273 EL LASTRE DE LA RIQUEZA
273 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es en la casa de Cafarnaúm, a la sombra de los árboles en el huerto umbrío,
temprano por la matutina.
Los apóstoles se fueron a predicar.
Jesús cura a unos enfermos, acompañado de Mannaém.
Que ya no lleva ni el precioso cinturón ni la lámina de oro en la frente:
sujeta su túnica un cordón de lana; una cinta de tela, como la prenda que cubre su cabeza.
Jesús tiene descubierta la cabeza, como siempre cuando está en casa.
Una vez que ha terminado de curar y de consolar a los enfermos,
sube con Manahén a la habitación alta.
Aunque parece que la canícula ha terminado, el sol todavía calienta implacable…
Se dirigen hacia la parte mas sombreada y fresca.
Y se sientan los dos en la pequeña terraza de la ventana que mira al mont
Mannaém dice:
– Dentro de poco empezará la vendimia.
Jesús le contesta:
– Sí.
Luego vendrá la Fiesta de los Tabernáculos…
Y el invierno estará a las puertas.
¿Cuándo piensas partir?
– ¡Mmm!…
De mi parte no me iría nunca…
Pero pienso en el Bautista.
Herodes es una persona débil.
Si se le sabe influir
Se le puede sugestionar para que haga el bien y si no se hace bueno;
por lo menos que no sea sanguinario.
Desgraciadamente son pocos los que le aconsejan bien.
¡Y esa mujer!… ¡Esa mujer!…
Yo quisiera estar aquí hasta que regresen tus apóstoles.
Aunque mi ascendencia ha disminuido, desde que saben que sigo los senderos del Bien.
Pero no me importa.
Quisiera tener la verdadera valentía, de saber abandonar todo para seguirte completamente,
como aquellos discípulos que estás esperando.
¿Lo lograré alguna vez?
Nosotros que no pertenecemos a la plebe, somos más obstinados para seguirte.
¿Por qué será?
– Porque los tentáculos de las míseras riquezas os retienen.
– Conozco a algunos que no son tan ricos, pero sí son doctos o están en camino de serlo.
– También están retenidos por los tentáculos de las míseras riquezas.
No se es rico sólo de dinero.
Existe también la riqueza del saber.
Pocos llegan a la confesión de Salomón: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”,
considerada de nuevo y ampliada -no tanto materialmente cuanto en profundidad-
en Qohélet.
¿Lo recuerdas?
La ciencia humana es vanidad, porque aumentar sólo el humano saber
“es afán y aflicción de espíritu.
Y quien multiplica la ciencia multiplica los afanes”.
En verdad te digo que es así.
Como también digo que no sería así, si la ciencia humana estuviera sostenida y refrenada
por la sabiduría sobrenatural y el santo amor a Dios.
El placer es vanidad, porque no dura;
arde y rápido se desvanece dejando tras sí ceniza y vacío.
Los bienes acumulados con distintas habilidades son vanidad, para el hombre que muere,
porque con los bienes no puede evitar la muerte, y los deja a otros.
La mujer, contemplada como hembra y como tal apetecida, es vanidad.
De lo cual se concluye que lo único que no es vanidad es el santo temor de Dios
y la obediencia a sus Mandamientos.
O sea, la sabiduría del hombre, que no es sólo carne,
sino que posee la segunda naturaleza: la espiritual.
Solo el que logra ver la vanidad de todo lo mundano,
logra liberarse de cualquier tentáculo de pobres posesiones
e ir libre al encuentro del Sol.
– ¡Quiero recordar estas palabras!
¡Cuánto me has dado en estos días
Ahora puedo ir entre la inmundicia de la corte, que les parece brillante solo a los necios.
Que parece poderosa y libre y es solo miseria, cárcel y oscuridad.
Me llevaré un tesoro que me permitirá vivir allí mejor, a la espera de lo superior.
Pero, ¿Llegaré alguna vez a esta meta sublime, que es pertenecerte totalmente?
– Lo lograrás.
– ¿Cuándo?
¿El año próximo?
¿Más adelante todavía?
¿O hasta que la ancianidad me haga prudente y sabio?
– Lo lograrás.
-Llegarás… alcanzando la madurez de espíritu….
Perfección de voluntad y a una decisión perfecta
En el término de unas cuantas horas.
Y al decir esto, Jesús sonríe de una manera enigmática.
Pues ha lanzado su mirada hacia el futuro y ve el heroísmo del que será capaz su discípulo.
Mannaém lo mira pensativo y escrutador…
Pero no pregunta nada más.
Después de un largo silencio que interrumpe Jesús,
al preguntar:
– ¿Has estado alguna vez con Lázaro de Bethania?
– No, Maestro.
Nos hemos encontrado algunas veces.
Puedo decir que no;
que si hubo algún encuentro, no puede llamarse amistad.
Ya sabes.
Yo con Herodes, Herodes contra él…
Por tanto…
– Ahora Lázaro te mirará más allá de estas cosas.
Te mirará en Dios…
Procura tratarlo como condiscípulo.
– Lo haré si Tú así lo quieres…
Se oyen voces llenas de alarma en el huerto, que buscan al Maestro.
Preguntan con angustia:
– ¡El Maestro!
– ¡El Maestro!
– ¿Está aquí?
Responde la voz cantarina de la dueña de la casa:
– Está en la habitación de arriba.
¿Quiénes sois?
¿Estáis enfermos?
— No. –
Somos discípulos de Juan.
– Y queremos ver a Jesús de Nazaret.
Jesús se asoma por la ventana,
y dice:
— Paz a vosotros…
Ellos levantan la cabeza y los reconoce,
invitándoles:
– ¡Oh!
¿Sois vosotros?
¡Venid! ¡Venid!
Sus pasos apresurados suben por la escalera.
Son los tres pastores: Juan, Matías y Simeón.
Jesús deja la habitación y va a su encuentro a la terraza.
Manahén lo sigue.
Se encuentran justamente en el punto en que la escalera termina en la soleada terraza.
Los tres se arrodillan y besan el suelo.
Mientras Jesús los saluda.
– La paz sea con vosotros…
Levantan la cabeza y muestran un rostro lleno de dolor.
Ni siquiera viendo a Jesús se sosiegan.
Su grito ahogado por el llanto:
– ¡Oh, Maestro!
Juan habla en nombre de los demás:
– Y ahora recógenos, Señor.
Y las lágrimas se deslizan por la cara del discípulo y de sus compañeros.
Jesús y Mannaém dan un solo grito:
– ¿¡Juan!?
– ¡Lo mataron…!
La noticia cae como un rayo que paraliza hasta el aire, en un silencio horrorizado.
Cuyo enorme fragor cubre todos los ruidos del mundo,
a pesar de que haya sido pronunciada en voz muy baja.
Petrifica a quien la dice y a quien la oye.
Y se produce un rato de silencio tan profundo…
Que parece extenderse en su profunda inmovilidad también en los animales,
las frondas y el aire,
Porque es como si la Tierra entera, para recoger esta palabra y sentir todo su horror,
suspendiera todo ruido propio.
Queda suspendido el zureo de las palomas, truncada la flauta de un mirlo,
enmudecido el coro de los pajarillos.
Y como si de golpe se le hubiera roto el artilugio, una cigarra detiene su chirrido al improviso,
mientras se detiene el viento que, haciendo frufrú de seda y crujido de palos,
acariciaba las pámpanas y las hojas.
Jesús palidece.
Sus ojos se agrandan.
Vidrian por el llanto que se asoma.
Abre los brazos.
Su voz es más profunda, por el esfuerzo que hace para que sea firme y tranquila.
Y dice:
– Paz al Mártir de la Justicia y a mi Precursor.
Cierra los ojos y los brazos sobre su pecho.
Su espíritu ora.
Entrando en contacto con el Espíritu de Dios y el de Juan Bautista.
Mannaém no dice nada, no hace ningún gesto, ni se atreve ni a moverse.
Al revés de Jesús, se pone colorado y la ira lo invade.
Se pone rígido y paralizado.
Toda su turbación se manifiesta en el movimiento mecánico de la mano derecha,
que sacude el cordón de la túnica y de la izquierda, que instintivamente busca el puñal
Pero no lo encuentra, porque se le olvidó que está desarmado.
Pues para poder ser discípulo del manso, es requisito para estar cerca del Mesías.
Y mueve la cabeza compadeciéndose de su fragilidad
y de sentirse tan impotente.
Jesús recupera la Majestad Divina que le es habitual.
Y tan solo le queda una profunda tristeza, dulcificada con paz.
Con voz serena dice:
– Venid.
Me lo contaréis.
De hoy en adelante me pertenecéis.
EVANGELIO DE SAN MARCOS
Capítulo 6
Muerte de Juan el Bautista
14. Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
15. Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
16. Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
17. Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20. pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
21. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
22. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
23. Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»

18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» 19. Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, Marcos 6
24. Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25. Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
26. El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
28. y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
https://paypal.me/cronicadeunatraicion?locale.x=es_XC
8-LA SINFONÍA DE LA CREACIÓN 2
¿Cómo estamos hechos?
La perfección de la obra regia de Dios en Adán y en la cual Dios puso su inteligencia creadora,
estaba en su espíritu.
El semen de Adán si Adán hubiese sabido permanecer Rey cual Dios lo hizo,
hubiera sido un semen de perpetua perfección.
El espíritu es el Tabernáculo de Dios.
El hombre fue creado para ser un templo viviente para que Dios lo habitase.
Para el espíritu no hay limitaciones, no hay obstáculos, no hay límites, no hay privaciones, no hay necesidades.
Él es poderoso, libre, instantáneo y como está formado de luz,
cuando se une a la Luz, está pleno de Sabiduría Divina.
(Esto explica porque a los incultos, Dios los convierte en doctos sin haber estudiado)
El altar del espíritu es el corazón.
Y el sagrario es el punto en el cual Dios puso en el hombre la necesidad de adoración.
Y esta adoración se alimenta de amor y de necesidad de amar.
Dios hizo este altar precioso y sagrado.
Lo hizo para estar formado del amor y de la unión con Él.
Y de la generosidad en el amor incorruptible a las acciones perjudiciales de los sentidos,
de las tentaciones, de las insidias, de las tres carcomas del alma.
Porque el amor generoso y la unión con Él;
hacen a las fibras del corazón incorruptible a las acciones disgregadoras que vienen del exterior.
Por eso el hombre ha hecho a este órgano, sede de los sentimientos y trono y asilo de las pasiones predominantes.
Y éstas se custodian con cada latido del corazón.
Y en el fondo la gema que esplende, amigable y santa…
O flameantemente engañosa y malvada:
su tesoro es el sentimiento que la domina.
El altar original perfumaba con su amor la santidad de Dios…
Y cantaba su armonía, amándolo y adorándolo sobre todas las cosas;
porque en todas las cosas estaba el sello innegable del Amor Divino;
que las había hecho perfectas y maravillosas para el gozo de su criatura.
El amor es el término de la perfección humana:
El amor es una fuerza absoluta y el alimento de la vida.
El amor es el culto de adoración a Dios, porque el que crece en el amor, crece en perfección.
El hombre está obligado a conocer a Dios por gratitud y por respeto a su propia inteligencia.
Y su propia naturaleza le exige la necesidad de amar,
porque aquel que ama es nacido de Dios y por la caridad es semejante a Dios.
El Sexto Día fue creado el hombre siguiendo el fin para el que fue creado:
amar y servir a su Señor durante la vida terrena.
Conocerlo en su Verdad y después gozar de Él para siempre, en la Vida Eterna.
Fue creado el único hombre del cual debía venir toda la Humanidad…
Y del cual fue tomada la mujer,

7. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. GÉNESIS 2, 7
compañera del hombre y para el hombre;
con el cual poblará la tierra, reinando sobre todas las criaturas inferiores.
Fue creado el Único Hombre.
Aquel que como padre habría trasmitido a sus descendientes todo cuanto había recibido:
vida, sentidos, aptitudes materiales;
así como inmunidad a todo sufrimiento.
razón, intelecto, ciencia, integridad, sabiduría, inmortalidad…
Y el Don de dones: la Gracia.
El hombre era un semidiós por la Gracia y por la Fe.
Cuando el hombre se despertó de su primer sueño y encontró a su lado a la compañera;
sintió que la felicidad que Dios le había dado era completa.
Era ya tan grande desde antes.
Todo en Adán y en torno a Adán;
fue hecho para que él gozase de una felicidad completa, sana, santa y la delicia;
o sea, el Edén,
no era solamente en torno, sino también adentro de Adán.
Lo circundaba un jardín pleno de bellezas vegetales, animales y minerales.
Pero dentro de él, un jardín pleno de bellezas espirituales, florecía con virtudes de todo género;
prontas a madurarse en frutos de santidad perfecta;
perteneciente a la ciencia apropiada a su estado…
Y que los hacía aptos, para la vida sobrenatural: la Gracia.
Como criatura física, gozaba de esto que veía:
la belleza de un mundo virgen, testimonio salido del querer de Dios.
Gozaba de esto que podía:
su señorío sobre las criaturas inferiores.
Todo había sido hecho por Dios, para el servicio del Hombre:
desde el sol hasta los insectos, para que todo le fuese una delicia.
Como criatura sobrenatural gozaba, -un éxtasis radiante y suavísimo-
de la compañía de la Esencia de Dios: el Amor.
De los raptos de amor entre el Infinito que se donaba…
Y la criatura que lo amaba adorándolo.
El Génesis encubre esta facultad y este comunicarse con Dios en la frase:
“Habiendo oído la Voz de Dios que se paseaba en el fresco de la brisa de la tarde.”
“Habiendo oído la Voz de Dios que se paseaba en el fresco de la brisa de la tarde.”
Por cuanto el Padre había dado a sus hijos una ciencia proporcionada a su estado;
aun así, Él Mismo los instruía.
Porque Infinito es el Amor de Dios…
Y después de haber dado, anhela nuevamente dar…
Y tanto más da, en cuanto más la criatura desea serle hija.
Dios se da siempre a aquel que a Él se le da generosamente.
Cuando el hombre se despertó y vio a la mujer,
su igual y su complemento;
sintió que su felicidad de criatura era total;
teniendo el todo humano en plenitud…
Y el todo sobrehumano, colmado por el amor dado al amor del hombre.
EL ALMA.
¿Cómo es?
¿Cuáles son sus atributos?
Los Progenitores, además de la Gracia Santificante y la Inocencia,
tuvieron en su creación otros dones de su Creador.
La Inmortalidad: atributo divino.
La Inmunidad: de todo dolor y miseria.
La Integridad: la perfecta sujeción de los sentidos a la razón.
La Razón:
Es más grande que el instinto.
La Ciencia:
ilumina el saber…
Y regula el amor, sujetándolo al orden hacia las criaturas y hacia Dios.
Adán estaba formado de carne más que de espíritu.
Pero no era carnal, en cuanto a que sobre la materia, señoreaban el espíritu y la razón.
Y el espíritu inocente y pleno de Gracia, tenía semejanza admirable con su Creador…
Y por lo tanto era inteligente y sabía comprender.
La Libertad: majestad dominante sobre el ‘yo’.
La inteligencia: perfecta e iluminada por la Caridad.
Plena de sabiduría y de ciencia divina.
Dios dio al hombre la inteligencia unida a la libertad de pensamiento.
¿Qué es el pensamiento?
Es el alma de la palabra.
La facultad de comprender y conocer, expresando las ideas y comunicarlas a los demás;
es una cualidad humana.
Los pensamientos brotan en la profundidad de la mente y esto es lo que distingue al hombre de los brutos;
en los cuales los movimientos mentales, se limitan a los más rudimentarios para vivir.
El hombre piensa…
Y del pensamiento nacen obras de arte, de genio, de belleza.
El hombre piensa…
Y en este su pensar, tiene un íntimo amigo que le sirve de compañía en su soledad.
El pensamiento del hombre viaja, espiritual como es, por todo el Universo.
Se sumerge en los recuerdos…
Y emerge en la previsión de los tiempos futuros.
Estudia, contempla y medita, las admirables obras de Dios en la Creación.
Reflexiona los misterios de los hombres.
Cada hombre es un misterio, encerrado en su vestidura mortal.
Luminoso u oscuro según sea su ánimo, santo o satánico.
Misterio solo conocido por Dios, para el que no hay nada oculto.
Y de la contemplación de las cosas y de los hombres, sube a la contemplación de Dios.
Como el águila que cada vez más alto asciende hacia el sol;
así el pensamiento humano puede elevarse y sumergirse en la luminosidad de Dios…
Después de haber meditado en la capacidad humana.
En la Inmensidad divina...
Después de haber reflexionado en la relatividad humana.
En la eternidad divina…
Después de haber contemplado la efímera temporalidad humana.
La Perfección…
Después de haber mirado sin soberbia que ciega, la imperfección humana.
La Mente:
Humana es perfecta e imperfectísima.
Iluminada por Dios es perfecta.
Sin Él cae en el error.
La Razón:
debe estar motivada por la bondad.
Solo así las acciones humanas obtienen frutos de santidad.
Y la razón si es humilde, cae de rodillas en obsequio del Dios Infinito e Incomprendible;
que solo se vuelve accesible a través de la FE.
Solo la fe ilumina la ciencia y la ayuda a comprender.
El conocimiento de la Esencia de Dios se encuentra en la sabiduría.
Y la sabiduría se encuentra en el luminoso y ardiente centro que es la Caridad.

“Debes vaciarte de aquello con lo que estás lleno, para que puedas ser llenado de aquello con lo que estás vacío…”
Porque fe es religión.
Y la religión permite a la criatura inteligente pero limitada,
comprender al Perfecto e Infinito.
La Memoria:
el hombre fue creado para amar y adorar a Dios.
Y sufre porque desea a Dios.
Y este sufrimiento lo provoca el vacío interior, que existe en el hombre que vive alejado de Él.
Porque hay en el hombre un ansia de creer, que es MÁS GRANDE que su necesidad de respirar.
Por eso tiene hambre de Dios.
Y experimenta una necesidad instintiva de buscar la Verdad;
que se convierte en un acicate doloroso;
porque el hombre se engaña voluntariamente en su deseo…
Se crea ídolos para aliviar su necesidad espiritual…
Y el alma recuerda a Dios con nostalgia, por el momento en que fue creada.
Instante fugaz frente a Él, pero que produce un sello indeleble en lo más íntimo de su ser.
Su recuerdo se vuelve borroso, porque el cuerpo que habita…
Y al que gobierna una mente pagana, llena de ídolos;
vive una vida que la enferma…
Y con su espíritu muerto, su sufrimiento aumenta.
Porque ella SABE que su cuerpo es perecedero y está unido a algo que es inmortal.
¡Satanás fué creado para servirnos y con engaños, ahora controla a sus esclavos…!
¡Con él, los patos le tiran a las escopetas!
¡Y los pobres ateos; sólo inclinan la cerviz…!
BONITO NEGOCIO…
Los herederos, ¡Le estamos leyendo la cartilla!
Y nos obedece… (por las buenas o por las malas)
PERO LO HACE
¡Porque ejercemos el cetro completo!:::
El hombre se pierde en marasmos filosóficos…
Y aún quién dice que no cree en nada, en alguna cosa cree.
El que afirma “No creo en Dios” presupone otra fe.
Tal vez en sí mismo o en su inteligencia soberbia.
Es como el pensamiento “no quiero pensar”,
por el hecho de expresarlo, está manifestando que está pensando.
La Voluntad:
de los atributos del alma, si la voluntad no es usada con sagacidad para manejar la inteligencia;
ésta se vuelve como las medicinas peligrosas:
en lugar de sanar matan.
La voluntad es la soberana del alma.
Dios la respeta y da las fuerzas necesarias, para ‘una buena voluntad’
con las virtudes que la hacen inclinarse hacia Él.
Pero “No querer ser esclavo del Mal”, debe salir del hombre.
La Libertad de Arbitrio:
el libre albedrío es el regalo más grande que Dios otorgó a la inteligencia humana.
Dios ama a los hombres y les concede la libertad de arbitrio,
para que por ella se perfeccionen en la virtud y se hagan más semejantes a Él.
Cuando el libre albedrío no está sostenido por el amor, la voluntad se debilita;
muere poco a poco, porque el libre albedrío se ha dejado seducir y se hace esclavo del Mal.
Dios lo hizo libre y el hombre lo convierte en esclavo de las pasiones.
El Demonio, el Mundo, la Carne,
en un libre albedrío desordenado,
conducen al Egoísmo desenfrenado que da la muerte al espíritu.
La inteligencia del egoísta queda obnubilada para Dios y sus verdades.
La soberbia ensombrece con su humo al egoísta y le ofusca la Verdad.
Comienza el proceso de los ‘¿Por qué?’…
De éstos se pasa a la DUDA.
A la separación no solo de Dios y la confianza en Él,
sino también de su justicia, del temor de Dios y de su castigo.
Este es el motivo por el cual se explica, porqué tan fácilmente se peca.
La mala voluntad en el pecar, es lo único que Dios, NO perdona.
Cuando el alma posee un libre albedrío que vive dentro del orden,
en obediencia hacia Dios y siendo heroicamente fiel al Bien;

Procura conformarte siempre y en todo a la Voluntad de Dios EN TODOS LOS ACONTECIMIENTOS y NO tengas miedo. Esta conformidad, es el camino seguro para llegar al cielo.
el hombre se eleva y el alma se deifica al tomar la semejanza con Dios.
Cuando es el Mal el que lo embrutece; esta semejanza es casi borrada totalmente…
Y la degradación espiritual es tal, que se hace semejante al Demonio.
Todo está en la voluntad con que se hace cada acción:
ya sea virtuosa o pecaminosa.
Porque ES la voluntad, la que da valor a nuestros actos.
QUERER ARREPENTIRSE.
QUERER CONVERTIRSE.
QUERER OBEDECER. QUERER VENCER.
QUERER PERDONAR.
QUERER AMAR.
QUERER SER FIEL.
QUERER TRIUNFAR SOBRE SÍ MISMOS Y SOBRE EL MAL.
QUERER SER HÉROES.
QUERER. QUERER. QUERER.
El que NO se quiere salvar teniendo los medios…
ES PORQUE
QUIERE CONDENARSE.
Hasta el último momento, Dios respeta el libre albedrío
y la voluntad, reina y soberana del alma.
También la voluntad es el factor fundamental en la RECREACIÓN DEL ALMA.
Toda la Creación natural y sobrenatural, es obra del amor.
Todas las providencias, las leyes físicas, morales, espirituales, son obras del Amor.
El Intelecto:
Es capaz de distinguir lo que está bien y lo que está mal.
Y amaestra sobre el cómo y el porqué, se puede y se debe querer hacer el bien y no querer hacer el mal.
La Conciencia:
su voz podría llamarse la Voz del Mismo Dios, hablando en el interior del hombre.
Es otra ayuda no-solo en empujar la voluntad a acciones buenas y en detener la misma, para acciones malvadas.
Sino en hacer que surja el arrepentimiento y empujar a la reparación de un mal cometido;
para que el hombre vuelva a encontrarse en Gracia de Dios, cuando la ha perdido pecando.
LA Intuición:
es una ayuda que Dios da a la inteligencia debilitada en la comprensión.
La lucidez de la inteligencia ayuda poderosamente a recibir y comprender las enseñanzas
que la Ciencia Eterna, en las lecciones que Dios quiere que sean guía y consuelo en la hora que vivimos,
para que el mundo no se embrutezca totalmente;
pues las palabras de la justicia no son más que sonidos que repercuten en las orejas…
Y a veces ni siquiera se perciben:
No se hacen alimento de Vida.
Dios crea las almas por amor.
Y para que ellas puedan alcanzarLe y poseerLe,
después de haberse esforzado en amarLe y conocerLe,
las ha llenado de dones.
Cuando una madre sabia y buena, AMA DESDE EL VIENTRE a su pequeño, sucede esto:
El alma viene de Dios,
y todas sus potencias físicas, morales y espirituales tienden hacia Él.
El alma originalmente dada al hombre se recrea y se supera en grados inimaginables;
a través de grandes sufrimientos y tribulaciones, haciéndola apta para reposar en Dios.
El espíritu vivo se funde en Dios…
Y el alma se convierte en Templo Viviente del Espíritu Santo,
porque Dios vive en ellas y las funde con Él.

12. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.
13. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Y es de suma importancia para el alma que quiere avanzar en la vía del Cielo,
ser robusta y tener todas sus potencias firmes en Dios.
Cuando esto sucede el alma está segura.
Cuando las potencias del espíritu están fijas en Él, ninguna fuerza la puede quitar de ahí.
El alma viva tiene tal repugnancia al mal, porque Jesús está en ella y el alma percibe lo que siente Él.
El mérito del alma es uno solo:
aquel de su buena voluntad de querer tenerlo a Él y aferrarse a Él.
Todo otro pensamiento sería soberbia y vanidad espiritual.

Jesús con el amor de fusión, nos une a Él para participarnos la Vida y al hacernos corredentores nos comunica su Semejanza y nuestra alma se deifica…
Las almas que están fijas en Dios, NO DEBEN TENER MIEDO A NADA.
Solo a pecar.
EL ESPÍRITU
El espíritu es un Templo.
El ángel custodio de cada criatura, adora en la misma, al Dios que la habita si está en Gracia del Señor.
El espíritu es un Rey.
La infinita misericordia del Dios Único y Trino, ha dado a nuestro espíritu,
todas las ayudas para permanecer dominador.
Los sentimientos pueden ser domados, entregándolos a Dios y pidiéndole que nos llene de su Amor.
Es el alma lo que da al hombre el derecho a decir: “Padre mío…”
Cuanto más el alma es hija de Dios, tanto más pronta se siente para seguir los consejos del Espíritu Santo.
El alma hija de Dios toma de su Padre esta característica divina:
la solicitud pronta y alegre de hacer todo aquello que es bien.
La medida de la filiación alcanzada, la da la prontitud con la que el alma secunda las divinas inspiraciones;
sin pararse a considerar lo que ellas puedan exigir de esfuerzo por parte de la criatura humana;
ni del peligro que hayan de suponer para el individuo carnal.
Y el alma espiritual es la que distingue al hombre de los animales,
y lo hace dios sobre todos los otros seres creados:
dios-rey que domina y somete;
comprende, instruye, provee…
Y lo hace dios por su origen y destino futuros.
Es el alma aquella que iluminada por su divino origen,

“Dios NO manda cosas imposibles; sino que al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas. Y pedir lo que no puedas y te ayuda, para que puedas…”
sabe, quiere, puede con fuerza ya semidivina.
Fuerza que Dios potentemente sostiene y ayuda,
cuanto más el alma se eleva en la justicia
el hombre se diviniza con una vida de justicia.
HERMANO EN CRISTO JESUS:
ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATÓLICA, – CONÓCELA
https://paypal.me/cronicadeunatraicion?locale.x=es_XC
226 ¿QUÉ ES LA VERDAD?
226 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Han llegado a los límites de la ciudad de Tiberíades y salen al camino polvoriento, que lleva a Caná.
A los lados hay huertos.
Jesús se adentra en uno y se detiene a la sombra de los árboles de tupido follaje.
Llegan las mujeres.
Y luego el jadeante romano, que realmente ya no puede más.
Se pone un poco separado, a una distancia donde puede escuchar;
no habla, pero mira.
Jesús dice:
– Mientras descansamos…
Tomemos nuestros alimentos.
Allí está un pozo y cerca un campesino.
Van Juan y Tadeo.
Vuelven con una jarra que gotea la fresca agua;
seguidos por el campesino, el cual les ofrece unos espléndidos higos.
Jesús lo bendice:
– Dios te lo compense en tu salud y en tu cosecha.
El campesino pregunta:
– Dios te proteja.
¿De veras eres el Mesías?
– Sí.
– ¿Eres el Maestro, verdad?
– Lo soy.
– Nadie lo desea.
El romano grita:
– ¡Yo, Maestro!
¡Más que el agua, que tan buena es para quien tiene sed!
Jesús le pregunta:
– ¿Tienes sed?
– Mucha.
He venido corriendo detrás de Ti, desde la ciudad.
– No faltan en Tiberíades fuentes de agua fresca.
– No me comprendas mal, Maestro.
O no finjas no comprenderme.
He venido detrás de Ti, para oírte hablar.
– ¿Por qué?
– No sé por qué, ni cómo…
Fue al ver a esa mujer… (Y señala a la Magdalena)
No sé.
Algo me dijo desde mi interior: ‘Aquel Hombre te dará lo que todavía no sabes’
Y heme aquí.
Jesús ordena:
– Dadle agua e higos.
Que el cuerpo cobre fuerzas.
– ¿Y la inteligencia?
– La inteligencia cobra fuerzas y refrigerio, en la Verdad.
– Por esta razón te seguí.
He buscado la verdad en todas partes y encontré corrupción.
En las mejores doctrinas hay siempre algo que no es bueno.
He llegado hasta el envilecimiento de tener asco de mí mismo y de causarlo;
sin otro futuro que la hora en que vivo.
Le dan al romano los higos, un pan y una botija con agua…
Jesús lo mira de hito en hito, mientras come el pan y los higos que le trajeron los apóstoles.
Pronto termina la comida.
Jesús, permaneciendo sentado, empieza a hablar;
como si estuviera exponiendo una simple lección a sus apóstoles.
Y todos se agrupan a su alrededor.
El campesino también se queda cerca.
– Hay muchos que buscan la Verdad toda su vida, sin llegar a encontrarla.
Y es porque la buscan donde no está.
Parecen dementes que quieren ver teniendo una coraza de bronce que les tapa los ojos.
Y buscan con aspavientos espasmódicos, tan convulsamente, que se alejan cada vez más de la Verdad.
O la tapan arrojando encima de ella cosas que su propia búsqueda frenética remueve y hace caer.
No puede sucederles sino esto, porque buscan donde la Verdad no puede estar.
Para encontrar la Verdad es necesario unir el intelecto con el amor.
Y mirar las cosas no sólo con ojos sabios, sino también con ojos buenos,
Porque la bondad vale más que la sabiduría.
Quién ama siempre llega a descubrir una huella que lo lleva a la Verdad.
Amar no quiere decir gozar de la carne y por la carne.
Eso no es amor, es sensualidad.
Amor es amar al prójimo, para saber amar a Dios.
Este es el camino que lleva a la Verdad y la verdad es Dios.
Muchos son los que se pasan la vida buscando la Verdad, sin llegar a encontrarla.
Amor es el afecto de corazón a corazón, de parte superior a parte superior;
por el que en la compañera no se ve esclava, sino la generadora de los hijos, sólo eso.
O sea, la mitad que forma con el hombre un todo que es capaz de crear una vida, varias vidas…
O sea, la compañera que es madre, hermana, hija del hombre;
que es más débil que un recién nacido o más fuerte que un león, según los casos.
Y que como madre, hermana, hija; debe ser amada con respeto confidencial y protector.
Lo que no es cuanto Yo digo, no es amor, es vicio.
No conduce hacia arriba sino hacia abajo.
No a la Luz sino a las Tinieblas, no a las estrellas sino al fango.
Amar a la mujer para saber amar al prójimo, amar al prójimo para saber amar a Dios.
He aquí la vía de la Verdad.
La Verdad está aquí, hombres que la buscáis.
La Verdad es Dios.
La clave para comprender lo cognoscible está aquí.
Doctrina, sin defecto sólo la de Dios.
¿Cómo podrá el hombre dar respuesta a sus porqués, si no tiene a Dios que le responda?
¿Quién podrá descubrir los misterios de la Creación -aun sólo y simplemente éstos – ,
sino el Hacedor supremo que lo ha hecho?
Sólo Dios puede dar respuesta a los misterios de lo creado; porque
¿Cómo se puede comprender el prodigio viviente que es el hombre?
¿El ser en el que se funde la perfección animal, con lo inmortal que es el alma, por la que somos dioses?
¿Cómo comprender el prodigio vivo que es el hombre,
ser en que se fusiona perfección animal, con aquella perfección inmortal que es el alma?
Si, dioses somos, si tenemos viva en nosotros el alma.
Todo en la Creación habla de Dios.
Todo explica a Dios.
Todo lo descubre y manifiesta.
Si la ciencia no se apoya en Dios, se convierte en error que envilece.
El saber no es corrupción, si es Religión.
Quién tiene su saber en Dios, no cae;
porque conoce su dignidad;
porque cree en su futuro eterno…
Y Jesús se explaya explicando ampliamente, La Sinfonía de la Creación… cap. 8 de Nerón, el 29 de Octubre de 2016,) (1)
Es decir, libre aquellas culpas que envilecerían incluso al animal…
Y que, no obstante, el hombre cumple y se gloría de cumplir.
A vosotros, buscadores de la Verdad, os digo las palabras de Job:
“Pregunta a los jumentos y te instruirán, a las aves y te lo indicarán.
Habla a la Tierra y ella te responderá, a los peces y te lo darán a conocer”.
Sí, la Tierra, esta tierra que verdece;
esta Tierra florida, esta fruta le va creciendo en los árboles, estas aves que procrean;
estas corrientes de viento que distribuyen las nubes;
este Sol que no yerra su alba desde hace siglos y milenios…
Todo habla de Dios, Todo da explicación de Dios, Todo descubre y revela a Dios.
Si la ciencia no se apoya en Dios viene a ser error.
Y no eleva; antes bien, degrada.
El saber no es corrupción si es religión.
Quien sabe en Dios no cae, porque siente su dignidad, porque cree en su futuro eterno.
Mas es necesario buscar al Dios real.
No fantasmas, que no son dioses, sino sólo delirios de hombres envueltos en las vendas de la ignorancia espiritual.
Por lo cual no hay traza de sabiduría en sus religiones ni de verdad en sus fes.
Toda edad es buena para venir a la sabiduría.
Es más, siguiendo con Job, se lee:
`Al atardecer te nacerá como una luz meridiana;
cuando te creas acabado, surgirás como la estrella de la mañana.
Te verás lleno de confianza por la esperanza a tí reservada”.
Basta la buena voluntad de encontrar la Verdad.
Y antes o después la Verdad se dejará encontrar.
Pero, una vez hallada, ¡Ay de quien no la siga!
