al Cielo por este sufrimiento eterno!     

–       Así pues, ¿La ausencia de Dios es todavía peor que eso?

–      Y sí. Este sufrimiento es impuesto por el propio pecado.  Recuerda, por lo tanto, que el hombre fue hecho para Dios, pues Dios es su último fin. ¡Y no tienen a Dios!  Siempre tendrán ese eterno deseo, esa eterna insatisfacción.

Íbamos caminando.

El ángel me mostró una gran cantidad de espinas.

Me explicó:

–     Son almas. Es una especie de sufrimiento. ¿Quieres ver?

Y aproximándonos a retorcidos cuernos en el suelo, uno de los capturados se partió el cuerno por el medio…

Dios mío, ¿Qué ví?

La sangre corriendo de aquel cuerno partido, gotereando en el piso, una sangre caliente, oscura, gruesa,

y luego un gemido lastimoso y profundo parecía salir de aquellos cuernos recubiertos de espinas, moviéndose, misteriosamente en el suelo. Este sufrimiento está reservado para las personas que en vida, pecaban humillando y despreciando al prójimo, dice el ángel.

Y continuó su presentación, al mismo tiempo que explicaba los respectivos sufrimientos.

–      ¿Ves este mar de lodo?

–      Lo veo, sí.

–      Son almas transformadas en lodo… Aquí en el Infierno es así que el pecado de las bajezas, de las hipocresías, de las traiciones, es castigado.

Ví enseguida un enorme tanque, conteniendo una gran cantidad de plomo derretido.

El ángel exclamó:

–      ¡Son las almas de los ambiciosos!

Más adelante, aquel depósito de oro gigante incandescente:

–     Las almas de los ricos y avaros son castigadas aquí, siendo transformadas en oro derretido.

Ahora, vamos atravesando un río de sangre.

–      ¡Son almas de los asesinos!

Hasta que llegamos a un lugar exquisito, donde el ángel paró, ¡Diciéndome que yo iba a ver lo que jamás pensaba ver!

Es un lugar de misterio dice el ángel.

–     ¿Qué misterio?

–      Un lugar misterioso, diferente a los otros, donde están las almas predilectas de Satanás…

–      ¿Las almas predilectas de Satanás? ¿Quiénes son ellas?

–     Predilectas de Satanás y de Dios también…

Yo estaba jadeante, con una respiración de desespero, sin saber de que se trataba.

En cuanto el ángel seguía su explicación.

–      Estas almas son escogidas por Dios para un lugar destacado en el Cielo.  Pero Satanás con envidia, las desea más que a otras y manda legiones de demonios por toda la Tierra, para buscarlas.

Ellos tienen orden de Lucifer de emplear todos los medios para que se pierdan.

–      Pues, ¿Por qué no me dices quienes son esas almas?

–      Porque las vas a ver dentro de poco.

Y apuntándome para unas nubes de fuego, me mostró algunos demonios que viven en agonías horribles, acompañados por las vociferaciones proferidas de una alma que no podía saber quien era.

Pregunté:

–     ¿Qué alma es esta?

¡Pobre alma! Exclamó el ángel.

–      Alma querida de Dios, hecha por Dios para salvar al mundo, para dar santos al mundo… Y ahora, aquí se quedará eternamente sin poder gozar de la gran recompensa que Dios le había reservado.

–      Querido ángel dime, ¿De quién se trata?

–     Su lugar estará vacío por siempre en el Cielo. Jamás será ocupado por otra alma.

Y los demonios pasaron por nosotros, dejándonos envueltos en una nube de fuego que los cercaba con su preciosa presa.

–     Ahora vas a saber de quién es esta alma. Ellos van a abrir la cárcel de esta infeliz criatura. ¡Ella estará junto a otras compañeras de eterno infortunio! ¿Ves? Están abriendo la puerta.

Mis ojos estaban pegados a la gran puerta, delante de nosotros.

Mi corazón pulsaba tan fuerte, que no podía permanecer de pie. Mis piernas temblaban, estaba lleno de gran pánico hasta que sentí desvanecer mis fuerzas.

Le aseguré al ángel diciendo:

–     Me voy a desmayar…   ¡No! – dice el ángel.

–      ¡El poder de Dios te dará la fuerza porque todavía veras otra cosa peor!

Y caído en el piso caliente del Infierno, a los pies de mi protector, fui siguiendo los movimientos de los demonios, abriendo aquella cárcel de misterio.

Un estruendo horroroso sacudió toda aquella sala inmensa, hasta el final de sus puertas descascaradas.

En este momento, levantándome por el brazo, me dice el ángel:

–      ¡Mira las almas que están adentro!

¡Las miré! ¡Mi Dios, que aflicción! ¡Qué dolor tan profundo tenía todo mi ser. ¡No puedo creer lo que veo!

Y mirando fijamente aquellos animales horribles, aquellas bestias horrorosas, en contorciones y espasmos horripilantes, exclamó el ángel:

–     ¡Ahí están ellas! Son las almas de todas las madres que se condenaron.Las almas predilectas de Dios, las almas queridas de Dios, aquellas por quienes Dios tenía más predilección.

Ellas, las almas de las infelices madres que no supieron ser madres, que despreciaron el gran privilegio de la maternidad…

Que descuidaron a sus hijos, dejando que muchos se perdieran por causa de su negligencia.

Yo miraba, atónito, aquel espectáculo tenebroso, en el que asquerosos demonios, amenazadores como perros furiosos;

se arrojaban sobre aquellas almas transformadas en insectos, como para querer devorarlas, espetando las puntas de sus rastrillos incandescentes.

¡Pobres madres! Pensé. Es así que ellas, las descuidadas, son condenadas por el Descuido en que vivieron.Las madres, las que fueron elevadas a la misma dignidad de Nuestra Señora, más no quisieron escuchar la Voz de Dios que las llamó para desempeñar tan alta misión.

Mientras yo estaba tan absorto en mis pensamientos, ví a otro grupo de demonios que arrastraban otra madre que entró en la condenación eterna.

Fue entonces que levantando los ojos pude leer en el techo de esa horrible prisión, las siguientes palabras, como un macabro homenaje a las madres que estaban allí:

“¡Estas son nuestras colaboradoras, en la gran obra de Perdición del Mundo!”

Viéndome leer esta inscripción, interrumpió el ángel:

–      Sí, porque si todas las madres fuesen santas, piadosas y educaran cristianamente a sus hijos, el mundo no sería tan malo.

No habría juventud pervertida, ni la juventud de hoy en día se vería amenazada constante a la subversión del orden.

Le pregunté:

–     ¿Esto significa que la santidad del mundo se debe, exclusivamente, a las madres?

–      Exclusivamente, no.- respondió el ángel.

Y haciendo hincapié en las palabras, añadió:

–     Casi exclusivamente. Digo esto porque hay otra clase de personas a las que Dios confió la salvación de las almas y la santidad de la vida.

Le pregunté:

–     ¿Los sacerdotes?

–     Sí, Dios les confió la salvación del Mundo a las madres y a los sacerdotes.

–     Por lo tanto, le reservó los mejores lugares en el Cielo, así como Lucifer les reserva el mayor sufrimiento en el Infierno.

Y entonces hace una pregunta que constituye un verdadero reto para mí:

–     ¿Quieres ver dónde están las almas de los sacerdotes que no se salvan? ¿Tienes valor?

En ese momento, estaba mudo del terror. Me embargó una extraña angustia y sentí una fuerte sensación de que iba a caer en un Abismo.

Y exclamé:

–     ¡Si esta es la voluntad de Dios, deseo ver a mis hermanos en el sacerdocio!

El ángel replicó:

–     ¡Por lo tanto, debemos salir de aquí. Las madres y los padres están en el mismo pie de igualdad de sufrimiento en la condenación eterna. ¡Ves que la puerta que se está abriendo!

Entonces oí el crujido de las bisagras que giraban en sí mismas, mientras que dos bandas de las puertas se abrían para el paso a otro sacerdote que estaba llegando al Infierno.

Un cuadro impresionante que ví en este sueño, lo daría todo para terminar lo antes posible.

A través de muchos cuerpos sin cabeza, sin piernas, sólo el tronco; pasando de unos invisibles brazos extendidos, por algo que no estaba allí.

¡Es el deseo de Dios! – dijo el ángel.

Y agregó:

–       No tienen piernas, porque ellas le fueron dadas para que caminasen por el mundo, en la faena gloriosa de la predicación del Evangelio a todos los pueblos.

Como utilizaron su caminar al servicio del Mal, aquí tienen que moverse sin piernas.

Y no tienen cabeza, porque Dios les dio ojos, oídos, boca, nariz, cerebro y el pensamiento para ser aplicados en la conquista de las almas al servicio de la regeneración del Mundo y la restauración del Reino de Cristo.

A través de la palabra y de pensamiento, los sacerdotes deberían santificar a toda la Humanidad.

Como no hicieron la voluntad de Dios, a pesar de ser llamados por Él a la noble misión, en el Infierno son castigados por separado:Los cuerpos de un lado, como acabamos de ver y la cabeza de otro, las piernas juntas. Cosa monstruosa. ¿Quieres ver?

Y el ángel me llevó a un lugar oscuro donde el humo tenía un aborrecido olor de carne humana quemada.

Estábamos caminando. De repente, se reunieron horribles monstruos.

Eran cabezas en las que se veían ojos brotados y bocas desmedidamente abiertas, queriendo pronunciar palabras que no salían.

Inmediatamente, en relación con estas cabezas, dos piernas que se movían, sin abandonar el lugar.

Y los demonios que se divertían con la posición de aquellos monstruos lisiados envueltos en llamaradas de fuego que devora, quema.

Mientras que grujidos de animales amordazados se escuchaban en aquella sala fétida y congestionada.

Era el lugar más caliente que encontramos en el Infierno.

El ángel dice:

–     Y pensar que estas almas son hermanas en Cristo, son otros Cristos.

Y pensar que en el Cielo,

LAS ALMAS DE LOS SACERDOTES SON MÁS VENERADAS

QUE A LA VIRGEN, LA MADRE DE DIOSY pensar que en el Cielo, los sacerdotes de Dios, viven juntos, disfrutando de su propia gloria,

Porque a ellos se les encomendó la continuación de la Gran Obra de Redención de la Humanidad.

¡Aquí están ellos, los Sacerdotes que se condenaron…!

De repente, un monstruoso demonio cerca de mí, tocó una trompeta.

El Ángel observó:

–       Vamos a ver qué va a decir Lucifer.  Debe ser una orden la que va a dar.

Escuché el sonido estridente de la trompeta, que resuena en todo el Infierno y miles de demonios allí se presentaron, en unos instantes,

Y como predijo mi protector, oímos que el Diablo Jefe de aquel bando, dar las siguientes instrucciones:

«Hay un niño de doce años, que será santo, si continúa en el camino que va. Y sus oraciones serán catastróficas para nosotros. Tenemos que usar la potencia máxima que impulsa todos los demonios de las Huestes Infernales que hay en la Tierra.

No podemos permitir más este tipo de victoria… (Y aunque aquel demonio no pronunció el nombre de Dios, pero todos entendieron. Y con un rugido aterrador que rodó por el espacio sin fin del Infierno).

Satanás agregó:

–      ¡Tenemos que conquistar el alma para nosotros,  para nuestro Fuego! (Esta vez, se oyó una risa frenética, lo que refleja la satisfacción infernal de aquellos demonios).

Satanás continuó:

–      Nuestro trabajo, será hacer que aquel niño compre muchas revistas maliciosas, SE AFICIONE A LOS VIDEO JUEGOS, vaya a todas las películas en los cines, se interese en todas las novelas de televisión, en todos los programas de tv, haga amistades con elementos que ya son de nosotros.

Debe desobedecer a menudo a su madre, huyendo de la casa y camine por las calles de su localidad, aprendiendo lo que todavía no conoce.

