Archivos del mes: 24 mayo 2023

793 Crepúsculo Invernal

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

538a Jesús, orante en la gruta de la Natividad.

El cielo al Occidente, parece todo él una pérgola de glicina en flor…

Mientras que al Este, presenta ya el puro cobalto de un frío firmamento invernal del Oriente.

Y ya las primeras luces sidéreas se asoman al extremo límite del cielo.

Jesús acelera el paso, para hallarse como es debido, en el lugar que ha elegido…

Antes de que la noche sea completa.

Pero, llegado a un punto alto desde el que se ve enteramente la pequeña ciudad de Belén…

Se detiene, mira, suspira…

Mientras el sol va bajando lentamente…

Luego sigue avanzando veloz.

Llega al sepulcro de Raquel cuando la última rojura del ocaso,

se apaga en una pincelada de color violado…

Y aparece el crepúsculo.

Mientras el cielo se pinta de cobalto acompañando con mucho frío, el anochecer invernal…

Las primeras estrellas comienzan a asomarse.

Enseguida el Maestro,  baja rápido.

No entra en la ciudad.

La rodea por las últimas casas.

Jesús apresura el paso…

Va directamente a las ruinas de la Torre de David, al lugar en donde nació.

Pasa el arroyo que  corre junto a la gruta.

Pone pie en el pequeño espacio libre que hay y que está cubierto de hojas secas…

Echa una ojeada dentro de las ruinas.

El lugar está vacío.

Entra en la gruta donde nació.

Y Juan se queda a una cierta distancia, cauto para no ser visto ni oído…

Rebusca, mira…

Encuentra, más tanteando que con la vista, otro de los establos semiderruídos, que están a un lado.

Entra también él y enciende una lumbre, con un par de ramas, en un rincón.

Hay un poco de paja, un poco de pajuzo sucio, algunas ramas secas, heno en el pesebre.

Juan está contento y habla consigo mismo:

–                 Al menos…

¡Aquí lo Oiré…!

Y…

Morimos juntos o lo salvo.

Luego, suspirando dice:

–               ¡Nació aquí!

¡Viene aquí a llorar su dolor…!

Y…

Levantando los brazos y su cara hacia arriba, con las palmas de las manos abiertas, implora:

«¡Ah, eterno Dios, salva a tu Cristo!

¡Ah, Dios Eterno!

¡Salva a tu Mesías!

Me tiembla el corazón, ¡Oh! Dios ¡Altísimo!

Porque Él se aísla siempre…

Antes de emprender grandes cosas.

¿Y qué obra grande puede hacer, sino manifestarse como Rey Mesías?

¡Oh! ¡Todas sus palabras están dentro de mí…

Yo soy un muchacho tonto, ignorante y poco es lo que comprendo…

¡Todos comprendemos muy poco!

¡Oh, eterno Padre nuestro!

¡Pero yo tengo miedo!

¡Mucho miedo!…

Porque Él habla de muerte…

¡De una muerte dolorosa…

De Traición…

¡Y de cosas terribles y horrorosas…!

¡Tengo miedo, Dios mío!

Da fuerzas a mi corazón, Eterno Señor.

¡Tengo muchísimo miedo!…

Robustece mi corazón, Señor eterno.

¡Mis piernas flaquean por el terror!…

Fortalece mi corazón de muchachillo…

Como ciertamente fortaleces el de tu Hijo para los futuros acontecimientos…

¡Oh, que yo lo presiento!

¡Para eso ha venido aquí…

Para sentirTe más que nunca y robustecerse con tu Amor.

¡Yo lo imito…

¡Oh Padre Santísimo!

Ámame y haz que te ame;

para tener la fuerza de padecer ¡Todo sin cobardía!…

Para consuelo de tu Hijo.»…

Juan hace una larga oración…

De pie, erguido, con los brazos levantados…

A la luz temblorosa de dos ramas que ha encendido en el elemental hogar.

Ora hasta que el fuego está a punto de apagarse.

Luego se sube al ancho pesebre y se acurruca en el heno.

Envuelto en el manto oscuro, envuelta la gruta en las tinieblas…

Juan se convierte todo él, en una sombra uniformada con la sombra.

Hasta que un primer claror de luna se introduce por la apertura situada al Oriente,

para decir que es plena noche.

Juan ora largamente.

De pie, con los brazos en alto.

Después sube al pesebre y se acurruca entre el heno, envuelto con su manto.

Cansado, se queda dormido.

Su respiración y el chasquido del arroyo, son los únicos rumores en esta noche de Diciembre.

792 El Dios Perseguido

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

538 Jesús, sale expulsado del Templo de Jerusalén.

Jesús se ha retirado con sus apóstoles hacia la Puerta del Rebaño…

Dándoles instrucciones.

Más tarde, Jesús está detrás del Templo, cerca de la puerta del Rebaño, fuera de la ciudad.

Lo acompañan desolados aunque también encorajinados, los apóstoles y los discípulos pastores (menos Leví).

No está ningún otro de los discípulos, que estaban antes en el Templo con Él.

Tienen una controversia.

Es más, se podría decir que no sólo están en desacuerdo entre sí, sino que lo están también con Jesús…

Y de manera especial con Judas de Keriot.

A éste le echan en cara las iras y la violencia de los judíos.

Y lo hacen con mucha mordacidad.

Judas les deja hablar.

Se defiende repitiendo:

–                 Yo hablé con fariseos, escribas y sacerdotes…

Y ni uno de ellos estaba entre la gente.

A Jesús le reprochan el no haber cortado la discusión después de haberla hecho cesar una primera vez.

Y Jesús responde:

–                  Debía completar mi manifestación.

Y también están en desacuerdo respecto a dónde ir, ahora que el sábado está próximo y que son días de fiesta.

Simón Pedro propone ir donde José de Arimatea, puesto que Betania no es lugar para ir a crear incomodidades…

Especialmente después de que Jesús ha declarado que ya no se debe ir allí.

Tomás responde:

–                   No está José.

Y tampoco Nicodemo.

Están fuera.

Por la fiesta.

Los saludé ayer cuando esperábamos a Judas y me lo dijeron.

Mateo propone:

–                A casa de Nique, entonces.

Felipe responde:

–                Está en Jericó por la fiesta.

Santiago de Alfeo interviene:

–                A casa de José de Seforí.

Pedro titubea diciendo:

–                  ¡Mmm!

José…

No le haríamos ningún regalo.

Ha tenido una serie de problemas y…

¡Sí, hombre, lo digo!…

Y…

Venera al Maestro, pero desea la propia paz.

Parece una barca pillada entre dos corrientes opuestas…

Y para mantenerse a flote…

Tiene en cuenta todos los lastres.

Incluso por lo que se refiere al pequeño Marcial…

Tan es así, que se ha quedado muy a gusto pasándoselo a José de Arimatea.

Andrés exclama:

–                  ¡Ah!

¡Por eso ayer estaba con él!

Pedro agrega diciendo:

–                 ¡Ya!…

¡Está muy claro!

Por eso es mejor dejarle recuperar la calma en un puertecito seguro…

¡Por eso es mucho mejor!

¡Ya que la gente no es muy valiente…!

¡Y el Sanedrín da miedo a todos!

Judas de Keriot dice:

–              Te ruego que hables por ti.

Yo no le tengo miedo a nadie.

Bartolomé observa:

–                 Y yo tampoco.

Por defender al Maestro desafiaría a todas las legiones.

Pero nosotros somos nosotros…

Los demás…

Bueno, pues tienen negocios, casas, mujeres, hijas…

Entonces consideran estas cosas.

Y nosotros también las tenemos.

Judas dice:

–                Pero nosotros somos los apóstoles y…

Jesús responde:

–               Y sois iguales que los demás.

No critiquéis a nadie porque la prueba no ha venido todavía.

Extrañado y asombrado, Pedro cuestiona:

–                 ¿No ha venido?…

¿Y qué otras cosas más quieres, después de las que hemos pasado ya?

¡Y habrás visto cómo te he defendido hoy!

Todos te hemos defendido.

¡Pero yo más que ninguno!

¡He abierto paso con unos empujones que habrían botado una barca!…

¡Tengo una idea!

Vamos a Nobe.

¡El anciano se sentirá contento!

Todos aprueban:

–                   ¡¡¡Siií!

¡Sí, sí, a Nobe!

–                 Juan no está.

Haríais el camino en balde.

A Nobe podéis ir,…

Pero no a casa de Juan.

–                ¡¿Podéis?!

¿Y Tú no puedes?

–                 No quiero, Simón de Jonás.

Yo tengo ya dónde ir para estas noches de Encenias.

Pero, fuera de la escena Yo…

Vosotros podéis estar tranquilos en cualquier lugar.

Por eso os digo: id a donde queráis.

Yo os bendigo.

Os recuerdo que estéis unidos, física y espiritualmente.

Sujetos a Pedro, vuestra cabeza;

pero no como a un amo, sino como a un hermano mayor.

En cuanto Leví regrese con mi bolsa, nos separaremos.

Apasionadamente, Pedro exclama:

–                 ¡Eso no, mi Señor!

¡Nunca sucederá que te deje ir Solo!

–                  Siempre sucederá, si Yo lo quiero, Simón de Jonás.

Pero no temas.

No estaré en la ciudad.

Ninguno que no sea ángel o demonio descubrirá mi refugio.

–                Eso es bueno.

Porque hay demasiados demonios que te odian.

¡Te digo que no irás Solo!

–                 También hay ángeles, Simón…

E iré.

–                 ¿Pero a dónde?

¡¿Pero a qué casa, si has rechazado las mejores, por voluntad tuya o por las circunstancias?!

¿Porque…

¡No querrás estar en esta estación del año, en alguna gruta en los montes!

Inclinando la cabeza para esconder los rastros delatores de llanto en los ojos…

En voz baja, casi como si fuera para Sí Mismo,

Jesús responde:

–                ¿Y si así fuera?

Siempre serían menos gélidas que los corazones de los hombres que no me aman…

En ese preciso instante, pues estaba mirando al borde del camino…

Andrés exclama:

–                 ¡Ahí está Leví!

Viene corriendo.

Jesús levanta la cabeza, recuperándose instantáneamente…

Pues es el Padre en Él, quién toma el control…

Diciendo:

–                 Entonces démonos la paz y vamos a separarnos.

Si queréis ir a Nobe, tenéis el tiempo justo antes de la puesta del sol.

Leví llega jadeante, aportando valiosas noticias:

–                Te buscan por todas partes, Maestro…

Me lo han dicho los que te quieren…

Han estado en muchas casas;

especialmente de gente modesta…

Santiago de Zebedeo pregunta:

–                ¿Te han visto?

—                ¡Claro!

Incluso me detuvieron.

Pero yo, que ya estaba al corriente, he dicho: «Voy a Gabaón»

He salido por la puerta de Damasco y he corrido por detrás de las murallas…

JERUSALEM – JAN 08: Arab muslim people at Damascus Gate on Jan 08 2005.It is the main entrance to the Old City of Jerusalem and the Muslim quarter.

No he mentido, Señor, porque yo y éstos vamos a Gabaón después del sábado.

Esta noche estaremos en los campos de la ciudad de David…

Mirando a Jesús con sonrisa de ángel en su rostro viril y barbado;

una sonrisa que le pone de nuevo las facciones de niño de la noche lejana…

Agrega con ensoñación:

«Son días de recuerdos para nosotros…»

Jesús responde:

–               De acuerdo.

Vosotros podéis marcharos.

Y también vosotros.

Yo también me voy.

Iremos cada uno por su camino.

Me precederéis en el pueblo de Salomón, donde estaré dentro de pocos días.

Y antes de dejaros os repito las palabras que os dije antes de enviaros de dos en dos por las ciudades:

«Id, predicad, anunciad que el Reino de los Cielos está muy cercano.

Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos;

resucitad a los muertos del espíritu y de la carne imponiendo en mi Nombre la resurrección del espíritu;

la búsqueda de Mí que es vida, o la resurrección de la muerte.

Y no os ensoberbezcáis de lo que hacéis.

Evitad las controversias entre vosotros y con quien no nos ama.

No exijáis nada por lo que hagáis.

Preferid ir a las ovejas perdidas de la casa de Israel antes que a gentiles y samaritanos;

esto no por repulsa, sino porque no estáis todavía al nivel de poder convertirlos.

Dad lo que tenéis sin preocuparos del mañana.

Haced todo lo que me habéis visto hacer a Mí…

Y con el mismo espíritu mío.

Mirad, os doy el Poder de hacer lo que Yo hago y que quiero que hagáis para que Dios sea glorificado».

Espira su aliento sobre ellos y luego, uno a uno, los besa y los despide.

Todos se marchan sin ganas, volviéndose varias veces.

Él los saluda con la mano hasta que ve que todos se han ido,

Luego, se separa de ellos y…

Solo, avanza descendiendo hacia el lecho del Cedrón, entre densos matorrales…

Luego se sienta en una piedra en la orilla del agua que corre borbollando.

Enseguida se desnuda, dejando sus ropas sobre unas rocas…

Bebe esta agua clara y sin duda, gélida.

Se lava la cara, las manos, los pies.

Luego, vestido completamente de nuevo, vuelve a sentarse.

Piensa…

Y no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor…

Concretamente de que el apóstol Juan, que estando ya lejos con los compañeros;

ha regresado solo y como Él, se oculta ahora tras un tupido matorral…

Jesús está allí un rato.

Luego se levanta, se pone la bolsa en bandolera y orillando el Cedrón entre las matas, llega al pozo de En Ro-gel…

Para cortar luego hacia el sudoeste hasta tomar el camino que lleva a Belén.

Y Juan, a unos cien pasos más atrás, lo sigue todo arrebujado en su manto para no ser reconocido.

Avanzan…

Van y van por los caminos desnudos a causa del invierno:

Jesús, con su paso largo, devora e1 camino…

Juan lo sigue con dificultad, incluso porque debe tener cautela para no ser descubierto.

Dos veces Jesús se detiene y se vuelve.

La primera, al pasar junto al pequeño collado a donde Judas fue a hablar con Caifás y compañeros.

La segunda, junto a un pozo.

Allí se sienta…

Come unos bocados a un poco de pan y luego bebe del ánfora de un hombre.

Reanuda su camino mientras el sol baja, lentamente sobre el horizonte…

791 El Dios Único y Trino

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

537d En el Templo en la fiesta de la Dedicación. Jesús se manifiesta a los judíos, que intentan apedrearle.  

Jesús está hablando en el Pórtico de los Gentiles:

«Porque es la Naturaleza Divina igual.

Yo y el Padre somos una sola cosa…

En verdad, en verdad os digo:

Aquí en la Casa de mí Padre, proclamo que Soy más que un profeta…

Yo y el Padre somos Uno.

El griterío de los judíos retumba en el Templo…

Un coro escandalizado y generalizado los delata:

–                       ¡Aaah!

–                       ¡Horror!

–                       ¡Blasfemia!

–                       ¡Anatema!…

Es un aullido atronador que retumba por todo el Templo.

Y una vez más las piedras usadas por los cambistas y por los vendedores de ganado para mantener estables sus recintos,

son el abastecimiento de los que buscan armas adecuadas para agredir.

Pero Jesús se yergue con los brazos cruzados sobre el pecho.

Se ha subido encima de un banco de piedra para ser más alto de lo que ya es…

Y para ser más visible.

Y desde allí los domina con los rayos de sus ojos de zafiro.

Domina y fulgura.

Es tan majestuoso…

Que los paraliza.

En lugar de lanzarle las piedras, las dejan caer a un lado o las conservan en las manos…

Pero ya sin la audacia de lanzarlas contra Él.

Ninguno se atreve a arrojárselas.

Los gritos también mueren en un estado de turbación extraño.

Es verdaderamente Dios Quién mira en Cristo.

Y, cuando Dios refulge así…

En la Mirada de Jesús…

Hasta el hombre más arrogante y más protervo, se empequeñece y amedrenta.

Y es inevitable pensar en qué misterio se oculta, en que los judíos hayan podido manifestarse tan fieros el día de Viernes Santo…

La única respuesta es que la aniquilación de Dios fue tan absoluta,

que sólo la posesión diabólica perfecta, los hizo capaces de torturar al Dios Encarnado…

Qué misterio, en la ausencia de este poder de dominación en Cristo en aquel día.

Verdaderamente era la Hora de las Tinieblas…

La Hora de Satanás…

Y sólo ellos reinaban.

La Divinidad, la Paternidad de Dios había abandonado a su Cristo.

Y Él no era nada más que la Víctima…

Jesús está así unos minutos.

Luego sigue hablando a esta turba vendida y vil, que ha perdido toda prepotencia con sólo haber visto un destello divino…

Jesús los cuestiona:

–              ¿Y entonces?…

¿Qué queréis hacer?

Me preguntasteis Quién Soy.

Os lo he dicho…

Y os habéis puesto furiosos.

Os recordaré las obras buenas que brotan de mi Padre y que he realizado con el  Poder que me viene de Él.

¿Por cuál de estas obras me queréis apedrear?

¿Por haber enseñado la Justicia?

¿Por haber traído a los hombres la Buena Nueva?

¿Por haber venido a invitaros al Reino de Dios?

¿Por haber curado a vuestros enfermos…

Devolviendo la vista a vuestros ciegos, dado movimiento a los paralíticos, palabra a los mudos?

¿Por haber dado libertad a los poseídos;

resucitado, dando vida a los muertos;

haber hecho el bien a los pobres;

perdonado a los pecadores?

¿Amado a todos, incluso a los que me odian;

a vosotros y a quienes os envió?

¿Por cuál pues de estas obras me queréis apedrear?

Los judíos responden:

–           No es por las buenas obras que has hecho, que te queremos lapidar.

Sino por tu blasfemia;

porque Tú siendo Hombre, te haces Dios.

–           ¿No está escrito en vuestra Ley (Salmo 82, 6)

(Santo Tomás de Aquino define al hombre como«un infinito en potencia»,

precisamente porque está ordenado a hacerse lo más que pueda ‘parecido a Dios y a Dios semejante»)

«vosotros sois dioses e hijos del Altísimo»?

Ahora bien, si Dios a aquellos a quienes habló llamó «dioses«, dando un mandato:

El de vivir de manera que la semejanza y la imagen respecto a Dios, que están en el hombre,

aparezcan en modo manifiesto y que el hombre no sea ni demonio ni bruto.

Si la Escritura llama «dioses» a los hombres;

la Escritura, que ha sido enteramente inspirada por Dios…

Y por tanto no puede ser modificada ni anulada según el gusto y el interés del hombre…

Entonces ¿Por qué me decís que blasfemo?

Yo, por el Padre consagrado y enviado al mundo, porque digo:

«Soy Hijo de Dios»

Si no hiciera las Obras de mi Padre, tendríais razón en no creer en Mí.

Pero las hago.

Vosotros sois quienes no queréis creer en Mí.

Creed por lo menos en estas obras, para que sepáis y reconozcáis que el Padre está en Mí y Yo en Él.

La tormenta de gritos y violencias empieza de nuevo…

Y más fuerte que antes.

Es un huracán cuyo rugido, sube y baja como el oleaje de un mar embravecido…

Que tiene una respuesta tan enconada como inesperada…

Saliendo de sus escondites…

En las terrazas del Templo, se hacen presentes los sacerdotes, escribas, saduceos y fariseos;

son muchas las voces de los que graznan enfurecidos:

–                ¡Apoderaos de ese Blasfemo!

–                ¡Su culpa ya es pública!

–                ¡Todos hemos oído!

–                ¡Muerte al blasfemo que se  proclama Dios!

–               ¡Dadle el mismo castigo que al hijo de Selomit de Di-brí! (Levítico 24, 10-23)

–               ¡Que sea sacado de la ciudad y lapidado!

–               ¡Es derecho nuestro!

–               ¡Llévenlo fuera de la ciudad y lapídenlo!

–               Porque escrito está: “El blasfemo es reo de muerte”

Las incitaciones de los jefes agudizan la ira de los judíos.

Los judíos intentan apoderarse de Jesús, llevándolo atado.

Para entregarlo a los guardias y los magistrados…

Que ya están viniendo, acompañados por la guardia del Templo.

Pero más rápidos que ellos, son una vez más los legionarios…

Pues saliendo del cuartel, intervienen inmediatamente con una cargada militar;

dada por la alerta de los que vigilaban desde la Torre Antonia…

Y seguían atentos el tumulto.

Saliendo del cuartel ya preparados, vienen hacia el lugar donde se grita.

Y no guardan respeto a ninguno.

Las astas de las lanzas maniobran debidamente en cabezas y espaldas.

Y se incitan unos a otros a aplicarse contra los judíos…

Diciendo agudezas o profiriendo insultos:

–              ¡A la caseta, perros!

–              ¡Dejad paso!

–              ¡Pégale fuerte a aquel tiñoso, Licinio!

–               ¡Fuera!

–               ¡El miedo os hace oler peor que nunca!

–               ¿Pero qué coméis, cuervajos, para apestar así?

–               Tienes razón, Baso.

Se purifican pero apestan.

–                ¡Mira aquel narigudo!

–                 ¡A la pared!

–                ¡A la pared, que tomamos los nombres!

–               Y vosotros, avestruces, bajad de allá arriba.

–                 Total…

Os conocemos.

–                 Buen informe va a tener que escribir el Centurión para el Gobernador.

El oficial romano ordena:

–               ¡No!

A ése déjalo.

El centurión explica:

–                Es un apóstol del Rabí.

¿No ves que tiene aspecto de hombre y no de chacal?

Otro más grita:

–                 ¡Mira!

–                ¡Mira cómo huyen por aquella parte!

–                 ¡Déjalos que se vayan!

–                 ¡Para tenerlos convencidos habría que clavarlos a todos en las astas!

¡Sólo así los tendríamos doblegados!

–              ¡Ojalá fuera mañana!

–                ¡Aaah!

¡Pero tú estás atrapado y no te escapas!

–                 ¡Te he visto, eh!

La primera piedra ha sido la tuya.

–                 Responderás de haberle dado a un soldado de Roma.

–                 También de esto:

Nos ha maldecido imprecando contra las enseñas.

–                   ¿Ah, sí?

¿Verdaderamente?

–                    Ven, que vamos a enamorarte de ellas en nuestras mazmorras…

Y así, cargando y escarneciendo;

prendiendo a algunos, poniendo en fuga a otros…

Los legionarios despejan el vasto patio.

Pero sólo cuando los judíos ven arrestar realmente a dos de ellos, se revelan como lo que realmente son:

Viles, viles, viles…

Huyen chillando como una bandada de pollos que ve colarse al gavilán…

O se arrojan a los pies de los soldados para suplicar piedad…

Con un servilismo y una adulación nauseabundos.

Un suboficial, a cuyas pantorrillas se agarra un viejo lleno de arrugas, uno de los más apasionados adversarios contra Jesús;

Llamandolo «magnánimo y justo»…

se libera de éste con un vigoroso empujón, que manda al judío rodando tres pasos más atrás…

Y grita:

–                ¡Vete, viejo zorro tiñoso!

Y hablando con un compañero, enseñando la pantorrilla,

señalando:

–                Tienen uñas de zorro y baba de serpiente.

¡Mira esto!

¡Por Júpiter Máximo!

¡Voy inmediatamente a las Thermas para quitarme las señales de ese viejo baboso!

Y realmente se marcha irritado, con su pantorrilla arañada.

Mientras tanto, Jesús se marchado aprovechando el alboroto y la confusión.

Los primos de Jesús Tadeo y Santiago, junto con Tomás y los discípulos pastores, abriéndose paso a la fuerza…

Con todo mundo alarmado por la intervención de los romanos y corriendo desde el Pórtico de los gentiles…

Logran pasar desapercibidos en la distracción generalizada.

El grupo protector, luchando por alejarse del tumulto y a la véz protegiendo a su Maestro, logran su objetivo…

Salen por la Puerta del Rebaño…

Mientras dentro del Templo los militares…

apresando a unos y poniendo en fuga a otros…

Muy pronto los romanos acaban rápido con la confusión.

Finalmente sólo ha quedado el último correteo de los pérfidos judíos;

que tratan de alejarse en una u otra dirección para substraerse a la captura y al reconocimiento por parte de los legionarios…

Que verdaderamente están gozando de una fiesta al poder cargar fuerte sobre los hebreos,

para resarcirse de todo el odio con que saben que son…

Remunerados.

790 Yo y el Padre Somos Uno

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

537c En el Templo en la fiesta de la Dedicación. 

En esta mañana fría de Invierno, adentro del Templo de Jerusalén se está celebrando la Hanukka…

Jesús está hablando a un grupo de judíos, en el Pórtico de los Gentiles:

Jesús se detiene por un momento.

Deja de hablar por unos instantes…

Clava su mirada en un judío que tiene la cabeza inclinada;

está cabizbajo y pensativo…

Jesús lo señala diciendo:

–            Lo que tú estás pensando…

Tú que llevas la túnica color de la uva madura, te estás preguntando si también Satanás tiene un fin bueno.

No quieras ser un necio enemigo mío, poniéndote en contra de Mí.

Y no busques error en mis palabras…

Te respondo:

Que Satanás no es obra de Dios;

sino de la libre voluntad del Ángel Rebelde.

Dios lo hizo un ministro glorioso suyo y lo creó para un fin bueno…

Pero Dios que ama a las criaturas, les ha concedido la Libertad de Arbitrio, para que por ella se perfeccionen en la virtud…

Y se hagan así, más semejantes a Él.

Su Padre…

El hombre lo mira sorprendido, pero no replica nada.

Señalando a otro judío que está presente en el grupo,

Jesús agrega:

–               Y tú, que estás pensando así…

Mira ahora tú, hablando con tu ‘yo’, dices:

«Entonces Dios es estúpido, porque había donado la gloria a un futuro rebelde y confiado sus deseos a un desobediente»

Te respondo:

«Dios no es estúpido, sino perfecto en sus acciones y pensamientos.

Es el Perfectísimo.

Las criaturas, incluso las más perfectas, son imperfectas.

Siempre en ellas hay un punto de inferioridad respecto a Dios.

Pero Dios que las ama, ha concedido a las criaturas la libertad de arbitrio;

para que a través de ella la criatura se complete en las virtudes…

Y se haga por tanto, más semejante a su Dios y Padre»

Y te digo más a tí, escarnecedor y astuto buscador del pecado en mis palabras:

Que del Mal, que se forma voluntariamente, Dios todavía saca un fin bueno:

El de servir, para hacer a los hombres poseedores de una gloria merecida.

«Las victorias sobre el Mal, son la corona de los elegidos.

Si el Mal no pudiese crear una consecuencia buena, para aquellos que tienen buena voluntad;

Dios lo hubiese destruido…»

Porque nada de lo que hay en la Creación debe estar totalmente privado de incentivo o consecuencia buenos.

¿No contestas?

¿Te resulta duro deber proclamar, que he leído tu corazón…

Y que he vencido las deducciones injustificadas de tu pensamiento tortuoso?

No voy a forzarte a hacerlo.

Te dejo en tu soberbia en presencia de muchos.

No reclamo que me proclames victorioso.

Pero cuando estés solo con estos que te asemejan…

Y con los que os han enviado;

entonces, confiesa que Jesús de Nazaret leyó los pensamientos de tu mente…

templo fariseos

Y te estranguló las objeciones en la garganta sin más arma que su Palabra de verdad.

Pero vamos a dejar esta interrupción personal y a volver a los muchos que me escuchan.

Si siquiera de tantos como estáis aquí…

Uno sólo, por mis palabras, convirtiera su espíritu a la Luz;

resultaría recompensada mi fatiga por hablar a piedras…

Es más, a sepulcros llenos de víboras.

Estaba diciendo que los que me aman me han reconocido como Pastor por mis palabras y mis obras.

Pero vosotros no creéis.

No podéis creer, porque no sois de mis ovejas.

Mis ovejas reconocen mi Voz…

fondo templo pastor

¿Qué sois vosotros?

Os lo pregunto.

Preguntáoslo en lo íntimo del corazón.

No sois estúpidos.

Podéis conoceros conforme a lo que sóis.

Vosotros no comprendéis lo que es en verdad conocer mi Voz.

Es no abrigar dudas sobre su Origen.

Y distinguirla entre otras mil voces de falsos profetas, como verdadera voz venida del Cielo.

Ahora y siempre, incluso entre los que se creen.

Y en parte lo son, seguidores de la Sabiduría;

habrá muchos que no sabrán distinguir mi Voz de otras voces que hablarán de Dios, más o menos con justicia;

pero que serán, todas, inferiores a la mía…

Un judío, con el tono despreciativo con que hablaría a un deficiente mental…incredulo9

Objeta:

–              Dices siempre que pronto te vas a ir…

¿Y ahora pretendes decir que siempre hablarás?

Si te marchas, ya no hablarás.

Jesús, que ha manifestado un acento severo solamente cuando ha hablado al principio a los judíos…

Y después cuando ha respondido a las burlonas objeciones interiores de los judíos que señalara primero…

Regresa a su dulzura habitual y responde con su tono paciente y afligido:

–                Hablaré siempre…

Para que el mundo no se haga todo él idólatra.

Y hablaré a los míos, elegidos para que os repitan mis palabras.

El Espíritu de Dios hablará…

Y comprenderán aquello que ni siquiera los sabios sabrán comprender.

Porque los estudiosos estudiarán la palabra, la frase, el modo, el lugar, el cómo;

el instrumento a través de los cuales la Palabra habla…

Mientras que mis elegidos no se abstraerán en estos estudios inútiles;

antes bien, me escucharán embargados en el Amor.

Y comprenderán, porque será el Amor el que hable.

Distinguirán las adornadas páginas de los doctos o las engañosas de los falsos profetas;

de los rabíes de hipocresía, que enseñan doctrinas inficionadas…

O enseñan lo que ellos no practican;

de las palabras sencillas, verdaderas, profundas que de Mí vendrán.

Pero el mundo los odiará por esto;

porque el mundo me odia a Mí-Luz y odia a los hijos de la Luz;

el tenebroso mundo que desea las tinieblas propicias para pecar.

Mis ovejas me conocen y me conocerán…

Y me seguirán siempre;

incluso por los caminos de sangre y dolor que Yo recorreré a la cabeza y ellas recorrerán después de Mí.

Los caminos que llevan las almas a la Sabiduría.

Los caminos hechos luminosos por la sangre y el llanto de los perseguidos por enseñar la justicia;

caminos hechos 1uminosos para que resalten en la calígine de los humos del mundo y de Satanás.

Siendo como estelas de estrellas para guiar a quienes buscan el Camino, la Verdad, la Vida.

Y no hallan a nadie que hacia ellos los guíe.

Porque de esto tienen necesidad las almas:

De alguien que las conduzca a la Vida, a la Verdad, al Camino bueno.

Dios es compasivo para con las almas que buscan y no encuentran, no por culpa propia;

sino por desidia de los pastores ídolos.

Dios es compasivo para con aquellas almas que abandonadas a sí mismas, se extravían y son acogidas por ministros de Lucifer…

Que están preparados para acoger a los extraviados y hacer de ellos prosélitos de sus doctrinas.

Dios es compasivo para con aquellos que caen en el engaño, por el simple hecho de que los rabíes de Dios;

los llamados rabíes de Dios, se han desinteresado de ellos.

Dios se muestra compasivo con todos estos que caminan hacia el desaliento, las brumas, la muerte;

por culpa de los falsos maestros, que de maestros no tienen más que las vestiduras y el orgullo de que así los llamen.

Y para estas pobres almas…

De la misma forma que envió a los profetas para su pueblo;

de la misma forma que me ha enviado a Mí para el mundo entero;

pues, después de Mí,

enviará a los servidores de la Palabra, de la Verdad y del Amor, para repetir mis palabras.

Porque son mis palabras las que dan la Vida.

De manera que mis ovejas de ahora y del futuro, tendrán la Vida que Yo les doy a través de mi Palabra;

que es Vida eterna para quien la acoge.

Y no perecerán nunca…

Porque nadie podrá arrancarlas de mis manos.

Un judío responde con ira:

–              Nosotros no hemos rechazado nunca las palabras de los verdaderos profetas.

Hemos respetado siempre a Juan, que ha sido el último profeta…

Y sus compañeros le hacen coro.

Jesús responde:

–               Murió a tiempo para no despertar vuestro odio y ser perseguido también por vosotros.

Si estuviera todavía entre los vivos, el «no es lícito», dicho por un incesto carnal…

18. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Marcos 6

Os lo diría también a vosotros, que cometéis adulterio espiritual fornicando con Satanás contra Dios.

Y lo mataríais…

De la misma manera que abrigáis la intención de matarme a Mí.

Furiosos, los judíos se mueven como abejas, prontas a picar.

Dispuestos a agredir.

Fastidiados de fingirse buenos.

Cansados de manifestarse mansos…

Jesús no se preocupa de ello.

Levanta su voz para dominar el avispero…

El broncíneo tintineo repica, cuando para aplacar el tumulto,

grita:

–            Me preguntasteis quien Soy Yo…

¡Hipócritas!

Dijisteis que era porque queríais saberlo para estar seguros…

¡¿Y ahora decís que Juan fue el último profeta?!

¡Bocas mentirosas!

Dos veces os condenáis por pecado de embuste:

Una, porque decís que no habéis rechazado nunca las palabras de los verdaderos profetas.

La otra, porque, diciendo que Juan es el último profeta y que creéis en los verdaderos profetas;

excluís que Yo sea también profeta, al menos profeta, y profeta verdadero.

¡Corazones de engaño!

Yo tengo lo que mi Padre me ha dado.

Lo que mi Padre me ha dado es más precioso que todo y que todos,

porque es algo en que ni la voluntad ni el poder de los hombres, pueden meter las manos rapaces.

Yo tengo lo que Dios me ha dado y que, aun estando en Mí, está siempre en Dios.

Y nadie puede arrebatarlo de las manos del Padre mío, ni a Mí…

Porque es la Naturaleza Divina igual.

Yo y el Padre somos una sola cosa…

En verdad, en verdad os digo:

Aquí en la Casa de mí Padre, proclamo que Soy más que un profeta…

Yo y el Padre Somos Uno.

789 La Mala voluntad

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

537b En el Templo en la fiesta de la Dedicación.  

Después de la liberación a la jovencita, Jesús ha regresado al Pórtico de los Gentiles;

al mismo lugar donde estaba anteriormente.

Un grupo de judíos está pidiendo a Jesús que les instruya.

Jesús les dice:

–          Hace tres años que lo estoy haciendo…

Y vosotros estáis cada vez más en las tinieblas porque rechazáis la Luz.

El hombre responde:

–          Es verdad.

Tal vez lo sea.

Pero lo que fue en el pasado, no quiere decir que suceda en el porvenir…

¿Y qué?

Tú que tienes piedad de los publicanos y de las prostitutas;

que absuelves a los pecadores…

¿No vas a tener piedad de nosotros…

Sólo porque somos de dura cerviz y aunque nos esforzamos…

Nos cuesta comprender lo que Eres?

–          No es que os esforcéis.

Es que no queréis comprender.

No sería culpa alguna, el que fuerais unos idiotas.

Dios tiene muchas luces que alumbran aún la inteligencia más cerrada;

pueden iluminar el intelecto más obtuso…

Obtuso, pero lleno de buena voluntad.

Ésto es lo que os falta.

La que tenéis es opuesta.

Por eso no comprendéis Quién Soy Yo.

–            Será como dices.

Ya ves que somos humildes.

Pero te rogamos en nombre de Dios, responde a nuestras preguntas;

Si eres el Cristo, dínoslo abiertamente…

No nos tengas más tiempo a la expectativa.

¿Hasta cuándo nuestro corazón debe estar en la incertidumbre?

Si Eres el Mesías…

¡Dínoslo claramente!

–              Os lo he dicho.

Os lo he dicho en las casas, en las plazas, por los caminos, en los pueblos;

en los montes, en las orillas de los ríos, frente al mar…

Y no creéis.

O frente a los desiertos;

en el Templo, en las sinagogas, en los mercados…

Y vosotros no creéis en mis palabras.

No hay lugar en Israel que no haya escuchado mi Voz.

Hasta los lugares que abusivamente llevan el nombre de Israel desde hace siglos, pero que están separados del Templo;

hasta los lugares que han dado el nombre a esta tierra nuestra;

pero que de dominadores se transformaron en dominados…

Y que nunca se liberaron completamente de sus errores para venir a la Verdad.

Hasta la Siro-Fenicia, que los rabinos esquivan como tierra de pecado…

Hasta ellos evitados como peste por los rabíes…

Han oído mi Voz…

Han conocido mi Ser y saben lo que Soy.

He hecho obras y a mis obras no habéis dirigido vuestra mente con espíritu bueno.

Si lo hubierais hecho, con una intención recta de cercioraros acerca de Mí…

Habríais llegado a la Fe…

Porque las obras que hago en el nombre del Padre mío, dan testimonio de Mí.

Los de buena voluntad, que me han seguido…

Porque me han reconocido como Pastor;

han creído en mis palabras y en el testimonio que dan mis obras.

Y vosotros no creéis en mis palabras.

No hay lugar en Israel que no haya escuchado mi Voz.

¿Qué sois vosotros?

Os lo pregunto.

Preguntáoslo en lo íntimo del corazón.

No sois estúpidos.

Podéis conoceros conforme a lo que sois.

Basta con que escuchéis la voz de vuestra alma…

Que no se siente tranquila de seguir ofendiendo al Hijo de Aquel que la ha creado.

Vosotros, aun conociendo lo que sois, no lo diréis.

Porque no sois humildes ni sinceros.

Pues Yo os voy a decir lo que sois.

Sois en parte lobos, en parte chivos salvajes.

Pero ninguno de vosotros, a pesar de la piel de cordero que lleváis para aparentar que lo sois, es verdadero cordero.

Bajo la lana blanda y blanca…

Tenéis todos colores chillones, cuernos puntiagudos, colmillos de cabro o garras de fiera.

Queréis seguir siendo eso, porque os complace serlo.

Y soñáis con la crueldad y la rebelión.

Por eso no me podéis amar y no podéis seguirMe ni comprenderMe.

Si entráis en el rebaño…

Es para producir daños, para causar dolor o introducir el desorden.

Mis ovejas tienen miedo de vosotros.

Si fueran como vosotros, os deberían odiar.

Pero ellos no saben odiar.

Son los corderos del Príncipe de paz, del Maestro de amor, del Pastor misericordioso.

Y no saben odiar.

No os odiarán nunca, como Yo no os odiaré nunca.

Os dejo a vosotros el odio;

que es el mal fruto de la ternaria concupiscencia con el «yo» desenfrenado en el animal hombre,

que vive olvidado de que es también espíritu, además de carne.

Yo me quedo con lo que es mío:

EL AMOR.

Y es esto lo que comunico a mis corderos y os ofrezco también a vosotros, para haceros buenos.

Si os hicierais buenos, me comprenderíais y entraríais a formar parte de mi rebaño,

siendo semejantes a los otros que ya están en él.

Nos amaríamos.

Yo y mis ovejas nos amamos.

Me escuchan, reconocen mi Voz…

El hombre, porfiadamente repite:

–              Si Eres el Mesías…

¡Dínoslo claramente!

–             ¿Qué?

¿Acaso creéis que lo que Yo hago no tiene un fin útil para vosotros, útil para todas las criaturas?

Desencantaos.

No penséis que lo útil está en la salud que una persona recupera por mi poder.

O en la liberación de uno u otro de la posesión o del pecado.

Esta es una utilidad circunscrita al individuo.

Demasiado poco para ser la única utilidad, respecto a la potencia que se desprende…

Y respecto a la fuente de donde se desprende, que es sobrenatural;

más que sobre-natural: DIVINA.

He realizado cosas a las que no habéis prestado un corazón generoso.

Si lo hubierais hecho con espíritu sincero, habríais llegado a creer en Mí.

Hay una utilidad colectiva de las obras que realizo.

La utilidad de eliminar toda duda de los que titubean…

La de convencer a los contrarios;

además de robustecer cada vez más, la Fe de los que creen.

Para esta utilidad colectiva, en favor de todos los hombres, presentes y futuros…

Porque mis obras darán testimonio de Mí, a los que vendrán después y los convencerán en lo que se refiere a Mí.

Mi Padre me dio el Poder de hacer lo que hago.

En las obras de Dios, nada se hace sin un fin bueno.

Recordadlo siempre.

Meditad sobre esta verdad…

788 Quién Es el Mesías

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

537a En el Templo en la fiesta de la Dedicación.  

Después de la liberación a la jovencita Jesús ha regresado al Pórtico de los Gentiles,

al mismo lugar donde estaba anteriormente.

Los apóstoles y discípulos comentan sobre lo sucedido…

Pedro dice:

–             ¿Has visto Señor, que muchos judíos llegaron por detrás de nosotros?

He reconocido a algunos de ellos…

¡Ahí están!

Son los que nos espiaban antes.

Mira cómo disputan entre sí…

Tomás propone:

–              Tal vez están estableciendo en quién de ellos ha entrado el diablo.

También está Nahúm el hombre de confianza de Annás.

Reune todas las condiciones…

Es un tipo que se lo merece.

Andrés, cascando los dientes, confirma:

–            Sí.

Tienes razón.

Tú no has visto, porque todo sucedió a tu espalda…

Y estabas mirando a otra parte…

Pero el fuego se dejó ver sobre su cabeza.

Yo estaba cerca de él.

¡He sentido un miedo!…

Mateo explica:

–          Realmente ellos estaban todos juntos.

Pero yo he visto el fuego abrirse encima y lo vi que se cernía sobre nosotros.

Pensé que íbamos a morir…

Temblé, más bien por el Maestro.

Parecía como si estuviera justamente suspendido sobre su cabeza…

Leví, el discípulo pastor, objeta:

–           ¡No, hombre!

Yo lo vi salir de la jovencita…

Y estallar, sobre la muralla del Templo.

Jesús dice:

–            No discutáis entre vosotros.

El fuego no ha indicado una cosa, ni la otra.

Tampoco señaló a nadie.

Fue solo el signo de que el Demonio había huido.

Andrés replica:

–           Pero dijo que no se iría lejos…

–           Palabras de demonio.

¿Quién les hace caso?

No hay que escucharlas.

Alabemos más bien al Altísimo por estos tres hijos de Abraham, curados en su cuerpo y en su alma…

Mientras tanto muchos judíos se acercan y rodean a Jesús.

Ninguno es miembro del Templo.

No hay entre ellos fariseos, saduceos, escribas o sacerdotes, ni siquiera uno…

Uno de ellos, claramente confiesa:

–            ¡Grandes cosas has hecho en esta mañana!

Obras verdaderamente dignas de un Gran Profeta.

¡Los espíritus de los Abismos han dicho de Ti, cosas grandiosas!

Pero no pueden aceptarse sus palabras, si la tuya no las confirma…

¡¡¡Esas palabras nos estremecieron en todo nuestro ser!!!

Estamos temblando de terror por ellas…

Pero también tenemos miedo de un gran engaño;

porque se sabe que Belcebú es un espíritu mentiroso, que está lleno de falsedad.

No quisiéramos equivocarnos ni ser engañados.

belcebu

Dinos pues, ¿Quién Eres?

Dínoslo con tu propia boca, que respira Verdad y Rectitud.

Jesús responde:

–             ¿No os lo he dicho tantas veces?

Hace ya casi tres años que os lo vengo diciendo.

Antes de Mí, os lo dijo Juan de Zacarías, en el Jordán.

Y la Voz de Dios se oyó en los Cielos…

–             Es verdad…

Tienes razón.

Pero nosotros no estuvimos esas veces.

Nosotros…

Tú, que eres justo, debes comprender nuestra congoja.

Quisiéramos creer en Tí como Mesías.

Tú eres un hombre recto.

Debes comprender nuestras ansias.

Porque ya demasiadas veces el pueblo de Dios ha sido engañado por falsos Cristos.

Compréndenos…

Han venido muchos Mesías falsos, queriendo engañar…

Consuela nuestra confusión.

Consuela con una palabra segura nuestro corazón, que tiene esperanza y que espera…

Que espera oír una palabra de seguridad…

Y te adoraremos.

Jesús los mira severamente.

Sus ojos parecen perforar las carnes, atravesar sus cuerpos, desnudar sus almas…

Dejando al descubierto sus corazones…

Luego dice:

–              En verdad, muchas veces los hombres saben decir mentiras mejor que Satanás.

No.

Vosotros no me adoraréis…

Jamás.

Dijera lo que os dijera.

Y aunque llegarais a hacerlo…

¿A quién adoraríais?

–            ¿A quién?

¡A nuestro Mesías!

–           ¿Seríais capaces?

¿Llegaréis a hacerlo?

¿Quién es para vosotros el Mesías?

Responded, para que sepa cuánto valéis.

–            ¿El Mesías?

Pues el Mesías es Aquel que por órdenes de Dios reunirá al Israel disperso…

Lo convertirá en un pueblo victorioso…

Bajo cuyo cetro, estará el Mundo.

Será un Pueblo triunfante sobre todo poder existente…

¿Acaso, es qué Tú no sabes lo que es el Mesías?

–           Lo sé.

Como también vosotros lo sabéis y NO lo sabéis.

El Mesías hará de Israel, la nación Reina del Mundo.

–          Así es.

Dios lo ha prometido.

Toda venganza, toda gloria, toda reivindicación…

Vendrán del Mesías prometido.

El Mesías nos vengará.

Nos hará victoriosos y gloriosos.

Nos devolverá nuestros derechos completos…

TODO vendrá con el Mesías Prometido.

Jesús sentencia:

-–          Escrito está: “No adorarás a otro que no sea el Señor Dios tuyo”

¿Cómo podréis adorarMe, si en Mí sólo podéis ver al Hombre-Mesías?

–            ¿Y qué otra cosa podemos ver en Ti?

–            ¡¡¡¿Qué, qué?!!!…

¿Y con estos sentimientos habéis venido a preguntarme?

¡Raza de víboras taimadas, engañosas y venenosas!

Sois hasta sacrílegos.

Porque si en Mí no podéis ver otra cosa más que el Mesías Humano…

Y me adoráseis.

¡Sois unos idólatras!

Solo a Dios de le debe la adoración.Yahveh

En verdad os digo una vez más, que El que os está hablando ES mucho MÁS…

Que el Mesías que os figuráis con una Misión…

Con las tareas, palacios y poderes, que solo vosotros, faltos de espíritu y sabiduría…

Os habéis inventado y os imagináis.

El Mesías no viene a dar a su Pueblo, un reino como el que creéis…

No ha venido a ejercer venganzas sobre otros poderosos.

Su Reino no es de este Mundo.

Su Poder sobrepuja cualquier otro poder del mundo, que siempre es limitado.

El hombre dice:

–          Nos mortificas, Maestro.

Nos sentimos humillados…

Si eres Maestro y nosotros somos ignorantes…

¿Por qué no quieres instruirnos?

–          Hace tres años que lo estoy haciendo…

Y vosotros estáis cada vez más en las tinieblas porque rechazáis la Luz.

–          Es verdad.

Tal vez lo sea.

Pero lo que fue en el pasado, no quiere decir que suceda en el porvenir…

¿Y qué?

Tú que tienes piedad de los publicanos y de las prostitutas;

que absuelves a los pecadores…

¿No vas a tener piedad de nosotros…

Sólo porque somos de dura cerviz y aunque nos esforzamos…

Nos cuesta comprender lo que Eres?

–          No es que os esforcéis.

Es que no queréis comprender.

No sería culpa alguna, el que fuerais unos idiotas.

Dios tiene muchas luces que alumbran aún la inteligencia más cerrada;

pueden iluminar el intelecto más obtuso…

Obtuso, pero lleno de buena voluntad.

Ésto es lo que os falta.

La que tenéis es opuesta.

Por eso no comprendéis Quién Soy Yo.

787 Todo el Infierno en Uno

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

537 En el Templo en la fiesta de la Dedicación.

No es posible estar parados en esta mañana fría y ventosa.

En la cima del Moriah, el viento que viene del norte vuela en dirección nordeste…

Y arremete punzante.

Sopla haciendo ondear los vestidos, poniendo rojos los ojos y las caras por el frío.

Es muy temprano todavía.

En el Templo hay muy poca gente.

Y esto es muy notorio porque dadas las dimensiones del Templo, que para parecer lleno necesita grandes muchedumbres.

Dos o trescientas personas es algo tan minúsculo, que ni siquiera se advierten…

En ese complejo de patios, pórticos, atrios, corredores…

El inmenso Portal de los Paganos parece más amplio y más majestuoso al estar casi vacío.

No obstante, hay gente que guiada por su devoción, han madrugado para la Fiesta de la Dedicación…

Unos pocos han subido al Templo a hacer sus oraciones.

No están los rabíes con sus respectivos grupos de discipulos.

Así que el pórtico parece ser más grande y sobre todo, más digno;

no estando esa concurrencia vociferante y pomposa, que de ordinario lo ocupa.

La ausencia absoluta de rabinos con sus respectivos grupos de alumnos, sorprende también a los apóstoles.

Debe ser algo muy extraño verlo vacío así, porque todos se asombran como de una cosa nueva.

Pedro manifiesta su admiración, llena de recelo.

Arropado como está en un amplio y grueso manto que lo hace parecer más robusto,

Tomás se ríe y le dice:

–           Se habrán encerrado en los salones por temor a perder su voz.

¿Los extrañas?

Pedro replica:

–          ¡Oh, no!

¡Ojala nunca los volviera a ver!

Pero no quisiera que sucediese…

Mi miedo es que..

Y Pedro mira a Judas.

Éste comprende su mirada y dice:

–           De veras que prometieron no molestar más, ni crear más dificultades.

A no ser que el Maestro los escandalice.

No cabe duda de que estarán espiando.

Pero como aquí no se peca, ni se ofende.

Ellos no están…

Pedro lo interrumpe impetuoso:

–             ¡Es mejor así!

Dios te bendiga, muchacho, si has logrado que entren en razón.

Jesús es el único Maestro en el inmenso Patio de los Gentiles.

Camina arriba y abajo…

Hablando con los suyos y con los discípulos que ha encontrado ya, en el recinto del Templo.

Responde a sus objeciones o preguntas…

Aclara puntos que ellos no han sabido explicar, ni a sí mismos ni a los otros.

Vienen dos gentiles, lo miran, se marchan sin decir nada.

Pasan algunos que tienen algún cometido en el Templo, lo miran…

Tampoco dicen nada.

Algún fiel se acerca, saluda, escucha.

Pero son pocos todavía.

En un momento dado, Bartolomé pregunta:

–          ¿Vamos a seguir aquí?

Sonriendo, Santiago de Alfeo dice:

–           Hace frío y no hay nadie.

Pero es agradable estar aquí con tanta paz…

Y volviéndose hacia Jesús agrega:

Maestro, hoy estás justamente en la Casa de tu Padre.

Y como Amo.

Así debió ser el Templo en tiempos de Nehemías…

Y de los reyes sabios y píos.

Señalando hacia el recinto donde moran los sacerdotes…

Pedro dice:

–             Yo sugeriría marcharnos.

Allá nos espían…

–             ¿Quién?

¿Fariseos?

–              No.

Los que pasaron antes y otros más.

Vámonos, Maestro…

Jesús responde:

–              Espero a los enfermos.

Me han visto entrar en la ciudad…

La voz se ha esparcido, sin duda.

Con las horas más calientes vendrán.

Quedémonos al menos, hasta un tercio de la sexta…

Y reanuda su marcha adelante y atrás, para no quedarse parado con ese aire tan crudo.

En efecto, pasado un rato, cuando el sol trata de mitigar los efectos de la tramontana;

viene una mujer con una niña enferma y pide la curación.

Jesús la complace.

La mujer deposita su óbolo a los pies de Jesús,

diciendo:

–             Esto es para otros niños que sufren.

Judas de Keriot recoge las monedas.

Más tarde, en unas angarillas traen a un hombre anciano, enfermo de las piernas.

Y Jesús lo sana.

Luego llega un grupo a pedirle que vaya afuera de la muralla del Templo,

para que arroje el demonio de una niña, cuyos gritos desgarradores se oyen hasta allí dentro.

Jesús va con ellos.

El grupo apostólico camina detrás y salen a la calle que lleva a la ciudad.

Llegan hasta donde está mucha gente reunida…

Alrededor del núcleo del alboroto…

También hay unos extranjeros y todos están apiñados alrededor de los que sujetan a una jovencita;

que babea, forcejea, lucha, hecha espuma por la boca…

Mientras se retuerce gritando obscenidades, que aumentan a medida que Jesús se acerca a ella…

Así como también crece su esfuerzo por liberarse…

De los cuatro hombres jóvenes y fuertes que con mucha dificultad, la tienen sujeta.

Y con los improperios, estallan gritos de reconocimiento del Cristo…

Angustiosas súplicas del espíritu que la tiene poseída para no ser expulsado.

Las palabras se cortan, como ahogadas por otras voces que se intercalaran entre sí…

Al decir:

« ¡Déjame entrar al menos en él!

¡No me mandes allá al Abismo!

¿Por qué nos odias, ¡Oh Jesús! Hijo de Dios?

Otras veces cambian al manifestarse…

Exactamente como si fueran individuos diferentes…

Que son fácilmente diferenciables, aunque salgan de la misma garganta;

porque su tonalidad cambia a sonidos masculinos y femeninos,

en cada frase pronunciada…

Súplicas y verdades que repiten:

–             ¿No te basta con lo que Eres?

–             ¡Largo!

¡No me hagáis ver a este Mald…!

¡Ahggg!

¡Largo! ¡Largo!

¡Eres la causa de nuestra ruina!

¡Sé quién Eres!

¡Eres el Mesías!…

Tú Eres…

Tú eres el Cristo.

Tú Eres…

Otro aceite fuera del de allá arriba, no te ha ungido.

La Potencia del Cielo está sobre Tí y te protege.

¡Te odio!

¡Maldito!

La Fuerza del Cielo te defiende.

¡Te Odio, maldito!

¡No me arrojes!…

¿Por qué nos expulsas a nosotros y no nos aceptas?

O primero se detienen…

¡Márchate!

¡No arrojes sobre nosotros los fuegos del Cielo!

¡Tus ojos!

Cuando se cierren reiremos.

¡Ah! ¡Nooo!

¡Ni siquiera entonces!…

Y luego se prolongan en medio de gritos inhumanos…

¡Tú nos vences!

¡Tú nos vences!

¡Nos vences!

¡Sed malditos Tú y el Padre que te envió!

¡Y también El que procede de Vosotros!

¡Y ES Vosotros!…

¡Aaaaaahhhggg!…

Lamentos que se vuelven espeluznantes y desgarradores…

Como cuando grita:

¡Déjame entrar por lo menos en él!

¡El que está cerca de Ti!

¡No me mandes al Abismo!

¿Por qué nos odias, Jesús Hijo de Dios?

¿No te basta con lo que Eres?

¿Por qué quieres imperar también en nosotros?

No te queremos.

¡No!

¿Por qué has venido a perseguirnos, si hemos renegado de Ti?

¿Por qué nos arrojas y no nos quieres?

¡Mientras sí mantienes cerca de Ti a una Legión de Demonios poderosos en uno solo!

¿No sabes que todo el Infierno está en uno, buscando la manera de hacerte caer?… 

¡Sí!

¡Lo sabes!

¡Déjame aquí por lo menos hasta la hora de…!

¿Por qué quieres mandar también sobre nosotros?

¡No queremos que nos manden!

¿Por qué has venido a perseguirnos, si nosotros te hemos renegado?

Junto con las injurias, salen gritos que reconocen a Jesús…

Y también verdades, repetidas con monotonía:

–               ¡Vete!

¡Que no vea yo a este maldito!

¡Márchate!

¡Fuera!

Causa de nuestra ruina.

¡Largo! ¡Largo!

¡No!

¡No arrojes sobre nosotros los Fuegos del Cielo!

¡Tus ojos!

¡Cuándo estén apagados nos reiremos!…

¡Ah! ¡No!

¡Ni siquiera entonces!…

¡Tú nos vences!

¡Nos vences!

¡Aaaaaah!…

¡Sed malditos Tú y el Padre que te envió y también El que procede de Vosotros!

¡Y ES Vosotros!…

¡Aaaaaahhhggg!…

El grito final es escalofriante.

Verdaderamente aterrador y espeluznante, por su origen sobrenatural…

Resuena brutal, como el de una persona a la que degollaran…

En la que lentamente entrase el hierro homicida.

Y esto se debe a que Jesús…

Después de que muchas veces con su pensamiento, diera órdenes mentales con imperativos divinos;

respondiendo a los lamentos satánicos, expresados a través de las palabras de la poseída…

Y como también les había ordenado que saliesen…

Pero NO le obedecieron…

Pone fin a la argumentación a angélica, tocando con un dedo la frente de la jovencita.

Y el grito termina en una convulsión horrenda…

Hasta que, con un fragor que es parte una carcajada que jamás se había escuchado antes…

Y parte el grito de un animal de pesadilla,…

El Demonio la deja, con un aullido espeluznante…

El grito termina con  una convulsión horrenda.

Al dejarla, lo hace gritando:

–           ¡Pero no me voy lejos!…

Entraré en tu…

Aunque lo defiendas porque es tu…

¡Jaa! ¡Jaaa! ¡Jaaaa!

Muchos corren aterrorizados.

Otros se apiñan aún más, para observar asombrados a la jovencita, que se ha callado y calmado de golpe…

Desfalleciendo entre los brazos de los que la sujetan.

Está así unos instantes…

Luego abre los ojos y sonríe.

Se queda pensativa…

Parece como como si razonara algo en su interior…

Luego se encoge de pronto, como refugiándose entre los brazos de quienes ahora la sostienen.

Porque se ve sin velo que cubra su cara ni su cabeza y está rodeada por la gente…

Se ruboriza intensamente…

Levanta un brazo y reclina la cara sobre él para esconderla…

Quienes están con ella le dicen que dé las gracias al Maestro.

Y Él dice:

–            Dejadla con su pudor.

Tiene vergüenza.

Su alma ya me dio las gracias.

Llevadla a casa, con su madre.

Es su lugar como jovencita que es…

Y dando la espalda a la gente.

Regresa al Templo, al lugar donde estaba antes.

786 Preparación a la Muerte de Lázaro

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

536d Llegada a Bethania.

Jesús con sus apóstoles llega a Bethania.

A la casa de Lázaro.

Zelote observa:

–            Ahí están Maximino y Sara.

Debe estar muy mal Lázaro para que las hermanas no salgan a recibirte.

En el cancel de la entrada a la propiedad, al encontrarse con Maximino el mayordomo.

Y también con Sara, la nana de Lázaro y ayudanta de Martha en el de gobierno de la casa…

Los dos se acercan presurosos.

Se postran.

En sus caras, en sus vestidos, puede verse ese aspecto lánguido que imprime el dolor y la fatiga…

A los componentes de las familias donde se lucha con la muerte.

Lo único que dicen es:

–          Maestro, ven…

Pero es una frase tan acongojada, que vale más que un largo discurso.

Jesús saluda diciendo:

–              La Paz sea con vosotros y a esta bendita casa…

Ellos postrados, besan la orla de la túnica del Maestro.

Jesús dice:

–             Levantáos.

Cuando le obedecen, Jesús agrega,

preguntando:

–              ¿Cómo se encuentra Lázaro?

Maximino le contesta:

–              ¡Oh, Señor!

¿Ves?

Fui a cortar hojas de laurel, alcanfor, bayas de ciprés y otras hojas y frutas olorosas,

para hervirlas con vino y resinas.

Y así preparar el baño para mi amo.

La carne se le cae a pedazos y ya no se aguanta el hedor.

Y con voz muy baja añade:

–           Ahora ya no se puede ocultar que tiene llagas.

Las amas no admiten a nadie.

Por temor, ¿Sabéis?

Pocos aman verdaderamente a Lázaro…

Jesús contesta:

–           Ellas hacen bien.

Pero no tengáis miedo.

No sucederá ninguna desgracia.

–          ¿Podrá curarse?

Un milagro tuyo…

–           No se curará.

Pero esto servirá para glorificar al Señor.

Maximino queda desilusionado.

Jesús cura a todos, pero aquí en Bethania no hace nada…

Solo un suspiro es la muestra de lo que piensa.

Dice:

–                Voy a anunciarte a las amas.

Los apóstoles rodean a Jesús, deseosos de saber el estado de Lázaro…

Jesús lo comunica…

Y se quedan horrorizados al saberlo.

Maximino y Ana, llevan en seguida a Jesús a la puerta del pequeño compartimiento de Lázaro.

Mientras otros miembros de la servidumbre se encargan de los apóstoles.

Al leve toque en la puerta, Martha acude.

Y la entreabre…

Luego introduce por la abertura su cara enflaquecida y pálida,

diciendo:

–               ¡Maestro!

Y María:

–               ¡Bendito!

Ven.

Las dos hermanas salen a recibirlo.

Su juventud y su diferente hermosura, parece nublada por el dolor y la fatiga de las prolongadas vigilias.

Se arrodillan a cierta distancia ante Jesús, con un llanto resignado y silencioso.

Jesús se acerca y Martha extiende sus manos susurrando:

–             Apártate Señor.

Nosotras dos somos inmundas, al no tocar otra cosa más que llagas.

No dejamos que nadie más lo haga.

Todo se pone en el umbral y nosotras lavamos, limpiamos, curamos.

Luego quemamos todo en la sala contigua.

Mira nuestras manos.

La cal viva que usamos en los vasos que devolvemos a los siervos, no las han corroído.

Pensamos que así somos menos culpables por la ley contra la lepra.

Magdalena exclama:

–             Yo sostengo que no es la enfermedad maldita en Israel.

¡No!

¡No lo es!…

Pero nos odian muchos y en qué forma.

¡Tú apóstol Simón, por una cosa menor, fue declarado leproso!…

Martha solloza:

–              No eres sacerdote, ni médico, María.

María se vuelve hacia Jesús,

diciendo:

–               No lo soy.

Pero…

¿Sabes lo que he hecho, para asegurarme de lo que dije Señor?

He ido y recorrido todo el Valle de Innón.

Todo Siloán.

Todos los sepulcros de En Rogel.

Vestida de esclava, con el velo, a la luz de la aurora.

Con víveres, aguas medicinales, vendas y vestidos;

todo para darlo.

Decía que era un voto por un ser a quien yo amaba.

Es la verdad.

Sólo les pedía que me mostrasen sus llagas.

Debieron pensar que estaba loca…

¿Quién querría ver tales horrores?

Pero poniéndome en los límites miré.

Ellos más arriba y yo más abajo.

Ellos sorprendidos y yo con náuseas.

Ellos llorando y yo también.

Miré esos cuerpos cubiertos de escamas, costras, llagas…

Vi caras corroídas.

Cabellos blancos y duros como espinas.

Ojos, que son como cuevas de pus.

Mejillas, en las que se ven solo los dientes…

Convirtiéndolas, en calaveras que se mueven en cuerpos vivientes.

Manos reducidas a tendones monstruosos.

Pies como ramas nudosas.

Vi el horror, el hedor, la podredumbre…

Si pequé adorando la carne.

Si gocé con los ojos, con el olfato, con el oído, con el tacto.

Gozando de lo que era bello, perfumado, armonioso, muelle y delicado…

¡Oh!…

¡Te aseguro que los sentidos se purificaron ya, con la mortificación de esto que vi!

Mis ojos se han olvidado de la belleza seductora del hombre;

al contemplar a esos monstruos.

Mis orejas han expiado el gozo que tuve al oír voces varoniles;

con aquellas feas y roncas voces, que no son humanas.

Mi cuerpo, todo se ha estremecido.

Mi asco ha sido indescriptible…

Todo lo que pudiera quedar de culto a mí misma, ha muerto.

Porque he visto lo que somos después de la muerte.

Pero traje conmigo esta certeza:

Lázaro no es leproso.

Su voz no está cascada.

Sus cabellos y todo el resto de su piel, está intacto.

Sus llagas son diferentes.

¡No, Maestro!

¡No está leproso!

Y Martha me aflige porque no cree…

Las dos lloran inconsolables.

Jesús dice:

–              ¡Ea!

¡No lloréis así!

Tenéis necesidad de tranquilidad y de mutua compasión.

Os aseguro que Lázaro no está leproso.

Voy a verlo…

Martha grita:

–              ¡Lo curarás!…

–              Ya os he dicho que no…

Pero quiero que estéis tranquilas respecto a ley de la lepra.

¡Vamos!

Atraviesan la habitación que precede a la del enfermo…

Y luego llegan a donde éste reposa.

Jesús entra.

¿Lázaro?

Lázaro está durmiendo…

Es un esqueleto…

Parece una momia amarillenta que respira…

Su cráneo es como una calavera…

Y en el sueño es aún más visible su destrucción.

Una destrucción que hace del enfermo, una cabeza consumida por la muerte.

Su piel cenicienta y estirada, brilla en los ángulos afilados de los pómulos, de las mandíbulas…

En en la frente…

En las órbitas, tan profundas que parecieran no tener ojos;

en la nariz afilada, que parece haber crecido desmesuradamente…

De tan borradas como han sido, las adyacentes mejillas.

Los labios están pálidos hasta el punto de desaparecer.

Y da la impresión de que no pueden cerrarse sobre las dos filas de dientes semidescubiertos, entreabiertos…

Es un rostro que semeja a una calavera.

Está tan pálido que parece que ya hubiera muerto.

Pero Lázaro, solamente duerme.

María levanta delicadamente la colcha, para no despertarlo.

Y le muestra a Jesús sus piernas…

Jesús se inclina para mirarlo.

La cruel, horrenda y fétida enfermedad, que está destruyendo a Lázaro, no es lepra.

Sino uno de los casos más severos, de várices ulceradas;

con llagas grandes y profundas, llenas de gangrena.

Quién haya visto semejantes casos, dará la razón a María Magdalena:

Cuando afirma que el espectáculo de aquellos horrores;

habían extinguido en ella, su desenfrenada sensualidad…

Jesús se yergue.

Mira a las dos hermanas que a su vez lo miran con ansia…

Con toda el alma concentrada en los ojos;

un alma dolorosa y esperanzada.

Él les hace una señal…

Y sin hacer ruido vuelve afuera, al pequeño patio que precede a las dos habitaciones.

María y Martha lo siguen.

Muy silenciosas cierran la puerta tras sí…

Sin hacer ruido tampoco, salen al jardín, alejándose de la habitación de Lázaro.

Una vez solos ellos tres, entre los cuatro muros que rodean esta intimidad…

De este pequeño jardín.

Buscan una banca en la exedra..

En el silencio, con el cielo azul encima de sus cabezas, se miran.

Las hermanas ya no son capaces ni siquiera de pedir o preguntar…

Ya ni siquiera pueden hablar…

Pero habla en voz baja el Maestro.

Solemne, Jesús dice:

–            Vosotras sabéis Quién Soy…

Yo sé quiénes sois vosotras.

Vosotras sabéis que os amo.

Yo sé que me amáis.

Vosotras conocéis mi Poder.

Yo conozco vuestra fe en Mí.

También sabéis;

sobre todo tú, María.

Que cuanto más se ama, más se obtiene.

Amar, es saber esperar y creer, sobre toda medida.

Sobre toda realidad, que aconseja a NO creer y a NO esperar.

Pues bien;

Por esto os digo que sepáis ESPERAR y CREER, contra toda realidad contraria.

¿Me entendéis?

Yo no puedo detenerme más de unas pocas horas.

Como Hombre, el Altísimo sabe cuánto quisiera detenerme aquí con vosotras…

Para asistirlo y consolarlo, para asistiros y confortaros.

Pero, como Hijo de Dios, sé que es necesario que me vaya…

Que me aleje…

Para que no esté aquí cuando…

Me añoréis más que el aire que respiráis.

Un día, muy pronto…

Comprenderéis estas razones, que ahora os podrán parecer crueles.

Son motivos divinos que me duelen a Mí, como Hombre…

Tanto como a vosotros…

Son dolorosos por ahora…

Por ahora, porque vosotras no podéis abrazar y contemplar su belleza y sabiduría.

Y Yo no os lo puedo revelar.

Cuando todo esté cumplido, comprenderéis y exultaréis…

Escuchadme…

Cuando Lázaro haya…

Muerto…

Las dos sueltan un llanto desgarrador…

Jesús pide:

–               ¡No lloréis así!…

Y repite:

–               Cuando Lázaro haya muerto.

Entonces…

¡Enviadme un aviso enseguida!

Solo entonces…

Mandadme llamar cuanto antes…

¡Y entretanto, programad los funerales solicitando amplia participación!

Él es un gran hebreo.

Mientras tanto arreglad TODO, para unos funerales fastuosos como no se han visto antes…

Como corresponde a Lázaro y a vuestra casa.

Él es un judío notable y de gran fama.

Pocos lo aprecian por lo que es.

Pero él supera a muchos, ante los ojos de Dios…

Yo me encargaré de que sepáis dónde estoy para que en todo momento me podáis localizar…

Martha, ahogada por el llanto, balbucea:

–            Pero…

¿Por qué no estar aquí…

Al menos en ese momento?

Nos resignamos, ¡Sí!

A su muerte.

Pero Tú…

Pero Tú…

Pero Tú… -y ya no puede continuar porque el llanto la ahoga.

Sofoca su llanto con su velo.

María al contrario.

Mira a Jesús como si estuviera hipnotizada y no llora.

Con mucha suavidad,

Jesús ordena:

–             Sabed obedecer.

Sabed creer.

Sabed esperar…

Sabed decir siempre ‘Sí’ a Dios.

Lázaro os está llamando…

Id.

Yo voy ahora.

Si no tengo posibilidad de hablaros aparte…

Recordad lo que os acabo de decir…

Y mientras ellas vuelven rápidamente a la habitación…

Jesús sé sienta en un banco de piedra y ora.

785 El Parricidio

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

536c Llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos. 

Jesús camina adelante del grupo apostólico, al encuentro del resto con el que se reunirán en Bethania.

Después de haber hablado por primera vez sobre el organismo que en el futuro, será la Iglesia;

Jesús ha quedado sumergido en sus pensamientos…

Y no sale de ese estado hasta que al llegar a los linderos de Bethania,

ve a los otros apóstoles que han venido por el otro camino.

Prosiguen unidos hacia la casa de Lázaro.

Juan anuncia que ya los esperan, porque los criados los han visto.

Luego Juan le dice

–          Maestro, supe que Lázaro está muy grave…

Jesús contesta:

–          Lo sé.

Por eso os he dicho que estaremos en la casa de Simón.

Porque no he querido alejarme sin saludarlo otra vez.

Siempre atrevido, incluso en los mejores momentos…

Judas de Keriot dice:

–             ¿Pero por qué no lo curas?

Sería muy justo.

A tus mejores siervos los dejas morir.

No comprendo…

–              No hay necesidad de que lo comprendas antes de tiempo.

–              Sí.

No hace falta.

No la habrá.

Dices bien.

Pero, ¿Sabes qué cosa dicen tus enemigos?

Que curas cuando puedes, no cuando quieres.

Que proteges cuando puedes

¿No sabes que el viejo de Tecua ya murió?

¿Y qué lo mataron?…

Porque murió asesinado.

Todos preguntan sorprendidos:

–              ¿Muerto?

–              ¿Quién?

–              ¿Eli-Ana?

–              ¿Cómo?

Pedro pregunta:

–              ¿Y cómo lo sabes tú?

Judas contesta:

–               Por casualidad lo supe hace poco, en la casa donde estuve.

Dios sabe que no miento.

Parece que fue un ladrón que bajó de Adomín disfrazado de mercader…

Y que en vez de pagar el lugar, lo mató…

Varios exclaman:

–              ¡Pobre viejo!

–              ¡Qué vida tan infeliz!

–              ¡Qué muerte tan triste!

–              ¿No dices nada, Maestro?

Jesús dice:

–              No tengo nada que añadir…

Fuera de que el anciano sirvió al Mesías hasta su muerte.

¡Ojalá se pudiera decir esto de todos!

¡Y así fuera el final de todos!

Pedro pregunta a Tadeo:

–            Respóndeme, hijo  de Alfeo:

Pero no será como tú afirmabas…

¿O sí?

Tadeo contesta:

–              Puede ser.

Un hijo que por odio arroja de casa a su padre.

Por un odio de esta naturaleza…

Un hijo, por odio a su padre y por añadidura:

Por un odio de esta clase…

Puede ser capaz de todo.

Se vuelve a Jesús y agrega:

–               Hermano mío, muy verídicas son tus palabras:

“Y el hermano se levantará contra su hermano y el padre contra sus hijos.”

Jesús confirma:

–               Y quién hiciere así, creerá haber servido a Dios.

Pues lo verán como servicio a Dios los que obren así.

Ojos ciegos, corazones endurecidos, espíritus sin luz.

Y con todo, aún así los deberéis amar…

Felipe exclama:

–              Pero, ¿Cómo vamos a amar a quién nos trate así?

Ya será bastante si no reaccionamos.

Y si soportamos con resignación sus acciones…

–             Yo os daré un ejemplo que os enseñará…

A su tiempo y si me amareis, haréis lo que Yo haré…

Jesús calla y se queda absorto…

Perdiéndose en un pensamiento íntimo suyo.

784 Gestación de la Iglesia

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA 

536b Llegada a Betania con los apóstoles ya reunidos.

Avanzan rápido porque a pesar del sol, hay una brisa ligera que invita a caminar para entrar en calor.

Y han caminado un buen trecho cuando Nathanael, que tiene frío y lo expresa arrebujándose más que nunca en el manto…

Advierte que Jesús no trae el suyo y solamente lleva la túnica.

Extrañado pregunta:

–            ¿Maestro, qué has hecho con tu manto?

Jesús responde:

–            Lo dí a una leprosa.

Hemos curado y consolado a siete leprosos.

Zelote exclama:

–           ¡Pero tendrás frío!

Toma el mío.

Me acostumbré al frío, en los gélidos sepulcros…

Cuando el viento helado del invierno soplaba.

–              No Simón.

Mira, allá está Bethania.

Pronto estaremos en casa.

¡De veras que no tengo frío!

Tengo tanto gusto en el corazón, que me calienta más que un grueso manto.

Y no siento nada de frío.

Hoy he tenido mucho júbilo espiritual…

Que es más confortador que un manto abrigado.

¡Hemos curado y consolado a siete leprosos!

Tadeo dice:

–               Hermano mío, nos das méritos que no tenemos.

Nosotros no los curamos.

Tú, no nosotros, has curado y consolado…

–              Vosotros preparasteis su corazón para creer en el milagro.

Por tanto conmigo y como Yo, habéis ayudado a sanar y consolar.

¡Si supieseis cómo gozo y cuanto disfruto al asociaros a Mí, en todas mis cosas y en todas las Obras de Amor!

¿No recordáis las palabras de Juan de Zacarías, mi primo:

Es necesario que Él crezca y que yo merme empequeñeciéndome”

Lo decía con toda razón porque cualquier hombre por grande que sea, digamos Moisés o Elías;

debe desaparecer como las estrellas ante los rayos del sol…

Desaparecer ante Aquel que viene de los Cielos y es más que cualquier hombre…

Desaparecer porque es Aquel que viene del Padre Santísimo.

También Yo, fundador de una sociedad que durará lo que duren los siglos y que será santa como lo es su Fundador y Cabeza.

De una sociedad que continuará representándoMe, hará mis veces y será una sola conmigo…

De la misma manera que los miembros y el cuerpo del hombre son una sola cosa con la cabeza que lo dirige,

que está en posición dominante respecto a aquéllos…

Debo decir:

Es necesario que ese cuerpo brille y que Yo me ofusque.”

Vosotros seréis mis continuadores.

Dentro de poco no estaré más entre vosotros, aquí en la Tierra materialmente,

para dirigir a mis apóstoles, discípulos y seguidores, acá en la tierra…

Estaré espiritualmente con vosotros siempre…    

Y vuestras almas sentirán mi Espíritu, recibirán mi Luz.

Vosotros tendréis que aparecer en primera línea, entretanto que Yo regresaré al lugar de donde he venido.

Por eso os vengo preparando gradualmente, para que seáis los primeros en salir.

Algunas veces me hacéis la observación de que ‘Antes nos mandabas’

Efectivamente os enviaba más…

Había necesidad de que fuerais conocidos.

Ahora que lo sois.

Ahora que para este pequeño lugar de la Tierra sois ya «los Apóstoles»

Yo os tengo siempre junto a Mí, participantes en todas mis acciones, de forma que el mundo diga:

“Los asocia a las obras que cumple, porque ellos se quedarán aquí después de Él para continuarle».

“Los ha hecho socios en las obras que realiza, porque ellos se quedarán aquí…

Porque después de Él, seguirán siendo su continuación.”

Sí, es verdad amigos míos.

Debéis avanzar cada vez más.

Pasar adelante, poneros a la vista de todos…

Iluminaros, ser mi continuación, ser Yo.

Mientras Yo, como una madre que lentamente deja de sostener a su hijito que ha aprendido a caminar;

me retiro…

El traspaso de Mí a vosotros no debe ser violento…

Los pequeños de la grey, los humildes fieles podrían asustarse.

Sufrirían confusión y desorientamiento.

Yo los paso dulcemente, con toda suavidad de Mí a vosotros, para que no se sientan solos ni por un solo momento.

Y vosotros amadlos, mucho…

Amadlos muchísimo, como Yo los amo.

Amadlos en recuerdo mío, como Yo los he amado…

Jesús calla y se queda absorto…

Perdiéndose en un pensamiento íntimo suyo.

Y no sale de ese estado hasta cuando, llegando fuera de Bethania, ve a los otros apóstoles que han venido por el otro camino.