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2.- UN NOMBRAMIENTO PROVIDENCIAL

galera-la-real-de-ferre-clauzelBajo un cielo azul y despejado, los buques militares se yerguen poderosos. Sobre las olas de un mar apacible, avanzan veloces hacia las costas del Cercano Oriente.

En la cabina de mando del “Orión”, varios hombres elegantemente vestidos y muy parecidos entre sí, conversan animadamente. En un suceso insólito, las principales cabezas de la Gens Petronia se encuentran reunidas en el navío que comanda aquel convoy.

Tito Petronio Níger, está sentado ante una mesa donde se encuentran desplegados varios rollos de papiro y una carta de navegación. Viste la toga senatorial a pesar de ser un hombre demasiado joven. En su hermoso rostro varonil  destacan unos grandes ojos gris acerado, con una expresión de madurez e inteligencia, en los que destella una chispa de curiosidad al escuchar a su padre Cayo, preguntar a su tío Publio:

–                     En Roma abundan los rumores escandalosos. He esperado volver a verte querido hermano,  para preguntarte a ti que eres testigo: ¿Qué es lo que sabes del hijo de Teófilo?

Es evidente que la inevitable respuesta, es perturbadora para el hombre más joven que está frente a él. Publio juega con  los arabescos de oro de la copa de vino que tiene en la mano, mientras parece reflexionar…

Luego dudoso, mira a su hermano mayor y responde con voz pausada:

–                     Cuando el emperador me envió como gobernador de Siria, habían pasado tres meses de la muerte de Teófilo, mi antecesor. El pueblo le quería. Pero desafortunadamente su hijo no era fuerte y saludable como él. Desde que lo conocí, constaté que era un hombre delgado y frágil, al que le era muy doloroso caminar. Nos encontramos muy pocas veces. Se retiró a su palacio de Bethania donde se fue consumiendo poco a poco por una penosa enfermedad. No volví a verlo hasta después de… -Publio carraspea y se calla.

Todos lo miran expectantes…

El silencio se prolonga hasta que Cayo exclama exasperado por la impaciencia:

–           ¡Por Zeus! Termina de una vez. He esperado tanto para volver a verte. Y solo a ti te creeré.     ¡Dímelo ya! ¿Después…? ¿De qué…?

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Publio cierra los ojos, respira profundo y luego, después de una pausa muy larga dice contundente:

–                     ¡Ni siquiera imaginas las cosas que han sucedido en esta región del Imperio! Tú conociste a Teófilo y sabes lo respetado que era entre sus compatriotas. Para nosotros era muy importante su influencia para mantener la paz. Cuando su hijo agonizaba, Poncio Pilatos me avisó y vine desde Antioquia para asistir a sus funerales. Tenía varios asuntos pendientes y tuve que posponer mi regreso. Habían pasado casi cinco días después del sepelio y entonces… ¡Sucedió lo imposible!

Como Publio parece olvidar a los que esperan ansiosos…

–                     ¡¡¡Qué!!! –exclaman todos.

Publio dice con voz muy pausada:

–                     Lázaro el hijo de Teófilo, resucitó.

Todos exclaman al mismo tiempo:

–                     ¡Qué! ¡OH! ¡Ah! ¡No puede ser! ¿Lo viste?

–                     Lo vi y lo toqué. Fuimos a su palacio, porque era imposible mantenernos impasibles ante un suceso tan extraordinario. Además de vigoroso, está tan vivo como nosotros.

Poncio Nigrino objetó:

–                     ¡Eso es imposible!

Turpiliano, el tercero de los hermanos, exclama asombrado:

–                     ¿Entonces es verdad que el Nazareno era un Dios Encarnado, nacido de una Virgen?

Nigrino refutó:

–                     ¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego porque no lo sé, ni tengo medios para saberlo. Pero si sé, porque esto me lo ha enseñado la vida;  que si existen no se ocupan ni se preocupan de nosotros.

Cayo respondió:

–                     Lo invisible y lo inexistente se parecen mucho. El hombre condena cuando no entiende. La razón pura no puede probar la existencia de Dios.

Sin poder contenerse Tito Petronio, que hasta ese momento había permanecido callado, se levantó del asiento y arrojando sobre la mesa el estilo con el que había jugueteado mientras escuchaba, dijo con displicencia:

–                     Todos sabemos que los dioses son seres mitológicos. Si estuviéramos en una asamblea pública, sería imprudente negar su existencia. Pero entre nosotros podemos hablar con la verdad. Los dioses son cosas frágiles que pueden ser destruidos con un atisbo de ciencia o una dosis de sentido común.

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Turpiliano le replica:

–                     Esa es tu muy particular manera de pensar. Para numerosas personas los dioses son seres reales.

Nigrino, con un dejo de impaciencia respondió implacable:

–                     Los hombres podemos perfectamente vivir sin ellos, pues los dioses le deben la vida a la imaginación humana que los necesita para culparlos, de lo que es producto de su propia locura. La búsqueda de Dios es una ocupación inútil, pues no hay nada que buscar en donde nada existe. A los dioses no se les busca, se les crea.

Turpiliano preguntó a todos y a nadie:

–                     ¿Por qué cuesta tanto trabajo aceptar que un Dios pudiera encarnarse?

Petronio protesta:

–                     Yo no puedo ser religioso ni creer en Dios. Prefiero la filosofía a la religión, pues no puedo poseer al mismo tiempo lo evidente y lo incomprensible. Hay que ser realistas. En caso de que haya dioses, no se ocupan para nada de los hombres.

Cayo interviene:

–                     La realidad es aquello que cuando dejas de creer en ello, no desaparece.- Y agrega- Y en este imperio poseemos inclusive, la libertad de no creer.

tribunado-militar-con-poder-consularTurpiliano concluye perplejo:

–                     Yo creo que solo un Dios Verdadero puede resucitar a un muerto después de casi una semana de haber sido sepultado.

Cayo sentencia:

–                     Afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias.

Verdaderamente incómodo, Petronio mira a su padre y dice fríamente:

–                     Solo los locos persiguen lo imposible. En el mundo existen dos clases de hombres: hombres inteligentes sin religión y hombres religiosos sin inteligencia. – Respira profundamente y agrega-  A este paso, también me dirás que crees que Minerva es una virgen, que nació del cerebro de Júpiter.

Turpiliano declara:

–                     Cuando lleguemos a Palestina, lo primero que haré será buscar a ese prodigio resucitado…

Sorprendido por el giro que ha tomado la conversación, Publio interviene aliviado y dice a su sobrino Petronio:

–                     Será mejor que hablemos de la encomienda que te ha dado el Príncipe. En Antioquia uniremos mis legiones a la que traes y…

Y Publio continúa detallando lo que harán cuando toquen tierra…

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CALÍGULA

   Tiberio ha muerto y el nuevo emperador es hijo de Germánico, el más amado por los romanos. La tiranía de Tiberio fue cruel pero reflexiva y aunque lo atormentaron los remordimientos, fue un desgraciado en el trono imperial.

Calígula es la demencia en el poder, con un régimen de terror absoluto. Se considera a sí mismo un dios, con derecho a ser honrado como tal en todos los templos.

Y lo que hizo en Roma, ha ordenado que se haga en todo el imperio.  Por eso ha enviado a Petronio a Jerusalén junto con unas estatuas que representan su divina imagen y con la orden de que si los judíos no las admiten, mate a los reacios y esclavice al resto de la nación.

La siguiente semana, entran a Judea desde Antioquia.

En el puente de mando, Petronio mira con gesto preocupado la cara de terror de los judíos que contemplan asombrados las tres legiones que componen el ejército romano.

Cuando llega a Ptolemaida, ciudad marítima de Galilea rodeada por montes; los judíos le esperan congregados en una inmensa multitud.

Al conocer el nuevo mandato del emperador, ellos le suplican que no lo haga; pues su Ley Sagrada les impide su realización.