Imitando a los obstinados de Israel, los cuales, teniendo ya en su mano el hilo conductor para encontrar a Dios
con todas las cosas que de Mí afirma el Libro, no quieren someterse a la Verdad.
Y la odian, acumulando en su intelecto y en su corazón, los cúmulos del odio y las fórmulas.
Y no saben que la Tierra, a causa del excesivo peso, se abrirá bajo su paso.
Que se cree victorioso, cuando en realidad no es sino un paso de esclavo de los legalismos,
del rencor, de los egoísmos…
Y se los tragará.
Y caerán al lugar de los culpables conscientes de un paganismo que es más culpable;
que el que algunos pueblos se han dado a sí mismos, para tener una religión con que conducirse.
Yo, de la misma forma que no rechazo al hijo de Israel que se arrepiente,
no rechazo tampoco a estos idólatras, que creen en aquello que les fue propuesto, para que lo creyeran.
Y que dentro en su interior, gimen:
“¡Dadnos la Verdad!”.
Luego concluye diciendo:
He terminado.
Ahora descansaremos en este lugar verde, si el dueño lo permite.
Al atardecer iremos a Caná».
Crispo dice;
– Señor, te dejo.
Esta misma noche me iré de Tiberíades, pues no quiero profanar la ciencia que me has dado.
Me retiraré con mi siervo a las costas de Lucania.
Tengo allá una casa.
Mucho es lo que me has dado.
Comprendo que más no puedes darle al viejo epicúreo.
Pero con lo que me has dado, ya tengo con qué reconstruir mi vida y mi pensamiento.
Y… pide a tu Dios por el viejo Crispo, el único de Tiberíades que te escuchó.
Ruega porque antes del desfiladero de Líbítina pueda volver a escucharte.
Y con la capacidad que espero poder crear en mí, apoyándome sobre la base de tus palabras,
para comprenderte mejor y comprender mejor la Verdad.
Y lo saluda a la usanza romana, como saludan los militares a su emperador…
Pero luego, al pasar junto a las mujeres, que están sentadas un poco aparte,
se inclina ante María de Mágdala.
Diciéndole con admiración y gran respeto:
– Gracias María.
¡Qué bueno es haberte conocido!
Has dado a tu viejo compañero de festines, el Tesoro buscado.
Si llego a donde ya estás, te lo deberé a tí, hermosa señora….
Adiós.
Y se va.
Magdalena se lleva las manos sobre el corazón, llena de júbilo.
Y con sus brazos cruzados sobre su pecho, con expresión asombrada y radiante.
Avanza de rodillas, sobre la tierra del huerto y se arrastra hasta donde está Jesús.
Diciendo:
– ¡Oh! ¡Señor!
¡Señor, mío! ¡Mi Rabboní!
¿Entonces es verdad que puedo conducir otros al Bien?
¡Oh, mi Señor!
¡Esto es demasiada bondad!
Y postrándose hasta meter su rostro en la hierba, besa los pies de Jesús.
Y los humedece de nuevo con el llanto…
de la gran enamorada de Mágdala.
https://paypal.me/cronicadeunatraicion?locale.x=es_XC
208 UN SUEÑO REALIZADO
208 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
En un bello amanecer en el lago de Galilea,
Jesús está con todos los apóstoles y también con Judas de Keriot,
que ya está totalmente recuperado y con una cara más dulce.
Tal vez debido a la enfermedad y a los cuidados que recibió.
También está Margziam, un poco atemorizado porque es la primera vez que está en el agua.
Trata de disimular, pero a cada movimiento fuerte de la barca;
se agarra con un brazo del cuello de la oveja, que comparte su mismo miedo con él,
balando lastimosamente…
Y con el otro se agarra de lo que puede y cierra los ojos,
convencido de que ha llegado su última hora.
Pedro le da un cachetito y le dice:
– No tengas miedo.
Un discípulo jamás debe temer.
El niño dice que no con la cabeza, pero como el viento sopla más fuerte y el agua se mueve más;
conforme se van acercando a la desembocadura del río Jordán,
Margziam se asusta más.
Aprieta más fuerte los ojos y cuando una ola azota fuertemente,
sobre un costado de la nave, grita de miedo.
Algunos se ríen.
Otros se burlan de Pedro, porque quiso ser padre de uno que no sabe estar en la barca.
Y otros se burlan de Margziam, porque dijo que quería ir por tierras y mares, a predicar a Jesús.
Y ahora tiene miedo de navegar unos cuantos km. En el lago.
Pero Margziam se defiende diciendo:
– Cada quien tiene miedo de lo que no conoce.
Yo del agua y Judas de la muerte…
¡Y vaya que Judas debió haber tenido miedo de morir!
En lugar de reaccionar como acostumbra;
con un dejo de cansancio y tristeza,
dice:
– Dijiste bien.
Se tiene miedo de lo que no se conoce.
Pero ahora estamos por llegar a Betsaida y tú estás seguro de encontrar allí amor.
Andrés le pregunta sorprendido:
– ¿Desconfías de Dios?
Judas contesta:
– No.
En los días en que estuve enfermo, rodeado de tantas mujeres puras y buenas.
¡Me sentí tan pequeño en mi espíritu!
¡Cuánto he pensado!
Decía:
– “Si ellas todavía trabajan para ser mejores y para conquistar el Cielo.
¿Qué cosa debo hacer yo?…
Se vuelve hacia Jesús,
preguntando:
– ¿Llegaré alguna vez, Maestro?
Jesús dice:
– Con buena voluntad, todo se puede.
– Pero mi voluntad es muy imperfecta.
– El auxilio de Dios, pone en ella lo que le hace falta, para ser completa.
Tu actual humildad ha nacido de la enfermedad.
Piensa pues que el Buen Dios ha proveído mediante un incidente penoso,
para darte una cosa que antes no tenías.
– Es verdad, Maestro.
Pero, ¡Esas mujeres!
¡Qué perfectas discípulas!
No me refiero a tu Mamá.
Ella es cosa aparte y clara.
Me refiero a las demás.
¡Oh! ¡Verdaderamente se superaron!
He sido una de sus primeras pruebas en su futuro ministerio.
Créeme, Maestro.
Puedes apoyarte seguro en ellas.
Elisa y yo estuvimos bajo sus cuidados.
Elisa ha regresado a Betsur con el alma rehecha y yo…
espero rehacérmela ahora que tanto trabajaron…
Judas, todavía débil, llora.
Jesús, que está sentado a su lado, le pone una mano sobre la cabeza;
mientras hace un gesto a los demás para que guarden silencio.
Pero, la verdad es que Pedro y Andrés están muy ocupados,
con las últimas maniobras de atracada.
Y no hablan.
Simón Zelote, Mateo, Felipe y Margziam, no tienen ninguna intención de hacerlo.
Quién porque está distraído por el ansia de la llegada.
Quién porque es de por sí prudente.
La barca penetra en el río Jordán.
Poco después se detiene en el guijarral.
Los mozos bajan para asegurarla atándola con una soga a una peña.
Y para afianzar una tabla que sirva de puente.
Pedro entretanto, se pone de nuevo la túnica larga.
Y lo mismo hace Andrés.
Mientras, la otra barca ya ha hecho la misma maniobra y están bajando los otros apóstoles.
También Judas y Jesús bajan.
Pedro por su parte, está poniéndole su vestido nuevo al niño.
Y lo arregla para presentarlo en orden a su mujer…
Ya han bajado todos, con las ovejas incluidas.
Pedro dice:
– Y ahora pongámonos en marcha.
Está realmente emocionado.
Le da la mano al niño, que está también muy emocionado.
Tanto que se olvida de las ovejitas.
Juan se ocupa de ellas.
Margziam está tan angustiado;
que cuando Pedro lo toma de la mano;
no puede ocultar un destello de miedo.
Y estremeciéndose pregunta:
¿De veras me amará?
Pedro solicita con la mirada, la ayuda a Jesús.
Jesús sonríe…
y dice:
– No os preocupéis.
Pedro lo tranquiliza.
Aunque quizás el miedo se le ha contagiado,
porque dice a Jesús:
– Háblale Tú a Porfiria, Maestro.
Porque creo que no sabré expresarme bien.
Jesús sonríe.
Pero promete hacerlo.
Siguiendo por la arena a lo largo de la playa, pronto llegan a la casa de Pedro.
Encuentran a Porfiria ocupada en sus quehaceres domésticos.
Jesús se asoma a la puerta de la cocina, donde Porfiria está ordenando sus trastos.
Y en cuanto la mujer de Pedro se da cuenta.
Se alegra tanto y exclama:
– ¡Jesús! ¡Simón!
Y corre a postrarse primero ante Jesús…
Luego da la bienvenida a su marido.
Enseguida, levantando una cara que no es un dechado de belleza;
pero que está iluminada por una gran bondad,
– ¡Tanto que os he estado esperando!
¿Estáis todos bien?
Venid. Venid.
Estaréis muy cansados…
Jesús sonríe y dice:
– No.
Venimos de Nazareth, dónde nos detuvimos unos días.
Y de Caná, donde también estuvimos algunos días.
En Tiberíades estaban las barcas.
Puedes ver que no estamos cansados.
Judas se encuentra débil, porque estuvo enfermo.
Y también traíamos un niño con nosotros.
Porfiria exclama:
– ¡Oh!
¿Un niño?
¿Un discípulo pequeño?
– Un huérfano que recogimos en el camino.
Porfiria ve a Margziam, que está semiescondido detrás de Jesús…
Y se arrodilla extendiendo sus brazos hacia él.
Diciendo:
¡Ven tesoro para que te bese!
Margziam se deja abrazar y besar sin protestar.
Y mientras lo estrecha contra sí y la mejilla del niño está junto a la suya,
Porfiria dice:
– Y ahora os lo lleváis.
Tan pequeño y frágil que es!
Se cansará…
Una gran compasión irradia en su voz.
Jesús dice:
– En realidad, yo tenía pensado confiarlo a alguna discípula;
cuando nos vamos lejos de Galilea, del lago…
Porfiria lo interrumpe anhelante:
– ¿A mí no Señor?
Nunca tuve hijos.
Sobrinos sí y sé cómo tratar a los niños.
Soy la discípula que no sabe hablar.
Que no estoy muy sana para poder seguirte, como lo hacen las otras que…
Seré cobarde si quieres.
Pero entiendes entre qué tenazas me encuentro…
Mi madre es demasiado dominante…
¿Tenazas dije?… No.
Me encuentro en medio de dos sogas,
que me arrastran en direcciones contrarias.
Y no tengo el valor para romper una de ellas.
Déjame servirte aunque sea un poco, siendo la mamá-discípula de este niño.
Le enseñaré todo lo que las otras enseñan a tantos…
Jesús le pone la mano sobre la cabeza,
y dice:
– Hemos traído aquí al niño.
Porque aquí habría encontrado una madre y un padre.
¡Ea pues! Formemos una familia.
Y Jesús pone la mano de Margziam sobre la de Pedro,
que tiene los ojos anegados de lágrimas.
Y luego las une con la de Porfiria.
– Educadme santamente a este inocente..
Pedro se seca las lágrimas con el dorso de la mano.
Y Porfiria, que se ha quedado como estatua por la estupefacción.
Sacude su cabeza cómo si no pudiera asimilar, lo que está pasando…
Vuelve a arrodillarse…
Y dice:
– ¡Oh, Señor mío!
Me quitaste al esposo haciéndome casi viuda;
pero ahora me das un hijo…
Así pues devuelves todas las rosas a mi vida.
No sólo las que tomaste, sino las que nunca tuve
Amaré a este niño, mucho más que si hubiese salido de mis entrañas.
Porque Tú me lo has dado…
Y besa la orla del vestido de Jesús.
Luego abraza estrechamente a Margziam…
Y lo sienta sobre sus rodillas.
Es una mujer absolutamente felíz…
Jesús dice:
– Dejémosla expansionarse.
Quédate también tú Simón Pedro.
Nosotros vamos a la ciudad a predicar.
Vendremos al atardecer, a pedirte comida y descanso.
Y Jesús sale con los apóstoles, dejando tranquilos a los tres…
Juan dice:
– Mi Señor.
A Simón hoy se le ve muy feliz!
– ¿Tú también quieres un niño?
– No.
Sólo quisiera un par de alas para elevarme hasta las puertas del Cielo.
Y aprender el lenguaje de la Luz, para repetirlo a los hombres.
Y sonríe.
Acondicionan a las ovejitas en el fondo del huerto, junto al local de las redes.
Y les dan ramitas, hierba y agua del pozo.
Luego se marchan hacia el centro de la ciudad.
175 DIAGNÓSTICO ESPIRITUAL
175 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
La ciudad está semidesierta en esta noche serena y clara por la luna llena que resplandece en toda su plenitud.
La Pascua ha sido celebrada y consumida en una de las casas de Lázaro.
En la puerta exterior Jesús, con esa señorial cortesía muy suya, se ha despedido de Juan de Endor, dejándolo como custodio de las mujeres y dándole las gracias por esto mismo.
Le dió un beso a Margziam, que también acudió a la puerta.
Y se encamina con los suyos en el barrio de Bezetha, siguen a lo largo de la muralla y dejan atrás la casa de José de Arimatea.
Avanzan ligeros hacia fuera por la Puerta de Herodes.
Tadeo pregunta:
– ¿A dónde vamos, Señor?
Jesús responde:
– Venid conmigo.
Os llevo a coronar la Pascua con una perla anhelada y singular.
Por este motivo he querido estar sólo con vosotros, ¡Mis apóstoles!
Gracias amigos, por el gran amor que me tenéis; si pudierais ver cómo me consuela, os asombraríais.
Fijaos, Yo me muevo entre continuas contrariedades y desilusiones. Desilusiones por vosotros.
Convenceos de que por Mí no tengo ninguna desilusión, pues no me ha sido concedido el don de ignorar…
Por esta razón también os aconsejo que os dejéis guiar por Mí.
Si permito una cosa, la que sea, no opongáis resistencia a ello; si no intervengo para poner fin a algo, no os toméis la iniciativa de hacerlo vosotros.
Cada cosa a su debido tiempo. Confiad en Mí, en todo.
Ya están en el ángulo nordeste de la muralla; vuelven la esquina y van siguiendo la base del monte Moria…
Hasta llegar a un punto en que por un puentecito, pueden cruzar el Cedrón.
Santiago de Alfeo pregunta:
– ¿Vamos a Getsemaní?
– Más arriba.
A la cima del monte de los Olivos.
Juan exclama:
– ¡Oh! ¡Será algo bello!
Pedro susurra:
– También le habría gustado al niño.
Jesús dice:
– ¡Tendrá oportunidad de verlo otras muchas veces!
Estaba cansado y además es un niño.
Quiero ofreceros una cosa grande, porque ya es justo que la tengáis.
Suben entre los olivos, dejando Getsemaní a su derecha.
Suben más arriba por el monte, hasta alcanzar la cima, donde los olivos se balancean crugiendo…
Avanzan por entre le olivar, hasta que Jesús se frena y dice:
– Detengámonos aquí…
Todos se acomodan a su alrrededor, sentándose para escucharlo…
Jesús dice:
“Queridos, muy queridos discípulos míos, continuadores míos en el futuro, acercaos a Mí.
Hace poco tiempo, me habéis dicho:
“Enséñanos a orar como lo haces Tú; enséñanos, como Juan enseñó a los suyos.
Y siempre os respondí:
‘Os enseñaré cuando vea en vosotros un mínimo de preparación suficiente, para que la plegaria no se convierta en una fórmula vacía de palabras humanas.
Sino que sea una verdadera conversación con el Padre.
Ha llegado el tiempo. Hemos obedecido el Precepto Pascual, como verdaderos israelitas y el precepto divino de la caridad; para con Dios y para con el prójimo.
Uno de vosotros ha sufrido mucho en estos días, debido a una acción que no merecía.
Y ha sufrido por el esfuerzo que se ha hecho a sí mismo, para controlar la ira que esa acción había provocado.
Sí, Simón de Jonás, ven aquí.
Ni una palpitación de tu corazón honrado, me ha pasado desapercibida.
Y no ha habido sufrimiento que no haya compartido contigo.
Yo… y tus compañeros.
Pedro dice:
– Pero Tú Señor, has sido ofendido más que yo.
Y esto era para mí una pena mayor… Que Judas haya desdeñado acompañarme en la fiesta, me molestó mucho como hombre.
Pero al ver que Tú estabas adolorido y ofendido, me molestó de otro modo. Y sufrí el doble…
Yo no quiero gloriarme, ni hacerme el héroe, usando tus palabras. Pero debo decir que he sufrido con mi alma…
Y esto causa mayor dolor.
– No es soberbia, Simón.
Has sufrido espiritualmente, porque Simón de Jonás, pescador de Galilea; se está convirtiendo en Pedro de Jesús;
Maestro del espíritu; por lo cual también sus discípulos se hacen activos y sabios en el espíritu. Porque has avanzado en la vida del espíritu.
Y porque vosotros también habéis avanzado, quiero enseñaros esta noche la Oración.
¡Cuánto habéis cambiado desde aquel día en que nos detuvimos en un lugar desierto por algunos días!
Bartolomé pregunta un poco incrédulo:
– ¿Todos, Señor?
– Comprendo lo que quieres decir.
Yo os hablo a vosotros los once, que estáis aquí, no a otros.