Tenemos que hacer también un servicio junto a su madre que es muy piadosa. Ella deberá asistir a las fiestas a fin de dejar al niño más a su voluntad.

Debemos emplear todos los medios para asegurar que este chico se pierda, porque está escrito que va a morir pronto a causa de una operación que se va a someter, dentro de unos días. (Nueva risa histérica se oyó en todo el Infierno.)

Ese chico deberá perderse dice el diablo, ésta será nuestra más importante conquista.

Ordeno, en el nombre de Lucifer, que salgan todos ustedes (y eran miles los que estaban allí) a la Tierra inmediatamente.

Cuando exista en la calle, un niño de nuestro rebaño, procuren hacerlo amigo del que queremos para nosotros, utilizando para ello todos los medios.

Busquen cual es la mejor manera de comenzar desde su casa, hagan que alguien le de con una pelota, para que se una a los niños de su calle que ya son nuestros, para jugar al fútbol, donde aprenden todo tipo de malas palabras e inmoralidades.

Ahí es que tienen que quedarse ustedes, en medio de esos niños de la calle, sueltos, sin madres; esto es, cuyas madres también son nuestras, para que se pierda esta presa de nuestro enemigo común… (¡Nueva explosión, con chispas y truenos!).

En este punto, me desperté, gracias a Dios.

Me senté en la cama rápidamente. Era el amanecer y el sol estaba saliendo.

Estaba atontado de la agonía, aterrado con el sueño, una verdadera pesadilla. Me arrodillé y recé.

Oré mucho a Dios, una oración que yo solamente se rezar, pidiéndole sobre todo que me librara de estas pesadillas.

Después, la proporción se iba calmando, recordé que debería pedir una Misa y debería ser de esto mismo por la intención de aquel niño, que yo no sabía quien era, pero que Dios bien lo sabía.

Celebraría Misa por aquella criatura y por su madre pidiendo a Dios que les diera las fuerzas para no sucumbir en las tentaciones de los millares de demonios que habían salido del Infierno para tentarlos aquí en la Tierra.

Y fui a celebrar mi Misa.

Cuando llegué a la sacristía, una señora, muy amiga mía, se aproximó y me dice:

–     Padre, hoy es el cumpleaños de mi hijo Roberto, su alumno. Vine a preguntarle si sería posible celebrar esa Misa por él. Está necesitando muchas oraciones. Últimamente, está desobedeciendo varias veces.

Ha hecho amistades en la calle, con las que no estoy satisfecha. Inventó un fútbol en la esquina, juntándose a una media docena de chicos y he notado muchos cambios en él en éstos últimos días.

La semana pasada, comenzó a sentir unos dolores en la pierna derecha. Lo llevé al médico que descubrió una hernia ya avanzada, tienen que operarlo.

Hoy es su cumpleaños. ¡Ay padre! ¿Podría celebrar la Misa por esa intención?

Yo meditativo, vago, impresionado, abrí los labios y balbucee:

–       Pues no…mi señora…voy a celebrar por él…

Y viendo mi confusión, mis palabras entrecortadas, preguntó la señora:

–      Padre, ¿Está enfermo?

A lo que respondí:

–      Estoy, mi señora. Estoy enfermo…Pero quede tranquila, que haré la Misa por su hijo, por mi alumno Roberto, y él volverá a ser el que siempre fue: un hijo piadoso, obediente, ¡Santo!

ESTOS NIÑOS CRISTIANOS LLEGARON DESDE MOSUL Y SU SONRISA LA MANTIENE JESUS EN ERBIL

BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPIRITU

La importancia de este artículo es muy relevante, por los Acontecimientos que YA se ciernen sobre nosotros.

La mayoría de la gente que intuye la Esencia del Cristianismo le huye, porque NO quiere sufrir. El Hedonismo se ha vuelto su meta y NO quieren saber nada de Dolor.

Pero aquí hay un grave problema:

Por el hecho de que NO queramos reconocer que Australia ES un continente que existe, va a dejar de existir.

Por el hecho de que DECIDAMOS NEGAR A DIOS Y A SUS VERDADES, van a dejar de existir.

El Infierno Existe, igual que Australia. Satanás existe, Igual que Dios.

Toda la Creación existe Y VIVE, porque Dios la Hizo…

Y lo más problemático para el hombre actual: está regida por Leyes de Amor, igual al Amor que la Creó.

Satanás está determinado a exterminar el Cristianismo y especialmente a la Iglesia Católica.

El Mundo NO quiere saber nada de sufrimiento, porque está enfocado en el Egoísmo y el Placer.

Pero el hecho de que digas: DIOS NO EXISTE, NO lo mata.

Aunque sus Leyes NO te importen…  TE RIGEN, al igual que a todas las creaturas en todo el Universo.  

El hecho de que te niegues a reconocer la Cruz con la que fuimos salvados y que también te niegues a cargarla, al pertenecer al Mundo que Dios Creó, estás sometido a sus Leyes y Preceptos… TE GUSTE O NO.

Desde el momento en que el Hombre ASESINÓ A DIOS, clavándolo en un madero y le proporcionó el amarguísimo cáliz que lo hizo SUDAR SANGRE…

Selló su propio destino.  

La Humanidad atea y pecadora, creyente o NO. Deberá cargar su propia Cruz y caminar su propio Calvario, le guste o NO.

Porque cometió el error de Imponérselo a su Creador y por Ley de amor y de Justicia, vivirá lo MISMO QUE DIÓ.

ESO ES LO QUE PADECEN EN EL INFIERNO Y EN EL PURGATORIO LAS ALMAS…

Pero sin paliativos y sin Dios.

Los que de vosotros aprendáis a manejar el cuerpo espiritual con TODAS sus potencias sin perder el piso, enfrentaréis la Verdad y NO podréis dejar de postraros agradeciendo la Infinita Bondad Divina.

Puedes elegir como ancestro a un simio o un elefante… Ese es TU Problema.

La realidad es UNA:  Somos hijos de Dios y nuestro deber de amor es arrodillarnos y dar gracias por todo lo que tenemos, ADMINISTRÁNDOLO porque NO nos pertenece…

Al Mundo le guste o NO, beberá y Vivirá:

EL CALVARIO COMPLETO DE JESÚS…

En las Catástrofes que Dios PERMITIRÁ, los hombres veremos desaparecer nuestros ídolos materiales.

Y veremos a nuestros piés, DERRIBADO al Dios Dinero y a todos nuestros apegos materiales…

Si NO sabemos actuar con prudencia y sabiduría renegaremos…

Pero si estamos templados con la Sabiduría del Espíritu Santo, lograremos responder como Job:

Y TRANSMITEREMOS A NUESTRO ALREDEDOR ESTA VERDAD.

Los Primeros cristianos lo comprendieron y lo Testimoniaron…

Y LAS ACTAS MARTIRIALES LO COMPRUEBAN…

¿CÓMO LO HICIERON Y LO SIGUEN HACIENDO MILES DE CRISTIANOS EN EL MEDIO ORIENTE?

Para desgracia de Satanás y sus esbirros, MILES DE CRISTIANOS VERDADEROS

SON HÉROES QUE ESTÁN SIGUIENDO

LAS ENSANGRENTADAS HUELLAS DE JESÚS

Y ESTÁN DEJANDO UN CAMINO LUMINOSO… 

EL MUNDO DEBERÁ aprender a vivir sin dioses materiales…

Y cuando éstos desaparecen ¿Qué te queda?

Para nuestra desgracia, esto solo lo aprenderemos en la práctica. Sobre la marcha…

Después de un terremoto o un desastre natural…

¿Cuál es tu balance? ¿Hay algo de qué dar gracias?

¿Tienes la vida?

Y cuando lo único que tienes es a Dios…

¡Sómos las creaturas más dichosísimas sobre la tierra! Porque lo tenemos TODO.

Que el Mundo quiera o No, tiene que mirar Y ACEPTAR O RECHAZAR…

Los acontecimientos y la Naturaleza nos van a enseñar lo que significa la Verdadera Pobreza de Espíritu…

En la Puerta del Cielo, están acelerando la preparación de los catecúmenos.

Regina habla a un grupo de más de quinientos.

Su voz argentina resuena hasta el último rincón de aquel salón:

LA RIQUEZA.

Dios creó el oro y lo dejó en las entrañas de la Tierra, porque quería que fuese útil al hombre con sus sales y para que sirviese de adorno para sus templos.

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Pero Satanás ha mordido el corazón del hombre y le inyectó la maldita hambre del oro y la sed de poder.

Arrastrándolo con esto a los sentimientos más abyectos.

Y sembrando mucho mal con su fascinante e inútil esplendor, de este metal que no tiene la culpa.

La mujer por tenerlo se hace coqueta y se entrega a la lujuria…

El hombre por su causa se hace ladrón, usurpador y homicida.

Duro para con su prójimo y para consigo mismo, porque despoja a su alma de su verdadera herencia, para proporcionarse algo efímero.

Y se pierde por unas pocas piedras relumbrosas que a la hora de la muerte tiene que abandonar.

000joyas

El hombre se desvela más por el oro, que por otras cosas. Los avaros y los codiciosos se ríen que hay un premio y un castigo, para las acciones que se realizan durante la vida.

No reflexionan que por este pecado pierden la Protección de Dios, la Vida Eterna, la alegría. Y que a cambio, lo único que obtienen son remordimientos, maldiciones en el corazón; miedo de estar acompañados, miedo a los castigos humanos.

Miedo que Satanás les inyecta, para no dejarlos disfrutar lo que con sus delitos y su amor al dinero, perjudicaron al prójimo.

avaricia y pobreza

Pues lo que se obtiene con delito, se convierte en maldición. Los espera un fin terrible a los que a este punto llevan sus crímenes. Un fin terrible porque es eterno.

La otra vida no es el abismo muerto y sin recuerdos del pasado vivido.

La otra vida es gloria para los justos; espera paciente para los que penan; tormento terrible para los que esperan en la certeza de una maldición eterna. El ansia por las riquezas los hunde en tan tenebroso destino.

No solo se es rico de dinero. Quién logra despojarse de todas las vanidades y se afana por poseer la verdadera sabiduría, logrando desprenderse de los tentáculos de las pobres posesiones terrenas, emprende el vuelo de las elevadas cumbres espirituales.

Jesús dijo que no se puede servir a Dios y al dios dinero, ¡Porque la raíz de todos los males es el afán del dinero y algunos por dejarse dominar por él, se extravían en la Fe y se atormentan con muchos dolores!

Hay otros todavía más duros. No trabajan pero hacen trabajar.

Y acumulan riquezas con el sudor de los demás.

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DESPILFARRO, Ferraris abandonados en Dubai

Despilfarran los bienes maliciosamente y fertilizan con el sudor ajeno.

Los que obran así, tienen su hora terrena de triunfo, pero atraen sobre sí la Justicia Divina que vengará a los oprimidos.

Los viciosos no pueden vivir en la pobreza. La codicia empuja al robo.

dios dinero

El avaro nunca está satisfecho y siempre desea más.

El dinero es la cosa más peligrosa sobre la Tierra. Porque muy pocos saben hacer uso de él.

No sirve sino para la materia, el crimen y el Infierno. Muy raras veces el hombre lo emplea para el bien.

Es muy raro encontrar a un rico que no sea injusto y es más fácil desarrollar las virtudes en medio de la pobreza.

El dinero o las mercancías obtenidas con la injusticia, no enriquecen ni sacian.

amor riqueza y maldad
La amargura de la perversidad humana, crea odio en los miserables, contra los poderosos.

La fiebre satánica de los delirios por las riquezas, conducen a ricos y pobres a su destrucción.

El rico que vive para su dinero, el ídolo más infame de su espíritu en ruinas.

Y el pobre que vive odiando al que envidia y le desea toda clase de  males.

No basta no hacer el Mal. Es menester no desearlo, para no acarrearse daño espiritual.

