Archivos diarios: 15/04/13

34.- EL PURGATORIO II

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¿CÓMO ES EL PURGATORIO?

Es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Santo Tomás Aquino, dice que ¡El fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra!

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo dia en el Purgatorio”. Nuestro fuego en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca”.

El fuego que conocemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado como tormento y es lo más terrible que podemos imaginar. El fuego del Purgatorio por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es incomparablemente más severo.

Nuestro fuego como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo hecho de materia; por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más sensible a la pena. El fuego del Purgatorio inflige el más agudo dolor y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad.

Tan severo como es el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios la cual el alma también sufre en el Purgatorio y esta es la pena más severa. El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él. Aun es retenida y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

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En el purgatorio hay tres niveles principales, pero las almas necesitan relativamente poco para ser liberadas, para ir al paraíso. Esto es así por dos razones, los sufragios de la Iglesia Militante y la regeneración del alma en su aceptación del sufrimiento.

En el nivel más bajo, llamado Cámara del Sufrimiento, Satanás puede todavía golpear a las almas, cosa que no puede hacer más en los niveles más altos. Aquí se expían los pecados de la mente: la soberbia, la egolatría. Y del corazón: el egoísmo, la dureza y el rencor.

Es verdad que nosotros somos probados aquí en la tierra y que nuestra prueba termina con la muerte. Sin embargo, las almas que están en la más profunda y tercera parte del purgatorio; tienen que sufrir por los pecados que han cometido antes de obtener el beneficio de nuestras oraciones, de nuestras Misas y de nuestras buenas acciones. Y el continuo ataque de Satanás forma parte de esos sufrimientos.

El alma sufre  todo lo que sufrió Jesus en el Jueves Santo: la agonía en el Getsemaní, las torturas a manos de los demonios cuando estuvo Preso en las mazmorras del Sanhedrín y la Flagelación en el Pretorio de Pilatos.

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Los niveles de sufrimiento en cada una de las Tres Cámaras del purgatorio son tantos, como enfermedades hay sobre la tierra… Y varían en intensidad, de acuerdo a los pecados que hay que expiar… Pueden ir desde una simple inflamación de una uña hasta algunas que pueden consumir el cuerpo entero con el fuego. Este fuego sólo existe en los niveles más bajos del purgatorio y no en los más altos.

Los pecados que llevan al Purgatorio son los pecados contra la caridad, la dureza de corazón, la hostilidad, la maledicencia, la calumnia, rehusarse a la reconciliación… La persona que desaprovecha sus sufrimientos, al morir ve lo mucho que pudo haber ganado para su propio bien y el de otros, por el ejercicio de la Comunión de los Santos, llevándolos bien.

No es cierto lo que muchos teólogos enseñan hoy al afirmar que el Paraíso, Purgatorio e Infierno son sólo condiciones. Todos y los tres, también son lugares.

Después de esta vida el tiempo no existe más. Pero se nos ha dicho que un alma tiene que sufrir por un cierto periodo de tiempo en el Purgatorio. Es sólo porque nosotros no estamos en condiciones de comprender la entidad de una pena si ésta no es expresada en términos de tiempo. Porque el tiempo en el Purgatorio es relativo. Algunas almas están solo media hora y otras por lo que queda del tiempo, hasta el último día. Las almas dicen que allá, una duración de media hora alcanza cuarenta años, del tiempo terrenal.

Ningún alma querría volver del Purgatorio a la tierra: Aun cuando allá el sufrimiento es terrible, existe la certeza de vivir para siempre con Dios. Ellas No quieren volver a la tierra, donde nunca estamos seguros de nada.

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A María Simma, alma víctima por las Almas del Purgatorio, la primera vez que un alma le preguntó si no le importaría sufrir por ella tres horas en su cuerpo para que ella pudiera salir del Purgatorio. Contesto que sí y tuvo la impresión de que eso había durado tres días, porque fue muy doloroso. Esa alma le dijo que por haber aceptado con amor ese sufrimiento de tres horas, ¡Le había ahorrado 20 años de Purgatorio! Porque el sufrimiento en la tierra tiene un valor distinto.

Todo esto es alentador porque confiere un significado extraordinario a nuestros sufrimientos, aún los sacrificios más pequeños pueden tener un poder inusitado para ayudar a las almas.

Las almas del Purgatorio no pueden ya hacer nada en favor de sí mismas porque al momento de la muerte, el tiempo de ganar méritos se termina.

Si los vivos no rezan por ellas, quedan abandonadas. Cada uno de nosotros tiene el inmenso poder de aliviarlas. Mientras estamos vivos podemos reparar el mal que hayamos hecho. Pero a menudo el sufrimiento nos lleva a rebelarnos.

Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios. Debemos acogerlos como un don y entregarlo a Nuestra Señora. Ella es quien sabe mejor quien necesita tal o cual ofrenda para salvarse. Los sufrimientos soportados con paciencia salvan más almas que la oración; pero la oración nos ayuda a soportar nuestros sufrimientos.

En el Purgatorio hay diferentes grados de dolor. Cada alma tiene un sufrimiento único. Los Ángeles custodios les proporcionan consuelo.

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Por eso si sentimos que sufrimos tanto que anhelamos la muerte, podemos usar este maravilloso Don y entregárselo a Jesús a través del Inmaculado Corazón de María. Diciendo: “Dios mío, puedo ofrecer este sufrimiento para salvar almas”. Esto nos da una fe renovada y valor. Al hacerlo así nuestra alma gana gran bienaventuranza, una gran felicidad para el Cielo.

En el Cielo hay miles de tipos y grados de felicidad; para cada alma es una felicidad plena. Cada uno sabe que no merecía más. La soberbia conduce al infierno. El infierno es obstinarse en decirle “NO” a Dios.

Nuestra oración puede suscitar un acto de humildad en los moribundos, un solo instante de humildad puede evitarles el infierno. El sufrimiento soportado con paciencia, tiene para el alma un valor infinito. Se tiene el deber de aliviar los grandes sufrimientos, pero no el derecho de acortar la vida con medios químicos.
Hemos de acoger con amor y gratitud este regalo de las pruebas. San Juan de la Cruz dice que la Providencia provee a cada hombre de la purificación necesaria a fin de permitirnos entrar directamente al Cielo a la hora de la muerte.

Mientras estamos en la tierra podemos hacer crecer cada minuto nuestro amor. Valoremos cualquier oportunidad de ser tan bellos como Dios nos desea ya en su presencia. ¡Si viéramos a toda luz el esplendor de un alma pura, gritaríamos de emoción y de alegría! El alma humana es espléndida y maravillosa delante de Dios.

Los santos no son almas sin faltas, sino aquellas que se levantan una y otra vez después de cada caída y piden perdón.

Cada hora, cada segundo de nuestra vida tiene un peso de eternidad.

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Un alma religiosa purgante, revela los distintos niveles del Purgatorio

“Les puedo decir acerca de los diferentes niveles de Purgatorio porque he pasado a través de ellos. En el Purgatorio Grande hay varios estados. Es el más bajo y más doloroso, es la Cámara del Sufrimiento… Es como un infierno temporal y aquí están los pecadores que han cometido crímenes terribles en la vida y cuya muerte les sorprendió en ese estado.

Se han salvado por un milagro y con frecuencia lo lograron por las oraciones de sus santos padres u otras personas piadosas. A veces ni siquiera tuvieron tiempo para confesar sus pecados y el mundo los creyó perdidos; pero Dios cuya misericordia es infinita y les dio en el momento de la muerte, la contrición necesaria para su salvación en razón de una o más acciones buenas que realizaron durante la vida.

Para esas almas el purgatorio es terrible. Es un verdadero infierno, con la diferencia de que en el infierno se maldice a Dios; mientras que nosotros le bendecimos y le damos gracias por habernos salvado. 

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En el Purgatorio más bajo, no se recibe ningún beneficio de las oraciones de nadie. Dios está disgustado si se puede decir así. Cuando muchos religiosos mueren, porque Él ha llamado a estas almas a Sí mismo para que pudieran servirle fielmente en la tierra e ir directamente al cielo en el momento de la muerte; pero a causa de su infidelidad tienen que permanecer mucho tiempo en el Purgatorio, mucho más que las personas en el mundo que no han tenido tantas gracias.

Los grandes pecadores que fueron indiferentes a Dios y los religiosos que no fueron lo que deberían haber sido, están en el nivel más bajo del Purgatorio. Mientras están aquí, las oraciones ofrecidas por ellos no se aplican a ellos. Debido a que han ignorado a Dios durante su vida, ahora en su turno quedan abandonados, a fin de que puedan reparar sus vidas negligentes y sin valor.

Algunas oraciones bien dichas, algunos sacrificios ofrecidos por las almas víctimas, pueden sacarlas de aquí y llevarlas al siguiente nivel. Pero cuando hay almas como la mía, cuyas vidas han sido tan vacías y que prestaron poca o ninguna atención a su salvación; entonces toda su vida tiene que ser iniciada de nuevo en este lugar de expiación.

El alma tiene que perfeccionarse y el amor y el deseo por ÉL, a quien no amamos lo suficiente en la tierra, lo debemos completar en este lugar. Esta es la razón por la que la liberación de algunas almas se retrasa. Dios me ha dado una gracia muy grande permitiéndome pedir oraciones. Yo no me lo merecía, pero sin esto me habría quedado como la mayoría de los que están aquí, por siglos.

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La extensión en tiempo por la cual las almas permanecen en el Purgatorio depende de:

a) el número de sus faltas;

b) la malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas;

c) la penitencia hecha o no, la satisfacción hecha o no, por los pecados cometidos durante la vida;

d) y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.

La malicia del pecado es muy grande. Lo que a nosotros nos parece una pequeña falta, es en realidad una seria ofensa contra la infinita bondad de Dios. La culpa ha sido remitida por la absolución, pero la pena debida por los pecados tendrá que ser pagada en el Purgatorio. Nuestro Señor nos enseña que deberemos rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo. (Mt 5:26).

Mientras que en la tierra muchos no imaginaron siquiera que Dios realmente existe, nosotros en el Purgatorio conocemos y comprendemos lo que Dios realmente ES; porque nuestras almas están libres de todos los lazos que las cautivaban y les impedían darse cuenta de la santidad y majestad de Dios.

Y de su gran misericordia…  Somos mártires, consumidos por el Fuego del Amor. Una fuerza irresistible nos atrae hacia Dios que es nuestro Centro, pero al mismo tiempo otra fuerza nos empuja de nuevo a nuestro lugar de expiación.

El siguiente nivel es la Cámara de la Perfección, allí nuestras almas son regeneradas para volverlas dignas de entrar al Reino. Somos crucificadas y vivimos todos los tormentos de Jesús en el Viernes Santo… 

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En el Segundo Purgatorio están las almas de aquellos que murieron con los pecados veniales no totalmente expiados antes de la muerte o con los pecados mortales que han sido perdonados, pero que no han realizado la entera satisfacción de la Justicia Divina. En esta parte del Purgatorio, también hay diferentes grados de acuerdo a los méritos de cada alma. Aquí se expían los pecados de la carne.

En el segundo Purgatorio, que todavía sigue siendo el Purgatorio pero muy diferente del primero se sufre mucho, pero menos que en el gran lugar de expiación: la Cámara del sufrimiento.  De esta forma, el purgatorio de las almas consagradas o de aquellos que han recibido gracias más abundantes, es más largo y mucho más doloroso que el de la gente común del mundo.

El perfeccionamiento de un alma es un proceso largo y estás asombrada de que después de tantas oraciones, estoy tanto tiempo privada de la vista de Dios. Por desgracia, el perfeccionamiento de un alma no asume menos tiempo en el purgatorio que en la tierra. Hay un pequeñísimo número de las almas, que tienen sólo unos pocos pecados veniales que expiar y éstas no se quedan mucho tiempo en el Purgatorio.

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Luego hay una tercera etapa, que es el purgatorio del deseo, donde no hay fuegoSe llama el Umbral.

Las almas que no desean ardientemente el cielo, que no aman a Dios suficientemente, están ahí. Es ahí donde estoy en este momento. Además, en estas tres partes del Purgatorio, hay muchos grados de variabilidad. Poco a poco en la medida que el alma se purifica, sus sufrimientos son cambiados.

Muy pocos escapan a este. Para evitarlo se debe tener un ardiente deseo del Cielo y de la visión de Dios. Eso es raro, más raro de lo que la gente piensa. Ya que incluso las personas piadosas tienen miedo de Dios y no tienen un deseo suficientemente fuerte de ir al Cielo.

Este Purgatorio tiene su martirio, muy doloroso como los demás y la privación de la vista de nuestro amado Jesús se suma a los intensos sufrimientos. Estamos en el estado de no poder satisfacer nuestros anhelos. ¡Oh, qué sufrimiento que es!, pero lo deseamos y no hay murmuración contra Dios aquí. Queremos solamente lo que Dios quiere.

En la tierra sin embargo, no se puede comprender lo que tenemos que soportar. Estoy muy aliviada porque ya no estoy en el fuego. Tengo ahora sólo el deseo insaciable de ver a Dios. Es un sufrimiento muy cruel, pero creo que el final mi exilio está a la mano y que pronto voy a salir de este lugar donde yo extraño a Dios con todo mi corazón.

Lo conozco bien, me siento más a gusto, pero yo no te puedo decir el día ni la hora de mi liberación. Sólo Dios lo sabe. Puede ser que tenga todavía muchos años de anhelo por el Cielo. Continúa orando, yo te lo pagaré más adelante, aunque yo rezo mucho por ti ahora”.

Aquí vemos a San Miguel como vemos a los ángeles. Él no tiene cuerpo.

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Él trata de conseguir que las almas terminen su purificación. Él es quien las conduce al Cielo. Él es uno de los Serafines, como dijo Monseñor. Él es el ángel más alto en el cielo. 

Nuestros Ángeles Guardianes propios vienen a vernos, pero San Miguel es mucho más hermoso de lo que ellos son. En cuanto a la Santísima Virgen, la vemos en cuerpo. Ella viene al purgatorio en sus fiestas y se remonta al cielo con muchas almas. Mientras que ella está con nosotros no sufrimos. San Miguel la acompaña. Cuando él viene solo, sufrimos como siempre.

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EL DOGMA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS NO BASTA CONOCERLO, SE NECESITA VIVIRLO

Cuántos tesoros aún por descubrir y valorar

Cuánto bien no hecho, cuánto bien descuidado por la superficialidad de fe, de esperanza y de caridad, dones maravillosos, pero muchas veces casi desperdiciados en una tibieza y negligencia incomprensibles

Es cierto que las necesidades materiales y sobre todo espirituales son para vosotros muchas, pero ¿por qué no tener en cuenta que también nosotras, Almas Purgantes, podemos ayudaros mucho para resolver todos vuestros problemas personales y sociales? ¡Si supieras lo que quiere decir Purgatorio!!! ¡Si lo supieran los cristianos, que tan rápidamente se olvidan de nosotras, que tan fácilmente se olvidan de sus promesas, que tan mal viven su fe, que más que en nosotras, piensan en la podredumbre y cenizas de nuestros cuerpos!!!

Oración enseñada por Jesús a Santa Gertrudis para liberar mil almas del Purgatorio:

«Oh Padre Eterno, os ofrezco la Preciosa Sangre de vuestro Divino Hijo, Jesús, unido a las Misas celebradas hoy alrededor del mundo, por todas las santas almas del Purgatorio. Amén».

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Visiones que tuvieron los Santos sobre el Purgatorio

La experiencia de los Santos reafirma nuestra fe en el purgatorio, sobre su existencia y sobre cómo podemos hacer los vivientes para ayudar a las almas que están atrapadas allí.

Santa Magdalena de Pazzi, (1566-1607) Monja carmelita, gran mística que frecuentemente caía en éxtasis. Fue objeto de los más extraordinarios fenómenos místicos y dones recibidos de Nuestro Señor.

Recorriendo las diversas estancias preparadas por la Misericordia y Justicia divinas, la santa de la pureza comprendió la Santidad de Dios, la maldad del pecado y del porque Dios le había revelado los sufrimientos del Purgatorio.

“Un tiempo antes de su muerte, que tuvo lugar en 1607, la sierva de Dios, Magdalena de Pazzi, se encontraba una noche con varias religiosas en el jardín del convento, cuando entró en éxtasis y vio el Purgatorio abierto ente ella. Al mismo tiempo, una voz la invitó a visitar todas las prisiones de la Justicia Divina y a ver cuán merecedoras de compasión son esas almas allí detenidas.

Y se la oyó decir: “Si, iré”. Consintió así a llevar a cabo el penoso viaje. Caminó durante dos horas alrededor del jardín, que era muy grande, parando de tiempo en tiempo. Cada vez que interrumpía su caminata, contemplaba atentamente los sufrimientos que le mostraban

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Las religiosas vieron entonces que retorcía sus manos, su rostro se volvió pálido y su cuerpo se arqueó bajo el peso del sufrimiento, en presencia del terrible espectáculo al que se hallaba confrontada.

Entonces comenzó a lamentarse en voz alta: “¡Misericordia, Dios mío, misericordia! Desciende, oh Preciosa Sangre y libera a estas almas de su prisión. ¡Pobres almas! Sufren tan cruelmente y aun así están contentas y alegres. Los calabozos de los mártires en comparación con esto eran jardines de delicias.

Al continuar su camino. Cuando hubo dado algunos pasos paró aterrorizada y suspirando profundamente exclamó: ¡Oh! ¡Qué! ¡Religiosos también en esta horrenda morada! ¡Buen Dios! ¡Cómo son atormentados! ¡Oh, Señor!”.

Ella no explicó la naturaleza de sus sufrimientos, pero el horror que manifestó en contemplarles le causaba suspiros a cada paso. Pasó de allí a lugares menos tristes. Eran calabozos de las almas simples y de los niños que habían caído en muchas faltas por ignorancia. Sus tormentos le parecieron a la santa mucho más soportables que los anteriores. Allí solo había hielo y fuego. Y notó que las almas tenían a sus Ángeles guardianes con ellas, pero vio también demonios de horribles formas que acrecentaban sus sufrimientos.

Avanzando unos pocos pasos, vio almas todavía más desafortunadas que las pasadas, y entonces se oyó su lamento, “¡Oh! ¡Cuán horrible es este lugar; está lleno de espantosos demonios y horribles tormentos! ¿Quiénes, oh Dios mío, son las victimas de estas torturas? Están siendo atravesadas por afiladas espadas, y son cortadas en pedazos”. A esto se le respondió que eran almas cuya conducta había estado manchada por la hipocresía.

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Avanzando un poquito más, vio una gran multitud de almas que eran golpeadas y aplastadas bajo una gran presión y entendió que eran aquellas almas que habían sido impacientes y desobedientes en sus vidas. Mientras las contemplaba, su mirada, sus suspiros, todo en su actitud estaba cargado de compasión y terror.

Un momento después de su agitación aumentó, era el calabozo de las mentiras el que se abría ante ella. Y dijo: “Los mentirosos están confinados a este lugar que colinda con  el Infierno y sus sufrimientos son excesivamente grandes. Plomo fundido es vertido en sus bocas, los veo quemarse y al mismo tiempo, temblar de frío”.

Luego fue a la prisión de aquellas almas que habían pecado por debilidad y se le oyó decir: “Había pensado encontrarlas entre aquellas que pecaron por ignorancia, pero estaba equivocada: ustedes se queman en un fuego más intenso”.

Más adelante, ella percibió almas que habían estado demasiado apegadas a los bienes de este mundo y habían pecado de avaricia. Y exclamó: ¡Que ceguera las de aquellos que buscan ansiosamente la fortuna perecedera! Aquellos cuyas antiguas riquezas no podían saciarlos suficientemente, están ahora atracados en los tormentos. Son derretidos como un metal en un horno.

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De allí pasó a un lugar donde las almas prisioneras eran las que se habían manchado de impureza. Ella las vio en tan sucio y pestilente calabozo, que la visión le produjo náuseas. Parecían leprosos y los gusanos las cubrían. Ella se volvió rápidamente para no ver tan horrible espectáculo.

Viendo a los ambiciosos y a los orgullosos, dijo “Contemplo a aquellos que deseaban brillar ante los hombres; ahora están condenados a vivir en esta espantosa oscuridad”.

Entonces le fueron mostradas las almas que tenían la culpa de ingratitud hacia Dios. Estas eran presas de innombrables tormentos y se encontraban ahogadas en un lago de plomo fundido, por haber secado con su ingratitud la fuente de la piedad.

Finalmente en el último calabozo, ella vio aquellos que no se habían dado a un vicio en particular, sino que por falta de vigilancia apropiada sobre sí mismos, habían cometido faltas triviales. Allí observó que estas almas tenían que compartir el castigo de todos los vicios en un grado moderado, porque esas faltas cometidas solo alguna vez las hacen menos culpables que aquellas que se cometen por hábito.

Después de esta última estación la santa dejó el jardín, rogando a Dios nunca tener que volver a presenciar tan horrible espectáculo: ella sentía que no tendría fuerza para soportarlo.

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Su éxtasis continuó un poco más y conversando con Jesús, se le oyó decir: “Dime Señor, el porqué de tu designio de descubrirme esas terribles prisiones, de las cuales sabía tan poco y comprendía aún menos…” ¡Ah! ahora entiendo; deseaste darme el conocimiento de Tu infinita Santidad, para hacerme detestar más y más la menor mancha de pecado, que es tan abominable ante tus ojos”.

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(1380-1433) Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada, una noche soñó Liduvina que Nuestro Señor le proponía este negocio: “Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?”. Y que ella respondió: “prefiero 38 horas en el purgatorio”. Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir.

Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3,800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí, “¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3,800 horas”.

El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta: “¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?” ¡Pues 3,800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben qué Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3,800?”.

Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra. Y despertó.

Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía: “Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar”. Y seguía sufriendo contenta su parálisis para pagar sus propios pecados y para conseguir la salvación de muchos pecadores.

En uno de los viajes que nuestra Santa hizo al Purgatorio ocurrió lo siguiente: Un desafortunado pecador, enredado en las corrupciones de éste mundo, fue finalmente convertido por las oraciones y urgentes exhortaciones de Liduvina, el hizo una sincera confesión de todos sus pecados y recibió la absolución, pero tuvo poco tiempo para practicar la penitencia, ya que poco después murió por causas de la plaga.

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La Santa ofreció muchas oraciones y sufrimientos por su alma; y algún tiempo después, habiendo sido transportada por su Ángel al Purgatorio, ella quiso saber si él estaba todavía allí y en qué estado. «Él está aquí,» dijo su Ángel, «y está sufriendo mucho. ¿Estarías dispuesta a sufrir algunos dolores con el fin de disminuir los de él?» «Claro que sí,» dijo ella, «Estoy lista para sufrir cualquier cosa con tal de ayudarlo.»

Instantáneamente, su Ángel la condujo a un lugar de espantosas torturas. « ¿Es esto el infierno hermano mío?» preguntó sobrecogida de horror. «No, hermana», le contestó el Ángel, «pero esta parte del Purgatorio está en el límite con el Infierno».

Mirando hacia todos lados, vio ella lo que se asemejaba a una inmensa prisión, rodeada con murallas de una prodigiosa altura, cuya oscuridad, junto con las monstruosas piedras, la llenaron de horror. Acercándose a este gigantesco enclaustramiento, ella oyó un ruido confuso de lamentos, gritos de furia, cadenas, instrumentos de tortura, golpes violentos que los verdugos descargaban contra sus víctimas.

Este ruido era tal que todo el tumulto del mundo, en tempestad o batalla, no podría tener comparación con él. « ¿Que es entonces este horrible lugar?» pregunto Santa Liduvina a su buen Ángel. « ¿Deseas que te lo muestre?» «No, te lo suplico», dijo sobrecogida de terror, «el ruido que oigo es tan aterrador que no puedo seguir escuchándolo; ¿Cómo puedo, entonces, soportar la vista de esos horrores?»

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Continuando con su misteriosa ruta, ella vio un Ángel sentado tristemente en las paredes de un pozo. « ¿Quién es ese Ángel?» le preguntó a su guía. «Es», dijo él, «el Ángel guardián del pecador en cuya suerte estas interesada. Su alma está dentro de ese pozo, donde tiene un Purgatorio especial».

Tras estas palabras, Liduvina miró inquisitivamente a su Ángel; ella deseaba ver esa alma que le era tan querida, y tratar de librarlo de tan espantoso hoyo. El Ángel que comprendió su deseo, descubrió el pozo, y una nube de llamas, junto con los más lastimeros lamentos brotaron de él. « ¿Reconoces esa voz?» le pregunto el Ángel a ella.

« ¡Ay! Sí», contestó la sierva de Dios. « ¿Deseas ver esta alma?» continuó él. Al oír su respuesta afirmativa, el Ángel le llamó por su nombre e inmediatamente Liduvina vio aparecer en la boca del foso un espíritu envuelto todo en llamas, que parecía un metal incandescente al rojo vivo y quien al verla le dijo en una voz escasamente perceptible, « ¡Oh Liduvina, sierva de Dios! ¿Quién me ayudará para contemplar la cara del Altísimo?

La visión de ésta alma, presa del más terrible tormento de fuego, le causó tal conmoción a la Santa que el cinturón que ella usaba alrededor del cuerpo se rasgó en dos y siéndole imposible seguir viéndole en tal estado, despertó repentinamente de su éxtasis.

Las personas presentes percibiendo su temor, le preguntaron su causa. « ¡Ay!» replicó ella « ¡Que tan espantosas son las prisiones del Purgatorio! Fue para ayudar a las almas que yo consentí descender allá. Sin este fin, aunque me fuere dado todo el mundo no pasaría otra vez por el terror que tan horrible espectáculo me causó.

Algunos días después, el mismo Ángel que ella había visto tan desolado, se le apareció con una actitud feliz, le dijo que el alma de su protegido había abandonado el pozo y había pasado al Purgatorio ordinario.

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Éste alivio parcial no satisfizo a Liduvina, continuó rezando por el pobre paciente, aplicando a él los méritos de sus sufrimientos, hasta que pudo ver que las puertas del Cielo se abrieron para él.

El Purgatorio es un lugar al cual no estarían contentos de entrar

Viernes 7 de octubre del 2011, a las 21:45 hrs.

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Mi amadísima hija, la razón de que envío tantos mensajes a Mis hijos es para ayudarles a preparar sus almas, de una forma que no era posible hasta ahora.
Muchos de Mis hijos no han leído la Sagrada Biblia, ni están al tanto de todas Mis enseñanzas.

Mucho tiempo es gastado por Mis siervos sagrados, enfocándose en Mis enseñanzas en donde les pido que amen a su prójimo, lo cual es bueno. Pero no se habla de las consecuencias que enfrenta la humanidad en caso de que ellos rechacen al Padre. ¿Por qué Mis siervos sagrados niegan la existencia del infierno y pintan un cuadro optimista del Purgatorio?

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A Mis hijos les han sido enseñadas muchas cosas buenas a través de las iglesias que proclaman la Gloria de Dios Padre Todopoderoso. Tristemente sin embargo, a la existencia del Purgatorio y del infierno se le ha restado importancia, a tal punto que Mis hijos se han vuelto complacientes acerca de su existencia.

Mis hijos han sido engañados también, acerca de la existencia del Maligno. Muchos de Mis siervos sagrados niegan su existencia. Oh, qué necios son en creer que el hombre puede fortalecer su fe, sin conocer o entender la verdad de los poderes del Maligno.

La falta de dirección de parte de Mis siervos sagrados, ha significado que el mal en el mundo ha florecido de una manera que pudo haber sido prevenida a través de la oración.

Se le ha permitido a Satán vagar libremente sobre esta Tierra por algún tiempo, por la ceguera de Mis siervos sagrados. Si a Mis hijos se les hubiera prevenido apropiadamente de los estragos causados por Satán, entonces la oración para mitigar su influencia hubiera sido más fuerte.
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La existencia del Purgatorio
La existencia del Purgatorio es mal entendida. Muchos creen que es simplemente un tiempo de espera de purificación antes de que las almas entren al Cielo, para aquellas almas que no han estado en estado de gracia al momento de la muerte.

Hay diferentes niveles de Purgatorio hijos y todas las almas sienten un dolor ardiente de oscuridad, que se intensifica entre más profundo es el nivel.

Esto significa que las almas que estuvieron a punto de ser echadas al infierno, sufren la pena de arder más.

Aunque todas las almas en el Purgatorio eventualmente entrarán al Reino de Mi Padre, no es un lugar en donde Mis hijos se sentirían contentos de entrar.

Esto es el por qué ustedes deben combatir el pecado y buscar el perdón lo más regularmente posible, para permanecer en estado de gracia. Esto es por lo que ustedes deben obedecer los Diez Mandamientos todo el tiempo.

Esto es por lo que también tienen que rezar por aquellas almas que están ahí; porque sin sus oraciones ellos no pueden entrar al Reino del Cielo hasta el Día del Juicio Final.
JUICIO FINAL

Es tiempo ahora de enfrentar la verdad, hijos.
Recen por las gracias que ustedes necesitan para liberarse del pecado, para que
así puedan entrar al Cielo. Estén preparados cada día, pues no saben de los
planes que ya están en marcha, que les esperan. Les doy este mensaje para que
la verdad esté clara. Estos importantes mensajes no han sido presentados a
ustedes, claramente, por décadas. Es importante que estén bien preparados.

Rezando Mi coronilla de la Divina Misericordia todos los días a las 15:00
horas, intervendré en el momento de su muerte a su favor, no importa cuán
pecadores hayan sido y les mostraré Mi Misericordia
.

Les digo esto porque
les amo, no para asustarles sino para asegurar que propaguen la verdad a sus
familias.

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Mi Palabra hoy, es simplemente un recordatorio de la verdad, la cual les ha sido negada, tras la máscara de la tolerancia.

Es un poco como que el padre de un niño que echan a perder, porque le aman demasiado. Si el padre le sobrealimenta, entonces la salud del niño sufrirá. Sin embargo el padre sigue dando al niño el alimento al cual se ha acostumbrado, por puro amor equivocado. Esto puede llevar al deterioro de la salud del niño. Este niño a su vez, se hace ignorante de cuál alimento es sano comer, porque él no conoce acerca de ellos. Nunca le han dicho.

Vayan ahora y díganle a sus hermanos y hermanas la verdad acerca del infierno y el Purgatorio antes de que sea muy tarde; porque si ustedes no lo hacen, nadie va hacer.

Su Maestro y Divino Salvador, Jesucristo

www.elgranaviso-mensajes.com

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HERMANO EN CRISTO JESUS:            

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

 

33.- EL PURGATORIO I

An Afternoons Amusements

                 A pesar de la persecución, los cristianos siguen aumentando en número y los catecúmenos están descubriendo los misterios maravillosos y los tesoros que encierra la doctrina cristiana. Y este conocimiento fortalece su fe, para defender con el testimonio de la sangre, su asombrosa religión.

La enseñanza de este día, corresponde a uno de los tres reinos espirituales, que existen en la creación:

EL PURGATORIO

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            Referencia Biblica de la existencia del Purgatorio: 2 Macabeos, cap 12, vers 46: «Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados».

En la vida entendida como Prueba, en el momento decisivo de la muerte, nosotros mismos determinamos nuestro destino final, que proporcionaremos  al alma inmortal por su Origen Divino;  en alguna de las Tres Moradas que existen y que habremos elegido según el nivel de aceptación o rechazo a la gracia Divina otorgada en Jesucristo.

Dios es Amor.  Y según el fuego de las pasiones en que hayamos consumido nuestra vida terrenal, será el fuego que nos siga a la Vida Eterna…

Fuego responde a Fuego.

En el Paraíso es Fuego de Amor Perfecto.

El Purgatorio es Fuego de Amor Purificador.

Y el Infierno es Fuego de Amor Ofendido.

En el Paraíso: porque los elegidos amaron a la perfección, el Amor a ellos se da en su Perfección.

En el Purgatorio: porque los purgantes amaron tibiamente,  el Amor se hace flama que los lleva a la perfección.

En el Infierno: porque los malditos ardieron en todos sus fuegos, más que en el Fuego de Dios; el Fuego de la Ira de Dios los arde en eterno.

Y esto no lo podemos cambiar. Porque tanto el Cielo, como el Purgatorio y el Infierno fueron creados por Dios, al igual que el Universo y el planeta en que vivimos.

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Nuestra justicia ejercida en el Amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo, serán los que proporcionarán los elementos de Premio o de Condena, de acuerdo a como vivimos y usamos todos los dones que la existencia terrenal nos concedió… Principalmente el de la Fe…

PORQUE ESTÁ ESCRITO:

El que rechace a Jesús como Salvador, inexorablemente deberá enfrentarlo como Juez…

De acuerdo a las Sagradas escrituras, hay dos juicios que enfrentaremos delante de Dios:

EL JUICIO FINAL, QUE OCURRIRÁ TRAS LA SEGUNDA VENIDA DE JESUCRISTO…

Y el JUICIO PARTICULAR que enfrentan todas las almas, en el momento de dejar este mundo material cuando  es el momento de su muerte.

Cada ser humano tendrá que rendir cuentas a Cristo por todos y cada uno de sus pecados.

Nadie podrá oponer excusas. Porque nuestra maldad le da vida a los pecados cometidos y son lo que Jesús llamó ‘espíritus inmundos’…

¿Cómo explicaremos la presencia adherida a nuestras almas, al igual que una madre en estado de gestación en nuestro propio ser, de estos espíritus que tienen el sello de creación de nuestro ADN y muestran la semejanza de la misma imagen única, dada a cada uno de nosotros por nuestro Creador y Padre Celestial?…

Muchos mentirosos hijos del Padre de la Mentira, no podrán aducir su acostumbrado: ‘Yo no fui… Yo no soy…’ Porque la evidencia estará al frente, como cada vez que nos miramos ante un espejo.

¿QUE PASA DESPUES DE LA MUERTE?
Santo Tomás de Kempis, el autor de Imitación de Cristo trata así el tema del Juicio: «Mira al fin en todas las cosas y de qué suerte estarás delante de aquel Juez justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará justísimamente. ¡Oh ignorante y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades.»1jesucristo-cosmico

La muerte no se evita y son felices los que llegan a ella vestidos de amor, al encuentro de Aquel que los espera.

Temen a la muerte aquellos que no conocen el amor y que no tienen la conciencia tranquila. Éstos, cuando por enfermedad, por edad o por cualquier otro motivo, se sienten amenazados por la muerte; se asustan, se afligen o se rebelan. Intentan por todos los medios y con todas sus fuerzas, escapar de ella.

Inútilmente, porque cuando la hora ha sido señalada, ninguna cautela vale para desviar la muerte.

No solamente la muerte del pecador es horrible, sino también su vida. No hay que ilusionarse sobre su aspecto exterior, es un maquillaje. Un barniz para cubrir la verdad. Porque una hora; solamente una hora de la paz del justo, es incalculablemente más rica en felicidad, que ni la más larga vida de pecado.

Las apariencias indican lo contrario. Y así como a los ojos del mundo no aparecen la riqueza y la alegría de los santos; así también se esconde el abismo de inquietud y de insatisfacción que hay en el corazón del injusto.

Y del que como cráter de un volcán en erupción, vomita vapores acres, corrosivos y venenosos que intoxican  a los desventurados, cada vez más. Tratan de sofocar la inquietud buscando darse todas las satisfacciones que apetecen en su ánimo extraviado y por lo mismo satisfacciones de maldad, porque están fermentados en ella.

Los pecadores obstinados e impenitentes, llegan a la perfección del mal y su muerte es un horror que los hace estallar en la otra vida, porque los sumerge en un horror mucho más grande.

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El justo no le teme a la muerte, porque sabe que al obrar el bien tiene la sonrisa de Dios.

La muerte de los inocentes que mueren sin rencor, es bella como un martirio. Y como no tienen la mancha del odio, también son víctimas que Dios toma como hostias. Son las flores de hoy, cortadas por el Enemigo de Dios que busca destruir a sus hijos. Y por el Odio desencadenado con todas sus fuerzas en el fragor del Infierno de la violencia en su máximo esplendor.

Para los impíos la muerte es pavorosa. Tienen miedo. Y más miedo todavía cuando sienten que no han actuado bien o lo han hecho mal del todo.

La boca mentirosa del hombre trata de engañarse a sí mismo, para consolarse y engañar a los demás. ‘Yo he actuado bien’

Pero la conciencia, que está como un espejo de dos caras bajo su rostro y el Rostro de Dios, acusa al hombre de no haber obrado bien y de no obrar para nada bien como lo proclama. Y es entonces cuando un gran miedo los molesta: el miedo del Juicio de Aquel que todo lo conoce.

Y aquí la gran pregunta: ¿Por qué si se le teme tanto como a Juez, no evitan el tenerlo como tal? ¿Por qué lo rechazan como Salvador y no lo aceptan como Padre? ¿Por qué si lo temen, no actúan obedeciendo sus mandatos y no lo saben escuchar con voz de Padre que guía, hora por hora con mano de amor?

Si al menos lo obedecieran cuando habla con voz de Rey. Sería obediencia menos premiada, porque es menos dulce a su Sagrado Corazón. ¡Pero sería obediencia! Entonces, ¿Por qué no lo hacen y sin embargo le tienen pavor a la muerte?

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¿EN QUÉ CONSISTE EL PURGATORIO?

Las almas inmersas en aquellas llamas, no sufren sino por el Amor.

Dios Uno y Trino para las almas creadas por Él solo quiere el Bien. Jesús ha dicho que la Caridad es la más grande de las absoluciones y cancela las culpas y debilidades del hombre; ya que quien ama, vive en Dios y viviendo en Dios, poco peca. Si peca, rápido se arrepiente. Y para quien se arrepiente está el Perdón del Altísimo.

Las almas faltaron al amor. Si hubiesen amado mucho, habrían cometido pocos pecados relacionados con su debilidad e imperfección; pero no habrían nunca alcanzado la pertinacia consciente de la culpa aunque sea venial. Si hubieran cuidado de no lastimar a su amor; el Amor, viendo su buena voluntad, las habría absuelto también de las venialidades cometidas.

En la Tierra, las culpas se reparan expiándolas y si es posible a través del mismo medio con el que se cometieron. Quien ha perjudicado, restituyendo cuanto ha quitado con prepotencia. Quién ha calumniado, retractándose de la calumnia, etc. Y si esto quiere la pobre justicia humana, ¿Qué no querrá la Justicia Santa de Dios? ¿Y cual medio usará Dios para obtener su reparación? El mismo. El Amor exigiendo amor.

Este Dios al que hemos ofendido y que nos ama paternalmente; que desea reunirse con sus creaturas, las lleva a obtener esta reunión, a través de Sí Mismo. Y todo se clava sobre el Amor.

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Menos para los ‘muertos verdaderos’: los Condenados. Para estos muertos, está muerto también el Amor.

Las almas que viven su crucifixión espiritual en el Purgatorio, buscan y anhelan a Dios, no pudiéndolo tener todavía. Están separados de Él y ese es su mayor tormento. Dilapidaron el talento de su vida y ahora deben conocer y amar en el Purgatorio, Al que rehusaron conocer y amar en la existencia.

Ahora es justo que sean castigados de las culpas contra la Caridad, con el Fuego de la Caridad que rechazaron. Era Amor, ahora es Castigo. No se desprecia el Don de Dios. Ellas lo amaron con mucha tibieza y el Don se cambia en Castigo. Dios se retira.

Entonces ellas deben trabajar y completar activamente su expiación en el Purgatorio, pensando en la hora de su liberación en Dios.

El Purgatorio es Fuego de Amor Expiatorio. Las faltas de amor cometidas contra su Dios, las hace indignas de entrar a poseerlo. Las llamas purificadoras del Purgatorio, son un incendio que destruye las imperfecciones que no hubo voluntad de corregir.

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La Justicia Divina debe ser reparada. El alma tiene que limpiar sus impurezas y alcanzar el grado del amor perfecto, para unirse con la Perfección. El tiempo decretado por Dios de separación de Él, es de acuerdo a las culpas cometidas y a la gravedad de las mismas. Tanto más largo, cuanto más la culpa oprime el Amor.

Los sufrimientos del Purgatorio las transforma y las ayudan a alcanzar el grado de amor perfecto que las absuelve y las regresa a Dios. Nunca como después de la muerte las almas aman, porque su amor infuso a la Luz de Dios; los hace comprender como debieron amar y con qué perfección deben aprender a hacerlo; por lo que se negaron a aceptar en la Tierra.

El primer período es del Remordimiento. Luego sigue el del Amor activo, en el que ofrecen y Oran. Después, poco a poco van conociendo, momento por momento de eternidad. Y al conocer van aprendiendo a amar.

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Cuando sepan amar como nos ha sido mandado, terminará la expiación. Porque el Poder y el Paraíso se consiguen amando, tanto en la Tierra como en el Purgatorio.

¡Cómo se expía allí, lo que se hace sufrir al prójimo! ¡Por eso hay que ser buenos mientras se puede!…

Se purgan primero las culpas de la mente. Después las del corazón, los egoísmos. Por último las de la carne.

Luego deben desprenderse de los afectos terrenos y ese es otro tormento. A medida que crece en su interior el Fuego del Amor de Dios, van dejando de sentir el Fuego Purgativo que las rodea. Es un Fuego Poderoso que infunde deseos de sufrir y por eso ya no hace daño el sufrimiento.

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Ellas lo saben casi todo, en una medida mucho menor que los santos; pero lo saben. Los Purgantes comprenden lo que en vida no comprendieron, por estar saturados de sí mismos. No pueden dejar de sufrir, porque ahora es cuando comprenden, inmersos como están en un Fuego Expiatorio. Ven, conocen y aprenden a amar a Dios y al prójimo, a los que en vida amaron poco y mal.

Los sufrimientos del prójimo, aumentan su expiación; porque habiendo desaparecido el egoísmo, saben amar y sufrir con él y por él.

Cuando un alma está en el purgatorio, no hace más que amar; reflexionar  y arrepentirse a la Luz del Amor que para ella ha encendido aquellas llamas, que ya son Dios; pero que se lo ocultaban para su castigo. Y éste es el tormento. El alma recuerda la visión de Dios tenida en el Juicio Particular.

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Se ha llevado consigo aquel recuerdo y puesto que tan solo el vislumbrar a Dios, es júbilo que supera a toda cosa creada; el alma está ansiosa de volver a gozar de aquella felicidad. Aquel recuerdo de Dios y aquel rayo de Luz que la ha investido al comparecer delante de Él, hacen que el alma ‘vea’ en su verdadera dimensión, las faltas cometidas contra su Bien.

Y este ‘ver’ constituye; junto con el pensamiento de que por aquellas faltas cometidas voluntariamente, impiden la posesión del Cielo y la Unión con Dios por años o siglos. Y esto constituye la pena purgativa.

1JUICIO PARTICULAR

Es el amor y  la certeza de haber ofendido al Amor, el tormento de los Purgantes.

La Cruz que fue despreciada en la vida terrenal y el Cáliz que bebió Jesús, junto con el martirio del viernes Santo; deben experimentarlo con toda la crudeza de su realidad y sin lenitivos. El espíritu vivo está crucificado y Jesús ya no es el Cirineo; porque ellos no lo quisieron cuando Él se los ofreció.

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Entre más un alma en la vida ha faltado y más ciega está, por las espirituales cataratas que le hacen más difícil conocer y alcanzar aquel perfecto arrepentimiento de amor, que es el coeficiente primordial de su purgación y de la entrada en el Reino de Dios. El Amor fue suspendido en su vivir y ha quedado retardado, cuanto más un alma lo ha oprimido con la culpa.

Pero a medida que por el Poder del Amor ella se limpia, se acelera su resurrección al Amor y como consecuencia, su conquista del Amor; que se completa en el momento en el cual finalizada la expiación, es alcanzada la perfección del Amor y es admitida en la Ciudad de Dios.

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Las almas Purgantes no sufren más que por el Amor y expían con el Amor. El Amor que no le supimos dar en la vida terrenal, lo debemos dar en el Purgatorio. Y es por esto que el Purgatorio es solo sufrimiento de Amor.

Porque el hombre tiene toda la vida para amar a Dios. Y por haberlo amado poco en su Ley y haberle dado la espalda al pensamiento de Él, se vive amando y sin amarlo a Él; es justo que al no merecer el Infierno y sin tampoco merecer el Paraíso, tendrán que merecerlo ahora al incendiarse en la Caridad.

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Ardiendo más y más, cuanto más tibios han sido en la Tierra. Es justo que suspiren por miles y miles de horas de expiación de amor; lo que miles y miles de veces faltaron de suspirar en la Tierra por: Dios. Objetivo supremo de la inteligencia creada.

A cada vez que se le dio la espalda al Amor, corresponden años o siglos de nostalgia amorosa. Años o siglos, según la gravedad de la Culpa.

Teniendo la seguridad de alcanzar a Dios. Conociendo la súper eterna Belleza de Dios por aquel fugaz encuentro del Primer Juicio, cuyo recuerdo han llevado consigo para volverles más viva el ansia de Amor, ellas suspiran por Él. Lloran por su lejanía. Y saber que son ellas mismas la causa de esa lejanía las hace lamentarse, arrepentirse y las penetra siempre más de aquel Fuego Encendido por la Caridad por el Supremo Bien.

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El Purgatorio es el lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo de Dios cuya Esencia brilló en el instante del Juicio Particular, las ha llenado del deseo de poseerla. Ellas expían la falta de amor por nuestro Dios. A través del Amor conquistan al Amor y por grados de Caridad siempre más encendida, lavan sus vestiduras hasta volverlas cándidas y luminosas para entrar en el Reino de la Luz.

El pensamiento de Dios. El recuerdo de Dios. Es para los Purgantes un santo deseo; nostalgia apesadumbrada pero plena de esperanza. Esperanza plena de tranquila espera. De segura paz que alcanzará la perfección, cuando se volverá conquista de Dios. Pero ya desde el espíritu purgante hay una alegre creatividad purgativa; porque toda pena cada instante de pena las acerca a Dios, su Amor.

Las almas inmersas en aquellas llamas, no sufren más que por el Amor. No merecen poseer la Luz, ni siquiera son dignas de entrar en el Reino de la Luz. Ellas al presentarse ante Dios, son investidas de la Luz de una breve, anticipada beatitud que les asegura su salvación y les da el conocimiento de lo que será su eternidad.

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Y experimentan compasión hacia su alma, por haberla defraudado de años de la feliz posesión de Dios.

Se sumergen después en el lugar de purgación, investidos por las llamas expiatorias. Estas son un incendio de amor, porque las purifica encendiéndolas en el Amor. Ellas dan amor, porque cuando el alma ha alcanzado en ellas aquel amor que no alcanzaron en la Tierra, son liberadas y se reúnen con el Amor en el Cielo.

Ellas arden en un fuego verdadero y necesitan el refrigerio de la Sangre de Jesús y sólo nosotros podemos dárselos. Las almas del Purgatorio están implorando continuamente la Sangre Salvadora del Redentor. Las cuentas del Rosario son flores que llevan cada una, una gota de la Sangre Preciosa de Jesús. Y es un refrigerio y un alivio sobre el alma por la que se ha ofrecido.

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Porque las almas purgantes no ven todavía a Dios, pero lo aman ya como en el Cielo y tienen los impulsos caritativos de los santos. Ellas esperan la ayuda y el consuelo de los hermanos militantes que apresuran su liberación.

Ellas nada pueden hacer para ellas mismas; pero sí pueden pedir y obtener para nosotros peregrinos aún sobre la Tierra. Ellas ofrecen su martirio sin descanso, para que nosotros venzamos a las fuerzas del Infierno. Y en el intercambio, nosotros podemos abreviar su pena debida a sus culpas y ellas hacen brotar una fuente de Gracias insospechadas pero reales.

Cuando los méritos de Cristo por las oraciones de los vivientes que los aman, son lanzadas como esencia de ardor en el Fuego Santo del Purgatorio; la incandescencia del Amor los penetra más fuerte y más adentro, entre el rutilar de las llamas que hace siempre más lúcido para ellas el recuerdo de Dios visto en aquel instante y disminuye el velo que los separa de Él.

Por eso es necesario rogar porque estas almas que sufren para alcanzar la gloria, sean veloces en alcanzar el Amor Perfecto que las absuelve y las une con Él. Nuestras oraciones, nuestros sufragios, son otros tantos aumentos del Fuego del Amor.

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Aumentan el ardor, pero ¡Oh, feliz tormento! También la capacidad de amar. Aceleran el proceso de purgación. Levantan a grados siempre más altos a las almas inmersas en aquel Fuego. Las llevan a los umbrales de la Luz. Abren las puertas de la Luz y finalmente introducen al alma en el Cielo.

A cada una de estas oraciones provocadas por nuestra caridad para quien nos ha precedido en la segunda vida, corresponde un aumento de caridad para nosotros. Caridad de Dios que nos agradece por proveer a sus hijos penantes que lo retribuyen por obrar para admitirlos en el Gozo de Dios.

Nunca como después de la muerte de la tierra, nuestros seres queridos nos aman. Porque su amor está ya infuso de la Luz de Dios y a ésta Luz, ellas comprenden como nos amaron y como debieron amarnos.

Ya no pueden decir palabras que invocan perdón y dan amor. Pero se las dicen a Jesús y ofrecen sus sufrimientos por nosotros.

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Y Jesús escucha a nuestros muertos que ahora saben ver y amar como se debe. Y Jesús presenta al Padre esas peticiones encendidas por la Caridad que arde en ellas y las hace dignas ante el Trono del Altísimo.

Por eso hay que confiar en Jesús. Él trabaja por nosotros y por nuestros seres queridos. Él eleva nuestros espíritus, llenándolos de alegría con la certeza de estas verdades.

Como en la vida de la tierra entre más se crece en el amor y más sutil se hace el velo que cela al viviente de la Divinidad, así también en el Segundo Reino; entre más crece la purificación y por eso el amor, más próximo y visible se hace el Rostro de Dios.

Ya trasluce y sonríe entre el relampaguear del Fuego Santo.

1Jesus en fundido_

Y es como un sol que se acerca siempre más y su Luz y su calor anulan siempre más, la luz y el calor del fuego purgativo; hasta que pasando del merecido y bendito tormento del Fuego, al conquistado y feliz refrigerio de la posesión; pasando de fuego A Fuego. De luz a Luz. Elevadas a ser Luz y Fuego con Él, Sol Eterno, como chispa absorbida por una hoguera. Y como lámpara arrojada en un incendio. ¡Oh, Gozo de los gozos cuando son introducidas en su Gloria! ¡Pasando de aquel reino de espera, al Reino del Triunfo, con el conocimiento del Perfecto Amor!

Este conocimiento es un misterio que la mente puede conocer por querer de Dios; pero no puede ser descrito con palabras humanas. Creamos que merecemos sufrir por toda una vida, para poseerlo en la hora de la muerte.

Y es como un sol que se acerca siempre más y su Luz y su calor anulan siempre más, la luz y el calor del fuego purgativo; hasta que pasando del merecido y bendito tormento del Fuego, al conquistado y feliz refrigerio de la posesión; pasando de fuego A Fuego. De luz a Luz. Elevadas a ser Luz y Fuego con Él, Sol Eterno, como chispa absorbida por una hoguera. Y como lámpara arrojada en un incendio. ¡Oh, Gozo de los gozos cuando son introducidas en su Gloria! ¡Pasando de aquel reino de espera, al Reino del Triunfo, con el conocimiento del Perfecto Amor!

Este conocimiento es un misterio que la mente puede conocer por querer de Dios; pero no puede ser descrito con palabras humanas. Creamos que merecemos sufrir por toda una vida, para poseerlo en la hora de la muerte.

1Dio_Padre

Creamos que no hay más grande caridad que la que procuramos con las oraciones a los seres que amamos sobre la Tierra y que ahora han iniciado su purgación en el amor, al cual le cerraron en vida las puertas del corazón, tantas y tantas veces.

Las verdades escondidas son reveladas para que procedamos en consecuencia. Para nosotros mismos y para los que amamos en el más allá. Por eso las almas víctimas se dejan consumir con una mayor alegría y una mayor decisión. El sufrimiento de la Tierra es nada en comparación del Sufrimiento del Purgatorio. La Cruz y el Calvario son dulces cuando es Jesús el que nos lleva entre los brazos. Los tormentos de la Crucifixión en la Tierra son dosificados por el Amor. 

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Y en el Purgatorio no es así. Ahí Jesús no puede dar el lenitivo de la Fe y por eso es mejor consumir la vida, en el sufrimiento del Amor por Él. Y derramar este amor también en el Purgatorio, para abrir las Puertas del Cielo a los que amamos.

Seremos dichosos si sabemos amar hasta incinerarnos de cuanto es débil y pecó. Al espíritu purificado por la inmolación del Amor, le vienen al encuentro los serafines y le enseñan el ‘Sanctus’ Eterno que cantaremos a los pies del Trono de Dios…

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HERMANO EN CRISTO JESUS:            

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA