175 DIAGNÓSTICO ESPIRITUAL7 min read

175 IMITAR A JESUS ES EL EJEMPLO QUE SALVA

La ciudad está semidesierta en esta noche serena y clara por la luna llena que resplandece en toda su plenitud.

La Pascua ha sido celebrada y consumida en una de las casas de Lázaro.

En la puerta exterior Jesús, con esa señorial cortesía muy suya, se ha despedido de Juan de Endor, dejándolo como custodio de las mujeres y dándole las gracias por esto mismo.

Le dió un beso a Margziam, que también acudió a la puerta.

Y se encamina con los suyos en el barrio de Bezetha, siguen a lo largo de la muralla y dejan atrás la casa de José de Arimatea.

Avanzan ligeros hacia fuera por la Puerta de Herodes.

Tadeo pregunta:

–     ¿A dónde vamos, Señor?

Jesús responde:

–     Venid conmigo.

Os llevo a coronar la Pascua con una perla anhelada y singular.

Por este motivo he querido estar sólo con vosotros, ¡Mis apóstoles!

Gracias amigos, por el gran amor que me tenéis; si pudierais ver cómo me consuela, os asombraríais.

Fijaos, Yo me muevo entre continuas contrariedades y desilusiones. Desilusiones por vosotros.

Convenceos de que por Mí no tengo ninguna desilusión, pues no me ha sido concedido el don de ignorar…

Por esta razón también os aconsejo que os dejéis guiar por Mí.

Si permito una cosa, la que sea, no opongáis resistencia a ello; si no intervengo para poner fin a algo, no os toméis la iniciativa de hacerlo vosotros.

Cada cosa a su debido tiempo. Confiad en Mí, en todo.

Ya están en el ángulo nordeste de la muralla; vuelven la esquina y van siguiendo la base del monte Moria…

Hasta llegar a un punto en que por un puentecito, pueden cruzar el Cedrón.

Santiago de Alfeo pregunta:

–    ¿Vamos a Getsemaní?

–    Más arriba.

A la cima del monte de los Olivos.

Juan exclama:

–    ¡Oh! ¡Será algo bello!

Pedro susurra:

–    También le habría gustado al niño.

Jesús dice:

–     ¡Tendrá oportunidad de verlo otras muchas veces!

Estaba cansado y además es un niño.

Quiero ofreceros una cosa grande, porque ya es justo que la tengáis.

Suben entre los olivos, dejando Getsemaní a su derecha.

Suben más arriba por el monte, hasta alcanzar la cima, donde los olivos se balancean crugiendo…

Avanzan por entre le olivar, hasta que Jesús se frena y dice:

–     Detengámonos aquí…

Todos se acomodan a su alrrededor, sentándose para escucharlo…

Jesús dice:

“Queridos, muy queridos discípulos míos, continuadores míos en el futuro, acercaos a Mí.

Hace poco tiempo, me habéis dicho:

“Enséñanos a orar como lo haces Tú; enséñanos, como Juan enseñó a los suyos.

Y siempre os respondí:

‘Os enseñaré cuando vea en vosotros un mínimo de preparación suficiente, para que la plegaria no se convierta en una fórmula vacía de palabras humanas.

Sino que sea una verdadera conversación con el Padre.

Ha llegado el tiempo. Hemos obedecido el Precepto Pascual, como verdaderos israelitas y el precepto divino de la caridad; para con Dios y para con el prójimo.

Uno de vosotros ha sufrido mucho en estos días, debido a una acción que no merecía.

Y ha sufrido por el esfuerzo que se ha hecho a sí mismo, para controlar la ira que esa acción había provocado.

Sí, Simón de Jonás, ven aquí.

Ni una palpitación de tu corazón honrado, me ha pasado desapercibida.

Y no ha habido sufrimiento que no haya compartido contigo.

Yo… y tus compañeros.

Pedro dice:

–    Pero Tú Señor, has sido ofendido más que yo.

Y esto era para mí una pena mayor… Que Judas haya desdeñado acompañarme en la fiesta, me molestó mucho como hombre.

Pero al ver que Tú estabas adolorido y ofendido, me molestó de otro modo. Y sufrí el doble…

Yo no quiero gloriarme, ni hacerme el héroe, usando tus palabras. Pero debo decir que he sufrido con mi alma…

Y esto causa mayor dolor.

–    No es soberbia, Simón.

Has sufrido espiritualmente, porque Simón de Jonás, pescador de Galilea; se está convirtiendo en Pedro de Jesús;

Maestro del espíritu; por lo cual también sus discípulos se hacen activos y sabios en el espíritu. Porque has avanzado en la vida del espíritu.

Y porque vosotros también habéis avanzado, quiero enseñaros esta noche la Oración.

¡Cuánto habéis cambiado desde aquel día en que nos detuvimos en un lugar desierto por algunos días!

Bartolomé pregunta un poco incrédulo:

–   ¿Todos, Señor?

–   Comprendo lo que quieres decir.

Yo os hablo a vosotros los once, que estáis aquí, no a otros.

Andrés dice con mucha tristeza:

–   Pero, ¿Qué le pasa a Judas de Simón, Maestro?

Ya no lo comprendemos. Parecía muy cambiado y ahora… desde que dejamos el lago…

Pedro interviene:

–    Cállate hermano.

La llave del misterio la tengo.

Se ha colgado un pedacito de zebú.

Fue a buscarlo a la caverna de Endor, para sorprender a los demás.

Lo tomó del nicho donde estaba el búho.

¡Y se lo tiene merecido!

El Maestro se lo dijo aquel día…

En Gamala, los diablos entraron en los cerdos.

En Endor, los que salieron del desgraciado Juan, entraron en él. Se entiende que…

Se entiende… ¡Déjame decirlo, Maestro!

Lo tengo aquí, en la punta de la lengua y si no lo digo, me muero…

Jesús le pide:

–   Simón. Sé bueno.

–   Sí, Maestro.

Y te aseguro que no le haré ningún desprecio.

La posesión espiritual perfecta se agrava tremendamente por la Lujuria y la maldad de Asmodeo…

Pero digo y pienso que siendo Judas tan vicioso… Y tan mujeriego…

Todo el Templo lo conoce, lo sabe y Todos lo sabemos.

Y está sin protección porque quiere. Se entiende que también los demonios, gustosos cambian de casa.

Es un semejante al cerdo…

Pedro calla.

El  silencio se extiende un largo momento.

Y agrega con un suspiro:

–    Bueno, lo he dicho.

Santiago de Zebedeo pregunta:

–   ¿Entonces tú piensas que por eso es así?

–   ¿Y qué otra cosa quieres que sea?

No hay ninguna otra razón para que se haya vuelto tan intratable.

Está peor que en Agua Especiosa.

Allí se podía pensar que el humor y la estación  lo pusiesen nervioso.

Pero ahora…

Jesús agrega con calma:

–    Hay otra razón, Simón…

–    Dila, Maestro.

Estoy contento de desengañarme del compañero.

–   Judas está celoso.

Está inquieto por celos.

–   ¿Celoso de quién?

No tiene mujer. Y aunque la tuviese, creo que ninguno de nosotros sería capaz de ofender a un condiscípulo…

–    Está celoso de Mí.

Piensa… Judas ha cambiado desde Endor y luego…  Empeoró en Esdrelón.

Esto es; desde que vio que me ocupaba de Juan y de Marziam.

Pero ahora que Juan nos dejará y que se irá con Isaac, verás que volverá a ser alegre y bueno.

–   Está bien.

Pero no querrás decirme que no es presa de un diablillo…

Y sobre todo; no querrás que diga que se ha compuesto en estos meses en que se ha portado peor.

El año pasado yo también era celoso… ¿No recuerdas que no quería que hubiese nadie más que nosotros seis?

Ahora deja que invoque a Dios como testigo de mi pensamiento. Ahora digo que soy feliz; entre más aumentan los discípulos a tu alrededor.

¡Oh! ¡Cómo quisiera traerte a todos los hombres!

Pero, ¿Por qué he cambiado? Porque me he dejado cambiar por Ti. Él…  él no ha cambiado. Al contrario…

Convéncete, Maestro. Un diablillo se ha apoderado de él…

–    No lo digas, ni lo pienses.

Ruega para que se cure. Los celos son una enfermedad emocional…

Que destrozan el alma.

–    De la que se puede curar si uno quiere.

¡Ah! Lo soportaré por causa tuya… Pero, ¡Qué fatiga!…

Judas Tadeo, dice:

–    Me parece que ya recibió su castigo…

Al no estar con nosotros en esta noche; en que aprenderemos algo tan importante.

Jesús dice:

–     Ha llegado el momento.

Vosotros poseéis cuanto es suficiente para conocer las palabras dignas que se digan a Dios y os las quiero enseñar esta noche en medio de la paz y el amor que existe entre nosotros.

En la paz y el amor de Dios y con Dios…

Escuchad: cuando oréis, decid así:

“Padre Nuestro…”

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