La ambición, la gloria y el poder, son como una burbuja de agua sucia, en la superficie de un desagüe de lavadero: iridiscente pero sucia.

avaricia-y-pobreza

Una sola cosa es necesaria: poseer la sabiduría aún a costa de la vida. La pobreza es un freno en el pecar.

Entre ustedes, los que sean ricos no deben ser altaneros, ni poner su esperanza en lo inseguro de las riquezas. Sino en Dios que nos provee espléndidamente de todo, para que lo disfrutemos, para que practiquen el bien y que se enriquezcan de buenas obras.

0riqueza

Den con generosidad y con liberalidad. De esta forma, estarán atesorando para el futuro, un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera. Porque donde está tu tesoro, está tu corazón”

Tanto en el bueno como en el malvado, el corazón (o sea, el impulso vital de todas nuestras acciones) está donde está el tesoro que más se quiere.

Cuando se ama a Dios sobre todas las cosas, Él se vuelve el tesoro más precioso y se hace todo por llegar a poseerlo.

Las obras de caridad materiales y espirituales

Los que tienen la obligación de enseñar la sabiduría a los pobres con su conducta, son los ricos que despojados del afecto por las riquezas materiales, compran para sí el Reino por medio de las Obras de Misericordia para los pequeños y despreciados: los menos afortunados, despojándolos de su abatimiento.

La miseria, al mismo tiempo que envilece al hombre, lo lleva a que pierda la Fe en la providencia que es necesaria, para resistir las pruebas de la vida.

El despego de las riquezas es una escalera que lleva a poseer las riquezas eternas.

Dios no descuida al que deja todo por la verdadera Riqueza y Felicidad:

La de servir a Dios hasta la muerte.

Las cosas que tenemos NO nos pertenecen. Porque Dios nos las concede para administrarlas por un pequeño espacio de tiempo.

Los hombres son los administradores de las migajas de la Gran Creación, pero el Verdadero Dueño es el Padre de los vivientes.

laavariciaeselpecadodelaambicion

Los ricos son solo los depositarios de estas riquezas que Dios les ha concedido con el fin de que sean distribuidores de ellas para con quien sufre.

Es un honor que Dios hace al hacerlos partícipes de su providencia a favor de los pobres, enfermos, viudas, huérfanos.

Dios no hizo llover comida, vestidos, etc. Sobre el camino de los pobres, porque entonces quitaría al rico el mérito de la caridad para con sus hermanos.

No todos los ricos pueden ser doctos, pero sí pueden ser buenos.

Pobre es quién le falta lo necesario para vivir.

Todos pueden compartir lo que tienen con el que muere de cansancio, de hambre, de frío.

miseria pobreza extrema

No deben olvidar que en cada ser humano, hay un Cristo pobre o crucificado, que espera la misericordia del que posee más.  

LA POBREZA.

LA POBREZA ES UNA REINA VESTIDA DE HARAPOS.

A la vista espanta a la naturaleza, pero el que se abraza a ella, disfruta de la paz y la alegría que solamente Dios puede dar.

Porque a unas manos vacías las llena el Señor, al cual le agrada dar al que no tiene y reconoce que lo que tiene es de Él y se lo devuelve.

Los que tienen la pobreza material, la llevan con toda clase de molestias.

La Providencia existe y los ricos del mundo son sus ministros, porque Dios les concede el honor de ser el único medio para hacer que las riquezas no sean un peligro.

El que logra ver a Cristo que sufre en los necesitados, hace de las riquezas la moneda con la que compra el Cielo.

Los pobres están en Dios. Por eso Jesús quiso nacer pobre y permaneció pobre, a pesar de los ríos de dinero que los óbolos de los ricos le ofrendaron, porque los pobres le aman con todas sus fuerzas.

Los ricos tienen muchas cosas. Los pobres tienen solo a Dios.

Los ricos tienen amigos. Los pobres están solos.

Los ricos tienen muchas consolaciones, los pobres carecen de ellas.

Los ricos tienen diversiones. Los pobres no tienen más que trabajo.

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A los ricos se les facilita todo con dinero.

Los pobres tienen además el miedo a la enfermedad y a la carestía, porque es su fin la muerte y la indigencia.

Pero tienen a Dios que es su Amigo y su Consolador. El que los distrae de su penosa vida actual, con esperanzas celestiales.

El rico poco se acerca a Dios, porque piensa que nada le hace falta y todo lo puede con su riqueza.

La pobreza hace al alma humilde al decir: ‘Padre, socórrenos con tu Misericordia.’

Los pobres conservan en su corazón, las joyas de la palabra de Dios: son su Tesoro, su única riqueza y la cuidan como tal.

CIELO REINO CELESTIAL

En el Cielo, muchos asientos los ocuparán los que en la Tierra fueron despreciados como nada y pisoteados como polvo.

La Buena Nueva está destinada principalmente a los pobres, para que tengan un consuelo sobrenatural en la esperanza de una vida gloriosa, después de soportar la triste jornada de la vida humana.

LA POBREZA DE ESPIRITU

Las cosas que hacen rico al hombre son: el oro como riqueza material y los afectos como riqueza moral.

Los bienes hacen acaudalada una vida.

En los afectos se cuentan los lazos de sangre o por matrimonio. Las amistades, la capacidad intelectual, los cargos públicos.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”

Para ser un pobre de espíritu, es necesario poseer la libertad de las riquezas.

Es decir: ser un rico pobre. Estar satisfecho con lo que se tiene, sin envidiar a nadie, ni codiciar nada.

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Porque aún el más miserable pordiosero, puede ser pecaminosamente rico en espíritu, por la desmoderada afición a algo o a alguien, convirtiéndolo en pecado.

Porque incluso el amor puede llegar a ser un mal, cuando convertimos en ídolos a la persona amada.

La santa Pobreza de espíritu se despoja de todo, para poder conquistar más libremente a Dios, que es la Suprema Riqueza.

El pobre de espíritu si es rico en bienes materiales, no peca porque tenga dinero, ya que lo emplea para ser santo. Todos le aman y lo bendicen porque es como los oasis en los desiertos que salvan la vida. Sin avaricia alguna dan con alegría, para aliviar la desesperación de los demás.

Si es pobre, se alegra en su pobreza. Come su pan con la alegría del que desconoce el ansia por el dinero y duerme tranquilamente sin pesadillas. Descansado se levanta a su trabajo, que se le hace más llevadero, porque lo lleva a cabo sin ambición ni envidia.

El que llega a la verdadera sabiduría, no busca lo mejor para el cuerpo que perece, sino más bien le da lo peor. Reservando todos los derechos para el espíritu.

Porque Dios NO confía las verdaderas riquezas a quién en la Prueba Terrena, mostró NO saber usar las riquezas materiales.

La Pobreza de espíritu es una de las verdades menos comprendidas.

Para la superficialidad humana, los que se burlan creyéndose sabios piensan que es una estupidez.

El alma entregada a Dios, sabe como guardar el equilibrio justo y pone el espíritu como rey de cuanto hay en el hombre. Con todas sus dotes físicas y morales, sujetas como siervas a este rey.

000avaricia

Cuando el hombre no es espiritual, ni está entregado a Dios, sobrevienen las idolatrías y las esclavas se convierten en reinas, quitan de su trono al espíritu y producen una anarquía que lleva a la ruina y a la destrucción.

La Pobreza de espíritu consiste en tener esa libertad soberana, de todas las cosas que son la delicia del hombre y por las que se llega al impune delito material y moral que frecuentemente escapa a la ley humana.

Y que hace numerosas víctimas que tienen consecuencias trágicas, para la inmensa mayoría de los que lo sufren.

EL POBRE DE ESPIRITU DEJA DE SER ESCLAVO DE LAS RIQUEZAS.

Si no se despoja de ellas y de toda comodidad, sabe usarlas con frugalidad, que es un doble sacrificio y se vuelve pródigo con los pobres. El que comprende las palabras:

‘Haceos amigos con las riquezas injustas’ convierte en su siervo al dinero.

Lo que de otra manera lo conduciría a la lujuria, la prepotencia y la falta de caridad, lo hace que le sirva para allanarle el camino al Cielo.

Camino tapizado con mortificaciones y obras de misericordia para ayudar a sus semejantes; reparando y curando las numerosas injusticias que se llevan a cabo en un mundo que carece de amor y se encuentra plagado de injusticias sociales.

¿Cuántas veces hace esto el generoso que aunque no nade en las riquezas, es capaz de sacrificar ‘sus dos céntimos’, para aliviar una necesidad?

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Son ‘Pobres de espíritu’ los que perdiendo lo mucho o lo poco que poseen, saben conservar la paz y la esperanza… y no maldicen, ni odian a nadie. No reniegan de Dios, ni se rebelan contra los hombres.

Pobreza de espíritu es también la humildad que no se hincha y no se ensoberbece proclamándose ‘superhombre’, sino que reconocen el Don de Dios y le agradece por su misericordia al haberlo otorgado.

Conservan la sencillez y admiran al Espíritu, verdadero Autor de la Sabiduría.

EL DUEÑO Y CREADOR DEL UNIVERSO, TUVO QUE USAR EL VELO DE SU MADRE, PARA CUBRIR SU DESNUDEZ...

EL DUEÑO Y CREADOR DEL UNIVERSO, tuvo que usar el velo de su Madre, para cubrir su desnudez…

Es también generosidad que sabe despojarse aún de los afectos más legítimos y a veces de la misma vida: las riquezas más estimadas por el hombre, para seguir a Dios.

Saben ser mártires para ser generosos en el sentido más completo, porque su espíritu sabe hacerse pobre, para ser rico con la única riqueza eterna: Dios.

Las riquezas se deben amar como un don de la Providencia Divina. Pero nunca se deben amar por sobre el Dador de ellas y de su Voluntad.

Saber desprenderse de ellas y NO maldecir a Dios, si alguien las arrebata.

Zaqueo es la figura evangélica que comprendió perfectamente esto y supo dar su justo valor a la riqueza, para hacerse pobre de espíritu.

El alma que empieza a crecer en el Amor, corta todos los tentáculos que la esclavizan a la tierra.

Y al hacer de Dios su tesoro, el poder de la recta intención hace germinar el deseo justo que empuja a un mayor conocimiento del Bien…

Y a buscar a Dios continuamente, para alcanzarlo con un arrepentimiento sincero y justo, que le da el valor a la renuncia.

Ser pobre de espíritu no es ser estúpido y bobo.

El estafador tal vez se considere muy listo, abusando del que le pone la otra mejilla y le entrega también el manto.

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DEIFICACION

Pero el cristiano que lo hace, es porque comprende que el espíritu está sobre la inteligencia: es el rey de todo cuanto hay en el hombre.

Se está ejerciendo ya la santa Pobreza de Espíritu, cuando somos capaces de conformarnos con lo que poseemos y nos sentimos muy dichosos y afortunados porque nuestra riqueza infinita es Dios.

Y ES cuando podemos sentir la maravillosa libertad que se encierra en las siguientes palabras:  «Yo necesito poco para vivir mi existencia. Y lo poco que necesito, lo necesito poco…»

Todas las dotes físicas y morales le deben estar sujetas y ser siervas de este rey.

La criatura filialmente entregada a Dios, sabe tener las cosas en su punto justo, destruyendo todas las idolatrías.

DIAMANTES DE SANGRE

El hombre entiende la pobreza como la falta de dinero, de tierras, de palacios, de joyas.

Son cosas que ama y que le cuesta sacrificio renunciar a ellas y dolor al perderlas.

Pero por una vocación de amor, también sabe despojarse de ellas.

Cuantas mujeres no dejan todo para mantener al esposo o al amante y lo que es peor… Continúan con ellos, por una vocación de amor humano.

Otros, por una idea lo dejan todo: soldados, científicos, políticos, dirigentes de nuevas doctrinas sociales, más o menos justas.

