UN EXORCISTA PRIVILEGIADO 712 min read

Después que descubriera en mi primer exorcismo con David, lo que significaba el carisma de

Discernimiento,

me sucedieron tres experiencias muy particulares,

que potencializarían y harían crecer grandemente este don.

La primera me sucedió en el centro de mi ciudad.

Me gustaba mucho ir a visitar al Santísimo y en el templo de la Merced, que está

por un costado de la catedral metropolitana, está expuesto todo el día. 

Un día que salí de Misa, me senté a contemplar el centro histórico,

desde la plaza de los Laureles,

a darles de comer a las palomas y a reflexionar muchas cosas…

Entonces me sucedió algo muy curioso…

Estaba mirando la gran cantidad de gente que pasaba,

 había muchos turistas disfrutando los paseos en las calandrias,

tomándose fotografías en la fuente, comiendo refrigerio en las cafeterías  de las sombrillas,

y otros más, cuidando sus niños que corrían y jugaban alrededor de la plaza.

El mariachi tocaba melodías típicas y el tráfico vehicular, era cada vez más nutrido y ruidoso…

Estaba de moda el video de «Thriller» de Michael Jackson.

Y a los jóvenes les encantaba imitar el baile de los muertos vivientes,

al son de la música del estadounidense…

Entretenida como estaba, con lo que sucedía a mi alrededor,

no supe en qué momento, las personas de mi escenario real,

empezaron a caminar como zombies…

Yo me quedé paralizada, mientras miraba totalmente pasmada,

como hasta el policía que dirigía el tránsito vehicular, adquiría los movimientos

y la ¡Apariencia!

de los personajes de una película de terror…

Los niños que jugaban en los escalones de la fuente,

eran los únicos que mantenían apariencia normal.

¡Pero todos los demás…!

Era increíble, estaban mejor caracterizados que si un maquillador profesional,

los hubiera preparado…

A donde quiera que volteara, la situación era la misma.

La gente que salía de la catedral, también. 

De los miles de personas que me rodeaban,

sólo había una que otra lucecita que como luciérnagas, destellaban entre la multitud…

Guadalajara era una ciudad con más de cinco millones de habitantes;

el centro bullía de actividad y sin embargo…

¡Sentí una soledad tan aterradora!…

Que experimenté con una especie de shock que me inmovilizaba hasta para preguntar…

Finalmente pude hacerlo. 

–       Señor Jesús, ¿Qué significa esto?

Jesús me dijo:

–       Estás viendo tu ciudad, espiritualmente.  

Y mi Pueblo católico y cristiano, con sus almas muertas…

Después de un larguísimo momento, en el que asimilaba esto…

Me indicó: «Regresa al templo donde recibiste la Comunión…»

Obedecí y crucé la av. Hidalgo,

Cuando llegué al atrio del templo, me dijo: «Espera un poco…»

Había muchísima gente;

unos entrando a la siguiente Misa y otros saliendo de la anterior…

Me dijo que mirara a las personas y cuando lo hice, las caras desaparecían

y volví a mirar zombies.

Verdaderos muertos vivientes con diferentes grados de descomposición…

Cada uno más espeluznante que el anterior;

de todos los asistentes, sólo miré menos de una docena de luciérnagas…

Jesús sólo me dijo: «Están muertos por el pecado… 

Los que tienen Luz están vivos…»

Era tanta su tristeza, que eso me disminuyó el susto y no sabía cómo consolarlo. 

Yo dije:

–        Pero Señor, las colas para recibir la Comunión, casi rebasan la puerta de entrada…

Jesús respondió:

«Las malas confesiones y los pecados no reconocidos;

además con los  de omisión y la falta de caridad;

les impiden estar sanos…  

Era el espectáculo de una verdadera película de terror.

Ya no supe qué decir.

Avanzamos por el interior…

El templo es una joya arquitectónica medieval.

Por una nave lateral, es un pasillo lleno de confesionarios y siempre hay una media docena de

sacerdotes confesando.

cuando caminamos por allí, había una explosión de Luz, cuando el «Ego te absolvo…» destruía

los espíritus inmundos generados por el Pecado.

Salimos por una capilla de Jesús Redentor, que también tenía tres sacerdotes confesando, 

cruzamos por la zona del altar, donde iba a iniciarse la siguiente Misa,

pasamos por la puerta de la capilla donde está el Santísimo expuesto

y salimos por una puerta lateral…

En el edificio de la presidencia municipal, que está enfrente, también había mucho movimiento,

y allí no salió ninguna luciérnaga.

Fui por mi automóvil al estacionamiento y regresé a mi casa.

Cuando llegué, sólo pude susurrar:

«¡Oh, mi Señor… ¿Cómo puedo consolarte?!

Él sólo me dijo:

«¡Tengo sed! ¡Mucha sed de almas!

¡Tú estás viva, Ayúdame!»

El segundo episodio, me sucedió un Domingo también en Misa.

Cerca de mi casa hay muchos conventos y a mí me gustaba ir a uno

que abría su capilla para los vecinos que quisieran asistir. 

Ya tenía un par de domingos en que regresaba sintiéndome enferma,

y literalmente, llegaba a tumbarme en la cama y pasaba el día tratando de reponerme,

¡Pero no sabía de qué!

El domingo anterior, una vecinita que también tenía carismas

y asistía al mismo grupo de Oración que yo, había venido a visitarme,

y me dijo:

–        Rosita, ¿Puedo ir contigo el próximo  domingo, al convento donde tú vas? 

–        Claro, acompáñame.- le dije.  

Me sorprendió mucho, porque ella siempre asistía a la parroquia del Calvario con su familia.

Y el tercer domingo fuimos juntas a Misa de 7.00 am  

Cuando llegamos, me senté donde acostumbraba,

la última banca del lado izquierdo, junto con mi amiga.

Como siempre éramos casi los mismos asistentes laicos;

todos nos conocíamos y nos saludábamos, porque éramos vecinos de la misma colonia.

En la banca elegida, al otro extremo se sentaba una señora que era doméstica,

de una casa cercana;  

era una señora muy respetuosa y amable, que servía en una pequeña casa de huéspedes.

Y en la banca delantera, estaban casi los mismos fieles, con los que acostumbraba

intercambiar el saludo de la paz.

Justo frente a mí, estaba una doctora;

una mujer muy bonita que atendía en un hospital muy famoso y como yo quedaba a su espalda,

El sacerdote No debe abandonar el altar…

siempre nos tocaba darnos el saludo de la paz.

Mi amiga me dijo al oído:

–         Fíjate bien en estas dos personas, porque debo decirte algo importante…..

La Misa transcurrió como siempre,

con el único evento relevante, que después de la Comunión

yo casi no podía mantenerme en pie y mi amiga me dejó en una banca del parque cercano,

mientras iba por su automóvil para regresarnos a casa.

Yo me sentía tan mal, que por momentos creí que iba a desmayarme… 

Mi amiga estuvo al pendiente de mí los siguientes tres días,

hasta que casi recuperé la normalidad…

El siguiente sábado, llegó a mi casa y nos pusimos a orar juntas…

Entonces me dijo:

Mañana, antes de ir a Misa rezarás el rosario de la Preciosísima Sangre

y yo te acompañaré desde mi casa. 

Luego vendré por ti y volveremos a ir juntas al convento.

Así lo hicimos. 

Todo fue igual que siempre, salvo con una diferencia:

Al empezar la Misa, me atacaron dos demonios muy poderosos, eran ángeles caídos, 

¡¿Cómo era posible que atacaran en plena Misa?! 

«Pues si Dios no perdonó a los Angeles que pecaron, sino que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser custodiados hasta el Juicio;»
II Pedro, 2 

No lo podía comprender…

Pero no pudieron hacerme nada, porque yo estaba cubierta con la Sangre Preciosa de Jesús

fue un poderoso escudo…

Luego a la hora de ir a tomar la Comunión, ví una multitud de espíritus inmundos;

a cual más de horripilantes, arremolinados contra mí, como una jauría de  hienas furiosas…

Tampoco pudieron hacerme nada.

Finalmente llegó otro demonio, al que le pude ver el nombre: Asmodeo…  

Era gigantesco y horripilante.

Fue la primera vez que hice fila para comulgar, sin la oración que acostumbraba;

yo seguía sin entender nada,

Pero si Jesús lo estaba permitiendo, ya me diría la razón.

El Demonio me amenazó furiosísimo, lleno de impotencia y de rabia homicida…

Pero se quedó con ellas, porque no pudo tocarme tampoco.

En la parte final de la Misa, Jesús me mostró al obispo y al sacerdote que oficiaban; 

Literalmente eran un par se cadáveres momificados,

como alguna vez ví las que exhibían  en el museo de Guanajuato…

Recibí la Bendición final y yo estaba en shock.

Mi amiga me sacó de la Iglesia y yo no podía asimilar lo que estaba pasando…

Cuando llegamos a la casa, empezamos a platicar… 

Y se desarrolló la siguiente conversación:

Mary me dijo:

–         ¿Entiendes  ahora, por qué te sientes enferma al regresar de la iglesia? 

Y yo exclamé:

–         ¡Todos esos monstruos me estaban golpeando! 

–          Los dos primeros ¿Sabes quienes son?   

Tenían los nombres mencionados en el Libro de Enoch.

Yo los mencioné… 

Mary tenía un Discernimiento más crecido y trabajado que el mío,

y   me explicó:

–           Uno era de la señora amable, de la misma banca que nosotros,

porque es una bruja que practica la magia negra

y rinde culto a la santa muerte porque es muy vengativa.

El otro era de la doctora que estaba en la banca delantera;

es otra bruja de la Nueva Era, que practica amarres amorosos y otras cosas…  

Y el gigante Asmodeo, se alimenta de todos los lujuriosos que no renuncian a sus vicios

y se atreven a comulgar… solamente en esta capilla.

Yo me sentí abatida.

¡Si esto pasaba en Misa…!

¿Qué sucedía en el mundo…?

Mary continuó:

–         ¿Y la horda de los que querían destrozarte, cuando íbamos a comulgar?

¿Supiste quienes eran?

–           Pude ver sus nombres, cuando me agredían sin poder golpearme…

¿Te diste cuenta que eran diferentes?

–           Sí.

No eran ángeles caídos. ¡Eran espíritus inmundos!  

Y los espíritus momificados del sacerdote y el obispo;

fué por la falta de vida sobrenatural..

Por la falta de FE y vida de oración profunda…

Y llegó el impacto final…

–           Así es.

Los espíritus inmundos generados por las monjas y los religiosos.

¡Eran sus pecados vivos, queriendo destrozarnos! 

Yo pensé:

¡Si la gente lo supiera, qué católicos tan diferentes serían! 

Y Jesús me dijo: “Cuando llegue el momento, lo revelarás…”

El tercer episodio sucedió así:

Estábamos en Pátzcuaro de vacaciones

y una de mis hermanas, acababa de asistir al funeral de su suegra,

que había muerto de un infarto.

A ella le tocó acompañarla en sus últimos momentos y no tuvo auxilios espirituales;

porque sucedió en la autopista, muy lejos de la iglesia. 

La suegra era una mujer envidiosa y llena de amargura, que tuvo una existencia muy infeliz;

y odiaba a casi todo el mundo. 

Tenía un carácter violento e intrigante. 

Cuando estábamos en el lago, mi hermana empezó a discutir y como traté de apaciguarla,

la agarró contra mí…

Y se desquitó conmigo.

En lo álgido de la discusión, pude ver que no era mi hermana la que quería pelear…

Distinguí claramente los espíritus inmundos y los ángeles caídos, que querían robarme la paz.  

Y también pude ver cómo entraron en ella…  

Todo sucedió en aquel viaje, dónde murió su suegra.

Cuando mi hermana la auxiliaba con su terror a la muerte…

¡Sus habitantes espirituales salieron de ella y entraron en mi hermana, mientras la sostenía!

Fue a través del momento de la agonía de la mujer, antes de que sucumbiera al infarto.

Y cómo en una explosión de luz, me quedó muy claro,

por qué los judíos tenían rituales tan complicados, cuando tocaban muertos

y por qué despreciaban tanto a los paganos y pecadores…

Y por eso no querían visitar las ciudades romanas con templos dedicados al paganismo.

También comprendí por qué la violación, es una de las armas favoritas de Satanás,

para destruir a los inocentes y a los que quiere enloquecer con la desesperación…

Los demonios cambian de casa, pasando del agresor a la víctima;

continuando y aumentando su acerbo de destrucción,

¡Porque NADIE CREE, en la actividad demoníaca…!

Mientras asimilaba lo que estaba viendo, dejé de contestarle a mi hermana,

¡Y se acabó la discusión!

Comprendí que no era mi hermana la que me estaba ofendiendo

y esto facilitó enormemente el que yo pudiera perdonarla,  …

Entonces Jesús me dijo:

«Lee la historia de José, desde el capítulo 37 del Libro del Génesis…

Y entenderás la clase de perdón que quiero que practiques…

Esta lección la recuerdo, cada que vislumbro al que está detrás de nuestros perseguidores,

y se facilita mucho la práctica del Perdón…

Por mi parte, abracé a mi hermana y el motivo de la disputa se evaporó

sobre las apacibles aguas de Pátzcuaro.

Terminamos nuestro período de vacaciones, tan contentas como siempre…  

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