Archivos del mes: 30 julio 2012

95.- LAS DOS COLUMNAS

Nerón, cuando asesinó a Séneca esperaba apoderarse de la fortuna estimada en trescientos millones de sestercios y descubrió que ésta no llegaba ni a la décima parte de esa cantidad. Con la sentencia de Petronio, se encontró con que lo único que quedaba era su palacio en Roma y la quinta de Cumas; que ya no le pertenecían a él, pues estaban legalizadas a nombre de otro dueño. Estos dos fiascos le hicieron  decretar que en los testamentos se presentarían en blanco las dos primeras páginas, que solamente se escribiría en ellas el nombre del testador y que el que escribiese el testamento de otro, no podría asignarse ningún legado.

Empobrecido y exhausto de recursos hasta el punto de demorar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones. Se apoderó de los bienes y las fortunas que le apetecían con el argumento de que ‘habían sido ingratos con el Príncipe.’ Un día que cantaba en el teatro, vio a una matrona adornada con la prohibida púrpura, la señaló a sus agentes y haciéndola sacar inmediatamente, le confiscó el traje y los bienes. Y ya no confirió ningún cargo sin añadir:

–           ¿Sabes lo que necesito? Obremos de tal forma que nadie tenga nada.

Concluyó por despojar a la mayor parte de los templos y fundió todas las estatuas de oro y de plata. Después de la muerte de Popea quiso casarse con Antonia la hija de Claudio, como ella se rehusó, también la acusó de conspiración e hizo que la mataran.

No hubo lazo que no rompiera con el crimen. Y mientras tanto su red de espías, seguían llenando los tribunales con cristianos.

Pedro fue arrestado por los pretorianos y lo llevaron al Tullianum. Los cristianos lo recibieron con gran reverencia y amor. Algunos presos que habían sido torturados y que no eran cristianos, le pidieron que los ayudase, Pedro oró y los sanó el Señor. El hijo de un verdugo que estaba sordo y mudo, también fue sanado.

Y un centurión se acercó y le dijo:

–           Mi nombre es Flavio.  Tengo un compañero de guerra al que quiero mucho. En Germania recibió un fuerte golpe en la nuca y está paralizado del cuello hacia abajo. ¿Podrías rogar a tu Dios para que lo cure?

Pedro le contestó:

–           Flavio, ¿Crees que nuestro Señor Jesucristo pueda sanarlo?

–           Sí creo. Creo que Él es Dios y si Él quiere, puede compadecerse de un pagano…

–           Flavio, en el Nombre de Jesucristo, hágase como lo pides. Y dile a tu amigo que busque la Luz de la Verdad.

Por la tarde de ese mismo día, llegó el otro soldado completamente sano a darle las gracias.

Flavio dice llorando:

–          Cuando seas sentenciado, yo voy a tener que matarte.

Pedro lo mira sonriendo con amor y le dice:

–           Cumple tu deber hijo mío. Y alégrate. No me darás la muerte. Lo que vas a hacer es abrirme las Puertas del Cielo.

El soldado sanado le dice:

–           Anciano, yo soy Leoncio y te doy las gracias a ti y a tu Dios. Dime cómo podemos agradecerle y adorarlo.

–           Él Mismo los guiará. Venid…

Y Pedro les habla del alma y del Cielo…

Durante todo el tiempo que estuvo en prisión continuó evangelizando también a sus carceleros, realizando milagros a todos los que se lo pedían y bautizando sin cesar a los conversos…

            Y los rumores de lo sucedido, traspasaron las murallas de la prisión y se expandieron por todos lados.

Entonces Pablo también fue llevado a la cárcel Mamertina. Y cuando Nerón fue notificado de que los líderes de la Iglesia Perseguida habían sido capturados, decidió divertirse un poco…  Recordó algo que le había platicado Popea cuando era prosélita de la religión hebrea y en complot con Tigelino, urdió un plan para ver lo que haría el Dios de los cristianos, al verse enfrentado con su Padre.

Estaba en Roma un hombre llamado Simón que tenía muy impresionada a la gente con sus artes mágicas. Y por sus prodigios era tenido entre los judíos como un gran personaje que ‘Tenía consigo la Fuerza de Dios’. De acuerdo al plan preconcebido por el César, mandó sacar de la cárcel a Pedro y a Pablo y ante una gran muchedumbre reunida en la plaza del Fórum, decidió enfrentarlos con Simón el Mago que capitaneaba a los judíos, acérrimos enemigos de los cristianos.

Cuando todos estuvieron frente al César, éste les dijo, señalando a Simón:

–           Este hombre es sincero y vosotros, los embaucadores. Y ahora lo veremos.

Acto seguido Simón el Mago, coronado de laurel por Nerón mismo, subió hasta lo más alto del Capitolio y empezó a volar.

Pedro al ver aquello, dijo a Pablo:

–           Satanás se disfraza de ángel de Luz…

Pablo le replicó:

–           A mí me corresponde orar y a ti, dar las órdenes debidas.

Pablo se arrodilló y se sumergió meditando, en la Oración en el Espíritu.

Pedro levantó la voz y dijo con autoridad:

–           Espíritus de Satanás que lleváis a este hombre por el aire. En El Nombre Santísimo de Jesús yo os mando que no lo sostengáis más y que lo bajéis sin dañarlo, hasta el suelo.

Los demonios se encolerizaron y obedecieron la orden a medias. Ante el asombro general, Simón aterrizó bastante maltrecho. Nerón se enfureció aún más, al ver el inesperado resultado de su maquinación y antes de retirarse, ordenó que los llevaran al tribunal.

El Prefecto Agripa dijo a Pedro, al tenerlos frente a sí:

–           Así que tú eres el hombre que en tus reuniones aprovechas tu influencia e impides que las mujeres se casen.

Pedro le contestó:

–           Yo soy fiel discípulo de mi Señor Jesucristo, el Crucificado que Resucitó y Vive y Reina por siempre, a la diestra de Dios Padre.

–           Le seguirás hasta el final. También tú morirás en la Cruz.

Y a Pablo por ser ciudadano romano, lo condenó a ser decapitado.

Al anciano apóstol se le aplicaron los azotes prescritos por la ley y al día siguiente fue conducido fuera de las puertas de la ciudad, hacia el Monte Vaticano, en donde debía cumplirse la sentencia y ser crucificado.

A causa de su avanzada edad, no se le exigió que cargara con la cruz. Cuando llegaron al sitio designado, Pedro contempló toda la Ciudad Eterna, extendida a sus pies y levantando la mano derecha, bendijo: ¡URBI ET ORBI! (a la ciudad y al mundo)

Y su sonrisa se hizo más luminosa y su rostro se volvió radiante, cuando Jesús le permitió extender su mirada a través de los siglos y vio el mismo lugar de su martirio, convertido en una inmensa Basílica. Desde la cual, casi dos mil años después su sucesor 265 el último Papa: Benedicto XVI daría su mensaje de paz al mundo entero y su bendición apostólica: ¡URBI ET ORBI!

Y vio tambien la grandiosa plaza llena de millares de personas, escuchando reverentes a otro Pontífice Mártir: Juan Pablo II.

Quién desde el Vaticano llevaría el mensaje del Evangelio a todas las naciones de la Tierra. Y desde la Basílica de San Pedro, levantando su blanca mano, bendeciría lleno de bondad y de amor, infinidad de veces, a través del Pontificado más largo de la Historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana: ¡URBI ET ORBI!

Flavio, el jefe de los verdugos le indicó a Pedro que debía extenderse sobre la cruz. Y Pedro le dijo:

–           Cuando crucificaron a mi Señor pusieron su cuerpo sobre la Cruz, con los pies abajo y la cabeza en lo alto, porque mi Señor descendió desde el Cielo a la Tierra. Os ruego que al clavarme lo hagáis de tal forma que mis pies queden en lo alto y mi cabeza en la parte inferior del madero; porque además de que no soy digno de ser crucificado como Él, yo voy a subir de la Tierra al Cielo.

Accedieron a su petición y lo colocaron sobre la Cruz de manera que sus pies quedaron clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo.

Cuando Pedro estaba ya crucificado, Dios abrió los ojos espirituales de los espectadores y vieron al apóstol rodeado de ángeles que tenían en sus manos coronas de rosas  y de lirios. Y a Jesucristo colocado a su vera, mostrándole un Libro abierto…

Pedro lo leyó: “Apocalipsis” y dijo en voz alta:

–           Gracias Dios Mío.

Y se sumergió en la Oración en el espíritu…

Dios Padre le reveló entonces… He aquí que en los Últimos Tiempos, enviaré a mi Séptimo Profeta y hablará con mi Voz y advertirá a los hombres:

Yo aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones
Domingo, 15 de julio del 2012, a las 17:45 hrs.
(Recibido durante la Adoración de la Santa Eucaristía)
Mi muy querida hija, es difícil para Mis hijos permanecer libres del pecado, por la maldición infligida sobre ellos por la mano de la serpiente. No puedo esperar Yo a que Mis hijos estén completamente libres del pecado todo el tiempo, porque esto es imposible. Es importante que cualquiera que conozca las enseñanzas de la Iglesia de Mi Hijo en la Tierra, busque el arrepentimiento de sus pecados tan a menudo como sea posible.  A través del arrepentimiento será más fácil permanecer en estado de gracia y esto creará una barrera para futuras tentaciones.
Hijos Míos, ustedes están ahora por presenciar grandes cambios perdurables en el mundo. Sucederán después de que el GRAN AVISO se lleve a cabo.
Mientras muchos ignorarán estos mensajes del Cielo. Estos son importantes para aquellos que los aceptan como la Palabra de Dios, para prepararse. Ustedes son el enlace en Mi armadura contra el enemigo y a través de su fe, Yo les levantaré y les protegeré contra la persecución. Será por su amor por Mi Hijo Jesucristo, el Salvador del Universo, que Yo seré capaz de salvar a aquellos hijos, que no pueden permanecer en la Luz de Dios.
Su consagración de amor, sufrimientos y oraciones será su gracia de salvación del fuego del Infierno.
No tengan miedo por ustedes mismos; sino por aquellos que no solo no pueden ver, sino que rehúsan ver el tiempo en que ustedes están viviendo hoy. Los preparativos están completos y el momento está maduro para que el cambio comience, porque Yo no voy a permitirle a la Bestia robar almas.
Esta intervención, prometida a la Humanidad durante tanto tiempo, se llevará a cabo muy pronto y entonces la batalla empezará para salvar a Mis hijos. No teman a Mi Mano; porque cuando ésta caiga, será usada para castigar a aquellos que están tratando de destruir a Mis hijos.
Yo les impediré engañar a las almas.
Yo evitaré su asesina intención y aniquilaré sus falsas iglesias, sus cultos perversos, sus falsos ídolos, sus ciudades y sus naciones; si continúan rechazando la Mano que les alimenta.
Ellos han sido advertidos. Ustedes, Mis amados hijos, ayudarán a Mi Hijo a salvarlos.
Nunca tengan miedo, porque aquellos con el Sello del Dios Vivo, no solo son protegidos, sino que les son dadas las gracias de defender al Mundo de Dios, para que a tantas almas como sean posibles, les sea dado el Don de Vida.
Su amado Padre, El Dios Altísimo

El tiempo está cerca para que la persecución de Mi Amado Vicario, el Papa Benedicto XVI, alcance su pináculo
Lunes, 16 de julio del 2012, a las 15:15 hrs.
Mi muy querida y amada hija, es tiempo de preparar a todos los sacerdotes de Dios, a los obispos y a todos aquellos, que dirigen Mi Santa Iglesia Católica y Apostólica en la Tierra.
Porque el tiempo está cerca para que la persecución de Mi Amado Vicario, el Papa Benedicto XVI, alcance su pináculo.