Petronio les expone el poder de los romanos y las amenazas del César; añadiendo que su petición es irrazonable, pues todas las naciones sometidas a ellos en sus diferentes ciudades, tienen las imágenes  del emperador entre sus dioses y ellos son los únicos que no lo consienten.

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Esta es una rebeldía que injuria al César y que será castigada  con infinita severidad.

Los judíos insisten en que su Ley Sagrada les prohíbe tener imágenes de Dios o de hombres, no solo en cualquier lugar de su tierra; sino principalmente en el Templo de Jerusalén.

Petronio replicó:

–           ¿Y acaso yo dejaré de respetar la  ley de mi señor? Si no obedezco y os perdono, seré justamente castigado. Y el que me envía no yo, os declarará la guerra; porque tanto vosotros como yo estamos a sus órdenes.

La multitud,  airada gritó que estaba dispuesta a sufrir por sus leyes.

Petronio los mandó a callar y preguntó:

–           ¿Pelearéis contra el Cesar?

Y los judíos contestaron:

–           Ofrecemos dos veces al día sacrificios por el emperador y por el pueblo romano. Pero si las estatuas van a ser puestas en el templo, primero tendrás que sacrificar a toda Judea; pues nosotros, nuestras mujeres y nuestros hijos, nos ofrecemos para que nos sacrifiques para honra de nuestro Dios.

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 Esto sorprendió mucho Petronio. Y sintió una gran compasión al ver su increíble pasión religiosa y el valor con el que se declararon dispuestos a morir. Como nadie cedió, la reunión fue disuelta sin llegar a ningún acuerdo. Entonces dejó al ejército y las estatuas en Ptolemaida y se trasladó a Tiberiades.

En los siguientes días reunió a los poderosos en privado y habló también en público al pueblo. Amonestó tanto a unos como a otros con persuasivos argumentos; pero sobre todo, insistiendo en la amenaza que representa el poder de los romanos y la indignación de Calígula; pues Petronio tiene que cumplir lo que le ha sido ordenado.

Después de cincuenta días de negociaciones fallidas y viendo el peligro de perder las siembras de ese año por la obstinación de los judíos, en la última convocatoria les anunció:

–                     Estoy  dispuesto a correr un albur. Decid a vuestro Dios que me ayude a apaciguar la ira del emperador. Si Él interviene, me salvaré con vosotros, lo que será motivo de regocijo para todos. Pero si Calígula continúa irritado, será mi sentencia de muerte por no haberlo obedecido. Será sólo mi vida, a cambio de la vuestra y la de vuestra nación.

Enseguida de esta declaración, Cayo Petronio que está a su lado, le mira boquiabierto. Luego sonríe con evidente orgullo y  dice a su hijo en voz baja:

–                     Tremendo riesgo para un hombre que recientemente manifestó su absoluta incredulidad religiosa. ¿Por qué lo hiciste?

Petronio esbozó una sonrisa que iluminó su rostro, antes de decir con tono reflexivo:

–           Una fe como esta, merece ser tenida en consideración. Si ese Dios existe, lo manifestará. Además ¿Acaso una teocracia y una nación tan vehementes, pueden estar erradas?

Y movió la cabeza como si estuviese sorprendido de su propia audacia. Luego despidió al pueblo y éste rezó por su prosperidad.

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A continuación, Petronio reunió su ejército y lo condujo a Antioquia, donde rindió su informe al César en una carta, exhortándole que si no deseaba perder la región y sus habitantes, debía permitir que conservasen sus leyes y retractarse de sus órdenes.

Calígula reaccionó con violencia, por su tardanza en cumplir lo que le había ordenado e inmediatamente le contestó.

Pero aconteció que los que llevaban la respuesta del emperador fueron detenidos en su navegación durante tres meses, por continuas tempestades.

Entonces en Roma hubo una conspiración y el emperador fue asesinado por sus pretorianos.

Claudio fue nombrado en su lugar y los portadores con la noticia del fallecimiento de Calígula tuvieron tan excelente viaje, que Petronio recibió la epístola que le avisaba de  su nombramiento como gobernador de Bitinia, veintisiete días antes que la que llevaba el decreto de su sentencia de muerte.

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HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA