F51 PRIMER MANDAMIENTO II23 min read

REY Jesus Maestro (1)

¿CÓMO ENSEÑABA JESÚS EL PRIMER MANDAMIENTO EN SU PEREGRINAJE APOSTÓLICO AL PUEBLO ISRAELITA? 

En el Poema del Hombre Dios, con la Fe que ilumina nuestro entendimiento vamos a escucharle…  (En otro post les explicaremos cómo funciona el Carisma del Espíritu Santo que ha permitido que nosotros disfrutemos en este tiempo, de lo sucedido hace dos mil años)

En una hacienda de Lázaro de Bethania, hay una gran multitud con los ropajes de la época, cuando Israel es gobernado por Poncio Pilatos. Allí Jesús está enseñando su Ministerio a los apóstoles, para convertirlos en los nuevos sacerdotes de la Iglesia Naciente. 

…Desde ayer la gente se ha duplicado al menos. Hay también personas de clases menos comunes. Algunos han venido en burros y ahora están ingiriendo su comida bajo el cobertizo, en cuyos palos han atado sus asnos, en espera del Maestro.

reyes magos

El día está frío pero sereno. La gente cuchichea; los más doctos dan explicaciones de quién es y por qué el Maestro habla en ese lugar. Y en una larga exposición sostenida por varios, uno comenta:

–        Y el Niño crecía como todos, hermoso, bueno, todo amor. Luego vinieron los magos de más allá del Eufrates y el Nilo, porque habían visto una estrella y reconocido en ella la estrella de Balaam. Pero el Niño ya podía andar. El rey Herodes ordenó el exterminio por celos de poder. Pero el ángel del Señor había advertido del peligro y los pequeñuelos de Belén murieron, pero no Él, que había huido más allá de Matarea.

–     Después volvió a Nazareth, a trabajar como carpintero. Y habiendo llegado a su Tiempo, después de haber sido anunciado por el Bautista primo suyo, ha comenzado la misión y primero ha buscado a sus pastores. A Isaac lo liberó de una parálisis, después de treinta años de enfermedad. E Isaac ahora le predica incansablemente.

El primero replica disgustado:

–     ¡Pues, no obstante, los tres discípulos del Bautista me han dicho verdaderamente esas palabras!»

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–      Y son verdaderas. Lo que no es verdadero es la descripción del mozo de cuadra. ¿Se gloría? Haría bien en decir a los betlemitas que fueran buenos. Ni en Belén, ni en Jerusalén puede predicar.

–     Pero hombre, ¿Cómo piensas que los escribas y fariseos deseen sus palabras? Esos son víboras y hienas, como los llama el Bautista.

Uno más dice lastimero:

–      Yo querría que me curase. ¿Ves? Tengo una pierna con gangrena. He sufrido lo indecible para venir aquí en burro. Pero lo he buscado en Sión y ya no estaba…

Otro le responde:

–      Lo han amenazado de muerte…

Varios declaran:

–      ¡Perros!

–     Sí. ¿De dónde vienes?

–     De Lida.

–     ¡Un largo camino!

Un tercero dice angustiado:

–     Yo… yo quisiera expresarle un pecado mío… Se lo he manifestado al Bautista… pero me ha recriminado de tal modo, que he huido. Creo que ya no podré ser perdonado…

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–     ¿Pues qué es lo que has hecho?

–     Mucho mal. A Él se lo manifestaré. ¿Qué decís? ¿Me maldecirá?

Un anciano de aspecto grave dice:

–     No. Lo he oído hablar en Betsaida. Casualmente me encontraba allí. ¡Qué palabras! Hablaba de una pecadora. ¡Ah…, casi habría deseado ser ella para merecerlas!…

Muchos gritan:

–        ¡Ahí viene!

El hombre que se siente culpable exclama:

–       ¡Misericordia! ¡Me da vergüenza! – y trata de huir.

La Voz de tenor de Jesús, impregnada de amor lo detiene:

–      ¿A dónde huyes, hijo mío? ¿Tanta negrura tienes en el corazón, que odias la Luz hasta el punto de tener que huir de ella? ¿Has pecado tanto como para tener miedo de mí Perdón? ¿Pero qué pecado puedes haber cometido? Ni aun en el caso de que hubieras matado a Dios deberías tener miedo, si en ti hubiera verdadero arrepentimiento. ¡No llores! ¡Oh ven! Lloremos juntos.

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Jesús que alzando una mano había hecho que se detuviera el fugitivo, ahora lo tiene estrechado contra sí. Y se vuelve a quienes están esperando y dice:

–     Un momento sólo, para aliviar a este corazón. Después estoy con vosotros.

Y se aleja hasta más allá de la casa, chocándose al volver la esquina contra la mujer velada, que está en su lugar de escucha.

Jesús la mira fijamente un instante, luego continúa unos diez pasos y se detiene.

Pregunta dulcemente:

–       ¿Qué has hecho, hijo?

El hombre cae de rodillas. Es un hombre que tiene unos cincuenta años con un rostro quemado por muchas pasiones y devastado por un tormento secreto. Tiende los brazos y grita:

–        Para gozarme con las mujeres dilapidé toda la herencia paterna. ¡He matado a mi madre y a mi hermano!… Desde entonces no he vuelto a tener paz… Mi alimento… ¡Sangre! Mi sueño… ¡Pesadilla!… Mi placer… ¡Ah! en el seno de las mujeres, en su grito de lujuria, sentía el hielo de mi madre muerta y el jadeo agonizante de mi hermano envenenado. ¡Malditas las mujeres de placer! ¡Áspides, medusas, murenas insaciables! ¡Perdición, perdición! ¡Mi perdición!

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–       No maldigas. Yo no te maldigo…

–       ¿No me maldices?

–       No. ¡Lloro y cargo sobre mí tu pecado!… ¡Cuánto pesa! Me quiebra los miembros, pero aun así lo abrazo estrechamente para anularlo por ti… Y a ti te concedo el Perdón. Sí. Yo te perdono tu gran pecado.

Extiende Jesús las manos sobre la cabeza del hombre, que está sollozando y Ora:

–       Padre, mi Sangre será derramada también por él. Por ahora, llanto y Oración. Padre, Perdona porque está arrepentido. ¡Tu Hijo a cuyo juicio todo ha sido remitido, así lo quiere!…

Permanece así durante unos minutos, como si escuchara en silencio alguna respuesta y prosiguiera una especie de diálogo mental…

Luego se agacha para levantar al hombre y le dice:

–       La culpa queda perdonada. Está en ti ahora el expiar con una vida de penitencia, cuanto queda de tu delito».

–     ¿Dios me ha perdonado? ¿Y mi madre? ¿Y mi hermano?

–      Lo que Dios perdona queda perdonado por todos, quienquiera que sean. Vete y no vuelvas a pecar nunca.

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El hombre llora aún con más intensidad y le besa la mano.

Jesús lo deja con su llanto y vuelve hacia la casa. La mujer velada hace ademán como de ir a su encuentro, mas luego baja la cabeza y no se mueve.

Jesús pasa delante de ella sin mirarla. Llega hasta un improvisado púlpito…

Y cuando está en su puesto empieza a hablar:

–        Un alma ha vuelto al Señor. Bendita sea su Omnipotencia, que arranca de las circunvoluciones de la Serpiente demoníaca a sus almas creadas y las conduce de nuevo por el camino de los Cielos.  ¿Por qué esa alma se había perdido? Porque había perdido de vista la Ley.

Dice el Libro que el Señor se manifestó en la cima del Sinaí con toda su terrible potencia para valiéndose también de ella decir: «Yo Soy Dios. Ésta es Mi Voluntad. Éstos son los rayos que tengo preparados para aquellos que se muestren rebeldes a la Voluntad de Dios».

monte sinaí

Y antes de hablar impuso que nadie del pueblo subiera para contemplar a Aquel que es y que incluso los sacerdotes se purificasen antes de acercarse al umbral del altar de Dios, para no recibir castigo. Esto fue así porque era Tiempo de Justicia y de Prueba.

Los Cielos estaban cerrados como por una losa que cubría el Misterio del Cielo y el desdén de Dios. Y sólo las saetas de la Justicia alcanzaban provenientes de los Cielos, a los hijos culpables. Mas ahora no es así. Ahora el Justo ha venido a consumar toda Justicia y ha llegado el tiempo en que sin rayos y sin límites, la Palabra Divina habla al hombre para darle Gracia y Vida.

La Primera Palabra del Padre y Señor es ésta: «Yo Soy el Señor Dios tuyo». En todo instante del día la Voz de Dios pronuncia esta palabra y su dedo la escribe. ¿Dónde? Por todas partes. Todo lo dice continuamente: desde la hierba a la estrella, desde el agua al fuego, desde la lana al alimento, desde la luz a las tinieblas, desde el estar sano hasta la enfermedad, desde la riqueza a la pobreza.

los 10 mandamientos escritos por el dedo de Dios.

Todo dice: «Yo Soy el Señor. Por mí tienes esto. Un pensamiento mío te lo da, otro te lo quita. Y no hay fuerza de ejércitos ni de defensas que te pueda preservar de mi Voluntad». Grita en la voz del viento, canta en la risa del agua, perfuma en la fragancia de la flor, se incide sobre las cúspides de las montañas.

Y susurra, habla, llama, grita en las conciencias: «Yo Soy el Señor Dios tuyo». ¡No os olvidéis nunca de ello! No cerréis los ojos, los oídos; no estranguléis la conciencia para no oír esta palabra. Es inútil, Ella ES. Y llegará el momento en que en la pared de la sala del banquete, en la agitada ola del mar, en el labio del niño que ríe, en la palidez del anciano que se muere, en la fragante rosa o en la fétida tumba, será escrita por el Dedo de Fuego de Dios.

Es inútil, llega el momento en que en medio de las embriagueces del vino y del placer, en medio del torbellino de los negocios, durante el descanso de la noche, en un solitario paseo… Ella alza su voz y dice: «Yo Soy el Señor Dios tuyo» Y no esta carne que besas ávido. Y no este alimento que glotón, engulles. Y no este oro que avaro, acumulas. Y no este lecho sobre el que te gozas. Y de nada sirve el silencio, el estar solo o durmiendo, para hacerla callar.

la voz de la conciencia

«Yo Soy el Señor Dios tuyo», el Compañero que no te abandona, el Huésped que no puedes echar. ¿Eres bueno? Pues el huésped y compañero es el Amigo bueno. ¿Eres perverso y culpable? Pues el huésped y compañero pasa a ser el Rey airado y no concede tregua. Más no deja, no deja, no deja. Sólo a los réprobos les es concedido el separarse de Dios. Pero la separación es el tormento insaciable y eterno.

«Yo Soy el Señor Dios tuyo», y añade: «Que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud». ¡Oh, con qué verdad, ahora, realmente lo dice! ¿De Egipto, de qué Egipto te saca hacia la Tierra Prometida, que no es este lugar, sino el Cielo? El eterno Reino del Señor en que no habrá ya hambre o sed, frío ni muerte. Sino que todo rezumará alegría y paz. Y de paz y de alegría se verá saciado todo espíritu!

De la esclavitud verdadera ahora os saca. He aquí el Libertador. Yo Soy. Vengo a romper vuestras cadenas. Cualquier dominador humano puede conocer la muerte y por su muerte quedar libres los pueblos esclavos. Pero Satanás no muere. Es eterno. Y es él el dominador que os ha puesto grilletes para arrastraros hacia donde desea.

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El Pecado está en vosotros. Y el Pecado es la cadena con que Satanás os tiene cogidos. Yo vengo a romper la cadena. En nombre del Padre vengo y por deseo mío. He aquí que se cumple la no comprendida promesa: «Te saqué de Egipto y de la esclavitud».

Ahora esto tiene espiritualmente cumplimiento. El Señor Dios vuestro os saca de la tierra del Ídolo que sedujo a vuestros Progenitores. Os arranca de la esclavitud de la Culpa, os reviste de Gracia, os admite en su Reino. En verdad os digo que quienes vengan a Mí, podrán con dulzura de paterna voz, oír al Altísimo decir en su corazón bienaventurado: «Yo Soy el Señor Dios tuyo y te traigo hacia Mí, libre y feliz».

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Está escrito: «No te harás dioses en mi Presencia. No te harás ninguna escultura, ni representación de lo que hay arriba en el cielo; aquí abajo en la tierra o en las aguas que están bajo ella. No adorarás tales cosas, ni les prestarás culto.

Yo Soy el Señor tu Dios, Fuerte y Celoso, que castiga la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian. Y concede misericordia hasta la milésima, de aquellos que lo aman y observan sus Mandamientos».

«NO TE HARÁS DIOSES EN MI PRESENCIA»

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Habéis oído cómo Dios está en todas partes con su Mirada y con su Voz. Verdaderamente siempre estamos en su Presencia. Encerrados dentro de una estancia o entre el público del Templo, estamos igualmente en su Presencia. Ya seamos ocultos benefactores que hasta a quien recibe el favor le celamos nuestro rostro, ya seamos asesinos que asaltan y asesinan bárbaramente al viandante en un desfiladero solitario, estamos igualmente en su Presencia.

En su Presencia está el rey rodeado de su corte, el soldado en el campo de batalla, el levita en el Templo, el sabio encorvado sobre los libros, el campesino en el surco, el mercader en su banco, la madre inclinada hacia la cuna, la esposa en la cámara nupcial, la virgen en el secreto de la paterna morada, el niño pequeño estudiando en la escuela, el anciano cuando se echa para morir.

Todos en su Presencia, todas las acciones igualmente en su Presencia. ¡Todas las acciones del hombre! ¡Tremenda palabra, pero al mismo tiempo consoladora! Tremenda si las acciones son pecaminosas. Consoladora, si son santas. Saber que Dios ve: impedimento para obrar mal, estímulo para obrar bien.  

mirada jesus dios

Dios ve que me comporto bien. Yo sé que Él no olvida lo que ve. Yo creo que Él premia las buenas acciones. Por tanto, estoy seguro de obtener este premio y en esta seguridad descanso. Ella me dará una vida serena y una plácida muerte. Porque ya en vida, ya en muerte, mi alma se verá consolada por el rayo estelar de la amistad de Dios. Así razona quien obra bien.

Pero, quien obra mal ¿Por qué no piensa que entre las acciones prohibidas se encuentran los cultos idolátricos? ¡Por qué no dice: «Dios ve que mientras finjo un culto santo adoro a un dios o dioses engañadores a quienes he erigido un altar secreto ante los ojos de los hombres, pero que Dios conoce»!

¿¡Qué dioses! -diréis- si ni siquiera en el Templo hay figuras de Dios? ¿Qué rostro tienen estos dioses, si nos ha resultado imposible atribuirle un rostro al Verdadero Dios?

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El origen de este Rostro, es una fotografía milagrosa regalada por nuestro Señor Jesucristo

SÍ, imposible atribuirle un rostro, porque el Perfecto y el Purísimo no puede ser dignamente representado por el hombre.

Sólo el espíritu vislumbra su incorpórea y sublime Belleza. Y oye su Voz y saborea su caricia cuanto Él se efunde sobre un santo merecedor de estos contactos divinos. Mas el ojo, el oído, la mano del hombre no pueden ni ver ni oír, ni representar con el sonido en la cítara o con el martillo y el cincel en el mármol, lo que es el Señor.

¡Oh, felicidad sin fin cuando los espíritus de los justos, veáis a Dios! La primera mirada será la aurora de la beatitud que por los siglos de los siglos será compañera vuestra. Y no obstante, lo que no pudimos hacer respecto al verdadero Dios, el hombre lo hace respecto a los dioses engañadores:

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Y así, uno erige el altar a la mujer, el otro al oro, el otro al poder, el otro a la ciencia, el otro a los triunfos militares. Uno adora al hombre que tiene poder, semejante a él por naturaleza, superior sólo en ímpetu avasallador o en dinero.

Otro se adora a sí mismo diciendo: «No hay quien se me iguale». Éstos son los dioses de quienes pertenecen al pueblo de Dios. No os asombréis de los paganos que adoran animales, reptiles y astros. ¡Cuántos reptiles! ¡Cuántos animales! ¡Cuántos astros apagados adoráis en vuestros corazones!

Los labios pronuncian palabras mentirosas para adular, para poseer, para corromper. ¿No son acaso éstas las oraciones de los secretos idólatras? Los corazones nutren pensamientos de venganza, de tráficos ilícitos, de prostitución. ¿Y no son, acaso, éstos los cultos a los dioses inmundos del placer, de la codicia, del mal?

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Está escrito: «No adorarás nada que no sea tu Dios verdadero, único, eterno». Está escrito: «Yo Soy el Dios fuerte y celoso».

FUERTE: Ninguna otra fuerza es más fuerte que la suya. El hombre es libre de actuar, Satanás es libre de tentar. Pero cuando Dios dice: “¡Basta!», el hombre no puede ya actuar mal y Satanás ya no puede tentar. Repelido y arrojado éste a su infierno y abatido aquél por el uso en su mala conducta, porque ésta tiene un límite más allá del cual Dios no permite que se vaya.

CELOSO: ¿De qué? ¿Con qué celos? ¿Los celos mezquinos de los pequeños hombres? NO. Los santos Celos de Dios respecto a sus hijos. Los justos celos. Los amorosos celos. Os ha creado. Os ama. Os desea para Sí. Sabe lo que os perjudica. Conoce lo que puede separaros de Él.

PECADO MORTAL

Se siente celoso de «este que» que se mete entre el Padre y los hijos y los desvía del único amor que es salvación y paz: Dios. Entendemos estos sublimes Celos; no mezquinos, ni crueles ni carceleros. Sino amor infinito, infinita bondad, libertad sin límites.

Celos que se ofrecen a la criatura finita para aspirarla perdurablemente hacia Dios, hacia dentro de Dios y hacerla copartícipe de su infinitud. Un padre bueno no quiere gozar solo sus riquezas, sino que quiere que sus hijos las disfruten con él – en el fondo las ha acumulado más para sus hijos que para sí -.

Pues así Dios; pero llevando en este amor y deseo la perfección que reside en toda acción suya. No defraudéis al Señor. Hay promesa suya de castigo sobre los culpables y sobre los hijos de los hijos culpables y Dios no miente nunca en sus promesas.

pecados ancestrales

CONSECUENCIAS DE LA IDOLATRÍA

¡Pero no se deprima vuestro ánimo, hijos del hombre y de Dios! Oíd la otra promesa y exultad: «Y concede misericordia hasta la milésima de aquellos que lo aman y observan sus mandamientos». Hasta la milésima generación de los buenos.

Y hasta la milésima debilidad de los pobres hijos del hombre, que caen no por malicia sino por irreflexión y por las celadas tendidas por Satanás. Más aún, os digo que Él os abre los brazos si con el corazón contrito y el rostro lavado por el llanto, decís: «Padre, he pecado, lo sé, me humillo por ello y a ti me confieso; perdóname. Tu perdón será mi fuerza para volver a `vivir’ la verdadera vida».

No temáis. Antes de que vosotros pecarais por debilidad, Él sabía que pecaríais. Mas su Corazón se cierra sólo cuando persistís en el pecado QUERIENDO PECAR, haciendo de un pecado en concreto o de muchos pecados, vuestros dioses de horror.

IGLESIA SOBRENATURAL

AUTOIDOLATRÍA DEL RACIONALISMO

Abatid todo ídolo, haced sitio al Dios verdadero. Él descenderá con su gloria a consagrar vuestro corazón, cuando se vea Él solo en vosotros. Devolvedle a Dios su morada, que está en los corazones de los hombres y no en los templos de piedra. Lavad el umbral de su puerta, liberad su interior de todo inútil o culpable dispositivo. Dios sólo. Sólo Él.

¡Todo es Él! Y en nada es inferior al Paraíso, el corazón de un hombre en que esté Dios. El corazón de un hombre que cante su amor al Huésped Divino. Haced un Cielo de cada corazón. Empezad a vivir con el Excelso.

ESTÁ ESCRITO: «NO TENTARÁS AL SEÑOR TU DIOS»

Ateismo cristianos PRISIONDemasiadas veces se olvida este Mandamiento. Se tienta a Dios cuando se le quiere imponer nuestra voluntad. Se tienta a Dios cuando imprudentemente se actúa contra las reglas de la Ley, que es santa y perfecta y en su lado espiritual – el principal – se ocupa y se preocupa también de la carne que Dios ha creado.

Se tienta a Dios cuando habiendo sido perdonados por Él, se vuelve a pecar. Uno tienta a Dios cuando habiendo recibido de Él un beneficio que pretendía ser un bien para sí, algo que le moviera hacia Dios, lo transforma en un daño. Dios no es objeto de risa ni de burla. Demasiadas veces sucede esto.

Ley de Dios rota

Ayer habéis presenciado el castigo que espera a quienes pretenden mofarse de Dios. El Eterno Dios, lleno de compasión con quien se arrepiente, se muestra por el contrario, lleno de severidad con el impenitente que en manera alguna se modifica a sí mismo. Vosotros venís a mí para oír la palabra de Dios. Venís para obtener un milagro. Venís para obtener el perdón.

Y el Padre os da palabra, milagro y perdón. Y Yo no echo de menos el Cielo, porque puedo daros milagros y perdón. Y puedo haceros conocer a Dios. Ese hombre cayó ayer fulminado, como Nadab y Abiú, por el fuego de la divina indignación. De todas formas, absteneos de juzgarlo. Que lo que ha sucedido, que ha sido un nuevo milagro, solamente os haga meditar acerca de cómo hay que actuar para tener a Dios como amigo.

Él quería el agua penitencial, pero sin espíritu sobrenatural; la quería por espíritu humano: como una práctica mágica que le curase la enfermedad y lo liberase de la desventura. El cuerpo y la cosecha: éstos eran sus fines, no su pobre alma, que no tenía valor para él. Lo valioso para él era la vida y el dinero.

-Pedir-perdon sin arrepentimiento es tentar a dios

Yo digo: «El corazón está donde está el tesoro, y el tesoro donde el corazón. Por tanto, el tesoro está en el corazón». Él en el corazón tenía la sed de vivir y de tener mucho dinero. ¿Cómo obtenerlo?… Como fuera; incluso con el delito. Pues bien, pedir así el bautismo ¿No era reírse de Dios y tentarlo?

Habría bastado el arrepentimiento sincero por su larga vida de pecado para proporcionarle una santa muerte y lo justo en esta tierra. Pero él era el impenitente. No habiendo amado nunca a nadie aparte de sí mismo, llegó a no amarse ni siquiera a sí mismo.

Porque el odio mata incluso el amor animal egoísta del hombre hacia sí mismo. El llanto del arrepentimiento sincero habría debido ser su agua lustral. De la misma forma, para todos vosotros que estáis escuchando; porque sin pecado no hay nadie…  

arrepentimiento verdadero

Cuando amamos verdaderamente a Dios, nos duele mucho Ofenderlo…

Y todos por tanto, tenéis necesidad de esta agua que exprimida por el corazón mismo, desciende y lava, da de nuevo la virginidad a quien ha sido profanado, levanta al abatido, da nuevo vigor a quien la culpa ha dejado exangüe. Ese hombre se preocupaba sólo de la miseria de la tierra, cuando en realidad sólo una miseria debe apesadumbrar al hombre: la eterna miseria de perder a Dios.

Ese hombre no dejaba de hacer las ofrendas rituales, mas no sabía ofrecer a Dios un sacrificio de espíritu. Es decir, alejarse del pecado, hacer penitencia, pedir con los hechos el perdón. Una hipócrita ofrenda de riquezas mal adquiridas es como invitarle a Dios a que se haga cómplice de las malas acciones del hombre.

traicion e hipocresia

¿Es posible que esto suceda? ¿No es reírse de Dios el pretenderlo? Dios arroja de su presencia a quien dice: «he aquí que sacrifico» y se consume internamente por continuar su pecado.

¿Ayuda acaso el ayuno corporal cuando el alma NO ayuna del pecado?

Que la muerte de este hombre, que ha acontecido aquí, os haga meditar sobre las condiciones necesarias para gozar del aprecio de Dios. Ahora, en su rico palacio los familiares y las plañideras hacen duelo ante los restos mortales que dentro de poco serán conducidos al sepulcro.

¡Oh, verdadero duelo y verdaderos restos mortales! ¡Nada más que unos restos mortales! Nada más que un desconsolado duelo, porque el alma precedente e irremisiblemente muerta, se verá para siempre separada de aquellos que amó por parentela y afinidad de ideas.

las puertas del infierno

Aunque una misma morada los una eternamente, el Odio que allí reina los dividirá. Es así que entonces la muerte es verdadera separación. Mejor sería que en vez de los demás, fuese el propio hombre quien teniendo muerta el alma, llorase por sí mismo; de modo que por ese llanto de contrito y humilde corazón, le devolviera al alma la vida con el perdón de Dios.

Idos, sin odio ni comentarios, nada más que con humildad. Como Yo, que no con odio sino por justicia, he hablado de él. La vida y la muerte son maestras para bien vivir y bien morir. Y para conquistar la Vida sin muerte.

En vuestro eterno mañana ese vivir con El PADRE QUE OS AMA se perfeccionará en potencia y alegría, mas aquí tendrá ya tal entidad, que dejará atrás la temblorosa turbación de Abraham, Jacob y Moisés.

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No será ya en efecto el encuentro incisivo como rayo y aterrador con el Poderoso, sino la permanencia con el Padre y el Amigo que descienden para decir: «Mi alegría es estar entre los hombres. Tú me haces feliz. Gracias, hijo».

Venid. Volved al Señor corazón y rostro, oración y voluntad. La Hora de la Gracia ha Llegado.  

La Paz sea con vosotros.

Los presentes tardan algo en salir de su estado de encantamiento. Hay quien se da cuenta de que está llorando o sonriendo por la misma esperanza de gozo. Finalmente parece que se despiertan, emiten un murmullo, un fuerte suspiro y terminan gritando como sintiéndose liberados.

Jesus sanando

Luego los apóstoles ayudan a Jesús a Bautizar y Él se dispone a sanar enfermos y consolar…

Todo termina.

ABBA: DAME MÁS AMOR PARA AMARTE MÁS Y ADORACIÓN, PARA ADORARTE ETERNAMENTE… (Oracion diaria)

enamorarse

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