Muy pronto él será forzado a huir del Vaticano. Entonces, vendrá el momento cuando Mi Iglesia se divida, un lado contra el otro.
¡Hago un llamado a todos Mis siervos sagrados, a recordar sus sacratísimos votos!
¡Nunca abandonen su misión! ¡Nunca Me abandonen! ¡Nunca acepten mentiras en vez de la Verdad!
Ustedes deben pedirme que les ayude en los difíciles tiempos, que están por delante. Deben levantarse, unirse y seguirme.
Recen para pedir la fortaleza que necesitarán, a través de esta Cruzada de Oración especial:
Cruzada de Oración (66) para el clero:
Ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra

Oh Querido Jesús,
ayúdame a permanecer fiel a Tu Santísima Palabra en todo momento.
Dame la fortaleza para defender la Verdad de tu Iglesia
en medio de la adversidad.
Lléname con las gracias para administrar los Santos Sacramentos
en la forma en que nos enseñaste.
Ayúdame a alimentar a Tu Iglesia con el Pan de Vida
y a permanecer leal a Ti, incluso cuando me sea prohibido hacerlo.
Libérame de la cadena del engaño que pueda enfrentar,
con el fin de proclamar la verdadera Palabra de Dios.
Cubre a todos Tus siervos sagrados con Tu Preciosa Sangre en este momento, para que permanezcamos valientes, leales y constantes en nuestra fidelidad
a Ti, Nuestro amado Salvador, Jesucristo. Amén.

No se desanimen, Mis amados siervos sagrados, porque la discordia ha sido profetizada y debe suceder en la batalla final por las almas.
Les amo y estaré con ustedes ahora, mientras caminan Conmigo la espinosa calle al Calvario, para que la Salvación pueda ser alcanzada una vez más, por todas las almas.
Su Amado Jesús

Al copiar los mensajes, por favor, informar a la fuente: www.jesushabla.com

Pedro admiró por largas horas y finalmente, con voz llena de júbilo y de adoración, exclamó:

–           ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!… –antes de expirar.

Las llaves del Cielo que Jesús le entregara y que habían estado en sus manos, las había entregado a Lino, en la Misa cuando le nombró su sucesor. Y de esta manera fueron legadas durante la sucesión periódica de cada Romano Pontífice hasta el pontificado de Benedicto XVI, el último Papa que ahora las tiene en sus manos…

En esa misma tarde, otro destacamento de pretorianos condujo a Pablo de Tarso a lo largo de la Vía Ostiense. Pasaron por la Puerta Trigémina, hasta un lugar llamado Aqua Salviae. Mientras avanzan, él mira hacia los Montes Albanos con la magnífica sensación de haber terminado su larga y fatigosa jornada apostólica. Contempla ya los Cielos abiertos para recibirle y su alma está llena de júbilo por el inminente encuentro con el Dios por el que ha luchado y sufrido tanto, para darlo a conocer y a amar.

Cuando llegaron al sitio designado para el suplicio, se volvió hacia el Oriente y oró. Luego, se despidió de los cristianos. El verdugo le dijo:

–           Prepara tu cuello.

Pablo se arrodilló y dijo:

–           ¡Oh, Señor mío Jesucristo, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Y ofreció su cuello al verdugo. Éste levantó la espada y descargó el golpe…

Con el rostro radiante, Pablo de tarso fue decapitado.

En el mismo instante en que se desprendió su cabeza del tronco, exclamó:

–           ¡Jesús!…

Su sangre bañó la lóriga de su verdugo, brilló una luz intensísima y quedó el aire perfumado con una fragancia maravillosa…

La Iglesia Cristiana ha sido confirmada con la sangre de sus Dos Columnas Primarias: San Pedro y San Pablo Apóstoles…

Su ornamento final lo pondrá su último sucesor y papa mártir… Y los cristianos que confesarán su glorioso testimonio en la Tercera Gran Persecución realizada en el imperio de terror del Anticristo…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA

94.- UN ESCAPE MILAGROSO

Marco Aurelio Petronio                     a          Tito Petronio Níger:

Hasta nosotros llega el eco Caríssime, de la mayor parte de los sucesos que están ocurriendo en Roma. Y lo que no sabemos, lo refieren tus cartas. En su viaje a Grecia, Tugurino recibió la orden de pasar por aquí, donde se entregó al saqueo de ciudades y templos para poder llenar el tesoro exhausto. Al precio de sangre y de lágrimas, Nerón está edificando la Casa Dorada en Roma. Tú conoces a Tugurino. Prócoro fue igual que él hasta que redimió su vida con su muerte. Me preguntas si estamos fuera de peligro y yo te contesto que aquí estamos libres de preocupaciones. Y con esto es más que suficiente.

En este momento y bajo el pórtico desde el cual te estoy escribiendo, contemplo nuestra mansa bahía y la barca desde donde Bernabé tiende una red para pescar nuestra comida de hoy. ¡Oh, qué tranquilidad! Mi esposa está cerca de mí, devanando lana roja. El pequeño Sebastián duerme satisfecho. Y en los jardines, a la sombra de los nogales y los almendros, cantan nuestros hermanos, mientras trabajan. Y no son las parcas como antes lo creíamos, quienes hilan y devanan de tan grata manera, el hilo de nuestras vidas. Es Cristo, nuestro amado Salvador y Dios, quién nos bendice y nos protege. Conocemos las lágrimas y los pesares porque la vida es una prueba de dolor y sufrimiento, que cada vez nos acerca más a Dios. Pero en estas lágrimas está el consuelo que tú conoces, porque cuando llegue el término de nuestra vida, nos reuniremos con esos seres queridos que han perecido y siguen pereciendo por su amor a la Verdad. Aquí, Sarah dio un testimonio maravilloso. Siguen aumentando las conversiones y el triunfo de N.S. Jesucristo.

Y ¡Oh, sí querido mío! Somos felices. Y la nuestra es una felicidad que ni la muerte podrá destruir, porque al contrario, ésta nos abrirá las Puertas del Cielo, donde está la Felicidad total y eterna.

Y así transcurren los meses en medio de la paz y el gozo del espíritu. Soy feliz, porque mi felicidad está en Dios y lo adoro. Porque mi felicidad es Alexandra y la amo a ella y a su alma inmortal. Y porque ambos nos amamos en Jesucristo, nuestro Dios y nuestro Rey que ha coronado nuestra dicha con el pequeño Sebastián.

Nuestra familia es nuestro tesoro. Y por eso en nuestro amor no hay separación, ni engaños, ni rutina, ni edad, ni muerte. Porque cuando la hermosura o la edad pasen y se agoten. Cuando nuestros cuerpos se marchiten y venga la muerte, quedará siempre el amor, junto con el espíritu.

Antes de que se abrieran mis ojos a la Luz, yo hubiera sido capaz de todo por el amor de Alexandra. Pero ahora te digo que entonces yo no la amaba, pues fue hasta que conocí a Jesús que supe lo que era el verdadero amor. Y ahora sí la amo como jamás imaginé que se pudiera llegar a amar. En Él está la fuente de la Paz y la felicidad. Y no soy yo quién lo dice. La realidad de lo que estamos viviendo lo pregona.

Y por eso te digo: compara la vida opulenta y llena de zozobras; los deleites inseguros del mañana; los banquetes orgiásticos y llenos de alegría ilusoria; con nuestra vida de cristianos y dime cual prefieres vivir. Pero para poder comparar con mejor acierto, ven a nuestras montañas olorosas a tomillo. A nuestros olivares, viñas y riberas orladas de hiedra. Te aguardan aquí, corazones que te aman sinceramente. ¡Oh, Maximiliano mío! A Alexandra y a mí nos asiste la consoladora esperanza de verte pronto. Ven con nosotros a completar y compartir nuestra dicha. Adiós.

Aurora termina de leer esta carta y se queda reflexiva unos momentos. Luego llama a Héctor y dispone todo lo necesario para el viaje a Sicilia…

Semanas después…

Marco Aurelio acaba de regresar de Catania a donde fue a supervisar un embarque de vinos. Entra tambaleante en la biblioteca y Alexandra le nota una tristeza muy grande en su rostro afligido y lleno de lágrimas. Ella lo abraza protectora, mientras le pregunta:

–           ¿Qué sucede mi amor?

Un sollozo ahogado brota de su garganta, junto con la palabra apenas audible:

–           Petronio ha…

Y apenas va a contarle a su esposa la noticia que supo en el puerto, cuando entra Nicanor el mayordomo avisando que acaba de llegar el general Publio Quintiliano, con una comitiva de Roma.

Marco Aurelio respira profundo para controlarse y luego dice:

–           Más tarde te contaré… Vayamos ahora a recibirlos.

Cuando llegan al atrium y Marco Aurelio se adelanta a dar la bienvenida a Publio, ve a sus acompañantes… Se queda paralizado y luego cae al piso, desmayado.

Cuando recupera el conocimiento, ve que lo han recostado en un lecho y que lo mira sonriente el rostro preocupado de su tío.

–           Pero tú… pero tú… –balbucea aturdido. Y luego agrega con énfasis- ¡Tú estás muerto!

Maximiliano contesta sonriente:

–           No, querido mío. ¡Estoy más vivo que nunca! –y le da un vaso con agua para que beba, mientras Marco Aurelio dice trastornado:

–           No entiendo nada. Nos contaron lo que pasó en la corte con Nerón, en Cumas… Séneca… –el tribuno sacude la cabeza y luego da un sorbo al agua.

Petronio le explica:

–           Nerón está inmerso en un baño de sangre. Ven…  ¿Ya te sientes mejor? Vamos al triclinium y les contaremos todo…

Con un brazo rodea tiernamente a Aurora y con el otro ayuda a su sobrino a levantarse. Y todos pasan a la terraza desde donde se contempla el espléndido paisaje que se domina sobre los acantilados, a escuchar la extraordinaria historia de lo que sucedió en Cumas…

La voz de Petronio se escucha fuerte y sonora:

–           Cuando se fue Asterio el liberto de Plinio, yo me puse a orar y entregué todo al Señor. Entonces oí su voz de tenor llena de dulzura, que me preguntó:

–           ¿Estarías dispuesto a morir por Mí?

Yo le contesté de inmediato:

–           ¡Oh, Señor mío! ¡Tú lo sabes que sí!

–           Pero todavía no llega tu hora. El Señor de la Vida y de la Muerte Soy Yo. ¿Recuerdas? – Le ví sonreír y fue algo maravilloso. Luego agregó- ¿Confías en Mí?

–           ¡Por supuesto que sí! Yo te amo y confío en Ti, Señor Jesús.

–           Entonces…

Me permitió ver lo que iba a suceder al día siguiente y me dio todas las instrucciones precisas… Yo las obedecí. Y cuando le conté todo a mi esposa, los dos oramos juntos y nos pusimos en sus manos. El día que me fui al convite… (Les relata todo lo sucedido en el banquete de Cumas)

Luego Aurora completa:

–           Cuando lo llevaron a la casa y le pedí al centurión que me dejara despedirme de él. En la Biblioteca Héctor y Darío sacaron por otra puerta el cuerpo sin vida y llevaron a Petronio a su cubiculum. Enseguida  colocaron el cadáver que Aquiles había traído del Spolarium ese mismo día… Hay tantos muertos que no fue difícil conseguir uno con características parecidas a las de Petronio. Lo vistieron con sus ropas y lo cubrieron con uno de los tapices que fuera adecuado. Afortunadamente el centurión fue muy respetuoso y no destapó el rostro, porque si no… –Aurora hace un gracioso gesto de horror y prosigue- Cuando los pretorianos se fueron, yo corrí a nuestro cubiculum y Maximiliano estaba sentado en el lecho y despierto. El Señor Jesús me dijo que le diera de beber muchos líquidos y… ¡Aquí está! – Concluye feliz y besando a su esposo.

Marco Aurelio pregunta admirado:

–           ¿Y qué pasó cuando estuviste muerto?

Petronio dice sonriente:

–           Después que bebí el vaso con el veneno, de repente me vi como si flotara por encima del triclinio imperial y sobre todos los convidados. Observé mi cuerpo como si fuera una vestidura que me hubiera quitado. Y ¡Me sentía tan bien! Yo seguía siendo yo… Mi cuerpo estaba tirado frente a mí. No sentí cuando me abrieron las venas. Vi y oí cuando los médicos le dijeron a Nerón, que yo estaba muerto. Luego alguien me llamó por mi nombre y vi junto a mí a un ser bellísimo que me dijo:

–           No temas. Mi nombre es Geudiel. Soy tu ángel guardián. Ven conmigo.

Suavemente me tomó de la mano y me condujo.  Pareció como si voláramos por el Universo… Luego llegamos a un Reino de Luz. ¡Oh! ¡Qué belleza tan maravillosa! Allí todo es perfecto. No existe la fealdad. Me dejó en el jardín de un palacio cuyas paredes también parecen de Luz. Y me dijo:

–           Espera aquí. Voy a decirle al Señor…

Y mientras esperaba pasaron caminando los jóvenes que estaban en el banquete de Nerón y que murieron en la hoguera. Todos me saludaron con mucho amor y Joshua me dijo jubiloso:

–           Maximiliano, me alegra mucho que pensaras en mí cuando te decidiste a convertirte. ¡Persevera hermano! ¡Te estamos esperando!

No pude evitar reírme, porque ciertamente que después de que Nerón pateara su cabeza como si fuera un balón, en los calabozos de Calígula y verlo regresar tan majestuoso con ella bajo el brazo, para enfrentarse con Enobarbo de aquella manera… Fue cuando decidí conocer la religión cristiana…

En eso salió el Señor Jesús y yo lo contemplé asombrado. Pude ver su Cuerpo que tiene carne como la nuestra y al mismo tiempo parece como si estuviera hecho de luz. Sus cabellos y su barba son rubios. Sus ojos azules parecen zafiros. Su belleza varonil es tan perfecta y cautivadora…  Y vi todas sus heridas que despiden luz. Parecen rubíes luminosos en sus pies, en sus manos…  Y también se trasluce de su pecho.  Traía una túnica de una tela que no sé cómo describirla… ¡Es tan Majestuoso! ¡Es Dios y es Rey!

Me trató con tanta dulzura, con tanto amor… Luego Él extendió los brazos y su frente estaba llena de Luz. Comprendí que brotaba de donde le coronaron con espinas. Sentí un infinito deseo de postrarme y adorarlo…

Y Él me dijo:

–           Así os he amado.

–           Señor. –Le supliqué- ¿Me dejas quedarme?

–           Tienes una misión que cumplir. ¿O no quieres hacerla?

–           Claro que sí, Señor. Es solo que… se siente tanto gozo aquí. Te amo. Te adoro Señor mío y Dios mío…

–           Irás a decirles a tus hermanos, como el Cielo es una realidad espiritual. Y también…

Jesús me dio otras instrucciones y luego me dio su Bendición. Desperté… Y me dí cuenta de que estaba recostado en mi lecho de la casa de Cumas. Me levanté y pude observar la ceremonia de mis funerales desde la ventana.

Al día siguiente fuimos a la Puerta del Cielo y allí me encontré con Publio que había ido a vender todas sus propiedades de Roma. Él y el senador Astirio me ayudaron con una nueva identidad al traspaso de mis propiedades, borrando todo rastro de mi vida como Petronio. Luego preparamos el viaje y antes de venirnos tratamos de salvar a Pedro invitándolo a viajar con nosotros. Pero tuvo un encuentro con el Señor Jesucristo en la Vía Apia y se quedó en Roma…

Siguen conversando de todos los acontecimientos que hay en la capital del imperio.

Más tarde Publio se despide y se va con los suyos a su casa, que está del otro lado de la pequeña baía. En la terraza han quedado sólo los dos matrimonios. El cielo aunque nublado en parte, está sereno. El tiempo es apacible y el mar está en calma. El calor va disminuyendo porque el sol ha comenzado a bajar y llegará dentro de dos horas a su ocaso.

Alexandra acuna a su bebé que saciado de la leche materna, duerme entre sus brazos. Aurora come unos dátiles y nueces que ha tomado de un platón que hay sobre la mesa y sonríe soñadora ante la imagen de la madre y el hijo.

Ésta mira amorosa a Marco Aurelio que en ese momento dice a Maximiliano:

–           ¡Me siento tan feliz de tenerte aquí con nosotros, compartiendo la delicia de vivir en este lugar! Cuando te escribí invitándote a venir a disfrutar de este paraíso, no sabía lo pronto que llegarías. ¿Y ahora qué haces?

Maximiliano contesta:

–           Recibí tu carta dos días antes del aviso de Asterio y te la contesté. Pero cuando pude venir a traerte la respuesta yo mismo, no sabía que la noticia de mi muerte me iba a preceder. En cuanto a tu pregunta, estoy escribiendo un nuevo libro.

–           ¿Cómo el Satyricón?

–           No. Aquel Petronio ya no existe. En Satyricón él narró las andanzas eróticas de tres jóvenes, porque fue una sátira del mundo y de la sociedad que él conoció. Ahora soy cristiano y mi vida sólo tiene sentido, si la dedico para la gloria de Dios.

–           ¡Oh! ¡Tienes toda la razón! ¿Y ahora qué es lo que escribes, caríssime?

–           Antes de venir, estuvimos tres semanas con Pedro en la Puerta del Cielo, escuchando una historia fascinante…  Tomé notas y ahora estoy escribiendo lo que creo será el punto de partida para una Nueva Era: mis experiencias y mi transformación.

Y también los relatos de Pedro y de Publio sobre el apóstol traidor,  junto con las enseñanzas que me convirtieron en cristiano. Las estoy escribiendo para no olvidarlas y para que nuestros hijos no decaigan. Y sobre todo, que nunca olviden como se debe enfrentar una persecución… Y cómo se debe morir…

Marco Aurelio repite con una sonrisa interrogante:

–           ¿Dijiste nuestros hijos?…

Maximiliano confirma:

–           Sí. Nuestros hijos. –se levanta y poniendo una mano rodeando protector el hombro de Aurora que sigue sentada. Anuncia feliz y triunfante- Para el próximo verano esperamos la llegada de nuestro heredero.-  Y se inclina con ternura, besando la frente blanquísima de su esposa.

Aurora sonríe ruborizada y mirando a Alexandra le dice con dulzura:

–           Te veo a ti y a Sebastián… Y mi corazón rebosa de una dicha tan grande, al pensar que muy pronto nosotros también veremos realizados nuestros sueños así como ustedes ahora; al tener en nuestros brazos  el fruto viviente de nuestro amor. El Señor nos ha bendecido también con un hijo.

Marco Aurelio exclama con júbilo:

–           ¡Alabado sea Jesucristo! Esto merece un brindis…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA

93.- SENTENCIA MORTAL

En una pequeña bahía de la isla, el atardecer baña con sus fulgores los árboles frondosos y las columnas de una hermosa villa cercana al mar. Más de una vez, sentados en la terraza y tomados de la mano, Marco Aurelio y Alexandra, hablan de sus pasadas experiencias  y temores. Sienten que todos sus sufrimientos han madurado sus almas y las han elevado hacia Dios. En él ya no queda el menor rastro del antiguo patricio, cuya voluntad y deseos eran las únicas leyes de su existencia.

Aun así, ante aquellos recuerdos no hay huellas de amargura. Se alegran en Dios; en su amor y en el amor que los une y que cada vez es más grande. Les parece que ha pasado mucho tiempo y que aquel pasado doloroso ha sido superado, por el milagro que Dios ha realizado tanto en la arena como en sus vidas.

Ahora están dispuestos a enfrentar la muerte cuando ésta se presente y a disfrutar cada momento de su existencia, agradeciendo a Dios por su Don, como si cada día fuese el último. Se aman con locura y aman todo lo que la vida les ofrece. Son felices con la felicidad que Dios da al que le ofrenda cada instante a su servicio.

A los dos meses de estar en Sicilia; una tarde, los dos caminan por la playa con los pies descalzos; sintiendo la espuma que les hace cosquillas en los pies, cuando las olas revientan y se deshacen en minúsculas burbujas, formando una blanca estela.

Marco Aurelio está un tanto distraído, observando a un gran buque que se dirige hacia el puerto de Catania…

Y Alexandra le dice despacio:

–           Mi amor, tengo una noticia que darte…

Marco Aurelio sigue observando el barco y contesta despreocupado:

–           Sí… Hum… ¿Qué es?…

–           Creo que en un tiempo razonable, dejaremos de ser sólo nosotros dos.

–           ¡Uhmm!… –contestó el tribuno mirando a las gaviotas que se lanzan en picada en el agua, pescando.

Y luego, después de un instante se detuvo en seco.

Se volvió hacia ella y preguntó

–           ¿Qué dijiste?… ¿Te estoy entendiendo bien?

Alexandra asintió, ruborizada y sonriente.

–           ¿Estás segura?

–           Sí. Llegará a nuestro hogar un bebé.

–           ¡Un bebé!… ¿Vamos a ser papás?… ¡Oh, Dios mío! ¡Un bebé!…

Y abrazó a Alexandra.

La levantó en el aire como si fuera una muñeca. Y daba vueltas regocijado como un niño al que le ha llegado el mejor regalo del mundo. Los dos ríen, locos de alegría.

–           ¡Un hijo…! ¡Un hijo! –Repetía Marco Aurelio embelesado- ¡Voy a ser padre! –le gritó al mar y al viento, rebosante de una dicha que no puede controlar.

Rodeando la cintura de Alexandra, cayó de rodillas a sus pies, llorando de alegría y agradeciendo a Dios por el don magnífico de la vida.

–           ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, Señor! Dios mío, esta noticia colma y rebosa mi felicidad. ¡Gracias, preciosa mía! ¡Un hijo!…-Luego se levantó y gritó a los cuatro vientos- ¡Vamos a tener un hijo!…

Enseguida, volviéndose hacia ella, le preguntó preocupado:

–           ¿Cómo te sientes?

–           Estoy muy bien. Yo también me siento muy feliz, amor mío… –contestó ella sonriendo dichosísima.

Una nueva vida de ventura inmensa había sucedido a su vida anterior. Los atrae y los envuelve, como una encantada red.

En Roma bien puede el César seguir llenando el mundo con las explosiones de su ira y su locura, esparciendo el terror por doquier. Ellos sienten sobre su cabeza una invisible custodia, infinitamente más poderosa que el odio de Nerón. Y ya no temen ni a su cólera, ni a su maldad. El César ha dejado de ser para ellos una amenaza. Miraron el grandioso crepúsculo y oraron juntos…

Luego fueron a la casa para dar la noticia a los demás.

En un tiempo, cuando se hallaba en la prisión, Alexandra había estado demacrada por causa de la fiebre, el aire viciado, las incomodidades, en espera de la muerte. Pero ahora la situación es muy diferente. Está rodeada no solo de los más tiernos cuidados y atenciones. También de la comodidad, la abundancia y la exquisita belleza de todo lo que los circunda. En la villa de Marco Aurelio sólo se respira la felicidad y la paz que da el vivir en compañía del Dios Resucitado.

Pasó el tiempo y nació un bebé muy hermoso, al que llamaron Sebastián. Maximiliano sigue en Acaya.

Cuando supieron del regreso y la entrada triunfal de Nerón en Roma,  Marco Aurelio escribió una carta…

Y la comitiva de espectros que forman el lúgubre séquito del César, siguió aumentando cada día. Pisón había pagado su conspiración con la cabeza. Nerón está sorprendido ante el gran número de conspiradores. Aumentó la guardia y mantuvo en estado de sitio la ciudad, enviando a diario sentencias de muerte con los centuriones, a las casas de los sospechosos. Arrasando con culpables e inocentes, dando al César la excusa perfecta para confiscar sus riquezas.

Aun cuando Petronio se ha vuelto muy callado, Nerón ve un agravio en tal silencio. Y cuando el Árbitro elogia al César, a éste le parece entrever el ridículo a través de sus observaciones. La verdad es que aquel brillante patricio mortifica su amor propio y pone un freno que lo molesta mucho, en su verdadera personalidad. Como cada vez desciende más en el lodazal de una grosera y abyecta disipación; aquel exquisito árbitro del refinamiento empieza a ser para él, una carga muy pesada.

Sin saber exactamente porqué, le ha tomado una gran aversión al que fuera su director artístico. Hasta aquel momento le ha perdonado la vida a Petronio solo por su viaje a Acaya; en el cual su elegancia y su profundo conocimiento en todo lo relativo a Grecia y a los griegos, le han sido muy útiles.

Pero Tigelino se ha ido infiltrando gradualmente en el ánimo del César con la convicción de que Tugurino lo sobrepuja en buen gusto y en conocimientos. Por esto insiste en que sería más apto para ocupar el puesto de Petronio, organizándole juegos, recepciones y triunfos.

El emperador estuvo de acuerdo con él… Y a partir de aquel momento Petronio estuvo perdido. Pero Nerón no tiene suficiente valor para enviarle su sentencia en Roma. Tanto él como Tigelino recuerdan muy bien que aquel refinado esteta, ha dado pruebas de su gran inteligencia, su sorprendente habilidad y energía en el puesto de embajador de Claudio; como Procónsul en Bitinia y posteriormente como senador, en la capital del imperio. Saben que es capaz de cualquier hazaña. Es tan popular, que en Roma cuenta no solo con el amor del pueblo, sino también con el de los pretorianos.  En lo más íntimo de su ser, se siente muy inferior al patricio y ninguno de los confidentes del César ha sido capaz de prever la reacción de Petronio.

Por eso, ha pensado que sería más conveniente atraerlo fuera de la ciudad y darle el golpe en una de las provincias. César tiene una villa palaciega en Cumas y decide pasar unos días allá, en compañía de los más íntimos de su corte.

Petronio que también tiene una casa allí, intuye que su lucha de largos años con Tigelino se aproxima a su fin. Sabe que pronto será vencido en aquella contienda y también sabe muy bien porqué. Cuando recibió la invitación para ir a Cumas con otros augustanos, presintió la traición y aun cuando sospecha una trampa, se presentó con su carácter de siempre: alegre y despreocupado, pues desea alcanzar una última victoria sobre Tigelino…

Dos días después de llegar, Plinio que siempre había sido un amigo sincero suyo, envió a su liberto con una noticia urgente y secreta: la muerte de Petronio ha sido acordada. El siguiente fin de semana, el César planea dar el que será el último banquete para el escritor. No está seguro de la forma en que lo harán o si le enviarán la sentencia de muerte a su casa.

Petronio escuchó la noticia con inalterable calma. Luego fue a su cubiculum y regresó con un pequeño cofre. Dijo al mensajero:

–           Llevarás a tu señor este regalo y le dirás de mi parte que le agradezco su mensaje con toda mi alma, porque ahora puedo anticiparme a la sentencia. Solo dile que por favor no lo muestre en este reinado a nadie. Porque la codicia de este tesoro, es una de las causas de mi sentencia.

Y le mandó su precioso vaso mirrino que era aún más hermoso que los vasos que Nerón estimaba tanto y que llamaba ‘homéricos’ porque tenían esculpidos en ellos escenas de los Poemas de Homero.

Cuando se quedó solo, se encerró a orar fervientemente, entregándolo todo al Señor. Unas horas después, envió mensajeros en varias direcciones y con distintos encargos. Luego habló con Aurora y la puso al tanto de la situación. Ella lo abrazó y le dijo:

–           No temas, amor mío. Dios sabe lo que hace y los dos haremos su Voluntad…

Mientras tanto, Tigelino lo acusó de estar involucrado y ser amigo del senador Escevino, que había sido el alma de la conspiración de Pisón. La “Familia” de Petronio que había quedado en Roma, todos fueron arrestados y encarcelados. Y los guardias pretorianos rodearon su casa…

Cuando esto le fue notificado, no experimentó ni mostró la menor inquietud. Dijo a los augustanos a quienes había recibido en su espléndida villa en Cumas, que los invitaba a hacer una libación en honor del César. Éstos se excusaron y se retiraron pronto.

Petronio comprendió que habían venido para ver su reacción y comunicarla a Nerón. Dos días después le llegó la invitación al convite de Nerón.

Esa misma mañana escribió en la biblioteca y enseguida tomó un baño. Después se arregló más esmeradamente que nunca. Hermoso y soberbiamente distinguido, como un dios griego, se dirigió a la villa del César. Ni la más leve preocupación se nota en su semblante.

Los augustanos le saludaron, unos con cordialidad y otros con expectación. Los primeros, porque aunque saben que a Petronio lo rodean las nubes de la cólera del César; no piensan que el peligro sea tan inminente. Su rostro alegre, su sonrisa y su elegante despreocupación de siempre; confirmó a todos sus regocijados compañeros de aventuras y de intrigas palaciegas, en aquella opinión. Los segundos saben que él sabe que está próximo su fin y no comprenden su actitud.

Petronio goza con su desconcierto. Está sentado en el triclinio, muy cerca del César. Y los demás augustanos, al beber vino en las adornadas copas, derraman de ellas algunas gotas en honor de los dioses inmortales y de todas las verdades discutidas por los filósofos griegos de todos los tiempos.

Petronio comenta:

–           Estimo solamente a dos filósofos: Virgilio Marón y Anacreonte. Los demás te los regalo, incluidos todos los estoicos griegos y romanos. La verdad querido Plinio, reside a tanta altura que los mismos dioses no alcanzan a divisarla desde la cumbre del Olimpo.

Plinio lo mira con admiración y responde:

–           Uno puede no creer en los dioses, pero es posible admirar las obras de arte que inspiraron en Fidias, Praxíteles, Mirón, Escopas y Lisias. Lo que menos importa es que se crea o no en los dioses, la costumbre y la superstición así lo prescriben. Que se hagan libaciones en su honor…

–           Aun así…

Y Petronio conversa animadamente con todos: de Roma, de arte, de los más recientes escándalos y divorcios, de asuntos de amor, de las carreras, del mejor gladiador, de los últimos libros… Pasa de un tema a otro, con gracia y ligereza. Su buen humor está mejor que nunca.

De repente, el César le pregunta:

–           ¿Dónde está tu anillo, Petronio?

El Árbitro contesta sonriente:

–           Lo destruí antes de venir para acá. –Y agregó sin el menor rastro de enojo- ¿Fuiste tú quién ordenó la prisión de mi ‘familia’ en Roma?

Nerón se queda confundido y no sabe qué responder.

Tigelino lo rescata interviniendo con una ironía mortal:

–           Tú eras amigo de Flavio Escevino y estuvo contigo mucho tiempo en tu casa. ¿De qué hablaron?

Petronio contestó desdeñoso:

–           De lo mismo que habló contigo ese mismo día y que también estuvo en la tuya. ¿Recuerdas? Fue un día antes de la Fiesta Taurina.

Y volviéndose hacia el César, le dijo:

–           Yo no le temo a la muerte… Te conozco. Y después de lo que pasó con Séneca…Sé  muy bien lo que puedo esperar de ti. Solo quiero dos cosas: yo no tengo esclavos. Todos mis sirvientes son hombres libres e inocentes de las intrigas de este Carnicero… –dice esto con desprecio y mirando fijamente a Tigelino. Luego vuelve a mirar a Nerón y agrega- Déjalos en libertad. A mi cadáver no le hagas ningún tipo de funeral. Entrégalo a mi casa en Cumas. Ellos saben qué hacer conmigo. Y por último, yo haré un brindis a tu salud. Escoge la sentencia que tú quieras. Aquí estoy…

Y sonriente, levanta su vaso y espera.

Todos han quedado paralizados, conteniendo el aliento. Un profundo silencio se hace alrededor. Nerón hace una seña a Epafrodito y le susurra algo al oído. Este se va y regresa pronto con un pequeño frasco. También se acercan dos de los médicos que cuidan a los ‘retardados’.

Nerón dice simplemente:

–           Ya no te necesito.

Petronio sonríe más y responde tranquilamente:

–           Entiendo. Quieres estar seguro del resultado y si no funciona una cosa, funcionará la otra. No me gustaría manchar mi toga con sangre. Y tampoco me voy a dar muerte a mí mismo. Amo demasiado la vida para suicidarme.  Aquí estoy para lo que dispongas. Sólo quiero que parezca algo muy natural.  ¡Vamos!

Y levanta su vaso con vino, adelantándolo hacia Epafrodito. Éste  vacía una generosa cantidad del frasco azul que tiene en su mano, en el vaso de Petronio. Mientras tanto, el patricio caído en desgracia, pregunta mirando fijamente a Nerón:

–           ¿Es el mismo que le diste a Británico? Espero que sí… A ti tampoco te conviene ensuciar más tu imagen con mi muerte y puedes decir que me enviaste a una comisión en las provincias… He sido tu consultor y es la última sugerencia que hago para proteger a mi emperador…

Nerón lo miró perplejo por tanto desenfado.

Enseguida, Petronio  apura el líquido de un solo golpe, ante el asombro de todos los presentes. Con el vaso en la mano y luciendo en su bello rostro una luminosa sonrisa. Pasea lentamente la mirada sobre todos los augustanos y dice:

–           Amigos. La vida solo es… –ya no pudo terminar la frase.

Cayó en el lecho triclinio sin mostrar ningún espasmo. Los médicos se acercaron. Lo examinaron. Después de unos minutos, le hicieron un corte en los brazos y apenas si goteó sangre. Luego dictaminaron:

–           Está muerto.

Entonces Popea dijo a Nerón:

–           Él tuvo razón. Sin querer nos dio una solución perfecta para no alborotar al pueblo.

Tigelino se mordió los labios… Hasta en la última partida, no pudo evitar el sentirse derrotado por Petronio.

Nerón sonrió y dijo a Epafrodito:

–           Llévenlo a su casa y haz que alguien verifique los funerales. Liberen a todos los suyos.

Después que sacaron a Petronio, el banquete prosiguió como si nada hubiese ocurrido.

Los soldados llevaron el cuerpo exánime de Petronio y lo entregaron en su casa a Héctor, el mayordomo.

Luego Xavier dijo al centurión Marcelo:

–           Después del funeral, me llevas el informe.

Xavier se retira, dejando una decuria como escolta. Estos acompañan el cadáver de Petronio hasta el atrium.

Aurora aparece majestuosa y dice a Héctor que lleven el cuerpo a la biblioteca, en donde a él le gustaba estar, para prepararlo para el funeral. Y con su rostro bañado por las lágrimas, con voz dulce y humilde, le pide al centurión:

–           ¿Me podría dejar a solas con él unos momentos? Quisiera despedirme…

Marcelo objeta:

–           Me ordenaron que supervise los funerales y que no me separe del cadáver.-Luego ordena a los pretorianos:

–           Ustedes esperen aquí. Yo iré con él.

Y sigue a los que llevan al difunto a la biblioteca.

Cuando quedan fuera de la vista de los demás soldados, Marcelo se inclina y dice en voz baja a Aurora:

–           Pero solo por unos momentos…

–           Nadie sabrá que tuviste un gesto de compasión para con quién tanto lo amó. ¡Que Dios te lo premie! Y después de esto, te prometo que rendirás tu informe paso a paso.

Y Marcelo sale hacia un jardín interior, por otra puerta. Después de unos quince minutos, Aurora lo llama y le dice:

–           Gracias.

Marcelo regresa a la biblioteca, donde el cadáver de Petronio ha sido colocado sobre una camilla, cubierto con un hermoso tapiz blanco, recamado con hilos de oro.

Todo está listo y Héctor da orden de conducirlo, a los cuatro fornidos bitinios que eran los portadores de su litera. Éste es flanqueado por los pretorianos y Aurora, afligida y serena, encabeza la procesión fúnebre, seguida por todos los habitantes de la casa.

Lo quemaron en una pira hecha de prisa, en el fondo del jardín y luego lo depositaron en una tumba excavada bajo unos robles, junto a una estatua de Minerva. Finalmente, la tumba es cubierta con un poco de césped y muchas flores de las favoritas de Petronio.

Antes de despedir a los soldados, Aurora les da a cada uno, uno de los preciosos vasos de Petronio y al centurión le da a además, una bolsa de oro diciéndole:

–           Gracias por tu bondad. Ahora podrás rendir tu informe con verdad y decir que el noble Petronio descansa en paz.

Pocos meses después, una mañana  Nerón se emocionó mucho al participar en las competencias de carros que junto con el canto, son su mayor pasión. Y en una competencia especialmente reñida, él había logrado empatar; pero finalmente ganó por puntos y por decisión de los jueces… Después de una agria discusión en un banquete donde el emperador había abusado del vino, llegó muy tarde al cubículum imperial…  Popea estaba embarazada de seis meses y le esperaba particularmente exaltada, por una de esas tormentas hormonales que las mujeres desatan cuando están demasiado sensibles por el embarazo…

Pero Nerón no estaba para oír reproches de ninguna clase y respondió a los reclamos femeninos, con una furiosa patada sobre el insigne y abultado vientre imperial…

La emperatriz augusta se desplomó como fulminada por un rayo y pocas horas después dio a luz a un feto muerto, que se llevó consigo la vida de su progenitora.

Al día siguiente en el servicio del desayuno, Nerón preguntó por su esposa…

Y fue informado por Epafrodito:

–           Majestad… La augusta emperatriz Popea Sabina, acaba de fallecer hace dos horas, después de dar a luz a un hijo varón muerto…

Nerón levantó sus labios hasta su nariz… Pensó… Y luego preguntó:

–           ¿Ya prepararon sus funerales?

Epafrodito respondió:

–           No divinidad. Estamos esperando vuestras instrucciones…

Nerón se quedó pensando…

Luego, con una de esas magistrales representaciones tan suyas;  arrepentido,  lloró dramáticamente la muerte de su esposa tan amada y ordenó un fastuoso funeral para honrarla…

A continuación, ofreció en su honor una colosal ceremonia fúnebre y también decretó varios días festivos en honor a ella…

De esta manera pereció y desapareció de la memoria del mundo la mujer que según Tácito, ‘Poseía todo, menos honestidad.’

A pesar de toda la teatralidad desplegada en los funerales de Popea, Nerón se consoló demasiado pronto en los brazos de Esporo y la vida en el imperio y fuera de él, siguió su curso…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, CONOCELA

92.- TESTIMONIO GLORIOSO

En el atrium de la rica villa enclavada entre los olivares, el imponente funcionario miró a la joven con una apasionada súplica y dijo:

–           Por favor Sarah, piénsalo y no me rechaces más. Te estoy ofreciendo ser la reina de mi corazón, de mi hogar y de mi vida. Serás la esposa del Procurador y tus deseos serán órdenes en toda Sicilia.

La joven lo miró con sus grandes ojos castaños y levantando sus dos manos tratando de evitar que se acerque más a ella le dijo:

–           Santino, por favor entiende. Yo soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. Y no puedo desposarme contigo, pues ya estoy casada con Dios.

Santino cerró los puños con exasperación y exclamó:

–           ¡Te prohíbo que lo vuelvas a nombrar! Ya no voy a suplicarte…  No estoy dispuesto a seguir soportando tu desprecio hacia mí… Ni tampoco tu aberración  por ese estúpido culto por un judío ajusticiado por las leyes de Roma.

–           Si eso es un ultimátum…

–           ¡Lo es! Hasta hoy he sido tu más ferviente enamorado, pero si persistes en tu abominable rechazo, conocerás mi implacable ira…

Sarah se irguió aún más en su esbelta figura y levantando su rostro con una grave dignidad declaró:

–           Puedes hacer lo que quieras. Yo no puedo impedir nada de lo que digas; pues tambien reconozco en ti a la máxima autoridad romana. Pero que te quede bien claro esto: Soy una virgen consagrada a mi Señor Jesucristo y… ¡No voy a casarme contigo!

Santino se volvió hacia el capitán de la guardia de los pretorianos que siempre le acompaña escoltándolo a todas partes y le ordenó:

–           ¡Llama a la decuria y arréstala!

Sarah dio un paso al frente y dijo al oficial con profunda gravedad:

–           No hay necesidad de cadenas. Yo te acompañaré a donde me lleves…

Santino la miró furioso y dijo al soldado:

–           Llévala con Afrodisia…  Durante un mes servirá de entretenimiento a todo el que quiera solazarse con ella…

El oficial lo miró con la boca abierta, pero se rehízo rápidamente y haciendo una reverencia dijo:

–           Será como lo has dicho.

Ni un solo músculo en la cara de Sarah delató el impacto que acaba de recibir y mentalmente oró, entregándose mansamente en las manos de sus captores.

Santino le dijo brutalmente:

–           Despreciaste mi amor por tu abominable superstición…  Cuando tu virginidad haya sido disfrutada por la lujuria salvaje de todos lo que te apetezcan; vendrás suplicante a mis brazos, anhelando lo que ahora rechazas…

La madre de Sarah fue notificada y la pobre mujer solo murmuró:

–           Os la lleváis… Déjenme prepararle su equipaje…

Santino replicó tajante:

–           No lo necesitará…

Sarah lo miró en silencio, con una compasión que exacerbó aún más la ira del Procónsul…  Y pidió con dulzura:

–           ¿Puedo despedirme de mis padres?

–           ¡Hazlo ya! Porque no volverás… A menos que recapacites…

La implícita amenaza retumbó como un trueno. Y en los minutos que le fueron concedidos a solas con ellos, los padres la abrazaron con amor y la bendijeron. Su padre le dijo:

–           Hija mía, no claudiques. Estás preparada para dar el testimonio más glorioso, adelante con valor. El Buen Pastor está velando por sus ovejas… Volveremos a vernos en el Cielo.

Y su madre al besarla en la frente, le dijo:

–           Dios está contigo pequeña. Sé una guerrera invencible y no tengas miedo de nada. Estaremos orando por ti…

Y en medio de la decuria comandada por el oficial de los pretorianos  que la mira con una admiración que no intenta ocultar, Sarah es conducida a la casa de la hetaira más famosa de la isla…

Sarah (La Princesa) creció en el seno de una de las familias más nobles e ilustres de Sicilia. Sus padres cristianos desde su más tierna juventud, la consagraron a Dios en cuanto  supieron que una nueva perla de amor había llegado al mundo y que viviría para dar gloria a Dios, la Santísima Trinidad,  el Creador.

Poseedora de una extraordinaria belleza física y un corazón fuerte y valeroso; en cuanto empezó a tener uso de razón, la hermosa niña decidió ser una virgen consagrada. Cuando cumplió 14 años, el Procurador Santino se enamoró perdidamente de ella, atraído por su singular belleza e indudable linaje y riqueza. La asediaba constantemente, hasta que la joven virgen, obligada por el acoso de este hombre obsesionado por poseerla a costa de lo que sea, huyó a Roma.  Y durante más de tres años, Sarah estuvo evangelizando en la Puerta del Cielo; hasta que después del gran incendio y por el Edicto de Nerón, el apóstol Pedro le ordenó regresar a Sicilia para preservar su vida, pues aun no es la hora de su martirio…

Pero Santino no la había olvidado,  al contrario;  cuando tres meses después sus espías le confirmaron que Sarah había regresado, se apresuró a buscarla y fue a su casa… Cuando estuvo frente a ella, su pasión por la virgen cristiana había llegado a tal punto, que se convirtió en una hoguera al ver que el tiempo transcurrido había convertido el virginal botón en una rosa esplendorosa, que lo fascinó todavía más… Y con apasionados argumentos ha tratado de convencerla para que acepte ser su esposa. Ha puesto todo lo que posee  a los pies de Sarah…

Pero ella lo rechazó rotundamente una vez más y esto es demasiado para el orgullo del romano.  Ante la firmeza de la esquiva joven, el despecho de Santino tiene el objetivo de hacerle perder la fe y la pureza; por eso ha ordenado que la lleven a la casa la poderosa sacerdotisa del culto a  Afrodita, cuyas cinco hijas también practican la prostitución sagrada en el templo del amor dedicado a la diosa griega…

En cuanto llegan a la lujosa mansión de Afrosisia, la mujer es puesta al tanto de las órdenes del Procurador  y le entregan la carta enviada por él…

Ella la recibe y lee el pergamino enviado por Santino, en el cual le ordena que los más poderosos filtros amorosos le sean dados en el agua que beberá y en todas sus comidas…  Y durante un mes estará sometida absolutamente a todos los rituales de la diosa, hasta que le sean quebrantados la voluntad y el espíritu; haciendo que reniegue de todos los juramentos hechos en la despreciable secta cristiana. Además, desea que todos sus sentidos sean despertados en tal forma, que vea en Santino a un dios amoroso que debe ser adorado con todo su ser… Y confía en que la joven estará dispuesta a amarlo con una devoción adictiva…

Afrodisia dice que todas sus órdenes serán acatadas puntualmente y al final del proceso tendrá en la joven a una adoradora total de Afrodita; lista para satisfacer de una manera absoluta, todos los deseos masculinos y pronta para acatar hasta sus más mínimos caprichos…

Antonio el capitán de los pretorianos promete regresar en dos semanas, para ver la evolución de la orden del Procurador e informar a éste de los avances y el resultado en el proyecto de la doncella que le está siendo encomendada…

Sarah por su parte, en esta peligrosa situación;  repite constantemente las palabras del Salmo 17 (La súplica del inocente) y se aferra a este versículo: «Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que me asaltan”.  

Cuando entran en el santuario, llegan hasta un recinto que preside una enorme estatua de la diosa, en medio de un estanque con muchas esculturas de delfines y una gran variedad de animales vivos: palomas, cisnes y enormes vieiras con magníficas y extraordinarias perlas.  Los bivalvos semejan perfectamente la vulva femenina.

Todo en este sitio, evoca el amor erótico y la lujuria en su más gráfica expresión. La enorme estatua de Afrodita, magnifica la estupenda belleza de la diosa del amor.

El lugar está rodeado por un jardín con muchos árboles: granados, manzanos, naranjos, limas, arrayanes y guayabos. También hay artísticos setos de rosales de variados colores y mirtos.  En las paredes y los pisos hay mosaicos y muchos frescos con diferentes representaciones de Afrodita…

Bajo uno de ellos está escrito un himno de Homero:

“Dichoso entre los hombres de la tierra el que ha contemplado estos misterios; pero el que no ha sido iniciado, el que de ellos no participa, no alcanza jamás una suerte como la de aquel, ni aun después de muerto, en la oscuridad tenebrosa”.

Precisamente al día siguiente comienzan las ceremonias de los misterios eleusinos que duran nueve días… Y  como es el tiempo de sembrar la cosecha, va a dar principio el festival religioso de la fertilidad.

Sarah es conducida a una habitación  dentro del santuario y Afrodisia le advierte:

–           Al amanecer iniciaremos desde la playa, la procesión sagrada. Será mejor que seas dócil y te sometas a las órdenes que recibas… De esta forma eliminaremos los problemas y conservarás tu vida. Si eres inteligente, harás lo que yo te diga y asi menguaremos la ira del Procurador…

La joven virgen le replica:

–           Yo solamente adoro a Jesucristo, mi Señor y mi Dios. No puedo someterme a tus ritos paganos. La diosa que adoras es un ángel caído que fue creado para servir a mi Señor Jesucristo; yo soy un templo vivo del Espíritu Santo y desde ahora te advierto que no las seguiré.

Afrodisia la mira con ira, pero no la contradice y solamente le indica:

–           Enviaré tus alimentos.  Mañana serás iniciada. No te resistas o te irá peor…

Sarah la miró en silencio. Sin desafiarla, pero sin sometimiento.

Thalía, una de las hijas de Afrodisia le llevó más tarde la comida y una jarra con agua; pero la virgen cristiana no tocó absolutamente nada de lo que le llevaron.   “Si es necesario moriré de hambre y de sed …” Se dijo a sí misma mientras mira a la joven  depositar sobre una mesa una charola de cerámica decorada con sugestivas escenas eróticas y con los más apetitosos manjares.

Horas más tarde, fueron retirados todos los alimentos intactos, al igual que la jarra con agua.

Afrodisia mira admirada a la indómita jovencita y mientras el esclavo se lleva todo, no pronuncia una palabra. Pero su pensamiento es: ‘El hambre y la sed te doblegarán’

Esa misma tarde, miles de adoradores de Afrodita y Ceres se reunieron para hacer el peregrinaje sagrado y tomar parte en las ceremonias secretas de los Misterios Eleusinos.  Sarah fue adornada muy especialmente y la llevaron hasta la playa.  La joven no protestó más…  Dejó hacer a sus captores, mientras permanecía sumergida profundamente en la Oración de Meditación.

Afrodisia dirigió todo. Durante las dos próximas jornadas, los iniciados paganos llamados mystes se purificaron bañándose en el mar y enseguida sacrificaron en la playa un lechón.  Luego se dirigieron con gran pompa al santuario con alegres cantos, transportando los hiera (vasos sagrados) y una estatua de la diosa. Periódicamente los participantes emiten gritos de exaltación en determinados puntos del camino. Al día siguiente dio comienzo el festival con una declaración formal en el ágora, con los pregoneros anunciando el evento e invitando a los iniciados a tomar parte en él. Cuando la numerosa procesión llegó al templo, hicieron un descanso y dispusieron los preparativos para los nueve días siguientes con un  ayuno completo, en recuerdo del que Démeter hizo durante su duelo por Perséfone.

El rito tiene su raíz en el mito de Demeter y su hija Perséfone. Cuando Hades raptó a Perséfone y la llevó consigo al inframundo, Demeter recorrió el mundo en su busca y mientras tanto desatendió sus deberes; las cosechas no crecían y la vida se paralizó.

Los dioses estaban preocupados y Zeus testigo del rapto, decidió enviar a Hermes a rescatar a Perséfone. Pero al despedirse de ella, Hades le dio a comer una granada que producía el efecto de hacerla regresar cada invierno. El viaje de Perséfone al inframundo simboliza el ciclo de la vida, el tiempo que la semilla permanece enterrada en la tierra para después brotar y esto era la base del culto en Eleusis. Terminada esa parte de la ceremonia, los iniciados beben una mezcla especial de agua de cebada y hierbas llamada Ciceón, la bebida de Demeter a la que se le atribuyen propiedades medicinales; pero que tambien contiene un poderoso alucinógeno, embriagante y afrodisíaco.

Al final de las celebraciones los participantes dedican servicios especiales en honor a los muertos, donde reciben mensajes de sus seres queridos… (Espiritismo)  después de lo cual hacen un ejercicio que es para ellos tiempo de reflexión y meditación. Los únicos requisitos para convertirse en un iniciado es no ser culpable de ningún delito de sangre y hablar griego. Pero los misterios estan abiertos a hombres, mujeres e incluso los esclavos pueden ser admitidos. Los conocimientos esotéricos tienen su culminación, cuando la estatua de la diosa cobra vida, se ilumina en forma sobrenatural  y el iniciado es instruido en los más altos Misterios. Recibe entonces unos libros sagrados, cifrados y relacionados con los ritos en una forma muy solemne.

El hierofante y dos sacerdotisas que representan papeles principales en el drama y en las ceremonias de iniciación, le ayudan a presidir todo el rito. Viste una larga capa púrpura con bordados de oro y una cinta dorada le ciñe la cabeza. Antes de comenzar envió a sus heraldos  a pedir que los extraños, los criminales y los impuros se alejen para no profanar los ritos de los Misterios Eleusinos.  El segundo sacerdote portador de la antorcha y otros oficiantes de menor rango que son los encargados de las revelaciones a los iniciados, antes de hacer la ceremonia de la libación le entregan a Afrodisia un lecito de oro que contiene el apetecido ciceón.

Muy solemne, la sacerdotisa se acerca a Sarah que desde un principio ha sido llevada para presenciar todo el ceremonial y le dice:

–           Porque te respeto, traigo esta bebida antes de hacer la libación. Si tu Dios es tan poderoso como dices, no tendrás miedo de tomarla.

La hermosa virgen la miró fijamente y una misteriosa luminosidad empezó a filtrarse por todos sus poros, revelando una Presencia que aumentó su hermosura de una manera prodigiosa. Después de un momento que pareció demasiado largo, alargando el brazo derecho extendió la mano para recibir el vaso de oro que su ayudante le ofreció. Afrodisia lo llenó hasta la mitad y Sarah lo levantó sosteniéndolo con sus dos manos, como hacen los sacerdotes católicos en el Ofertorio y mentalmente oró: “Señor Jesucristo, Tú dijiste: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán». (Marcos 16, 15-18) Yo te adoro con todo mi ser y creo en Tu Palabra Santísima. Beberé esta pócima para tu honor y tu gloria. Amén

Intervino el hierofante y exclamó:

–           Espera. Agreguémosle esto. – y tomando con una taza, el líquido de una crátera que portaba el otro sacerdote, lo agregó al vaso que sostenía en su mano la joven cristiana.

Afrodisia lo miró asombrada, pero no se atrevió a protestar y el hierofante agregó:

–           La bebida de los dioses que solo tomamos los sacerdotes, no le hará daño alguno; si como ella cree y se lo acaba de decir a ÉL; su Dios es tan poderoso.

Sarah lo miró con severidad y dijo:

–           No es sorprendente que el Rey de la Mentira te haga tan poderoso, que puedes leer mi mente. Pero mi Señor Jesucristo es Creador y Dios del infeliz Querubín Rebelde al que perteneces. La cantidad que acabas de vaciar en este vaso, sería mortal hasta para ti…  Pero si piensas que por miedo me negaré a beberlo, ¡Mira! Este es el poder de mi Señor y mi Dios cuyo Santísimo Nombre es Jesús.

Acto seguido, la joven apura hasta la última gota de la mortal bebida y devolviendo el vaso vacío a la joven que se lo había entregado, le dice gentilmente:

–           Gracias. Que pronto llegues a la Luz –y mirando a todos los que la rodean, agrega- Y a todos ustedes también.

Enseguida regresa a su actitud reservada, dejando asombrados a sus captores. El hierofante hace una señal y el coro de hieródulos y los músicos, empiezan a cantar en una sugerente y bella danza ritual. Durante los minutos siguientes Afrodisia está muy atenta, pero nada particular se manifiesta en la joven que nuevamente se ha sumergido y continúa abstraída en su Oración de Meditación.

Antes de ser depositada la semilla de Démeter, es necesario realizar el rito de la fecundidad. Y ahí es donde tiene lugar el culto central de Afrodita: La fecundación no puede ser posible sin la ceremonia explícitamente sexual de la diosa del amor. La suma sacerdotisa de Demeter comparte con el hierofante la responsabilidad de presidir los Misterios y Afrodisia se une al  sumo sacerdote en un hieros gamos o boda sagrada,  consumando el acto sexual con los dioses (íncubos y súcubos)  bajo  el árbol consagrado a Ceres. Cuando esto es celebrado, los demás se unen y todo culmina con una orgía sagrada en la que participan todos: humanos y preternaturales.

Luego las sacerdotisas revelan las visiones que han tenido durante los éxtasis orgiásticos. Todos estos ritos son protegidos por un riguroso secreto.  Romper el juramento es considerado un acto impío y castigado con la muerte. Por ejemplo: el dramaturgo Esquilo temió una vez por su vida, porque algunos griegos lo culparon de  que en sus obras revelaba los misterios. Tuvo que comparecer ante un tribunal y se libró del castigo cuando pudo demostrar que nunca había sido iniciado.

Cuando todos estos rituales terminan, han pasado varias horas…  Y en la virgen cristiana no ha habido ningún cambio, continúa orando y la bebida no parece haberle hecho ningún efecto. Esa misma tarde en el Telesterion, será iniciada contra su voluntad en la prostitución ritual.

A una señal de Afrodisia, se acercan dos de sus hijas: Aglaya y Eufrosine . Y Sarah es desnudada por ellas, para ser exhibida ante las miradas lujuriosas de todos los participantes…  Pero en esta ocasión sucedió algo insólito: una especie de niebla surgió de la nada envolviéndo a Sarah casi por completo y su ondulada cabellera rubia creció instantáneamente como un manto, velando el cuerpo escultural y perfecto de la virgen; que de pronto quedó oculto a la mirada de todos…

Afrodisia, con las manos levantadas ante el altar de la diosa Afrodita y despues de la ceremonia de ofrecimiento comunica la orden de Afrodita: La diosa lo manda… ¿Quién puede oponerse a la divina voluntad?…

Siguiendo las instrucciones recibidas, un hombre barbárico llamado Aníbal y conocido por la violencia de su lujuria y su despiadada actuación al satisfacer sus más bajos instintos, fue inducido para violarla…

El hombre, relamiéndose los labios con crueldad exclamó:

–           Me encantan las hembras indómitas… Veamos cuanto dura su resistencia…

Mientras el ominoso sujeto se acerca; Sarah continúa en apariencia totalmente ajena a lo que esta sucediendo a su alrededor, pues no se advierte en ella el menor movimiento. Y Aníbal llegó hasta donde está ella, con un rostro satánicamente deformado por una lujuria bestial…

Pero en cuanto el sátiro la tuvo a su alcance, inmediatamente se retiró gritando:

–           ¡NO!… Oh no, ¡No, no, no! ¡El ángel me ha cegado con su espada!…

Y se retiró trastabillando hacia atrás… Mientras todos miran aterrorizados, aparece la imponente figura del Ángel que de pronto se vuelve visible para todos  y resguarda a la virgen consagrada a Dios…  Su apariencia es tan terrible, como amenazante…

El Ángel los mira desafiante. Y nadie se atreve a acercarse a Sarah. Aníbal se siente aniquilado  y se desliza hacia atrás, reptando sobre el mármol decorado con mosaicos del Templo, sin atreverse a volver sobre su intento original…

Este ángel es mucho más bello e impresionante que cualquier dios que hubiere adorado jamás…

Un minuto más tarde de súbito,  Sarah suspira como si despertara de un profundo sueño y se acerca despacio hacia el infeliz que ha quedado totalmente ciego… La niebla que la envuelve parece un vestido impalpable que la cubre totalmente,  excepto en su luminoso rostro.

Sarah mira fijamente a todos a su alrededor y su voz resuena como una campana al preguntar al hombre derribado:

–           Si mi Dios en su infinita Bondad te regresara la vista, ¿Por lo menos intentarías conocerlo y dejarías de insultarlo con tu comportamiento?

Aníbal grita angustiado:

–           Lo juro por Júpiter… -Pero luego recapacita-  Perdón. Lo juro por Él Mismo. ¿Dices que se llama Jesús? Si me devuelve la vista le prometo que dedicaré mi vida a conocer y predicar su doctrina. –Y grita por tres veces seguidas- ¡Jesús, Dios de los cristianos! ¡Ten piedad y misericordia de mí!

El hierofante exclama con un grito:

–           ¡No puedes hacer eso aquí! Estás profanando este Santuario…

Afrodita grita desde su estatua:

–           ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! Esta blasfemia no tiene nombre…

El hierofante y los sacerdotes se llevan las manos a la cabeza, mesándose los cabellos. Se les caen las mitras y miran petrificados la increíble escena que se está desarrollando ante sus ojos…

Sarah abre los brazos como si estuviera crucificada y canta con su prodigiosa voz:

–           En el Nombre de Jesús, toda rodilla se dobla: En los Cielos, en la tierra y en todo lugar…¡ Jesús!… ¡Jesús!… ¡Jesús!…

Todos los seres preternaturales lanzan unos aullidos espeluznantes y salen huyendo; excepto Misael, el Poderoso Angel Custodio de Sarah, que se ha arrodillado adorante…  Todos los demás participantes humanos de la ceremonia en el santuario, están paralizados…

Sarah termina la alabanza y extiende su mano derecha sobre el infeliz ciego que espera… Lo toca con la punta de sus dedos en su frente mientras declara:

–           En el Nombre Glorioso de mi Señor Jesucristo recupera el don de la vista… Pero no te atrevas a volver a profanarlo con tus pecados…  Pide Misericordia al Dios que te está abriendo los ojos a la Verdad y no intentes desafiarlo más…

Aníbal parpadea varias veces y luego contempla impactado el increíble espectáculo que se desarrolla junto con él a su alrededor…  Todos los participantes a la ceremonia pagana  están atónitos.

Afrodisia está pasmada; pero no se doblega…  Continúa mirando al ángel con impactado asombro y se queda inmóvil.  Esto está más allá del alcance de cualquier cosa que haya conocido con anterioridad…

Comprende que sólo queda un recurso extremo… Pero ese debe ser supervisado personalmente por el Procurador…

Todos los asistentes se cuestionan muchísimas cosas, se sienten confundidos y se les despierta un poderoso impulso que los inclina por ser inmediatos seguidores del Dios representado por el poderoso ángel que están viendo delante de sí… Deciden que en los siguientes días buscaran las respuestas que necesitan…

El hierofante les prohibe a todos mencionar siquiera los increíbles sucesos a nadie, advirtiéndoles del secreto que envuelve su juramento. Y todos se retiran con un impacto que no les será fácil de olvidar.

Doce días después, Afrodisia se declara vencida por la fe y la pureza de aquella joven excepcional; porque nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a su Dios…

Y todos comprenden que se enfrentan a algo tan poderoso, que no habían visto antes…

Según el pacto hecho, Antonio se presentó a las dos semanas y recibió el informe de todo lo sucedido…

Cuando este informe llegó a manos del Procurador, Santino frunció el entrecejo pero no hizo comentario alguno…  Esperó a que se cumpliera el mes. Enseguida se dirigió a la casa de Afrodisia.

Cuando le llevaron a Sarah trató de seducirla y corromperla, aunque ya no lo impulsa ni el deseo, ni el amor…  Pero a pesar de todos sus diabólicos recursos no pudo conseguirlo. Y nada ni nadie lograron hacer que la jovencita quebrantara los juramentos hechos a Dios…

Entonces el procónsul lleno de frustración, ordenó que la violaran en su presencia… Pero Dios nuevamente  preservó a su virgen de manera prodigiosa y  todos los hombres que se acercaron a ella, cayeron fulminados en el intento y el satánico proyecto también fracasó.

Sólo que en esta ocasión los ciegos no pudieron recuperar la vista, ni los muertos volvieron a la vida.

Y no obstante que Santino pudo constatar la gloria de Dios en el ángel que protegía a su virgen, no se doblegó y decidió tragarse su derrota; antes que reconocer al Dios que le impedía apoderarse de su virgen.

Nuevamente quiso seducirla… Y al sentirse rechazado, juró vengarse y doblegar aquella voluntad. La acusó, la mandó arrestar y la enjuició…

En el Foro al tenerla frente a sí, le preguntó:

–           ¿De qué casta eres?

Sarah contestó con tranquilidad:

–           Soy de condición libre y de muy noble linaje.

–           Si es así ¿Por qué vives cómo los esclavos?

–           Soy esclava de Cristo.

–           No soportarás los castigos a los que te someteré. ¿No te importa la vergüenza que con esto le atraerás a tu familia? ¿Te das cuenta de la juventud y la hermosura que estás desperdiciando? Haz el sacrificio a los dioses ordenado por el emperador y cásate conmigo.

–           No puedo casarme. Ya soy esposa de Cristo, mi Único Esposo. Y no sacrificaré a los dioses porque yo misma soy el sacrificio vivo y santo para mi único Dios: Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.

Santino se enfurece, pero se domina. Con voz meliflua, le dice:

–           Es suficiente para quedar libre, que arrojes unos granitos de incienso en los pebeteros que arden delante de la estatua del emperador o de Júpiter… Y para que veas que soy magnánimo, simplemente con que participes y comas de los manjares consagrados a los dioses.

–           Soy cristiana y no puedo apostatar reconociendo como dioses a tus ídolos paganos, ¡Ni siquiera probando de los manjares ofrecidos a ellos!

–           Debes cambiar de vida… Si te niegas, te privaré de tu condición de ciudadana romana. Perderás todas tus riquezas y todos los privilegios de que ahora gozas. Sufrirás los tormentos más crueles y quizá te remitas la misma esclavitud o  tal vez la muerte… ¿No comprendes cuán ventajoso sería para ti, el librarte de todos estos suplicios?

Sarah le contestó con firmeza y alegría:

–           Me amenazas con la muerte. ¿No sabes que para los cristianos la muerte es una liberación? Tú sí que tienes que cambiar de vida, si quieres librarte de los tormentos eternos.

Esta extraordinaria valentía no esperada por  Procónsul, lo desarma ante los sucesos extraordinarios que se ve obligado a atestiguar…  Aquella aparentemente frágil jovencita, lo está venciendo en todos los frentes. Y aspiró profundamente…

Con todo lo que está sucediendo, experimentó un radical cambio en sus sentimientos: su gran apetito sexual, se trocó en un profundísimo odio… Su gran amor… En un impulso irresistible por destruirla de manera absoluta.

Y al ver eliminado su objetivo primario, quiso que apostatara de su fe y la envió a prisión. Mandó que sea azotada y que sea tratada como los demás cristianos, ordenando que la atormenten con el máximo rigor… Y a partir de ese momento, él mismo eligió las formas más crueles para torturarla…

Obedeciendo las órdenes del Procurador, los verdugos la azotan bárbaramente, sin piedad alguna… A cada paso del tormento, le preguntan si está dispuesta a apostatar de su Dios y a sacrificar en el Templo de Venus Afrodita.

Sarah responde siempre con un ‘NO’ rotundo que asombra a todos sus verdugos y a los demás que presencian su increíble confesión de fe.

Queriendo doblegar lo que consideran su obstinación, la atormentan en el potro: con  grillos y con garfios descarnan su cuerpo virginal. Luego colocan planchas incandescentes sobre todo su cuerpo… Pero la respuesta sigue siendo una negativa contundente…

Y siguiendo la obsesiva y tortuosa manifestación de su más íntima depravación,  Santino personalmente le corta el cabello. En lo que hubiera sido un cortejo de amor y se ha convertido en un agasajo de odio, continúa con el implacable interrogatorio…

Y ante su increíble resistencia ordena que le opriman los senos brutalmente, con tenazas al rojo vivo y la virgen le reprochó:

–           Tirano cruel, ¿No te avergüenza torturar en una doncella virgen el mismo seno del cual recibiste el primer sustento de tu vida, en los pechos de tu madre?

Santino parece enloquecer ante aquella respuesta y ordena que se los corten a golpe de espada, con una mutilación completa. Está decidido a destruirla y quiere que no quede en ella la más mínima fuerza… Lo único que ahora desea fervientemente es que muera.

Cuando la bárbara orden es obedecida, la virgen yace mutilada y sangrante en el potro, mirando con compasión a su inexorable verdugo.

Santino la mira con un profundísimo odio y ordena con desprecio:

–           No le den alimentos y tampoco que reciba ningún auxilio médico. Azótenla y arrójenla al calabozo. En cuanto muera, avísenme.

Despues de azotarla una vez más, la arrojan como un despojo de carne sangrante en el lóbrego calabozo.

Por su parte, tanto Marco Aurelio como Alexandra y los demás cristianos están rezando el Rosario por los cautivos y la respuesta de Dios no se hace esperar. Por la noche con el don del Espíritu Santo de la ubicuidad, Pedro visitó la cárcel. Está vestido con todos los ornamentos de su cargo de Pontífice; confortó a todos los cristianos presos y a Sarah le dijo dulcemente:

–           El Mismo Jesucristo me ha enviado para que te sane en su Nombre Santísimo. –Y oró sobre ella.

Los que visitaron después a Sarah, se alegraron y con júbilo extendieron la noticia por toda la ciudad, como un reguero de pólvora: ¡La virgen está completamente sana y con su belleza más esplendorosa que nunca!…

En cuanto Santino se enteró, fue a verla… Sarah no solo está completamente sana; recuperó su espléndida y blonda cabellera y luce más bellísima que nunca… Sin embargo,  en lugar de rendirse ante Dios, el orgulloso romano se puso más furioso todavía… Y mandó que la lleven a su tribunal…

Cuando Sarah fue presentada, Santino le preguntó:

–           ¿Quién se ha atrevido a curarte?

Sarah respondió:

–           Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo.

–           ¿Acaso no sabes que está prohibido pronunciar ese Nombre? ¿Aún no te has convencido de que lo que tú adoras es una aberración?

–           ¡Oh, no, Santino! Cada día que pasa compruebo que estoy en la única Verdad. Y que Jesucristo es el Único que nos puede dar la Vida Eterna. Él es el Único que nos puede salvar.

–           ¡Cómo te atreves a nombrarlo! ¡Te estoy diciendo que en todo el territorio gobernado por mí, eso está prohibido!

–           ¡Yo no puedo dejar de hablar de Aquel que es el Dueño absoluto de mi corazón!

El Procurador la miro con un odio mortal y ordena que le apliquen la sentencia de la Columna…

Sarah es torturada igual que Diana y tampoco esta vez triunfa la maldad… Viendo que no puede doblegarla, como a una muñeca rota la arroja de nuevo en la prisión, privándola de alimento y de atención médica.  Está decidido a mostrarla como un escarmiento para los que quieran abrazar la nueva religión. Y por eso ha permitido que la visiten…

Marco Aurelio y Alexandra llegaron cuando el sacerdote le acaba de dar la Sagrada Comunión a la virgen que se quedó orando, hecha una piltrafa en el suelo…

Los dos la saludan y la confortan. Pero es nuevamente ella la que fortalece su fe y les dice:

–           Ustedes saben mejor que nadie, como Satanás nos tortura tratando de doblegarnos. Ustedes no flaqueen. Tienen que ser semilleros de cristianos que adoren a Dios, nuestro Creador. Cuando les llegue la hora, recuerden la gloria de lo que Dios está haciendo conmigo y den testimonio de su Poder  y de su Majestad. Sólo de esta manera la Humanidad recordará para qué fue creada y por Quién…

Marco Aurelio responde:

–           Así lo haremos.

Alexandra confirma:

–           Satanás no descansa. Pero Bendito sea nuestro Señor Jesucristo que vela sobre nosotros. Nuestros hijos también aprenderán a amar el sacrificio y se darán en oblación, para el único Dios que lo merece. Lo enseñaremos y les haremos comprenderlo así.

–           Estamos listos para dar el Testimonio de la sangre.

Sarah sonríe y dice:

–           Lo sé. Ustedes ya lo dieron una vez; pero falta la definitiva.

–           Vivimos cada día como si fuera el último.

–           Damos gracias por el don de la vida. Pero no es nuestro tesoro.

Marco Aurelio declara:

–           Jesús es nuestro verdadero Tesoro. Le pertenecemos de una manera absoluta.

Bendita seas por todas las cosas que me enseñaste. Dime qué puedo hacer por ti.

–           Solamente oren por mí. Este es mi combate definitivo. Ayúdenme a alcanzar la gloria.

–           Así lo haremos. Cuando estés en el Reino, ruega porque cuando llegue nuestra hora, no seamos cobardes y podamos alcanzarte en nuestro propio combate; dando el ejemplo a nuestros hijos y a los demás cristianos que estén junto a nosotros.

Alexandra se ruborizó intensamente al escuchar estas palabras de su esposo; pero no comentó nada y los dos se retiraron de allí.

Marco Aurelio se siente muy conmovido al ver a su maestra espiritual dando el sublime testimonio de la sangre y con el rostro radiante de las ovejas que no son abandonadas por el Pastor.

Y Jesus personalmente por medio de la Eucaristia, produce un nuevo milagro: Esa misma noche, Sarah se levanta como si jamás hubiese sufrido tortura alguna y se  arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores y por su ciudad de Catania:

–           Gracias te sean dadas, Señor, por el valor que me has dado… Mándame ir a Ti, para que pueda cantar para siempre contigo en la gloria…»

Enseguida ella anima a sus verdugos a creer en el Dios que ama y que les está mostrando su infinito poder… Los soldados la miran boquiabiertos y algunos caen de rodillas adorando a este Dios Desconocido que se les está mostrando en el testimonio irrefutable de la martirizada doncella, a la que nada pueden hacer para hacerle desistir de su Fe en Jesucristo…

Cuando el procurador se entera del nuevo prodigio, exclama exasperado:

–           ¡OH! ¿Es que acaso no hay forma de hacerte morir?

Sarah replica recocijada:

–           Mi Señor es Inmortal y se te está mostrando en forma inequívoca. ¿Por qué te niegas a reconocerlo y adorarlo? ¡Jesús! El y solo El, Es el Unico Dios Verdadero…

–           ¡NO! No lo adoraré jamás. Lo combatiré siempre…

–           Morirás en el intento. Nadie puede combatir a Dios sin perecer…

Entonces el dictador da órdenes más severas: ordena que sea atada por los tobillos y arrastrada desnuda  por un jinete a través de las calles de la ciudad.

Nuevamente es envuelta por la niebla y cuando el caballo se detiene cansado ante las puertas del foro, los pretorianos avisan a Santino que su orden fue obedecida. Le desatan los tobillos y Sarah se levanta de un salto y mira sonriente a su verdugo.

Cuando la niebla se disipa, Santino la mira con la boca abierta y luego exclama con voz trémula por la ira:

–           ¿Quién te ha dado esa ropa?

El soldado replica estupefacto:

–           Mira señor…  Toca el caballo… Está sudoroso y cansado. Desde que diste la orden, hemos recorrido al galope casi toda la ciudad y acabamos de detenernos…

Sarah sonríe más ampliamente y dice tranquila:

–           Me vistieron los ángeles de mi Padre…  ¿Qué otra prueba quieres? ¿Por qué no te rindes ante Dios?

Santino piensa que está más hermosa que nunca, más bien parece que acabara de salir de un tratamiento de belleza en un recorrido por las termas… Y no que haya sido sometida a tan bárbaro suplicio. Vuelve a mirar a su pretoriano y el contraste es notable. Tanto el jinete como su montura se ven extenuados…

Lo invade una furia mortal y le arranca la ropa mientras vuelve a ordenar implacable:

–           Extiendan su cuerpo desnudo sobre brasas encendidas…  Quiero que las llamas acaben con ella…

Sarah se arrodilla orando y pidiendo perdón por sus torturadores y por su ciudad de Catania:

–           Deo Gratias por…

Luego, mientras Sarah es arrojada sobre las brasas ardientes que la envuelven con sus llamas candentes, su dulce voz es escuchada por todos: verdugos y asistentes a la nueva ejecución: «Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañino. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Padre mío: Recibe ahora mi alma y mi espíritu entre tus brazos».

Al poco tiempo de esta tortura, Sarah entregó su espíritu al Señor. En ese instante un gran terremoto devastó la ciudad y muchos de sus habitantes murieron.

Cuando ella expiró, Santino partió hacia Palermo para confiscar todas sus propiedades pues era una mujer que tenía muchas riquezas. Iba acompañado de su séquito y al cruzar un río, un caballo le mordió la cara y otro lo remató a coses. Allí mismo murió ahogado y su cuerpo nunca fue encontrado. Poco tiempo después,  alguien dijo que fue arrastrado por demonios y fue arrojado aún vivo con todo y cuerpo, en el Abismo Infernal.

El testimonio glorioso  del martirio de la joven siciliana, lo que consiguió fue la conversión al cristianismo no solo de una gran cantidad de habitantes de Catania; sino de la mayor parte de la isla de Sicilia… Después que los cristianos recogieron sus reliquias, pronto se extendió la fama de su heroísmo por toda la cristiandad…

HERMANO EN CRISTO JESUS:

ANTES DE HABLAR MAL DE LA IGLESIA CATOLICA, – CONOCELA