Andrés dice con mucha tristeza:
– Pero, ¿Qué le pasa a Judas de Simón, Maestro?
Ya no lo comprendemos. Parecía muy cambiado y ahora… desde que dejamos el lago…
Pedro interviene:
– Cállate hermano.
La llave del misterio la tengo.
Se ha colgado un pedacito de zebú.
Fue a buscarlo a la caverna de Endor, para sorprender a los demás.
Lo tomó del nicho donde estaba el búho.
¡Y se lo tiene merecido!
El Maestro se lo dijo aquel día…
En Gamala, los diablos entraron en los cerdos.
En Endor, los que salieron del desgraciado Juan, entraron en él. Se entiende que…
Se entiende… ¡Déjame decirlo, Maestro!
Lo tengo aquí, en la punta de la lengua y si no lo digo, me muero…
Jesús le pide:
– Simón. Sé bueno.
– Sí, Maestro.
Y te aseguro que no le haré ningún desprecio.
Pero digo y pienso que siendo Judas tan vicioso… Y tan mujeriego…
Todo el Templo lo conoce, lo sabe y Todos lo sabemos.
Y está sin protección porque quiere. Se entiende que también los demonios, gustosos cambian de casa.
Es un semejante al cerdo…
Pedro calla.
El silencio se extiende un largo momento.
Y agrega con un suspiro:
– Bueno, lo he dicho.
Santiago de Zebedeo pregunta:
– ¿Entonces tú piensas que por eso es así?
– ¿Y qué otra cosa quieres que sea?
No hay ninguna otra razón para que se haya vuelto tan intratable.
Está peor que en Agua Especiosa.
Allí se podía pensar que el humor y la estación lo pusiesen nervioso.
Pero ahora…
– Hay otra razón, Simón…
– Dila, Maestro.
Estoy contento de desengañarme del compañero.
– Judas está celoso.
Está inquieto por celos.
– ¿Celoso de quién?
No tiene mujer. Y aunque la tuviese, creo que ninguno de nosotros sería capaz de ofender a un condiscípulo…
– Está celoso de Mí.
Piensa… Judas ha cambiado desde Endor y luego… Empeoró en Esdrelón.
Esto es; desde que vio que me ocupaba de Juan y de Marziam.
Pero ahora que Juan nos dejará y que se irá con Isaac, verás que volverá a ser alegre y bueno.
– Está bien.
Pero no querrás decirme que no es presa de un diablillo…
Y sobre todo; no querrás que diga que se ha compuesto en estos meses en que se ha portado peor.
El año pasado yo también era celoso… ¿No recuerdas que no quería que hubiese nadie más que nosotros seis?
Ahora deja que invoque a Dios como testigo de mi pensamiento. Ahora digo que soy feliz; entre más aumentan los discípulos a tu alrededor.
¡Oh! ¡Cómo quisiera traerte a todos los hombres!
Pero, ¿Por qué he cambiado? Porque me he dejado cambiar por Ti. Él… él no ha cambiado. Al contrario…
Convéncete, Maestro. Un diablillo se ha apoderado de él…
– No lo digas, ni lo pienses.
Ruega para que se cure. Los celos son una enfermedad emocional…
Que destrozan el alma.
– De la que se puede curar si uno quiere.
¡Ah! Lo soportaré por causa tuya… Pero, ¡Qué fatiga!…
Judas Tadeo, dice:
– Me parece que ya recibió su castigo…
Al no estar con nosotros en esta noche; en que aprenderemos algo tan importante.
Jesús dice:
– Ha llegado el momento.
Vosotros poseéis cuanto es suficiente para conocer las palabras dignas que se digan a Dios y os las quiero enseñar esta noche en medio de la paz y el amor que existe entre nosotros.
En la paz y el amor de Dios y con Dios…
Escuchad: cuando oréis, decid así:
“Padre Nuestro…”
111 EL MARTIRIO 2
111 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
LAS DOS COLUMNAS PRIMARIAS
Nerón, cuando asesinó a Séneca esperaba apoderarse de la fortuna estimada en trescientos millones de sestercios y descubrió que ésta no llegaba ni a la décima parte de esa cantidad.
Con la sentencia de Petronio, se encontró con que lo único que quedaba era su palacio en Roma y la quinta de Cumas; que ya no le pertenecían a él, pues estaban legalizadas a nombre de otro dueño.
Estos dos fiascos le hicieron decretar que en los testamentos se presentarían en blanco las dos primeras páginas.
Que solamente se escribiría en ellas el nombre del testador y que el que escribiese el testamento de otro, no podría asignarse ningún legado.
Empobrecido y exhausto de recursos hasta el punto de demorar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones.
Se apoderó de los bienes y las fortunas que le apetecían con el argumento de que ‘habían sido ingratos con el Príncipe.’
Un día que cantaba en el teatro, vio a una matrona adornada con la prohibida púrpura, la señaló a sus agentes y haciéndola sacar inmediatamente, le confiscó el traje y los bienes.
Y ya no confirió ningún cargo sin añadir:
– ¿Sabes lo que necesito?
Obremos de tal forma que nadie tenga nada.
Concluyó por despojar a la mayor parte de los templos y fundió todas las estatuas de oro y de plata.
Después de la muerte de Popea quiso casarse con Antonia la hija de Claudio.
Como ella se rehusó, también la acusó de conspiración e hizo que la mataran.
No hubo lazo que no rompiera con el crimen.
Y mientras tanto su red de espías, seguían llenando los tribunales con cristianos.
Pedro fue arrestado por los pretorianos y lo llevaron a la cárcel mamertina, en el calaozo del Tullianum.
Los cristianos lo recibieron con gran reverencia y amor.
Algunos presos que habían sido torturados y que no eran cristianos, le pidieron que los ayudase.
Pedro oró y los sanó el Señor.
El hijo de un verdugo que estaba sordo y mudo, también fue sanado.
Entonces un centurión se acercó…
Y le dijo:
– Mi nombre es Flavio.
Tengo un compañero de guerra al que quiero mucho.
En Germania recibió un fuerte golpe en la nuca y está paralizado del cuello hacia abajo.
¿Podrías rogar a tu Dios para que lo cure?
Pedro le contestó:
– Flavio, ¿Crees que nuestro Señor Jesucristo pueda sanarlo?
– Sí creo. Creo que Él es Dios y si Él quiere, puede compadecerse de un pagano…
– Flavio, en el Nombre de Jesucristo, hágase como lo pides.
Y dile a tu amigo que busque la Luz de la Verdad.
Por la tarde de ese mismo día, llegó el otro soldado completamente sano a darle las gracias.
Flavio dice llorando:
– Cuando seas sentenciado, yo voy a tener que matarte.
Pedro lo mira sonriendo con amor,
Y lo exhorta:
– Cumple tu deber hijo mío.
Y alégrate. No me darás la muerte. Lo que vas a hacer es abrirme las Puertas del Cielo.
El soldado sanado declara:
– Anciano, yo soy Leoncio y te doy las gracias a ti y a tu Dios.
– Dime cómo podemos agradecerle y adorarlo.
– Él Mismo los guiará. Venid…
Y Pedro les habla del alma y del Cielo…
Durante todo el tiempo que estuvo en prisión, continuó evangelizando también a sus carceleros,
realizando milagros a todos los que se lo pedían y bautizando sin cesar a los conversos…
Y los rumores de lo sucedido, traspasaron las murallas de la prisión y se expandieron por todos lados.
Entonces Pablo también fue llevado a la cárcel Mamertina.
Y cuando Nerón fue notificado de que los líderes de la Iglesia Perseguida habían sido capturados, decidió divertirse un poco…
Recordó algo que le había platicado Popea cuando era prosélita de la religión hebrea.
Y en complot con Tigelino, urdió un plan…
Para ver lo que haría el Dios de los cristianos, al verse enfrentado con su Padre.
La primera vez que se menciona a Simón el Mago es en el Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde dice que él era un hombre experto en las artes mágicas con las cuales,
“tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje” (Hechos 8, 9).
Y cuando Felipe, uno de los primeros diáconos, llevó el evangelio a esta zona.
Por la gracia de Dios, mucha gente creyó y fue bautizada, incluyendo a Simón el Mago.
Al poco tiempo Pedro y Juan visitaron Samaria, para llevar el sacramento de la confirmación a los nuevos conversos.
El poder de este sacramento, impresionó a Simón el Mago y le ofreció dinero a los apóstoles, a cambio de que le dieran ese poder.
Los apóstoles se rehusaron a perpetrar ese sacrilegio y la Iglesia hoy llama a ese pecado Simonía,.
Simón, luego de ser rechazado por los Apóstoles, abandonó la Iglesia Católica y se volvió hacia el gnosticismo, una herejía cristiana temprana, que rechaza la autoridad de los Apóstoles,
en favor del conocimiento secreto que los cristianos afirmaban recibir directamente de Dios.
Al parecer volvió a su magia demoníaca y su conflicto llegó a su punto más alto en Roma; donde tenía muy impresionada a la gente con sus artes mágicas.
Y por sus prodigios era tenido entre los judíos como un gran personaje que ‘Tenía consigo la Fuerza de Dios’.
De acuerdo al plan preconcebido por el César, mandó sacar de la cárcel a Pedro y a Pablo.
Y ante una gran muchedumbre reunida en la plaza del Fórum,
Decidió enfrentarlos con Simón el Mago que capitaneaba a los judíos, acérrimos enemigos de los cristianos.
Cuando todos estuvieron frente al César,
éste les dijo, señalando a Simón:
– Este hombre es sincero y vosotros, los embaucadores.
Y ahora lo veremos.
Acto seguido Simón el Mago, coronado de laurel por Nerón mismo, subió hasta lo más alto del Capitolio,
¡Y empezó a volar!
Pedro al ver aquello, dijo a Pablo:
– Satanás se disfraza de ángel de Luz…
Pablo le replicó:
– A mí me corresponde orar…
Y a ti, dar las órdenes debidas.
Pablo se arrodilló y se sumergió en la Oración en el Espíritu.
Pedro levantó la voz y dijo con autoridad:
– Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire.
En El Nombre Santísimo de Jesús yo os mando que no lo sostengáis más.
Y que lo bajéis sin dañarlo, hasta el suelo.
Los Demonios se encolerizaron tanto, que obedecieron la orden a medias.
Ante el asombro general, Simón aterrizó bastante maltrecho; porque lo soltaron desde una altura considerable y cayó, rompiéndose las piernas.
Pero Pedro oró y Dios hizo el milagro.
Y Simón quedó tan avergonzado, que huyó a esconderse por un año, antes de animarse a comparecer ante el público otra vez.
Nerón se enfureció aún más, al ver el inesperado resultado de su maquinación.
Y antes de retirarse, ordenó que los llevaran al tribunal.
El Prefecto Agripa dijo a Pedro, al tenerlos frente a sí:
– Así que tú eres el hombre que en tus reuniones aprovechas tu influencia e impides que las mujeres se casen.
Pedro le contestó:
– Yo soy fiel discípulo de mi Señor Jesucristo.
El Crucificado que Resucitó y Vive y Reina por siempre, a la diestra de Dios Padre.
– Le seguirás hasta el final.
También tú morirás en la Cruz.
Y a Pablo por ser ciudadano romano, lo condenó a ser decapitado.
Al anciano apóstol se le aplicaron los azotes prescritos por la ley.
Y al día siguiente fue conducido fuera de las puertas de la ciudad.
Hacia el Monte Vaticano, en donde debía cumplirse la sentencia y ser crucificado.
A causa de su avanzada edad, no se le exigió que cargara con la cruz.
Cuando llegaron al sitio designado, Pedro contempló toda la Ciudad Eterna, extendida a sus pies…
Y levantando la mano derecha, bendijo:
¡URBI ET ORBI! (a la ciudad y al mundo)
Y su sonrisa se hizo más luminosa y su rostro se volvió radiante, cuando Jesús le permitió extender su mirada a través de los siglos.
Y vio el mismo lugar de su martirio, convertido en una inmensa Basílica, con la grandiosa plaza con su nombre, perpetuado por su donación y entrega a su misión.
Desde la cual, casi dos mil años después estaría llena de millares de personas, escuchando reverentes a otro Pontífice Mártir y Santo:
San Juan Pablo II.
La Plaza de San Pedro es una de las plazas más bonitas y grandes del mundo. Se encuentra situada en El Vaticano, a los pies de la Basílica de San Pedro.
Las dimensiones de la plaza son espectaculares: 320 metros de longitud y 240 metros de anchura.
En las liturgias y acontecimientos más destacados la Plaza de San Pedro ha llegado a albergar más de 300.000 personas.
Su sucesor 264, quién desde el Vaticano llevaría el mensaje del Evangelio a todas las naciones de la Tierra.
Y desde la Basílica de San Pedro, levantando su blanca mano, bendeciría lleno de bondad y de amor, infinidad de veces…
A través del Pontificado más largo de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana:
¡URBI ET ORBI!
Flavio, el jefe de los verdugos le indicó a Pedro que debía extenderse sobre la cruz.
Y Pedro le dijo:
– Cuando crucificaron a mi Señor pusieron su cuerpo sobre la Cruz, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, porque mi Señor descendió desde el Cielo a la Tierra.
Os ruego que al clavarme lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero.
Porque además de que no soy digno de ser crucificado como Él, yo voy a subir de la Tierra al Cielo.
Accedieron a su petición y lo colocaron sobre la Cruz de manera,
que sus pies quedaron clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo.
Cuando Pedro estaba ya crucificado, Dios abrió los ojos espirituales de los espectadores.
Y vieron al apóstol rodeado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas y de lirios.
Y a Jesucristo colocado a su vera, mostrándole un Libro abierto…
Pedro lo leyó: “Apocalipsis”
Y dijo en voz alta:
– Gracias Dios Mío.
Y se sumergió en la Oración en el espíritu.
Pedro admiró por largas horas, todos los sucesos que le fueron mostrados en la Ciudad del Vaticano.
Y finalmente, con voz llena de júbilo y de adoración,
Exclamó:
– ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!… –antes de expirar.
Las llaves del Cielo que Jesús le entregara y que habían estado en sus manos, las había entregado a Lino, en la Misa cuando le nombró su sucesor.
En esa misma tarde, otro destacamento de pretorianos condujo a Pablo de Tarso a lo largo de la Vía Ostiense.
Pasaron por la Puerta Trigémina, hasta un lugar llamado Aqua Salviae.
Mientras avanzan, él mira hacia los Montes Albanos con la magnífica sensación de haber terminado su larga y fatigosa jornada apostólica.
Contempla ya los Cielos abiertos para recibirle y su alma está llena de júbilo,
Por el inminente encuentro con el Dios por el que ha luchado y sufrido tanto,
Para darlo a conocer y a amar.
Cuando llegaron al sitio designado para el suplicio, se volvió hacia el Oriente y oró.
Luego, se despidió de los cristianos.
El verdugo le dijo:
– Prepara tu cuello.
Pablo se arrodilló y dijo:
– ¡Oh, Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y ofreció su cuello al verdugo.
Éste levantó la espada y descargó el golpe…
Con el rostro radiante, Pablo de tarso fue decapitado.
En el mismo instante en que se desprendió su cabeza del tronco,
Exclamó:
– ¡Jesús!…
Su sangre bañó la lóriga de su verdugo, brilló una luz intensísima.
Y quedó el aire perfumado con una fragancia maravillosa…
La Iglesia Cristiana ha sido confirmada con la sangre de sus Dos Columnas Primarias:
San Pedro y San Pablo Apóstoles…
Su ornamento final lo pondrá su último sucesor y papa mártir…
Y los cristianos que confesarán su glorioso testimonio en la Tercera Gran Persecución realizada en el imperio de terror del Anticristo…
MI PROJIMO 1
Después de mi conversión, mi alma estaba sedienta de Dios y lo buscaba en donde quiera que mi corazón lo presentía.
Cuando recién comenzaba a trabajar en el Ministerio de Sanación y Liberación, una vez Jesús me dijo:
“Pronto aprenderás que Conmigo, LAS BATALLAS SE GANAN. PERDIENDO…
Cuando estuve viviendo una temporada, en la casa solariega que tenía una de mis hermanas en una ranchería cercana al aeropuerto de Guadalajara en México, Jesús estuvo muy activo…
Con el grupo de Oración de la Renovación Carismática y la dirección del sacerdote del pueblo, el Señor realizó su ministerio, tal como lo hacia cuando caminaba por los senderos del antiguo Israel.
Y llegó un momento en que vinieron muchas personas buscando alivio y sanación a múltiples dolencias.
Fue allí que se perfeccionó nuestro conocimiento sobre la influencia que nuestros pecados le proporcionan a Satanás.
Las cadenas para esclavizarnos, someternos y destruirnos, de diferentes maneras.
En las evangelizaciones, Jesús medicaba las almas y las instruía.
Luego mandábamos a los conversos a que se reconciliaran con los Sacramentos y así aumentaba el Rebaño que el Sr. Cura pastoreaba en la parroquia.
Y nosotros siempre aprendíamos algo nuevo.
Las Oraciones de Liberación, las realizábamos siguiendo las instrucciones que nos daba Jesús, con los diferentes Carismas en acción,
que el Espíritu Santo nos proporcionaba al grupo Juvenil de Oración y que constaba de alrededor de 3 adultos y siete jóvenes.
Jesús dirigía a través mío, lo que había qué hacer contando con la asistencia y la ayuda del Cielo entero.
PORQUE CADA EXORCISMO ERA UNA GUERRA
Satanás utilizaba todas las estratagemas para NO soltar a sus presas, pero el Espíritu Santo nos ayudaba a bloquear sus argucias y siempre lo vencíamos.
Una de sus tretas favoritas era fingir que ya se habían ido y se escondían. Pero con los Carismas podíamos verlos y además conocíamos sus nombres.
Al nombrarlos adquiríamos un poder especial sobre ellos y les dábamos órdenes específicas, que NO podían ignorar.
Una cosa que me costaba mucho trabajo entender, era porqué cada vez aumentaba la dificultad para vencerlo y nuestros combates eran cada vez más arduos y difíciles.
En los últimos enfrentamientos, NO vacilaba en recurrir a la agresión física, tratando de amedrentarnos.
NO nos obedecía y hacía que las liberaciones fuesen largas y sumamente laboriosas.
Yo me había acostumbrado a que Dios debía ser Obedecido de inmediato y a que nuestros oponentes NO debían costarnos tanto trabajo…
Pero las últimas experiencias parecían contradecir todo esto…
Yo acababa de sanar de una tremenda quemadura y ya estaba otra vez teniendo un combate feroz, donde mi Oponente parecía haberse fortalecido hasta un grado inimaginable.
Un día estábamos orando por un hombre que pesaba más de 200 kg. Él estaba recostado en la cama, mientras los demás orábamos por él.
Los Demonios nos ofrecían una resistencia brutal y hacían gala de su rebeldía profiriendo blasfemias atroces.
Por más que los amenazaba, ellos se burlaban y mostraban su soberanía sobre aquella alma, encarándose directamente con Dios y retándolo con bestial crueldad,
enumerando los diversos pecados que les permitían poseerlo.
Se burlaban de Dios diciéndole los diversos motivos por los él se negaba a amarlo y obedecer sus Mandamientos…
Y a continuación describían sus pecados y el motivo por el que tenían la razón para atormentarlo…
Al mismo tiempo que le recriminaban a Dios, el que Él no tuviera una sola razón para intervenir e impedirles lo que ellos habían determinado hacerle, al sujeto de su posesión.
Esto para mí fue demasiado… Y con impotencia creciente, pensaba en la forma de callarlos.
Lo único que había en la habitación además del Crucifijo, era un cuadro de la Virgen de Guadalupe donde se miraban las rosas cayendo de la tilma de Juan Diego.De forma impulsiva les grité:
– ¡¡¡Ya basta!!!
Cómo NO quieren callarse, en este momento les pongo en la boca una rosa del Tepeyac y convierto sus blasfemias en Bendiciones.
En el Nombre de Jesús lo digo + y en el Nombre de Jesús lo hago+ Amén
Después de esto hubo un silencio total y seguimos con la Liberación.
Pero Satanás NO había terminado.
Aun no comprendo cómo pasó.
Pero de repente uno de los jóvenes que estaban orando, estaba debajo de la cama y empezó a ser aplastado por el enorme peso de nuestro rehén, que intentábamos liberar.
Le pedí ayuda a Mamá María y a nuestros ángeles de la guarda y de pronto…
Con una sola mano, porque con la otra sosteníamos los rosarios, el Agua Bendita y yo además la Biblia…
Levantamos la cama y alguien lo arrastró, sacándolo de la mortal trampa.
Entonces Satanás atrapó a otro de los jóvenes que orábamos…

31. «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32. pero yo he rogado por ti, para que tu Fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.» Lucas 22
Y sacándolo a la terraza de la recámara que estaba en el primer piso, literalmente lo mandó volando a través del huerto hasta el abrevadero de los caballos.
La mitad del grupo salió corriendo hasta la piscina, donde los caballerangos ejercitaban a los corceles y que era donde Lucifer intentaba ahogarlo.
Yo también salí corriendo…
Y en el salón de juegos, que estaba donde empezaba la escalinata para bajar a la sala principal, me topé con mi sobrinita de cinco años que estaba desternillándose de risa.
Ante mi mirada interrogante, me dijo:
– ¡Ay tía! ¡Esto es más divertido que las caricaturas en la televisión!
¡Todos los diablos no pueden hablar y se ven muy simpáticos con una enorme rosa en la boca!…
Por un segundo me paralicé por la sorpresa…
Pero recordé la emergencia…
Y continué mi carrera hasta las caballerizas, donde Satanás continuaba en sus intentos por ahogar a Octavio.
Cuando llegué a la piscina, me eché un clavado, levanté la cabeza de Octavio fuera del agua.
Y abrazándolo, le grité muy enojada a Lucifer:
– ¡ALTO! ¿Quién te crees que eres para atacarnos así?
Lárgate de aquí. Te aseguro que esta vez vas a lamentar el combatir con nosotros…
¡Porque todavía NO me conoces y Me conocerás!…
¡Constatarás que de princesa, sólo tengo los genes! Porque te juro que te voy a hacer llorar…
Sacamos a nuestro valiente hermanito del agua…
Y en el pasto que rodeaba la piscina…
Oré por Octavio mientras lo reanimaba…
Y Jesús lo volvió a la consciencia totalmente intacto.
Empapados pero felices, regresamos a continuar la Liberación.
Aunque sentía de forma maravillosa, la Portentosa Presencia de mi Señor Único y Trino, mi resolución no cambió un ápice y al contrario…
Cuando entramos nuevamente a la casa, YO NO estaba dispuesta a soportarles más majaderías…
Y me sentía tan furiosa, que decidí mandar por la borda, todos los buenos modales con que Jesús nos dirigía…
Mala decisión, porque no le pedí permiso... ¡Y SIMPLEMENTE LO HICE!
Entonces surgió la charra que siempre ha habitado en mí. Y aquí emergió uno de mis mayores defectos:
Cuando estoy enojada, NO reflexiono, ACTÚO.
Este altanero Arcángel le faltaba al respeto a Dios, Blasfemaba lo que quería y escarnecía con enorme crueldad al Señor.
¡Esto me dolía tanto…!
Era UN VALENTÓN COBARDE, al que nadie le había puesto un alto y por eso su Soberbia estaba tan inflada.
Mi sobrinita sin querer, me había dado un dato crucial:
“Todo lo que yo decía, se hacía¨ Entonces si mi palabra era tan importante…
Estuve deliberando en la forma de doblegar tan grande soberbia…
Pensé en los miedos que tenían supremacía en la sociedad a la que había pertenecido desde que nací…
Y que sometían la mayoría de sus comportamientos sociales…
Lo más importante eran las apariencias y el PRESTIGIO ante los demás.
Por eso prevalecían los modales elegantes y todo mundo quería pertenecer a una élite en ascenso…
– ¡Vaya, vaya…! (una idea PERVERSA empezó a germinar en mi cabeza)
Por eso en las visiones que teníamos sobre el Infierno, Satanás siempre andaba elegantísimo y desplegando prepotencia y poder.
Entonces me fijé en un calendario que estaba junto al cuarto de lavado y tenía una bella imagen del Carnaval.
En un par de días empezaría la Cuaresma…
Lucifer está tan pagado de Sí mismo, que TODO lo que se relaciona con él, debe ser impresionante…
Recordé sus desafíos, sus burlas, sus despliegues de poder y sus manifestaciones llenas de deslumbrante magnificencia…
Y también CÓMO SE SIENTE INTOCABLE COMO UN DIOS.
Estaba tan enojada con él, que decidí que era el momento de darle una Lección…
Y que NO la olvidara jamás…
CONCLUÍ…
Bueno, veamos que hace, al proporcionarle una sopa de su mismo chocolate…
Y actué con la misma resolución que lo hacía, cuando de sacudirme un poco el extremo rigor de mi madre se trataba:
“En casos de necesidad, es mejor pedir perdón que pedir permiso…” Y esto era una emergencia.
Y cómo los jugadores en la mesa de pókar cuando apuestan todo…
Ya me la estaba jugando por Jesús en el hombre por el que orábamos…
Habíamos recibido varios ataques que hubieran podido tener un desenlace fatal al menos con tres de los integrantes del equipo de Liberación.
Sólo me faltaba una cosa…
Uno de los miedos más grandes que los exorcistas tienen, es que los espíritus del poseso puedan penetrar en ellos…
Y así convertirse en una víctima más, torturada en venganza, por la Maldad de Satanás.
Pero ese Miedo ES precisamente la TRAMPA Y EL PELIGRO.
Cuando tienes a Dios de tu lado, NO HAY porqué tener miedo.
Y cuando confías en Él, ES CUANDO VES LOS MAYORES MILAGROS…
Yo le había entregado mi vida entera a Jesús y después de 15 años de choques frontales con el Enemigo en los que más o menos había aprendido a conocerlo,
Una idea se había metido en mi mente y estaba cristalizándose más fuerte, durante los últimos combates.
¿La Muerte? ¿Qué es la muerte para el que espera en Dios?
Sólo es el tránsito para el encuentro definitivo con el Amado.
Y decidí jugarme el todo, por el TODO.
Si moría, moriría sirviendo al Dios que adoro sobre todas las cosas. Viéndolo de esta manera, tenía boleto express para reunirme con ÉL…
Todos estos pensamientos, fueron veloces mientras retornaba con nuestro ‘pacientito’…
Y mi corazón galopó de alegría…
Cuando íbamos a entrar a la habitación nuevamente, me detuve por un momento, evalué la situación…
Y resolví acabar de una vez por todas con aquella batalla.
Llevábamos muchas horas luchando, había atentado contra nuestras vidas dos veces.
Satanás seguía sintiéndose Intocable y yo YA NO estaba dispuesta a prolongar aquello.
Así que agarré a toro por los cuernos
Y APOSTÉ MI TODO…
DECIDÍ SER LA GUERRERA SUICIDA DEL EJÉRCITO DE JESÚS…
Yo le gané a Satanás este privilegio…

Gracias Padre por cada marca y cada cicatríz que llevo en mi cuerpo y en mi alma, garantizando que la Lucha no ha sido fácil, pero Tú haz sido mi Fortaleza…
Ya NO iba a dar órdenes y esperar a que fuesen obedecidas…
Cuando entramos en la habitación donde yacía el que estaba siendo liberado, me dirigí directamente hacia él…
Y poniendo mis manos sobre su cabeza DECLARÉ:
– “Amadísimo Padre Celestial, Tú que Eres Infinitamente Bueno, Infinitamente Poderoso, Infinitamente Misericordioso, escucha la Oración que te presento a través del Inmaculado Corazón de María Santísima y por la Sangre Preciosísima de Jesús.
Te entrego mi cuerpo, mi alma, mi vida y mi espíritu, por mi hermanito, (dije el nombre de nuestro enfermito)
Por favor PÁSAME A MÍ, TODO LO QUE HAY EN ÉL…
Y dale a él todo lo que me has dado a mí:
Tu Perdón, tu salvación, tu sanación, tu Paz, tu Amor. Y todas las Gracias que tu Espíritu Santo decida.
Soy Tuya mi Señor y deseo serlo siempre por toda la Eternidad.
Te consagro a… al Corazón Inmaculado de María santísima, para que sea una ovejita del Rebaño de Jesús. Amén
Y los diablos que acaban de entrar en mí, no saldrán hasta que yo lo ordene
y deberán hacer junto conmigo TODO lo que yo haga.
Me arrodillé ante la Virgen y recé el Angelus.

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía, caer en la tentación…
También la honré con “Bendita sea tu Pureza…”
Cuando terminé, besé los piés de la Guadalupana y les dije a mis nuevos huéspedes:
– ¡BIENVENIDOS!
¡ALABAREMOS AL DIOS ALTÍSIMO!
¡Y LO HARÁN CADA VEZ QUE YO LO HAGA!
¡ Y CON LA ALABANZA CON QUE YO LO HAGA!
Así que si quieren librarse de esto, NO tienen otra alternativa que correr a postrarse a los Pies de Cristo Rey y hacer lo que Él les mande.
Por lo pronto, vamos a cantar…
“Salve Reina de los Cielos y Señora de los ángeles, Salve Raíz, Salve Puerta, que dió paso a nuestra Luz. Alégrate Virgen Gloriosa, entre todas la más bella…“
Y el Salve Regina sonaba triunfal en todas las gargantas, incluída la del hombre que había sido sanado y liberado…
Verificamos que la Liberación había sido completa y que nuestro rehén estaba totalmente intacto…
Y pudimos proclamar la victoria total en el Nombre de Jesucristo.
Todos nos consagramos nuevamente a los Sagrados Corazones y…
Después de esto le dije a Lucifer:
– Lo siento amigo, acabas de perder.
Mi tiempo es demasiado valioso, para desperdiciarlo con tus argucias.
Ya NO quiero escuchar tus soberbios desplantes. Y conmigo NO funcionan tus trucos.
Este rehén YA NO ES tuyo.
Por si no te diste cuenta, pasé sus espíritus inmundos y tus compinches a mi interior, tanto si estaban dispuestos a hacerlo, como si no.
Yo NO dejo alternativas. Acabo de liberarlo de sus pecados y de las cadenas con que lo controlabas.
¡ESTÁ LIBRE!
Creo que te metiste con el alma equivocada, porque todavía tengo una gran sorpresa para ti y para TODO tu séquito infernal:
– Esto es una guerra, NO un juego.
Y porque parece que ustedes olvidan con
Quién
se enfrentan, es necesario darles un pequeño recordatorio.
Por esto, en el Nombre de Jesús yo los visto a todos ustedes, con los mismos ropajes que ataviarán los participantes en el Carnaval de Río de Janeiro.
Los que han promovido el descaro y la indecencia en la mujer, vestirán los más diminutos biquinis y NO me importa si son masculinos.
Los que alardean de su elegancia varonil, llevarán los trajes carnavalescos de la Marcha del Orgullo Gay…
Y al que se atreva a protestar, LE GARANTIZO MÁS CREATIVIDAD con su atuendo personal.
Y esto se aplica a todas las Jerarquías.
¿¿¿Entendieron???…
O ¿Se los explico con manzanas, palitos y bolitas?
¡Y NO se los podrán quitar, HASTA QUE YO LO DECIDA! Amén
Ahora sí. ya tienen mi permiso para irse,
Y más les vale que lo hagan rápido, porque me tienen bastante fastidiada.
Y están en peligro de que decida agregarles otro pequeño inconveniente para ustedes…
Había sido una jornada de más de doce horas, plagada de fenómenos extraordinarios y que me dejaron a mí, totalmente exhausta.
Y todavía faltaban las Consecuencias de mi impulsivo arrebato…
Cuando terminamos, el grupo se disolvió…
Y yo me dormí como un bebé, después de haber sido bañado…
78 CONTRA LA CORRIENTE
78 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Al día siguiente, en el amanecer lleno de neblina por el frío invernal, Jesús pasea lentamente arriba y abajo a lo largo de la arboleda que bordea la orilla del río.
La niebla se estanca aún entre los cañizares de las márgenes y no hay nadie hasta donde alcanza la vista en las dos orillas del Jordán.
Sólo nieblecilla baja, runrún de agua entre las cañas, rumor de aguas que por las lluvias de los días precedentes, están turbias.
Y algunos reclamos de pájaros, cortos, tristes, como lo son cuando terminada la estación de los amores, las aves están apagadas por el invierno y la escasez del alimento.
Jesús los escucha y parece interesarse mucho en el reclamo de un pajarito que con regularidad de reloj, vuelve su cabecita hacia el Norte y emite un “^chiruit?” quejumbroso,
Y luego vuelve la cabecita hacia el Sur y repite su interrogativo “¿chiruit?” sin respuesta.
Al fin el pajarito parece haber recibido una respuesta en el “chip” que viene de la otra orilla y emprende el vuelo y se aleja a través del río, con un pequeño grito de alegría.
Jesús hace un gesto como diciendo: “¡Menos mal!”
Y continúa con su paseo.
Se oye el trinar de los pájaros en busca de comida.
Juan llega corriendo a través de los prados, hasta donde está su Maestro,
y pregunta:
– ¿Te perturbo, Maestro?
Jesús contesta:
– No. ¿Qué quieres?
Juan anuncia muy contento:
– Quería decirte… creo que es una noticia que te puede confortar y he venido enseguida; no sólo por ello, sino también para pedirte consejo.
Estaba barriendo nuestras habitaciones y ha venido Judas de Keriot. Me ha dicho: “Te ayudo”.
Yo me he quedado asombrado porque siempre muestra poca disposición, para hacer las cosas de este tipo que se le mandan…
No obstante, me he limitado a decir: “¡Oh, gracias! Así lo haré antes y mejor”.
Él se ha puesto a barrer y hemos terminado pronto.
Entonces ha dicho: “Vamos al bosque. Siempre traen leña los mayores. No es correcto. Vamos nosotros. No soy un experto, pero si me enseñas…”. Y hemos ido.
Después, mientras estaba yo atando la leña, me dijo:
– Juan, te quiero decir una cosa…
– Habla. –le dije pensando que sería una crítica.
Y fue al contrario. Me dijo:
“Yo y tú somos los más jóvenes. Tendríamos que estar más unidos. Tú tienes casi miedo de mí, y tienes razón, porque no soy bueno. Pero, créeme… no lo hago adrede.
Hay veces que siento la necesidad de ser malo; quizás porque, habiendo sido único, me han enviciado. Y quisiera hacerme bueno. Los mayores – lo sé – no me ven muy bien.
Los primos de Jesús están enfadados porque… sí, les he faltado mucho, como también a su primo. Pero tú eres bueno y paciente.
Tú quiéreme. Hazte idea de que soy un hermano, un hermano malo, sí, pero un hermano al que hay que querer aunque sea malo.
El mismo Maestro dice que hay que actuar así. Cuando veas que no actúo correctamente, dímelo. Y otra cosa: no me dejes siempre solo.
Cuando vaya al pueblo, ven también tú; así me ayudarás a no hacer el mal. Ayer sufrí mucho. Jesús me habló y yo lo miré.
En mi estúpido rencor no me miraba ni a mí mismo ni a los demás.
Ayer miré y vi… Tienen razón al decir que Jesús está sufriendo… y siento que parte de la culpa es mía. No quiero seguir teniendo culpa. Ven conmigo.
¿Vas a venir? ¿Me vas a ayudar a ser menos malo?”. Esto ha dicho, y te confieso que me latía el corazón como le late a un gorrión en manos de un muchacho.
Latía de alegría porque me agrada que él se haga bueno. Por Tí me agrada. Y latía un poco de miedo porque… no quisiera volverme como Judas.
Pero luego me he acordado de cuanto me habías dicho el día que tomaste a Judas y he respondido: “Sí, ciertamente te ayudaré; pero yo tengo que obedecer, y si recibo otras órdenes…”.
Pensaba: ahora se lo digo al Maestro y si Él quiere lo hago; si no quiere, que me dé la orden de no alejarme de la casa.
Jesús mira con infinito amor a su Predilecto y le dice:
– Oye, Juan. Puedes ir.
Pero debes prometerme que si sientes que alguna cosa te turba, me lo dirás. Me has alegrado con esto. Mira, ahí viene Pedro con su pescado. Puedes irte, Juan.
El jovencito se va y Jesús se dirige a Pedro:
– ¿Buena pesca?
Pedro mueve la cabeza y responde:
– ¡Hummm! No muy buena… sólo son pescaditos.
Pero todo sirve. Santiago está renegando porque algún animal rompió el lazo y se perdió una red. Le dije: ‘¿Él no debe comer? Ten compasión de un pobre animalito.’
Pero él no lo toma así… -Y Pedro suelta una carcajada.
Jesús dice muy serio:
– Es lo que Yo digo de uno que es hermano y eso no lo sabéis hacer.
– ¿Te refieres a Judas?
– Me refiero a él. Sufre.
Tiene buenos deseos e inclinación perversa. Pero dime un poco tú; experto pescador.
Cuando quisiese ir en barca por el Jordán, para llegar al lago de Nazareth; ¿Cómo debería hacer? ¿Lo lograría?…
– ¿Desde aquí?… ¡Eh! ¡Sería un trabajo enorme!
Lo lograrías con lanchas planas. Cuesta trabajo, ¿Sabes? ¡Es lejos! Sería necesario medir siempre el fondo.
Tener ojo en la ribera. En los remolinos, en los bosquecillos flotantes en la corriente. ¡Ufff!
La vela en estos casos, estorba y no sirve. Pero, ¿Quieres regresar al lago siguiendo el río?
Ten en cuenta que no le va a uno bien, ir contra la corriente. Es menester dividirse en muchas cosas, si no…
– Tú lo has dicho.
Cuando alguien es vicioso, para ir al Bien; debe ir contra la corriente. Y no puede lograrlo por sí solo.
Judas es uno de estos. Y vosotros no lo ayudáis. El pobre rema hacia arriba solo y se pega contra el fondo. Da contra remolinos; se mete en los bosquecillos flotantes y cae en una vorágine.
Si quiere medir el fondo, no puede tener al mismo tiempo, el timón y el remo.
¿Por qué se le echa en cara si no avanza? Tenéis piedad de los extraños y de él; vuestro compañero, ¡¿No?!…
¡No es justo! ¿Ves ahí a Juan y a él, que van al poblado a traer pan y verduras? Él ha pedido que por favor no se le deje ir solo.
Se lo pidió a Juan, porque no es tonto y sabe cómo pensáis los viejos de él.
– ¿Y Tú lo has mandado? ¿Y si Juan también se echa a perder?
Santiago ha llegado con la red que sacó de las varas y escuchó las últimas palabras.
Pregunta:
– ¿Quién? ¿Mi hermano? ¿Por qué va a echarse a perder?
Jesús contesta:
– Porque Judas va con él.
– ¿Desde cuándo?
– Desde hoy. Yo le di permiso.
– Si Tú lo permites… Entonces…
– Aún más bien. Lo aconsejo a todos.
Lo dejáis muy solo. No seáis sólo sus jueces. No es peor que otros. Está muy mal educado desde su infancia.
Santiago dice:
– Así será.
Si hubiese tenido por padre y madre a Zebedeo y a Salomé, las cosas no serían así. Mis padres son buenos, pero estrictos. Se acuerdan que tienen un derecho y una obligación sobre sus hijos.
– Dijiste bien hoy hablaré exactamente sobre esto.
Vámonos. Veo que empieza a parecer gente por los prados…
Pedro dice entre animado y fastidiado:
– No sé cómo vamos a hacer para vivir.
Ya no hay tiempo para comer, orar, descansar… Y la gente aumenta siempre más.
Jesús responde:
– ¿Te desagrada? Es señal de que todavía hay quién busca a Dios.
– Sí, Maestro. Pero Tú sufres.
Ayer te quedaste sin comer y esta noche sin más cobija que tu manto. ¡Si lo supiese tu Madre!
– ¡Bendeciría a Dios que me trae tantos fieles!
Llegan Felipe y Bartolomé diciendo:
– ¡Oh! ¡Maestro! ¿Qué hacemos?
– Es una verdadera peregrinación de enfermos, quejosos y pobres que vienen de lejos, sin medios.
Jesús contesta:
– Compraremos pan.
Los ricos dan limosnas. Las emplearemos en ellos.
Felipe dice:
– Los días son breves.
El cobertizo está lleno de gente que parece que va a pernoctar. Las noches son húmedas y frías.
– Tienes razón, Felipe.
Nos estrecharemos en un solo galerón. Podemos hacerlo y arreglaremos los otros, para quienes no puedan regresar a su casa en la misma tarde.
Pedro refunfuña:
– ¡Entendido!
Dentro de poco tendremos que pedirles permiso a los huéspedes, para cambiarnos de ropa. Nos invadirán en tal forma, que nos arrojarán.
– Otras fugas verás, Pedro mío… ¿Qué tiene esa mujer?
Han llegado a la era y Jesús la ve llorando.
Bartolomé contesta:
– Ayer también estuvo y también lloraba.
Cuando hablabas con Mannaém intentó acercarse a Ti. Pero después se fue. Debe estar en el poblado, porque ha regresado y no parece enferma.
Al pasar junto a ella, Jesús le dice:
– La paz sea contigo, mujer.
Ella responde en voz baja:
– Y contigo.
Son por lo menos trescientas personas.
Bajo el cobertizo hay ciegos, cojos, mudos. Uno que no hace más que temblar.
Un jovencillo claramente hidrocéfalo, tomado de la mano por un hombre; no hace más que bufar, babear y sacudir su cabezota con expresión de estúpido.
Una mujer pregunta:
– ¿El Maestro, cura también los corazones?
Pedro la oye y dice a Jesús:
– Tal vez es una mujer traicionada.
Mientras Jesús va a donde están los enfermos, Bartolomé y Felipe van a bautizar a muchos peregrinos.
La mujer llora en un rincón sin moverse.
Jesús no niega nadie el milagro.
Llega ante el jovencito y toma entre sus manos su cabezota y con su aliento le infunde la inteligencia.
Todos se agolpan.
También la mujer velada, que perdida entre la multitud; se atreve a acercarse más y se pone junto a la mujer que llora.
Jesús dice al tonto:
– Quiero en ti la luz de la inteligencia, para abrir paso a la Luz de Dios. Oye, di conmigo: Jesús. Dilo, lo quiero.
El tonto, que antes mugía como una bestia, masculla fatigosamente:
– ¡Jesiú!
– Otra vez. –dice Jesús, que continúa teniendo entre sus manos, la cabeza deforme y lo mira fijamente.
– ¡Jess-sús!
– ¡Otra vez!
– ¡Jesús! –dice finalmente.
En sus ojos ya hay una expresión y en su boca se dibuja una sonrisa diferente.
Jesús dice a su padre:
– Hombre, tuviste fe. Tu hijo está curado.
Pregúntaselo. El Nombre de Jesús es milagro contra las enfermedades y las pasiones.
El hombre pregunta a su hijo:
– ¿Quién soy yo?
El muchacho contesta:
– Mi padre.
El hombre lo estrecha contra su pecho y dice:
– Así nació. Mi mujer murió en el parto.
Y él tenía impedida la mente y el habla. Ahora ved. Tuve fe, sí. Vengo desde Joppe. ¿Qué debo hacer por Ti, Maestro?
– Ser bueno. También tu hijo. No más.
– ¡Y amarte! ¡Oh!
¡Vamos a decírselo a tu abuela! Fue ella la que me persuadió a venir. Que sea bendita.
Los dos se van felices.
Del infortunio pasado no queda rastro. Sólo la cabeza grande del muchacho. La expresión del rostro y el habla son normales.
Varios quieren saber y preguntan a Jesús:
– ¿Se curó por voluntad tuya o por poder de tu Nombre?
– Por voluntad del Padre, siempre benigno con su Hijo.
También mi Nombre es salvación. Vosotros sabéis que ‘Jesús’ quiere decir Salvador. La salvación es de las almas y de los cuerpos.
Quién dice el Nombre de Jesús con verdadera devoción y Fe; se levanta de las enfermedades y del Pecado.
Porque en cada enfermedad espiritual y física; está la uña de Satanás; el cual produce las enfermedades físicas, para llevar a la rebelión y a la desesperación; al sentir los dolores de la carne.
Y las morales y espirituales para conducir a la condenación eterna.
– Entonces según Tú, ¿En todas las cosas que afligen al hombre; no es un extraño Belcebú?
– No es un extraño.
La enfermedad y la muerte entraron por él. E igualmente la corrupción y el delito.
Cuando veáis algún atormentado por una desgracia; recordad que él también sufre por causa de Satanás.
Cuando veáis que alguien es causa de infortunio; pensad que es un instrumento de Satanás.
– Pero las enfermedades vienen de Dios.
– Las enfermedades son un desorden del Orden.
Porque Dios creó al hombre sano y perfecto.
El Desorden introducido por Satanás en el orden puesto por Dios; ha traído consigo la enfermedad en el cuerpo y las consecuencias de la misma.
O sea; la muerte y también las herencias funestas.
El hombre heredó de Adán y Eva, la mancha de Origen. Pero no solo esa. La Mancha se extiende cada vez más; comprendiendo las tres ramas del hombre: la carne siempre más viciosa y por lo tanto débil y enferma.
La parte moral, siempre más soberbia y por lo tanto, corrompida.
El espíritu siempre más incrédulo; o sea, cada vez más idólatra.
Por esto es necesario hacer como hice con el jovencito: enseñar el Nombre que ahuyenta a Satanás. grabarlo en la mente y en el corazón.
Ponerlo sobre el ‘yo’, como un sello de propiedad.
– Pero, ¿Nos posees Tú? ¿Quién Eres que te crees tan gran cosa?
– ¡Si fuera así! Pero no lo es.
Si os poseyese estaríais ya salvados. Sería mi derecho porque Soy el Salvador. Salvaré a los que tengan fe en Mí.
Uno de los curados que antes usaba muletas y ahora se mueve ágilmente, dice:
– Yo vengo de parte de Juan el Bautista.
Me dijo: ‘Ve al que habla y bautiza cerca de Efraín y Jericó. Él tiene el poder de atar y desatar.
Mientras que yo solo puedo decirte que hagas penitencia para hacer tu alma ágil en conseguir la salvación.
Otro pregunta:
– ¿No siente el bautista que pierde gente?
Y el que acaba de hablar, responde:
– ¿Sentirlo? A todos nos dice: ‘Id. Id.”
“Yo soy el astro que se oculta. Él es el astro que sube y se queda fijo en su eterno resplandor.”
Para no permanecer en tinieblas, id a Él; la Luz Verdadera; antes de que se pague mi lamparilla.
– ¡Los fariseos no dicen así!
Están rabiosos y llenos de odio, porque atraes a las multitudes. ¿Lo sabías?
Jesús responde escueto:
– Lo sabía.
Se desata una disputa sobre la razón y modo de proceder de los fariseos.
Jesús la trunca con un:
– ¡No critiquéis! – que no admite réplica.
75 EL PRIMER SEMINARIO
75 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Es un día frío, sereno y nublado y la muchedumbre que espera a Jesús, ha aumentado considerablemente.
Hay también personas de clases menos comunes. Algunos han venido en burros y ahora están ingiriendo su comida bajo el cobertizo, en cuyos palos han atado sus asnos, en espera del Maestro.
La gente cuchichea; los más doctos dan explicaciones de quién es y por qué el Maestro habla en ese lugar.
En un pequeño grupo, uno pregunta;
– Pero, ¿Supera a Juan?
– No. Es distinto. Aquél – yo era de Juan – es el Precursor y es la voz de la justicia; éste es el Mesías, y es la voz de la sabiduría y la misericordia.
Varios se interesan:
– ¿Cómo lo sabes?
– Me lo han dicho tres discípulos del Bautista de los que están siempre con él.
¡Si supierais qué cosas! Ellos lo vieron nacer. Fijaos: nació de la luz. La luz era tan fuerte, que ellos, que eran pastores, abandonaron corriendo el redil, entre el ganado enloquecido de terror.
Y vieron que toda Belén estaba en llamas.
Luego descendieron del cielo unos ángeles y apagaron el fuego con sus alas y sobre el suelo estaba Él, el Niño nacido de la luz.
Todo el fuego se transformó en una estrella…
Uno objeta:
– ¡No, hombre, no, no es así!
– Sí, es así. Me lo ha dicho uno que era mozo de cuadra en Belén cuando yo era niño y que ahora que el Mesías es hombre se gloría de ello.
– No es así. La estrella vino después.
Vino con aquellos magos de Oriente, aquellos de los que uno era descendiente de Salomón y por tanto, pariente del Mesías, porque Él es de David.
Y David es padre de Salomón y Salomón amó a la reina de Saba porque era hermosa. Y por los regalos que le había traído, tuvo de ella un hijo, que es de Judá a pesar de ser de más allá del Nilo.
Varios contradicen:
– ¿Pero qué estás diciendo?
– ¿Estás loco?
– No.
– ¿Pretendes decir que no es cierto que su pariente le trajo los aromas como es costumbre entre reyes, y más aún de esa estirpe?
Otro declara:
– Yo sé cómo sucedió verdaderamente.
Lo sé porque Isaac es uno de los pastores y es amigo mío, así fue: el Niño nació en un establo de la casa de David. Estaba profetizado…
– ¿Pero no es de Nazaret?
– Dejadme hablar.
Nació en Belén porque es de David, y era tiempo de edicto. Los pastores vieron una luz de insuperablebelleza, y el más pequeño, porque era inocente, fue el primero que vio al ángel del Señor,
el cual habló con música de arpa diciendo: “Ha nacido el Salvador. Id y adorad”, y, a continuación, una muchedumbre de ángeles cantó “Gloria a Dios y paz a los hombres buenos”.
Entonces los pastores fueron y vieron a un niñito en un pesebre entre un buey y un asno, y a la Madre y al padre.
Y lo adoraron y luego lo condujeron a casa de una buena mujer. Y el Niño crecía como todos, hermoso, bueno, todo amor.
Luego vinieron los magos del otro lado del Eufrates y más allá del Nilo, porque habían visto una estrella y reconocido en ella la estrella de Balaam.
Pero el Niño ya podía andar. El rey Herodes ordenó el exterminio por celos de poder. Pero el ángel del Señor había advertido del peligro y los pequeñuelos de Belén murieron, pero no Él, que había huido más allá de Matarea.
Después volvió a Nazaret, a trabajar como carpintero y habiendo llegado a su tiempo, después de haber sido anunciado por el Bautista, primo suyo, ha comenzado la misión y primero ha buscado a sus pastores.
A Isaac lo liberó de una parálisis, después de treinta años de enfermedad.
E Isaac le predica incansablemente. Esto es.
El primero replica disgustado:
– ¡Pues, no obstante, los tres discípulos del Bautista me han dicho verdaderamente esas palabras!»
– Y son verdaderas. Lo que no es verdadero es la descripción del mozo de cuadra.
¿Se gloría? Haría bien en decir a los betlemitas que fueran buenos. Ni en Belén ni en Jerusalén puede predicar.
– Pero hombre, ¿Cómo piensas que los escribas y fariseos deseen sus palabras?
Esos son víboras y hienas, como los llama el Bautista.
Uno más explica:
– Yo querría que me curase. ¿Ves?
Tengo una pierna con gangrena. He sufrido lo indecible para venir aquí en burro. Pero lo he buscado en Sión y ya no estaba…
Otro responde:
– Lo han amenazado de muerte…
– ¡Perros!
– Sí. ¿De dónde vienes?
– De Lida.
– ¡Un largo camino!
Un tercero muy angustiado, confiesa:
– Yo… yo quisiera expresarle un pecado mío…
Se lo he manifestado al Bautista… pero me ha recriminado de tal modo, que he huido. Creo que ya no podré ser perdonado…
– ¿Pues qué es lo que has hecho?
– Mucho mal. A Él se lo manifestaré.
¿Qué decís? ¿Me maldecirá?
Un anciano de aspecto grave responde:
– No. Lo he oído hablar en Betsaida.
Casualmente me encontraba allí. ¡Qué palabras! Hablaba de una pecadora.
¡Ah…, casi habría deseado ser ella para merecerlas!…
En eso gritan muchos:
– ¡Ahí viene!
El hombre que se siente culpable, dice:
– ¡Misericordia! ¡Me da vergüenza! – y trata de huir.
Al pasar Jesús junto a ellos, dice:
– ¿A dónde huyes, hijo mío?
¿Tanta negrura tienes en el corazón, que odias la Luz hasta el punto de tener que huir de ella? ¿Has pecado tanto como para tener miedo de mí Perdón?
¿Pero qué pecado puedes haber cometido? Ni aun en el caso de que hubieras matado a Dios deberías tener miedo, si en ti hubiera verdadero arrepentimiento.
¡No llores! O ven, lloremos juntos.
Jesús que, alzando una mano, había hecho que se detuviera el fugitivo, ahora lo tiene estrechado contra sí.
Y dirigiéndose hacia quienes están esperando,
les dice:
– Un momento sólo, para aliviar a este corazón. Después estoy con vosotros.
Y se aleja hasta más allá de la casa, chocándo al volver la esquina, contra la mujer velada, que está en su lugar de escucha.
Jesús la mira fijamente un instante, luego continúa una docena de metros más allá y se detiene.
Con mucho amor le pregunta:
– ¿Qué has hecho, hijo?
El hombre cae de rodillas.
Es un hombre que tiene unos cincuenta años; un rostro quemado por muchas pasiones y devastado por un tormento secreto.
Tiende los brazos y grita:
– Para gozarme con las mujeres dilapidé toda la herencia paterna, he matado a mi madre y a mi hermano…
Desde entonces no he vuelto a tener paz… Mi alimento… ¡sangre! Mi sueño… ¡pesadillas!… Mi placer…
¡Ah! en el seno de las mujeres, en su gemido de lujuria, sentía el hielo de mi madre muerta y el jadeo agonizante de mi hermano envenenado.
¡Malditas las mujeres de placer! ¡Aspides, medusas, murenas insaciables! ¡Perdición, perdición, mi perdición!
Jesús dice:
– No maldigas. Yo no te maldigo…
– ¿No me maldices?
– No. ¡Lloro y cargo sobre Mí tu pecado!…
Cuánto pesa! Me quiebra los miembros, pero aun así lo abrazo estrechamente para anularlo por ti…
y a ti te concedo el perdón. Sí. Yo te perdono tu gran pecado.
Extiende Jesús las manos sobre la cabeza del hombre, que está sollozando,
Y ora:
– Padre, mi Sangre será derramada también por él. Por ahora, llanto y oración. Padre, perdona, porque está arrepentido.
¡Tu Hijo, a cuyo juicio todo ha sido remitido, así lo quiere!…
Permanece así durante unos minutos…
Luego se agacha para levantar al hombre y le dice:
– La culpa queda perdonada.
Está en ti ahora el expiar, con una vida de penitencia, cuanto queda de tu delito».
– ¿Dios me ha perdonado?
¿Y mi madre? ¿Y mi hermano?
– Lo que Dios perdona queda perdonado por todos, quienes sean. Ve y no vuelvas a pecar nunca.
El hombre llora aún con más intensidad y le besa la mano.
Jesús lo deja con su llanto y vuelve hacia la casa.
La mujer velada hace ademán como de ir a su encuentro, mas luego baja la cabeza y no se mueve.
Jesús pasa delante de ella sin mirarla.
Cuando llega al lugar elegido para su magisterio…
Empieza a hablar:
– Un alma ha vuelto al Señor.
Bendita sea su omnipotencia, que arranca de las circunvoluciones de la serpiente demoníaca a sus almas creadas, y las conduce de nuevo por el camino de los Cielos.
¿Por qué esa alma se había perdido? Porque había perdido de vista la Ley.
Dice el Libro que el Señor se manifestó en la cima del Sinaí con toda su terrible potencia, para, valiéndose también de ella, decir:
“Yo soy Dios. Ésta es mi voluntad. Éstos son los rayos que tengo preparados para aquellos que se muestren rebeldes a la voluntad de Dios”.
Y antes de hablar impuso que nadie del pueblo subiera para contemplar a Aquel que es, y que incluso los sacerdotes se purificasen antes de acercarse al limen de Dios, para no recibir castigo.
Esto fue así porque era tiempo de justicia y de prueba. Los Cielos estaban cerrados como por una losa que cubría el misterio del Cielo y el desdén de Dios.
Y sólo las saetas de la justicia alcanzaban, provenientes de los Cielos, a los hijos culpables.
Mas ahora no es así. Ahora el Justo ha venido a consumar toda justicia y ha llegado el tiempo en que sin rayos y sin límites, la Palabra divina habla al hombre para darle Gracia y Vida.
La primera palabra del Padre y Señor es ésta: “Yo soy el Señor Dios tuyo”.
En todo instante del día la voz de Dios pronuncia esta palabra y su dedo la escribe. ¿Dónde? Por todas partes. Todo lo dice continuamente: desde la hierba a la estrella,
desde el agua al fuego, desde la lana al alimento, desde la luz a las tinieblas, desde el estar sano hasta la enfermedad, desde la riqueza a la pobreza.
Todo dice: “Yo soy el Señor.
Por mí tienes esto. Un pensamiento mío te lo da, otro te lo quita, y no hay fuerza de ejércitos ni de defensas que te pueda preservar de mi voluntad”.
Grita en la voz del viento, canta en la risa del agua, perfuma en la fragancia de la flor, se incide sobre las cúspides de las montañas. Y susurra, habla, llama, grita en las conciencias: “Yo soy el Señor Dios tuyo”.
¡No os olvidéis nunca de ello! No cerréis los ojos, los oídos; no estranguléis la conciencia para no oír esta palabra.
Es inútil, ella es; y llegará el momento en que en la pared de la sala del banquete, o en la agitada ola del mar, o en el labio del niño que ríe,
o en la palidez del anciano que se muere, en la fragante rosa o en la fétida tumba, será escrita por el dedo de fuego de Dios.
Es inútil, llega el momento en que en medio de las embriagueces del vino y del placer, en medio del torbellino de los negocios, durante el descanso de la noche, en un solitario paseo… ella alza su voz y dice: “Yo soy el Señor Dios tuyo”
Y no esta carne que besas ávido, y no este alimento que, glotón, engulles, y no este oro que, avaro, acumulas, y no este lecho sobre el que te solazas.
Y de nada sirve el silencio, o el estar solo, o durmiendo, para hacerla callar.
“Yo soy el Señor Dios tuyo“, el Compañero que no te abandona, el Huésped que no puedes echar. ¿Eres bueno? Pues el huésped y compañero es el Amigo bueno.
¿Eres perverso y culpable? Pues el huésped y compañero pasa a ser el Rey airado, y no concede tregua. Mas no deja, no deja, no deja.
Sólo a los réprobos les es concedido el separarse de Dios. Pero la separación es el tormento insaciable y eterno.
“Yo soy el Señor Dios tuyo”, y añade: “que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud”. ¡Oh, con qué verdad, ahora, realmente lo dice!
¿De qué Egipto, de qué Egipto te saca, hacia la tierra prometida, que no es este lugar, sino el Cielo, el eterno Reino del Señor en que no habrá ya hambre o sed, frío ni muerte, sino que todo rezumará alegría y paz?
¡Y de paz y de alegría, se verá saciado todo espíritu!
De la esclavitud verdadera ahora os saca. He aquí el Libertador. Yo soy. Vengo a romper vuestras cadenas.
Cualquier dominador humano puede conocer la muerte, y por su muerte quedar libres los pueblos esclavos. Pero Satanás no muere. Es eterno.
Y es él el dominador que os ha puesto grilletes para arrastraros hacia donde desea.
El Pecado está en vosotros, y el Pecado es la cadena con que Satanás os tiene cogidos. Yo vengo a romper la cadena.
En nombre del Padre vengo, y por deseo mío. He aquí que por tanto, se cumple la no comprendida promesa: “te saqué de Egipto y de la esclavitud”.
Ahora esto tiene espiritualmente cumplimiento. El Señor Dios vuestro os saca de la tierra del ídolo que sedujo a vuestros progenitores, os arranca de la esclavitud de la Culpa, os reviste de Gracia, os admite en su Reino.
En verdad os digo que quienes vengan a mí podrán, con dulzura de paterna voz, oír al Altísimo decir en su corazón bienaventurado: “Yo soy el Señor Dios tuyo y te traigo hacia mí, libre y feliz”.
Venid. Volved al Señor corazón y rostro, oración y voluntad. La hora de la Gracia ha llegado.
Jesús ha terminado.
Pasa bendiciendo y acariciando a una viejecita y a una niñita morenita y risueña.
El enfermode gangrena le implora:
– Cúrame, Maestro. ¡Me aflige un mal grave!
– Primero el alma, primero el alma. Haz penitencia…
– Dame el bautismo como Juan. No puedo ir a él. Estoy enfermo.
– Ven.
Jesús baja hacia el río que se encuentra después de atravesar dos grandísimos prados y el bosque que lo oculta.
Se descalza, como también lo hace el hombre que hasta allí se ha arrastrado con las muletas.
Descienden a la orilla.
Y Jesús, haciendo copa con las dos manos unidas, esparce el agua sobre la cabeza del hombre, que está dentro del agua hasta la mitad de las espinillas.
Jesús le ordena:
– Ahora quítate las vendas.
Mientras vuelve a subir al sendero.
El hombre obedece.
La pierna está curada. La multitud grita su estupor.
Y muchos también gritan:
– ¡Yo también!
– ¡Yo también!
– ¡Yo también el bautismo dado por Ti!
Jesús, que ya está a medio camino, se vuelve,
y les dice:
– Mañana. Ahora marchaos y sed buenos. La paz sea con vosotros.
Después de despedirlos, Jesús vuelve a casa, a la cocina que está oscura a pesar de que sean todavía las primeras horas de la tarde.
Los discípulos se aglomeran a su alrededor.
Y Pedro pregunta
– ¿Ese hombre al que has llevado detrás de la casa, qué tenía?
– Necesidad de purificación.
– No ha vuelto, de todas formas, y no estaba entre los que pedían el bautismo.
– Ha ido a donde lo he mandado.
– ¿A dónde?
– A expiar, Pedro.
– ¿A la cárcel?
– No. A hacer penitencia por todo el resto.
– ¿No se purifica entonces con el agua?
– Es agua también el llanto.
– Sí, cierto.
Ahora que has hecho el milagro, ¿Qsabe cuántos vendrán!… Eran ya el doble hoy…
– Sí. Si tuviera Yo que hacer todo, no podría.
Vais a bautizar vosotros. Primero uno cada vez, luego seréis dos, tres, muchos.
Y Yo predicaré y curaré a los enfermos y a los pecadores.
– ¿Nosotros, bautizar? ¡Oh, yo no soy digno de ello!
¡Quítame, Señor, esta misión! ¡Tengo yo necesidad de ser bautizado!
Pedro se ha puesto de rodillas y está en actitud suplicante.
Pero Jesús se inclina hacia él y dice:
– Pues tú vas a ser el primero en bautizar. Desde mañana.
– ¡No, Señor! ¿Cómo puedo hacerlo, si estoy más negro que esa chimenea?
Jesús sonríe ante la sinceridad humilde del apóstol, que se puesto de rodillas contra sus rodillas, sobre las cuales tiene unidas sus gruesas manos de pescador.
Y lo besa en la frente, en el límite de su cabello entrecano que, áspero, se riza:
– Eso es. Te bautizo con un beso. ¿Estás contento?
– ¡Cometería inmediatamente otro pecado para recibir otro beso!
– No, eso no. Nadie se burla de Dios, abusando de sus dones».
Judas dice muy despacio:
– Y ¿A mí no me das un beso? También yo tengo uno que otro pecado.
Jesús lo mira atentamente.
Su mirada que estaba tan llena de alegría mientras hablaba con Pedro, se nubla con una cansada severidad…
Y dice:
– Sí… a ti también. Ven.
Yo no actúo injustamente con nadie. Sé bueno, Judas. ¡Si tú quisieras!…
Eres joven. Toda una vida para subir y subir, hasta la perfección de la santidad…»
Y lo besa.
Luego los llama a todos para comunicarles con un beso, el Espíritu Santo:
– Ahora tú, Simón amigo mío.
Y tú Mateo; mi victoria.
Y tú, sabio Bartolomé. Y tú, Felipe, fiel. Y tú Tomás; el de la pronta voluntad.
Ven. Andrés; el del silencio activo. Y tú, Santiago; el del primer encuentro.
Y ahora tú; alegría de tu Maestro y tú Judas, compañero de infancia y de juventud.
Y tú, Santiago que me recuerdas al Justo; en sus facciones y en su corazón.
Venid todos, todos… Pero, acordaos de que mi amor es mucho, pero es necesaria también vuestra buena voluntad.
Desde mañana daréis un paso más hacia adelante, en vuestra vida de discípulos míos.
Pensad, no obstante, que cada paso hacia adelante es un honra y una obligación.
Pedro dice:
– Maestro… un día me dijiste a mí, a Juan, a Santiago y a Andrés, que nos enseñarías a orar.
Creo que si orásemos como Tú oras; seremos capaces de ser dignos del trabajo que requieres de nosotros.
– En aquella ocasión te respondí:
Cuando estéis fuertemente formados, os enseñaré la plegaria sublime; para dejaros mi plegaria.
Pero también ella no tendrá ningún valor, sí se le dice sólo con la boca. Por ahora levantad el alma y la voluntad hacia Dios. La plegaria es un don que Dios concede. Y que el hombre da a Dios.
Judas de Keriot pregnta:
– ¿Cómo es esto?
¿Todavía no somos dignos de orar? Todo Israel ora…
– Sí, Judas.
Pero puedes ver por sus obras, cómo ora Israel. No quiero hacer de vosotros traidores. Quién ora externamente y por dentro está en contra del Bien; es un Traidor.
Judas piensa…
Y luego dice:
– ¿Y los milagros? ¿Cuándo nos capacitas para que los hagamos?
Pedro se escandaliza:
– ¿Milagros? ¿Nosotros?… ¡Misericordia Eterna!… pero muchacho. ¿Estás loco?
Pedro está asustado, fuera de sí y agrega:
– ¡Y eso que bebemos agua pura! ¿Nosotros, milagros?
Judas reafirma:
– ¡Él nos lo dijo, en Judea! ¿0 acaso no es verdad?
Jesús responde:
– Sí, es verdad, lo dije. Y lo haréis.
Pero, mientras en vosotros haya demasiada carne, no tendréis milagros.
Judas declara:
– ¡Ayunaremos!
– De nada sirve. Por carne me refiero a las pasiones corrompidas.
La Triple concupiscencia. Y detrás de esta pérfida trinidad, la secuela con sus vicios… iguales a los hijos de una unión lujuriosa bígama.
La soberbia de la inteligencia engendra; con la avidez de la carne y del poder; todo el mal que hay en el hombre y en el mundo.
Judas objeta:
– Nosotros lo hemos dejado todo por Ti.
– Pero no a vosotros mismos.
– ¿Entonces debemos morir? Con tal de estar contigo lo haríamos; yo al menos…
– No. No pido vuestra muerte material.
Pido que muera en vosotros lo animal y satánico. Y esto no muere, mientras la carne esté satisfecha y haya en vosotros mentira, orgullo, ira, soberbia, gula, avaricia y pereza.
Bartolomé suspira:
– ¡Somos tan frágiles cerca de Ti que eres tan santo!
El primo Santiago, declara:
– Y Él siempre fue santo. Lo podemos afirmar.
Juan dice:
– Él sabe cómo somos. No debemos perder los ánimos.
Lo único que debemos decirle, es: ‘Danos diariamente la fuerza para servirte. Somos débiles y pecadores. Ayúdanos con tu fuerza y tu perdón’.
Dios no nos desilusionará y en su Bondad y Justicia; nos perdonará y purificará de la iniquidad de nuestros pobres corazones.
Jesús se acerca al rincón en donde está el joven apóstol y atrayéndolo hacia Él, dice:
– Eres bienaventurado, Juan. Porque la verdad habla en tus labios, que tienen perfume de inocencia y sólo besan al adorable Amor – dice Jesús levantándose,
Y atrae hacia su corazón al predilecto, que ha hablado desde el rincón oscuro.
72 RENACER EN EL ESPÍRITU
72 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA
Hacia el final de la primera vigilia, (20.00hs) es una noche apacible en el olivar y el cielo ostenta su maravilloso esplendor,
con una luna llena que ilumina con su brillo plateado, lo que de otra manera sería una gran oscuridad.
Jesús y Simón cananeo están conversando en la cocina, sobre las incidencias que cambiarán su destino en Jerusalén.
Juan los interrumpe al entrar diciendo:
– ¡Maestro! ¡Aquí está Nicodemo!
Después de los saludos, Simón toma a Juan y salen de la cocina, dejándolos solos a los dos.
Nicodemo dice preocupado:
– Maestro, perdona si te he querido hablar en secreto. Desconfío, por Tí y por mí, de muchos.
No es sólo cobardía esto mío. También es prudencia y deseo de beneficiarte, más que si te perteneciera abiertamente.
Tú tienes muchos enemigos. Yo soy uno de los pocos que aquí te admiran.
He pedido consejo a Lázaro. Lázaro es poderoso por herencia, temido porque goza de favor ante Roma, justo ante los ojos de Dios;
sabio por maduración de ingenio y cultura, verdadero amigo tuyo y verdadero amigo mío.
Por todo esto he querido hablar con él. Y me siento feliz de que él haya juzgado del mismo modo.
Le he dicho las últimas… discusiones del Sanedrín sobre Tí.
Jesús corrige con suavidad:
– Las últimas acusaciones. No tengas reparo en decir las verdades desnudas, como son.
– Las últimas acusaciones. Sí, Maestro.
Yo estaba ya para decir “Pues bien, yo también soy de los suyos”. Aunque sólo fuera porque en esa asamblea hubiera al menos uno que estuviera a tu favor.
Pero José, que se había acercado a mí, me susurró: “Calla. Mantengamos oculto nuestro pensamiento. Luego te explico”. Y una vez fuera, dijo…
Exactamente dijo: “Así es de mayor provecho. Si saben que somos discípulos, nos mantendrán al margen de cuanto piensan y deciden.
Y pueden dañarle y también perjudicarnos. Como sencillos admiradores de Él; no nos tendrán secretos’
Comprendí que tenía razón. ¡Son muchos!… ¡Y muy malos! También yo tengo mis intereses y mis obligaciones. Lo mismo que José… ¿Comprendes, Maestro?
– No os reprocho nada. Antes de que tú llegases,estaba diciéndole esto a Simón.
Y he determinado incluso, alejarme también de Jerusalén.
– ¡Nos odias porque no te amamos!
– ¡No! ¡No odio ni siquiera a los enemigos!
– Tú lo dices. Pero es así. ¡Tienes razón!
Sólo que, ¡Qué dolor para mí y para José! ¿Y Lázaro? ¿Qué dirá Lázaro, que justamente hoy ha decidido proponerte que dejaras este lugar para ir a una de sus propiedades de Sión?
Bueno, ¿Ya sabes que Lázaro tiene poder económico, no? Buena parte de la ciudad es suya, de la misma forma que muchas tierras de Palestina.
Su padre, a su patrimonio y al de Euqueria, de tu tribu y familia, había unido aquello que los romanos dan como recompensa al servidor fiel,
cuando lo mantuvo como regente de Siria y era muy influyente en todos los asuntos que el imperio tenía por acá.
A sus hijos les ha dejado una herencia muy grande y lo que más cuenta: una velada pero potente amistad con Roma.
Sin ésta, ¿Quién habría salvado de la ignominia a toda la casa después de la infamante conducta de María?
¿Su divorcio, conseguido sólo porque se trataba de “ella“, su vida licenciosa en esa ciudad, que es su feudo?
Y en Tiberíades, que es el elegante lupanar donde Roma y Atenas han constituido un lecho de prostitución para tantos del pueblo elegido?
¡Verdaderamente, si Teófilo sirio hubiera sido un prosélito más convencido, no habría dado a los hijos educación helenizante que tanta virtud mata y siembra tanta voluptuosidad!
Y que bebida y expulsada sin consecuencias por Lázaro y especialmente por Marta, ha contagiado a la desenfrenada María.
¡Y ha proliferado en ella, convirtiéndola en el fango de la familia y de Palestina!
No, sin la poderosa sombra del favor de Roma, se les habría aplicado el anatema más que a los leprosos.
Pero, considerando que las cosas están así, aprovéchate de ello. Con Lázaro tendrás también, la protección oculta de Roma.
Jesús rechaza con firmeza:
– No. Me retiro. Quien quiera verme vendrá a Mí.
– ¿¡He hecho mal en hablar!? – Nicodemo se siente abatido.
– No. Espera… ¡Persuádete!
Y Jesús abre una puerta llamando:
– ¡Simón! ¡Juan! ¡Venid!
Los dos acuden.
Jesús les pregunta:
– Simón, dile a Nicodemo lo que te estaba diciendo cuando ha entrado él.
– Que para los humildes es suficiente con los pastores; para los poderosos, Lázaro, Nicodemo, José y Cusa.
Y que Tú te ibas a ir lejos de Jerusalén, aunque sin dejar Judea. Esto estabas diciendo. ¿Por me lo haces decir? ¿Qué ha ocurrido?
– Nada. Nicodemo temía que yo me fuera a causa de sus palabras.
Nicodemo interviene diciendo:
– He dicho al Maestro que el Sanedrín se muestra cada vez más enemigo.
Y que sería buena cosa que se pusiera bajo la protección de Lázaro. Ha protegido tus bienes porque tiene a Roma de su parte y protegería también a Jesús.
Simón confirma:
– Es verdad. Es un buen consejo.
A pesar de que mi casta esté mal vista incluso por Roma, una palabra de Teófilo me ha conservado el patrimonio durante la proscripción y la lepra.
Y Lázaro es muy amigo tuyo, Maestro.
Jesús objeta:
– Lo sé. Pero ya me he pronunciado. Y lo que he dicho Yo lo hago.
– ¡Entonces, te perdemos!
– No, Nicodemo.
Hombres de todas las sectas se acercan al Bautista; a Mí podrán venir hombres de todas las sectas y de todos los niveles.
– Nosotros venimos a ti sabiendo que eres superior a Juan.
– Podéis seguir viniendo.
Seré un rabí solitario Yo también, como Juan, y hablaré a las turbas deseosas de oír la voz de Dios y capaces de creer que Yo soy esa Voz.
Y los demás me olvidarán… si son, al menos, capaces de tanto.
Nicodemo afirma:
– Maestro, estás triste y desilusionado.
Tienes razón en estarlo. Todos te escuchan y creen en ti hasta el punto de que obtienen milagros.
Hasta incluso uno de Herodes, uno que por fuerza debería tener corrompida la bondad natural en esa corte incestuosa y ha sido seguidor del Bautista.
También hasta soldados romanos.
Sólo nosotros, los de Sión, somos tan duros… No todos, no obstante. Ya ves…
Maestro, nosotros sabemos que has venido de parte de Dios y que eres su más alto doctor. También Gamaliel lo dice.
Nadie puede hacer los milagros que Tú haces si no tiene a Dios consigo. Esto piensan también los doctos como Gamaliel.
¿Cómo es que entonces no podemos nosotros tener la fe que tienen los pequeños de Israel? ¡Oh! ¡Dímelo! ¡Dímelo!
No te traicionaré, aunque me dijeras: “He mentido para conferir valor a mis palabras de sabiduría con la impresión de un sigilo que nadie puede despreciar”.
¿Eres Tú el Mesías del Señor, el Esperado, la Palabra del Padre encarnada para instruir y redimir a Israel según el Pacto?
– ¿Lo preguntas porque tú quieres? O ¿Por qué otros te mandaron a que me lo preguntases?
– Yo lo pregunto, Señor.
Tengo aquí, un tormento. Tengo una gran confusión.
Vientos contrarios y contrarias voces. Hay en mí una borrasca. ¿Por qué no hay en mí, hombre maduro?
Esa pacífica seguridad que tiene, éste casi analfabeto muchacho; en cuya cara le pone esa sonrisa…
En sus ojos, esa luz. Ese sol en su corazón.
Nicodemo se vuelve hacia Juan, preguntando:
– ¿De qué modo crees Juan, para estar así; tan seguro?
Enséñame tu secreto, hijo. Ese secreto con el que supiste ver y encontrar al Mesías; en Jesús, el Nazareno.
Juan se pone colorado como un jitomate. Baja la cabeza como si pidiese permiso para decir una cosa muy grande. Y responde con sencillez:
– Amando.
– ¡Amando!
Le toca el turno a Simón Zelote y Nicodemo lo mira escrutador.
Luego lo interroga:
– ¿Y tú, Simón, hombre probo y maduro?
Tú, docto que has sido probado hasta el punto de sentirte inducido a temer el engaño en todas partes. Y has sido acrisolado… ¿Cómo has hecho para convencerte?
– Meditando.
Nicodemo exclama:
– ¡Amando! ¡Meditando! También yo amo y medito… ¡Y no estoy seguro todavía!
Interviene Jesús diciendo:
– Yo te diré el verdadero secreto.
Éstos han sabido nacer de nuevo. Con un nuevo espíritu; libre de toda cadena; desligados de todo compromiso; vírgenes de cualquier otra idea.
Y por esto han comprendido a Dios.
Si uno no nace de nuevo; no puede ver el Reino de Dios; ni creer en su Rey.
– ¿Cómo puede un hombre volver a nacer; si ya es adulto?
Una vez fuera del seno materno, el hombre no puede jamás volver a entrar en él. ¿Aludes tal vez a la Reencarnación, como creen muchos paganos?
No, en ti no es posible esto; además, no se trataría de un volver a entrar en el seno materno, sino de un reencarnarse más allá del tiempo y por tanto, no ahora. ¿Cómo es esto? ¿Cómo? ¿En qué forma?
Jesús con mucha autoridad, como si estuviera en la cátedra del Templo,
Responde:
– No hay más que una existencia de la carne sobre la Tierra y una eterna vida del espíritu más allá de la Tierra. Sólo hay una existencia de la carne sobre la Tierra. Y una vida eterna.
Yo no hablo de la carne y de la sangre; sino del espíritu inmortal, que renace a la vida verdadera por dos cosas: Por el agua y por el Espíritu. Lo más grande es el espíritu; sin el cual, el agua no es más que un símbolo.
Quien se ha lavado por el agua; debe purificarse luego con el espíritu y con Él; encenderse y renacer. Luego el alimentarse hasta llegar a la edad perfecta.
Porque lo que ha sido engendrado por la carne es y seguirá siendo carne, y con ella muere tras haberla servido en sus apetitos y pecados.
Pero lo que ha sido engendrado por el Espíritu es espíritu.
Y vive volviendo al Espíritu Generador después de haber cultivado el propio espíritu hasta la edad perfecta.
El Reino de los Cielos no será habitado sino por seres llegados a la edad espiritual perfecta. No te maravilles, por tanto, si digo: “Es necesario que vosotros nazcáis de nuevo”.
Éstos han sabido renacer. El joven ha matado la carne y ha hecho renacer el espíritu poniendo su ‘yo’ en la hoguera del amor. Enteramente ha sido consumido de toda materia.
Y he aquí que de las cenizas surge su nueva flor espiritual, maravilloso heliotropo que sabe dirigirse hacia el Sol Eterno.
El de edad; puso la guadaña en la meditación honesta a los pies de su viejo modo de pensar.
Y arrancó la vieja planta dejando sólo el retoño de la buena voluntad. Del que hizo nacer su nuevo pensamiento.
Ahora ama a Dios con su espíritu nuevo y lo ve…Lo que nace de la carne, es carne. Lo que nace del espíritu, es espíritu. Cada uno tiene su modo para llegar al puerto.
Cualquier viento es bueno, con tal de que se sepa usar la vela. Vosotros oís que sopla el viento y por su corriente podéis regular y dirigir la maniobra.
Pero no podéis decir de donde viene. Ni llamar al viento que necesitáis.
También el Espíritu llama. Y viene llamando y pasa. Pero sólo el que está atento puede seguirlo.
El Hijo conoce la Voz de su Padre. Y la voz del espíritu; conoce la Voz del Espíritu y Quién lo engendró…
– ¿Cómo puede suceder esto?
– Tú, Maestro en Israel; ¿Me lo preguntas?
¿Ignoras estas cosas? Se habla y se da testimonio de lo que sabemos y hemos visto. Pues bien, Yo hablo y doy testimonio de lo que sé.
¿Cómo podrás aceptar las cosas que no has visto; si no aceptas el testimonio que te traigo? ¿Cómo puedes creer en el Espíritu; si no crees en la Palabra Encarnada?…
No bajes la frente, Nicodemo. He venido a salvar. No a destruir. Dios no ha enviado a su Unigénito al mundo para condenar al mundo; sino para que el mundo se salve por medio de Él.
Yo he bajado para volver a subir llevándome conmigo a los que están aquí abajo. Uno sólo ha bajado del Cielo: el Hijo del hombre.
Uno sólo al Cielo subirá con el poder de abrir el Cielo: Yo, Hijo del hombre.
Recuerda a Moisés. Él levantó una serpiente en el desierto para curar las enfermedades de Israel.
Cuando Yo sea levantado en alto, aquellos a quienes la fiebre de la culpa hace ciegos, sordos, mudos o que por ella han perdido el juicio o están leprosos y enfermos, serán curados.
Y quienquiera que crea en Mí tendrá vida eterna.
También quienes en Mí hayan creído tendrán esta vida beata. En el mundo he visto todas las culpas, todas las herejías, todas las idolatrías.
Pero, ¿Puede acaso la golondrina que vuela veloz por encima del polvo ensuciarse el plumaje?
No. Lleva por las tristes vías de la Tierra una coma de azul, un olor de cielo, emite un reclamo para conmover a los hombres y hacerles levantar del fango la mirada y seguir su vuelo que al cielo retorna.
Igualmente Yo. Vengo para llevaros conmigo. ¡Venid!… Bajé para ascender, llevándoos conmigo. ¡Venid!
Quién cree en el Unigénito; no será juzgado. Ya está a salvo. Porque Él; el Hijo del Hombre, ruega al Padre, diciéndole: Éste me ha amado’
Pero el que no cree; es inútil que haga obras santas. Está ya juzgado porque no ha creído en el Hijo Unigénito de Dios.
¿Cuál es mi Nombre, Nicodemo?
– Jesús. (Jesús en hebreo antiguo, Yeshúa o Ieshúa significa ‘Salvación’)
– ¡No! ¡Salvador! Yo Soy Salvación.
Quién no cree en Mí; rechaza su salvación. Y la Justicia Eterna lo ha sentenciado.
Y el juicio es éste:
‘La Luz se envió a ti y al mundo para salvaros. Y tú y los hombres habéis preferido las tinieblas a la Luz…’
Porque preferíais las obras malvadas, que se habían hecho costumbre en vosotros. A las obras buenas, las que Él os señalaba como obras que seguir para ser santos”.
Vosotros habéis odiado la Luz, porque los malhechores aprecian las tinieblas para sus delitos; habéis evitado la Luz para que no proyectara luz sobre vuestros ocultos resentimientos.
No por ti, Nicodemo, pero la verdad es ésta. Y el castigo guardará relación con la condena, por lo que respecta al individuo y por lo que respecta a la colectividad.
Si me refiero a los que me aman y ponen en práctica las verdades que enseño; naciendo en el espíritu por segunda vez, la más verdadera.
Digo que no temen la Luz antes bien, a ella se arriman; porque su luz aumenta aquella con que fueron iluminados: recíproca gloria, que hace dichoso a Dios en sus hijos y a los hijos en el Padre.
No, ciertamente los hijos de la Luz no temen ser iluminados; antes bien, con el corazón y con las obras, dicen: “No he sido yo sino Él, el Padre, Él, el Hijo, Él, el Espíritu, quienes han cumplido en mí el Bien.
A ellos la gloria eternamente.
Y desde el Cielo responde el eterno canto de los Tres que se aman en su perfecta Unidad: “A ti eternamente la bendición, hijo verdadero de nuestra voluntad”.
Jesús se vuelve hacia su predilecto:
– Juan, acuérdate de estas palabras para cuando llegue la hora de escribirlas.
Y dirigiéndose al magistrado del Sanedrín pregunta:
– Nicodemo, ¿Estás convencido?
– Sí, Maestro. ¿Cuándo podré hablarte otra vez?
– Lázaro sabrá llevarte. Iré a su casa, antes de alejarme de aquí.
– Me voy, Maestro. Bendice a tu siervo.
– Mi paz sea contigo.
Nicodemo sale con Juan.
Jesús se vuelve a Simón:
– ¿Ves la obra del poder de las Tinieblas?…
Como una araña, tiende su trampa, envuelve y aprisiona a quien no sabe morir para renacer como mariposa… Con una fortaleza capaz de romper la tela tenebrosa y traspasarla.
llevándose como recuerdo de su victoria, jirones de reluciente red en las alas de oro, como oriflamas y lábaros conquistados al enemigo.
Aprendiendo la ciencia de MORIR VIVIENDO y MORIR AMANDO.
Morir para daros la fuerza de morir.
Vete a descansar Simón. Y Dios sea contigo.
El discípulo se retira y Jesús sale al huerto. Se postra a orar…