792 El Dios Perseguido8 min read

IMITAR A JESÚS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

538 Jesús, sale expulsado del Templo de Jerusalén.

Jesús se ha retirado con sus apóstoles hacia la Puerta del Rebaño…

Dándoles instrucciones.

Más tarde, Jesús está detrás del Templo, cerca de la puerta del Rebaño, fuera de la ciudad.

Lo acompañan desolados aunque también encorajinados, los apóstoles y los discípulos pastores (menos Leví).

No está ningún otro de los discípulos, que estaban antes en el Templo con Él.

Tienen una controversia.

Es más, se podría decir que no sólo están en desacuerdo entre sí, sino que lo están también con Jesús…

Y de manera especial con Judas de Keriot.

A éste le echan en cara las iras y la violencia de los judíos.

Y lo hacen con mucha mordacidad.

Judas les deja hablar.

Se defiende repitiendo:

–                 Yo hablé con fariseos, escribas y sacerdotes…

Y ni uno de ellos estaba entre la gente.

A Jesús le reprochan el no haber cortado la discusión después de haberla hecho cesar una primera vez.

Y Jesús responde:

–                  Debía completar mi manifestación.

Y también están en desacuerdo respecto a dónde ir, ahora que el sábado está próximo y que son días de fiesta.

Simón Pedro propone ir donde José de Arimatea, puesto que Betania no es lugar para ir a crear incomodidades…

Especialmente después de que Jesús ha declarado que ya no se debe ir allí.

Tomás responde:

–                   No está José.

Y tampoco Nicodemo.

Están fuera.

Por la fiesta.

Los saludé ayer cuando esperábamos a Judas y me lo dijeron.

Mateo propone:

–                A casa de Nique, entonces.

Felipe responde:

–                Está en Jericó por la fiesta.

Santiago de Alfeo interviene:

–                A casa de José de Seforí.

Pedro titubea diciendo:

–                  ¡Mmm!

José…

No le haríamos ningún regalo.

Ha tenido una serie de problemas y…

¡Sí, hombre, lo digo!…

Y…

Venera al Maestro, pero desea la propia paz.

Parece una barca pillada entre dos corrientes opuestas…

Y para mantenerse a flote…

Tiene en cuenta todos los lastres.

Incluso por lo que se refiere al pequeño Marcial…

Tan es así, que se ha quedado muy a gusto pasándoselo a José de Arimatea.

Andrés exclama:

–                  ¡Ah!

¡Por eso ayer estaba con él!

Pedro agrega diciendo:

–                 ¡Ya!…

¡Está muy claro!

Por eso es mejor dejarle recuperar la calma en un puertecito seguro…

¡Por eso es mucho mejor!

¡Ya que la gente no es muy valiente…!

¡Y el Sanedrín da miedo a todos!

Judas de Keriot dice:

–              Te ruego que hables por ti.

Yo no le tengo miedo a nadie.

Bartolomé observa:

–                 Y yo tampoco.

Por defender al Maestro desafiaría a todas las legiones.

Pero nosotros somos nosotros…

Los demás…

Bueno, pues tienen negocios, casas, mujeres, hijas…

Entonces consideran estas cosas.

Y nosotros también las tenemos.

Judas dice:

–                Pero nosotros somos los apóstoles y…

Jesús responde:

–               Y sois iguales que los demás.

No critiquéis a nadie porque la prueba no ha venido todavía.

Extrañado y asombrado, Pedro cuestiona:

–                 ¿No ha venido?…

¿Y qué otras cosas más quieres, después de las que hemos pasado ya?

¡Y habrás visto cómo te he defendido hoy!

Todos te hemos defendido.

¡Pero yo más que ninguno!

¡He abierto paso con unos empujones que habrían botado una barca!…

¡Tengo una idea!

Vamos a Nobe.

¡El anciano se sentirá contento!

Todos aprueban:

–                   ¡¡¡Siií!

¡Sí, sí, a Nobe!

–                 Juan no está.

Haríais el camino en balde.

A Nobe podéis ir,…

Pero no a casa de Juan.

–                ¡¿Podéis?!

¿Y Tú no puedes?

–                 No quiero, Simón de Jonás.

Yo tengo ya dónde ir para estas noches de Encenias.

Pero, fuera de la escena Yo…

Vosotros podéis estar tranquilos en cualquier lugar.

Por eso os digo: id a donde queráis.

Yo os bendigo.

Os recuerdo que estéis unidos, física y espiritualmente.

Sujetos a Pedro, vuestra cabeza;

pero no como a un amo, sino como a un hermano mayor.

En cuanto Leví regrese con mi bolsa, nos separaremos.

Apasionadamente, Pedro exclama:

–                 ¡Eso no, mi Señor!

¡Nunca sucederá que te deje ir Solo!

–                  Siempre sucederá, si Yo lo quiero, Simón de Jonás.

Pero no temas.

No estaré en la ciudad.

Ninguno que no sea ángel o demonio descubrirá mi refugio.

–                Eso es bueno.

Porque hay demasiados demonios que te odian.

¡Te digo que no irás Solo!

–                 También hay ángeles, Simón…

E iré.

–                 ¿Pero a dónde?

¡¿Pero a qué casa, si has rechazado las mejores, por voluntad tuya o por las circunstancias?!

¿Porque…

¡No querrás estar en esta estación del año, en alguna gruta en los montes!

Inclinando la cabeza para esconder los rastros delatores de llanto en los ojos…

En voz baja, casi como si fuera para Sí Mismo,

Jesús responde:

–                ¿Y si así fuera?

Siempre serían menos gélidas que los corazones de los hombres que no me aman…

En ese preciso instante, pues estaba mirando al borde del camino…

Andrés exclama:

–                 ¡Ahí está Leví!

Viene corriendo.

Jesús levanta la cabeza, recuperándose instantáneamente…

Pues es el Padre en Él, quién toma el control…

Diciendo:

–                 Entonces démonos la paz y vamos a separarnos.

Si queréis ir a Nobe, tenéis el tiempo justo antes de la puesta del sol.

Leví llega jadeante, aportando valiosas noticias:

–                Te buscan por todas partes, Maestro…

Me lo han dicho los que te quieren…

Han estado en muchas casas;

especialmente de gente modesta…

Santiago de Zebedeo pregunta:

–                ¿Te han visto?

—                ¡Claro!

Incluso me detuvieron.

Pero yo, que ya estaba al corriente, he dicho: «Voy a Gabaón»

He salido por la puerta de Damasco y he corrido por detrás de las murallas…

JERUSALEM – JAN 08: Arab muslim people at Damascus Gate on Jan 08 2005.It is the main entrance to the Old City of Jerusalem and the Muslim quarter.

No he mentido, Señor, porque yo y éstos vamos a Gabaón después del sábado.

Esta noche estaremos en los campos de la ciudad de David…

Mirando a Jesús con sonrisa de ángel en su rostro viril y barbado;

una sonrisa que le pone de nuevo las facciones de niño de la noche lejana…

Agrega con ensoñación:

«Son días de recuerdos para nosotros…»

Jesús responde:

–               De acuerdo.

Vosotros podéis marcharos.

Y también vosotros.

Yo también me voy.

Iremos cada uno por su camino.

Me precederéis en el pueblo de Salomón, donde estaré dentro de pocos días.

Y antes de dejaros os repito las palabras que os dije antes de enviaros de dos en dos por las ciudades:

«Id, predicad, anunciad que el Reino de los Cielos está muy cercano.

Curad a los enfermos, limpiad a los leprosos;

resucitad a los muertos del espíritu y de la carne imponiendo en mi Nombre la resurrección del espíritu;

la búsqueda de Mí que es vida, o la resurrección de la muerte.

Y no os ensoberbezcáis de lo que hacéis.

Evitad las controversias entre vosotros y con quien no nos ama.

No exijáis nada por lo que hagáis.

Preferid ir a las ovejas perdidas de la casa de Israel antes que a gentiles y samaritanos;

esto no por repulsa, sino porque no estáis todavía al nivel de poder convertirlos.

Dad lo que tenéis sin preocuparos del mañana.

Haced todo lo que me habéis visto hacer a Mí…

Y con el mismo espíritu mío.

Mirad, os doy el Poder de hacer lo que Yo hago y que quiero que hagáis para que Dios sea glorificado».

Espira su aliento sobre ellos y luego, uno a uno, los besa y los despide.

Todos se marchan sin ganas, volviéndose varias veces.

Él los saluda con la mano hasta que ve que todos se han ido,

Luego, se separa de ellos y…

Solo, avanza descendiendo hacia el lecho del Cedrón, entre densos matorrales…

Luego se sienta en una piedra en la orilla del agua que corre borbollando.

Enseguida se desnuda, dejando sus ropas sobre unas rocas…

Bebe esta agua clara y sin duda, gélida.

Se lava la cara, las manos, los pies.

Luego, vestido completamente de nuevo, vuelve a sentarse.

Piensa…

Y no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor…

Concretamente de que el apóstol Juan, que estando ya lejos con los compañeros;

ha regresado solo y como Él, se oculta ahora tras un tupido matorral…

Jesús está allí un rato.

Luego se levanta, se pone la bolsa en bandolera y orillando el Cedrón entre las matas, llega al pozo de En Ro-gel…

Para cortar luego hacia el sudoeste hasta tomar el camino que lleva a Belén.

Y Juan, a unos cien pasos más atrás, lo sigue todo arrebujado en su manto para no ser reconocido.

Avanzan…

Van y van por los caminos desnudos a causa del invierno:

Jesús, con su paso largo, devora e1 camino…

Juan lo sigue con dificultad, incluso porque debe tener cautela para no ser descubierto.

Dos veces Jesús se detiene y se vuelve.

La primera, al pasar junto al pequeño collado a donde Judas fue a hablar con Caifás y compañeros.

La segunda, junto a un pozo.

Allí se sienta…

Come unos bocados a un poco de pan y luego bebe del ánfora de un hombre.

Reanuda su camino mientras el sol baja, lentamente sobre el horizonte…

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