Y se inmolan todos los días por su ideal, vendiendo la vida por la belleza de un ideal y haciéndose pobres por alcanzar ese ideal.

Así también los seguidores de Jesús.

Saben renunciar a las riquezas de la vida, ofreciéndosela a Él, por su amor y por el prójimo. Renuncia mucho más grande  que aquella de las riquezas materiales.

La gente del mundo se afana y se aflige por proveerse de objetos que no pueden gozar.

Para practicar la Pobreza de espíritu, se deben desprender de todos los bienes; dando a los familiares lo que les pertenece y lo propio para hacer caridad.

Se debe sacrificar la riqueza de los afectos. Es el oro más puro y valioso que cualquier otro: saber renunciar a la familia, por amor a Dios.

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Es fabricar perlas eternas con llanto…

Y rubíes con la sangre que mana por la herida del corazón que es desgarrado, por la separación del padre, de la esposa y de los hijos.

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EL DESPOJO TOTAL DE LA POBREZA 

El despojo total de la pobreza se efectúa en ‘NO TENER’

Y es similar del ‘NO PERTENECERSE’.

El que decide ser pobre dice: “Me doy. Me entrego. Me vacío. Me nulifico. Todo lo entrego. De todo me despojo: entrego todas las personas, todos los afectos.

Devuelvo al Señor todo cuanto de Él he recibido, con todos sus dones y sus gracias: te doy mi cuerpo, mi alma, mi vida, mis sentidos, mis potencias, mis sentimientos, mis esperanzas, mi inteligencia, mi espíritu y todo mi ser.

Con todas sus palpitaciones hasta mi eternidad.

Esto es el Despojo de la Pobreza.

En el desprecio de todo adorno y comodidad, hasta llegar a despreciarse a sí mismo, desnudándose de todo olor mundano y vistiéndose solo de Jesús.

Es así como cada día se encuentran más las verdaderas riquezas y se hallan los encantos de la pobreza.

La pobreza y la Obediencia tienen el aroma de lo divino.

pobreza de espiritu

El alma unida a Dios, es muy rica con las riquezas y los tesoros que Él siempre tiene consigo. Pero es totalmente pobre y vacía en sí misma.

Es decir: todo lo tiene, sin tenerlo.

Y se queda con su pobreza, aunque esté vestida de perlas.

Porque los pobres de espíritu son los que devuelven los dones al dador de ellos. Los que se renuncian totalmente y mueren a su propia voluntad, para vivir solamente de la Voluntad Divina.

evang ven y sigueme

Al alma creada que se da, se le da a ella un Dios Increado, proporcionándole una dicha desconocida por el mundo.

Dios dio al hombre los afectos humanos buenos, para que sean un alivio que lo levante en medio de las fatigas de la vida.

Muchas raíces están trabadas en el ser humano y deben ser separadas.

Y a veces, definitivamente cortadas.

ven y sigueme

Dios llama y pasa. Con libertad espiritual se viene al servicio de Dios.

Nada debe impedir a quién se entrega.

Dios es tan exigente, como es infinitamente generoso en premiar.

ven-y-sigueme

El hombre debe amar a sus seres queridos con el amor perfecto que se obtiene a través del amor a Dios, que sublima todos los amores.

Cuando le amamos a Él sobre todas las cosas, le pertenecemos por entero.

Y Él tiene derecho de posesión total: por Creación y por Redención.

Nadie es más grande  que Él, en tener derecho sobre los afectos.

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Abraham dispuesto a sacrificar a su hijo

Al cumplir la Voluntad divina con perfección, implica hasta el sacrificio total de cualquier querer o voz de sangre y de afecto.

La riqueza de los afectos, es la que está más ligada al espíritu y arrancarla causa más dolor, que rasgarse la carne.

Los afectos son una riqueza casi viva. Sin embargo por amor a Dios, es necesario dejarlos también a ellos, porque por ese mismo dolor, se expía para salvarlos.

Dios no condena los afectos. Él los ha bendecido con la Ley y los Sacramentos, pero deben ser dejados sobre la Tierra, para conquistar el Cielo, que es la morada verdadera.

Todo cuanto Dios ha creado para el hombre, debe mirarse a través de la lente celestial. Cuanto Dios ha dado debe ser tomado con reconocimiento, pero devuelto con prontitud a su requerimiento.

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Cuando el hombre muere, deja todo lo terrenal, incluyendo a los seres queridos.

Y queda totalmente solo frente a Dios, para enfrentar el destino que Él mismo se procuró.

El que decide ser discípulo y dejarlo todo, debe ‘morir’ a las cosas de la Tierra en una muerte mística, pero real.

Es una experiencia desgarradora.

Pero igualmente el alma se queda totalmente sola ante Dios y ‘vive muriendo’.

Haciendo solamente su Voluntad, en la misión que todavía debe cumplir en los días que le es concedido vivir, en el resto de su jornada terrena.

Dios no destruye la riqueza afectiva. La levanta de la Tierra para trasplantarla en el Cielo.

Allá serán reconstruidas eternamente las santas convivencias familiares, las amistades, toda aquella forma de afecto honesto y bendito que Jesús quiso para Sí Mismo y que sabe que preciosas son.

Pero nunca serán más preciosas que Dios y que la vida Eterna.

El amor de la sangre nunca debe hacernos salir del camino de la justicia. Porque sobre Dios NO hay nadie.

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Los lazos de sangre se subliman porque con nuestras lágrimas, damos a nuestros familiares la ayuda definitiva para atraerlos hacia el Cielo y hacia Dios, por el camino del sacrificio de los afectos.

Renunciar a la riqueza de un afecto por seguir la voluntad de Dios sin pesares humanos, es la Perfección de la Renuncia aconsejada al joven del Evangelio.

Dios no destruye los lazos familiares. Él los santifica y enseña a amarlos con un amor sobrenatural. Y ¿Cuál amor más alto que tener caridad por las almas enfermas de nuestros familiares?

Se recibe mucha ingratitud; pero también ésta es necesaria para que trabaje el amor que las redime. Y los de casa son los primeros.

No hay que llorar por la carne y la sangre que sufren, al sentir que a quién engendramos, nos rechazan. Nuestro sufrimiento trabaja más que cualquier otra cosa a favor de nuestra alma y la de ellos.

pobreza de espiritu

No hay que formarse remordimientos por haber querido ser más de Dios, que de nuestra familia. Porque más que ella es Dios.

Así podemos sentir como nuestros amores se van transformando y se han concentrado en uno solo: Dios.

Con nuestro sufrimiento desgarrador engendramos hijos para Dios.

El alma-victima prueba todos los suplicios: el de la renuncia a los afectos, a las comodidades, a los intereses.

Satanás arrebata todo.

Después vendrá algo mucho más grande y que ciñe con una corona inmortal. Hay que ser como columnas y permanecer firmes y fieles.

pobreza de espiritu

Nunca se debe mirar a lo que hemos dejado para seguir a Jesús.

El pasado, los afectos y todo lo que se abandona para caminar por el Camino de la Cruz, son un peligroso lastre que puede arrollarnos en la rebeldía, si volvemos la vista y el dolor nos desgarra.

Así no se puede trabajar en ningún apostolado.

ven-y-sigueme

Porque todas estas cosas impiden que el fuego del amor se encienda en nuestro espíritu y son un estorbo para cumplir la misión.

Se debe vigilar porque el corazón viva en una sumisión completa a la Voluntad de Dios que se manifiesta en la suerte que vivimos.

Soportando pacientemente, sin permitir al pensamiento la libertad de un juicio que no sea benévolo con Él.

ven y sígueme no mires hacia atras

En otras palabras: no se debe reflexionar en el estado que se tiene, para que no haya rebeliones que matan el amor.

Y Dios dará la fortaleza como Don del Espíritu Santo, que es la renuncia a los que se ama.

La riqueza más grande que el oro y más preciosa que la misma existencia, es la riqueza intelectual: el propio pensamiento.

Los escritores lo donan a las muchedumbres, más ellos lo hacen elástico para acomodarlo a su público. Pero lo hacen por lucro y su verdadero pensamiento no lo dicen nunca.

Dicen aquello que sirve para su tesis, pero su intimidad la guardan celosamente en lo más profundo de su mente; porque son pensamientos de dolor, por penas íntimas o reproches de la conciencia, que es la lejana voz de Dios.

Y esta es la renuncia más grande: la renuncia a la propia manera de pensar, para adquirir la de Dios.

Arrodillando la razón en amorosa sumisión a la Voluntad Divina.

Regina calla…

Ella no sabe cuán pronto deberá dar el más grandioso y estremecedor testimonio de todo cuanto acaba de enseñar… 

Una de las cosas que más asombraron al mundo pagano y hacían nuevos y siempre más numerosos prosélitos para la Iglesia; era la calma, la serenidad, la fortaleza de los mártires, durante la hora del martirio.

REGINA alex-george-lawrence-bulleid-tuttart-27

Solo de Dios puede venir esta inmutable y serena paz.

Pero el martirio del corazón no es menos atroz que el de la carne. Y solo Dios puede comunicar a los desgarrados del corazón, el heroísmo de una resignación que es verdaderamente la cuarta frase del ‘Pater’ vivida con toda la carne y con toda el alma, la inteligencia y el espíritu.

El mundo ciego cambiará esta calma heroica, don del Espíritu Santo, por indiferencia y desamor.

El mundo ensucia todo cuanto toca.

Pero lo sucio no penetra en un bloque de diamante. Se posa encima y después cae con la más pequeña lluvia.

Hay que dejar que los ciegos del mundo no vean.

Los demás para los cuales el Espíritu es Luz, leen el Nombre de Dios en el coraje del mártir y…

¿QUÉ LES RECUERDA ESTO?

Masacre cristiana en siria

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA,CONÓCELA

73.- POBREZA DE ESPÍRITU

parthenon

En la Puerta del Cielo, están acelerando la preparación de los catecúmenos.

Regina habla a un grupo de más de quinientos.

Su voz argentina resuena hasta el último rincón de aquel salón:

LA RIQUEZA.

Dios creó el oro y lo dejó en las entrañas de la Tierra, porque quería que fuese útil al hombre con sus sales y para que sirviese de adorno para sus templos.

lingotes-de-oro

Pero Satanás ha mordido el corazón del hombre y le inyectó la maldita hambre del oro y la sed de poder.

Arrastrándolo con esto a los sentimientos más abyectos.

Y sembrando mucho mal con su fascinante e inútil esplendor, de este metal que no tiene la culpa.

La mujer por tenerlo se hace coqueta y se entrega a la lujuria…

El hombre por su causa se hace ladrón, usurpador y homicida.

Duro para con su prójimo y para consigo mismo, porque despoja a su alma de su verdadera herencia, para proporcionarse algo efímero.

Y se pierde por unas pocas piedras relumbrosas que a la hora de la muerte tiene que abandonar.

000joyas

El hombre se desvela más por el oro, que por otras cosas. Los avaros y los codiciosos se ríen que hay un premio y un castigo, para las acciones que se realizan durante la vida.

No reflexionan que por este pecado pierden la Protección de Dios, la Vida Eterna, la alegría. Y que a cambio, lo único que obtienen son remordimientos, maldiciones en el corazón; miedo de estar acompañados, miedo a los castigos humanos.

Miedo que Satanás les inyecta, para no dejarlos disfrutar lo que con sus delitos y su amor al dinero, perjudicaron al prójimo.

avaricia y pobreza

Pues lo que se obtiene con delito, se convierte en maldición. Los espera un fin terrible a los que a este punto llevan sus crímenes. Un fin terrible porque es eterno.

La otra vida no es el abismo muerto y sin recuerdos del pasado vivido.

La otra vida es gloria para los justos; espera paciente para los que penan; tormento terrible para los que esperan en la certeza de una maldición eterna. El ansia por las riquezas los hunde en tan tenebroso destino.

