Archivos diarios: 21/04/23

778 El Juicio de Judas

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

535a Judas de Keriot llamado a informar a casa de Caifás.

Y Judas, mientras los otros reanudan su marcha, desaparece por una callejuela que sube a la colina de Sión.

Bartolomé ha dicho:

–             Aunque el Maestro nos precediera, nos vería llegar juntos, porque afuera de Bethania un grupo espera al otro.

La propuesta es aceptada.

Despiden a los discípulos.

Luego van juntos hasta el lugar en que se puede torcer hacia el Getsemaní y tomar el camino alto del Monte de los Olivos…

Y el bajo que orillando el Cedrón, va también a Bethania y Jericó…

Los apóstoles se dividen, para esperar al discípulo incorregible.

Judas entretanto, se aleja corriendo velóz.

Conoce perfectamente todo el territorio de Israel.

Durante un rato sube por la callejuela estrecha que lleva en dirección poniente…

Luego tuerce por un callejón que en vez de subir, baja hacia mediodía.

Judas parte por un vericueto del barrio de Ofel, que lleva al Monte Sión.

La callejuela, tortuosa entre los salientes de las casas construidas sin norma de edificación, se abre a una zona dilatada de campos.

Judas corre hacia abajo ligero…

Pasando entre los setos que sirven de límite a los pequeños huertos, de las últimas casas colindantes a las murallas:

Las pobres casas de los pobres de Jerusalén.

Aunque la tiene cercana para salir de la ciudad, no entra por la puerta de Sión, sino que corre hacia arriba…

Hacia otra puerta pequeña, un poco más occidental.

La atraviesa y está ya fuera de la ciudad.

Trota como un potro para no demorarse…

Fuera de las murallas, al otro lado del valle, hay una colina.

Es una colina baja cubierta de olivos, al otro lado del árido pedregal del valle de Hinnon.

Pasa sordo a los lamentos, junto a las tristes grutas de los leprosos de Hinnon.

Está claro que busca los lugares que los demás evitan.

Precavido y suspicaz corre y cada cierto tiempo, se vuelve lleno de sospecha…

Visiblemente desconfía de que lo estén siguiendo.

Atraviesa como un viento cerca del acueducto, hasta una colina al otro lado del valle.

Va recto hacia la colina cubierta de olivos, solitaria al sur de la ciudad.

Corriendo como venado perseguido por los cazadores…

Más allá de las murallas, hay una enorme casa entre los olivos.

La más bella en toda la colina.

Hecha una mirada a su alrededor…

Y cuando no ve nada que lo perturbe, sonríe.

Respira hondo en señal de alivio cuando se ve en sus laderas.

Y aminora el paso.

Se coloca la prenda que cubre su cabeza, el cinturón, la túnica (se la había recogido)

Mira hacia Oriente, haciendo de la mano visera, porque le da el sol en los ojos.

Mira hacia el camino bajo que va a Betania y Jericó, pero no ve nada que lo intranquilice.

Es más, un saliente de la colina hace de telón entre él y ese camino.

Sonríe.

Empieza a subir la colina lentamente, para que se le pase el jadeo.

Se arregla las vestiduras y empieza a subir despacio, para no sofocarse.

Entretanto, piensa.

Y, cuanto más piensa, más tenebroso se pone…

Piensa…

Su semblante se oscurece más.

Monologa consigo mismo en voz baja.

En un momento determinado, se detiene…

Se saca del pecho la bolsa del dinero, la observa…

Sigue pensando en cómo dividir su contenido.

Enseguida reparte todo en varios bolsillos de su vestidura, para que su abundancia no se note.

Poniendo una parte en su bolsa, quizás para que se perciba menos el volumen que ha ocultado en el pecho.

Hay una mansión majestuosa entre los olivos.

Una casa muy hermosa.

La más hermosa de la colina, porque las otras casitas que están esparcidas por las laderas…

Tal vez dependientes de la casona principal, son muy humildes.

Se llega a ella por una especie de paseo de arena entre olivos plantados con orden…

Hasta una puerta con herrajes trabajados con mucho arte.

Llama a la puerta.

Se identifica.

Entra.

Va seguro, atravesando el atrio, hasta un patio cuadrado en torno al cual hay muchas puertas.

Empuja una de ellas.

Le  abren y lo conducen hasta una amplia sala semicircular, donde están reunidos los poderosos del Sanedrín.

El más imponente con su expresión llena de hipocresía, disimulando su rencorosa personalidad, es el amo de la casa…

Se encuentra con la cara socarrona de Caifás.

La del ultra fariseo Elquías.

La de garduña del sinedrista Félix, junto con la viperina de Simón Boeto.

Más allá está Doras hijo de Doras, que cada vez se parece más en las facciones a su padre…

Y con él Cornelio y Tolmái.

Los escribas, Sadoc y Cananías, apergaminado en años;

pero como si fuera un joven perverso, fuerte en el mal.

Colascebona el Anciano, Nathanael ben Fabi, Doro, José y Joaquín.

Caifás ha dicho todos estos nombres como citando un listado de jueces…

Y concluye:

–           … Estamos reunidos aquí para juzgarte.

Judas los mira con una expresión muy rara…

Mezcla de ira,  miedo, odio, violencia.

Pero calla.

No hace gala de su acostumbrada altivez.

Lo rodean burlones y cada uno lanza una invectiva…