No solo se es rico de dinero. Quién logra despojarse de todas las vanidades y se afana por poseer la verdadera sabiduría, logrando desprenderse de los tentáculos de las pobres posesiones terrenas, emprende el vuelo de las elevadas cumbres espirituales.

Jesús dijo que no se puede servir a Dios y al dios dinero, ¡Porque la raíz de todos los males es el afán del dinero y algunos por dejarse dominar por él, se extravían en la Fe y se atormentan con muchos dolores!

Hay otros todavía más duros. No trabajan pero hacen trabajar.

Y acumulan riquezas con el sudor de los demás.

despilfarro-ferrari-autos-de-lujo-abandonados-en-dubai-2

DESPILFARRO, Ferraris abandonados en Dubai

Despilfarran los bienes maliciosamente y fertilizan con el sudor ajeno.

Los que obran así, tienen su hora terrena de triunfo, pero atraen sobre sí la Justicia Divina que vengará a los oprimidos.

Los viciosos no pueden vivir en la pobreza. La codicia empuja al robo.

dios dinero

El avaro nunca está satisfecho y siempre desea más.

El dinero es la cosa más peligrosa sobre la Tierra. Porque muy pocos saben hacer uso de él.

No sirve sino para la materia, el crimen y el Infierno. Muy raras veces el hombre lo emplea para el bien.

Es muy raro encontrar a un rico que no sea injusto y es más fácil desarrollar las virtudes en medio de la pobreza.

El dinero o las mercancías obtenidas con la injusticia, no enriquecen ni sacian.

amor riqueza y maldad
La amargura de la perversidad humana, crea odio en los miserables, contra los poderosos.

La fiebre satánica de los delirios por las riquezas, conducen a ricos y pobres a su destrucción.

El rico que vive para su dinero, el ídolo más infame de su espíritu en ruinas.

Y el pobre que vive odiando al que envidia y le desea toda clase de  males.

No basta no hacer el Mal. Es menester no desearlo, para no acarrearse daño espiritual.

La ambición, la gloria y el poder, son como una burbuja de agua sucia, en la superficie de un desagüe de lavadero: iridiscente pero sucia.

avaricia-y-pobreza

Una sola cosa es necesaria: poseer la sabiduría aún a costa de la vida. La pobreza es un freno en el pecar.

Entre ustedes, los que sean ricos no deben ser altaneros, ni poner su esperanza en lo inseguro de las riquezas. Sino en Dios que nos provee espléndidamente de todo, para que lo disfrutemos, para que practiquen el bien y que se enriquezcan de buenas obras.

0riqueza

Den con generosidad y con liberalidad. De esta forma, estarán atesorando para el futuro, un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera. Porque donde está tu tesoro, está tu corazón”

Tanto en el bueno como en el malvado, el corazón (o sea, el impulso vital de todas nuestras acciones) está donde está el tesoro que más se quiere.

Cuando se ama a Dios sobre todas las cosas, Él se vuelve el tesoro más precioso y se hace todo por llegar a poseerlo.

Las obras de caridad materiales y espirituales

Los que tienen la obligación de enseñar la sabiduría a los pobres con su conducta, son los ricos que despojados del afecto por las riquezas materiales, compran para sí el Reino por medio de las Obras de Misericordia para los pequeños y despreciados: los menos afortunados, despojándolos de su abatimiento.

La miseria, al mismo tiempo que envilece al hombre, lo lleva a que pierda la Fe en la providencia que es necesaria, para resistir las pruebas de la vida.

El despego de las riquezas es una escalera que lleva a poseer las riquezas eternas.

Dios no descuida al que deja todo por la verdadera Riqueza y Felicidad:

La de servir a Dios hasta la muerte.

Las cosas que tenemos NO nos pertenecen. Porque Dios nos las concede para administrarlas por un pequeño espacio de tiempo.

Los hombres son los administradores de las migajas de la Gran Creación, pero el Verdadero Dueño es el Padre de los vivientes.

laavariciaeselpecadodelaambicion

Los ricos son solo los depositarios de estas riquezas que Dios les ha concedido con el fin de que sean distribuidores de ellas para con quien sufre.

Es un honor que Dios hace al hacerlos partícipes de su providencia a favor de los pobres, enfermos, viudas, huérfanos.

Dios no hizo llover comida, vestidos, etc. Sobre el camino de los pobres, porque entonces quitaría al rico el mérito de la caridad para con sus hermanos.

No todos los ricos pueden ser doctos, pero sí pueden ser buenos.

Pobre es quién le falta lo necesario para vivir.

Todos pueden compartir lo que tienen con el que muere de cansancio, de hambre, de frío.

miseria pobreza extrema

No deben olvidar que en cada ser humano, hay un Cristo pobre o crucificado, que espera la misericordia del que posee más.  

LA POBREZA.

LA POBREZA ES UNA REINA VESTIDA DE HARAPOS.

A la vista espanta a la naturaleza, pero el que se abraza a ella, disfruta de la paz y la alegría que solamente Dios puede dar.

Porque a unas manos vacías las llena el Señor, al cual le agrada dar al que no tiene y reconoce que lo que tiene es de Él y se lo devuelve.

Los que tienen la pobreza material, la llevan con toda clase de molestias.

La Providencia existe y los ricos del mundo son sus ministros, porque Dios les concede el honor de ser el único medio para hacer que las riquezas no sean un peligro.

El que logra ver a Cristo que sufre en los necesitados, hace de las riquezas la moneda con la que compra el Cielo.

Los pobres están en Dios. Por eso Jesús quiso nacer pobre y permaneció pobre, a pesar de los ríos de dinero que los óbolos de los ricos le ofrendaron, porque los pobres le aman con todas sus fuerzas.

Los ricos tienen muchas cosas. Los pobres tienen solo a Dios.

Los ricos tienen amigos. Los pobres están solos.

Los ricos tienen muchas consolaciones, los pobres carecen de ellas.

Los ricos tienen diversiones. Los pobres no tienen más que trabajo.

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A los ricos se les facilita todo con dinero.

Los pobres tienen además el miedo a la enfermedad y a la carestía, porque es su fin la muerte y la indigencia.

Pero tienen a Dios que es su Amigo y su Consolador. El que los distrae de su penosa vida actual, con esperanzas celestiales.

El rico poco se acerca a Dios, porque piensa que nada le hace falta y todo lo puede con su riqueza.

La pobreza hace al alma humilde al decir: ‘Padre, socórrenos con tu Misericordia.’

Los pobres conservan en su corazón, las joyas de la palabra de Dios: son su Tesoro, su única riqueza y la cuidan como tal.

CIELO REINO CELESTIAL

En el Cielo, muchos asientos los ocuparán los que en la Tierra fueron despreciados como nada y pisoteados como polvo.

La Buena Nueva está destinada principalmente a los pobres, para que tengan un consuelo sobrenatural en la esperanza de una vida gloriosa, después de soportar la triste jornada de la vida humana.

LA POBREZA DE ESPIRITU

Las cosas que hacen rico al hombre son: el oro como riqueza material y los afectos como riqueza moral.

Los bienes hacen acaudalada una vida.

En los afectos se cuentan los lazos de sangre o por matrimonio. Las amistades, la capacidad intelectual, los cargos públicos.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”

Para ser un pobre de espíritu, es necesario poseer la libertad de las riquezas.

Es decir: ser un rico pobre. Estar satisfecho con lo que se tiene, sin envidiar a nadie, ni codiciar nada.

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Porque aún el más miserable pordiosero, puede ser pecaminosamente rico en espíritu, por la desmoderada afición a algo o a alguien, convirtiéndolo en pecado.

Porque incluso el amor puede llegar a ser un mal, cuando convertimos en ídolos a la persona amada.

La santa Pobreza de espíritu se despoja de todo, para poder conquistar más libremente a Dios, que es la Suprema Riqueza.

El pobre de espíritu si es rico en bienes materiales, no peca porque tenga dinero, ya que lo emplea para ser santo. Todos le aman y lo bendicen porque es como los oasis en los desiertos que salvan la vida. Sin avaricia alguna dan con alegría, para aliviar la desesperación de los demás.

Si es pobre, se alegra en su pobreza. Come su pan con la alegría del que desconoce el ansia por el dinero y duerme tranquilamente sin pesadillas. Descansado se levanta a su trabajo, que se le hace más llevadero, porque lo lleva a cabo sin ambición ni envidia.

El que llega a la verdadera sabiduría, no busca lo mejor para el cuerpo que perece, sino más bien le da lo peor. Reservando todos los derechos para el espíritu.

Porque Dios NO confía las verdaderas riquezas a quién en la Prueba Terrena, mostró NO saber usar las riquezas materiales.

La Pobreza de espíritu es una de las verdades menos comprendidas.

Para la superficialidad humana, los que se burlan creyéndose sabios piensan que es una estupidez.

El alma entregada a Dios, sabe como guardar el equilibrio justo y pone el espíritu como rey de cuanto hay en el hombre. Con todas sus dotes físicas y morales, sujetas como siervas a este rey.

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Cuando el hombre no es espiritual, ni está entregado a Dios, sobrevienen las idolatrías y las esclavas se convierten en reinas, quitan de su trono al espíritu y producen una anarquía que lleva a la ruina y a la destrucción.

La Pobreza de espíritu consiste en tener esa libertad soberana, de todas las cosas que son la delicia del hombre y por las que se llega al impune delito material y moral que frecuentemente escapa a la ley humana.

Y que hace numerosas víctimas que tienen consecuencias trágicas, para la inmensa mayoría de los que lo sufren.

EL POBRE DE ESPIRITU DEJA DE SER ESCLAVO DE LAS RIQUEZAS.

Si no se despoja de ellas y de toda comodidad, sabe usarlas con frugalidad, que es un doble sacrificio y se vuelve pródigo con los pobres. El que comprende las palabras:

‘Haceos amigos con las riquezas injustas’ convierte en su siervo al dinero.

Lo que de otra manera lo conduciría a la lujuria, la prepotencia y la falta de caridad, lo hace que le sirva para allanarle el camino al Cielo.

Camino tapizado con mortificaciones y obras de misericordia para ayudar a sus semejantes; reparando y curando las numerosas injusticias que se llevan a cabo en un mundo que carece de amor y se encuentra plagado de injusticias sociales.

¿Cuántas veces hace esto el generoso que aunque no nade en las riquezas, es capaz de sacrificar ‘sus dos céntimos’, para aliviar una necesidad?

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Son ‘Pobres de espíritu’ los que perdiendo lo mucho o lo poco que poseen, saben conservar la paz y la esperanza… y no maldicen, ni odian a nadie. No reniegan de Dios, ni se rebelan contra los hombres.

Pobreza de espíritu es también la humildad que no se hincha y no se ensoberbece proclamándose ‘superhombre’, sino que reconocen el Don de Dios y le agradece por su misericordia al haberlo otorgado.

Conservan la sencillez y admiran al Espíritu, verdadero Autor de la Sabiduría.

EL DUEÑO Y CREADOR DEL UNIVERSO, TUVO QUE USAR EL VELO DE SU MADRE, PARA CUBRIR SU DESNUDEZ...

EL DUEÑO Y CREADOR DEL UNIVERSO, tuvo que usar el velo de su Madre, para cubrir su desnudez…

Es también generosidad que sabe despojarse aún de los afectos más legítimos y a veces de la misma vida: las riquezas más estimadas por el hombre, para seguir a Dios.

Saben ser mártires para ser generosos en el sentido más completo, porque su espíritu sabe hacerse pobre, para ser rico con la única riqueza eterna: Dios.

Las riquezas se deben amar como un don de la Providencia Divina. Pero nunca se deben amar por sobre el Dador de ellas y de su Voluntad.

Saber desprenderse de ellas y NO maldecir a Dios, si alguien las arrebata.

Zaqueo es la figura evangélica que comprendió perfectamente esto y supo dar su justo valor a la riqueza, para hacerse pobre de espíritu.

El alma que empieza a crecer en el Amor, corta todos los tentáculos que la esclavizan a la tierra.

Y al hacer de Dios su tesoro, el poder de la recta intención hace germinar el deseo justo que empuja a un mayor conocimiento del Bien…

Y a buscar a Dios continuamente, para alcanzarlo con un arrepentimiento sincero y justo, que le da el valor a la renuncia.

Ser pobre de espíritu no es ser estúpido y bobo.

El estafador tal vez se considere muy listo, abusando del que le pone la otra mejilla y le entrega también el manto.

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DEIFICACION

Pero el cristiano que lo hace, es porque comprende que el espíritu está sobre la inteligencia: es el rey de todo cuanto hay en el hombre.

Se está ejerciendo ya la santa Pobreza de Espíritu, cuando somos capaces de conformarnos con lo que poseemos y nos sentimos muy dichosos y afortunados porque nuestra riqueza infinita es Dios.

Y ES cuando podemos sentir la maravillosa libertad que se encierra en las siguientes palabras:  «Yo necesito poco para vivir mi existencia. Y lo poco que necesito, lo necesito poco…»

Todas las dotes físicas y morales le deben estar sujetas y ser siervas de este rey.

La criatura filialmente entregada a Dios, sabe tener las cosas en su punto justo, destruyendo todas las idolatrías.

DIAMANTES DE SANGRE

El hombre entiende la pobreza como la falta de dinero, de tierras, de palacios, de joyas.

Son cosas que ama y que le cuesta sacrificio renunciar a ellas y dolor al perderlas.

Pero por una vocación de amor, también sabe despojarse de ellas.

Cuantas mujeres no dejan todo para mantener al esposo o al amante y lo que es peor… Continúan con ellos, por una vocación de amor humano.

Otros, por una idea lo dejan todo: soldados, científicos, políticos, dirigentes de nuevas doctrinas sociales, más o menos justas.

Y se inmolan todos los días por su ideal, vendiendo la vida por la belleza de un ideal y haciéndose pobres por alcanzar ese ideal.

Así también los seguidores de Jesús.

Saben renunciar a las riquezas de la vida, ofreciéndosela a Él, por su amor y por el prójimo. Renuncia mucho más grande  que aquella de las riquezas materiales.

La gente del mundo se afana y se aflige por proveerse de objetos que no pueden gozar.

Para practicar la Pobreza de espíritu, se deben desprender de todos los bienes; dando a los familiares lo que les pertenece y lo propio para hacer caridad.

Se debe sacrificar la riqueza de los afectos. Es el oro más puro y valioso que cualquier otro: saber renunciar a la familia, por amor a Dios.

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Es fabricar perlas eternas con llanto…

Y rubíes con la sangre que mana por la herida del corazón que es desgarrado, por la separación del padre, de la esposa y de los hijos.

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EL DESPOJO TOTAL DE LA POBREZA 

El despojo total de la pobreza se efectúa en ‘NO TENER’

Y es similar del ‘NO PERTENECERSE’.

El que decide ser pobre dice: “Me doy. Me entrego. Me vacío. Me nulifico. Todo lo entrego. De todo me despojo: entrego todas las personas, todos los afectos.

Devuelvo al Señor todo cuanto de Él he recibido, con todos sus dones y sus gracias: te doy mi cuerpo, mi alma, mi vida, mis sentidos, mis potencias, mis sentimientos, mis esperanzas, mi inteligencia, mi espíritu y todo mi ser.

Con todas sus palpitaciones hasta mi eternidad.

Esto es el Despojo de la Pobreza.

En el desprecio de todo adorno y comodidad, hasta llegar a despreciarse a sí mismo, desnudándose de todo olor mundano y vistiéndose solo de Jesús.

Es así como cada día se encuentran más las verdaderas riquezas y se hallan los encantos de la pobreza.

La pobreza y la Obediencia tienen el aroma de lo divino.

pobreza de espiritu

El alma unida a Dios, es muy rica con las riquezas y los tesoros que Él siempre tiene consigo. Pero es totalmente pobre y vacía en sí misma.

Es decir: todo lo tiene, sin tenerlo.

Y se queda con su pobreza, aunque esté vestida de perlas.

Porque los pobres de espíritu son los que devuelven los dones al dador de ellos. Los que se renuncian totalmente y mueren a su propia voluntad, para vivir solamente de la Voluntad Divina.

evang ven y sigueme

Al alma creada que se da, se le da a ella un Dios Increado, proporcionándole una dicha desconocida por el mundo.

Dios dio al hombre los afectos humanos buenos, para que sean un alivio que lo levante en medio de las fatigas de la vida.

Muchas raíces están trabadas en el ser humano y deben ser separadas.

Y a veces, definitivamente cortadas.

ven y sigueme

Dios llama y pasa. Con libertad espiritual se viene al servicio de Dios.

Nada debe impedir a quién se entrega.

Dios es tan exigente, como es infinitamente generoso en premiar.

ven-y-sigueme

El hombre debe amar a sus seres queridos con el amor perfecto que se obtiene a través del amor a Dios, que sublima todos los amores.

Cuando le amamos a Él sobre todas las cosas, le pertenecemos por entero.

Y Él tiene derecho de posesión total: por Creación y por Redención.

Nadie es más grande  que Él, en tener derecho sobre los afectos.

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Abraham dispuesto a sacrificar a su hijo

Al cumplir la Voluntad divina con perfección, implica hasta el sacrificio total de cualquier querer o voz de sangre y de afecto.

La riqueza de los afectos, es la que está más ligada al espíritu y arrancarla causa más dolor, que rasgarse la carne.

Los afectos son una riqueza casi viva. Sin embargo por amor a Dios, es necesario dejarlos también a ellos, porque por ese mismo dolor, se expía para salvarlos.

Dios no condena los afectos. Él los ha bendecido con la Ley y los Sacramentos, pero deben ser dejados sobre la Tierra, para conquistar el Cielo, que es la morada verdadera.

Todo cuanto Dios ha creado para el hombre, debe mirarse a través de la lente celestial. Cuanto Dios ha dado debe ser tomado con reconocimiento, pero devuelto con prontitud a su requerimiento.

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Cuando el hombre muere, deja todo lo terrenal, incluyendo a los seres queridos.

Y queda totalmente solo frente a Dios, para enfrentar el destino que Él mismo se procuró.

El que decide ser discípulo y dejarlo todo, debe ‘morir’ a las cosas de la Tierra en una muerte mística, pero real.

Es una experiencia desgarradora.

Pero igualmente el alma se queda totalmente sola ante Dios y ‘vive muriendo’.

Haciendo solamente su Voluntad, en la misión que todavía debe cumplir en los días que le es concedido vivir, en el resto de su jornada terrena.

Dios no destruye la riqueza afectiva. La levanta de la Tierra para trasplantarla en el Cielo.

Allá serán reconstruidas eternamente las santas convivencias familiares, las amistades, toda aquella forma de afecto honesto y bendito que Jesús quiso para Sí Mismo y que sabe que preciosas son.

Pero nunca serán más preciosas que Dios y que la vida Eterna.

El amor de la sangre nunca debe hacernos salir del camino de la justicia. Porque sobre Dios NO hay nadie.

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Los lazos de sangre se subliman porque con nuestras lágrimas, damos a nuestros familiares la ayuda definitiva para atraerlos hacia el Cielo y hacia Dios, por el camino del sacrificio de los afectos.

Renunciar a la riqueza de un afecto por seguir la voluntad de Dios sin pesares humanos, es la Perfección de la Renuncia aconsejada al joven del Evangelio.

Dios no destruye los lazos familiares. Él los santifica y enseña a amarlos con un amor sobrenatural. Y ¿Cuál amor más alto que tener caridad por las almas enfermas de nuestros familiares?

Se recibe mucha ingratitud; pero también ésta es necesaria para que trabaje el amor que las redime. Y los de casa son los primeros.

No hay que llorar por la carne y la sangre que sufren, al sentir que a quién engendramos, nos rechazan. Nuestro sufrimiento trabaja más que cualquier otra cosa a favor de nuestra alma y la de ellos.

pobreza de espiritu

No hay que formarse remordimientos por haber querido ser más de Dios, que de nuestra familia. Porque más que ella es Dios.

Así podemos sentir como nuestros amores se van transformando y se han concentrado en uno solo: Dios.

Con nuestro sufrimiento desgarrador engendramos hijos para Dios.

El alma-victima prueba todos los suplicios: el de la renuncia a los afectos, a las comodidades, a los intereses.

Satanás arrebata todo.

Después vendrá algo mucho más grande y que ciñe con una corona inmortal. Hay que ser como columnas y permanecer firmes y fieles.

pobreza de espiritu

Nunca se debe mirar a lo que hemos dejado para seguir a Jesús.

El pasado, los afectos y todo lo que se abandona para caminar por el Camino de la Cruz, son un peligroso lastre que puede arrollarnos en la rebeldía, si volvemos la vista y el dolor nos desgarra.

Así no se puede trabajar en ningún apostolado.

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Porque todas estas cosas impiden que el fuego del amor se encienda en nuestro espíritu y son un estorbo para cumplir la misión.

Se debe vigilar porque el corazón viva en una sumisión completa a la Voluntad de Dios que se manifiesta en la suerte que vivimos.

Soportando pacientemente, sin permitir al pensamiento la libertad de un juicio que no sea benévolo con Él.

ven y sígueme no mires hacia atras

En otras palabras: no se debe reflexionar en el estado que se tiene, para que no haya rebeliones que matan el amor.

Y Dios dará la fortaleza como Don del Espíritu Santo, que es la renuncia a los que se ama.

La riqueza más grande que el oro y más preciosa que la misma existencia, es la riqueza intelectual: el propio pensamiento.

Los escritores lo donan a las muchedumbres, más ellos lo hacen elástico para acomodarlo a su público. Pero lo hacen por lucro y su verdadero pensamiento no lo dicen nunca.

Dicen aquello que sirve para su tesis, pero su intimidad la guardan celosamente en lo más profundo de su mente; porque son pensamientos de dolor, por penas íntimas o reproches de la conciencia, que es la lejana voz de Dios.

Y esta es la renuncia más grande: la renuncia a la propia manera de pensar, para adquirir la de Dios.

Arrodillando la razón en amorosa sumisión a la Voluntad Divina.

Regina calla…

Ella no sabe cuán pronto deberá dar el más grandioso y estremecedor testimonio de todo cuanto acaba de enseñar… 

Una de las cosas que más asombraron al mundo pagano y hacían nuevos y siempre más numerosos prosélitos para la Iglesia; era la calma, la serenidad, la fortaleza de los mártires, durante la hora del martirio.

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Solo de Dios puede venir esta inmutable y serena paz.

Pero el martirio del corazón no es menos atroz que el de la carne. Y solo Dios puede comunicar a los desgarrados del corazón, el heroísmo de una resignación que es verdaderamente la cuarta frase del ‘Pater’ vivida con toda la carne y con toda el alma, la inteligencia y el espíritu.

El mundo ciego cambiará esta calma heroica, don del Espíritu Santo, por indiferencia y desamor.

El mundo ensucia todo cuanto toca.

Pero lo sucio no penetra en un bloque de diamante. Se posa encima y después cae con la más pequeña lluvia.

Hay que dejar que los ciegos del mundo no vean.

Los demás para los cuales el Espíritu es Luz, leen el Nombre de Dios en el coraje del mártir y…

¿QUÉ LES RECUERDA ESTO?

Masacre cristiana en siria

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA,CONÓCELA

73.- POBREZA DE ESPÍRITU

En la Puerta del Cielo, están acelerando la preparación de los catecúmenos. Regina habla a un grupo de más de quinientos. Su voz argentina resuena hasta el último rincón de aquel salón:

LA RIQUEZA.

Dios creó el oro y lo dejó en las entrañas de la Tierra, porque quería que fuese útil al hombre con sus sales y para que sirviese de adorno para sus templos. Pero Satanás ha mordido el corazón del hombre y le inyectó la maldita hambre del oro y la sed de poder. Arrastrándolo con esto a los sentimientos más abyectos. Y sembrando mucho mal con su fascinante e inútil esplendor, de este metal que no tiene la culpa.

La mujer por tenerlo se hace coqueta y se entrega a la lujuria… El hombre por su causa se hace ladrón, usurpador y homicida. Duro para con su prójimo y para consigo mismo, porque despoja a su alma de su verdadera herencia, para proporcionarse algo efímero. Y se pierde por unas pocas piedras relumbrosas que a la hora de la muerte tiene que abandonar.

El hombre se desvela más por el oro, que por otras cosas. Los avaros y los codiciosos se ríen que hay un premio y un castigo, para las acciones que se realizan durante la vida. No reflexionan que por este pecado pierden la protección de Dios, la Vida Eterna, la alegría y que a cambio, lo único que obtienen son remordimientos, maldiciones en el corazón; miedo de estar acompañados, miedo a los castigos humanos. Miedo que Satanás les inyecta, para no dejarlos disfrutar lo que con sus delitos y su amor al dinero, perjudicaron al prójimo.

Pues lo que se obtiene con delito, se convierte en maldición. Los espera un fin terrible a los que a este punto llevan sus crímenes. Un fin terrible porque es eterno.

La otra vida no es el abismo muerto y sin recuerdos del pasado vivido. La otra vida es gloria para los justos; espera paciente para los que penan; tormento terrible para los que esperan en la certeza de una maldición eterna. El ansia por las riquezas los hunde en tan tenebroso destino.

No solo se es rico de dinero. Quién logra despojarse de todas las vanidades y se afana por poseer la verdadera sabiduría, logrando desprenderse de los tentáculos de las pobres posesiones terrenas, emprende el vuelo de las elevadas cumbres espirituales.

Jesús dijo que no se puede servir a Dios y al dios dinero, ¡Porque la raíz de todos los males es el afán del dinero y algunos por dejarse dominar por él, se extravían en la Fe y se atormentan con muchos dolores!

Hay otros todavía más duros. No trabajan pero hacen trabajar. Y acumulan riquezas con el sudor de los demás. Despilfarran los bienes maliciosamente y fertilizan con el sudor ajeno. Los que obran así, tienen su hora terrena de triunfo, pero atraen sobre sí la Justicia Divina que vengará a los oprimidos.

Los viciosos no pueden vivir en la pobreza. La codicia empuja al robo. El avaro nunca está satisfecho y siempre desea más. El dinero es la cosa más peligrosa sobre la Tierra. Porque muy pocos saben hacer uso de él. No sirve sino para la materia, el crimen y el Infierno. Muy raras veces el hombre lo emplea para el bien.

Es muy raro encontrar a un rico que no sea injusto y es más fácil desarrollar las virtudes en medio de la pobreza. El dinero o las mercancías obtenidas con la injusticia, no enriquecen ni sacian. La amargura de la perversidad humana crea odio en los miserables contra los poderosos.

La fiebre satánica de los delirios por las riquezas, conducen a ricos y pobres a su destrucción. El rico que vive para su dinero, el ídolo más infame de su espíritu en ruinas. Y el pobre que vive odiando al que envidia y le desea toda clase de  males. No basta no hacer el Mal. Es menester no desearlo, para no acarrearse daño espiritual.

La vida, la gloria y el poder, son como una burbuja de agua sucia, en la superficie de un desagüe de lavadero: iridiscente pero sucia. Una sola cosa es necesaria: poseer la sabiduría aún a costa de la vida. La pobreza es un freno en el pecar.

Entre ustedes, los que sean ricos, no deben ser altaneros, ni poner su esperanza en lo inseguro de las riquezas; sino en Dios que nos provee espléndidamente de todo, para que lo disfrutemos, para que practiquen el bien y que se enriquezcan de buenas obras.

Den con generosidad y con liberalidad, de esta forma, estarán atesorando para el futuro, un excelente fondo con el que podrán adquirir la vida verdadera. Porque donde está tu tesoro, está tu corazón”

Tanto en el bueno como en el malvado, el corazón (o sea, el impulso vital de todas nuestras acciones) está donde está el tesoro que más se quiere. Cuando se ama a Dios sobre todas las cosas, Él se vuelve el tesoro más precioso y se hace todo por llegar a poseerlo.

Los que tienen la obligación de enseñar la sabiduría a los pobres con su conducta, son los ricos que despojados del afecto por las riquezas materiales, compran para sí el Reino por medio de las Obras de Misericordia para los pequeños y despreciados: los menos afortunados, despojándolos de su abatimiento. La miseria, al mismo tiempo que envilece al hombre, lo lleva a que pierda la Fe en la providencia que es necesaria, para resistir las pruebas de la vida.

El despego de las riquezas es una escalera que lleva a poseer las riquezas eternas. Dios no descuida al que deja todo por la verdadera riqueza y felicidad: la de servir a Dios hasta la muerte. Las cosas que tenemos no nos pertenecen. Porque Dios nos las concede para administrarlas por un pequeño espacio de tiempo.

Los hombres son los administradores de las migajas de la Gran Creación, pero el Verdadero Dueño es el Padre de los vivientes.

Los ricos son solo los depositarios de estas riquezas que Dios les ha concedido con el fin de que sean distribuidores de ellas para con quien sufre. Es un honor que Dios hace al hacerlos partícipes de su providencia a favor de los pobres, enfermos, viudas, huérfanos. Dios no hizo llover comida, vestidos, etc. Sobre el camino de los pobres, porque entonces quitaría al rico el mérito de la caridad para con sus hermanos.

No todos los ricos pueden ser doctos, pero sí pueden ser buenos. Pobre es quién le falta lo necesario para vivir. Todos pueden compartir lo que tienen con el que muere de cansancio, de hambre, de frío. No deben olvidar que en cada ser humano, hay un Cristo pobre o crucificado, que espera la misericordia del que posee más.  

LA POBREZA.

LA POBREZA ES UNA REINA VESTIDA DE HARAPOS. A la vista espanta a la naturaleza, pero el que se abraza a ella, disfruta de la paz y la alegría que solamente Dios puede dar. Porque a unas manos vacías las llena el Señor, al cual le agrada dar al que no tiene y reconoce que lo que tiene es de Él y se lo devuelve.

Los que tienen la pobreza material, la llevan con toda clase de molestias. La Providencia existe y los ricos del mundo son sus ministros porque Dios les concede el honor de ser el único medio para hacer que las riquezas no sean un peligro.

El que logra ver a Cristo que sufre en los necesitados, hace de las riquezas la moneda con la que compra el Cielo.

Los pobres están en Dios. Por eso Jesús quiso nacer pobre y permaneció pobre, a pesar de los ríos de dinero que los óbolos de los ricos le ofrendaron, porque los pobres le aman con todas sus fuerzas. Los ricos tienen muchas cosas. Los pobres tienen solo a Dios. Los ricos tienen amigos. Los pobres están solos. Los ricos tienen muchas consolaciones, los pobres carecen de ellas. Los ricos tienen diversiones. Los pobres no tienen más que trabajo. A los ricos se les facilita todo con dinero.

Los pobres tienen además el miedo a la enfermedad y a la carestía, porque es su fin la muerte y la indigencia. Pero tienen a Dios que es su Amigo y su Consolador. El que los distrae de su penosa vida actual, con esperanzas celestiales.

El rico poco se acerca a Dios, porque piensa que nada le hace falta y todo lo puede con su riqueza. La pobreza hace al alma humilde al decir: ‘Padre, socórrenos con tu Misericordia.’

Los pobres conservan en su corazón, las joyas de la palabra de Dios: son su Tesoro, su única riqueza y la cuidan como tal. En el Cielo, muchos asientos los ocuparán los que en la Tierra fueron despreciados como nada y pisoteados como polvo.

La Buena Nueva está destinada principalmente a los pobres, para que tengan un consuelo sobrenatural en la esperanza de una vida gloriosa, después de soportar la triste jornada de la vida humana.

LA POBREZA DE ESPIRITU.

Las cosas que hacen rico al hombre son: el oro como riqueza material y los afectos como riqueza moral. Los bienes hacen acaudalada una vida. En los afectos se cuentan los lazos de sangre o por matrimonio; las amistades, la capacidad intelectual, los cargos públicos.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”

Para ser un pobre de espíritu, es necesario poseer la libertad de las riquezas. Es decir: ser un rico pobre. Estar satisfecho con lo que se tiene, sin envidiar a nadie, ni codiciar nada.

Porque aún el más miserable pordiosero puede ser pecaminosamente rico en espíritu, por la desmoderada afición a algo o a alguien, convirtiéndolo en pecado.

Porque incluso el amor puede llegar a ser un mal, cuando convertimos en ídolos a la persona amada.

La santa Pobreza de espíritu se despoja de todo, para poder conquistar más libremente a Dios, que es la Suprema Riqueza.

El pobre de espíritu si es rico en bienes materiales, no peca porque tenga dinero, ya que lo emplea para ser santo. Todos le aman y lo bendicen porque es como los oasis en los desiertos que salvan la vida. Sin avaricia alguna dan con alegría, para aliviar la desesperación de los demás.

Si es pobre, se alegra en su pobreza. Come su pan con la alegría del que desconoce el ansia por el dinero y duerme tranquilamente sin pesadillas. Descansado se levanta a su trabajo, que se le hace más llevadero, porque lo lleva a cabo sin ambición ni envidia.

El que llega a la verdadera sabiduría, no busca lo mejor para el cuerpo que perece, sino más bien le da lo peor. Reservando todos los derechos para el espíritu. Porque Dios no confía las verdaderas riquezas a quién en la Prueba Terrena, mostró no saber usar las riquezas materiales.

La Pobreza de espíritu es una de las verdades menos comprendidas. Para la superficialidad humana, los que se burlan creyéndose sabios piensan que es una estupidez. El alma entregada a Dios, sabe como guardar el equilibrio justo y pone el espíritu como rey de cuanto hay en el hombre. Con todas sus dotes físicas y morales, sujetas como siervas a este rey.

Cuando el hombre no es espiritual, ni está entregado a Dios, sobrevienen las idolatrías y las esclavas se convierten en reinas, quitan de su trono al espíritu y producen una anarquía que lleva a la ruina y a la destrucción.

La Pobreza de espíritu consiste en tener esa libertad soberana de todas las cosas que son la delicia del hombre y por las que se llega al impune delito material y moral que frecuentemente escapa a la ley humana y que hace numerosas víctimas que tienen consecuencias trágicas, para la inmensa mayoría de los que lo sufren.

EL POBRE DE ESPIRITU DEJA DE SER ESCLAVO DE LAS RIQUEZAS.

Si no se despoja de ellas y de toda comodidad, sabe usarlas con frugalidad, que es un doble sacrificio y se vuelve pródigo con los pobres. El que comprende las palabras:

‘Haceos amigos con las riquezas injustas’ convierte en su siervo al dinero.

Lo que de otra manera lo conduciría a la lujuria, la prepotencia y la falta de caridad, lo hace que le sirva para allanarle el camino al Cielo. Camino tapizado con mortificaciones y obras de misericordia para ayudar a sus semejantes; reparando y curando las numerosas injusticias que se llevan a cabo en un mundo que carece de amor y se encuentra plagado de injusticias sociales.

¿Cuántas veces hace esto el generoso que aunque no nade en las riquezas, es capaz de sacrificar ‘sus dos céntimos’, para aliviar una necesidad?

Son ‘Pobres de espíritu’ los que perdiendo lo mucho o lo poco que poseen, saben conservar la paz y la esperanza y no maldicen, ni odian a nadie. No reniegan de Dios, ni se rebelan contra los hombres.

Pobreza de espíritu es también la humildad que no se hincha y no se ensoberbece proclamándose ‘superhombre’, sino que reconocen el Don de Dios y le agradece por su misericordia al haberlo otorgado. Conservan la sencillez y admiran al Espíritu, verdadero Autor de la Sabiduría.

Es también generosidad que sabe despojarse aún de los afectos más legítimos y a veces de la misma vida; las riquezas más estimadas por el hombre, para seguir a Dios. Saben ser mártires para ser generosos en el sentido más completo, porque su espíritu sabe hacerse pobre, para ser rico con la única riqueza eterna: Dios.

Las riquezas se deben amar como un don de la Providencia Divina. Pero nunca se deben amar por sobre el Dador de ellas y de su Voluntad. Saber desprenderse de ellas y no maldecir a Dios, si alguien las arrebata.

Zaqueo es la figura evangélica que comprendió perfectamente esto y supo dar su justo valor a la riqueza, para hacerse pobre de espíritu. El alma que empieza a crecer en el Amor, corta todos los tentáculos que la esclavizan a la tierra.

Y al hacer de Dios su tesoro, el poder de la recta intención, hace germinar el deseo justo que empuja a un mayor conocimiento del Bien y a buscar a Dios continuamente para alcanzarlo con un arrepentimiento sincero y justo que le da el valor a la renuncia.

Ser pobre de espíritu no es ser estúpido y bobo. El estafador tal vez se considere muy listo, abusando del que le pone la otra mejilla y le entrega también el manto. Pero el cristiano que lo hace, es porque comprende que el espíritu está sobre la inteligencia: es el rey de todo cuanto hay en el hombre.

Se está ejerciendo ya la santa Pobreza de Espíritu, cuando somos capaces de conformarnos con lo que poseemos y nos sentimos muy dichosos y afortunados porque nuestra riqueza infinita es Dios. Y cuando podemos sentir la maravillosa libertad que se encierra en las siguientes palabras:  «Yo necesito poco para vivir mi existencia y lo poco que necesito, lo necesito poco…»

Todas las dotes físicas y morales le deben estar sujetas y ser siervas de este rey. La criatura filialmente entregada a Dios, sabe tener las cosas en su punto justo, destruyendo todas las idolatrías.

El hombre entiende la pobreza como la falta de dinero, de tierras, de palacios, de joyas. Son cosas que ama y que le cuesta sacrificio renunciar a ellas y dolor al perderlas. Pero por una vocación de amor, también sabe despojarse de ellas.

Cuantas mujeres no dejan todo para mantener al esposo o al amante y lo que es peor… Continúan con ellos, por una vocación de amor humano. Otros, por una idea lo dejan todo: soldados, científicos, políticos, dirigentes de nuevas doctrinas sociales, más o menos justas. Y se inmolan todos los días por su ideal, vendiendo la vida por la belleza de un ideal y haciéndose pobres por alcanzar ese ideal.

Así también los seguidores de Jesús. Saben renunciar a las riquezas de la vida, ofreciéndosela a Él, por su amor y por el prójimo. Renuncia mucho más grande  que aquella de las riquezas materiales.

La gente del mundo se afana y se aflige por proveerse de objetos que no pueden gozar. Para practicar la Pobreza de espíritu, se deben desprender de todos los bienes; dando a los familiares lo que les pertenece y lo propio para hacer caridad.

Se debe sacrificar la riqueza de los afectos. Es el oro más puro y valioso que cualquier otro: saber renunciar a la familia, por amor a Dios. Es fabricar perlas con llanto y rubíes con la sangre que mana por la herida del corazón que es desgarrado por la separación del padre, de la esposa y de los hijos.

EL DESPOJO TOTAL DE LA POBREZA. 

El despojo total de la pobreza se efectúa en ‘NO TENER’ y es similar del ‘NO PERTENECERSE’.

El que decide ser pobre dice: “Me doy. Me entrego. Me vacío. Me nulifico. Todo lo entrego. De todo me despojo: entrego todas las personas, todos los afectos. Devuelvo al Señor todo cuanto de Él he recibido, con todos sus dones y sus gracias: te doy mi cuerpo, mi alma, mi vida, mis sentidos, mis potencias, mis sentimientos, mis esperanzas, mi inteligencia, mi espíritu y todo mi ser. Con todas sus palpitaciones hasta mi eternidad.’

Esto es el Despojo de la Pobreza. En el desprecio de todo adorno y comodidad, hasta llegar a despreciarse a sí mismo, desnudándose de todo olor mundano y vistiéndose solo de Jesús. Es así como cada día se encuentran más las verdaderas riquezas y se hallan los encantos de la pobreza.

La pobreza y la Obediencia tienen el aroma de lo divino.

El alma unida a Dios, es muy rica con las riquezas y los tesoros que Él siempre tiene consigo. Pero es totalmente pobre y vacía en sí misma. Es decir: todo lo tiene, sin tenerlo. Y se queda con su pobreza, aunque esté vestida de perlas. Porque los pobres de espíritu son los que devuelven los dones al dador de ellos. Los que se renuncian totalmente y mueren a su propia voluntad, para vivir solamente de la Voluntad Divina.

Al alma creada que se da, se le da a ella un Dios Increado, proporcionándole una dicha desconocida por el mundo.

Dios dio al hombre los afectos humanos buenos, para que sean un alivio que lo levante en medio de las fatigas de la vida. Muchas raíces están trabadas en el ser humano y deben ser separadas. Y a veces, definitivamente cortadas.

Dios llama y pasa. Con libertad espiritual se viene al servicio de Dios.

Nada debe impedir a quién se entrega. Dios es tan exigente, como es infinitamente generoso en premiar. El hombre debe amar a sus seres queridos con el amor perfecto que se obtiene a través del amor a Dios, que sublima todos los amores.

Cuando le amamos a Él sobre todas las cosas, le pertenecemos por entero. Y Él tiene derecho de posesión total: por Creación y por Redención. Nadie es más grande  que Él en tener derecho sobre los afectos.

Al cumplir la Voluntad divina con perfección, implica hasta el sacrificio total de cualquier querer o voz de sangre y de afecto. La riqueza de los afectos, es la que está más ligada al espíritu y arrancarla causa más dolor, que rasgarse la carne.

Los afectos son una riqueza casi viva. Sin embargo, por amor a Dios, es necesario dejarlos también a ellos, porque por ese mismo dolor, se expía para salvarlos. Dios no condena los afectos. Él los ha bendecido con la Ley y los Sacramentos, pero deben ser dejados sobre la Tierra, para conquistar el Cielo, que es la morada verdadera.

Todo cuanto Dios ha creado para el hombre, debe mirarse a través de la lente celestial. Cuanto Dios ha dado debe ser tomado con reconocimiento, pero devuelto con prontitud a su requerimiento.

Cuando el hombre muere, deja todo lo terrenal, incluyendo a los seres queridos y queda totalmente solo frente a Dios, para enfrentar el destino que Él mismo se procuró.

El que decide ser discípulo y dejarlo todo, debe ‘morir’ a las cosas de la Tierra en una muerte mística, pero real. Es una experiencia desgarradora. Pero igualmente el alma se queda totalmente sola ante Dios y ‘vive muriendo’. Haciendo solamente su Voluntad, en la misión que todavía debe cumplir en los días que le es concedido vivir, en el resto de su jornada terrena.

Dios no destruye la riqueza afectiva. La levanta de la Tierra para trasplantarla en el Cielo. Allá serán reconstruidas eternamente las santas convivencias familiares, las amistades, toda aquella forma de afecto honesto y bendito que Jesús quiso para Sí Mismo y que sabe que preciosas son.

Pero nunca serán más preciosas que Dios y que la vida Eterna. El amor de la sangre nunca debe hacernos salir del camino de la justicia. Porque sobre Dios no hay nadie. Los lazos de sangre se subliman porque con nuestras lágrimas, damos a nuestros familiares la ayuda definitiva para atraerlos hacia el Cielo y hacia Dios, por el camino del sacrificio de los afectos.

Renunciar a la riqueza de un afecto por seguir la voluntad de Dios sin pesares humanos, es la perfección de la renuncia aconsejada al joven del Evangelio.

Dios no destruye los lazos familiares. Él los santifica y enseña a amarlos con un amor sobrenatural. Y ¿Cuál amor más alto que tener caridad por las almas enfermas de nuestros familiares? Se recibe mucha ingratitud; pero también ésta es necesaria para que trabaje el amor que las redime. Y los de casa son los primeros.

No hay que llorar por la carne y la sangre que sufren al sentir que a quién engendramos, nos rechazan. Nuestro sufrimiento trabaja más que cualquier otra cosa a favor de nuestra alma y la de ellos.

No hay que formarse remordimientos por haber querido ser más de Dios, que de nuestra familia. Porque más que ella es Dios. Así podemos sentir como nuestros amores se van transformando y se han concentrado en uno solo: Dios.

Con nuestro sufrimiento desgarrador engendramos hijos para Dios.

El alma-victima prueba todos los suplicios: el de la renuncia a los afectos, a las comodidades, a los intereses. Satanás arrebata todo. Después vendrá algo mucho más grande y que ciñe con una corona inmortal. Hay que ser como columnas y permanecer firmes y fieles.

Nunca se debe mirar a lo que hemos dejado para seguir a Jesús. El pasado, los afectos y todo lo que se abandona para caminar por el Camino de la Cruz, son un peligroso lastre que puede arrollarnos en la rebeldía, si volvemos la vista y el dolor nos desgarra. Así no se puede trabajar en ningún apostolado.

Porque todas estas cosas impiden que el fuego del amor se encienda en nuestro espíritu y son un estorbo para cumplir la misión.

Se debe vigilar porque el corazón viva en una sumisión completa a la Voluntad de Dios que se manifiesta en la suerte que vivimos. Soportando pacientemente, sin permitir al pensamiento la libertad de un juicio que no sea benévolo con Él.

En otras palabras: no se debe reflexionar en el estado que se tiene, para que no haya rebeliones que matan el amor. Y Dios dará la fortaleza como Don del Espíritu Santo, que es la renuncia a los que se ama.

La riqueza más grande que el oro y más preciosa que la misma existencia, es la riqueza intelectual: el propio pensamiento. Los escritores lo donan a las muchedumbres, más ellos lo hacen elástico para acomodarlo a su público. Pero lo hacen por lucro y su verdadero pensamiento no lo dicen nunca.

Dicen aquello que sirve para su tesis, pero su intimidad la guardan celosamente en lo más profundo de su mente, porque son pensamientos de dolor, por penas íntimas o reproches de la conciencia, que es la lejana voz de Dios.

Y esta es la renuncia más grande: la renuncia a la propia manera de pensar, para adquirir la de Dios. Arrodillando la razón en amorosa sumisión a la Voluntad Divina.

Regina calla…

Ella no sabe cuán pronto deberá dar el más grandioso y estremecedor testimonio de todo cuanto acaba de enseñar… 

Una de las cosas que más asombraron al mundo pagano y hacían nuevos y siempre más numerosos prosélitos para la Iglesia; era la calma, la serenidad, la fortaleza de los mártires, durante la hora del martirio. Solo de Dios puede venir esta inmutable y serena paz.

Pero el martirio del corazón no es menos atroz que el de la carne. Y solo Dios puede comunicar a los desgarrados del corazón, el heroísmo de una resignación que es verdaderamente la cuarta frase del ‘Pater’ vivida con toda la carne y con toda el alma, la inteligencia y el espíritu.

El mundo ciego cambiará esta calma heroica, don del Espíritu Santo, por indiferencia y desamor.

El mundo ensucia todo cuanto toca. Pero lo sucio no penetra en un bloque de diamante. Se posa encima y después cae con la más pequeña lluvia. Hay que dejar que los ciegos del mundo no vean. Los demás para los cuales el Espíritu es Luz, leen el Nombre de Dios en el coraje del mártir y…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA